“III CICLO”
AUTORES:
ASESOR:
Mario Rogelio Pelaez Osorio
Lima – Perú
2019
INFORME ESTADÍSTICO
Deberá ser elaborado por los estudiantes del tercer ciclo, de manera grupal (5 integrantes)
durante el desarrollo de la experiencia curricular de Estadística Descriptiva.
INDICE:
RESUMEN
I. INTRODUCCIÓN
II. MARCO METODOLÓGICO
III. RESULTADOS
IV. CONCLUSIONES
REFERENCIAS
ANEXOS
RESUMEN
El presente trabajo contiene el objetivo de mostrar los niveles de violencia contra mujeres
casadas, en sus hogares por la Organización Mundial de la Salud y lograr una solución sin
necesidad que las mujeres sigan sufriendo por los maltratos. Siendo la población las viviendas
particulares y sus ocupantes residentes del área urbana y rural del país. La muestra fue un total
de 1596 viviendas entre 1056 urbano y 540 rural. La forma cómo fueron recogidos y
procesados los datos, se llevó a cabo por medio del método estadístico.
INTRODUCCIÓN
El motivo por el cual realizamos el siguiente estudio, acerca de La Violencia Familiar Física,
Psicológica o Económica Contra La Mujer Casada o Unida, se da porque es más frecuente
respecto a los distintos contextos a las mujeres. Esta situación se produce en todos los países,
en todas las culturas y en todos los niveles sociales sin excepción. Esto ocurre sin importar el
tiempo de relación, la violencia contra la mujer casada se da distintas maneras, existe el
maltrato psicológico, maltrato físico, maltrato verbal.
Según el estudio publicado en el 2013 por la Organización Mundial de la Salud (OMS,
García- Moreno). Revela que la violencia de pareja es el tipo más común de violencia contra
la mujer, ya que afecta al 30 % de las mujeres en todo el mundo, llegando esta cifra hasta el
38 % en algunas regiones. Se indica también que el 38 % del número total de homicidios
femeninos se debe a la violencia conyugal, cifra por supuesto muy preocupante. Este mismo
estudio que en las Américas, el 29.8 % de las mujeres han sido víctimas de violencia física y
sexual ejercida por parte de su pareja.
En otro estudio internacional, Bott, Guedes, Goodwin y Adams (2014), realizaron un análisis
comparativo de los datos contra la violencia contra las mujeres por parte de su esposo, datos
provenientes de encuestas nacionales de base poblacional, recogidos entre el 2003 y el 2009
en 12 países de América Latina y el Caribe. Se encontró, entre otros resultados, que la violencia
contra las mujeres está generalizada en todos los países estudiados, aunque la prevalencia varía
según el entorno. Así mismo, se halló que entre la cuarta parte y la mitad de las mujeres
informaron haber sufrido alguna vez este tipo de violencia. Respecto al Perú este estudio reveló
que fue en el tercer país en reportar un mayor de prevalencia de violencia física o sexual a la
mujer de (15 a 49 años de edad) por parte de sus parejas casados alguna vez en los doce meses
precedentes.
A nivel nacional el último estudio reportado por la encuesta demográfica y de salud familiar
del Instituto Nacional de estadísticas e informática (INEI, 2012 ), indicó que el 66,3 % de las
mujeres algunas casadas, separadas o viudas manifestaron que el esposo ejerció alguna forma
de control sobre ellas ; el 21,7 % refirieron que habían experimentado situaciones de violencia
verbal ; el 19,9 % declararon que habían sido amenazadas por su esposo con irse de la casa,
quitarle a sus hijos (as) o quitarles la ayuda económica ; mientras el 37,2 % manifestaron que
fueron víctimas de violencia física y sexual por parte de su esposo ( como empujones, golpes,
patadas, ataques o amenaza con cuchillo, pistola u otra arma, tener relaciones sexuales sin
consentimiento o realizar actos sexuales que la mujer no aprobaba ).
Otras investigaciones refieren que las consecuencias de la violación en la pareja recaen sobre
las mujeres, generando ello daños significativos en su integridad. Así, en un estudio
longitudinal con 375 mujeres, Watkins y colaboradores (2014), encontraron que tantos las
agresiones físicas como psicológicas por parte de la pareja generan un impacto negativo en la
salud física y mental de las mujeres, destacándose síntomas ansiosos, somáticos y depresivos.
García- Moreno y otros (2013), concluyeron que las mujeres que han sido víctimas de abusos
físicos o sexuales por parte de su pareja presentan mayor riesgo de padecer una serie de
problemas de salud físicas como contraer sífilis, clamidia o gonorrea, así como mayor
probabilidad de padecer disturbios mentales (como depresión), y son más propensas de tener
problemas con el abuso del alcohol.
Por su parte, Bott y colaboradores (2014), reportan que las mujeres que sufren violencia por
parte de su esposo informan haber resultado físicamente lesionadas, incluidas lesiones leves
como conducciones y valores, así como lesiones más graves, como fracturas de huesos,
quemaduras o heridas de chuchillos; extensas consecuencias emocionales y de salud mental,
tales como temor, depresión, pensamientos suicidas, ansiedad o angustia suficientemente
graves como para no poder realizar su trabajo habitual.
En relación a la etiología, la tendencia actual señala la multicausalidad de la violencia de
pareja, reconociendo la existencia de factores de riesgo que predisponen y mantienen el
problema de la violencia a la mujer por la pareja. En este contexto, el modelo explicativo más
utilizado por diferentes autores para la comprensión y atención de la violencia es el modelo
ecológico planteado por Heise (1994), el cual señala que muchos factores de riesgo interactúan
entre sí y facilitan la aparición de violencia de pareja. Estos factores se ubican en diferentes
niveles de análisis y pueden ser individuales (las variables psicológicas personales están
comprendidas en este nivel), relacionales, comunitarios y sociales/culturales (Butchart,
2011).
En los últimos años, la finalidad de reenfocar la atención en factores de tipo socioculturales
como inequidad de género, sociedad patriarcal, actitudes machistas, consumo de alcohol por
parte del agresor, etc., se ha relegado el revisar y profundizar algunos de los factores
individuales, que corresponden a la dimensión psicológica de la mujer, variables que forman
parte de su estructura y que probablemente anteceden a una situación de violencia.
En el contexto local, esta situación parece no ser ajena. Por ejemplo, según la recopilación que
hizo Bardales (2012) de aquellos estudios registrados en el periodo 2006 al 2010 sobre
violencia hacia la mujer en la relación de pareja (entre otros tipos de violencia familiar y
sexual), se puede deducir que la mayoría de ellos se orientan a brindar información descriptiva
o relacionada con variables situacionales, contextuales y socioculturales, principalmente. Tales
son así variables estudiadas como edad de la mujer, nivel de instrucción, nivel
socioeconómico, estado civil, consumo de alcohol de la pareja, roles de género, patriarcalismo,
número de años de la relación, antecedentes de violencia en la familia de origen, entre otros.
No cabe duda que el contexto sociocultural influye en la aparición de esta problemática, pero
la misma relevancia tiene el enfocar también aquellos factores individuales, aquellas
características psicológicas que una mujer presenta al inicio de sus relaciones de pareja y que
pueden configurar desde ya un factor de riesgo para que sea víctima de violencia de pareja. De
esta forma, algunos estudios han encontrado asociación entre el maltrato en las relaciones de
pareja y las variables psicológicas (Miljánovich, 2013), y específicamente, algunas
características de personalidad (Ballester y Ventura, 2010; Dubugras y Guevara, 2013;
López, Moral de la Rubia, Díaz & Cienfuegos, 2013; Preciado-Gavidia, Torres-Cendales
& Rey-Anacona, 2012; Picó-Alfonso, Echevarría y Martínez, 2008). Congruente a lo
expuesto, una de las variables psicológicas individuales que es importante estudiar en este
contexto es la dependencia emocional a la pareja, la cual, para efectos del siguiente estudio,
será entendida como un tipo de dependencia interpersonal o relacional genuina (Castelló,
2005; Moral y Sirvent, 2008) y definida como la dimensión disfuncional de un rasgo de
personalidad, que consiste en la necesidad extrema de orden afectiva que una persona siente
hacia su pareja (Castello, 2005, 2012). En este sentido, y siguiendo a este autor, la persona
afecta de dependencia emocional presenta un patrón de pensar, sentir y actuar más o menos
estable en su constitución, denota comportamientos de sumisión y subordinación a la pareja,
necesidad de acceso a la misma, miedo a que la relación se termine, priorización de la pareja,
entre otras características disfuncionales.
En este contexto, Amor y Echeburúa (2010) identificaron la dependencia emocional hacia el
agresor como una característica de tipo emocional en mujeres víctimas de violencia de pareja,
la cual implicaría la vivencia de emociones contradictorias hacia esta (aproximación y
rechazo), vínculo emocional basado entre la intermitencia entre el buen y el mal trato,
enamoramiento intenso, sensación de no poder vivir sin él y miedo a ser abandonada.
Castelló (2005) refiere que la dependencia emocional explicaría la conducta de algunas
mujeres víctimas de violencia de pareja cuando justifican las infidelidades y agresiones de su
pareja, cancelan procesos legales (denuncias), incumplen las órdenes judiciales de alejamiento
respecto a la pareja, regresan con el agresor creyendo que es posible que sus parejas tomen
conciencia y cambien de actitud, y en otros casos, inician una nueva relación con características
similares de malos tratos.
Hirigoyen (2006) afirma que la dependencia emocional es una consecuencia del dominio y la
manipulación que se da en la pareja violenta, creándose una verdadera adicción al compañero
que se explica por mecanismos neurobiológicos y psicológicos para evitar sufrir y obtener un
cierto sosiego.
Deza (2012) refiere que uno de los factores asociados a la permanencia de la mujer en
relaciones violentas es la percepción de amor romántico que tiene de las relaciones de pareja,
lo cual implica depender del otro y adaptarse a él, postergando incluso lo propio; perdonar y
justificar todo en nombre del amor; consagrarse al bienestar.
del otro; desesperar ante la sola idea de que la pareja se vaya, sintiendo que nada vale tanto
como esa relación; pensar todo el tiempo en el otro, hasta el punto de no poder trabajar,
estudiar, comer o dormir; idealizar a la otra persona, no aceptando la existencia de ningún
defecto; sentir que cualquier sacrificio es poco si se hace por amor al otro, entre otras
características. A todo ello se sumaría una baja autoestima o desvalorización.
Villegas y Sánchez (2013) realizaron un estudio para identificar las características de
dependencia afectiva en un grupo de mujeres denunciantes víctimas de maltrato por su pareja.
Encontraron que las características psicológicas más sobresalientes de dependencia afectiva
en las participantes fueron expresión límite (percepción de la ruptura de pareja como algo
catastrófico y expresiones impulsivas), miedo a la soledad (la soledad es vista como algo
aterrador y se evita por todos los medios), ansiedad por separación (miedo ante la amenaza de
ser abandonados y preocupación por la pérdida), así como modificación de planes (modifican
su vida con tal de retener a su lado la pareja). Es preciso señalar que, si bien se observa en la
comunidad científica un interés por estudiar la relación entre la dependencia emocional y la
violencia de pareja, algunos estudios han empleado diversos términos y definiciones un tanto
confusas, generales, distintas al constructo en cuestión para referirse a la variable dependencia
emocional (adicción al amor, amor romántico, dependencia interpersonal). En nuestro
contexto, escasos y desactualizados estudios nacionales señalan esta relación, aunque
erróneamente se ha utilizado el constructo dependencia psicológica (término genérico y
exportado del ámbito de estudio de los trastornos por consumo de sustancias psicoactivas) para
referirse a las características de la dependencia emocional, utilizando instrumentos no
adecuados (no válidos, adaptadas de pruebas que miden dependencia psicológica a sustancias
psicoactivas) para medir la variable de interés.
En congruencia con todo lo señalado anteriormente, el siguiente estudio tiene como objetivo
identificar la relación entre dependencia emocional y violencia de pareja en una muestra de
mujeres usuarias del servicio de psicología de un establecimiento de salud. La importancia de
realizar investigaciones como estas que vinculen la violencia a la mujer en su relación de pareja
con una variable de la dimensión psicológica de la mujer, específicamente, la dependencia
emocional, queda justificada por el aporte teórico sobre el conocimiento de estas dos variables,
así como el potencial práctico de utilizar dichos resultados para emprender acciones de
intervención viables y específicas, tanto en el tratamiento psicológico de la violencia de pareja,
como en la prevención de este problema desde etapas tempranas de la relación, como el
enamoramiento y/o noviazgo.
Objetivo específico: Describir la relación entre la violencia psicológica contra la mujer y estado
civil (casada o conviviente). Los tres factores considerados en el ámbito familiar tienen una
influencia estadísticamente significativa en las chances de la mujer de ser victimizada
psicológicamente. En primer lugar, se observa que las mujeres que se encuentran inmersas en
vínculos cortos son menos proclives a ser víctimas, es decir, en consonancia con una línea de
investigación, se sugiere que la violencia en la pareja se utiliza más a medida que la duración de
la relación incrementa. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que no se puede concluir con
seguridad respecto a esta cuestión, ya que no hay información en la encuesta sobre la primera vez
que la mujer fue victimizada. Por tanto, no resulta posible saber si, en las parejas de mayor
duración, la mujer comenzó a experimentar violencia recientemente o, en contraposición, lleva
tiempo produciéndose. Al mismo tiempo, no resulta posible afirmar de forma concluyente que las
mujeres con parejas recientes experimentan menos violencia psicológica, ya que es factible que
aquellas mujeres inmersas en vínculos cortos se separen más fácilmente del agresor. Para
comprender mejor esta cuestión, futuras investigaciones deberán considerar también a las mujeres
separadas que han sido víctimas, lo cual no se toma en cuenta en la encuesta. En esta primera
aproximación se puede concluir que, en Argentina, el maltrato psicológico en la pareja es mayor
en los vínculos de más duración. En segundo lugar, los hallazgos en torno al estado civil señalan
al matrimonio como un factor protector de la violencia psicológica, en consonancia con la
evidencia hallada en otros contextos. Las mujeres que se encuentran en pareja sin convivencia son
las más propensas a sufrir maltrato psicológico: sus chances de ser victimizadas son 3,2 veces las
de las mujeres casadas. Esta diferencia se reduce ligeramente para las uniones consensuales parejas
con convivencia y evidencia que las mujeres en uniones informales sufren mayores niveles de
violencia por parte de sus parejas. Por último, en al ámbito familiar, la presencia de hijos también
resulta un factor de riesgo asociado a la violencia en la pareja: las mujeres que conviven en hogares
con sus hijos son más proclives a ser víctimas de maltrato psicológico, lo cual pone de relieve la
necesidad de prevención no solo como forma de protección para la mujer, sino también para los
hijos. Los recursos absolutos o personales de la mujer han sido considerados a partir de su
educación, edad, nacionalidad, situación laboral y de la existencia de relaciones previas. La
educación, la edad y la situación laboral tienen una influencia estadísticamente significativa en el
riesgo de la mujer de ser víctima de maltrato psicológico, mientras que la nacionalidad y el hecho
de haber tenido relaciones previas no resultan relevantes. Por un lado, se observa que las mujeres
más educadas son quienes menos experimentan violencia psicológica. Las chances de sufrir
violencia psicológica entre las mujeres menos educadas) son 3,7 veces las de las mujeres más
educadas. Esta diferencia, aunque significativa, se reduce a medida que aumenta el nivel educativo.
Por otro lado, la situación laboral resulta también un factor asociado a la violencia psicológica: las
mujeres que no trabajan por un salario son más proclives a experimentar violencia psicológica que
quienes trabajan por un salario. Ambos hallazgos dan cuenta del hecho de que las mujeres con
menores recursos son más vulnerables a la violencia, lo cual es consistente con la evidencia
empírica hallada en otros contextos. Sin embargo, los resultados en torno a la edad apuntan en la
dirección contraria a los estudios previos. En Argentina, las mujeres jóvenes son quienes menos
experimentan violencia psicológica, lo cual parece indicar progresos generacionales, producto,
posiblemente, de la mayor exposición de las cohortes más jóvenes a la universidad. Por otra parte,
junto con los recursos familiares y personales, los recursos relativos también se presentan como
un factor crítico para las mujeres. La teoría de la inconsistencia de estatus se corrobora respecto a
la educación: cuando la mujer tiene un nivel educativo superior al de su pareja es más proclive a
sufrir violencia psicológica. Este hallazgo parece indicar que los varones utilizan esta modalidad
de maltrato como medio para restaurar el sistema tradicional de subordinación de la mujer, el cual
se encuentra amenazado en la medida que la mujer posee mayores recursos educativos. Las
diferencias de edad en la pareja no influyen en las chances de la mujer de ser victimizada
psicológicamente, lo cual sugiere que la edad es un factor relevante en términos absolutos, pero
no en términos relativos. Sobre la base de la perspectiva sociológica, se incorpora al análisis una
serie de variables correspondientes a los recursos familiares, absolutos de la mujer y relativos entre
los miembros de la pareja. Los recursos contextuales no son considerados, ya que no existe
información en la encuesta sobre el barrio en donde vive la pareja. Con el objetivo de capturar el
efecto de los recursos familiares, se incluyen en el análisis tres variables derivadas de las teorías
explicadas anteriormente: convive con hijos, estado civil y duración de la relación. Si bien la
variable ingresos familiares está disponible en la encuesta, se optó por no introducirla en el análisis,
dado el debate en torno a su fiabilidad108 y el alto número de valores perdidos. La variable
convivencia con hijos comprende, por un lado, a aquellas mujeres que no conviven con hijos y,
por el otro, a aquellas que conviven con un hijo o más. El estado civil tiene tres categorías: estar
casada, en una unión consensual o en pareja sin convivencia. La duración de la relación actual
también presenta tres categorías: menos de 5 años, de 5 a 10 años y, por último, más de 10 años.
Los recursos absolutos de la mujer son considerados a partir de su educación, edad, nacionalidad,
situación laboral y existencia de relaciones previas. La educación es una variable de tres categorías:
la primera categoría -nivel inferior- comprende a las mujeres que alcanzaron, como máximo, a
iniciar la secundaria, aunque no la finalizaron; la segunda, a aquellas que completaron la
secundaria, algunas de las cuales iniciaron un nivel universitario, aunque no lo terminaron; por
último, la tercera categoría -de referencia-corresponde a las mujeres que iniciaron un nivel superior
-universitario- y lo completaron. La variable edad cuenta también con tres categorías: de 18 a 30
años, de 31 a 45 años y de 46 a 69 años. La nacionalidad es una variable dicotómica, en donde ser
extranjera resulta la categoría de referencia. La situación laboral se divide entre aquellas mujeres
que trabajan por un salario y aquellas que no lo hacen. La existencia de relaciones previas
comprende, por un lado, a aquellas mujeres que no han tenido ninguna relación previa y, por el
otro, a aquellas que sí han tenido relaciones previas. Finalmente, en el modelo se incluyen variables
relacionadas a dos tipos de recursos relativos: educación y edad. Cada variable cuenta con tres
categorías: educación se divide entre aquellas parejas en las que ambos miembros tienen la misma
educación, aquellas en las que la mujer tiene más educación que el varón y, finalmente, aquellas
en las que la mujer tiene menos educación que el varón; mientras que edad se divide en ambos
miembros tienen una edad similar la mujer es más de 5 años mayor que el varón o, contrariamente,
este último es mayor.
MARCO METODOLÓGICO:
VARIABLES
Enunciar la o las variables estudiadas, señalando la categoría de cada una: Dependiente
Nivel de violencia psicología en….
Tipo de Estudio:
Determinamos que el estudio es “Descriptivo Correlacional”
POBLACION
La población de nuestro estudio son las viviendas particulares y sus ocupantes residentes del
área urbana y rural del país.
MUESTRA
La muestra fue un total de 1596 viviendas entre 1056 urbano y 540 rural. La forma cómo
fueron recogidos y procesados los datos, se llevó a cabo por medio del método estadístico.
Desviación
N Mínimo Máximo Media estándar
TABLA DE FRECUENCIA:
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
ALGUNA VEZ, ¿SU ESPOSO (PAREJA) LE HIZO PASAR POR ALGUNA DE LAS
SITUACIONES QUE FIGURAN EN LA TARJETA?Intentó tener relaciones
sexuales, utilizando la fuerza física, aunque usted no quería?
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válido Si 7 ,6 ,6 ,6
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Casos
Residuo corregido .
No Recuento 71 71
Residuo corregido .
Total Recuento 1084 1084
Si No Total
2 Total
Residuo corregido .
Residuo corregido .
Total Recuento 1084 1084
Si No Total
ALGUNA VEZ, COMO CONSECUENCIA DE LOS GOLPES Y/O AGRESIONES QUE RECIBIÓ DE SU ESPOSO (PAREJA), USTED:
¿Tuvo heridas, cortes o lesiones? *DESDE QUE USTED TENÍA 18 AÑOS DE EDAD EN ADELANTE, ALGUNA VEZ, ¿OTRA
PERSONA QUE NO SEA SU ACTUAL ESPOSO (PAREJA): La agredió con bofetadas o cachetadas? tabulación cruzada
DESDE QUE USTED TENÍA 18
AÑOS DE EDAD EN ADELANTE,
ALGUNA VEZ, ¿OTRA PERSONA
QUE NO SEA SU ACTUAL
ESPOSO (PAREJA):La agredió
con bofetadas o cachetadas?
Si No Total
¿CUÁNDO SU ESPOSO
(PAREJA) LA GOLPEÓ O
AGREDIÓ FÍSICAMENTE,
ESTUVO BAJO LOS
EFECTOS DEL
ALCOHOL?
Si No Total
¿CUÁNDO SU ESPOSO
(PAREJA) LA GOLPEÓ O
AGREDIÓ
FÍSICAMENTE, ESTUVO
BAJO LOS EFECTOS
DEL ALCOHOL?
Si No Total
¿CUÁNDO SU ESPOSO
(PAREJA) LA GOLPEÓ O
AGREDIÓ FÍSICAMENTE,
ESTUVO BAJO LOS
EFECTOS DEL ALCOHOL? Total
Si No
¿CUÁNDO SU
ESPOSO (PAREJA) LA
GOLPEÓ O AGREDIÓ
FÍSICAMENTE,
ESTUVO BAJO LOS
EFECTOS DEL
ALCOHOL?
Si No Total
Si No Total
Si No Total
2 Total
Residuo corregido .
Residuo corregido .
Total Recuento 314 314
Si No Total
Rara Recuento 11 82 93
vez % dentro de ALGUNA VEZ, ¿SU ESPOSO
(PAREJA) LE HIZO PASAR POR ALGUNA DE
LAS SITUACIONES QUE FIGURAN EN LA 18,3% 32,3% 29,6%
TARJETA?Intentó tener relaciones sexuales,
utilizando la fuerza física, aunque usted no quería?
Si No Total
Si No Total
0 1 Total
AQUÍ COMIENZAN
REFERENCIAS