1. El contexto de la mediación
Legitimación del mediador: la persona que interviene como mediadora debe conocer
la realidad o realidades en la(s) que va a trabajar.
Hay que tener cuidado en la mediación con la colonización de las narrativas: que la
exposición de una historia no suponga un condicionante en la exposición de las
historias que se expongan a continuación; así, a la exposición de una parte le podría
seguir no la exposición de la otra parte, sino la réplica a lo dicho por la que intervino
en primer lugar. El mediador debe cuidar que esto no suceda.
La pregunta que no nos tenernos que hacer los mediadores es ¿quién tiene razón?
¿cuál de esas historias es la verdadera?. La persona mediadora trata de igual forma
a las dos historias.
Así, el mediador debe trabajar con las dos historias o narrativas, no tratando de
averiguar cuál es la verdadera. Trabajará con las dos y propondrá a las partes un
nuevo contexto que debería dar lugar a la construcción de una narrativa o historia
alternativa. Este es, por ejemplo, el modelo de mediación circular propuesto por Sara
Cobb.
La mediación es como un gran puzle donde, si se realiza entre varios, todos los
participantes deben poner en la mesa de juego todas las fichas. Al final podremos
estar en situación de obtener un resultado satisfactorio.
Pese a que existen tantas definiciones de mediación como autores de las cuales
podríamos intentar ofrecer una definición integradora, podemos señalar
metateóricamente que ciertas de esas definiciones enfatizan la cuestión del acuerdo
mientras que otras lo hacen en la relación.
1. ¿Quién decide?: en la mediación son las mismas partes las que trabajan su
situación, las que deciden qué hacer y qué no (he ahí la esencia de la
mediación). El mediador no actúa como un juez, no decide por las partes, sino
que ayuda a que decidan por ellas mismas. Otros procesos son heterónimos, ya
que una persona decide por las partes, según normas, leyes, o el buen entender
de esa tercera persona.
3. ¿De qué hablamos?: no se habla tanto del pasado, sino que se pregunta más
acerca de los intereses, necesidades, es decir, del futuro. No se olvida el pasado,
pero se trabaja con él. El lenguaje irá dirigido hacia el futuro ya que es en el
futuro donde están las soluciones y las expectativas. En las sesiones de
mediación se pretende trabajar lo que no han trabajado las partes hasta ese
momento.
Los principios de mediación deben ser transmitidos a las partes mediante una
información conjunta inicial al proceso. Esto permite normalizar y compartir los
sentimientos. Percibir la información conjuntamente evita malas interpretaciones o
usos negativos de la misma.
Todos los principio vistos son de vital importancia: además de expresarlos en las
sesiones informativas y durante la mediación a veces además se recogen en un
contrato inicial que comprometa todos con su respeto para que de esta forma queden
debidamente interiorizados por parte de las personas que participan en las sesiones
[ver modelo de contrato en página 27].
Los mediadores también deben ser conscientes de que las personas que llegan a la
mediación no siempre están preparadas para gestionar el conflicto a través de un
sistema cooperativo como es el de la mediación.
A su vez, el mediado sabe que no tiene la solución de los problemas, que la solución
está en las partes, en los que acuden para ser ayudados por el mediador.
El mediador debe intentar que los recursos de los participantes no se anulen entre sí
sino que se unan en lo posible para un interés común. Si bien hay que reconocer que
no siempre es fácil definir cuál es el interés común.
También es preciso abordar durante el proceso la comunicación que van a tener las
personas a partir de las sesiones que se vayan produciendo. Incluso se puede abordar
en la mediación la comunicación que las partes van a tener fuera de la propia
mediación.
Hay que diferenciar entre conflicto actual y relación conflictiva (…). El mediador tiene
en cuenta los dos niveles descritos anteriormente como ejes de una misma realidad.
La mediación debería lograr que los miembros de una negociación experimenten cada
vez más los componentes sanos de su relación, en lugar de herirse mutuamente con
los componentes dolorosos.
Que la mediación tiene carácter personalísimo quiere decir que el proceso tiene como
participantes a las partes implicadas, acudiendo al proceso ellas mismas y por ellas
mismas, no pudiendo intervenir en las entrevistas terceras personas ajenas al conflicto
(abogados, familiares, vecinos, compañeros de trabajo…).
- Una vez definidos los temas conflictivos, enfatizar en las áreas de acuerdo
preexistentes, promoviendo así conductas cooperativas y ofreciendo información sobre
posibles alternativas.
- Facilitar la búsqueda de acuerdos en temas sencillos, pidiendo a las partes
planes para conseguir los objetivos fijados.
- Promover la identificación de alternativas que aparecen como más viables,
determinando si ofrecen componentes aceptables para las partes. Centrar la discusión
en los temas y alternativas, expandiendo las áreas de acuerdo y reduciendo las de
conflicto.
- Es posible realizar entrevistas por separado cuando el conflicto es muy
elevado, aunque siempre con la intención de facilitar la continuidad de la gestión
conjunta.
- Ayudar a los participantes a evitar el regateo posicional y a utilizar un estilo
negociador más blando buscando que opción es la que mejor responde a las
necesidades de todos.
Al exponer los grandes principios de la mediación se dijo que no somos neutrales; así,
la formación de origen condiciona enormemente, para bien o mal, la forma de actuar
de esa persona mediadora.
William Ury señala que la mediación posee un marcado carácter interdisciplinar (…).
Es importante que el mediador tenga su propia teoría del cambio, en la que pueda
coexistir un modelo sobre la creación de conflictos y su transformación con unas
técnicas apropiadas sustentadas en lo anterior. Esta forma de conocimiento debe
incluir la aceptación de que las partes implicadas en el conflicto también tienen su
propia teoría del cambio que les lleva a ensayar soluciones (adoptar posturas en el
conflicto) que muchas veces tienden a mantenerlo o incluso a incrementarlo. En
ocasiones, los intentos de solución aportados por la persona mediadora producen el
mismo efecto.
Estos modelos han servido todos ellos para la elaboración de modelos más sólidos y
fundamentados como el Harvard, el transformador o el circular narrativo.
Entendemos que el conflicto que requiere el cambio (…) viene definido por la dificultad
para continuar tomando las decisiones que el momento precisa en una determinada
interacción. No es raro que una de las partes no reconozca la existencia del conflicto y
por tanto no acepte la necesidad de abordarlo, mientras que la otra se empeña en
reiterados intentos infructuosos de convencer a la primera de lo contrario. Ninguno de
los dos es capaz de modificar su postura y el resultado puede ser un incremento
progresivo del conflicto.
En el otro extremo están las situaciones en las que reconociendo la existencia del
conflicto han buscado en la vía de una autoridad externa un intento de cambio que
inevitablemente pasa por convencer a un juez de que la solución que planeta cada uno
es la única y mejor, lo que suele tender a intensificar y cronificar el conflicto.
El proceso de cambio debe incluir un método y un modelo que incluya una nueva
óptica a la hora de entender el conflicto, esto es, una definición del conflicto-problema
en términos concretos, un repaso a las soluciones intentadas, una clara definición del
cambio concreto a realizar y la formulación y activación de un plan que lleve a producir
dicho cambio. El objetivo es una construcción alternativa del conflicto donde las
anteriores soluciones intentadas ya no tengan sentido.
ayudará a evitar los obstáculos que impiden a las partes comunicarse, negociar o
decidir. Desde esta óptica, no necesariamente “enseña” métodos teóricamente
eficaces de comunicación, negociación o decisión, sino que simplemente facilita que
las partes utilicen su propio método, es decir, facilita que entre las partes exista una
comunicación lo más eficaz posible, que permita así un diálogo suficiente sobre los
temas en conflicto y su resolución. A continuación se describen algunas de las
estrategias para lograr este objetivo:
La actitud ha de ser la escucha activa; así el mediador facilita a las partes hablar de
los temas en conflicto de una manera en la que se asegura al que habla que ha sido
escuchado. Esto permite, además, comprobar que se ha entendido lo que se ha dicho,
se legitiman las emociones y se facilita la exploración de los sentimientos (Moore).
Si una discusión lleva una escalada que termina en violencia verbal puede que ambas
partes terminen por sentirse avergonzadas por lo que ocurre, pero que al mismo
tiempo sean incapaces de controlar sus reacciones. Para esta situación Saposnek
propone una estrategia compuesta por las siguientes medidas:
Los caucus o encuentros privados con cada una de las partes están especialmente
indicados en este tipo de situaciones ya que sirven para tranquilizar y refirgerar las
emociones. Se recomienda que duren poco tiempo y que sea de duración similar con
ambas partes.
Todos estos movimientos pretenden desviar el foco del punto de bloqueo para
retomarlo posteriormente en condiciones más positivas para la negociación.
4. El proceso de mediación
El modelo general a continuación expuesto es una variación de los planteados por
Kessler, Haynes, Folberg-Tylor y Folberg-Milne. Como todos ellos, consta de varias
fases que deben adaptarse al contexto y al conflicto específico.
Se trata de crear un marco que termine por neutralizar los obstáculos que impiden
llegar a un acuerdo, requiriéndose así dosis de confianza y buena voluntad que den
lugar a un marco de colaboración donde ya sí sea posible en ensayo y práctica de
nuevas dinámicas negociadoras o la recuperación de las que se habían perdido.
Dicha creación de este marco se desarrolla en 4 ejes, que no han de ser
necesariamente consecutivos:
Desde el punto de vista metodológico, el mediador inicia esta fase con una breve
introducción y acomodamiento, mediante declaraciones preparatorias e informativas.
Confirma los datos del caso y cede la comunicación a los participantes. Se discuten
las expectativas de éstos y, si es posible, se revisa y firma un acuerdo para mediar.
En este primer momento se sigue el lema “hablemos· defendido por Harvard, pero
hablemos de cosas que no tengan relación con el conflicto.
Marinés Suares llama a estos importantes instantes iniciales el momento social: una
presentación sencilla, ofrecimiento de alguna bebida, búsqueda de un clima relajado.
Así, se puede concluir que la mediación es comunicación, si bien la comunicación,
como dice Redorta, no hace milagros.
A este respecto hay que señalar la dificultad de mediar cuando todo el poder lo tiene
personas externas (abogados, etc.) o cuando el conflicto real no está estrictamente
entre las partes sino que se incluyen otros protagonistas (miembros de la familia,
amigos, etc.).
El primer paso para que la mediación ocurra es que las partes se sientan implicadas
en el inicio del proceso, apostándose así por la cooperación y voluntad de resolver
amistosamente el conflicto. Conseguir este espacio no siempre es fácil, especialmente
si ya ha un historial contencioso previo.
Esta fase puede llevar algún tiempo, por lo que hay que ir despacio y tener el
mediador la debida paciencia en la que sabrá adaptar la velocidad del proceso al ritmo
de las partes.
Encuadre del proceso: esta fase ya se focaliza únicamente en las partes; una
vez comprobada su voluntad de llegar a un acuerdo y su aceptación de que sea
mediante un proceso de mediación, se pasa a informar de la estructura, duración,
reglas de funcionamiento, objetivos y posibles salidas de la mediación. Al mismo
tiempo que esto, se fija el tono emocional del proceso.
El objetivo de esta fase es que el mediador y las partes se pongan de acuerdo sobre
los problemas reales que definen el conflicto. Esto se puede hacer conjuntamente o
individualmente (caucus).
Hay que tener cuidado con la colonización de las narrativas (…): las personas
quedan colonizadas por la primera narrativa expuesta y los mediadores deber cuidar
de no quedar cautivos de dichas narrativas o historias. Todo mediador tiene que
intentar minimizar la colonización de las narrativas.
Si la redefinición del conflicto es aceptada, está será la base sobre la que llevar a cabo
las negociaciones y edificar los acuerdos. Haynes señala que esto es posible porque
el mediador ha creado la duda en la mente de ambas partes acerca de la validez y
pureza de sus historias originales, sin desafiar la imagen de sí misma de cada parte.
Para ello se habrá valido de estrategias como la normalización del problema y la
reciprocación en su responsabilidad. Se trata así de una elaboración compartida que
conduce a intentos cooperativos de solución donde las partes y el mediador se
convierte en mutuamente interdependientes.
Se entrega una copia de los acuerdos a cada parte y se pide que los reflexionen y
discutan con sus abogados (de tenerlos) y también a que se los comenten a los
miembros significativos de sus familias, en especial a los hijos, en espera de una
aprobación definitiva.
No hay que olvidar que para ciertos modelos de mediación la fase del acuerdo no es el
último fin de la mediación. Así Lisa Parkinson señala que el fin de la mediación
familiar no es el de llegar a acuerdos, sino intentar facilitar una comunicación durante
el proceso de separación. Además, siempre es posible revisar y discutir los acuerdos.
O, de no haber acuerdo, reforzar los esfuerzos.
El conflicto es la manifestación de una situación que hay que tratar, mostrándose bajo
la apariencia de una incompatibilidad de intereses. Así mediante la cooperación y
colaboración las parten tratarán el asunto centrando la discusión en los intereses y
no en las posiciones. La mediación es una negociación cooperativa asistida por un
tercero (el mediador) que trata de obtener la satisfacción de los intereses de cada uno.
Este modelo no tiene en cuenta el contexto, la historia de las partes o su relación entre
ellas ya que pone la centralidad de la cuestión en el desacuerdo y la solución es que
ellos lleguen a obtener un acuerdo.
Usa este modelo técnicas muy útiles para la negociación: lo primero es que las partes
exponga y manifiestan sus emociones. Las personas exponen sus historias y lo hacen
desde las posiciones; así, lo que ha de hacerse es pasar de las posiciones a los
intereses, teniéndose en cuenta las necesidades de cada uno.
Una posición sería el relato de lo que vamos a hacer, de lo que pensamos, lo que cada
parte manifiesta ante una situación dada. Para esta escuela el diálogo basado en las
posiciones es cerrado, agotándose en él la comunicación y las posturas o posiciones
se enfrentar no dándose salida a la conversación y aumentándose así la escalada del
conflicto. Se considera que es imposible llegar a un acuerdo mediante el juego de las
posiciones.
Solución: lo que hay que hacer es hacer que las partes se pregunten el por qué y el
para qué; de esta forma podrán ir de las posiciones a los intereses ya que con estas
preguntas se puede trabajar los intereses, que si bien en un principio se presumen
como incompatibles, con su debido tratamiento por el mediador, se mostrarán a las
partes como no excluyentes. Así, atendiendo al terreno de los intereses podremos
encontrar una solución al conflicto, mostrándose a las partes que tienen intereses
compatibles y negociables.
En este modelo la transformación que surge de la relación entre las partes se define
como una gestión cooperativa del conflicto: así, esta escuela valora muy
positivamente cómo un pequeño cambio producido en un determinado sistema y
mantenido a lo largo de un cierto tiempo puede producir un gran cambio en la red
donde el sistema está situado.
Para este modelo el cambio producido en las relaciones a partir del empleo de la
mediación ya hacen que ésta, pese a poder no haberse llegado a un acuerdo, haya
sido un éxito. Tales cambios pueden materializarse en un aumento de la comprensión,
conocimiento o contacto con el otro. Es decir, se valora el haberse logrado mediante la
mediación un cambio en la relación de las partes. Este modelo considera así el
conflicto como una oportunidad para crecer, aprender, centrando sus objetivos en la
revalorización y el reconocimiento.
Según sus autores no se puede entender la realidad del conflicto dejando atrás las
relaciones, la interacción entre individuo y sociedad o entre los diversos sistemas que
existen en la sociedad.
Este modelo contempla las causas del conflicto de forma circular frente a la causalidad
lineal de Harvard: las partes se retroalimentan a lo largo del proceso de mediación,
dando un gran valor a la comunicación relacional.
El objetivo sí es el acuerdo, pero sin olvidar el aspecto relacional. Así, cada persona
tiene su percepción del conflicto, trae su narrativa, y la traen con verdadero orden
(frente a Harvard que consideraba que las personas están inmersas en un caos que
habrá que poner en orden mediante la mediación). Para Cobb la tarea del mediador es
introducir caos y ofrecer una narrativa alternativa a las partes.
Las técnicas a usar son varias, entre otras: legitimación, reconocimiento, preguntas
circulares, connotación positiva y externalización.
- Reconstrucción de la relación.
- Co-construcción de la solución.
Este modelo da un papel a la figura del mediador que no le había dado otro modelo de
mediación (incluso, prohibiendo esta concepción del trabajo del mediador) ya que le
incluye en el sistema mismo de las partes. Otorgándose protagonismo y papel
directivo en el proceso. Así el mediador se convierte en:
- Administrador del proceso.
- Mayeútico: ayuda a alumbrar lo que tienen dentro las partes.
- Sintetizador del conflicto: traductor de las opciones de las partes. Promotor de
alternativas. Fijador de puntos de arranque. No presionar a las partes.
Hay quienes piensan que cada conflicto puede tener un tratamiento desde cada uno
de los métodos (…) y otros piensan que dependiendo de la situación en que nos
encontremos la posición ante los modelos moldea al mediador.
Cada persona buscará su modelo, bien por el contexto donde vaya a actuar, bien por
la concepción que tenga del conflicto y la idea de tratamiento que crea que debe dar a
esa situación.