Para estudiar el concepto de libertad debemos iniciar reconociendo el concepto del otro,
como se concibe la otra personas a partir del goce de su libertad, debemos entender que
vivimos en un mundo social, en el cual todas las libertades están luchando por ser;
influyendo así elementos materiales como el poseer riquezas, y tratar de ser libre sin
agredir la del otro, sin percibirlo como una amenaza. Sartre concibe al mundo como una
condenación en la cual nos arrancan nuestra esencia concebida por el como la libertad,
desde pequeños estamos sometidos, por ejemplo los americanos son americanos porque
otros lo decidieron, los pueblos esclavizadores que serían los otros no establecieron la
libertad propio como fenómeno separado al poder ser y tener bienes materiales,
impidiendo así la libertad, la cual hace posible la creación de un concepto del hombre por
sí mismo. Esto es un poco complejo pues nos habla del existencialismo de Sartre,
entiendo la libertad desde el concepto del otro y de la posesión de otros conceptos como
belleza y riquezas.
La libertad se basa en la propiedad de uno mismo, negar esto es aceptar que es el otro
quien domina tu vida, nadie es dueño de nadie solo de sí mismo, y somos el resultado de
nuestra formación y acontecimientos que nos han moldeado más la suma de la puesta
en práctica de la ética que nos deja desarrollar la libertad verdadera. En la actualidad
vemos como la libertad es el grito de necesidad de una sociedad alienada en la que
somos parte de un mundo que se desmorona por la incapacidad de otros de respetar tu
libertad, algunos ejemplos de esto es el no poder expresar tus ideas, el robo de la vida y
enajenación del ser.
Del tema expuesto en este trabajo, podemos extraer las siguientes conclusiones. En lo
referente a la ética y su actuación en la sociedad, podemos decir que se trata de un
componente fundamental y de extraordinaria importancia de la filosofía. Sin ética la
sociedad sería un caos, y carecería de normas lógicas y no podríamos hablar de un copto
de liberta y por ende no existiría una concepción del concepto de hombre por sí mismo.
El mundo carecería del concepto de lo moralmente correcto y, en definitiva, seríamos un
poco menos humanos. El hombre debe desarrollar una ética justa, para que la libertad y
la felicidad tengan en cuenta los intereses y necesidades de todos y cada uno de los
integrantes de las diferentes sociedades y que actúe en favor de una justicia que busque
proteger a los más débiles y denunciar lo moralmente incorrecto e injusto.