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Cáncer en el Perú: Vigilancia, Prevención y Control.

1. Epidemiología descriptiva
1.1. A nivel mundial

El cáncer tiene grandes repercusiones en la sociedad de todo el mundo. Las


estadísticas del cáncer describen lo que ocurre en grandes grupos de personas y ofrecen
una imagen a través del tiempo de la carga que representa el cáncer en la sociedad. Las
estadísticas nos dicen cosas como cuántas personas reciben un diagnóstico de cáncer y
mueren por la enfermedad cada año, el número de personas que actualmente están
viviendo después de un diagnóstico de cáncer, la edad promedio al momento del
diagnóstico y la cantidad de personas que todavía están vivas en un momento dado
después del diagnóstico. También nos dicen sobre diferencias entre grupos de personas
definidas por edad, sexo, grupo racial y étnico, ubicación geográfica y otras categorías.

Aunque las tendencias estadísticas generalmente no corresponden directamente a


pacientes individuales, son esenciales para que gobiernos, personas encargadas de
formular políticas, profesionales de salud e investigadores entiendan las repercusiones que
tiene el cáncer en la población y diseñen estrategias para abordar los desafíos que
representa el cáncer para la sociedad en su conjunto. Las tendencias estadísticas también
son importantes para medir el éxito de los esfuerzos para controlar y atender el cáncer.

Un buen ejemplo puede ser la presencia de cáncer Estados Unidos

 En 2016, se estima que serán diagnosticados 1 685 210 casos nuevos de cáncer en
Estados Unidos y 595 690 personas morirán por la enfermedad.

 Se prevé que los cánceres más comunes en 2016 serán el cáncer de seno, el cáncer
de pulmón y bronquios, el cáncer de próstata, el cáncer de colon y recto, el cáncer de
vejiga, el melanoma de piel, el linfoma no Hodgkin, el cáncer de tiroides, el cáncer de
riñón y pelvis renal, la leucemia, el cáncer de endometrio y el cáncer de páncreas.
 El número de casos nuevos de cáncer (incidencia del cáncer) es de 454,8 por cada 100
000 hombres y mujeres por año (con base en casos de 2008 a 2012).
 El número de muertes por cáncer (mortalidad por cáncer) es de 171,2 por cada 100
000 hombres y mujeres por año (con base en datos de muertes de 2008 a 2012).

 La mortalidad por cáncer es más alta en hombres que en mujeres (207,9 por cada 100
000 hombres y 145,4 por cada 100 000 mujeres). La mortalidad es más alta en hombres
afroamericanos (261,5 por cada 100 000) y más baja en mujeres asiáticas y nativas de
las islas del Pacífico (91,2 por cada 100 000). (Con base en datos de muertes de 2008
a 2012).

 El número de personas que están viviendo más allá de un diagnóstico de cáncer llegó
a casi 14,5 millones en 2014 y se prevé que aumente a cerca de 19 millones para 2024.

 Cerca de 39,6 % de mujeres y hombres recibirán un diagnóstico de cáncer en algún


momento de sus vidas (con base en datos de 2010 a 2012).

 En 2014, se estimó que 15 780 niños y adolescentes de 0 a 19 años de edad recibieron


un diagnóstico de cáncer y 1960 murieron por la enfermedad.

 Los gastos nacionales dedicados a la atención del cáncer en Estados Unidos tuvieron
un total casi de USD 125 mil millones en 2010 y podrían alcanzar los USD 156 mil
millones para 2020.

1.2. A nivel nacional

El cáncer en el Perú ha cobrado importancia como problema de salud Pública no solo


por su frecuencia que va en aumento, sino por el daño que ocasiona en hombres, mujeres
y sus familias, habiéndose convertido en la segunda causa entre las muertes registradas
en nuestro país.

El análisis del problema nos muestra una situación que obliga a acciones urgentes que
felizmente en los últimos 4 años se están ejecutando, aunque estas necesitan de un mayor
apoyo político y económico para avanzar al ritmo que se requiere. Calculamos que se
producen no menos de 35 500 casos nuevos de cáncer por año en nuestro país y
lamentablemente, solo aproximadamente 12 000 son diagnosticados y tratados, no todos
ellos en adecuadas condiciones, situación además agravada pues la mayoría de los casos
es diagnosticada tardíamente en estadios avanzados donde el tratamiento solo puede ser
paliativo y este es además costoso y relativamente poco efectivo.

El origen del problema radica en la falta de una agresiva política de prevención y


diagnóstico temprano, así como el centralismo que dificulta o impide el acceso a los
servicios especializados así como la ineficiente utilización de los profesionales entrenados
en el manejo de esta enfermedad, estando muchos de ellos empleados como médicos
generales, desempleados o incluso subempleados por distintas formas de explotación de
profesionales. Una forma de graficar el problema de la dificultad de acceso a servicios la
constituye la enorme brecha en las necesidades de equipos de radioterapia en el país. Se
necesita más de 104 equipos para los 26 millones de peruanos y solo se tiene 17, cinco de
ellos en condición de obsolescencia y dejarán de funcionar en los próximos meses.
Además, solo tres de estos equipos están fuera de Lima.

Según la OMS, el cáncer es una de las principales causas de muerte en todo el mundo;
en 2008 causó 7,6 millones de defunciones (aproximadamente un 13% del total),
aproximadamente un 70% de las muertes por cáncer registradas en ese año se produjeron
en países de ingresos bajos y medios.

En Latinoamérica el cáncer ocupa el tercer lugar de las causas de muerte y en el Perú,


el Registro de Cáncer de Lima Metropolitana, ha publicado tasas de incidencia y mortalidad
por cáncer globales de 150.7 y 78.3 por cien mil habitantes de nuestra ciudad capital.

Así mismo en el Perú, el 85% de los casos de cáncer se detectan en estadíos


avanzados, lo que repercute en menores probabilidades de curación, menos calidad de
vida, mayor costo de tratamientos y una elevada mortalidad, informó Adolfo Dammert,
presidente de la Liga Contra el Cáncer. "El cáncer es la segunda causa de muerte en
nuestro país. Según estudios a nivel nacional al año se presentan cerca de 47,000 nuevos
casos de cáncer y más de 25,000 peruanos fallecen a causa de la enfermedad debido a la
falta de cultura preventiva", indicó.

También, señaló que el 95% de casos de cáncer detectados a tiempo tienen cura, así
a través de la práctica de estilos de vida saludable como: realización de chequeos
periódicos, buena alimentación, actividad física por lo menos 30 minutos al día, entre otros,
permitirá disminuir la incidencia de la enfermedad en el país y detalló que en el Perú los
tipos de cáncer más frecuentes en mujeres son: el cáncer de cuello uterino seguido por el
cáncer de mama; mientras que en los varones, los más comunes son el cáncer de próstata
seguido por el cáncer de estómago.

Mientras que los casos de mayor incidencia en ambos sexos son:

1. Cáncer de Estómago: se estima al año más de 2,000 nuevos casos y fallecen cerca
de 5,000 personas a causa de la enfermedad. Los departamentos con mayor incidencia
son: Huánuco, Huancavelica, Apurímac y Ayacucho.

2. Cáncer de Cuello Uterino: Primera causa de muerte en la mujer peruana. Se estima


al año más de 5,000 nuevos casos y ocho mujeres mueren al día a causa de la enfermedad
3. Cáncer de Mama: Representa el cáncer más frecuente en Lima y Arequipa. Se
estima al año hasta 5,000 nuevos casos.

4. Cáncer de Próstata: es el cáncer más frecuente en los varones. Se estima al año


hasta 1,500 nuevos casos.

5. Cáncer de Pulmón: se estima al año más de 2,500 nuevos casos.

2. Historia Natural
2.1. Periodo Pre patogénico:

En este periodo precede a las manifestaciones clínicas y está conformado por las
condiciones del huésped, el agente y el medio ambiente. Este período tiene su aparición antes
de que se manifieste clínicamente la enfermedad.

2.1.1. Factores en las condiciones de vida del sujeto y entorno

La identificación de factores exógenos o ambientales relacionados con la etiología


del cáncer se basa en estudios epidemiológicos, de casos-controles y de cohortes. Pero,
evidentemente, el problema que plantea el estudio del cáncer es su largo período de
latencia, que suele abarcar de 10 a 15 años, condicionando en gran manera cualquier tipo
de investigación. Por ello, los estudios de interrupción de algún o algunos factores de riesgo
no suelen utilizarse, ya que la obtención de resultados significativos requiere mucho tiempo.
Una vez detectado el papel de un cierto factor, su carcinogenicidad suele identificarse por
estudios de laboratorio.

Otra forma de aproximación al conocimiento de los factores relacionados con el


cáncer es la vigilancia epidemiológica de su morbimortalidad. Esta vigilancia permite
conocer variaciones de incidencia, de prevalencia y de moralidad según el área geográfica
o en relación con otras variables, como pueden ser: raza, edad, clase social, etc. Además,
permite detectar cambios, en determinados grupos (ocupacionales, etc.) a lo largo del
tiempo, lo cual a su vez puede servir de base para investigaciones más profundas, dirigidas
a la detección de modificaciones en los hábitos o actividades que justifiquen aquellos
cambios.

En el momento actual existen diversos factores (tabaco, dieta, alcohol, ambiente de


trabajo, etc.) a los que, con mayor o menor seguridad, se consideran relacionados con el
cáncer. A continuación, se efectúa un análisis sobre el estado de los conocimientos
existentes en relación con estos factores.
2.1.2. Interrelación de los factores

En el mundo se espera que se produzcan unos 7,5 millones de casos de cáncer en


los 5.300 millones de personas que lo habitan. Prácticamente, la mitad de los cánceres, un
49,3 %, se producen (o se diagnostican) en el mundo desarrollado, a pesar de que la
población de éste constituye tan sólo una cuarta parte de la existente en la Tierra. Es de
destacar que existen diferencias notables entre los países desarrollados y los en vías de
desarrollo. En el mundo desarrollado, el cáncer más frecuente es el de pulmón seguido del
de colon y recto, mientras que, en los países en vías de desarrollo, el cáncer más frecuente
es el de cuello uterino, un tumor cuya mortalidad, gracias a la prevención secundaria, ocupa
un lugar muy secundario en los países desarrollados. En el mundo, tomado en su conjunto,
el cáncer más frecuente en la mujer es el de mama, y en los varones, el de pulmón. Cuando
se analizan de manera global los datos, el cáncer más frecuente en el mundo es el de
estómago seguido muy de cerca por el de pulmón.

A la luz de nuestro actual conocimiento sobre el cáncer, todos estamos de acuerdo


en que el cáncer responde bien a un modelo etiopatogénico; son muchas las causas,
factores, agentes, procesos o hechos que parecen intervenir conjuntamente. En unos más,
en otros menos, la importancia de cada factor es relativa; suele hallarse condicionada a la
prevalencia de otros factores causales, necesarios en conjunto para culminar el proceso
etiopatogénico.

La clasificación más obvia escinde las posibles causas en dos opciones: aquellas
que se hallan, o proceden, del ambiente exterior al organismo; y aquellas que residen u
ocurren en el medio interior, en el propio organismo.

Así, en el interior del organismo podrán suceder diversos procesos bioquímicos y


metabólicos, asociados a la causalidad del cáncer. Por cierto, si algo pudiera ser realmente
crucial, o más genuino y característico del cáncer que de ninguna otra patología, quizá
habríamos de buscarlo precisamente aquí, en el interior del organismo: en el interior de la
célula. Y se trataría de los factores o procesos de orden genético, cuya afectación parece
un paso obligado. En última instancia, el cáncer bien parece ser una "enfermedad"
desencadenada por un desorden genético.

Pero no por ello vamos a prescindir del resto. Procedentes del exterior se halla todo
un abanico de FACTORES AMBIENTALES: agentes físicos, químicos y biológicos. Tales
como: Radiaciones, Carcinógenos químicos, y Virus oncogénicos. La alimentación tiene
gran influencia en la causalidad del cáncer, y, quizá otro tanto, en su prevención. De hecho,
como ejemplo, podemos citar dos componentes químicos de la dieta con especial
implicación en la etiología del cáncer; por un lado, diversos tipos de GRASAS,
potencialmente promotoras del proceso carcinogénico, y por otro lado, el SELENIO,
oligoelemento probablemente protector contra el cáncer.

2.2. Periodo Patogénico:


2.2.1. Etapa asintomática o subclínica

La duración de este proceso en adultos depende del tipo de cáncer y oscila entre meses
y décadas. En el caso de los niños, todo este proceso se produce con mucha mayor rapidez,
pudiendo incluso durar sólo unos meses. Esto es debido a que las células que constituyen
los tumores en la infancia son células más inmaduras, que se dividen y multiplican con
mayor rapidez que las que constituyen los cánceres del adulto, por lo que el desarrollo y
evolución de los tumores en niños se producen en un periodo de tiempo menor.

Lo primero que ocurre son los cambios celulares que dotan a las células de las
características de malignidad, es decir, de multiplicación descontrolada y capacidad de
invasión. Es la etapa más larga de la enfermedad y se denomina fase de inducción. En
ningún caso es diagnosticable ni produce sintomatología. Esta fase puede durar hasta 30
años.

La segunda etapa se denomina fase “in situ”. Se caracteriza por la existencia de la lesión
cancerosa microscópica localizada en el tejido donde se ha originado. En los adultos suele
durar entre 5 y 10 años dependiendo del tipo de cáncer. En ella, tampoco aparecen
síntomas o molestias en el paciente. En determinados casos como en el cáncer de mama,
cuello uterino o colon, la enfermedad se puede diagnosticar en esta fase mediante técnicas
que permiten su detección precoz.

Posteriormente, la lesión comienza a extenderse fuera de su localización de origen e


invade tejidos u órganos adyacentes. Estamos ante la fase de invasión local. En la edad
adulta dura entre 1 y 5 años. La aparición de síntomas de la enfermedad depende del tipo
de cáncer, de su crecimiento y de su localización.

Por último, la enfermedad se disemina fuera de su lugar de origen, apareciendo lesiones


tumorales a distancia denominadas metástasis. Es la etapa de invasión a distancia. La
sintomatología que presenta el paciente suele ser compleja. Depende del tipo de tumor, de
la localización y extensión de las metástasis.
2.2.2. Etapa clínica

El riesgo de cáncer en un familiar de un paciente canceroso es bajo. Sin embargo,


existen casos de agregaciones familiares de cáncer que no pueden ser explicadas sólo por
factores exógenos. Esta es la situación de la adenocarcinomatosis hereditaria o síndrome
de cáncer familiar tipo 1, que agrupa cánceres de endometrio, ovario, mama, próstata,
colon, estómago, páncreas, piel y melanoma. El síndrome de cáncer familiar tipo 2 se
acompaña de una incidencia aumentada de cáncer de mama, sarcomas, tumores
embrionarios, linfomas, leucemia y cánceres de cerebro, corteza suprarrenal, tiroides y
vejiga. En estos síndromes, los tumores se desarrollan antes de lo habitual, pueden ser
multifocales y es posible que ocurra más de un tumor primario en el mismo sujeto. Parece
ser que se heredan de forma autosómica dominante, con un penetrancia del 60%, de tal
manera que el 25% del descendiente lo heredan. No existen en la actualidad marcadores
que posibiliten la identificación de estas familias. También se heredan con carácter
autosómico dominante, aunque con escasa penetrancia, los síndromes de neoplasias
endocrinas múltiples, de los que existen tres tipos: el I (cánceres de paratiroides, islotes
pancreáticos, hipófisis, corteza suprarrenal y tiroides), el IIa (médula tiroidea,
feocromocitoma y paratiroides) y el IIb (médula tiroidea, feocromocitoma y neuronas de
mucosas). La mayoría de retinoblastomas bilaterales y un 15% de los unilaterales se
heredan con carácter autosómico dominante y una penetrancia del 20%. El riesgo que tiene
un niño en que uno de los padres ha padecido retinoblastoma bilateral es del 40% (el mismo
que cuando dos familiares han estado afectados de retinoblastoma unilateral) y del 8% si
el afectado es un hermano. El riesgo desciende al 6% si uno de los padres padeció
retinoblastoma unilateral y al 2% si fue un hermano quien lo sufrió. Otro tumor de predominio
infantil con herencia autosómica dominante y una escasa penetrancia es el de Wilms o
hipernefroma.

En ocasiones, se encuentran alteraciones genéticas, cromosómicas o no, que


favorecen el cáncer. Existen otra serie de alteraciones, heredadas con un patrón
mendeliano, que aumentan el riesgo de cáncer en quienes las poseen. Las poliposis
clónicas familiares (poliposis adenomomatosa familiar, síndrome de Gardner y síndrome de
Peutz-Jeghers) aumentan el riesgo de cáncer de colon, especialmente, y de otros tumores
(de ovario, de mama, de endometrio, osteomas, etc).

Sea cual fuere la causa inicial por la que una célula normal se transforma en cancerosa
y transmite a su descendencia esta alteración, es necesario que esta modificación se
encuentre impresa en su ADN. Esto representa que todos los posibles agentes promotores
(o aceleradores del crecimiento tumoral) o inductores (iniciadores del proceso) actúen sobre
un sustrato genético común a nivel celular. Se acepta en la actualidad que todos los factores
iniciadores del proceso tumoral ejercen su efecto a nivel de porciones del ADN encargadas
del crecimiento y desarrollo normales de las células. Son los llamados oncogenes celulares,
secuencias de ADN homólogas a las de los oncogenes virales (normalmente transportados
por virus ARN, retrovirus). La mutación, amplificación o activación en un tiempo inadecuado
de los oncogenes pueden traducirse en el inicio de una neoplasia. Las proteínas codificadas
por los oncogenes probablemente actúan en cascada en los fenómenos de crecimiento
celular y pueden funcionar como receptores celulares de superficie, mensajeros
intracelulares, a través de la producción de cinasas proteicas, o proteínas nucleares que se
unen al ADN. Los diversos oncogenes aislados hasta el momento presente, en su mayoría,
pertenecen a la familia denominada ras (H-ras, K-ras y N-ras). Existen pruebas del papel
de los oncogenes celulares en ciertos cánceres humanos, por ejemplo, el c-myc en el
linfoma de Burkitt o la amplificación de N-myc del neuroblastoma. La expresión de los
productos de un oncogén puede llegar a ser importante en el tipado y clasificación por
estados de los tumores, contribuyendo al establecimiento de su pronóstico y tratamiento.

La evidencia de que los factores genéticos son esenciales en el cáncer viene también
aportada por la presencia de alteraciones cromosómicas en algunos tumores. Esta
presencia ha sido sobre todo constatada en las leucemias y en los linfomas, donde parecen
ser indicadores del pronóstico, y en algunos tumores sólidos, como la deleción del
cromosoma 3 en el carcinoma pulmonar de células pequeñas. El cromosoma Filadelfia es
la deleción del brazo largo del cromosoma 22, que es translocado al brazo largo del
cromosoma 9. Se presenta en el 90% de las leucemias mieloides crónicas y su ausencia
es indicador de mal pronóstico. También se encuentra en un 15% de la leucemia aguda
linfocítica, donde su presencia denota un mal pronóstico.

3. Niveles de Prevención
3.1. Prevención primordial

Es la promoción de una vida saludable e incluye todas aquellas actividades dirigidas


a modificar los factores de riesgo que pueden incidir en padecer cáncer, como son el
tabaquismo, la exposición al sol sin cuidados, una dieta poco balanceada, baja actividad
física y el exceso de alcohol. Esta etapa es simple, no necesita de la asesoría de un médico
e implica promover conductas saludables a todo nivel, las que desde que se incorporan
producen un cambio radical en la calidad de vida de las personas.

La actual legislación mejora relativamente lo relacionado a la publicidad: de 10% a


50% de la cara principal de la cajetilla. Asimismo, la prohibición de fumar en lugares
públicos: el área de fumadores además de contar con separación física, no debe de exceder
el 20% del área total, uso de extractores de humo y por ultimo las advertencias gráficas en
los paquetes de productos de tabaco, en área no menor del 50% de la cara principal.

3.2. Prevención Primaria

El cáncer ha sido uno de los problemas que con más claridad obligó al desarrollo de los
modelos multicausales y en el momento actual es un vivo ejemplo de la multiplicidad de
causas, junto a la diversidad de resultados. En consecuencia, está claro que la lucha contra
el cáncer (considerado como problema general, o para cada una de sus variedades) debe
tener presente que la acción que se ejerce sobre un factor de riesgo beneficiará, en mayor
o menor medida, a más de un tipo de tumores. Por otra parte, el control de un determinado
factor de riesgo asociado con un tipo de cáncer concreto no supone la desaparición de éste,
sino su disminución en función de la importancia atribuible a dicho factor en la población
(fracción etilógica en la población o riesgo atribuible en la población). Hay que destacar este
hecho porque, cuando se proponen medidas de prevención, se esperan unos resultados
para cuyas estimaciones anticipadas debemos tener en cuenta la importancia de los
factores de riesgo implicados en la intervención. medidas de prevención primaria deben
tener presentes los factores de riesgo y las modificaciones que se produzcan en el futuro.

Las intervenciones en prevención primaria deben basarse, por un lado, en la educación


para la salud, para actuar sobre los factores de riesgo ya conocidos, y, por otro, en la
obtención de nueva información mediante la creación de registros y la investigación sobre
posibles factores de riesgo de reciente aparición o potenciales carcinógenos que hasta
ahora no hayan sido identificados como tales.

3.3. Prevención Secundaria

La prevención secundaria sólo se alcanza, en sentido estricto, si el cáncer es


diagnosticado en un estadio en que pueda interrumpirse la evolución natural de la
enfermedad.
Si la prevención primaria no ha existido, el inicio o desarrollo de la enfermedad
tumoral es un hecho y hemos de pasar a la prevención secundaria en un intento de detener
o enlentecer la progresión de la neoplasia mediante el diagnóstico y tratamiento de la
enfermedad. Una intervención eficaz de prevención secundaria del cáncer pasa por el
empleo de estrategias que permitan detectar un tumor maligno antes de que aparezcan
signos o síntomas que ya sean clínicamente detectables. Estas estrategias tendrían como
objetivo ideal la detección de lesiones premalignas. Sin embargo y dado que lo anterior no
es siempre factible, también puede resultar efectivo el descubrimiento de neoplasias
malignas en estadios precoces (tumores in situ, no denominados), con la idea subyacente
de interrumpir la evolución natural de la enfermedad. Ello puede representar para el
paciente una mayor probabilidad de curación.

3.4. Prevención Terciaria

El tratamiento del cáncer puede afectar las habilidades físicas, sociales, psicológicas
y laborales. La rehabilitación ayuda a las personas a recuperar estas habilidades y
mantener la independencia.

Consulte a su equipo de atención médica acerca de las opciones de rehabilitación


locales. Muchos centros oncológicos y hospitales tienen servicios de rehabilitación en sus
instalaciones.

La rehabilitación lo puede ayudar a alcanzar los siguientes objetivos:

 Mejorar la fuerza física. Esto puede compensar las limitaciones causadas por el
cáncer y el tratamiento del cáncer.

 Aumentar su habilidad de cuidarse a sí mismo. Esto reduce la ayuda que necesita


de los cuidadores.

 Adaptarse a las pérdidas reales, percibidas y posibles.

 Reducir la ansiedad y la depresión.

 Manejar los síntomas del cáncer y su tratamiento. Pueden incluir fatiga, problemas
de sueño y dolor.

 Reducir las hospitalizaciones.

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