TRADUCCION: TRADUCCION:
Ana_rmz cjuli2516zc
Andrea Florpincha
anemona Gisenid
DianaX IviAbernathy
eilosanchez Liliana
Femme Fatale Loly
Jessgrc96 Myr62
katherin.puentes
Leon CORRECCION:
LilyGolding Addictedread
micafp_2530 Caile
Mica Corrales Lelu
rihano IviAbernathy
Scherezade Sahara
CORRECCION: DISENO:
Scherezade IviAbernathy
REVISION:
Scherezade
LECTURA FINAL:
Scherezade
S. L. Scott Capítulo 19
Sinopsis Capítulo 20
Danny Weston Capítulo 21
Capítulo 1 Capítulo 22
Capítulo 2 Capítulo 23
Capítulo 3 Capítulo 24
Capítulo 4 Capítulo 25
Capítulo 5 Capítulo 26
Capítulo 6 Capítulo 27
Capítulo 7 Capítulo 28
Capítulo 8 Capítulo 29
Capítulo 9 Capítulo 30
Capítulo 10 Capítulo 31
Capítulo 11 Capítulo 32
Capítulo 12 Capítulo 33
Capítulo 13 Capítulo 34
Capítulo 14 Capítulo 35
Capítulo 15 Capítulo 36
Capítulo 16 Epílogo
Capítulo 17 Dirty Talk
Capítulo 18 Adelanto Dirty Talk
L
a autora mejor vendida del New York Times, S. L. Scott, siempre
estuvo interesada en las artes. Creció dibujando, escribiendo
poesía e historias cortas, y calentando sus días con buenos libros y
películas.
Es glamurosa.
Es atractiva.
Pero un patrón fue cambiado por otro cuando escogí esta carrera.
Diez años más tarde, cambiaría mi carrera para tenerlo de nuevo. Para
tenerla de regreso.
Cintura: 85 cm
Pecho: 104 cm
Traje: 42 G
Tiro: 34 cm
Número de Calzado: 13
—No te preocupes por ella. Estará bien. Solo dale unos minutos para
que se enfríe.
—Se ajustan en la cintura, ¿así que puedo añadir más tela si quieres?
Pero los necesitaré para poder hacerlo.
Levantando sus barbillas hasta que sus bocas están cerradas, rio entre
dientes mientras continúan mirando descaradamente. La mujer más alta
dice:
—Puedo añadir algo de espacio por ahí para ti. Haré que los traigan
en diez minutos.
—La que está por allí. —Cuando giro hacia el set, se han ido.
Examinando el piso de un lado al otro, las dos mujeres no están en ninguna
parte—. Estaba justo allí con una chica rubia. —Perplejo, vuelvo a
examinar—. No tengo idea de a dónde fueron.
—Espacio extra.
—Cinco minutos.
Cuando Simone vuelve, se sienta junto a mí. Su cuerpo está tenso, sus
manos tienen un ligero temblor y está más pálida que antes. Cuando la
gente de maquillaje se aproxima y comienza a retocarla, le susurro:
—¿Estás bien?
—Bien.
—Nos vemos.
—Hola, Becs, voy tarde para reunirme con los chicos. ¿Tienes algo que
pueda tomar de la sesión para usar?
—Eres la mejor.
—Lo sabes.
—¡Vete!
—Dan Man.
—Ya sabes.
—Tuve una noche larga. —Sonrío. Nah, le doy una sonrisa completa—.
¿Cuándo no está de mal humor? Oh, es cierto. El día de paga. —
Mirándola digo—: Luces bien, Jods. ¿Estás haciendo ejercicio?
—Mis disculpas por llegar tarde. El tráfico apesta en esta ciudad. Estoy
seguro que entien…
La única que alguna vez podría haberme llevado sobre mi rodilla (la
izquierda para ser preciso) está sentada enfrente de mí. Una sonrisa
amable que siempre derritió mi corazón instalada en su expresión. No
había visto a Reese Carmichael en diez años, pero mirándola ahora, mi
corazón está olvidando el dolor que una vez lo endureció. Estúpido
corazón.
—Señor Vittori —lo corta Mark—. Sé que hablo por Danny, por mí y por
el equipo de Illustrious cuando le digo que estamos realmente
emocionados de estar en el lanzamiento de su nueva línea de ropa
masculina.
»El señor Vittori y su equipo estarán en la ciudad durante dos días. Los
sacaremos mañana en la noche. Espero que seas capaz de reunirte con
nosotros.
—No me lo perdería.
Mark dice:
Agitando la mano del señor Vottori, Mark se gira y hace lo mismo con
Reese, y dice:
—Bueno, te veré mañana en la noche y si necesitas algo, por favor no
dudes en contactarte conmigo personalmente. —Le entrega una tarjeta
de presentación y luego se dirige a la puerta—. Su auto ha llegado,
caminaré con ustedes hacia fuera.
Ella dobla los pasos para alcanzar al grupo y soy dejado aquí,
mirando su pequeño dulce culo en una falda negra ajustada, dejándome
completamente aturdido de una forma diferente. Cinco palabras en esa
voz melódica que nunca podría olvidar. Suena incluso mejor que en mis
recuerdos, y quiero que se quede y me diga más, cualquier cosa.
Tomando asiento en la gran mesa, corro mis manos a través de mi cabello
mientras contemplo mi reflejo en la brillante superficie negra.
Mierda.
Mark regresa y se sienta frente a mí. Con sus dedos entrelazados frente
a él, dice:
—No tengo ninguna duda que acabas de ver algo por lo que has
estado dispuesto a poner todo este asunto en riesgo. Ella es un cliente.
Conoces la política de Illustrious. Nada de sexo con los clientes.
—Como el agua.
—¿Luke?
—Estoy bebiendo.
—Adelante.
—Lo haré.
—O no.
—Imbécil.
—No lo hacía.
Camina hacia mí, levanta la mano, y chocamos nudillos. Agarrando
una cerveza, lo abre y se une a mí en la ventana.
—Prefiero la playa.
—Jenna.
Mirándolo, digo:
—¿Reese?
Mi mirada debería decirlo todo, pero por si acaso, le recuerdo:
—¿Dónde la verías?
—Trabajo.
—Estas de pie. Estás en una sola pieza. No podría haber ido tan mal.
—Mierda.
—Sí, mierda.
E
l cristal chilla cuando la piedrita lo golpea, haciéndome saltar.
Reviso, para asegurarme de que no se hizo añicos. Sabiendo
quién es, tiro la cobija de mi cuerpo y lanzo un vistazo sobre mi
compañera de habitación, quién está durmiendo profundamente mientras
salgo de la cama. Caminando de puntillas hasta la ventana, me aterroriza
dejar que el frío entre, pero la abro de todas formas. ¿Cómo podría no
hacerlo? Mi novio durante un año está esperando debajo de la ventana.
Bajo sus pies, una ligera capa de nieve cubre el césped, fresca desde que
regresé a mi apartamento después que mi clase de la tarde había
terminado.
Asiento.
—Puede ser.
—Tengo un contrato.
—¿Lograste firmar?
—Oh, por Dios, ¡Lo conseguiste! Eso es todo, Danny. Todo lo que
querías.
—¿Qué?
—Eres mía y siempre seré tuyo. Te amo, Reese. Estoy enamorado de ti.
Regresaré. Son solo ocho días, más o menos. Estaré de regreso para los
exámenes, y para ti. Siempre regresaré a ti.
—Las grandes mentes piensan igual, bonita. —Se abre la puerta y soy
escoltada hacia el asiento trasero. Danny rápidamente salta dentro
después y la puerta se cierra igual de rápido—. Está helando esta noche.
—Pero tenemos nieve, y amo cuando nieva.
—Voy a extrañarte.
—¿Tienes frío?
—No.
Trago.
—Bien.
—¿Lo prometes?
—Tu corazón tiene el mapa. Solo tienes que seguirlo. Te llevará justo
de regreso hacia mí. —Besa mi nuca y sus brazos se aprietan a mí
alrededor.
E
lla cree que no la veo. Lo hago.
Pregunta:
—Estoy aquí.
—Esto está bien. Todo bien. Haré algo de dinero y este trabajo podría
conducir a trabajos más grandes y más dinero. Podría llevar a grandiosas
oportunidades.
La sonrisa que guardo solo para ella cubre mi boca y agarro sus
manos.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
REESE
ONCE AÑOS ATRÁS
D
iez días, cinco horas, y reviso mi reloj. Treinta y tres minutos.
Debería estar trabajando en el examen frente a mí, pero no
puedo esperar para ver a Danny. Debe estar en casa en
cualquier momento.
—Shhhh.
Acuna mi rostro y me besa, y todas las solitarias noches que pasamos
separados desaparecen. Cuando nuestros labios se separan, se desatan
aplausos, el auditorio de los estudiantes de Comunicaciones 3.0 aúlla y
grita. Siempre el hombre del espectáculo, Danny Weston nunca
decepciona… ni a mí, ni a ellos. Se levanta y da una orgullosa reverencia
antes de besarme de nuevo.
—Te extrañé.
Hemos estado juntos durante más de un año, pero estas dos semanas
separados han sacudido nuestros cimientos. A diferencia de los cortos
recesos anteriores cuando fui a casa o él lo hizo por un fin de semana, este
fue el primer tiempo prolongado de separación, la falta de comunicación
cada día durante ese tiempo… la larga distancia, diferentes zonas horarias
y lo desconocido no habían ayudado. Había estado estudiando día y
noche, asistiendo a clases, y estado sola aquí en su apartamento, mientras
él está pasando el rato en una playa con mujeres escasamente vestidas
haciendo quién sabe qué. Mi imaginación siempre se apodera de mí si se
lo permito.
—No puedo.
—Eres diabólico con tus besos dulces. Sabes cuán débil soy ante ellos.
DANNY
R
eese Carmichael se siente como mi futuro envuelto en mis
brazos. Las chicas con las que posé durante el rodaje en las
Maldivas eran preciosas, pero superficiales. Reese tiene
profundidad y belleza, el tipo de belleza que, a pesar de mi popularidad,
siento que nunca tendré. Y me ama. Me ama tanto como yo la amo. Sí,
Reese es mía, pero lo más importante, será mía para siempre.
—¿Qué?
—No significó nada. Tuve que hacerlo para la campaña que estaba
filmando.
Ella se sienta allí, inmóvil en silencio, así que continúo, liberando todas
las verdades mientras dejo caer los hombros.
»Tuvimos que besarnos en la playa, en el agua... en una cama. Tenía
que parecer real.
Una línea se forma entre sus ojos mientras gira su cuerpo hacia un lado
para mirarme.
—Se supone que eso me haga sentir mejor, porque en este momento
me siento mal del estómago.
—No fue real. Fue todo en el set. Nada más, pero lo hice. Lo hice
porque tenía que hacerlo para el trabajo. Pero eso es todo lo que fue: un
trabajo.
—¿Te gustó?
EN LA ACTUALIDAD
M
e despierto por el sol quemando detrás de mis párpados.
Anoche "algo más fuerte" me llevó a hacer cosas malas...
cosas malas como beber tequila y el tequila nunca conduce
a nada bueno por mi experiencia. Está bien, esa vez en Ibiza fue bastante
buena… ¡Auch!
Me duele el cuerpo y la cabeza me late con fuerza. Me doy la vuelta
y justo fuera del borde del sofá. Cuando golpeo con fuerza los brillantes
azulejos blancos, me doy cuenta que estoy en casa de Luke. ¡Jodido
tequila! Rodando sobre mi espalda, me quedo allí y cierro los ojos de
nuevo. Una imagen de lo bien que Reese se veía en esa ajustada falda
negra compite con el golpeteo en mi cerebro. Mierda. Toda la razón por la
que estaba bebiendo tequila en primer lugar fue porque así no pensaría en
ella y aquí ella es el primer pensamiento que tengo en la mañana. Pensé
que había tenido éxito alejándola con el otro dolor que causó, pero solo
un cara a cara y todas esas viejas emociones resurgen. ¡Mierda!
—Despierta, princesa.
—Nop.
—Tienes todos los consejos del mundo, excepto cuando se trata de ti.
Tengo una palabra para ti…
—No lo digas.
—¿Eres un imbécil?
—Oye, ¿Danny?
Seguir adelante.
Sip. Eso es lo que haré. Una vez más. Al igual que ella lo hizo tan
fácilmente sin mí.
Así que esta noche es solo negocios. Voy a sentarme, comer y beber
con ellos, seducirlos con encanto y hacer que nunca se lamenten de
contratarme. Estaciono en la acera enfrente de mi casa y con un plan
firme en su lugar, voy adentro y duermo durante unas horas.
Con una envidiable mandíbula cubierta con una ligera barba de más
de una noche, es definitivamente sexy, y el arrepentimiento
inmediatamente llena mi pecho por siquiera pensar que tenía alguna
oportunidad de superar a ese hombre. Pero su apariencia jamás fue el
problema.
—Tienes que contarme todo. Todo. Hasta. El. Último. Detalle. —Su
acento parece haberse deslizado y un dialecto Neoyorquino lo ha
remplazado.
—No. —Ondea su mano en el aire—. Puf. Por supuesto que no. Como
un italiano de Brooklyn no podía conseguir las pasantías que quería en las
grandes casas de moda de Manhattan. Tienen estereotipos en la industria
y no encajaba en lo que estaban buscando en aquel entonces, así que lo
creé. —Poniéndose de pie de manera ostentosa, da una vuelta antes de
aterrizar pesadamente de regreso junto a mí—. Pero mantén eso como
nuestro secreto.
Asiente.
—¿Dulzura?
—Veo debajo de esa dura capa de azúcar tuya. Recibo las vibras de
las personas y las tuyas son buenas. Un poco dañadas, pero las de quién
no, así que deja de darle vueltas al asunto. Las chispas vuelan entre
ustedes dos. Me alejé para asegurarme de no quemarme.
—No todos los cuentos de hadas terminan con un felices por siempre.
—Dime más.
Borracha.
Otro minuto pasa, entonces se gira para mirarme, levanta sus gafas
de sol a la parte superior de su cabeza, y realmente me mira.
—Gracias.
—¿Qué estás usando para la cena?
Diez minutos más tarde salgo del baño y entro al dormitorio, y después
giro para él.
—Danny.
Al día siguiente faltan dos horas para la cena y estoy de pie sobre un
pedestal en el centro de la sala de exposición de Vittori en Rodeo con no
menos de cuatro dependientas criticándome en un diseño muy
sofisticado. Me remuevo incómoda bajo el rígido satén y aparto la gran flor
sobre mi hombro a un lado para que no golpee mi cara.
—Sí, este es el traje. Para quien quiera que sea esta vestimenta está
intentando que no tenga una oportunidad.
—De acuerdo.
No tiene sentido discutir, así que salgo y los mirones de la sala de
exposición irrumpen en aplausos.
—Pruébate estos.
—Tienes las piernas larguísimas. ¿Por qué escondes todo esto? Tus
activos venden, Dulzura.
—Lamento diferir, pero ahora entiendo por qué Keaton esta sobre ti.
¿O debería decir, no sobre ti?
Cuando miro hacia arriba, mis ojos se encuentran con los suyos.
—Solo soy observador. —Me ofrece una mano para levantarme y soy
unos buenos seis centímetros y medio más alta que él ahora, incluso con su
cabello esponjado alcanzando su altura completa—. Él es el equivocado
para ti, ¿lo sabes?
—Es asombroso.
—Gracias.
—No me des las gracias todavía. Tenemos que irnos. Tienes una cita
en la peluquería para una transformación con un buen amigo mío a pocas
cuadras de aquí y no quiero llegar tarde.
—Sí, tu cabello es genial, pero es tan Nueva York. Vamos a ser LA. LA
es todo sobre el cuerpo —afirma, señalando mi cabeza y luego hacia
abajo por mi cuerpo para hacer su punto—. Ahora pon ese culo en
marcha.
—Cuatro serán.
DANNY
—S
anta mierda —murmuro en voz baja y giro en el segundo
que veo a Reese de pie en el bar. Me tiemblan las
manos y salgo rápidamente. Necesito distancia. Ella no
debería lucir tan buena. Joder. La edad, solo la ha beneficiado. ¿Cómo es
eso posible? Todo el mundo está envejeciendo, algunos no tan
agraciados, entonces viene Reese a explotar eso en mi rostro.
—¿Eh?
Él asiente.
Entrecerrando los ojos en el chico (el chico que es muy joven para
siquiera mirar a Reese), le pregunto:
—LA es la tierra de las Cougars. Aman a los más jóvenes. —Mete sus
manos en sus bolsillos como si fuéramos camaradas que estarán aquí por
un tiempo—. Creo que es soltera. Podría tratar de conseguir su número
cuando se vaya.
—Joder que lo harás. Ella está conmigo. Mantén tus ojos y manos
fuera, mocoso.
—¿Estás bien?
—No, no estoy bien —le susurro por lo que solo ella puede oír,
tomándola del brazo y tirando de nosotros más cerca.
—¿Mi traje?
Suspirando, dice:
—No lo sé. No estaba segura de qué hacer. Parecía más fácil fingir
que no lo hicimos en el momento. ¿Tú qué opinas?
—Tienes razón.
—Es por eso que estoy preocupado. —Se aparta, y el anfitrión del año
entra en acción con su saludo—: Señor Vittori. Señora Carmichael. Es
bueno verlos de nuevo. Parece que nuestra mesa está lista si ustedes lo
están.
Nos acomodamos en parejas mientras la mano de Mark descansa en
la espalda baja de Reese guiándola hacia adelante mientras caminamos.
Los celos comienzan a crecer cuando me doy cuenta de que él tiene
permitido hacer eso y yo no, y nunca lo tendré.
—Gracias, Danny.
Vittori interrumpe.
Reese dice:
—¿Hubo alguna duda? —Su tono es más serio de lo que ha sido, una
pesadez recubriendo sus palabras.
Mark dice:
—Creo que está saliendo muy bien, mejor que nunca. Danny, aquí,
siempre ha sido un modelo trabajador, pero su nombre, buena reputación,
y lugar en la industria ha crecido exponencialmente durante los últimos
cinco años.
—Al igual que sus cheques de pago. —Vittori sonríe mientras el vino es
vertido.
Mark añade:
—No tengo duda. Estoy más que feliz de pagar su tarifa. Mi ropa es la
mejor, entonces no es nada más que natural hacer equipo con el mejor.
—Sosteniendo su copa, dice—: Brindo por una relación fructífera.
—Danny Weston.
—Oh sí, lo siento. Señor Vittori me encantaría vestir uno de sus trajes
para los Oscar este año.
¡Auch!
Desconcertada, responde:
—¿Cómo está?
—¿Reese?
—¿Si?
—Tu copa está vacía y Mark mencionó que quería hablar con el señor
Vittori sobre algo… ehm… que tiene que ver con eso. —Toso y me levanto
abruptamente—. ¿Te gustaría unirte a mí en el bar?
Vittori sonríe.
—Genial.
—No sé lo que estas tramando, pero más te vale que sea bueno,
Weston.
—Lo has hecho bien, Danny. Felicidades por tu éxito. Es lo que siempre
quisiste.
—Es diferente.
—¿Qué lo es?
—Lo estoy. Es decir, sí, lo estoy. Me importa el planeta, pero, por favor.
No puedo estar a solas con él en este momento.
—Pensé…
—Sé qué pensabas, pero confía en mí —susurra—. Esto es lo mejor.
—Soltándome, se apresura a entrar en el primer auto—. Nos vemos en el
hotel.
Él sonríe.
—De acueeeerdo.
—Eres ridículo.
—Pero lindo.
Burlándome, digo:
—¿Esperanza de qué?
Levanto la cabeza, abro los ojos y miro hacia abajo, a nuestras manos
unidas. No me tomo esto a la ligera. El peso se hace sentir a través de
nuestro tacto, la presión y el calor de nuestras palmas juntas.
—Sexy.
Continúo:
—Estamos aquí.
Él ríe.
—De nada.
—Gracias.
Mark pregunta:
—¿Nebraska?
—Sip.
—Tal vez no es la ciudad, sino las personas las que son especiales.
—Nadie en particular.
Ruidosamente.
—¿Estás bien?
Odiando la atención, cepillo mi cabello detrás de mi oreja y sonrío.
—Sí, bien. —Me muevo—. Ha sido divertida esta noche, pero podría
ser hora de que me vaya a la cama. El vino se me ha subido a la cabeza y
el desfase horario me ha alcanzado.
—¿Quieres almorzar?
—¿Estás bien?
—¿Qué piso?
—El cuatro.
»Estoy en la 404.
—¡Jaja! Listillo.
Le doy un codazo.
—Ayyy, y tú, mi amigo, siempre fuiste el encantador. —Nos detenemos
frente a mi puerta y apoyo mi espalda contra la pared empapelada de
flores, se siente muy bien. Realmente debería poner algún tipo de muro,
pero estoy demasiado cansada para intentarlo.
Nos quedamos ahí un minuto antes de que él mire hacia atrás por el
pasillo hacia el ascensor. Cuando sus ojos se posan en los míos de nuevo
dice:
—¿Mi llave? —Él asiente con la cabeza y me doy cuenta que quiere
decir la llave de mi habitación—. ¡Ah! Sí, mi llave. —Alcanzo hacia abajo y
abro mi bolso, sacando la tarjeta. Él me la quita y la desliza en la ranura,
hacer incluso esa pequeña acción parece mucho más travieso y sexy de
lo que debería, o de lo que incluso creería posible.
Oh.
Ayy. Mis pies se sienten tan bien, libres de los confines de los tacones.
¿Qué?
—¿Disculpa?
Mark responde:
—Ojalá que tenga una buena noche y esté lista para el vuelo a casa
mañana. Si hay algo que pueda hacer durante el resto de tu estancia,
tienes mi tarjeta. Siéntete libre de llamarme. —Sacude la mano de Vittori y
le desea una buena noche.
Mientras finjo estar ofendido, recuerdo las muchas veces que la follé.
Pero desde que está actuando como un imbécil y refiriéndose a esta
noche, respondo sarcásticamente:
Bajo mis defensas. Ella no es mía para sentirme posesivo por más
tiempo.
—Lo es.
—¿Podría haber?
—No puedo tener esta conversación. —No sobre ella. No esta noche.
La ligereza que teníamos se ha ido—. Debo ir a casa. Estoy demasiado
cansado.
Por la forma en que sus ojos están entrecerrándose, tiene una mejilla
levantada y sus cejas inclinadas hacia abajo, está claramente
desconcertado. Al igual que yo. Por mi propio comportamiento. Es por eso
que necesito irme. Un taxi se detiene y me apresuro hacia él, necesitando
salir de aquí antes de que diga secretos que no deberían ser compartidos.
»Hablaremos pronto.
—No puedo tener sexo contigo por primera vez mientras ellos están
cantando sobre piruletas y amor infantil. —Miro hacia abajo—. Ya estoy
poniéndome blando con solo escucharlos.
Se ríe.
—¿Amy Winehouse?
—Demasiado depresiva.
—¿Barry White?
Me detengo.
—¿Mejor de lo que pensabas? Uhmm.
Riendo, se corrige:
—No. No. Eso no es lo que quiero decir. Solo que siempre supe que
sería increíble contigo. Es incluso mejor que increíble. —Me relajo y
comienzo a moverme otra vez. Agrega—: Como mucho mejor. Dios, esto
se siente tan bien. Te sientes tan bien.
¡Que se joda!
¿Tiene novio?
Había tenido tiempo para prepararse, para planear esta reunión, pero
yo no tuve un aviso o advertencia en absoluto. ¿Qué es lo que realmente
quiere de mí? ¿Qué espera ganar más allá de usar el nombre y reputación
que he construido en esta industria?
Estoy tan jodidamente confundido. Tal vez no quiero jugar este juego.
O, tal vez es hora de que tome el control de regreso. Tal vez empezaré a
hacer mis propias demandas.
DANNY
¡J
oder, se ve caliente!
Maldición, mírala.
—¿Qué?
—Dilo de nuevo.
—¿Es bueno verte?
—No.
—¿Danny?
—A la playa.
Se endereza.
—¿A la playa? ¿Es en serio?
El resto del camino está lleno de plática acerca del mal tráfico, la
escena de Los Ángeles, y aparentemente que hay demasiada gente
bronceada en su opinión. Le regreso que Manhattan tiene demasiados
días nublados. Ella cierra su caso diciendo:
—Danny —empieza.
Aquí viene…
»Necesitamos hablar.
—No pensé que conseguiría ir a la playa en este viaje. Amo estar aquí.
—Haces que esto sea duro. —Creo que sabe lo que estoy por decir,
así que de manera juguetona me advierte—: No.
Riendo, cede.
—Bien. Dilo.
»¿Estuviste casada?
—No. ¿Y tú?
—No.
La risa de detiene. Mientras sus ojos buscan en los míos puedo ver al
pánico elevarse.
—No lo hiciste. —Cuando deja de jugar con la caja, ella me mira a los
ojos—. Lo estoy, pero no debería estarlo. No tengo derecho a estar molesta
por cualquier cosa relacionada con nosotros. Se ríe—. Esto es incómodo,
no es fácil en absoluto.
—Océanos.
Asiento con la cabeza, pero no sé por qué. Océanos. Ella tiene razón.
Tal vez solo necesito hacer las preguntas que quiero hacer y detener toda
la demás basura que he conseguido al quedarme atascado con ella. Pero
mientras me siento a su lado, me doy cuenta que estoy haciendo lo que
considero adecuado. Me gusta coquetear con ella. Me gusta escuchar su
risa y ver su sonrisa. Me gusta ese rosa perfecto que cubre su rostro cuando
empujo sus botones sexuales. Me gusta todo. Me gusta… sobria y
borracha.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—¿Sería tan malo? —Ella se lame los labios y de repente todo lo que
quiero hacer es seguir el rastro de su lengua. Me inclino, pero mis labios
aterrizan sobre su mejilla. Ella está mirando hacia abajo—. Lo siento.
Esquivando.
—¿Por qué?
—Me niego a enamorarme de ti, así que puedes poner esos ojos en
otra persona. No voy a enamorarme. De nuevo.
—Entendido.
—Pienso en ti a menudo.
—Yo también.
Aparte del nudo y la tonta sensación que tengo por ella dejándome,
Reese Carmichael es increíble. No me tomó mucho tiempo ver lo que me
he estado perdiendo.
Unos pocos días. Tal vez no es acerca del pasado, sino del futuro.
Miro hacia atrás una vez más a medida que ella desaparece en el
interior.
¡Joder!
Hago más que admirarla. Ya quiero que sea mía otra vez. Siempre
serás mía, Reese. Mía. Al igual que yo era suyo.
—Hola, extraña.
Me empuja.
—El gran Johnny Outlaw puede debatir todo lo que quiera, pero esa
noche, conseguí a la chica.
—Cuando quieras.
Nos reímos; nuestra amistad es una de las relaciones más fáciles que
he tenido, especialmente sorprendente, ya que es con una mujer. No me
he sentido así de cómodo con otra mujer desde… desde…
Reese viene a mi mente, pero no creo que sea sensato para mi seguir
viviendo en nuestro pasado. El problema es que nuestro pasado parece
que no me dejará ir, o parece que yo no puedo dejarlo ir ahora que ella
ha invadido mi presente.
—Rebelde.
—Lo sabes. —Se pone de pie abruptamente y toma dos de las bolsas
en la mano—. Traje esto para archivar, pero realmente no quiero hacerlo.
¿Quieres tomar dos margaritas en la carretera como en los viejos tiempos,
en su lugar? —Se ve esperanzada. Demasiado esperanzada para
rechazarla.
—Lo haré.
Su culo.
Cuero ajustado.
Tetas grandes.
Labios.
Lengua.
Realmente bien.
—No te ocultes de mí. —Cuando bajo mis manos, dice—: Debe ser
una gran chica.
—Lo es.
Mientras caminamos por el sendero, pregunta:
—Lo compraré.
Casi escupe su comida cuando rompe a reír. Lágrimas llenan sus ojos
mientras cubre su boca. Cuando recupera el aliento, toma un sorbo de su
margarita.
—¿Cómo la salsa?
—Eres un desastre.
—Y sorprendentemente tú no. Así que cuéntame sobre esta chica que
te tiene sonriendo por razones que sé que me arrepentiré de preguntar,
pero lo hago de todas maneras. Cuéntame todo.
—Si pudiera tener solo uno de ellos con ella, lo tomaría. ¿Cuán
honesto es eso?
—Tomaré el adorable.
—Eso me han dicho. —Golpea las palmas de sus manos hacia abajo y
empieza a ponerse de pie—. Tengo que volver. Esos documentos no se
archivarán solos, y prometí que estaría en casa a las tres.
—Sí, pero hemos estado trabajando horas extras durante meses. Con
nuestros plazos de entrega y proyectos realizados, todos tienen libre esta
semana. Voy con la vieja escuela como al principio y el funcionamiento de
la empresa es por mi cuenta esta semana. Es como nuestra Navidad, ya
que tuvimos que trabajar durante ella.
—De nada.
Sonrío.
Jody: JA. Eso pensé. Y sí, estoy atascada aquí. Para siempre aquí a
disposición de Mark.
Jody: *ojos en blanco* Y sí, un moca latte con leche de coco y una
pizca de canela.
Yo: Y pensé que yo era el para nada humilde. Tienes suerte de ser tan
asombrosa.
Yo: Te veo a las 5 con tu moca blah latte blah cualquier otra cosa que
estaba ahí, señorita Alto Mantenimiento. *guiño*
Coloco mi teléfono en el sofá y me siento ansioso mirando ESPN en la
gran pantalla delante de mí. Veo una repetición de un gol, tres veces
antes de darme cuenta de la hora.
—No dejes que los hoyuelos te engañen. Estoy listo para matar al
dragón. —Le envío una sonrisa a la chica nueva posicionada en el
escritorio cerca de la sala de conferencias.
Se ríe.
—Eres terrible.
—Adelante.
—¿Llamaste?
—Sí, pero uno es en la semana entre Marfa y Nueva York, así que no
hay conflicto. Jody también tiene una pila de invitaciones para que revises.
Ella las responderá y se asegurará de que no haya conflictos para
cualquiera que desees confirmar asistencia, así que pasa por su escritorio
antes de irte.
»¿Cómo estás?
—Me gusta estar en casa. He estado trabajando sin parar desde hace
años. —Me encojo de hombros como si no pasara nada—. ¿Estás
preocupado por mi carrera?
Suspiro.
—No. Creo que siempre has sabido quién eras. Eso no significa que no
me preocupe. La tentación es algo peligroso.
¡Mierda!
—Síp.
—Vete. Tengo trabajo que hacer. Estoy seguro de que tienes alguna
mujer de la cual ocuparte.
—¿Tú no?
—Hasta luego.
—Veré los guiones. ¿Mark dijo que tienes algunas invitaciones para
mí? —Me siento en una silla vacía y ruedo hacia su escritorio.
—Sí. Tienes eventos muy sofisticados a donde ir. ¿Qué tal si los repaso y
tú puedes decir sí o no, y luego pasaremos por los sí?
—Suena bien.
—La dura vida de un modelo. Supongo que eso significa más para mí.
—Sip. Sip.
Lo pateo en la pierna.
—¿Estás celoso?
»¿Jane?
—Hola —le dice ella, pero sus ojos se mueven hacia mí—. Hola, Danny.
—Hola.
—Siento mucho interrumpir. Puedo volver en otro momento.
—Comienza a retirarse de la entrada de la puerta.
Luke regresa unos minutos después. No soy una chica así que no lo
golpeo con preguntas en el segundo que se sienta. Lo dejo ser. No
queriendo esas mismas preguntas que me lanzaron a mí. Quita el volumen
a un comercial, y dice:
Asiento.
»Dijo que tenía que decirme que había estado pensando en mí.
¿Crees que estaba tanteando? ¿Cómo me sentía por ella?
—Tiene sentido.
Así que estoy equivocado. Supongo que somos dos mujeres sentadas
hablando de nuestros ex.
Dejo caer mi cabeza en mis manos, frustrado por más que solo su
pregunta.
—¿Ves? —Se estira hacia mí—. Aquí está tu remo. Comienza a remar.
Bebe su cerveza.
—Entendido.
—Deseo a Jane.
—¿Notaste que dijiste su nombre tres veces? Sin sentir vergüenza. Sin
dudar. ¿Solo lo dijiste como si fuera un acto reflejo?
—Me gané esta cuenta. Me la gané por tener el mejor concepto con
mis ideas, y ganándome a Vittori. ¿Por qué estás haciendo esto?
Los ojos de Keaton se mueven hacia los míos antes de que responda:
—Es muy leal a mi familia. Estoy seguro de que no hay nada que
pudiera influirla.
Me aclaro la garganta.
—Sí, para todo, excepto París. Avísame cuando decidas si Roma aún
es parte de la visión. Entonces voy a terminar las fechas para Europa.
Lo miro fijamente.
—¿Estamos hablando del modelo? —pregunta Keaton, pareciendo
confundido.
Vinnie añade:
—Tal vez será más rápido para ti que vayas a la barra —sugiero,
queriendo algún tiempo con Vinnie.
Vinnie dice:
—¿No has tenido suficientes bebidas esta noche? Tal vez deberías ir a
casa.
—Ya no soy más una posesión que controlas. Así que sería inteligente
que dieras marcha atrás y fijaras tu mirada en otro lugar.
—Mis ojos están fijos justo aquí. No me harás parecer un tonto. Te dejé
posponer la boda, pero es hora de que vuelvas a alinearte con lo que está
pasando.
—Podemos ser geniales otra vez, como lo fuimos una vez. Si solo
abrieras los ojos a la posibilidad de una reconciliación.
—Lo único con lo que voy a reconciliarme es que eres un infiel y un
mentiroso.
Se inclina y susurra:
—Es un imbécil.
—No, no. Dejo eso para los profesionales que trabajan para mí.
—Sí, debe estar demasiado ocupado para ese tipo de cosas —dice
Vinnie, tomando la pulla.
—¿Y?
6Cosmos: Cosmopolitan, es una bebida alcohólica preparada con vodka y jugo de frutas
ácidas, como piña y arándanos.
—Eso fue tan malditamente de ensueño, chica.
—¿Otra vez?
—No quise decir de nuevo. Quise decir de él. Solo de él. Como sea.
—Comienzo a beber mi coctel y no me detengo hasta que la copa está
vacía.
—Lo quiero.
—Jaja. Es guapísimo.
—No creo que sea tu chica para eso, pero ¿puedo hablar con él por
ti si lo deseas?
—Las bebidas corren por mí cuenta, pero solo con una condición.
—Dame tu número.
—No tienes anillo. Lo que significa que si no estás casada, eres soltera.
Tomando otro sorbo, pongo la copa abajo otra vez y agarro el lápiz
mientras arrastro la servilleta más cerca.
—Hola.
Riendo, lo señalo.
—¿Dulzura?
Vinnie toce.
—Adiós, Leo.
Riendo, lo tranquilizo.
—No lo tuve. Pero necesito hablar con alguien y sé que puedo confiar
en ti.
Cuando el rocío de champán se detiene, abro mis ojos solo para que
se encuentren con los ojos abiertos como platos de Vinnie.
—¿Qué tan grande es? Solo lo deslizaste justo ahí, ¿no es así?
—No, pero él la deslizó en… ¿o era demasiado grande para
deslizarse?
—Asqueroso.
—No tengo idea. —Me siento, dejando que mis piernas floten frente a
mí. Con mis codos apoyados a los costados lo dejo salir todo—. Nos vimos
a través de la habitación…
Sabía quién era él. Todo mucho en el campus sabía quién era Danny
Weston. Era alto, guapo, gracioso. No sabía esto de primera mano, por
supuesto, pero había escuchado a personas hablando acerca de él. Una
vez en la biblioteca en una mesa detrás de en la que yo tenía mis libros
extendidos por todo el lugar mientras investigaba para un trabajo de
biología con fecha de entrega al día siguiente, escuché a una chica decir:
Su amiga remarcó:
Señas con las manos, está haciendo señas con las manos. Y porque
soy curiosa, mi cabeza se da la vuelta de golpe para ver a la primera
chica sosteniendo sus manos separadas. Atrapándome, hace un
comentario sarcástico:
—Estoy bien. Más que bien, bien como Daniel Gran Earl Weston.
—Asesino es correcto. Era llamado Gran Earl por una razón. —Intento
guiñar pero es como un guiño doble. Estoy demasiado ebria para guiñar
de cualquier modo, así que regreso a los muy afectuosos recuerdos que
tengo del Gran Earl. —Mi vag-i jamás tuvo una oportunidad—.
Poniéndome de pie, con mis brazos en el aire, grito—: ¡Hola ciudad de
Nueva York! ¡Juuuuuuujuuuu!
—Tienes tetas espectaculares, pero te das cuenta que estás sin sostén,
¿verdad?
Hago lo que he hecho cada noche desde que me alejé hace diez
años. Intento bloquear los recuerdos, me limpio las lágrimas, y me duermo.
Pero la noche de su primera confesión acecha mis sueños…
Solo es trabajo.
Un trabajo.
Nada más.
Me remuevo antes del amanecer y giro, directo a sus brazos. Sin abrir
mis ojos, me acurruco más cerca, su esencia aliviando el dolor en mi
cuerpo.
—Llegas tarde.
—¡Joder! Me asustaste.
—Es solo que te amo mucho. Todavía te amo. —Se está inclinando
contra la pared justo fuera del armario, y con mi bata en la mano, dejo de
escuchar lo que se ha convertido en una súplica. Hay algo diferente en su
voz, algo más de lo que normalmente muestra. ¿Emociones reales?—.
Quiero estar contigo. —Tan pronto como salgo envuelta en mí bata, me
dice—: Quiero casarme contigo, Reese. Soy un mejor hombre por ti.
Se inclina contra la isla de la cocina, sin lucir como que se irá en algún
momento cercano.
—¿Por qué eres tan terca? Bien, tuviste sexo con alguien más. No me
importa. Pero quiero que veas cuán buenos somos juntos.
—Lo hiciste. Te concederé eso, pero fue difícil escucharlo cantar por
tus constantes quejas. —La peor noche de la historia.
—Voy a dormir, así que otra vez, estoy pidiéndolo amablemente. Por
favor vete.
Quizás.
Probablemente.
Definitivamente.
Ella susurra:
—Relájate, Danny.
El fotógrafo sugiere:
Nop. No sucedió.
Lo veo caminar adentro, luego reviso mi teléfono una vez más. Nada.
El fotógrafo lo devora.
—Más, Danny. Sí, melancólico. Peligroso. Dámelo. Justo así. Sí. Eso es.
Odia la cámara. Ama la cámara. Te acabas de follar la cámara y ahora
no quieres tener nada que ver conmigo. Hazlo sobre la cámara. Dámelo y
enseña el reloj.
E
ludiendo la bandeja de copas con champán, agarro una
cerveza del bar cuando caminamos dentro de la fiesta.
Encajamos aquí. En un hogar de moda en Hollywood Hills somos
solo otro grupo de modelos. Fotógrafos, diseñadores, y artistas adornan el
paisaje, inmersos tan profundamente como lo estamos en el mundo de la
moda.
»Regresarás, ¿cierto?
Le aseguro:
—Regresaré.
Sonríe y se sienta de nuevo en el sofá, una larga pierna cruzando
sobre la otra. Me dirijo hacia afuera. La vista de LA es increíble desde aquí.
Luces aparecen para destellar, haciendo la ciudad mágica de nuevo. La
mayoría de las personas están dentro de la casa y encuentro extraño que
la vista, esta vista en particular, se da por sentada, pero aprecio la
soledad.
—¿Danny?
—No dejes que una distracción temporal arruine el imperio que estás
construyendo, el legado que has construido. Aprendí esa lección de la
manera difícil. No te pongas para que te rompan el corazón. Voy a comer.
Muero de hambre. —Laylah me deja con ese consejo… ¿o es una
advertencia?
Una hora es suficiente para saber que no puedo estar aquí. No quiero
una fiesta; quiero sentarme en bar oscuro y perderme en la vida de alguien
más por un rato. Luke me recoge y vamos a un bar en Hollywood. Nunca
he visto una celebridad aquí, aunque he escuchado rumores de que “una
vez Matt Damon y Ben Affleck” compartieron una jarra aquí.
—Eso es demasiado.
—Si solo esto fuera una película de Ridley Scott. Podríamos luchar
contra el mal. La victoria y las mujeres serían nuestras.
—Y entonces mueres al final. Soy más de Gus Van Sant, ¿y desde
cuándo tienes problemas de chicas?
—No creo que esté en posición de dar algún consejo ahora mismo.
—Casi la llamé. Solo seguía pensando qué tal si solo estaba teniendo
dudas momentáneas. Fue a casa con él, ¿así que qué tanto puede estar
pensando en mí?
—Una señal.
Lo golpeo en la cabeza.
—¿Eso funcionará?
Me lanza el teléfono.
Podría estresarme de que la asustaré por ser tan directo, pero como
dije, que se joda. No me mantiene esperando. Lo tomo como una buena
señal. Tan solo me alegra que no pueda ver lo imbécil que luzco ahora
mismo con esta enorme sonrisa boba que se apodera de mi rostro.
Reese: Te veo en Marfa, Danny.
DANNY
E
l desierto está caliente. No es exactamente una noticia
novedosa, pero solo quería sacar eso de mi pecho, junto con mi
camisa. Me la dejo puesta, ya que estoy en público
representando a Vittori y me pagan. Así que tengo clase. Pero si se pone
más caliente, no respondo.
—Sí, ¿tú?
Reese dice:
Vittori añade:
—Claudia está arriba durmiendo. Puede que vaya con nosotros. Está
indecisa.
Reese dice:
—Oh, no. No. No tienes que explicarme nada. Es asunto tuyo, Danny.
—¿Reese?
—¿Si?
—¿Habitación 223?
—Gracias.
Mi habitación está hasta la cima de las escaleras y alrededor del
barandal. Abro la puerta y llevo mi equipaje al interior. El hotel es viejo y las
puertas parecen antiguas como los muebles. La puerta se queda abierta
hasta que la cierro. Aquí no hay cerraduras automáticas. Me siento en la
cama y luego me acuesto sobre mi espalda con los brazos bajo mi
cabeza. Al mirar el techo, el día comienza a asentarse y mi cuerpo se
relaja en el colchón.
»Adelante.
—¿Demasiado?
—Demasiado por ti. Veo cómo te mira, pero no sabe qué hacer con
todas esas emociones. Pensé en hacerle una bolsa para ellas, para que
fueran más fáciles de llevar.
Sonrío porque este hombre está loco, pero su corazón está en el lugar
correcto.
—Decidí que era mejor que lidie con ellas, contigo, en lugar de
ocultarlas en una bolsa personalizada de diseñador.
—¿Cómo es que eso puede estar más allá del punto? Parece el punto
principal de esta discusión —digo, molesto por la dirección que ha tomado
esta conversación. ¿Medio Nueva York? ¿Qué carajos?
—¿Por qué?
—¡Cooorrecto!
—¿Quién la lastimó?
Su ceño se frunce.
—Sí. ¿En dónde más? ¿Nebraska? —Lo lanza como si bromeara, pero
mis instintos me dicen que no.
Riéndome, digo:
—Después de eso.
—¿Laterales?
—¿Antes de eso?
No estoy seguro de qué decir. Ella le dijo. Le dijo sobre nosotros. ¿Eso
no va en contra de lo que estábamos haciendo, mantener nuestro pasado
como un secreto para que no afectara nuestro presente?
—Debería de dejarle algo para compartir cuando esté lista, pero veo
cómo te mira. Lo que no sé es por qué rompieron entonces y lo dejaré por
ahora. Pero tienes dos días para hacerle recordar por qué funcionaban.
—Es genial.
—Sí, es bueno tener una cara familiar con la que trabajar —respondo.
Por encima de su hombro, Reese sale de su habitación y nos ve. Por
supuesto lo hace en el momento perfecto.
—Está bien.
Mis ojos se encuentran con los de Reese, pero ella mira hacia otro
lado.
Está vistiendo oscuros y ajustados jeans con botas y una camiseta sin
mangas negra. Casual, nada como lo que llevaba en Los Ángeles, pero se
ve sexy como la mierda. La sigo a la mesa. Claudia y Vinnie todavía están
hablando de tiendas en el bar. Cuando nos sentamos digo:
—Dann...
—Yo también.
—¿Danny?
Ella dice:
»Quería asegurar...
Hace lo contrario.
Ella mira hacia abajo mientras sus brazos caen a sus costados y su
mirada va al suelo. Cuando me mira, está exasperada y camina alrededor
de mí. De pie en la parte superior, se agarra fuertemente a la barandilla.
—Te quiero.
—Lo jodí.
—Shhh.
Reese, con sus ojos saltones, sus labios rosas recién besados, todo
debido a mí. La beso en lugar de detenernos como deberíamos,
retomándolo exactamente donde lo dejamos. Un pequeño gemido suyo
cubre mi garganta mientras acuno su rostro.
Claudia es persistente.
—¿Buena en qué?
—No quise decir que no te ganas tu dinero. —Me muevo fuera del
camino, dejando libre su salida. Da un paso hacia el pasillo—. Danny, lo
siento.
Mis ojos se encuentran con los de Claudia y Reese se gira para verla
de pie detrás de ella. Una sombra de vergüenza cae sobre su rostro
cuando mira hacia atrás.
Destellos de ira aparecen en los ojos de Reese que aún brillan por las
lágrimas que recientemente los llenaron, pero no da batalla.
Claudia dice:
—Lo haré.
Reese mira hacia arriba una última vez antes de que desaparezca por
las escaleras. Me giro hacia Claudia, y contesto:
—Estoy listo.
DANNY
N
o bebo el día antes de una sesión de fotos. Una de las reglas
de oro que me han mantenido en la cima del mundo de la
moda.
—Pensé que tenías un novio, así que ¿cómo se supone que vas a
ayudarme a olvidar?
—Somos de los que fluyen.
—Yo llamo a eso ir con la corriente. —Hago una señal con la mano
colgando.
Él le resta importancia.
—Creo que esto es tan elegante como Marfa puede ser. —Ubicando
al camarero, le indico que se siente para que no se humille a sí mismo
preguntando por un conocedor de vinos en el medio de la nada—. Más
temprano, el camarero dijo que era la noche libre del sumiller.
Todos lo repetimos:
—Bien.
—Vargo.
—Ahh.
—Mi vida.
—Yo no como.
¡Oh, mierda!
—Han sido varios años desde que bailamos juntos. Creo que he
olvidado cómo hacer esto.
—No lo hago.
—No puedo decir que no lo he hecho, pero traté muy duro para no
hacerlo.
—¿Por qué?
Dejando caer mis manos, estoy listo para otro trago. Me quedo ahí,
vulnerable a las emociones que había enterrado. Las emociones que me
hacen sentir en carne viva por dentro. Lo odio.
—En el baño.
—Solo unos minutos. —No parece estar alarmado por lo que me sirvo
una copa y me siento de nuevo para ahogar los sentimientos que Reese
ha convocado. Cuando Reese regresa, relleno su copa, imaginando que
lo necesitará tanto como yo.
Pregunta:
—Lo haré.
Miro a Reese por una pregunta tácita sobre qué sucedió, pero
Claudia pregunta:
8Tejo: Es un juego que consiste en lanzar un disco metálico a través de una cancha de
arcilla para hacer estallar las mechas que se encuentran en el bocín y así ir sumando
puntos.
encendemos la máquina. De pie en las partes opuestas de la mesa,
improvisamos ya que ninguno de nosotros sabe realmente cómo jugar.
Después del primer juego, eche un vistazo a Reese. Está sentada en la
mesa con los pies apoyados en una silla. Su espalda está hacia nosotros,
mientras habla animadamente con Vinnie. Él es todo sonrisas y risas a
cambio. Una sensación desagradable me invade. Ha pasado un tiempo,
pero la reconozco. ¡Mierda!
Estoy celoso.
No debería estarlo de Vinnie, pero lo estoy. ¿Es así como ella se sentía
al verme en las revistas, en los comerciales? ¿Este es el legado que le dejé
de nuestra relación? ¿Los recuerdos a los que ella se aferró? No me
pregunto porque jodidos se fue. Esto apesta. Quiero que me hable de esa
manera, tan libremente, tan feliz. Es agotador estar constantemente bajo
la lupa de nuestras circunstancias. Quiero su libertad con ella. Quiero
empezar de nuevo… con ella.
—Estoy limpia.
—Tú no me conoces Danny. Las tomo para hacer frente a esta vida.
—Tienes una vida increíble, un novio que se preocupa por ti, una gran
carrera. Has roto esa barrera bajo la que la mayoría de los modelos se
vienen abajo. No la tires a la basura.
Se ríe.
—No me gusta pensar sobre ello. —Su tristeza impregna el aire del
desierto—. Mi agente dice que mi carrera está terminando y debería
considerar ir a la escuela. Todo es una mierda Danny. —Abre sus brazos—.
Una ilusión de glamur y dinero.
—Tú mente te está jugando una mala pasada a causa de las drogas.
—Prefiero la realidad.
Se ríe.
—¿Quieres bailar?
—Solo un baile.
Reese dice:
Me rio por muchas razones, pero sobre todo porque está tan linda en
este momento. Apretándole un poco más fuerte, repito:
Asiento con la cabeza hacia la salida y nos vamos. Las seis cuadras o
más o menos de regreso no se sienten como suficiente tiempo a solas con
Reese, pero voy a tomar lo que pueda conseguir. El aire fresco también
nos hará bien.
Lo sabemos.
Se ve esperanzada.
—Dices eso como si lo fueras a seguir cuando los dos sabemos que no
lo harás.
O no…
—¿Recuerdas esa ocasión en que casi nos arrestan por tener sexo en
el auto? —pregunta, su sonrisa de regreso en su lugar.
—Lo hago. Recuerdo ser esposado mientras solo usaba mis bóxers.
Riéndome digo:
Está ligera sobre sus pies, su felicidad abunda en cada paso. Tan
parecida a la chica que una vez conocí. La chica que me puso e cabeza.
Un dolor crece en mi pecho. Junto con los buenos recuerdos, otros me
alejan de la felicidad que una vez compartimos juntos. No digo nada. No
estoy de humor para revivirlos esta noche o para discutir. Solo quiero
disfrutar de esta noche llena de estrellas en medio de la nada y este
momento en el tiempo con una mujer de la que me he enamorado de
nuevo. Pero no podemos ir allí. Todavía.
—Reese.
—¿Si?
—No puedo hacer esto. No puedo parar contigo si esto va más lejos.
—Hay mucho que discutir todavía, todas las razones por las que no
funcionamos en aquel entonces. Tengo preguntas al igual que tú, pero no
esta noche. Esta noche, ¿podemos dejar eso en el pasado y olvidarnos de
todo lo demás?
Es donde más me gusta que esté, justo contra mí. Cuando nos
detenemos, digo:
—¿Qué te excita?
La beso, con fuerza. La beso para que sepa que no hay nadie más a
quien preferiría besar. Cuando nuestros cuerpos se unen, siento el empujón
entre mis rodillas, su suavidad acuñada contra mi dureza. Mi espalda está
contra la pared, el yeso vibrando cuando golpeo contra ella.
—¿Me acompañas?
—Por supuesto.
—Eres conocido por tu paquete de seis, pero está claro que se ven
ocho. Buen Señor, esto es caliente. Ven aquí y déjame lamerte.
—¿Tienes protección?
—¿Solo dos?
—Aquí arriba.
—Te he extrañado.
Eso me hace entrar por completo. Así es como quiero esas tres
palabras pronunciadas, sus magníficos ojos en mí, mirando los míos. Cierro
los ojos y empujo hasta el fondo. Me detengo, mi aliento atrapado en
algún lugar de mi corazón.
—Tan bien.
—Por ahora.
—Mírame.
Da un vistazo.
Susurra:
—Se sienten bien, una buena vibra, sexy, todo lo que dijiste que
querías.
Bingo.
—¿Uh? Interesante.
—Está caliente.
Ella ríe.
—Mi error.
—No. Ustedes son todo excepto malos. Lucen geniales en su
perfección de modelos.
Resopla con diversión, y tengo que decir que encuentro ese ruido
bastante malditamente adorable. Asintiendo hacia la silla que acaba de
ser sacada del set, le digo:
Me gusta que no cuestione lo que estoy tramando o por qué, ella solo
me sigue. Confía en mí. Sonriendo, me siento en la silla y acaricio mi pierna
derecha.
»Siéntate.
—¿Qué? —Mira por encima del hombro para ver si alguien nos está
observado. Nadie lo hace.
Me muevo entre sus piernas para que pueda sentir lo duro que me
pone.
»¿Sientes eso?
Asiente.
Está húmeda.
Por mí.
—Quiero besarte.
Su mano se mueve hacia abajo sobre sus pechos y baja, hasta que
está encima de la mía, la que le está haciendo el amor.
—Ese dolor que sientes es por mí, nena. Solo por mí. Como a mí me
duele por ti. Solo por ti.
Como ella quería minutos antes, lo quiero ahora. Quiero besar sus
pequeños gemidos. Quiero lamerle el cuello como lo hice anoche. Quiero
hacer el amor con ella. Quiero follarla. Quiero todo con ella. Quiero un
para siempre. No solo momentos robados.
—Deberíamos regresar.
—Está bien. —Se levanta, su cuerpo es inestable al principio. La
sostengo por el codo y ella se inclina contra mí—. Me haces hacer cosas
muy malas, Danny.
Atrapo sus ojos en mí. La primera vez la llamé nena a propósito. Esta
última vez solo salió, fluyendo naturalmente. Ella no dice nada, pero
cuando sus dedos se arrastran por encima de las hierbas, veo su sonrisa,
una no destinada para mí, sino para ella. Su felicidad me cubre como los
rayos del sol. Aparto la mirada, dejándola con su paz interior.
Ella se gira.
—¿Dónde has estado? Tenemos que prepararte. —Ni siquiera me da
la oportunidad de hablar antes de agarrar la camisa y un nuevo par de
calzoncillos de bóxer de encima de su kit de costura—. Aquí. Cámbiate.
»Espero que no tengas esa arma cargada para mí. ¿Mencioné que
empecé a salir con un chef artesanal que trabaja para Warner Brothers?
—Jaja.
Busco un lugar para tirar la ropa interior que llevaba con Reese,
aunque estoy un poco y enfermizamente tentado a dejármela. Entonces
me espabilo. Si fueran suyos, sería una historia diferente. Cuando no
encuentro un lugar para disponer de ellos, empiezo a esconderlos en uno
de los tenis que usé aquí para encargarme más tarde.
Becs pregunta:
»¿Danny?
—¿Sí?
—De acuerdo.
Voy a tomar el consejo de Becs y besar a esa mujer tan pronto como
tenga la oportunidad.
—Quiero que ella esté sentada aquí y que tú estés de pie frente a ella.
Quiero su mirada en tus abdominales. Ella va a estar tirando de la ropa
interior hacia abajo. Quiero que la mires a los ojos. Funciona a partir de allí.
Haz lo que harías naturalmente. Comienza en esa posición, luego muévete
a la cama desde allí.
—Muy bien.
¡Ohhhh! Eso.
Añade:
—¿Qué?
—¿Qué sucede?
—Parecía intenso.
Vinnie está de pie cerca mirando lo que sucede, así que necesito
conseguir las fotos por las que me está pagando. Volviendo mi atención a
Claudia, nos ponemos a trabajar.
REESE
DIEZ AÑOS ATRÁS
M
intió. Danny me mintió. Mientras observo la prueba en mis
manos, miro hacia arriba y veo por la ventana de la
biblioteca. ¿Por qué mentiría acerca de algo tan fácil de
descubrir? ¿Cuáles son sus motivos? ¿Cuáles son sus pensamientos? No
tengo ni idea de lo que está pensando. Hemos estado fuera de sincronía
por un tiempo, pero lo que yo pensaba que era un golpe de velocidad
temporal en nuestra relación, podría convertirse en un callejón sin salida.
—Hola.
—Hola.
—Únete a mí.
Estoy tentada, pero cuando lo miro a los ojos, me pregunto qué
mentiras me dirá esta vez. Apartándome de la puerta, retrocedo.
—Italia fue increíble. No puedo esperar para llevarte algún día. Estaba
este pequeño bar donde podríamos pasar el rato hasta que cierre a las
tres de la madrugada. Ese bar tiene cientos de años. Fue realmente incre...
»¿Viste el anuncio?
—Lo hice.
—Debería vestirme.
—Probablemente.
—No estoy segura de que pueda hablar. Estoy molesta, pero más que
eso, estoy herida.
—Lo siento.
—Me mentiste.
—Desearía que fuera tan fácil, tan directo. Pero no lo es. Ahora me he
quedado preguntándome en qué otras cosas me has mentido.
—La besé. Era nuevo y pensé que sería cosa de una sola vez.
—¿No lo será?
—No lo harás.
—¿Cómo lo sabes?
—Más que nada en mi vida. Te tengo. Tengo a alguien por quien vale
la pena volver a casa.
—Lo eres. —Su voz decae—. Eres más fuerte de lo que te das cuenta.
—Cree en mí.
DANNY
EL PRESENTE
T
omo los escalones de a dos en dos, corriendo por el pasillo.
Golpeando, digo:
Llamo de nuevo.
—Adelante.
Cuando abro, ella está de pie en una habitación llena de sol, pero
con lo que parece angustia en su rostro. Empujo la puerta mientras acorto
la distancia entre nosotros. A pesar de que sus manos comienzan a subir, la
beso antes de que las palabras puedan salir. Antes de que se digan los
arrepentimientos. Antes de que la historia se repita.
De nuevo.
Restaurando mí fe.
Creyendo en mí.
De nuevo.
Sus manos están sobre mis hombros, y se está estirando para besarme.
La inclino y levanto en mis brazos. Sus piernas se envuelven alrededor de mí
y la muevo a la cama, bajándola lentamente sobre su espalda mientras se
estira donde yo quiero que esté.
El vestido que está usando me da acceso para pasar mis manos por
su muslo exterior mientras presiono mi erección contra ella. Reese se
retuerce y maniobra alrededor, colocándose encima de mí. Respira con
dificultad, su cabello es un desastre y sus labios están rojos por los besos
desinhibidos. Sus palmas me sostienen cuando todo lo que quiero hacer es
arrastrarla debajo de mí y besarla de nuevo.
La sonrisa que brilla a través de la luz del sol que inunda la habitación
es una libre de preocupación profunda. Es la más ligera que he visto
desde... desde entonces. Pregunta:
—Somos del tipo insaciable, del tipo que se queda mucho tiempo
después de que el otro se ha ido, del tipo que puedes negar, pero nunca
puedes dejar de sentir. Jamás.
—Hazme el amor.
—¿Me amas?
No hay principio.
Ni final.
Solo uno.
Nosotros juntos.
U
na risa al final del pasillo se infiltra en la habitación donde la
oscuridad ha conquistado. Una farola a lo lejos, al otro lado del
cristal, nos fastidia con sombras. Mi pecho se siente vacío… por
dentro y por fuera, sabiendo que esto es todo.
M
e despierto con el sol, pero la luz no me da calor. Pasando
mi mano sobre su lado de la cama, las sábanas están frías.
Estoy solo. El silencio llena el pequeño espacio donde una
vez lo llenó con su belleza, donde una vez la llenamos con nuestro amor.
Ninguna evidencia de ella permanece.
Ella se ha ido.
Danny,
Me rio, algo del peso que se cierne sobre mis hombros se levanta, y
sigo leyendo.
Tal vez nunca tengamos Nueva York o París, pero siempre tendremos
Marfa.
Nos vemos,
Reese
—¿Qué sabes sobre “ella” cuando se trata de mí? —le pregunto, una
pequeña sonrisa tirando de mis labios.
—Tengo ojos. Todos lo hacemos.
Ella se desplaza inclinándose hacia mí, así que trato de detener este
interrogatorio antes de que comience.
—¿Tú la viste?
—Continúa.
—¿Que dijo?
—No escuché la primera parte, pero cuando Bryker se fue por el auto,
Vittori le dijo que ella se veía, y cito “feliz”. Y luego agregó, “y
recientemente follada” fin de la cita.
Ella añade:
S
uena mi teléfono y respondo mientras camino por mi patio.
—¿Hola?
—Sí, mi viaje fue genial. El cliente está satisfecho con las fotos y
todavía tengo el trabajo en Nueva York en la agenda. Gracias por
preguntar.
—Lo tengo.
Después de ducharme y prepararme para el día, voy al centro de la
ciudad y me detengo en una tienda en Melrose. Tienen un traje para mí.
Fue enviado por Vittori, se supone que debo usarlo esta noche en una gala
benéfica. Me lo pruebo y lo acepto. Lo adaptaron a la perfección como
una T. Puedo querer llevarlo conmigo a Nueva York.
—¿Qué pasa?
—¿Tienes acompañante?
Bromeo:
—Estás tan lleno de ti mismo. Tienes que venir a pasar el tiempo con la
gente común para que vuelvas a tener perspectiva.
—Realmente no.
—Igualmente.
—Se los haré saber. Creo que en estos momentos es sabio para tu
carrera. Estás en la cima de tu juego y desde allí, está la estratosfera.
Sonríe.
—Está bien. Creo que es prudente. Sobre todo con Vittori. ¿Cómo va
eso?
—Bien. Me voy en dos días a Nueva York, y dos días después nos
vamos a París.
Desestima la mirada.
—Lo siento.
Mark argumenta.
Maldito suertudo.
—¿D
anny?
—Aquí.
—¿Danny Weston?
—Justo aquí.
Los paparazzi creen que saben lo que quieren. No lo hacen. Yo sí. Les
doy lo que ni siquiera saben que necesitan hasta que se los muestro. Y
luego lo devoran... comiéndolo de mi mano.
Tal vez nunca tengamos Nueva York o París, pero siempre tendremos
Marfa.
—Hola.
Susurra:
—Mi padre es un filántropo. Esta causa es algo personal para él, por lo
que quería que fuera perfecta, y por supuesto recaudar mucho dinero.
—Oh, te doy las gracias en su nombre. Debo confesar que pedí que
te enviaran la invitación.
Estoy intrigado.
—¿Cómo es eso?
Sonriendo, digo:
Ana dice:
—Si quieres que sea honesto, tendría que aclarar que mi situación
sentimental actual es complicada.
—Está bien. Y gracias. Tal vez en otra ocasión cuando las cosas sean
menos... complicadas.
—Tal vez.
Sonriendo, escribo:
Reese: Danny...
Yo: Reese...
Yo: Deberíamos.
Reese: No podemos.
Reese: Supongo que tengo que conformarme con “no esta tan mal”
en comparación con tu fantástico culo.
Yo: Tienes un culo fantástico, pero no quiero que el cumplido se te
suba a la cabeza.
Reese: Podría tener que tomarte en esas horas. Quizás cuando estés
en Nueva York.
Reese: Me gusta ser sostenida por ti. Casi tanto como me gusta tu
culo.
¡Ja!
—En el baño.
—Ya la ordené.
—Ahhh, así que veras a Jane ahí, pero no quiere estar sin cita.
—No aprecio las bromas sobre viejos. Y solo soy tres años mayor que
tú.
—Si vas a esa boda con alguna chica que acabas de conocer,
solamente estarás demostrando, una vez más, que no eres del tipo que se
compromete. También, estarás enviando un mensaje no verbal de que
estás bien sin ella. Cuando, seamos sinceros, eres un desastre, incluso
después de todo este tiempo sin ella.
Asintiendo, le respondo:
—Si quieres que Jane regrese. Tienes que terminar con esto. Y, ¿qué
pasa con Josie?
—Oui. Lo soy.
—Necesito un cigarrillo.
—Tú no fumas.
—Sip.
—Del tuyo. Siempre estoy de tu jodido lado, Luke, pero esta mierda ha
durado demasiado tiempo. Ve tras ella o no, pero jodidamente decídete y
no me arrastres en tu intento de obtener venganza. Voy a decirte la
verdad, hermano. Jane te mantiene a distancia, sin permitirte acercarte,
sin terminar contigo. Solo atrapado en el medio. Vas a tener que tomar la
decisión difícil. Averiguar qué demonios quieres y luego ir por ello.
Él aparta la mirada.
»No lo creo, por lo tanto, no tienes nada que perder. Toma a Crystal,
Yvette, Janet, o a quienquiera que estés follando, mientras esperas por
Jane, que desfilen delante de ella y ve cómo reacciona. —Detesto pelear
con él y puedo decir que está consternado por esto, también—. Te digo
esto como tu amigo. Esas chicas de allí son calientes, pero no son Reese y
no son Jane. —Lo golpeo en el hombro—. Ve a casa, amigo mío. Ve a
casa solo y resuelve esta mierda. Dile adiós a las chicas. Me voy de aquí.
E
ntro en Illustrious para registrarme una última vez antes de salir de
LA. Mis pies se detienen abruptamente cuando miro a una de las
últimas personas que esperaba ver, mi más grande competidor
sentado frente a mi agente. Irritado, me desvío hacia el escritorio de Jody.
—Mantenme al tanto.
—Lo haré. Aquí está tu itinerario. Que tengas un buen viaje y regístrate
cuando regreses.
Saco mi teléfono.
No más textos.
Es tiempo de llamarla.
El teléfono suena una vez, dos veces, tres veces antes de que vaya al
buzón de voz.
Beeeeeep
¿Qué vi en él?
La real yo.
Mío.
—Estoy aquí, por ti. —Hace aparecer las flores delante de mí—. Te
traje flores.
—¿Es por eso que estás aquí, Danny? ¿Has extrañado mi cuerpo?
—No. Es solo una cosa dentro del millón de cosas que extrañé de ti.
Solo estoy luchando por expresar aquellos mientras tu cuerpo provoca una
respuesta tan ferviente del mío.
Avanzar.
Avanza.
¡Avanza!
—Voy a follarte contra esta pared antes de irme de Nueva York. —Me
da vuelta, me lleva a la cama y me pone sobre ella—. Pero esta vez quiero
que pienses en mí cada vez que estés en esta cama. —Se tira la camisa
por encima de la cabeza y la deja caer al suelo, con la gorra saliendo con
ella. Su cabello es un completo desastre y como si fuera posible, es aún
más caliente—. Desnúdate, Reese.
La orden en el timbre profundo de su voz se siente entre mis piernas y
me quito la ropa. Saca dos condones de su bolsillo y los tira en la cama a
mi lado.
—Viniste preparado.
—No tengo ninguna duda de que lo harás bien. —Mi cabeza golpea
el colchón mientras él me jala hasta que mis rodillas están dobladas sobre
sus hombros—. Pero yo iré primero.
El rastrojo que mencioné antes... ¡Oh sí! Bendito rastrojo. Soy una
creyente. Mis ojos se cierran y mi espalda se arquea mientras toca el
interior de mis muslos, sus labios tomando posesión de mi coño como si
fuera suyo todo el tiempo.
—Lo siento.
—¿Estamos jugando?
—No lo haré, nena Quiero que te corras muy fuerte para mí.
—¡Joder, Reese!
Se acurruca a mí alrededor y me acuesto, mi cabeza a un lado, mi
cabello pegado a mi rostro Maniobrando el lado que estoy enfrentando, él
saca el condón y lo desecha en alguna parte que no veo. Danny se
encuentra frente a mí. Se estira y levanta el cabello de mi rostro,
arreglándolo para tener una visión clara. Con los toques más suaves,
apoya su mano sobre mi caliente mejilla. Lo miro a través de mi estado
saciado y sonrío.
—¿Setenta?
H
ablamos.
Reímos.
Me rio.
—¿Qué?
—Me encanta que cuando te ríes, como esta noche, es real, desde el
corazón, o más bien desde tus entrañas. No lo haces para molestarme. Te
estás riendo por ti.
¡Encantador!
La Osa Mayor, también conocida como el Carro Mayor, es una constelación visible
11
—Lo hice.
—Ups. —Me rio, haciendo que el resto de ellas se metan en las líneas
de mi cuerpo, enviando algunas al piso, y algunas sobre la encimera.
Mierda.
Danny interviene:
—Vístete. —Me da la toalla para secar los trastes porque no hay nada
más con que cubrirme.
—¿Qué me pasa? Todo. Esa es mi novia con la que estás follando por
ahí. Vittori es mi cliente. —Se ríe—. Estás muy jodido. Te voy a arruinar.
Danny apoya sus manos sobre el mármol. Solo unos minutos antes, me
había sentado allí en total felicidad.
—Por favor, Keaton. Por favor, solo vete Podemos hablar mañana. Has
estado deseando hablar. Lo haré. Nos veremos y podemos hablar.
—No vale la pena pelear por esto. Tienes una sesión mañana.
—Volviéndome a Keaton, le ruego—: No podemos arriesgarnos a perder
esta campaña. Vittori gastó una fortuna en la última sesión y perderemos
aún más si Danny no puede hacer esta sesión. Por favor. Vete. Hablaremos
mañana. Lo prometo.
—Tengo noticias para ti, niño bonito. —Levanta una llave—. Vengo y
salgo a mi antojo.
Tan pronto como sale, cierro la puerta y le pongo los tres cerrojos y
agrego la cadena. Danny ha ido al dormitorio. Él está sentado en el
extremo del colchón con la cabeza entre las manos cuando entro.
Dándole espacio, levanto mi bata y me la coloco, luego me inclino contra
la pared.
—¡Jódete!
La puerta se cierra, y con completa furia golpeo contra ella con mis
dos puños. Le doy la espalda y me deslizo, cerrando los ojos mientras llevo
mis rodillas a mi pecho. Ojalá pudiera detener las lágrimas, pero hay un
lugar muy profundo en el interior al que solo Danny Weston puede llegar y
solo él puede romperlo.
De nuevo.
REESE
E
l sueño no viene. Me siento cerca de la ventana que pagué tan
orgullosamente hace un año, pero la vista ha perdido su brillo.
Estar sentada aquí con la sensación de pérdida, me recuerda la
última vez que perdí a Danny...
Él dice:
Me rio.
—No lo haré.
—A juzgar por cuánto tiempo esperó y esas flores, yo diría que tiene
completamente un admirador.
—Sí, señora.
—No, estoy aquí para ver a un huésped. Danny Weston. —Mis dedos
comienzan tocando el mostrador mientras me apoyo contra él con
ansiedad—. ¿Puede llamarlo?
Su sonrisa cae.
—No, pero tengo que hablar con él de inmediato, por favor. —Lanzo
el por favor con una leve suplica, pero nada va a conseguir que haga esa
llamada. Puedo decirlo por cómo ha apretado sus labios mientras escribe
en su teclado.
—Sí.
Una hora...
Dos horas…
Él esperó tres.
—¿Hola?
—Lo siento.
Él se ve sorprendido.
Continúo:
Él no me desea más.
Las lágrimas pinchan en mis ojos por diferentes razones esta vez.
—¿En serio?
—En serio. —Me seca las lágrimas a medida que caen—. Quiero que
conozcas al real yo, el yo de ahora. —Riéndose, dice—: Puedo ser un idiota
para todo lo que sabes.
—Lo sé. Pero para que lo sepas, yo estaba dispuesta a patear su culo
por ti también.
—Lo entiendo.
—Mira, Danny, dejamos cosas sin terminar hace diez años, pero siento
la conexión que siempre tuve contigo. Creo que sientes lo mismo…
—Lo hago.
—¿Quién eres?
—Vuelve a mí.
—Lo prometo. Tan pronto como pueda escapar. —Me tiro hacia atrás
y empiezo a tratar de salir cuando lo único que quiero hacer es quedarme.
Malditos sean el trabajo y la carrera. Nunca tuve algo por lo que valga la
pena renunciar antes de ahora—. Adiós, Danny.
Y luego el siguiente.
—¿No puedo?
—Eres un idiota.
—Estoy ocupado, corazón. Si tienes asuntos que tratar soy todo oídos.
El resto de esta basura me está aburriendo.
—No voy, Keaton. No tengo nada que hacer allí, lo que la hace nulo y
sin efecto.
Se pone de pie, apoyando las manos sobre la mesa que nos separa.
Mi ira saca lo mejor de mí. —Creo que pasas por alto que estás en una
violación también. Creo que debería archivar un informe a Recursos
Humanos.
—Klein nunca ha anulado que los empleados tengan citas entre sí.
Solo pedimos que no afecte el desempeño de su trabajo.
»¿Reese?
El bastardo.
Danny.
DANNY
T
an pronto como regreso a la habitación, me quito la ropa y tomo
una ducha caliente. Una noche de sexo y una caminata
alrededor de la ciudad no me hacían ningún favor.
Reese.
E
sperando dormir más, mis ojos permanecen cerrados. Músculos
cansados. Cabeza mareada. La habitación está a oscuras por
las persianas de la ventana, así que no tengo idea de cuánto
tiempo ha pasado. Mi polla, con una erección, aún está confundida por la
hora. Frotándola para calmarla, me doy cuenta que esto hará las cosas
más duras. Como el acero. Especialmente cuando la morena de ojos
azules viene a mi mente.
Tiro de las colchas y voy a orinar. Estoy a punto de subirme de nuevo a
la cama cuando echo un vistazo al reloj. 5:03. Lucho por chequear si es
a.m o p.m. Cuando lo consigo, agarro mi teléfono de la mesita de noche y
me siento en el borde de la cama. ¡Joder! p.m.
¿Dónde estás?
Mierda.
Llámame.
La recepcionista responde:
—Publicidad Klein.
—Reese Carmichael.
Cuando miro mi Fitbit12, son las 5:56. Probablemente estaba por salir.
—Sí.
—¿Un evento?
—Gracias. Tengo algo qué hacer, pero podría pasarme por ahí.
—Gracias, Amanda.
D
e pie, justo dentro de las puertas del salón de baile, me ajusto
un gemelo, luego el otro, mientras escaneo el opulento
entorno del hotel histórico.
Ella me asombra. Cómo se las arregla para verse más hermosa cada
vez que la veo, está más allá de mí, me desconcierta, pero lo hace. Mi
corazón está palpitando en mi pecho con solo mirarla.
—Me encantaría.
—¿Lo es?
Sonríe ligeramente.
—¿Ahora?
—Tú no estás haciendo esto. No voy a dejarte. Pasó algo desde esta
mañana. Por favor no me lo ocultes. No me dejes fuera. Juntos podemos
manejarlo. ¿Es tu trabajo? —digo, echando un vistazo alrededor—, ya que
estás aquí representándolos, asumo que no lo perdiste.
—Hola, vaquero.
Frunce el ceño.
—Todas las mujeres en esta habitación tienen sus ojos en usted señor
Weston.
Él se ríe.
—Lo estamos.
Vinnie dice:
—Las cosas están complicadas. —Me vuelvo para encararla. Con esa
manera que tiene de mirarme, continúa—: Déjame manejar algo que ha
surgido.
Señala:
—Vine a explicar.
—¿Y qué trampa es esa? Ninguna que yo haya puesto. —Mi voz se
levanta con ira, toda la irritación que había drenado con la carrera se
precipita de vuelta.
—Después de ti.
—Eso quiero.
Sus pezones están duros, su cuerpo se retuerce. Cierra los ojos como
si tuviera dolor, apretándolos. Cuando los vuelve a abrir, dice:
Sujeto sus muñecas con una mano y nuestros cuerpos gravitan más
cerca.
—Hazme el amor, Danny. —La súplica es gutural, un deseo
impulsado por el hambre y el placer erótico, que no concuerda con las
dulces palabras.
—¿Te has puesto a prueba? ¿Qué? ¿Para ver si podías resistirte a mí?
—El agua se derrama en la ducha y me pregunto si debería entrar o
cerrarla, pero me quedo donde estoy a pesar de la disyuntiva. Parece
estar confundida—. ¿Quieres dejarme ir?
—Lo hago.
—¿Por qué?
—Me estás pidiendo que deje que ese imbécil controle tu vida
cuando ni siquiera lo quiero cerca de ti.
Por nosotros. Es tan jodidamente frustrante que sienta que tiene que
proceder por su cuenta. Especialmente cuando se trata de nosotros, pero
la dejaré hacer lo que siente con tanta fuerza que debe hacer y estaré
esperando. Observándola, es realmente demasiado malditamente sexy
cuando está tan decidida.
»Siempre te he amado.
—Mírame, nena.
—Tú también.
—Podrías estarlo.
Bryker dirige:
—Bésala.
—Buenos días.
—Solo a ti.
—¿Oye, Danny?
—Oye, Reese.
—Límpiate la nariz.
—¿Todo despejado?
—¿Él te violó?
La abrazo.
Sonriendo respondo:
—Ayyyyy, estarás bien. Es solo nuevo en este momento. Una vez que
te bajes del escenario y pasen tiempo de calidad juntos, apuesto a que
van a ser uno.
—Por verlos a los dos. —Ella se sienta en su lado del asiento y refleja—.
Hay algo en la forma de moverse cuando están juntos, como si sus cuerpos
no pudieran soportar la distancia. La veo cuando no estás mirando. Te veo
cuando ella no está mirando. Tú eres de la misma manera. Temo cuando
se trata de tu terquedad, también.
—He sido honesto con ella. Ella sabe lo que siento. Ella solo está
atrapada en los efectos secundarios de salir conmigo. —Dejo caer la
cabeza hacia atrás—. No quiero perderla de nuevo, pero no sé cómo
aferrarme a ella tampoco.
—El amor no se tiene que aferrar. Está en nuestras venas, fluye a través
de nosotros como la sangre. Es esencial para nuestra composición. Así que
no dejes que tu necesidad de aferrar algo tangible haga que pierdas lo
que hay dentro.
—Eh, es un regalo.
L
a sesión de fotos fue toda una promesa.
—M
írame, Danny —dirige Bryker—. Lo quiero intenso.
Quiero lujuria. Quiero poder. Lo quiero controlado.
¡Joder!
—Necesito cinco.
Becs pregunta:
—¿Danny?
Sigo moviéndome por la puerta, necesitando aire, el aire del
apartamento es rancio en mis pulmones. En los ascensores, golpeo el
botón del vestíbulo. Cuando las puertas se abren, me precipito hacia la
parte de atrás y me doy la vuelta. Reese está allí. Ella entra y presiona el
botón para cerrar las puertas.
Tan pronto como lo hace, está pegada a mí, pecho a pecho. Sus
manos pasando por mi cabello mientras la sostengo por los hombros,
besándola. Besándola tan fuerte, como si pudiera desaparecer. Los pisos
pasan y no perdemos ni un segundo. Agarro sus perfectas tetas en mis
manos y aprieto, haciéndola gemir en mi boca.
—No lo hagas.
—¿Qué?
—Si ha pasado más de un año, ¿por qué cree que todavía tiene una
oportunidad?
Se aleja del tráfico de peatones, bajo la cubierta del gran toldo verde
bosque que franquea la entrada del edificio.
Reese pregunta:
—¿Qué asuntos?
Él le susurra en el oído, su mano alrededor de sus hombros como si
tuviera derecho a abrazarla, y mucho menos tocarla. Ella sale de debajo
del brazo y sigue caminando.
—Párate aquí, Danny. Creo que esta será una buena toma sin que la
luz del sol entrado te ilumine.
—Sí, Danny, haz lo que te dicen y terminemos con esta sesión Tengo
una cita que parece negarse a salir hasta que termine el rodaje.
Soy empujado.
—Déjala.
Todos los ojos en la habitación se vuelven hacia mí, pero mis ojos se
quedan donde necesitan estar: en ella.
—¿Qué me dijiste?
Reese está de pie en estado de shock, al igual que Becs. Becs corre
para asistirme.
—¿Estás bien? lució como una mala caída. Has estado así de cerca
—dice sosteniendo sus dedos a cinco centímetros de distancia—, de
golpearte la cabeza sobre el escritorio.
—Estoy bien
Ella responde:
Claudia la mira.
—¡Reese! Vámonos.
Miro sus hombros caer mientras se debate. Me mira, pero sabe lo que
siento por su demanda, sin embargo insiste:
—Yo me encargo.
Sabiendo que necesita mi apoyo más que mi juicio, asiento pero sigo
enojado.
—Renuncié.
—¿Lo hiciste?
—Por mí. Por nosotros. Por mi alma. Dios, me siento tan bien en este
momento. —Me mira con una nueva esperanza a la que no he tenido
acceso desde que nos miramos el uno al otro en ese primer encuentro en
LA—. Vaya peso me he quitado.
Pero bajo el alivio que siente, en lo alto del subidón que está
cabalgando, empiezo a preguntarme cómo se sentirá cuando baje.
—¿Qué pasó?
—Ya estaba orgulloso de ti. Ahora, por favor, dime qué pasó.
—No tiene elección. Una vez que me di cuenta de que podía vender
el apartamento, vi que tengo opciones. No quiero estar atada por cosas
—Quiero todo eso. Quiero que seas feliz. No quiero que esté cerca de
ti nunca más...
—Sueño contigo.
—No tienes que soñar conmigo. Estoy aquí. Ya soy tuyo. Siempre lo he
sido. —Apoyándome sobre el reposabrazos, la beso en la frente y le aprieto
un poco más la mano—. Te amo.
E
stamos iniciando nuestro descenso.
Su sonrisa me calienta, así que alzo la mano y ajusto la salida del aire
encima de mi cabeza, con la esperanza de enfriarme antes de que lo
note. Masajear mis sienes alivia el inicio del dolor de cabeza que se está
formando.
Pregunta:
—¿Por qué?
—Su empresa sigue a cargo del rodaje. Y Klein no parece ser el tipo
de hombre que lo deja ir. No debería haberlo golpeado. Dos veces. Pero
me provocó. Odio que perdí la paciencia. No vale la pena.
—Te estaba humillando Danny.
—No soy ingenuo. Sé cómo se sienten las personas con respecto a los
modelos. Solo miran la superficie. Sin juego de palabras. Pero me tomo mi
trabajo en serio, me ha dado una vida que no podría experimentar o
pagar. Pero más que eso, respeto a todos los que forman parte de la
industria. Conocí a mucha gente por el modelaje. Así que cuando me
degrada, está degradándolos a todos ellos. Y por eso lo golpeé. Dos
veces.
—Fue caliente.
—De todas las cosas que intenté que recordaras, esa no es una de
ellas. Me estoy volviendo demasiado viejo para esa mierda. Se supone que
estoy madurando.
—¿Estas borracha?
—No. Es bueno. Y tú eres como tú, pero no como la Reese que eres
para trabajar. La tú de los negocios.
Señalando, se ríe.
—No hago lo que dices. —Espera, ¿lo hago? Maldición, puede que
tenga razón. Creo que realmente podría ser elaborado lo que digo—. No
lo hago mucho de todos modos.
—Me estás poniendo duro. A menos que planees seguir directo a follar
en primera clase, vamos a dejarlo ir.
—¿Tomaste drogas?
—¿Cómo es eso?
—Todo a la vez.
Y yo suya.
Sus labios encuentran los míos en un giro de pasión, acaricia mis senos
mientras roba mi aliento. No hay necesidad de preliminares. Nuestras
caderas se frotan desenfrenadas, necesitando más, anhelando sentirlo
completándome de nuevo.
—Sí, mucho.
—Desde atrás.
—Quiero eso.
La comisura derecha de su boca se inclina hacia arriba. En cualquier
otra persona, la media sonrisa parecería siniestra, complaciente o tortuosa.
En Danny, no solo quiero arrancarnos la ropa, sino quemarla para que nos
quedemos desnudos así para siempre.
»Quiero eso —repito sin ninguna razón, debo estar perdiendo mis
sentidos otra vez. Él me hace eso.
—Así que para ser claro. ¿Quieres que te folle por detrás?
—¿Qué?
—Ve despacio.
—Viene naturalmente.
—Reese, mírame.
—No puedo.
—Puedes. —Cuando al fin levanto la vista, me encuentro con sus
dulces, claros, brillantes y seductores ojos marrones—. No soy perfecto. No
te engañes. Pero siempre estuvimos bien juntos. Siempre fue así.
Dios, cómo amo a este hombre. Tomo su rostro entre mis manos,
levantándome hasta que nuestros labios se encuentran. Su lujuria. Mi
determinación. Su paciencia. Mi precipitación. Estamos equilibrados en el
más simple de los placeres. Cuando nos separamos, suspiro satisfecha. Con
nuestros labios aun tocándose, exclamo:
—Voy a voltearme.
Te.
Amo.
»Más despacio.
Exhalo mientras reemplaza el aire que una vez llenó mi cuerpo con el
suyo propio. Inhalándolo en mí, encuentro la paz en medio del éxtasis.
Cruzo los dedos para que él no envíe a nadie para joder las cosas, tal
como amenazó. Solo mantendré un ojo abierto por si acaso.
—¿Daniel Weston?
—Me han pedido que le entregue esta carta y que le diga en nombre
del remitente que se considere demandado.
Las ventanas son el único espacio que parece dar cierta privacidad,
aunque todo París está justo más allá del cristal. Mientras mira por la
ventana, me quedo ahí estupefacta observándolo mientras él saca su
teléfono y hace una llamada.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—No vas a volver con él si eso es lo que estás pensando. Dije que
puedo luchar contra esto y lo haré. Tengo un buen abogado y un pitbull
como agente. —Refiriéndose a las pocas personas en el set, dice—: Y no
nos dejarán.
—Es posible que hayas dejado un trabajo, pero esto podría costarte tu
carrera.
—¿Cuáles son?
No está bien.
—No.
—Lo lamento.
—Ven aquí.
—¿Qué?
Puedo sentirlo.
—¿Qué sucede?
—Es como si la historia se repitiera. Pero esta vez, tal vez no tengamos
elección.
—Sí.
—¿Por qué?
—Quiero que lo hagas, Danny. Por supuesto que sí. Soy una mujer.
Quiero que luches por mí. Simplemente no quiero que pierdas tu dinero o
tu vida haciéndolo. Nunca podría vivir con esa culpa. Nunca me verías
igual.
—Siete
—¿Siete millones de dólares? —Trato de procesar lo jodido qué es
realmente, que nuestro amor haya causado una demanda.
—Si esto fuera dentro de dos años, estaría más cómodo con los
ahorros. Un plan para hacer crecer el dinero es tener esos contratos de
patrocinios pagados. Pero ahora mismo... Quiero comprar una casa un día
y el mercado de bienes raíces en LA es una locura. —Tomando mis manos
en las suyas, me mira directamente a los ojos—. Lo dejaré por ti, Reese. Por
esta segunda oportunidad. —Me toca la mejilla—. Te perdí una vez. No te
perderé de nuevo.
—Lo lamen…
Está tranquilo. Cuando miro hacia arriba, sus ojos están cerrados.
—Duerme, bonita. Nos ocuparemos de ello a la luz del día. —Cierro los
ojos y me besa en la cabeza—. Siempre tenemos un mañana.
¿Lo tenemos?
M
añana.
Mañana.
Mañana.
T
omo los escalones de dos en dos, mi mano está en mi bolsillo,
asegurándome de que la caja no se caiga de mi abrigo. La
puerta está cerrada. Odio estar una hora tarde, pero no puedo
controlar los retrasos de vuelo debido al mal tiempo.
»¿Reese? —Está claro que no está aquí. Reviso mi reloj otra vez.
Maldición. Espero que no esté enfadad porque llegué tarde. Sabe cómo
los vuelos pueden estar desfasados. No es la primera vez que me he
retrasado, incluso tuve un vuelo cancelado por completo. Siempre lo ha
entendido en el pasado. No sé por qué estaría molesta esta vez.
»Reese, soy yo. Estoy en casa. ¿Dónde estás? Llámame. Quiero verte.
Tenemos que hablar. —Cuando cuelgo, coloco mi teléfono junto a la caja.
Ahí es cuando noto las revistas en la mesa debajo de ella. Las deslizo hacia
fuera y miro. Yo. Anuncios que he hecho. ¿Por qué están aquí? Miro hacia
atrás al anillo de diamante que brilla por la luz que entra a través de las
persianas abiertas.
Sin respuesta.
Yo era feliz.
»¿Hola? ¿Reese?
—¿Danny Weston?
—Cárguelas. —Cuelgo.
»Danny, lo siento.
»Dale tiempo.
»Ella volverá.
No escucho el resto, mi cabeza palpita mientras tengo que
confirmarlo. Todo lo que realmente amaba ha desaparecido. Dale
tiempo... ¿Ha estado sola? Yo estaba tan solo. Puedo estar rodeado de
gente mientras trabajo, pero no por la persona que me completa. La
extrañaba cada día.
Él sonríe.
Compromiso…
—Estoy listo.
P
asé tiempo extra en maquillaje. El estrés de los últimos días ha
grabado líneas de cansancio en mi rostro. De pie junto al Aston
Martin vintage, miro lejos de la cámara. Claudia está sentada
en el auto, su expresión coincide con la mía, con diferentes problemas en
su mente.
—Estuviste bien.
—A ninguna parte.
—¿Casa?
Se ríe.
Esta vez ella asiente, luego recoge la falda del vestido para que no se
arrastre y camina hacia Becs.
—Espero que sí. —No estoy seguro de qué más decir. Estoy irritado
porque no estoy seguro de qué hacer a su alrededor, o lo que puedo
hacer. Salgo del auto y murmuro—: Debo devolver este traje.
—Estás cerrándote.
Lo hago.
—No lo hago.
El cielo azul en sus ojos se nubla, y esta vez, ella me deja alejarme. La
grava cruje debajo de mis zapatos de cuero, pero la furia en mis oídos
ante la mentira que acabo de decir lo domina. Becs me ve venir.
Mi devastación.
Mi resolución.
—Lo sé.
—Confía en mí, no quieres que cante That’s What Friends Are For para
ti, soy una cantante horrible. Ahórranos el problema, habla conmigo,
Danny.
—No puedo.
—Publicidad Klein.
—Ohh —dice, pareciendo entender—. ¿Así que es cierto? ¿Te
demandaron por incumplimiento de contrato?
—Me demandaron por dejarla marchar hace diez años. Solo estoy
pagando el precio ahora.
—Cuidado.
Joder. Por supuesto, ella ve. Es mujer. No se pierde nada. Me subo mis
jeans y me pongo los calcetines.
Miro hacia atrás a Reese. Ella me mira, pero mira hacia otro lado con
la misma rapidez. Esa mujer. Esa mujer allí.
Ella es mi todo.
Reese es mi todo.
—Gracias.
Ella dice:
—¿Por qué?
—Por hacerme ver que nunca ha sido por las sábanas. —Le beso la
mejilla y hago un giro de ciento ochenta grados.
»Cuelga el teléfono.
—Quiero que seas parte de mi vida. Una gran parte. Quiero que
calientes la cama conmigo. Quiero que seas mi todo. Quiero que seas mía.
—Allí están.
—Ridículamente feliz.
Danny dice:
—No creo que haya algo que puedas hacer. Gracias de cualquier
manera.
»No podría haber elegido un mejor partido para mi Chica Dulzura que
tú, Danny Modelo.
—¿Eso es un sí?
Parándome, digo:
Danny añade:
Vinnie dice:
—¿Qué sucede?
—Amo cada una de tus emociones. Incluso las que están enojadas
conmigo. Lo entiendo. Yo también te extraño, pero quiero ganar dinero
para nosotros, para nuestro futuro.
—Has estado en casa tres días en los últimos dos meses. Esto no se
siente como una relación. Esto se siente como un amorío. Un amorío que
tienes en tu trabajo.
—Vamos a estar bien. Vamos a pasar por esto. Estoy seguro de que es
solo la ocupada temporada para el modelaje o algo así. Esta no será mi
vida. Tú eres mi vida.
—Te lo prometo.
—Él rompió conmigo para poder salir con una chica que trabaja en
Hot Topic.
Se ríen, sus tonos son mucho más ligeros. Escucho movimiento viniendo
del baño, y Danny dice:
—Vamos a traerte algo de comer. Creo que necesitas algo más que
alimentos a base de agua esta noche.
Danny dice:
—No eres solo hermosa por fuera. Eres hermosa por dentro también.
No dejes que algún idiota vuelva a apagar esa belleza de nuevo. O voy a
patearle el culo y odio entrar en peleas. —Cuando se separan, él le guiña
un ojo, y añade—: Se termina mi juego si me arruinan este bonito rostro.
—Eres ridículo.
—No eres la primera en decirme eso, pero suele ser seguido por... muy
guapo. Sin embargo, me conformaré con la versión abreviada.
—¿Cómo lo soportas?
Vinnie festeja.
Claudia responde:
—Esperemos.
—Con una sonrisa como esa en tu rostro, me tienes curioso por lo que
estás pensando.
—No pensando. Sintiendo. Siento que mi corazón late por primera vez
en años. Como realmente lo siento. Me siento viva y llena de esperanza. —
Levantando mi cabello, me besa la nuca. Susurro—: Tú eres el único que
rompió mi corazón. Tú también eres el único que podría reconstruirlo hasta
que estuviera completo y latiendo de nuevo.
—No importa ahora, de todos modos merecías algo mejor que cómo
me fui.
—Te equivocaste. Nunca tuve una vida sin ti. Durante años, he estado
buscando algo que estúpidamente pensé que podría reemplazar.
Con una risa ligera, descanso mi mano en su cuello.
—Te equivocaste.
—No tengo ninguna duda de que eres la más fuerte y valiente de los
dos. —Él sonríe tan suavemente que no puedo evitar devolverla.
E
l almuerzo con Vinnie es fabuloso, igual que él. No puede estar
más complacida con las sesiones de fotos y no puedo esperar a
ver cómo se desarrolla la campaña. Cuando volvemos al hotel,
Claudia está saliendo. Su vuelo es antes que el nuestro. Ella corre y me
abraza, y la abrazo porque tengo una debilidad por ella ahora que he
llegado a conocerla mejor.
—Estoy intrigado.
—Nunca lo hago.
—Te amo.
—No te pongas tan triste cuando lo dices. Él amor solo debe hablarse
desde un corazón feliz.
Vinnie esnifa.
—Abrázame.
—Abrázalo.
—¡Oh, Santa María! Dulzura, tenías tanta razón sobre él. ¡Chica con
suerte!
—Está bien. Está bien. Eso es suficiente. Tenemos vuelos que abordar.
—Nos vemos pronto —dice él, manteniéndolo casual para mí, tal vez
para sí mismo.
Dando la vuelta, comienzo a alejarme porque me resisto a verlo. Pero
no puedo resistir y miró atrás, solo una vez. Hay más distancia entre nosotros
de la que esperaba y me doy cuenta que él se alejó al mismo tiempo,
probablemente por las mismas razones.
Pero cuando me siento en primera clase y pido una revista para leer, y
la azafata muestra una selección, una con una foto de ti a mitad de un
orgasmo en la portada, de repente el dinero incluso parece menor.
Agarrando el tabloide de sus manos, busco la fecha. Hoy. Eso significa que
ha estado en los quioscos en los Estados Unidos durante unos días. Mi
corazón duele, como si pudiera ir más allá, mientras miro la pequeña foto
en la esquina superior derecha de Danny y yo en Marfa.
Desierto.
Silla.
Cabeza atrás.
Boca abierta.
Joder.
Bryker. El traidor.
Vinnie voltea.
—¿Qué?
—Danny enloquecerá.
—Danny debería darle copias a todos los que conoce y crear una
cuenta de Facebook para ellas. O, incluso mejor, crear una cuenta de
Instagram. Te acechare allí. Estas fotos son increíbles. ¿Cuánto quieres por
ellas? Podría vender un millón de dólares de perfume por solo agregar una
botella justo en la esquina.
—Hola.
—Si.
—Siempre.
—Hablamos cuando estuve en París. Tengo su número y el
definitivamente está interesado en caminar por la pasarela para ti. Él es
nuevo en esto, así que le dije que estarías feliz de darle algunos consejos.
Él se ríe.
—Es verdad, lo hago. —Cuando sale del auto, dice—: Gracias por tu
amistad, Reese. —Sin gestos y expresiones exageradas, puedo decir que él
habla desde el corazón.
A
la mañana siguiente hablo con Danny cuando finalmente
llega a casa.
—¿Me extrañas?
—C
asi me gusta estar separados solo para que
podamos tener encuentros como este —dice
Danny, acostado de espaldas conmigo yaciendo
encima de él.
—A mí también.
—Ducha.
Me mira con una sonrisa en su rostro, una que comparte lo que siente
en su interior: ardor, devoción, respeto. Su mano cubre mi mejilla, y el
responde:
—Crees que voy a decir alguna loca posición o tal vez incluso
meterlo en tu garganta. Pero si me preguntas lo que más quiero, mi
respuesta siempre será la misma: Tú, estar dentro de ti. Eres demasiado
temporal para mí. Eres como una tienda de campaña que es temporal y
puede fácilmente ser desecha. —Tomando mi rostro entre sus manos, me
besa con profundo afecto, por lo que mis rodillas ceden ligeramente—.
Eres mi Taj Mahal. Eres mi hogar construido de amor y pasión. Te miro y veo
la grandeza. —Con una sonrisa ligera, dice—: Eres el libro que leo cuando
quiero revivir nuestra historia.
—Me gusta eso. Mucho. —Un beso lleva a otro, y luego conduce a
más. Bajo y envuelvo mi mano alrededor de su longitud. Con firmeza, me
deslizo contra su sedosa piel.
Sus manos se deslizan por mis brazos mientras sus labios arrastran un
rastro de besos por mi hombro. Nuestros dedos se entrelazan y su lengua
encuentra la concha de mi oído. Inclino la cabeza a un lado, mi cabello
húmedo cayendo. Él lame mi cuello y detrás de la oreja antes de presionar
sus labios. Danny toma mis manos y lentamente las lleva por encima de mi
cabeza, palmas planas contras el cristal. Mi respiración se detiene,
atrapada en el momento, y él susurra:
—Eres la mujer más hermosa que he visto. Eres la mujer más sexy que
he besado. Eres la única mujer con la que quiero estar otra vez.
Mi exhalación se convierte en respiraciones aceleradas cuando sus
manos dejan las mías exactamente donde él quería. Tomándome por las
caderas, me tira hacia atrás lo suficiente como para inclinar mi trasero.
Siento su polla contra mi trasero. Aunque nunca hemos ido allí, estoy
excitada. No estoy segura si estoy lista para más, de esa manera, pero
estoy tentada. Empujándome hacia atrás lo suficiente para alentarlo a
más, sus manos se aprietan sobre mis caderas y dice:
»Paciencia.
Agarra mis pechos y los aprieta varias veces antes de mover dos
dedos entre mis piernas y correr sobre mi sensible clítoris. Mi cuerpo se
sacude por el contacto antes de buscarlo de nuevo.
—Dios, sí
Mis manos presionan contra el cristal, tensión llenando mis brazos justo
mientras me mueve hacia adelante y golpea de nuevo, controlando mi
cuerpo. Llegó tan cerca de golpear el cristal, pero él es cuidadoso. Incluso
cuando no lo es.
»Te haré sentir bien, tan bien, nena. —Sus dedos se extienden. Presiona
suavemente mi estómago mientras se mueve a través de ello y aparta mis
piernas. Tanto. Mi cuerpo siente todo lo que él da y sin embargo, ansía
más. No toma más que algunos cuantos círculos bien calculados
directamente sobre mi clítoris para que me desmorone debajo de él. Mis
gemidos de placer lo seducen mientras cubre mis manos, arrastrándolas al
cristal hasta que él está empujando con nuestro propio ritmo y cayendo a
pedazos a través de sus propios gemidos de éxtasis.
—Te amo.
—¿Dalton?
—Olvidé que eres dueña de la casa de al lado. ¿No estás mucho allí?
Minimizándolo, digo:
—Claro.
—Lo amo y eso es parte de su vida. Así que tuve que tomar la decisión
entre conseguir mi felices para siempre con el hombre que amo o alejarme
y arreglármelas por el resto de mi vida. Elegí amor. ¿Qué elegirás tú?
Ella está siendo tan abierta, así que planteo otro tema.
—Su vida está contigo. Uno hace lo que tiene que hacer. Si tienes que
ir a Nueva York, va a apoyar tu decisión. Él es solo ese tipo de persona.
—Cuando se pone de pie, dice—: Pero creo que en tu corazón ya sabes lo
que quieres hacer. Y Reese, no hay nada peor que vivir una vida de
arrepentimiento.
Años de pesar cruzan mi mente.
Ella sonríe.
—A él le gusta hablar de su música. Ha cambiado mucho a lo largo
de los años. Un buen cambio. O tal vez es solo que, Danny, pones a todos
a gusto.
—Lo estoy.
Danny murmura:
D
e camino a casa… casa. Danny, mi casa. Reflexiono.
—¿Estás segura?
—Creo que eso sería increíble. —Mira desde el camino hacia mí—.
¿Qué piensas de estar conmigo una poco más, tal vez permanentemente?
E
ntramos a la reunión con Mark y el abogado de Danny. Nos han
dicho que no digamos una palabra. Ellos no querían que yo
viniera, pero Danny dijo que si él básicamente estaba
declarándose culpable y pagando al bastardo, entonces iba a “frotar esto
en su maldita cara”.
—Jódete.
Aprieto la mano de Danny para calmarlo, pero también estoy
luchando para mantener la calma bajo estas circunstancias. Tan pronto
como nuestro abogado termina de leer el acuerdo, el abogado de
Keaton coloca un anexo sobre la mesa y lo empuja a través de la brillante
superficie de madera para que todos podamos ver. Hay un montón de
letras pequeñas, pero lo que destaca es la siguiente línea.
Yo digo:
Mis pies apenas tocan el suelo cuando vuelo hacia adelante para
darle una bofetada. Danny me atrapa y me tira de regreso.
Keaton interrumpe.
En los Estados Unidos, un plan 401 (k) es la cuenta de pensión de contribución definida
15
calificada de impuestos definida en la subsección 401 (k) del Código de Rentas Internas.
Bajo el plan, las cotizaciones de ahorro para la jubilación son proporcionadas (y a veces
proporcionalmente igualadas) por un empleador, deducidas del cheque de pago del
empleado antes de impuestos (por lo tanto, impuestos diferidos hasta retirados después
de la jubilación o según lo permitido por la ley aplicable), y limitado a un máximo pre
Contribución anual tributaria de 18.000 dólares (a partir de 2015).
Odio el sonido de su voz. Volviéndome hacia Danny, lo beso. Porque
hemos pagado nuestra deuda por el crimen que cometimos y no quiero
desperdiciar otro segundo ocupándome en esto.
Sonrío. Vinnie puede estar atascado trabajando con Klein por otro
año, pero no puedes superar el sentimiento. Mirando a Danny, digo:
DANNY
E
sos jodidos zapatos sexys.
—Si no podía ayudarte con el dinero, tenía que ayudar como pudiera.
El amor siempre debe triunfar ante el odio. De todos modos, Reese, mi
pequeña mantequilla de maní, vas a necesitar ese dinero para tu agencia.
—¿Qué paso con Chica Dulzura? —pregunta ella, riendo, el peso del
mundo levantado de sus hombros.
—Ah. Ya veo.
Reese comienza a reír tan fuerte que comienza a toser. Niego con la
cabeza.
—Terrible.
—¿Sigues allí?
—Sip
—Sí.
—¿Ella va a regresar?
—No lo creo. Le dije que aún la amaba. Ella dijo gracias y que tenía
que regresar con su cita.
—Claro.
—¿Qué pasa?
—No hagas eso. Luke está viniendo. Y si las quitas, me importa una
mierda que mi mejor amigo esté viviendo después de tener su corazón
pisoteado esta noche por su ex.
Oh.
—Larga historia, pero él quiere pasar y no sé, consuelo o algo así. Una
vez que abrimos la inundación personal, hemos sido unos coños maricas
desde entonces.
—Es por eso que los compre. Les daré a los dos charlatanes algo de
privacidad. —Sacude su trasero y entra el baño.
Él no duda.
—La amo.
Sonrío.
—Sip. Probablemente.
—Vamos a abrazarnos.
—Mierda, eso en realidad me hizo sentir un poco mejor. Tal vez las
chicas tengan razón.
Me rio.
—Si te hizo sentir mejor o no, me hizo sentir peor. Nunca más ¿de
acuerdo?
Riendo, asiente.
Él sale.
—Lo tienes.
R
eleyendo el texto, sonrío feliz. Jane finalmente lo llamó. No
tengo idea de lo que hará, pero Reese piensa que regresará de
nuevo con Luke. Las mujeres no hablan con sus ex, como ya lo
ha hecho, si no ha dejado emocionalmente al otro tipo. Estoy bastante
seguro de que Reese está hablando desde la experiencia. Luke hizo un
buen juego fingiendo que la superó, pero ha sido obvio que no. La
esperanza todavía existe. Tal vez tendrá su segunda oportunidad para
hacer las cosas bien como yo.
»Vamos.
Ella viene conmigo esta vez. Salimos sobre las baldosas de terracota y
mira hacia arriba mientras la nieve cae.
»Quiero ver tus ojos azules cuando haga esto. —Pensé que estaría
nervioso, pero por alguna razón, debido a alguien, no lo estoy. Sosteniendo
su mano izquierda, froto mi pulgar sobre sus nudillos—. Hace diez años te
dejé ir de mi vida y no luché lo suficiente para que volvieras. Es lo único
que lamento. He vivido con la pena de no creer nunca tener la
oportunidad de rectificar. Pero aquí estoy, de rodillas ante ti, rezando en
silencio para que me des la oportunidad de hacer las cosas bien, para
estar juntos de la manera que siempre estuvo destinada a ser. Reese
Carmichael, ¿me harías el honor de ser mi esposa y compañera en esta
vida y para toda la eternidad? ¿Quieres casarte conmigo, bonita?
—No sabes cuántas veces he soñado con este momento contigo. Esto
es mejor que cualquier sueño que pude haber tenido. Pero yo habría dicho
que sí sin siquiera esto, porque te tengo a ti y tu eres mi sueño hecho
realidad.
Ella asiente mientras las lágrimas corren por sus sonrientes labios.
E
stoy en todas partes.
Vallas publicitarias.
Revistas.
Centros comerciales.
Tiendas.
Paradas de autobús.
Comerciales.
Alfombras rojas.
Aeropuertos.
Mark añade:
—De nada. Ahora sal de aquí. Tengo que cerrar este acuerdo para
Sebastian antes de que enloquezca por lo de GQ.
Riendo, digo:
—La necesito.
—Ese es tu único pase libre. Decir lo que sea sobre ella, incluso
pronunciar su nombre hará que tu culo sea derribado.
Nervioso, se ríe.
Vivo la vida que muchos envidian, más anhelan: fama, viajar por el
mundo, grandes sueldos, mujeres calientes. Sin embargo, solo importa una
cosa y eso es lo que me provoca una sonrisa de oreja a oreja. Puede que
no sea mi sonrisa del millón de dólares, pero vale los mil millones para mí.
Ella vale más para mí.
—¿Cómo te fue?
U
n mes.
Una película.
Luke Anders me engañó. El trato fue sellado antes de que supiera que
estaba detrás de él.
Esto es todo.
—¿Luke?
»¿Luke?
—Te conozco.
—¿Fuiste a la USC?
—¿Uh?
Señalo y ella mira hacia abajo y tira de la orilla que llega a la parte
superior de los muslos, y se ríe.
—¿Jane?
—Él es feliz.
—Conmigo.
—Hola.
—Por favor, vuelve a casa, Jane. Siento haberle dicho eso a la gente.
—La voz de Lawrence llena el auto, ya que sale a través de los altavoces.
—Ven a casa.
—No es mi casa.