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JOSEPH A. FITZMYER
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Prólogo 11
Abreviaturas 17
Principales abreviaturas • 17
Otras abreviaturas 28
Mapas 30, 32, 252
Hechos de los apóstoles: traducción 33
Introducción 89
Bibliografía general 223
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TRADUCCIÓN, COMENTARIO Y NOTAS " ,.. t '
I. LA PRIMITIVA COMUNIDAD CRISTIANA (1, 1-26)
VOLUMEN II
ÍNDICES
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ciones de los Hechos, así que será poco lo que se pierda, excepto
mi posición respecto a algunos temas antiguos que pueden gozar
todavía de actualidad. Dentro de las restricciones, he tratado de ha-
cer este comentario como debería ser. Si mi posición respecto a
problemas más recientes queda poco desarrollada, pido por ello
disculpas al lector.
Para la nueva traducción de los Hechos al inglés he usado como
base el texto griego de la vigesimoséptima edición de Novum Testa-
mentum Graece, editada por B. Aland y K. Aland (Stuttgart 1993;
de aquí en adelante NTG), muy cercana a la cuarta edición de The
GreekNew Testament (New York-Stuttgart 1993; de aquí en adelan-
te GNT), pero no siempre idénticas, especialmente en las citas o
alusiones a pasajes del Antiguo Testamento, no siempre en cursiva
en NTG. Los problemas del texto griego de Hechos se discutirán en
la introducción y se darán razones de por qué se ha escogido NTG.
Mi traducción de los Hechos intenta, pues, traducir ese texto lo más
fielmente posible. Los paréntesis rectangulares se usan cuando las
palabras griegas correspondientes son así señaladas como proble-
máticas en NTG. El lector tendrá que consultar esa edición y su ap-
paratus criticus o mi nota sobre la lectura así marcada. Mis únicas
desviaciones del texto griego de NTG se encuentran en Hch 11, 20,
donde leo «griegos» en lugar de «helenistas», y en 16, 12, donde
prefiero «una ciudad importante del distrito» (la lectura mejor ates-
tiguada) a «una ciudad del primer distrito», la conjetura usada por la
junta editorial. No siempre he seguido la división de los párrafos del
texto NTG o GNT, prefiriendo más bien dividir el texto de acuerdo
con el esquema de los Hechos dado en la introducción, el cual, a ve-
ces, ofrece mejores unidades para la discusión. Las citas en cursiva
del Antiguo Testamento son las que la cuarta edición de GNT ha
impreso en negritas y NTG, a veces, en cursivas; ese tipo de letra es
más limitado en esta última que en la primera. Las primeras edicio-
nes de Nestle-Aland tienen más palabras y frases en negritas que las
ediciones más recientes. Todo esto se debe al grado de certeza que
se tenga de que una frase lucana es una cita o alusión a un pasaje del
Antiguo Testamento.
En la traducción he usado el paréntesis en dos sentidos: unas
veces para cerrar una observación parentética en el texto de los He-
chos, como en ocasiones en RSV (Revised Standard Versión), y
otras para señalar una palabra o frase aclaratoria que he añadido
Prólogo 13
Prólogo 15
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Principales siglas y abreviaturas ti"; x*m
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schaften
ABRL Anchor Bible Reference Library
ACR Austraban Catholic Record
AGJU Arbeiten zur Geschichte des antiken Judentums und des
Urchnstentums
AGSU , Arbeiten zur Geschichte des Spatjudentums und Urchris-
i¡ tentums
AJA ••<-; American Journal ofArchaeology ¡.', i, j
AJB1 ,» • Annual oj the Japanese Biblical Institute ,• < •?
AJBS 'o, African Journal of Biblical Studies
AJP American Journal of Philology >>1 -¡,
AJT American Journal ofTheology ,• ^ . ,, • <
AnBib ',.r Analecta biblica , ,••> v • 'h
Ang , Angelicum
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Antón Antonianum
APF Archivfür Papyrusforschung und verwandte Gebiete
Apg. Apostelgeschichte (usado especialmente en comentarios
alemanes) >,, i • •
ArchAnz Archaologischer Anzeiger
ASNU Acta seminarii neotestamenti upsaliensis ,'i
AsSeign Assemblées du Seigneur , •!'
ASTI Annual of the Swedish Theological Institute * ";
ATAbh Alttestamentliche Abhandlungen •./<-<
ATANT Abhandlungen zur Theologie des Alten und Neuen Teá»i
ments • ••
18 Siglas y abreviaturas
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BeO Bibbia e Oriente
BETL Bibliotheca ephemeridum theologicarum lovaniensium
BETS Bulletin ofthe Evangelical Theological Society (posterior-
mente JETS)
BEvT !- Beihefte zur EvT
BFCT Beitráge zur Fórderung christlicher Theologie
BGBE Beitráge zur Geschichte der biblischen Exegese '/
BI Biblical Interpretation ic'
Bib -V Bíblica .'••'
BibLeb •< Bibel und Leben r,"
B JRL Bulletin ofthe John Rylands (University) Library (ofMan-
chester) '>/ ',»'"
BK Bibel und Kirche ..*• ¿f
BLE Bulletin de littérature ecclésiastique •\ • \: f.
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BLit Bibel undLiturgie ¡A ^'
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BR • Biblical Research A . <•
BRev Bible Review < «•
Siglas y abreviatttmé 19
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ñ
EfMex Efemérides Mexicana
EgT Eglise et théologie
EHPR Études d'histoire et de philosophie religieuses
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EstBíb Estudios bíblicos ; - -,
EstEcl Estudios eclesiásticos ,
EtClass Études classiques , / Ai i
ETL Ephemerides theologicae lovanienses •0
ETR Études theologiques et religieuses 'AC
Études J. Dupont, Études sur les Actes des Apotréis, París 1967 '
EvJ si Evangelical Journal «/• i'/\u
EvQ Evangelical Quarterly mj
EvT Evangelische Théologie j'o, > • »
Expos Expositor ;**• < *
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Siglas y abreviaturas 21
Qad Qadmoniot
QD Quaestiones disputatae
QDAP The Quarterly ofthe Department ofAntiquities in Palestine
Otras abreviaturas
MUNDO
MEDITERRÁNEO
DESIERTO
ARÁBIGO
32 Mapa Siria y Judea
Y:
Que otro se apodere de su cargo2.
2l
Así que es necesario que uno de los hombres que ha sido par-
te de nuestra compañía todo el tiempo que el Señor Jesús convivió
con nosotros, 22a partir del bautismo de Juan hasta el día en que fue
elevado al cielo de entre nosotros, sea testigo con nosotros de su re-
surrección». 23Luego presentaron a dos, José llamado Barsabás,
también conocido como el Justo, y Matías. 24Y rezaron así: «Tú
Señor, que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos
dos elegiste 25para ocupar este ministerio apostólico del que Judas
desertó para irse a su propio puesto». 26Echaron suertes sobre ellos
y cayó la suerte sobre Matías, que fue añadido al grupo de los on-
ce apóstoles.
3. J13, 1-5.
36 Hch 2, 23-38
2
"Hermanos míos, del patriarca David os puedo decir abiertamen-
te que murió y fue sepultado, y su sepulcro se conserva aquí entre
nosotros hasta el día de hoy. 30Pero, porque él era profeta y sabía
que Dios le había prometido con juramento que uno de sus des-
cendientes se sentaría en su trono5,3'previo y habló de la resurrec-
ción del Mesías, diciendo que él ni fue abandonado en el abismo ni
su carne ha experimentado la corrupción6.32A este Jesús lo resu-
citó Dios; de esto todos nosotros somos testigos. 33Exaltado a la de-
recha de Dios, él ha recibido del Padre el Espíritu santo prometido
y lo ha derramado. Esto es lo que ahora vosotros veis y oís. 34Pues
David no subió a los cielos; y, sin embargo, él mismo dice;
Dijo [el] Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha
35
hasta que ponga a tus enemigos como escabel de tus pies»7.
36
Así, pues, que toda la casa de Israel sepa ciertamente que Dios ha
hecho Señor y Mesías a este Jesús que vosotros crucificasteis».
37
A1 oír esto, se sintieron compungidos de corazón y pregunta-
ron a Pedro y a los demás apóstoles: «Hermanos, ¿qué tenemos
que hacer?». 38Pedro les dijo: «Reformad vuestras vidas y que cada
uno de vosotros se bautice en el nombre de Jesús el Mesías para
T
4. Salló, 8-11.'' ' ''" ' "' ™ ' ,*
5. Sal 132, 11. ' " ' ' * ' ' • ' ' • ' ' • - -,- " '•
6. Sal 16, 10.
7. SalllO,!.
Hch 2, 39-3, 12 37
3 'Pedro y Juan subían al templo a la hora del rezo, las tres, cuan-
do llevaban a 2un hombre que estaba cojo de nacimiento. Ellos lo
ponían cada día junto a la puerta del templo llamada Hermosa pa-
ra pedir limosna a los que entraban al templo. 3A1 ver a Pedro y a
Juan que iban a entrar al templo, les pidió una limosna. 4Pedro, mi-
rándolo fijamente con Juan, dijo: «Míranos». 5É1 los miró, espe-
rando recibir algo de ellos. 6Entonces Pedro dijo: «No tengo plata
ni oro, pero lo que tengo eso te doy: en el nombre de Jesucristo el
Nazareno [levántate y] anda». 7Agarrándole por la mano derecha,
lo levantó. Inmediatamente se fortalecieron sus pies y sus talones.
8
Dando un salto, se puso en pie por un momento y comenzó a an-
dar. Entró con ellos al templo caminando, saltando y alabando a
Dios. "Cuando toda la gente lo vio caminando y alabando a Dios,
10
lo reconocían como «aquel mendigo que se sentaba junto a la
puerta Hermosa del templo». Y se llenaron de espanto y de asom-
bro por lo que le había sucedido. "Como él se sujetaba a Pedro y a
Juan, toda la gente, estupefacta, corrió hacia ellos en el pórtico lla-
mado de Salomón.
12
A1 ver esto, Pedro se dirigió al pueblo con estas palabras: «Is-
raelitas, ¿por qué os sorprendéis de esto? ¿Por qué nos estáis mi-
38 Hch 3, 13-4, 2
22
Pues tenía más de cuarenta años el hombre en el que se había rea-
lizado aquella señal de la curación.
23
Los apóstoles Pedro y Juan, después de que los soltaron, se
fueron a sus amigos y les comunicaron todo lo que les habían di-
cho los sacerdotes jefes y los ancianos. 24A1 oírlo, ellos, con un
mismo espíritu, levantaron la voz en oración a Dios: «Soberano Se-
ñor, tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en
ellos13,25que por el Espíritu santo dijiste por boca de nuestro padre
David, tu siervo:
¿Por qué se embravecieron las naciones '
y los pueblos maquinaron vaciedades?
26
Los reyes de la tierra se han levantado en orden de batalla >
y los jefes se han aliado
contra el Señor y contra su ungido14.
27
Pues de verdad en esta ciudad se han aliado, ciertamente, contra
tu santo siervo Jesús, al que has ungido, Heredes y Poncio Pilato,
junto con los gentiles y pueblos de Israel, 28para hacer las mismas
cosas que tu mano creadora había planeado previamente. 29Pero
ahora, Señor, fíjate en sus amenazas y concede a tus siervos el co-
raje de exponer tu palabra con toda libertad, 30extendiendo tu mano
para que haya curaciones, señales y portentos por el nombre de tu
santo hijo Jesús». 31Mientras oraban, retembló el lugar en donde to-
dos estaban reunidos y todos se llenaron del Espíritu santo y expo-
nían la palabra de Dios abiertamente
32
La muchedumbre de los creyentes tenía un único corazón y
mente y ninguno decía que era propia cosa alguna, sino que lo te-
nían todo en común. 33Con gran poder los apóstoles seguían dando
testimonio de la resurrección del Señor Jesús y se les otorgó a to-
dos ellos gracia abundante. 34Entre ellos nunca había ningún indi-
gente, pues los que eran dueños de propiedad o casas las vendían,
traían el dinero de lo vendido 35y lo colocaban a los pies de los
apóstoles; y era distribuido a cada cual según sus necesidades.
36
Así José, al que los apóstoles llamaban por sobrenombre Ber-
nabé (que significa «hijo de consolación»), levita, chipriota de na-
cimiento, que tenía un campo, lo vendió y llevó el importe y lo de-
pósito a los pies de los apóstoles. 5 'En cambio, había cierto hom-
bre llamado Ananías, que con Saftra, su mujer, vendió un terreno.
2
Con el conocimiento de su mujer, reservó para él parte de la ga-
nancia y llevó sólo una parte y la puso a los pies de los apóstoles
3
Pero Pedro dijo: «Ananías, ¿por qué has dejado que Satán llene tu
corazón hasta el punto de mentir al Espíritu santo, reservando pa-
ra ti parte de las ganancias del terreno? 4¿Acaso no era tuyo mien-
tras seguía sin vender? Y una vez vendido, ¿no quedaban las ga-
nancias a tu disposición"? ¿Quién te dio la idea de hacer tal cosa?
No has mentido a los hombres, smo a Dios». 5A1 oír Ananías estas
palabras, cayó muerto. Un gran miedo sobrecogió a todos los que
oyeron esto. 6Algunos jóvenes se ofrecieron, lo envolvieron y lo
llevaron de allí para enterrarlo. 7Pasadas unas tres horas, entró la
mujer de Ananías sin saber lo que había sucedido 8Pedro se dirigió
a ella «Dime, ¿vendiste ese terreno por tal cantidad 9 ». Ella res-
pondió «Sí, por esa cantidad». 'Entonces Pedro le dijo: «¿Qué te
llevó a ponerte de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? Mira,
los pies de los que han enterrado a tu mando están a la puerta para
llevarte a ti también». '"Inmediatamente ella se desplomó a sus pies
y expiró Los jóvenes, que acababan de regresar, encontrándola
muerta, la llevaron de allí para enterrarla junto a su mando "Y un
gran miedo sobrecogió a toda la Iglesia y a los que oían tales cosas.
12
Por manos de los apóstoles se realizaban muchas señales y
portentos entre el pueblo. Todos ellos acostumbraban a reunirse
con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón. 13Nmgún otro se
atrevía a juntárseles, pero el pueblo los tenía en gran estima 14Más
que nunca se les iban añadiendo los creyentes en el Señor, muche-
dumbre de hombres y mujeres 15Por consiguiente, hasta sacaban a
las calles los enfermos y los ponían en yacijas y camastros para
que, al pasar Pedro, al menos la sombra cayera sobre alguno de
ellos 16Se reunía también una muchedumbre de los pueblos veci-
nos a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados por espíritus
impuros, que se curaban todos.
17
Luego reaccionó el sumo sacerdote, él y los suyos, de la sec-
ta de los saduceos, se llenaron de envidia 18y arrestaron a los após-
toles y los metieron en la cárcel pública 19Pero un ángel del Señor
abrió las puertas de la cárcel durante la noche, los sacó y dije
20
«Id, ocupad vuestro lugar en el templo y decirle al pueblo todo
sobre esta Vida» 21A1 oír esto, entraron en el templo a eso del ama-
42 Hch 5, 22-40
15. Gn 12, 1.
16. G n l 7 , 8, 48, 4
17. Gn 15, 13-14.
18. Ex 3, 12.
19 Ex 1,8
Hch 7, 20-38 45
brevivieran. 20En esta crisis nació Moisés, niño hermoso a los ojos
de Dios. Los primeros tres meses fue criado en la casa paterna,
2l
pero cuando fue expuesto, lo adoptó la hija del faraón y lo crió co-
mo hijo suyo. 22Moisés fue educado [en] toda la sabiduría de los
egipcios y llegó a ser poderoso en palabras y obras. 23Cuando cum-
plió cuarenta años de edad, le vino el deseo de visitar a sus herma-
nos los israelitas. 24Viendo maltratar a uno de ellos, fue en su ayu-
da y vengó al hombre oprimido matando al egipcio. 25Creía que
[sus] parientes entenderían que Dios les ofrecía la salvación a través
de él, pero no lo entendieron. 26A1 día siguiente se presentó a algu-
nos de ellos que estaban peleando y trató de reconciliarlos pacífi-
camente diciendo: '¡Hombres, sois hermanos! ¿Por qué os maltra-
táis uno a otro?'. 27Pero el que maltrataba a su prójimo rechazó a
Moisés con dureza: '¿Quién te ha nombrado nuestro jefe y juez?
28
¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio?'20.29An-
te aquella frase Moisés huyó y estuvo como extranjero en tierra de
Madián, donde engendró dos hijos. 30Cuando pasaron los cuarenta
años, se le apareció un ángel en el desierto, cerca del monte Sinaí,
en la llama de un arbusto ardiendo21.31A1 verlo, Moisés quedó sor-
prendido ante la visión; al acercarse para verfla] mejor, se oyó la
voz del Señor: 32 ' Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán,
Isaac y Jacob'1'1. Moisés se echó a temblar y no se atrevía a mirar.
33
Pero el Señor le dijo: 'Quítate las sandalias de tus pies, pues el si-
tio en que estás es tierra santa11.34Yo he visto bien la aflicción de
mi pueblo en Egipto, y he oído su gemido, y he bajado a librarlos1*.
Ahora ven, que voy a enviarte a Egipto'15. 35A ese Moisés, al que
habían negado diciendo: ¿quién te ha nombrado jefe y juez?16, Dios
lo envió entonces como jefe y libertador por medio del ángel que se
le apareció en el arbusto. 36Ese los sacó, realizando portentos y se-
ñales en la tierra de Egipto, en el mar Rojo, y en el desierto durante
cuarenta años. 37Ese es el Moisés que dijo a los israelitas: 'Dios os
suscitará un profeta como yo de entre vuestros hermanos'11.38Ese es
20. Ex 2,14.
21. Ex 3, 2. .¿',,
22 Ex 3, 6.
23. Ex 3, 5. Hr
24. Ex 3, 7-8.
25. Ex 3, 10
26 Ex 2, 14.
27. Dt 18, 15.
46 Hch 7, 39-52
34
Entonces el eunuco dijo a Felipe: «Por favor, señor, ¿de quién di-
ce esto el profeta?, ¿de sí mismo o de algún otro?». 35Entonces Fe-
lipe habló, y empezando por aquel texto de la Escritura, le predicó
a Jesús. 36Según iban de camino, llegaron a un sitio con agua, y el
eunuco dijo: «Mira, ahí hay agua. ¿Qué impide que yo me bauti-
ce?». [37] 38Mandó parar el carruaje y los dos, Felipe y el eunuco,
bajaron al agua y lo bautizó. 39Cuando subieron del agua, el Espí-
ritu del Señor arrebató a Felipe y el eunuco ya no lo vio más, pe-
ro siguió alegre su camino. 40Felipe por su parte se encontró en
Azoto y a su paso evangelizaba todas las ciudades hasta que llegó
a Cesárea.
to tendrá que sufrir por mi nombre». 17Así que Ananías fue y entró
en la casa. Le impuso las manos diciendo: «Saulo, hermano mío, el
Señor Jesús, que se te apareció en el camino cuando venías aquí,
me ha enviado para que puedas recobrar la vista y seas lleno del
Espíritu santo». 18Enseguida cayeron de sus ojos unas como esca-
mas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado; 19después de to-
mar alimento, recuperó las fuerzas.
Saulo estuvo algunos días con los discípulos de Damasco 20y
enseguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, que él es el
Hijo de Dios. 21Todos los que lo oían estaban asombrados y decían:
«¿No es este el que en Jerusalén causaba tal estrago entre los que
invocaban este nombre? ¿No ha venido aquí a propósito para lle-
várselos presos a los sumos sacerdotes?». 22Pero Saulo cobraba ca-
da día más fuerza y seguía confundiendo a los judíos que vivían en
Damasco con pruebas de que Jesús era el Mesías. 23Después de
transcurridos bastantes días, los judíos determinaron matar a Sau-
lo, 24pero su conjura llegó a su conocimiento. Día y noche vigila-
ban cuidadosamente las puertas de la ciudad para darle muerte.
25
Pero algunos de sus discípulos lo cogieron una noche y lo bajaron
por una abertura de la muralla, descolgándolo en una espuerta.
26
Cuando Saulo llegó a Jerusalén, intentó asociarse con los dis-
cípulos, pero todos lo temían, no creyendo que fuese discípulo.
27
Por fin Bernabé se hizo cargo de él, lo llevó a los apóstoles y les
refirió cómo había visto al Señor en el camino, cómo el Señor le
había hablado, y cómo en Damasco había estado predicando va-
lientemente en el nombre de Jesús. 28Saulo convivió con ellos, mo-
viéndose libremente dentro y fuera de Jerusalén, predicando abier-
tamente en el nombre del Señor. 29También acostumbraba a hablar
y disputar con los helenistas, pero ellos seguían tratando de matar-
lo. 30Cuando los hermanos se enteraron de esto, lo bajaron a Cesa-
rea y de allí lo enviaron a Tarso. 31Entre tanto la Iglesia gozaba de
paz en Judea, Galilea y Samaría. Se iba edificando poco a poco y
andaba en el temor del Señor. Iba en aumento por la asistencia del
Espíritu santo.
32
Acaeció una vez que yendo Pedro de viaje por el país, bajó
también a la gente consagrada a Dios que moraban en Lida. 33Allí
encontró a un hombre llamado Eneas, que llevaba tendido ocho
años en una camilla porque estaba paralítico. 34Pedro le dijo: «¡Je-
sucristo te cura, Eneas! Levántate y hazte la cama». Él se levantó al
Hch 9, 35-10, 12 51
jaros del cielo. 13Una voz le dijo: «¡Levántate, Pedro. Mata estas
cosas y come!». 14Pero Pedro dijo: «De ningún modo, señor, pues
jamás he comido cosa alguna profana o impura». 15De nuevo la voz
le dijo por segunda vez: «Lo que Dios ha hecho puro tú no puedes
llamarlo profano». 16Esto sucedió tres veces, y de repente la cosa
fue arrebatada al cielo.
17
Mientras Pedro estaba tratando de descifrar el sentido de la vi-
sión que había visto, de pronto llegaron a la puerta los hombres en-
viados por Cornelio, preguntando por la casa de Simón. 18Dieron
una voz, preguntando si allí se hospedaba Simón, llamado Pedro.
''Mientras estaba Pedro todavía dando vueltas a la visión, el Espí-
ritu [le] dijo: «Mira, tres hombres están aquí, buscándote. 20Leván-
tate, baja y vete con ellos sin reparos, porque yo los he enviado».
21
Pedro bajó y dijo a los hombres: «Yo soy el que buscáis. ¿Cuál es
el motivo que os trae?». 22Ellos respondieron: «El centurión Cor-
nelio, hombre recto y temeroso de Dios, estimado entre la pobla-
ción judía, recibió el aviso de un ángel santo de que te mande lla-
mar a su casa y escuche lo que tienes que decirle». 23Así que los
invitó a entrar y los trató como a huéspedes.
Al día siguiente se levantó y partió con ellos y le acompaña-
ban algunos de los hermanos de Jafa. 24Y un día después llegó a
Cesárea, donde Cornelio los estaba aguardando; hasta había con-
vocado a sus parientes y amigos íntimos. 25Cuando Pedro iba a
entrar, Cornelio salió a su encuentro, se postró a sus pies y le rin-
dió homenaje. 26Pero Pedro lo levantó y dijo: «¡Levántate! Des-
pués de todo yo también soy un hombre». 27Pedro entró conver-
sando con él y encontró a muchas personas reunidas allí. 28É1 les
dijo: «Vosotros sabéis que para un judío es ilícito asociarse con o
visitar a un gentil, pero Dios me ha enseñado que nadie debe lla-
mar profano o impuro a ningún hombre. 29Por eso, obedeciendo a
tu llamada, he venido sin replicar. ¿Puedo, pues, preguntar por
qué me llamaste?». 30Cornelio contestó: «Hace cuatro días, a esta
misma hora, a las tres de la tarde, estaba rezando en la casa, cuan-
do de pronto se presentó ante mí un hombre, vestido con ropa
deslumbrante. 3IÉ1 dijo: 'Cornelio, tu rezo ha sido escuchado y
tus limosnas recordadas ante la presencia de Dios. 32Envía algu-
nos a Jafa e invita a venir a Simón, llamado Pedro. Él se hospeda
en la casa de Simón, el curtidor, frente al mar'. 33Así que inme-
diatamente envié por ti y tú has tenido la amabilidad de venir.
Hch 10, 34-11, 5 53
27
En aquellos días bajaron unos profetas de Jerusalén a Antio-
quía, 28y uno de ellos, llamado Ágabo, se puso en pie y movido por
el Espíritu predijo que iba a haber gran hambre en todo el mundo.
De hecho, esto sucedió en tiempo de Claudio. 29Los discípulos de-
terminaron que cada uno de ellos, según sus facultades, enviara al-
go para ayuda de los hermanos que vivían en Judea. 30Hicieron es-
to, enviándolo a los ancianos por medio de Bernabé y de Saulo.
no hacían más que decir: «Debe ser su ángel». 16Pedro seguía gol-
peando. Cuando finalmente abrieron la puerta y lo vieron, queda-
ron estupefactos. 17Les hizo señas de que se callaran y [les] refirió
cómo el Señor le había sacado de la prisión. Luego dijo: «Comuni-
cad esto a Santiago y a los hermanos». Entonces salió y se fue a
otro lugar. 1SA1 amanecer, hubo no poco alboroto entre los soldados
sobre qué había pasado con Pedro. 19Herodes, después de hacerlo
buscar y no hallarlo, sometió a juicio a los guardias y los mandó
matar. Luego bajó de Judea a Cesárea y se quedó allí por algún
tiempo. 20Herodes estaba furioso contra los de Tiro y Sidón, pero se
presentaron a él en una comisión, después de ganarse a Blasto,
chambelán real, y le pidieron la paz porque su territorio se abaste-
cía del territorio del rey. 21Un día señalado, cuando Heredes, vesti-
do con toga regia se sentó en el tribunal y públicamente les dirigió
la palabra, 22el pueblo reunido le gritaba en respuesta: «¡Esta es la
voz de un dios, no la de un hombre!». 23De pronto el ángel del Se-
ñor lo hirió, por haber usurpado el honor a Dios. Comido de gusa-
nos, expiró.
24
En cambio, la palabra de Dios se difundía y crecía. 25Bernabé
y Saulo volvieron después de haber cumplido su ministerio en Je-
rusalén, trayendo consigo a Juan, llamado Marcos.
cido también como Pablo, lleno del Espíritu santo, se le quedó mi-
rando fijamente y dijo: l0«Tú, leguleyo y cien por cien impostor,
hijo del diablo y enemigo de todo lo que es justo, ¿no dejarás de
torcer los caminos rectos de [el] Señor? "¡Mira, ahora mismo la
mano del Señor cae sobre ti. Quedarás ciego, incapaz de ver por
cierto tiempo la luz del sol! Al instante cayó sobre él una niebla os-
cura y, dando vueltas, buscaba a alguien que lo llevara de la mano.
i2
Cuando el procónsul vio lo que había sucedido, abrazó la fe, pas-
mado ante la enseñanza del Señor.
13
De Pafos Pablo y sus compañeros navegaron hasta Perge de
Panfilia, pero Juan se apartó de ellos y se volvió a Jerusalén. 14Des-
de Perge ellos siguieron su camino y llegaron a Antioquía de Pisi-
dia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. 15Después de
la lectura de la ley y de los profetas, los jefes de la sinagoga les en-
viaron este recado: «Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhor-
tación que hacer al pueblo, hablad». 16Así es que Pablo se puso en
pie y con un gesto comenzó a hablar:
«¡Israelitas y vosotros los que teméis a Dios, escuchad! ,7E1
Dios de este pueblo de Israel eligió a nuestros padres y engrande-
ció al pueblo durante su estancia en la tierra de Egipto. Con brazo
extendido los sacó de ella. 18Los soportó unos cuarenta años en el
desierto. 19Después destruyó siete naciones en la tierra de Canaán
y les dio esa tierra en heredad 20durante unos cuatrocientos cin-
cuenta años. Más tarde les dio jueces para que gobernaran hasta el
tiempo de Samuel [el] profeta. 21Luego, cuando le pidieron rey,
Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, por es-
pacio de cuarenta años. 22Luego Dios lo destituyó y alzó por rey a
David, de quien dio testimonio: He encontrado a David12, hijo de
Jesé, hombre según mi corazón11'; que hará todo lo que yo quiera.
23
De la descendencia de este hombre, Dios, conforme a su prome-
sa, ha sacado para Israel un salvador, Jesús. 24Juan pregonó su ve-
nida, predicando un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo
de Israel. 25Cuando Juan estaba para acabar su carrera, decía:
'¿Qué sospecháis que soy yo? ¡Eso no soy! No, después de mí vie-
ne uno al que no soy digno de desatarle las sandalias de los pies'.
26
Hermanos, hijos de la familia de Abrahán, y vosotros los que
teméis a Dios, a nosotros se nos envió el mensaje de esta salvación.
? >- •t
32. Sal 89, 21.
33. ! S m l 3 , 14. ,,.'
58 Hch 13, 27-43
27
Los que viven en Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús y,
al condenarlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen
cada sábado. 2sAunque ellos no encontraron ninguna causa contra
él que mereciera la muerte, ellos le pidieron a Pilato que lo matara.
29
Cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, ellos lo baja-
ron del madero y lo depositaron en un sepulcro. 30Pero Dios lo re-
sucitó de entre los muertos, 31y durante muchos días después se
apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén.
Ellos son [ahora] sus testigos ante el pueblo. 32Nosotros también os
anunciamos que la promesa hecha a nuestros padres se ha cumpli-
do: "Dios ha cumplido esta promesa en nosotros, sus hijos, resu-
citando a Jesús, tal como está escrito en el salmo segundo:
Tú eres mi hijo,
hoy te he engendrado34.
34
Como prueba de que lo resucitó de entre los muertos para nunca
volver a la corrupción, él lo dijo así: Os daré la promesa que ase-
guré a David*5.35Por lo cual dice también en otro lugar: No dejarás
a tu santo ver la corrupción36.36Pues ciertamente David, después de
haber cumplido el plan de Dios en su propia generación, se durmió
y fue enterrado con sus padres y vio la corrupción. 37Pero aquel al
que Dios resucitó no vio la corrupción. 38Así pues, sabed bien, her-
manos, que por medio de él se os anuncia el perdón de los pecados,
39
[y] que P o r éste tc, do el que cree queda justificado de todo lo que
no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés. 40Así que cuida-
do, por miedo a que se cumpla en vosotros lo dicho por los profetas:
41
¡Mirad, despreciadores,
sorprendeos y desapareced! ,_ • . _,
Porque yo voy a realizar una obra en vuestros días, <; '
una obra que si alguno os la contara, no la creeríais37».
42
Cuando ellos salieron, la gente les suplicaba que al sábado si-
guiente hablaran más sobre este tema. 43Una vez disuelta la reunión
de la sinagoga, muchos judíos y prosélitos practicantes siguieron a
Pablo y Bernabé, que continuaban hablando con ellos y les insta-
34. Sal 2, 7.
35. Is 55, 3
36 Sal 16, 10 ' ' 'r .'<!'«
37 H a b 1,5 " ' • . • ' ( i „t .. P <
Hch 13, 44-14, 9 59
,38 Is49,6.
60 Hch 14, 10-15, 1
19
Por eso mi parecer es que debemos dejar de molestar a los genti-
les que se convierten a Dios. 20Debemos simplemente escribirles,
diciéndoles que se abstengan de la comida contaminada por los
ídolos, de las uniones maritales ilícitas, de la carne de animales es-
trangulados y de comer sangre. 21Pues Moisés ha tenido en cada
ciudad, por generaciones, quienes lo predican, y lo han leído en
voz alta todos los sábados en las sinagogas».
22
Entonces los apóstoles y los ancianos, de común acuerdo con
toda la iglesia, decidieron elegir algunos representantes de entre
ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: Judas, llamado
Barsabás, y Silas, hombres que sobresalían entre los hermanos.
2,
Ellos debían llevar en mano esta carta: «Los apóstoles y ancianos,
vuestros hermanos, a los hermanos procedentes de los gentiles en
Antioquía, Siria, y Cilicia: ¡Salud! 24Por cuanto hemos oído que al-
gunos, [salidos] de entre vosotros, sin orden alguna nuestra, os han
inquietado con sus palabras y perturbado la paz de vuestro espíri-
tu, 25hemos decidido de común acuerdo elegir representantes y en-
viároslos con nuestros queridos amigos Bernabé y Pablo, 26que han
dedicado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27Así pues,
os enviamos a Judas y Silas, que os comuniquen de palabra este
mensaje: 28es decisión del Espíritu santo, y nuestra también, no im-
poneros más carga que las indispensables: 29abstenerse de carne sa-
crificada a los ídolos, de sangre, de carnes de animales estrangu-
lados y de uniones maritales ilícitas. Haréis bien en guardaros de
todo esto. Adiós».
30
Los representantes fueron enviados y bajaron a Antioquía,
donde convocaron una reunión de la comunidad para entregarles la
carta. 3 'Cuando la leyeron, sintieron una gran alegría por el ánimo
que les daba. 32Judas y Silas, que también eran profetas, alentaron
a los hermanos y los confortaron con muchos discursos. 33Pasado
allí algún tiempo, fueron mandados de vuelta con la bendición de
paz de los hermanos a aquellos que los habían enviado, p4] 35Pero
Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía enseñando y predican-
do, con otros muchos, la palabra del Señor.
36
Unos días más tarde, le dijo Pablo a Bernabé: «Volvamos y
veamos cómo les va a los hermanos en cada una de las ciudades
donde anunciamos la palabra del Señor. "Bernabé quería llevar
consigo a Juan, llamado Marcos, 38pero Pablo insistía en que, pues-
to que los había dejado plantados en Panfilia y no había querido ir
Hch 15 39-16 17 63
con ellos, no era digno de que lo llevaran a esta obra 39E1 desa-
cuerdo sobre esto se agudizo tanto que decidieron separarse Ber-
nabé llevo a Marcos y navego hacia Chipre, 40Pablo, por su parte,
escogió a Silas y partieron, encomendados por los hermanos a la
gracia del Señor
41
Pablo atravesó Siria y Cihcia, animando a las iglesias 16 'Lle-
go [también] a Derbe y a Listra, donde había un discípulo llamado
Timoteo, hijo de mujer judia creyente y de padre griego 2Los her-
manos de Listra e Icomo hablaban muy bien de el, J y Pablo quiso
llevaiselo consigo en el viaje Asi es que lo tomo y lo hizo circun-
cidar por causa de los judíos de esas regiones, pues todos sabían
que su padre era griego 4Segun pasaban de camino de ciudad en
ciudad, comunicaban a la gente, para su cumplimiento, las decisio-
nes tomadas por los apostóles y los ancianos en Jerusalen 5Las
iglesias se afianzaban en la fe y crecían en numero de día en día
6
Habiendoles impedido el Espíritu santo ir a predicar la palabra
en Asia, atravesaron Frigia y la región de Galacia 7Cuando llega-
ron a Misia, intentaron ir a Bitmia, pero de nuevo el Espíritu de Je-
sús no se lo permitió 8Asi es que atravesaron Misia y bajaron a
Troade 9Alh una noche tuvo Pablo una visión un hombre de Ma-
cedoma se le puso delante haciéndole señas y diciendo «|Pasa a
Macedoma y ayúdanos'» 1()En cuanto vio la visión, enseguida in-
tentamos salir para Macedoma, llegando a la conclusión de que
Dios nos había llamado a evangelizarlos
1
'Zarpamos, pues, de Troade rumbo a Samotracia y al día si-
guiente a Neapohs, 12de allí a Filipos, que es una ciudad importan-
te del distrito de Macedoma y colonia romana Pasamos vanos días
en aquella ciudad 13E1 sábado salimos fuera de las puertas de la
ciudad, a orillas del no, donde creíamos que había un lugar para el
rezo Mientras estábamos sentados allí, trabamos conversación con
mujeres que también se habían reunido allí 14Una de ellas, que es-
taba escuchando, se llamaba Lidia, vendedora de purpura, natural
de Tiatira, que ya adoraba a Dios El Señor le abrió el corazón pa-
ra que prestara atención a lo que decía Pablo 15Cuando ella y su fa-
milia fueron bautizados, nos invito «Si estáis convencidos de que
creo en el Señor, venid a irn casa y quedaos en ella» Y nos obligo
16
Una vez que íbamos nosotros al lugar del rezo, nos salió al en-
cuentro una muchacha esclava con espíritu de clarividencia, adivi-
nando proporcionaba a sus amos muchas ganancias 17Comenzo a
64 Hch 16, 18-37
38
Los alguaciles comunicaron estas palabras a los magistrados, que
se alarmaron al oír que eran ciudadanos romanos. 39Así es que vi-
nieron, les presentaron sus excusas y los llevaron afuera con el rue-
go de que se marcharan de la ciudad. 40Ya fuera de la cárcel, fueron
a la casa de Lidia, donde vieron y exhortaron a los hermanos, y
después se fueron.
16
Mientras Pablo los esperaba en Atenas, se sintió bastante mo-
lesto ante la vista de los ídolos que llenaban la ciudad. 17En la si-
nagoga acostumbraba a tener discusiones con los judíos y los pro-
sélitos gentiles; y todos los días en la plaza pública con la gente de
a pie que pasaba por allí. Algunos de los filósofos epicúreos y es-
toicos conversaban con él; 18y unos preguntaban: «¿Qué querrá de-
cirnos este charlatán?». Otros comentaban: «Parece ser un propa-
gandista de dioses extranjeros», porque predicaba de «Jesús» y de
la «resurrección». 19Así es que lo cogieron y lo llevaron al Areópa-
go, con esta petición: «¿Podemos saber qué es esa nueva enseñan-
za propuesta por ti? 20Tú estás llamando la atención sobre concep-
tos extraños a nuestros oídos y queremos saber de qué se trata».
21
Pues todos los atenienses, así como los extranjeros que residían
con ellos sólo pasaban el tiempo hablando u oyendo la última no-
vedad. 22Entonces Pablo se puso de pie en la reunión del Areópago
y dijo: «Atenienses, veo que, bajo todos los aspectos, vosotros sois
muy religiosos. 23Porque al pasear por ahí y ver con atención vues-
tros objetos de culto, encontré incluso un altar con esta inscripción:
'Al Dios desconocido'. Pues bien, lo que ahora veneráis sin cono-
cerlo, os lo anuncio yo. 24E1 Dios que hizo el mundo y todo lo que
hay en él, este Señor del cielo y de la tierra, no vive en templos
construidos por la mano del hombre. 25Ni por manos humanas es
servido, como si necesitara de algo, sino que más bien él es el que
da a todos la vida y el aliento y todo lo demás. 26De una sola cepa
hizo toda la raza humana que habita en toda la faz de la tierra. Él
ha fijado las fechas de sus épocas y los límites de su morada, "pa-
ra que la gente pueda buscar a Dios, incluso a tientas, y finalmen-
te lo hallen, aunque realmente no está lejos de cada uno de noso-
tros. 28Pues en él vivimos y nos movemos y existimos. Como han
dicho algunos de vuestros poetas: 'Porque somos también linaje
suyo'. 29Si nosotros somos linaje de Dios, no debemos pensar que
la divinidad es algo como una estatua de oro, de plata o de piedra,
obra del arte y la fantasía humana. 30Dios puede muy bien haber
pasado por alto aquellos tiempos de ignorancia, pero ahora manda
a los hombres que se arrepientan todos en todas partes, 3 'porque ha
señalado un día en que juzgará al mundo con justicia por medio del
hombre que ha designado y acreditado ante todos resucitándolo de
entre los muertos». 32Cuando oyeron lo de la resurrección de entre
los muertos, algunos se rieron con sarcasmo, pero otros dijeron:
Hchl7, 33-18, 18 67
ley. 25En cuanto a los gentiles que han abrazado la fe, les enviamos
una carta con nuestra decisión de que se abstengan de carne sacri-
ficada a los ídolos, sangre, carne de animales estrangulados y de
las uniones maritales ilícitas.
26
Entonces Pablo, al día siguiente, tomó consigo a aquellos
hombres y realizó el rito de purificación con ellos. Entró en el tem-
plo para anunciar el día en que terminaba el plazo de la purifica-
ción, cuando debía hacerse el ofrecimiento por cada uno de ellos.
27
Cuando estaba para cumplirse el periodo de siete días, algunos
judíos de Asia reconocieron a Pablo en el templo y alborotaron a
toda la gente. Lo agarraron, 28gritando: «¡Auxilio, israelitas! Aquí
está el que anda enseñando a todos por todas partes contra nuestro
pueblo, nuestra ley y este lugar. Además, hasta ha introducido a
griegos en el templo y ha profanado este lugar santo». 29Porque le
habían visto antes en la ciudad con Trófimo, el efesio, ahora ellos
pensaban que Pablo lo había introducido en el templo. 30Pronto la
ciudad entera fue un revuelo y la gente llegaba corriendo de todas
direcciones. Agarraron a Pablo y lo arrastraron fuera del templo y
enseguida cerraron las puertas. 31 Intentaban matarlo, cuando llegó
una noticia al comandante a cargo de la guarnición de que toda Je-
rusalén era un caos. 32A1 instante tomó los soldados y centuriones
y bajó con ellos. Al ver al comandante y a los soldados, dejaron de
golpear a Pablo. 33E1 comandante se acercó a ellos, agarró a Pablo
y dio orden de que lo ataran con dos cadenas. Luego intentó averi-
guar quién era y qué había hecho. 34Pero entre la gente unos vocea-
ban una cosa, otros otra. Como el comandante no podía aclarar la
verdad de los hechos a causa del alboroto, ordenó que lo conduje-
ran al cuartel. 35Cuando Pablo llegó a la escalinata, tuvo que ser lle-
vado en volandas por la violencia de la multitud, 36pues la muche-
dumbre del pueblo le seguía y gritaba: «¡Quítalo de en medio!».
•"Cuando estaban para meterlo en la cárcel, le dijo al comandante:
«¿Puedo decirle algo?». Él respondió: «¿Sabes hablar griego?
38
¿No eres tú acaso el egipcio que causó hace algún tiempo una se-
dición y que guió al desierto cuatro mil sicarios?». 39Pablo replicó:
«Yo soy judío, natural de Tarso, ciudadano de una ciudad no insig-
nificante de Cilicia. Le suplico que me deje hablar a esta gente».
40
Así es que, con su permiso, Pablo se puso de pie en las gradas e
hizo señas al pueblo con la mano pidiendo que se callaran. Al co-
menzar a hablarles en hebreo, se hizo un gran silencio:
hch 22, 1-22 75
"Al cabo de tres meses zarpamos en una nave que había inver-
nado en la isla. Era de Alejandría con los Dioscuros de mascarón
de proa. 12Tocamos en Siracusa y nos detuvimos allí tres días. 13De
allí, costeando, llegamos a Regio. Al día siguiente se levantó vien-
to sur, lo que nos permitió llegar a Pozzuoli en dos días. 14Encon-
tramos allí a algunos hermanos y nos suplicaron permanecer con
ellos siete días. Y así llegamos a Roma. 15Algunos hermanos de allí
oyeron que llegábamos y salieron a nuestro encuentro hasta el Fo-
ro Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y co-
bró ánimos. l6Cuando entramos en Roma, le permitieron a Pablo
tener su propio alojamiento con un soldado que lo custodiara.
17
Tres días después, se dio el caso de que Pablo convocó a los
principales de la comunidad judía a visitarlo. Cuando llegaron, les
dijo: «Yo, hermanos, sin haber hecho nada contra nuestro pueblo ni
contra las tradiciones de nuestros padres, fui entregado como pre-
so a los romanos en Jerusalén. l8Los romanos juzgaron mi caso y
quisieron ponerme en libertad por no encontrar nada contra mí que
mereciera la muerte. 19Cuando algunos judíos se opusieron, me vi
obligado a apelar al César, no porque yo tuviera algo de qué acu-
sar a mi propio pueblo. 20Este es, pues, el motivo por el que os ro-
gué veros y hablar con vosotros. ¡Pues por compartir la esperanza
de Israel llevo estas cadenas!». 21Ellos le contestaron: «Nosotros no
hemos recibido ninguna carta de Judea acerca de ti; ni ha llegado
ningún hermano con un informe o rumor contra ti. 22Por nuestra
parte, estamos ansiosos de oírte exponer tus ideas, pues sabemos
muy bien que esa secta es denunciada en todas partes». 23Así que
fijaron un día con él y fueron muchos más a su alojamiento. Des-
de la mañana hasta el atardecer expuso su caso ante ellos, dando
testimonio del reino de Dios. Trató de convencerlos sobre Jesús,
apelando a la ley de Moisés y a los profetas. 24Unos se dejaron
convencer por lo que decía; otros seguían sin creer. 25Sin estar de
acuerdo entre ellos, comenzaron a retirarse, cuando Pablo añadió
una última palabra: «El Espíritu santo lo expuso bien cuando habló
a vuestros padres por medio de Isaías:
26
Vete a este pueblo y di: " '
Podéis oír atentamente, pero nunca entender; ' ""
podéis mirar fijamente, pero nunca ver. "v" ;
27 ;
Porque la mente de este pueblo se ha embotado. «C»'".
Apenas si han usado los oídos para oír; x
Hch 28, 28-31 87
41. Is6,9-10.
¡
» • )i » í t
a) Título
que Lucas había dicho de los doce en el evangelio «a los que él (Je-
sús) también dio el nombre de apóstoles» (Le 6, 13; cf Luke, 613-
618; Lucas II, 575-578). Más tarde, sobre todo por el uso que él ha-
ce de «el apóstol de los gentiles» (Rom 11, 13), Pablo llegó a ser
reconocido como «el apóstol» (por ejemplo, Diógenes, 12, 5, Apo-
lomo, citado por Eusebio, Historia eclesiástica 5, 18, 5). De esta an-
tigua costumbre nace el título definitivo de este libro neotestamen-
tario. Esta es otra razón para pensar que el titulo no es del autor
(11) La anterior discusión sobre el género de los Hechos revela
que, aun en el supuesto de que R. L Pervo estuviera dispuesto a
admitir que el autor no invento la historia, sino que uso materiales
de referencia (Profit with Dehght, 137), personalmente no esta-
ría de acuerdo con él en que los Hechos es una «novela histórica
edificante» ¿Es cierto que «como historiador, Lucas deja mucho
que desear»? (Ibid., 138). ¿Qué idea de historia antigua entraña tal
juicio? Me sería más fácil coincidir con P. Gibert (L'Invention), se-
gún el cual, Hechos es una historia hagiográñca, o con F O Fear-
ghail (The Introduction), que dice que es una historia kengmatica.
Al menos estos dos últimos intérpretes están dispuestos a conceder
a los Hechos una forma de historiografía antigua, lo cual, en mi
opinión, ha de sostenerse Más adelante, a su debido tiempo, dire-
mos más sobre el carácter histórico de los Hechos, por el momen-
to entiendo praxeis como «monografía histórica»
b) Autor '
jantes en uno y otro volumen que deben haber sido obra del mismo
autor. Hay también una evidente unidad narrativa, marcada por el
paralelismo. El desarrollo del tratamiento paralelo de Jesús y Pe-
dro, y luego de Pedro y Pablo, apunta en cierto modo a una unidad
de concepción que domina la obra en dos volúmenes. Sin embargo,
a veces se ha exagerado este paralelismo y unidad, por lo que de-
ben tenerse en cuenta las cautelas que Parson y Pervo han hecho
notar (Rethinking). Cf. para más detalles, Muhlack, Die Parallelen;
O'Toole, The Unity ofLuke's Theology; Talbert, Literary Patterns;
Tannehill, The Narrative Unity.
(13) A este respecto, hay que reconocer el problema que Lucas-
Hechos presenta en las posiciones que esta doble obra ocupa en el
canon del Nuevo Testamento. El evangelio de Lucas está separado
de los Hechos y catalogado con los demás evangelios, de ahí que se
le conozca como el tercer evangelio. Seguido por el de Juan o cuar-
to evangelio, Lucas está separado de los Hechos, y esto tiende a
empañar su carácter de segundo volumen. En realidad, algunos se
han preguntado a veces qué quiere decir esa separación canónica,
pregunta que nadie puede contestar. Ciertamente, no nos dice na-
da sobre la identidad del autor de los Hechos.
(14) Al igual que el tercer evangelio, los Hechos de los apósto-
les es una obra anónima. En ninguna parte de este último libro hay
el más mínimo indicio sobre la identidad del autor. En este sentido,
difiere de las cartas en la obra paulina, que llevan el nombre del
autor. Hay pasajes en los Hechos en los que la narración cambia de
tercera a primera persona del plural, lo que parece indicar que el
autor era un compañero o asociado de Pablo: los así llamados «pa-
sajes nosotros» o «secciones nosotros» (16, 10-17; 20, 5-15; 21, 1-
18; 27, 1-28, 16 y 11, 28 en el Códice de Beza). Con todo, estos
«pasajes o secciones nosotros» no nos dan una pista para saber
quién fue el autor y su carácter será discutido a su debido tiempo.
(15) Una antigua tradición de la Iglesia ha asociado el tercer
evangelio y los Hechos con Lucas, el cual aparece en Flm 24 como
«colaborador» de Pablo y en la deuteropaulina Col 4, 14 es llama-
do «el querido médico». 2 Tim 4, 11 habla también de él como
«único compañero» de Pablo. En la tradición de la Iglesia incluso
ha sido identificado a veces como el «hermano» mencionado en 2
Cor 8, 18 (Juan Crisóstomo duda entre Pablo y Bernabé, Hom. in
En. II ad Corinthios 18, 1; PG 61, 523. J. Wenham dice que es
94 Introducción
c) techa de composición
d) Intención
Bibliografía ,¡
ti
Título de los Hechos ,,
Balch, D. L., The Genre o) Luke-Acts: Individual Biography, Adventure
Novel, orPoliticalHistory?: SwJT 33 (1990-1991) 5-19.
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Talbert, C. H., Literary Patterns, Theological Themes and the Genre ojLu-
ke-Acts, 125-140. .!• . - •",.!.• !M/vi ¡ ,, \
114 Introducción
.Al. • ' ,.
(47) Ningún otro libro del Nuevo Testamento tiene una historia
tan complicada de la transmisión de su texto griego como los He-
chos de los apóstoles. El texto griego se conserva en trece frag-
mentos de papiros, con fechas del siglo III al VIII; en veintiocho
manuscritos unciales o mayúsculos, con fechas del siglo IV al X, y
en un gran número de manuscritos minúsculos, con fechas del si-
glo IX al XV Los textos más importantes son:
. >¡. \ ' *•''
a) Papiros
c) Manuscritos minúsculos
Bibliografía ,
Alano, B., Entstehung, Charakter und Herkunft des sog. Westlichen Textes
untersucht an der Apostelgeschichte: ETL 62 (1986) 5-65.
Aland, K., Neue neutestamentliche Papyri II: NTS 9 (1962-1963) 303-316.
- (ed.), Text und Textwert der griechischen Handschriften des Neuen Tes-
taments: III. Die Apostelgeschichte, Band 1. Untersuchungen undEr-
ganzungsliste; Band 2. Hauptliste (ANTF 20-21), Berlin-NewYork
1993.
- Die alten Übersetzungen des Neuen Testaments, die Kirchenvaterzitate
und Lektionare (ANTF 5), Berlin-NewYork 1972.
130 Introducción
(60) Casi tan complicada como la cuestión del texto de los He-
chos es la de las fuentes que Lucas usó para escribir esta segunda
parte de su obra. En el prólogo del tercer evangelio, que muchos
consideran como un prefacio a ambos volúmenes, el autor no se
contaba entre «los que fueron testigos y ministros de la palabra»,
que transmitieron «los sucesos que se llevaron a cabo entre noso-
tros» (Le 1, 1-2). Esto quiere decir que Lucas se consideraba a sí
mismo un cristiano de tercera generación, que había recibido una
tradición preexistente sobre el acontecimiento Cristo, lo cual no
quita que fuera testigo ocular de algunos de los acontecimientos de
su continuación. Es difícil determinar el número de acontecimien-
tos de los que fue testigo. A diferencia de las fuentes que había te-
nido para su evangelio, para la prolongación de la historia de Jesús
Lucas contaba con muy poca tradición, tan sólo posibles informes
orales y un documento aislado, que nunca le servirían como le sir-
vieron para la composición del evangelio las fuentes escritas de
Marcos o «Q». Al menos en alguna forma contamos con estas y a
ellas se puede recurrir para la comparación con la interpretación de
su evangelio. Por consiguiente, recurrir a las fuentes que Lucas ha-
bría usado para los Hechos es sobremanera especulativo. En con-
traste con lo que dice en Le 1, 2, en ninguna parte de los Hechos el
autor menciona, y ni siquiera insinúa, las fuentes que pudo haber
usado. Y, sin embargo, el lector fácilmente se da cuenta del carác-
ter amalgamado y recopilatorio de los Hechos. Según muchos co-
mentaristas, en los Hechos hay rastros de las fuentes usadas: los
aparentes dobletes, las «secciones nosotros», los tres relatos de la
conversión de Pablo. Este es el asunto que nos ocupa ahora: los in-
dicios de las posibles fuentes en los Hechos, aparte de las citas del
Antiguo Testamento. Esas citas también deben ser tenidas en cuen-
ta en la crítica de las fuentes de los Hechos, pero las trataremos por
separado en la próxima sección, pues constituyen un problema di-
ferente. Ahora nos interesan las fuentes que Lucas pudo haber uti-
lizado para su relato, aparte del Antiguo Testamento en griego.
(61) No importa cuánto se diga sobre el uso que Lucas hace de
las fuentes en los Hechos; de entrada hay que reconocer que, en ge-
neral, Lucas compuso libremente su relato, presenciara o no los
episodios que narra o describe. El relato de los episodios o inci-
Fuentes de los Hechos 131
146 Introducción
v
a) Narraciones ¡ '
b) Resúmenes
d) Discursos
s
Bibliografía ' ' ^ * ''•*•»-'• - "-, ^ *" j l
Narraciones '"')V' ° ^ • ,v<" " s-
-«^ <..">> >,
Resúmenes
f) el genitivo del artículo con infinitivo: 7, 19; 26, 18; 27, 20;
18, 10; 20, 3.20.27.30; 23, 15.20; 26, 18bis; 21, 18; 27,
1.20; cf. 19, 25; 15, 19.20; 21, 12; 9, 15; 14, 9; 20, 3; 23, 21;
26, 17.18
g) el uso de en to + infinitivo (frecuentemente en sentido tem-
poral, usado con la construcción kai egeneto): 2, 1; 3, 26; 4,
30; 8, 6; 9, 3; 11,15; 19, 1
h) el dativo de un nombre abstracto afín usado para reforzar el
sentido de un verbo: 5, 28; 23, 14
}
7. Estructura y esquema de los Hechos • '• ^' '•' -*•' •'opto _
Bibliografía
Bibliografía
Cartas Hechos
Conversión/llamada cerca de Damasco (9, 1-22)
Damasco (insinuada en Gal
1, 17c)
A Arabia (Gal 1, 17b)
Vuelta a Damasco (Gal 1, 17c):
tres años
Huida de Damasco (2 Cor 11, Huida de Damasco (9, 23-25)
32-33)
A Jerusalén (Gal 1, 18-20) A Jerusalén (9, 26-29)
A «las regiones de Siria y A Cesárea y Tarso (9, 30)
Cilicia» (Gal 1,21-22) ' Antioquía (11, 26a)
(Jerusalén [11, 29-30; 12,25])
Misión I: Antioquía (13, l-4a),
Seleucia, Salamina, Chipre
(13, 4b-12)
Iglesias evangelizadas antes de Ciudades del sur de Galacia (13,
Macedonia (Filipos, Flp 4, 15) 13-14,25)
Vuelta a Antioquía (14, 26-28)
«Después de catorce años subí a Jerusalén (15, 1-12)
Jerusalén» (para el «Concilio»,
Gal 2, 1)
Incidente de Antioquía (Gal 2, Misión II: de Antioquía (15, 35)
11-14) Siria y Cilicia (15, 41)
Sur de Galacia (16, 1-5)
Galacia(l C o r l ó , 1) Frigia y norte de Galacia (16, 6)
evangelizada (Gal 4, 13) MisiayTróades(16, 7-10)
Filipos (1 Tes 2, 2 [= Macedonia, Filipos (16, 11-40)
2 Cor 11, 9])
Tesalónica (1 Tes 2, 2; cf. 3, 6; Anfípolis, Apolonia, Tesalónica
Flp 4, 15-16) (17,-9)
Berea(17, 10-14)
Atenas (1 Tes 3, l;cf. 2, 17-18) Atenas (17, 15-34)
Connto evangelizado (cf. 2 Cor 1, Corinto por dieciocho meses
19; 11,7-9) (18, l-18a)
Timoteo llega a Corinto (1 Tes 3, Silas y Timoteo vienen de
6); probablemente acompañado Macedonia (18, 5)
de Silvano (1 Tes 1,1)
200 Introducción
Cartas Hechos
Pablo sale de Cencreas (18, 18b)
Deja a Pnscila y Aquila en Efeso
(18, 19-21)
Apolo (en Efeso) instado por Apolo enviado a Acaya por
Pablo a ir a Connto (1 Cor 16, PnscilayAqmla(18, 27)
12) Pablo a Cesárea Marítima (18,
22a)
Pablo a Jerusalen (18, 22b
[implicado])
En Antioquia por algún tiempo
(18,22c)
Norte de Galacia, segunda visita Misión III norte de Galacia y
(Gal 4, 13) Frigia (18, 23)
Efeso (1 C o r l ó , 1-8) Efeso (por tres años, o dos años
y tres meses) (19, 1-20, 1,
cf 20,31)
Visita de Cloe Estefanas y otros a
Pablo en Efeso (1 Cor 1,11, 16,
17) trayendole una carta (7, 1)
Pablo encarcelado (cf 1 Cor 15,
32, 2 Cor 1,8)
Timoteo enviado a Connto
, >. I
( l C o r 4 , 17, 16, 10)
Segunda visita «dolorosa» de
Pablo a Connto (2 Cor 13, 2),
vuelve a Efeso
Tito enviado a Connto con una
carta «escrita con llanto»
(2 Cor 2, 13)
(Planes de Pablo de visitar (Plan de Pablo de visitar
Macedoma, Connto y Macedoma, Acaya, Jerusalen,
Jerusalen/Judea [1 Cor 16, 3-8, Roma [19, 21])
cf 2 C o r l , 15-16])
Ministerio en Troade (2 Cor
2, 12)
A Macedoma (2 Cor 2, 13, 7, 5, Macedoma (20, Ib)
9, 2b-4), llegada de Tito
(2 Cor 7, 6)
La historia lucana de Pablo 201
Cartas Hechos
Tito enviado delante a Corinto
(2 Cor 7, 16-17, con parte de
<íl.-, 1; A ' . í"' '.-'i' V j '., V -
2 Cor)
Ilírico(Rom 15, 19)?
Acaya(Rom 15,26; 16, 1); Tres meses ,eo Gr?cjay\caya,
tercera visita a Corinto (2 Cor 20,2-3) , i i ! ' " " '
13, 1)
Planes de Pablo de volver por
barco a Siria (20, 3), pero en
lugar de esto va vía Macedonia
y Filipos (20, 3b-6a)
>-,;• -, ' a- • >
Tróades(20, 6b-12)
Mileto(20, 15c-38)
Tiro, Tolemaida, Cesárea
Marítima (21, 7-14) '•'
1
' ' • • * . . ' ,
Cf. J. M. Gilchrist, Paul and the Corinthians - The Sequence of Leíters and Ws¡to:
JSNT 34 (1988) 47-69. .t
(157) 14-37 d.C. Reinado del emperador Tiberio Julio César Au-
gusto, nacido el 42 a.C. (cf. Luke, 455; Lucas II,
305s)
36 Policio Pilato, prefecto de Judea (26-36 d.C), en-
viado a Roma por Lucio Vitelio, legado de Siria
(Josefo, Antigüedades 18,4, 2 §89). Pilato llega a
Roma después de la muerte de Tiberio (16 marzo
La historia lucana de Pablo 205
(Para una explicación adicional de esta cronología, cf. PAHT, 2-21 [§§P3-
P54]).
ma en los tres relatos, pero no las consecuencias, que tienen que ver
con Ananías, que sólo aparece en los dos primeros relatos y no en el
tercero. Pablo va en camino, y al llegar cerca de Damasco una luz
venida del cielo brilla sobre él; Pablo oye una voz que le dice: «Sau-
lo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Pablo responde: «¿Quién eres,
Señor?». La respuesta llega: «Yo soy Jesús, al que tú persigues».
(164) Las diferencias menores son las seis siguientes: a) la ho-
ra del día no está indicada en el capítulo 9, pero es a eso del me-
diodía en 22, 6, o en mitad del día en 26, 13; b) ante el brillo de la
luz celestial Pablo cae en tierra en 9, 4 y 22, 7, pero «todos» caen
en 26, 14; c) en 26, 14, la pregunta de Cristo resucitado, «¿por qué
me persigues?», termina con el proverbio «dar coces contra el
aguijón», que no aparece en los capítulos 9 y 22; d) en 26, 14 esa
pregunta se dice que fue formulada «en hebreo», detalle sobre la
forma en que Cristo resucitado habla a Pablo que no se encuentra
en los capítulos 9 y 22; e) en 22, 8 la identificación que Jesús ha-
ce de sí mismo incluye «el nazareno», que no aparece en los capí-
tulos 9 y 26; f) en 9, 7 los compañeros de Pablo oyen la voz, pero
no ven nada; y nada de esto se dice en el capítulo 26.
(165) En el capítulo 9 Lucas ha hecho uso de una tradición re-
cibida, un relato lleno de suspense de la conversión de Pablo, cuyo
punto principal es presentarlo como «un instrumento elegido para
llevar mi nombre ante los gentiles y los reyes, y los hijos de Israel»
(9, 15). Su función de llevar el «nombre» a los gentiles será conta-
da en los tres viajes misioneros (13, 3-14, 28; 15, 36-18, 22; 18,
23-21, 16); a los reyes, cuando comparece ante el rey Herodes
Agripa II y Berenice (25, 26-26, 27); a los hijos de Israel, en Ro-
ma (28, 17-29), pero a veces también en el curso de sus viajes mi-
sioneros. Lucas presenta al «apóstol de los gentiles» justamente
antes de referir el primer relato de la conversión de los gentiles
(Cornelio y su familia en el capítulo 10); anunciando, de esta ma-
nera, la misión paulina a los gentiles. Indirectamente, Lucas antici-
pa una objeción: ¿por qué estos nuevos cristianos no se contenta-
ron con una misión a los judíos? Lucas responde: Dios y Cristo
resucitado han querido la evangelización de los gentiles. Pablo no
quiso ser cristiano ni misionero, pero Cristo lo convirtió en eso. No
fue una decisión humana, sino un acto de Dios.
(166) En el capítulo 22 el discurso de Pablo ante la muchedum-
bre de Jerusalén pretende ser una defensa, pero en realidad se con-
La historia lucana de Pablo 211
(13, 32), pues él es salvador e Hijo de Dios (cf. Sal 2, 7). Para estas
afirmaciones hay, ciertamente, paralelos en las cartas de Pablo, so-
bre todo en Rom 1, 3-4 y 1 Cor 15, 3-4, pero resulta que las for-
mulaciones cristológicas de Pablo en los discursos de los Hechos
13 y 26 ni son específicamente lucanas ni específicamente pauli-
nas. El discurso de Pablo en Hechos 13 es afín al de Pedro en He-
chos 2; los dos tienen un kerigma en la forma de una breve vita Je-
su, una prueba escriturística, y una llamada al arrepentimiento. La
cristología atribuida a Pablo en estos discursos, más que de Pablo,
proviene, en realidad, de la cristología de las primeras congrega-
ciones. La cristología es adopcionista, no preexistente, y no hay
teología de la cruz ni significado redentor de la muerte de Jesu-
cristo (como en Rom 5, 6-11; 2 Cor 5, 14-21).
(175) (d) En cuanto a la escatología de Pablo, Vielhauer sostie-
ne que en los Hechos desaparece o lleva una modesta existencia en
la periferia de los discursos. La segunda venida de Cristo como
juez es afirmada en 17, 30-31 y llega a formar parte de la enseñan-
za de Lucas sobre las últimas cosas. La escatología ha sido supri-
mida del centro de la fe paulina y de hecho la escatología lucana
difiere incluso de la escatología de las primeras congregaciones.
Contrasta con Gal 4, 4; Rom 8, 19-21; 1 Cor 7, 29-31; 15, 12-58,
donde la escatología es un elemento estructural de la cristología.
Aunque Lucas tiene alguna idea del nuevo eón (Hch 2, 16-35),
lo importante es que hay que esperar la «restauración» (3, 19-21).
El lucano «ya» y «todavía no» son entendidos cuantitativamente: el
tiempo entre Pentecostés y la parusía es la edad del Espíritu y de la
evangelización progresiva del mundo. El concepto lucano de la his-
toria es el de un proceso histórico salvífico continuo. Simplemen-
te, de los datos de Hechos resulta obvio cómo Lucas no tiene inte-
rés en la escatología; la primera congregación, que esperaba el
inminente fin del mundo, no pretendió dejar para la posteridad in-
forme alguno sobre su origen y desarrollo. Los Hechos no tuvieron
la intención de ser ni un kerigma ni un «testigo», sino un relato his-
tóricamente fidedigno de los «testigos de Jesús» y de su «testimo-
nio de Jesús», que ellos expusieron con el poder del Espíritu santo
desde Jerusalén hasta el confín del mundo (1,8). Esto conduce so-
lamente a la primera Iglesia católica.
(176) De aquí, según Vielhauer, que el autor de los Hechos sea
prepaulino en su cristología y pospaulino en su teología natural, en
La historia lucana de Pablo 217
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TRADUCCIÓN, COMENTARIO Y NOTAS
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La primitiva comunidad cristiana
(1, 1-26)
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costés. .. Espíritu que vais a recibir.7 (en lugar de «No os toca a vosotros»)
Nadie puede. • k-, x^->'••• ,-•, <t
266 Despedida de Jesús y misión (1, 3-8)
Comentario
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49; Sal 135, 7; Is 8, 9; 45, 22; 48, 20; 62, 11; Jr 6, 22; 10, 13; 1
Mac 3, 9). Lucas puede derivar la frase específicamente de Is 49, 6,
como ha sostenido Dupont (The Salvation, 17-19; donde equivoca-
damente se usa el plural); asimismo Dillon, From Eyewitnesses;
Ellis, The End. Allí Dios dice a su siervo: «Te he hecho luz de los
gentiles, para que sirvas de salvación hasta el confín de la tierra»
('ad qeseh ha 'ares; LXX: heos eschatou tes ges). Este versículo de
Isaías es citado en 13, 47 (cf. Le 2, 32). De suerte que Lucas pue-
de aludir aquí a él y adjudicar a los testigos de Cristo resucitado la
función de siervos del Señor.
La alusión, sin embargo, no es segura, pues la frase eschatos tes
ges no sólo aparece en otros sitios en los LXX, sino también en los
Salmos de Salomón 8, 15, donde se usa para hablar de Dios que
trae al poderoso Pompeyo desde «el confín de la tierra», esto es,
desde Roma. Como resultado, algunos comentaristas (Baljon,
Handelingen, 5; Loisy, Actes, 159; Foakes-Jackson, Acts 4; Con-
zelmann, Acts 7) sostienen que Lucas con esta frase alude aquí a
Roma. De ser así, esto explicaría por qué los Hechos terminan don-
de lo hacen, con la historia del testimonio de Pablo en la capital del
imperio romano. Esta parece ser la interpretación preferida.
Otros consideran la frase como referida a España (R. D. Aus:
NovT 21 [1979] 244-246; Ellis, The End) o incluso a Etiopía, de
donde viene el eunuco de 8, 27 (Cadbury, The Book ofActs, 15;
Thornton, To the End), o simplemente hasta el confín del mundo
entonces habitado (van Unnik, Der Ausdruck, 401: «die ganze
Welt»). D. R. Schwartz (The End) sostiene que ge no significa «la
tierra», sino sólo «tierra», esto es, Palestina; la frase se referiría só-
lo a la primera etapa del desarrollo de la narración de Lucas, no a
todo el libro de los Hechos. Esta interpretación, sin embargo, limi-
ta excesivamente la amplitud de la expresión.
V* A'
Bibliografía (1,3-8) ( ,;
Comentario
Notas i
55; 10,4; 11,6; 13,9; 14, 9; 23, 1; cf. Le 4, 20; 22, 56. Lucas sub-
raya así el mirar fijo de los apóstoles, que pueden verificar el trán-
sito de Cristo.
se presentaron de pronto junto a ellos dos hombres con vesti-
duras blancas y dijeron. Cf. Le 24, 4, donde se encuentra una des-
cripción semejante: «de pronto se les presentaron dos hombres con
togas relampagueantes». Finalmente, en el resumen (Le 24, 23) los
«dos hombres» son identificados como «ángeles». Las «togas
blancas» tienen por objeto sugerir su naturaleza espiritual o de otro
mundo. De esta manera, la subida o ascensión de Cristo está acom-
pañada de figuras celestiales que actúan como angelí interpretes
apocalípticos. Cf. Hch 10, 30; 2 Mac 3, 26.
11. «Hombres de Galilea. Literalmente, «Hombres, galileos».
Para andres Galilaioi, cf. nota a 1, 16. Los apóstoles son designa-
dos por su origen geográfico en una parte del distrito de Judea del
que la mayoría procede, pero a medida que la historia lucana se
desarrolla, «hombres de Galilea» podría adquirir geográficamente
una extensión más amplia (cf. v. 12-14). Cf. 13, 31.
¿por qué estáis parados mirando al cielo? Se describe la partida
final de Cristo resucitado. La pregunta de los ángeles implica que es-
tos galileos tienen otras cosas que hacer, pero se les asegura que Cris-
to volverá. Compárese con la pregunta correctiva dirigida por «dos
hombres» a las mujeres en la tumba de Jesús (Le 24, 5). Los manus-
critos P56, Xc, A, C, D, W, y la tradición textual Koine leen emblepon-
tes, mientras que los manuscritos P74, X*, B, E, 33, 81, 1739 usan el
verbo simple blepontes, «mirando». Tí hestékate [emjblepontes de
Lucas es un griego perfecto y, según Wilcox (Semitisms, 125), no hay
razón para recurrir aquí a un semitismo.
Este Jesús, que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo.
Los manuscritos D, 33L, 242, 326 omiten la última frase «al cielo»,
probablemente una omisión del copista para evitar la repetición de
«el cielo». Esta aparición, en la que Jesús es exaltado al cielo, sig-
nifica que su función terrenal ha llegado a su término; desde aho-
ra ya no se le verá en forma visible y ejercerá su influencia sobre la
humanidad desde la gloria celestial y a través de su Espíritu.
volverá así como lo habéis visto ir al cielo». El comentario co-
rrectivo de los intérpretes angélicos informa a los galileos sobre la
parusía de Cristo. Lucas usa el verbo simple eleusetai, «vendrá», re-
firiéndose al retorno con elementos apocalípticos, y el adverbio
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Cf. además Luke, 1591-1592.
284 La primitiva congregación en Jerusalén (l, 12-14)
Comentario :'"
Notas
mente señalada por Lucas. Estaría dentro del espacio que le estaba
permitido caminar el sábado a un judío observante, dos mil codos.
La extensión de una jornada de sábado estaba regulada por Ex 16,
29 («nadie salga de su lugar el séptimo día») y por Nm 35,5 («medi-
réis el exterior de la ciudad, por la parte de oriente, dos mil codos»).
En algún tiempo, esto se medía desde los valles de Jerusalén; en
Str-B 2, 590-594 se encuentran los detalles de la interpretación ra-
bínica de esta regulación. Lucas es consciente de presentar a los
apóstoles como cristianos cumplidores todavía de sus obligaciones
judías. En Guerra judía 5, 2, 3 §70, Josefo dice que el monte esta-
ba a seis stadioi de Jerusalén, pero en Antigüedades 20, 8, 6 §169
dice cinco stadia.
13. Cuando entraron en la ciudad subieron a la habitación de
arriba, donde residían. En Le 24, 53 se dice que los seguidores de
Jesús regresaron al templo, pero aquí ellos van a la hyperóon, «ha-
bitación de arriba», que se convierte así en el escenario de sus
asambleas y oraciones y donde tendrá lugar la venida del Espíritu
santo sobre ellos. Tradicionalmente se ha identificado con el lugar
donde Jesús celebró la última cena con los doce, el así llamado ce-
náculo (anagaion en Le 22, 12; Me 14, 15), y tradiciones posterio-
res la han asociado también con la casa de María, la madre de Juan
Marcos (Hch 12, 12). Cf. HPG, 326-334; ELS §§728-787.
Pedro, Juan y Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Ma-
teo y Santiago deAlfeo, Simón el Zelotey Judas de Santiago. Los
nombres de los once siguen un orden un poco diferente al de Le 6,
14-16. Al igual que allí y en Me 3, 16-19 y Mt 10, 2-4, se conservan
tres grupos de cuatro nombres, a pesar de la diferencia del orden de
los nombres en cada grupo (cf. los paralelos en Luke, 615; Lucas II,
573) y de la omisión de Judas Iscariote. El manuscrito E lee: «Pedro
y Andrés y Santiago y Juan». Para la relación del orden de los tres
primeros nombres con la autoría de Lucas-Hechos, cf. S. H. Price,
The Authorship of Luke-Acts: ExpTim 55 (1943-1944) 194.
Pedro. «Simón, a quien él llamó Pedro» es el primero de la lis-
ta (Le 6, 14). Lucas, sin embargo, nunca dice por qué Jesús llamó a
Simón «Pedro» o relaciona ese nombre al aramaico kephá', «ro-
ca». Cf. Fitzmyer, Aramaic Kepha' and Peter's Ñame in the New
Testament, en E. Best-R. M. Wilson (eds.), Text and Interpretation:
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bridge 1979, 121-132. Pedro no sólo es el primero de la lista, sino
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••'•;,;;, (1,15-26)
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En aquellos días Pedro, puesto en pie en medio de los her-
manos (el número de personas congregadas era unas ciento
veinte), dijo: 16«Hermanos, esa Escritura que el Espíritu san-
- to predijo hace tiempo por medio de David, tenía que cum-
plirse a propósito de Judas, convertido en guía de los que
prendieron a Jesús. 17É1 se contaba entre nosotros y le tocó
'«;. una parte de este nuestro ministerio. 18Pero el desdichado
.' compró un terreno con dinero inicuo y cayendo primero de
'. cabeza su cuerpo reventó y todas sus entrañas se derramaron.
19
Se enteraron de esto todos los habitantes de Jerusalén, de
i.c forma que aquel terreno se llamó, en su lengua, Hacéldama,
. es decir, Campo de Sangre. 20Pues está escrito en el libro de
i los Salmos:
Quede abandonada su alquería, *
no haya quien habite en ella1.
i
Y:
Que otro se apodere de su cargo2.
21
Así que es necesario que uno de los hombres que ha sido
parte de nuestra compañía todo el tiempo que el Señor Jesús
convivió con nosotros, 22a partir del bautismo de Juan hasta el
día en que fue elevado al cielo de entre nosotros, sea testigo
con nosotros de su resurrección». 23Luego presentaron a dos,
José llamado Barsabás, también conocido como el Justo, y
í r „.' .
Comentario
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Notas .,;, > /u ¿ „, >H/<
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L
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(4, 36), una armonización del copista que más tarde trata de dar a
esta persona una tarea en los Hechos.
Matías. Por lo demás desconocido. Su nombre es una abrevia-
ción de Mattathias, la forma griega del hebreo Mattityah (1 Cr 16,
5) o Mattityahü (1 Cr 15, 18.21), «don de Yahvé». Aunque no fue es-
cogido por el significado de su nombre, este corresponde al candi-
dato escogido por sorteo para reemplazar a Judas. Eusebio cita una
tradición (legetai), según la cual Matías era uno de los que Lucas
llamó en 10, 1 «los setenta» (Historia eclesiástica 1,12, 3). Después
de este episodio no se volverá a oír más de él en los Hechos. Poste-
riormente, se le atribuye un evangelio apócrifo, Evangelio según
Matías, a veces llamado también Las tradiciones de Matías, del cual
sólo quedan fragmentos. Cf. Eusebio, Historia eclesiástica 3, 25, 6;
Orígenes, In Lucam hom. 1, 1 (GCS 49, 5); W. Schneemelcher, New
TestamentApocrypha, Louisville 1991, 1,382-385.
24. Y rezaron así. Lucas describe la actividad de la primera co-
munidad realizando lo que ya había contado en el v. 14. La insi-
nuación es que ellos se dan cuenta de que, de la misma manera que
no tuvieron nada que ver en la elección de los primeros doce, la de-
cisión ahora de quién sustituirá a Judas no depende de ellos. Rezan
por la elección de Dios en este asunto.
«Tú Señor, que conoces el corazón de todos. La comunidad
cristiana se dirige a Dios como Kyrie, título que Lucas da en otras
partes al Yahvé del Antiguo Testamento (Le 1, 16.32.68; 4, 8.12;
10, 27; 19, 38; 20, 37.44; Hch 2, 39; 3, 22; 5, 9). Así entienden el
título Conzelmann (Acts, 12), Pesch (Apg., 90), Weiser (Apg., 71);
cf. 2 M a c l , 2 4 ; S a b 9 , 1.
Dios es también llamado kardiogndstes, como, de nuevo, en 15,
8. Aunque este es un título dado a Dios que sólo aparece en los es-
critos cristianos (Herm. Man. 4, 3, 4; Ps-Clemente, Hom. 10, 13; He-
chos de Pablo y Tecla 24), expresa una enseñanza del Antiguo Testa-
mento sobre la omnisciencia o presciencia de Dios: uno que conoce,
prueba o escudriña el corazón humano (Dt 8, 2; 1 Sm 16, 7; 1 Re 8,
39; 1 Cr 28, 9; Jr 11,20; 17, 10; Sal 44, 22). Clemente de Alejandría
(Stromateis 5, 14, 96, 4) remonta la idea hasta el filósofo griego Ta-
les. Barrett, siguiendo a Bengel (Acts, 103) y a Kistemaker (Acts, 67)
piensa que más bien es a Jesús a quien se da ese título.
muéstranos a cuál de estos dos elegiste. El texto «occidental»
omite el pronombre masculino hena, «uno».
308 Recomposición de los doce (1, 15-26)
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310 Recomposición de los doce (], 15-26)
•>
Comentario
la tumba vacía (20, 22), pero no sabe nada de Pentecostés. Todo es-
to plantea la cuestión: ¿cuándo los apóstoles y otros primeros cris-
tianos recibieron el don del Espíritu santo por primera vez? La his-
toria de Pentecostés puede ser la historización de Lucas de aspectos
de la resurrección-exaltación de Cristo, como hizo con la ascensión.
Cf. Fitzmyer, The Ascensión ofChrist and Pentecost: TS 45 (1984)
409-440; P.-H. Menoud, La Pentecóte lucanienne. Lucas recibió de
la tradición anterior a él la fecha de Pentecostés como la primera
vez que los apóstoles presentaron la proclamación cristiana a los ju-
díos reunidos en Jerusalén. Lucas dramatizó esa tradición en la his-
toria de la infusión del Espíritu a los apóstoles como prolegómeno
de la predicación de Pedro en Jerusalén. Lucas subraya la presencia
del Espíritu en los apóstoles mediante señales visibles y audibles, y
especialmente en el hablar «otras lenguas» de Pedro y sus compa-
ñeros. Este es un don «especial», «fundador», del Espíritu santo
(Barrett, Acts, 108). Así comenzó la Iglesia, que si bien al principio
estaba situada sólo en Jerusalén, llegó a ser gradualmente una so-
ciedad universal, insinuada en el don de las lenguas que capacitó a
los apóstoles para hablar a las gentes de todas las naciones.
«Pentecostés» {he hemera pentekoste, «el quincuagésimo día»),
era el nombre usado por los judíos de habla griega para indicar la
fiesta de la recolección llamada en hebreo hag sabü 'ót, «fiesta de
las semanas» (Ex 23, 16; 34, 22; Dt 16, 9-10, 16; 2 Cr 8, 13). Ori-
ginalmente era la fiesta del agricultor, el «día de los primeros fru-
tos» (Nm 28, 26), de las primicias de la siega del trigo (Ex 34, 22),
pero finalmente llegó a ser la fiesta de la recolección o del final de
la cosecha. Según Dt 16, 9, uno tenía que «contar siete semanas
desde que comienza a meterse la hoz en la mies». Con el tiempo,
esto se entendió como que había que contar «a partir del día si-
guiente al sábado (mimmohorat hassabbaf), día en que habréis traí-
do la gavilla del balanceo ritual, contaréis para vosotros siete se-
manas completas hasta el día siguiente al séptimo sábado» (Lv 23,
15-16). Así que cincuenta días después de la Pascua, cuando se ha-
bían comido los massót, «ácimos, panes sin levadura», los judíos
ofrecían al Señor el trigo del pan con levadura. En ella los judíos ce-
lebraban lo dones de la cosecha del grano o cereales, agradecién-
dole a Dios las bendiciones así recibidas.
La fecha de la fiesta de las semanas no era realmente fija hasta
que la tradición sacerdotal unió la fiesta de Pascua con la de los
316 Pentecostés: bautismo en el Espíritu (2, 1-13)
registrar parte del ritual de esa celebración anual (1QS 1, 8-2, 25),
si bien este pasaje no hace mención de la fiesta de las semanas. Era
una renovación de la alianza con arreglo a la cual debía vivir la co-
munidad; con frecuencia se ha entendido esto como una renova-
ción de la antigua alianza del Sinaí, aun cuando la comunidad con-
sideraba que estaba viviendo la «nueva alianza» (Jr 31, 31; cf. CD
6, 19; 8, 21; 19, 34; 20, 12; lQpHab 2, [3]). Cf. J. T. Milik, Ten
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Cuando Josefo habla de Pentecostés, dice he pentekoste hen
Hebraioi asartha kalousi (Antigüedades 3, 10, 6 §252), «el quin-
cuagésimo (día) que los judíos llaman Asartha». Esto sólo puede
ser el arameo 'asaría', relacionado con el hebreo 'aseret, «asam-
blea solemne». El nombre revela que en el siglo I d.C. losjudios de
Judea celebraban Pentecostés como «la fiesta de la asamblea». Cf.
Guerra judía 6, 5, 3 §299. Josefo, sin embargo, no explica la razón
de por qué los judíos se reunían en este día para esta fiesta.
En la historia lucana de Pentecostés no hay referencia alguna
directa a la alianza del Sinaí, aunque algunas alusiones indirectas
revelan que Lucas tenía conocimiento de la asociación de Pente-
costés con la renovación de esa alianza. Primero, Lucas refiere la
efusión del Espíritu en una ocasión en la que no sólo «losjudios»,
sino «hombres devotos, judíos de todas las naciones que hay bajo
el cielo» (2, 5; Dt 2, 25) habían venido a Jerusalén para lo que Jo-
sefo llamó «la asamblea». Lucas los describe como una plethos
que synélthen, «una multitud que se reúne», indudablemente que-
riendo decir en su asamblea festiva. Segundo, cuando Pedro «se le-
vantó con los once» (2, 14) y se encaró con losjudios, los «doce
apóstoles» lo hicieron con «las doce tribus de Israel» (Le 22, 30;
cf. Hch 2, 36, «toda la casa de Israel») y actuaron como sus jueces,
recordando así lo que el Jesús lucano había predicho en la última
cena. Aquí vemos a Lucas anunciando el futuro. Tercero, Dupont
ha elaborado una lista de las alusiones verbales desde Hch 2 hasta
Ex 19-20 en las que se refiere la teofanía del Sinaí y el don de la
Tora, usando el adverbio homou, «juntos», o su variante homothy-
madon (2, 1); cf. Ex 19, 8, pas ho laos homothymadon, «todo el
pueblo junto»; los nombres echos y phone (2, 2.6) tienen su répli-
318 Pentecostés: bautismo en el Espíritu (2, 1-13)
pues del pentecostés del vmo nuevo, el pentecostés del aceite nue-
vo (cf Y Yadin, The Temple Scroll 2, Jerusalem 1983, 78-96)
Dada esta prueba de los tres pentecostés, uno de los cuales era
del vmo nuevo, se entiende con mayor claridad la burla expresada
en 2, 13 «Están cargados de mosto» (cf 2, 15) Siempre ha sido un
enigma por qué se mencionaba el «dulce vmo nuevo» en conexión
con la fiesta de las semanas, pues el grano nuevo y el vmo nuevo
no se cosechaban juntos Así que el rollo del templo muestra cómo
el «vmo nuevo» podía asociarse con un pentecostés Lucas puede
haber tenido conocimiento de estos múltiples pentecostés entre los
judíos contemporáneos y aludió al pentecostés del vmo nuevo,
cuando propiamente estaba hablando del pentecostés del grano
nuevo
La fiesta judía de Pentecostés brinda, pues, la oportunidad pa-
ra que a los doce apostóles y a otros primeros cristianos les fuera
conferido el Espíritu Este es su bautismo El momento en el que su
apostolado se torna «pneumático» o agraciado con el Espíritu, des-
de este momento todo lo que hagan los apóstoles será bajo la di-
rección del Espíritu En la narración lucana son importantes los
símbolos que se usan para el Espíritu «un fragor desde el cielo co-
mo de viento que irrumpe impetuoso», «lenguas como llamas de
fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos» Es-
tos símbolos expresan para los primeros cristianos la presencia del
Espíritu El símbolo juega con el significado de la palabra hebrea
ruah, que puede ser «viento» o «espíritu» Estos símbolos recuer-
dan la forma en que Lucas (y otros evangelistas), describen la ba-
jada del Espíritu sobre Jesús en su bautismo «en figura corporal
como una paloma» (Le 3, 22) Atribuyen así al Espíritu de Dios un
papel iniciador, una función que pone en marcha no sólo el minis-
terio de Jesús, sino el testimonio que los apostóles comisionados
darán sobre el De esta manera Lucas destaca la obra del Espíritu
en la formación de la Iglesia cristiana «La previa actividad del Es-
píritu en Jesús ha de ser reproducida a escala más amplia en los
apóstoles y en los convertidos hasta que su actuación alcance el co-
razón del mundo gentil» (Lampe, The Holy Spint, 193)
Lucas cuenta con algún detalle la diáspora de los judíos que han
venido a Jerusalén para la fiesta de «la asamblea», y que están así
en la ciudad para el Pentecostés cristiano, cuando los apostóles,
asistidos por el Espíritu, se dirigen por primera vez a los judíos con
320 Pentecostés: bautismo en el Espíritu (2, 1-13)
Notas i <>• ' ;;" <.¡> 'i ir, ,<-: , . u i . t . • . " > : •
ñere probablemente a los ciento veinte (1, 15), por lo tanto, inclu-
yendo a los mencionados en 1, 13-14 (asi Crisostomo, Pesch, Apg,
102-103) Sobre el texto del manuscrito D, cf TCGNT, 250
2 De repente sonó desde el cielo un fragor como de viento que
irrumpe impetuoso Lucas hace perceptible el recibimiento del Es-
píritu, primero como algo que se oye, después como algo visto El
nombre échos, «ruido», puede aludir al verbo echei de Ex 19, 16,
parte de la descripción de la teofama del Smai El «viento» simbo-
liza la fuerza del Espíritu obrando ahora en el mundo
y lleno toda la casa donde estaban sentados La presencia del
Espíritu lo impregnaba todo, llenando la casa El viento, simboli-
zando esa presencia, da unidad al grupo que hay en ella Cf H H
Muelenbelt, Holon ton oikon NTStud 1 (1918) 168
3 Se les dejaron ver lenguas como llamas de fuego que se re-
partieron y se posaron sobre cada uno de ellos Literalmente, «fue-
ron vistas por ellos lenguas divididas, como de fuego» Para el
viento y el fuego de origen celestial simbolizando la presencia de
Dios, cf Sal 104, 4, Ex 3, 2, 14, 20 24, 1 Re 19, 11-12 Cf Jam-
blico, De mysterus 3, 2 El simbolismo es evidente las «lenguas»
son la figura del fuego, pues el Espíritu capacitara a los apostóles
para hablar Aquí el fuego es visto claramente como una señal de la
presencia del Espíritu, usado con frecuencia para el «Espíritu san-
to y fuego» de Lucas 3, 16, cf Dunn, Spint-and-Fire Baptism, no
tiene nada que ver con el fuego del juicio o con el del castigo eterno
Las lenguas fueron distribuidas sobre cada uno de los discípulos
presentes y simbolizan el poder diversificado del habla que des-
cendió sobre ellos (C H Giblm) Un paralelo interesante se en-
cuentra en las «tres lenguas de fuego» mencionadas en un texto li-
túrgico de Qumran mal conservado (1Q29 2, 3, cf, 1, 3) Cf Filón,
De Decálogo 11 §44
El verbo óphthesan, aoristo pasivo indicativo de horan, «ver»,
se usa con frecuencia (Le 1, 11, 24, 34, Hch 7, 2 26 30 35, 9, 17,
13, 31, 16, 9, 26, 16) para denotar vanas epifanías o teofamas Es
una forma típica de los LXX (Gn 12, 7, 17, 1, 18, 1, Ex 3, 2) Su
replica aramea ( ithazí) con un objeto indirecto aparece en IQapGn
22, 27 (interpretación de Gn 15, 1), cf 4QEn" 1, II, 2
4 Todos se llenaron del Espíritu santo Extrañamente, Lucas no
usa articulo con pneumatos hagwu (BDF §257, 2) Los primeros
cristianos son bautizados (1,5) con un Espíritu simbolizado en el
324 Pentecostés: bautismo en el Espíritu (2, 1-13)
do las uvas sobre la copa del faraón para dejar que el gleukos ca-
yera dentro de ella, de suerte que el faraón pudiera beber, pero ese
detalle no corresponde a nada, ni en el texto masorético ni en Gé-
nesis (LXX) (Antigüedades 2, 5, 2 §64). Cualquiera que sea la re-
lación que pueda haber entre gleukos y el hebreo tiros, «mosto, vi-
no nuevo» (cf. Fitzmyer: TS 45 [1984] 436-437), el sentido de la
observación es claro: algunos de los que estaban oyendo simple-
mente descartan todo el episodio como un caso de oradores ebrios.
Tales oyentes contrastan con aquellos que formulan una pregunta
real en el v. 12. Uno no debería preguntar cómo el «vino nuevo»,
todavía en proceso de fermentación, podía obtenerse en Pentecos-
tés, que cae antes, no después de la vendimia (Beginnings 4, 20).
Indudablemente, Lucas ha mezclado, quizás sin querer, la alusión
al Pentecostés judío del vino nuevo con el del grano nuevo (cf. co-
mentario, supra). Esto poco o nada interesa, pues lo único que im-
porta es que cincuenta días han separado la muerte y resurrección
de Cristo, por el tiempo de la Pascua, de la primera proclamación,
llena del Espíritu, de los doce a «toda la casa de Israel», es decir, a
los de Judea y a los «judíos de todas las naciones bajo el sol».
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334 Discurso de Pedro a Israel (2, 14-36)
Notas .'.
14. Pedro se levantó con los once, alzó su voz y les dirigió la
palabra. El manuscrito D, Pesitta y algunos manuscritos de la Ve-
tus latina leen «con diez apóstoles». La diferencia estaría en si se
cuenta o no a Matías. Haenchen (Acts, 178) dice extrañamente
que la frase «con los once» «haría caso omiso de la elección de
Matías», pero se trata precisamente de lo contrario. El manuscri-
to D añade protos, «primero», realzando así la importancia de Pe-
dro. El participio pasivo aoristo statheis se encuentra además en
5, 20; 11, 13; 17, 22; 25, 18; 27, 21, expresando la postura de al-
guien que va a pronunciar un discurso o mensaje al estilo oratorio
helenístico. La expresión eperen ten phdnen, «alzó la voz», pue-
de provenir de los LXX (Jue 2, 4; 9, 7; 21, 2; Rut 1, 9, 14; 2 Sm
13, 36), igualando así el hebreo nasa'qól, pero es también cono-
cida en el griego clásico y helenístico (Demóstenes, Discursos
18, 291; 19, 336; Filóstrato, Vita Apollonii 5, 33); cf. Le 11, 27;
H c h l 4 , 11; 22,22.
«¡Judíos y todos los que residís en Jerusalén! Pedro quiere in-
cluir en su discurso no sólo a los judíos, en el propio sentido de la
palabra, sino a todos los otros judíos que han venido de lejos y es-
tán ahora por algún tiempo en la ciudad para la fiesta de la asam-
blea (asartha). Para andres Joudaioi, «judíos», cf. nota a 1, 16. Cf.
i\ 1,2 (LXX).
que os quede esto claro. La expresión exacta gnoston esto se
encuentra en los LXX (Dn 3, 18; 1 Esd 2, 18; 6, 8; 2 Esd 4, 12-13;
5, 8) y ha llegado a ser una de las preferidas de Lucas (Hch 4, 10;
13, 38; 28, 28); para semejantes usos del adjetivo verbal, cf. 1,19;
4, 16; 9, 42; 19, 17; 28, 22. Aunque corresponde al arameo yédía
con el verbo «ser», apenas si hay razón para considerarlo un ara-
meísmo. Wilcox (Semitisms, 91) acertadamente la reconoce como
«la frase hecha, normal en cartas y discursos». Ez 36, 32 (LXX)
muestra que esta expresión puede traducir la frase hebrea yiwwa-
dea lákem, «sabed esto o enteraos bien».
v escuchad, por favor, lo que tengo que deciros. Literalmente,
«prestad oído a mis palabras», expresión que aparece en Job 32, 11
y Sal 5, 2 de los LXX; cf. í\ 1,2. Pedro pide atención.
15. Estos no están bebidos, como vosotros suponéis. Pedro co-
mienza comentando las mofas de una parte del auditorio; rechaza
Hch 2 14 36 Notas 341
18. Sí, también sobre mis criados y sobre mis criadas derrama-
ré algo de mi Espíritu aquellos días. Una repetición del v. 17b, pe-
ro la adición lucana de «mis» cambia el «esclavos» masculino y fe-
menino del original por «criados» y «criadas» de Dios. Todos los
seres humanos, varón o mujer, joven o anciano, libre o esclavo, han
de verse afectados por el Espíritu de Dios en el día de dicha visita-
ción. Sobre «en esos días», cf. nota a 1, 15.
y hablarán como profetas. Literalmente, «ellos profetizarán».
Lucas añade estas palabras a la cita de Joel para enfatizar la mani-
festación profética como don del Espíritu y su relación con el ha-
blar en otras lenguas. Este es un interés especial de Lucas (Schnei-
der, Apg. 1, 269). El manuscrito D y la Vetus latina omiten estas
palabras, quizás por haplografía o para hacer que la cita de Joel
concuerde con los LXX; pero cf. R R. Rodgers, Acts 2, 18, kaipro-
pheteusousin: JTS 38 (1987) 95-97, que considera las palabras
omitidas como más originales.
19. Y ofreceré portentos arriba en el cielo y señales abajo en la
tierra, sangre y fuego y una nube de humo. Lucas añade al texto
griego de Joel: «arriba», «señales» y «abajo». Estas adiciones no
cambian mucho el sentido de la profecía de Joel, pero esclarecen
cómo para Lucas el mismo cosmos anuncia la llegada del día del
Señor. Joel escribió este versículo y el siguiente con una intención
de aviso apocalíptico.
20. El sol se convertirá en oscuridad, y la luna en sangre, an-
tes de que llegue el día grande y patente de la venida del Señor.
La «sangre» se refiere al color rojo que tendrá la luna. Mientras
que el hebreo habla de yóm Yhwh haggadól wéhannórá', «el
grande e imponente día del Señor», los LXX traducen el último
adjetivo por epiphane, «resplandeciente», derivando el adjetivo
no de yare', «temor», sino de ra 'ah, «ver, mirar a». Lucas usa es-
tas palabras de Joel sobre las tribulaciones cósmicas para carac-
terizar el ruido oído y el fuego visto en la venida del Espíritu en
el primer Pentecostés cristiano. A pesar de Schneider {Apg. 1,
269), no deben entenderse como fenómenos naturales extraordi-
narios que precederán al fin de los tiempos. Puede ser que haya
tenido esa connotación en Joel, pero Lucas usa la descripción co-
mo una manera de explicar lo que ha acompañado al derrama-
miento del Espíritu. Kyrios está usado refiriéndose a Yahvé, como
en los LXX. - . - . , , , , ... ., .,,
344 Discurso de Pedro a Israel (2, 14-36)
Ex 7, 3;Dt4, 34; 28, 46; 29, 2; 34, 11; Sal 135, 9; Is 8, 18). Cf. Jo-
sefo, Guerra judía 1,0, 11 §28.
como vosotros mismos sabéis. Con esto Pedro debió querer de-
cir que al menos algunos de sus oyentes, los de Jerusalén, Judea o
Galilea, podían haber visto o, cuando menos, oído algo sobre los
milagros de Jesús.
23. Si bien este hombre fue entregado conforme al plan deter-
minado y previsto por Dios. Pedro relaciona el sufrimiento y muer-
te de Jesús con el plan salvífico de Dios. Lo que le sucedió a Jesús
no ocurrió por casualidad, estaba ya previsto por Dios. Lucas lo re-
fiere al boule, «plan, designio, voluntad» de Dios, en Le 7, 30 y de
nuevo en Hch 4, 28; 13, 36; 20, 27 (Luke, 179; Lucas I, 300). Aho-
ra, Lucas explica los detalles de ese plan. A veces, se critica a Lu-
cas por no tener una «teología de la cruz», pero aquí claramente se
refiere a la muerte de Jesús y su relación con el plan salvífico. Cf.
además Luke, 219-221; Lucas I, 368-372. El adjetivo verbal ehdo-
tos, «entregado», es empleado en el sentido de «rendido a» (la
muerte); cf. Ignacio de Antioquía, Esmirn. 4, 2.
vosotros utilizasteis hombres sin ley para crucificarle y darle
muerte. Literalmente, «habiéndo(le) atado (a la cruz) por las manos
de los sin ley, vosotros (le) disteis muerte». En Le 23, 33 el evange-
lista dice solamente «ellos crucificaron a Jesús allí», sin especificar
el sujeto del verbo. En 23, 26, sin embargo, dice: «cuando ellos lle-
vaban a Jesús». Este «ellos» puede referirse solamente a los que
«pidieron» la liberación de Barrabás y a quienes Pilato les entregó a
Jesús «a la voluntad de ellos» (23, 25; cf. también 23, 23-24). Los
«soldados» romanos comienzan a aparecer en la narración lucana
de la pasión sólo en 23, 36, así que ellos difícilmente pueden ser el
«ellos» de 23, 33. Ahora Lucas modifica su punto de vista, dicien-
do que Jesús fue atado a la cruz por «gentes sin ley», distintas del
«vosotros» que «(lo) matasteis». Esto hace que «gentes sin ley» se
refiera a los soldados paganos romanos, mientras que el «vosotros»
debe significar «los israelitas», a los que se dirige en 2, 22. Quizá
Lucas usa anomoi, «sin ley, malvado, injusto», más etimológica-
mente, como a-nomoi, «sin-ley», significando los paganos no ju-
díos, que viven sin el beneficio de la ley mosaica. Barrett (Acts,
142) advierte que «no obstante las crucifixiones de Alejandro Ja-
neo. .., en el periodo romano la crucifixión no era un castigo judío;
pero con el verbo principal aneilate Lucas responsabiliza de la cru-
Hch2 14-36 Notas 347
!
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Comentario
; ¡
Notas •-)
Texto «occidental»: 'en aquellos días Pedro... templo por la tarde. 3él, con
sus ojos fijos (en ellos), vio a Pedro y Juan que iban... les pidió limosna.
4
Pedro miró fijamente. 5É1 esperaba. 6le dijo... [omite «Cristo»j. 7por la
mano. Inmediatamente se levantó y sus pies... 8deambuló con alegría y
dando saltos... '"[omite «del templo»]... todos se llenaron... por la cura-
ción que había... ' 'Mientras Pedro y Juan iban saliendo, él salía con ellos,
sujetándose a ellos; pero (la gente), estupefacta, estaba de pie en el pórti-
co de Salomón.
Notas
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Acts 3, 2: NTS 42 (1996) 475-476. - •-.
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6 Ex 3, 6 15.
r
Texto «occidental»: 12Pedro se volvió y les dijo [omite «¿Por qué os sor-
prendéis de esto?»] ¿Por qué nos miráis como si por nuestro poder hemos
hecho esto? 13al que vosotros deshonrasteis y negasteis... que quiso de-
jarlo libre. l4Vosotros cargasteis... pedisteis que un asesino pudiera vivir
y fuera puesto en libertad. l5pero él lo resucitó. I6..,vosotros lo conocéis
que él (Jesús) (lo ha fortalecido)... "Ahora, hermanos, nosotros enten-
demos que hicisteis mal por... 20...por Dios... [omite «Jesús»].21...sobre
el cual él habló... [omite «desde antiguo»]. 22dijo a los padres: «Dios ha-
rá surgir un profeta de...» 24[omite «también»]. 25que él estableció con
los antepasados... las familias de la tierra... 26él resucitó... de vuestros
malos hábitos.
7. Dt 18, 15-16.
8 Dtl8, 19; Lv 23, 29. f
9. Gr>22, 18; 26, 4. VÍ >
382 Discurso de Pedro en el templo (i, 12-26)
Comentario ?
Notas
que os diga. 23Todo aquel que no escuche a ese profeta será elimi-
nado del pueblo. Literalmente, «...sucederá que toda alma que no
escuche será eliminada». Como un ejemplo de lo que Dios ha di-
cho antiguamente, Pedro cita un dicho de Moisés, que es así eleva-
do a la categoría de profeta, como en 2, 30 se dice que David pro-
fetiza. Pedro identifica de esta manera a Jesús no como un Mesías,
sino como un «profeta», ciertamente como el profeta que Moisés
prometió desde antiguo. Él ha venido a predicar a Israel con toda la
autoridad que Moisés tuvo en la antigüedad. Sobre la relación de
un profeta esperado con el/los Mesías, cf. la enseñanza de los ese-
niosenIQS9, 11.
La cita es una forma del Dt 18, 15-16a. 19 en la cual se interca-
lan algunas palabras y se añaden otras de Lv 23, 29. La cita del Dt
18, 15-16a (LXX) dice así: «Un profeta de en medio de ti, de tus
hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios; a él habéis de es-
cuchar, exactamente tal como pediste al Señor en Horeb el día de la
asamblea». Esta es una traducción bastante exacta del texto maso-
rético, siendo «de en medio de ti, de entre tus hermanos» la única
diferencia del hebreo. Dt 18, 19 (LXX) dice: «Y acaecerá que el
hombre que no escuche todo lo que el profeta dirá en mi nombre,
yo le pediré (de ello) cuenta (es decir, yo me vengaré de él)». Esta
versión griega concuerda con Dt 18, 19 tal como se conserva en
4QTestim 7, que incluye hnby, «el profeta» (J. M. Allegro, Qumrán
Cave 4. 1 (4Q158-4Q186), Oxford 1968, 58). El texto masorético
omite esta palabra. Cf. J. de Waard, The Quotation from Deutero-
nomy in Acts 3, 22-23 and the Palestinian Text: Additional Argu-
ments: Bib 52 (1971) 537-540.
Lv 23, 29 (LXX) dice: «Toda persona que no se mortifique en
ese día, será exterminada de entre sus (femenino) conciudada-
nos», una traducción exacta del texto masorético, que prescribe el
ayuno de Yóm hakkippürim. De esta descripción Pedro entresaca
unas pocas palabras para su ominosa conclusión acerca del pueblo
que no escucha a un profeta como Moisés a quien Dios ha resuci-
tado. Moisés es así presentado como el que ha anunciado la veni-
da de Jesús el profeta; se citan sus palabras como una advertencia
contra aquellos que rehusan escuchar a este nuevo profeta enviado
del cielo.
De la promesa de Dios a Moisés sobre «un profeta como yo»
(Dt 18, 15), la tradición samaritana sacó su enseñanza sobre el es-
394 Discurso de Pedro en el templo (3, 12-26)
blo al que Dios envió sus profetas desde antiguo, están en deuda y
subordinados a la herencia profética Por lo mismo, tienen la obli-
gación, por encima de todo, de prestar atención a lo que los profe-
tas han dicho, pues son los descendientes de aquellos que fueron
los portavoces de Dios, aún más, porque son también los «hijos»
de la alianza que Dios hizo con Abrahán
y de la alianza que estableció Dios con vuestros antepasados.
Asimismo, Pedro quiere que sus oyentes se den cuenta de su rela-
ción con la alianza que Dios estableció desde antiguo con sus pa-
teres, «antepasados» De ahí que, como hijos que son de la alianza,
están obligados a ese pacto antiguo Lucas usa una expresión, «hi-
jos de la alianza», que se encuentra en Ez 30, 5 (LXX ton huwn
tes diathekes moü) y que difiere del texto masorético en cuanto a la
fraseología y el sentido Los esemos de Qumrán eran también lla-
mados béné bérító, «hijos de su alianza [con Dios]» (1QM 17, 8);
bené bérítékáh, «hijos de vuestra alianza» (4Q501 1,1, 2, 4Q503 7-
9, TV, 3) Cf CD 12, 11 (bbryt 'brhm, «en la alianza de Abrahan»);
Salmos de Salomón 17, 15
cuando dijo a Abrahan en tu descendencia serán benditas todas
las familias de la tierra Pedro considera a Abrahán como el princi-
pal ejemplo de los «antepasados» que acaba de mencionar El pac-
to que Dios hizo con Abrahán se convirtió en la forma de vida (de-
dicación al Dios de la alianza) para todos sus descendientes y las
bendiciones que recibió el patriarca continuarán en su descendencia
durante siglos Además, a través de los descendientes de Abrahan
las bendiciones recaerán sobre todas las familias de la tierra Esta
cita del discurso de Pedro presagia la propagación del mensaje cris-
tiano a las familias no judías. Pero primero este mensaje tiene que
estar dirigido al pueblo judío de Jerusalen La promesa hecha a
Abrahán fue importante para Lucas, cf Le 1, 55 73, Hch 7, 5-6
Pedro entiende sperma Abraam, «descendientes de Abrahán»,
en un doble sentido no sólo genéricamente, todo el pueblo judío,
sino más específicamente como una referencia a una descendencia
individual de Abrahán, Cristo resucitado, por quien han de llegar
todas estas bendiciones a las familias judías así como a todas las
familias de la tierra Esta cita dio la nota de universalidad
Pedro cita una forma de Gn 22, 18 o 26, 4c de los LXX, que di-
ce en ambos casos eneulogethésontai en tó spermati sou panta ta
ethne tes ges, «y serán benditas en tu descendencia todas las na-
396 Discurso de Pedro en el templo (3, 12-26)
1 Sal 118,22
400 Pedro y Juan ante el sanedrín (4, 1-22)
Comentario
En realidad, nada más se saca de él, aun cuando Pedro y Juan son
prendidos por haber estado «enseñando al pueblo y proclamar en
Jesús la resurrección de entre los muertos». No se acusa directa-
mente a los apóstoles de haber predicado sobre la resurrección;
más bien todo va contra «el nombre» de Jesús y su supuesto poder
para curar al cojo.
En este episodio hay un cierto paralelismo con la narración de
la pasión del evangelio de Lucas. En ambos casos las autoridades
religiosas se reúnen en la mañana para juzgar (Le 22, 66; Hch 4,
6); Pedro tiene una función especial (Le 22, 56; Hch 4, 13); no hay
prueba de culpa (Le 23, 4.14-15.22; Hch 4, 21) y hay una reacción
similar del pueblo (Le 19, 47; Hch 4, 21).
La enseñanza de Lucas sobre Cristo como salvador es presenta-
da en este episodio, en el que Pedro valientemente declara: «en
ningún otro hay salvación, pues no hay otro nombre en el mundo
que haya sido dado a los hombres por el que podamos salvarnos»
(4, 12). Por la declaración de Pedro se ve lo errónea que es la afir-
mación de Bultmann de que Lucas ha «abandonado el sentido ke-
rigmático original de la tradición-Jesús» (TNT 2, 117). Lucas no
ha deformado el kerigma cristiano, sino que, por el contrario, ha
proclamado a Jesús como el único agente de la salvación escatoló-
gica para toda la humanidad. La declaración de Pedro es cierta-
mente kerigmática y, además, un reto a todos los que la escuchan.
Pedro se dirige a su inmediato auditorio, pero también a todos
aquellos que buscan la salvación, tanto en sentido físico (sanación,
curación) como espiritual (liberación escatológica). Sólo a través
de Cristo pueden los seres humanos encontrar la paz con Dios.
Notas
representadas por tres grupos; los tres catalogados juntos aquí co-
mo opositores de los apóstoles. Hiereis es la lectura de los principa-
les manuscritos, X, A, D, E, W, 0165,1739, etc.; pero los manuscritos
B y C leen archiereis, «jefes de los sacerdotes», término frecuen-
temente usado con la siguiente frase (Le 22, 4.52; Hch 5, 24), ra-
zón por la cual comúnmente se la considera como una lectura ar-
monizadora. Ho strategos tou hierou era el «(militar) oficial del
templo», mencionado en Le 22, 52; Hch 5, 24.26, esto es, proba-
blemente el jefe de la policía del templo, integrada por levitas que
servían en él. El «comisario» habría sido el segundo en importan-
cia después del sumo sacerdote. En la tradición rabínica era llama-
do segan hakkóháním, «prefecto de los sacerdotes».
El nombre Saddoukaioi, «saduceos», está relacionado con el
nombre propio hebreo Sádóq, «Sadok», que aparece en los LXX con
una doble delta: Saddouk (2 Sm 8, 17; Ez 40, 46; 43, 19). En Jose-
fo se encuentra Saddok o Saddouk (dependiendo del manuscrito, cf.
Antigüedades 18, 1, 1 §4). Después de la cautividad de Babilonia, a
los descendientes de Sadoc (béné Sadóq) se les otorgó el privilegio
de oficiar como sacerdotes en el templo. Estos «sadoquitas» re-
montan su linaje a Sadoc, el sacerdote aaronita de Salomón, que
reemplazó a Ebiatar (1 Re 2, 26-27.35) y aun antes a Sadoc, el hijo
mayor de Aarón (1 Cr 5, 30-35 [6, 4-10E]; cf. Eclo 51, 12 [hebreo]).
Como un grupo dentro del judaismo, distinto de los fariseos y los
esenios, los «saduceos» hicieron su primera aparición en el periodo
de los Macabeos (cf. Josefo, Guerra judía 2, 8, 2 §119; 2, 8, 14
§§164; Antigüedades 13, 5, 9 §173; 18, 1, 4 §§16-17). Eran aristó-
cratas, sacerdotes y laicos, considerablemente helenizados. Lucas
los describe entre las autoridades de Jerusalén, pero Josefo escribe
de ellos: «Los saduceos tienen la confianza de los ricos, pero el
pueblo no los sigue» (Antigüedades 13, 10, 6 §298); «esta doctrina
[de los saduceos] ha llegado a unos pocos del pueblo, que son hom-
bres de la más alta estima» (Antigüedades 18, 1,4 §17). En opinión
de Lucas, los saduceos son los enemigos por excelencia del cristia-
nismo. Aparecen sólo una vez en el evangelio de Lucas (20, 27-33),
pero reaparecerán en Hch 5, 17; 23, 6-8. En el evangelio Lucas los
describe como «aquellos que niegan que hay resurrección»; cf. Hch
23, 8. Favorecen la exégesis literal de la Tora escrita y rechazan la
ley oral (tórah se-be-'al peh) y la hálakdh de los fariseos, «regula-
ciones transmitidas por generaciones anteriores» (Antigüedades 13,
Hch 4, 1-22. Notas 405
nethe eis kephalen gonias, «la piedra que desecharon los construc-
tores es ahora la piedra angular», una traducción exacta del hebreo,
pero citada aquí con alguna modificación. En lugar del verbo acti-
vo apedokimasan, Lucas usa el participio pasivo exouthenetheis;
también introduce hyph 'hymon, «por vosotros», y cambia houtos
egenethe a ho genomenos. Es difícil decir si Lucas está citando de
memoria o usa una versión griega diferente.
Pedro alude al último de los salmos Hallel (de alegría o alaban-
za), originalmente un himno de acción de gracias dirigido a Dios
por la liberación en la batalla. Su uso modificado hace caso omiso
del sentido original y aplica sus palabras a Jesús, introduciendo así
el tema de la revocación divina. Pedro sugiere que en la visión de
Dios la Escritura ya ha hablado del rechazo de Jesús por sus con-
temporáneos. La piedra que no llena las expectativas de los cons-
tructores se ha convertido en la piedra más importante del edificio.
Se le ha otorgado el lugar de honor por la función que ahora de-
sempeña en toda la estructura.
«Piedra angular» no debe entenderse en el sentido moderno: la
piedra de una parte principal del edificio, generalmente colocada al
iniciar la construcción (primera piedra), con una fecha o una ins-
cripción en ella. Expresa más bien la función de una piedra princi-
pal, a menudo de gran tamaño, que se coloca en un sitio importan-
te, en la unión de dos paredes de un edificio («piedra sillar»), o
para aguantar el peso y tensión en un arco («piedra clave»), pero
también se usa en una forma de construcción más primitiva como
una especie de piedra de remate o de albardilla.
En la muerte, Jesús fue «rechazado» por las autoridades de Je-
rusalén, pero por su resurrección ha venido a ser la figura clave en
el nuevo edificio de Dios, el Israel reconstituido. En la estructura
del plan salvífico de Dios Jesús es ahora su «piedra angular», su
principal elemento, como las siguientes observaciones de Pedro
ponen de manifiesto. De manera semejante, Lucas cita este
versículo del salmo 118 en el evangelio (20, 17); ya era parte del
kerigma prelucano (usado también en Me 12, 10; 1 Pe 2, 4-7). Cf.
M. Lattke, en EDNT 2, 284-286.
12. En ningún otro hay salvación. Por primera vez Lucas intro-
duce satería, «salvación», el término más importante entre las va-
rias formas que él tiene de expresar los efectos del acontecimiento
Cristo (Luke, 222s; Lucas I, 373ss). Con él Lucas significa la libe-
410 Pedro y Juan ante el sanedrín (4 1-22)
ración de los seres humanos del mal, ya sea físico, político, natural,
moial o escatológico, y la restauración a un estado de integridad El
término reaparecerá en 7, 25, 13, 26 47, 16, 17, 27, 43 (cf Le 1,
69 71 77; 19, 9), en 28, 28 usa la forma alternativa to sótenon tou
theou, como en Le 2, 30; 3, 6 Otros escritores del Nuevo Testa-
mento también la usan (Pablo, Juan, Hebreos), pero solo Lucas ha-
ce énfasis en la exclusiva naturaleza de este modo de salvación di-
vina Lo que Pedro anuncia aquí, Pablo lo proclamará a los gentiles,
en el desarrollo de la historia lucana
pues no hay otro nombre en el mundo que haya sido dado a los
hombres por el que podamos salvarnos» Literalmente, «no hay
otro nombre bajo el cielo dado entre los humanos por el que poda-
mos salvarnos» El manuscrito D y las versiones latinas omiten la
preposición en, lo que significaría «dado a los humanos» Barrett
(Acts, 232) entiende «dado» como «provisto como medio de sal-
vación» Significa «dado por Dios», un pasivo teológico (ZBG
§236) Esta parte del versículo simplemente reitera lo que se aca-
ba de decir, relacionando ahora la salvación con el motivo de «el
nombre de Jesús» e insistiendo en la universalidad de la salvación,
disponible en Cristo para todos los seres humanos que se convier-
tan a el Esta nota de universalidad crece gradualmente a lo largo
de los Hechos, a medida que se va conociendo el rechazo del men-
saje cristiano y su propagación a otros pueblos distintos del judío
Ciertamente, el motivo de Israel reconstruido, por el que los genti-
les llegan a ser parte de Israel, es la forma precisa de que la salva-
ción de Dios se extienda más alia Lucas describe a Pedro procla-
mando la función exclusiva de Jesucristo en ese plan divino para la
salvación humana Pedro no contempla el moderno problema de
salvación para los seres humanos que nunca han oído hablar
de Cristo o que pertenecen a otras religiones, como hmduismo o
budismo Cf M Dumais, Le salut umversel par le Christ selon les
Actes des Apotres SNTU 18 (1993) 113-131.
Es difícil decir si Lucas está jugando aquí con el sentido del
nombre de Jesús relativo a la «salvación» Los que aceptan la eti-
mología popular de «Jesús» usada en Mt 1, 21 tal vez vean en el
esta significación, pero Lucas nunca da este sentido al nombre Pa-
ra la etimología de «Jesús», cf Luke, 347, Lucas II, 117
13 Al ver la franqueza de Pedro y Juan Lucas describe la reac-
ción de las autoridades de Jerusalén a lo que Pedro ha dicho La ac-
Hch4 1-22 Notas 411
'•%..
Comentario * ¡ -
Notas
pudo ser esto. Lucas los describe reunidos en un lugar. Es muy im-
probable que fuera toda la comunidad cristiana de Jerusalen que ya
contaba con más de ocho mil miembros.
les comunicaron todo lo que les habían dicho los sacerdotes je-
fes y los ancianos. Cf. las notas sobre 4, 1.5. El informe se concen-
traría en la prohibición impuesta por el sanedrín «que de ninguna
manera hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús» (4, 18) y en
sus amenazas.
24. Al oírlo, ellos, con un mismo espíritu, levantaron la voz en
oración a Dios. «Ellos» se referiría a hoi idioi, «los suyos» (4, 23),
esto es, a sus amigos, que después de oír la noticia, rezaron juntos
con Pedro y Juan. Una vez más Lucas subraya la unidad de la con-
gregación de Jerusalen, usando «con un mismo espíritu»; cf. la
nota a 1, 14.
«Soberano Señor. La oración de estos primeros cristianos está
dirigida a Dios como despotes, «señor, dueño», de donde viene la
palabra «déspota», connotación que, por lo general, no tiene la pa-
labra griega. Dios es así tratado precisamente como creador. Des-
potes se utiliza también como forma de dirigirse a Dios en Le 2,
29, pero es raro en el Nuevo Testamento (Jds 4; Ap 6, 10; 2 Pe 2, 1
[?]). Puede proceder de la literatura griega, donde a menudo se usa
hablando de los dioses (Eurípides, Hipólito 88; Jenofonte, Anába-
sis 3, 2, 13), pero también se encuentra en los LXX (Job 5, 8; Sab
6, 7; 8, 3; Eclo 36, 1). Aparece con frecuencia en los escritos de Fi-
lón (Quis rerum divinarum heres 6 §§22-23) y de Josefo, a veces
incluso donde el texto masorético tiene Yhwh (Guerra judía 7, 8, 6
§323; Antigüedades 8, 4, 1 §107; 18, 1, 6 §23). Cf. 1 Clem 59, 4;
61,1-2.
En muchos manuscritos importantes (P74, X, A, B, 2495) y en
algunas versiones antiguas (Vetus latina, Vulgata, Cóptica), despo-
ta va seguido del pronombre sy, «tú» (segunda persona singular).
Algunos manuscritos dicen sy ei ho theos, «tú eres Dios» (D, E, W,
36, 397, 593, 608); unos pocos leen Kyrie ho theos, «Señor, Dios»,
una armonización proveniente de los LXX, del Sal 146, 6 o de Ex
20, 11, la fuente del versículo siguiente.
tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en
ellos. Esta alusión veterotestamentaria manifiesta la soberanía del
Señor Dios como creador. Dios es considerado como el que guía la
vida y el destino humanos. Cf. Sal 146, 6; Ex 20, 11; Neh 9, 6; cf.
Hch 4 21-31 Notas 419
Comentario
las ganancias. Si bien ellos dan algún dinero para las necesidades
de los pobres de la comunidad, en realidad, según lo acordado,
mienten. Pedro se da cuenta de su acción y denuncia a Ananías
por lo que ha hecho: «No has mentido a los hombres, sino a Dios»
(5, 4). En ese instante Ananías cae muerto. Lo mismo le sucede a
su esposa Safira, que sin quererlo aparece en escena algún tiem-
po después de que su marido haya sido enterrado, es interrogada
por Pedro, y muere de la misma manera. Lucas expresa la conse-
cuencia de este incidente: «Y un gran miedo sobrecogió a toda la
Iglesia y a los que oían tales cosas» (5, 11; cf. 5, 5). Ese miedo be-
neficioso reconoce cómo la retribución divina empieza a vérselas
con el engaño. Este miedo contrasta con la consolación que trajo
Bernabé.
Desde el punto de vista de la historia de las formas, el episodio
es una doble narración, y la segunda parte una especie de historia
de milagro que cuenta un milagro punitivo o, como ha sido llama-
do, un milagro normativo de castigo (G. Theissen). Tal descripción
de la segunda parte del episodio parece inaceptable, pues este rela-
to no tiene los elementos acostumbrados de una historia de milagro
según la tradición sinóptica. Sin embargo, es difícil denominar de
otra manera esta narración, pues Pedro aparece diciendo a Safira:
«ellos van a llevarte a ti también», e instantáneamente ella se des-
plomó y expiró (5, 9-10). La muerte repentina de los dos sucede a
raíz de las palabras de Pedro, así que es una especie de milagro,
aunque aquí las palabras de Pedro no son como en el mandato di-
recto curativo de las historias de milagros de los sinópticos.
Los intérpretes, por lo general, distinguen los v. 1-6 (historia de
Ananías) de los v. 7-11 (historia de Safira), en realidad, algo así co-
mo una historia díptica. Aun en el supuesto de que se considerara
el episodio como una historia de milagro, debería advertirse que
Lucas no pone el énfasis en las muertes de Ananías y Safira, sino
más bien en cómo Dios actúa a través de los apóstoles, y especial-
mente de Pedro, en este caso dentro de la comunidad, para resolver
una acción escandalosa.
Muchos comentaristas reconocen que indudablemente hay una
historia tradicional palestina que Lucas ha recibido y quiere trans-
mitir a los primeros cristianos. A pesar de todas las tentativas por
determinar lo que pueden ser adiciones lucanas, no está claro, sin
embargo, hasta que punto Lucas ha adornado el engaño de Ananías
Hch 4, 36—5, 11: Comentario 431
El resto sería una adaptación lucana que hace a Safira tan cul-
pable como su esposo. Este interesante análisis, sin embargo, está
muy lejos de ser cierto. El único elemento que aboga por una tra-
dición heredada independiente que Lucas ha usado es el v. 4, que
está en tensión con lo que Lucas mismo ha anotado en 4, 32.34-35.
En sí mismo, este es un buen relato, compuesto dramáticamen-
te por Lucas con un propósito exhortatorio. Es, sin embargo, el
principal incidente en los Hechos que plantea un problema sobre
el valor histórico de la narración lucana en su conjunto. Ciertos de-
talles de la historia resultan extraños: ¿cómo pueden armonizarse
los v. 7-10 (sobre Safira) con los v. 2-6 (sobre Ananías)?, ¿espera-
rían Pedro y los que le acompañaban «tres horas» a que Safira lle-
gara?, ¿no le habría dicho nadie que su marido había muerto y que
lo habían llevado a enterrar? La severidad de las palabras de Pedro
contrasta con la forma en que él aparece descrito en los capítulos
2^4. ¿Por qué Pedro no les dio a los dos una oportunidad de arre-
pentirse, como Jesús recomendó en Le 17, 3-4, o de hacer alguna
reparación?, ¿acaso no eran Ananías y Safira simples personas mo-
ralmente débiles, no transgresores merecedores de la muerte y la
condenación eterna? ¿Qué clase de Iglesia presenta Lucas aquí, cu-
ya pureza tiene que ser preservada extirpando a los pecadores con
la muerte? Finalmente, ¿cómo pueden relacionarse 5, 4 con 4,
32.34-35?
432 Ejemplos individuales (4, 36-5,11)
36. Así José. El nombre Yósep, «José» (Gn 30, 24), no es sólo
una contracción de Yéhdsep («que [Dios] añada» [Sal 81, 6]), sino
también una forma abreviada (por la omisión del elemento teofó-
/
/
13.24 (el careo de Israel con Dios en el desierto); Sal 106, 32. Lu-
cas usa el mismo verbo (peirazein) que Dt 33, 8 (LXX) usó refi-
riéndose a Israel. Kyrios se refiere a Yahvé, cuyo Espíritu ha sido
puesto a prueba. Cf. la nota a 1, 24; cf. Le 4, 18; Hch 8, 39.
Mira, los pies de los que han enterrado a tu marido están a la
puerta para llevarte a ti también». Pedro se refiere a la vuelta de
los «jóvenes» del 5, 6. Sus palabras a Safira, introducidas por idou,
«mira», implican una muerte punitiva. No son, sin embargo, como
el mandato curativo de los milagros de los sinópticos; la inmedia-
ta ejecución es divina. Haenchen (Acts, 239) exagera claramente:
«Pedro la mata al anunciarle el fallecimiento de su esposo y su
muerte inminente» (las cursivas son suyas); asimismo C. H. Rieu
(Acts, 124). Para el uso figurativo de podes, «pies», en el Antiguo
Testamento, cf. Is 59, 7; 52, 7.
10. Inmediatamente ella se desplomó a sus pies y expiró. Safi-
ra comparte el mismo destino que su esposo Ananías; cf. el v. 5.
Safira no muere de «vergüenza», como diría Reicke (Glaube, 89).
Esta clase de explicación psicológica busca liberar la historia del
milagro punitivo. Safira se desploma a los pies del apóstol, donde
la suma de dinero debería haber sido depositada.
Los jóvenes, que acababan de regresar, encontrándola muerta,
la llevaron de allí para enterrarla junto a su marido. Safira com-
partió en vida el engaño con su marido y ahora comparte el entie-
rro con él en la muerte.
11. Y un gmn miedo sobrecogió a toda la Iglesia y a los que oían
tales cosas. Lucas repite la reacción registrada en el v. 5b, exten-
diéndola ahora más allá de la comunidad inmediata.
Por primera vez en los Hechos aparece la palabra ekklesia,
«Iglesia», como denominación de la comunidad cristiana de Jeru-
salén. Al reflexionar sobre este incidente y registrar retrospectiva-
mente la reacción de la comunidad, Lucas usa el término estándar
usado en su tiempo. Desde ahora, ekklesia comienza a aparecer re-
gularmente en los Hechos, especialmente después de 8, Ib. Cf. 8,
3; 9, 31; 11, 22.26; 12, 1.5; 13, 1; 14, 23.27; 15, 3.4.22.41; 16, 5;
18, 22; 19, 32.39.40; 20, 17.28. No se encuentra en el evangelio de
Lucas. Tres cosas son significativas en el uso lucano de ekklesia: 1)
la aparición del término en un contexto que menciona a Saulo (Pa-
blo), quien contribuyó enormemente a popularizarlo al utilizarlo en
sus escritos; 2) no es necesariamente el título más antiguo o más
Hch 4, 36-5, II: Bibliografía 443
gran estima. 14Más que nunca se les iban añadiendo los cre-
••{•• yentes en el Señor, muchedumbre de hombres y mujeres.
• A 15Por consiguiente, hasta sacaban a las calles los enfermos y
~;>es los ponían en yacijas y camastros para que, al pasar Pedro, al
if menos la sombra cayera sobre alguno de ellos. 16Se reunía
-- o también una muchedumbre de los pueblos vecinos a Jerusa-
+r ,: lén, trayendo enfermos y atormentados por espíritus impuros,
que se curaban todos.
Comentario
'j
Notas
Comentario
lo que uno pueda pensar sobre el uso de las fuentes en los capítulos
4 y 5, los dos episodios deben ser considerados por lo que son: re-
latos independientes de las confrontaciones de los apóstoles con las
autoridades religiosas de Jerusalén, obtenidos por Lucas, sin duda,
de fuentes palestinas. A estas fuentes indudablemente habría que
atribuir, en este episodio al menos, la prisión de los apóstoles, su
comparecencia ante el sanedrín y la intervención de Gamaliel. El
discurso de Pedro y el consejo de Gamaliel pueden muy bien ser,
en su gran mayoría, composiciones lucanas.
El milagro, la liberación de los apóstoles de la prisión, pone de
manifiesto, una vez más, la protección celestial de los emisarios de
Dios, pero no cumple ninguna función en el resto del relato, donde
no se vuelve a tener en cuenta. Los dos elementos más importantes
del relato son el discurso de Pedro (v. 29-32) y el de Gamaliel (35-
39); uno contrasta con el otro. El discurso de Pedro es una vez más
apologético y kerigmático; defiende la postura de los apóstoles y su
actividad y proclama de nuevo el mensaje cristiano: «vosotros ma-
tasteis a Jesús colgándolo de un madero», pero Dios «lo ha resuci-
tado» y nosotros somos sus testigos (5, 30.32). Apenas si hace avan-
zar la historia lucana. Los únicos elementos nuevos que este
discurso de Pedro introduce son la alusión al Dt 21, 22-23 y la des-
cripción de la crucifixión de Jesús como colgando de un madero.
En el discurso de Gamaliel, de asesoramiento y consejo judi-
cial, parece oírse a un fariseo aconsejando prudencia. Después del
discurso de la resurrección de Cristo (1, 4-5.7-8), este es el prime-
ro en los Hechos pronunciado por un no cristiano. Es un discurso de
minorías: Gamaliel previene al sanedrín y de ese modo defiende
implícitamente a los apóstoles. Pueden distinguirse en él tres par-
tes: 1) aviso prudente (5, 35b); 2) ejemplos históricos de otros lí-
deres que arrastraron seguidores (5, 36-37); 3) conclusión (5, 38-
39). No hay alusión alguna al Antiguo Testamento; los ejemplos
históricos sustituyen a los veterotestamentanos. Lucas pinta así a
una prominente autoridad judía tolerante con el cristianismo: lo
que Gamaliel propone es la preocupación apologética del mismo
Lucas. Gamaliel no es una autoridad religiosa judía que acepta el
mensaje cristiano, sino que, en su manera de pensar, puede encon-
trar la forma de manejarlo. Viniendo de un fariseo tan respetado, el
consejo contribuye a la descripción que Lucas hace del cristianis-
mo como lógico desarrollo del judaismo farisaico. La importancia
454 Otra persecución de los apóstoles (5, 17-42)
Notas
colgar del árbol es, pues, una frase que procede del Deuteronomio.
El primer texto, 4QpNah, entendido a la luz de lo que Josefo dice so-
bre el incidente, muestra que «colgar del árbol» ya era entendido co-
mo crucifixión entre los precristianos palestinos, un modo de ejecu-
ción usado entre los judíos aun antes de la llegada de los romanos
(63 a.C). Cf, además, Fitzmyer, Crucifixión in Ancient Palestine,
Qumran Literature, and the New Testament, TAG, 125-148.
Contrasta Haenchen (Acts, 251), que reconoce la alusión a Dt 21,
22-23 (LXX), pero erróneamente añade «que los cristianos han apli-
cado a la crucifixión de Jesús». Cf. M. Wilcox, «Upon the Tree»:
Deut 21-22-23 in the New Testament: JBL 96 (1977) 85-99; T. C. G.
Thornton, Trees, Gibbets, and Crosses: JTS 23 (1972) 130-131.
De esta manera, Pedro se hace eco de esta idea al hablar de la
muerte de Jesús crucificado como un «colgar de un árbol»; Pablo
se refiere al mismo pasaje veterotestamentario en Gal 3, 13.
31.^4 este elevó Dios a su derecha como líder y salvador. El ke-
rigma de Pedro proclama la exaltación de Jesús (cf. 2, 33) y usa
dos títulos de Cristo resucitado, archegos (cf. nota a 3, 15) y soler,
«salvador». Este último, ya en Le 2, 11, aparece ahora por prime-
ra vez en Hechos; cf. 13, 23. El título ha sido usado refiriéndose a
Yahvé en Le 1, 47, asi como frecuentemente en el AT, traduciendo
el hebreo mós'iá" (1 Sm 10, 19; Is 45, 15.21). Se refiere a alguien
que libra del mal físico, psíquico, nacional, natural o moral (cf.
además Luke, 204s; Lucas I, 342ss). Aquí connotaría el último ma-
tiz del nombre: una liberación del mal moral (pecado), como acla-
ra la cláusula siguiente. De esta manera Pedro asigna a Cristo exal-
tado una función salvífica; Dios lo ha hecho ayudante y salvador
de los seres humanos. A pesar de Roloff {Apg., 104), el matiz de
esta función no es helenístico, pues la idea de «salvación» tiene un
fondo neotestamentario y griego a la vez.
[para] otorgarle a Israel arrepentimiento y perdón de los peca-
dos. Esto es, para darle a Israel la oportunidad de convertirse. Pe-
dro expresa el propósito de la exaltación divina de Jesús y las fun-
ciones que Cristo resucitado tiene en el plan salvífico de Dios. Cf.
17, 30. Para metanoia y aphesis hamartion, cf. la nota a 2, 38.
32. Nosotros somos testigos de estas cosas. Pedro reafirma su
función de testigo y la de los demás apóstoles; cf. 2, 32; 3, 15. De
esta manera, reconoce la comisión que les fue otorgada por Cristo
resucitado (Le 24, 48; Hch 1,8). i ,-s, -t3¡ t {| f; u:, ,x,,,%
Hch5,17-42 Notas m\w«> 461
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apóstoles, enAbba, 153-170: ZNW 36 (1937) 205-221.
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Trumbower, J. A., The Historical Jesús and the Speech of Gamaliel (Acts
5, 35-39): NTS 39 (1993) 500-517.
Comentario .,.,,,
Notas
esto es, la propuesta formulada en los v. 3-4. Lucas usa una expre-
sión, eresen enópion, «parecer bien a», encontrada en 2 Sm 3, 36; Jr
18,4(LXX).
eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu santo.
Stephanos significa «corona, guirnalda», con la frecuente connota-
ción de guirnalda de laurel o corona de la victoria en los juegos y
competiciones atléticas; era también nombre de persona común-
mente usado en el mundo grecorromano (POxy 3, 517, 14; Josefo,
Guerra judía 2, 12, 2 §228: de un esclavo de César). No se dice có-
mo se llevó a cabo la elección de los siete, pero no fue una vota-
ción, como en el caso de Matías (1, 26).
El nombre de Esteban encabeza la lista indudablemente por el
papel que va a desempeñar en el próximo capítulo y medio de los
Hechos; aun cuando no es uno de los doce, un apóstol o un presbíte-
ro, es una figura importante en la historia lucana. Probablemente era
un helenista convertido, originalmente un colono judío llegado de al-
gún lugar de la diáspora, «una figura casi solitaria entre los líderes
de la primera generación cristiana» (Simón, St. Stephen, 98). Será el
primer testigo de la resurrección de Cristo que dio su vida. A pesar
de Spiro (Stephen s Samaritan Background) es improbable que fue-
ra samaritano, pues no hay nada en el relato lucano que indique eso,
como Scharlemann ha señalado acertadamente (Stephen, 19-22).
Así pues, Esteban es caracterizado como un hombre «lleno de
fe» en Cristo resucitado, es decir, un cristiano vigoroso; y «lleno del
Espíritu», esto es, investido con la fuerza y la elocuencia otorgada
por el Espíritu (como la historia finalmente revelará; cf. 7, 55). En
el v. 8 será descrito, además, como «lleno de gracia y de poder», y
en el v. 10 como un orador con «sabiduría y espíritu». Haenchen
(Acts, 263-264) se inclina a entender «fe» como la de 1 Cor 13, 2, la
fe que mueve montañas, debido a la mención de los milagros de Es-
teban en el v. 8, pero ese sentido dista mucho de ser evidente; el sen-
tido más obvio es el de la fe y compromiso esencial cristianos.
Felipe. Felipe, «el evangelista, uno de los siete», como se le lla-
ma en 21, 8, donde aparece como padre de «cuatro hijas doncellas»
que profetizaban. Es figura prominente en el capítulo 8 (v. 5-40).
Eusebio (Historia eclesiástica 2, 1, 10) habla de él como de un «or-
denado al diaconado» (cheiristheis eis ten diakonian), pero más
tarde parece considerarlo como uno de los «apóstoles» (Historia
eclesiástica 3, 31, 5-6). Cf. F. S. Spencer, The Portrait of Philip in
478 Comunidad reestructurada los siete (6, 1-7)
dera como que han recibido con ello asistencia divina para ejercer
su trabajo, lo que los teólogos llamaron más tarde gratia gratis da-
ta, «una gracia gratuitamente dada», la gracia de llevar a cabo una
función eclesial. Cf. además J. Behm, Die Handauflegung im Ur-
christentum in religionsgeschichtlichem Zusammenhang unter-
sucht, Naumburg 1911; J. Coppens, L'imposition des mains et les
rites connexes dans le Nouveau Testament et dans l 'église ancien-
ne: Etude de théologiepositive, Paris 1925; L'imposition des mains
dans les Actes des Apotres, en J. Kremer (ed.), Les Actes des Apo-
tres, 405-438; E. Ferguson, Laying on ofHands: Its Significance in
Ordination: JTS 26 (1975) 1-12; E. Lohse, Die Ordination im
Spátjudentum und im Neuen Testament, Berlin 1951, 74-79.
7. La palabra de Dios seguía difundiéndose. Este resumen me-
nor puede ser una descripción de la continua actividad de los após-
toles en la predicación de la Palabra, o puede denotar el efecto de
esa predicación, como insinúa la siguiente cláusula. La Iglesia cris-
tiana continúa desarrollándose y creciendo. Cf. 12, 24.
aumentaba mucho el número de discípulos en Jerusalén. El nú-
mero original era de ciento veinte (1,15b), a los cuales se agrega-
ron unos tres mil convertidos en Pentecostés (2, 41), y más tarde
«unos cinco mil hombres» (4, 4). Ahora no se precisa el número de
judeocristianos, hebreos o helenistas, en Jerusalén.
un grupo grande de los sacerdotes obedecía a la fe. Esto es,
miembros de familias sacerdotales judías, algunos de los cuales
podían estar sirviendo en el templo. Puesto que el núcleo original
de los esenios de Qumrán lo formaron miembros de familias sa-
cerdotales, se pensó que esto pudiera referirse a los sacerdotes ese-
nios. No es que eso sea imposible, pero las palabras de Lucas no
pueden limitarse a ellos, ya que parece estar hablando a los sacer-
dotes de Jerusalén. Los esenios de Qumrán criticaban a los «últi-
mos sacerdotes de Jerusalén, que amasaron dinero y riquezas sa-
queando al pueblo» (IQpHab 9, 4), así que resulta difícil pensar
que dichos sacerdotes fueran sólo los esenios. Josefo habla de los
esenios que residían en Jerusalén {Antigüedades 13, 11,2 §311)y
algunos de sus miembros sacerdotales podían haber estado entre
los que «obedecían a la fe». La «fe» está empleada aquí en el sen-
tido del contenido de aquello que creían los cristianos (fides quae
creditur); como tal, la religión cristiana. Cf. 13, 8; Gal 1, 23; Rom
12, 6; Ef 4, 5; 1 Tim 1, 19; 2, 7; 3, 9; 4, 1.6; 6, 21; Tit 1, 1.
482 Testimonio de Esteban (6, 8-7, 1)
v A
8. Testimonio de Esteban (6, 8-7, 1) ' """ *' >•'
8
Ahora Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes
portentos y señales entre el pueblo. 'Algunos miembros de la
sinagoga llamada de los libertos, de los de Cirene y alejan-
drinos, de los de Cilicia y Asia, se levantaron a discutir con
Esteban, I0pero no podían resistir a la sabiduría y al espíritu
con que hablaba. 1!De ahí que sobornaran a unos que dijeran:
«Hemos oído a este proferir palabras blasfemas contra Dios y
v o Moisés». 12Ellos revolvieron al pueblo, a los ancianos y a los
escribas, se presentaron ante él, lo arrebataron y lo llevaron al
<• " sanedrín. 13Presentaron también falsos testigos, que dijeron:
«Este hombre no deja de proferir palabras contra este lugar
santo y contra la ley. l4Le hemos oído decir que este Jesús el
''" Nazareno destruirá este lugar y cambiará las costumbres que
nos transmitió Moisés». 15Todos los que estaban sentados en
el sanedrín tenían fija su mirada en él, y vieron su rostro co-
c mo el rostro de un ángel.
7 'Entonces el sumo sacerdote le preguntó: «¿Es verdad
,,, esto?».
Hch 6, 8-7, 1: Comentario 483
Comentario
En el relato anterior se narró la elección de los siete y la comi-
sión que les dieron los apóstoles de servir a las mesas. Lo extraño
del episodio que sigue es que a dos de los siete, a Esteban y Felipe,
nunca se los ve sirviendo a las mesas, sino por el contrario dedica-
dos al ministerio propio de los apóstoles, el «ministerio de la pala-
bra» (6, 4). En este episodio el ministerio de Esteban está narrado a
manera de resumen, en una discusión o debate con los judíos de la
diáspora que vivían o eran residentes de Jerusalén. Y aunque ellos
demostraron que no podían competir con su sabiduría y elocuencia,
finalmente presentaron una querella contra él ante las mismas au-
toridades religiosas que habían prendido a Pedro y a Juan y les ha-
bían prohibido predicar o enseñar en el nombre de Jesús.
Las acusaciones presentadas contra Esteban son tres: 1) ha pro-
nunciado blasfemias contra Moisés y contra Dios; 2) ha hablado
contra este «lugar sagrado» (el templo) y la ley; y 3) ha sostenido
que Jesús de Nazaret destruirá «este lugar» y cambiará los usos
mosaicos. Las acusaciones cuentan con el apoyo de testigos a los
que Lucas etiqueta desde el principio como «falsos». Ahora, sin
embargo, el cielo acude en defensa de un ministro cristiano: los
miembros del sanedrín lo miran y creen que están viendo a un án-
gel. La historia de Esteban proporciona el punto culminante de la
persecución de los cristianos de Jerusalén: el primer episodio ter-
minó con un aviso a los apóstoles (4, 17.21), el segundo con una
flagelación de los mismos (5, 40), y el tercero terminará con la
muerte de Esteban (7, 60).
Hasta ahora habían sido los apóstoles los que predicaban y los
que habían sido perseguidos por los saduceos y el sanedrín, pero
ahora Lucas introduce otra tradición cristiana primitiva sobre Este-
ban, que aparece solo, dice su discurso y es ajusticiado como re-
sultado de la acusación hecha contra él por los judíos de la diáspo-
484 Testimonio de Esteban (6, 8-7, 1)
Notas
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Cf. además la bibliografía sobre 6, 1-7.
4. Gnl2, 1.
5 Gn 17,8,48,4. • •* ,
6. Gn 15, 13-14. >. . '
492 Discurso de Esteban (7, 2-53)
7. Ex 3, 12. .>>"''
%. Ex 1,8. !• .,< *
Hch 7, 2-53 ir'íM', 493
44
,, En el desierto nuestros padres tenían la tienda del Testimo-
nio, tal como el que había hablado a Moisés le había ordena-
do que lo hiciera, conforme al modelo que había visto.
45
p Nuestros padres, que la heredaron, la llevaron con Josué
cuando ocuparon la tierra de las gentes que Dios había ex-
pulsado ante nuestros padres. [Y así] hasta el tiempo de Da-
vid, 46que halló gracia ante Dios y pidió encontrar una mora-
, da para la casa de Jacob. 47Pero fue Salomón quien edificó la
. casa para ello. 48Pues el Altísimo no reside en casas construi-
das por manos humanas, como dice el profeta: ,
49
•Í ' E1 cielo es mi trono <'
,j ' la tierra es el escabel de mis pies.
< ,;\ ^ ¿Qué casa me edificaréis a mí? dice el Señor. ;,i
;, ,w ¿O cuál será el lugar de mi reposo?
50
¿No hizo mi mano todo esto?19
51
Gente de dura cerviz, incircuncisos de corazón y de oído,
vosotros siempre resistís al Espíritu santo; como lo hicieron
vuestros padres, así también vosotros. 52¿A qué profeta no
persiguieron vuestros padres? Porque ellos hasta dieron
muerte a los que anunciaron de antemano la venida del Justo,
cuyos traidores y asesinos habéis sido ahora vosotros, "los
que recibisteis la ley tal como la transmitieron los ángeles,
pero no la habéis cumplido».
18 Am 5, 25-27.
19 Is 66, 1-2.
Hch 7 2-53 Comentario 495
Comentario
J
En la parte I, la historia de Abrahán (v. 2b-8a), el discurso
arranca con un típico recurso retórico griego para en seguida ad-
quirir el carácter de un centón, pues llena sus alusiones de frases
veterotestamentarias. En el relato de las relaciones divinas con
Abrahán, el «Dios de la gloria» (7, 2) se convierte en el principal
actor. Lucas describe a Dios pidiéndole a Abrahán desde «Meso-
potamia» que salga de su tierra para darle culto en «este lugar» (7,
7). Abrahán se convierte así en un hombre errante y el lector apren-
de que el culto a Dios no está suj eto a lugar alguno en particular.
De esta manera el errante Abrahán llega a ser una figura importan-
te para los judíos de la diáspora que han venido a dar culto a Dios
en «este lugar» (frase que adquiere otra connotación a medida que
avanza el discurso). Entonces la «promesa» de Dios se ofrece a
Abrahán el errante, todavía no afincado en Canáan (Cf. Gn 11, 32;
15, 17). Abrahán no tiene tierra n i hijos propios cuando se le hace
Hch 7, 2-53: Comentario 499
Notas
curso (cf. nota a l , 16); en este caso adelphoi se refiere a los judíos
(cf. nota a 1, 15) e insinúa que tanto Esteban como el sanedrín son
hijos de los patriarcas que va a mencionar. La adición depateres a
la fórmula es una señal de respeto a los miembros del sanedrín
(que Pablo usará también en 22, 1). Con esto Esteban trata de mos-
trarse benevolente hacia sus oyentes.
El Dios de la gloria. Esteban toma este título del Sal 29, 3, que
es un eco de las refulgentes teofanías acaecidas en la marcha de Is-
rael por el desierto (Ex 16, 10; 24, 16-17). Alude, pues, al Dios de
Israel, al Dios a quien los oyentes conocen y dan culto.
se apareció a nuestro padre Abrahán. Literalmente, «fue visto
por» (cf. nota a 2, 3). Abrahán ya ha sido mencionado en 3, 13.25.
Ahora un judío leal le invoca como «nuestro padre» y como ejem-
plo del pacto que Dios hizo con los antepasados de Israel (Le 1,
73). Esteban comienza la relación de su historia apelando al «pa-
triarca» por excelencia. Para la aparición de Dios a Abrahán, cf. Gn
12, 1.7; para un relato arameo de la visión, cf. lQapGen 22, 27. Al
dar testimonio de Jesús, enviado por Dios a su pueblo, Esteban
quiere relacionar este último emisario del cielo con la primera lla-
mada al «padre Abrahán».
Abrahán, cuyo primer nombre era Abram, hijo de Téraj, nació
en Ur, una antigua ciudad al sur de Mesopotamia (Gn 11, 26-27).
cuando estaba en Mesopotamia y antes de que se estableciese
en Harán. Sobre Mesopotamia, cf. nota a 2, 9. Harán estaba al nor-
oeste de Mesopotamia, en la región de los amorreos, al este de Ca-
naán; era un centro comercial importante, encrucijada de las rutas
que seguían las caravanas (de Egipto a Persia y de Babilonia al Asia
Menor). Según Gn 11, 28-31, después de la muerte en Ur de Harán,
el hijo de Téraj, este tomó a Abram y a otros miembros de su fami-
lia y los sacó de allí «para dirigirse a Canaán; pero cuando llegaron
a Harán, allí se asentaron». Téraj finalmente murió allí a la edad de
doscientos cinco años (Gn 11, 32). Luego el Señor se dirigió a
Abram (Gn 12, 1) y le ordenó que dejara Harán, esto es, su «tierra,
su parentela y la casa paterna» (cf. Gn 12, 5; 24, 10; 29, 4).
Esteban habla de la llamada de Dios a Abrahán según una for-
ma de la historia de Abrahán que depende sobre todo de Gn 15, 7 y
que era corriente en el judaismo de la época: «Yo soy Yahvé que te
saqué de Ur de los caldeos» (cf. Neh 9, 7). Filón también entendió
así la llamada de Abrahán (De Abrahamo 14 §62; pero cf. De mi-
504 Discurso de Esteban (7, 2-53)
Jacob, a José y a los dos hijos de José (46, 20), o «setenta perso-
nas» (Gn 46, 27; cf. Ex 1, 5; Dt 10, 22). Cf. Jub 44, 33. Los LXX
del primero de estos dos pasajes leen «setenta y cinco» (=66+9 hi-
jos de José); igualmente 4QGen-Exoda 17-18, 2; 4QExodb 1, 5
(DJD 12, 18, 84; cf. ESBNT, 87-88, n. 75). Lucas sigue la tradición
de los LXX, pero no todas las setenta y cinco personas habrían lle-
gado a Egipto en esta visita. Para una explicación alegórica de la
diferencia entre las tradiciones de Éxodo y Deuteronomio, cf. Fi-
lón, De migratione Abrahami 36 §§199-201.
15. Jacob bajó a Egipto y murió allí. Es la tercera visita de la fa-
milia de Jacob a Egipto. Cf. Gn 46, 5-6.28-29; 47, 28; 49, 33. Lucas
hace que Esteban abrevie la historia de la bajada de Jacob a Egipto.
Al igual que nuestros padres. Esto es, el resto de la familia de Jacob.
16. Pero fueron trasladados a Siquén y puestos en el sepulcro.
Literalmente, «monumento conmemorativo», palabra comúnmen-
te usada en el mundo contemporáneo de habla griega en lugar de
«sepultura, tumba». Era un lugar donde se recordaba al muerto. Ja-
cob, antepasado epónimo de Israel, aunque murió en un país ex-
tranjero fue enterrado en su propia tierra, Israel.
queAbrahán había comprado por una suma de dinero a los hi-
jos de Jamor en Siquén. El discurso de Esteban confunde la tierra
donde está enterrado Jacob con la tierra que Jacob compró a los hi-
jos de Jamor (Gn 33, 19). Jacob fue enterrado en el campo de Mac-
pelá en Mambré, cerca de Hebrón (Gn 50, 13; cf. 49, 30-31), en el
terreno que Abrahán compró a Efrón el hitita (Gn 23, 16-20), don-
de también están enterrados Abrahán, Sara, Isaac, Rebeca y Lea
(cf. Josefo, Guerra judía 4, 9, 7 §532). Según Josefo (Antigüeda-
des 2, 8, 2 §199), los hermanos de José también fueron enterrados
en Hebrón; lo mismo afirman Jubileos 46, 9; T. Reuben 7, 2. Sin
embargo, José fue enterrado en el campo comprado por Jacob en
Siquén (Jos 24, 32; cf. Ex 13, 19).
17. A medida que se acercaba el tiempo del cumplimiento de la
promesa que Dios había hecho a Abrahán. Literalmente, «a medi-
da que se acercaba el tiempo de la promesa». Esto es, la promesa a
los descendientes de Abrahán de que heredarían el país de Canaán,
mencionada en los v. 5-7 (Gn 17, 8; 48, 4; cf. Gn 12, 7; 13, 15; 15,
18-20; 24, 7). En este contexto, la «promesa» forma una transición
entre la historia de José y la historia de Moisés. Así como José fue
un instrumento en el cuidado providencial de Dios para con su pue-
Hch 7 2 53 Notas 511
tarlo. De esta manera Dios hace que una hija del faraón salve y
proteja al hebreo a quien Dios ha escogido para liberar a su pueblo.
22. Moisés fue educado [en] toda la sabiduría de los egipcios.
Esteban recalca el nacimiento y la educación extranjera de Moisés,
para destacar el carácter del que había de conducir al pueblo de
Dios a «este lugar». Cf. Filón, De vita Mosis 1, 5 §§20-24; 2, 1 §1;
Josefo, Antigüedades 2, 9, 7 §236.
llegó a ser poderoso en palabras y obras. Así describe Esteban
a Moisés, empleando las mismas palabras que los discípulos cami-
no de Emaús usaron al hablar de Jesús (Le 24, 19; cf. Hch 2, 22).
Contrasta con la descripción que en Ex 4, 10 Moisés hace de sí
mismo como carente de elocuencia, «torpe de boca y torpe de len-
gua». Cf. Eclo 45, 3 («por sus palabras aceleró los signos»); Filón,
De vita Mosis 1, 14 §80; Josefo, Antigüedades 2, 12, 2 §271. Salvo
esta parte del discurso de Esteban, ninguna de las tradiciones anti-
guas testifica la elocuencia de Moisés.
23. Cuando cumplió cuarenta años de edad, le vino el deseo de
visitar a sus hermanos los israelitas. Literalmente, «cuando se
cumplió para él el tiempo de cuarenta años, abundó en su corazón
visitar a sus hermanos, los hijos de Israel», esto es, en su trabajo
forzado, bajo la vigilancia de los capataces egipcios. A pesar de
su educación egipcia, Moisés nunca se olvidó de su origen ni de su
propio pueblo. El Antiguo Testamento no menciona los «cuarenta
años»; este lugar del Nuevo Testamento es probablemente la pri-
mera constancia de la edad de Moisés cuando salió de Egipto; para
el debate rabínico ulterior sobre su edad, cf. Str-B 2, 679-680; tam-
bién Sifre §357. La expresión anebe epi ten kardian, «abundó en su
corazón», proviene de 2 Re 12, 5 (LXX; manuscrito A); Is 65, 16;
Jr 3, 16; 51, 21 (=texto masorético 44, 21), donde a veces es una
traducción del hebreo 'lh 7 Ib (cf. Wilcox, Semitisms, 63)
24. Viendo maltratar a uno de ellos, fue en su ayuda y vengó al
hombre oprimido matando al egipcio. Cf. Ex 2, 1 lb-12. La historia
del Antiguo Testamento dice que Moisés miró alrededor y, viendo
que no había nadie, mató al egipcio. El discurso de Esteban da por
supuesto que el lector está familiarizado con la historia de Moisés y
no explica lo de «el egipcio». Cf. Filón, De vita Mosis 1, 8 §§43-44.
25. Creía que [sus] parientes entenderían que Dios les ofrecía
la salvación a través de él, pero no lo entendieron. Este es el ador-
no interpretativo de Esteban de la historia del Éxodo con el fin de
514 Discurso de Esteban (7, 2-53)
ejército del cielo», frase que proviene de 1 Re 22, 19; Jr 7, 18; 19,
13; Neh 9, 6 (LXX), y que denota las estrellas y otros cuerpos ce-
lestes y, en ocasiones, los espíritus o ángeles que gobiernan sus
movimientos. Como dijo Pablo en Rom 1, 24.26.28, Esteban es
presentado dejándose llevar del pensamiento protológico cuando
habla de Dios «entregando» al pueblo de Israel a la idolatría (cf.
Romans, 108, 272). Cf. Sab 11, 16: «que sepan que con lo que uno
peca, con eso mismo es castigado». También Dt 4, 16; Os 13, 2-4.
como está escrito. Lucas usa la fórmula introductoria kathos
gegraptai, «como ha sido escrito», igual que en Le 2, 23 (cf. la no-
ta correspondiente); se repite en Hch 15, 15. La formula proviene
de Dn 9, 13 (Teodoción), traducción del hebreo ka 'áser katüb, o de
2 Re 14, 6 (LXX), traducción del hebreo kakkatüb, donde también
se usa referido a las Escrituras. La primera de estas fórmulas he-
breas que introducen citas en el Antiguo Testamento se encuentra
en la literatura de Qumrán (por ejemplo, 1QS 5, 17; 8, 14; CD 7,
19; 4QFlor 1-2 i 12; 4QpIsac 4-7 II, 18; 4QCatenaa 10-11, 1; 4Q178
3, 2; cf. Fitzmyer, ESBNT, 3-58, especialmente 8-9). Cf. también
B. M. Metzger, The Formulas Introducing Quotations qfScripture
in the NT and the Mishnah: JBL 70 (1951) 297-307; reimpreso en
Historical and Literary Studies: Pagan, Jewish, and Christian
(NTTS 8), Leiden 1968, 52-63.
en el libro de los profetas. Esto es, en el dodekapropheton, «el
(libro de los) doce profetas». En la antigüedad los escritos de los
doce profetas menores fueron considerados como un solo libro. Cf.
Josefo, Contra Apión 1, 8 §40 (uno de los «trece» escritos proféti-
cos posmosaicos); Epifanio, De mensuris 4.
'¿Me ofrecisteis acaso víctimas y sacrificios durante cuaren-
ta años en el desierto, casa de Israel? 43No, transportasteis la
tienda de Moloc y la estrella de [vuestro] dios Refán, imágenes
que hicisteis para adorarlas. Por eso os trasladaré más allá de
Babilonia'. Esteban cita Am 5, 25-27 (LXX), pero transpone una
frase en el primer versículo, sustituye proskynein autois, «para
adorarlas», por heautois, «para vosotros mismos», y cambia «Da-
masco» por «Babilonia». El profeta había reprochado a la casa de
Israel su idolatría y, en consecuencia, la había amenazado con la
deportación y el exilio. Amos les recordó que la relación de Israel
con Dios durante su experiencia en el desierto fue directa y no tu-
vo necesidad de ofrecerle holocaustos. Esteban repite tales pala-
Hch 7, 2-53: Notas 521
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Cf mas bibliografía en 6, 8-15
Comentario
Tal como están las cosas ahora y a pesar de la mención del sa-
nedrín, el relato de la historia de Esteban (6, 8-15 y 7, 54-8, la) se
parece más a una reacción o linchamiento de la multitud que a un
proceso oficial. ¿Cómo podría ocurrir una cosa así? Pudo haber su-
cedido en el interregno, después de que Vitelio, gobernador romano
de Siria, ordenara a Pilato, prefecto de Judea por diez años (26-36
d.C), volver a Roma para presentar al emperador Tiberio un infor-
me sobre su gobierno, debido a las acusaciones hechas contra él por
los samaritanos (Josefo, Antigüedades 18, 4, 2 §89). Cuando Pilato
llegó a Roma, Tiberio acababa de morir (6 de marzo del 37 d.C), y
nadie sabe cuándo pudo haber dejado Judea. Tal vez antes del in-
vierno del 36-37 d.C, lo cual concuerda con la probable fecha de la
conversión de Saulo (cf. el comentario a 9, 19b-25). Esta explica-
ción, usando el interregno entre la partida de Pilato y la llegada de
Marcelo, el prefecto interino, como la ocasión del linchamiento de
Esteban, no deja de tener sus problemas (cf. Barrett, Acts, 382). De
todos modos, se trata de cuestiones de poca importancia que apenas
si pueden socavar seriamente esta explicación. En todo caso, la eje-
cución de Esteban es verosímilmente entendida como «linchamien-
to judicial» (Haenchen, Acts, 296), a pesar de S. Dockx, Date de la
mort d'Etienne le Protomartyr: Bib 55 (1974) 65-73.
Lucas no describe la lapidación con los detalles con que aparece
expuesta en la Misná {Sanedrín 6, 3-4); esto, sin embargo, no quie-
re decir que Lucas «no supiera cómo se llevaban a cabo las lapida-
ciones judiciales» (Haenchen, Acts, 296). Haenchen ingenuamente
recurre a fórmulas judiciales misnaicas de la Judea anterior a los
años 70, sin una palabra que justifique tal extrapolación gratuita.
Esteban, el primer mártir cristiano, sufrió la muerte por el testi-
monio que dio a los jerosolimitanos sobre el Justo (7, 52), que se le
ha aparecido «de pie a la derecha de Dios» (7, 55). El testimonio
dado de Cristo resucitado puede animar a sus seguidores a dar sus
vidas por esa causa. Esteban muestra el camino no sólo en su pro-
fesión de fe en Cristo, incluso hasta la muerte, sino además en el
pedir a Dios perdón para sus verdugos. Esteban ha criticado a los
judíos de Jerusalén de ser obstinados y de resistir al Espíritu san-
to, pero a la hora de la muerte da un testimonio más del poder de
Cristo y de su Espíritu en una dedicación que es un final digno
de su vida cristiana. Esteban pide que descienda el perdón de Dios
sobre los que lo apedrean.
534 Martirio de Esteban (7, 54-8, la)
Notas
Comentario
N o t a s
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III
La misión del testimonio en Judea y Samaría
(8, 5-40)
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1
FELIPE EN SAMARÍA
Y SU ENCUENTRO CON SIMÓN (8, 5-25)
5
Felipe bajó a [la] ciudad de Samaría y predicaba al Mesías a ,
la gente. 6A1 oír y ver las señales que realizaba, el gentío,
unánimemente, prestaba atención a lo que Felipe decía. 7Los r
espíritus impuros que poseían a muchos salían dando alari-
dos; muchos otros, paralíticos y cojos, eran curados. 8Así que
había gran alegría en aquella ciudad. "Un hombre llamado
Simón había practicado la magia en la ciudad y fascinado al
pueblo de Samaría, '"haciéndose pasar por alguien importan-
te. Todos ellos, chicos y grandes, le prestaban atención, di-
ciendo: «Este hombre es el 'Poder de Dios' llamado grande».
"Ellos le prestaban atención por haberles fascinado durante
bastante tiempo con su magia. 12Pero cuando creyeron a Fe-
lipe que predicaba el reino de Dios y el nombre de Jesucris-
to, hombres y mujeres se bautizaban. 13E1 mismo Simón cre-
yó, fue bautizado y fue un fiel seguidor de Felipe. Al ver las
señales y los grandes prodigios que hacía, él también se ,
asombraba. 14Cuando los apóstoles en Jerusalén oyeron que
Samaría había acogido la palabra de Dios, les enviaron a Pe-
dro y Juan. 15Estos bajaron y rezaron por ellos, para que reci-
bieran el Espíritu santo. 16Pues todavía no había descendido
sobre ninguno de ellos; sólo habían sido bautizados en el
nombre del Señor Jesús. "Entonces Pedro y Juan impusieron "
sus manos sobre ellos y recibieron el Espíritu santo. l8Viendo
Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se „
comunicaba el Espíritu, les ofreció dinero, ''diciendo: «Dad-
me también a mí este poder, de modo que a todo el que le im-
ponga yo mis manos reciba el Espíritu santo». 20Pero Pedro le
dijo: «Que tu dinero vaya contigo a la perdición. Tú crees que
546 Felipe en Samaría (8, 5-25)
J
Comentario ^ é < •'• aoíb ¿O'-.F. >;
Desde el comienzo [la comunidad cristiana] goza del don del Espí-
ritu y, a medida que se le añaden nuevos conversos, no sólo son in-
corporados a la institución por medios institucionales, sino que re-
ciben el Espíritu santo igual que lo recibieron los apóstoles al
principio, y con los mismos resultados evidentes...; la Iglesia es
una comunidad llena del Espíritu, y posee el poder, que ni la rique-
""'>'' za ni ningún otro recurso pueden adquirir, de transmitir el Espíritu
-íi'jf a otros {Light, 295). , . , , , .
548 Felipe en Samaría (8, 5-25)
Notas
2; Diálogo con Trifón 120, 6). Cf. Ireneo, Adversus Haereses 1, 23,
1-2; 1, 16; 1, 20; Eusebio, Historia eclesiástica 2, 13, 1-8; Tertulia-
no, De anima 34; Adversus omnes haereses 1; Clemente de Alejan-
dría, Stromata 2, 52, 2; Epifanio, Panarion 21, 1-4. Contra todos es-
tos, K. Beyschlag (Simón Magus, 7-98) reacciona acertadamente
sosteniendo que no existió un gnosticismo tan temprano y que Si-
món no fue un gnóstico; asimismo, R. Bergmeier, Quellen vor-
christlicher Gnosis?, en G. Jeremias y otros (eds.), Tradition und
Glaube... Festgabe für Karl GeorgKuhn..., Gottingen 1972, 202-
208. El gnosticismo comenzó a descollar a mediados del siglo II, y
aunque puede haber elementos protognósticos en el Nuevo Testa-
mento, ninguno de ellos es claramente evidente en este episodio o
en los escritos lucanos. Algunos comentaristas han tratado de usar
este episodio como prueba de que este Simón no es el mismo que
el mencionado por Justino Mártir y otros escritores patrísticos (R.
M. Grant, Gnosticism & Early Christianity, New York 1966, 75).
Esa opinión es sumamente improbable. Justino ciertamente data a
Simón en el reinado de Claudio.
Yendo más allá de tales adornos antiguos del relato, Conzel-
mann añade (Acts, 63) que Simón «aparece como un theios aner,
«hombre divino», con poderes milagrosos y doctrinas sobre la re-
dención». Todo esto ha sido visto en el texto de Lucas, que tan so-
lo identifica a Simón como un mago.
y fascinado al pueblo de Samaría. Esto es, antes de la llegada
de Felipe, Simón había atraído a muchos seguidores con sus artes
mágicas. Lucas lo introduce en su historia para contrarrestar cual-
quier identificación del efecto del Espíritu con las prácticas de la
magia.
10. haciéndose pasar por alguien importante. Literalmente,
«diciendo que él era alguien importante». Esto se explica por lo
que se dice más tarde en este versículo.
Todos ellos, chicos y grandes, le prestaban atención. Esta noticia
simplemente desarrolla la fascinación mencionada al final del v. 9.
«Este hombre es el 'Poder de Dios' llamado grande». El parti-
cipio kaloumene se encuentra en los manuscritos P74, X, A, B, C, D,
E, 33 y 1739, pero lo omiten los manuscritos x¥, 36, 307 y 453. Su
omisión refuerza la identificación de Simón, pues el adjetivo me-
gale, refiriéndose a dynamis, «poder», es femenino. Se insinúa que
ese Simón no sólo era llamado mago, sino que lo era, o al menos se
Í Hch 8 5 25 Notas 553
i).
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26
Entonces el ángel del Señor dijo a Felipe: «Levántate y vete
hacia el sur por el camino que baja de Jerusalén a Gaza, la ru-
ta del desierto». 27Así que se levantó y se fue. Había un etío-
pe eunuco, intendente que estaba al frente del erario de Can-
dace (esto es, la reina) de los etíopes. Había ido a Jerusalén
para adorar, 28y regresaba a casa. Sentado en su carruaje, iba
leyendo al profeta Isaías. 29E1 Espíritu dijo a Felipe: «Corre y
llégate a ese carruaje». 30Felipe corrió y oyó que leía al profe-
ta Isaías. Le dijo: «¿Seguro que entiendes lo que estás leyen-
do?». 3IÉ1 contestó: «¿Cómo voy a poder, si no me orienta na-
die?». Así que invitó a Felipe a que subiera y se sentara con él.
32
Este era el pasaje de la Escritura que estaba leyendo:
Fue llevado como oveja al matadero,
y como cordero mudo ante el que lo trasquila,
así no abrió su boca.
33
En [su] abatimiento no se le hizo justicia.
¿Quién hablará jamás de su posteridad?
Porque arrancan su vida de esta tierra1.
34
Entonces el eunuco dijo a Felipe: «Por favor, señor, ¿de quién
dice esto el profeta?, ¿de sí mismo o de algún otro?». ^Enton-
ces Felipe habló, y empezando por aquel texto de la Escritura,
le predicó a Jesús. 36Según iban de camino, llegaron a un sitio
con agua, y el eunuco dijo: «Mira, ahí hay agua. ¿Qué impide
que yo me bautice?». [37] 38Mandó parar el carruaje y los dos,
Notas
que leía al profeta Isaías. El libro de Isaías fue siempre un libro del
Antiguo Testamento muy leído entre los judíos, como revela el nú-
mero de copias encontradas en las cuevas de Qumrán. El eunuco lo
leía en voz alta para sí mismo, como era costumbre en la antigüe-
dad. Cf. G. L. Hendrickson, Ancient Reading: CJ 25 (1929) 186-
196; J. Balogh, Voces Paginarum: Beitrage zur Geschichte des lan-
tén Lesens und Schreibens: Philologus 82 (1926-1927) 84-109.
202-240.
Le dijo: «¿Seguro que entiendes lo que estás leyendo?». La pre-
gunta de Felipe es una pregunta inductiva.
31. El contestó: «¿ Cómo voy a poder, si no me orienta nadie?».
Lucas formula la respuesta del eunuco con un optativo potencial
con an (cf. BDF §385), pero el texto «occidental» lo cambia a pre-
sente de indicativo, «¿cómo puedo yo?». La respuesta del eunuco a
Felipe plantea el mismo clásico problema sobre la interpretación
de las Escrituras. Se necesita orientación para entenderlas. Esto
brinda a Felipe la oportunidad de subrayar el sentido cristológico
de las palabras del profeta. Para la interpretación lucana global del
Antiguo Testamento desde el punto de vista cristológico, cf. Le 24,
25-27.44-49.
Así que invitó a Felipe a que subiera y se sentara con él. i2Este
era el pasaje de la Escritura que estaba leyendo. Literalmente, «la
perícopa de la Escritura que leía era esta». Sobre he graphe por «Es-
critura», cf. nota a 1, 16.
Fue llevado como oveja al matadero, y como cordero mudo an-
te el que lo trasquila, así no abrió su boca. 33En [su] abatimiento
no se le hizo justicia. ¿Quién hablará jamás de su posteridad? Por-
que arrancan su vida de esta tierra. Las palabras de Isaías 53, 7-8
(LXX) están citadas con exactitud, con el añadido sólo de autou (al
comienzo del v. 33) en algunos manuscritos (C, E, x¥, 33 y la tra-
dición textual Koine; omitido en los manuscritos P74, N, A, B,
1739) y con la supresión de la última cláusula del v. 8. Los LXX no
son una versión exacta del texto masorético, que en el v. 8 difiere
considerablemente. En la forma de los LXX, las palabras del pro-
feta describen el sufrimiento silencioso del siervo del Señor, que es
comparado con un animal mudo que va a ser trasquilado o llevado
al matadero; pues fue injustamente condenado y ejecutado y nadie
oirá jamás de su posteridad. Lucas entiende estas palabras como
referidas a la crucifixión y muerte de Jesús. A pesar de Conzel-
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VOLUMEN I
Prólogo 11
Siglas y abreviaturas 17
Principales siglas y abreviaturas 17
Otras abreviaturas 28
Introducción 89
1. Título, autor, fecha, intención de los Hechos 89
;
' a) Título 89
b) Autor 92
1
c) Fecha de composición 96
l f
" d) Intención 100
' 2. Texto de los Hechos 114
3. Fuentes de los Hechos 130
r,
4 . Uso del Antiguo Testamento en los Hechos 144
•* 5. Composición de los Hechos y análisis crítico de la forma . 151
*'' a) Narraciones 151
b) Resúmenes 153
1,<Í
c) «Secciones nosotros» 154
d) Discursos 162
6. Lenguaje y estilo de los Hechos 174
7. Estructura y esquema de los Hechos 180
8. Carácter histórico de los Hechos 186
9. La historia lucana de Pablo 192
a) La historia de Pablo en los Hechos 192
•* b) Los problemas de la historia lucana 197
*" *• c) Apoyos extrabíblicos a la cronología paulina 204
s
O- d) Esquema de cronología paulma 206
572 índice general
' 'i . , • ,
VOLUMEN II
Contenido ,, 7
C
V LA DECISIÓN DE JERUSALÉN SOBRE LOS
GENTILES CRISTIANOS (15, 1-35)