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Índice

I. Introducción ..................................................................................................................2

II. Origen y estado de la cuestión ...................................................................................2

II.a. Evolución del Derecho Sucesorio Romano ............................................................2

II.a.a .Antiguo Derecho español .................................................................................5

II.a.b. Leyes anteriores al Código ...............................................................................7

II.a.c. El Código de Vélez ..........................................................................................8

II.a.d. Código Civil y Comercial de la Nación .........................................................10

III. El derecho sucesorio en la época de Rosas ............................................................11

III.a. Sucesión testamentaria ........................................................................................11

III.b. Testamento cerrado o llamada en latín “testamentus nuncupatioum” ................11

III.c. Testamento por medio de escritura pública o llamado en latín “testamentum in


iscriptis”. .............................................................................................................................12

III.d. Juicio de inventario .............................................................................................13

III.e. Juicio de división y partición de herencia ...........................................................15

III.f. Sucesión ab intestato ..........................................................................................18

IV. Conclusión ................................................................................................................19

V. Bibliografía ...............................................................................................................20

1
I. INTRODUCCIÓN

El objeto del presente trabajo consiste en efectuar un pasaje histórico sobre el


instituto de las sucesiones. Empezaremos por el derecho en la Antigua Roma, luego por los
cambios que ocurrieron en el Antiguo Derecho Español y su incidencia en las leyes
anteriores a la redacción del Código Civil Argentino. Posteriormente, analizaremos el
régimen del Código Civil de Vélez Sarsfield y para finalizar una breve referencia de la
reforma del año 2015 en el Código Civil y Comercial de la Nación.

A lo largo del desarrollo, procuraremos centrarnos en el periodo de la


Confederación Argentina, destacando tanto el orden jurídico como social de dicho periodo
histórico.

II. ORIGEN Y ESTADO DE LA CUESTIÓN

II.a. Evolución del Derecho Sucesorio Romano

No existe entre los historiadores romanos coincidencia total sobre los orígenes
sucesorios, por lo tanto, concebimos que el origen de tal instituto resulta incierto.

Según varios autores que analizaremos a lo largo de este trabajo, el inicio de la


sucesión romana se originó en la necesidad de la continuación de la gens.

Para BONFANTE1, las primeras manifestaciones sucesorias dentro del Derecho


Romano fueron intestadas y luego, evolucionaron hasta formar las testadas.

Las sucesiones existentes se aplicaban tanto a sucesiones entre vivos como mortis
causa.

La sucesión entre vivos consistía de tres formas, la primera en el hecho de que un


liberto fuese sometido a esclavitud, en segundo lugar un sui iuris, este sujeto mediante la
abocatio al poder de un paterfamilias y finalmente la mujer sui iuris que se sujetaba a la
mano.

En cambio, la sucesión por causa de muerte, comprendía el libre poder del pater.
En ésta, el causante disponía en vida para después de su muerte de sus bienes.

1
BONFANTE, PEDRO, “Instituciones de derecho romano”, 6° Edición, Madrid, Reus, 1852, pp.151-154.

2
Desde la Monarquía hasta la República se evolucionó hacia la calatis comitiis, es
decir, sucesión ante comicios, como así también también a la sucesión in procinctu. Con el
correr del tiempo se integró a la forma testamentaria el per aes et libram ante cinco testigos
y un librepens, con la obligación de ejecutar el testamento del familiae emptor.

A lo largo de la historia, la sucesión intestada fue regida por cinco estatutos


jurídicos:

 En la Ley de las Doce Tablas se estableció la preferencia de los sui. Estos


comprendían a todos los filia familias que a la muerte del pater se convertían en sui iuris.
Para ENGELS2, al imperar el derecho del pater en la gens romana, las mujeres
quedaban excluidas. Según la Ley de las Doce Tablas, los hijos varones heredaban en
primer término, de no haber hijos, heredaban los agnados (siempre masculinos), faltando
éstos, los gentiles.
Dentro del Derecho Romano, uno de los negocios más importantes fue el de la
sucesión testamentaria. En la aludida Ley de las Doce Tablas se mencionaba que los
herederos (intestados) solo podían suceder cuando no hubiere heredero testamentario. De
esta manera, se abrió un camino hacia los principios de la propiedad privada, los cuales
sirvieron de base en los siguientes sistemas económicos.
La primera manifestación sucesoria en Roma fue la intestada. En esta, la expresión
de la voluntad del pater, para después de su muerte, se exteriorizó a través de las diferentes
formas testamentarias y así se plasmó en la Ley de las Doce Tablas, “como legase sobre su
cosa, téngase como derecho”, cuando éste dispuso de su patrimonio frente a los demás
jefes de familia reunidos en comitias.
Como se observa, la figura del heredero fue fundamental en el Derecho Romano.
El pater que no instituía heredero quedaba manchado de infamia porque era absolutamente
necesario para la continuidad de la gens en un principio, y más adelante para que no se
dejasen descendientes en la miseria.
Para tener la capacidad de suceder el sujeto no podía ser sometido a la capitis diminutio, o
peregrino, debía ser ciudadano romano.

2
ENGELS FEDERICO, “Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, 4° Edición, España, No-Books,
1891, p.87.

3
Para el pueblo romano, el fallecimiento no solamente ocasionaba la transmisión
de bienes patrimoniales, sino que llevaba consigo un interés social y religioso, por lo que
fue regulado tanto por el derecho civil como por el derecho pretoriano.
El derecho romano entendía a la sucesión bajo la idea de que, muerto el padre, el
hijo pasaba a ejercer activamente derechos que hasta entonces había tenido potencia. Se
entendía que se daba una subrogación con motivo de la muerte, y no la transmisión de los
bienes en sí. Ello, tal como explica Levaggi, bajo el principio germánico “la muerte pone
al vivo en posesión de la herencia”3

 En el sistema pretoriano con el surgimiento de la bonorum posessio, se


fundamentó la costumbre. El pretor se enfrentaba a dos contendores sobre el derecho a una
herencia y el pretor decidía previamente cuál de ellos debía considerarse durante el litigio
como poseedor de la misma. El orden sucesorio incluía primero a los descendientes, luego
a herederos civiles, más tarde los cognados y finalmente cónyuge.

Respecto al patrimonio, tanto dentro del derecho romano como en el derecho civil
y el pretoriano, se tomaron medidas a fin de poder garantizar el pago de las obligaciones
del difunto, así de esta manera, el heredero debía recibir tanto el activo como el pasivo de
los bienes hereditarios, garantizando con esto el pago de las deudas y los bienes de los
acreedores.

 En los tiempos de Marco Aurelio se concedió a los hijos a ser llamados a la


sucesión de la madre de preferencia a los cognados, como así también los nietos cuando no
hubiese hijos.
El senadoconsulto de Trebeliano llamó a la madre conjuntamente a las hermanas
consanguíneas después de los descendientes del hijo del causante.
 En la época de Constantino, a la madre le fueron concedidos un tercio de los bienes
en caso de que no tuviese el ius liberorum. Por último, en la época de Justiniano, mediante
una constitución, las diferencias entre hombres y mujeres fueron abolidas.
Gracias a las Constituciones Imperiales fueron beneficiados los cognados, especialmente
en las sucesiones intestadas, posteriormente los cognados fueron más asimilados a los
agnados y en especial los descendientes de ambos sexos y sobrinos. Con el derecho
justinianeo la sucesión pasa a ser tanto pública como privada.

3
LEVAGGI ABELARDO, “Manual de Historia del Derecho Argentino”, 2° edición actualizada, tomo II,
Argentina Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1996, pp. 235-236.

4
En las novelas 118 y 127 de Justiniano, se estableció que en la sucesión intestada
debían ser llamados los parientes consanguíneos del difunto sin tomar en consideración el
vínculo civil de agnación. Debían suceder en primera instancia los descendientes de
cualquier grado y sexo, bajo o no de la patria potestad in estirpe o in capita, en segundo
lugar, los ascendientes, los hermanos bilaterales (de ambos sexos) y los descendientes de
estos en primer grado. De no existir el padre o la madre, sucedían estos por estirpe. En el
próximo orden seguían, los hermanos unilaterales o sus descendientes en primer grado en
el lugar del padre o madre.

El testamento bajomedieval no fue igual al testamento justinianeo, en el primero,


el principio individualista estaba muy acentuado. El régimen colectivista altomedieval dejó
como consecuencia un recorte al arbitrio del testador. El testamento, por estos tiempos, ya
no excluía a la sucesión intestada. Para el derecho romano, nadie podía morir en parte
testado y en parte intestado. En la baja edad media, se trató de conciliar la voluntad del
causante con la voluntad de la ley.

El respeto a la voluntad del testador siguió siendo una regla de oro, (su
comprobación se plasma en los juicios testamentarios de la época). El derecho se encargó
de hacerla cumplir, cualquiera fuese la forma de expresión de dicha voluntad.

II.a.a. Antiguo Derecho español

En la Alta Edad Media el concepto de sucesión tenía un uso restringido ya que


solo se refería a la sucesión legítima y no a la voluntaria.

En la sucesión familiar no había propiamente una transmisión de bienes como en


el testamento romano, sino tan solo un cambio de titularidad. El heredero era considerado
como tal durante la vida del titular y tenía derecho potencial, incluso tal sucesión no era
absoluta, se permitía al titular disponer de una cuota de su patrimonio, aunque una parte
debía reservarse para herederos legítimos.
Se tenía en cuenta la condición de cada uno de los bienes. Se conoció el
prestimonio, conformado por bienes respecto de los cuales el poseedor ejercía únicamente
el derecho de usufructo, pero no de propiedad, y este dependía de la concesión señorial.

Durante los siglos XII-XV, producto de la influencia del derecho romano, se


retomó una concepción más individualista que modificó el patrimonio familiar. Renace
entonces el dominium clásico romano, con todos sus atributos: uso, disfrute, tenencia,

5
posesión y enajenación de las cosas “según Dios o según Fuero”, y perdió su significación
sucesoria la distinción entre bienes de abolengo y adquiridos, aunque aparecieron los
mayorazgos.

En la Edad Media, la gran influencia que cobró la Iglesia en la sociedad, llevó a


que la caridad cumpliera un rol fundamental en el cristianismo. En este sentido los padres
y sacerdotes pregonaban la importancia de dejar parte de sus bienes a los pobres4. Esto
llevó al resurgimiento del testamento romano y a que los fieles dejasen todo o parte de sus
bienes a la Iglesia, a los pobres, hospitales y/o conventos.

En este contexto, la sucesión testamentaria comenzó a tomar mayor importancia.

Tal es así que, en la partida VI, se dedicó íntegramente al derecho sucesorio. La


sucesión era bien por testamento, o ab intestato.

Respecto a las mujeres, el Fuero Juzgo5, sobre la base del edicto pretoriano unde
vir et uxor, concedió a la viuda el usufructo de una parte igual a la de cada uno de sus hijos,
derecho que perdía si contraía nuevo matrimonio, y a ambos cónyuges el derecho de
heredarse después de los colaterales en séptimo grado. Igual solución adoptó el Fuero Real.

Con la Ley de Mostrencos de 1835, se consideró al cónyuge heredero intestado en


defecto de ascendientes, descendientes, hijos naturales y colaterales hasta el cuarto grado,
es decir, con preferencia sobre los colaterales del quinto al décimo grado. La limitación de
que a su fallecimiento los bienes inmuebles del abolengo debían volver a los colaterales
del grado ulterior.

II.a.b. Leyes anteriores al Código

Bajo la dominación española, en nuestro país regían las Partidas.

Durante mucho tiempo, inclusive una vez declarada la Independencia, el derecho


castellano mantuvo el “ordenamiento de la sociedad”6. El derecho sucesorio común, en el

4
LEVAGGI op. cit., t II, p. 237.
5
ZANONI EDUARDO A; “Derecho de las Sucesiones”; 4° edición actualizada y ampliada; Buenos Aires,
Editorial Astrea 1997, pp.8-9.
6
Los cuerpos legales sancionados que podían aplicarse eran la Ley de Toro (1505). Las Partidas
(promulgadas entre 1256 y 1263). La Nueva Recopilación de Castilla (1567) y la Novísima Recopilación de
las leyes de España (1805 Clavero).

6
cual se regulaba la transmisión de bienes, estaba integrado por el testamento y el orden de
sucesión intestada.

En caso de que no realizar testamento, las Partidas entendían por herederos a sus
parientes, de acuerdo a los tres grados o líneas podían distinguirse la de los descendientes
legítimos, ascendientes y colaterales. La primera línea excluía a los restantes. Pero a falta
de los descendientes, la herencia era dividida entre los ascendientes. De no existir éstos
últimos se convocaba a los hermanos y si no existían herederos de ningún grado pasaba al
fisco.

El cónyuge sólo podía heredar después de los colaterales en décimo grado, sin
perjuicio de la cuarta parte acordada a la viuda pobre. Por la extensión de los parientes que
lo excluían, el primero de esos derechos era prácticamente ilusorio, y en cuanto al segundo,
al decir de Vélez Sarsfield en la nota al art. 3572 del Código, su observancia fue siempre
muy dudosa.

En 1835 con la ley española hubo un mejoramiento que influyó en el Río de la


Plata, en ella se acordó la totalidad de la herencia si no había descendientes ni ascendientes
legítimos o naturales.

De la misma forma lo adoptaron las provincias de La Rioja en 1855 y Jujuy en


1856. Buenos Aires en la ley del 22 de mayo de 18577, disponía en su art.1° “En las
sucesiones intestadas, faltando herederos forzosos, la mujer legítima heredará al marido,
y éste a aquella, con exclusión de todo colateral”. Aquél derecho se perdía en caso de
separación judicial.

La mencionada ley, fue la más importante innovación en materia de sucesiones


para la época.

Dos años más tarde, en 1837, una ley uruguaya que es atribuida a Pedro Somellera,
fue la primera que, en el derecho comparado, ubicó a “la mujer”8 inmediatamente después
de los descendientes y ascendientes legítimos.

7
En esta tramitación legislativa intervino Vélez Sarsfield como entonces ministro de gobierno hasta el quinto
día de dicho mes.
8
El entrecomillado pertenece al autor.

7
De esta manera quedó el camino marcado para que Vélez lograra analizar y estudiar
más profundamente la posición sucesoria del cónyuge.

II.a.c. El Código de Vélez

El código de Vélez Sarsfield fue el que hasta el año 2015 constituyó la base del
ordenamiento jurídico argentino en materia civil. El 25 de septiembre del año 1869,
mediante la Ley 340, fue aprobado por el Congreso de la Nación a libro cerrado, entrando
a regir a partir del 1° de enero del año 1871. Dió por finalizado de ese modo, una serie de
intentos anteriores de codificación llevados a cabo en el país.

Consecuentemente con estos antecedentes, al redactar el Código, Vélez tomó en


cuenta la influencia del derecho continental y el derecho romano (sucesión universal y
personal) a través de la obra de Savigny, los Códigos de Chile y Francia, el derecho
Canónico y también el Esboco de um Código Civil para o Brasil de Texeira de Freitas.

“El libro IV del Código Civil fue obra personal de Dalmacio Vélez Sarsfield, quien
no contó para su colaboración, (...) con la guía del jurista brasileño Teixeira de Freitas.
Partiendo del derecho tradicional, intento adaptarlo a las ideas predominantes en esa
época…”9

Vélez defendió los principios del afecto presunto y de la unidad de la sucesión; en


materia de posesión hereditaria, entre las posibles soluciones optó y siguió la del derecho
indiano; llamó al cónyuge después de los descendientes legítimos y de los ascendientes,
con el agregado de que lo hizo participar en los bienes propios del causante junto con
aquellos; reconoció las herencias a favor del alma; revocó las leyes castellanas que
regulaban el testamento por poder; prohibió el testamento verbal o nuncupativo, los
codicilos y comunicatos orales; introdujo el testamento ológrafo.
Estableció el principio constitucional de la igualdad en la partición hereditaria para
todos los parientes que se encontraran en el mismo grado, asignándole carácter forzoso,
prohibió las sustituciones fideicomisarias y descartó tanto el gentilicio como el mayorazgo,
que había sido suprimido por la Asamblea del año XIII. Abolió el régimen sucesorio de
división de los bienes del derecho español feudal mediante el cual a la muerte de una

9
LEVAGGI, Abelardo, “Manual del derecho argentino,” 1a ed. tomo II, Buenos Aires, Lexis Nexis, pp.
228 y sgtes.

8
persona se distinguía entre los bienes adquiridos y los bienes de abolengo. Finalmente,
unificó el patrimonio.

El código civil aumentó la vocación hereditaria del cónyuge dándole derechos, no


solo a la mitad de los bienes gananciales, sino también a concurrir en igualdad con los hijos
legítimos y con los ascendientes del causante; a recibir la mitad de la herencia habiendo
hijos naturales; y a excluir a los demás parientes10.

A mediados del S. XIX, con el inicio del auge económico, surgieron notables
patrimonios generados por el trabajo personal de la esposa que solía hacerse cargo de las
labores del hogar y de cuidados.
Las leyes españolas aún nos regían11 pero existían grandes diferencias entre la
sociedad europea y la nuestra. Debido a ello, Vélez respondió a los cambios sociales
reformando aquel régimen. El cónyuge supérstite ya no fue excluido por ningún heredero,
desde entonces y concurre con descendientes y ascendientes, y a falta de ellos se heredan
entre sí excluyendo a los colaterales, Además lo instituyó como heredero forzoso, con una
legítima del cincuenta por ciento.

También le acordó al cónyuge supérstite las ventajas emergentes de la sociedad


conyugal.

En síntesis, construyó un sistema representado de la siguiente forma: matrimonio


y divorcio, sociedad conyugal y disolución de la misma, vocación hereditaria y exclusión
de esta.

Respecto a las sucesiones testamentarias, el testador podía instituir sucesores


universales o particulares, a través de tres formas: el testamento otorgado mediante
escritura pública, el testamento cerrado y el ológrafo (más los testamentos especiales como
los de guerra y buque). Los causantes solo podían disponer de un 20 por ciento (o un quinto)
del total de sus bienes, con el fin de proteger la porción legítima de los herederos forzosos.

Los herederos forzosos no podían ser excluidos de su derecho a recibir la porción


legítima que les correspondía sin una justa causa de desheredación, como el caso de intentar

10
Arts. 3570-72 y 3578.
11
El Reglamento Provisorio del 3 de diciembre de 1817 estableció la vigencia de la legislación española
“hasta que la Constitución determine lo conveniente”. Sobre los antecedentes patrios: HERNANDEZ, L.B-
UGARTE,L.A: Sucesorios del cónyuge, Ed. Universidad, Buenos Aires, 1996, p. 41 y sgtes.

9
matar al causante o abandonarlo a su suerte. El causante lograba disponer de su patrimonio
sólo hasta la concurrencia de la legítima, y desde allí hacer disposiciones testamentarias
sobre la porción disponible.

Se admitía diferir la herencia de una misma persona, por voluntad del hombre en
una parte y por disposición de la ley en otra. La voluntad del testador era revocable hasta
su muerte, siendo ella misma la expresión directa del testador sin poder delegar ni otorgar
poder a otro para testar.

En cuanto a la disposición de bienes, podían efectuarse mediante la institución


hereditaria, el legado de cuotas o créditos, el legado de cosas determinadas o ciertas, o el
cargo impuesto a un heredero o legatario a favor de un tercero. De esta forma, obtenían el
debido derecho a acrecer de éstos últimos.

II.a.d. Código Civil y Comercial de la Nación

El nuevo Código entró en vigor en agosto de 2015 y comenzó a regir para aquellas
personas que fallecieron luego de su entrada en vigencia. Sin embargo, para los causantes
con deceso anterior a dicha fecha se les aplicará la sucesión con las normas del Código de
Vélez vigente hasta entonces. Es por ello que, aún coexisten al día de hoy en los tribunales
sucesiones reguladas por el Código de Vélez y el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación.

Este cuerpo jurídico reguló en su libro quinto lo referente al derecho sucesorio bajo
el título “Transmisión de derechos por causa de muerte”. Dispuso que la apertura de la
sucesión pueda darse con la muerte real o presunta de una persona.

Introduce un conjunto de modificaciones que no pretendemos abarcar en su


totalidad, sino que contemplaremos las que a nuestro parecer resultan dables destacar.

En relación a los sucesores del causante, se ampliaron las causales de indignidad y


se suprimió el instituto de la desheredación. Dentro de las nuevas causales de indignidad
encontramos: b) “los que hayan maltratado gravemente al causante, u ofendido
gravemente su memoria”; e) “los parientes o cónyuge que no hayan suministrado al
causante los alimentos debidos”; g) “el padre o madre del causante que haya sido privado
de la responsabilidad”; i) “los que hayan incurrido en las demás causales de ingratitud
que permiten revocar las donaciones”.

10
Incorporó el derecho de opción a aceptar o renunciar a la herencia, incluyendo
ante el silencio un periodo de 10 años, vencido el mismo, deberá tenerse por renunciante
al heredero que no hubiese manifestado su voluntad de aceptar la herencia.

III. EL DERECHO SUCESORIO EN LA ÉPOCA DE ROSAS:

III.a. Sucesión testamentaria:

“Testa mentis son dos palabras en latín que quieren tanto en romance como
testimonio de la muerte del hombre, et estas palabras fueron tomadas de la muerte del
hombre; cae en el, et se encierra, se pone ordenadamente en la voluntad de aquel que lo
hace, estableciendo en él su heredero”12

III.b. Testamento cerrado o llamada en latín “testamentus nuncupatioum”

Existía la posibilidad de hacer un testamento cerrado, es decir, aquellos en los que


el testador escribía su última voluntad, lo firmaba y cerraba el sobre.
La forma en la que debía otorgarse un testamento cerrado estaba descripta por la
ley 103 tit. 18 de la Partida III y en la Ley I título IV lib. 5 de la Recopilación de Castilla.13

La solemnidad con la que debía cumplir - conforme a la normativa que regía en


la provincia- es que sea realizada por el testador en un papel con el sello de la tercera clase,
luego firmarla o hacerla firmar a ruego en caso de que la persona no supiera y luego
proceder a cerrarla con obleas.
Prontamente, debía presentarlo ante un escribano público con la presencia de siete
testigos diciéndoles en voz inteligible que en ese pliego se encuentra su testamento y última
voluntad.

En ese mismo acto, el escribano recibe dando fe y acto seguido firman los siete
testigos.

Acaecida la muerte del testador, el heredero, albacea, legatario o cualquiera que


presuma tener interés en el testamento podía presentarse ante el juez competente en el
proceso sucesorio solicitando tenga bien citar al escribano -o a quien tenga en su poder el

12
Las Siete partidas del rey don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios códices antiguos, por la Real
Academia de la Historia, Madrid, Imprenta Real, 1897, t.I Partida VI, Título I; pp. 360.
13
CASTRO MANUEL ANTONIO, “Prontuario de Práctica Forense”, Buenos Aires, Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales-UBA, 1945, segunda edición, pp. 231.

11
sobre- para que lo exhiba ante el juzgado previa citación de los demás interesados. Si el
fallecimiento del testador ocurrió en otra localidad se solicitaba la intervención de un
escribano de esa localidad o del párroco del lugar donde el difunto fue sepultado.

El interesado debía localizar a los testigos para así interrogar a los mismos en
relación a su firma. También debían dar fe de, si se trataba del mismo testamento entregado
por el testador, si la persona que testó estaba en su sano juicio y si tenía conocimientos
sobre la muerte del testador.

Acto seguido, se procedía a la apertura. Si el testamento resultaba ser del finado


testador, se leía, se publicaba y registraba ante el protocolo de escrituras públicas,
entregando a los interesados los copias en caso de corresponder o resultar pertinente14.

Ahora bien, ¿qué ocurría cuando los testigos no se podían localizar y resultaren
ausentes? Se contemplaba la posibilidad de que se proceda a la apertura ante otros testigos
fidedignos. En el supuesto de haber fallecido los testigos, correspondía al interesado aportar
información de reconocimiento de las firmas.
Otro supuesto era el caso de los testigos que no podían acercarse a examinar y
declarar sobre dicho testamento. Para ello, la ley preveía que, debía mandarse una carta a
la jurisdicción del lugar donde residía para que el testigo reconozca su firma.15 Todo ello
conforme a las leyes 1,2 y 3, tit 2 P.6 y a la práctica constante observada por los tribunales
de la república.

III.c. Testamento por medio de escritura pública o llamado en latín testamentum in iscriptis.

En igual sentido, existía la posibilidad de realizar testamentos por medio de


escrituras públicas. Estos, para ser ejecutados necesitaban de acciones de ejecución.

Este supuesto se daba en aquellos casos en los que el testador disponía de sus bienes
verbalmente o por escritura, debiendo cumplir con ciertas solemnidades tales como ser ante
un escribano y tres testigos. En una eventual ausencia de escribano se solicitaba se realice
frente a cinco testigos, de no poder contar con estos, se entendía que por lo menos eran
necesario tres.

14
CASTRO MANUEL ANTONIO, “Prontuario de Práctica Forense”, reedición facsimilar, noticia
preliminar de Ricardo Levene, Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales-UBA, 1945. Pp. 220-
224.
15
CASTRO MANUEL ANTONIO, op.cit.Pp. 226-227.

12
Los testamentos abiertos hecho ante escribano y tres testigos mediante escritura
pública, no necesitaban para su eficacia la publicación judicial. En cambio, cuando se trata
de un testamento otorgado con la sola presencia de testigos, para que surta los efectos para
los cuales fue creado, era necesaria la intervención judicial y el cotejo de la veracidad de
lo testigos.

En estos casos, una vez fallecido el testador la/s persona/s interesada/s se deben
presentar ante el juez dando a conocer el fallecimiento y bajo la memoria del testamento
que acompañará o solicitara que exhiba, quien corresponda, la memoria escrita.
Acto seguido, el juez ordenaba controlar la veracidad de los testigos a través de una
serie de preguntas. Se solicitaba el reconocimiento de firmas, interrogaba sobre el momento
en que se realizó, si el testamento estaba en pleno uso de sus facultades, o en juicio, el lugar
donde se llevó a cabo y entre otras cuestiones que eran valoradas por los jueces en esta
instancia del proceso.

Cumplido con esto, el juez corría vista a la Agente Fiscal de lo Civil y luego
pasaba al Superior Tribunal para su aprobación.
De no haber sido instrumentado por escrito correspondía la citación de los testigos.
Estos constaban los extremos para luego plasmarlos sobre una escritura pública y luego
protocolizarlos.

Se trataba entonces de un juicio breve, sencillo y sumario en el cual no solía haber


una contradicción entre las partes.
La normativa vigente entendía que para el caso de existir contradicción
correspondía tratarlo por vía ordinaria, debiendo intervenir en caso de resultar necesario,
tal como decía la ley aquel entonces, curadores de menores y ausentes.16

III.d. Juicio de inventario.

Este supuesto contemplaba la posibilidad de realizar una detallada descripción de


los bienes, ya sean materiales, inmateriales, muebles, raíces, derechos y acciones.
Existía la posibilidad de hacerla por vía judicial como así también por vía
extrajudicial. También podía iniciarse a instancia de parte o de oficio.

16
CASTRO MANUEL ANTONIO, op.cit.Pp. 227.

13
Se entiende por inventario judicial a aquel realizado ante un escribano y ante un
juez con presencia de los interesados.

En cambio, el extrajudicial era aquel realizado sin intervención de un magistrado


ni de terceros interesados, en ella se describen los bienes ante un escribano o en su defecto
ante tres testigos.

Resulta fundamental que en el inventario -ya sea judicial o extrajudicial- se


inscriban los bienes con claridad.

La mujer que, muerto el marido, queda en la retención de sus bienes, no estaba


obligada a formalizar el inventario judicial, sino que alcanzaba con que realice una simple
descripción de los bienes.

Este inventario podría realizarse a instancia de parte o por orden del juez.
La ley concede a los herederos treinta (30) días para el comienzo del inventario y
un plazo máximo de tres meses, en el que debe finiquitarse dicha labor. De existir bienes
fuera del radio o a una distancia considerable, el juez podía llegar a conceder prórrogas de
hasta un año.

El juez competente para entender en lo relativo a los inventarios o a lo que a ellos


respecta, era aquel que tenía competencia en el lugar donde el difunto vivía al tiempo de
su muerte y también el juez del distrito en el que existía la mayor parte de los bienes del
difunto.
De existir más de dos jueces, correspondía que conozca en la cuestión el que
hubiera prevenido.

Cuando un juicio de inventario era promovido por la parte, el heredero debía


presentarse ante el juez haciendo referencia al fallecimiento. Debía manifestar que había
sido instituido como heredero en el testamento. En igual sentido, debía manifestar que
acepta la herencia con el beneficio de inventario, solicitando se tenga bien por hacer dicha
práctica en el cumplimiento de las solemnidades detalladas en párrafos anteriores, con la
previa citación de los demás herederos, legatarios, viuda o viudo y cualquier otra persona
que pudiera resultar interesada.
El juez proveía un auto fijando fecha y hora en la que se iría a hacer el inventario.
Para ello, era necesario que tanto la viuda, como los herederos y demás interesados hagan
manifestaciones fieles sobre las fincas, dineros, papeles, sin sustraer u ocultar.

14
Existían, además, una serie de supuestos donde el juez era quien ordenaba la
confección de un inventario, entre ellos cuando alguno de los herederos era menor de edad,
estuviere ausente, haya muerto y no tenga herederos.

En Buenos Aires también debían hacerse inventario judicial en aquellos supuestos


donde los herederos eran extraños o transversales por el interés de los derechos fiscales.
En dichas circunstancias excepcionales y especiales, el juez debía ordenar que, al alguacil
mayor, quien en aquel entonces era uno de los oficiales de la justicia, asociado al escribano
pase inmediatamente a la casa mortuoria. Estos aseguraban las habitaciones, arcas y
escritorios para luego recoger y poner bajo custodia los efectos y cosas preciosas, de gran
valor que pudieran llegar a ser sustraídas. En algunos supuestos extremos podía ordenarse
que se coloquen guardas en la casa y este se apoderaba de las llaves mientras se realizaba
el inventario.

En caso de sucesores ausentes o menores de edad, debía designarse un defensor,


tutor o curador según cual fuera el caso. El juez los designaba y ellos debían aceptar y jurar
el cargo. Asimismo, les correspondía señalar el día y hora en la que tenía que hacerse el
inventario.

III.e. Juicio de división y partición de herencia

Este juicio le sucedía al juicio de inventario. Su objeto era dividir y adjudicar la


masa de bienes hereditarios.

La partición podía realizarse sólo entre los que tienen un derecho cierto, en virtud
de ello el heredero que lo pretendía debería acreditar su calidad.

La partición podía ser judicial- en aquellos casos que intervengan menores y/o
cuando las partes así lo solicitaren- o extrajudicial en aquellos supuestos en los que los
mismos herederos lo convienen.

Tanto la judicial como la extrajudicial, podía ser solicitada por cualquiera de los
herederos mayores de edad17, es decir que podía interponerlo cualquier heredero por la
acción mixta18. A su vez, lo podrían solicitar también el tutor de menores y la viuda.

17
CASTRO MANUEL ANTONIO, op.cit.Pp. 234-237.
18
Título 8 lib. 5 de la Recop. de Castilla.

15
El juez competente era aquel que conocía sobre el juicio de inventario, en virtud
de la correlación de un juicio con el otro.

El procedimiento consistía en una tasación de bienes realizada por peritos con la


idoneidad suficiente para determinar de manera clara el valor de cada bien, y de ello se
corría traslado a las partes. En el supuesto de que alguno de los interesados no estuviera de
acuerdo con la tasación realizada por el experto, se designaba un nuevo perito a los efectos
de revisar la tasación cuestionada. El juez era quien aprobaba o no la tasación y en caso de
discordancia podría designarse un tercer perito para sanearlas. En dichas circunstancias,
los interesados perdían la oportunidad de oponerse.
Una vez firme la tasación se procedía a la partición, para lo cual resultaba
necesaria la designación de contadores partidores.
Los contadores partidores no tenían facultad para decidir, sino que debían sujetarse
a las decisiones judiciales. Tampoco podían pedir ni recibir dinero de las partes hasta tanto
el juez no regule los honorarios que por su labor le correspondía.

Realizada la partición por los contadores, la misma era entregada a los escribanos,
quien daba fe de haberla recibido y daban cuenta al juez de ese acto. Luego, el juez dictaba
el auto de aprobación ordenando que se entreguen a las partes las copias que correspondían.

Si en este momento procesal alguna de las partes no se encontraba conforme,


podía alegarlo y en tal supuesto el juez ordenaba correr traslado a los demás para sustanciar
dicha contradicción. En caso de resultar necesario podía llegarse a producir prueba.

Particularidades del testamento:

De los escritos que hacen los hombres en su muerte, a los que llaman codicillos

Codicillos en latín significa escritos pequeños que hacen los hombres después que
han hecho sus testamentos para crecer o menguar o mudar alguna de las mandas que habían
hecho en ellos.

Un hombre podía menguar o crecer las mandas que hubiese hecho en el


testamento; lo podía hacer todo hombre que sea mayor de catorce años y la mujer de doce
años, siempre que no sea de aquellos a quienes es prohibido. Puede ser hecho el codicilo
en escrito o sin él, solo que se acierten allí cinco testigos cuando lo hacen; y pueden ser

16
mandadas en él todas las cosas que pueden ser dejadas en el testamentos por razón de
manda.

Existen diferencias entre los codicilos y los testamentos, pues los codicilos bien
se pueden hacer, aunque no pongan en ellos sellos lo que los hacen ni los testigos que se
acertaren, mas pudiéndolos hacer ante cinco testigos. Puede hombre hacer muchos
codicilos y no revocar el uno al otro, fuera de sí dijere señaladamente aquel que lo hiciere
que el codicilo que había hecho, primeramente, que no quiere que valga. El codicilo no se
revoca, aunque nazca después hijo a aquel que lo hizo, más en los testamentos que se hacen
en escrito el contrario es de esto; y deben hacerse ante siete testigos rogados que se pongan
en él sus sellos, y el testamento primero se revoca por el postrimero, y otros í se quebranta
cuando naciere después hijo al que lo hace.

De las herencias que hombre puede ganar por razón de parentesco cuando el señor de ellas
muere sin testamento.

Ab intestato en latín quiere decir en romance como hombre que muere sin
testamento;

Esto puede darse en cuatro maneras:

1. La primera es cuando hombre muere y no hace testamento.


2. La segunda es cuando hace testamento no cumplido, no guardando la forma que
debe ser guardada en hacerlo.
3. La tercera es cuando el testamento que hizo se rompió por algún hijo que nació
después al testador. Hijo del cual no hizo mención en el testamento.
4. Si por ventura aquel que hizo testamento se dejó prohijar por otro, de manera
que pase a poder de aquel que lo prohijó.

La cuarta situación se da cuando se realizó testamento acabado estableciendo


heredero en él, y esta última desecha la herencia.

Tres grados o líneas de parentesco: la una es de los descendientes, así como los
hijos y los nietos y los otros que descienden por ella, la otra es de los ascendientes, así
como el padre y el abuelo y los otros que suben por ella; la tercera es de los de través, así
como los hermanos y los tíos y los que nacen de ellos.

17
De cómo deben ser guardados los huérfanos y los bienes que heredan después de la muerte
de sus padres.

Tutela en latín quiere decir en romance como guarda que es dada y otorgada al
huérfano libre, menor de catorce años, y a la huérfana menor de doce, que no se pueden ni
saben amparar; y tal guarda como esta otorga el derecho a los guardadores sobre las cabezas
de los menores, aunque no quieran o no la demanden ellos. Si el pleito fuere movido de
servidumbre a algún mozo de esta edad, bien le puede el juez dar un guardador que le
ampare la libertad y lo suyo. Otrosí decimos que el guardador debe ser dado para guardar
la persona del mozo y sus bienes, y no debe ser puesto por una cosa o por un pleito señalado
tan solamente.

En tres maneras pueden ser establecidos los guardadores de los mozos que queden
huérfanos. La primera es cuando el padre establece guardador de su hijo en su testamento,
al que llaman en latín tutor testamentarius, que quiere decir como guardador, que es dado
en testamento de otro. La segunda es cuando el padre no deja guardador del hijo en su
testamento y tiene pariente, pues entonces las leyes otorgan que sea guardador del huérfano
el que es más cercano pariente; y este tal se llama en latín tutor legitimus, que quiere tanto
decir como guardador que es dado por ley y derecho. La tercer manera es cuando el padre
no deja guardador a su hijo ni tiene pariente cercano que le guarde, o si lo tiene es impedido
en alguna manera que no lo puede o no lo quiere guardar; y entonces el juez de aquel lugar
le debe dar por guardador algún hombre bueno y leal, y a este guardador le dicen en latín
tutor dativus, que quiere tanto decir como guardador que es dado por albedrío del juez.

III.f. Sucesión ab intestato

El orden en las sucesiones intestadas era el siguiente, primero aquellos que eran
ascendientes y en caso de no existir, heredaban los colaterales hasta el décimo grado. Si
no existían ni ascendientes ni colaterales, heredaba la esposa y en caso de ausencia de esta
última heredaba el fisco.

Cada hijo heredaba por las cuartas quintas partes de la herencia. Los padres
heredaban dos tercios de la herencia de sus hijos cuando estos no tuvieran descendientes.

Cada testador tenía la libre disposición sobre un quinto de sus bienes, siempre que
tuviere ascendientes y descendientes. En caso de no tenerlo, disponía de un tercio de sus
bienes.

18
Por otro lado, existía la mejora del quinto, se trataba de que los padres que tuvieren
descendientes, podían disponer de todo o parte de sus bienes que componían ese quinto
disponible en favor de uno de sus descendientes.

También encontrábamos la mejora del tercio, era el caso de los padres que
disponían de un tercio de sus bienes, con el fin de que lo herede uno de sus hijos o
descendientes (podía ser en segundo grado).

Se podía desheredad a un heredero forzoso por causales de ingratitud. Pues, de no


ser así, quien era desheredado arbitrariamente podía atacar el testamento con la querella
inofficiosi testamenti19.

IV. CONCLUSIÓN

Luego de realizar un análisis sobre cómo ha evolucionado la regulación en materia


de sucesiones, comenzando por la antigua Roma hasta la actualidad, los autores de este
trabajo concluyen que la reglamentación actual de las mismas tiene un fuerte incipiente en
el derecho romano. No obstante, son notorias las modificaciones que este ha sufrido y como
es su actual redacción teniendo en cuenta que debió adaptarse al contexto histórico vigente.
Quienes han trabajado en esta monografía consideran que las reformas suscitadas fueron
necesarias conforme a que, el actual cuerpo normativo del Código Civil y Comercial de la
Nación no puede apartarse del principio de igualdad y no discriminación plasmados en
nuestra Constitución Nacional a diferencia de lo que sucedía antiguamente.

V. BIBLIOGRAFÍA

Libros:

19
LEVAGGI ABELARDO, “Manual de Historia del Derecho Argentino”, 1° edición actualizada, tomo II,
Buenos Aires, Ediciones Nexis Lexis Argentina Depalma, 2005.

19
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codificaciones”, Raíces y prospectiva, vol. II, Buenos Aires, 2004.
● ARGÜELLO LUIS, “Manual de derecho romano, historia e instituciones de
derecho romano”, 3° edición, Astrea, Buenos Aires, 1990.
● BONFANTE, PIETRO, “Instituciones de derecho romano”, 5° Edición, Madrid,
Reus, 2002.
● BORDA GUILLERMO, “Tratado de derecho civil parte general”,10° edición, t.
II, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2008.
● CASTRO MANUEL ANTONIO, “Prontuario de Práctica Forense”, Buenos
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● CASTRO MANUEL ANTONIO, “Prontuario de Práctica Forense”, reedición
facsimilar, noticia preliminar de Ricardo Levene, Buenos Aires, Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales-UBA, 1945.
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4° Edición, España, No-Books, 1891.
● FERRER FRANCISCO A. M. ,”Vélez Sársfield y algunos aspectos de las
sucesiones en el nuevo Código Civil y Comercial”, Recuperado de:
www.acaderc.org.ar el 18/06/2019.
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ampliada; Buenos Aires, Editorial Astrea 1997.
● ZORRAQUÍN BECÚ RICARDO, Historia del derecho Argentino, segunda
edición, tomo II, Buenos Aires, Editorial Perrot, 1996.

20
Documentos históricos:
● Las Siete Partidas del rey don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios códices
antiguos, por la Real Academia de la Historia, Madrid, Imprenta Real, 1897, t.I
Partida VI, Título I.

Fuentes recuperadas:
● SÁNCHEZ DOMINGO RAFAEL, “El testamento castellano en el siglo XVII:
institución jurídica al servicio de la muerte”, Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es el 18/06/2019.

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