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La relajación profunda como fase superior en Blay

"Para la persona que practica la relajación profunda en esta fase


superior, la oración se convierte con mucha facilidad, al cabo de un
tiempo, en una verdadera contemplación. No necesita estar elaborando
discursos, no necesita meditar largamente; simplemente se mantiene en
un estado de presencia interior, de entrega, de apertura, apertura que es
una proyección total de la voluntad y del amor hacia Dios, y esto es una
auténtica oración contemplativa.
La oración contemplativa no consiste, como algunos creen, en estar así como
ensimismados con la mente completamente pasiva, pensando en lo bonito que es
Dios y todas sus cosas. La oración contemplativa, la contemplación, es el
funcionar con todas nuestras energías centralizadas en nuestra capacidad de
querer, de ver y de aceptar; todo a la vez. Es un funcionar en el vértice, en la
cúspide de nosotros mismos, y esto requiere una presencia total de uno mismo,
una lucidez, un estar plenamente disponible. Es una acción de tal intensidad que
se concentra en un punto, y por esto no hay acción en el sentido exterior, no hay
movimiento en el sentido exterior; es una total concentración de toda mi
capacidad de concienciación mental, afectiva y volitiva, en este punto de
presencia central en mí; eso es la oración contemplativa.
Por tanto, es la oración más activa que existe. Activa en el sentido de que están
funcionando activamente todas las facultades; una persona que esté atontada,
distraída, medio dormida, que no tenga una disponibilidad de su voluntad, de su
energía, no puede hacer una auténtica contemplación. Por eso también la
contemplación no solamente es producto de un estar despierto y disponible del
todo, sino que se convierte en una fuente de fuerza, de lucidez y de amor. Es
como si la vida entera subiera de voltaje, y, por lo tanto, la persona se hace capaz
de realizar cosas que antes parecían completamente imposibles. Quizás
exteriormente no pase nada, pero interiormente se va operando una
transformación extraordinaria en un nivel mucho más profundo y paralelamente
mucho más alto.
Como consecuencia, su acción externa se hace también mucho más eficaz sin
tener necesidad de agitarse tanto como antes, de hablar tanto, de demostrar tanto
las cosas. Adquiere espontáneamente un poder de demostración, de convicción,
de movilización que actúa directamente desde su interior hacia el interior de las
otras personas. Por esto su acción en el mundo se convierte en algo de una gran
eficacia y de un poder extraordinario".
Antonio Blay

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