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El plátano y banano (Musa sp.

), son cultivos que se caracterizan por ser una valiosa


fuente alimenticia para el consumidor y un importante factor de seguridad alimentaria para
el productor y su familia, genera ingresos permanentes para los agricultores,
constituyendo una “caja chica” para financiar otras actividades agrícolas.
El plátano es una planta herbácea monocotiledónea, de la familia Musaceae, originaria del
sudeste asiático y traída a nuestro país por los españoles en el siglo XVl (Corpoica, 2006).
Es considerado el cuarto cultivo más importante del mundo, por tratarse de un producto
básico y de exportación, fuente de empleo e ingresos en numerosos países del trópico y
subtrópico. Las variedades de plátano cultivadas en Colombia son: dominico-hartón,
dominico, hartón, pelipita, morado, cachaco, popocho, pompo, maqueño, guineo y trucho
(Universidad Nacional de Colombia, 2007). Este es un producto muy importante en la
canasta de los alimentos que consumen los colombianos; en el IPC de los alimentos está
ubicado en el grupo de los tubérculos, raíces y plátanos, donde tiene un peso del 33%.1

Condiciones agroecológicas para el cultivo del plátano Altitud: Es una condición que
determina el periodo vegetativo del plátano de acuerdo con la variedad, adaptándose en
un amplio rango que va desde los cero metros hasta los 2000 msnm (Universidad de
Córdoba, 2011).

Temperatura: Es un factor que determina la frecuencia de emisión de las hojas y de ella


depende que el periodo vegetativo de la planta sea más largo o más corto.

Precipitación: El cultivo del plátano requiere, para su normal desarrollo y buena


producción, precipitaciones bien distribuidas durante el año.

Vientos: No se recomienda establecer el cultivo en zonas que presenten fuertes vientos,


superiores a los 20 kilómetros/hora, dado que causan daños en las hojas como
doblamiento o rotura, afectando la producción.

Humedad relativa: La humedad relativa del ambiente debe ser adecuada (75-80 %), dado
que condiciones de alta humedad podrían favorecer la presencia de enfermedades
causadas por hongos (Corpoica, 2006).

Luminosidad: Se debe contar con buena cantidad de luz día, para que las plantas se
desarrollen adecuadamente (hojas, racimos, yemas o brotes laterales). En el caso
contrario, la baja disponibilidad de luz retrasa la producción y afecta la calidad del fruto
(Universidad de Córdoba, 2011).

Suelo: El plátano requiere de suelos con topografía ondulada a plana, profunda, bien
drenada, fértil y con buena cantidad de materia orgánica, de texturas medias y sueltas
(franco arenoso a franco-arcillo-arenosos). En la tabla 1 se presentan los rangos óptimos
para el desarrollo del cultivo de plátano de acuerdo con la variedad.

Obtención de la semilla

1
Ministerio de agricultura, DANE. Boletín mensual INSUMOS Y FACTORES ASOCIADOS A LA PRODUCCIÓN
AGROPECUARIA. Abril 2014 • Núm. 22
El plátano se propaga por medio de material vegetativo conocido como colinos, cormos,
cepas o hijos. Por esto se hace necesario obtener la semilla de plantaciones sanas para
evitar la propagación de enfermedades o plagas como bacteriosis, moco, picudo negro,
gusano tornillo, entre otras. Por otra parte, las plantas seleccionadas para obtener la
semilla deben ser vigorosas y con racimos grandes. La semilla se obtiene por extracción
de colinos, inducción de brotes o mediante la compra directa de cormos o colinos en
fincas certificadas por el ICA de acuerdo con la resolución 3180 (ICA, 2012).

Establecimiento del cultivo

En la etapa de establecimiento se adelantan actividades como a) selección y preparación


del terreno (trazado y ahoyado) y b) siembra y/o resiembra.

a. En la selección del terreno para el establecimiento del cultivo el lote debe estar ubicado
cerca de una fuente de agua, contar con posibilidad de mecanización de algunas labores
y contar con vía de acceso. Una vez seleccionado el terreno, se adelanta la limpieza
cortando y repicando las malezas, dejándolas sobre el suelo para facilitar su
descomposición; se ubican las partes húmedas, en donde se construyen drenajes para
evacuar el agua sobrante y bajar el nivel freático. Se recomiendan labores de arado solo
cuando el uso del suelo está en potrero (Agronet, 2014).

Por su parte, el trazado más indicado en terrenos pendientes es en sistema de triángulo o


tresbolillo, orientando los surcos a través de la pendiente y guardando una distancia entre
sitios de 3 x 3 metros, con lo que se logran 1.280 sitios/hectárea. En suelos planos el
trazado puede ser en triángulo o en cuadrado; en este último caso la densidad de siembra
sería de 1.111 plántulas/hectárea. Seguidamente y un mes antes de la siembra, se
adelanta el ahoyado, que consiste en abrir huecos de 40 x 40 x 40 centímetros en cada
uno de los sitios marcados, agregar en el fondo del hoyo 1 a 2 kilogramos de abono
orgánico bien descompuesto y 100 gramos de cal dolomita mezclados con la tierra
extraída de la parte superior del hueco (Corpoica, 2006).

En este sentido, de una plantación con una densidad de siembra de 1.666


plantas/hectárea, se puede obtener una cosecha de 23,2 toneladas de fruta en un primer
ciclo vegetativo de 15,5 meses.

b. La siembra del plátano se debe adelantar al inicio del periodo de lluvias, ubicando el
cormo o colino en el centro del hoyo en posición vertical y cinco centímetros por debajo de
la superficie del suelo. En el caso de plántulas obtenidas por inducción de brotes se
deben retirar previamente la bolsa de polietileno, agregar la mezcla de suelo con la
materia orgánica y apisonar para eliminar bolsas de aire que puedan acumular agua y
causar pudrición de la semilla o de las raíces. Finalmente, se debe repicar alrededor del
hoyo para soltar el suelo y permitir la penetración de las raíces, cubriendo la superficie
con residuos de malezas. Es importante adelantar la resiembra en el menor tiempo
posible con el fin de reemplazar los cormos o plántulas muertas y así lograr un desarrollo
homogéneo de la plantación; de igual manera, es recomendable, para aprovechar el
espacio en las calles durante las primeras etapas del cultivo, el establecimiento de
cultivos transitorios como: ahuyama, fríjol, maíz, habichuela, yuca, entre otros (Corpoica,
2006).

Manejo del cultivo


El manejo del cultivo del plátano comprende las siguientes labores:
a) manejo de arvenses o malezas,
b) fertilización,
c) deshije,
d) deshoje,
e) descalcetamiento,
f) destronque,
g) desmane y desbellote,
h) apuntalamiento,
i) embolsado del racimo.

a. El control de arvenses o malezas en el cultivo del plátano es una labor de gran


importancia, dado que estas compiten por agua, luz y nutrientes; además algunas son
hospederas de enfermedades e insectos plagas (Agronet, 2014). Por lo anterior, un buen
control de malezas hace parte del Manejo Integrado de Plagas y Enfermedades (MIPE).

En el caso del plátano el momento crítico por competencia se presenta desde la siembra
hasta los seis meses de edad; aun así el control de malezas se debe hacer
permanentemente durante la vida del cultivo, para evitar pérdidas en la producción que
solo se detectan al momento de la cosecha (Corpoica, 2006).

Dentro de los métodos de control se tienen:

1) control cultural, que se basa en la siembra de semilla sana y de buena calidad,


distancias de siembras razonables de acuerdo con las condiciones del suelo y del
ambiente, uso de coberturas con cultivos transitorios y un plan de fertilización de acuerdo
con el análisis de suelos y las demandas nutricionales del cultivo;

2) control manual con machete, guadaña o a mano especialmente en el área del plato de
la planta, para evitar herir las raíces superficiales; en igual sentido, este método es el más
recomendado durante la etapa de crecimiento, ya que no se causan daños a las plantas;

3) control químico, que se adelanta mediante el uso de determinados herbicidas,


dependiendo del tipo de malezas presentes en el cultivo y se recomienda su aplicación
después de terminada la etapa de crecimiento (Agronet, 2014).

b. Fertilización. El plan de fertilización debe ser elaborado y orientado por el asistente


técnico; para esto es necesario realizar el análisis de suelos del lote en donde se va a
establecer el cultivo, a partir del cual se determinan los tipos y las cantidades de
fertilizantes requeridos de acuerdo con la oferta de nutrientes del suelo y la demanda del
cultivo. Así mismo, la aplicación de materia orgánica contribuye a mejorar las condiciones
del suelo, aporta nutrientes y evita la pérdida de nutrientes por lavado o erosión del suelo,
causada por las aguas lluvias (Agronet, 2014).

Por otra parte, experiencias de fertilización del plátano en diferentes suelos indican que el
cultivo demanda suministro importante de nitrógeno, potasio, boro y azufre, el cual varía
de un suelo a otro. Un mes antes de la fertilización se recomienda en suelos ácidos
suministrar 200 gramos de cal dolomita y dos kilogramos de materia orgánica, repartidos
en dos aplicaciones al año antes del inicio de las lluvias (Corpoica, 2006).

Según Corpoica (2006), la primera aplicación, correspondiente al 25 % del total del


fertilizante recomendado en el plan de fertilización, se debe realizar entre los 45 y 60 días
después de la siembra, cuando la planta haya desarrollado su sistema radicular. La
segunda aplicación, del 50 % de la totalidad del fertilizante, debe ser a los 6 meses
después de la siembra. Y la tercera aplicación, del 25 % restante del fertilizante, se realiza
a los 9 meses después de la siembra; es decir, antes del inicio de la floración. Esta
aplicación debe estar dirigida al colino de reemplazo. Posteriormente y en adelante, cada
cuatro meses se hará una aplicación equivalente al 25 % del total del fertilizante
recomendado inicialmente.

Por su parte, para el suministro de los nutrientes requeridos por el cultivo, existen en el
mercado diversos fertilizantes como: cloruro de potasio 0-0-60, 15-15-15, fosforita, 15-4-
23-4, entre otros.

c. Deshije. Este se considera una labor de gran importancia en la vida útil del cultivo que
repercute en la producción sostenida y en la calidad de la fruta. Mediante el deshije se
eliminan los colinos más débiles que le compiten a la planta por nutrientes, espacio, agua
y luz; se dejan los más vigorosos y distantes de la base de la planta, llamados puyones de
espada o agujas, como reemplazo de la planta madre, buscando siempre mantener la
secuencia madrehijo-nieto. El primer deshije se realiza entre el sexto y séptimo mes de
establecida la plantación, repitiendo esta actividad cada 7 u 8 semanas; se recomienda el
uso del barretón o barreno tipo sacabocado para eliminar el ápice vegetativo1 del colino,
sin herir o cortar la cepa de la planta (Agronet, 2014).

d. Deshoje. Existen dos tipos de deshoje: el sanitario, que busca eliminar hojas enfermas
por sigatoka, dobladas o que han cumplido el ciclo de vida (hojas bajeras, amarillas o
secas); y el de protección de racimos, consistente en eliminar hojas o parte de ellas que
puedan causar daño al racimo (Agronet, 2014).

El corte de las hojas se debe realizar de abajo hacia arriba, teniendo precaución de dejar
una pequeña porción del falso peciolo o vena de la hoja para evitar la entrada de
enfermedades por el pseudotallo o vástago; al pasar de una planta a otra es muy
importante desinfectar las herramientas con hipoclorito de sodio al 2 o 3 % 2,
especialmente cuando se tenga la presencia de la enfermedad del Moko (Corpoica,
2014). El deshoje se puede adelantar cada una o dos semanas, dependiendo de si hay o
no presencia de lluvias y vientos fuertes, y del grado de incidencia de enfermedades,
teniendo en cuenta que la planta debe mantener mínimo nueve hojas funcionales (hojas
en buen estado), para producir un racimo de excelentes condiciones. Esta labor permite:
a) entrada suficiente de luz solar a la base de la planta, favoreciendo el desarrollo de los
colinos de reemplazo y acortando los tiempos de los ciclos productivos, b) mejor aireación
de la plantación, con lo cual se reduce la humedad y se evita la afectación por
enfermedades y plagas, y c) acelerar la descomposición de la materia orgánica,
contribuyendo a mantener la fertilidad del suelo (Universidad de Córdoba, 2011).

e. Desguasque o descalcetamiento. Con esta labor se busca retirar de abajo hacia


arriba las calcetas3 secas o descompuestas, con el fin de evitar la acumulación de agua
en época de lluvias que puede favorecer el desarrollo de enfermedades o la propagación
de insectos plaga. En zonas cálidas esta actividad se debe adelantar rigurosamente cada
dos meses, para manejar la presencia del gusano tornillo (Universidad de Córdoba, 2011).

f. Destronque. Busca eliminar el pseudotallo o vástago inmediatamente se coseche el


racimo, cortándolo a ras del suelo y cubriendo la cepa con tierra para evitar que sirva de
hospedera o reservorio para la proliferación de enfermedades y plagas como bacteriosis,
gusano tornillo, picudo negro o rayado. Los residuos de la planta se pican dejándolos
sobre las calles para su descomposición y así favorecer la reincorporación de la materia
orgánica al suelo, mejorando sus características físicas y químicas (Corpoica, 2014).

g. Desmane y desbellote. Estas labores se pueden adelantar simultáneamente dos


semanas después de la floración y consisten en eliminar las manos incompletas –las que
se reconocen por tener dos o tres dedos– y separar la bellota o bacota del racimo,
cortando el raquis cerda de la última mano verdadera, teniendo la precaución de no
desgarrarlo; estas labores se deben realizar manualmente, sin el uso de herramientas
dado que se podría promover enfermedades como el Moko y/o la bacteriosis. Con esta
práctica se busca prevenir el ataque de enfermedades y plagas, así como lograr un mejor
llenado y peso de los frutos (Universidad de Córdoba, 2011).

h. Apuntalamiento. El apuntalamiento o amarre está dirigido a evitar el volcamiento de


las plantas causado por siembra superficial, mal drenaje, vientos fuertes, pendiente del
terreno, peso del racimo, daño por nematodos o deshije severo, entre otros. Para el
apuntalamiento se pueden utilizar dos puntales de caña brava o guadua ubicados cerca a
la salida del raquis; en el caso de amarre se utilizan dos cuerdas de nailon o polipropileno
atadas a la planta, cerca de la tercera hoja y aseguradas a los pseudotallos de las plantas
vecinas; esta labor se debe realizar cuando la inflorescencia apunte perpendicular al suelo
(Corpoica, 2014).

i. Embolsado. Con el embolsado se busca proteger el racimo del ataque de insectos


como raspadores del fruto (Colaspis spp), Mapaitero (Trigona sp), trip (Thrips spp), entre
otros, así como del daño causa

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