DOCE PASOS DEL ARCANGEL MIGUEL

1.- Recibe con alegría y gratitud todo que suceda en tu vida cada día, si te permites recibir en vez
de pedir, verás que el flujo del amor Divino está en el movimiento natural de la vida.

2.- Ponte en contacto profundo con tu intuición y la sabiduría de tu corazón, donde reside el
manantial más puro de la Luz Divina.

3.- Manténte en la presencia de la conciencia Divina que te traerá al reino de la luz del ahora, no
hay pasado, presente ni futuro, solo el AHORA.

4.-Entrégale a la fuente Divina, al corazón de DIOS, toda tu sustancia, todo lo que eres al cien por
ciento, entrégate con devoción y alegría en total y absoluta confianza a la voluntad Divina.

5.- Siente la paz en la conciencia emergiendo desde esta elevada frecuencia de tu alma cuando te
pones al servicio de la voluntad Divina.

6.- Ábrete total y conscientemente con todo tu amor a los niveles más altos del propósito Divino.
Permite que la Shekina emerja desde el centro de tu corazón.

7.- Desde tu nivel más puro de conciencia y con toda tu intención sostén los niveles más altos de
propósito Divino, que es la unificación de los principios activo masculino y receptivo femenino.

8.- Comienza a vibrar y a sentir en todo tu ser esta nueva frecuencia elevada que te llevará a
niveles dimensionales más altos desde donde tu proceso evolutivo cambiará, así como la
información de tu ADN a nuevos patrones vibracionales de Luz.

9.- Desde esta nueva frecuencia elevada ábrete totalmente a la vibración unificada del universo,
donde tu parte estará activando otras partes de frecuencias vibratorias en los diferentes planos
evolutivos de la creación.

10.- Desde esta gran unificación permite que emerja una gran fuerza cósmica de renovación de
energía magnificada, de celebración Divina por la nueva creación.

11.- Desde este éxtasis Divino de pulsación y expansión, deja que emerja una nueva conciencia
que permee todo tu ser y déjate llenar por esta nueva energía renovadora.

12.- Desde esta quietud y total presencia, el ego humano pierde toda existencia la permanencia
Divina prevalece como la única realidad presente, en esos eternos y divinos espacios.