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Latitud 10° 53’: La coordenada Mokaná del Atlántico

El vértigo, las casas coloniales, el verde de la naturaleza y la tranquilidad son los personajes
principales del pueblo en el que aún el espíritu Mokaná está presente.
En la Latitud 10° 53’ N. con Longitud 74° 59’ O está ubicado el paraíso escondido del
Atlantico al que se llega con el corazón en la cabeza, donde las artesanías son el pan de
cada dia y el helado de yuca es algo común en estas tierras. El clima es bipolar y cuando se
le antoja te obliga a abrigarte en plena Región Caribe. Arawack, cuyo significado es
mirando hacia al mar, es la tierra entre las colinas donde las nubes descansan por placer.
Decidí volver a este municipio luego de 9 años, un viaje en el tiempo no me caería mal en
una semana de tanto estrés. El viaje no lo haría sola, no quería guardarme esta experiencia
solo para mí.
Nuestra cita con este municipio inició el 24 de mayo desde la ciudad de Barranquilla. El
reloj marcaba las 7:30 de la mañana era la hora acordada pero como pasaba usualmente el
tráfico de la ciudad no nos ayuda para empezar nuestra nueva travesía, las expectativas eran
altas y la emoción por iniciar el viaje nos acompañaba.
El vértigo nos avisa que hemos llegado a nuestro destino, o que por lo menos ya estamos
cerca. La altura nos invade el cuerpo, ya se sienten los 310 metros. Llegamos a Tubará con
el corazón en la cabeza.
Un poblador nos recibió con artesanías tradicionales, máscaras de tonos marones y oscuros
nuestra curiosidad y vocación como periodistas nos hizo hacerle las primeras preguntas,
nos invitó a su taller de artesanía y nos obsequió una tarjetica con su nombre.
Nuestra primera parada fue el museo “Rebeca Colmo” ubicado en una colina con vista al
Atlántico y a la Sierra Nevada. Disfrutamos la vista y empezamos a documentar lo que
nuestros ojos veían.
A unas cuantas casas del museo nos estaba esperando la señora Lourdes, gestora de la casa
del totumo y una de la primeras en poblar este municipio “cuando esto era puro monte”. A
pesar de que tuvo que dejar de gestionar algunas festividades, caminatas ecológicas y
concursos de belleza, con premiación en traje de totumo, de vez en cuando recibe con
cariño y dedicación a los visitantes, en especial a los estudiantes que quieren conocer “estas
tierras”
La señora Lourdes nos muestra con seguridad cómo son las cosas por acá y cómo han sido,
es como si tuviera un discurso preparado para cada visitante y con esa voz de firmeza
nuestros oídos empiezan a escuchar la historia de la tierra que ahora pisamos.
La traición
Una historia de traición entra en el discurso de la señora Lourdes es la historia de la india
Catalina originaria de la tribu Mokaná. “¿Sabían que la india Catalina era de aquí?”. Mi
cerebro hizo rápidamente un recorrido histórico pero no encontró nada, la voz de la señora
Lourdes interrumpe de inmediato para suplir mi laguna histórica.
“Ella era la novia del sobrino de Hare Merituada, cuando ella lo traiciona y se va
con uno de los españoles ellos regresan y sacan los siete patos, el puercoespín y se
le roban las riquezas a los Mokaná. Hare se tira en el chorro que hoy se llama el
chorro del ahorcado y por eso es que Catalina significa traición. Ella huye a Zamba,
que es Galerazamba y allá la adopta Cartagena”
Siempre había relacionado a la india Catalina con Cartagena, jamás pensé que detrás de ella
existiera una historia de traición y menos que perteneciera al Atlántico, más exactamente a
los Mokaná del Atlántico.
Las caminatas
Cuando estudias periodismo lo primero que te dicen es que se debe trabajar mucho en la
calle más que en el escritorio y con eso estaba de acuerdo, así que me dirigí a la iglesia en
busca de Pedro, no conocía su rostro, pero me habían mandado con él porque era el
indicado para mostrarnos todo lo que queríamos conocer. Llegue a la oficina de la iglesia
central del pueblo, la cual está entre el patrimonio cultural del país, observé el lugar y dije a
Pedro:
-Buenas, ¿se encuentra Pedro?
-¿Quién lo solicita?
-Soy Hellen, vengo de parte de…
-Sí, ya se de parte de quién vienes
-Me encomendaré a mi señor y ya salgo
Luego de esa pequeña conversación asentí y subí a una colina ubicada al costado de la
iglesia, y el clima era totalmente diferente al que había en las calles, era frío, muy frío para
estar en pleno mediodía, habían unas bancas heladas con colores fríos para variar.
Una baranda helada separa la pequeña plaza de un abismo. En ese abismo unos niños bajan
unos mangos supongo que para la caminata de vuelta a casa. Se les notaba que acaban de
salir del colegio. El aire que se respira es distinto, te sientes vivo, no hay humo en tu cara ni
la contaminación de la ciudad, ni edificios que no te permitan respirar. Es aire puro que
entra frío a tus pulmones les da una vuelta y sale completamente diferente.
Me doy vuelta, y mi cerebro me hace un viaje al pasado. “Esa iglesia, es patrimonio
cultural del país, sus piedras, sus paredes son coloniales, están intactas desde aquella
época”, son las palabras que la señora Lourdes había mencionado antes, la observo con
detalle y me parece artística y a la vez algo poderosa, representa poder, la iglesia siempre
ha representado eso en la historia.
-Listo, vamos iremos primero al cementerio.
Aquí inició muestro recorrido por el pueblo de Tubará. Bajamos por una loma y subimos
por otra, pasamos por la plaza, la tienda El Nacional, por unos cuantos pozos y llegamos a
uno donde surgió otra historia y eso que solo era el camino al cementerio.
Entre los años 1572 a 1575 cuando el dominico español San Luis Beltrán habitaba el
territorio Mokaná con el fin de evangelizar esas tierras, los indios Mokaná Vivian una
sequía, al percatarse de tal hecho Beltrán le dice a una india que cabe un pozo y colocara
unas estacas que el mismo le dio y que así brotaría agua. Unos años más tarde del milagro
unos campesinos retiraron dichas estacas lo que produjo la sequía de este y cuatro pozos
más que se habían construido a lo largo del municipio. Hoy no quedan más que unos
huecos gigantes de alrededor de doce metros de profundidad y dos metros de radio
adornados con piedras que los protegen de la tierra por si algún día vuelve a ocurrir un
milagro.
Seguimos nuestro camino hacia el cementerio el cual es uno de los tantos miradores que
tiene este territorio, para llegar a él subimos la colina de la calle 8 una larga caminata que
deja sin aliento a un par de mis acompañantes, a mi lado caminaba un poblador quien iba
muy tranquilo sonriendo a ver unos citadinos que no podían subir con eficiencia una simple
colina.
Un aviso gigante y con una tipografía ya conocida nos indica que hemos llegado al
cementerio municipal, justo en frente de él un pequeño mirador con vista a las diferentes
construcciones de parques y vías que se dan por estas fechas. Subimos una docena de
escaleras y llegamos a la capilla del cementerio de por si también parece una colonia, a la
entrada hay una alberca llena de agua y los árboles son remplazados por tumbas es el único
espacio que he visto sin tantos arboles desde que llegue a este municipio.
A un lado de la capilla yace el primer muro colonial, encerrado entre cuatro paredes de
vidrio y acompañado de un aviso que resalta por todas partes el apellido “Coll” se
encuentra el primer patrimonio de Colombia colonizado.
Salimos del cementerio a elegir nuestro próximo destino, era una casa amarilla que se veía
justo al otro lado del pueblo, el llegar allá parecía imposible pero nuestros ánimos por
conocer lo que nos podía brindar el territorio Mokaná nos dieron el aliento para emprender
el largo camino.
Bajar por las colinas es un poco más rápido y es aún más sencillo. La sombra de los arboles
brindan la frescura para seguir caminando así que las caminatas son el plan ideal para
conocer los diferentes sitios turísticos de Tubará Atlántico.
Siguiendo nuestro camino hacia la casa amarrilla nos encontramos con la piedra de
sacrificio, a diferencia de los otros monumentos del municipio esta parece no importar
mucho, pues no tiene ninguna denominación que indique que fue la piedra en la que los
indígenas Mokaná realizaban sus rituales de sacrificio, además de estar rodeada de
abundante vegetación, mientras Pedro nos comentaba un poco de su historia, a unos diez
metros atrás unos estudiantes gritaban desde la puerta de su colegio ¡eso es una piedra!
Afirmación que me indico que dicha piedra no era tan importante para los habitantes de
dicho municipio, a pesar de tener una historia ancestral.
Nos llevamos unos 20 minutos de caminata hasta el punto de inicio de las tres colinas que debíamos
subir para llegar a la casa amarilla y posteriormente al parque el mirador el cual también se
encuentra en remodelación. Empezamos a subir y en los pies se sentía la dificultad para dar cada
paso, el camino era distinto, ya no era carretera sino ladrillos pequeños y grises que juntados hacían
un camino. Podíamos subir en moto las colonias pero con la caminata se puede apreciar con
delicadeza las viviendas coloniales, la vegetación y las gallinas cruzando la calle.
El sonido de las aves, las risas del grupo de caminantes y las burlas sobre el cansancio de otros
hicieron más corto el camino. Llegamos y mis pies buscaban un lugar para descansar pero la
grandiosa vista me hizo seguir así la baranda con figuras indígenas para apreciar la vista lo primero
que pensé fue “todo eso caminamos” era demasiado para la vista estábamos al otro lado de nuestro
punto de inicio habíamos caminado todo el pueblo pero la sensación fue gratificante.
Seguimos al parque el mirador. Los arboles de acacia adornaban sus pasillos y las flores rojas
reposaban en los pequeños ladrillos grises. Corrí, desde que pise el parque vi a lo lejos una especie
de abismo así que corrí hacia él. Cuándo llegue a la orilla grite, ¡oigan tiene que ver esto!
La vista era grandiosa, del lado derecho la majestuosidad del mar azul, eran playas vírgenes según
nos había contado la señora Lourdes, estábamos en una especie de valle rodeado de montañas, a lo
lejos y mano izquierda se veían las edificaciones de la ciudad de Barranquilla rodeadas de una
niebla gris, las carreteras de tono gris oscuro que conducían a las minas de caliche ubicadas un poco
antes de llegar a Tubará eran parte esencial del paisaje. Este viaje lo realice por diferentes motivos
uno de ellos era escribir esta crónica pero también quería documentar y tomar registro de los que
mis ojos veían con un solo fin mostrar las bellezas escondidas del Atlántico.
Este municipio sin duda tiene mucho que ofrecer, entres esas tantas cosas encontramos las fiestas
patronales, estas son realizadas el 19 de marzo de cada año en el que sus pobladores celebran las
fiestas patronales de San José patrono de la parroquia las cuales coinciden con el onomástico de la
población, para conmemorar tal festejo se realizan actividades culturales en donde se presentan
grupos de teatro y diferentes grupos artísticos.
El totumo, como fuente de economía
Si hay algo que abunda en Tubará después de los árboles son los talleres artesanales, el totumo es la
herramienta principal con la que se diseñas, crean y distribuyen las diferentes artesanías como
collares, llaveros manillas, frutas para decorar entre miles de objetos más que plasman una esencia
Mokaná. Los trajes en totumo son poseedores de cultura, en cada detalle y trazo se observa con
precisión el esfuerzo de un artesano los trazos hacen la combinación perfecta de una obra de arte al
estilo Mokaná.
Al llegar a estos talleres que generalmente están ubicados en casa con estilos coloniales, recordé el
don que de cierta manera me otorgo el totumo hace muchos años, según lo que me contaba mi
bisabuela cuando tenía un año de vida se me dificultaba hablar con claridad, así que ella decidió
regalarme una cuchara echa de totumo y le dio la orden a mi madre de que todo absolutamente todo
me lo diera utilizando esa cuchara y la prueba viviente es que en el presente hablo hasta por los
codos, ¿Es entonces la Crescentia cujete un árbol con un poder grandioso?

El clima, hace parte de los atributos de este municipio, aunque está ubicado en territorio de clima
cálido, la sensación térmica es refrescante debido a su altura incluso se siente más el frio en esta
época de lluvias la neblina reposa sobre las calles haciendo la vista un poco pesada, las bancas de las
plazas se ponen frías, el viento es frio y las hojas de los árboles son de colores fríos. En época de
verano se puede sentir altas temperaturas de día pero cuando la noche llega los fuertes vientos hacen
que el clima haga una transición de cálido a frio. Sé que suena algo ilógico que en plena región
caribe la neblina sea densa y el frio de obligue abrigarte. Pero si quieres corroborar esto te invito a
que visites la latitud 10° 53’: La coordenada Mokaná del Atlántico.
Por: Hellen Fontalvo

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