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Sin embargo es el caso que en junio de 1803, Gran Bretaña invade la región situada
entre los ríos Esequibo y Demerara y se mantiene allí por la fuerza hasta que el 13
de agosto de 1814 logra firmar el Tratado de Londres, mediante el cual Holanda se
ve obligada a ceder sus establecimientos de Demerara, Esequibo y Berbice, con una
extensión aproximada de 51.700 kilómetros cuadrados. Con estos tres territorios
cedidos por Holanda, todos ellos situados al este del río Esequibo se conforma
la "Guayana Británica" el 31 de julio de 1831. Resulta totalmente claro entonces que
Gran Bretaña no tenía ni nunca ha tenido posesión alguna al oeste del río Esequibo.
En marzo de 1845, al reconocer España la independencia de Venezuela, se firma un
tratado mediante el cual la antigua metrópoli reconocía que el territorio venezolano
era el que tenía la Capitanía General en el año de 1810, incluyendo allí la Provincia
de Guayana, que limitaba al este con el río Esequibo; territorio que Gran Bretaña
estaba obligado a respetar, por extensión del tratado de Utrecht de 1713, en el que
ella se había comprometido a respetar la integridad de los territorios españoles en
América.
Pero como ningún imperio respeta sus compromisos, un joven naturalista prusiano
de nombre Robert H. Schomburgk, que es enviado por el gobierno británico a
explorar y delimitar las posesiones holandesas cedidas a los británicos por el
Tratado de Londres de 1814, asigna unos 4.920 Km2 de territorio venezolano al
oeste del Esequibo, a la Guayana Británica; despojo que es incrementado en años
subsiguientes, llegando a unos 141.930 Km2 en 1840, siendo necesario agregar que
tal despojo es apuntalado con la colocación de postes en sitio y la publicación de
nuevos mapas.
Previendo que más temprano que tarde tendrían que someterse a un arbitraje, los
ingleses se disponen a usurpar más territorios venezolanos y es en el desarrollo de
esta ilegal política que toman por la fuerza las Bocas del Orinoco en el año 1884.
Oportuno es reiterar que fuera de estas ocupaciones ilegales, Gran Bretaña no tenía
ninguna posesión efectiva al oeste del río Esequibo, como así lo demuestran los
escritos de connotados hombres de ciencia británicos de la época tales como: Mr. C.
Barrington Brown, geólogo del gobierno inglés, en 1875; Sir Clements R. Markham,
en 1876; Mr. Thurn, que los leyó en la Real Sociedad Geográfica de Londres en
1892; así como Mr. Rodway, que los publicó en un manual editado en 1893.
Para tal fin, sometieron la disputa a un arbitraje, siendo necesario señalar que el
tribunal arbitral, propuesto por el gobierno de los Estados Unidos, quedó integrado
por: dos jueces norteamericanos; dos jueces británicos; y un quinto juez, de
nacionalidad rusa, harto conocido por su dependencia del alcohol, que fue nombrado
presidente. ¿Cómo podría administrar justicia un cuerpo colegiado como éste,
en el cual al menos dos de sus miembros son manifiestamente jueces y
partes?
Tan agobiado estaba nuestro país ante las presiones de los dos colosos, que decide
nombrar como abogados para que nos asistieran ante el tribunal arbitral, a un grupo
de personalidades del foro angloamericano, entre los cuales se encontraban
Benjamín Harrison, ex presidente norteamericano Severo Mallet-Prevost. De nada
sirvieron los alegatos y contra-alegatos de este brillante cuerpo de juristas; el 3 de
octubre de 1899, en Paris, los jueces en forma totalmente arbitraria sentenciaron a
favor de Gran Bretaña, permitiéndole usurpar 159.500 Km2, territorio que abarcaba,
y abarca, nuestra Guayana Esequiba.
Ante la presión generada por la ONU a causa de una reclamación hecha por
Venezuela en 1962, Gran Bretaña accede a reunirse con Venezuela y ambos
gobiernos suscriben el 16 de febrero de 1966 el llamado “Acuerdo de Ginebra”, que
declara nulo e írrito el “Laudo Arbitral de Paris” y establece que se designaría una
comisión mixta que debía actuar durante cuatro años y presentar informes a ambos
gobiernos cada seis meses. Si al cabo de los cuatro años no se llegaba a una
solución satisfactoria del problema, éste debía resolverse por los medios pacíficos
previstos en la Carta de las Naciones Unidas.
Sabiendo que le sería imposible demostrar la titularidad sobre un solo centímetro
cuadrado de los territorios usurpados, la corona británica opta por conceder la
independencia a la Guayana Británica, creando la República de Guyana, adscrita
por supuesto a la Comunidad Británica de Naciones. Tres meses y nueve días
después de la firma del "Acuerdo de Ginebra", la colonia inglesa Guayana Británica,
que es parte del tratado, conjuntamente con Venezuela y el Reino Unido, se
independiza. Ese mismo día, 26 de mayo, el Gobierno de Venezuela le otorga su
reconocimiento, pero haciendo clara reserva de su reclamación de la Guayana
Esequiba, en los siguientes términos: el reconocimiento "que Venezuela hace del
nuevo Estado de Guyana, no implica por parte de nuestro país renuncia o
disminución de los derechos territoriales reclamados, ni de ninguna manera afecta
los derechos de soberanía que se desprenden de la reclamación surgida de la
contención venezolana de que el llamado Laudo Arbitral de París de 1899 sobre la
frontera entre Venezuela y la Guayana Británica, es nulo e írrito”.
Es más que evidente que se trataba de una “independencia” que buscaba desviar la
atención del “Poderoso Imperio Ingles invadiendo un territorio venezolano”, para
colocar el asunto limítrofe en manos de “débiles colonos libres”, aunque sometidos a
la autoridad de la reina de Inglaterra, quien es a todo efecto su jefe de estado.
La nueva República de Guyana, trató de evadir la negociación y de obstaculizar las
gestiones, según lo establecido en el “Acuerdo de Ginebra”; por esta razón y por
considerar que el momento no era propicio para la aplicación del mismo, en 1970
Venezuela negoció y suscribió con Guyana el denominado “Protocolo de Puerto
España”, el cual acordó en ese momento congelar las negociaciones entre ambos
países por un lapso de doce años.
Con apego a dicho acuerdo, Venezuela propone iniciar negociaciones directas entre
ambos países, pero Guyana se niega proponiendo tres opciones: Asamblea General
de la ONU, Consejo de Seguridad o Corte Internacional de Justicia; Venezuela
rechaza estas opciones.
Siempre dentro del espíritu del “Acuerdo de Ginebra”, Venezuela propone y Guyana
acepta, el método de los“Buenos Oficios”, que se mantiene vigente hasta el 2014,
bajo la conducción de tres “buenos oficiantes diferentes”, designados de común
acuerdo por ambas naciones.
Pero las actividades derivadas del otorgamiento ilegal de concesiones por parte de
Guyana se mantienen, produciéndose en el 2013 una incursión ilegal en aguas
jurisdiccionales venezolanas del buque de investigación oceanográfica RV Teknik
Perdana, que al ser apresado por las autoridades genera una injustificada protesta
por parte de Guyana. También se incrementan en el 2014 las actividades del
Prospector, de la empresa CGX Energy, para realizar estudios geológicos en el
bloque Demerara; así como las del buque Deepwater Champion en el bloque
Stabroek, ilegalmente adjudicado a las empresas Exxon Mobil y Shell, la primera de
las cuales ha anunciado el descubrimiento de un muy importante yacimiento en la
zona.
En enero del 2018 Antonio Guteres, nuevo secretario general de la ONU que
estuviese desempeñándose como buen oficiante desde la salida de Ban Ki-moon
recomendó acudir a la Corte Internacional de Justicia, algo que fue denunciado por
Venezuela por constituir una extralimitación de sus funciones así como una violación
del “Acuerdo de Ginebra”.
http://luisdallanegra.bravehost.com/veneseqa.htm
http://laguayanaesequiba.blogspot.com/2015/07/breve-resena-historica-sobre-
nuestra.html
(1) https://venepress.com/article/Guyana_elevo_a_la_Corte_de_La_Haya_disp
uta_con_Venezuela_por_el_Esequibo1522425705976
(2) https://www.aporrea.org/tiburon/n322985.html
celippor@gmail.com