y
Reglamento________
Jornadas Organizadas
p o r la Universidad Austral
FACULTAD DE DERECHO
I.S.B.N.: 987-20261-0-6
IMPRESO EN LA ARGENTINA
I. INTRODUCCIÓN
1 He tenido oportunidad de iniciar el estudio del tema en mi trabajo "Los actos administrativos tácitos e
implícitos", en la obra colectiva en homenaje al profesor Miguel S. Marienhoff, Derecho Administrativo (diri
gida por Juan Carlos Cassagne), Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1998, pp. 663-696.
2 C* n rifn n rlíH A n i in I r \ r> r n n i o m o n l r i c n i m n n crrsr» c i i c m n h i K I n f H r\ rr v n fin t im r o / 'M r v -A r~ ^ ^ ^
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Cassagne, Juan Carlos, Derecho Administrativo, T. II, 6° ed., Buenos Aires, 1998, p. 59, con cita de Linares).
3 Procuración del Tesoro de la Nación, Dictámenes: 74:120.
”* García Trevijano Fos, José Antonio, Los Actos Administrativos, Madrid, 1986, p. 133.
5 Marienhoff, Migue! S., Tratado de Derecho Administrativo, Buenos Aires, T. I!,, 1988, N° 399, p. 277 y sigs.;
Cassagne, Derecho Administrativo, cit., T. II, p. 129.
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Con respecto a esto se ha llegado a sostener que la voluntad del órgano administrativo
no se constituye como en el negocio privado, de modo que no es natural o psicológica
sino procedimental y se limita a una elección entre las alternativas previstas por las
respectivas normas jurídicas.6
Luego, la forma hace a la declaración, exteriorización,7 documentación,8 extrinsecación9
de esa voluntad, En gráfica expresión de Garrido Falla, es "el medio de transporte de la
voluntad del campo psíquico ai campo juríd ico"10.
De la combinación de la relación voluntad-forma, surge una de las posibles clasificacio
nes del acto administrativo, tal vez no tan frecuente,11 que consiste en distinguir entre
los actos administrativos expresos, los tácitos y los presuntos.12 Utilizaremos esta clasi
ficación para afirmar que si la voluntad se exterioriza en forma directa y frontal, el acto
es expreso; si aquélla surge indirectamente de un comportamiento de la Administración,
será tácito; y, ante la ausencia de voluntad, y de conformidad con la previsión normativa
aplicable, el acto podrá considerarse presunto. Veremos en detalle estos aspectos y
dejaremos para el final el caso del acto tácito.
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16 Marienhoff, op. y lug. cits. En la actualidad, plantea Gordillo que esto abarca cualquier soporte físico que la
tecnología produzca evolutivamente con algún grado de certeza (op. cit., Tomo 3, X-7).
17 a) Cfr. Gordillo, Tratado..., cit., T. Ill, cap. X.
b) Asimismo, la escritura también contribuye a cumplir el requisito de publicidad del acto -notificación o
publicación-, a la eventual necesidad de ejecutarlo de oficio (García De Enterría, Eduardo y Tomás Ramón
Fernández, Curso de Derecho Administrativo, T. I, 5o ed., Madrid, 1992, p. 547) y a que la Administración
cuente con sus propios precedentes (García Trevijano Fos, op. cit., pp. 156 y 157), aun cuando los preceden
tes no integrarían el bloque de legalidad, salvo que así lo establezca el Derecho objetivo (Comadira, Julio
Rodolfo, "Función administrativa y principios generales del procedimiento administrativo", en op. conj. 130
años de la Procuración del Tesoro de la Nación, Buenos Aires, 1994, p. 85, nota 37, con cita de la Procuración
del Tesoro, Dictámenes: 168:94).
18 a) Cfr. Art. 104 de la Ley de Procedimientos Administrativos de la provincia de Buenos Aires, N° 7.647; y
Art. 55, apartado 2°, de la Ley N° 30/92, del 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común de España.
b) Además, la exigencia de la escritura, en última instancia, tampoco parece de por sí tan inconmovible, toda
vez que -aunque no es el supuesto por cierto del acto tácito- se ha aceptado el acto verbal, antes y después
de sancionada la Ley N° 19.549. En el primer caso, puede citarse el dictamen de la Procuración del Tesoro de
la Nación de! 12-05-70, registrado en Dictámenes: 113:248, que dice: "No existe impedimento legal alguno
que obste a la procedencia del acto administrativo emitido en forma verbal [...] el acto verbal es tina de las
formas que tiene la Administración Pública para declarar o expresar su voluntad [...] "(Consid. II, punto 1). En
el segundo caso, cabe resaltar que el Art. 45 del Reglamento de Procedimientos Administrativos, Decreto
N° 1.759/72 (t.o. 1991), dispone que "Cuando válidamente el acto no esté documentado por escrito, se
admitirá la notificación verbal", lo cual está fundamentalmente orientado, por supuesto, a los actos verba
les, tales como las órdenes de servicio o de la policía de tránsito o seguridad a los particulares.
19 Prat, op. cit., p. 60.
20 Apunta Benoit, en este sentido, que bajo el sistema del ministro juez y conforme lo establecido por el Art.
'7o dpi npnrfito del 2 de noviembre de 1864, si los ministros no resolvían en cuatro meses las reclamaciones
de los particulares, éstos podían considerarlos rechazados y recurrir al Consejo de Estado. Bajo la regla
generalizada de la decisión previa, el Art. 3o de la Ley del 17 de julio de 1900 extendió el procedimiento del
silencio a todas las autoridades administrativas que podían tomar una decisión previa (Benoit, Francis-Paul,
Ei Derecho Administrativo Francés (traducción de Rafael Gil Cremades), Madrid, 1977, p. 467). En igual
sentido, puede verse Rodríguez-Arana Muñoz, Jaime, "El silencio administrativo y los actos tácitos o presun
tos", Rev. Régimen de la Administración Pública, N° 266, Buenos Aires, noviembre de 2000, pp. 9-15.
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derecho local21 y nacional, este último a partir de lo establecido en el Art. 2o de la Ley
N° 3952,22 el Art. 1 O de la Ley N° 1 9.549 y Arts. 63, 65, 87, 91, 94, 98 y concordantes
del Reglamento Nacional de Procedimientos Administrativos23.
Tanto en nuestro país como en el sistema español, la doctrina más difundida entiende
que el silencio de la Administración significa la ausencia de voluntad de ésta -y, por
tanto, de acto-.24
Y, frente a ello, como derivación del carácter revisor de lajurisdicción contencioso admi
nistrativa, la ley le acuerda un sentido a esa voluntad en realidad inexistente y le da el
efecto exclusivamente procesal que tutele los derechos del particular acorralados por la
Administración silente.25
En el silencio, hay "ausencia de actividad volitiva",26 por lo cual no puede haber ningu
na clase de acto administrativo27.
En este sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene resuelto que "[...] el
silencio de la Administración no puede considerarse como una manifestación expresa ni
tácita de la voluntad salvo disposición en contrario de! orden normativo [,..]"28. El
silencio de la Administración de por sí es una conducta inepta para ser considerada
como una manifestación positiva de la voluntad.29
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30 Canosa, Armando N., "El silencio y otros aspectos de la formación de los contratos administrativos", El
Derecho, 155-491, in límine.
31 Art. 14 del Decreto N° 1.187/93 y modificatorios.
32 i 4 y concordantes de la Ley de Defensa de la Competencia, N° 25.156. Sobre el tema, puede verse
Halperín, David A. y Verónica González del Gesso, "Cuestiones de Derecho Público en el nuevo régimen de
Defensa de la Competencia". Jurisprudencia Argentina del 20-1 2-00, p. 6 y sigs.
33 Esta terminología ha sido expresamente receptada, por ejemplo, en e! Art. 43 de la Ley N° 30/92, de! 26 de
noviembre, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común
de España. Asimismo, cabe recordar que presunto es el participio pasivo irregular de presumir, y éste significa
"sospechar, juzgar o conjeturar una cosa por tener indicios o señales para ello” (Real Academia Española,
Diccionario de la Lengua Española, cit., p. 1.179).
34 Stassionopoulos distingue la presunción de la ficción y destaca que esta última es una situación imaginaria
que en muchos casos se contradice con ia reai ¡dad, mientras que ia primera, muy por ei contrario, es un
elemento que completa la realidad, considerando como real lo que en la mayoría de los casos es verdadera
mente real. De allí que, en esta interpretación, cuando la Administración no resuelve un recurso y la ley
presume que no tiene voluntad formada sobre la petición, ello en la mayoría de los casos sería real
(Stassionopoulos, Traité des Actes Administraties, p. 83 y sigs.). Asimismo, Marienhoff destaca que el silen
cio administrativo es fruto de una presunción y no de una ficción (Marienhoff, op. cit., T. II, p. 319).
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Ese efecto, si e! silencio es negativo, será, por imperio de los principios de tutela admi
nistrativa efectiva y tutela judicial efectiva, tener por ocluida una instancia administra
tiva para poder acudir a una superior, cuya decisión cause estado, o bien, configurar
directamente esta última circunstancia para poder acceder, dentro dei plazo de caduci
dad y/o prescripción aplicable, a la vía judicial.
En este esquema, el silencio configura una forma anormal de terminación del procedi
miento administrativo,35 contemplada en el Art. 10 de la Ley N° 19.549 y en los Arts.
63 y 65 del Reglamento de Procedimientos Administrativos, Decreto N° 1.759/72 (t.o.
1991).
Estos últimos -es necesario aclarar- tratan al silencio como una resolución tácita de los
trámites administrativos, solución que la doctrina en algunos casos ha compartido,36 lo
cual consideramos inadecuado con el carácter del acto tácito en tanto, conforme advir
tiéramos anteriormente, en el silencio no hay expresión de la voluntad de la Administra
ción, en cambio, sí la hay en el acto tácito. Es que el silencio es no exteriorizar voluntad,
ya sea por no hablar o por no hacer signos o tener comportamientos al efecto37. Pero esta
omisión o hecho negativo, por su carácter equívoco y su contenido neutro, no se asimila
a la declaración tácita de la voluntad en ningún caso.38 El silencio es sólo un vacío en el
obrar, coloreado artificialmente por ia Administración para permitir la defensa de los
particulares, como es el caso del silencio negativo, o para hacer decaer potestades
interventoras, como es el supuesto del silencio positivo.39
En este esquema, la presunción legal sobre el silencio encuentra relación con la teoría
del acto presunto, mas no con el concepto de acto tácito.
Respecto, entonces, del acto presunto, es de singular interés la normativa española,
fundamentalmente por cuanto allí se ha avanzado -aun con contramarchas- en el régi
men de esa figura y de su relación con el silencio administrativo.
En 1992, se sancionó el Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Pro
cedimiento Administrativo Común (Ley N° 30/92), el cual innova respecto del silencio
administrativo pues introduce la figura del acto presunto con las modificaciones acaeci
das en 1999 (Ley N° 4/99).
Allí se establece: "La Administración está obligada a dictar resolución expresa en todos
los procedimientos",40 de modo que en los iniciados a solicitud del interesado el venci
miento del plazo máximo sin que se haya notificado resolución expresa legitima a aquél
35 Comadira, Julio R., "Modos anormales de terminación del procedimiento administrativo". Jurisprudencia
Argentina, 1976-IV, p. 622 y sigs.
36 Así, por ejemplo, ya cuando Bielsa se refiere al silencio regulado en el Decreto del 7-04-33 sobre recurso
jerárquico, apunta que él equivale a una denegatoria tácita.
37 Brebbia, op. cit., p. 252.
38 Compagnucci De Caso, Rubén H., "El silencio como manifestación omisiva de la voluntad''. La Ley, 1994-
B, p. 312.
39 Martín Mateo, Ramón, "Actos tácitos y actividad autorizante” , Rev. Española de Derecho Administrativo,
Civitas.
Art. 42, ap. I s ue ia Ley i r 30/92.
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un acto expreso confirmatorio, pues, en rigor, recién aquí aparecerá la voluntad de la
Administración.
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55 Mairal, Héctor, La doctrina de los propios actos, Buenos Aires, 1988, p. 1 21.
56 Fiorini, Bartolomé A., Derecho Administrativo. T. I, Buenos Aires, 1976, p. 429 y sigs. "Algunos autores
distinguen la forma implícita como la que corresponde al acto que no es expreso porque se lo considera
subieeiaériuido en otro y ccntsnidc per alguna manifestación especia!. Esta última clase se encuentra erradicada
por expresa disposición en el Art. 8o de la Ley de Procedimientos administrativos.”
57 Gordillo, El Acto..., cit.,, p. 82.
58 Diez, Manuel M., El Acto Administrativo, Buenos Aires, 1956, p. 160.
59 Llambías, Jorge Joaquín, Tratado de Derecho Civil, Parte General, T. II, Buenos Aires, 1986, p. 378 y sigs.
50 Forsthoff, Ernst, Tratado de Derecho Administrativo, Madrid, 1958, p. 304.
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de Diez, ello se debe a que, al liberarse el Derecho moderno del viejo formalismo, es
posible reconocerles efectos jurídicos a determinados actos, cualquiera fuera la forma
en que emanaran, a condición de que revelen la existencia de una determinada voluntad
dirigida a obtener efectos jurídicos 61.
Y esa manifestación de voluntad, tácita, no está afectada por ningún vicio de forma,
sino que aparece bajo una modalidad de ésta, excepcional, pero legalmente admisi
ble.62
Distinto es el caso -reiteramos- del silencio de la Administración, en tanto de dicha
inactividad el administrado no puede inferir una voluntad, y por ello la ley establece una
presunción o ficción que encauza la situación, a través del acto presunto.
2. La distinción entre acto tácito y acto implícito
Pero lo importante es que, frente al deber de resolver de la Administración, su compor
tamiento puede generar certidumbre o incertidumbre sobre la voluntad no expresa; en el
primer caso, ésta existe y es inequívoca e indudable, se trata de los actos tácitos e
implícitos. En el segundo supuesto, no hay voluntad y la ley la presume; es el acto
presunto.
Hasta ahora hemos propugnado la clasificación entre actos tácitos e implícitos, con la
finalidad de tratar de deslindar más nítidamente los dos grandes supuestos en los cua
les se admite la existencia de una voluntad de la Administración indirectamente mani
festada, que puede ser fehacientemente conocida por el administrado.
La sustancia común de ambas clases de actos administrativos consiste en una voluntad
indirectamente declarada por la Administración que puede conocerse con certidumbre
por el interesado.63 Su régimen jurídico es común; el propio del acto administrativo,
adaptado en la configuración de alguno de sus elementos a esa declaración indirecta de
voluntad.64 Por tanto, la utilidad de la clasificación mencionada, ciertamente, no pre
tende más que advertir el modo en que esa voluntad indirecta se puede manifestar y el
análisis atinente a la configuración válida de los elementos esenciales de tales actos,
con los efectosjurídicos que para el particular ello denota.
Sin desmedro del criterio semántico, entendemos que el acto administrativo tácito apa
rece como inferido de un comportamiento material o hecho material -sin perjuicio de la
García Trevijano Fos, José Antonio, Los Actos Administrativos, Madrid, 1986, p. 154). Esto podría hacerlo,
por ejemplo, la propia Administración al advertir -v. gr., en un recurso o reclamo administrativo- aquella
interpretación del particular.
64 El tema lo tratamos en nuestro trabajo "Los actos administrativos tácitos e implícitos", antes citado, punto
VII "Análisis de la configuración exigible a los elementos esenciales del acto administrativo tácito o implícito",
iugar ai que remitimos.
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6SCfr. Mairal, Héctor, Control Judicial de la Administración Pública, T. I, Buenos Aires, 1984, p. 272, número
173.4: “Cuando un acto expreso emanado de la Administración presuponga la existencia de otra decisión, es
decir, sea incompatible con'la inexistencia de tal decisión, cabrá considerar que ha quedado configurado un
acto que incorpora tal decisión [...] La manifestación de la cual resulta el acto implícito puede consistir tanto
en un acto administrativo como en un acto interno". En igual sentido, Alessi, Renato, Instituciones de Dere
cho Administrativo (traducción de Buenaventura Pellisé Prats), T. I, 3o ed. italiana, Barcelona, 1970, p. 255
y sigs.; Zelaya, "Forma del acto administrativo” , en op. conj. Acto y Procedimiento Administrativo. Buenos
Aires, 1975, pp. 67-69; García Trevijano Fos, op. cit., pp. 161-163.
66Sayagués Laso, Enrique, Tratado de Derecho Administrativo, l. 1, b“ ea., Montevideo, i 967, p. 440; Prat,
op. cit., p. 60 y sigs.; Gordillo, Agustín A., El Acto Administrativo, Buenos Aires, 1969, p. 321; Linares, Juan
Francisco, "El silencio administrativo denegatorio en ia Ley N° 19.549", La Lev, 1980-C, Sect. Doct., p. 768
y sigs.; Comadira, Julio R., Acto Administrativo Municipal, Buenos Aires, 1992, p. 46; Martín Mateo, op. cit.;
Escuin Palop, op. cit.
s7Gordillo, Agustín A., Tratado de Derecho Administrativo, 5° ed., Buenos Aires, 2000, 111-15 y sigs.
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sino que, aun mínimamente, exista una manifestación intelectiva anterior a ia cual
respondan esos hechos.
En realidad, cuando se menciona que el acto tácito, en general, se deriva de comporta
mientos materiales -conductas, procederes, actuaciones-, creemos que no se está ne
gando por ello la existencia de una tal manifestación intelectiva -por caso, expresión
simbólica en una palabra escrita- sino que ésta sólo es conocida en su verdadera dimen
sión a partir de un análisis contextual y armónico con el ordenamiento aplicable y con
los hechos al efecto acaecidos.
Tal es lo que sucede, por ejemplo, con el visto bueno y consecuente pase de las actua
ciones que una autoridad administrativa puede imprimir a un informe o dictamen y
expresar de ese modo que su voluntad coincide con el contenido de éste.68
También en actos implícitos puede existir una expresión simbólica en palabra escrita de
la cual se derive una decisión, tal como sería el caso de un acto parcialmente estimatorio
de una pretensión y que, tras su cumplimiento material, mande archivar por lo demás el
expediente, por lo que quedaría claro que se ha desestimado otra pretensión en trámite.
En ambos casos, el contenido de las actuaciones en que se toman las decisiones que al
efecto se infieren permitirá, ciertamente, confirmar el criterio adoptado en escuetas
expresiones simbólicas decisorias. Es que de eso se trata, la voluntad se declara indirec
tamente tanto en el acto tácito cuanto en el implícito.
De modo, pues, que la exigencia puesta de manifiesto por Gordillo, en cuanto a que
pueda individualizarse esa expresión intelectual con independencia de su ejecución,
para que se trate de un acto administrativo, entendemos que viene a constituir un
complemento hermenéutico para reconocer la voluntad tácita de la Administración que,
seguramente, no colisiona con muchos casos -sino todos- en los que se ha aceptado la
existencia de un acto administrativo tácito o implícito.
Más allá de ello, finalmente, recordaremos que, como señala Forsthoff, se requiere una
gran cautela para dar por admitida la existencia de un acto administrativo tácito, pues
"No es admisible servirse de esta vía para imputar a la Administración decisiones que,
en realidad, no ha adoptado",69 a la vez que el acto tácito de todos modos debe ser
legítimo, ya que "la consagración como tácitas de ciertas conductas palmariamente
irregulares sería absolutamente improcedente"70.
Asi lo prevé si punto S.3.2.1 de! Decreto N° 333/85, cjUG admite s! supuesto como una manifestación de
voluntad que a la vez evita repeticiones innecesarias. Este criterio fue considerado válido a los efectos de
tener por configurado un acto administrativo por la CNFed. Cont. Adm., Sala II, 01-02-00, in re "Bramco S.
A. el Banco Central", en relación con el conforme de un gerente general de dicha institución, acordado
respecto de un dictamen de la Asesoría Legal en orden a una rescisión contractual.
69 Forsthoff, op. cit., p. 502.
70 Martín Mateo, op. cit.
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