I. Introducción ..................................................................................................................2
V. Bibliografía ...............................................................................................................20
1
I. INTRODUCCIÓN
No existe entre los historiadores romanos coincidencia total sobre los orígenes
sucesorios, por lo tanto, concebimos que el origen de tal instituto resulta incierto.
Las sucesiones existentes se aplicaban tanto a sucesiones entre vivos como mortis
causa.
En cambio, la sucesión por causa de muerte, comprendía el libre poder del pater.
En ésta, el causante disponía en vida para después de su muerte de sus bienes.
1
BONFANTE, PEDRO, “Instituciones de derecho romano”, 6° Edición, Madrid, Reus, 1852, pp.151-154.
2
Desde la Monarquía hasta la República se evolucionó hacia la calatis comitiis, es
decir, sucesión ante comicios, como así también también a la sucesión in procinctu. Con el
correr del tiempo se integró a la forma testamentaria el per aes et libram ante cinco testigos
y un librepens, con la obligación de ejecutar el testamento del familiae emptor.
2
ENGELS FEDERICO, “Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, 4° Edición, España, No-Books,
1891, p.87.
3
Para el pueblo romano, el fallecimiento no solamente ocasionaba la transmisión
de bienes patrimoniales, sino que llevaba consigo un interés social y religioso, por lo que
fue regulado tanto por el derecho civil como por el derecho pretoriano.
El derecho romano entendía a la sucesión bajo la idea de que, muerto el padre, el
hijo pasaba a ejercer activamente derechos que hasta entonces había tenido potencia. Se
entendía que se daba una subrogación con motivo de la muerte, y no la transmisión de los
bienes en sí. Ello, tal como explica Levaggi, bajo el principio germánico “la muerte pone
al vivo en posesión de la herencia”3
Respecto al patrimonio, tanto dentro del derecho romano como en el derecho civil
y el pretoriano, se tomaron medidas a fin de poder garantizar el pago de las obligaciones
del difunto, así de esta manera, el heredero debía recibir tanto el activo como el pasivo de
los bienes hereditarios, garantizando con esto el pago de las deudas y los bienes de los
acreedores.
3
LEVAGGI ABELARDO, “Manual de Historia del Derecho Argentino”, 2° edición actualizada, tomo II,
Argentina Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1996, pp. 235-236.
4
En las novelas 118 y 127 de Justiniano, se estableció que en la sucesión intestada
debían ser llamados los parientes consanguíneos del difunto sin tomar en consideración el
vínculo civil de agnación. Debían suceder en primera instancia los descendientes de
cualquier grado y sexo, bajo o no de la patria potestad in estirpe o in capita, en segundo
lugar, los ascendientes, los hermanos bilaterales (de ambos sexos) y los descendientes de
estos en primer grado. De no existir el padre o la madre, sucedían estos por estirpe. En el
próximo orden seguían, los hermanos unilaterales o sus descendientes en primer grado en
el lugar del padre o madre.
El respeto a la voluntad del testador siguió siendo una regla de oro, (su
comprobación se plasma en los juicios testamentarios de la época). El derecho se encargó
de hacerla cumplir, cualquiera fuese la forma de expresión de dicha voluntad.
5
posesión y enajenación de las cosas “según Dios o según Fuero”, y perdió su significación
sucesoria la distinción entre bienes de abolengo y adquiridos, aunque aparecieron los
mayorazgos.
Respecto a las mujeres, el Fuero Juzgo5, sobre la base del edicto pretoriano unde
vir et uxor, concedió a la viuda el usufructo de una parte igual a la de cada uno de sus hijos,
derecho que perdía si contraía nuevo matrimonio, y a ambos cónyuges el derecho de
heredarse después de los colaterales en séptimo grado. Igual solución adoptó el Fuero Real.
4
LEVAGGI op. cit., t II, p. 237.
5
ZANONI EDUARDO A; “Derecho de las Sucesiones”; 4° edición actualizada y ampliada; Buenos Aires,
Editorial Astrea 1997, pp.8-9.
6
Los cuerpos legales sancionados que podían aplicarse eran la Ley de Toro (1505). Las Partidas
(promulgadas entre 1256 y 1263). La Nueva Recopilación de Castilla (1567) y la Novísima Recopilación de
las leyes de España (1805 Clavero).
6
cual se regulaba la transmisión de bienes, estaba integrado por el testamento y el orden de
sucesión intestada.
En caso de que no realizar testamento, las Partidas entendían por herederos a sus
parientes, de acuerdo a los tres grados o líneas podían distinguirse la de los descendientes
legítimos, ascendientes y colaterales. La primera línea excluía a los restantes. Pero a falta
de los descendientes, la herencia era dividida entre los ascendientes. De no existir éstos
últimos se convocaba a los hermanos y si no existían herederos de ningún grado pasaba al
fisco.
El cónyuge sólo podía heredar después de los colaterales en décimo grado, sin
perjuicio de la cuarta parte acordada a la viuda pobre. Por la extensión de los parientes que
lo excluían, el primero de esos derechos era prácticamente ilusorio, y en cuanto al segundo,
al decir de Vélez Sarsfield en la nota al art. 3572 del Código, su observancia fue siempre
muy dudosa.
Dos años más tarde, en 1837, una ley uruguaya que es atribuida a Pedro Somellera,
fue la primera que, en el derecho comparado, ubicó a “la mujer”8 inmediatamente después
de los descendientes y ascendientes legítimos.
7
En esta tramitación legislativa intervino Vélez Sarsfield como entonces ministro de gobierno hasta el quinto
día de dicho mes.
8
El entrecomillado pertenece al autor.
7
De esta manera quedó el camino marcado para que Vélez lograra analizar y estudiar
más profundamente la posición sucesoria del cónyuge.
El código de Vélez Sarsfield fue el que hasta el año 2015 constituyó la base del
ordenamiento jurídico argentino en materia civil. El 25 de septiembre del año 1869,
mediante la Ley 340, fue aprobado por el Congreso de la Nación a libro cerrado, entrando
a regir a partir del 1° de enero del año 1871. Dió por finalizado de ese modo, una serie de
intentos anteriores de codificación llevados a cabo en el país.
“El libro IV del Código Civil fue obra personal de Dalmacio Vélez Sarsfield, quien
no contó para su colaboración, (...) con la guía del jurista brasileño Teixeira de Freitas.
Partiendo del derecho tradicional, intento adaptarlo a las ideas predominantes en esa
época…”9
9
LEVAGGI, Abelardo, “Manual del derecho argentino,” 1a ed. tomo II, Buenos Aires, Lexis Nexis, pp.
228 y sgtes.
8
persona se distinguía entre los bienes adquiridos y los bienes de abolengo. Finalmente,
unificó el patrimonio.
A mediados del S. XIX, con el inicio del auge económico, surgieron notables
patrimonios generados por el trabajo personal de la esposa que solía hacerse cargo de las
labores del hogar y de cuidados.
Las leyes españolas aún nos regían11 pero existían grandes diferencias entre la
sociedad europea y la nuestra. Debido a ello, Vélez respondió a los cambios sociales
reformando aquel régimen. El cónyuge supérstite ya no fue excluido por ningún heredero,
desde entonces y concurre con descendientes y ascendientes, y a falta de ellos se heredan
entre sí excluyendo a los colaterales, Además lo instituyó como heredero forzoso, con una
legítima del cincuenta por ciento.
10
Arts. 3570-72 y 3578.
11
El Reglamento Provisorio del 3 de diciembre de 1817 estableció la vigencia de la legislación española
“hasta que la Constitución determine lo conveniente”. Sobre los antecedentes patrios: HERNANDEZ, L.B-
UGARTE,L.A: Sucesorios del cónyuge, Ed. Universidad, Buenos Aires, 1996, p. 41 y sgtes.
9
matar al causante o abandonarlo a su suerte. El causante lograba disponer de su patrimonio
sólo hasta la concurrencia de la legítima, y desde allí hacer disposiciones testamentarias
sobre la porción disponible.
Se admitía diferir la herencia de una misma persona, por voluntad del hombre en
una parte y por disposición de la ley en otra. La voluntad del testador era revocable hasta
su muerte, siendo ella misma la expresión directa del testador sin poder delegar ni otorgar
poder a otro para testar.
El nuevo Código entró en vigor en agosto de 2015 y comenzó a regir para aquellas
personas que fallecieron luego de su entrada en vigencia. Sin embargo, para los causantes
con deceso anterior a dicha fecha se les aplicará la sucesión con las normas del Código de
Vélez vigente hasta entonces. Es por ello que, aún coexisten al día de hoy en los tribunales
sucesiones reguladas por el Código de Vélez y el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación.
Este cuerpo jurídico reguló en su libro quinto lo referente al derecho sucesorio bajo
el título “Transmisión de derechos por causa de muerte”. Dispuso que la apertura de la
sucesión pueda darse con la muerte real o presunta de una persona.
10
Incorporó el derecho de opción a aceptar o renunciar a la herencia, incluyendo
ante el silencio un periodo de 10 años, vencido el mismo, deberá tenerse por renunciante
al heredero que no hubiese manifestado su voluntad de aceptar la herencia.
“Testa mentis son dos palabras en latín que quieren tanto en romance como
testimonio de la muerte del hombre, et estas palabras fueron tomadas de la muerte del
hombre; cae en el, et se encierra, se pone ordenadamente en la voluntad de aquel que lo
hace, estableciendo en él su heredero”12
En ese mismo acto, el escribano recibe dando fe y acto seguido firman los siete
testigos.
12
Las Siete partidas del rey don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios códices antiguos, por la Real
Academia de la Historia, Madrid, Imprenta Real, 1897, t.I Partida VI, Título I; pp. 360.
13
CASTRO MANUEL ANTONIO, “Prontuario de Práctica Forense”, Buenos Aires, Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales-UBA, 1945, segunda edición, pp. 231.
11
sobre- para que lo exhiba ante el juzgado previa citación de los demás interesados. Si el
fallecimiento del testador ocurrió en otra localidad se solicitaba la intervención de un
escribano de esa localidad o del párroco del lugar donde el difunto fue sepultado.
El interesado debía localizar a los testigos para así interrogar a los mismos en
relación a su firma. También debían dar fe de, si se trataba del mismo testamento entregado
por el testador, si la persona que testó estaba en su sano juicio y si tenía conocimientos
sobre la muerte del testador.
Ahora bien, ¿qué ocurría cuando los testigos no se podían localizar y resultaren
ausentes? Se contemplaba la posibilidad de que se proceda a la apertura ante otros testigos
fidedignos. En el supuesto de haber fallecido los testigos, correspondía al interesado aportar
información de reconocimiento de las firmas.
Otro supuesto era el caso de los testigos que no podían acercarse a examinar y
declarar sobre dicho testamento. Para ello, la ley preveía que, debía mandarse una carta a
la jurisdicción del lugar donde residía para que el testigo reconozca su firma.15 Todo ello
conforme a las leyes 1,2 y 3, tit 2 P.6 y a la práctica constante observada por los tribunales
de la república.
III.c. Testamento por medio de escritura pública o llamado en latín testamentum in iscriptis.
Este supuesto se daba en aquellos casos en los que el testador disponía de sus bienes
verbalmente o por escritura, debiendo cumplir con ciertas solemnidades tales como ser ante
un escribano y tres testigos. En una eventual ausencia de escribano se solicitaba se realice
frente a cinco testigos, de no poder contar con estos, se entendía que por lo menos eran
necesario tres.
14
CASTRO MANUEL ANTONIO, “Prontuario de Práctica Forense”, reedición facsimilar, noticia
preliminar de Ricardo Levene, Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales-UBA, 1945. Pp. 220-
224.
15
CASTRO MANUEL ANTONIO, op.cit.Pp. 226-227.
12
Los testamentos abiertos hecho ante escribano y tres testigos mediante escritura
pública, no necesitaban para su eficacia la publicación judicial. En cambio, cuando se trata
de un testamento otorgado con la sola presencia de testigos, para que surta los efectos para
los cuales fue creado, era necesaria la intervención judicial y el cotejo de la veracidad de
lo testigos.
En estos casos, una vez fallecido el testador la/s persona/s interesada/s se deben
presentar ante el juez dando a conocer el fallecimiento y bajo la memoria del testamento
que acompañará o solicitara que exhiba, quien corresponda, la memoria escrita.
Acto seguido, el juez ordenaba controlar la veracidad de los testigos a través de una
serie de preguntas. Se solicitaba el reconocimiento de firmas, interrogaba sobre el momento
en que se realizó, si el testamento estaba en pleno uso de sus facultades, o en juicio, el lugar
donde se llevó a cabo y entre otras cuestiones que eran valoradas por los jueces en esta
instancia del proceso.
Cumplido con esto, el juez corría vista a la Agente Fiscal de lo Civil y luego
pasaba al Superior Tribunal para su aprobación.
De no haber sido instrumentado por escrito correspondía la citación de los testigos.
Estos constaban los extremos para luego plasmarlos sobre una escritura pública y luego
protocolizarlos.
16
CASTRO MANUEL ANTONIO, op.cit.Pp. 227.
13
Se entiende por inventario judicial a aquel realizado ante un escribano y ante un
juez con presencia de los interesados.
Este inventario podría realizarse a instancia de parte o por orden del juez.
La ley concede a los herederos treinta (30) días para el comienzo del inventario y
un plazo máximo de tres meses, en el que debe finiquitarse dicha labor. De existir bienes
fuera del radio o a una distancia considerable, el juez podía llegar a conceder prórrogas de
hasta un año.
14
Existían, además, una serie de supuestos donde el juez era quien ordenaba la
confección de un inventario, entre ellos cuando alguno de los herederos era menor de edad,
estuviere ausente, haya muerto y no tenga herederos.
La partición podía realizarse sólo entre los que tienen un derecho cierto, en virtud
de ello el heredero que lo pretendía debería acreditar su calidad.
La partición podía ser judicial- en aquellos casos que intervengan menores y/o
cuando las partes así lo solicitaren- o extrajudicial en aquellos supuestos en los que los
mismos herederos lo convienen.
Tanto la judicial como la extrajudicial, podía ser solicitada por cualquiera de los
herederos mayores de edad17, es decir que podía interponerlo cualquier heredero por la
acción mixta18. A su vez, lo podrían solicitar también el tutor de menores y la viuda.
17
CASTRO MANUEL ANTONIO, op.cit.Pp. 234-237.
18
Título 8 lib. 5 de la Recop. de Castilla.
15
El juez competente era aquel que conocía sobre el juicio de inventario, en virtud
de la correlación de un juicio con el otro.
Realizada la partición por los contadores, la misma era entregada a los escribanos,
quien daba fe de haberla recibido y daban cuenta al juez de ese acto. Luego, el juez dictaba
el auto de aprobación ordenando que se entreguen a las partes las copias que correspondían.
De los escritos que hacen los hombres en su muerte, a los que llaman codicillos
Codicillos en latín significa escritos pequeños que hacen los hombres después que
han hecho sus testamentos para crecer o menguar o mudar alguna de las mandas que habían
hecho en ellos.
16
mandadas en él todas las cosas que pueden ser dejadas en el testamentos por razón de
manda.
Existen diferencias entre los codicilos y los testamentos, pues los codicilos bien
se pueden hacer, aunque no pongan en ellos sellos lo que los hacen ni los testigos que se
acertaren, mas pudiéndolos hacer ante cinco testigos. Puede hombre hacer muchos
codicilos y no revocar el uno al otro, fuera de sí dijere señaladamente aquel que lo hiciere
que el codicilo que había hecho, primeramente, que no quiere que valga. El codicilo no se
revoca, aunque nazca después hijo a aquel que lo hizo, más en los testamentos que se hacen
en escrito el contrario es de esto; y deben hacerse ante siete testigos rogados que se pongan
en él sus sellos, y el testamento primero se revoca por el postrimero, y otros í se quebranta
cuando naciere después hijo al que lo hace.
De las herencias que hombre puede ganar por razón de parentesco cuando el señor de ellas
muere sin testamento.
Ab intestato en latín quiere decir en romance como hombre que muere sin
testamento;
Tres grados o líneas de parentesco: la una es de los descendientes, así como los
hijos y los nietos y los otros que descienden por ella, la otra es de los ascendientes, así
como el padre y el abuelo y los otros que suben por ella; la tercera es de los de través, así
como los hermanos y los tíos y los que nacen de ellos.
17
De cómo deben ser guardados los huérfanos y los bienes que heredan después de la muerte
de sus padres.
Tutela en latín quiere decir en romance como guarda que es dada y otorgada al
huérfano libre, menor de catorce años, y a la huérfana menor de doce, que no se pueden ni
saben amparar; y tal guarda como esta otorga el derecho a los guardadores sobre las cabezas
de los menores, aunque no quieran o no la demanden ellos. Si el pleito fuere movido de
servidumbre a algún mozo de esta edad, bien le puede el juez dar un guardador que le
ampare la libertad y lo suyo. Otrosí decimos que el guardador debe ser dado para guardar
la persona del mozo y sus bienes, y no debe ser puesto por una cosa o por un pleito señalado
tan solamente.
En tres maneras pueden ser establecidos los guardadores de los mozos que queden
huérfanos. La primera es cuando el padre establece guardador de su hijo en su testamento,
al que llaman en latín tutor testamentarius, que quiere decir como guardador, que es dado
en testamento de otro. La segunda es cuando el padre no deja guardador del hijo en su
testamento y tiene pariente, pues entonces las leyes otorgan que sea guardador del huérfano
el que es más cercano pariente; y este tal se llama en latín tutor legitimus, que quiere tanto
decir como guardador que es dado por ley y derecho. La tercer manera es cuando el padre
no deja guardador a su hijo ni tiene pariente cercano que le guarde, o si lo tiene es impedido
en alguna manera que no lo puede o no lo quiere guardar; y entonces el juez de aquel lugar
le debe dar por guardador algún hombre bueno y leal, y a este guardador le dicen en latín
tutor dativus, que quiere tanto decir como guardador que es dado por albedrío del juez.
El orden en las sucesiones intestadas era el siguiente, primero aquellos que eran
ascendientes y en caso de no existir, heredaban los colaterales hasta el décimo grado. Si
no existían ni ascendientes ni colaterales, heredaba la esposa y en caso de ausencia de esta
última heredaba el fisco.
Cada hijo heredaba por las cuartas quintas partes de la herencia. Los padres
heredaban dos tercios de la herencia de sus hijos cuando estos no tuvieran descendientes.
Cada testador tenía la libre disposición sobre un quinto de sus bienes, siempre que
tuviere ascendientes y descendientes. En caso de no tenerlo, disponía de un tercio de sus
bienes.
18
Por otro lado, existía la mejora del quinto, se trataba de que los padres que tuvieren
descendientes, podían disponer de todo o parte de sus bienes que componían ese quinto
disponible en favor de uno de sus descendientes.
También encontrábamos la mejora del tercio, era el caso de los padres que
disponían de un tercio de sus bienes, con el fin de que lo herede uno de sus hijos o
descendientes (podía ser en segundo grado).
IV. CONCLUSIÓN
V. BIBLIOGRAFÍA
Libros:
19
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Buenos Aires, Ediciones Nexis Lexis Argentina Depalma, 2005.
19
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