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UNIVERSIDAD FERMÍN TORO

VICE-RECTORADO ACADÉMICO
DECANATO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
DOCTORADO EN GERENCIA AVANZADA

Ética Crítica y Gerencia Organizacional:


Una Apreciación Hermenéutica desde la Modernidad Líquida

Autor: Omar de Jesús Garrido Romero


C.I.: 5247639
Correo: omargarridor@gmail.com

CABUDARE, JULIO 2019


Autor: Omar de Jesús Garrido Romero
Correo: omargarridor@gmail.com
Año: 2019

Resumen
La ética en el acontecer humano desde la perspectiva de su contenido formal y
material se reviste de una alta transcendencia por su impacto en la dinámica social
de toda la humanidad y ello incluye a una de las formas del actuar humano como
lo es la gerencia organizacional. De allí que el presente ensayo desde su carácter
argumentativo a la luz de las descripciones y reflexiones realizadas por Zygmunt
Bauman sobre el periodo histórico actual por el que transita la especie humana,
que el investigador denomina modernidad líquida en contraposición al difuso
concepto posmodernidad, así como de los aportes de otros autores, se pretende
presentar desde una actitud ontológica subjetiva basada en la noción del ser
humano como sujeto que construye y reconstruye su realidad social según la
forma en que la percibe e interpreta. En consecuencia la contextualización y
construcción general de la categoría filosófica ética se hace a lo interno a partir de
la apreciación interpretativa de la categoría sociológica modernidad líquida, desde
donde se navega siguiendo no un razonamiento dogmático, sino un proceso
hermenéutico para constatar la comprensión, interpretación y construcción teórica
de los argumentos de la validez de los principios éticos en la gerencia organizacional.
Palabras Claves: Ética, Gerencia Organizacional, Modernidad líquida.
Abstract

Ethics in human events from the perspective of their formal and material content is
of high transcendence for its impact on the social dynamics of all humanity and this
includes one of the forms of human action such as organizational management.
Hence the present essay from its argumentative character in light of the
descriptions and reflections made by Zygmunt Bauman about the current historical
period through which the human species transits, which the researcher calls liquid
modernity as opposed to the diffuse postmodernity concept, as well as From the
contributions of other authors, it is intended to present a subjective ontological
attitude based on the notion of the human being as a subject that constructs and
reconstructs his social reality according to the way he perceives and interprets it.
Consequently, the contextualization and general construction of the ethical
philosophical category is made internally from the interpretative appreciation of the
sociological category liquid modernity, from where one navigates following not a
dogmatic reasoning, but a hermeneutical process to verify the understanding,
interpretation and theoretical construction of the arguments of the validity of ethical
principles in organizational management.
Keywords: Ethics, Organizational Management, Liquid Modernity.

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Un pintor, o un poeta a menudo consiguen dar explicación a los procesos
sociales con mayor claridad que cualquier especialista con estudios de posgrados.
Es famosa la obra Guernica del pintor español Pablo Picasso y el poema Coloquio
bajo la palma de nuestro poeta Andrés Eloy Blanco. Humanidad, humanidad, hay
motivos de alegría pero de tristeza hay muchos más… hay motivos de alegría pero
de tristeza hay mucho más. Así comienza el coro de la canción Humanidad del
canta autor Ali Primera; los puntos suspensivos representan la letra que describe
parte de la no ética de eso que llamamos humanidad que aliena y devasta a la
existencia de los seres humanos desde su infancia llevándose consigo su
inocencia y sueños.
Reflejo de ello es un mundo moderno, donde tantos seres humanos son
privados de una vida digna, de su identidad, a ser felices; Derechos reconocidos
entre otros por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sin ningún tipo de
discriminación ideológica, política o económica; siendo un contrasentido histórico
su uso como excusa y detonante para aventurarse en nombre de la libertad en
guerras con desastrosas consecuencias para toda la humanidad, donde la máxima
expresión para la destrucción de lo que llamamos especie humana fueron las
bombas atómicas lanzadas por los Estados Unidos al pueblo de Japón (Hiroshima
y Nagasaki).
Esta acción genocida que violó todo principio moral y ético, conceptualizada
de manera maquiavélica como daño colateral producido a la población civil por
una acción bélica en nombre de la paz, nos retrae en consecuencia a la época del
oscurantismo medieval, pero a diferencia de esta, no se fundamenta en los
principios religiosos de la iglesia, sino que es direccionada por la trilogía ideología-
economía-política, dominada por los centros mundiales de poderes, es decir, que
el hombre desde su interpretación de la norma moral es quien decide si sus actos
son buenos o malos; somos herederos de una moralidad previa a la modernidad
que no puede superar a las acciones de los actores modernos que manejan la
tecnología y todo aquello que signifique poder, evidencia de ello queda
representada en las siguientes líneas:

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… las tradiciones no identificadas, tuvieron ya su oportunidad, pero no
sobrevivieron a la competencia del racionalismo. Desde luego la
cuestión obvia es ¿fueron eliminadas por motivos racionales, o su
desaparición fue resultado de presiones militares, políticas,
económicas, etc. Por ejemplo, se eliminaron los remedios ofrecidos por
la medicina india (que muchos médicos utilizaban en el siglo XIX) por
haberse comprobado que eran inútiles o peligrosos, o porque sus
inventores los indios, carecen de poder político y financiero?
(Feyerabend, 1992, p. 67).
Ello es un reflejo de como las ideas posmodernas sobre la ética y la moral han
mutado con una celeridad pasmosa y que los mortales comunes desde su
individualidad no han podido entender sus derivaciones en el espacio y el tiempo,
aún menos comprender su trascendencia. Es la vieja discusión sobre la relación
de la ciencia y la ética enmarcada en el tiempo real de la globalización económica
y la revolución telemática, que Stakman (2008), esboza a través de la frase “la
ciencia no puede esperar mientras la ética le da alcance y nadie debería esperar
que los científicos piensen en todo por todos” (p. 10), alegato que certifica el
avance agigantado alcanzado por la ciencia en estos dos últimos siglos, al cual la
ética no ha podido dar alcance. En consecuencia, se hace necesario una
apreciación diferente de la ciencia, ya no como herramienta de creación sino como
instrumento para corregir las dificultades producto de la diversidad de posturas e
interpretaciones que coexisten en la actualidad.
Se comprende que desde la ciencia no se pueden resolver conflictos morales,
lo cual no excluye, desde luego, que puede coadyuvar en la formulación adecuada
de los debates sobre los conflictos que en esta sociedad moderna puedan surgir,
entonces, bajo las premisas de que la ética reside en el ser humano, revestida de
un carácter individual, intrínseco; que la moral por su parte adquiere su
constitución teórica social al originarse a partir de acuerdos, por grupos sociales
que conviven y, que el objeto de la filosofía es explicar la vida humana, cabría
preguntarse dónde quedo lo ético en todas estas acciones direccionadas desde
los centros de poder económico y político. Ideas no estáticas que surgen del
pensar para fundamentar nuevas interpretaciones en el intento de explicar el

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fenómeno del comportamiento humano, porque el problema no es epistemológico
sino axiológico, dado que desde la racionalidad se posiciona a la ética en un plano
distinto para censurar al pensamiento que es más profuso que el razonamiento;
pensamiento y saber es pensar sobre el actuar, la razón nos mutila, es parte del
pensar pero no es única. Sin ser moralista:

No se trata tan sólo de que, al haber proclamado la autosuficiencia de la


razón humana, la modernidad le negó a Dios el derecho de dirigir el
destino de los seres humanos y por ende minó el sustento más sólido
sobre el que se apoyaba la instrucción moral en el pasado (Bauman,
2009, p. 252).
Se trata de que la modernidad dio posesión a los poderes que minaron los
cimientos más sólidos sobre los cuales se erguida la sociedad en tiempo pretérito
para ejercer su omnipotencia pero con una menor capacidad de cómo usarla. Es
incuestionable que en la molienda de la globalización todo lo humano está
sumergido con el fin de pulverizarlo y desnudarnos de nuestra condición humana,
para aléjalos de todo aquello que como especie los mantenía unidos, dejamos de
ser una sociedad sólida (ordenada, predecible y estable), para ser una sociedad
líquida, como la llama Zygmunt Bauman (Poznań, Polonia, 1925 – Leeds, Reino
Unido, 2017), caracterizada por ser fluida, cambiante, inestable y hasta caótica.
En este panorama, lo ético posee una amplia trascendencia, y aunque
germine desde la interpretación subjetiva individualista su impacto es social, el ser
y convivir entre otros, por lo tanto hay una sola ética, en cambio en la moral lo que
importa son las normas, y por ende el cimiento de la moral es cultural y hay tantas
morales distintas como criterios culturales. Es incuestionable que la tilde ha de
colocarse a la dinámica relacional humana que se confirma en el vivir cotidiano al
abstraer situaciones en las cuales hablamos de conductas éticas; luego, la ética
tiene un fundamento biológico en el acontecer gregario de la especie humana, me
importan las personas, sin apologías racionales, por consiguiente, es vital la
necesidad de replantear la ética sobre un sistema de acción estructurado, donde

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el hacer humano asuma una conducta socialmente correcta en cualquier
escenario donde se desarrolle.
Luego, desde este sistema resultante estructurado desde lo ético las
organizaciones han repensar y reconstruir sus prácticas gerenciales e incluso
administrativas para asumir desde su misión y visión un comportamiento ético
consonó que responda a las carencias y necesidades de esta sociedad líquida.
Entonces en virtud de la búsqueda de las necesarias respuestas a la pregunta
¿cómo han de configurarse en este siglo XXI las organizaciones en arreglo con las
condiciones líquidas que dicta la realidad de sus entornos líquidos de influencia?
que el examen de las interpelaciones plantea a la sociedad como una de sus
interrogantes. Por ello, partiendo de este contexto y bajo el foco conceptual de la
metáfora modernidad líquida propuesta por Bauman a finales de los años noventa,
se inscribe el interés del presente ensayo a objeto de generar una visión de
beneficio social desde un lenguaje franco e inteligible.

Ética Crítica y Gerencia Organizacional:


Una Apreciación Hermenéutica desde la Modernidad Líquida

Ahora bien para comprender los retos actuales que deben enfrentar las
organizaciones y su gerencia en esta etapa histórica de la humanidad que
estamos viviendo y que llamamos posmodernidad, categoría que por su
complejidad e interdependencia constituye un aspecto crucial que afecta a todos
los ámbitos de la sociedad (economía, trabajo, migraciones, avances en las
tecnologías, leyes, normativas regulativas, reglas del comercio y del juego social,
relaciones personales, relaciones familiares y hasta la propia identidad, entre
otros) estando caracterizado por constantes cambios objetivamente direccionados
para garantizar los principios de libertad y vida sobre la felicidad que era
considerada el primer principio en el espacio social.
Por ello, de manera indiscutible nos encontramos ante un mundo revestido de
un progresivo, continuo y próspero desarrollo en donde las personas viven en la
incertidumbre de sus posibilidades de ser independientes dando paso al ente

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individual, es la disolución del sentido de pertenencia social del ser humano ante
la realidad de una sociedad consumista que no es la adición de individualidades
que configuran un todo social, sino un espacio individual para el consumo y la
cultura vacía de satisfacer el ego. El punto de atención acá de esta supuesta
independencia, es la imposición de estados de ansiedad y de inseguridad a cada
persona, de manera individual, carga que antes era socialmente compartida. Es
parte del dilema actual que enfrenta la ética. Al respecto Bauman (2004), sostiene
que víctimas de las presiones individualizadoras, los individuos están siendo
progresiva pero sistemáticamente despojados de la armadura protectora de su
ciudadanía y expropiados de su habilidad e interés de ciudadanos. (p. 46).
Se persigue al ciudadano y a su condición humana a través de su
desfragmentación de ciudadanía, porque somos ciudadanos cuando al ser
permeados por los valores colectivos se es parte activa de lo social; cuando una
razón nos visibiliza y controlamos los recursos indispensables para una genuina
autodeterminación; en este sentido la autonomía de la sociedad demanda de una
autoconstrucción pensada y reflexiva, algo que sólo puede ser aprehendido por el
conjunto de sus miembros, por lo tanto como lo expresa Bauman (ob. cit.), solo los
individuos que recuperen sus habilidades y herramientas ciudadanas perdidas
serán los únicos constructores que estén a la altura de la labor de levantar este
puente en particular.
En consecuencia, la travesía para conocer el marco donde se sitúa la ética en
la gerencia organizacional exige interpelar sobre qué es lo humano en un mundo
que va más allá de la creación física y orgánica de la especie humana,
situándonos en las dimensiones de lo psíquico, social y espiritual. Y es en este
más allá donde nos situaremos, partiendo no desde el razonamiento dogmático,
sino desde la hermenéutica que Gadamer (1998), define como:

Un reconocimiento del carácter esencialmente dialogal que une a los


seres que están en conversación, lo cual, los capacita para saber de sí
mismos, pensar con el otro y volver sobre sí mismos como otra
persona en medio de la búsqueda del consenso como fondo e
intencionalidad (p. 356).

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Y es a través de este hilvanar del concepto condición humana, siguiendo el
proceso hermenéutico, que se plantearan algunas consideraciones que coadyuven
a la contextualización y construcción general de la categoría filosófica ética a lo
interno de la modernidad líquida. Asimismo, a partir de la apreciación interpretativa
de la categoría sociológica modernidad líquida, se navegara para constatar la
comprensión, interpretación y construcción teórica de los argumentos de la validez
de los principios éticos en la gerencia organizacional.
Para emprender la travesía nos apoyaremos en Porto (2008), quien expone
que la ética como disciplina filosófica, al estudiar la moral y la acción humana,
determina como deben actuar los miembros de una sociedad, por lo tanto es quien
orienta la acción humana de un modo racional en el conjunto de nuestra vida; por
consiguiente, en las organizaciones se corresponde con la aplicación de los
principios éticos en la toma de decisiones y en acciones concretas, además de
aportar herramientas para elevan el nivel ético de la gerencia organizacional. Un
enfoque ético en las organizaciones presupone aceptar que estas no son solo
instituciones para obtener beneficios, sino colectivos de personas que requieren
de una gerencia responsable.
No obstante, el proyecto moderno del mundo está en crisis (consumismo,
individualismo, relaciones inseguras y desechables entre otros), los sistemas de
referencia de las organizaciones y de las personas han sido cambiados para
convertir a las primeras en estructuras tecnológicas impersonales y a las
segundas en recursos humanos sin identidad de lo social. Bauman (2009), expone
al respecto que:

Vivimos en la era del individualismo más puro y de la búsqueda de la


buena vida, limitada solamente por la exigencia de tolerancia (siempre y
cuando vaya acompañada de un individualismo autocelebratorio y sin
escrúpulos, la tolerancia sólo puede expresarse como indiferencia). La
época “posterior al deber” admite apenas un vestigio de moralidad, una
moralidad “minimalista” (p.IX).
Los valores que conocimos enfrentan una dura batalla, los límites del espacio
y del tiempo de la modernidad sólida fueron rotos, el rumbo moral se perdió en el

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contexto actual; del mismo modo la ausencia de principios éticos de validez
universal y perenne, que daban cierta solidez al edificio de la sociedad moderna,
ha provocado un estado de inseguridad y de inquietud ante la incertidumbre
porque todo lo sólido se desvanece en el aire.
Pero también es cierto, que no debemos escandalizarnos por este cuadro de
miedo. Ocultando las dificultades que enfrentamos no se gana nada; debemos
tomar conciencia para aportar ideas, avanzar e integrarnos a esos núcleos sanos
que resisten en nuestra sociedad y que son la esperanza para que el péndulo
comience nuevamente a volver y se retomen los ideales de la modernidad, con
otras herramientas y con la experiencia de lo vivido. Subsiste por lo tanto, la
necesidad de una nueva construcción ética que vaya desde el pensamiento a la
responsabilidad con lo diverso en el mundo común, es decir las organizaciones
deben ser campos para posibilitar la experiencia vital de lo colectivo, de un nuevo
genoma social impregnado de lo ético. Sugiere Bauman (2009), que:

…La ética consiste, ante todo, no en hacer a un lado las


preocupaciones morales modernas características, sino en rechazar las
formas modernas típicas de abordar los problemas morales; esto es,
responder a los retos morales con normas coercitivas en la práctica
política, así como la búsqueda filosófica de absolutos, universales y
sustentos de la teoría. Los grandes problemas éticos (derechos
humanos, justicia social, equilibrio entre la cooperación pacífica y la
autoafirmación) no han perdido vigencia; únicamente es necesario
verlos y abordarlos de manera novedosa. (p. X).
Por lo que cabe suponer acá, que la responsabilidad moral (ser para el Otro
antes que estar con el Otro) es la primera realidad del ser, un punto de partida
más que un producto de la sociedad cuyo recorrido que va del yo moral al yo
social, premisa generosa que se antepone a la razón, al no puedo hacer nada. De
ello resulta que si el Homo sapiens es en igual proporción Homo socius, entonces
su humanidad y su carácter gregario estarán de manera profunda entretejidos. En
efecto, el ser social no forma parte de la naturaleza sino, que surge como
resultante de la actividad humana para liberarlo desde lo colectivo y no desde su
individualidad; por consiguiente, es un proceso dialéctico: el ser humano a la vez

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que construye el mundo, se construye a si mismo con y por los otros. Como
corolario a ello, las organizaciones se constituyen en sistemas de vinculaciones en
donde los seres humanos (independientemente de sus funciones y jerarquía
dentro de la estructura organizacional) son parte interviniente y parte
constituyente: quien puede negar que desde la simbiosis del fenómeno natural del
inicio de nuestra vida dentro del vientre materno se gesta igualmente el fenómeno
del ser social. Mendívil (2009), señala que:

La condición humana, entendida como un hiato entre el a priori


genético y el a priori social, sería el producto de una tensión que
estaría en el origen de la conformación del Yo, que explicaría el
carácter no reducible del individuo y la personalidad frente a cualquier
elemento sistémico, tanto como la existencia de una pluralidad de Yoes
y de concepciones acerca de ellos. En el marco de las tres esferas de
objetivación (la de la vida cotidiana, la cultural y la de las instituciones)
existiría un margen de indeterminación y de contingencia en donde el
individuo contemporáneo debería conformarse, eligiendo una forma de
vida, unas normas, y eligiéndose a sí mismo en tanto que sujeto moral.
(p.14)
En este sentido, la condición humana es el rechazo a cualquier “ismo”,
interpretados como sujetos individuales. Es la apertura y la pluralización para mirar
nuestras urgencias, necesidades y preocupaciones, así como al corpus complejo
de este período histórico llamado modernidad; reto que nos lanza a asumir con
conciencia la carga histórica de nuestra responsabilidad, para que hagamos
nuestra elección. Es la transición de la regulación instintiva a la regulación social
normativa, donde las objetivaciones culturales son las depositarias de las normas
y valores que nos orientan en el proceso cotidiano de la socialización que
representa la construcción intersubjetiva del mundo, por lo tanto a partir del
momento en que las acciones e interacciones humanas dejar de estar dominadas
por los instintos, se constituye el ser humano, luego la afirmación de que una ética
cuyo referente sea el individuo, no la clase, carecería de toda fundamentación
coherente. Mendívil (2009), da cuenta de ello cuando expresa que un mundo sin
ética no existe. Mundo no es sólo la suma de las cosas, sino el significado que los

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seres humanos atribuyen a las cosas, y este significado es proporcionado por las
normas y regulaciones sociales.
Consideremos ahora, la categoría social modernidad líquida, concepto forjado
por Bauman que apuesta a explicar la fluidez como una metáfora rectora que
suple el concepto abstracto de posmodernismo y aprehender el origen de la etapa
actual de la era moderna, que a su juicio es un proceso de licuefacción (paso de la
materia del estado sólido al estado líquido) al argumentar que:

En leguaje simple, todas las características de los fluidos implican que


los líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su
forma. Los fluidos, por así decirlo, no se fijan al espacio ni se atan al
tiempo. En tanto los sólidos tienen una clara dimensión espacial pero
neutralizan el impacto –y disminuyen la significación– del tiempo
(resisten efectivamente su flujo o lo vuelven irrelevante), los fluidos no
conservan una forma durante mucho tiempo y están constantemente
dispuestos (y proclives) a cambiarla; por consiguiente, para ellos lo que
cuenta es el flujo del tiempo más que el espacio que puedan ocupar:
ese espacio que, después de todo, sólo llenan “por un momento”. En
cierto sentido, los sólidos cancelan el tiempo; para los líquidos, por el
contrario, lo que importa es el tiempo. En la descripción de los sólidos,
es posible ignorar completamente el tiempo; en la descripción de los
fluidos, se cometería un error grave si el tiempo se dejara de lado. Las
descripciones de un fluido son como instantáneas, que necesitan ser
fechadas al dorso. (Bauman, 2004, p.8).
Bauman utiliza la descripción anterior para definir al actual periodo de la
historia de la humanidad que él observa como un momento histórico con tipologías
similares a la de los líquidos; características como la inestabilidad, la falta de
cohesión y la carencia de una forma definida son ejemplo de ellas. Para indagar
en las causas que provocaron esta licuefacción pasemos a considerar algunos
factores intervinientes. Las organizaciones empresariales se transforman de forma
abrupta para responder a los cambios en el mercado, a la disponibilidad de
recursos naturales y de mano de obra barata, transitar en que se hacen cada vez
más poderosas, inclusive mucho más que los propios gobiernos y tienen cada con
más poder sobre nuestras vidas. Las grandes corporaciones trasnacionales tienen
el poder de cambiar leyes, de cambiar la economía y por lo tanto, la vida de

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muchísimas personas; en lo tácito, es la renuncia a hacer un juicio moral sobre las
acciones que las corporaciones ordenan.
Los avances en la tecnología y sobre todo en internet se dan a pasos
agigantados, haciendo que las formas de trabajar, de transportarse, de
entretenerse y de relacionarse cambien a una velocidad impresionante; además la
tecnología provoca que tengamos que actualizar constantemente nuestros
conocimientos para no quedar relegados en nuestra profesión, incluso muchas
tecnologías han provocado que varios empleos vayan desapareciendo. También la
migración es un factor importante dado que nunca en la historia de la humanidad
había existido tal magnitud de emigración humana como la actual; flujos
migratorios de millones de personas crean cambios rápidos en la cultura y la
economía de los países.
Todo lo que antes era duradero en la modernidad líquida pasa a ser fugaz. Es
una vida precipitada, grabada por lo insustancial de la cultura y el culto vigoroso al
consumo desmedido. No compramos solo por la utilidad de los productos y
servicios sino que compramos por estética (que suplantó a la ética), para vivir
nuevas experiencias o para expresar nuestra individualidad a través de las
marcas; no solo quiero un auto, ahora quiero un auto que mejor exprese mi
personalidad, queremos cambiar de celular, no porque el que tengamos haya
dejado de funcionar sino porque queremos que los demás nos vean a la
vanguardia en el tema de tecnología, ahora compramos ropa no porque la que
tenemos este degastada o nos ha dejado de gustar sino para estar a la moda; y la
premura en la cotidianeidad inunda los sentidos hasta profanarlos con información
sensacionalista y sin valor que desvía y aliena la conciencia para el abordaje de
los temas importantes, es la insensibilización ante los problemas reales de la
especie humana.
En la modernidad sólida, los trabajos duraban toda una vida. Las personas
permanecían en un solo trabajo hasta su jubilación, ahora en la modernidad
líquida las relaciones de trabajo son inestables, las empresas contratan por
proyectos, con formas de contratación que les permite despedir a las personas en

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caso de ser necesario, aparte de que muchos trabajadores de las nuevas
generaciones tampoco quieren atarse a una sola empresa durante toda su vida
laboral; no les gusta la idea de trabajar en una sola empresa, quieren nuevas
experiencias profesionales y no solamente cambian de empresa sino inclusive de
profesión, el cambio se vuelve la norma.
En la modernidad líquida la identidad es así, líquida, fluida, cambiante;
nacemos en familia católica, después nos hacemos protestantes, después somos
budistas, cambiamos al hinduismo y nunca terminamos de definirnos. Nuestra
religión, nuestras creencias políticas, nuestra orientación sexual; en la modernidad
líquida la identidad es siempre cambiante. Antes el lugar donde nacíamos sería
muy probablemente el lugar donde íbamos a vivir el resto de nuestra vida,
haciendo que nuestras relaciones con familiares, con amigos, con vecinos fueran
realmente sólidas, ahora en la modernidad líquida nuestras relaciones suelen ser
mucho más frágiles; es difícil encontrar el tiempo para formar amistades realmente
duraderas.
Cambiamos del lugar de residencia con mucha mayor facilidad y con ello
dejamos atrás a familiares, amigos, a vecinos, a compañeros de trabajo; en la
modernidad líquida tenemos cientos o miles de amigos en Facebook, infinidad de
contactos en WhatsAp para compartir chateando o mostrando mis estados a
similitud de un noticiero personal, seguidores en Twiter y lo que sea que haya en
Instagram, sin embargo, en muchas ocasiones esas relaciones carecen de la
solidez de una verdadera amistad en el sentido más tradicional de la palabra.,
parafraseando a Bauman, la vida social se ha transformado en una vida
electrónica o cibervida. En cuanto a la vida de pareja las nuevas generaciones no
suelen estar interesadas en el matrimonio. Hoy en día tenemos muchas
aplicaciones y redes sociales que nos permiten conocer a muchas posibles
parejas, nuestras relaciones de pareja son en lo posible más fugaces, más
superficiales y con menor compromiso, queremos amor pero sin perder la libertad,
no nos queremos casar y si nos casamos nos divorciamos a la primera de cambio.

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Estos factores y algunos más han provocados que nuestras vidas cambien
para sumergiéndonos en una ambivalencia; el Yo puedo se trasfigura en Yo debo,
en consecuencia no existe la moralidad. Puedo, estoy obligado a ello al no
permitirse el dilema. Vivimos en una realidad de posibilidades, no de dilemas. Es
un mundo líquido que ha dejado de controlarse a sí mismo pero que acomete
acciones para controlar de forma obsesiva a los individuos, incapaz de
responder a sus propios dilemas para aliviar las tensiones que ha sembrado. Es la
pérdida de la sensibilidad en la modernidad líquida por parte de la humanidad, es
la evolución del concepto insensibilidad moral como indican Bauman y Donskis,
(2015), para denunciar un tipo de comportamiento cruel, inhumano y despiadado,
o bien una postura ecuánime e indiferente adoptada y manifestada hacia las
pruebas y las tribulaciones de otras personas.
Agregan estos autores que cuando la idea de insensibilidad se transfiere
desde fenómenos orgánicos y corporales al universo de las relaciones
interhumanas y se vincula así al clasificador moral, sirve para demostrar la no
percepción de signos tempranos de distorsión o de que algo anda mal en el
vecindario de la familia humana y que de no intervenirse de manera temprana el
escenario podría ser lo suficientemente conspirativo para inutilizar las
interacciones humanas como factores potenciales de autodefensa social, siendo
transformadas en algo superfluo, somero, frágil y quebradizo, reduciéndolas en el
proceso de individualización que no es necesariamente inmoral en su intención,
pero que lleva a un cambio que no necesita de la evaluación y la regulación moral
y, lo que es más importante, tampoco deja lugar para ello.
Es la concepción de individuos manejables, sumisos a un poder que funciona
a través del goce y la culpa para neutralizar los valores, que anula la resistencia al
sistema para sustituir la libertad en la esfera del consumo como libre elección por
la ansiedad y la frustración con uno mismo que nos condena a un estilo de vida de
autoexplotación, donde el único responsable es quien decidió vivirla de ese modo.
Con ello se demuestra la preocupación por los profundos cambios que de
forma sigilosa van configurando las vidas de todos y sobre el destino de nuestra

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sensibilidad moral en nuestro contemporáneo mundo líquido que nos debe llevar a
reflexionar no desde la inercia del razonar simple sino desde el pensamiento y del
saber acerca de que si realmente queremos seguir como vamos o se debe pasar a
una sociedad menos individualista, menos consumista; a relaciones sociales más
cohesionadas, a la búsqueda de una filosofía de vida que nos ayude a aliviar la
angustia de los tiempos actuales. Consecuencial a esta acción, emergen figuras
de nuevas alternativas, que indudablemente pueden constituirse en la arquitectura
del edificio moral de la sociedad, ejemplo de ello puede ser a nivel organizacional
la gerencia co-inspirativa caracterizada por su flexibilidad para la adaptación a los
cambios a los que todo el ecosistema organizacional en dirección evolutiva hacia
una ética organizacional.
En definitiva para concluir y sin querer darle un carácter prescriptivo a la
pregunta planteada al inicio de este ensayo: ¿cómo han de configurarse en este
siglo XXI las organizaciones en arreglo con las condiciones líquidas que dicta la
realidad de sus entornos líquidos de influencia?, puntualizo en específico que las
organizaciones dentro de la dinámica del sistema ecológico social del cual son
parte vital, han de cambiar de manera ética sin perder de vista su visión y misión a
objeto de responder al devenir de la sociedad a la cual deben tributar sus logros
para aportar de manera significativa a su desarrollo. En lo esencial un cambio es
una adaptación a un entorno, que en términos generales, se hace imprescindible
en lo global, lo contextual y lo multidimensional; tales adaptaciones son necesarias
puesto que las transformaciones importantes en la realidad exigen una evolución en
la conceptualización.
Ante la complejidad de lo que debe ser una ética debidamente humana asumo
con Morín (1999), el carácter ternario de la condición humana cual es el de ser a la
vez individuo sociedad especie, triada inseparable coproductora del uno y
del otro. Por consiguiente, la ética individuo/especie precisa de una regulación
mutua de la sociedad por el individuo y del individuo por la sociedad desde la
democracia como vínculo vital de la diversidad; la ética individuo especie
reclama la ciudadanía terrestre en el siglo XXI. No se es ético desde lecciones de

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moral; la ética se constituye en las mentes desde la conciencia de que el humano
es al mismo tiempo individuo, parte de una sociedad, parte de una especie, es
conciencia individual más allá de la individualidad. En este sentido, todo lo
humano a alcanzar el desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las
participaciones comunitarias y la conciencia personal de pertenecer a la especie
humana.

REFERENCIAS

Bauman, Z. (2004). Modernidad líquida. (3a. reimpresión). Ed. Fondo de Cultura


Económica, Argentina.

Bauman, Z. (2009). Ética posmoderna. (1a. edición). Ed. Siglo XXI. España.

Bauman, Z. y Donskis L. (2015). Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en


la modernidad líquida. (1a. edición). Ed. Paidós. España.

Feyerabend, P. (1992). Adiós a la razón. Editorial Tecnos. Madrid, España.

Gadamer, H. G. (1998). Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica


filosófica. Salamanca, España. Editorial Sígueme.

Mendívil, J. (2009). La condición humana. Ética y política de la modernidad en


Agnes Heller. (1a. edición). Universidad de Guanajuato, México.

Morín, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura. Editorial Santillana. Francia.

Stakman, E. (2008). Valores y Ética para el siglo XXI. México.

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