Moreno y la concepción dc la revolución: La noción de revolución elaborada por Moreno encontradas en la serie de
artículos publicados en los números de la Gaceta correspondientes a los meses de noviembre y diciembre de 1810.
En los primeros meses de gobierno revolucionario los ataques se dirigieron con prioridad a los altos funcionarios
españoles: virrey, intendentes, oidores, fiscales y diplomáticos de la Corona. El nuevo poder invocó la defensa de los
derechos del rey Fernando VII para legitimar la instalación de la Primera Junta. De esta manera, al elegir el apoyo de
la legitimidad monárquica, que en principio no cuestionaba el lazo colonial que unía a los pueblos americanos con su
metrópoli, los revolucionarios sólo reconocían como enemigos a las autoridades que se oponían de forma violenta o
conspirativa a sus proyectos. ¿A través de qué canales debían difundirse las nuevas ideas y cuáles debían ser sus
alcances? Estos interrogantes nos conducen de las reflexiones políticas al contenido concreto de las directivas
remitidas por Moreno. Sabemos que las ideas revolucionarias que se intentaba propagar entre los sectores
populares se vincularon con una función de apoyo guiado, nunca espontáneo, asignada a estos sectores. Moreno,
quien redactó el prólogo, se imprimió doscientos ejemplares del Contrato Social de Jean Jacques Rousseau para su
utilización como libro de texto en las escuelas primarias, con el fin de instruir sobre “los inalienables derechos del
hombre”, se iban a beneficiar por igual “todas las clases”, “todas las edades” y “todas las condiciones”. La insistencia
por parte de Moreno en hacer conocer a los pueblos sus derechos para conquistar su libertad, se revela así como
uno de los rasgos centrales de su discurso. Toda su gestión reposó sobre las exigencias de la defensa revolucionaria
ligada a la necesidad de unión entre las provincias del Virreinato. Ellas plantearon tres tipos de problemas: 1) el
control político de las provincias del Río de la Plata ligado a la mejora de la condición económica de sus habitantes:
2) la incorporación de las provincias a la nueva causa y la constitución de un nuevo ejército patriota: y 3) una política
de terror para vencer al enemigo. De modo que la idea de una solidaridad económica acompañada del ejercicio de
los derechos políticos, como base de una solidaridad moral entre los nativos de las provincias y la Junta de Buenos
Aires, se encuentran en el centro de las Instrucciones. Pero es en la Gaceta de los meses de noviembre y diciembre
de 1810 donde Moreno se esforzó por sistematizar y dar coherencia a su concepción de la revolución. Recordemos
que el acta capitular del 25 de mayo, donde se anunciaba la creación de la Junta de Buenos Aires, disponía asimismo
el envío de circulares a las provincias del interior, invitándolas a elegir diputados para un congreso general que debía
decidir sobre la futura forma de gobierno a adoptar en las provincias del Virreinato. La circular enviada a las
provincias el 27 de mayo comprendía una medida suplementaria, por la cual se disponía que, a medida que fuesen
arribando a la capital, los diputados provinciales se irían incorporando a la Junta. La nueva situación creada por la
incorporación de los diputados provinciales más adictos a Saavedra que a Moreno produjo, el 18 de diciembre, el
aplazamiento de la reunión del congreso y el alejamiento definitivo de Moreno. Pero antes de esa fecha, el avance
victorioso de las tropas en el Alto Perú y la vasta adhesión de las provincias a la nueva causa, hicieron prever a
Moreno la pronta reunión del congreso. De modo que en los artículos de la Gaceta de esos meses el secretario
consideró llegado el momento de consolidar las conquistas revolucionarias: mientras la Junta el poder ejecutivo
provisorio-seguía atacando a los enemigos exteriores e interiores, el congreso -el poder legislativo-debía dar a los
pueblos una nueva constitución.
Moreno fue adaptando los singulares principios del Contrato Social de Rousseau a la novedosa realidad creada en el
Río de la Plata en 1810. Moreno esbozó así una teoría de la soberanía para justificar el nuevo poder de los relaciones
sociales entre los pueblos y el rey quedasen disueltas o suspensas por el cautiverio del Monarca, los vínculos que
unen a un hombre con otro en sociedad quedaron subsistentes porque no dependen de los primeros y los pueblos
no debieron tratar de formarse pueblos pues ya lo eran; sino elegir una cabeza que los rigiese o regirse a sí mismos
según las diversas formas con que puede constituirse íntegramente el cuerpo moral”. Al afirmar que “un pueblo es
un pueblo”, Moreno dio existencia a la comunidad americana independientemente de toda legitimidad exterior.
Pero la afirmación de la existencia de una única soberanía pronto se iba a confrontar con los que defendían la
existencia de tantas soberanías como pueblos había en el Virreinato (este es el caso de Bolívar). Es decir, parte de los
nuevos líderes sostuvieron junto a Moreno que una vez constituidos los cuerpos representativos -asambleas o
congresos constituyentes-, la soberanía dejaba de residir en los “pueblos” para pasar a la “nación”. Dentro del
unitarismo porteño, el centralismo se constituyó así en la modalidad dominante durante la primera década
revolucionaria. La cuestión de si podrá una parte de la América por medio de sus representantes establecer la
constitución o si deberá esperar la reunión de un congreso de toda América, fue el último tema abordado por
Moreno desde las páginas de la Gaceta del 6 de diciembre”. Este tema llevaba implícito otro más importante, que se
relacionaba con la extensión geográfica del nuevo Estado a crear en la América española. De sus argumentaciones
surge con claridad la voluntad de constituir una nueva nación, ¿Pero dentro de qué limites geográficos?
Consideraciones de orden político general lo condujeron a desestimar la unidad americana, aconsejando por el
contrario a sus compatriotas la solución más viable de la reunión de un congreso en los límites del Río de la Plata.
Esta reunión pondría -a su entender- un dique a la pretensión de los mandones de reinstalar la dominación colonial,
con el pretexto de la necesidad de convocar a un congreso general para decidir la suerte de toda América. una
circular de la Junta redactada por Moreno dispuso la exclusión de los cargos públicos de todo español europeo. Esta
medida aceleró la ruptura entre Moreno y Saavedra. Los revolucionarios moderados consideraron que Moreno y los
suyos habían ido demasiado lejos. En sus Memorias, Saavedra denuncia el “sistema de delaciones” que contra los
europeos empezó a adoptarse. A la Junta llegaban a diario -refiere- listas de hombres que se decía eran contrarios a
la causa y al gobierno.
La noche de la conmemoración de la victoria de Suipacha por el ejército patriota, se le niega a Moreno el ingreso a la
fiesta. En el curso de los festejos, un oficial obsequió una corona de azúcar a la mujer del presidente de la Junta y
ésta se la pasó a su esposo: ¿Este acto simbolizó para Moreno el signo de una nueva usurpación de los derechos del
pueblo? Lo cierto es que se propaló la versión de que Saavedra intentaba en aquella función coronarse como nuevo
monarca de América. La referencia negativa a la Revolución Francesa es empleada por Saavedra para atacar a su
enemigo. Sus acusaciones no están desprovistas de pasión: la lucha de las dos tendencias se había polarizado entre
los dos hombres. Pero asimismo, la etiqueta de “Malvado de Robespierre”, aplicada por Saavedra a su adversario,
apuntaría menos a esa caracterización de la Revolución como regeneración del viejo orden, que al contenido y a la
forma de un accionar revolucionarlo. Accionar que, lejos de haber sido precedentemente elaborado por Moreno, fue
el resultado de la concreta lucha política.
Castelli y los derechos naturales: La doctrina bajo la cual se constituyó la Primera Junta fue presentada por Juan José
Castelli en el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810. Con la disolución de la Junta Central había caducado el
gobierno soberano de España y se producía de acuerdo a la tradición española la reversión de los derechos de la
soberanía en los pueblos mientras durase el cautivarlo del monarca. Castelli fue nombrado representante de la Junta
en la expedición libertadora al Alto Perú. Sin embargo, su pretensión de continuar manteniéndose dentro de los
límites de la legitimidad monárquica. Pero la instalación del nuevo gobierno constituyó para Castelli mucho más que
un cambio de personas: significaba el inicio del reino de la “naturaleza” y de la “razón” frente al despotismo de las
autoridades coloniales. De esta manera, su noción de Revolución se inscribe dentro de esa concepción encaminada a
la restitución de los derechos naturales que Moreno había esbozado. En efecto, la política indigenista propuesta por
Castelli amenazó el estatuto sólidamente arraigado de las castas altoperuanas65. La liberación indígena constituyó
sin lugar a dudas un arma de guerra necesaria para un ejército que requería hombres y recursos66, pero asimismo
formó parte central de la concepción de la revolución de los morenistas. En las Instrucciones secretas redactadas por
Moreno para la expedición al Alto Perú se estableció que debía levantarse a la “indiada”.
Los derechos que Castelli proclamó recuperados por los indios fueron sociales -derogación de todos los abusos
perjudiciales a los naturales como cargas e imposiciones indebidas, otorgamiento de tierras y creación de escuelas- y
políticos, al otorgarles el derecho de representación. Estableció así la libre elección de los caciques por parte de sus
comunidades, y la eliminación de los privilegios de propiedad o de sangre de que gozaban sus jefes. Ordenó también
la realización de elecciones libres en cada parroquia de indios, a fin de designar un diputado para el congreso general
de las provincias a reunirse70. Pero el reconocimiento por parte de Castelli de la calidad de ciudadanos a los indios,
es decir, de individuos frente al Estado, no lo llevó sin embargo a decretar la supresión de la comunidad indígena:
respetó su existencia corporativa, aunque ordenó la implantación de mecanismos de democratización interna. La
noción de revolución en Castelli se organizó así en torno al concepto ideal de derecho. Esto es lo que explica ese
idealismo republicano que tuvo su correlato en el comportamiento humanista del representante. En el proceso que
se le siguió por su conducta pública y militar desde que fue nombrado representante, fueron reiterados los
testimonios donde se señala el trato “afable” y “cariñoso” dispensado por Castelli a los indios. El sufragio indígena y
las demás medidas en favor de los indios no tuvieron efectos jurídicos inmediatos, pero su proclamación fue
suficiente para alarmar a las clases altas alto peruanas. Si a esto se suman las medidas represivas ordenadas por
Castelli, no sólo contra los opositores españoles sino asimismo contra los sospechosos, no es difícil imaginar los
temores despertados en las élites criollas y peninsulares. Por cierto, y según los términos empleados por Tulio
Halperín Donghi, el Alto Perú no sabía si había sido liberado o conquistado por las tropas porteñas.
Ya a fines de la colonia los salarios rurales eran en Buenos Aires y el litoral más altos,
más monetizados y estaban menos asociados a prestaciones sin remuneración o formas
de endeudamiento que en el Tucumán colonia. Tras la
revolución, Buenos Aires apeló a la emisión de papel moneda que pasó a formar parte
de la remuneración salarial mientras que en el resto de las provincias los salarios rurales
seguían siendo más bajos y menos monetizados y siguieron combinando pagos en
especie y en moneda, pero esa moneda solía ser la de plata boliviana, una situación que
sólo habría de resolverse desde la década de 1880.
Todo indica que la fragmentación del espacio económico trajo aparejado una situación
mucho más crítica en las provincias del norte que en el litoral. Así, en Jujuy la
estructura agraria posrevolucionaria se distinguió por la extrema concentración de la
propiedad de la tierra por una reducida elite de origen tardocolonial y aquí, como en
Salta también dominada por la gran propiedad, el sistema de arriendo se caracterizaba
por la combinación de rentas y obligaciones laborales no remuneradas. De este modo, el
orden social colonial pareciera haber sobrevivido tras la revolución.
18 ¿Qué efectos tuvo
la revolución? Pareciera haber empujado la transformación de los propietarios agrarios
en rentistas y dar inicio a un proceso que combinó la erosión de la esclavitud, la
abolición del tributo indígena y la disgregación de los pueblos de indios contribuyendo
a acentuar la configuración de un heterogéneo campesinado mestizo sin las
imposiciones pero también sin las “protecciones” del orden colonial.
el significado de la disgregación de los pueblos de indios dependió de la importancia que tuvieran en cada zona: si en
Córdoba o Catamarca estaban casi disgregados a fines del XVIII y en La Rioja, Tucumán o Salta su
consistencia interna era muy débil, en Jujuy mantenían su vigencia y en Santiago del
Estero es probable que hayan tenido un fortalecimiento tardío cortado abruptamente por
el proceso de independencia y que impuso el remate de sus tierras. El remate no fue el
único recurso de expropiación: en la frontera chaqueña de Salta durante la década de
1820 buena parte de las tierras de las reducciones fueron directamente traspasadas a
comerciantes y hacendados en pago de la deuda pública.
En Tucumán la
movilización bélica no parece haber habilitado la emergencia de liderazgos tan
autónomos ni fue tan disruptiva de las relaciones sociales preexistentes. Aquí, la
estructura de las relaciones sociales era bien distinta y lo seguiría siendo: la densa
población rural conformaba un campesinado mestizo que se desenvolvía en un contexto
en el cual la propiedad de la tierra estaba notoriamente fragmentada, la utilización de
esclavos en la producción rural era muy limitada y también parece haberlo sido el trabajo asalariado permanente.
Por lo tanto, el arrendamiento y la agregación estaban bastante generalizadas pero no parecen
haber tenido el rigor que adquirían más al norte y permitieron la reproducción de la
economía campesina. Aún así, creció el número de jornaleros sin tierras pero ellos en
buena parte eran migrantes de otras provincias, lo que sugiere una mayor prosperidad
relativa de la provincia. También existía un amplio espectro de pequeños productores
autónomos – especialmente dedicados a la labranza pero también a la crianza de
ganados- que resistieron los intentos de subordinarlos o forzarlos al trabajo asalariado.
En el centro del territorio las situaciones tampoco fueron homogéneas. En Santiago del
Estero, pese a la persistencia de formas no mercantiles de apropiación y usufructo de los
recursos, también parece haber habido una tendencia hacia una mayor concentración de
la propiedad pero este proceso debe haber sido muy lento pues en la década de 1820 una
porción considerable de las tierras seguía perteneciendo a las comunidades indígenas o al
¿había sido una “revolución democrático-radical frustrada” de perfil agrarista, tal como lo había postulado una
vigorosa historiografía de izquierda desde los años 60? el artiguismo parecía corroborar por completo la tesis de la
revolución
fallida o inconclusa y su derrota podía ser atribuida a la conjunción de la oligarquía
local y enemigos externos. En esta tesis había un episodio central: el famoso y
controvertido reglamento de tierras de 1815 a partir del cual se formularon las más
consistentes argumentaciones a favor de la “revolución agraria”.
En segundo lugar, se hicieron más claras las tensiones internas que contenía el frente
artiguista y permiten entender mejor la pérdida de apoyo entre los sectores propietarios
y el notable dinamismo que terminó adquiriendo el protagonismo plebeyo. Porque de
algo no pareciera haber duda: en su dinámica de movilización y confrontación el
artiguismo fue canalizando adhesiones, reclamos y aspiraciones desde “abajo” que le
dieron ese tiente “anárquico” tan distintivo y que tanto alarmó a las elites rioplatenses y
terminó por aislar socialmente al liderazgo de Artigas al tiempo que le suministraba su
principal base social. En estas condiciones, su estrategia puede ser vista como un intento
de canalizar esos reclamos y los liderazgos locales que los expresaron y permitir la
reconstrucción de un orden social y productivo.
la consigna artiguista de la “soberanía particular
de los pueblos” lejos estaba de ser mera retórica y tenía destinatarios precisos que
emergían de la historia reciente del espacio donde extendió su influencia y que no eran
sólo las “provincias”. Entre 1778 y 1801 al menos unos 23 pueblos se habían formado
en el vasto espacio que hoy conforman las provincias de Corrientes y Entre Ríos, el
Uruguay y Río Grande do Sul como resultado de una política oficial de poblamiento.
Esa política contribuyó a construir esta red de poblados y acentuó la atracción de
migrantes. Sin embargo, dicha política se interrumpió al despuntar el siglo XIX.
En estas condiciones la derrota del artiguismo adquiere también y quizás más netamente
el sentido de una derrota histórica de los sectores populares rurales pues el Uruguay
iniciará una fase de reconstitución del orden signada por los intentos de endurecer las
relaciones sociales en lo que ha sido descrito como una “contrarrevolución agraria”. Sin
embargo, esos propósitos debieron desplegarse durante una larga secuela de guerras que
socavó las bases de sustentación material de los grupos dominantes y acrecentó la
influencia de los núcleos extranjeros. En tales condiciones, las facciones elitistas
tuvieron serias dificultades para cumplir con sus objetivos y estuvieron obligadas a
seguir negociando de algún modo el apoyo de los sectores subalternos.
la revolución implicó un quiebre de las jerarquías, las obediencias y las lealtades y la posibilidad que emergieran
otras que hicieron factible la insurgencia
artiguista y la larga disputa histórica que tardaría décadas en saldarse. Nada de ello
parece haberse dado del otro lado del Río de la Plata.
Los procesos de
independencia fueron parte de “la era de las revoluciones” aunque esta constatación sea
completamente insuficiente para dar cuenta de su naturaleza histórica. Por lo tanto,
entenderlos sólo como variantes de las “revoluciones burguesas”, “liberales” o
“democráticas” no ayuda a desentrañarla.
33 Sin embargo, no puede ser obviado que
fueron los mayores procesos de descolonización hasta la segunda posguerra del siglo
XX y como tales inseparables de aquella era revolucionaria.
si el carácter
burgués de la revolución de 1789 ha sido puesto en cuestión – y sobre todo la
posibilidad de explicarla como el resultado de una aguda lucha de clases entre la
burguesía naciente y la aristocracia dominante- los desarrollos más recientes sobre las
sociedades latinoamericanas tardocoloniales han dejado en claro que los movimientos
de independencia difícilmente hayan sido el resultado de la maduración de fuerzas
sociales y políticas internas y resulta bastante evidente que los grupos dominantes
tardocoloniales eran, por cierto, bastante poco “burgueses” y que su ascenso social tras
la independencia no significó el desplazamiento de ninguna aristocracia preexistente.
¿cuántas “otras rebeliones” hubo en esos años? Lo cierto es que pueden registrarse toda
una gama de motines, revueltas y movilizaciones imposibles de reducir al
enfrentamiento entre independentistas y realistas y que se desarrollaron con dinámicas y
características específicas. Hobsbawm halló para caracterizar la “era de la revolución”
como una “doble revolución” y pensar sino se trató de una “triple revolución” puesto
que también implicó la desintegración de los imperios coloniales iberoamericanos.
Nunca será suficientemente remarcado: se trataba de una coyuntura histórica
excepcional, casi única en la historia del mundo occidental y sus periferias coloniales,
quizás sólo comparable a la segunda posguerra del siglo XX. Por tanto, pareciera
entonces que revolución de independencia sigue siendo un término más adecuado, al
menos, más que revoluciones “burguesas” o “liberales”.
Cuando se repasa la literatura americanista queda en claro que se están usando otras
periodizaciones: una se inclina por inscribir estos procesos dentro de un ciclo de
transformación que habría abarcado de 1750 a 1850; otra ha retomado la idea de “un
largo siglo XIX” que arrancaría hacia 1780 y que no podría darse por terminado sino hasta 1930.
La existencia de lo que empieza a se la Argentina tiene su acta de nacimiento el 25 de mayo de 1810, para
comprender los sucesos políticos y culturales es menester contar con una referencia anterior colonial, podemos
fechar en la creación del Virreinato del Rio de la plata en 1776. La creación de este virreinato es una consecuencia
de las reformas borbinicas, que tienen un punto máximo de desarrollo y gravitación durante el reinado de Carlos III,
quien ocupa el trono español a mediados del siglo XVIII. Esas reformas han sido consideradas por Halperin Dongui
como un proyecto de modernización defensiva, para suplir las insuficiencias de la sociedad mediante medidas
destinadas a nacionalizar la economía interna y colonial, el comienzo de la explotación de zonas desatendidas, la
liberalización del comercio dentro del régimen colonial y una nueva división territorial frente a las amenazas
extranjeras, como inglesas.
Desde España, se impulsaron reformas económicas, administrativas e ideológicas. Dentro de estas innovaciones se
cuenta con la introducción de ideas provenientes de la filosofía de la Ilustracion que tenían su foco de producción en
Francia del siglo XVIII. Algunos de los rasgos de la cultura letrada del rio de la plata entre fines del siglo XVIIII y
principios del XIX. El nombre de ilustración o iluminismo se conoce un periodo histórico-cultural europeo que
alcanza su máximo desarrollo en el siglo XVIII en Francia, Ingalterra y Alemania. Se trato de un movimiento
intelectual animado de una gran fe en la razón humana como instrumento capaz de conocer la realidad y en función
de ese instrumento y de los hechos sensibles, someter a critica los conocimientos. Las reformas que promueven
apelan al criterio de lo que conocemos como el despotismo ilustrado, una política que acentua las tendencias
centralizadoras del absolutismo y apuesta a una modernización desde arriba, una suerte de revolución pasiva, una
transformación dirigida desde el estado sobre la base de la psividad de la sociedad. Se trata de un movimiento tiíco
de países que han tenido dificultades o retrasos en el acceso a la modernidad, como Austria, Prusia, España.
Este movimiento ilustrado en la España del siglo XVIII tiene una característica que se reitera en el rio de la plata: se
trata de un proyecto de modernización cultural limitado. Entre las medidas que la Corona adopto para tener un
mejor control de sus territorios coloniales, una fue la constitución del virreinato del rio de la plata, por razones
militares y económicas. A partir de este hecho, comenzó a producirse algún tipo de crecimiento económico,
centrado en la economía ganadera, que tuvo como consecuencia el ascenso de la Argentina litoral y el cambio del
eje de desarrollo, que había estado colocado en vinculación con el alto peru, con la zona del noroeste. La Ilustracion
se desarrolla durante el Antiguo Régimen. Las ideas ilustradas en el rio de la plata fue un antecedente de la
revolución de mayo. Los comienzos del movimiento ilustrado no se encuentra gérmenes de rupturas ni
revolucionarias ni independendentistas. Sus pretensiones se hubieran cumplido con los objetivos de modernización
defensiva, compatibles con la subsistencia del régimen colonialista español.
En el real cologio de san Carlos, luego colegio de ciencias morales, una institución intelectual porteñña de enorme
peso en la medida que allí pasaran los miembros de la elite política, como Belgrano, moreno, Castelli y Rivadavia.
Comienzan a aparecer los periódicos como: telégrafo mercantil, semanario de agricultura, industria y comercio,
correo de comercio, porque indican el espacio a través del cual el pensamiento de la ilustración se introduce en el
universo hispanoamericano: los discursos sobre la economía. No existía en el rio de la plata un proyecto encarnado
en grupos económicos, sociales y con asistencia intectual que este organizando un movimiento independentista
antes del derrumbe de la junta de Sevilla de 1819. Esto no implica que no hubiese fricciones o contradicciones entre
españoles y criollos.
La consigna Laissez faire, laissez passer dejar hacer, dejar pasar, quiere decir que no hay que intervenir en la
economía, sino dejar que la libre iniciativa de los productores, la libertad de empresa, guie, con su mano invisible, el
curso de la riqueza. Quesnay represento la vida económica como un proceso automatico, como un circulo cerrado
de producción, circulación y reproducción de bienes. Si bien se oponía a que los funcionarios intervinieran en la
economía, pensaba que un funcionario ilustrado podía conocer esas leyes y orientar el proceso, dado que los
procesos económicos tienen un curso regular y calculable. Para la doctrina fisiocratica la riqueza de las naciones
reside en la agricultura y los metales preciosos. A esta idea adhiere Manuel Belgrano. La agricultura aparezca no solo
valorada como productora de bienes económicos sino como objeto de atributos morales y políticos. El laboreo de la
tierra contribuye a la constitución de buenos sujetos sociales, a diferencia de otras practicas económicas que
alientan la ganancia improductiva, la especulación o la usura.
La revolución de mayo se trato de una revolución que nacio sin teoría, de un acontecimiento que se desencadeno en
el rio de la plata sin que existieran sujetos políticos o sociales que lo programaran y ejecutaran. Pero cuando esta
revolución ocurrió fue necesario legitimarla. Buenos aires como epicentro de los acontecimientos revolucionarios de
mayo de 1810. Históricamente buenos aires había sido una ciudad marginal dentro del mundo colonial, cuyo valor
para la corona reposaba en ser un resguardo militar ante la amenaza inglesa o portuguesa y una puerta de salida de
la plata altoperuana. La primacia correspondia a las ciudades ubicadas en la tura de la plata, desde Cordoba hasta
Salta y Jujuy. Esta condición se revirtió a partir de la creación del virreinato. En el siglo XIX, bs as. era una ciudad
burocratico-comercial. En términos sociales una tercera parte de la población de buenos aires estaba compuesta por
esclavos negros. Era una sociedad estratificada, donde los blancos ocupaban la cúspide del poder. Aquí es donde
aparece Moreno quien se inscribe dentro de una corriente liberal moderna. Moreno no se opone a la explotación de
las minas ni desconoce el valor de las riquezas que producen pero apela a la doctrina cristina para recordar que el
capital mas preciado de un reino es siempre el pueblo. Expresa el deseo de que los indios sean axonerados de tan
penoso trabajo obligatorio, encargando a los mineros que contraten a quien voluntariamente quisiesen trabajar
sobre la base de jornales concertados y procuren reemplazar al resto por aquella cantidad de negros africanos que
necesiten. En 1806 es testigo de la primera invasión inglesa, la cual marca el inicio de la crisis institucional
rioplatense. No participo de la resistencia, pero en sus escritos dejo constancia de lo sucedido su patria. Moreno
resulta representativo de una creencia hasta entonces hegemonica dentro del cuerpo de letrados y funcionarios
coloniales, que sostiene que la ruptura del lazo colonial es imprevisible. Incluso luego de que en 1808 se produjera la
abdicación de Fernando VII en favor de Jose Bonaparte en 1809 moreno participa junto con el partido español de
Alzaga de la conspiración contra Liniers. En aquel año Moreno produce un documento de sus convicciones políticas e
intelectuales: Representación de los labradores y hacendados, donde oficia de abogado de sectores sociales
emergentes. El texto de Moreno avala la tesis de que las revoluciones hispanoamericanas no fueron producto
exclusivo de causas endógenas, sino que formaron parte del colapso de la monarquía española determinado por las
disputas políticas y las guerras europeas. Morena afirma que abrir el comercio a los ingleses en esta circunstancias es
un mal para la Nacion y para la Provincia. La nación es la totalidad del imperio español del cual el rio de la plata es
una provincia. Dentro de esta aceptación del pacto colonial, desarrolla una argumentación que demanda la igualdad
de los territorios americanos con las provincias europeas. Como conclusión es preciso que gocen de un comercio
igual al de los demás pueblos que forman la monarquía española que integramos.
La revolución de mayo de 1810 se desenvuelve en el marco de la crisis del imperio español, rezagado con respecto a
un mundo hegemonizado progresivamente por Inglaterra. Aquella crisis había estado jalonada por ciertos
acontecimientos: la derrota española de Trafalgar en 1805; las invasiones inglesas de 1806 y 1807; los episodios de
Bayona con la designación de Jose Bonaparte como rey de España y el surgimiento de las juntas de España ante la
vacancia del poder real debido al cautiverio de Fernando VII; la disolución en el rio de la plata en 1809, de los
cuerpos militares peninsulares y la consolidación en el mismo terreno de la hegemonía de los criollos; la caída en
1810 de la junta de Sevilla y el avance de las tropas napoleónicas. Todos estos hechos se superponen con la
creciente presión británica, las tendencias criollas a una mayor participación política, la agudización de tensiones
rioplantenses y la penetración de las ideas ilustradas en circulo de la elite. Estos conflictos en el interior de la colonia
aparecen representados en los escritos de moreno, en la distinción que allí se establece entre los españoles
europeos y los españoles nacidos en América (criollos) pero no se perfila un sujeto socio-político dotado de una
ideología anti colonialista. Cuando unos meses después llegan al plata las noticias de la disolución de la junta central
y al precipitarse los acontecimientos que desembocan en la instauración en la primera junta. Los acontecimientos
europeos movilizaron la vida política en la ciudad de Buenos Aires y tuvieron su primer epicentro en el cabildo
abierto del 22 de mayo de 1810. A este fue convicada la gente decente, debía entenderse toda persona blanca que
se presente vestida de frac o levita. Asistieron 250 vecinos, y para su resolución la participación de los regimientos
militares que venían configurándose desde las invasiones ingleses, de allí el poder de Cornelio Saavedra, jefe del
regimiento de patricios. La primera junta designada juro el 25 de mayo, y a partir de estas jornadas moreno surgio
como un dinamico secretario de guerra y gobierno.
NEGRAS Y MULATAS DE BUENOS AIRES 1750-1850---Marta B.Goldberg
El ingreso sistemático de esclavos africanos por la ciudad de Buenos Aires comienza poco después de su segunda y
definitiva fundación en 1580. Primero se introdujeron varones, luego mujeres que hacia 1778 comenzarán a superar
en número a los varones, lo cual favorecerá el mestizaje y la aparente desaparición del grupo afroporteño lo que
también coincidirá con el lento camino desde la esclavitud a la libertad. Los primeros varones negros llegaron al
actual territorio argentino como esclavos de los descubridores y conquistadores, y consta que la Capitulación de D.
Pedro de Mendoza - fundador de la primera Buenos Aires en 1536 - le otorgaba el derecho a introducir cien de ellos.
Llegaron en principio muy pocas mujeres españolas, si algunas, pero ninguna negra. Esto produjo la relación entre
españoles e indias y la aparición de numerosos mestizos, fenómeno que caracterizaría a Asunción del Paraguay.
Con la colonización y especialmente cuando comenzó el proceso productivo, llegaron las mujeres negras, las
esclavas, que luego se destinarían a una tareas domésticas y artesanales pero, se explicaba como principal motivo de
su ingreso a la necesidad de dar satisfacción sexualidad desenfrenada de los esclavos negros para que no siguieran
atacando a las indias, y para "fijarlos a la tierra".
Las negras esclavas no sólo se unieron en santo matrimonio a los varones de su raza, sino que también estuvieron
sexualmente a disposición de sus amos y de los hijos y parientes de sus amos, en relaciones generalmente casuales,
dando así origen a una numerosa población mulata. las mujeres africanas se beneficiaban cuando se relacionaban
sexualmente con sus amos blancos o con los parientes blancos de sus amos, porque estas relaciones les habrían
permitido obtener un mejor trato tanto para sí como para los hijos que nacían de esos encuentros. La promesa de
libertad hecha a las esclavas a cambio de sus favores amorosos debió ser muy frecuente, como también lo era el
incumplimiento de tales promesas. Las fuentes nos dan testimonio de que esto ocurría y también nos hablan muy
mal del producto de esas relaciones, "los mulatos", a los que se despreciaba más que a los negros. La misma palabra
"mulato" proviene de "mula", porque se refería precisamente a lo que ellos consideraban un híbrido. El mulato era
doblemente sancionado por la sociedad colonial, por ser producto de una mezcla y por su bastardía ya que rara vez
era reconocido por su padre. La palabra "mulato" era usada como insulto, y, a veces, hasta para atacar a un rubio de
ojos claros como el gobernador Rosas.
Los esclavos, si bien eran considerados objetos ya que como otros bienes, muebles e inmuebles, podían ser
vendidos, rematados, hipotecados, embargados, donados, etc. tenían en el ámbito hispanoamericano una serie de
derechos que irían aumentado durante el periodo, desde el punto de vista jurídico, entre una cosa y una persona, es
decir entre ser sujeto y objeto de derecho. Los esclavos tenían derecho al bautismo y al adoctrinamiento católico, al
nombre, al matrimonio, a vivir fuera de la casa del amo con el consentimiento de éste, a la formación de su propio
peculio, a la compra de su propia libertad o la de sus familiares, a poseer bienes muebles e inmuebles, a testar y a la
defensa en juicio lo cual podía conseguir en forma gratuita a través del Defensor de Pobres o Protector de Esclavos.
Los esclavos tenían derecho al bautismo y al adoctrinamiento católico, al nombre, al matrimonio, a vivir fuera de la
casa del amo con el consentimiento de éste, a la formación de su propio peculio, a la compra de su propia libertad o
la de sus familiares, a poseer bienes muebles e inmuebles, a testar y a la defensa en juicio lo cual podía conseguir en
forma gratuita a través del Defensor de Pobres o Protector de Esclavos. En términos generales la justicia colonial, en
lo que a protección de esclavos se refiere, se caracterizó siempre por su ineficacia y la realidad social muestra un
verdadero divorcio con las normas jurídicas. Los abogados y magistrados coloniales, también ellos propietarios o
aliados de los propietarios o en cualquier caso pertenecientes al grupo privilegiado blanco, no defendieron muy
celosamente los derechos de los esclavos. El amo también debía otorgarle papel de venta a la esclava si esta deseaba
casarse y él no se lo permitía. Con ese papel el esclavo podía buscar nuevo amo, quien debía pagar al amo anterior el
precio estipulado. Generalmente los precios establecidos por el amo eran excesivos y por lo tanto prácticamente
imposible conseguir comprador, por esto encontramos con mucha frecuencia largos expedientes donde la esclava
consideraba que la tasación era muy alta, argumentando generalmente que valía menos porque se "ha desmejorado
en el servicio" o que por algún otro motivo valía mucho menos de lo que su amo consideraba que valía.
Cuando un esclavo se vendía debía dejarse expresa constancia de sus vicios y tachas, porque la no declaración de los
mismos permitía la llamada "redhibitoria es decir un reclamo judicial por parte del comprador exigiendo un
resarcimiento económico por el ocultamiento de los defectos. Hasta muy avanzado el siglo XIX -1860- se exigía en la
ciudad de Córdoba "certificado de pureza de sangre" para ingresar en la Universidad. Esta certificación era
indispensable en la etapa colonial para ser maestro en muchos oficios y para ingresar en órdenes religiosas y
conventos. En Buenos Aires, en ciertos casos, fue posible blanquearse cuando se ¨mejoraba¨ económicamente. En
Buenos Aires, durante la segunda mitad del siglo XVIII, las monjas capuchinas se amotinaron debido a que había
entrado al convento una monja que se suponía era de sangre impura. En las tramitaciones judiciales intervinieron,
con cargos y descargos, autoridades civiles y eclesiásticas y también particulares. Carlos III por medio de dos Reales
Cédulas, fechadas en 1772 y 1775, exigió al Gobernador Vértiz información reservada sobre el asunto. La situación
sólo concluyó, después de unos veinte años de litigio cuando murió la monja cabecilla de las cuestionadoras.
Tener "sangre impura" no sólo era impedimento para ingresar a ciertos oficios y estudios sino que también vedaba el
uso de determinadas joyas y vestidos. Una mulata amancebada con un español se atrevió a ir a la Catedral con
zarcillos de oro y ropa de seda, esta "profanación de galas" le costó una buena paliza que le dieron las damas
principales luego de arrancarle las joyas y sedas que usaba. Con respecto al trabajo femenino esclavo, como hemos
destacado anteriormente era principalmente doméstico, las fuentes nos informan que todas las lavanderas eran
negras con las amas de cría, las cocineras, las sirvientas, las planchadoras. Dentro del trabajo doméstico que se
realizaba en el Buenos Aires del XVII, también se encontraban los que podríamos denominar oficios curiosos.
Ya a mediados del siglo XIX tampoco debemos olvidar a las negras achuradoras, que recogían las vísceras de los
animales en los mataderos y que tan brutal como magistralmente ha descripto Esteban Echeverría en El Matadero
donde un grupo de carniceros que descuartizaba una res arrojaban con toda saña los sangrientos despojos sobre la
plebe, que acudía a buscar algo con que saciar su hambre. "amas de cría" que además de estas tareas trabajaban en
el campo o que como la anteriormente citada que educaba y enseñaba a leer a los niños. Otras que cosían ropa para
sus amos o para afuera y se dedicaban a numerosas tareas para mantener a sus amas. En algunos casos las esclavas
conseguían un crédito para comprar su libertad y se comprometían a pagarlo con su servicio personal al acreedor
para lo cual este las conchababa por una determinada suma con un "salario".
A partir de 1821 se constituyeron en Buenos Aires Sociedades o Naciones Africanas y que tuvieron singular
relevancia durante la época de Rosas (1829-1852). Allí se agrupaban los africanos según sus lugares de origen
llamadas naciones (Congo, Angola, Mina, Mozambique, Kimbunda, entre muchas otras) y uno de cuyos fines
principales era ayudar a aquellos de la misma etnía a comprar su propia libertad; organizar fiestas, bailes y
procesiones a las que solía asistir el gobernador Rosas y su hija Manuelita tal como ilustra un famoso cuadro de
Boneo. Las mujeres participaron en las Naciones Africanas aunque a diferencia de los varones no tenían derechos
políticos plenos.. A partir de 1840, las Sociedades perdieron momentáneamente muchos de sus hombres debido a
que fueron reclutados para prestar servicios en la guerra civil. Esto permitió a las mujeres asumir el control,
continuar reuniéndose, recaudar las cuotas, administrar los bienes y llegar a presidirlas. Cuando regresaron los
hombres, tras la caída de Rosas en 1852, se reintegraron a las Sociedades e intentaron reinstalar los privilegios que
tenían antes de la leva. Las mujeres no se resignaron a dejar la administración en manos de los hombres y se
produjeron divisiones facciosas de acuerdo al género.
Las mujeres africanas llegaron, en principio, en menor cantidad que los varones pero a partir del último tercio del
siglo XVIII los superaron en número y en precio en el mercado porteño, posiblemente, porque eran capaces de
desempeñarse en una muy amplia gama de actividades en el ámbito doméstico o trabajando fuera y aportando sus
jornales a la economía de sus amos. La tendencia a la baja masculinidad se acentuó en el siglo XIX, debido a la
ausencia o muerte de los varones, que fueron utilizados como soldados en las guerras por la independencia y en las
que se sucedieron hasta el último tercio del siglo. Esto permitió que las mujeres pasaran a ocupar un rol protagónico
en las Sociedades Africanas que se resistieron a dejar cuando regresaron los varones. También en la segunda mitad
del siglo XIX crearon sociedades africanas femeninas específicamente dedicadas a actividades lúdicas.
El negro en Argentina. Presencia y negación---Picotti, Dina
la esclavitud, y su vida y trabajo en ella como a la distribución de esclavos desde el puerto de Buenos Aires, cuyo
que sin duda le presta base. En nuestro país las cofradías, los cultos a santos, las procesiones, las
comunidades en Chascomús Bs.As.), Santa Fe, el Noroeste y otros lugares del interior y en la
El movimiento revolucionario que se inició en Buenos Aires en mayo de 1810 tuvo enormes dificultades para hacerse
obedecer en el litoral rioplatense. Tras una corta confrontación, Asunción se separó de la capital mientras que la
contrarrevolución quedó confinada a Montevideo hasta su rendición en 1814. el movimiento revolucionario estaba
dividido en dos alas en guerra abierta, el Directorio asentado en Buenos Aires y la Liga de los Pueblos Libres liderada
por José G. Artigas caudillo de la Banda Oriental que extendió su influencia por las provincias del Litoral rioplatense.
A estas confrontaciones se sumaron las invasiones portuguesas de 1811 y 1816 y las intervenciones de diversos
grupos indígenas que en ocasiones forjaron alianzas con los bandos en pugna. La exposición estará dividida en dos
partes: en la primera se analizarán las formas que adoptó la lucha por el botín en la sociedad hispano-criolla regional
durante la primera década revolucionaria y en la segunda las que imperaron en sus fronteras con los pueblos
indígenas no sometidos del Chaco.
La crisis de 1810 convirtió a Buenos Aires en la sede del poder revolucionario y a Montevideo en el bastión regional
de la contrarrevolución. Durante varios meses ambas ciudades se disputaron el control de los pueblos del litoral pero
una vez producida la insurrección de la campaña oriental la resistencia regentista quedó confinada a Montevideo.
Desde entonces, la confrontación adoptó tres formas principales: la disputa por los recursos ganaderos, el sitio de
Montevideo y las incursiones de pillaje de su flotilla sobre las poblaciones ribereñas de los ríos Paraná y Uruguay.
la guerra acentuaba los rasgos característicos de la economía agraria regional: la limitada afirmación de los derechos
de propiedad, la proliferación de múltiples circuitos clandestinos de comercialización y la escasa capacidad de
control de las autoridades locales sobre la heterogénea y móvil población campesina. Para los ejércitos portugueses
o porteños la apropiación de bienes se convirtió en uno de los métodos para abastecerse mientras que para las
fuerzas insurgentes era prácticamente el único modo de hacerlo así como el recurso más eficaz para forzar la
retirada de sus oponentes. En tales condiciones la «guerra de recursos» era una táctica de combate, un método de
represalia y una manera precisa de identificar enemigos, obtener adhesiones, neutralizar oposiciones y encuadrar
políticamente tensiones sociales preexistentes. El artiguismo constituyó el ala más radical de la revolución
rioplatense y la que concitó las más activas adhesiones populares en el litoral. una multiplicación del bandolerismo.
Es probable que la insurgencia oriental haya incorporado algunas partidas a sus filas pero de lo que no hay dudas es
que para las autoridades de Montevideo, los jefes fronterizos portugueses y las autoridades de Buenos Aires el
bandolerismo era su componente central y que el saqueo, el robo y el pillaje explicaban la adhesión de los sectores
populares rurales. Pero la proliferación del bandolerismo estaba también asociada al incremento de las deserciones
y a la misma bandolerización de los modos de hacer la guerra
La participación de los indígenas del Chaco no sometidos en estos conflictos respondió a lógicas bien distintas y
responde a la organización sociopolítica de los grupos. Se trataba de agrupaciones cazadoras y recolectoras que se
vinculaban entre sí por relaciones de intercambio a las cuales habían incorporado artículos de consumo y ganado
equino y vacuno provenientes de la sociedad colonial.
La participación de los indígenas del Chaco no sometidos en estos conflictos respondió a lógicas bien distintas y
responde a la organización sociopolítica de los grupos. Se trataba de agrupaciones cazadoras y recolectoras que se
vinculaban entre sí por relaciones de intercambio a las cuales habían incorporado artículos de consumo y ganado
equino y vacuno provenientes de la sociedad colonial. Los primeros, eran obtenidos a través de regalos y donaciones
que formaban parte de los acuerdos diplomáticos realizados con las autoridades fronterizas y el segundo, a través
del mismo crecimiento de los animales cimarrones. En cuanto a su estructura política, se trataba de agrupaciones
con liderazgos no hereditarios y con escaso poder coercitivo que debían la obediencia a su capacidad de gestionar
acciones exitosas las que, según el contexto de la relación interétnica, podía centrarse en ventajosos acuerdos
diplomáticos con las autoridades hispanocriollas o en éxitos guerreros contra otros rivales étnicos o contra los
españoles. Formas de guerra y formas de intercambio estaban, vinculadas con las que adoptaba su modo de
estructuración política.
Durante las guerras revolucionarias las prácticas de apropiación del botín adquirieron mayor intensidad así como
nuevos usos y significados. Los ejércitos las emplearon como un modo de aprovisionamiento y de remuneración de
sus efectivos lo que tensó al extremo sus relaciones con las poblaciones rurales. Por consiguiente, la guerra se
convirtió en muchas zonas en una guerra de autodefensa desplegada por fuerzas reclutadas, sostenidas y
comandadas localmente. En este sentido, el antagonismo entre directoriales y artiguistas no solo expresaba la
oposición entre centralismo y federalismo sino también entre ejércitos y milicias locales. Para los primeros, el
federalismo era sinónimo de «anarquismo» y bandolerismo; para los segundos el centralismo era la manifestación
del «despotismo militar». Así, las nociones que informaban la cultura de guerra eran inseparables de las que
integraban las culturas políticas.
Las guerras estaban produciendo una extrema fragmentación del orden político en un contexto de creciente
insubordinación social y la inestabilidad del orden local fue catalizada por la expulsión de los «europeos» y la
movilización generalizada de la población. Esta situación habilitó la formación de liderazgos locales que convirtieron
la apropiación del botín en una forma de sostenerse y materializar las identidades políticas emergentes.
Barsky, Osvaldo; Jorge Gelman. 2001. Historia del agro argentino. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX.
Capitulo III: Las reformas borbónicas y las tensiones del mundo agrario: el siglo XVIII en el actual territorio argentino,
así como en casi toda Hispanoamerica, se puede dividir en dos grandes periodos de acuerdo a la evolución de sus
conyunturas económicas y agrarias, influidas por decisiones de tipo político emanadas desde el imperio. Desde
mediados del siglo, los monarcas españoles inician una serie de reformas de tipo fiscal, económico y poltico,
conocidas como las reformas borbónicas, que en algunos casos producirán efectos en las colonias. Un estudio sobre
Cordoba, nos señala este periodo como una continuación del estancamiento del periodo previo. La crisis de la
producción minera de Potodi, que se mantiene en sus niveles mas bajos por lo menos hasta los años 40 del siglo,
parece afectar al que había sido el sector mas dinamico de la economía agraria mediterránea: la producción de
mulas. No se puede atribuir al centro minero la dirección de toda la conyuntura de las regiones agrarias, y considerar
otros elementos, como la sucesión de buenas y malas cosechas, el aspecto demográfico, la situación en las fronteras
indígenas o la existencia de otros mercados alternativos al minero. Por ejemplo, la región de Cuyo, en especial
Mensoza, parece sufrir entre finales del siglo XVII, y los años 40 del siglo XVIII una ofensiva de grupos indígenas en su
región meridional que limita su capacidad de producción ganadera. Hay un lento, pero sostenido, crecimiento de la
demanda europea de bienes de origen pecuario, que favorece la expansión de las zonas litorales con grandes
praderas naturales. Desde inicios del siglo se produce la colonización de la banda oriental, que se va a convertir en la
zona ganadera mas dinámica. La expansión de los santafesionos en los campos de Entre Rios se ve limitada por la
expansión y belicosidad de los charrúas, como se ven amenazados allí y en el norte de la propia Santa fe por la
ofensiva, al igual que los vecinos de Corrientes. Esta situación empieza a modificar recién en los años 40 para las
regiones del norte del Litoral, permitiéndoles aprovechar mejor la nueva conyuntura de la economía atlántica.
Hacia mediados del siglo XVIII empiezan a manifestarse una serie de elementos que van a producir cambios en las
distintas regiones del territorio argentino. Lo mas importante para las economías agrarias son: el renacer de la
minería de Potosi, una cierta pacificación en algunas fronteras indígenas, la expulsión de los jesuitas, la propulgacion
del llamado comercio libre y por ultimo una serie de conflictos políticos y sociales que a veces sacuden fuertemente
a los principales mercados hacia los cuales las regiones del nuevo virreinato orientan sus producciones agrarias.
Sobre el reinado de Carlos III (1759-1788), se emprende un conjunto de iniciativas cuyo objetivo central parece ser
retomar el control político de las colonias, alejando a las elites locales de la administración del Estado, y tomar una
serie de medidas fiscales y económicas que favorezcan el crecimiento sobre todo del sector minero que era la base
de la economía y de la recaudación fiscal y en consecuencia que permitieran aumentar los ingresos a las arcas del
estado, gracias a ese crecimiento y al mayor control del aparato recaudador de impuestos. Dentro de este gran
impulso reformista se puede incluir desde la expulsión de los jesuitas hasta la creación del virreinato del Rio de la
Plata, el libre comercio, y el renacer de la minería potosina. Este crecimiento se puede explicar por una serie de
iniciativas tomadas por la corona para volver a hacer rentable la explotación minera: se garantiza, el abasto de una
serie de insumos productivos a bajo precio, se reduce el impuesto inicial a la producción minera a la mitad y se
refuerza la provision de mano de obra barata a los empresarios mineros a través del viejo recurso de la mita.
Este renacer minero favorecerá el desarrollo o la revitalización de ciertas regiones del actual territorio argentino, por
ejemplo el trafico de mulas en Cordoba, entre los años 40 y 50. Este mercado se nota en otras regiones aptas para el
mular como el norte de la campaña de Buenos Aires o santa fe. Una relativa pacificación de las fronteras indígenas
permite en algunas regiones una cierta expansión y la formación de nuevas estancias ganaderas. Como el caso de
Mendoza, desde el 40-50 se lanza la reconstrucción de sus establecimientos de cria, y se expande hacia el sur,
incorporando regiones del Diamante y el Atuel. En la Mesopotamia donde corrientes aprevecha una paz para
expandirse, al igual que santa fe se extiende hasta entre ríos y los de Montevideo lo hacen hacia el norte de los
campos orientales, gracias a un cierto éxito en la contención de los charrúas. La principal expansión ganadera del
litoral se produce en la banda oriental y en el litoral de los ríos, pero no tanto como en la campaña porteña. Otro
elemento que condiciona las modalidades del desarrollo agrario del periodo es la expulsión de los jesuitas, ordenada
en 1767. La corona se apropia en buena medida procede a la posterior privatización, de cantidades ingentes de
tierra en todas las regiones. Estas tierras no eran marginales, sino que estaban entre las mejores del territorio como
en Tucuman y Salta, donde las mejores tierras quedaron en manos de los mas pudientes. El crecimiento del
comercio atlántico con las leyes borbónicas de fines del XVIII había tenido efectos positivos para las regiones litorales
del nuevo virreinato. Estas recibían bienes manufacturados, vinos y aceites de mejor calidad y mas barato así como
veían estimuladas su economía ganadera que podía volcar cantidades crecientes de cueros y otros derivados
vacunos en el mercado mundial: el faenamiento del ganado que se reproducia sin la intervención humana en las
generosas pasturas pampeanas solo requería la contratación eventual de gauchos. Las economías del interior,
productoras de bienes que competían mal con las importaciones, habrían sufrido una aguda crisis. La percepción que
tenemos de estos fenómenos es hoy mas matizada. Las regiones que parecen haber sufrido mas la competencia
extranjera son, por un lado, las productoras de textiles de algodón. Este proceso no es solo el resultado del comercio
libre, sino que se habría iniciado antes, sobre todo por la crisis de las misiones jesuíticas. Sufrieron las pequeñas
replicas de las economías mediterráneas, como las provincias de Cuyo, productoras de vinos y aguardientes. La
suerte de Mendoza y San Juan no es la misma. Los frecuentes cortes del trafico transatlántico permiten
intermitentes recuperaciones del mercado litoraleño por los productores cuyanos, al aguardiente parece resistir
mejor que el vino los embates de la concurrencia europea. Los productores mendocinos iran perdiendo terreno en
los mercados del litoral, mientras que los sanjuaninos mas orientados al aguardiente, conservan cuotas de demanda.
Sim embargo, la situaicon se transforma: los productores mendocinos a reorientarse hacia la ganadería y los
sanjuaninos seguirán atados a la economía aguardiente. Las regiones productoras de textiles de lana parecen pasar
por una situación diferente a aquellas mas dedicadas al algodón siguieron estando presentes en los mercados
regionales.
La explicación esta en las zonas productoras, eran sobre todo mujeres campesinas las que realizaban todo el proceso
en el marco de sus economías familiares. Los masivos levantamientos indígenas de los años 80 en los andes
meridionales producen fuertes alteraciones en las economías agrarias del rio de la plata. La cria y venta de mulas,
empezando por los grandes, medianos y pequeños criadores de Santa fe o del norte de buenos aires, la infinidad de
pequeños criadores campesinos cordobeses, los productores de todo tipo de Tucuman, salta o Jujuy; los propietarios
de tierras de invernada en las regiones mas cercanas a los mercados consumidores (salta y Jujuy). La derrota de
aquellos y la recuperaicon de la minería permiten un cierto resurgimiento del ramo de mulas hacia fines del periodo
colonial, pero la nueva crisis no se hace esperar mucho, y la independencia y la ruptura del espacio interno que le
sigue van a significar un golpe mortal para este rubro. Algunos grandes productores del litoral van a tratar de
orientar sus actividades hacia otras mas rentables. En el caso de Cordoba, la crisis del mular va a producir en muchos
lados un verdadero conflicto social general. A lo largo del siglo XVIII y en cantidades que parecen crecientes,
centenares de familias y a veces jóvenes varones solos, emigran de manera temporaria o definitiva hacia otras
regiones que desconocen las dificultades de subsistencia recurrentes de sus lugares de origen, que demandan
cantidades crecientes de trabajo y sobre todo disponen de grandes extensiones de tierras fértiles que la nueva
conyuntura regional e internaciones empiezan a poner en condiciones de ser exploradas: el litoral. Buenos aires,
como capital del nuevo virreinato, refuerza su papel articulador de todo el espacio, y su magnitud demográfica y su
properidad la convierten en uno de los mercados mas preciados para todas las regiones virreinales. Entre ríos
comienza a poblarse de gente, estancias y animales y en la campaña de la banda oriental se ocupan las tierras del
centro y norte de manera irrfrenable y se faenan animales que encuentran el camino del mercado internacional en
forma de cueros, sebo y algunos otros subproductos. Despunta en la banda oriental una actividad que solo mas
adelante cobrara impulso en Buenos Aires, el saladero, que permite aprovechar mejor la carne de los animales
faenados. Pero esta expansión hubiera sido imposible sin el aporte que significaba las constantes migraciones del
norte. Al mismo tiempo que creció la cria del vacuno para exportar cueros, se desarrollo la destinada al abasto de
carne de los mercados locales cada vez mas grandes. Pero se practico la cria del mular, el lanar, sobre todo existio
una fuerte agricultura destinada a esos mercados locales, entre cuyos productos se destacaba a esos mercados
locales, entre cuyos productos se destacaba el trigo. A fines de la colonia la agricultura de trigo era casi tan
importente como la ganadería del vacuna. La pequeña producción familiar era la forma predomiante. En esto hay
grandes diferencias regionales: en la campaña el trigo era fundamental para abastecer ese mercado urbano, y la
pequeña producción tenia un predominio indisputado por las escasas estancias.
El crecimiento finisecular de las grandes estancias no aparece cuestionar el desarrollo de la pequeña y mediana
producción. Una clave se encuentra en la disponibilidad de tierras, la creciente apertura de los mercados externos
para los derivados pecuarios y el aporte de importantes saldos migratorios del interior. Y la masiva presencia
campesina no parece haber sido un obstáculo para el crecimiento de las estancias. Los estudios hechos sobre
estancias tardocoloniales nos muestra casi siempre la presencia de un puñado de esclavos, un grupo de peones mas
o menos permanentes y al fin la presencia de trabajadores eventuales que acudían a la estancia en los momentos de
mayor demanda laboral. La familia campesina, no tenia que percibir necesariamente al estanciero como un enemigo
y competidor sino como una alternativa para complementar sus ingresos con un salario. Esta articulación no
significaba armonía. En distintos momentos, lugares, estallaba el conflicto por alguna tierra, este tipo de conflicto
parece haber sido mas frecuente en regiones de raigambre campesina donde las estancias crecieron a fines del siglo
XVIII. Estas tensiones y esta experiencia de confrontación incuden en las características que tendrán la crisis
revolucionaria en esa banda del Uruguay y deberán ser tomadas en cuenta por Artigas cuando encabece la rebelión
oriental.
A pensar de todos los cambios reseñados, a finales del periodo colonial se mantienen, los elementos que
caracterizaron el actual territorio argentino durante la mayor parte de la dominación española: la distribución de la
población de manera desigual, con un fuerte peso del centro y noroeste vinculados con las economías mineras del
alto peru y con una presencia notable de población indígena y un litoral escasamente poblado, aunque con un franco
proceso de crecimiento. La economía del virreinato rioplatense sigue girando alrededor de los centros mineros
andinos que se articulan con el atlántico a través de buenos aires y otros puertos, generando un espacio económico
en el cual las distintas regiones tienden a especializarse en la producción de algunos bienes agrarios o artesanales
que colocan en aquellos centros y en otros menores: desde la yerba mate que se produce en paraguay, las mulas
que se crian en cordoba u otras regiones hasta los vinos y aguardientes de cuyo o los textiles de san Luis o Santiago
del estero, estos bienes circulan por todo el territorio y tratan de llegar sobre todo a los mas ricos mercados mineros
o a la capital virreinal. Cada región tratara de producir sus hortalizas, su trigo o maíz, la carne para abastecer sus
mercados locales, cada productor rural tratara de autoabastecerse sin recurrir al mercado. Y esto no es solo un rasgo
que caracteriza al gran productor: la familia campesina parece haber obrado de la misma manera, limitando al
máximo su recurso al mercado para proveerse de medios de subsistencia. La contracara de esta estrategia mas o
menos general son los mercados muy limitados, los mercados son casi exclusivamente los urbanos. La excepción a
este cuadro es, el litoral donde las estancias que crecen e incluso los campesinos, parecen haber estado mas
vinculados con el intercambio mercantil. incluso la plata en el litoral se difunde de arriba hacia abajo. La propia
economía del litoral, parece ser la mas profunda por los cambios de fines de siglo, mantiene sus rasgos básicos. Las
exportaciones del puerto, a pesar del incremento de las pecuarias, seguían siendo centralmente de metales
preciosos. El interés de las elites virreinales por la campaña circundante era muy limitado. Las elites de buenos aires
eran rodo comerciantes.
Si hablemos de técnicas agrarias, tipo de producción, formas de acceso a la tierra, sistemas legales o formas de
trabajo, notaremos cambios radicales. El trazado de las explotaciones ganaderas se mantiene inexorablemnte en
función de los ríos, arroyos, bañados y lagunas. En cuanto a las formas de acceso a la propiedad y usufructo de la
tierra, se mantienen las formas principales de todo el periodo colonial. Se difundieron mas otras formas como la
denuncia y moderada composición, la diversidad de situaciones es tanta que difícilmente se pueda establecer una
norma. En cuanto a los sistemas de trabajo rural la diversidad es la regla. La servidumbre indígena, que legalmente
sigue vigente, es cada vez menos importante como forma de obtener trabajo por parte de los empresarios
españoles. Salvo en algunas regiones del noroeste, en casi todo el resto del territorio se debe recurrir a sistemas
variados en donde predominan por un lado los contratos de empleo asalariado y por el otro diversos arreglos que
otorgan el derecho al uso de la tierra a cambio de ciertas prestaciones. En cuanto al crecimiento de las economías
regionales parece mas marcado a los pujantes mercados atlánticos, la recuperación de la minería altoperuana, así
como una demanda de bienes ganaderos u otros desde Chile, y el peso de algunos mercado internos, permiten
sostener la producción de muchas regiones que no logran incluirla en el circuito que parte desde los puertos de
buenos aires y Montevideo. El diezmo agrario creció en casi todo el territorio, lo cual refleja un incremento real de la
producción que pagaba ese tributo.
Los dos elementos que produjeron el impacto mas inmediato y fuerte fueron la ruptura del enorme espacio interior
de intercambios que había orientado las economías agrarias de las diversas regiones y la destrucción de bienes y
medios de producción que generaron las guerras. Con bastante rapidez se produce la separación bajo dominio
realista o criollo disidente del Alto Peru, de Chile, del Paraguay y de la Banda Oriental. Cuando algunos de estos
mercados empiezan a reabrirse para el comercio de las provincias de la futura argentina, estas ultimas exacerban sus
enfrentamientos provocando cortes drásticos en las posibilidades mercantiles. Sectores enteros de las economías
agrarias regionales, especializados en la producción para la venta en esos mercados alejados, conocen serios
problemas. Pero la guerra no solo significa ruptura de circuitos mercantiles y crisis de los sectores agrarios
orientados a ellos y ante la destrucción directa. Este tipo de situaciones se repiten con mayor o menor intensidad en
casi todas las regiones del actual territorio argentino, pero se ven profundamente afectadas, otras logran salir
airosas de la situación. En buena medida esta diferencia frente a la guerra va a condicionar la capacidad de las
distintas áreas para aprovechar algunas nuevas posibilidades. Se puede señalar en particular los cambios que se
venían operando en las economías europeas y que la apertura comercial ahora permite operar sobre el territorio
rioplatense, con su demanda creciente de bienes de origen pecuario, y su contracara, la avalancha de bienes
manufacturados de consumo masivo que envían a los distintos mercados del mundo. Todas las grandes llanuras del
litoral y algunas del centro del territorio reúnen condiciones favorables para el desarrollo pecuario, pero las
circunstancias históricas y los avatares de las guerras les imponen situaciones muy desiguales. La banda oriental, que
había sido la zona ganadera quizá mas dinámica a fines de la colonia, no solo no puede aprovechar la nueva situación
internacional, sino que vera anulada su capacidad de recuperación. Otro tanto sucede con santa fe con Entre ríos,
hacia fines de los años 20 le permiten un crecimiento moderado que en la década siguiente se transforma en
bastante espectacular. Las provincias del noroeste sufren la guerra de manera aguda así como las afecta la ruptura
de los vínculos con los mercados altoperuanos. En primer lugar, el impacto inicial de la ruptura revolucionaria afecta
drásticamente la producción de bienes orientados a los mercados andinos, como las mulas, y perjudica los intereses
de las regiones de Jujuy sobre todo de Salta, cuyas pasturas eran aprovechadas para invernada de esos animales y
cuyo comerciantes eran figuras centrales en la articulación de ese trafico. En los años 20 y con la independencia
boliviana, se reabre el tradicional camino andino, pero ahora la llegada de bienes del pacifico limita el antiguo
espacio del noroeste argentino como intermediario y el efecto de arrastre del mercado minero ya no volveria a ser el
mismo de antaño.
El desarrollo de las guerras y la presencia intermitente de ejércitos de uno y otro signo significan un peso sobre los
recursos de la región, y sobre los ganados para alimentar a los cuerpos militares movilizados. Estas tierras se
convertirán en la base de algunas fortunas cuando la situación mejore. Pero la situación es de crisis. Algunos
estudios regionales que tenemos sobre las provincias norteñas en estas décadas nos permiten ver la crisis de la
producción agraria mercantil y la transformación de muchos grandes hacendados de origen colonial en rentistas.
Estos buscan captar pequeños campesinos arrendatarios para que trabajen sus tierras a cambio de un canon,
limitando la producción directa que antes realizaban. Estos arrendatarios, enfrentan la situación organizando
complejos sistemas de producción e intercambio. Por su parte, las munidades indígenas, que habían resistido mal
que bien durante todo el periodo colonial en algunas de las regiones del noroeste, van a conocer un proceso de
disgregación, que parece tener su punto final con los nuevos gravámenes que les aplican y con las leyes enfitéuticas
que afectan sus tierras en los años 40. Las pocas regiones que escapan a esta crítica situación son aquellas que
pueden desarrollar actividades orientadas a los mercados ultramarinos o que pueden dirigir su producción a los
mercados trasandinos. Desde 1817 se reabren los caminos de la cordillera y los nuevos ciclos mineros chilenos
significaran un fuerte estímulo para las economías agrarias cuyanas y las de buena parte del centro y norte
argentino. Mendoza, comienza a transformar su economía hacia la agricultura y sobre todo la ganadería, cuyos
derivados tanto chile como la economía del pacifico demandan. Desde los años 30 hay una expansión de los
alfalfares en algunos valles, que reciben ganados para engorde de diversas provincias así como de las propias
estancias de cria mendocina. Las unidades productivas locales son de distinto tipo, desde haciendas complejas hasta
pequeñas. En las provincias se encuentran distintos sistemas de arrendamiento, mediería o inquilino que parecen
preparar el terreno para la difusión de la práctica del contratista de viña en la nueva expansión finisecular vinculada
con el vino. En Santiago del estero la situación es complicada: por un lado se sigue practicando la agricultura de
aluvión en las zonas inundables de los ríos dulce y salado, donde se concentra la mayoría de la población. Pero a las
sucesiones de sequias a inundaciones se suma una reducción del área inundable más fértil, por un desvió del cauce
del rio dulce hacia los años 20. La ganadería conoce una cierta expansión desde los años 30 sobre todo vacunos y
mulares, cuando el peso de las guerras y los avances de los indígenas chaqueños se hacen menos frecuentes. Se
verifica un proceso que lleva hacia la privatización y concentración de las mejores tierras de cultivo y ganadería en
algunas manos, lo cual acentura las dificultades de subsistencia de una parte de la población. Mas matizadas son las
condiciones en Córdoba: la crisis del mular y la continuidad del mundo de las tejedoras campesinas hasta los años 30
y 40 se acompañan ahora con una reorientación pronunciada de su economía rural hacia el atlántico, hacia donde se
envían cueros vacunos. La economía sigue estando centrada en una agricultura de consumo local, la ganadería se
reparte en multitud de pequeñas y medianas explotaciones.
Muy distinta la situación en el litoral, el área que reunia las mejores condiciones naturales para aprovechar las
demandas del mercado mundial. Algunas de las regiones que mas habían crecido a fines de la colonia van a quedar al
margen de la expansión ganadera de la primera mitad del siglo XIX, o van a retroceder como santa fe, y la banda
oriental del uruguay. Durante su gobierno se dicta el reglamento provisorio de 1815, se ordena una serie de medidas
de distribución de la tierra. Este reglamento como una especie de reforma agraria que favorece a los sectores
postergados de la población rural, esa política estaba orientada a restablecer el orden y permitir la recuperación del
stock ganadero oriental, diezmado por los años de guerra. En el otro extremo de la experiencia litoraleña se
encuentra sobre todo buenos aires, con algo de retraso entre ríos y con características pecualiares corrientes. Esta
ultima conoce una de las transiciones mas exitosas y a la vez mas conservadores de la región. Después de la
revolución, y pasado el agitado periodo de control artiguista, las viejas elites coloniales logran mantenerse en el
poder. Se consigue de esta manera una transición ordenada que unida a la política proteccionista de sus gobiernos y
la consecusion de cierto equilibrio fiscal, le permiten a la provincia escapar a los pesares de la mayor parte del
territorio y mantener un crecimiento. El perfil de su economía se ira modificando lentamente dada la competencia a
sus productos tradicionales en los mercados litoraleños. Las exportaciones de corrientes refejan cambios en el perfil
productivo: si hasta fines de los años 20 tienen un carácter diversificado manufacturero/agropecuario sobre todo
exportan suelas, tabaco, cigarro y yerba, luego se acentua el perfil ganadero. De todo el litoral, el crecimiento mas
espectacular es el de la campaña de buenos aires, seguido ms tardíamente por entre ríos. No caben dudas del
interés creciente de las elites locales por el hiterland rural y del proceso de valorización del ganado. Este cambio se
refleja de manera contundente en una expansión del territorio sin precedentes. En principio no se puede negar que
el crecimiento de la gran propiedad ganadera fue una realidad, con la implementación de la enfiteusis se prohibio la
privatización de grandes cantidades de tierra (la tierra quedaba en manos del estado, que la cedia a cambio de un
canon, bajo y a largo plazo). Pero si bien existía un limite al tamaño de la tierra que se podía recibir en enfiteusis,
algunos personajes lograron superarlo ampliamente por medio de transacciones privadas. Esto era solo una parte de
la realidad del crecimiento agrario de la primera mitad del siglo.
En primer lugar, la tendencia a la monoproduccion ganadera no parece haber sido tal. El crecimiento de los
mercados locales por el aumento demográfico estimula la producción agrícola, que aun a pesar de las importaciones
esporádicas de harina provoca un incremento del hiterland productor. Por otra parte, en cuanto a la ganadería, si
bien es cierto que el vacuno cuyo crecimiento es estimulado de manera suplementaria por el saladero, hace un
sorprendente salto hacia adelante, encontramos un auge mas temprano de lo pensado en lo que respecta al lanar. Si
bien la cria de ovejas viene desde muy atrás en el periodo colonial, lo que es mas novedoso en el momento aquí
tratado es la cris especializada y los intentos tempranos de mejora de los rebalos, al calor de la demanda de lana del
emrcado exterior. En cuanto a los tipos de explotaciones agrarias predominantes es el crecimiento espectacular de
algunas grandes estancias ganaderas no implica la desaparición de la pequeña producción agrícola, ni menos aun de
la pequeña producción ganadera. Algunos son propietarios o arrendatarios de tierras ajenas, como es frecuente en
los partidos de antigua colonización y mas cercanos a los grandes mercados, mientras que en las nuevas zonas de
frontera muchas familias humildes ocupan tierras del estado o se instalan en las de particulares, muchas veces sin
siquiera pagar un arriendo. Por un laso algunas familias se instalaban en tierras que el estado les cedia con la
promesa de convertirlos en propietarios en la frontera. Otros lo hacían informalmente, pero esa ocupación y puesta
en producción de tierras nuevas les generaba derechos que las costumbres rurales reconocían como validos y las
autoridades no siempre podían desconocer. Finalmente otros se instalaban en tierras de propiedad pprivada como
porbladores. De esta y otras maneras una pujante sociedad campesina creció alrededor de las grandes estancias
ganaderas e incluso en su interior. Mientras esto sucedia en las zonas mas de frontera, en las intermedias dedicadas
a la cria de ovejas y en las zonas agrícolas mas cercanas a la ciudad se implementaron los mecanismos de arriendo y
aparcería, que prepararían el terreno para su desarrollo en mayor escala en la segunda mitad del siglo XIX, con la
inmigración masiva europea y el crecimiento explosivo del lanar. En entre ríos encontramos una situación similar a la
que acabamos de describir para buenos aires, aunque con una década de retraso. Con todo aparece en entre ríos
una diferencia en comparación con buenos aires: mientras en esta ultima la estancia monoproductora vacuna será
quien fortalezca la nueva frontera, en la provincia de Urquiza la expansión fronteriza será realizada sobre todo por
pequeños labradores migrantes, algunos provenientes de corrientes, mientras que las grandes estancias ganaderas
se expanden en las regiones de mas vieja colonización, la mayor debilidad local del sector campesino.
El crecimiento demográfico del litoral es en parte el resultado de las condiciones generales que favorecen un
incremento natural de la población, pero se hace a expensas de una parte del interior, que le envia cantidades
crecientes de migrantes. Las diferencias en las estructuras demográficas del litoral y de buena parte del interior
parecen reflejar fielmente estos cambios. Las zonas de mas vieja colonización y propiedad privada de la tierra, como
es el caso de san nicolas de los arroyos, conocen un proceso demográfico distinto al de las zonas nuevas: ellas se
transforman en expulsoras de población que se dirige hacia la nueva frontera en busca de mejores oportunidades.
En algunos casos estas zonas de poblamiento mas antiguo siguen recibiendo migrantes, pero la inserción de los
mismos se dara en condiciones bien distintas a las de las zonas de reciente colonización. Mientras en estas ultimas
intentan, instalarse en alguna parcela para iniciar una exploacion propia, en las primeras llegan sobre todo para
contratarse como trabajadores asalariados, o en el mejor de los casos convertirse en arrendatarios o aparceros de
los titulares de esas tieras privadas.
Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de su campaña y Seguridad de sus Hacendados.
Sergio Silva Álvarez
El 24 de febrero de 1815, fecha en que las tropas de Buenos Aires abandonan la ciudad de Montevideo. En 1815,
todos creían llegado el momento de ver solucionado el vasto tema
frutos del País, lograr la seguridad interior para las personas y bienes de sus
confianza en su propia seguridad. Este documento establece las autoridades y la administración que tendrá la
las obligaciones a la que se sujetan los beneficiados y por último organizando los
aspectos policíacos y judiciales para la seguridad en el medio rural. Del Artiguismo son los conceptos
socioeconómicos que en el se revelan como
su acción en el marco de una clara ética social y que constituye la rica herencia a la
que podemos y debemos recurrir en los momentos de incertidumbre. el Reglamento establece las autoridades que
tendrán la
los cuales se les determina la jurisdicción en la cual deberán actuar. El Alcalde Provincial, era el depositario de las
competencias para determinar
los terrenos y ganados a repartir, analizar las aptitudes de las personas candidatas
a ser beneficiadas, dar posesión a las mismas, controlar las obligaciones que contraen y ejercer el rol de Juez para
velar por el orden de la campaña, todo lo cual
socioeconómicas que el Reglamento establece como criterios para su tarea. Estas pautas a tener en cuenta por parte
del Alcalde para su acción, revelan
que la guía del Reglamento era el bien común, entendiendo al mismo como la
sus integrantes.
A partir de este concepto del bien común y con un claro objetivo de inclusión
social, se determinan las características de los sujetos, que como dice el documento
por su situación de indigente, “los más infelices serán los más privilegiados”, en
segundo lugar por dos títulos indispensables para ello: “el trabajo y la hombría de
bien” y si alguna preferencia habría que hacerse esta estaba determinada por la
responsabilidad familiar y el patriotismo del beneficiario. Para Artigas el trabajo es inherente a la persona y por
consiguiente participa
Reglamento otorga los medios para trabajar, tierras y ganados y demostrar la labor como decíamos es un elemento
determinante para el mantenimiento de la
virtud de las graves circunstancias sociales que se vivían y hasta el arreglo total de
concepciones liberales que absolutizan la propiedad privada. No es una solución propietarista, procede de una
concepción comunitaria del
ilustrado del siglo XVIII. Para el artiguismo el derecho a la propiedad era otorgado por el trabajo y al
igual que este la propiedad privada tenía un doble objetivo, por un lado satisfacer
las necesidades individuales para el desarrollo personal y familiar y por otro esa
propiedad estaba grabada por una hipoteca social, tiene un fin social que en
restricciones pertinentes.
LOS USOS DE LA VIOLENCIA. LA CAMPAÑA DE BUENOS AIRES DURANTE LA DÉCADA DE 1810 VISTA A TRAVÉS DE LOS
SUMARIOS Y PARTES MILITARES---- Raúl O. Fradkin
un contexto signado por las muy limitadas posibilidades estatales de concentración de los
medios coactivos y el uso de la violencia por múltiples actores. Como en otras situaciones
cuidadosa de la documentación sugiere que era resultado de una dinámica social específica. El desafío, pareciera ser
acercarse a la reconstrucción de esa dinámica en
una sociedad que legitimaba y valoraba el uso de la violencia pero que, al mismo tiempo,
era extremadamente refractaria a admitir la legitimidad de su monopolio estatal. A partir de las tradiciones
coloniales, los gobiernos revolucionarios fueron elaborando
una nueva orientación para gobernar el mundo rural. No se trataba de un plan ni de una
ruptura con aquellas tradiciones pero sí suponía una inflexión pues puso en tensión el
modo de relación, hasta entonces laxo y distante, entre gobierno superior y poblaciones
1814 se procedió a una reorganización de las milicias rurales y desde 1818 el gobierno
comandantes se les asignaron crecientes atribuciones. la necesidad del gobierno de acrecentar su capacidad de
extraer hombres y
recursos materiales de una campaña como la bonaerense que habría de convertirse a fi nes
de la década casi en el único territorio que podía gobernar. el Directorio buscaba conformar
en la campaña un gobierno centralizado y militarizado. ese poder que se quería centralizado fue dependiendo cada
vez más de las comandancias militares locales pero el cúmulo de tareas que se les asignó
demostró decreciente. muy pronto empezó a manifestarse una fuerte resistencia vecinal
contra esos comandantes que generalmente apuntaba a obt esa
resistencia cobró renovado vigor y se generalizó a partir de la primera crisis del régimen directorial en abril de 1815
que fue precipitada por la sublevación del Ejército de Observación
sobre Santa Fe y sus milicias auxiliares a través de un pronunciamiento por el cual
vecino de cada partido y el Alcalde de Hermandad. El nudo del problema para el gobierno directorial estaba en que
solo podía contar para afi rmarse en la campaña bonaerense con las milicias. Para afrontar este dilema el gobierno
directorial intentó
avanzar hacia una mayor subordinación de esas milicias designando ofi ciales veteranos
pero el mantenimiento del orden social rural seguía dependiendo de las milicias y los
entender mejor la violencia creciente que comenzó a imperar en el mundo social rural. Un eje claro de tensión y
confl icto se entabló en torno al reclutamiento para los cuer
pos
veteranos, la clasifi cación de la población rural y la consiguiente persecución de los
«vagos» y desertores
que no respetaban esas clasifi caciones ni aun el alistamiento en las milicias, las que pro
ducían
los mayores confl ictos.21 Así lo advertía el propio Comandante General de Campa
21
ña
quien se quejaba airadamente de «los excesos y violencias q.e en estos últimos tpos se
mento
notable del número de desertores desde fi nes de 1816: el mismo Comandante
General de Campaña temía que «los Desertores, vagos y mal entretenidos que la infestan,
q.e son capaces alg.n día de envolvernos en los desastres, miserias y fatalidades.
formas principales: la rivalidad entre jefes veteranos y ofi cialidad y tropa miliciana, el
antagonismo entre comandantes militares y jueces territoriales y la pretensión de grupos
de vecinos de intervenir en la designación de los comandantes. un confl icto cada vez más intenso se entabló por las
difi cultades gubernamenta
les
para dotar de armamento a las compañías milicianas, las cuales motivaron abiertos
episodios de indisciplina y negativas a prestar servicio, una situación que parece haber
falta de pago de las remuneraciones y aun la entrega de raciones. de todas las prácticas disciplinarias, la que parece
haber con
citado
mayor rechazo eran los castigos corporales, un medio de coerción que entraba en
una zona gris, de legalidad dudosa y cuya utilización tornaba difusa las diferencias entre el
castigos corporales a los milicianos fue tan intenso y generalizado que se manifestó también
aun cuando estaba dispuesto que fuera veterano, ofreció múltiples episodios de abierta re
sistencia
a la disciplina militar: Sin embargo, los castigos corporales no eran los únicos «agravios» que alegaban los
milicianos. Otro fue reiteradamente denunciado como práctica habitual de los coman
dantes
militares y, especialmente en los puntos de frontera: la reiterada violación de la
dad
sobre los milicianos cuando ya habían sido licenciados. las evidencias que
suministran los sumarios ayudan a construir una imagen más realista y confl ictiva del
servicio y menos tributaria de sus discursos de legitimación. La razón básica de antagonismo entre comandantes
militares de los pueblos y grupos
vecinales era el uso que hacían de medios coercitivos para movilizar recursos materiales
era más discrecional y coercitivo en aquellos puntos fronterizos donde los comandantes
ejercían la plenitud del «gobierno político y militar» local, ante la ausencia de jueces te
rritoriales,
como sucedía por ejemplo en la Comandancia de Patagones o en la Guardia
de Rojas
En cambio, donde esas fi guras institucionales imperaban, el confl icto solía
40
presentarse entre los comandantes militares y los vecinos encabezados, generalmente, por
tiempo prestar los auxilios para su sostenimiento, una doble imposición que tornaba muy
mente
exceptuados del servicio. En términos de Scott, la deserción se nos presenta como una forma de
resistencia de los subalternos que, más allá de las intenciones y motivaciones particulares
de los individuos que tomaban este camino, tendía a erosionar el dispositivo de coerción
Conclusión
Si estamos en lo cierto, los años del gobierno directorial supusieron una sustancial inten
sifi
cación de los usos de la violencia en la campaña bonaerense por parte del estado pero
generalizado en gran medida por la multiplicación de las deserciones primero y luego por
Puede advertirse también que en esa campaña la crisis del orden directorial precedió a su colapso en febrero de
1820 y en buena medida explica su
incapacidad para enfrentar las escasas fuerzas del ejército federal que irrumpieron en te
rritorio
bonaerense. A partir de entonces se abrió en la campaña una crisis general de
autoridad pues todo el dispositivo de coerción, que tan difi cultosamente se había ido
se fragmentaron, gran parte de sus efectivos abandonaron las fi las o se integraron a for
maciones
milicianas.
Caudillo e instituciones en el Río de la Plata. El caso de Santa Fe
NTRODUCCION
evidencias para el análisis del fenómeno del caudillismo contenido en la experiencia formativa de los
Estados provinciales rioplatenses, durante la primera mitad del siglo XIX. estos Estados en su evolución alcanzaron
distinto
aproximación al caso de Santa Fe como realidad epocal alternativa desde ese concepto, examinando
la constitución de una esfera político-institucional local bajo un régimen de caudillo. Para esta investigación
estableceremos una periodización entre 1819 y 1838, años en
los cuales Santa Fe fue gobernada por Estanislao López, caudillo de gran influencia en el Litoral
rioplatense. Dentro de ella distinguiremos dos etapas en la conformación de una esfera político
institucional
local. El primer tramo desde 1819 a 1832
López, el segundo tramo en el que la institución capitular ha sido disuelta por una Ley de la Junta en
A fines del siglo XVIII, la política reformista de los Borbones implantó el régimen de
Intendencias que reestructuraba la administración colonial en el territorio del Virreinato del Río de la
Plata, tratando de ejercer un mayor control administrativo y fiscal. La ciudad de Santa Fe quedó
capital como los Tenientes de Gobernador, Oficiales de Real Hacienda y otros funcionarios. La
liderada por José Artigas desde la Banda Oriental, resumió el carácter autonomista de los pueblos
estratégica le reportaba a Buenos Aires. Las quejas del vecindario reavivaron el malestar. Finalmente,
en marzo de 1815 el Teniente de Gobernador Díaz Vélez y su tropa fueron expulsados de la ciudad
con el auxilio de tropas artiguistas. Santa Fe declaró su autonomía, el vecino santafesino Francisco
Candioti fue nombrado Gobernador y el Cabildo reconoció a José Artigas como Protector de los
Pueblos Libres. La unión de Santa Fe a la Liga en 1815 le significó un largo período de influencia del
caudillo oriental. Los intentos de reconquista de Buenos Aires fueron rechazados. En 1816, Mariano
Vera fue nombrado en el cargo de Gobernador pero una revolución impulsada desde el Cabildo
terminó con su reemplazo por el Teniente Coronel Estanislao López en julio de 1818. Un año más
tarde, López legitimó su puesto a través de elecciones indirectas e inmediatamente dictó un Estatuto
seguir en cuestiones referidas al culto religioso, las condiciones de ciudadanía, organización del
gobierno, la hacienda pública, la justicia, la seguridad individual. Hacia 1819, Buenos Aires se propuso quebrar la
resistencia del bloque cohesionado
todavía por un debilitado artiguismo y staurar su dominio sobre Santa Fe. Con ese
motivo incursionó con sus ejércitos generando violentos enfrentamientos en la región. Finalmente, la
larga disputa entre los caudillos del litoral y el gobierno central, de intensidad creciente en los últimos
años de la década del ´10, se dirimió el 1o. de febrero de 1820 en la batalla de Cepeda en favor de
los primeros, Estanislao López de Santa Fe y Francisco Ramírez de Entre Ríos. El triunfo trajo como
Buenos Aires y por otro lado, la caída del Directorio. Los hechos mencionados provocaron una crisis del poder
político en el Río de la
Plata. Tras ello, desapareció la base de organización intendencial existente y en cada una de
las provincias se dió paso a una nueva forma de identidad política: el estado provincial
organizado desde el núcleo de cada ciudad del antiguo virreinato y su dominio rural y
documentos muestran que sus facultades abarcaban campos diversos como justicia, finanzas
1831, al que adhirieron todas las provincias se convirtió en un vínculo de tipo confederal que
1820, la reconstrucción institucional incompleta que se refleja en las distintas situaciones locales es
independiente; como ejemplo recoge el caso de Santa Fe manifestando que su Estatuto dictado en
1819 mantiene casi intactas las magistraturas heredadas de la colonia. establecía la formación de una Junta o
Ella sería depositaria de la soberanía del pueblo. Su función principal era nombrar a los miembros del
Cabildo por el término de un año y una vez cumplido este objetivo terminaba su ejercicio. Esta Junta apareció
sesionando desde 1819 por
diversos motivos y fue declarada por el gobernador Estanislao López en ejercicio permanente desde
públicos de diversa importancia. Ya en febrero de 1822, ante la consulta de la Junta de Representantes sobre la
vigencia del Estatuto, el Gobernador consideró que muchos de sus artículos se mantenían
permanentes, otros no correspondían a las circunstancias y otros entraban en contradicción del “bien
enmarcadas en una época de cambios. El interés de López era destrabar y agilizar las deliberaciones especialmente
en la Junta, lograr
adhesión a las normas y explicar los planes oficiales a fin de obtener en la toma de decisiones “el
sello benéfico de la uniformidad”. La mencionada Resolución junto con los Artículos de Observancia para el Cabildo
dictados por el Gobernador el mismo año constituyen un hito en la formación de una esfera político institucional
local. Entre ellas, le retiraba la capacidad de ejercer el gobierno de la provincia ante la ausencia o
lo político”.
¿Podríamos vincular ese conjunto de decisiones con la crisis institucional que preludiaba
Luego del cese del Congreso Constituyente y del Directorio, distintas facciones se
enfrentaron en la antigua capital virreinal a fin de imponer un nuevo orden institucional. El Cabildo, de
gran actividad política abrevada en los años revolucionarios, se perfiló como un espacio decidido a
disputar el poder provincial. Luego de sucesivos conflictos, un decreto del Gobierno provincial del 20
de octubre de 1820 le recortó atribuciones. El proceso concluyó con la supresión del Cabildo de Buenos Aires y el de
Luján -ambos en
jurisdicción bonaearense- en diciembre de 1821. Como contraparte, la Junta de Representantes santafesina fue
acrecentando su
como Gobernador. Las máximas autoridades del clero secular y regular como las del Cabildo no solo participaron del
acto sino que juraron en los mismos términos,
Las formas
de acceso a los cargos políticos en Santa Fe En el Estatuto de 1819 quedaron establecidas las formas de elección de
los miembros de las distintas instituciones. Estanislao López fue diseñando, el marco legal para el desarrollo
de los procesos electorales que se cumplieron casi regularmente por lo menos en este primer tramo
de la vida política provincial. La Junta se renovaba en su totalidad cada bienio, por elecciones directas. El Estatuto
había dispuesto dos representantes por cada uno de los cuatro cuarteles en que estaba dividida la
ciudad. La implantación de la
moderna práctica del sufragio necesitó de una red de funcionarios de distinto rango que pusieran en
práctica los mecanismos correspondientes y ejercieran su control. En la ciudad, los comicios eran
presididos por los Alcaldes de Barrio y en el campo, por los Comandantes. Luego de 1833, los Jueces
de Paz reemplazaran a los primeros y generalmente integraran las mesas con los segundos. El
requisito legal que consideraba indispensable para el acceso a los cargos pero que,
la misma norma no se cumplió; la forma de elección aplicada fue la indirecta cada dos años, siendo la
designarlo. En
Santa Fe, después de 1820, dicha elección quedó subordinada estatutariamente a la Junta de
como centro de poder. En ella residían las máximas autoridades civiles, militares y religiosas; también
se asentaban los principales escuadrones del ejército regular, funcionaba el puerto y aduana y se
La distribución del poder en la estructura política santafesina mostró distintos matices. En el caso del Gobernador,
el Estatuto le asignaba facultades tales como convocar a la Junta de Representantes cuando lo estimara
conveniente, declarar la guerra y hacer ajustes de paz con bases prescriptas y acuerdo del Cuerpo representativo,
nombrar y remover empleados públicos, fijar sueldos de empleados civiles y militares, conceder indultos sobre
sentencias de pena capital, sentenciar, revocar o confirmar en apelación las causas civiles y criminales. en noviembre
de
1821 los miembros determinaron la necesidad de elegir autoridades -Presidente y Secretario- para
una mejor organización interna. La Junta se reunía cuando debía tratar “asuntos de su ministerio”, teniendo
capacidad de
diferir el análisis de los problemas para futuras sesiones. Entre estos asuntos se contaban: las
elecciones de los miembros del Cabildo, oportunamente la del Gobernador, las de diputados a los
posesión de todos los cargos públicos más los juramentos en los casos correspondientes, tratamiento
entre pueblos, instrucción pública, policía sanitaria, edilicia y de costumbres. Sus recursos
económicos provenían del ramo de Propios y de Arbritrios, los que incluían rentas de bienes de la comunidad y
diversas contribuciones sobre productos, operaciones y servicios. La autonomía en estas convocatorias se perdió
después de 1820, con la subordinación
Representantes, se produjo una confusión de jurisdicciones cuya definición concreta fue siempre
diferida, lo que provocó algunos conflictos dentro de esa esfera política local. La cuestión de mayor
gravedad para el Cabildo fue la intervención progresiva y sostenida en los asuntos de su incumbencia
y en sus recursos económicos. Todas sus decisiones quedaron bajo supervisión y aprobación del
Gobernador, quien también controlaba y disponía de sus fondos públicos. El Congreso General Constituyente,
reunido en Buenos Aires desde 1824,
gobierno que debía reunir a todas las provincias. La primera tendencia, logró redactar una constitución, de corte
eminentemente unitario, la que fue aprobada por el Congreso en 1826. Su envío a las provincias para
que se expidieran sobre la misma, tuvo como resultado el rechazo de muchas de ellas. En Santa Fe,
los Representantes se reunieron a considerarla con minuciosidad, incluso fue designada una
comisión para que emitiera un dictamen. Finalmente, la Junta se expidió con un rechazo unánime al
texto constitucional y desconoció expresamente las medidas tomadas por el Congreso especialmente
proponer la formación de una liga de provincias con intereses políticos coincidentes y la convocatoria
a un Congreso donde se discutiría como base constitucional la federal representativa. Finalmente, en 1828 Santa Fe
se
Gobernador para decidir sobre algunos asuntos internos de importancia como el otorgamiento de
cartas de ciudadanía o el cobro de dietas de diputados. En el plano de las relaciones interprovinciales, la Junta se
constituyó en fuente de las
designaciones oficiales de Diputados a los Congresos en anuencia con el Gobernador. Los acuerdos fueron de
conocimiento del Cuerpo para su ratificación
como el Tratado de Benegas de 1820 o el de Alianza ofensiva y defensiva celebrado con el Cabildo
de Montevideo en 1823, jurisdicción especialmente disputada y con conflictos graves con una
potencia extranjera. También lo fueron para facultar al Gobernador para su ratificación como por
ejemplo, los acuerdos claves de 1829 con Córdoba y con Buenos Aires y el Pacto Federal de 1831. Entre el fin de la
Convención y el año 1831, la Junta se reunió para los “asuntos de su
ministerio”. En cambio, 1832 fue un año para destacar por los importantes asuntos tratados: se afirmó
la posición del Gobernador reiterando sus facultades extraordinarias por un lado y suprimiendo el
1833 y 1838.
Santafesina. López manifestó la necesidad de organizar al interior de la provincia para lo cual había que encarar
profundos cambios. Adujo, en su argumentación ante los Representantes, que el fin del conflicto
bélico entre la Liga del Interior y la Liga del Litoral había creado una situación de relativa tranquilidad
propicia para el desarrollo de dichos planes. Para encarar esta transformación necesitaba contar con
resolvió por ley la supresión del Cabildo. Es evidente que las instituciones nacidas en el seno de órdenes políticos
casual que sea aquella asociada a un gobierno ya caduco. Con la vigencia de dicho Reglamento a partir de enero de
1833, el
Tribunal de Alzada de la Provincia que había actuado desde 1826 quedó disuelto. López quedó con la
facultad de elegir a todos los Jueces de la provincia por un año al cabo del cual podía decidir su cese
o continuación, luego de evaluar su desempeño. En 1834, Estanislao López pidió una revisión de las cuentas
calificadas como recursos
comprendía un largo período desde su primer mandato hasta 1831 inclusive. En todo el período analizado, la Junta
dicta 22 leyes mientras que el Gobernador emitió
3 Resoluciones y 92 decretos. El poder del caudillo se vió afirmado por el otorgamiento de facultades extraordinarias
en la década del ´30 y el control
de áreas que antes estaban asignadas básicamente al Cabildo como justicia y policía. Por otra parte, con el fin de la
confrontación entre la Liga del Litoral y la del Interior en
frontera norte sobre la cual habían avanzado los indígenas del Chaco se constituyó en un asunto
de 1820 nos muestra un mínimo de organización institucional que, contribuyó a consolidar la primera etapa de la
formación del estado provincial. Este proceso presentó
distintas alternativas en la distribución del poder, sin llegar a una división entre el Ejecutivo, el
Legislativo y el Judicial. La preservación de lo institucional surgió no solo como sostén del régimen
sino de la aspiración autonómica santafesina. La vía electoral que sustentaba la legitimidad de los
reparto del poder territorial al dar mayor peso representativo a la ciudad, en parte tal vez por los
la
hasta que punto las consecuencias impensadas de la guerra civil1 demarcaron el derrotero
en tanto que en una obra posterior mostró como la evolución de las finanzas
públicas estuvo signada por los gastos militares en toda la primer mitad del siglo XIX
(Halperin Donghi 1972, 1968, 1982). desde su nacimiento hasta su consolidación como Nación, la guerra fue
una presencia permanente en la evolución de Argentina. Tomemos por caso Buenos Aires. Por ejemplo, los llamados
"levantamientos contra Rosas", protagonizados por
Corrientes, Entre Ríos y la Banda Oriental, aunque las arcas de Buenos Aires debían
socorrer a sus aliados entrerrianos en sus esfuerzos bélicos. El mismo ayuda a comprobar que a lo largo de esos 71
años, sólo es posible contabilizar
estuvo dominado por el terror estatal, y en otros dos, la opinión pública conmocionada
por importantes rebeliones contra un poder nacional ya existente. aquí estamos considerando sólo los conflictos
más específicos. en todo este período la frontera con la sociedad Araucana de las pampas fue permanentemente