Esta misma ley modificó el primer párrafo del delito de parricidio en los
términos siguientes: “El que, a sabiendas, mata a su ascendiente,
descendiente, natural o adoptivo, o a una persona con quien sostiene
o haya sostenido una relación conyugal o de convivencia, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años”.
Uno de los factores que determinó la regulación del feminicidio son los
datos estadísticos de violencia contra la mujer en nuestro país. El INEI
reportó que –de abril del 2010–, en los años 2009 y 2010, fueron
ultimadas en el Perú 274 y 244 mujeres, respectivamente. De las
cuales: 154 en el 2009 y 138 en el 2010, fueron víctimas del
feminicidio, quienes en su mayoría tenían o estuvieron vinculadas
sentimentalmente con su homicida.
Es con este Acuerdo Plenario que se gesta una sexualización del tipo,
debido que, al identificar única y exclusivamente al varón como autor
del delito de feminicidio, se vulnera el principio de responsabilidad
penal por el acto, esto es, a que el sujeto agente responda penalmente
por el acto cometido y no por sus condiciones personales o de género,
puesto que este deviene en violación al principio de igualdad ante la
ley y en una plena manifestación de un derecho penal de autor, lo cual
no resulta aceptable en el derecho penal moderno, cuyo pilar principal
en el cual se sustenta es justamente en un derecho penal de acto.
Conclusión: