1. Epidemiología descriptiva
1.1. A nivel mundial
En 2016, se estima que serán diagnosticados 1 685 210 casos nuevos de cáncer en
Estados Unidos y 595 690 personas morirán por la enfermedad.
Se prevé que los cánceres más comunes en 2016 serán el cáncer de seno, el cáncer
de pulmón y bronquios, el cáncer de próstata, el cáncer de colon y recto, el cáncer de
vejiga, el melanoma de piel, el linfoma no Hodgkin, el cáncer de tiroides, el cáncer de
riñón y pelvis renal, la leucemia, el cáncer de endometrio y el cáncer de páncreas.
El número de casos nuevos de cáncer (incidencia del cáncer) es de 454,8 por cada 100
000 hombres y mujeres por año (con base en casos de 2008 a 2012).
El número de muertes por cáncer (mortalidad por cáncer) es de 171,2 por cada 100
000 hombres y mujeres por año (con base en datos de muertes de 2008 a 2012).
La mortalidad por cáncer es más alta en hombres que en mujeres (207,9 por cada 100
000 hombres y 145,4 por cada 100 000 mujeres). La mortalidad es más alta en hombres
afroamericanos (261,5 por cada 100 000) y más baja en mujeres asiáticas y nativas de
las islas del Pacífico (91,2 por cada 100 000). (Con base en datos de muertes de 2008
a 2012).
El número de personas que están viviendo más allá de un diagnóstico de cáncer llegó
a casi 14,5 millones en 2014 y se prevé que aumente a cerca de 19 millones para 2024.
Los gastos nacionales dedicados a la atención del cáncer en Estados Unidos tuvieron
un total casi de USD 125 mil millones en 2010 y podrían alcanzar los USD 156 mil
millones para 2020.
El análisis del problema nos muestra una situación que obliga a acciones urgentes que
felizmente en los últimos 4 años se están ejecutando, aunque estas necesitan de un mayor
apoyo político y económico para avanzar al ritmo que se requiere. Calculamos que se
producen no menos de 35 500 casos nuevos de cáncer por año en nuestro país y
lamentablemente, solo aproximadamente 12 000 son diagnosticados y tratados, no todos
ellos en adecuadas condiciones, situación además agravada pues la mayoría de los casos
es diagnosticada tardíamente en estadios avanzados donde el tratamiento solo puede ser
paliativo y este es además costoso y relativamente poco efectivo.
Según la OMS, el cáncer es una de las principales causas de muerte en todo el mundo;
en 2008 causó 7,6 millones de defunciones (aproximadamente un 13% del total),
aproximadamente un 70% de las muertes por cáncer registradas en ese año se produjeron
en países de ingresos bajos y medios.
También, señaló que el 95% de casos de cáncer detectados a tiempo tienen cura, así
a través de la práctica de estilos de vida saludable como: realización de chequeos
periódicos, buena alimentación, actividad física por lo menos 30 minutos al día, entre otros,
permitirá disminuir la incidencia de la enfermedad en el país y detalló que en el Perú los
tipos de cáncer más frecuentes en mujeres son: el cáncer de cuello uterino seguido por el
cáncer de mama; mientras que en los varones, los más comunes son el cáncer de próstata
seguido por el cáncer de estómago.
1. Cáncer de Estómago: se estima al año más de 2,000 nuevos casos y fallecen cerca
de 5,000 personas a causa de la enfermedad. Los departamentos con mayor incidencia
son: Huánuco, Huancavelica, Apurímac y Ayacucho.
2. Historia Natural
2.1. Periodo Pre patogénico:
En este periodo precede a las manifestaciones clínicas y está conformado por las
condiciones del huésped, el agente y el medio ambiente. Este período tiene su aparición antes
de que se manifieste clínicamente la enfermedad.
La clasificación más obvia escinde las posibles causas en dos opciones: aquellas
que se hallan, o proceden, del ambiente exterior al organismo; y aquellas que residen u
ocurren en el medio interior, en el propio organismo.
Pero no por ello vamos a prescindir del resto. Procedentes del exterior se halla todo
un abanico de FACTORES AMBIENTALES: agentes físicos, químicos y biológicos. Tales
como: Radiaciones, Carcinógenos químicos, y Virus oncogénicos. La alimentación tiene
gran influencia en la causalidad del cáncer, y, quizá otro tanto, en su prevención. De hecho,
como ejemplo, podemos citar dos componentes químicos de la dieta con especial
implicación en la etiología del cáncer; por un lado, diversos tipos de GRASAS,
potencialmente promotoras del proceso carcinogénico, y por otro lado, el SELENIO,
oligoelemento probablemente protector contra el cáncer.
La duración de este proceso en adultos depende del tipo de cáncer y oscila entre meses
y décadas. En el caso de los niños, todo este proceso se produce con mucha mayor rapidez,
pudiendo incluso durar sólo unos meses. Esto es debido a que las células que constituyen
los tumores en la infancia son células más inmaduras, que se dividen y multiplican con
mayor rapidez que las que constituyen los cánceres del adulto, por lo que el desarrollo y
evolución de los tumores en niños se producen en un periodo de tiempo menor.
Lo primero que ocurre son los cambios celulares que dotan a las células de las
características de malignidad, es decir, de multiplicación descontrolada y capacidad de
invasión. Es la etapa más larga de la enfermedad y se denomina fase de inducción. En
ningún caso es diagnosticable ni produce sintomatología. Esta fase puede durar hasta 30
años.
La segunda etapa se denomina fase “in situ”. Se caracteriza por la existencia de la lesión
cancerosa microscópica localizada en el tejido donde se ha originado. En los adultos suele
durar entre 5 y 10 años dependiendo del tipo de cáncer. En ella, tampoco aparecen
síntomas o molestias en el paciente. En determinados casos como en el cáncer de mama,
cuello uterino o colon, la enfermedad se puede diagnosticar en esta fase mediante técnicas
que permiten su detección precoz.
Sea cual fuere la causa inicial por la que una célula normal se transforma en cancerosa
y transmite a su descendencia esta alteración, es necesario que esta modificación se
encuentre impresa en su ADN. Esto representa que todos los posibles agentes promotores
(o aceleradores del crecimiento tumoral) o inductores (iniciadores del proceso) actúen sobre
un sustrato genético común a nivel celular. Se acepta en la actualidad que todos los factores
iniciadores del proceso tumoral ejercen su efecto a nivel de porciones del ADN encargadas
del crecimiento y desarrollo normales de las células. Son los llamados oncogenes celulares,
secuencias de ADN homólogas a las de los oncogenes virales (normalmente transportados
por virus ARN, retrovirus). La mutación, amplificación o activación en un tiempo inadecuado
de los oncogenes pueden traducirse en el inicio de una neoplasia. Las proteínas codificadas
por los oncogenes probablemente actúan en cascada en los fenómenos de crecimiento
celular y pueden funcionar como receptores celulares de superficie, mensajeros
intracelulares, a través de la producción de cinasas proteicas, o proteínas nucleares que se
unen al ADN. Los diversos oncogenes aislados hasta el momento presente, en su mayoría,
pertenecen a la familia denominada ras (H-ras, K-ras y N-ras). Existen pruebas del papel
de los oncogenes celulares en ciertos cánceres humanos, por ejemplo, el c-myc en el
linfoma de Burkitt o la amplificación de N-myc del neuroblastoma. La expresión de los
productos de un oncogén puede llegar a ser importante en el tipado y clasificación por
estados de los tumores, contribuyendo al establecimiento de su pronóstico y tratamiento.
La evidencia de que los factores genéticos son esenciales en el cáncer viene también
aportada por la presencia de alteraciones cromosómicas en algunos tumores. Esta
presencia ha sido sobre todo constatada en las leucemias y en los linfomas, donde parecen
ser indicadores del pronóstico, y en algunos tumores sólidos, como la deleción del
cromosoma 3 en el carcinoma pulmonar de células pequeñas. El cromosoma Filadelfia es
la deleción del brazo largo del cromosoma 22, que es translocado al brazo largo del
cromosoma 9. Se presenta en el 90% de las leucemias mieloides crónicas y su ausencia
es indicador de mal pronóstico. También se encuentra en un 15% de la leucemia aguda
linfocítica, donde su presencia denota un mal pronóstico.
3. Niveles de Prevención
3.1. Prevención primordial
El cáncer ha sido uno de los problemas que con más claridad obligó al desarrollo de los
modelos multicausales y en el momento actual es un vivo ejemplo de la multiplicidad de
causas, junto a la diversidad de resultados. En consecuencia, está claro que la lucha contra
el cáncer (considerado como problema general, o para cada una de sus variedades) debe
tener presente que la acción que se ejerce sobre un factor de riesgo beneficiará, en mayor
o menor medida, a más de un tipo de tumores. Por otra parte, el control de un determinado
factor de riesgo asociado con un tipo de cáncer concreto no supone la desaparición de éste,
sino su disminución en función de la importancia atribuible a dicho factor en la población
(fracción etilógica en la población o riesgo atribuible en la población). Hay que destacar este
hecho porque, cuando se proponen medidas de prevención, se esperan unos resultados
para cuyas estimaciones anticipadas debemos tener en cuenta la importancia de los
factores de riesgo implicados en la intervención. medidas de prevención primaria deben
tener presentes los factores de riesgo y las modificaciones que se produzcan en el futuro.
El tratamiento del cáncer puede afectar las habilidades físicas, sociales, psicológicas
y laborales. La rehabilitación ayuda a las personas a recuperar estas habilidades y
mantener la independencia.
Mejorar la fuerza física. Esto puede compensar las limitaciones causadas por el
cáncer y el tratamiento del cáncer.
Manejar los síntomas del cáncer y su tratamiento. Pueden incluir fatiga, problemas
de sueño y dolor.