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Agua
El agua es, cuantitativamente, el principal componente de los seres vivos ya que el cuerpo contiene como
media un 70% de agua (proporción que varía mucho. En general, la proporción disminuye con la edad).
Sólo unos pocos organismos inferiores llegan casi a desecarse en lo que se llama un estado de vida
latente.

Las propiedades del agua están determinadas por la geometría de sus moléculas y por la naturaleza de los
átomos que la forman.

Molécula del agua


Tomada del libro Biología (Campbell, 48)

La estructura molecular del agua tiene una gran importancia debido a su grado de complejidad. En la figura
anterior se muestra la imagen de una molécula de agua individual, en ella podemos ver dos átomos de
hidrógeno unidos por un átomo de oxígeno, formando una v con un ángulo de 104.5o entre los enlaces
oxígeno-hidrógeno (O-H).

Tal geometría se debe al ordenamiento de los pares electrónicos en la molécula: cada hidrógeno aporta un
electrón al enlace y el oxígeno adquiere un electrón extra; a los otros pares del oxígeno que no participan
en el enlace se les considera electrones libres. De esta forma resulta que los electrones de los enlaces
hidrógeno-oxígeno quedan cargados de un mismo lado, esta disposición atómica le permite al agua
interactuar de manera muy específica con otras moléculas con carga. La molécula del agua, por tanto, tiene

 
 

un grado de polaridad, donde las cargas negativas y las cargas positivas son diferentes. Los dos átomos
de hidrógeno tienen una densidad electrónica muy baja (δ+) en tanto que el oxígeno presenta una carga de
alta densidad negativa (δ-). La distribución de la densidad electrónica obedece a dos razones: a la
geometría de la molécula y a la naturaleza de los enlaces (enlace covalente polar), determinando, al mismo
tiempo, todas las demás propiedades del agua.

El agua es un compuesto (sustancia que se compone de dos o más elementos diferentes combinados en
una relación fija) que da lugar a la formación de los llamados puentes o enlaces de hidrógeno, en el que
los átomos de oxígeno con carga parcialmente negativa interactúan atrayéndose de manera indirecta
mediante un átomo de hidrógeno de carga parcialmente positiva. Una molécula de agua tiene la capacidad
de atraer 4 moléculas más.

Tomada del libro Biología (Campbell, 48)

 
 

Tal comportamiento se presenta tanto en estado líquido como en el sólido. Las extraordinarias cualidades
del agua surgen como resultado de los enlaces de hidrógeno que ordenan las moléculas en un nivel
superior de organización estructural, generando sus 4 propiedades fundamentales para la vida: cohesión
del agua, capacidad para regular la temperatura, su expansión al congelarse y su versatilidad como
solvente.

Cohesión del agua

Los enlaces o puentes de hidrógeno mantienen la sustancia unida mediante un fenómeno denominado
cohesión que, aunado al fenómeno de adhesión, permite los fenómenos de capilaridad (contribuye a
transportar el agua y los nutrientes en las plantas, contrarrestando la fuerza de gravedad) y tensión
superficial (es la resistencia que se genera en el agua al ser penetrada).

Regulación de la temperatura (calor específico y densidad)

El agua tiene un elevado calor específico (medida de la cantidad total de energía cinética debida al
movimiento molecuar en un conjunto de materia), esto significa que es muy grande la cantidad de energía
necesaria para elevar un grado celsius la temperatura de un gramo de agua. Debido a estas
particularidades físicas el agua tiene funciones como controlar la temperatura del ambiente y regularla en
cambios drásticos de temperatura. (Antología de Biología Celular, 39) Es decir, se necesita una gran
cantidad de energía para romper los puentes de hidrógeno formados en la molécula del agua.

El agua es una sustancia menos densa en su estado sólido que en el líquido, es decir, el hielo flota en el
agua líquida, mientras que otras sustancias se contraen cuando se solidifican y tienden a no tener
flotabilidad; lo anterior se debe, una vez más, a los puentes de hidrógeno. A temperaturas superiores a los
4o C el agua se comporta como otros líquidos, expandiéndose a medida que se caliente y contrayéndose a
medida que se enfría, alcanzando su mayor densidad a los 4o C (al contraerse las moléculas, cuando
desciende la temperatura, comienza a expandirse a medida que las moléculas se mueven más rápidamente
por la repulsión generada entre los átomos con carga similar). El agua empieza a congelarse cuando sus
moléculas ya no se mueven para romper sus enlaces de hidrógeno. A medida que la temperatura cae hasta
0o C el agua queda encerrada en una red cristalina, los enlaces de hidrógeno, ahora expandidos, generan
espacios de aire manteniéndola lo suficientemente separada para que el hielo sea 10% menos denso que
el agua líquida y por lo tanto flota sobre el líquido. Esto es un factor importante en la adaptabilidad del
medio, debido a que el hielo flotante aísla el agua líquida debajo y evita que se congele permitiendo que
exista vida bajo la superficie congelada.

 
 

Versatilidad como solvente

La sal se disuelve en el agua; a esta mezcla se le denomina solución. Se llama solvente a la sustancia que
diluye y soluto a la sustancia que se diluye, en este caso el agua es el solvente y la sal el soluto.

El agua no es un solvente universal, si lo fuera disolvería incluso nuestras células; no obstante, es un


solvente muy versátil debido a la polaridad de sus elementos.

Las sustancias que son solubles en agua las llamamos hidrófilas. Aquellas sustancias que no son atraídas
por el agua y que por lo tanto no se disuelven por ser no iónicas y apolares se les nombra hidrófobas.

 
 

Por otro lado, un átomo de hidrógeno que participa en un puente de hidrógeno entre dos moléculas de agua
puede cambiar de una molécula a la otra. Cuando esto sucede el átomo de hidrógeno abandona su electrón
y lo que en realidad se transfiere es un hidrógeno con una carga positiva, es decir, un ión hidrógeno
(H+). La molécula de agua que pierde un protón es ahora un ión hidróxido (OH-) que tiene una carga 1-. El
protón se une a otra molécula de agua formando un ión hidronio (H3O). Esta es una acción reversible que
alcanzará el estado de equilibrio dinámico cuando el agua se disocie a la misma velocidad que comience a
formarse de nuevo a partir de H+ y OH-. Esto último es sumamente importante para la química de la vida ya
que los iones hidróxidos e hidronios son muy reactivos por sus cargas. En el agua pura las concentraciones
de H y OH son iguales, pero al agregar cierto tipo de solutos llamados ácidos (H+) y bases (OH-) se rompe
este equilibrio, los cambios bruscos de concentración pueden afectar de forma drástica a los organismos
vivos.

 
 

Para medir las concentraciones de H y OH de un compuesto en solución, se utiliza la escala de pH


(potencial de hidrógeno), para describir lo ácido o lo básico que es una solución.

En la imagen que se presenta a continuación, se muestran los rangos de acidez y basicidad de algunas de
las sustancias más comunes. En dicha escala podemos ubicar que los rangos ideales para los procesos
metabólicos se encuentran entre el pH 6.5 y 8; fuera de estos rangos, es decir, al aumentar la acidez o
basicidad, algunos procesos bien pueden alterarse, no llevarse a cabo o sólo algunas rutas metabólicas u
organismos en específico pueden soportar estos rangos extremos.

Escala de pH y valores de algunas soluciones 
Tomada del libro Biología (Campbell, 54) 
 

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