Libros 1 y 3
En el libro primero Aristóteles nos hablará acerca de las definiciones de ciudad
y ciudadano, posteriormente en el libro tres, acerca de las formas de gobierno
que pueden existir en una ciudad.
Libro primero:
Si bien hay esclavos que lo son por naturaleza, los vencidos en la guerra
también se los reconoce como propiedad del vencedor, ya que la victoria
supone siempre una superioridad en ciertos temas y la virtud tiene derecho,
como medio de acción, a utilizar hasta la violencia. El saber emplear a los
esclavos constituye una ciencia, no por poseerlos, sino porque se sirve de
ellos, esta consiste en saber mandar lo que los esclavos deben hacer, para
poder ellos dedicarse a la vida política o a la filosofía.
Libro tres:
Existen ciudadanos incompletos, que son aquellos que aún no han llegado a la
edad de inscripción cívica; y ciudadanos jubilados que son los ancianos que ya
han sido borrados de la inscripción cívica.
La obra común de todos los ciudadanos es el bienestar de su Estado, sin
importar las diferencias de los destinos de sus actos, así, la virtud del
ciudadano se refiere exclusivamente a la relativa al estado, pero como este se
encuentra revestido de diferentes formas (según el tipo de gobierno que
adopte), la virtud del ciudadano no puede ser nunca una, al contrario de la
virtud del hombre de bien, que es una y absoluta , entonces, es lícito que la
virtud del ciudadano sea distinta que la del hombre privado.
Sin embargo el magistrado digno de ejercer el mando, debe de contar con esta
doble virtud, de buen ciudadano y de hombre de bien, por lo que a los hombres
destinados a ejercer el poder, es preciso educarlos de manera especial debe
poseer las virtudes, tanto de mando (la prudencia), como de súbdito (la
obediencia), y contener así la ciencia, la fuerza del mando y la obediencia. Por
tanto el ciudadano es aquel hombre político, que es o puede ser dueño de
ocuparse, tanto personal como colectivamente de los intereses comunes y
tiene participación en los asuntos públicos.
El fin del Estado debe ser siempre, no sólo la existencia material de todos los
asociados, sino también su felicidad y su virtud, siendo ésta última la de primer
cuidado dentro del Estado, para que la asociación política no se convierta en
una alianza militar, ni la ley en una mera convención. Cuando un gobierno es
constituido por una consulta al interés común de los ciudadanos, entonces aquí
estamos hablando de una forma correcta de gobierno. Cuando el rey gobierna
por el interés común de todos los ciudadanos se llama Monarquía; cuando un
grupo de los mejores hombres de la ciudad gobierna por el bien de todos los
ciudadanos se llama Aristocracia y una mayoría gobierna por el bien público de
la ciudad se conoce como República.
En todos los casos, es preferible que la soberanía resida en la ley positiva, que
en algún ciudadano, ya que el hombre se corrompe ante el atractivo del instinto
y las pasiones del corazón cuando se encuentra en el poder. La ley, en cambio,
"es la inteligencia sin ciegas pasiones".