Introduccion
Desarrollo: Niñez y adolescencia.
Ciclo vital
Desarrollo neurobiológico
Temperamento
Conductas de apego y vínculo afectivo
Resiliencia
Los afectos
El desarrollo cognitivo
Autocontrol y autorregulación
Desarrollo moral
Desarrollo del concepto de sí mismo
La personalidad
Integración de etapas y funciones evolutivas
Infancia
Adolescencia
La Familia
La Escuela
Tratamiento y rehabilitación
Barreras al tratamiento
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Tipos de tratamientos
Intervenciones preventivas
Modalidades de intervención
Adherencia al tratamiento
Evaluación: Indicadores
Bibliografía
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Página
Introducción
6
Página
o
Además, se consideró la relevancia de detectar e intervenir precozmente en esta
población, como un factor que influye positivamente en el pronóstico.
La presente publicación deriva del documento final elaborado por el doctor Alejan-
dro Maturana. Su propósito principal es entregar lineamientos técnicos para el
tratamiento de las niñas, niños y adolescentes con consumo problemático de dro-
gas, basados en un marco teórico específico que releva la perspectiva evolutiva y
de desarrollo, como punto de partida para el entendimiento y análisis de la pro-
blemática en cada individuo.
Por lo anterior, este documento se inicia con la caracterización del individuo niño,
niña, adolescente; una reseña respecto del ciclo vital, un detalle de la infancia y
adolescencia como etapas, describiendo algunas especificidades propias de ese
momento y del consumo de sustancias; una descripción de los factores protecto-
res y de riesgo en esta población, aún desde la perspectiva del desarrollo; final-
mente, se aborda la familia y la escuela. Luego se plantea el contexto en el que se
desarrollan las niñas, niños y adolescentes. Para ello se presentan elementos
epidemiológicos nacionales y perfiles de consumo, además, brevemente, se en-
trega una categorización de las sustancias de acuerdo a diferentes criterios rela-
cionados con la etapa que estamos considerando.
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Desarrollo
Niñez y adolescencia
Los estudiosos del desarrollo dividen toda la vida en períodos, determinando fac-
tores que influyen en el desarrollo de las personas y buscando una explicación, al
porqué ocurren ciertas conductas. Al haber una secuencia temporal se posibilita la
predicción del comportamiento y en algunos casos, la modificación u optimización
de ciertos factores, que gatillan las conductas, al generar algún tipo de interven-
ción.
Esta intervención se hace aún más relevante si tomamos en cuenta ciertos perío-
dos críticos de un ser, en su formación biopsicosocial. La niñez y la adolescencia
son dos etapas que implican vulnerabilidad, pero a la vez una alta plasticidad y un
enorme poder de reparación.
Se presentarán en los puntos siguientes el ciclo vital humano y las funciones evo-
lutivas relevantes en el desarrollo del niño, niña y adolescente. Se describirán
algunos aspectos de la niñez y la adolescencia, considerando ciertos niños, niñas
y adolescentes pertenecientes a grupos “específicos”, y ciertas conductas y ca-
racterísticas particulares. Y por último, se abordarán, los factores de riesgo y de
protección, así como la relación de esta población de niños, niñas y adolescentes
con la familia y la escuela.
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Ciclo vital
a
Desde el nacimiento a la muerte, como una flecha evolutiva, el ciclo vital es una
consideración esencial para una comprensión más completa de las complejidades
de la conducta humana, y es especialmente útil para predecir las dificultades que
se plantean en el curso del desarrollo humano.
Existen diversos modelos de comprensión del ciclo vital humano, que se caracte-
rizan por presentar supuestos subyacentes más o menos comunes. El primero
plantea que el desarrollo tiene lugar en etapas sucesivas y claramente definidas.
La secuencia se considera invariable, es decir, se produce en orden constante. El
segundo supuesto, que correspondería al principio epigenético propuesto por E.
Erikson, afirma que cada fase del ciclo vital se caracteriza por sucesos que deben
ser resueltos satisfactoriamente para que el desarrollo progrese sin alteraciones,
en caso contrario, las etapas posteriores reflejarán esta falla, ya sea en forma de
desadaptaciones físicas, cognitivas, emocionales y/o sociales. Un tercer supues-
to plantea que cada fase contiene un rasgo dominante, un complejo de rasgos o
punto crítico que la distingue de las fases anteriores o posteriores.
A la vista de los diversos modelos de conceptualización de las fases del ciclo vital
ha sido habitual organizar los períodos del desarrollo de una forma que represente
o integre las contribuciones de cada uno de los principales modelos y estudios. Las
etapas citadas más habitualmente son:
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Lactancia, etapa que dura hasta los 24 meses aproximadamente. El crecimiento
es tan rápido en este período, que los hitos de desarrollo se miden en término de
semanas. Existen importantes períodos de cambios, que están determinados por
ciertos indicadores, como, por ejemplo, los tres organizadores de la vida psíquica
descritos por Spitz: la sonrisa social (2 meses), la ansiedad ante los extraños (8
meses) y la aparición del No, como repuesta (14 meses).
En un primer momento la dependencia del niño hacia su madre es total hasta que
comienzan a aparecer conductas de independencia y autonomía. La dependencia
hacia una figura vincular significativa (habitualmente la madre) tiene importan-
tes efectos psicológicos. Según E. Erikson, el desarrollo de lo que denominó con-
fianza básica es resultado de una conducta materna coherente y afectuosa duran-
te la lactancia.
Por otro lado, algunos aspectos de la sociabilidad, como la disposición para acep-
tar nuevas personas, la habilidad para adaptarse al cambio y el estado de ánimo
general del niño, parecen ser rasgos de temperamento heredados que permane-
cen absolutamente estables con el tiempo (A. Thomas, Chess y Birch, 1968) y que
se manifiestan ya en esta etapa.
Pre-escolar (24 meses a 5 años). En esta etapa los niños progresan, especialmen-
te en el lenguaje y las actividades motrices, logrando una independencia conside-
rable. El desarrollo de la conducta social se caracteriza por el aprendizaje a ali-
mentarse por sí mismo, a ir por sí solo al baño y a intentar vestirse solo. Aunque
la fantasía y el juego dominan este período de desarrollo, también se produce un
cambio hacia el juego con los demás niños.
La identidad genérica (el sentido de pertenecer a uno u otro sexo, de ser varón o
mujer) queda firmemente establecida en esta etapa. El niño se va volviendo me-
nos egocéntrico, relaja los vínculos con su madre, dedica más tiempo al juego
imaginativo y domina la mayoría de las funciones corporales. A esta edad se apre-
cian miedos transitorios, pero que van desapareciendo paulatinamente.
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En el desarrollo de las capacidades cognitivas se verifica una aceleración, la que
junto con la creciente capacidad para controlar los impulsos emocionales sienta
las bases para el ingreso a la escuela.
Durante este período tiene lugar un cese aparente de la preocupación sexual. Los
niños y las niñas tienden a escoger amigos y a agruparse con niños de su mismo
sexo, aun cuando se vuelve más acentuada la conducta del rol sexual entre niños
y niñas.
En esta etapa los niños entran en las denominadas “operaciones concretas”. Por
lo tanto, su pensamiento llega a ser verdaderamente lógico. Son capaces de en-
tender conceptos complejos y de resolver problemas más complejos, sin embar-
go, su razonamiento está limitado al aquí y al ahora. La lógica les permite hacer
juicios morales más maduros, cuando ellos captan los conceptos de verdadero y
falso y llegan a ser menos egocéntricos. Están mejor capacitados para usar estra-
tegias que mejoren su memoria y pueden entender mejor los procesos implicados
en la comunicación y en el conocimiento. La habilidad de pensar lógicamente les
permite sacar provecho de la educación formal. El desarrollo cognitivo avanza en
gran parte dentro de la estructura de la escuela.
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La difusión de rol y la crisis de identidad son dos puntos centrales que caracteri-
zan la adolescencia. Con respecto a esta etapa, profundizaremos en capítulos
posteriores.
Edad adulta temprana o joven edad adulta (19 a 40 años). La magnitud del
rango etareo de esta etapa obedece a la gran cantidad de tareas evolutivas que se
concentran en la misma y que se describen a continuación. Característicamente,
la mayoría de las decisiones importantes que afectan el resto de la vida se hacen
durante este período. Estas decisiones incluyen la elección y entrada a un trabajo
o profesión, el cortejo y matrimonio, el establecimiento de amistades duraderas
y un sacrificio de las actividades anteriormente consideradas como juego. La
principal tarea a resolver en este período es la de la intimidad, entendiendo ella
como la capacidad para tener profundos compromisos personales con otro. Vaillant,
plantea que los trastornos emocionales que selectivamente afectan a este grupo
“reflejarían la angustia o protesta contra los fracasos de la intimidad”. También
Erikson, identifica la crisis de este período en torno al conflicto entre la intimidad
y el aislamiento.
Edad adulta media o edad adulta intermedia (40 a 65 años). Mogul, ha enuncia-
do una definición operativa de esta etapa señalando “es un período en que las
anteriores elecciones en áreas importantes de la vida y los sucesivos éxitos, fra-
casos, satisfacciones y decepciones se revisan y reelaboran en el contexto de las
antiguas aspiraciones y deseos, el reconocimiento real de las propias limitaciones
y la finitud de las oportunidades y del propio tiempo”.
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rrollo de la identidad. La búsqueda del significado de la vida es un punto impor-
tante. Las personas en este grupo de edad frecuentemente están atrapadas entre
los cuidados a los adolescentes y a sus padres ancianos. La tensión creada por
esta doble carga y por la conciencia del paso del tiempo en algunas ocasiones
origina la crisis de la edad media.
Edad adulta avanzada o edad adulta tardía (65 años en adelante). Se caracteri-
za por la aparición de nuevos cuestionamientos. Manifestaciones físicas que acom-
pañan al proceso de envejecimiento: disminución de la salud física y menor preci-
sión sensorial. Es primaria la necesidad de adaptarse a grandes pérdidas, como la
del trabajo, la del cónyuge y la de los amigos. En ambos sexos, según describió
Neugarten (citado en Kaplan, 1991), se produce el balance de una posición de
autoridad y el cuestionamiento de la anterior competencia de uno; las reconcilia-
ciones con personas significativas y con los propios logros y fracasos; la resolu-
ción de la aflicción por la muerte de los demás y la aproximación de la propia
muerte; el mantenimiento de un sentido de integridad en términos de lo que uno
ha sido más de lo que uno es, y la preocupación por el legado y por cómo dejar
alguna huella de uno mismo.
El ciclo vital alcanza su fin natural e inevitable con la muerte. Las personas deben
aceptar ese carácter inevitable. Una vez aceptado ingresan en las fases finales
del ciclo vital, como dijo E. Erikson, con una sensación de integridad más que de
desesperación.
Funciones evolutivas
relevantes en el desarrollo del niño, niña y adolescente
D esde una perspectiva longitudinal del desarrollo existen ciertas funciones fun-
damentales del ser humano, que toman especial importancia en las primeras eta-
pas del desarrollo, es decir, del desarrollo del aparato biopsicosocial del individuo
y en este particular momento del niño, niña o adolescente. Cada una de estas
funciones se correlaciona con las otras, estableciendo una red funcional, que hace
que el entendimiento del desarrollo sea complejo, al igual que la comprensión del
efecto directo que pueden producir estímulos o daños, incidiendo en cada una de
ellas.
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Página
e
a Desarrollo biológico
Desde hace mucho tiempo se sabe que las funciones integrativas superiores están
contenidas dentro de la corteza cerebral (Sherrington, 1906; citado en Lewis,
1985). La mente humana depende en parte del encéfalo el cual se desarrolla en
secuencia evolutiva, para varias estructuras y funciones biológicas.
Este fenómeno quizá ayude a explicar por qué el encéfalo inmaduro se recobra
más completamente de una lesión que cuando ya está bien desarrollado. El evi-
dente exceso de sinapsis explica, asimismo, la plasticidad del niño en desarrollo.
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El control neuroendocrino pasa por una secuencia evolutiva similar a la de la
mielinización. Así, el eje hipotálamo-hipofisiario gonadotropina-gonadal
(involucrado en la liberación de hormonas, neurotrasmisores, etc.) parece empe-
zar a funcionar durante la vida fetal y en los primeros años de la lactancia. En las
etapas preescolar y escolar su actividad llega a un nivel bajo. Por último, vuelve a
activarse en la pubertad. Este eje, se activa bajo condiciones de estrés, aumen-
tando en algún lugar del circuito los niveles de cortisol, que es una hormona fun-
damental en la activación defensiva del cuerpo contra el estrés, bajo condiciones
de intensa acumulación de angustia, rabia y depresión.
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Además de los cambios que ocurren en la neocorteza aparece una variedad de
cambios en las estructuras subcorticales. En ratas, los niveles de receptores a
dopamina en el nucleo accumbens (estructura que forma parte del circuito de
recompensa) aumentan dramáticamente entre los días 25-40 (Teicher y col., 1995)
una edad que cae justamente en la ventana del desarrollo referida como la adoles-
cencia en el roedor (Spears, 2000).
De este modo, aunque no está aún claro lo que estos cambios significan, lo que
parece que está ocurriendo durante la adolescencia es que los lóbulos frontales y
las otras estructuras señaladas se hacen cada vez más eficientes en relación a las
ejecuciones de la vida adulta. Se plantea, probablemente, que esta especializa-
ción del cerebro adolescente, al menos en parte mediada por la experiencia, pue-
da tener la posibilidad de alterarse en su desarrollo normal con el uso y/o abuso de
drogas en este período. Por ejemplo, con respecto al circuito de recompensa (que
integra al núcleo accumbens) dado que los receptores a dopamina en el núcleo
accumbens juegan un rol crucial en las propiedades de recompensa (producción de
placer) de las drogas, estos cambios podrían tener importantes implicaciones por
los incrementos en el uso de sustancias que a menudo ocurre en la adolescencia
(Apear, 2000).
b Temperamento
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tencia y la capacidad de atención. Asimismo, señalaron la existencia de tres tipos
temperamentales mixtos resultantes de la combinación de las categorías antes
mencionadas: temperamento de adaptación fácil, intermedia (lenta) y difícil.
El reto mayor respecto a la utilidad del estudio del temperamento quizás sea el de
establecer cuál es la contribución que hacia las respuestas adaptativas o
maladaptativas tienen los diferentes perfiles. Hay controversia, respecto a si
algunas conductas representan rasgos temperamentales que constituyen factores
de riesgo o si se trata de características propias del trastorno (Graham y Stevenson,
1987). Dado que la tendencia creciente es la de considerar la psicopatología bajo
la perspectiva tanto de factores de riesgo como de protección, se señalan las
siguientes asociaciones:
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Respecto a la protección, Werner y Garmezy (1989) han señalado el valor de
la actividad y de la sociabilidad en los niños resilientes (resiliencia es un
concepto que será abordado posteriormente).
Con el paso de los años se han podido identificar tendencias innatas que regulan la
forma como respondemos a las amenazas, al peligro, a las pérdidas, y que están
estrechamente relacionadas con la forma como nos vinculamos con personas sig-
nificativas, para asegurar la adaptación y como una manera de perpetuar la espe-
cie. Y es la familia el mejor contexto dentro del cual es posible prever las necesi-
dades específicas de cada uno de sus miembros.
El primero en desarrollar una teoría del apego a partir de los conceptos que apor-
tara la psicología del desarrollo, con el objeto de describir y explicar por qué los
niños se convierten en personas emocionalmente apegadas a sus primeros
cuidadores, así como los efectos emocionales que resultan de la separación fue
John Bowlby (Bowlby 1998). En este sentido, este autor parte del supuesto de que
la conducta de apego se organiza utilizando para ello sistemas de control propios
del sistema nervioso central, al que se le ha atribuido la función de protección y
supervivencia.
Se sabe que los niños que tienen una interacción positiva con su cuidador logran
internalizar la sensación de seguridad, lo que les permite ampliar sus emociones.
Ainsworth define tres estilos de apego en base a cómo responden los individuos
en relación a la figura de apego cuando están angustiados: seguro, ansioso-
ambivalente y evitativo (Ainsworth, citado en Buchheim & Mergenthaler, 2000).
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El apego seguro se da cuando la persona que cuida demuestra cariño, protección,
disponibilidad y atención a las señales del bebé, lo que le permite desarrollar un
concepto de sí mismo positivo y un sentimiento de confianza. En el dominio
interpersonal, las personas seguras tienden a ser más cálidas, estables y con
relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal tienden a ser más
positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo (Mikulincer, 1998).
La calidad del apego madre-hijo va a depender de lo que cada una de las partes
involucradas aporte a la relación, así como de la influencia directa que cada una
de ellas ejerce sobre la otra (Bowlby, 1998).
Lo cierto es que los estilos de apego son relativamente estables y según Bowlby, la
continuidad del estilo de apego se debe principalmente a la persistencia de los
modelos mentales del sí mismo y otros componentes específicos de la personali-
dad. Estos modelos logran mantenerse relativamente estables, justamente por-
que se desarrollan y actúan en un contexto familiar también relativamente esta-
ble (Stein, Koontz, Fonagy, Allen, Fultz, Brethour, Allen & Evans, 2002). Sin embar-
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r
go, los patrones de apego pueden cambiar en función de acontecimientos que
logren alterar la conducta de cualquiera de los individuos que formen parte de la
relación de apego.
Los estilos de apego continúan a lo largo del ciclo vital, y a través de las genera-
ciones. Las nuevas relaciones parecen afectarse por las expectativas desarrolla-
das en las relaciones pasadas (Waters, Hamilton & Weinfield, 2000). Hay autores
que han investigado cómo la transición de la infancia a la adolescencia temprana
influye sobre la organización de los estilos de apego, sugiriendo la posibilidad de
que sean activados ciertos mecanismos de evitación, sin los cuales no sería posi-
ble mantener una cierta distancia de las figuras parentales para desarrollar una
identidad personal más definida (Ammaniti, van Ijzendoorn, Speranza & Tambelli,
2000). Esto es importante tenerlo presente, ya que la adolescencia es considerada
un período de cambios y de continua reorganización de las representaciones de
apego, que se caracteriza por la reevaluación de las experiencias de vida que
llevan al desarrollo de la identidad (Zimmermann & Becker-Stoll, 2002). En este
sentido, las relaciones de apego se hacen más estables a lo largo del desarrollo, y
funcionan como un recurso de adaptación que asegura la formación de la identi-
dad. En esta misma línea, Cooper, Shaver y Collins (1998) observaron que los
adolescentes con un estilo de apego ansioso ambivalente presentaban un pobre
concepto de sí mismo, conductas de riesgo y niveles altos de sintomatología, al
igual que los adolescentes con estilo de apego evitativo.
d Resiliencia
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rante la primera infancia, de ahí la necesidad de promover desde temprano el
desarrollo de aquellas áreas que contribuyen a fortalecerla, para que se presente
y active cuando les toque enfrentar situaciones de conflicto.
Se ha definido a un niño resiliente como aquel niño o niña, que, a pesar de haber
vivido en situaciones adversas, trabaja bien, tiene buenas expectativas, tiene
facilidad de relacionarse con los demás, desarrolla factores sociales adecuados,
tiene una capacidad en la resolución de problemas, autonomía, sentido de propó-
sito y de futuro.
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Página
e Los afectos
La definición de lo que son los afectos hoy en día ha llegado a ser relativamente
simple y aceptada por los investigadores de diferentes escuelas. Los afectos son
estructuras psicofisiológicas, es decir tienen aspectos biológicos, fisiológicos y
aspectos puramente físicos, indisolubles desde el comienzo, y aspectos psíquicos
que incluye una experiencia subjetiva de placer o de dolor, positiva o negativa.
Porque los afectos tienen otra función, una función comunicativa. Los afectos
comunican a la otra persona y a sí mismo el estado general del organismo, tienen
un aspecto cognitivo de información interna, organizan el mundo y comunican a la
otra persona y, muy especialmente, el bebé comunica a su madre sus necesidades
antes de poder hablar. Los afectos son el primer lenguaje interpersonal.
La unidad fundamental del desarrollo cognitivo del niño o niña planteada por Piaget
es el esquema; es decir, un patrón de conducta en respuesta a determinado estí-
mulo ambiental. Sin embargo, el esquema no es una mera reacción, pues el niño
también actúa sobre el medio. El esquema se vuelve cada vez más complejo a
medida que el niño reacciona ante una variedad mayor de estímulos ambientales
y actúa sobre ellos. Cada vez se va produciendo un acto de modificación, que
Piaget denomina acomodación, que a su vez produce un nuevo equilibrio. Ambos
procesos, tanto el de asimilación como el de acomodación, van adquiriendo cada
vez mayor complejidad.
Etapa sensorio-motora (desde el nacimiento hasta los 18 meses). Desde las ma-
nifestaciones innatas, el niño va desarrollando diferentes funciones y adquiriendo
nuevos esquemas de funcionamiento, centrados generalmente en su cuerpo. A los
4-5 meses trata de producir efectos sobre objetos externos que manipula. Entre
los 8-9 meses empieza a advertir la existencia de objetos no percibidos u ocultos,
es decir, la imagen mental del objeto adquiere ya cierto grado de permanencia en
su mente (permanencia del objeto). Continúa explorando más detenidamente los
objetos y su relación espacial. Inicia cambios que causen variaciones en las cosas
y busca activamente eventos nuevos.
En esta etapa, las palabras ya han hecho su aparición. El lenguaje constituye ante
todo un acompañamiento de la acción que deriva de las imitaciones diferidas o
que se basa en ellas. Poco a poco se presenta un cambio y el lenguaje a semejanza
del juego se convierte en una representación verbal de una acción pasada. La
imitación diferida, el juego simbólico, las imágenes gráficas y el lenguaje consti-
tuyen lo que Piaget denomina función semiótica, o sea, la capacidad de represen-
tar algo (el significado) por medio de otra cosa (el significante).
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Etapa preoperacional (desde los 18 meses hasta los 7 años). Se advierte la apa-
rición del pensamiento simbólico y de la representación. El leguaje adquiere ma-
yor importancia al ir aprendiendo el niño a distinguir objetos concretos y las de-
signaciones con que se los indica. Y así, poco a poco, aprende a razonar en forma
simbólica en vez de motora.
Otra característica del pensamiento es el animismo. El niño cree que todo cuanto
se mueve tiene vida; cosas como las nubes o las piedras están provistas de moti-
vos y emociones. A su vez, los procesos mentales (entre ellos los sueños) se con-
sideran cosa que provienen del exterior.
El adelanto principal en esta etapa consiste en que el niño es capaz de aplicar los
principios lógicos fundamentales al campo de la experiencia y de los fenómenos
concretos, pero sin que sus percepciones interfieran en ello. Poco a poco sus
procesos de pensamiento lógico se organizan en una estructura de creciente com-
plejidad e integración, estructura que le permite afrontar al mundo circundante o
a reaccionar sistemáticamente ante él.
Una vez que el adolescente ha llegado a las conclusiones correctas mediante el uso
del pensamiento analítico, está en condiciones de dar un paso más: puede mani-
pular las conclusiones y deducir otros conceptos, y estas nuevas manipulaciones
son enteramente operaciones mentales, libres por completo de las observaciones
originarias.
Para Beck et al. (1979), una cognición es cualquier idea o evento con contenido
verbal o gráfico en la corriente de conciencia del sujeto. Las cogniciones se basan
en los esquemas desarrollados en experiencias anteriores. Los esquemas serían
las actitudes, supuestos o creencias que tiene el sujeto. Por tanto, las cogniciones
están supeditadas a estos esquemas. Así, en el esquema de Beck, las cogniciones
(pensamientos) conducen a los sentimientos; o, lo que es lo mismo, la cognición
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o
es previa y determinante del afecto, el cual determina a su vez a la conducta. Se
sigue, por tanto, la línea esquema-cognición-afecto-conducta.
Más recientemente Alford y Beck (1997), consideran que la cognición incluye las
estructuras teóricas necesarias para apoyar el procesamiento de la información.
Los esquemas son organizadores mentales de experiencias que influencian el modo
como la información es procesada y el modo como la conducta es organizada. Las
estructuras cognitivas pueden engendrar procesos y eventos cognitivos y afectivos,
y también pueden ser desarrollados al procesar acontecimientos y eventos (por él,
los eventos de vida estresante pueden ser la causa de esquemas que después
inciden negativamente en el individuo).
g Autocontrol y autorregulación
Fase 2: Modulación sensorio-motriz (desde los 2-3 meses hasta los 9-12 meses).
Una vez que los bebés llegan a la edad en que están despiertos más tiempo duran-
te el día, se vuelven conscientes de que sus acciones pueden afectar su entorno.
Sin embargo, ejercerán su influencia en su medio ambiente sólo cuando alguien o
algo llame su atención o dé respuesta a su conducta.
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Fase 3: Control (desde los 9-12 meses hasta los 18 meses o más). El control está
ligado al desarrollo de lo que Piaget describió como conducta intencional o dirigida
hacia una meta, pero está limitada a una situación específica. Los niños en esta
tercera fase todavía no tienen la habilidad cognitiva para generalizar y su memo-
ria es limitada. Lo que ellos pueden hacer puede reprimir el conocimiento de lo
que se supone que ellos deben hacer. Debido a que la autoconciencia, tan sólo se
está empezando a desarrollar, no comprende verdaderamente lo que significa con-
trolarse a sí mismo.
h Desarrollo moral
La conducta moral proviene, en parte, de las normas culturales básicas que go-
biernan la acción social internalizada por el niño. El desarrollo moral es el incre-
mento alcanzado por la internalización de dichas normas. Suele suponerse que el
mencionado proceso recibe el influjo del castigo y el premio, la identificación con
los padres como modelos y las oportunidades de encarnar papeles en el juego con
los coetáneos. El grado de internalización se mide basándose en la capacidad del
niño para resistir la tentación de quebrantar una regla cuando ni el castigo ni la
posibilidad de incumplimiento influyen en él. También se mide a partir del senti-
miento de culpabilidad y la capacidad de juzgar la conducta.
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Piaget describe el desarrollo del juicio moral en función de seis aspectos, todos
ellos conectados con el desarrollo cognitivo y al parecer derivadas de él. Las seis
dimensiones revelan una transición del juicio realizado basándose en las conse-
cuencias físicas externas inmediatas al que se emite a partir de valores internos
o subjetivos (Kohlberg, 1964).
Intencionalidad del juicio: los niños de corta edad tienden a considerar malo un
acto en función de sus consecuencias físicas concretas, en tanto que los de mayor
edad le dan ese calificativo según la intención que tenga el sujeto de causar daño.
Relativismo del juicio: los niños de corta edad piensan que un acto es totalmente
correcto o incorrecto y suponen que los adultos siempre tienen la razón. Por el
contrario, los niños mayores advierten la posible diversidad en las ideas del bien
y del mal.
Empleo del castigo para hacer restitución y enmendarse: los niños pequeños
proponen imponer castigos dolorosos y fuertes a las faltas, en cambio, los mayo-
res se pronuncian a favor de castigos menos severos que también propicien el
cambio de quién comete la falta.
Ideas naturalistas sobre las desgracias: hasta los 6-7 años los niños piensan que
las desgracias o accidentes que están antecedidos por actos malos son un castigo
de una fuerza superior (por ejemplo: Dios). Los niños de mayor edad no estable-
cen por lo general ese nexo.
Basándose en las ideas de Piaget en relación a las etapas del desarrollo cognitivo,
descritas anteriormente; Kohlberg (1964) ha propuesto tres niveles fundamenta-
les del desarrollo del juicio moral:
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Nivel I. Premoralidad (o moralidad preconvencional).
Tipo 1. Orientación hacia el castigo y obediencia (es decir, sumisión
a la fuerza superior de los padres).
Tipo 2. Hedonismo instrumental primitivo (esto es, se obedece pero
sólo con la esperanza de recibir un premio).
“¿Quién soy yo en el mundo? Ah, este es el gran enigma”, dice Alicia en el país de
las maravillas, después que su tamaño había cambiado repentinamente otra vez.
Resolver el enigma de Alicia supone un proceso de toda la vida en el conocimiento
y en el desarrollo de sí mismo.
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mo. Cerca de los tres años, los niños piensan en ellos más en términos externos:
cómo parecen, cómo viven, que hacen. Sólo a los 6 – 7 años los niños comienzan a
definirse ellos mismos en términos psicológicos. Desarrollando un concepto de
quiénes son (el yo verdadero) y de cómo quieren ser (el yo ideal). Cuando termi-
nan este proceso de entenderse a si mismos, los niños han hecho un progreso
importante, del control de sus padres hacia su autocontrol.
Parece ser que no hay nada más personal que el sentimiento del yo. Pero la mayo-
ría de los investigadores ven el autoconcepto como un fenómeno social, “el punto
de convergencia entre el individuo y la sociedad”.(Markus y Nurius, 1984). La
preadolescencia (a fines de la etapa escolar) parece ser el tiempo señalado para
este encuentro. Las capacidades, actividades y contactos sociales, en aumento
en este período, están acompañados por responsabilidades cada vez mayores.
Los niños empiezan a regular su comportamiento no sólo para conseguir lo que
quieren y necesitan, sino también para responder a las necesidades y deseos de
los otros.
A medida que se esfuerzan por llegar a ser miembros que funcionen en una socie-
dad, los niños deben realizar varias tareas importantes que contribuyen al desa-
rrollo de su autoconcepto. Según Markus y Nurius (1984), ellos deben:
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Página
j La personalidad
Entre las influencias ambientales hay que tener en cuenta que no sólo es relevante
el hecho en sí, sino también cuándo ocurre, ya que existen períodos críticos en el
desarrollo de la personalidad en los que el individuo es más sensible a un tipo
determinado de influencia ambiental.
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Página
k Integración de etapas y funciones evolutivas
Todas las funciones evolutivas analizadas hasta este punto se van integrando
paulatinamente en la medida que el desarrollo avanza. Las relaciones e
interacciones se van haciendo más complejas, haciendo que cada etapa se carac-
terice como un todo y no simplemente como la yuxtaposición de partes.
Cada etapa del desarrollo normal es un adelanto respecto a la anterior. Cada una
de ellas se sobrepone a las anteriores, pues las estructuras y funciones construi-
das en una determinada edad se integran a las que antecede.
Al dar una mirada integral del individuo, en una perspectiva evolutiva, podremos
probablemente, evaluar e intervenir en forma eficiente y oportuna.
El consumo de sustancias puede, desde el período fetal y en todas las etapas del
desarrollo, incidir negativamente y de distinto modo en los distintos ámbitos del
desarrollo biopsicosocial. En los capítulos posteriores, se revisa cómo se inserta
el consumo se sustancias en las distintas etapas, cuál es la magnitud de las difi-
cultades en relación a prevalencia y perfiles de consumo en niños, niñas y adoles-
centes, cuáles serían las etapas del diagnóstico de este individuo con conductas
de riesgo y, por último, cuáles serían las intervenciones y las modalidades de
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abordaje pertinentes a este grupo de niños, niñas y adolescentes.
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Infancia
E n las ciencias sociales los enfoques teóricos respecto a la infancia se encuen-
tran en un proceso de revisión. Los enfoques hasta hoy usados son cuestionados
como "adultistas" por concebir la infancia solamente como etapa de preparación a
la vida adulta. Contra eso está ganando importancia un enfoque desde la perspec-
tiva de los niños y niñas, más sensible para el presente y la vivencia cotidiana de
ellos, tomando en cuenta sus propias visiones y aportes a la sociedad.
Cada vez más, va apareciendo la idea de los niños y niñas como “sujetos acti-
vos”. Esto se logra constatar, principalmente, con el reconocimiento creciente de
los niños como "sujetos de derechos" y la autonomía avanzada de los niños como
actores competentes frente a las nuevas tecnologías y medios de comunicación, y
como consumidores conscientes.
Por otro lado, se constata, que la ampliación del espacio de actuación junto con la
responsabilidad creciente lleva para los niños nuevas cargas y riesgos. Esos se
ven marcados principalmente en la obligación de tomar de forma temprana deci-
siones sobre su vida, sin poder construir esencialmente su futuro. Se supone,
según lo plantea Manfred Liebel (2003), “…que la celebración del nuevo "sujeto
autónomo" corresponde a la flexibilización de las relaciones entre infancia, fami-
lia, mercado y Estado, privatizando los costos sociales anteriormente asumidos
por el Estado, los que sirven para que los niños se adapten previamente al merca-
do "flexibilizado" del “trabajo” y consumo”.
En el ámbito de las drogas se define que “los Estados partes adoptarán todas las
medidas apropiadas, incluidas medidas legislativas, administrativas, sociales y
educacionales, para proteger a los niños/as contra el uso ilícito de los estupefa-
cientes y sustancias psicotrópicas enumeradas en los tratados internacionales
pertinentes y para impedir que se utilice a niños/as en la producción y el tráfico
ilícitos de esas sustancias” (artículo 33, de la Convención citada).
Los derechos, de los cuales es titular todo niño, niña o adolescente abarcan todos
los recursos culturales y aspectos de la vida en sociedad. Se requiere de la
generación de las condiciones necesarias para el ejercicio de los Derechos, desta-
cando la necesidad de un trato especial, acorde a su edad, madurez y/o etapa
evolutiva. En definitiva, la aplicación de la Convención Sobre los Derechos del
Niño y de la Niña desafía la comprensión de la niñez, la crianza, la educación y las
relaciones sociales.
39
Página
crecimiento y desarrollo normal (Ward, Walkman y Wartella, 1977; Mc Neal, 1987).
Si bien los padres son los agentes primarios de socialización de los niños, el apren-
dizaje de los patrones de comportamiento del consumidor es el resultado de la
influencia que ejercen muchas otras personas y muchos otros objetos (inanima-
dos y animados).
2. Pedido. Esta etapa se caracteriza por la capacidad de los niños de pedir artícu-
los de consumo, principalmente productos alimenticios, primero por medio de
gestos, luego con una palabra y más tarde con oraciones, según se desarrolla el
leguaje.
40
Página
4. Coadquisición. Después de seleccionar regularmente los productos con autori-
zación de los padres y presenciando como ellos pagan por dichos productos, los
niños, en su deseo de desempeñar el rol de adultos, quieren participar activamen-
te en el proceso de intercambio. Con la autorización de los padres y al principio
con mucha ayuda, el niño realiza su primera coadquisición tomando el producto
del estante y dando dinero al cajero. Si bien el niño apenas entiende el concepto
de dinero, éste es suficiente para permitirle llevar a cabo el episodio completo del
consumidor, el cual incluye querer, buscar, adquirir y utilizar un producto. Así pues,
en la cuarta etapa, con una edad media de 5 años y medio, los niños empiezan a
desempeñar el papel de consumidores primarios.
41
Página
42
Página
Etapas de desarrollo del comportamiento del consumidor
Producto Tiendas
Etapa Descripción Edad Media Resultados involucradas
involucrado
Observación Primera visita a una fuen- Primeras impresiones del Supermercados (78%)
te comercial proveedo- 2 meses mundo mercantil a través Tiendas mayoristas (9%)
Ninguno
ra de bienes y servicios de colores, formas, soni-
dos, olores, texturas
Pedido Pedido de un producto Primera entrega de objetos Cereales (47%) Supermercado (76%)
cuando se está ante él que satisfacen sus necesi- Golosinas (30%) Tienda mayorista (11%)
2 años
gesticulando, señalando dades de una fuente co- Juguetes (21%) Tienda de juguetes (7%)
con palabras mercial a través de sus pro- Centro comercial (3%)
pios esfuerzos físicos
Selección Tomar productos inde- 3 ˚ años Primera entrega de objetos Cereales Supermercado (56%)
pendientemente de los que satisfacen sus necesida- Juguetes Tienda mayorista (23%)
estantes des de una fuente comercial Golosinas Tienda de juguetes
a través de sus propios es- Libros (11%)
fuerzos físicos Ropa Centro comercial (7%)
Coadquisición Primera compra de un Primera experiencia con el Juguetes Tienda mayorista (43%)
producto deseado con la 5 ˚ años
proceso de intercambio en Golosinas Tienda de juguetes
ayuda de los padres el que se da dinero a cam- Artículos de regalo (23%)
bio de productos Ropa Supermercado (19%)
Cereales Centro comercial (16%)
Los hogares con dos sueldos aumentaron. Muchas madres, bajo circuns-
tancias de elevación del costo de vida o bien con posibilidades de ejercer o
de ingresar al mundo laboral, dio a la familia la posibilidad de tener más
dinero para gastar. Este aumento absoluto del ingreso familiar permitió a
los padres destinar o proporcionar dinero adicional a sus hijos.
43
Página
Los abuelos “volvieron” a ser importantes. Los abuelos tienden a gastar
más por juguete que lo que gastan sus padres, y una de lasa fuentes de
ingreso de más rápido crecimiento para los niños es precisamente, el dine-
ro que viene de los abuelos.
Por otra parte, si bien es posible categorizar los tipos de consumo en el caso de niños,
la experiencia apunta a que en esta población no existiría un consumo no problemáti-
co. Es decir, en menores de 10 años, dados los argumentos entregados por los ejecutores
de programas que intervienen en esta población (mesa técnica CONACE 2002) se
sugiere hablar de consumo problemático o de consumo en alto riesgo o, por último, de
consumo que puede llevar rápidamente a un daño, al parecer por la cantidad de facto-
res de riesgo que se acumulan en un niño o niña que consume.
44
Página
Los argumentos que apoyan esta propuesta son los siguientes:
Está claro que los niños pueden tener diferencias de consumo de acuerdo a
la etapa de desarrollo en que se encuentren, pero el sentido que está tras el
consumo en la niñez tiene siempre una raíz que dice relación con importan-
tes carencias presentadas tanto en el ámbito de las necesidades básicas y
acceso a servicios, como en el ámbito vincular y de relaciones afectivas con
su familia de origen.
45
Página
consecuencias presentes y futuras del consumo, debido a la etapa del desarrollo
del pensamiento en que se encuentra.
46
Página
c
segundo lugar, en la Región Metropolitana con un 18,5%, en tercer lugar, la X
Región con el 16,3%, y la V Región, con un 13,9%, en cuarto lugar.
Ambos grupos, a la vez, son atravesados por otras características, tales como
situaciones de explotación laboral, de abuso y explotación sexual.
Es así como estos niños pasan la mayor parte del tiempo en la calle, pero mantie-
nen ciertos vínculos con algún adulto significativo, al interior de su medio familiar
y por tanto, tiene la opción de mantenerse como niño en la calle y no pasar nece-
sariamente a ser un niño de la calle. En general, las edades fluctúan entre los 4 a
los 8 años, edad en donde comienza a producirse el tránsito hacia convertirse en
niños de la calle. La mayoría de estos niños pasa la mayor parte de sus vidas en las
calles mendigando o dedicados a servicios informales, para complementar los
ingresos de sus familias.
Niños de la calle: son niños que en su mayoría han realizado el tránsito definitivo
“a la calle”, producto de las condiciones de vida y de las situaciones de vulnerabi-
lidad o daño, sufridas o del abandono por parte de las figuras parentales y/o
47
Página
cuidadoras. La edad promedio del inicio “de la calle” es a los 8 años aproximada-
mente, siendo los 10 años la edad en que pierden todo vínculo con las familias de
origen y no cuentan con personas, instituciones o instancias que regulen, normen
o limiten sus conductas.
Se asocian a otros pares de las calles, formando las denominadas “caletas” en las
cuales reproducen el sistema familiar tradicional, a través de la asunción de cier-
tos roles con los pares, ya sea de protección, liderazgo o de ser protegido. Así se
van conformando verdaderas familias que suplen, a través de estas figuras rea-
les, a aquellas simbólicas e imaginarias que han abandonado o que, en la mayoría
de los casos, los han abandonado.
Adolescencia
La necesidad de hacer visible esta etapa del desarrollo, históricamente poster-
gada entre la niñez y la adultez, permitirá reconocer la existencia de sujetos que
transitan por ella. La especificidad de esta etapa y, a la vez, las características
específicas de los sujetos que la viven exigen plantear una mirada, un abordaje o
una intervención diferente, a la acostumbrada perspectiva adultocéntrica (desde
el adulto, para los adultos y con los adultos).
48
Página
a Aspectos generales y definiciones
La adolescencia fue considerada por largo tiempo como etapa de tránsito entre la
niñez y la adultez, sin dedicarle mayor preocupación. A partir del siglo XX, con la
evolución del mundo moderno y tecnológico, esta etapa ha ido adquiriendo cada
vez más importancia; involucra mayor número de años en la vida del individuo y el
porcentaje de la población que se encuentra en este grupo es también importan-
te.
Sin embargo, una de las definiciones más conocidas y aceptadas por los que se
dedican al área de la adolescencia ha sido elaborada por la OMS (1975). Esta
define la adolescencia como la etapa en que desde el punto de vista:
49
Página
no de esta etapa resultaría más bien variable de un individuo a otro, intentando,
en la medida de lo posible, no usar un criterio cronológico, sino más bien el logro
de los procesos antes mencionados.
Dina Krauskopf (2000), desde una perspectiva de las tareas evolutivas, nos plan-
tea tres subetapas en el desarrollo adolescente, de acuerdo a tres tipos de preocu-
paciones:
Muchos son los autores que intentan dar una definición de la adolescencia, ya sea
por un interés clínico, sociológico, epidemiológico o político.
Si bien el criterio cronológico que se elige aquí es de orden práctico, este debe ser
complementado, en todo momento con los criterios referidos a tareas evolutivas
y características particulares del proceso, que serán descritas y analizadas más
adelante.
50
Página
b En busca de un modelo comprensivo
Medio ambiente
Empleo-Ingreso Hogar-vecindad-escuela
Participación Social
Seguridad Medios de Comunicación
Políticas Integrales
Comunidad Cultura
○
económica/Financiera
○
○ ○
Empoderamiento
○
○
○ ○
○
○
○
○
○ ○
Familia
○ ○
○
○ ○
○
○ ○
○
○
○
○
○
○ ○
○
○
○ ○
○
○
○ ○
Desarrollo
de Adolescentes
○
○
○
○
○
○
○
○ ○
○ ○ ○
○
○
○ ○
○ ○
○
○
○
○ ○
○
○
○
○
○
Servicios de promoción y de
○
○
Educación, habilidades
○
○
y aspectos éticos
○
Derechos
Competencias y redes
y Ciudadanía
Salud y Bienestar
Justicia
51
Página
salud, empleo, justicia y bienestar (OMS, 1989). UNICEF agrega la necesidad de
un macroambiente que los apoye, creado por las políticas y la legislación, los
valores de la sociedad, los modelos de roles positivos, y las normas de conductas
con apoyo de los medios de comunicación.
52
Página
variación individual. Los procesos cognitivos se hacen más objetivos y analíticos.
Aparecen jerarquizaciones en su pensamiento, lo que hace que sobresalgan dife-
rentes intereses, capacidades, habilidades y talentos que son ensayados experi-
mentalmente y valorados en el fortalecimiento de la autoestima, por la bibliogra-
fía.
Al retirar la energía mental de los padres, esta queda libre y puede seguir dos
caminos. El más frecuente es depositarla en personas o intereses del mundo ex-
terno, lo que explica la gran facilidad para establecer relaciones intensas y transi-
torias con personas o actividades, generalmente ideológicas, artísticas o deporti-
vas. El otro camino para la energía mental que ha quedado flotando es volverla
hacia el mundo interno, lo que se expresa en grandes retracciones del mundo real
que los hace ser ensimismados, casi autistas; cuando el individuo logra canalizar
esta energía mental lo hace buscando objetos que le hagan sentido, por lo tanto,
son sujetos que están la mayor parte de las veces fuera del hogar, en una búsque-
da y experimentación constante de nuevas vivencias y contactos afectivos. Esta
característica del período de adolescencia es vista desde el mundo adulto, como
un aumento en el riesgo, pues, es lo que lo lleva a experimentar en distintas
conductas de riesgo, por ejemplo, el uso de drogas.
53
Página
Otro elemento a considerar en el sujeto adolescente es la gran importancia que
adquieren para el individuo los órganos de los sentidos, lo que permite una per-
cepción hiperaguda de la realidad, con especiales características. Tal vez esto
ayude al yo a aferrarse al mundo de los objetos significativos, que está en cons-
tante riesgo de perder. La naturaleza y las manifestaciones artísticas se descu-
bren en toda su belleza y experimentan en relación con ellas estados emocionales
exaltados. También se pueden observar sentimientos de omnipotencia en los es-
tados autoprovocados de dolor, esfuerzo y agotamiento físico, que son típicos de
los adolescentes. Aquí aparece la importancia del yo corporal, que les permite
mantener la identidad, cuando el “yo psicológico” está envuelto en tantas vicisi-
tudes.
Segundo nacimiento, alas de libertad, adiós a la infancia, años salvajes; las me-
táforas son numerosas para evocar la adolescencia. Este largo período de trans-
formación entre la infancia y la edad adulta revela, en efecto, múltiples aspectos,
múltiples rostros.
Rostros que se irán determinando por las distintas transformaciones que se van
produciendo gradualmente en fases desorganizativas y en otras de mayor organi-
zación. Como consecuencias de estos importantes cambios y adquisiciones de
capacidades, el concepto que tiene el adolescente de sí mismo y su relación con el
mundo cambia, generando tensiones y preocupaciones que muchas veces lo llevan
a manifestar conductas desadaptativas o incomprensibles para los adultos. En
este sentido se puede decir que la adolescencia es potencialmente crítica sin
embargo, en que estos cambios afectan la vida personal y social del joven depen-
54
Página
de de las habilidades y experiencias ya adquiridas en la infancia y de las actitudes
de quienes lo rodean en ese momento.
55
Página
Esta trasgresión puede llegar también como respuesta a espacios de sometimien-
to y de vulneración de derechos que el mundo adulto tiende a hacer de los adoles-
centes y jóvenes.
De este modo, parece ser que el espacio de trasgresión para los adolescentes se
reduce a ciertos temas como, por ejemplo, las relaciones sexuales, o bien, el
consumo de drogas vinculado habitualmente a sus espacios de tiempos libres.
Contravienen el orden social establecido, viviendo cada acto (o paso al acto) como
una provocación frente al mundo adulto y sus normas.
Por otra parte, en algunos casos, el grupo de iguales puede constituir un factor de
riesgo importantísimo en esta etapa, representando una caja de resonancia o un
amplificador potentísimo de conductas inadecuadas, siendo muy difícil para el
joven resistir la presión. Sin embargo, conviene apuntar que la vulnerabilidad a la
presión de grupo puede ser modulada en gran medida por los recursos personales
del menor, tales como la autoestima, asertividad, habilidades sociales, etc.
En relación al grupo de pares varones, el riesgo principal está relacionado con los
tipos de comportamiento y socialización fomentados por él. El grupo de pares
varones es el lugar donde los chicos “prueban y ensayan los papeles de macho” y
es este mismo grupo que hace vida en la calle y juzga qué actos y comportamien-
tos pueden considerarse “viriles” (Mosher y Tomkins, 1988). Sin embargo, las
versiones de virilidad que a veces fomenta el grupo de pares varones pueden ser
homofóbicas, crueles en sus actitudes hacia las mujeres, y apoyar la violencia
como forma de demostrar la propia hombría y resolver los conflictos.
56
Página
Susceptibilidad frente a las presiones del entorno. Los y las adolescentes pue-
den ser particularmente sensibles a las campañas de publicidad diseñadas para
asociar el consumo de drogas, como, por ejemplo, el alcohol, con una determina-
da imagen. “Temas relacionados con la identidad y la imagen pública, la curiosi-
dad y las ganas de experimentar sensaciones nuevas … pueden aumentar de for-
ma sustancial la susceptibilidad general frente a la publicidad y otras influencias
sociales que promueven el uso de sustancias” (Botvin, 1996). También se presen-
ta la sensibilidad a las presiones del propio grupo de pares. En los adolescentes, la
presión del entorno los hace utilizar su cuerpo y sus conductas como soporte de
una discusión social en la que el objetivo es diferenciarse de otros y, a la vez,
buscar un parecido reasegurador con los otros” (Marcelli y Braconnier, 1993).
Para Carmen Arbex (2002), en el logro del entendimiento global de esta etapa es
fundamental plantearse la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las características
socioculturales de nuestra sociedad actual en que se están socializando los
adolescentes?
Para dar una respuesta es necesario considerar algunos valores y actitudes vitales
que están definiendo, según numerosas investigaciones, a cierta parte de la ado-
lescencia y que podrían ser posibles explicaciones de los comportamientos
descontrolados en ciertas ocasiones, sobre todo en ratos de tiempo libre.
58
Página
El presentismo. Una sociedad que plantea vivir aquí y ahora, hace que muchos
individuos insertos en ella sean marcados por este modo de funcionamiento. A los
jóvenes el futuro se les presenta incierto y no sintiéndose motivados por los estu-
dios, y ante un panorama laboral poco optimista, optan por vivir el día (Arbex,
2002).
En relación a este tópico, Laespada y Pallares (2001) plantean: “Se potencia con-
tinuamente el sentir, el placer, el bienestar… y los sujetos se vuelven cada vez
más incapaces de soportar el más mínimo malestar, sufrimiento… Los adolescen-
tes socializados en esta cultura (la generación mimada) se hallan inmersos en la
búsqueda de la satisfacción y el placer inmediato de la emoción, de aquello que
estimule sus sentidos y se encuentran excesivamente sometidos a las incitacio-
nes del medio ambiente”.
Entre los adolescentes de Estados Unidos con pocos ingresos, las adolescentes
aprenden más a menudo cómo abordar el dolor y las emociones – y se les permite
hacerlo – producidos por las frustraciones de vivir con escasos recursos y en un
entorno violento; no así los muchachos (Nightingale, 1993). De esta manera, los
chicos están en desventaja si tienen menos oportunidades y se sienten reprimi-
dos para expresar emociones asociados a circunstancias adversas y acontecimientos
estresantes de la vida (Cohler, 1987; Barrer, 1998).
59
Página
e Aspectos específicos a considerar en los adolescentes
Género
60
Página
cas y la forma en que normas de género influyen en la salud de hombres y mujeres
directamente.
A pesar que no se puede perder de vista que los varones jóvenes y adultos como
grupo tienen privilegios y ventajas sobre las mujeres jóvenes y adultas, las nue-
vas perspectivas dan a entender que el privilegio masculino no es una estructura
monolítica que distribuya una porción igual de ventajas a cada varón. Además, en
otros casos, puede ser que los “costos” de la masculinidad superen a las ventajas
y privilegios. Ser educado para no expresar emociones, para no tener relaciones
estrechas con otros niños, para utilizar la violencia con miras a solucionar conflic-
tos y mantener el “honor”, y para trabajar a una edad temprana, son algunos de
los costos de ser hombres.
La OMS estima que el 70% de las defunciones prematuras entre los adultos se debe
a pautas de comportamientos que surgen en la adolescencia, como el tabaquismo,
la violencia y el comportamiento sexual. En México, Keijzer (1995) encontró que
las tasas de mortalidad para hombres y mujeres son más o menos iguales hasta
los 14 años. En ese momento la mortalidad masculina empieza a aumentar y es el
doble para los varones jóvenes de 15 a 24 años.
62
Página
Estos patrones de género en las formas de soportar el estrés también pueden
verse desde la perspectiva de la especificidad de género en el caso de los suici-
dios. Según informe del Programa de Desarrollo y Salud Adolescente de la OMS
(1998), en todo el mundo, entre 100.000 y 200.000 adolescentes cometen suicidio
anualmente, mientras posiblemente 40 veces más intentan suicidarse. Además,
las tasas de suicidio entre muchachos y muchachas, hasta los 9 años son idénti-
cas. De los 10 a 14 años, los varones cometen el doble de suicidios que las muje-
res y de los 15 a 19 años, cuatro veces más.
Con respecto al consumo de sustancias se puede indicar que aunque las estadís-
ticas a menudo no están separadas por sexos, es probable que los varones fumen,
beban y tomen más drogas que las muchachas. En cifras de UNICEF, el 17% de
adolescentes varones entre 15 y 19 años fuman de manera regular, el 16% utiliza
tranquilizantes de forma ocasional y el 3% ocasionalmente utiliza estimulantes
(UNICEF, 1998). En estudio nacional de adolescentes en Estados Unidos (Blum y
Rinehart, 1997) se encontró que al alcanzar la edad del “college” varones y muje-
res fumaban, bebían y tomaban drogas de forma similar, pero varones más jóve-
nes (de 11 a 14 años) bebían dos veces más que las mujeres (6% v/s 3%) y con
mayor uso de drogas ilegales (9% v/s 6%). Los hombres adolescentes también
tienen más probabilidad de decir que toman drogas para estar en “la onda”. Los
estudios en Estados Unidos descubren que los adolescentes, tanto varones como
mujeres de alrededor de 13 años, participan casi por igual en “carretes” de bebi-
das alcohólicas (definidas en el estudio como cinco o más copas seguidas). A los
18 años, el 40% de los muchachos tiene este comportamiento frente a menos del
25% de muchachas (Kantrowitz y Kalb, 1998).
El consumo de sustancias, sobre todo de alcohol, suele formar parte de una cons-
telación de comportamientos de riesgo de los varones, incluida la violencia y la
activad sexual sin protección. En todo el mundo el consumo de sustancia se rela-
ciona con una gama de problemas que se asocian a menudo a los adolescentes
varones: la violencia, los accidentes y las lesiones (Senderowitz, 1995).
63
Página
Entre las conductas de exploración y de experimentación que se inician en la
adolescencia se encuentra la actividad sexual, más específicamente las relacio-
nes sexuales.
Un estudio realizado por el SERNAM (Chile, 1997) muestra que en la Región Metro-
politana el 39,8% de los adolescentes escolares ha iniciado actividad coital (47,4%
de los hombres y 31,8% de las mujeres). El porcentaje de adolescentes con activi-
dad sexual varía de acuerdo al nivel socio económico, siendo más frecuente en el
bajo, seguido por el medio y, por último, por el alto. La edad de inicio de la
actividad sexual es de 15 años para el hombre y 16 años para la mujer. Por otra
parte, entre los adolescentes con actividad coital, el uso de métodos anticonceptivos
es escaso y poco consistente en el tiempo. Tres cuartas partes de ellos no los usa
en su primera relación sexual y sólo un tercio lo utiliza frecuentemente.
64
Página
do la última vez que tuvieron relaciones sexuales. El 13% dice haberlas usado para
sentirse más cómodo con su pareja sexual.
Por otro lado, la mayoría de los adolescentes franceses infectados por el VIH lo han
sido en período perinatal a partir de una madre seropositiva. Para los adolescen-
tes, el riesgo de contaminación activa respecto de una experiencia con drogas
inyectables o bien en relación a conductas sexuales permanece estadísticamente
bajo.
No es fácil determinar las razones por las cuales el adolescente consume sustan-
cias; además, la multiplicidad de las sustancias y la heterogeneidad de los consu-
midores no facilitan las cosas. Por lo tanto, es necesario reconocer que a pesar de
las muchas racionalizaciones que pueden hacerse, son tanto o más importantes
65
Página
las motivaciones. Las primeras motivaciones que aparecen ligadas al consumo de
sustancias en la adolescencia son, al parecer, en primer lugar la curiosidad y
luego el placer, aunque afortunadamente muchos de los jóvenes se dan cuenta
que la satisfacción es momentánea. Los que continúan con el consumo indicarían
una tercera gran motivación, la del “soporte artificial”, es decir, adolescentes
que no encuentran en su vida personal o relacional, en sus actividades cotidianas
o en sus reflexiones propias, los medios para relajarse, y sólo lo hacen mediante
un producto químico que les aportaría los espacios y los recursos necesarios que
no encontrarían en sus vidas a través de medios naturales.
Tipo de Consumo
Características
Recreativo Autoterapéutico Adictivo
Efecto buscado Euforizante Ansiolítico Anestesiante
Modo social de Solitario Solitario y
En grupo
consumo (en grupo) en grupo
(Relación entre los tipos de consumo, el sentido del consumo y las características
del contexto en un individuo).
66
Página
La necesidad de cambios, por un lado, y la de toma de decisiones, por otro,
explican la vulnerabilidad psíquica potencial del adolescente. Este terreno de vul-
nerabilidad es vivido en cierto modo amenazante, presentándose tres tipos de
amenazas que rodean al adolescente y su vivencia del mundo:
La amenaza adictiva, que resulta de la renuncia que toda elección trae consigo,
en particular las elecciones identificatorias y afectivas. Cuando el adolescente no
puede aceptar esta renuncia, está tentado a afirmar su independencia con rela-
ción a otros, recurriendo a la manipulación de un producto, en una conducta
repetitiva de modo de preservar su sentimiento de control.
Por otra parte, J. Guillaumin (1996) cita dos puntos en que se organizan la proble-
mática de la adolescencia y la conducta adictiva:
67
Página
La primera transición importante para los niños es cuando salen de la seguridad
familiar para entrar a la escuela. Cuando los niños avanzan de la enseñanza básica
a la enseñanza media enfrentan retos sociales como aprender a relacionarse con
un grupo grande de compañeros. Es generalmente durante esta etapa, la adoles-
cencia inicial, cuando los niños se enfrentan por primera vez con conductas de
experimentación en distintos ámbitos, entre ellas el uso de drogas.
Más tarde, cuando entran a la educación media, los adolescentes encuentran re-
tos sociales, sicológicos y educacionales que, en algunos casos, pueden ser vivi-
dos con altos montos de angustia; especialmente en el caso de adolescentes con
trastornos físicos y/o mentales (por ejemplo, adolescente portador de déficit
atencional y trastorno de aprendizaje asociado). Estos desafios, vividos
desadaptativamente, pueden llevarlos a un sinnúmero de conductas de riesgo,
entre ellas, el uso y abuso del tabaco, alcohol y otras drogas.
Debido a que ciertos riesgos aparecen en cada transición, desde la infancia hasta
la juventud, se necesita tener presente, en todo momento, la mirada evolutiva, ir
integrando las distintas funciones evolutivas en las distintas etapas y las condi-
ciones en las cuales ellas se van desarrollando. Y por último, cómo cada una de las
conductas de riesgo (entre ellas, las de consumo de alcohol y sustancias) van
apareciendo y el modo en que se van organizando, perpetuando o resolviendo.
Los estudios indican que los hombres y las mujeres comienzan a usar drogas
alrededor de los 12 o 13 años. Muchos investigadores han observado a adolescen-
tes pasando del uso de sustancias legales como el tabaco, alcohol, inhalables, al
uso de drogas ilegales, comenzando generalmente con la marihuana. El paso del
uso del alcohol y del tabaco al uso de la marihuana y, consecutivamente, a medida
que los niños, niñas y adolescentes van creciendo, al uso de otras drogas, ha sido
evidenciado por casi todos los estudios a largo plazo sobre el uso de drogas. El
orden de consumo de drogas, en esta progresión, es consistente en su mayor
parte con actitudes y normas sociales y la disponibilidad de estas sustancias. Sin
embargo, no se puede afirmar que el consumo de tabaco y alcohol a edades tem-
pranas sea la única causa del consumo de drogas más adelante.
68
Página
d
Tampoco se puede afirmar que este orden de sucesos implique que la progresión
sea inevitable. Lo que sí es consistente es que si un adolescente ha fumado o
bebido alcohol, la probabilidad de que pruebe la marihuana aumenta a 65 veces
más que en los demás adolescentes. El riesgo de que alguien que haya consumido
marihuana, por lo menos una vez, consuma cocaína es 104 veces mayor que
alguien que nunca lo haya hecho (Análisis de datos de la Encuesta Nacional de
Hogares Sobre el Abuso de Drogas en Estados Unidos, 1991-1993).
Los científicos tienen varias hipótesis para explicar esta progresión observada,
señalando el aspecto biológico, causas sociales y de conducta, incluyendo la rela-
ción con individuos antisociales que usan drogas. En efecto, todas estas posibili-
dades pueden desempeñar un papel importante (NIDA, 2003) en el inicio y man-
tención del consumo de drogas.
69
Página
Factores de riesgo
y factores de protección en niños, niñas y adolecentes
Jessor (1992) define la conducta de riesgo como cualquier conducta que pone en
peligro el desarrollo psicosocial del niño o del adolescente, como, por ejemplo, el
consumo de sustancias. Estudios hechos durante las últimas dos décadas han in-
tentado determinar el origen y la trayectoria del uso de drogas, cuándo empieza
este problema y cómo progresa. Varios factores que han sido identificados dife-
rencian a los que usan drogas de los que no las usan. Los factores asociados con
un potencial mayor para el desarrollo de estas conductas de riesgo se llaman fac-
tores de "riesgo", mientras que los asociados con una reducción en la probabilidad
de esta conducta se llaman factores de "protección". “Los factores de riesgo y de
protección abarcan características sicológicas, sociales, familiares y de conduc-
ta” (NIDA, 2000).
70
Página
Factores de riesgo Factores de protección
71
Página
Factores de riesgo Factores de protección
No estructurado Organizado
Ocio y tiempo libre
72
Página
La Familia
La Política Nacional para las Familias (2001-2006) plantea una definición del con-
cepto de familia basado en individuos con una visión de grupo de parentesco,
integrando una visión transversal y plural, inspirada en los aportes de la Comisión
Nacional de la Familia del año 1993.
Existen diferentes tipos de familia pero cualquiera sean sus características y es-
tructura ella es el pilar fundamental para el crecimiento de los hijos. En ella recae
la función de mayor trascendencia para la formación de la personalidad de los
hijos en desarrollo, debiendo ser el núcleo de acogida y de amor para cada uno de
ellos, promoviendo su integración social.
No todas las familias están cumpliendo adecuadamente el rol de ser el lugar pri-
mero de la convivencia humana. En la actualidad esta familia está inmersa en una
sociedad en permanente cambio, de la que recibe múltiples influencias, las cuales
han significado nuevas oportunidades, pero también nuevos desafíos que supe-
rar. A pesar de que la familia elabora estrategias para mantener su estabilidad, no
es un grupo estático. Es un sistema de retroalimentación con capacidad de modi-
ficar sus estructuras ante la eventualidad de un cambio.
Dentro de su proceso evolutivo la familia pasa por diversas fases que constituyen
etapas de adaptación y crisis. Una de ellas es la adolescencia de los hijos. Es en
este período que la estabilidad de la familia y la de sus miembros van a depender
de la mayor educación, flexibilidad y equilibrio de sus interacciones.
73
Página
Tanto padres como hijos necesitan adecuarse a su nueva situación. Nos sólo para
el joven es difícil y doloroso este período. También los padres se enfrentan a
serias dificultades por la necesidad de adaptarse a los desafíos de sus hijos que se
revelan, creando un conflicto de poder y autoridad, que repercute en el sistema
familiar. Este debe ser particularmente flexible, ya que en la medida que las rela-
ciones familiares sean rígidas y no se adapten a esta nueva situación puede surgir
la crisis en la familia.
Los padres no siempre están preparados para enfrentar las nuevas necesidades y
exigencias de sus hijos. Muchos se sienten impotentes, desesperados y reaccio-
nan rigidizando sus actitudes y exagerando el cumplimiento de normas familia-
res. Esto puede retraer al adolescente a marginarse de su familia y a buscar
relaciones más estrechas con su grupo de amigos. Las características del grupo
con el que se pone en contacto influirán en la posibilidad de que el o la joven
pueda establecer relaciones de “dependencia”.
La evidencia acumulada estos años, señala que la vida en familia no está exenta
de dificultades, especialmente referidas a la situación de desigualdad en el plano
de las relaciones entre hombres y mujeres, tensiones en las relaciones de
74
Página
conyugalidad (pareja), la parentalidad (padres-hijos) y la relación persona-fami-
lia. En un segundo nivel de carácter externo se encuentran las influencias de las
condiciones sociales, económicas y culturales que afectan el desempeño de las
funciones de la familia, obstaculizando o posibilitando el desarrollo de sus miem-
bros, o bien, poniéndolos en situación de riesgo social. En este ámbito, las tensio-
nes se establecen en la relación familia-sociedad, las cuales son especialmente
visibles entre las familias de escasos recursos (Prevenir en Familia, CONACE,
2003).
Por lo tanto, las estrategias preventivas con familias deben tomar en cuenta esta
realidad, los distintos modos de hacer familias, ciclos de vidas familiares, carac-
terísticas y tipos de familias que demandan y requieren programas diversos, ade-
cuados a su realidad y contexto sociocultural. Sin embargo, deben considerar que
los aspectos importantes que influyen en el funcionamiento del sistema son el
aspecto fundacional o los valores de la familia, lo normativo o límites estableci-
f
dos, los subsistemas que conforman el sistema familiar (conyugal, parental y fi-
lial) y la relación que se establece entre ellos, y la evolución que la familia sigue en
su ciclo vital y su capacidad de adaptación a los cambios.
Las investigaciones identifican una serie de factores protectores que actúan como
amortiguadores frente a la aparición del problema de consumo. Entre estos:
Fuertes vínculos con la familia: cercanía, apoyo emocional y trato cálido y afec-
tuoso con los hijos e hijas. Involucramiento de los padres en las actividades de
sus hijos, conocimientos de las actividades y amigos de los hijos. Conocimiento
de los problemas, intereses y necesidades de los hijos(as).
75
Página
Identificación de factores de riesgo para el consumo de drogas: conocimiento
de oportunidades de acceso, presión social al consumo, modelos de consumo,
creencias y mitos relacionados con el consumo, etc.
Por otra parte, los estudios en torno a los factores asociados al consumo de drogas
identifican una serie de factores de riesgo en el funcionamiento familiar, que
aumentan la probabilidad de consumo de drogas en sus hijos(as). Entre ellos des-
tacan:
Predisposición genética.
76
Página
La Escuela
La escuela es una institución primaria de socialización que va más allá del ámbi-
to puramente académico, permite el desarrollo de competencias sociales, el ajus-
te y equilibrio psicosocial y es un medio privilegiado para transmitir comporta-
mientos saludables y consecuentemente para prevenir problemas.
La OMS define a la escuela como: “…un espacio con grandes potencialidades para
la promoción de competencias psicosociales, para la educación en salud mental,
para realizar intervención y para reconocer y orientar a tratamiento profesional a
los niños que lo necesiten”.
77
Página
Mantiene la comunicación permanente con sus educandos y familias, ya sea
en forma individual o grupal.
Cuenta con las instancias para valorar las capacidades de los alumnos y
estimular su desarrollo.
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Página
Consumo de drogas:
Magnitud del problema
Epidemiología
del uso de alcohol y drogas en Chile
79
Página
Otro buen acercamiento a la realidad del consumo adolescente en nuestro país es
el Estudio Nacional de Consumo de Drogas en la Población Escolar de Chile en
alumnos de ambos sexos de octavo año básico a cuarto año medio, que CONACE
realizó entre noviembre y diciembre de 2001. Algunos de los alcances destacables
de dicho estudio se plantean a continuación:
80
Página
Con respecto a la percepción de riesgo que tienen los escolares, sólo un 53%
declara que fumar marihuana una o dos veces por semana implica un alto
riesgo y un 55% percibe riesgos mayores en usar cocaína al menos una vez
al mes. Alrededor de un 38% no percibe mayor riesgo en el uso regular de
marihuana.
81
Página
Patrones de consumo
de drogas en los adolescentes
El consumo de alcohol y drogas en los adolescentes, sin duda, difiere del de los
adultos, no solamente en cuanto a patrón, sino que también en relación a los
significados y a los factores asociados a dicho consumo. Diversos estudios se han
realizado en el mundo que sustentan estas premisas.
Aunque en muchas ocasiones los mensajes que circulan en nuestra sociedad sobre
las drogas se centran en su relación con la dependencia, el delito o la muerte es
preciso tener en cuenta dos hechos:
El tabaco, el alcohol y la marihuana son las drogas que con mayor frecuencia
consumen los adolescentes.
En Estados Unidos los datos han indicado un resurgimiento del consumo de drogas
entre los adolescentes en los años 90. Sin embargo, solamente un grupo menor
reunía los criterios de abuso y dependencia a drogas, 1-3,5% en tres estudios
(Weinberg et al., 1998). Algunas encuestas informan sobre un incremento del
consumo excesivo de alcohol entre los adolescentes. El consumo excesivo de alco-
hol es más frecuente entre los jóvenes a finales de la adolescencia y principios de
la edad adulta, en comparación con otros grupos de edad.
Los estudios sociológicos sobre drogas confirman que en los últimos años se ha
producido un importante aumento del consumo de drogas entre los adolescentes y
que poco o nada tienen que ver con el perfil del “toxicómano” y el uso de drogas
de épocas anteriores. Se trata de consumo con unas características muy particu-
lares, que requieren un tipo de intervención diferente respecto de los enfoques
preventivos y terapéuticos tradicionales.
83
Página
Se habla del perfil de los nuevos consumidores adolescentes, haciendo hincapié en
la diferencia de esta población con la adulta y además considerando las distintas
tendencias en el consumo de drogas por parte de este grupo.
Este perfil tendría las siguientes características: sujetos que se inician en el con-
sumo de drogas a edades tempranas, más o menos estables en lo personal; que
realizan alguna actividad normal (estudio o laboral); que conviven y dependen de
la familia; que realizan un uso social de sustancias con un consumo ligado a sus
contextos de tiempo libre (consumo centrado en el fin de semana que busca acom-
pañar y ampliar sus actividades recreativas en este período de tiempo), para
luego retornar a sus actividades rutinarias entre semana, a sus estudios o a sus
trabajos; la mayor parte de la veces con policonsumo (sobre todo alcohol, cannabis
y estimulantes); con poca percepción de riesgos de las sustancias que toman; alta
percepción de control al tratarse de un uso centrado en el fin de semana y no
diario (pensando que esta pauta de consumo no genera dependencia) y, por últi-
mo, con una percepción del uso de drogas como algo masivo y muy extendido en
su generación (Arbex, 2002).
Adolescentes de la calle
Las tasas de drogadicción por inyección de por vida entre la juventud calle-
jera canadiense oscilan entre aproximadamente el 11%, en una muestra
nacional, y el 48% de los varones y el 32% de las mujeres, entre la juventud
callejera de Vancouver (Canadian Centre on Substance Abuse and Addiction
and Mental Health, 1999).
Parece existir una fuerte relación entre el abuso de drogas por la juventud y la
implicación directa en causas delictivas, aunque la naturaleza de esta relación no
está clara.
Según lo que plantea Otero-López (1994, 2003) “es difícil obviar la existencia de
importantes puntos en común entre consumo de drogas y delincuencia”. En pri-
mer lugar, es necesario destacar el notable incremento que simultáneamente se
85
Página
ha producido en los últimos años, tanto en el número de consumidores como en el
de sujetos que realizan actividades delictivas. La segunda característica común
se deriva del hecho de que este incremento ha afectado especialmente, en ambos
casos, a una etapa evolutiva determinada: los adolescentes y los jóvenes. En
tercer lugar, es evidente que la conducta delictiva y el consumo de drogas ilegales
son, por definición, actividades que suponen un enfrentamiento con las normas y
las leyes sociales, es decir, que pueden incluirse dentro del amplio marco de las
conductas socialmente desviadas.
Se puede establecer, por tanto, que es posible que las distintas hipótesis puedan
tener validez para distintos grupos de consumidores. Concretamente, es previsi-
ble que la hipótesis de que el consumo genera delincuencia sea la que mejor
explique el consumo habitual de los sujetos con un historial de adicción a la heroí-
na y otros narcóticos (Otero-López, 1997; Johnson y Schmeidler, 1981; McGlothlin
y cols. 1978); por otra parte, la afirmación de que es la implicación en un estilo de
vida delictivo lo que lleva a la involucración en el consumo de drogas resulta más
probable para predecir el consumo habitual de otras drogas (Graus, 1981) y el
86
Página
consumo experimental de heroína (Johnson y Schmeidler, 1981); por último, la
hipótesis que defiende que ambas conductas no se relacionan causalmente, sino
que son “causadas” por los mismos factores daría cuenta de la relación entre el
consumo y la delincuencia para los sujetos adolescentes consumidores habituales
de alcohol y/o marihuana y para los consumidores experimentales de otras drogas
(Elliot y Ageton, 1976; Jonson y cols. 1978; White y cols. 1985; Otero-López,
1997, 2003).
Según Janet Currie (2001), los adolescentes con trastornos por consumo de dro-
gas que tienen asimismo causas delictivas suelen manifestar lo siguiente: (a)
problemas múltiples (socioeconómicos, psicosociales, conductuales); (b) antece-
dentes sociales caóticos, con una educación y apoyo familiar limitados (Kosky et
al, citado en Spooner et al., 1996); (c) poca motivación o ambivalencia al trata-
miento, si el tratamiento se imparte por imperativo legal, y (d) problemas de
violencia que puedan dificultar la participación en el tratamiento.
87
Página
En una revisión de estudios de población, de estudios clínicos y de estudios sobre
los adolescentes con trastornos psiquiátricos o con consumo de drogas en escena-
rios de pacientes internos, Greenbaum y cols. (1996) llegaban a la conclusión de
que en todos los estudios analizados, se registraba un nivel considerable de con-
sumo de drogas asociado con trastornos mentales. Se describe que aproximada-
mente la mitad de todos los jóvenes receptores de servicios de salud mental
exhibían una comorbilidad. En este sentido, los trastornos de salud mental identi-
ficados con mayor frecuencia fueron los trastornos conductuales y la depresión.
Varios estudios han señalado altas tasas de suicidio en asociación con el consumo
de drogas en adolescentes homosexuales. Ramafedi y cols. en 1991 establecieron
que dentro de las características psicosociales revisadas en adolescentes gays con
intentos de suicidios se encontraba un alto grado de uso de drogas ilícitas (85%).
Es así como en la misma población se reportaron fugas, arrestos múltiples, pros-
titución y uso de alcohol. Al parecer existiría una relación entre depresión, suici-
dio y abuso de sustancias en esta población específica que podría tener varias
explicaciones (Ramafedi, 1991; Rahdert y Czechowicz, 1995): la dificultad de en-
frentamiento a asumir su situación existencial, especialmente con sus padres; la
existencia de una conexión entre malestar sexual e intento de suicidio y, final-
mente, parece ser que el abuso de sustancia y el suicidio parecen estar agravados
por la discriminación social, violencia, pérdida de amigos y actitud personal habi-
tual con respecto a la homosexualidad.
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Página
Tipos de drogas:
Principales drogas y sus efectos
Tipos de Alcohol, opio y sus deri- Tabaco, cocaína (pasta Marihuana y hachís, áci-
drogas vados (morfina, codeína, base y crack), anfeta- do lisérgico dietilamídico
heroína, metadona), minas, cafeína, drogas (LSD), peyote y
barbitúricos, tranquili- de diseño (Éxtasis). mezcalina, hongos,
zantes. inhalables.
Pesquiza
Signos de alerta
Signos de consumo
○
○
○
○
○
○
○
○
La pesquisa tiene como objetivo poder intervenir antes de que se generen proble-
mas en el adolescente, en los distintos ámbitos de su desarrollo, tales como ren-
dimiento escolar, relaciones interpersonales, relaciones familiares, estados de
90
Página
ánimo y otras, en el contexto del consumo de alcohol y de sustancias.
Corresponde a una búsqueda activa de las variables o situaciones que pudieran
perpetuar conductas de riesgo, tales como consumo de sustancias, relaciones
sexuales precoces, vida de calle, abandono de hogar, etc., en las cuales estarían
involucrados los o las adolescentes, a modo de activar la red biopsicosocial, tanto
en el ámbito preventivo como terapéutico, si se requiere.
Una vez pesquisadas estas señales, tanto de alerta como de consumo, se debe
iniciar un proceso de búsqueda de información, ya sea realizando una observación
más sistemática del adolescente, comunicando lo percibido de preferencia al pro-
fesor u otro profesional responsable del tema, o corroborando directamente con el
o la adolescente, por medio de una conversación flexible, empática, no amena-
zante.
Cabe recordar, como ya fue señalado en capítulos anteriores, que existirían pobla-
ciones especiales marcadas por un ambiente de alta vulnerabilidad y marginalidad,
en que la sospecha debería tener un paso previo, que considerase el contexto,
técnicas de aproximación específicas, otros espacios específicos (por ejemplo, la
calle) y otros tiempos diferentes a los tradicionales.
Los espacios educativos y de salud, entre otros, pueden ser un lugar donde los
niños y adolescentes pueden tomar conciencia o darse cuenta que ciertas conduc-
tas suyas pueden ser de riesgo para su salud y su integridad. En una serie de
preguntas leídas o respondidas anónimamente puede llevarse a cabo este proce-
so. El cuestionamiento que puede generar esta lectura puede abrir la puerta a la
búsqueda de información, a desear hablar del problema o simplemente a buscar
ayuda en forma abierta. Se propone un inventario tipo como el que se presenta.
1. Para adolescentes
HOLA, sabemos que el uso de drogas es algo que puede ser común en los adoles-
centes, pero también existen momentos en que el uso de alcohol y drogas puede
ser problemático. Si quieres saber si tú puedes tener problemas en el uso de
drogas, responde a estas preguntas pensando en este último año (12 últimos
meses).
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Página
Preguntas Si No
¿Has tenido problemas con tu familia y/o polola por tu consumo de drogas?
¿Te han llamado la atención en el colegio y/o trabajo por consumir drogas?
¿Has sufrido algún tipo de accidente por consumir droga?
¿Te ha ocurrido, en ocasiones, que consumes más de lo que pensabas o espera-
bas?
¿Has tenido problemas legales o con la justicia por el consumo de drogas?
¿Has necesitado consumir droga para disminuir el nerviosismo, la irritabilidad o la
tensión?
¿Ocupas gran parte del día en buscar o conseguir droga?
¿Has sentido molestias físicas cuando dejas de consumir droga?
¿Te ha pasado que has necesitado consumir cada vez más cantidad para conse-
guir el mismo efecto?
2. Para padres
Advertir los síntomas del uso de alcohol y otras drogas requiere estar muy alerta.
Así como resulta cada día más difícil ser padres, a veces resulta aún más difícil
advertir la diferencia entre el comportamiento normal de nuestros hijos adoles-
centes y el comportamiento causado por el uso de drogas. Los cambios de com-
portamientos extremos en los adolescentes y también en los niños pueden ser
señales del uso de drogas. Por lo tanto, les sugerimos considerar las siguientes
preguntas:
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• ¿Se han deteriorado sus relaciones con otros miembros de la familia?
• ¿Ha perdido interés por los deportes y sus otras actividades favoritas?
Estos signos, también denominados signos de alerta, son, a juicio de los exper-
tos, importantes de tener en cuenta en la construcción de un motivo de consulta.
Los siguientes signos de alerta deberían ser considerados en los siguientes esta-
blecimientos: escuelas, consultorios de atención primaria en salud (APS), comuni-
dades terapéuticas, hogares o residencias de menores, organizaciones que traba-
jen con niños y adolescentes, juzgados, entre otros.
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Página
En los servicios de urgencias debería darse énfasis a los siguientes signos:
Este equipo debería contar con competencias tales como una adecuada capacita-
ción en los aspectos evolutivos del niño y del adolescente, conocimiento en rela-
ción a las adicciones y a las técnicas de aproximación diagnóstica en torno a este
ámbito. Es imprescindible la motivación al trabajo en equipo y de coordinación en
red.
Individual:
u
Características evolutivas generales: edad, etapa evolutiva.
Salud física: estado físico general, estado nutricional y salud bucal. An-
tecedentes de accidentes y lesiones, huellas físicas sospechosas de agre-
sión y/o autoagresión.
Desarrollo emocional y salud mental: características cognitivas y emo-
cionales. Habilidades sociales. Presencia de psicopatología, anteceden-
tes de maltrato, antecedentes de psicopatología.
Salud sexual y reproductiva: edad de inicio de la actividad sexual, ante-
cedentes de abuso sexual, antecedentes de Enfermedades de Transmi-
sión Sexual (ETS), presencia de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS),
promiscuidad.
Nivel de adaptación: autonomía de acuerdo a etapa evolutiva, capaci-
dad de interiorizar límites y normas. Impulsividad, conductas disociales
o delictivas.
Figura vincular o contenedora: presencia o ausencia, figuras vinculares
sustitutas, estilo vincular.
Familia:
Recursos familiares existentes
Familias multiproblemas
Actitudes y comportamientos permisivos y/o positivos ante las drogas.
Alcoholismo y drogadicción intrafamiliar.
Ausencia figura vincular adulta significativa positiva.
Alejamiento del grupo familiar (por causa del consumo).
Violencia intrafamiliar.
Vinculación al delito (trafico, por ejemplo).
Grupo de pares:
Recursos existentes en grupos de referencia
Tipo de relación con el grupo (autonomía individuación vs. dependen-
cia).
Presencia y/o ausencia de grupos alternativos.
Inclusión a grupos favorables a conductas transgresoras y con actitudes
positivas hacia el consumo de drogas.
Alejamiento del grupo de pares a causa del consumo.
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Escuela:
Características de la escolaridad:
Fracaso escolar, repitencias, deserción parcial o total.
Adaptación al sistema escolar, significación del estudiar.
Integración al grupo de compañeros.
Alfabetización.
Trastornos de aprendizaje.
Comunidad:
Recursos existentes en la comunidad.
Problemas de integración y/o exclusión social (minorías étnicas, con-
ductas delictivas, niños y/o adolescentes de la calle y/o en la calle).
Marginalidad.
Ausencia de organizaciones sociales.
Accesibilidad a sustancias.
Tipo de consumo
Sustancia o droga
Perfil de consumo
Consecuencias de la intensidad de consumo
Criterios de dependencia
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Estos indicadores se resumen en los siguientes esquemas y tablas
Diagnóstico
Sospecha Confirma-
Inventario ción
Evaluación Específica:
Individual-Familiar-
Autoaplicable Signos
Escolar-Comunitario-
básicos de sospecha
Ocio y tiempo libre.
○
○
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Dimensión
Sin CBPS Leve Moderado Severo Biopsicosocial
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Página
DIMENSION BIOPSICOSOCIAL
AREAS COMPROMISO BIOPSICOSOCIAL (CBPS)
SIN CBPS CBPS LEVE CBPS MODERADO CBPS SEVERO
INDIVIDUAL
Salud física General Estado nutricional normal P/E; P/T
Sin molestias o patología somática. Estado nutricional normal P/E; P/T
Sin molestias o patología somática
Dificultad en el manejo de la higiene personal. Alto riesgo de compromiso
somático, por patología aguda, molestias somáticas diversas, Enfermedad cróni-
ca controlada. Riesgo de desnutrición. Nulo autocuidado. Existe compromiso so-
mático evidente, enfermedades crónicas descompensadas. Desnutrición. Nulo
autocuidado.
Salud sexual y reproductiva Salud sexual y reproductiva acorde a etapa
evolutiva. Inicio de actividad sexual, riesgo de embarazo, riesgo de ITS.
Actividad sexual sin protección, ITS actual, sin antecedentes previos. Alto riesgo
de embarazo. Actividad sexual con múltiples parejas, sin protección, ITS en
varias oportunidades. Embarazo adolescente.
Salud mentalSin dificultades emocionales ni trastornos neuropsiquiátricos.
Sin dificultades emocionales ni trastornos neuropsiquiátricos. Síntomas emo-
cionales inespecíficos, baja autoestima. Psicopatología crónica compenzada. Di-
ficultad en las habilidades sociales. Dificultad para la expresión emocional. Acti-
tud evasiva. Con psicopatología aguda o crónica descompensada. Intento de sui-
cidio. Maltrato. Violencia. Abuso sexual.
Capacidad adaptativa Adecuada internalización de límites, normas, fi-
guras de autoridad. Adecuada capacidad de autocontrol, autonomía e indepen-
dencia adecuadas a etapa evolutiva.
Adecuada adaptación e integración a su familia, grupo de pares, escuela o liceo y
en su comunidad o barrio. Adecuada internalización de límites, normas, fi-
guras de autoridad. Adecuada capacidad de autocontrol. Autonomía e indepen-
dencia adecuada a etapa evolutiva. Sin mayores dificultades en su inserción fami-
liar, de escuela, de grupo de pares o de comunidad. Cuando estas dificultades han
ocurrido han sido más bien hechos aislados y reactivos a situaciones transitorias.
Dificultad en la internalización de límites y normas. Actitud provocadora y de
desafío a la autoridad. Dificultades en proceso de separación y de autonomía.
Dificultades de integración e inserción a grupo de pares, familia, escuela y/o
comunidad. Tendencia al conflicto relacional. Alta tendencia al circuito de calle.
Desafío franco. Agresividad y provocación permanente. Nula tolerancia a la frus-
tración. Grave dificultad en proceso de separación y autonomía. En conflicto con
la ley. Sin lugar físico de protección y/o contención. Puede darse el aislamiento
social. Generalmente niños/as y adolescentes de la calle. En caletas.
100
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Figura vincular o contenedora Si existe. Si existe. Si existe, pero
con importantes dificultades en la contención. En la práctica no existe. Exis-
te abandono, negligencia.
FAMILIA Grupo familiar con funcionamiento adecuado. Tendencia a ve-
ces a exceso de protección o bien desacuerdos en pautas de crianza. Tendencia,
en ocasiones, a no supervisar. Pérdida de roles de las figuras de autoridad: au-
sencia de límites y normas claras, incoherencia en la supervisión. Falta de recono-
cimiento y aceptación del hijo/a. Cesantía. Falta de cohesión del grupo familiar y
aislamiento de algún miembro. Familia ausente o presente multiproblemática. VIF
y/o maltrato. Alcoholismo y drogadicción en miembros de la familia. Promiscui-
dad.
Tipo de consumo Sin consumo Consumo de bajo riesgo Consumo de riesgo moderado Consumo de alto riesgo
Sustancia o droga No existe droga Consumo de alcohol y/o Alcohol y marihuana en Policonsumo de > de 3
marihuana ocasiones, asociación a drogas
otras drogas
Perfil de consumo No existe consumo Fines de semana, en re- Habitualmente, fines de Habitualmente todos los
lación a espacios de ocio. semana; ocasionalmente, días. Alta tendencia al
En Grupo. Con significa- todos los días. En grupo o consumo solitario.
ción a lo experimental y/ solitario. Con significación a la bús-
o recreativo. Con significación a la bús- queda de lo ansiolítico o
queda de la desinhibición anestesiante.
de la ansiolisis.
Sin consumo
Consumo de bajo riesgo
Consumo de riesgo moderado
Consumo de alto riesgo
103
Página
Al unir ambas dimensiones surgen los siguientes perfiles de sujetos:
Una vez realizada la evaluación diagnóstica del niño, niña o adolescente, el equipo
evaluador deberá informar en relación a:
Las características del equipo evaluador, los objetivos de la evaluación, las activi-
dades o prestaciones relacionadas, los espacios y los tiempos requeridos se resu-
men en la siguiente tabla.
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Evaluación especifica y de confirmación diagnostica
Duración máxi-
ma de proceso 15 días
Tiempos de confirmación
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Tratamiento y Rehabilitación
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Esto tiene presente una serie de consideraciones y que a su vez han sido lecciones
aprendidas con este grupo humano particular, que pueden constituir un marco de
referencia de cualquier intervención dirigida a este grupo.
Los programas deben: (1) comenzar en una época temprana de la vida; (2)
trabajar con adolescentes por varios años, y (3) considerar sus necesidades
y aspiraciones de forma integral y holística, incluyendo a sus familias, gru-
po de pares y de vecinos.
108
Página
Existen en la literatura evidencias que dan sentido a principios que se relacionan
a intervenciones terapéuticas, dejando en claro nuevamente que el corte entre lo
preventivo y lo terapéutico no es neto.
Ser adecuados para los jóvenes. Las necesidades y experiencias de los jó-
venes difieren esencialmente de los adultos. Debe superarse un enfoque del
tratamiento orientado a y desde los adultos.
Comprender que el consumo de drogas tiene una función para los jóvenes.
109
Página
Una revisión de la investigación, realizada por Catalana, (1990-1991), basada en
resultados ratifica el valor del apoyo de la familia al tratamiento y la eficacia de la
enseñanza de habilidades.
Un tratamiento flexible.
Un estudio más amplio llevado a cabo por Chinman y Linney (1998), citado por
Janet Currie (2001), identificó el modelo de capacitación (empowerment model)
como útil para mejorar los resultados de los adolescentes en una variedad de
escenarios de prevención e intervención. Este modelo de capacitación incluye
aspectos, tales como:
Por otra parte, el NIDA (National Institute of Drug Abuse) plantea 13 principios
fundamentales para población general (independiente del grupo etario), que sur-
gen de la medicina basada en la evidencia, que caracterizarían a los tratamientos
efectivos en abuso de drogas.
110
Página
1. Ningún tratamiento por sí solo es apropiado para todos los individuos. Es
fundamental establecer los espacios, las intervenciones y los servicios para
cada problema y necesidad del paciente, caso a caso.
8. A los individuos que abusan o son adictos y que presentan una comorbilidad
(coexistencia de trastornos mentales) se les deberían tratar ambos trastor-
nos de un modo integral.
111
Página
9. La desintoxicación médica es sólo la primera etapa del tratamiento adictivo
y por sí sola produce pocos cambios en el uso prolongado de drogas.
10. El tratamiento no necesita ser voluntario para ser efectivo. Las sanciones o
los reclamos en la familia, en el lugar de trabajo o del sistema judicial
pueden incrementar significativamente el ingreso, la adherencia y el éxito
del tratamiento.
112
Página
sujeto y las tareas evolutivas que pudieran estar bloqueadas por efecto de las
dificultades presentadas
113
Página
2002). En muchas oportunidades es necesario crear las condiciones para que un
niño, niña o adolescente ingrese a un tipo de tratamiento. Por lo tanto, la espera
no debe ser pasiva.
Es necesario, siempre que ello sea posible, luchar por la no institucionalización del
individuo, evitando su desarraigo y apartándolo de su entorno solamente en casos
excepcionales.
114
Página
Barreras al tratamiento
Por último, en cuanto a las barreras originadas del funcionamiento del equipo:
falta de especialización y formación continua en ciclo vital, adolescencia y enfo-
que familiar. Expectativas omnipotentes, irreales o muy mínimas. Falta de multi
e interdisciplinariedad en el trabajo de los equipos. Falta de un marco claro de la
confidencialidad en el manejo de la información. Falta de credibilidad y confianza
entre los equipos para el trabajo en red (escuela, comunidad, centros deportivos,
etc.). Rigidez y falta de motivación para el trabajo con adolescente.
116
Página
Distintas barreras para el tratamiento, de acuerdo a grupo específico de interven-
ción.
117
Página
Ocurrencia simultánea de trastornos psiquiátricos y otros facto-
res de riesgo.
Falta de planificación, coordinación y comprensión entre los siste-
Con comorbilidad
mas de tratamiento de los trastornos de salud mental y del consumo
o patología aso-
de drogas.
ciada
Diagnósticos precoces inadecuados o incapacidad para ofrecerlos.
Número insuficiente de programas para abordar las necesidades
específicas de los pacientes.
Falta de personal adecuado que pueda tratar los dos tipos de pro-
blemas.
Tipos de tratamientos
El límite, como se planteó previamente, entre intervenciones preventivas y tra-
tamiento, no es claro, sobre todo cuando aumentan las situaciones de riesgo. Es
por esto que la relación entre las intervenciones preventivas y las intervenciones
ligadas al tratamiento deben ser planteadas desde la integralidad, la territoriali-
dad y la intersectorialidad.
118
Página
Intervenciones preventivas
Los programas indicativos están diseñados para personas que ya están experi-
mentando con las drogas o exhibiendo otro tipo de comportamiento arriesgado.
En nuestro país, desde el año 1990, el Gobierno de Chile aborda el problema de las
drogas a través de CONACE, planteándose como meta prevenir el uso de estupe-
facientes en todo el territorio nacional, mediante la realización de una interven-
ción profunda en diversos ámbitos de la sociedad. El objetivo propuesto es el de
prevenir, evitar y disminuir el consumo de drogas; sensibilizar e informar sobre
sus efectos; fortalecer los recursos personales y sociales para enfrentar eficaz-
mente el problema; promover estilos de vida saludables, y desarrollar las habilida-
des para enfrentar la presión social al consumo. CONACE plantea que la preven-
ción no es sólo una tarea de expertos, sino responsabilidad de toda la ciudadanía.
119
Página
120
Página
e
Las líneas de acción para los colegios se proponen lograr que cada establecimiento
educacional desarrolle una política para enfrentar la prevención del consumo de
drogas. Esto significa, entre otras cosas, que procure ambientes saludables,
implemente programas específicos para cada nivel educativo y los incorpore al
interior de los sectores y subsectores de aprendizaje, haciendo de la prevención
un proceso continuo, cotidiano y permanente en el tiempo, en sintonía con los
esfuerzos de la reforma educacional.
Se trata, en definitiva, de evitar las acciones aisladas y desarticuladas, y que a
través de una política la prevención se incorpore en el Proyecto Educativo
Institucional (PEI), de manera de asegurar su sustentabilidad en el tiempo. Esa es
la mirada estratégica, para que cada escuela desarrolle un esfuerzo gradual, sis-
temático y continuo, desde el nivel parvulario hasta la educación media.
Las estrategias estarían diseñadas para ser realizadas en distintos momentos del
proceso evolutivo escolar:
a. en educación parvularia
b. en educación básica
c. en educación media
”Yo decido”: Programa de prevención del consumo de alcohol y drogas para alum-
nos de primero a cuarto año de enseñanza media (MINEDUC- CONACE).
d. en educación superior
Prevención en familia
121
Página
Supone la preparación de monitores que actúen como agentes preventivos con sus
pares, aplicando este programa según los intereses, necesidades y características
del grupo. Los monitores a cargo no necesitan de experiencia previa ni conoci-
mientos especiales en el tema, ya que el material tiene todos los elementos teó-
ricos y prácticos para el logro de los objetivos planteados.
A lo largo de las diez sesiones la familia conocerá y experimentará, en forma
práctica y teórica, los elementos básicos para orientar su labor preventiva. El
monitor podrá adaptar el número de sesiones a la realidad de las familias, a los
recursos con que cuente y a los objetivos específicos que tengan las familias
motivadas a participar en el programa.
Las drogas son un fenómeno complejo. Su consumo y tráfico no tienen una sola
causa, y enfrentarlas requiere del esfuerzo de autoridades, empresarios, profeso-
res, estudiantes, padres, juntas de vecinos, clubes deportivos, policías.
Para los vecinos y los gobiernos locales compartir esta responsabilidad supone
adquirir habilidades y promover estrategias específicas para abordar el tema.
Vitales resultan entonces las organizaciones sociales y vecinales. Son ellas quie-
nes mejor conocen la realidad de su entorno.
Desde 1996, el Ministerio del Interior de Chile potencia esta ventaja disponiendo
recursos para financiar proyectos de prevención del consumo de drogas que pre-
senten los mismos vecinos, a través de sus organizaciones. Para ello ha creado el
Programa Previene en las comunas con mayor población del país.
122
Página
Enfoques de tratamientos
En una revisión de nueve estudios importantes, que examina el impacto del trata-
miento residencial frente al ambulatorio, Spooner y col., (1996) encontraron que
no existe evidencia que sugiera que el tratamiento residencial para adolescentes
sea más eficaz que la intervención ambulatoria en el tratamiento de la dependen-
cia del alcohol. En este sentido, los autores plantean “… El argumento de que el
tratamiento residencial se debe mantener como sostén principal de la interven-
ción contra la dependencia de drogas en los adolescentes no es convincente. Sin
embargo, hay argumentos válidos a favor de la utilización de las instalaciones
residenciales para el niño, niña y adolescente de la calle, cuyo entorno habitual lo
induzca de tal manera al consumo de drogas, que una modalidad ambulatoria no
sería adecuada, en ese especial momento”.
Personal y prácticas en servicios clínicos : Que sean mujeres (los varones produ-
cen miedo y vergüenza) jóvenes con rol diferenciado al de madre (no retar, no dar
consejos), que guarden el secreto, que les pregunten integralmente (interés por
su persona), que escuchen, que presten atención, que les den tiempo para pre-
guntar, que expliquen claro, ser revisadas en forma integral antes de una deriva-
ción, que atienda siempre la misma persona, que aseguren su normalidad (ali-
vio), que las traten con cordialidad y respeto, que las apoyen, que les aconsejen
124
Página
sin gritarles y les hablen amablemente, que no les hagan reproches a sus madres
por su conducta sexual, que las protejan ante sus padres, que no se les cobre la
consulta cuando no tienen dinero, que les pidan su opinión antes de una deriva-
ción, que den medicamentos, leche y anticonceptivos.
Alexander y cols. (citado por Russell, 1990) indicaron que la calidad global de la
relación con los jóvenes representa la mayor varianza en los resultados. Asimismo
llegaron a la conclusión que las habilidades de relación combinadas con una agen-
da bien estructurada y un marco de programa operacional son ambas esenciales
para el éxito de tratamiento.
Spooner y cols. (1996) intentaron también definir las características del personal
asociadas a resultados efectivos. Entre ellas se incluyen: sentido del humor, capa-
cidad para dar aliento y reforzar una conducta positiva, una falta de confrontación
y existencia de franqueza, capacidad para desarrollar una relación cálida y de
apoyo con los adolescentes.
125
Página
sos, eran más coherentes en las políticas de aplicación de los programas y remi-
tían a los especialistas con frecuencia. Los asesores más eficaces anticipaban los
problemas en la vida de cada uno de los adolescentes y desarrollaban estrategias
en colaboración con estos últimos con vistas a ayudarles a solucionar estos proble-
mas.
El programa debe contar con el apoyo del personal y su voluntad de asumir nuevas
funciones en todos los niveles. El liderazgo decidido y positivo es crucial; la neu-
tralidad no es suficiente para guiar la implantación eficaz de un nuevo programa.
Debe adiestrarse al personal de todos los niveles para lograr el cumplimiento efec-
tivo de los objetivos del nuevo enfoque. Esa preparación debe tener en cuenta las
preocupaciones del personal con experiencia en ambientes de servicios no inte-
grados; inquietudes tales como la "invasión de territorio"; orientación y jerga
profesionales; y todos aquellos aspectos relativos al niño, niña, adolescente, y de
sus respectivas familias, con que el personal no esté acostumbrado a lidiar.
126
Página
El enfoque de intervención debe contemplar técnicas de tipo recreativas que lo-
gren motivar y “enganchar”, a los y las jóvenes en quienes se desea intervenir.
Por lo tanto, el programa debe estar dispuesto a incluir disciplinas diferentes al
ámbito exclusivamente de salud, tales como las relativas al ámbito educativo,
recreativo y social. Es necesario pensar en psicopedagogos, profesores de educa-
ción física, profesores de teatro o profesionales y técnicos que permitan un enfo-
que integral del individuo, considerando el contexto familiar, grupal y comunita-
rio.
127
Página
Unidos. Ofrece servicios integrales y actividades instructivas a jóvenes (de
entre 11 y 13 años de edad) que tienen problemas con la ley y que viven en
las zonas más pobres y de mucha delincuencia, de las ciudades donde se
realiza el programa. El programa selecciona deliberadamente "a los niños
en las peores circunstancias y vecindades". Los hallazgos obtenidos duran-
te el primer año muestran que el programa ha tenido un efecto significati-
vo (Harrel, 1995). En comparación con un grupo de control (los sujetos de
cada ciudad se asignaron aleatoriamente a grupos de tratamiento y con-
trol), los participantes del programa habían tenido menos problemas con la
policía y los tribunales. Además, su asistencia a la escuela se consideraba
aceptable, aunque no la mejor (ausentismo reducido). Los aspectos de tra-
bajo policial comunitario del proyecto indican que los resultados son válidos
en todas la áreas del proyecto, en comparación con vecindarios similares
de la misma ciudad donde no había trabajo policial comunitario ni el Pro-
grama de Niños en Riesgo. El programa logró no sólo la reducción conside-
rable del número de adolescentes arrestados, sino también la disminución
de todos los actos delictivos, tanto los más graves como los menos serios.
128
Página
Los resultados muestran que los servicios integrados dirigidos a atender las nece-
sidades complejas de los niños, niñas y adolescentes de una manera integral y
positiva pueden redundar en logros significativos para ellos, logros que, muy pro-
bablemente, repercutan en sus futuras oportunidades y productividad.
Barker and Fuentes (1995) describen numerosos programas de servicios para jó-
venes con componentes integrados; la mayor parte operan en América Latina y el
Caribe. El Proyecto Servol, de Trinidad y Tobago, es un ejemplo. Originalmente
creado como proyecto de empleo y formación, que actualmente ofrece servicios
en todo el país, en Servol se decidió incorporar un componente de aptitudes esen-
ciales de la vida para ayudar a los jóvenes a desarrollar las habilidades personales
que necesitan para funcionar eficazmente en la sociedad y en el trabajo. Estas
incluyen los resultados producidos por numerosos sectores de servicios tales como
concientización individual; paternidad; nutrición; educación acerca de sexualidad
129
Página
y salud; prevención del uso de drogas; actividades recreativas y deportivas; estu-
dios de alfabetización básica y estudios sociales; servicio comunitario, y destre-
zas comerciales para obtener empleo rápidamente o convertirse en
microempresario. El adolescente debe completar el componente de aptitudes esen-
ciales de la vida antes de recibir su formación formal de trabajo. La igualdad de
géneros en el programa y en el trabajo futuro es una de las metas explícitas del
Proyecto Servol.
Intervenciones terapéuticas
consideradas eficaces por la medicina basada evidencia
En adolescentes
130
Página
con el fin de estimular una conversación referente a su uso personal de
drogas y para lograr obtener el estado de automotivación del usuario. Se
utilizan principios de entrevistas para fortalecer la motivación y formular
un plan para los cambios que el adolescente realizará. Se sugieren estrate-
gias de enfrentamiento para situaciones de alto riesgo y se discuten estas
estrategias con el adolescente. En las sesiones subsiguientes el terapeuta
vigila los cambios, revisa las estrategias que se están usando para parar el
hábito y continúa alentando al adolescente para que se comprometa a cam-
biar o a mantener su abstinencia. Se anima al adolescente a traer a las
sesiones a su pareja o a alguien especial en sus vidas. Este enfoque ha sido
exitoso en los adolescentes con consumo problemático de alcohol y en suje-
tos con dependencia de marihuana.
n
que se puede cambiar el comportamiento no deseado mediante una demos-
tración clara del comportamiento que se desea adquirir, conjuntamente con
una premiación afín para cada paso adicional que se toma para lograr esta
meta. Las actividades terapéuticas incluyen el cumplimiento de tareas es-
pecíficas, ensayos de los comportamientos deseados y grabación y revisión
del progreso logrado, con elogios y privilegios concedidos cuando se cum-
plan las metas asignadas. Se recolectan muestras de orina regularmente
para supervisar si hay algún uso de drogas. La terapia pretende equipar a la
persona para que adquiera tres tipos de control.
De acuerdo con los estudios de investigación, esta terapia ayuda a los ado-
lescentes a llegar a ser libres de drogas y aumenta su habilidad para mante-
131
Página
nerse sin usar drogas una vez que el tratamiento haya terminado. Los ado-
lescentes también demuestran una mejoría en varias otras áreas: concu-
rrencia al trabajo/escuela, relaciones familiares, depresión, necesidad de
ser confinado a una institución, y uso de alcohol. Estos resultados tan favo-
rables se atribuyen en gran parte a la participación de los miembros de la
familia en la terapia y a los premios que se otorgan por la abstinencia de
drogas, verificada a través de los análisis de orina.
132
Página
miento y, por lo menos hasta seis meses después del mismo. El costo de
este servicio se ve recompensado por la reducción en el número de encar-
celamientos y de colocaciones de jóvenes en hogares fuera de los suyos y
por el hecho de que mantiene baja la carga de casos de los clínicos.
Tratamientos residenciales
133
Página
nerse de una droga adictiva sin recibir tratamiento puede ser médicamente
peligroso o hasta fatal. La desintoxicación no está diseñada para manejar
los problemas sicológicos, sociales y de conducta asociados con la adicción
y, por lo tanto, generalmente no produce los cambios duraderos de compor-
tamiento necesarios para la recuperación. La desintoxicación es más útil
cuando incorpora procesos formales de evaluación y refiere a los pacientes
a los tratamientos subsiguientes para estos problemas.
Propuesta de tratamiento
para niños, niñas y adolescentes con consumo problemático
de drogas (CONACE)
134
Página
Con enfoque de resiliencia (función evolutiva descrita previamente).
Dado que el adolescente concurre poco a los servicios de salud, cada encuentro
debe ser una oportunidad de evaluación clínica integral biopsicosocial y de educa-
ción al adolescente y en lo posible a su familia.
Evitar el rol parental, tanto como el rol adolescente (como querer ponerse a
su altura imitándolos).
135
Página
En la medida de lo posible, hacer partícipe a la familia u otro adulto signi-
ficativo.
136
Página
Las estrategias generales del tratamiento son los siguientes:
Se proponen tres tipos de abordaje, que deben ser conocidos y manejados por los
profesionales y técnicos que intervengan con adolescentes. Estos abordajes de-
ben estar presentes en el tratamiento como objetivos transversales: el abordaje
del proceso evolutivo, el abordaje de la prevención de recaídas y el abordaje del
desempeño ocupacional.
137
Página
Cuando el adolescente consulta, rara vez se encuentra con un sujeto angus-
tiado, que pide ayuda porque no entiende lo que le está pasando. En gene-
ral, la angustia aparece en el acompañante y la demanda de ayuda será de
algunos de sus padres.
t
El adolescente frente a una dificultad echa mano a un sinnúmero de defen-
sas psicológicas propias de la edad, que es necesario contemplar: nega-
ción, racionalización, idealización y omnipotencia.
138
Página
Desarrollar habilidades de lenguaje oral y escrito.
Desarrollar sentido de responsabilidad y moralidad.
Confianza en sí mismo.
Independencia.
Rol activo en promoción de salud.
Optima nutrición.
Crecimiento y desarrollo apropiados.
Hábitos de salud adecuados.
Disminución de conductas de riesgo.
Prevención de accidentes.
Desarrollo de vínculos familiares o con adultos significativos.
Detección de factores que interfieren con el éxito educacional.
Prevención de problemas conductuales.
Autocuidado.
FASE I (inicial)
140
Página
Esta fase puede iniciarse en un espacio residencial si las condiciones no se adecuan
a un tratamiento ambulatorio. Aunque siempre es necesario recordar que lo am-
bulatorio debe primar y la elección de una estructura residencial debe ser muy
ocasional.
FASE II (intermedia)
141
Página
Por lo tanto, las modalidades terapéuticas de intervención serían las siguientes:
Objetivos
Objetivos
142
Página
Intervención residencial(IR). Esta incluiría la existencia de un espacio residen-
cial y el de una unidad de desintoxicación como un espacio diferenciado. Para
niñas, niños y adolescentes que presentan CBPS moderado con consumo de alto
moderado y CBPS severo con consumo de alto riesgo.
Objetivos
Áreas de Intervención
143
Página
m
a. Area de consumo de drogas
Por otra parte, los estudios epidemiológicos y clínicos tienden a mostrar una
elevada comorbilidad entre los diagnósticos relacionados con el abuso/dependen-
cia de drogas y otros trastornos psiquiátricos como los trastornos depresivos, de
ansiedad, de conducta, psicosis y trastorno por déficit atencional, especialmente
en personas en que se van sumando factores de riesgo.
Objetivos:
144
Página
llevado o pueden llevar al menor a un consumo problemático de drogas.
Detección de las situaciones de alto riesgo y generación de alternativas
de afrontamiento ante estas situaciones: trabajar las recaídas como
parte del proceso y como algo que probablemente vaya a suceder.
Adquirir estrategias de afrontamiento y asertividad para la gestión de
los riesgos asociados al consumo de drogas.
Dar a conocer las consecuencias físicas, psicológicas y sociales que pro-
voca el consumo abusivo de drogas. Dotando de conocimientos objeti-
vos sobre las drogas y las conductas de consumo: Información sobre el
síndrome de abstinencia, trabajo sobre los temores y reducción de an-
siedad.
Desarrollar hábitos de vida saludables.
Desarrollar una actitud crítica respecto a las drogas, eliminando la ilu-
sión de inmunidad.
Experimentar sensaciones placenteras en un contexto libre de drogas.
Objetivos:
145
Página
Identificar las conductas de riesgo perjudiciales para la salud física y
dental.
Concienciar sobre las repercusiones individuales y colectivas que conlle-
van dichas conductas de riesgo.
Desarrollar estrategias de afrontamiento y asertividad para minimizar/
eliminar las conductas de riesgo.
Mejorar la capacitación en salud sexual y reproductiva de los adolescen-
tes.
Conocer los beneficios de la atención que pueden ofrece ciertos servi-
cios integrales de salud.
Establecer una relación positiva con estos servicios integrales de salud.
c. Area de motivación
En los seres humanos la motivación engloba tanto los impulsos conscientes como
los inconscientes. Las teorías de la motivación, en psicología, establecen un nivel
de motivación primario, que se refiere a la satisfacción de las necesidades ele-
mentales, como respirar, comer o beber, y un nivel secundario referido a las nece-
sidades sociales, como el logro o el afecto. Se supone que el primer nivel debe
estar satisfecho antes de plantearse los secundarios.
Abraham Maslow, diseñó una jerarquía motivacional en seis niveles que, según él
explicaban la determinación del comportamiento humano. Este orden de necesi-
dades sería el siguiente: (1) fisiológicas, (2) de seguridad, (3) vínculo y senti-
mientos de pertenencia, (4) prestigio, competencia y estima sociales, (5)
autorrealización, y (6) curiosidad y necesidad de comprender el mundo circundan-
te. Este autor, así como otros que hablan de las necesidades humanas, puede ser
fuente de inspiración en el diseño de estrategias motivacionales en niños, niñas y
adolescentes.
Objetivos:
146
Página
Relacionar estas motivaciones, con las de su familia, cuidadores, figu-
ras vinculares significativas, equipo que está llevando a cabo la inter-
vención.
Evaluar el grado de motivación del equipo de intervención psicosocial, a
modo de sensibilizar y problematizar en conjunto la temática referida al
consumo de sustancias.
Objetivos:
Objetivos:
148
Página
f. Área familiar
Objetivos:
Ayudar a superar la crisis que implican los cambios en las relaciones con
el adolescente.
Reducir los niveles de ansiedad, desangustiando y eliminando culpas y
sentimientos de fracaso como padres.
Identificar los factores de protección familiares y sociales.
Identificar los factores de riesgo familiares y sociales.
Mejorar la comunicación, desarrollando habilidades de comunicación,
comprensión y entendimiento mutuo.
Entrenamiento en resolución de conflictos y manejo de situaciones de
desencuentro entre padres, madre e hijos.
Proporcionar pautas para el seguimiento y control equilibrado y efectivo
del comportamiento del sujeto.
Resaltar la importancia de una formativa familiar negociadora y acorde
con las necesidades de unos y otros: límites, y normas claras y coheren-
tes dentro de la familia.
Favorecer la autonomía de los hijos, evitando la sobreprotección exce-
siva, enseñando los pasos en la toma de decisiones y el criterio indepen-
diente.
Proporcionar pautas para el seguimiento, motivación y apoyo en los es-
tudios del menor.
Promover el contacto de la familia con recursos comunitarios de capaci-
tación y formación.
Planificar y organizar actividades de formación y educación no formal
con sus hijos.
Analizar el modelo cultural de ocio nocturno consumista: sus causas,
que buscan, que les aporta a sus hijos y sus consecuencias.
Reflexionar y tomar conciencia del tiempo de ocio o del tiempo en calle,
como espacio de aprendizaje social y desarrollo personal.
Pautas para el manejo de las salidas nocturnas de fin de semana o de
todos los días, de los hijos e hijas: seguimiento, control y normas.
149
Página
Facilitar contacto de la familia con recursos comunitarios de ocio y tiempo
libre y con programas de alternativas de ocio saludables.
Las dificultades que se encuentran con mayor frecuencia en este ámbito, son:
dificultades escolares y/o laborales, abandono escolar transitorio o en vías de
hacerlo, pocas expectativas en los estudios y desmotivación hacia las tareas es-
colares, lo que lleva al fracaso escolar, comportamientos conflictivos en la sala de
clases, estilo de vida desorganizado, caótico, que le impide la planificación, apa-
tía, aburrimiento, pesimismo, etc..
150
Página
Conviene resaltar la importancia de trabajar con sus necesidades reales,
incentivando y estimulando el esfuerzo.
Objetivos:
El estilo de ocupación del ocio es lo más difícil de cambiar, ya que supone una
auténtica adicción a un estilo de vida en el que los factores tienen más peso que
las propias sustancias consumidas. Las ocupaciones de ocio han estado casi ex-
clusivamente referidas a contextos donde el uso de drogas, lo que ha llevado a un
empobrecimiento en sus intereses y a numerosas resistencias para cambiar. La
finalidad por lo tanto, es conseguir que el sujeto deje de relacionar ocio, consumo
y diversión.
Objetivos:
151
Página
Disfrutar de actividades de ocio y tiempo libre saludables.
Construir un modelo propio de ocio y tiempo libre.
152
Página
Actividad/Prestación Acciones Dirigida a
153
Página
Actividad/Prestación Acciones Dirigida a
154
Página
En resumen, el tratamiento puede quedar esquematizado de la siguiente manera:
155
Página
Tratamiento para niños, niñas y adolescentes con consumo problemático de sustancias
Fases de
Inicial Intermedia Final
tratamiento
156
Página
yo.
Evaluar la necesidad de recibir otro tipo de ayuda individual o familiar.
Prevenir posibles recaídas.
EN ESPACIO RESIDENCIAL EN ESPACIO AMBULATORIO
Dimensión ligada
al consumo de
Biopsicosocial
sustancia
Dimensión
Cuando no es posible el logro de los objetivos en un apoyo ambulatorio.
DE TRATAMIENTO
Siempre que sea posible, debe evitarse la internación y el aislamiento.
M
O
D
D
A
E
L
S
Permite al adolescente a aprender a reconocer los signos tempranos de la recaída
I
y aprender estrategias de evitación y enfrentamiento que pongan en juego nue-
Residencial Desintoxicación
vas habilidades o refloten habilidades perdidas, a fin de evitar que aquellas acon-
Unid.
tezcan.
Consumo
con alto
Severo
Escolar-Comunitario-
Ocio y tiempo libre.
Individual-Familiar-
Confirma-
moderado
Consumo
Moderado
○ ○
Seguimiento
• Desempeño escolar y/o laboral.
alta intensidad
Post- alta
Ambulatorio
• Autocuidado.
moderada
básicos de sospecha
Autoaplicable Signos
Consumo
con bajo
Sospecha
riesgo
Leve
Inventario
○
○
○
○
○
○
○
○
consumo
Sin CBPS
○
○
Sin
○
○
Intervención psicosocial
Seguimiento
○
Intervención Psicosocial
moderada intensidad
○
○
alta intensidad
○
○
○
○
○
○
○
Intervención
Psicosocial
Prevención
Específica
universal
Prev Selectiva
Prev. Indicada
157
Página
Modalidades de intervención
Modalidad Ambulatoria
de Moderada Intensidad: Centro Ambulatorio Integral (CAI)
Propósito
Objetivo General
Objetivos Específicos
158
Página
Atender al adolescente con uso y consumo de drogas en el contexto de una
familia multiproblema, entre ellos familia con miembros que presenta un
tipo de adicción.
Atender la consulta espontánea del adolescente y/o la consulta espontánea
de la familia, en relación a la problematización del consumo.
Apoyar y/o desarrollar programas de formación y acompañamiento a agen-
tes que realizan derivación y coordinación con el centro de atención, en
relación a drogodependencia; especialmente liceos y centros de atención a
adolescentes.
Apoyar y colaborar en acciones de incorporación social.
Articular y formar redes con otros programas de tratamiento y rehabilita-
ción de mayor complejidad e intensidad de la red sanitaria pública y priva-
da y con otros organismos de las redes sociales, comunitarias, educativas,
que trabajan con población adolescente.
Fase de pre-acogida
Fase de Acogida
Contar con una figura de referencia ya sea, familia y/o figura vincular
significativa que los acompañe en el programa, a modo de producir el nexo
necesario, minimizando barreras y favoreciendo la adherencia.
160
Página
El tipo de relación del clínico que realiza la intervención debe ser educativa,
no estigmatizante, y en un contexto de respeto.
161
Página
o
ahí, la negociación con ellos es constante. Cuando un adolescente se com-
promete a un cambio, a conseguir una meta o se traza un plan, tiene un
gran valor… aunque en muchas ocasiones puede durar poco.
Fase de diagnóstico
Intervención conjunta del equipo clínico integral, con el adolescente y con los
actores que circundan los espacios propios del adolescente: familia, grupo de
pares, escuela, grupos en sitios de ocio y tiempo libre; y su relación con ellos.
162
Página
En este tipo de intervención se puede trabajar, desde un punto de vista clínico la
vinculación, reinserción, motivación y prevención de recaídas.
163
Página
Consulta psicológica: Instancia de evaluación y diagnóstico psicológico que com-
plementaria las otras evaluaciones que se estarían llevando a cabo. Es una opor-
tunidad de acciones en psicoeducación, apoyo emocional, entrenamiento en habi-
lidades, Actividades de rehabilitación social y laboral. También es necesario tener
en cuenta las eventuales Intervenciones en crisis.
Fundamentación:
Objetivos:
Dirigida a adolescentes.
164
Página
Fundamentación:
Objetivos:
Consulta dental: Que permite una evaluación dental y diagnóstico, con sus res-
pectivas indicaciones y prescripción específica. Puede se una instancia de educa-
ción en salud y autocuidado, también de referencia a atención especializada.
165
Página
Consulta matrona: Instancia de evaluación gineco-obstétrica, educación en cui-
dados de salud y salud sexual y reproductiva, planificación familiar y de referencia
a atención especializada.
Áreas de actuación:
Niveles de actuación:
166
Página
c. Intervenciones clínicas de coordinación con la red de aten-
ción
Intervenciones propias en cada equipo que permitan una mayor coherencia y coor-
dinación del trabajo a realizar en el niño, niña y adolescente, además de sus
respectivas familias. Estas intervenciones estarían apuntando a mejorar la cali-
dad de atención, a través de:
167
Página
Probablemente se requiera partir por actividades más bien grupales, que permi-
tan ir motivando y dando confianza al individuo en las distintas técnicas que se
utilicen. Por lo general, llega un momento en que los adolescentes prefieren espa-
cios más bien individuales que grupales.
Las dificultades que se presentan con mayor frecuencia, tanto desde el punto de
vista de la realidad de los sujetos, como desde las dificultades de los propios
profesionales, se podrían resumir:
168
Página
Superación por parte de los y las adolescentes de “bajones” dentro de
su propio proceso personal.
Dificultad para encontrar un sustituto de su identidad que sea tan atrac-
tiva como la que ahora tienen. Normalmente su identidad está llena de
referencias a las drogas y conductas relacionadas, y para poder dejarlas
han de tener otros papeles y otros componentes que se la proporcionen,
y algunos carecen de ellos. Dejar los usos de drogas puede significar
dejar lo poco que ahora son y las únicas relaciones afectivas que tienen
(“sus amigos o compañeros”).
Las estrategias que se utilizan y que se han manifestado más eficaces son (Arbex,
2002):
Fundamentación
169
Página
espacios de reflexión, para ir en la búsqueda del “rescate” de su inte-
gridad, su familia, la aceptación de su problema y motivarlo a una ayuda
técnica y/o profesional para su recuperación, y su integración o la nece-
sidad de acudir a un centro especializado para ir en búsqueda de sus
dificultades individuales.
Objetivos
h
o os lugares espacios en donde permanecen los adolescentes con el objeto de:
Tutorías
Está a cargo del o los tutores o tratantes, que trabajan directamente con el
adolescente y su familia o figura vincular, a través de consultas de salud mental.
Fundamentación
Objetivos
Intervenciones educativas
Intervenciones psicopedagógicas
Fundamentación
Las clases de nivelación académica, dentro del programa, deben ser, en la medida
de lo posible, personalizadas y adaptadas a las necesidades educativas de cada
niño, niña y adolescente.
171
Página
Objetivos
Refuerzo escolar
Fundamentación
Objetivos:
172
Página
Aprender a evaluar la satisfacción-no satisfacción, en el ámbito del ocio.
Actividades deportivas
Fundamentación
Objetivos:
173
Página
Intervenciones de capacitación
Actividades ocupacionales
Fundamentación
Objetivos Generales:
Objetivos Específicos:
174
Página
Los talleres ocupacionales
Fundamentación
Objetivos
Intervenciones educativas
175
Página
Intervenciones comunitarias
Fundamentación
Objetivos
Conocer a la familia:
Estilo educativo.
Posicionamiento respecto a las drogas.
Posicionamiento respecto a los actos trasgresores.
Intercambiar información sobre la situación, comportamiento y estado
general de su hijo o hija, así como el origen de sus problemas.
Conocer las expectativas de la familia respecto al futuro de su hijo o
hija.
Implicar y responsabilizar a la familia su proceso.
Observar y analizar el tipo de relación que se establece entre familiares-
usuario durante la visita o el encuentro con el equipo.
Analizar la reacción del adolescente antes de la visita y las consecuen-
cias de la misma.
Evaluar conjuntamente con la familia el encuentro.
176
Página
Intervenciones psicosociales dirigidas a la red de atención
Las competencias con las cuales este equipo debe contar, son:
177
Página
El equipo que se sugiere:
Modalidad Ambulatoria
de Alta Intensidad: Centro de día
Propósito
Objetivo General
178
Página
Objetivos Específicos
179
Página
Intervención Clínica Integral
Así como se señaló en la modalidad previa, los nuevos perfiles de consumo que
aparecen en adolescentes, y sus problemáticas (relación a otro tipo de conductas
de riesgo, gran desmotivación, graves dificultades familiares, consumo concu-
rrente con patología psiquiátrica, etc.), demandan una respuesta diferente con
relación a los abordajes de tratamientos tradicionales; en donde la perspectiva es
más educativa y preventiva que terapéutica, con una atención directa para los
sujetos y sus familias o alguna figura vincular significativa, y en los espacios
indicados. Estos espacios, deberían ser ambulatorios con mayor intensidad y fre-
cuencia de cuidados, por lo tanto, dando cabida a adolescentes que requieran de
un espacio durante el día, para así continuar insertos familiarmente en la noche y
los fines de semana. De este modo, en algunas ocasiones, la intervención clínica
de mayor intensidad, resulta estratégica y fundamental, en la continuidad de un
tratamiento.
Fases de Intervención
Fase de pre-acogida
180
Página
Al igual que en la modalidad ambulatoria de moderada intensidad, la detec-
ción de adolescentes con uso y consumo problemático de drogas tiene lugar
en la familia, pero también, es necesario recordar que este motivo de con-
sulta se puede originar en otros recursos de la red asistencial, que trabajan
con niños, niñas y adolescentes: en esta modalidad de atención general-
mente se trata de sujetos con consumo problemático de drogas y patología
psiquiátrica concurrente, o bien se trata de familias multiproblemas que no
son capaces de proteger y contener durante el día al individuo.
Fase de acogida
Se reiteran los mismos principios que han sido descritos para la modalidad
ambulatoria de moderada intensidad es decir: la acogida es un momento determi-
nante, sobre todo con los adolescentes. Hay que planificar muy bien este primer
encuentro, asegurándose que sacan algo en claro, que les es útil para algo, para
que vuelvan una segunda ocasión. Para ello conviene tener en cuenta:
182
Página
Fase de diagnóstico
Intervención conjunta del equipo clínico integral, con el adolescente y con los
espacios propios del adolescente: familia, grupo de pares, escuela, sitios de ocio
y tiempo libre y su relación con ellos.
183
Página
drogas (físicas y psíquicas), donde el diagnóstico es fundamental y el ma-
nejo de algunas de estas patologías de moderada a alta complejidad.
Dominio de la incorporación de factores psicosociales intervinientes en este
fenómeno de consumo problemático en esta población.
Dominio de técnicas de acogida, de creación de un espacio de vínculo y de
técnicas motivacionales para la población adolescente.
Flexibilidad y buena disposición a trabajar con la red asistencial, escuelas y
familias o figuras vinculares de referencia para el adolescente
184
Página
Propósito
Objetivo General
Objetivos Específicos
185
Página
Colaborar con el desarrollo de instancias de formación y capacitación con-
junta con los equipos psicosociales, con el fin de mejorar la coordinación y
el aprendizaje mutuo en las distintas modalidades de tratamiento.
Apoyar y colaborar en acciones de reintegración social, en salidas educati-
vas, culturales, recreativas.
Articular y formar parte de redes con otros programas de tratamiento y
rehabilitación de menor o mayor complejidad e intensidad de la red sanita-
ria pública y privada y con otros organismos de las redes sociales, comuni-
tarias, educativas, psicosociales, etc. que trabajan con esta población.
Fases de la Intervención
Esta fase es esencial, en cuanto a que permite al equipo realizar una valoración
cualitativa sobre las posibilidades de desarrollo del sujeto durante su estadía en el
centro, teniendo en cuenta dos premisas fundamentales:
Valoración del caso del niño, niña o adolescente, cuyo ingreso se propone al
equipo residencial, tomando en cuenta su estado físico general (tipología
de sustancias consumidas e impacto del consumo en su salud física y men-
tal), su situación psicológica y social.
186
Página
Por último en cuanto al modo de ingreso, se debe tener en cuenta que:
Una vez que la persona llega al centro residencial, se plantean dos objetivos fun-
damentales:
Visita del centro y de todas las instalaciones del mismo, a cargo de uno
o varios miembros del equipo.
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Página
Acompañamiento: Seguimiento por parte de otro niño, niña o adoles-
cente que se encuentra en una fase más avanzada del programa. El
grupo es en todo momento el referente facilitador de la integración.
Participación en los diferentes aspectos de la vida del centro, trabajan-
do la concienciación del menor respecto a “su casa”. Intervención siste-
mática por parte de todo el equipo respecto a las normas de convivencia
y respeto mutuo y su trascendencia en la calidad de vida y bienestar de
todos los presentes.
Taller de integración o acogida: Explicación del programa educativo y
del reglamento de régimen interno.
Fase de consolidación
Esta fase representa el grueso del programa terapéutico integral y está orientada
a reforzar los factores de protección en el adolescentes ante un sinnúmero de
conductas de riesgos entre ella, el uso problemático de drogas, por lo cuál está
recibiendo tratamiento. Se trata de un periodo en el que se irán trabajando el
desarrollo y/o afianzamiento de competencias emocionales, cognitivas y
conductuales, con la clara orientación de potenciar los factores protectores en-
contrados a lo largo de todo el proceso de evaluación y de minimizar los factores
de riesgo que le llevan a la droga, la violencia, el conflicto, etc..
188
Página
Para ello se hace hincapié en la aplicación fuera del centro de lo trabajado
con el menor, para que pueda proseguir con la evolución de sus competen-
cias emocionales, cognitivas y conductuales. Se le acompaña por lo tanto
en las dificultades que le puedan surgir (miedos, búsqueda de amistades,
conocimiento de recursos, etc).
Temporalización de la intervención
Los integrantes del equipo deberán contar con las siguientes competencias:
189
Página
Dominio de técnicas de acogida, de creación de un espacio de vínculo y de
técnicas motivacionales para esta población.
Flexibilidad y buena disposición a trabajar con el ámbito comunitario y en
especial con fuerte vínculo, con los equipos psicosociales y de intervención
ambulatoria de los proyectos de marginalidad.
Equipo Sugerido
Intervenciones
Dirigida a: niños, niñas y adolescentes y/o familiar y/o figura vincular significati-
va.
191
Página
A modo de trabajar habilidades personales (psicomotricidad, habilidades y des-
trezas manuales, funciones básicas, hábitos alimentarios, horarios habilidades
cognitivas, conductuales, afectivas, creativas), valores asociados al trabajo (res-
ponsabilidad, tolerancia a la frustración, constancia), se sugieren los talleres de
terapia ocupacional. Realizado por terapeuta ocupacional y apoyado por educado-
res.
Psicoterapia individual:
Fundamentación
192
Página
Objetivos
Psicoterapia grupal:
Dirigida a adolescentes
Fundamentación
Objetivos
193
Página
Adquirir habilidades básicas de conversación.
Aprender a comportarse asertivamente.
Manejar las habilidades de relación heterosocial.
Aprender habilidades de autoevaluación.
Identificar situaciones, pensamientos y estados emocionales de riesgo
para el consumo.
Aprender estrategias de afrontamiento emocionales, cognitivas y
conductuales.
Fundamentos
Objetivos
Áreas de actuación:
Niveles de actuación:
194
Página
Nivel de asesoramiento: potenciar las capacidades básicas del sistema familiar y
de pareja para adecuarlas a las necesidades de cada ciclo vital.
Intervenciones educativas
Intervenciones psicopedagógicas.
Fundamentación
Objetivos:
Refuerzo escolar.
195
Página
Actividades de orientación a la capacitación e inserción laboral.
Salidas educativo-terapéuticas
Fundamentación
Objetivos
196
Página
Actividades culturales y de ocio
Fundamentación
Objetivos:
Actividades deportivas
Fundamentación
Objetivos
197
Página
j
Intervenciones de capacitación
Actividades ocupacionales
Fundamentación
Objetivos generales
Objetivos específicos
198
Página
Los talleres ocupacionales
Fundamentación
Objetivos
Tutorías
Está a cargo del o los tutores que trabajan directamente con el niño, niña
y adolescente.
Fundamentación
199
Página
implicación y motivación al sujeto en su proyecto educativo, demos-
trándole apoyo y refuerzo respecto de sus logros.
Se realizan con una frecuencia semanal o quincenal según los casos.
Objetivos
Fundamentos
Propósito
Objetivo General
201
Página
Objetivos Específicos
Fases de Intervención
Esta fase es esencial, en cuanto a que permite al equipo realizar una valoración
general de las características del niño, niña o adolescente que requiere la aten-
ción en una unidad de desintoxicación, los motivos de la derivación y las posibili-
dades de asistencia integral durante su estadía en la unidad, teniendo en cuenta
dos premisas fundamentales:
202
Página
Valoración del caso del niño, niña o adolescente, cuyo ingreso se pro-
pone al equipo de desintoxicación, tomando en cuenta, su estado físico
general, las consecuencias provocadas por el consumo de sustancias, la
intensidad de la sintomatología provocada por estas consecuencias, la
intercurrencia de patología psiquiátrica aguda o crónica y, por último,
su situación social.
Fase de desintoxicación
Fundamento
203
Página
Objetivo principal de la fase:
Principales acciones:
Uso de fármacos.
Uso contención estructural y contención metodológica.
Función contenedora y protectora institucional.
Recuperación nutricional (reanimación).
Tratamiento de patologías somáticas agudas y eventual psicopatología de-
tectada.
Derivación asistida a centro asistencial de especialidad si se requiere (ser-
vicios de urgencias, entre otros).
Contacto con la familia.
Fundamento
204
Página
Principales acciones:
Principales acciones:
205
Página
Hábitos horarios.
Patrones de sueño y alimentación establecidos.
Continuar manejo de patología somática adecuada, al igual que
psicopatología detectada.
Intervenciones educativas en relación al itinerario de intervención.
Actividades relacionadas a la prevención de recaídas.
Contacto y asistencia con el equipo que continúa en el itinerario, a través
de reuniones de coordinación o visitas del sujeto al nuevo equipo o progra-
ma.
Contacto, acompañamiento y visitas familiares.
Temporalización de la Intervención
Intervenciones
Dirigida a: niños, niñas y adolescentes y/o familiar y/o figura vincular significati-
va.
206
Página
clínico, complementar diagnóstico y farmacoterapia, e intervención en crisis; se
sugiere la consulta psiquiátrica. Realizada por médico psiquiatra. Dirigida a: ni-
ños, niñas y adolescentes, familiares o figura vincular significativa.
207
Página
complementariedad en los roles, confianza en el trabajo de si mismo y del otro,
establecer la contención metodológica y discutir y tener en claro las funciones
institucionales.
Equipo
Técnico en rehabilitación.
Enfermera.
Asistente social.
Psicólogo.
Terapeuta ocupacional.
Psiquiatra.
Profesor de educación física.
Manipulador de alimentos.
208
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Adherencia al tratamiento
En una recopilación de opiniones dadas por el personal que trabajaba con adoles-
centes, Miller, que es citado en Spooner (1996), identificó ciertos elementos de un
programa con una mayor probabilidad de adherencia por parte de los sujetos.
Estos elementos incluían altos niveles de apoyo a la espontaneidad del joven,
apoyo a la actividad y al desarrollo de la autonomía del paciente, una orientación
práctica y personal a la solución de los problemas y estímulo constante a la expre-
sión de sus sentimientos. También se señalaron: un nivel razonable de orden y
organización, la claridad del programa y el control del personal (destinado a ga-
rantizar la seguridad de los pacientes). Un entorno seguro se indicó como un
predictor de adherencia a largo plazo.
Ya que algunos problemas individuales (tales como una enfermedad mental seria,
el uso severo de la cocaína y conexiones criminales) aumentan la probabilidad de
que un paciente termine prematuramente el programa, es posible que se requie-
ran tratamientos intensivos con una variedad de componentes para retener a los
usuarios que tienen estos problemas. El terapeuta debe asegurarse de que exista
una transición a cuidados continuos o "terapia de convalecencia" después de que
el paciente termine el tratamiento formal.
210
Página
tencia de equipos flexibles, dinámicos, integrales, con trabajo de motiva-
ción constante. Equipo empático, no desafiante ni centrado en la evalua-
ción.
Construcción de objetivos del tratamiento en conjunto con el adolescente.
Programas centrados más en el otorgamiento o búsqueda de sentido.
La existencia de un acompañamiento terapéutico real.
Oferta terapéutica diversificada con espacios protectores de fin de sema-
na.
Dispositivo grupal: rector en el tratamiento, con claro encuadre terapéuti-
co, que posibilite el trabajo de individuación y autonomía.
Organizaciones sociales comprometidas con los adolescentes y funcionando
en red. Con recursos adecuados, protectores y que den efectivamente solu-
ción a las dificultades. Comunidad organizada, informada respecto a la
efectividad de los tratamientos.
Evaluación:
Indicadores
A pesar de que la reducción del consumo de drogas sigue siendo un indicador
importante del éxito en un tratamiento, existirían otras variables que pudieran
ayudarnos en esta evaluación (Janet Currie, 2001):
211
Página
Capacidad para funcionar en muchas áreas de la vida (pares, escuela, fa-
milia, etc.).
Capacidad para reducir los peligros o riesgos de las drogas y autoprotegerse.
Mejoría en las relaciones familiares.
Para intervenciones preventivas del tipo selectivas Arbex plantea los siguientes
indicadores:
Por otro lado, para intervenciones preventivas del tipo indicada, sugiere el regis-
tro caso a caso (casos nuevos, casos derivados, casos reingresados, abandonos,
etc.).
212
Página
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