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1.

Luis Felipe Noé (1933 – )

Pertenece al grupo de artistas que rompió


con la tradición de la pintura nacional,
dando inicio, en 1961, a la Nueva
Figuración argentina. Su pintura es
salvaje, barroca y superabundante. Tiene
por tema el caos, como principio
fundacional del lenguaje de la pintura y
de la reflexión latinoamericana.

Su formación artística es prácticamente


autodidacta. Vivió en París y Nueva
York, y desde 1959 realizó más de 70
exposiciones individuales en todo el
mundo. Hoy vive y trabaja en Buenos
Aires.

De forma permanente se puede ver sus obras en el Museo de Arte


Moderno de Buenos Aires (Av. San Juan 350), el Museo Nacional de
Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473) y en el Museo Fortabat (Olga
Cosettini 141, Puerto Madero).

2. Florencio Molina Campos (1891 – 1959)

Fue parte de una familia tradicional cuyos


orígenes se remontan a la época de la Colonia.
Pasó su vida alternando
entre la Ciudad de
Buenos Aires y los
campos de sus padres en
la provincia.
 No tuvo
una visión comercial de
lo que hacía: pintaba
porque le gustaba
pintar. Cuando por la
guerra no entraba al país
el papel canson que utilizaba, pintó sobre cajas de ravioles.
En sus obras se plantearon diversas controversias con otros artistas de la época; una de ellas
era por los horizontes, que él pintaba muy bajos, casi en una sexta parte de la altura de la
pintura. Otro era que en algunos dibujos mostraba a los caballos con las cuatro patas en el
aire. Fue profundamente criticado por ello. Él sostenía que pintaba lo que veía. Años después,
cuando el cine perfeccionó sus técnicas, permitió observar en las imágenes cuadro a cuadro
que, efectivamente, hay un momento en el galope del caballo en que sus patas sobrepasan a
sus manos, y el animal está totalmente en el aire.

Superado por una enfermedad terminal luego de una infructuosa operación, murió. Sus restos
están en el Cementerio de Moreno, al igual que su museo, ubicado a 10 cuadras de la estación
Moreno del Ferrocarril Sarmiento, sobre calle Molina Campos 342. Cuenta con la mas
grande colección de obras del artista junto a sus objetos personales.

3. Marta Minujin (1943 – )

Es una de las artistas de vanguardia de la


historia del arte argentino contemporáneo. Es
conocida por sus performances, happenings y
construcciones a gran escala… pero Minujín
se hace verdaderamente famosa cuando
compone, junto a Rubén Santantonín, La
Menesunda, una ambientación transitable
que propone al espectador experimentar una
variedad de sensaciones a lo largo de un
recorrido de 16 zonas. En los años 70, su obra
se enfoca en los iconos populares y el
consumo, con trabajos participativos como
Obelisco acostado (I Bienal de San Pablo, 1978) y Carlos Gardel de fuego (Medellín, 1981).
En 1983, para festejar el retorno a la democracia, realiza El Partenón
de libros, una réplica del Partenón de Atenas construido con libros
prohibidos durante la última dictadura militar argentina. En la
década del 80, “paga” la deuda externa argentina al artista
norteamericano Andy Warhol con mazorcas de maíz, el «oro
americano», en una acción simbólica realizada en Nueva York.
Desde los años noventa su trabajo ha sido revalorizado y consagrado
en diversos homenajes y retrospectivas. Sin embargo, Minujín
continúa trabajando como artista en su taller en el barrio porteño de
San Cristóbal.
Hay unas pocas obras de ella en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Av. San Juan
350) pero por la naturaleza de sus obras y espacios en donde recrea sus performance, no
queda otro que estar atentos a la siguiente para no perdérsela. Más información en:
http://www.marta-minujin.com/.
4. Prilidiano Pueyrredón (1823-1870)

Prilidiano fue un hombre de gustos refinados y conocimientos profundos en música, letras,


ciencias naturales, filosofía, física,
química y matemáticas. Hablaba
varios idiomas. Las famosas tres letras
P (P.P.P.) con que firmaba sus cuadros
originaron más de una polémica, ya
que nadie ha podido aclarar
fehacientemente la misteriosa P que
agregaba a su nombre. Su obra abarcó
desde retratos de la elite local hasta
desnudos, paisajes y escenas
costumbristas. Fue el diseñador de los
planos de la quinta de su amigo Miguel
J. Azcuénaga, base de la actual
residencia presidencial de Olivos. Murió a los 47 años de edad. Está enterrado en el
cementerio de la Recoleta.

En San Isidro, zona norte del conurbano -más precisamente en calle


Rivera Indarte 48- puede visitarse el museo que contiene la mayor obra
del artista. Se llama Museo Pueyrredón, pero no por el artista, sino por
su padre, dueño de la casa y sobre todo ex Director supremo de las
Provincias Unidas del Rio de la Plata. Hay una sala dedicada al atelier
del artista que incluye la salida al balcón desde el cual Prilidiano accedía
a los paisajes ribereños.
Sin salir de Capital se pueden ver muchas obras de este artista,
especialmente en el Museo Nacional de Bellas Artes (incluido el famoso retrato a Manuelita
Rosas, en Av. Del Libertador 1473) y algunas en el Museo Fortabat (Olga Cosettini 141,
Puerto Madero).

5. Emilio Pettoruti (1892 – 1971)

A los 11 años y por iniciativa de su abuelo,


pintó en lo alto de un muro un gran canasto
de flores, fruto exclusivo de su
imaginación. Llegó a Venecia con 20 años
y rápidamente tomó contacto con la
vanguardia artística italiana. Luego de
exponer colectiva e individualmente en
distintas ciudades de Italia partió a Munich
en 1921. En octubre de 1924 -en el Salón
Witcomb de Buenos Aires- Pettoruti realizó
su primera muestra, luego de once años de
ausencia en su país. Sus obras,
decididamente vanguardistas para la época, provocaron un escándalo de proporciones. A lo
largo de su vida, se mantuvo en contacto con los principales movimientos que marcaron
varias décadas: futurismo, cubismo, abstracción. Pero avanzó en
forma paralela, personal, sin plegarse jamás a una visión en común,
sin hacer concesiones. Falleció en París.
Sus obras se pueden ver en el Museo Provincial de Bellas Artes
Emilio Pettoruti en La Plata (entidad que él dirigió, calle 51 N° 525
e/5 y 6), en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador
1473), en el Museo Fortabat (Olga Cosettini 141, Puerto Madero),
en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano, Av. Figueroa
Alcorta 3415), en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Av.
San Juan 350) y en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sivorí (en
el corazón del Parque Tres de Febrero, área central de los bosques
de Palermo).

6. Carlos Alonso (1929 – )

La pintura de Alonso no se comprende con


facilidad. Su riqueza reside en las continuas
paradojas que plantea entre subjetividad y
racionalidad, entre caos y orden, entre placer
y disciplina. Ha ilustrado, entre otras obras
literarias, La Divina Comedia, El Juguete
Rabioso, Don Quijote de la Mancha y
Martín Fierro. Tras el golpe de Estado de
Argentina de 1976 y la desaparición de su
hija Paloma al año siguiente, Alonso se
exilió en Europa. Dos años después regresó
a Argentina, y a partir de ese momento realizó numerosas exposiciones. Ha recibido en dos
ocasiones el Premio Konex de Platino como el mejor Dibujante de la década de la Argentina.
Carlos Alonso es un maestro de la pintura contemporánea… de los más completos y
apasionados.

Sus obras se pueden ver en el Museo Nacional de Bellas Artes


(Av. Del Libertador 1473), en el Museo Fortabat (Olga
Cosettini 141, Puerto Madero) y en el MALBA (Museo de Arte
Latinoamericano, Av. Figueroa Alcorta 3415).
7. Antonio Berni (1905 – 1981)

Fue pintor, grabador, dibujante, muralista,


ilustrador y también creó objetos e
instalaciones. La desocupación, la pobreza,
el comienzo del nazismo y el fascismo, así
como la Guerra Civil Española, se hicieron
protagonistas en los cuadros de Berni.

Nació en Rosario, en el seno de una familia


de inmigrantes italianos que huyeron de la
Primera Guerra Mundial. Conoció la pintura
metafísica y el surrealismo en París. En
1933 tomó contacto con el mexicano
Siqueiros y con el concepto del mural como arte de proyección comunitaria. Su técnica
emblemática fue el collage, que empleó en dos ciclos de obras cuyos protagonistas
serán Juanito Laguna, el chico de la villa miseria y Ramona Montiel, la prostituta. La
elección de los materiales de deshecho se vuelve significativamente contextual: chapas,
cartones, maderas.
Su obra puede verse en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473), en el
Museo Fortabat (Olga Cosettini 141, Puerto Madero), en el MALBA (Museo de Arte
Latinoamericano, Av. Figueroa Alcorta 3415), en el Museo de Arte Moderno de Buenos
Aires (Av. San Juan 350) y en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sivorí (en el corazón del
Parque Tres de Febrero, área central de los bosques de Palermo).

8. Xul Solar (1887 – 1963)

Xul Solar buscaba en el lenguaje, como en


todo lo demás, la forma más perfecta para
transmitir la verdad. Su búsqueda de la
armonía universal lo lleva a trabajar en pro
del mejoramiento de la comunicación entre
los hombres. Crea un idioma universal
denominado panlengua. Estas y otras
invenciones están relacionadas con los
principios de la astrología a la que dedica
gran parte de su vida. Las invenciones
incluyen el pan-ajedrez -una especie de
ajedrez infinitamente más complejo pero
que podía jugarse en cualquier parte del mundo-, el Tarot modificado, y el piano con teclas
texturadas y coloreadas en correspondencia con los diferentes sonidos. Llega a dominar cerca
de veinte idiomas, entre ellos el guaraní, lo que hizo con el solo objeto de asistir a un congreso
en esa lengua -en el que participó sin ninguna dificultad-. Fue muy amigo de Jorge Luis
Borges.
La obra de Xul Solar puede verse en varios de los museos citados anteriormente, pero no
hay mejor lugar para encontrárselo que ir a su Casa Museo en la calle Laprida 1212, donde
está todo su universo, no solo los cuadros.
9. Benito Quinquela Martín (1890 – 1977)

Sus pinturas de escenas portuarias son una muestra


del vigor y de la aspereza de dicha actividad. Pero el
artista no solo se dedicó a pintar.

En los años 30, Benito fundó “La Peña”, uno de los


centros de reunión de artistas plásticos y escritores.
En 1933 compró un terreno que más tarde donó al
Estado para la construcción de la Escuela-Museo
Pedro de Mendoza. Le siguieron las donaciones de la
actual Escuela de Artes Gráficas Armada Argentina
y el Colegio Industrial, el Teatro de la Ribera, y el
Instituto Odontológico Infantil. Fue el inventor de la
calle «Caminito», una vía de ferrocarril abandonada
que él quiso transformar en museo al aire libre para
favorecer a los artistas y artesanos del barrio en la década de 1950. Con el tiempo, su éxito
fue tal que ahora pareciera que siempre estuvo ahí. A Benito hay que ir a verlo a La Boca,
por supuesto. Museo Benito Quinquela Martin: Pedro de Mendoza 1833/35.

10. Antonio Seguí (1934 – )

Seguí se burla de la locura de la vida


moderna y de las actitudes solemnes
adoptadas por los hombres. 
 Ha sido
etiquetado como Informalista y como
Surrealista. Sus piezas son generalmente
satíricas o críticas humorísticas de la
sociedad, representada a través de
grotescos personajes que viven historias
extrañas con un decorado urbano como
escenario.

Nació en Córdoba en 1934 y estudió


pintura y escultura en España y Francia,
países donde vivió entre 1951 y 1954. En
1957 realizó su primera exposición en la
Argentina y al año siguiente emprendió un viaje por Sudamérica y América Central. En
México se perfeccionó en la técnica del grabado. En 1961 regresó a Argentina y en 1963 se
radicó en Francia, donde vive al día de hoy.

Su obra puede verse en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473), en el
MALBA (Museo de Arte Latinoamericano, Av. Figueroa Alcorta 3415) y en el Museo de Arte
Moderno de Buenos Aires (Av. San Juan 350).
11. Juan Carlos Castagnino (1908 – 1972)

Dibujante eximio y arquitecto graduado en la


Universidad de Buenos Aires, nació en Mar del Plata.
En 1933 integró el grupo fundacional del primer
sindicato argentino de artistas plásticos, evidenciando
una inquietud social que encontraría adecuada
materialización en gran parte de su obra artística.

Su producción artística abarca desde el paisaje


marítimo de su ciudad natal, hasta la interpretación
lírica del suburbio bonaerense. Sus figuras recorren
un amplio espectro, alcanzando sus niveles más altos
en las maternidades y en los humildes personajes del
campo y la ciudad.

Su obra puede verse en el museo que lleva su nombre


en su ciudad natal (Avda. Colón 1189, Mar del Plata)
y en Capital en el Museo Nacional de Bellas Artes
(Av. Del Libertador 1473), en el Museo Fortabat
(Olga Cosettini 141, Puerto Madero) y en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Av.
San Juan 350).

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