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Conseguir más por menos.

Meditar comiendo
¿Nos gustaría disfrutar... comiendo más al tiempo que ingerimos menos calorías? ¿No nos
parece un buen trato? Lo único que se necesita es cierta disciplina y un pequeño cambio de
mentalidad. Meditar comiendo es una práctica de meditación particularmente absorbente,
destinada a ayudarnos a comer de una manera más sana. También ilustra poderosamente el
poder de la concentración para hacer nuestra vida más rica y más gratificante. A menudo
estamos “ausentes” durante las comidas, sumidos en pensamientos sobre el pasado y el
futuro (incluidas comidas pasadas y futuras), en vez de estar atentos a las sensaciones de esta
comida de aquí y ahora. Esta meditación ilustra lo ocupada que está la mente normalmente
cuando comemos, a la vez que nos da la oportunidad de degustar y saborear realmente la
comida. Al igual que la meditación caminando, la meditación comiendo también torna de
manera maravillosa una práctica de meditación formal en otra práctica informal. Las primeras
veces que intentemos esta meditación, se recomienda empezar con un bocado pequeño y
simple. Los profesores de meditación suelen elegir una uva pasa, puesto que este fruto es
fácil de encontrar, amén de ofrecernos unas sorpresas interesantes al reforzar nuestra
motivación para comer con mayor conciencia de lo que solemos hacer. Si bien este ejercicio
suele hacerse con los ojos cerrados, teniendo en cuenta que estas instrucciones se dan por
escrito podemos ensayarlo primero con los ojos abiertos para poder leerlas. Necesitaremos
una pasa y unos veinte minutos de tiempo ininterrumpido.
Ejercicio comer una uva pasa con atención Plena (Kabat Zinn)
1.- Coja en su mano cuatro o cinco pasas. Siéntase cómodamente y mírelas, como si nunca
hubiera visto lo que tiene en la mano. Trate de utilizar todos los sentidos, mire las pasas. Deje
que la curiosidad le invada, y deseche cualquier narración o valoración de su mente sobre lo
que está haciendo. Sólo concentre su atención en las pasas y obsérvelas.
2.- Seleccione una pasa de las que tiene en su mano y sujétela entre tus dedos. Note el
contacto con sus dedos. Dele la vuelta y obsérvela más de cerca. Póngala contra la luz y
preste atención a ver si la luz la atraviesa o no. Tómese tiempo, no tenga prisa y atienda a
cualquier movimiento mental que le aparte de la pasa, no se sumerja tampoco en una historia
sobre la pasa o cualquier otro tema. Si su mente se aleja o se centra en otra cosa, no se fuerce,
simplemente vuelva a concentrarte en la pasa, poco a poco.
3.- Coloque la pasa cerca de su oído y frótela con sus dedos. ¿Oye algo o no? Pruebe con el
otro oído. Fricciónela con distinta intensidad ¿emite la pasa algún sonido? Esté atento a
cualquier pensamiento o juicio de tu mente, con paciencia deje que se disuelvan, y vuelva a
atender a la pasa. Tómate el tiempo que necesites y note si siente urgencia y prisa en la
práctica. Advierta la impaciencia o frustración, y acéptelas, volviendo una vez más su
atención a la pasa.
4.- Acerque ahora la pasa a su nariz, ¿huele a algo o no? ¿es un olor dulce, suave o apenas
huele? ¿Es agradable o desagradable? Concéntrese sólo en el olor, sin perderse en relatos, sin
hacer comentarios si le gusta o no.
5.- Lleve la pasa a la boca sin introducirla en ella. Atienda a lo que ocurre en su boca, quizá
ya se forma saliva, más en alguna zona concreta, atienda al interior de su boca, si su lengua
se mueve o no. Preste atención lo más minuciosamente que pueda.
6.-Tras un tiempo, abre suavemente tus labios, coloca la pasa entre ellos y deje que la pasa
se introduzca en su boca. Esté atento a cómo siente la pasa en su boca, si sucede algo más.
Deje que la pasa se mueva en su boca antes de masticarla, esté atento a qué sucede y siente.
Note si la superficie es lisa rugosa o cómo es.
7.- Observe si lo que sucede en su mente son pensamientos, relatos o juicios. Despréndase
de ellos y regrese nuevamente a su foco de atención, las sensaciones que se despliegan en su
boca con la pasa.
8.-Después de un tiempo empiece a masticar la pasa. Perciba el primer bocado ¿a qué sabe
la pasa? ¿Cómo es su sabor: dulce, agrio, terroso, amargo u otra cosa? ¿Cambia el sabor al
masticar? Perciba el lugar de la boca donde el sabor es más intenso. Intente estar presente en
los cambios que ocurren mientras mastica. Note los detalles sutiles que puede descubrir
acerca del sabor de la pasa y de la actividad de masticar.
9.- Observe cómo desaparece el sabor y cómo se produce la acción de tragar, note si queda
algún sabor una vez que ha masticado y tragado, perciba si en algún rincón de su boca persiste
algún sabor anterior. Sea consciente del momento presente y simplemente observe.
10.- Tras un momento dirija su atención a la segunda pasa. Obsérvela y reflexione acerca de
lo que hay en la pasa y en cómo se produce. Piense que la pasa es producto de la luz, el agua,
la tierra, el calor, la nutrición y el cuidado de la naturaleza y los seres humanos. Piense que
formó parte de una viña, se convirtió en uva, fue cosechada y puesta a secar, envasada y
transportada hasta la tienda donde la encontraste. Ahora está en tu mano. Pensar en algo así
puede ayudarte a ver la conexión entre las cosas circundantes, incluso de algo tan simple
como una pasa.
11.- Dirija nuevamente su atención a la segunda pasa, como si nunca hubiese visto algo así.
Esté atento por si surge la tendencia a aburrirte o romper el contacto con la pasa porque tu
mente cree que lo sabe todo sobre las pasas. Trate de concentrarse al menos tanto como en la
Anterior. Obsérvela, escúchela, huélala, mastíquela, saboréela y tráguela de forma
consciente, atendiendo a los detalles de la experiencia de comer esta pasa. ¿Qué le enseña
esta experiencia con la segunda pasa?
12.- Después, repita esta práctica con la tercera y la cuarta pasa. Esté atento y presente con
cada una de ellas. Note los indicios de impaciencia o aburrimiento, o cualquier forma de
pensamiento o evento mental que le separen de la experiencia directa de cada pasa que comes.
Esté atento por si su mente deambula o surgen historias o juicios, tenga paciencia, no pasa
nada. No ha cometido un error, es así. Ahora está practicando la conciencia plena, siendo
consciente de lo que acontece aquí y ahora, con paciencia y aceptación.
¿Qué Descubrimos?
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¿De dónde has sacado esas pasas?
Muchas veces, este ejercicio constituye la primera vez que saboreamos realmente una pasa.
El aroma puede ser notablemente intenso. Los niños a los que se les manda este ejercicio
suelen preguntar: “¿De dónde has sacado esas pasas?”. Por supuesto, no son las pasas lo que
parece raro, sino nuestro nivel de atención. Empezamos a ver ahora cuánta vida nos perdemos
por estar distraídos.
Una sola pasa nos satisface de verdad
Es poco habitual considerar una sola pasa como experiencia degustadora. Pero, comida de
manera plenamente consciente, puede serlo. No es que las pasas llenen nuestro estómago,
no; pero sí pueden llegar a llenarnos. Las implicaciones para ciertos problemas con la comida
saltan a la vista. Si somos capaces de experimentar la riqueza de una sola pasa, podríamos
contentarnos con una comida poco –pero suficientemente– abundante y vernos menos
impelidos a comer más de lo realmente aconsejable. Esto plantea también el caso de que otras
cosas pequeñas de la vida podrían ser mucho más gratificantes si les prestáramos realmente
atención.
No quería hacerle daño a la pasa
A algunas personas les parece que a veces desarrollan cierto tipo de relación con la pasa de
tanto mirarla, escucharla, tocarla y explorarla con la lengua. Podemos llegar a considerar casi
como un acto cruel el acabar masticándola. Esta experiencia me recuerda la manera como los
indígenas de América del Norte honraban a sus alimentos antes de comerlos; en el caso de
animales, agradeciéndoles el entregarles la vida. Si bien una pasa no provoca seguramente
las mismas reacciones emocionales que, por ejemplo, un búfalo, podríamos desarrollar un
sentimiento parecido de respeto y agradecimiento al considerar de cerca la experiencia de
comerla.
Quería comerla ya
Cuando comemos, generalmente sólo somos parcialmente conscientes del sabor de la
comida. Mientras comemos un trozo, ya estamos cogiendo otro con el tenedor o la cuchara.
Puede resultar difícil ralentizar este proceso, pues al hacerlo nos sentimos presa de la
impaciencia. Al igual que los ejercicios de la plena conciencia, la meditación comiendo está
destinada a iluminar la manera como trabaja la mente. Aquí podemos ver nuestra propensión
a avanzar psicológicamente volcados; desdeñamos la experiencia del momento actual para
lanzarnos a la persecución del momento siguiente.
Quería más
Si bien una sola pasa puede resultar de por sí gratificante, el disfrute experimentado al
comerla puede desencadenar unas ganas imperiosas de comer otras. Estos impulsos pueden
ser poderosos, tornando difícil atender a la experiencia de comer esta pasa. Su observación
nos ayuda a ver cómo la mente busca interminablemente la repetición de las experiencias
placenteras. La meditación de la plena conciencia no sólo ilumina esto, sino que, como
veremos, también nos torna libres para decidir si actuar o no frente a estas ganas imperiosas.

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