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EL PAPA

JUAN
PABLO II
Y LA
GLOBALI-
ZACIÓN

MARIA FERNANDA CCO.

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Para Mercedes Columbus, José Castillo y el padre Andrés, porque la vida de
esta autora es mucho mejor si cuento con su apoyo.

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Prólogo

En este trabajo me propongo analizar el orden económico en los años


sesenta. Lo que en este caso cambia es el marco histórico: el problema
ahora no es sólo el subdesarrollo de los pueblos del sur, sino la crisis mundial
donde este subdesarrollo se vuelve mucho más carente de perspectivas.
Veremos cómo esta problemática se refleja en los documentos de la iglesia,
y especialmente en las dos últimas encíclicas sociales de Juan Pablo ii; Es
cierto también aquí, como ya constataba hablando de Pablo vi, que no
hay un análisis sistemático de la situación mundial, pero en sus textos hay
elementos más que suficientes para rastrear sus puntos de vista, como base
para la reflexión moral, que es su objetivo directo. Comenzaré, por tanto,
describiendo el contexto histórico para analizar, en la segunda parte, la
toma de posición oficial de la iglesia a través de dichos documentos de
juan pablo ii y la globalización.
La globalización es, ante todo, un hecho. Pero no es sólo eso. Se presenta,
además, desde determinadas posturas ideológicas, como un ideal que hay
que potenciar a cualquier precio.

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ÍNDICE

I capítulo
-1.1: La globalización como hecho.
-1.2: Los efectos de la globalización.
2 capítulo
-2.1: Propuestas de Juan Pablo ii para humanizar la globalización.
-2.2: Conocimientos son intercambiados a la globalización.

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Capítulo
1.1
Con el término de internacionalización se remite a una tendencia ya
antigua en la economía moderna: a la generalización de intercambios que
se realizan entre los países, tanto comerciales (materias primas, productos
semielaborados y elaborados, servicios), como financieros, de ideas y de
personas. Dichos intercambios tienen como base los actores nacionales:
sobre ellos los gobiernos pueden desempeñar y de hecho desempeñan un
papel esencial.
La manifestación más decisiva de la mundialización es el cuestionamiento
de lo nacional. No se trata propiamente de su desaparición, pero sí de que
tiene que compartir las funciones que antes se le encomendaban de forma
casi exclusiva con otras dimensiones superiores. Por ejemplo, la identidad
nacional ya no determina tan adecuadamente la existencia y la
personalidad de los individuos y de los grupos sociales. La historia nacional
(la lengua, la cultura, el sistema educativo, la red de comunicaciones y
hasta los equipos deportivos) ya no constituye tan decisivamente el núcleo
en torno al que la sociedad se construye. Más importante es lo que ocurre
en el terreno económico: desde el punto de vista estratégico el escenario
por excelencia ha dejado de ser el espacio nacional y pasa a serlo el
espacio mundial.

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Capítulo
1.2
Las dificultades surgen de la falta de mecanismos efectivos para darle una
dirección adecuada. La globalización necesita ser enmarcada en un
contexto más amplio de un programa económico y político que busca el
auténtico progreso del género humano. En este sentido, es necesario que se
ponga al servicio de la familia humana en su conjunto, y que deje de
beneficiar solamente a unos pocos privilegiados, avanzando hacia el bien
común de todos. Por este motivo, el auténtico éxito de la globalización se
medirá por la posibilidad de que cada persona disfrute de los bienes
básicos como son la comida y la casa, la educación y el empleo, la paz y el
progreso social, el desarrollo económico y la justicia. Este objetivo no se
puede alcanzar sin la guía de la comunidad internacional y sin la
reglamentación adecuada por parte del sistema político mundial.
Afirmó que ahora es el momento “En el que todos deben colaborar en la
constitución de una nueva organización de toda la familia humana” una
organización que debería ser capaz de responder a las nuevas exigencias
de un mundo globalizado. Esto no significa crear un SÚPER ESTADO GLOBAL
sino seguir los procesos ya en curso para aumentar la participación
democrática y promover la transparencia y la responsabilidad políticas.

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Capítulo
2.1
Juan Pablo II pidió que se analizase la globalización a la luz de las justicias
sociales. Pedía “una auténtica cultura globalizada de la solidaridad”, que
coopere tanto en la ayuda a los pobres como en la preservación de los
valores de las culturas locales.
El triunfo de los mercados
Uno de los rasgos distintivos más relevantes de la globalización es el
crecimiento de los mercados financieros. El Papa hacía notar que la esfera
financiera ha crecido tanto que ha adquirido su propia autonomía del resto
de la economía. Desde un punto de vista ético, afirmaba, esto crea la
necesidad de nuevos principios que guíen nuestros juicios. En la economía al
viejo estilo había una clara relación entre la cantidad de trabajo hecho y la
cantidad de bienes producidos. Pero en los mercados financieros, se
pueden ganar enormes sumas sin necesidad de mucho trabajo.
Juan Pablo II establecía que al juzgar este tipo de actividades debemos
tener en mente que “la actividad financiera, según sus propias
características, debe dirigirse a servicio del bien común de la familia
humana”.
Los cristianos que trabajan en el sector financiero, continuaba Juan Pablo II,
están llamados a aplicar los principios de la justicia social en sus actividades.
“El objetivo de toda su actividad en el campo financiero y administrativo
debe ser siempre nunca violar la dignidad del hombre y, por esta razón,
construir estructuras y sistemas que fomenten la justicia y la solidaridad para
el bien de todos”.
La globalización del trabajo
Comentó que la globalización hacía el mundo de trabajo más complejo.
Que la globalización sea positiva o negativa depende de algunas
decisiones básicas, afirmaba Juan Pablo II. Para ser positiva, la globalización
debe regirse por la solidaridad, la participación y la subsidiariedad
responsable.
Valores y cultura.
Esto ha llevado a intentos de guiar la globalización según principios éticos,
comentaba el Papa. Pero algunos de estos sistemas éticos se basan en el
utilitarismo y son, de hecho, productos de la misma globalización. Y es que
los valores éticos no pueden dibujarse desde la economía, insistía el Santo
Padre. “Se basan en la propia naturaleza de la persona humana”.
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“La ética pide que el sistema se adecue a las necesidades del hombre, y
que el hombre se sacrifique en atención al sistema”, establecía Juan PabloII.
El discernimiento ético se debe basar en dos principios fundamentales: el
valor inalienable de la persona humana, y el valor de la cultura humana.
Existen valores humanos universales, anotaba el Papa, y deben usarse para
guiar el desarrollo económico. Si esto ocurre, la globalización estará “al
servicio de la persona entera y de todos los pueblos”.
La globalización crea el riesgo de hacer que la gente se sienta sólo parte
“de un mecanismo globalizado sin rostro”, y puede también conducir a un
“sincretismo superficial” en el área de la cultura, hacía notar el Pontífice. Nos
enfrentamos con el desafío de orientar las elecciones culturales de la
comunidad cristiana y de toda la sociedad. Hay necesidad de un diálogo
entre fe y cultura, revelación y problemas humanos, de manera que se
salvaguarde la dignidad y el crecimiento de la persona humana, concluía el
Papa.

Capítulo
2.2
El hecho, el proceso por el que el capital, los bienes, la información, la
tecnología y los conocimientos son intercambiados y circulan en todo el
mundo con frecuencia, elude los mecanismos tradicionales de regulación
de control fijados por los gobiernos y los organismos internacionales. Esto
puede llevar a dejar sin una protección adecuada a los miembros más
débiles de la sociedad y a que culturas y pueblos enteros se vean sometidos
a una lucha agotadora por la supervivencia.
Por otro lado, es inquietante ser testigos de una globalización que exacerba
la condición de los necesitados, que no contribuye lo suficiente a resolver
las situaciones de hambre, de pobreza, de desigualdad social, dejando de
salvaguardar el ambiente natural. Estos aspectos de la globalización
pueden llevar a reacciones extremas que conducen al nacionalismo a
ultranza, al fanatismo religioso e incluso a acciones terroristas. Todo esto está
muy lejos del concepto de una globalización éticamente responsable
capaz de tratar a todos los pueblos como socios iguales y no como
instrumentos pasivos.

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Conclusiones:

-Para tener un mundo globalizado tiene que ser solidario, dice, Juan pablo ii.
Se puede concluir que la iglesia está preocupada ante el hecho de que el
mundo continúe dividido no por bloque políticos, sino por una trágica
demarcación entre los que pueden gozar de esas oportunidades y los que
pueden quedar fuera.
-De hecho, la globalización no sólo tiene una dimensión económica, lo es
también cultural y política. Un hecho que tiene sus causas en esos factores
que han alterado lo que se llama “paradigmas” y que son provocados
fundamentalmente por cambios tecnológicos: en este caso, los nuevos
medios de comunicación.
En este sentido, es importante distinguir entre globalización y neoliberalismo.
Este sistema económico, basado en la libertad, empujada por el deseo de
lucro, determina la producción y los precios, en ocasiones se convierte en
auténtica en ideología y se mueve en el contexto de la globalización.
Ahora bien, no es la globalización.
La visión cristiana de la realidad, le da a Juan Pablo II un elemento más de
análisis: si nos encontramos ante un fenómeno humano, esto quiere decir
que se trata de un “signo de nuestros tiempos”, en el que hay que descubrir
“los aspectos positivos” y evitar “los peligros”.

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Bibliografía:
ZENIT FUENTE
AULADSI
LA NACIÓN
Emol.mundo

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