REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES

Nº 6 - 2003
© FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
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Director : Dr. Carlos Borrego Peralta

Editor : Dr. Santiago Uceda Castillo
Revisión y Corrección : Lic. Nyler Segura Vásquez
Dr. Wadson Pinchi Ramírez
Dr. Weyder Portocarrero Cárdenas
Digitacion y
procesamiento : Srta. Patricia Vela Gálvez
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Comité Editorial : Dr. Carlos Borrego Peralta

Dr. Santiago Uceda Castillo
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Canjes : Fac. de Ciencias Sociales. Av. Juan Pablo II s/n.

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NOTA: Los artículos son de responsabilidad de los autores.

AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD
NACIONAL DE TRUJILLO

Mg. HUBER RODRÍGUEZ NOMURA

Rector

Dr. PEDRO DE LA CRUZ RODRÍGUEZ

Vicerrector Académico

Mg. FELIPE TEMOCHE RUMICHI

Vicerrector Administrativo

AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE
CIENCIAS SOCIALES

Dr. ORLANDO VELÁSQUEZ BENITES

Decano

Dr. WADSON PINCHI RAMÍREZ

Jefe del Departamento de Ciencias Sociales

Lic. NYLER SEGURA VÁSQUEZ

Jefe del Departamento de Arqueología y Antropología

Mg. GUILLERMO GUITIERREZ CHACÓN

Director de la Escuela de Antropología

Mg. MIGUEL CORNEJO GARCÍA

Director de la Escuela de Arqueología

Lic. LUIS CORONADO TELLO

Director de la Escuela de Turismo

Mg. JOSÉ ELÍAS MINAYA

Director de la Escuela de Trabajo Social

Mg. CARLOS MOZO BLAS

Profesor Secretario
 PRESENTACIÓN

Los periodos de crisis, son los momentos que permiten los cambios o estancamiento
de instituciones o de la sociedad en su conjunto. La facultad de Ciencias Sociales, ha
pasado por una crisis impuesta desde afuera, que creó una inercia entre sus miembros.
Justo este periodo de casi 4 años coincidió con el crecimiento de la facultad; dos nuevas
Escuelas se crearon, y, en ello, se amplió el horizonte y temáticas de debate académico.

La Revista de Ciencias Sociales, perdió el paso, producto de la crisis antes menciona-

da. Cinco años después reaparece, pero en esta oportunidad lo hacemos con el aporte de
las nuevas disciplinas. Que duda cabe que este es el mejor logro, que se refleja en las
diversas contribuciones que aparecen en este número.

En nuestro medio, es un triunfo cada vez que se logra publicar un libro, pero lo es más
dar continuidad a una Revista, Con la aparición de Nº 6 de Ciencias Sociales, damos
continuidad a nuestra Revista. En sus 5 números anteriores se logró despertar el interés
por este medio de difusión, tan necesario en un ambiente universitario. Nuestro esfuerzo
es para que Ciencias Sociales perdure en el tiempo, se fortalezca y promueba la investi-
gación entre son disciplinas.

El Comité Editorial ha retornado el estilo inicial de la Revista y exhortamos a nuestros

colaboradores, presentar sus trabajos de acuerdo a las recomendaciones que damos en
la Guía para Autores, que aparece al final de la Revista.

También hemos querido crear una nueva estructura de la Revista en cuatro secciones.
La primera relacionada con la Antropología y Etnología; la segunda, Sociología y Trabajo
Social; la tercera; Historia, Arqueología y Turismo y la cuarta, contribuciones
interdisciplinarias.

Esperamos que las diversas contribuciones, de profesionales de reconocido prestigio,

así como de otros que se inician en el camino de la investigación, abran al debate de los
temas tratados por ellos. Que sirva de estímulo a los docentes que no han participado. Sin
embargo, la Revista debe ser fuente de consulta para la enseñanza, los docentes debe-
mos convertir estos documentos en herramientas útiles para actualizar nuestros cursos e
incentivar entre los estudiantes el hábito a la lectura, la crítica y el debate académico.

EL EDITOR
 INDICE

Pág.

SECCIÓN ANTROPOLOGÍA

1. LOS SANTOS PATRONOS DE LA CIUDAD INDÍGENA A LA CIUDAD INDIANA.

MILLONES, Luis 11

2. SAN ISIDRO LABRADOR EN MOCHE

SEGURA VASQUEZ, Nyler Antonio / LAVADO, Manuel Alfonso 25
3. SAN ISIDRO LABRADOR Y LA AGRICULTURA EN LA CAMPIÑA DE MOCHE.
ELÍAS MINAYA, José Fernando 35
4. VIGENCIA DE LOS ESTUDIOS DE PARENTESCO ANDINO EN EL PERÚ.
PINCHI RAMÍREZ, Wadson 67
5. PODER Y CACICAZGO EN CASA GRANDE
VELÁSQUEZ BENITES Orlando 77
6. IDENTIDAD NACIONAL Y GLOBALIZACIÓN
GUTIERREZ CHACÓN, Guillermo Armando 97
7. HACIA UN TRABAJO ANTROPOLÓGICO DE SALUD EN COMUNIDADES
CAMPESINAS DE ANCASH
VIGO MURGA, Evert Arturo 105

SECCIÓN SOCIOLOGÍA Y TRABAJO SOCIAL

8. NEOLIBERALISMO Y CAMPESINADO
MAYER, Enrique 119
9. PARTICIPACIÓN VECINAL Y ACCIÓN POLÍTICA
MIRANDA FLORES, Javier Néstor 129
10. PARTICIPACIÓN VECINAL Y GOBIERNO LOCAL EN EL DISTRITO EL PORVENIR
– TRUJILLO.
MOZO BLAS, Carlos Francisco 169
11. REFLEXIONES SOBRE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO Y LA
GLOBALIZACIÓN.
BORREGO PERALTA, Carlos Andrés 175
12. GLOBALIZACIÓN, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD EN EL NORTE DE TRUJILLO.
PORTOCARRERO CÁRDENAS, Weyder 191
13. ROLES DE LA GERENCIA CON EL CAMBIO DE MODELO EMPRESARIAL EN
LAS EMPRESAS AGRARIAS AZUCARERAS
ELÍAS MINAYA, José Fernando / BORREGO PERALTA, Carlos Andrés 203
14. REFLEXIONES SOBRE EL TRABAJO COMUNITARIO DESDE LA PRÁCTICA SO-
CIAL
LIC. AGUILAR PAREDES, Orealis María del Socorro 215

15. VIOLENCIA FAMILIAR: MALTRATO INFANTIL.

MG. ALVA DÍAZ, Doris Eda 221
16. APUNTES HISTÓRICOS Y METODOLÓGICOS DEL TRABAJO SOCIAL
ALZA SALVATIERRA, Vanesa Jocelym 233
17. PERSPECTIVAS DEL TRABAJO SOCIAL EN LAS ÁREAS TRADICIONALES Y EMER-
GENTES DEL INTERVENCIÓN EN EL SIGLO XXI
CÓRDOVA LLONTOP, José Marcos Ulises / PINILLOS VILCA, Carlos 241

SECCIÓN HISTORIA, ARQUEOLOGÍA Y TURISMO

18. ESPAÑA EN EL SIGLO DE LA CONQUISTA

ELLIOTT, Jhon 251
19. ESTUDIO DE UNA ALDEA MOCHE EN EL RIO SECO LA ESPERANZA-LA LIBERTAD
DEZA MEDINA, Carlos / RODRÍGUEZ E., Marco 265
20. LA AGRICULTURA TRADICIONAL COMO RECURSO TURISTICO PARA EL
AGROTURISMO EN LA CAMPIÑA DE MOCHE
PRÍNCIPE LEÓN, Jenny Marlene 281

21. FORMACIÓN ACADÉMICA E INSERCIÓN LABORAL DE LOS EGRESADOS DE LA

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE TURISMO: 1999 – 2000
ESCALANTE GÓMEZ, Heyder Onú y ZAPATA MENDOZA, Mercedes Elena 321

SECCIÓN COLABORACIONES INTERDISCIPLINARIAS

22. POBREZA, MEDIO AMBIENTE Y CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO: RETOS DE LA

INVESTIGACIÓN AGRARIA.
AMAYA ROBLES, Julio Estuardo / MORACHIMO BORREGO, Pablo Javier 359
23. LA EXPERIENCIA DEL FONDO ROTATORIO AGRÍCOLA EN LOS VALLES
COSTEROS DE VIRÚ, MOCHE Y CHICAMA
MORACHIMO BORREGO, Pablo Javier 375

DE LOS AUTORES

GUIA PARA AUTORES

 SECCIÓN
ANTROPOLOGÍA
 LOS SANTOS PATRONOS. DE LA CIUDAD
INDÍGENA A LA CIUDAD INDIANA
1. INTRODUCCIÓN
Inkas y mexicas definieron sus ciuda-
des como conjuntos de personas antes que
espacios delimitados. Los conceptos de
altepetl en nahua y de llaqta en quechua
aluden a los pobladores antes que a los
terrenos ocupados. En los Andes, otros
términos cercanos tampoco nos servirán
para dar idea de las dimensiones, tal es el
caso de marka que en el quechua contem-
poráneo equivale a «ciudad o poblado»
(Academia 1995: 305), pero que en el si-
glo XVI tenía un significado más vasto. In-
cluía desde protector («el valedor o abo-
gado protector») hasta los altos o la parte
alta de una casa, pasando por «lo que se
lleva consigo en caso nos pueda faltar algo,
lo que se tiene demás por precaución o
necesidad». Así por ejemplo, marka qollqe
es el tesoro o la plata guardada (González
Holguín 1989: 231-232).
Esta percepción de las agrupaciones
humanas al momento del contacto, hace
posible explicar que las tierras utilizadas
por un ayllu precolombino o comunidad
indígena colonial o contemporánea, pudie-
ran estar aparentemente entremezcladas
con las de otros ayllus o comunidades. Esta
aparente superposición de propiedades
hace muy difícil enmarcarlas dentro de la
legislación occidental.
Los espacios indígenas precolombinos
no parecen haberse identificado con po-
seedores que medían su pertenencias en
términos de espacios cerrados, o incluso
LUIS MILLONES
con propietarios concretos. Lo que no sig-
nifica que las comunidades ignorasen las
tierras que les correspondían sembrar o
cosechar. Simplemente que el terreno
abierto visualizado por los europeos, no era
tal. Otros acercamientos a los andenes,
surcos o camellones, hacían posible que
cada comunidad fuese muy clara con res-
pecto a sus derechos y obligaciones.
Esta misma lógica se aplicaba al mun-
do sobrenatural, el apu o elevación
divinizada más cercana (y visualmente más
imponente) de la comunidad, velaba por
sus fieles o miembros de los ayllus que le
prestaba reverencia. Desde la perspectiva
del conquistador, todas las montañas cir-
cundantes parecían ser igualmente ame-
nazadoras, pero para quienes habían vivi-
do allí por generaciones, sólo una de ellas
era el marka (o quizá más propiamente
markakamayoq) o protector de su pueblo.
Es interesante observar que el compor-
tamiento de la hueste española con respec-
to a la fundación de ciudades tuviera ciertas
coincidencias con los conceptos de llaqta o
altepetl. Por lo menos, así sucedió en los
primeros momentos, cuando los expedicio-
narios europeos procuraron llevar adelante
el mandato de Isabel la Católica, que tan
temprano como 1501, ordenó a fray Nico-
lás de Ovando, primer gobernador de La
Española, que hiciese «poblaciones» para
que los cristianos no vivieran «desparrama-
dos» (Kagan 1998: 61). En estos primeros
cincuenta años de la Conquista, la funda-
ción de ciudades tuvo su sustento en las
propias tropas de los conquistadores, cons-
tituidas en vecinos de las urbes recién naci-
das. Concluido el ritual que acompañaba a
la reorganización del espacio, si las condi-
ciones no eran favorables, el grupo acarrea-
ba consigo la legalidad recién constituida y
si era necesario volvía a fundar la ciudad
tantas veces como fuese necesario, hasta
que la comunidad de vecinos se sintiera en
capacidad de establecerse. Así sucedió con
Quito y Bogotá. En ambos casos, por razo-
nes muy parecidas, los primeros que ocu-
paron el lugar, Almagro y Benalcázar (Qui-
to, 15 de agosto de 1534) procedieron a fun-
dar Santiago de Quito, para luego volver a
hacerlo, como San Francisco de Quito. Lo
mismo sucedió a Jiménez de Quesada que
fundó Ciudad de Nueva Granada y Santa
Fe de Bogotá en 1538 y 1539, sin mudarse
de lugar (Ramos Pérez 1975: 107-108).
Esta coincidencia, de hacer reposar en
las personas y no en los espacios, los
asentamientos humanos, se alargó más
cuando se repartieron las encomiendas. Los
encomenderos contaban sus propiedades
a partir de los bienes expropiados de sus
encomendados. Pero aquí el proceso toma-
ba una dirección definida, el europeo bus-
caba de delimitar sus posesiones y
encuadrarlas en una contabilidad que hicie-
se rentable la larga jornada hacia las Indias.
Sin embargo, el escaso número de españo-
les y lo diferente de las instituciones y usos
en este proceso de dominación, hizo que
los líderes indígenas o kuracas fuesen los
traductores culturales, constituyéndose en
la barrera que tamizaba la comunicación
entre los sistemas de costumbres, econó-
micas y valores.
Cuando se impusieron definitivamente
las reducciones indígenas y se reordenó el
espacio andino para establecer la mano de
obra forzada indispensable en la explota-
ción de las minas, y al mismo tiempo, para
dar inicio a una evangelización organiza-
da. Y si bien la fundación de ciudades se
había iniciado desde que los españoles
desembarcaron en el Norte del continente,
a estas «ciudades» hispanas se agrega-
ron los «pueblos de indios».
12
Hay que subrayar que la denominación
de las ciudades acarrea la nostalgia de los
lugares de origen, allá en Iberia , y la
advocación de un santo cristiano. En mu-
chos casos, el conquistador presta home-
naje a su rey, como al nombrar a las islas
Filipinas, o al reino, como Nueva España,
o a una región determinada, como Nueva
Galicia, pero en general, el poblado recién
fundado lleva el nombre de un santo, cris-
to o virgen, al que generalmente se agre-
ga otro, en la lengua aborigen que se pre-
sume haber sido el original. Este acto de
fundación, por encima de la evocación del
conquistador o de sus preocupaciones por
evangelizar a los indígenas, traía consigo
una considerable fuerza religiosa: «Al to-
mar posesión de los términos de Nuevo
México, Juan de Oñate... puso y clavó con
sus propias manos en un árbol fixo, que
para esto aderezó, la Santa Cruz de Nues-
tro Redemptor Jesucristo, y volviéndose a
ella, de rodillas en el suelo, dixo: Cruz San-
ta, que sois divina puerta del cielo, altar
del único y esencial sacrificio del cuerpo y
sangre del Hijo de Dios, camino de los
santos y posesión de la gloria, abrid la
puerta del cielo a estos ynfieles, fundad la
iglesia y altares en que se ofrezca el cuer-
po y sangre del Hijo de Dios, abridnos ca-
mino de siguridad y paz para la conver-
sión dellos y conservación nuestra» (Guar-
dia 1975:95).
Pero las ciudades actuales de Hispano-
américa no nacen necesariamente de fun-
daciones formales. En el Perú, aun antes de
la implantación de las reducciones toledanas,
al costado del acto solemne, en lo que sería
el centro de sus operaciones, los españoles
procedían al reparto de solares y de enco-
miendas. A continuación el encomendero
escogía dentro de sus posesiones (o la de
sus kuracas, si se quiere respetar el acto ju-
rídico) el lugar donde quería construir su casa
y la guairona o ramada, es decir la capilla
abierta para la conversión de sus encomen-
dados. Así sucedió en la Villa de San Miguel
(Piura, Perú) con las zonas aledañas, entre
ellas Sechura, como nos lo reporta el análi-
sis de sus libros de cabildo (Huertas 1995:
28-299).
 Obsérvese que tanto en las antiguas
posesiones españolas en Norteamérica,
como el caso descrito en Nueva México
(situación que se repite en al Norte del
Perú) la fundación de la ciudad extendía
de manera difusa el radio de la cristiani-
zación, a todos los rincones del territorio
recién tomado. Aun con las obvias caren-
cias de doctrineros, la presencia precaria
de cruces o imágenes modestas, ya se
estaba creando el ambiente para una nue-
va religiosidad. Poco más tarde, el presti-
gio de las armas triunfantes hacía que los
propios indígenas reclamasen para sus
pueblos el establecimiento de una capilla,
y con ella la imagen del patrono o patrona,
esculpida o pintada por sus propios artis-
tas, o en el mejor de los casos trasladada
desde la capital regional o desde el centro
del virreinato o audiencia.
Todo este proceso debió llevarse de
manera muy distinta en las antiguas capi-
tales precolombinas. Cuzco y Tenochtitlan
eran los «ombligos» de estados poderosos,
con jerarquías de hombres y dioses per-
fectamente establecidas. «El trazo urbano
de Tenochtitlan era una reproducción de la
división vertical del cosmos (cielo, tierra,
inframundo) y su espacio horizontal refle-
jaba, como un espejo, las cuatro direccio-
nes del mundo, integradas al centro que
articulaba todos los rumbos, dioses y fuer-
zas: en el corazón de su ciudad se erigió el
templo de Huitzilopochtli, y en él se unie-
ron los vértices de las cuatro divisiones
mayores o barrios de Tenochtitlan. El pun-
to céntrico de este espacio era el Templo
Mayor» (Florescano 1999:167). La pirámi-
de había sido construida y reconstruida
siempre en el mismo lugar, que era la esen-
cia de la identidad mexica, punto final de
su migración, el pedazo de tierra donde el
águila devoraba a la serpiente, posada so-
bre un nopal. «El distrito ceremonial incluía
también docenas de templos a otros dio-
ses y decenas de edificios residenciales
para los sacerdotes que los atendían»
(Kandel 1990: 52).
El aspecto de la ciudad debió ser mag-
nífico, al momento de la llegada de los pri-
meros visitantes europeos. El valle cen-
tral de México era muy poblado, con un
promedio de 49 personas por kilómetro
cuadrado, la propia Tenochtitlan debió
bordear los ochenta mil habitantes, todo
México central (aproximadamente de la mis-
ma extensión de España contemporánea)
contaba aproximadamente con 25 millones de
habitantes (Cook y Borah 1972: 132). Así lo
vieron Cortés y sus hombres, cuando a los
cuatro días de estar en la ciudad, se deci-
dieron a «ir a la plaza mayor a ver el gran
adoratorio de su Huichilobos» [es decir
Huitzilopochtli], la sorpresa por la actividad
y movimiento de la gente fue tal, que Bernal
Díaz del Castillo recuerda que «entre no-
sotros hubo soldados que habían estado
en muchas partes del mundo, y en
Constantinopla y en toda Italia y Roma, y
dijeron que plaza tan bien acompasada y
con tanto concierto, y tamaña y llena de
tanta gente, no la habían visto» (1992:259).
Lo mismo puede decirse del Cuzco, aun-
que la estructura de la ciudad, al reflejar la
organización del Tawantinsuyo ( muy distin-
ta a la Triple Alianza) no ofreció a los espa-
ñoles un «distrito» sagrado como el que
ubicaron de inmediato en torno al Templo
Mayor mexicano. La ciudad peruana, con
dos plazas más bien pequeñas, unidas por
puentes que cruzaban el río Huatanay, lle-
vaba gran parte de su ceremonial fuera del
contexto edificado. Así lo apreció Bartolomé
Segovia (o Molina , el almagrista) cuando
describió la única fiesta incaica que vieron
los españoles, en el mes de abril de 1535:
las momias de los antepasados y toda la
nobleza imperial se trasladaba a «un llano
que es a la salida del Cuzco, con el lujo y
pompa necesarios, para esperar la salida
del sol» (1968: 62). De la misma forma, las
tierras y residencias suntuosas, pertenecien-
tes a las familias poderosas o panacas rea-
les, se ubicaron a lo largo del valle de
Urubamba a considerable distancia de la
ciudad sagrada. Tal es el caso de Machu
Picchu, área reservada a los descendien-
tes y servidores de Pachacutec (Rowe 1992:
157-160). Esto no quiere decir que la capi-
tal inkaica dejase de maravillar a sus visi-
tantes de ultramar: «La ciudad del Cuzco,
13
por ser la principal de todas cuantas ser-
vían de residencia a los Señores, es tan
grande, tan bella y con tantos edificios, que
sería digna de ser vista en España... La ciu-
dad está situada en un alto valle y muchas
casas han sido construidas en las laderas
de la montaña, mientras otras lo están aba-
jo, en la parte llana... La cosa más bella que
en materia de construcciones puede verse
en aquella ciudad son estas murallas [se re-
fiere a Sacsayhuaman, construcción monu-
mental en las afueras del ámbito «urbano»].
Están levantadas con piedras tan enormes
que quien las vea no podrá creer que las
colocó allí la industria de hombres norma-
les» (Sancho 1988: 135- 136). Es posible,
además, que los espacios del Cuzco preco-
lombino no hayan sido tan estrechos como
los describen en períodos coloniales, al
menos las dos plazas Huacaypata y
Cusipata fueron rápidamente invadidas por
«la intrusión de edificios españoles» (Rowe
1991:83).
Es probable que tanto en México como
en Cuzco los intentos de inkas y aztecas
por recuperar sus capitales inmediatamente
después de la invasión hispana hayan ge-
nerado la destrucción que sufrieron en es-
tos primeros años de la ocupación euro-
pea. Como se sabe, Cortés luego de reto-
mar Tenochtitlan (superado el desastre de
la «Noche Triste») debió presionar a sus
hombres para utilizar el mismo territorio.
Una destrucción parecida se vivió en el
Cuzco, cuando los hermanos de Pizarro
debieron enfrentar la rebelión de Manco
Inca. Aunque la capital del futuro virreinato
ya se había establecido a miles de kilóme-
tros.
En ninguna de las dos ciudades men-
cionadas cabría pensar en una nueva fun-
dación, si nos guiamos por criterios actua-
les, pero, por el contrario, desde la pers-
pectiva del conquistador, esa masiva pre-
sencia indígena hacía más necesario el ri-
tual castellano. El 23 de marzo de 1534, se
fundó el Cuzco: «En el nombre de dios
padre hijo spiritu sancto tres personas un
solo dios y señor verdadero... yo- francisco
pizarro caballero de la orden de santiago
14
criado y vasallo de la S.C.C.M. el empera-
dor rey don carlos nuestro señor y señor
de las españas... quiero continuar la po-
blación de estos reynos por muy comen-
zada en nombre de sus magestades e con-
tinuándola hazer y fundar en esta gran ciu-
dad del cuzco... un pueblo de españoles
poblado de cristianos». Las razones que
arguye Pizarro son a su vez interesantes:
alude a la guerra entre Huascar y Atahualpa
y a la presunta invasión de este último con
sus tropas que llegaron desde Quito para
justificar su dominio sobre los cuzqueños,
sin dejar de lado la necesaria
cristianización. Don Francisco, continúa el
documento, se refiere con encomio a sus
hombres «que juntamente conmigo an con-
quistado y pacificado y sacado de
subjecyon y serbidumbre de la gente
extrangera del quito que los tenya avasa-
llados». Pero no olvida Pizarro al real cau-
sante de los males que sufren los indíge-
nas, a quienes ellos librarán «de la presión
y ceguedad quel enemigo malo nuestro
contrario e perseguidor... y de las ydolatrías
y malas costumbres que tienen...» (Porras
Barrenechea 1992:72-73).
Es interesante comprobar que con el
paso del tiempo ninguna de las capitales
precolombinas mantuvieron las devociones
formales de la primera época. Tanto la Vir-
gen de Guadalupe como Taytacha Temblo-
res (el Padrecito de los Temblores) son de
advocación tardía, generadas más bien en
el siglo XVIII, pero que tardaron aún más
en ganar el apoyo de la población criolla,
la que finalmente dio el espaldarazo a la
devoción pública, oficial y abierta a todos
los habitantes.
No se piense que lo que podría llamar-
se irónicamente «falta de lealtad» a los
patrones originales es algo anómalo. Pro-
bablemente es la regla. Lima fue la Ciudad
de los Reyes, hasta el surgimiento de San-
ta Rosa, a quien se canonizó apresurada-
mente el 12 de abril de 1671, el deseo de
Pizarro de conmemorar a los Reyes Ma-
gos por coincidir (días más, días menos)
con la fundación de Lima (18 de enero)
había quedado olvidado.
 Pero podría objetarse que las tres ciu-
dades mencionadas, por su destino o por
su origen cosmopolita, pudieran ser ejem-
plos apropiados para estudiar la permanen-
cia o cambio de la protección divina a tra-
vés de un santo patrono. A continuación
veremos, como se articula el fervor popu-
lar en torno a la imagen (pintura, escultura,
etc. ) que renueva la fe y concentra la iden-
tidad de los pueblos andinos.
2. DE LA EVANGELIZACIÓN
PRIMITIVA A LA
ORGANIZACIÓN DE LA
IGLESIA
Nada horrorizó más a los españoles que
el aspecto de los dioses precolombinos. Eso
explica que uno de los ejes de la evangeli-
zación haya sido la destrucción de las imá-
genes de los edificios públicos o del culto
popular vigente a la llegada de la hueste
europea. El inmediato reemplazo de los tem-
plos indígenas por las iglesias cristianas,
incluso usando las mismas bases de pie-
dra, fue una constante a los largo del
virreinato. Con frecuencia una simple cruz
en los lugares antiguos de culto, o en la cima
de los cerros cercanos, ya era el inicio de la
siempre renovada campaña para cristiani-
zar a los indígenas.
Las propias autoridades reconocieron
que la tarea no era simple, en su Provisión
para llevar a la práctica las reducciones (7de
noviembre de 1573), el virrey Toledo ya ad-
vertía acerca del problema de utilizar los
mismos lugares sagrados para el levanta-
miento de las iglesias: « el principal punto
en que habéis de advertir para hacer las di-
chas reducciones es a que los dichos in-
dios se quiten de los lugares y sitios donde
tienen sus idolatrías y entierros de sus pa-
sados, por respeto de lo cual, debajo de
otros colores de piedad, han engañado y
engañan a los visitadores para que no los
muden de adonde están...» (1986: I, 281-
282). Esto es mucho más fácil ordenarlo que
llevarlo a cabo, las distancias y la carencia
de evangeli-zadores se sumaban a la nece-
sidad perentoria de proveer servidores for-
zados a las mitas. Frente a eso el virrey
determinó medidas de emergencia, que con-
cluyeron siendo permanentes e insuficien-
tes para sus logros mayores: « que los di-
chos indios sean reducidos donde sea com-
patible el poder tener doctrina por un sacer-
dote hasta cuatrocientos o quinientos indios
tributarios en un lugar si es posible o cuan-
do lo fuese por no tener tierras para todos,
en dos o tres lugares en torno o comarca de
una legua o dos como no haya impedimen-
to de poder ir el dicho sacerdote a
administralle los sacramentos y a dalles la
doctrina, visto y entendido todo lo susodi-
cho...» La razón que movía de don Francis-
co es declarada de manera explícita: « en
estos reinos no han de faltar inconvenien-
tes del demonio para suspensión y dilación
de ello» (1986:I, 282).
Estas disposiciones completaban las
que tres años antes habían sancionado
el desarraigo de los indígenas de sus lu-
gares de origen. En aquella ocasión se
había ordenado «que se haga reducción
de ellos a pueblos donde vivan juntos y
congregados... donde no estuviesen tan
divididos e apartados y tuviesen tierras e
aguas, pastos y las demás cosas nece-
sarias para su conservación». El buen
propósito se autoanulaba en la práctica.
Así lo muestra el ejemplo que nos pro-
porciona el propio virrey, al ordenar que
el repartimiento encomendado a Diego
Gavilán en Huamanga (actual Ayacucho)
absor-biese a diez y siete pueblos, en sie-
te «reducciones», dando la responsabili-
dad de sus almas a tres «curazgos» o
centros de evangelización (1986:I, 65-66).
Al «reducir» los indígenas se les forza-
ba a integrarse en localidades delimitadas
descartando un patrón habitacional más
disperso, propio de las actividades
agropecuarias. Pero más aún, se abando-
naba el contorno geográfico que durante
milenios había nutrido sus explicaciones
básicas con respecto a su propio ser y la
naturaleza. La sacralidad de las montañas
de sus comunidades de origen se veía des-
plazada y el nativo tenía que reacomodar
su percepción de los terrenos que sembra-
15
ba y resacralizar el espacio, aprendiendo
los respetos debidos a estas nuevas mon-
tañas, manantiales y cuevas. Estos dos
últimos accidentes del terreno eran consi-
derados como puertas del contacto con lo
sobrenatural. Su tratamiento, como el de
los apus o montañas, requiere un ritual sim-
ple pero indispensable para no sufrir sus
iras.
Lo mismo puede decirse de los cemen-
terios precolombinos. Si algo define en gran
parte a la religiosidad precolombina es el
culto a los antepasados. Las ceremonias
que acompañaban el deceso de una per-
sona pudieron ser tan complejas como las
que en el siglo II o III d. C. siguieron a la
muerte del Señor de Sipán en la costa
norteña del Perú o bien al Inka Huaina
Capac, según el recuento de los cronistas.
Pero con menos recursos, se podía cum-
plir con el recién fallecido, bastaba unas
pocas prendas y un ritual sencillo que to-
davía puede observarse en los campesi-
nos contemporáneos.
Lo importante era el respecto que se
guardaba a los muertos, asumidos como
ancestros de una localidad, de una región
o de un estado. Su tumba, su cuerpo y la
representación del mismo, al igual que en
otras sociedades, no solamente eran par-
te de un universo divino, sino que se con-
vertían en el cordón umbilical que ligaba a
las gentes con el espacio que vivían. La
consecuencia inmediata de esta percep-
ción de los antepasados, hacía necesario
que tales personajes fueran al mismo tiem-
po la identidad de toda la comunidad com-
prometida con su culto.
Muy rápido los europeos descubrieron las
calidades sagradas de los cadáveres. Es
posible que Pizarro no hubiese reflexiona-
do sobre las razones por las que en última
instancia, Atahualpa había decidido hacer-
se cristiano, pero hoy resulta obvio que el
último Inka veía con horror la desaparición
física de su cuerpo, que desde ese momen-
to perdería toda posibilidad de recibir las
ceremonias fúnebres adecuadas. Cuando
el conquistador se decidió por la pena del
16
garrote, dio oportunidad para que al poco
tiempo, uno de los hermanos de Atahualpa
robase el cadáver y seguramente recibiese
el tratamiento prescrito, antes de perderse
para siempre. Aunque quizá esté deposita-
do en alguna de las montañas que van de
Cajamarca a Quito, que fue el recorrido pos-
terior del pariente que robó el cuerpo del
Inka.
No fue éste el único rapto de los ce-
menterios. Hubo disposiciones específicas
sobre la materia, dado que los desen-
terramientos fueron frecuentes para cum-
plir un ritual que poco a poco fue adqui-
riendo elementos cristianos, pero que es-
tuvo siempre alejado de la aceptación ecle-
siástica.
La persecución de estas prácticas,
como de todas aquellas que se suponían
ligadas a la herencia precolombina, y por
ende demoníacas, han sido materia de una
serie de estudios (Véase Mills 1997: 267-
285 para un excelente resumen). Aquí con-
viene ligar el énfasis evangelizador del si-
glo XVII, luego de que se toma la decisión
de destruir las «idolatrías», con las imáge-
nes humanas que el cristianismo aporta a
la religión indígena colonial.
En primer lugar hay que decir que las
reducciones toledanas respondían también
a una violenta caída demográfica que hizo
abandonar los pueblos, no sólo por las exi-
gencias del gobierno español, sino porque
con la desaparición del estado incaico de-
jaba de ser funcional el interés andino de
tener tierras útiles en áreas distantes, y
entremezcladas en espacios usados por
otras comunidades. Además, las etnías in-
dígenas desplazadas como mitimaes
inkaicos, en muchos casos decidieron vol-
ver a su lugar de origen o bien se queda-
ron adonde habían sido desplazadas, dis-
putando el terreno de los pueblos origina-
rios.
Este cuadro móvil que caracteriza a los
indígenas de la Colonia es el menos con-
veniente para la política de pueblos con
residencia estable, donde los tributarios y
los fieles pudiesen ser contabilizados. Du-
rante el período de las extirpaciones en el
siglo XVII, el clero se lamenta de lo inútil
de los esfuerzos en la construcción de los
templos si no se les da el mantenimiento
suficiente. Sobre todo si con las migracio-
nes y la despoblación quedaban abando-
nados, en localidades desiertas. Así los vio
el Obispo de Huamanga, don Francisco
Verdugo. Cuando en 1624 visitó su dióce-
sis, luego del recorrido, propone «que los
indios podrían construir y reparar sus igle-
sias, muchas de las cuales halló caídas del
todo o amenazando ruina». A su juicio «los
indios las repararían y edificarían mejor que
lo hacen los españoles, por que de suyo
son humildes y píos» (Vargas Ugarte
1959:II, 420).
Hay pues un doble esfuerzo en esta
centuria por reafirmar la religiosidad católi-
ca de acuerdo con el dogma. Lo que co-
rresponde al desarrollo de las formas ba-
rrocas que comienzan a llegar de la Penín-
sula. Esto nos lleva a reflexionar sobre las
figuras humanas como portadoras de la
divinidad, impuestas sobre una sociedad,
que en términos generales no las usaba
como representación de sus dioses.
Es cierto que desde muy temprano la
pintura, la cerámica y la escultura preco-
lombinas nos ofrecen diseños antropo-
morfos (véase por ejemplo los ceramios
mochicas), pero en la gran mayoría de
casos, están provistos de atributos que
las convierten en parte del universo so-
brenatural. Los colmillos de felino, cintu-
rones de serpientes, garras de ave rapaz,
entre muchos otros, hacen que de inme-
diato el espectador sepa que se encuen-
tra con un ser que dista mucho de ser
humano, y cuya presencia sería detecta-
da de inmediato provocando asombro y
espanto.
Salvo en las crónicas, en descripcio-
nes no siempre confiables, no existen imá-
genes en la que aparezca un ser huma-
no, con las mismas características que los
demás.
Aun las presuntas estatuas de
Wirakocha descrita con algún detalle en
Garcilaso (1991: 304-305) podrían haber
sido retocadas por el deseo del cronista
de encontrar en ellas el resto desvaído de
una cristianización precolombina, ya olvi-
dada a la llegada de Cortés o Pizarro.
Resulta mucho más creíble «el niño de oro
macizo e vaciadizo... [del] tamaño del niño
del altor e proporción de un niño de un
año y desnudo» que de acuerdo con
Betanzos (1987: 51) «el Ynca Yupanqui
mandó hacer», en recuerdo de la visión
que iluminó sus desvelos, la noche ante-
rior a la batalla contra los chancas. Si no
somos muy exigentes podemos rescatar
de las varias «estatuas» de las crónicas,
por ejemplo, aquella cuya cabeza de pie-
dra fue analizada por Juan Larrea (1960:
195) y que presumiblemente estuvo en el
templo de Cacha, cerca de la ciudad del
Cuzco. Las proporciones que Larrea nos
ofrece, nos hacen pensar que esta ima-
gen pétrea tuvo una talla ligeramente su-
perior a la normal, pero al no tener los
detalles precisos del resto del cuerpo, re-
sulta difícil afirmar que careciese de ele-
mentos sobrenaturales que desvirtuasen
su humanidad.
Aun admitiendo que la persecución de
tales representaciones hubiese anulado el
recuerdo de estatuas del tamaño y carac-
terísticas humanas, (es decir que no fue-
sen identificables como personas corrien-
tes), es notorio que los dioses precolom-
binos fueron para los españoles la confir-
mación de la presencia del demonio en
los Andes. Cuando alguna de ellas, como
la estudiada por Larrea, tenía dichas cali-
dades, se pensaba como el rezago me-
morioso de los viajeros milagrosos, en
especial de San Bartolomé, que habría
recibido el mandato de predicar en luga-
res lejanos, a decir de su historia legen-
daria (Millones 1997: 51-58).
La situación fue muy diferente en Méxi-
co, donde la escritura pictográfica permitió
representar de muchas maneras a la ima-
gen humana, que estaba integrada al tipo
de representaciones usuales. Su diferencia
17
con las divinas era clara por los atributos y
la combinación de rasgos de la fauna que
integraban su cuerpo tal como aparecen en
otras sociedades (también en la andina). Los
códices meso-americanos divulgan - al me-
nos al interior de las elites- la figura huma-
na desacralizada. El tránsito a la escritura
alfabética es gradual, siendo notable la apa-
rición de documentos que combinaban am-
bas formas de escritura. Tal es el caso del
códice Vergara, el manuscrito catastral de
Tepetlaoztoc (en el área de Tetzcoco), cuya
fecha probable debe estar en la década que
se inicia en 1540 (Lockhart 1992: 345-346).
Con respecto al tema de la evangeliza-
ción hay que decir que muy pronto se re-
fleja este proceso en dichos documentos
transicionales. Así sucede en los Títulos
primordiales que «registran en primer lu-
gar la fecha de la fundación del pueblo...
[que en su] mayoría rememora en
escenificaciones de tipo mítico, a sus an-
tepasados de la época prehispánica, a
quienes unen con las primeras autoridades
españolas». Allí se «detallan minuciosa-
mente los linderos del pueblo, adjuntan un
mapa que lo delimita en el espacio, y ha-
cen constar cómo les fueron adjudicadas
las tierras, Recuerdan asimismo, la edifi-
cación de su iglesia y el bautizo del pueblo
con el nombre del santo patrono»
(Florescano 1999: 253-254).
En el área andina, las comunidades indí-
genas tienen también un tipo de documento
similar referido a sus títulos de propiedad, o
lo crean cuando se trata de alguna disputa
sobre sus límites, pero en general carecen
de dibujos y están escritos en alfabeto cas-
tellano, aunque puedan contener frases o
textos más o menos prolongados en
quechua. Obviamente son posteriores a los
mexicanos, el único documento ilustrado,
escrito por un indígena, es la crónica de Fe-
lipe Guaman Poma de Ayala, los otros docu-
mentos redactados también por manos nati-
vas (o dictados por ellos) tienen muy pocas
o pobres ilustraciones.
En este único documento hay casi cua-
trocientos páginas ilustradas, pero al igual
18
que los otros escritos indígenas de los An-
des, el autor revela haber internalizado la
cristianización, que ocupa una gran parte de
su pensamiento. A simple vista los dibujos
bidimensionales e inspirados en la doctrina
que se recitaba en los pueblos indios, pro-
claman el ser productos de una época de
intenso mestizaje como lo fue el siglo XVII
andino. Aún más, un cuidadoso estudio de
las imágenes nos muestra que las propias
figuras occidentales pueden manejarse de
tal forma que su sentido sea múltiple. Por
ejemplo, Adorno, al analizar la figura de la
paloma, nos aclara que «no es la que con-
vencionalmente representa el Espíritu San-
to en la iconografía europea. En efecto, sus
talones extendidos, en el dibujo de la Santí-
sima Trinidad (figuras 7 y 10), la hacen pa-
recer más un pájaro de caza que una palo-
ma de la paz» (1989:200).
Situaciones como la descrita nos llevan
a mirar atentamente la iconografía sagra-
da que inunda América desde el siglo XVI.
Las imágenes que llegan de la
Contrareforma y del Barroco español fue-
ron cotidianamente reforzadas por el ca-
lendario festivo que se organizaba en los
pueblos andinos. Las ceremonias religio-
sas solían presentar a los fieles cuadros
vivos y teatralizaciones de los pasajes de
la Biblia, en especial del Nuevo Testamen-
to, que debieron irrumpir como un huracán
en la psicología del poblador andino, tan
ajeno a la propuesta teológica cristiana. Al
contrario de la imaginería indígena, el pan-
teón católico estaba poblado de figuras
humanas que no tardaron en copiar los ar-
tistas locales representando cristos, vírge-
nes y santos. Una de estas imágenes,
aquella que llevaba el nombre del pueblo,
le sería destinada , ocupando un lugar pri-
vilegiado en la capilla o templo levantado
en su honor.
Muchas veces esta humanización de lo
divino tenía una aparición personal en las fies-
tas mayores como el Corpus Christi o la Se-
mana Santa, «En algunos lugares [se refiere
a la Semana Santa] la imagen de Jesús Na-
zareno, portadora de una hermosa palma,
recorre las calles montada sobre un verda-
dero borrico y, en llegando al atrio de la Igle-
sia, se la introduce en brazos en el templo. El
miércoles santo, se reproduce también la
escena del prendimiento de Jesús. Un hom-
bre disfrazado de Nazareno se oculta en los
alrededores de la población y luego salen en
su busca los sayones romanos y la plebe. En
hallándolo, es conducido, atadas las manos
procesionalmente hasta la Iglesia, en donde
se disuelve el cortejo (Vargas Ugarte 1959:II,
252).
Esta breve referencia apenas ilustra el
volumen de las representaciones dramáticas
y acciones coreográficas con que se ilustra-
ron las enseñanzas de los doctri-neros. Para
la población indígena apenas es posible ima-
ginar el asombro ante ese desfile de esta-
tuas o pinturas de talla humana en las actitu-
des en que suele representarse, por ejem-
plo, durante la Semana Santa. El cuerpo la-
cerado, sangrante y torturado de Cristo, ca-
mino a su crucifixión, las tres cruces con los
cuerpos martiriza-dos, etc., etc. En más de
un lugar, la dramatización de esta fiesta tomó
forma de martirio y es sabido que también en
otras latitudes, tal es el caso de Filipinas, la
función teatral toma el carácter de martirio
real, situación que no debió estar ausente en
América del Sur.
3.- LOS SANTOS PATRONES
DEL ÁREA ANDINA
Desde su constitución, como se ha vis-
to, cada reducción indígena tuvo que tener
un templo católico. El mandato es explícito
y así consta en la Recopilación de leyes de
Indias: «Todos las reducciones aunque los
indios sean pocos, se ha de hacer iglesia,
donde se pueda decir misa con decencia,
y tenga puerta con llave, sin embargo de
que sea sujeta a parroquia, y esté aparta-
da della» (Paredes 1973:198).
La disposición, sin embargo resultaba
una «hostia sin consagrar», frase de aque-
lla época que alude a las leyes inaplicables
en las Indias. La realidad es descrita muy
bien e una carta de Fray Domingo de San-
to Tomás del año 1563: «Hasta ahora ha
habido en esta tierra un gran desorden y
monstruosidad y es que los encomenderos
proveen a sus encomiendas los sacerdo-
tes que quieren para la doctrina de los in-
dios y las más veces quieren lo que no
deben, porque proveen los que les ayu-
dara a sacar mejor sus tributos y tienen
cuenta con sus granjerías...» (Vargas
Ugarte 1953: I, 126).
En estas condiciones el peso de la evan-
gelización recaía en los kuracas y por ende
en la población indígena, que acató sin re-
medio las disposiciones del Concilio
Limense Primero. Allí se disponía que las
iglesias se levantasen en el pueblo princi-
pal, es decir donde residía el jefe indígena
y que en los demás se erigiese una ermita
o simplemente se colocase una cruz, para
que se reuniesen los indígenas a rezar.
Las primeras iglesias fueron modestas,
pero el ornato creció en cuanto se disipa-
ron las brumas de la guerra civil entre los
conquistadores y se ordenó el virreinato.
Fue un proceso lento, a veinte años de la
conquista, en un lugar tan cercano a Lima
como es Pachacamac, el curaca don Luis
Loyan denunciaba que había tenido suce-
sivamente un clérigo, un español lego, un
sacerdote franciscano y otras visitas reli-
giosas intermitentes, todas en períodos
menores de dos meses durante tres años.
De la misma forma, el ornato de los tem-
plos debió esperar hasta que el
reordenamiento de las doctrinas tomase
forma en la segunda mitad del siglo XVI
(Vargas Ugarte 1953:I, 125).
Organizado tributariamente el espacio
colonial, parte de la legitimación de la au-
toridad de los kuracas surgidos luego de la
Conquista, descansaba en su fervor por la
nueva religión. A su lado, y en un principio
de débil contrapeso, aparecieron los cabil-
dos indígenas con sus alcaldes a la cabe-
za, aunque deberán esperar un siglo antes
de competir con las autoridades «tradicio-
nales». En muchos casos, una familia po-
derosa podía asumir ambos poderes o bien
competir con un kuraca advenedizo o un
débil alcalde recién nombrado. En todo
19
caso, quien tomase las riendas del pueblo
indígena, tuvo que mostrar su poder con-
tribuyendo a la solemnidad de las ceremo-
nias o al ornato de la iglesia. Tarea recla-
mada y apoyada no sólo por el doctrinero,
sino por el entorno que rápidamente se
constituyó al costado de la parroquia. Y aquí
no sólo pensamos en las hermandades o
cofradías, alentadas por el párroco perma-
nente o por el sacerdote que rotaba entre
varias jurisdicciones, hay que incluir tam-
bién al personal a veces regular y otras ofi-
cioso, pero indispensable, que se suele
congregar en los templos: el sacristán, el
guardián, el campanero, las personas que
limpian el local y las imágenes, y que re-
nuevan las vestiduras y las flores, quienes
reparan el edificio, aquellos que reparan,
fabrican, pintan o retocan los altares, quie-
nes conducen los rezos (rosarios, etc.) que
no necesitan la presencia del sacerdote,
etc. etc.
Por modesto que sea el lugar, la iglesia
se constituye en un centro de poder espe-
cífico, capaz de desafiar al jefe político, que
no dudará en apoyarse en ella para afir-
mar el control del pueblo. Si nos dirigimos
al interior del templo, se sentirá que gran
parte de ese poder emana de la presencia
de las imágenes. Aunque contrariamente
a lo que se supone, los santos patronos no
tienen una duración asegurada. Así por
ejemplo, la multitudinaria peregrinación a
Otuzco ( La Libertad, Perú) que va a recibir
las bendiciones de la Virgen de la Puerta
no tiene más de dos siglos. En 1806 la pa-
trona del lugar era Nuestra Señora de la
Purísima Concepción, en algún momento,
creemos que alrededor de esa fecha, la
Virgen de la Puerta ganó una primacía de-
finitiva, que se iba haciendo notoria por los
fondos que recaudaba (Tomoeda y Millo-
nes 1996: 191). Lo mismo sucede en
Monsefú (Lambayeque, Perú) donde hoy
día se celebra al Cristo Cautivo como pa-
trón del lugar, a pesar de que no mucho
tiempo atrás, era San Pedro quien tenía la
devoción del pueblo. Pero, la versión co-
rriente en nuestros días, adjudica a su pa-
trón sagrado ( es decir la imagen de Cristo
al ser presentado a Pilatos) una antigüe-
20
dad colonial. La situación se repite con la
Virgen de la Puerta, la hermandad que
acompaña su procesión: los «Negros de
Otuzco», dicen ser devotos de ella porque
los liberó de la esclavitud, luego que huye-
ron de las haciendas costeñas hacia las
alturas. Ambas «memorias» tienen profun-
dos desfases históricos, el Cristo Cautivo
de Monsefú no sólo debe haber nacido en
el siglo XX, sino que probablemente sea
una expansión de otra poderosa imagen
norteña: el Cristo Cautivo de Ayabaca. Los
«Negros « de la Virgen, por su parte no son
descendientes de africanos, a los que ape-
nas se les conoce en esa región, en reali-
dad se trata de otuzcanos, que para esa
fiesta se pintan la cara y los brazos de ne-
gro y asumen como suya una fantástica
memoria de la esclavitud (Tomoeda y Mi-
llones 1996:198).
Cada imagen tiene una glorificada his-
toria a lo largo de los Andes, en Túcume
(Lambayeque, Perú) la imagen de la Purí-
sima Concepción, nos dicen los miembros
de su hermandad «fue un regalo del Rey
de España» (Millones 1996: 285, véase
también 1998 y 1999). En el relato se com-
primen probablemente otras varias «histo-
rias sagradas» de santos patronos que por
distintas razones perdieron el favor de sus
creyentes. Sus imágenes, muchas veces,
puede encontrarse aun en los depósitos o
patrios traseros de la iglesia, sin culto al-
guno, por más que su nombre conste en
los archivos de la misma, como eje de la fe
en fecha no muy lejana.
Lo importante es que a despecho de
los cambios, los espacios en que vive,
interactúa, se desplaza y finalmente se
entierran los lugareños, son los mismos.
La fidelidad no siempre cambiante a los
santos, vírgenes o cristos, responde cons-
tantemente al ritmo de las necesidades de
la sociedad local, Las demandas de
«historicidad» tienen caminos muy transi-
tados cuando los pueblos reclaman un pa-
sado glorioso. Casi siempre fue un envío
directo de la corona española, una apari-
ción milagrosa, o un desvío inesperado y
también milagroso de una estatua o pintu-
ra destinada a otro pueblo rival, o bien pudo
tratarse de misteriosos y angelicales escul-
tores o pintores, que dejaron para el pue-
blo este espléndido regalo en illo tempore.
El patrono así adquirido abandona la
historia de la que fue provisto por el dog-
ma católico. El Cristo Cautivo no evoca en
los monsefuanos ningún episodio del vía
crucis, sus cadenas son explicadas convin-
centemente por el deseo del pueblo de que
la estatua (que tiene vida en un sentido
cercano a las momias de los inkas) perma-
nezca en su territorio y no vaya a hacer
milagros a los vecinos. «Es un cristo
escapero» dicen los monsefuanos, si no lo
encadenan, huirá por los campos a pasear-
se y de pronto a beneficiar a otros. Es por
eso que a veces se le ve «cansado y sudo-
roso», por haberse deslizado de su altar y
haber corrido hacia las afueras del pueblo
(Video: El Señor que vino del mar. Gisela
Galliani, directora).
Tampoco la Virgen de la Puerta o la
Inmaculada Concepción o San Sebastián
del Cuzco, responden en sus dominios al
tenor de la doctrina cristiana. Otras «histo-
rias sagradas» alimentan la fe de los sa-
bios del pueblo, aquellos amautas ágrafos
que tuvieron su máximo escriba en don
Felipe Guaman Poma . Ellos son los repo-
sitorios de esta tradición que de tanto re-
petirse se vuelve eterna, a pesar de que
sólo tenga unos pocos decenios.
Ninguno de estos milagrosos patrones ha
oscurecido el comportamiento tradicional de los
fieles, que parece haber tomado forma de-
finitiva en algún momento de la Colonia,
en pleno apogeo del largo barroco ameri-
cano. De las religiones prehis-pánicas
pervive de manera clara el respeto a las
montañas más destacadas de la comuni-
dad. En la cima de la más cercana de
Túcume se vio a la Virgen peinando a su
hija (así se llama a otra imagen más pe-
queña, también de la Inmaculada Concep-
ción), un manantial que ahora yace en la
base de la iglesia de Otuzco ( de acuerdo
con la tradición local) es el lugar donde
apareció por primera vez la imagen sagra-
da, y los ejemplos podrían multiplicarse al
infinito. Por lo demás, estos patronos no
sólo difieren de la doctrina en cuanto a su
historia sagrada, lo hacen también en su
comportamiento cotidiano. Ningún carga-
dor puede salir de la cuadrilla de San
Sebastián sin exponerse a que el «capi-
tán» aparezca en sus sueños, vestido con
traje de gala militar, con gesto adusto recla-
mando airadamente su falta de lealtad. Tam-
poco se puede jugar con las promesas he-
chas a la «Mamita» de la Puerta, cuya mira-
da penetrará en la mente del infractor y lo
hará sufrir hasta purgar su delito, o bien la
Inmaculada Concepción de Túcume, en for-
ma de serpiente, trepará en el lecho de quien
olvida su respeto o escatima su dinero, para
que las ofrendas tomen el volumen debido.
Enroscada en el cuello del descuidado de-
voto lo amenazará con devorarlo, lo que
suele producir instantáneos arrepentimien-
tos.
Estamos dejando de lado todos los ri-
tuales de los maestros curanderos, donde
los santos patronos, locales y nacionales
(en especial Santa Rosa) tienen un papel
principalísimo. Pero lo dicho basta para
comprender el largo camino de estos nue-
vos/viejos referentes de la identidad de los
pueblos andinos. El patrono vigente reúne
en sus calidades, diferentes tipos de po-
der, incluso aquellos que provienen del
antiguo arsenal ideológico del mundo
andino que ahora vive al interior de las imá-
genes cristianas.
Los patrones actuales, como los «bul-
tos» que vieron los conquistadores, tienen
una forma de vida que los relaciona entre
ellos, y que ocasionalmente dan participa-
ción a los creyentes humanos. San
Sebastián corre compitiendo con San Je-
rónimo durante las fiestas del Corpus
Christi en el Cuzco, tratando de llegar pri-
mero a la Catedral. Y enamora a Santa
Bárbara detrás del altar, cuando las imá-
genes se reúnen durante las noches que
descansan de las procesiones. Los patro-
nos de los pueblos cuzqueños allí congre-
gados suelen mofarse de San Cristóbal
(«porque carga hijo ajeno»), y Santiago, el
21
patrón de España, debe contentarse con
usar un caballo prestado... Este universo
vital tiene muy poco del santoral cristiano,
y pareciéndose mucho más al universo de
dioses y semidioses grecoromanos, cons-
tituye parte importan-tísima del sistema de
creencias de los Andes (Millones 2000: 11-
45).
La mirada que proponemos en estas
líneas recoge la experiencia de los profe-
22
sores de folklore de las décadas primeras
del siglo XX y la etnografía intermitente de
su segunda mitad. Estos pasos iniciales se
han visto favorecidos por el enorme entu-
siasmo con que las organizaciones loca-
les: hermandades, cofradías, miembros de
las parroquias, etc., alentaron nuestro tra-
bajo, corrigiendo nuestras preguntas y re-
galándonos con su información y afecto.
Que estas páginas sean la muestra de
nuestro agradecimiento.
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1953 Historia de la iglesia en el Perú (1511-1568). Tomo I. Lima: Imprenta
Santa María.
Vargas Ugarte, Rubén
1959 Historia de la iglesia en el Perú. Tomo II Burgos; sin pie de imprenta.

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 SAN ISIDRO LABRADOR, EN MOCHE
INTRODUCCION
El presente informe se refiere a la fies-
ta de San Isidro Labrador que cada año
se celebra en el pueblo de Moche, ubica-
do al sur de la ciudad de Trujillo, a una
distancia de seis (6) kilómetros.
En Moche, capital del distrito del mis-
mo nombre perteneciente a la provincia
de Trujillo, sus habitantes profesan la re-
ligión católica y por tradición celebran la
“Semana Santa”; sus antecesores son los
mochicas, pueblo de agricultores y pes-
cadores que rendían culto a sus dioses,
principalmente a la luna por eso edifica-
ron las grandes pirámides de adobes hoy
conocidas como “Huaca del Sol” y “Huaca
de la Luna” justo al pie de las faldas del
cerro “Blanco”, posibles deidades del pue-
blo Muchik.
Por mucho tiempo Moche ha sido la
despensa de la ciudad de Trujillo, en los
mercados no faltaba los camotes, las yu-
cas, frejoles, choclos, productos cultiva-
dos por sus agricultores, pescados, can-
grejos, maruchas y el cochayuyo que sus
mujeres las mocheras, vestidas con sus
faldas de color negro en sus canastas,
ofrecían estos productos mostrándolos en
sus burros (asnos), y con sus cantinas
llenas de leche recorriendo las calles de-
cían: “la leche,... la leche... caserita”.
Esto demuestra que los mocheros son
agricultores desde que se descubrió la
NYLER A. SEGURA VÁSQUEZ
MANUEL A. LAVADO IBÁÑEZ
agricultura por estas tierras, supieron do-
minar el medio geográfico haciendo “cha-
cras” y construyendo canales de regadío
que existen en la actualidad como “La Ge-
neral”, “Pisún”, “Choc-Choc”, “Huartaco”,
“Sum” y otros canales menores, todos don-
de se capta el agua del río Moche para
irrigar las tierras agrícolas. Este es el es-
cenario donde un día llegó y se quedó San
Isidro Labrador para ser festejado anual-
mente como el santo patrón de los agri-
cultores.
La fiesta, en los últimos años, alcanza
una duración de 40 a 50 días, siendo el
día central el 15 de mayo. San Isidro La-
brador “patrón de los agricultores”, los úl-
timos días de marzo, después de celebrar-
se en la iglesia del pueblo la misa de “buen
viaje”, inicia la visita a los diferentes secto-
res de la campiña de Moche (“Sacún”,
“Chorobal”, “Huartaco”, “Choc-choc”,
“Pisún”, “Chanquín”, “Sun”, “La Barranca”,
entre otros). En este trayecto es velado en
la casa de los “altareros” donde pernocta
por una noche que en su largo peregrina-
je le sirve como pascana y a su paso por
las “chacras”, los “esperadores” le brin-
dan como regalos productos agrícolas:
choclos, camotes, yucas, zapallos, pláta-
nos, paltas en señal de agradecimiento
por la bendición recibida a los campos de
cultivo y por los milagros hechos a los
hombres.
La festividad como fenómeno social es
parte de la religión que los hombres pro-
fesan; por las características que adquie-
re es parte de la cultura del pueblo que la
profesa. No sólo podemos ver la partici-
pación de la gente en los actos litúrgicos
(misas, rosarios, procesiones), sino tam-
bién acercarse y tocar la efigie (adorar),
prenderle velas, ofrendarle mantos, joyas,
sombreros, un obolo (dinero o limosna);
velar la imagen, cargar el anda. En la fies-
ta participan de conjuntos de danzantes,
bandas de músicos quienes a través de
sus intervenciones despliegan lo mejor
de si mismos.
Lo sagrado se matiza con actos profa-
nos mediante el consumo de bebidas al-
cohólicas y comidas tradicionales que for-
man parte del programa general de la fies-
ta. Las formas, textura, colores, olores,
sonidos, sabores invaden el espacio sa-
grado del santuario. Por eso se afirma que
cada pueblo aporta sus propias tradicio-
nes enriqueciendo la fiesta, como espa-
cio atemporal y extraordinario que tras-
ciende lo cotidiano y permite la elevación
espiritual de cada uno de los participan-
tes, por eso la gente se alista y se prepara
para actuar como devotos.
El acudir a la fiesta del santo patrón
permite que nos acerquemos a nuestro
pueblo y a su forma y manera de “hacer” y
sentir su religiosidad. Al estar en la fiesta
establecemos relaciones con muchas per-
sonas desconocidas, que nos cuentan de
su devoción, de los milagros recibidos, de
las promesas ofrecidas, de sus sufrimien-
tos y también de sus penas y alegrías. Todo
esto permite una comunicación profunda
con el pueblo, con aquellas que sufren, llo-
ran, piden y se regocijan. Es compartir la
esperanza de que lo divino se cristalice en
los corazones, dándoles salud, trabajo o
felicidad; de ahí que una de las caracterís-
ticas del catolicismo latinoamericano, es
que está unido a promesas, una mezcla
de interés y de gratitud por los beneficios
divinos (Olivas, 2002:125).
De otro lado, en las fiestas patronales
no solamente se desarrollan ritos exclu-
sivamente religiosos católicos y andinos,
sino un conjunto de relaciones sociales e
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ideológicas que van desde las económi-
cas, de cohesión, solidaridad y religiosas
propiamente dichas como afirma García
Miranda y Fernández Gálvez (1992:164).
En nuestros días el fenómeno religio-
so “forma parte o está integrado en un
conjunto de creencias, ritos, formas de
organización y normas éticas, por medio
de los cuales los seres humanos repre-
sentan a Dios, se comunican con Él, se
agrupan para darle culto y se rigen por
sus mandamiento,... de estos,... los más
permanentes sociológicamente hablando
son los ritos y las formas de organización,
mientras que las creencias y las normas
se prestan a una mayor manipulación”
(Marzal 1987:46).
Como vemos, el fenómeno religioso y
básicamente la fiesta patronal que cada
pueblo celebra anualmente a su santo pa-
trón, no sólo es estrictamente religioso,
sino también son formas sociales y eco-
nómicas, donde los hombres, a pesar de
estar agrupados en clases o grupos so-
ciales, se interrelacionan conformándose
como organización social integrada.
El propósito del presente trabajo es
analizar, interpretar y explicar la fiesta reli-
giosa patronal dentro del marco teórico
de la COSMOVISION ANDINA, donde tra-
tamos que el enfoque sea totalizador, pues
el componente cultural desde la óptica de
la Antropología; esencia de un pueblo, nos
lleva a identificar las raíces étnicas y a la
vez dar respuesta a las interrogantes de
las “identidades populares” locales ¿De
dónde venimos?, ¿quiénes somos?. El
pensamiento mítico y los ritos practicados
por los hombres no son representacio-
nes ideológicas congeladas, sino proce-
sos que con toda su fuerza cambian y se
robustecen; cohesiona el grado de fami-
liaridad parental y comunal, aún existien-
do una diferenciación social dada.
La imagen de San Isidro, según la tra-
dición oral, fue traída por Santo Toribio de
Mogrovejo, en una de sus visitas pasto-
rales hacia el norte del Perú. Narran que
la imagen estaba destinada a ser coloca-
da en la iglesia de la Villa de Magdalena de
Cao, pero tan grande fue la impresión que
recibió Santo Toribio que al ver el verdor de
la campiña de Moche y los trabajos labo-
riosos agrícolas que los agricultores reali-
zaban en aquellos tiempos, optó por dejar
la imagen de San Isidro en este pueblo.
Desde que se establece la fiesta a San
Isidro Labrador, la organización estuvo a
cargo de la Cofradía, institución que agru-
pa a los devotos, personas encargadas
de guardar las prendas de vestir del san-
to (capa, sombrero, bastón, palana, el
anda, alhajas), ver la parte ritual (misas,
rosarios) y el cumplimiento de la fiesta por
parte de los mayordomos y devotos que
ofrecían regalos. Es significativa la parti-
cipación de danzantes que disfrazados de
diablos desfilaban los días de fiesta, el
14 de mayo día de vísperas y el 15 día
central o día de la procesión en que el
santo recorría las principales calles del
pueblo derramando su bendición a todas
las personas y a la vez recibiendo las ora-
ciones, súplicas y agradecimiento por los
milagros. El 16 día de Romería en que
concurren al cementerio general del pue-
blo a depositar ofrendas florales en las
tumbas de los integrantes muertos de la
Cofradía o de algún devoto muy importan-
te; esto nos está demostrando que du-
rante la fiesta no sólo se festeja a San
Isidro, sino, a quienes en vida se identifi-
caron con él y hoy están en la “otra vida”
gozando de la gloria de Dios. Así el fervor
religioso no sólo es lo material, lo objeti-
vo, sino lo espiritual, lo ideológico expre-
sado mediante los ritos y los pensamien-
tos de los hombres.
En Moche, entre 1936 y 1938, por ini-
ciativa de Ruperto Ramos, Aurelio Azaba-
che Peñarán, Eulogio Garrido, José
Mallada (cura en aquel entonces del pue-
blo), entre otras personas, solicitaron per-
miso al Arzobispo de la ciudad de Trujillo,
para que San Isidro Labrador recorra los
diferentes sectores de la campiña de
Moche a recibir el culto de sus devotos y el
santo llegue derramando sus bendicio-
nes a los diferentes cultivos de cada uno
de los sectores, fecundando la tierra y
asegurando una buena cosecha a los
campesinos. Por eso la denominación de
“Patrón de los Agricultores”, que según
sus biógrafos manifiestan que mientras
Isidro estaba rezando en la capilla de la
hacienda donde él trabajaba, su yunta ara-
ba la tierra dirigida por los ángeles celestia-
les por lo que las cosechas eran abundan-
tes. Es así como los campesinos le atribu-
yen milagros cuando hay buena cosecha y
para agradecer esta bendición se compro-
meten a ser “altareros”, “esperadores” o
“donantes” de algo para la fiesta del santo.
“ALTAREROS” Y
“ESPERADORES”
El recorrido de San Isidro por la cam-
piña de Moche enriqueció el culto y reli-
giosidad popular, ya no son solamente tres
días de fiesta, como hasta los años 1930.
En el año 2000 fueron cincuenta días.
Desde 1936 entre los principales “alta-
reros” figuran las familias Sachún, Azaba-
che, Puente, Cornelio, Asmat, Caffo, Fer-
nández, Ramos, Anhuamán, entre otros.
Don Pedro Azabache Bustamante (pintor
mochero), informaba que en 1940, San
Isidro Labrador salió a recorrer la campi-
ña de Moche a iniciativa de un alcalde
“mochero” y en ese entonces fueron cua-
tro (4) los “altareros; su padre, un Sr.
Anhuamán, Sr. Peñarán y otro que no re-
cuerda su apellido. Hoy (1998) hay más
de cuarenta (40) altareros (LA INDUSTRIA.
13-05-1998-Trujillo-B6).
La visita a la campiña de Moche por
San Isidro Labrador, conducida por la her-
mandad integrada por hombres y muje-
res que viven en los diferentes sectores,
ha permitido tener un registro de “alta-
reros”, “esperadores” y “donantes”. A través
de la comisión llevan el control de los com-
promisos adquiridos para el siguiente año.
“Altarero” es aquella persona o familia
que se compromete a recibir por una no-
che en su casa a San Isidro. Confecciona
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un altar donde debe ser colocada la ima-
gen del santo para su veneración durante
el tiempo de permanencia. Destaca en el
altar el “arco de frutas” como símbolo de
que hay producción en las chacras y San
Isidro debe “sentirse contento” por haber
ayudado con su bendición a incrementar
y mejorar la producción agrícola para los
campesinos.
El altarero compromete a tres parejas
de personas (hombre y mujer) para ador-
nar el arco de frutas. Ellos después de ha-
ber asumido el “encargo” establecen la re-
lación de compadrazgo con el altarero; por
este hecho afirmamos que la fiesta de San
Isidro no sólo son actos religiosos festivos,
sino que también permite la unión y creci-
miento de la familia vía el compadrazgo.
Desde muy temprano llegan a la casa
del “altarero” las personas que se compro-
metieron a colocar y “vestir” “el arco de fru-
tas”. Entre las frutas que se colocan en el
“arco” destacan sandías, melones, paltas,
piñas, trozos de caña de azúcar, sartas de
manzanas, limas, naranjas, mandarinas,
granadillas, racimos de uvas, canastitas
con uvas y cerezas , y también algunas bo-
tellas de vino o de champagne. Según los
entrevistados es costumbre que hay que
adornar con igual o mejor cantidad de fru-
tas que las recibidas el año anterior.
El arco tiene tres partes, dos lados ver-
ticales y uno horizontal en la parte supe-
rior. Cada una de estas partes se asigna
a una pareja de varón y mujer a quienes
llaman padrinos. En unos casos el que
compromete a nuevos padrinos es direc-
tamente el altarero, y en los casos mas
generalizados son la pareja que adorna y
viste el arco, quienes buscan s sus reem-
plazantes mayormente entre los miem-
bros de su familia o amigos.
El día del arribo de San Isidro a la casa
del altarero, desde muy temprano, los
padrinos llegan con el cargamento de fru-
tas y comienza “el trabajo de amarrar con
“pitas” las frutas que serán colocadas en
el arco, para ello tienen el apoyo de per-
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sonas entendidas en este arte. El arco del
altar debe estar listo antes de las cinco de
la tarde por que es la hora de llegada de
San Isidro. Los allegados al altarero es-
tán atentos a la llegada del Santo Patrón.
A lo lejos se escucha el retumbar de los
cohetes, los acordes de la banda de mú-
sicos y la bulla de la gente que acompaña
al santo. Cuentan que en años anteriores
el santo “trepaba” los tapiales que sirven
de linderos a las chacras, en otros casos
los cargadores del anda y acompañantes
tenían que remangarse los pantalones al
cruzar las acequias a campos anegados
porque de todas maneras tenían que lle-
gar a su altar.
A lo lejos se divisa la comparsa de la
iglesia que acompaña al santo. San Isi-
dro viene en su anda de color verde, so-
bresale su poncho, alforja al hombro y
sombrero; es el “rey” de los agricultores,
quienes a su paso le rinden culto ofre-
ciéndole lo que produce la tierra. A estas
personas se les llama “esperadores” por-
que en el trayecto colocan en el anda
ofrendas de productos agrícolas: zapallos,
yucas, plantas de maíz con choclos,
camotes, paltas y otros productos. Algu-
nos “esperadores” agradecen la visita de
San Isidro, brindado chicha y comida a las
personas que acompañan.
Es costumbre que después de la litur-
gia, en cada altar, los padrinos entreguen
la ofrenda de frutas a los nuevos padri-
nos. Estos empiezan a recoger la fruta del
arco, comienza la algarabía de la gente
por recibir una fruta del arco, a decir de
algunos “mocheros” es la fruta bendita.
Así el cristiano o creyente percibe con gra-
titud la misericordia de Dios en el brotar
de los campos, en el sabor de una fruta
que recibe, en el goce del amor, en el cre-
cimiento de sus hijos. El mundo (la reali-
dad) es el gran teatro mágico, donde el
bien, la verdad y la belleza manifiestan el
tremendo misterio que llamamos lo divi-
no, es así como todos los actores de la
fiesta están impregnados de lo divino, de
ahí que en el rostro cetrino de los
“mocheros”, (hombres y mujeres, niños y
viejos) al recibir una fruta del arco, vemos
la alegría y la felicidad expresada al comer-
la, agradeciendo a San Isidro. Acto segui-
do continúa el banquete y después sigue
el peregrinaje hacia el siguiente altar, don-
de es recibido por otro “altarero” donde se
repite lo acontecido anteriormente.
Una de las manifestaciones peculia-
res de la fiesta de San Isidro es la “faena”,
que a decir de algunos campesinos in-
distintamente se han realizado en años
anteriores “faenas de siembra”, “faenas
de cosecha” y “faenas de limpia de ace-
quias”. A cada una de ellas concurre San
Isidro, para que “presencie” la faena, en
recuerdo y ejemplo de lo que él realizaba.
Se pudo apreciar el caso de la cosecha
de camotes donde el dueño de la chacra
ofrece a San Isidro parte del cultivo y que
al entrar la yunta y roturar la tierra van apa-
reciendo los camotes que son recogidos
por sus “sirvientes”, los diablos (integran-
tes de la Danza de Enmascarados) y al-
gunos asistentes para ser entregados a
los miembros de la hermandad, quienes
repartirán una parte, y la otra será guarda-
da para ser comercializada en la mañana
del 15 de mayo, día central de la fiesta, a
un precio “ganga” esta actividad se reali-
za a un costado de la iglesia del pueblo.
Antes de iniciar la faena el cura o párroco
celebra el rosario agradeciendo la bendi-
ción del santo, así mismo se pide que el
campesino que obsequió la cosecha sea
beneficiado recibiendo la bendición divi-
na de Dios para él, su familia y todos los
demás asistentes a la faena.
Entre otros lugares como Caporacre
(Arequipa), San Isidro en su anda, entra a
la Chacra a “arar la tierra”, la yunta con
sus aperos (arado) y su gañán van delan-
te del santo realizando el arado de la tie-
rra. En Shindol (caserío de Pallasca,
Ancash), se representa la chacra, cuyo
encargado de vigilarla es el “viejo”, perso-
naje que al dormirse cansado por el tra-
bajo y al despertarse se da con la sorpre-
sa que los frutos de las plantas han sido
robados por los diablos y será castigado
por el incumplimiento de su trabajo. En
otros pueblos como Julcán, Otuzco, Tem-
bladera, hay desfile concurso de yuntas,
pues a los pies del santo está colocada
en miniatura la yunta con la cual San Isi-
dro sembraba los campos y cosechaba
en abundancia producto de la ayuda de
Dios; es por eso que se denomina “Pa-
trón de los Agricultores”.
El día primero de mayo San Isidro es
llevado a la bocatoma de Santa Lucía, en
ella se levanta un arco de frutas a donde
en horas de la tarde llega San Isidro para
“presenciar” la “misa de gracias”. Es un
acto por el cual la presencia del santo en la
bocatoma garantiza la abundancia del
agua para fecundar y fertilizar a la tierra,
brindando a los campesinos más y más
cosechas. Cuentan algunos campesinos
que en años anteriores a la construcción
del canal CHAVIMOCHIC, había períodos
largos de sequía y que movidos por su fe y
creencia en San Isidro, sacaban al santo
en procesión y llegaban hasta la bocatoma
de Santa Lucía, para que realice el milagro
de dotarles de agua para sus cultivos. Allí
uno de los campesinos o el cura introdu-
cía la palana de San Isidro en el canal (ace-
quia), simulando limpiar (botando o arro-
jando tierra fuera de éste). Después de este
acto “religioso” regresaban con el santo a
la iglesia y a los pocos días llegaba el agua
para los cultivos. Asociando a estas ideas
y acontecimientos, tras del acto religioso
católico, el culto al agua o el rito al “Tayta
yacu”, que es un pago a los cerros para
que doten de agua a los agricultores.
Podemos afirmar que hay un sincre-
tismo religioso, lo católico cristiano repre-
sentado por San Isidro y lo “antiguo” re-
presentado por los cerros “prieto” y “blan-
co” en cuyas faldas se ubican los centros
ceremoniales de la cultura Mochica:
“Huaca del Sol” y “Huaca de la Luna”, an-
tiguo pueblo de agricultores y pescado-
res, del cual son descendientes los ac-
tuales “mocheros.”
La fiesta de San Isidro Labrador, mezcla
los elementos de dos culturas o de dos reli-
giones, haciendo una fusión religiosa en un
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solo acto, donde los hombres al estar rin-
diendo culto a San Isidro y recorriendo los
diferentes sectores de la campiña, en un pe-
regrinaje, van rindiendo culto a sus dioses y
lugares sagrados de sus antepasados.
Esta expresión cultural, que es mate-
ria de observación, descripción e interpre-
tación, nos muestra como en más de dos-
cientos años, no se olvidan los hombres
del culto de sus antepasados. La Cultura
(en el caso de la religión) al manifestarse
o expresarse va asimilando, y adoptando
nuevos elementos que al ser tamizados
por los genomas y el cerebro, la cultura
(culto a San Isidro), se trasmite y se apren-
de para que la sociedad lo difunda como
herencia social.
DIAS DE FIESTA
Los días centrales de la fiesta de San
Isidro Labrador en Moche son los días 14,
15 y 16 de mayo de todos los años, desde
que se instauró el culto a este santo y que
adquiere, con el transcurrir del tiempo y la
sociedad (pueblo), manifestaciones pe-
culiares haciéndo diferente la festividad.
El día 14 es “día de vísperas” día de
mucho movimiento para los integrantes de
los conjuntos de danzantes, los diablos,
por que en horas de la madrugada salen a
recorrer los campos de cultivos para “ro-
bar” sus frutos y poder adornar el “arco de
frutas” que ellos colocarán en un lugar por
donde ingresará San Isidro al pueblo de
Moche, después de haber recorrido por
muchos días los diferentes sectores de la
campiña, recibiendo a su paso oraciones
y obsequios de los campesinos.
El Sr. Quesquén, más conocido como
“Braco” del ramal Choc Choc por costum-
bre de muchos años es el que agasaja a
los “Diablos Ladrones” con un almuerzo
en su casa, con el propósito de perennizar
esta vieja costumbre en Moche; es por eso
que cuando le toca velar a San Isidro en su
casa no faltan los Diablos danzarines para
acompañar al Santo a la llegada y despe-
dida de su casa.
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En la tarde del 14 de mayo es el ingreso
de San Isidro al pueblo de Moche en su “anda
de fiesta” destacando el “arco de frutas” don-
de resaltan las sartas de manzanas, naran-
jas, limas y mandarinas, cuyo volumen eleva
el peso del anda. Además, “la palana” y el
“bastón” del santo son adornadas con fru-
tas, ajíes mocheros y escabeche. San Isidro
con su vestido de gala, luciendo su mejor
capa bordada con hilos dorados y platea-
dos, y su sombrero de plata, desde la casa
del último altarero se desplaza en procesión
de fiesta hacia el pueblo. Al compás de una
banda de músicos, acompañan hombres y
mujeres, niños y viejos. Las bandas de
danzantes se van desplazando lentamente,
destacando los diablos con sus vestidos de
color rojo unos y otros de color azul; blan-
diendo sus látigos de hilos de color blanco y
sonando rítmicamente los cascabeles que
llevan atados en los tobillos. Son dos con-
juntos de danzantes que en dos filas de
aproximadamente 25 parejas en cada una
se abre paso ordenando espacio para el des-
plazamiento de la procesión. Los diablos
danzan al ritmo del sonido del golpe de la
mano de una persona sobre una lata vacía
de aceite comestible. Los danzantes son di-
rigidos y orientados por el “Diablo Mayor” que
al golpear o arrastrar por el suelo su espada
le imprime un sonido y ritmo característicos
que es acompañado por el sonido gutural
de los danzantes al emitir repetidamente
¡Burrrr! ¡Burrrr! ¡Burrrr!.
Llama mucho la atención la presencia
de los Diablos de la banda de don Baltasar
Anhuamán por el vestido que llevan pues-
to: el pantalón y la camisa de tela cuyas
franjas delgadas son de color amarillo,
rosado, rojo, verde, azul. Los diablos ma-
yores son representados por los hijos va-
rón y mujer de don Baltasar. Cuentan que
en vida Baltazar bailó de diablo desde muy
joven imprimiéndole una característica de
danzar semi agachado y que antes de
morir entregó la espada a su hija con el
compromiso de seguir bailando todos los
años en la fiesta de San Isidro.
En años anteriores, el 15 de mayo (día
central de San Isidro) los diablillos del gru-
po de don Baltazar, tenían la obligación de
barrer y dejar limpia la plaza principal del
pueblo de Moche, demostrando obedien-
cia y respeto a San Isidro. De esta mane-
ra los diablos demuestran su obediencia
y sumisión a la fuerza divina. Esta acción
hace recordar a nuestros antepasados
prehispánicos cuando el inca o jefe su-
premo transitaba por los caminos de sus
dominios, los súbditos limpiaban y barrían
estos lugares o cuando hoy en día en la
procesión del señor de los Milagros se
confeccionan alfombras de flores por don-
de va a pasar la procesión. Esta costum-
bre, tan arraigada en todos los pueblo del
Perú, tiene mayor expresividad en el pue-
blo de Tarma, donde la población expresa
su fe al señor de Muruhuay.
A las ocho de la mañana del día cen-
tral, se da inicio a la venta de los produc-
tos “cosechados” (obsequios de los
“esperadores”) por San Isidro durante el
recorrido por la campiña. Los precios son
por debajo de lo que habitualmente se
paga en el mercado del pueblo. Es cos-
tumbre que los integrantes de la herman-
dad de San Isidro compartan los produc-
tos reunidos por el Santo Patrón y la gente
reciba con fe y esperanza augurando que
el próximo año sea mejor.
Después de escuchar la misa de fies-
ta de San Isidro, comienza el ajetreo de
los devotos porque se va a dar inicio a la
procesión. Se escucha el himno al santo
ejecutado por la banda de músicos, el re-
ventar de los cohetes y los ruidos
acompasados que efectúan los diablos
danzantes (hoy son más de tres conjun-
tos). Estos debidamente ordenados en
dos filas y arrodillados saludan a San Isi-
dro. Acto seguido, comienza el baile, ese
ir y venir al son del sonido de la lata, el
reventar de los látigos que los diablos
esgrimen y ese sonido gutural emitido por
cada danzante va marcando el desplaza-
miento de la procesión. A lo lejos San Isi-
dro se desplaza en su anda con su arco
de frutas, con traje de fiesta y el resplan-
dor de su sombrero de plata. Con ese vai-
vén suave que le imprimen los cargado-
res, avanzan lentamente por las calles
habituales a este acontecimiento, dejan-
do su bendición a los “mocheros”; hom-
bres y mujeres van acompañando la pro-
cesión con la mirada puesta en su santo,
rezando y pidiéndole algún favor o mila-
gro para superar los problemas y las difi-
cultades terrenales y deseando que el si-
guiente año los miembros de familia vuel-
van a reunirse. Es hora de renovar prome-
sas, aunar esfuerzos, estar juntos y com-
partir lo poco y lo mucho que la tierra da y
que gracias a San Isidro: todavía hay que
comer; es la hora de resignación y la asun-
ción del compromiso de dar algo y recibir
mucho de San Isidro.
El día 16 por la mañana es la romería
al cementerio del pueblo donde se depo-
sitará ramos de flores a los difuntos que
ayer integraron la hermandad o fueron fie-
les creyentes del Santo, es la hora de re-
flexión y recuerdo de los mayores que pa-
saron a la otra vida y de allí siguen vigilan-
do como sus hijos y descendientes culti-
van el culto y viven en hermandad. Es
perennizar la fe que ellos desarrollaron
cuando eran agricultores y trabajaban la
tierra sin desmayo para tener buenas co-
sechas y alimentos para sus hijos y para
el pueblo.
Como acto de culminación de la fiesta y
después de más de cincuenta largos días y
noches de compromisos sociales festivos
y religiosos, la hermandad de San Isidro
ofrece un agasajo a todos los “altareros”
que recibieron en sus casas y velaron por
una noche a su santo patrón, en este acto
nuevamente renuevan su fe y compromiso
de ser altareros el próximo año.
CONCLUSIONES
- La festividad de San Isidro Labrador
está ligada a la actividad agrícola, por
ello en Moche se introniza la imagen
de este santo para mantener viva la
religiosidad del pueblo, realizando di-
versos ritos referidos a la fertilidad de
la tierra y bienestar de la población.
31
 - El Sincretismo religioso expresado en
diferentes ritos muestran cómo el po-
blador “mochero” mantiene, desde sus
ancestros, sus creencias y sus dioses
nativos. La adoración a las huacas
prehispánicas con las cruces y el tem-
plo cristiano implican ritos y ceremo-
nia en torno a San Isidro Labrador y a
otros santos del panteón “mochero” .
32
- La festividad de San isidro no sólo es
religiosa, también cumple roles so-
ciales y económicos, La familia año
a año se incrementa con nuevos
miembros particularmente por el
compadrazgo, forma de asegurar la
ayuda y el cumplimiento del compro-
miso de velar a San Isidro, adornan-
do el altar con el “arco de frutas”.
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33
 SAN ISIDRO LABRADOR Y LA AGRICULTURA
EN LA CAMPIÑA DE MOCHE
INTRODUCCIÓN
Los rituales que preceden las accio-
nes humanas, en el pueblo y campiña
de Moche, en el departamento de La Li-
bertad, presentan una definida manifes-
tación de cambio condicionadas por si-
tuaciones de crisis de las economías
agrícolas familiares. La fiesta de San Isi-
dro Labrador vinculada a los buenos
augurios de la agricultura se está reorien-
tando al contexto de las diversas activi-
dades de carácter urbanos que realizan
la población como estrategias para su-
perar la crisis agraria. La continuidad de
formas simbólico religiosas son persis-
tentes en procesos de urbanización cuan-
do existen estructuras sociales consis-
tentes como las familias grandes, don-
de el parentesco y el compadrazgo se
constituyen en ingredientes que vitalizan
sus procesos económico sociales.
La necesidad de comprender la con-
junción de lo tecnológico y lo simbólico
ha sido tema de estudios y amplio deba-
te en antropología sociocultural. En las
comunidades rurales en hispanoamérica
la agricultura está asociada a la celebra-
ción de la fiesta de San Isidro Labrador
como extensión sincrética de tradiciones
prehispánicas. El estudio que presenta-
mos analiza el caso del pueblo, hoy ciu-
dad de Moche que se instituye en base a
una reducción de nativos muchik en tiem-
pos de la colonia. Lo peculiar de nuestro
estudio fue entender qué orientaciones
está tomando la creciente advocación a
JOSÉ F. ELIAS MINAYA
San Isidro Labrador en relación a la agri-
cultura y otras actividades económicas en
el pueblo y campiña de Moche. Al respec-
to, nuestra hipótesis plantea que, la
intermediación de los santos traducen la
expresión simbólica religiosa de los cre-
yentes en relación a los cambios de sus
intereses, por lo que la advocación au-
menta en situaciones de crisis o de alter-
nativas sustitutivas o complementarias.
El caso es que en Moche se observa que
la crisis de la agricultura esta siendo re-
suelta por el cambio de actividades ocu-
pacionales como fuentes de la economía
familiar, por lo que la reorientación de los
ritos tienden a encaminar augurios de
prosperidad y éxitos.
MATERIAL Y MÉTODOS
La comprensión de los cambios eco-
nómicos en términos de la actividad ocu-
pacional y el fortalecimiento del ritual y fes-
tividad religiosa de San Isidro Labrador en
la campiña de Moche se efectuó obser-
vando a 60 familias (29 “altareros” y 31
“esperadores”) de un total de 112 familias
involucradas directamente en la realización
de la fiesta del Santo Patrón de los agricul-
tores (en el año 2000 estuvo a cargo de 42
“altareros” y 70 “esperadores”). Los
altareros y esperadores son devotos que
en torno a la hermandad participan activa-
mente en los rituales y peregrinaje de la
imagen por el pueblo y la campiña de
Moche. El año 2000 la festividad fue por el
periodo de 50 días entre el 26 de marzo al
15 de mayo. La observación directa y los
esfuerzos por desarrollar la observación
participante ha sido complementada por
entrevistas estandarizadas en base a una
guía de observación formulada de acuer-
do a los propósitos de la investigación.
Las situaciones no previstas vinculadas a
la realidad del problema, igualmente, fue-
ron registradas.
La información acopiada dentro de la
lógica de los acontecimientos se utilizó
simultáneamente en la construcción teó-
rica de la realidad en base al criterio de
totalidad, de tal modo que la acumula-
ción de datos fueron encajando hacién-
donos ver el contexto de la estructura y
funcionamiento de la comunidad y de su
articulación con la región y el país. Por tal
motivo, en los títulos siguientes presen-
taremos los materiales del proceso de la
investigación.
1. EL ÁMBITO
La campiña es la zona rural de
minifundios dedicados a la agricultura de
“pan llevar” o de alimentos para consu-
mo inmediato. En la costa norte, la deno-
minación de “campiña” se da a los cam-
pos de cultivo de los pueblos mayormen-
te de origen indígena que subsisten en
un proceso de continuidad histórica a
partir de las reducciones efectuadas por
la administración colonial. Las parcelas
familiares se llaman chacras o huertos
según sus extensiones de más a menor
tamaño. En la sierra estas zonas se iden-
tifican por algún topónimo que destaca la
ubicación de las chacras.
El pueblo de Moche que ahora com-
prende la jurisdicción del distrito del mis-
mo nombre fue una de las reducciones
de indios en el valle de Moche en el depar-
tamento de La Libertad. Su ubicación es-
tratégica a la margen izquierda del río en
el extremo sur del valle lo aísla físicamen-
te de la mayor extensión de tierras labora-
bles del valle. Por lo mismo, no tuvieron
significativos problemas de tierras con los
hacendados que ocuparon el resto del
valle, quienes hicieron de Trujillo, la ciu-
36
dad de españoles o gran “casa hacienda”
que desde tiempos de la colonia ejercie-
ron control y dominación. El pueblo se
encuentra a 7 Kms. al sur de la ciudad de
Trujillo y se halla geográfica-mente a 79°
00’ 27” de longitud oeste y 8° 10’ 06” de
latitud sur, y a una altura de 30 m.s.n.m.
De un total de 15,900 Has. de tierras
agrícolas que comprende el valle desde
Samne y La Cuesta, corresponden a la
campiña del pueblo de Moche 1,378 Has.,
cuyos 975 conductores registrados en el
Padrón de Usuarios constituyen el 20.2%
de un total de 4,818 usuarios (Padrón
Usuarios 1998).
Tradicionalmente, desde tiempos de
la colonia hasta los años 60 del siglo XX,
los pequeños agricultores de la campiña
de Moche han sido los mayores abaste-
cedores de alimentos a la población de la
ciudad de Trujillo. Durante ese largo pe-
ríodo coexistieron como estructuras
segmentarias con definidas relaciones de
intercambio. El pueblo de Moche relativa-
mente endógamo con fuertes vínculos
interfamiliares se dedicaban a la agricul-
tura, la pesca y la artesanía textil de
autosubsistencia. Trujillo fue el mercado
propicio para destinar sus excedentes y
agenciarse del dinero necesario para sol-
ventar gastos en productos y servicios
complementarios. Este ordenamiento
económico y social se corresponde con
un sistema de creencias y prácticas reli-
giosas cuyos ritos y fiestas fortalecen la
integración comunal. El calendario religio-
so en Moche es muy copioso, de tal forma
que prácticamente todos los meses del
año se realiza alguna festividad religiosa.
Unicamente los meses de febrero y se-
tiembre no registran actividades festivas
de carácter religioso. Particularmente es
importante el culto a San Isidro Labrador
que durante 50 días sale en peregrinaje
por los campos de cultivo de la campiña
entre los meses de marzo a mayo. San
Isidro es reconocido como patrón de los
agricultores y se ha extendido desde Es-
paña a casi todos los pueblos campesi-
nos del Perú y América hispana.
 La modernidad iniciada por el cambio
de los medios y el sistema motorizado
de transporte desde los años 30 surten
efectos significativos en la organización
económica y relaciones de intercambio
entre el pueblo y la ciudad. Sin embargo,
recién a partir de los años 50, cuando se
acentúa el proceso migratorio de la sie-
rra a la costa, se hacen notorios algunos
cambios. La demanda de alimentos en
la ciudad rebasa las posibilidades de
abastecimiento de las campiñas cerca-
nas. Los migrantes que mantienen rela-
ciones continuas con sus pueblos de ori-
gen dinamizan las relaciones de inter-
cambio comercial abasteciendo con ali-
mentos a la ciudad y a sus propios re-
querimientos. A ello se agrega, en los
años recientes, la mayor fluidez de pro-
ductos agropecuarios de otras regiones
del país y de origen internacional. En 1940
la población de la ciudad de Trujillo (Me-
tropolitano) fue de 45,928 hbts. y en 1993
alcanzó a 511,062 hbts.; en el caso del
distrito de Moche la población entre di-
cho período se incrementa de 3,773 a
22,020 hbts. Esta estructura poblacional
incide de modo significativo en la estruc-
tura de producción y abastecimiento.
Como consecuencia de estos cam-
bios la actividad agropecuaria de la cam-
piña ha ido perdiendo importancia, inclu-
so como medio de subsistencia de la fa-
milia. Cuando Trujillo entró a un proceso
de reconstrucción urbana después del
sismo de 1970, las tierras de cultivo de la
campiña fueron destinadas a la fabrica-
ción de ladrillos. Los propietarios de par-
celas son tentados a vender la tierra su-
perficial en contratos que especifican pro-
fundidad y tiempo de extracción, de tal
modo que en 20 años se depredaron
aproximadamente el 40 % de las tierras
laborables, habiéndose instalado 30 hor-
nos. En 1989 la Oficina Agraria de Trujillo
encontró 45 agricultores que de un total
de 87.29 Has. que en conjunto tenían,
35.92 Has. (41.2%) se encontraban en
proceso de extracción de tierras y confec-
ción de ladrillos. Nuestras observaciones
por cerca de 10 años y durante nuestro
trabajo de campo entre 1999 a 2000 se
pudo ver que ese comportamiento se
mantiene. Se observa parcelas con su-
perficie excavadas en recuperación para
la agricultura y otras en actual proceso
de extracción de tierras. Los agricultores
manifiestan que la venta de tierras les
proporciona mayores ingresos en rela-
ción a la producción agrícola. Justifican
esta decisión señalando que los costos
de producción son crecientes y los pre-
cios de las cosechas son bajas, y que no
se están desligando de sus propiedades,
ya que posteriormente reiniciarán las
siembras.
Mientras la actividad agropecuaria de-
nota perdida de importancia, sin embar-
go, el culto y la festividad de San Isidro
Labrador parece no disminuir, sino por el
contrario se encuentra en auge. Cada año
hay más devotos que quieren entrar al cir-
cuito del peregrinaje del Santo Patrón.
Hasta 1995 el recorrido comprendía 31
alteres y en el año 2000 fueron 42 altares.
DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA
Las tierras potencialmente laborables
en el distrito de Moche, dentro el “valle
viejo”, son de 2,000 Has. de las cuales
1,380 Has. se encuentran actualmente
bajo riego, dedicándose a cultivo neto
1,195 Has. Existen 1,112 parcelas y 975
conductores registrados según el Padrón
de Usuarios de 1998.
La distribución de tierras en las uni-
dades agropecuarias familiares denotan
el predominio de minifundio como se
aprecia en el siguiente cuadro:
El 92.2 % (900) de los propietarios tie-
nen menos de 3 Has. y en conjunto éstos
tienen el 62.2 % (737.51Has.) de las tie-
rras. El promedio por agricultor es de me-
nos de una hectárea (0.8194 Has.) La
condición de minifundio se agudiza si te-
nemos en cuenta la predominante explo-
tación de las tierras por condominio fa-
miliar y la subdivisión entre los herede-
37
 C.1: Distribución de tierras en la campiña de Moche según
tamaño de las propiedades
Rango PARCELAS PROPIETARIOS TIERRAS
Has. No. % No. % Has. %
0.0 - 0.50 532 49.9 457 46.8 158.54 13.4
0.51 - 1.00 270 24.2 240 24.6 200.62 16.9
1.01 - 3.00 230 20.7 203 20.8 378.35 31.9
3.01 - 5.00 45 4 42 4.4 166.11 14
5.01 - 10.00 28 2.6 26 2.7 190.96 16
10.01 - + 7 0.6 7 0.7 91.75 7.8
TOTAL 1112 100 975 100 1186.33 100

Fuente: Ministerio de Agricultura La Libertad. Padrón de Usuarios 1998

ros. En el primer caso uno de los condó-
minos se hace cargo de la explotación,
en otros casos es por rotación por los
diferentes condóminos. En el segundo
caso, la fragmentación se define a través
de linderos, efectuándose la explotación
esporádicamente o encargándose la ex-
plotación a alguno de los parientes.
RELACIÓN HOMBRE/TIERRA
La extrema fragmentación de la pro-
piedad de la tierra ha deteriorado la posi-
bilidad de mantener una explotación agrí-
cola familiar, más aun si el promedio téc-
nico de una unidad agrícola de ese tipo
es entre 5 a 6 Has. para la calidad de
suelos de la campiña. El problema de la
relación hombre/tierra se ha ido agravan-
do en las tres últimas generaciones.
Mientras la frontera agrícola en la campi-
ña se mantiene casi inalterable, la pobla-
ción por carga familiar de las dos últimas
generaciones, es decir los hijos y los nie-
tos, no han tenido la posibilidad de acce-
so a este recurso como para poder edifi-
car nuevas unidades agrícolas familiares.
Por tal circunstancia, los hijos (segunda
generación) han tenido que emigrar o
buscar otra alternativa ocupacional. En
este caso la profesionalización como cul-
minación de la alternativa educativa tiene
mucha importancia. Otras opciones ocu-
pacionales son: el comercio informal, la
construcción civil y el transporte.
Los nietos o tercera generación, de-
cididamente, están procurando activida-
des diferentes a la agricultura.
En consecuencia, con respecto al ma-
nejo de las tierras se distingue: a) La ge-
neración mayor (de los padres) que bor-
den más de los 60 años de edad que rea-
lizan una agricultura tradicional para su
autosubsistencia, con bajos niveles de
desarrollo tecnológico y productividad. b)
La generación de los hijos desarrollan di-
versas actividades por lo cual la agricultura
se torna complementaria y tampoco alcan-
za niveles y productividad considerables.
c) La tercera generación, jóvenes menores
de 30 años, quienes esporádicamente
participan de las labores agrícolas.
POBLACIÓN
Es importante esbozar criterios para
comprender la significación del incremen-
to de la población del distrito de Moche
de 3,773 habitantes en 1940 a 22,020 ha-
bitantes en 1993. Se estima que en el
año 2000 la población alcanzó aproxima-
damente 26,000 personas. A partir de las
dos fuentes básicas de incremento
poblacional: el crecimiento vegetativo y la
migración, este último tiene mayor impor-
tancia como en las ciudades de la costa
y de modo general en los centros pobla-
dos capital de distritos y provincias.

38
 En 1940 había 9 centros poblados en
tanto que en 1993 se encontraron 49 cen-
tros poblados. Los 9 centros poblados en
1993 incrementaron su población de los
3,773 a 10,913 habitantes. Esta situación
de aprecia en el siguiente cuadro:
El pueblo de Moche, Curva de Sun y
Las Delicias son los que denotan mayor
incremento poblacional. Es significativo
en estos casos, el proceso migratorio en
los últimos 30 años. De otro lado, de los
37 centros poblados restantes registra-
dos en 1993, es importante el Asenta-
miento Humano Alto Moche (Ahora deno-
minado Miramar) que tenía en dicho año
7,149 habitantes. El resto de asentamien-
tos son anexos dispersos en la campiña.
Estos asentamientos que fueron
recepcionando población por invasión y
ocupación paulatina hicieron de dichos
poblados residencia y dormitorio básica-
mente, pues la zona de trabajo se locali-
za en la ciudad de Trujillo y en el Puerto
de Salaverry, mayormente en actividades
en el sector terciario. La actividad
agropecuaria no es atractivo ocupacional
por las condiciones de minifundio de las
explotaciones como se ha señalado. Sin
embargo, es necesario destacar alguna
dinamización de esta actividad en nue-
vos agricultores migrantes de la sierra
que están consiguiendo tierras por
arriendo y compra.
ACTIVIDADES
OCUPACIONALES
A modo de ilustración presentamos
los resultados del censo de población y
vivienda de 1993 en lo referente a activi-
dades de la población económicamente
activa mayores de 6 años.

C.2: Variación de la Población en 1993 de los Centros

Poblados Existentes en 1940
1940 1993
CENTROS POBLADOS
(Hbts.) (Hbts.)
Moche (Pueblo) 2148 5512
Sun (Curva de) 356 1835
Choc Choc 333 148*
Huaca del Sol 437 501*
Chorobal 67 66
Las Delicias 205 2470
La Barranca 92 185
La Haciendita 95 61
Hacienda Moche 40 135
SUB TOTAL 3773 10913
Otros 37 Cent. Pob. - 9107
TOTAL POBLACIÓN 3773 20020
TOTAL CENT. POBL. 9 49
** Incluye el Cent. Pobl. Huartaco
** Incluye los Cent. Pobl. Chanquín Alto y Cobranza
Fuente: Censos de Población y Vivienda de 1940 y 1993
Véase Anexo: Asentamientos y población en 1993

39
 C.3: Profesión u Oficio de la PEA en el Distrito de Moche 1993
(De 06 años a más)

PROFESIÓN TOTAL VARONES MUJERES

OFICIO NÚM. % NÚM. % NÚM. %
Profesionales 858 18,3 469 13,0 389 28,2
Técnicos 912 19,5 377 10,5 535 38,9
Agricultores 609 13,0 893 24,8 16 1,2
Obreros/Serv. 2303 49,2 1866 51,8 437 31,7
TOTAL 4682 100,0 3605 100,0 1377 100,0

Fuente: INEI "Censo de Población y Vivienda 1993. Resultados definitivos

por Provincia y Distritos”. Lima 1994. Tomo I pág. 167

C.4: Relación de Cultivos Programados Por Campaña Agrícola

1989 y 1996. Campiña

1989 1996
CULTIVOS
HAS. % HAS. %
PERMAMENT 564,00 67,3 533,39 44,6
E
Alfalfa 408,00 48,7 320,26 26,8
Caña Azúcar 107,00 12,8 135,30 11,3
Espárrago 31,00 3,7 41,60 3,5
Frutales 7,00 0,8 4,95 0,4
Otros 11,00 1,3 31,28 2,6
TRANSITORI 274,00 32,7 661,86 55,4
O
Camote 18,50 2,2 73,44 6,1
Frijol 22,50 2,7 33,84 2,8
Hortalizas 0,00 0,0 77,32 6,5
Maíz Híbrido 19,50 2,3 133,52 11,2
Maíz Choclo 150,00 17,9 156,95 13,1
Papa 5,00 0,6 4,00 0,3
Sorgo 0,00 0,0 4,95 0,4
Tomate 14,00 1,7 48,00 4,0
Yuca 8,00 1,0 11,43 1,0
Zapallo 26,50 3,2 27,30 2,3
Otros 10,00 1,2 91,12 7,6
TOTAL 838,00 100,0 1195,25 100,0

Fuente: Región Agraria La Libertad "Información Estadística" Trujillo 2000

40
 Los agricultores o peones agrícolas
constituyen sólo el 13.0% de la población
económicamente activa total. Entre los
varones alcanza al 24.8%. Los obreros y
servicios diversos generalmente no cali-
ficados llegan al 49.2%, mientras que los
que tienen calificación profesional y téc-
nica constituyen el 37.8%. Es importante
destacar que porcentualmente las muje-
res en el grupo de calificados profesio-
nal y técnicamente alcanzan al 67.1%.
Si relacionamos los 609 que decla-
ran tener como oficio o profesión la activi-
dad agrícola con el total de unidades
agropecuarias que llegan a 975 se pue-
de colegir que hay unidades agrope-
cuarias cuyos miembros tienen otro oficio
diferente a la agricultura. Esta tendencia
se precisa mejor cuando en dicho censo
se les preguntó cual es su actividad prin-
cipal, registrando como agricultores sólo
476 personas. Esto significa que del total
de unidades agropecuarias (975), única-
mente en el 48.8% hay algún miembro de
la familia dedicado a dichas labores.
PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
Las intenciones de siembras a través
de los Planes de Cultivo y Riego demues-
tran la continuidad de cultivos tradiciona-
les como: el camote, yuca, maíz choclo y
la alfalfa. El cultivo de alfalfa ha sido dis-
tintivo en la campiña de Moche orientado
a la alimentación de ganado vacuno para
la producción de leche, así como para la
venta en chacra en la ciudad de Trujillo.
La gente recuerda todavía la semblanza
de las mujeres mocheras que cabalgan-
do en burros llegaban a la ciudad trayen-
do tinajas de leche y alfalfa verde. Actual-
mente las camionetas rurales de acopia-
dores han reemplazado a los piajenos.
En el cuadro siguiente se presenta el
comportamiento de las intenciones de
siembra de 1989 y 1996.
Los cultivos permanentes de caña de
azúcar y espárrago no corresponde a los
agricultores minifundistas mocheros,
sino a otros agricultores que están ad-
quiriendo tierras y a la Cooperativa de
Trabajadores Santa Rosa que por adju-
dicación por la Reforma Agraria tienen las
pequeñas haciendas de San Agustín y
San José conocidos tradicionalmente
como la hacienda y la haciendita.
El cultivo de la alfalfa que ha sido lo
distintivo del agricultor mochero, está dis-
minuyendo en área sembrada de 408
Has. en 1989 a 320 Has. en 1996, orien-
tándose en los últimos años al cultivo de
hortalizas y legumbres de corto periodo
de maduración como son: lechugas, re-
pollo, cebolla, rabanito, apio, etc.
En necesario destacar que con el apo-
yo del segundo gobierno de Belaúnde
Terry entre 1980 a 1985, y más propiamen-
te, con el gobierno del Apra entre 1985 a
1990 se instalaron 13 pozos tubulares a
fin de incrementar las fuentes de capta-
ción de agua de riego. Igualmente en 1989
se concluye las obras de ingeniería mo-
derna mejorando la bocatoma de capta-
ción del río Moche. También se realiza
obras de mampostería revistiendo con
piedras y cemento los canales de riego:
La General, Sun, Choc Choc y Huartaco
en una longitud de 24 Kms. Estas obras
fueron posibles con fondos de reconstruc-
ción de infraestructura de riego y rehabili-
tación de tierras provenientes del Banco
Mundial, después de las inundaciones del
fenómeno de El Niño de 1983. Posterior-
mente, desde inicios de los años 90 la
campiña se beneficia indirectamente con
las aguas de la irrigación Chavimochic,
pues sin tener canal de derivación propia-
mente, las filtraciones por uso del agua
en las partes altas del valle bajo, elevan la
napa freática a niveles más superficiales,
y además, los caudales de filtración en el
lecho del río son fácilmente captados por
la bocatoma principal. Esta mayor dispo-
nibilidad del líquido elemento determina
el abandono del uso de los pozos
tubulares y en casos extremos provoca
inundaciones por filtración en los terrenos
de las partes más bajas de la campiña.
41
 Mientras el recurso agua de riego se re-
suelve con creces, el uso de las tierras no
parece optimizarse. La excesiva fragmenta-
ción de las parcelas y los desniveles de la
superficie por extracción de tierras para la
fabricación de ladrillos, son factores que,
asociados a las nuevas expectativas ocu-
pacionales de la población, contribuyen al
relativo abandono de la actividad agraria
como principal en la economía familiar.
Sin embargo, se observa tranquilidad
y sosiego en las familias campesinas.
Vienen desarrollando con satisfacción
sus actividades agropecuarias, desarro-
llando más de una cosecha al año, pero
manteniendo las formas tradicionales en
la organización y manejo de los cultivos.
Recuerdan con beneplácito haber supe-
rado épocas pasadas cuando estaban
pendientes de lograr sus mitas de agua
por 15 minutos por hectárea cada 15 días.
En tales circunstancias buscaban la for-
ma de prestarse o comprar los turnos de
otros vecinos. Actualmente los riegos son
por turnos destinando toda la disponibili-
dad del agua a los diferentes canales y re-
gando parcelas de grupos de agricultores.
2. LA FIESTA DE SAN ISIDRO
LABRADOR EN MOCHE
EL SANTORAL RELIGIOSO CATÓLICO
EN MOCHE
Moche es uno de los pueblos coste-
ños que durante 10 meses del año (a
excepción de los meses de febrero y se-
tiembre) celebran alguna fiesta religiosa
católica. Esta acentuada manifestación
religiosa se asocia con la antigua tradi-
ción prehispánica de los pueblos muchik
que en torno a los principales santuarios,
llamados ahora Huacas del Sol y de la
Luna, participaban directamente en los
ritos y ceremonias que se realizaban en
los peregrinajes que cotidianamente se
efectuaban desde diversas latitudes.
La política de “reducciones de indios”
llevada a cabo por la administración co-
42
lonial, permitió la subsistencia y continui-
dad sociocultural del pueblo muchik en
lo que es la actual ciudad de Moche, así
como otros pueblos cercanos a las ciu-
dades de españoles, criollos y mestizos,
a lo largo de la costa y del territorio nacio-
nal (Rodríguez Suy Suy, V.A. 1997: 19).
Hasta los años 50, del siglo que terminó,
se mantuvo como una comunidad relati-
vamente cerrada posibilitando relaciones
sociales de carácter endogámico. Aún
recuerdan los viejos informantes que en
tiempo de sus padres era muy raro que
una joven consiga esposo fuera del pue-
blo y la campiña. Los varones fueron los
primeros en quebrar esta norma social
porque impulsados por las inquietudes
de estudio y de nuevas opciones labora-
les tuvieron que salir a otras ciudades.
La organización social basada en la
consistencia de familias grandes inter-
relacionadas por el parentesco consan-
guíneo y reforzado con el parentesco arti-
ficial, a través del compadrazgo, constitu-
yó la estructura que viabilizó en términos
favorables articularse con el contexto eco-
nómico y sociopolítico regional y nacio-
nal, y a la vez subsistir como comunidad
étnica recreando desde sus propias ini-
ciativas formas económicas predominan-
temente campesinas. Con dicho soporte
económico y sociocultural, tuvieron la “li-
bertad” de desarrollar su proceso históri-
co social, eligiendo selectivamente las
alternativas que ofrece el mundo moder-
no y la normatividad del Estado nacional.
De igual forma, fue el refugio y la fuerza
para lidiar con diversas formas de agre-
sión, exclusión y discriminación social de
nuestra sociedad nacional predominan-
temente racista.
La antigua concepción mágico religio-
sa del pueblo de Moche, expresada por
formas sincréticas con el culto católico,
trasciende como argamasa los diversos
ámbitos de la cultura y la vida económico
social, logrando consolidar la conviven-
cia social como objetivo básico. Por ello
observamos que las familias destacan
gran parte de su tiempo y sus economías
en la realización de los ritos y fiestas reli-
giosas. Esto que aparentemente es el fin,
no es más que el medio para asegurar-
se continuidad armónica necesarios para
afrontar las contingencias de su proceso
histórico contradictorio y agresivo.
El culto católico en torno a Dios Todo-
poderoso se expresa a través de su hijo
Jesús como su representante y por otros
intermediarios para llegar al Dios Hijo y
al Dios Padre. En tal sentido, los símbo-
los o imágenes de representatividad sa-
grada son públicos y privados o particu-
lares. El culto público u oficial se expresa
a través de cuatro tipos de símbolos: a)
Jesús como Niño o como Cristo; b) Vír-
genes en alusión a María la madre de
Jesús; c) Santos o Santas; y d) Cruces.
El culto privado o particular se da a través
de los muertos, el Día de Todos los San-
tos. En el cuadro siguiente se presenta
el culto oficial católico del pueblo de
Moche.
En total son 16 santorales y 12 cru-
ces, sin embargo, este número puede ser
mayor si tenemos en cuenta fiestas reli-
giosas de ámbitos restringidos y que en
años pasados tuvieron mayor realce. Tal
es el caso de la fiesta de San josé en
marzo. También la participación de la
población de Moche en festividades de
otros pueblos, como son los casos de la
fiesta del Señor de La Piedad de Simbal
cuyo “inter” permanece en la campiña y
en enero va a dicho pueblo después de
la “misa del buen viaje”, o de la Virgen de
Salaverry que en agosto viene al pueblo
de Moche.
La adecuación de los calendarios fes-
tivos prehispánicos y los católicos en el
transcurso de la colonia y la república
puede apreciarse en la “coincidencia” de
la Semana Santa y la fiesta de Las Cru-
ces, entre los meses de abril a junio, con
la temporada de la cosecha que era mo-
tivo de ritos propiciatorios y sacrificios en
el antiguo Perú. De otro lado, las fiestas
católicas de los meses de noviembre y
diciembre se relacionan con los ritos
propiciatorios de las primeras lluvias y
avenidas de aguas para el riego. Un ras-
go distintivo de esta relación sincrética,
de acuerdo a la observación de R.
Schaedel (1988: 158), es que la comuni-
dad “hace suya” la imagen haciéndola
salir fuera de la iglesia, trasladándola en
altares en sus casas. Este es el caso tam-
bién de San Isidro Labrador a quien,
como patrono de los agricultores, según
la tradición española y trasladada a
hispanoamérica, se le presenta ofrendas
de las primeras cosechas. La asociación
de las tradiciones ritual religiosas nativa
y española parece haberse ensamblado
con mayor precisión en las sociedades
campesinas del nuevo mudo. En gran
parte de los pueblos de la sierra, costa y
selva cuya base económica es la agricul-
tura, la advocación y fiesta a San Isidro
Labrador tiene mucha trascendencia.
SAN ISIDRO LABRADOR
Es común observar en Moche que to-
das las fiestas religiosas se realizan con
gran devoción y participación de la comu-
nidad. Sin embargo, las que destacan por
su suntuosidad, participación masiva y
duración, son las fiestas de San Isidro y
de Las Cruces, desde los últimos días
del mes de marzo hasta el 24 de junio,
ensamblando con la fiesta de San Juan.
Ni siquiera la fiesta de la Santa Lucía pa-
trona del pueblo y campiña de Moche, en
el mes de diciembre, tiene gran signifi-
cación popular. Esta sería una muestra
de la tesis del sincretismo planteada por
Rodríguez Suy Suy acerca de la continui-
dad y desarrollo endógeno de la antigua
sociedad muchik.
San Isidro es expresión de la religio-
sidad popular de los labradores de la vi-
lla de Madrid en España a inicios del si-
glo XI d.c. Isidro de Merlo y Quintana que
es su nombre de pila (Díaz Alvarez, M.
1992: 7) nació en Madrid en 1082, hijo de
peones de hacienda. A temprana edad
quedó huérfano asumiendo el mismo ofi-
cio de sus padres, por tal circunstancia
tuvo que transitar de uno a otro patrón
43
 C.5: Culto Oficial Católico del Pueblo de Moche

SIMBOLO No.
DENOMINACIÓN MESES
SAGRADO FIESTAS
Bajada del Niño (6 ene); Nacimiento del
NIÑO 2 Niño Dios (24 dic) Enero/ Diciembre
JESUS
Semana Santa (abr); Señor de la
CRISTO 3 Mis ericordia (30 ago) Abril/ Agosto
V. de Fátima (13 may); V. Del Carmen
VIRGENES (16 jul); V. De La Puerta (16 dic)
3 Mayo/ Julio/ Diciembre
Sta. Rosa de Lima (30 ago); Sta. Lucía
de Moche (14 dic)
SANTOS MUJERES 2 Agosto/ Diciembre
Sn. Isidro Labrador (15 may); Sn.
Antonio (13 jun); Sn. Juan (24 jun); Sn. Mayo/ Junio/ julio/
Pedro (29 jun); Sn. Fco. As ís (4 oct); Sn. Agosto/ Octubre/
VARONES 6 Martín de Porres (20 nov) Noviembre
Cerro Grande; Sub Ramal la Cruz; La
Rosita; Portachuelo; Huartaco; Sub
ramal Huartaco; Huaca Grande; Huaca
de la Estrella; Chorobal; Cruce del
12 Gallo; De los Difuntos; Cruz Mayor
CRUCES Mayo (Junio)
Fuente: Gutiérrez Ch. G. 1997: 82; Segura V., N y J. Asmat G. 1998: 172

empleándose como peón agrícola, no lle-
gó a ser propietario de tierra, salvo sólo
usufructuario de una pequeña parcela
que le cedió su empleador don Iván de
Vargas.
Vivió después de la epopeya de
Rodrigo Díaz de Vivar, “El Cid Campea-
dor”, héroe de la reconquista en la época
de la guerra santa que libraba España
contra los moros. La efervescencia reli-
giosa fue el componente significativo en
este proceso de liberación, por lo que la
devoción a Cristo y a la Virgen María se
convirtió en guía y fuerza. En muchos ca-
sos el misticismo fue intenso y fue exalta-
do por el vecindario atribuyendo como
milagros algunos acontecimientos fortui-
tos. Ese es el caso de Isidro que además
de profesar “una tierna y segura devoción
a la Virgen María (...), era un trabajador
incansable y bien preparado para todas
las tareas del campo; (asimismo) era
habilidoso en otros muchos oficios” (Díaz
A., M. Ob. cit: 15). La conjunción virtuosa
de ambas cualidades lo convierten en
símbolo paradigmático de fe y laboriosi-
dad. Con admiración mística se propala
los milagros de Isidro, tales como: con-
vertirse en excavador de pozos y encon-
trar una rica veta de agua subterránea
sin tener la mínima experiencia en este
oficio; lograr prosperidad en el viñedo de
su patrón al ubicar los odres para su
amaceramiento en almacenes ubicados
en el subsuelo; pero lo que causó mayor
impacto en el subconsciente colectivo
avivando el sentimiento religioso, fue
“constatado” por su patrón el señor Vera
cuando “vio” que mientras, durante las
horas de trabajo, Isidro se encontraba en
la iglesia ofreciendo sus plegarias, su
yunta araba a la perfección sin la guía de
un gañán visible. Se atribuyó la presen-
cia de los ángeles que venían en ayuda
de Isidro en recompensa a su dedica-
ción a Dios. Muchos otros milagros se
atribuyeron a Isidro y fueron trasmitidos
por la narrativa popular, trasmutando su
condición de hombre común a un ser ex-
cepcional, elegido de Dios. Estas
hierofanías y la credibilidad de los mila-
gros condujeron a su santificación como
proceso creativo de la sabiduría popular.

44
 Tuvo la gracia de tener por esposa a
una mujer igualmente virtuosa, María
Torribia, conocida después como María de
la Cabeza que, igualmente, realizó mila-
gros como: el transportarse con su espo-
so sobre su chal por encima de las aguas
del río, o el de rescatar con vida a su hijo
que había caído en un pozo ahogándose.
Isidro fallece en 1172 y después de
447 años, en 1619 es beatificado por el
Pontífice Paulo V fijándose el día de fiesta
para el 15 de mayo. Tres años más tar-
de, el 12 de marzo de 1622, es canoni-
zado por el Papa Gregorio XV juntamen-
te con San Ignacio de Loyola, San Fran-
cisco de Asís, San Felipe Nieri y Santa
Teresa de Jesús. Su esposa es conoci-
da en el mundo católico como santa
María de la Cabeza por haber patrocina-
do como “cabeza” en el convento de las
Religiosas Observantes (Díaz A., M. Ob.
cit: 39).
Desde España en que Isidro es reco-
nocido como el Santo Patrón de los agri-
cultores, es llevado por los conquistado-
res por todos los pueblos de América co-
lonial, siendo muy propicio en el proceso
de evangelización. Aún cuando la evan-
gelización ha sido compulsiva al arrasar
las deidades y templos nativos constru-
yendo iglesias en las “wacas” o santua-
rios indígenas o por lo menos colocando
una cruz como símbolo de la “verdadera
religión”; los pueblos nativos supieron
amalgamar sus creencias en las formas
del culto nuevo. Ello fue posible por simi-
litudes respecto a la noción del Dios Su-
premo (cristiano) y del Dios Creador
(andino), o de los santos y santas inter-
mediarios ante Dios y los Wuacas, pode-
rosos espíritus de los cerros, e incluso la
idea del diablo y del supay. Sin embargo,
mientras la teología de la cristiandad ubi-
ca a los Santos y a la Virgen María en una
posición secundaria después del Dios
Supremo, la religiosidad popular, particu-
larmente, de los pueblos de América y el
Perú, en muchos casos, le otorgan poder
independiente y los deifican (González
Martínez, J.L. 1987: 47).
SAN ISIDRO LABRADOR EN
MOCHE
San Isidro como santo patrón de la
agricultura de muchos pueblos perua-
nos, en Moche, tiene tanta devoción como
la celebración de la Semana Santa. Ello
puede explicarse por la significación de
la agricultura en las sociedades prehispá-
nicas como en otras sociedades básica-
mente agrícolas. La tierra en estas so-
ciedades es deificada como la “madre
tierra” por su dimensión cósmica, viva y
activa. Al respecto Mircea Eliade dice: “Son
muchas las creencias, mitos y rituales
referentes a la tierra, a sus divinidades y
a la “gran madre” que han llegado hasta
nosotros. La tierra, que en cierto sentido
constituye los cimientos mismos del cos-
mos, tiene muchas valencias religiosas.
Ha sido adorada por “ser”, por mostrar y
mostrarse a si misma, por devolver, por
dar fruto, por recibir” (1974: 12).
La asociación del culto a la tierra en la
antigua cultura moche y el patrocinio ca-
tólico de San Isidro como representante
de los labradores se han amalgamado
eficazmente, de tal forma que, el ritual y la
festividad que anualmente se realiza,
trasunta la dimensión estrictamente agrí-
cola hacia el resto de actividades que la
población efectúa en su lucha cotidiana
por su subsistencia y prosperidad no
sólo en su comunidad, sino en el contex-
to amplio de interrelaciones desiguales
a nivel regional y nacional del proceso de
modernización.
La imagen de San Isidro fue traída de
España por Fray Toribio de Mogrovejo lle-
gando al valle de Moche en 1578 en su
trayecto hacia Huaraz a donde había sido
destinada, pero “al pasar por este valle y
percibir el aire puro de sus campiñas (el
religioso) decidió dejarlo (en el pueblo
de Moche) (Hermandad San Isidro 2000).
Desde entonces hasta 1938, anualmen-
te durante tres días (14, 15 y 16) del mes
de mayo se celebraban los rituales y fiesta
en su honor. A partir de dicho año la ima-
45
gen es paseada en procesión por las
afueras del pueblo, extendiéndose des-
pués hacia diversos puntos de la campi-
ña en peregrinaje hasta la actualidad. En
1750 se instaura la Cofradia de San Isi-
dro, cuya función, según lo instituido para
dicha organización fue “mantener una
parte importante del culto católico. En las
reducciones de indígenas y las ciudades
y villas de españoles realizaban o auspi-
ciaban muchas actividades religiosas y
rituales (como): la celebración de misas
y fiestas...” (Díaz Hurtado, A. 1994: 148).
Los miembros llamados cofrades, incor-
porados voluntariamente, elegían a quie-
nes tenían que ejercer los cargos anual-
mente. El principal de ellos que en unos
casos se llamaba mayordomo y en otros
prioste era el encargado de dirigir las
actividades de la celebración de los ri-
tuales y la fiesta. Convocaba la colabora-
ción de los moradores que aportaban ví-
veres y los mejores frutos de sus cose-
chas. Desde los primeros años de 1900,
la mayordomía adquiere mayor presen-
cia en las celebraciones, pues el mayor-
domo contaba con la colaboración de los
Síndicos y Esperadores. La memoria co-
lectiva recuerda que 1969 su último ma-
yordomo fue don Fermín Pantoja. En 1970
se constituye la Hermandad, siendo el
primer Presidente de la Junta Directiva
don Víctor Eleazar Vega Asmat (Herman-
dad San Isidro 2000).
En la festividad de San Isidro desde
el año de 1912 acompaña en la proce-
sión y el peregrinaje la banda de enmas-
carados, diablillos danzantes, dirigidos
por su capataz don Manuel Asmat Ñique.
Recuerdan que desde 1914 integraba la
banda el niño Eleazar Anhuamán Sánchez
quien sería después capataz desde 1930
hasta 1984.
La propagación de los milagros por la
narrativa popular, así como las promesas,
incumplimientos y castigos, tiende a man-
tener fresca y vital la santidad de San Isi-
dro. Al reafirmar la eficacia del santo se
asegura también las convicciones perso-
nales como recurso para viabilizar éxitos
46
individuales, familiares y de la hermandad.
Los objetivos son potenciar las diversas
opciones ocupacionales y alternativas de
vida dentro o fuera de la comunidad a partir
de la actividad agropecuaria que está de-
jando espacio a otras diversas actividades.
3. ORGANIZACIÓN Y
REALIZACIÓN DE LA FIESTA
DE SAN ISIDRO LABRADOR
LA HERMANDAD DE SAN
ISIDRO LABRADOR
La fiesta se realiza en dos niveles de
organización: la Hermandad de San Isi-
dro y los devotos que actúan como
“altareros” y “esperadores”. La Herman-
dad está conformada por 16 miembros
(13 varones y 3 mujeres) que eligen cada
dos años su Junta Directiva integrada por
11 cargos (Presidente, Vicepresidente,
Secretario de Actas, Tesorero, Fiscal,
Secretario de Organización, Secretario de
Altareros, Secretario Guardador de Pren-
das y Alhajas del Santo y tres Vocales) y
anualmente conforman Comisiones para
actividades de la festividad. Estos directi-
vos tienen la responsabilidad de organi-
zar y coordinar con el Párroco las activi-
dades litúrgicas y festivas. Todos los
miembros de la hermandad como devo-
tos tienen la obligación de ser “altareros”,
que significa el honor de recibir al Santo
en su domicilio o en su chacra, para su
descanso por una noche en su peregri-
naje, debiendo destinar un espacio para
la instalación del Altar de Frutas. En torno
a la hermandad se nuclean otros devo-
tos que actúan como “esperadores” para
un breve descanso y rituales en su tra-
yecto hacia al siguiente altar.
La organización se complementa con
un Comité de Damas conformada por
ocho miembros, que sin tener la forma-
lización orgánica como Comité, actúan
como tales, colaborando en diversas ac-
tividades referidas al cuidado y atencio-
nes de San Isidro en los actos rituales en
la iglesia y en el recorrido por la campiña.
También desde 1997 se ha organizado
una nueva “Banda de Enmascarados”
(diablos), pues como se indicó anterior-
mente, desde 1912 acompañaba en la
procesión y el viaje por la campiña una
sola banda. Actualmente las Bandas de
Enmascarados son: la Comparsa de
Baltasar Anhuamán conducido por los
herederos del más longevo capataz que
falleció en 1994, la otra banda es la de
San Isidro, conformada por danzantes
que se separaron de la primera.
La hermandad hasta la década de los
80 realizaba el peregrinaje de San Isidro
pasando por 20 altares, pero desde los
últimos años de dicha década se va
abriendo, ante la presión de otros devotos
que solicitan ser admitidos como
“altareros”. En 1993 hubo 27 altares, en
1995 se incrementa a 31 y en el año 2000
aumentó a 42 altares. Hay que destacar
que tradicionalmente la hermandad ha
sido una organización cuasi cerrada inte-
grando familias nativas y en gran parte
emparentadas. Entre los nuevos altareros
se está permitiendo el ingreso de agricul-
tores migrantes e incluso de agricultores
vinculados al comercio y la industria. Tal
es el caso de la familia Manucci que fue
admitida en 1996 causando cierta “sor-
presa” entre los campesinos mocheros.
En año 2000, incluyendo a esperadores,
fueron 110 devotos que participaron acti-
vamente en la organización de los rituales
y la fiesta. En cada caso se moviliza la con-
currencia de familiares, parentela, com-
padres, amigos, invitados y creyentes en
general, variando entre 150 a 300 perso-
nas diariamente en las casas y altares
donde pernocta el Santo.
El inicio de la fiesta con los rituales
para el “buen viaje” en la última semana
del mes de marzo, y la víspera y la fecha
central, el 15 de mayo, está a cargo de la
Hermandad de San Isidro Labrador y la
Parroquia de Moche. En estas fechas se
concentra en Moche a miles de partici-
pantes de casi todo el pueblo y la campi-
ña y visitantes de la ciudad de Trujillo y
poblados vecinos.
Para la preparación de estas activida-
des la Junta Directiva de la Hermandad
debe reunirse una vez a la semana, los
días sábados durante todo el año, sin
embargo, dicho cumplimiento es irregu-
lar. Lo que no falla es la reunión periódi-
ca una vez al mes junio y noviembre. A
partir de enero a marzo se reúnen sema-
nalmente. Durante el año se planifica,
prevé y organiza las actividades orienta-
das a la recaudación de fondos: se reali-
zan “parrilladas”, “polladas”, “frejoladas”,
se envía correspondencia de invitación y
se visita a los devotos para registrar sus
colaboraciones en especies o dinero, etc.
Particularmente en carnavales se reali-
zan las actividades más importantes para
la recaudación de fondos, y en noviem-
bre se efectúan los ritos preparatorios e
igualmente actividades pro fondos. Los
mayores gastos que tienen que afrontar
son: la contratación de una banda de
músicos por el lapso de cerca de 50 días,
por un precio variable alrededor de 1,430
dólares; en este caso tienen la facilidad
que la banda de músicos del colegio se-
cundario “Ramiro Ñique” de la ciudad de
Moche colaboran a bajo costo. Hay que
destacar que el pueblo de Moche es cuna
de destacados músicos y son famosas
la banda de Santa Lucía de Moche y otras
bandas que han surgido a partir de ella.
Estas bandas también colaboran a cos-
tos reducidos en atención a su devoción
a San Isidro. Tienen que asegurar el
financiamiento de los ritos litúrgicos.
Igualmente los gastos en juegos artifi-
ciales y los banquetes que ofrece la Her-
mandad a los altareros y al público en
general. Para esto último se cuenta con
las donaciones de los devotos en dinero
o ingredientes necesarios.
Las Comisiones de Trabajo que se
constituyen se refieren a las siguientes
actividades: a) Coordinación General, a
cargo del Presidente quien en primera ins-
tancia tiene que establecer acuerdos con
el Párroco, realiza gestiones ante las insti-
tuciones públicas y privadas, tiene que con-
vocar y dirigir las actividades de los
altareros; b) Economía, a cargo del Teso-
47
rero, quien reúne los fondos recaudados
en las diversas actividades conduce los
gastos de acuerdo a la programación de
gastos previamente aprobados, registra
los ingresos de donaciones, actividades
pro fondos, limosnas proveniente de los
altares de cada uno de los altareros; c) Or-
ganización a cargo del Secretario respecti-
vo, quien con el apoyo del Comité de Da-
mas, altareros y esperadores hacen el se-
guimiento de la realización de las activida-
des rituales y festivas; d) Comité de Da-
mas que tiene que ver con el arreglo de la
vestimenta del Santo, arreglo y cuidado del
anda durante su recorrido por la campiña;
e) El fiscal, tiene que controlar el trabajo de
otras comisiones que actúan durante el
peregrinaje por la campiña, entre ellas son:
la comisión de banda de músicos en cuan-
to a su atención y cumplimiento del horario
diario en el traslado del santo de un altar a
otro; comisión de registro del monto de li-
mosnas y ofrendas realizada por la feligre-
sía en cada altar; coordinación con el (Ma-
yordomo) encargado de guardar y poner a
disposición las prendas y joyas del Santo;
comisiones encargadas de los actos
litúrgicos desarrollados por la Hermandad
en los santuarios (Iglesia de Moche, Capi-
lla San José, Bocatoma de Santa Lucía,
Santísima Cruz del Gallo y romería al Ce-
menterio) y también supervisar la concu-
rrencia de las comparsas de danzantes
“bandas de diablos enmascarados”.
“ALTAREROS” Y
“ESPERADORES”
El segundo nivel de organización de
la fiesta de San Isidro es a nivel familiar
bajo la responsabilidad de los “altareros”
y “esperadores”. Los creyentes expresan
su devoción a través de sus oraciones,
plegarias y ofrendas, así como concu-
rriendo a los rituales y participando en el
peregrinaje. Pero en Moche la expresivi-
dad de la devoción alcanza mayores gra-
dos de entrega aspirando y convirtiéndo-
se en esperador y altarero.
El esperador tiene el patrocinio o aval
del altarero y la aprobación de la Junta
48
Directiva de la Hermandad. De igual for-
ma, el altarero tiene que lograr que su
solicitud, manifestada en diferentes for-
mas, tenga que ser formalizada por es-
crito para ser admitido. Sin embargo, no
necesariamente primero hay que ser
esperador para ser altarero. La Herman-
dad ha tenido cuidado de mantener no
sólo el grupo de hermanos, sino el tiem-
po de duración de la fiesta. Durante mu-
chos años el recorrido de la imagen del
Santo por la campiña fue de 20 a 25 días
que significó la presencia constante de
20 altares familiares aparte de los alta-
res institucionales. El aumento de alta-
res implica adelantar la celebración de la
fiesta puesto que tiene que culminar
siempre el día 15 de mayo, fecha central
de la efemérides. Al admisión de un nue-
vo altarero puede o no considerar la pre-
sencia de nuevos esperadores.
El altar de frutas levantado en la casa
determina la condición de altarero. En
dicho altar el santo pernoctará durante
una noche realizándose en consecuen-
cia actos litúrgicos y festivos el día de la
llegada y el día de la partida, para lo cual
la familia tiene que desarrollar activida-
des de preparación y atenciones a la co-
mitiva de la hermandad y acompañantes.
Los esperadores reciben a San Isidro,
igualmente, en su casa o en la chacra,
por el lapso de 15 a 30 minutos, en el
pasaje al siguiente altar. Acondicionan
una mesa con un cuadro ampliado de la
imagen de San Isidro y ofrendes de flo-
res para el “rezo” o misa que algunos
esperadores mandan oficiar, luego se
sirve un agasajo a la comitiva de la her-
mandad y asistentes.
Los altareros más que los
esperadores movilizan a toda su paren-
tela, compadres y allegados amigos e
invitados particulares. De tal modo que,
la celebración o recibimiento del Santo,
además de los fines estrictamente reli-
giosos, resulta un gran reencuentro so-
cial. Los ritos de renovación se extienden
de la dimensión sagrada, a la vida coti-
diana reintegrando y fortaleciendo los la-
zos familiares, de parentesco, compa-
drazgo, amistad. Así, anualmente, las re-
laciones de alianza se renuevan y conso-
lidan, dando consistencia a la familia
grande como soporte estructural alta-
mente significativo para cada uno de los
miembros y las familias en su conjunto.
La asociación de ritos religiosos con
aspectos de la vida socioeconómica del
individuo, la familia y la comunidad ha
sido estudiada en diversas regiones y las
interpretaciones destacan aspectos que
constituyen componentes del amplio pro-
ceso de la vida social en contextos dife-
rentes. En el mundo actual donde predo-
mina la integración económica mundial
articulando las más “aisladas” comuni-
dades culturalmente diferentes, éstas
siguen sus propios procesos de cambios
recreándose, asimilando y adecuándose
a las condiciones no sólo dominantes,
sino fundamentalmente efectivas para su
permanencia y desarrollo. Los mecanis-
mos internos de integración o desinte-
gración social y de redistribución de bie-
nes y de poder en comunidades locales,
actualmente no pueden ser interpretados
dentro de la dinámica interna de dichas
comunidades, sino en el contexto de su
articulación al mundo moderno, dominan-
te, explotador, excluyente y prejuicioso. En
consecuencia, las tesis de E. Wolf, G.
Foster acerca de la función de igualación
económica a través de los banquetes en
los rituales religiosos, ahora es secunda-
rio. En los rituales y fiesta religiosa en
Moche sobresale la fuerza integradora y
de solidaridad que propicia al grupo con-
sistencia en base a lo cual el carácter cam-
pesino de la comunidad se va imbricando
a la sociedad urbana permitiendo a sus
miembros compartir diversas alternativas
de vida rurales y urbana en forma simultá-
nea y diferencial, según los intereses
priorizados de los grupos generacionales.
EL ALTAR Y EL ARCO DE FRUTAS
El Altar de Frutas siendo ofrenda de
agradecimiento por los frutos que da la
tierra, se constituye en puente o inter-
mediación a lo sagrado divino y a lo “sa-
grado” social, por cuanto consolida su
convicción y alianza con las potencias
sobrenaturales y a la vez con los parien-
tes, compadres y allegados. Se compor-
ta como artificio cultural para lograr man-
tener viva y fuerte y acrecentar las alian-
zas, muy necesarias para lidiar el trance
crítico de cambio de una agricultura cam-
pesina sostenida a una economía diver-
sificada de significativo contenido urba-
no. Inicialmente el arco de frutas fue la
ofrenda del agricultor de las cosechas de
su propia chacra, esto es de su propio
trabajo, y efectivamente esto es lo que
hace el altarero cuando se inicia como
tal. Para el año siguiente busca tres pa-
rejas de padrinos, para los dos parantes
verticales y el transversal superior del
arco. Dichos padrinos son generalmen-
te esposos, preferentemente familiares,
parientes o amigos muy estimados. En
lo sucesivo cada pareja de padrinos bus-
ca y compromete a sus sustitutos para el
año siguiente. Los nuevos padrinos pue-
den ser desconocidos para el dueño del
altar, sin embargo, a través del ceremo-
nial y la fiesta se concerta y sustenta es-
tas nuevas alianzas. Este compadrazgo
se efectúa por doble vía, de un lado, como
hemos visto, con el dueño del altar su
esposa e hijos, y de otro lado, con los
padrinos que los escogieron. Lo corrien-
te es que los padrinos son los hijos o
parientes, por lo tanto los amigos y otros
parientes de estos se integran al grupo
parental del altarero.
El altar se ubica en un lugar preferen-
cial de la vivienda adquiriendo dicho es-
pacio carácter sagrado, puesto que es
asignado a San Isidro, por lo tanto es con-
servado con devoción aun cuando el resto
del tiempo es usado con normalidad en
otras funciones de la vida cotidiana.
Afrontar anualmente el compromiso de
altarero significa el despliegue organiza-
tivo para el agenciamiento de los recur-
sos materiales necesarios. Tiene que
aprovisionarse de comestibles para brin-
dar dos banquetes a la comitiva de la Her-
49
mandad y acompañantes de San Isidro.
El primero, el día de la llegada al altar; y el
segundo, al día siguiente en que sale al
próximo altar. En estos banquetes se sir-
ve habitualmente un guiso de carne con
arroz que tiende a sustituir en muchos al-
tares a la “sopa teóloga” que es un pepián
de arroz y de pan sazonado con azafrán
acompañado de carne guisada de pavo o
gallina. Además, almuerzo y cena para los
compadres y nuevos padrinos del arco
que el primer día pasan en casa “vistien-
do” el arco, y luego al día siguiente en la
“bajada” del arco (distribución de las fru-
tas). A ello se agrega las atenciones a los
familiares y parientes que para la ocasión
llegaron de visita si se encuentran resi-
diendo en otros lugares.
La contribución económica de los hi-
jos es importante en este aprovisiona-
miento. Otros gastos se refieren a la ela-
boración de chicha de jora que concita un
proceso y ceremonial particular, también
la contratación del especialista en juegos
artificiales o simplemente la compra de
bombardas y cohetes; de igual modo,
para el alquiler de equipo de sonido para
la fiesta y baile en el segundo día, ya que
el día anterior con presencia del Santo en
el altar durante la noche se realiza la vigi-
lia a cuyos acompañantes que son bási-
camente familiares, hay que atenderlos
con bebidas y comida. La venta de cerve-
za se está generalizando en los últimos
años y tiende a reemplazar a la chicha.
Este abastecimiento se realiza en base a
convenio de la Directiva de la Hermandad
con la fábrica de cerveza que envía una
dotación de 15 a 20 cajas de docena de
botellas a consignación a cada altar.
La variedad de frutas que se colocan
en el arco son dispuestas en forma artís-
tica para lo que hay especialistas en la
familia o en el entorno de parientes a quie-
nes se les invita para que colaboren con
su oficio. Raras veces estos especialis-
tas con contratados. Las frutas son de la
mejor calidad adquiridos en los merca-
dos de la ciudad de Trujillo y destacan los
siguientes productos: caña de azúcar (que
50
se usa como amarres de dos parantes en
forma de escalera a cada lado para allí
asegurar las otras frutas), papayas, melo-
nes, sandías, paltas, plátanos, naranjas,
limas, manzanas, huabos. También se
adorna con botellas de champaña, vino,
objetos de artesanía de carrizo y juguetes
que son la atracción de los niños. Cada
pareja de padrinos efectúa un gasto entre
90 a 100 dólares en la adquisición de di-
chas frutas.
Los altares de los devotos son el Arco
de Frutas que ofrendan en sus hogares y
es diferente al Arco de Fiesta que igual-
mente es un Arco de Frutas, pero que se
construye, en el Anda Mayor, después que
el santo visita al último altarero. Allí se
engalana a San Isidro con vestimenta y
capa nuevas, luce su sombrero de plata
bañado en oro (donada por el Presidente
A. Fujimori el año 2000, desde 1879 ve-
nía luciendo un sombrero de plata), para
su ingreso en procesión a la ciudad de
Moche, después de concluido su pere-
grinaje por la campiña. Mientras San Isi-
dro recorre la campiña con su anda y ves-
timenta de viaje llevando su palana, en el
Anda de Fiesta luce la Palana y el Bastón
de Mando decorado armoniosamente con
frutas y ajíes respectivamente.
El día en que San Isidro arribará a un
altar en su viaje de peregrinaje, los padri-
nos del arco de frutas, desde las 6 a.m.
están recorriendo los puestos de frutas
de los mercados de Trujillo, llegando a la
casa del altarero con su cargamento en-
tre las 9 a 10 a.m. Luego de los saludos y
el desayuno con que se atiende a los pa-
drinos, éstos y sus acompañantes clasifi-
can y acondicionan con amarres adecua-
dos los frutos para ser colocados en el
arco. Para ello el dueño de casa ha dis-
puesto limpieza y acondicionamiento del
espacio destinado al arco. Hay arcos ins-
talados en forma permanente, en otros
casos el lugar siempre es el mismo y cada
año se arma el arco. En la ciudad de
Moche, generalmente, los arcos se ubi-
can en el interior de la casa, en la “sala”;
en cambio en la campiña está en campo
abierto. A las 3 ó 4 p.m. el arco de frutas
esta “levantado” o “vestido”, listo para la
llegada del Santo y sus acompañantes en
peregrinaje.
LA LITURGIA, EL AGASAJO Y
LA FIESTA EN CASA DE LOS
ALTAREROS Y
ESPERADORES
El altarero y su esposa, aproximada-
mente, a las 5 p.m. de acuerdo al progra-
ma establecido, salen portando una ofren-
da de flores, conjuntamente con sus com-
padres, al encuentro de la comitiva y feli-
greses que están en camino a su altar
“acompañando” a San Isidro. A mitad del
trecho del camino entre uno y otro altar
reciben de la esposa del altarero ante-
rior, el “Inter” del Santo, con cuyo acto ter-
mina el ritual religioso correspondiente a
dicho altar, y se inicia los actos en el si-
guiente. Hacen el cambio de cargadores
del anda y se encaminan al nuevo altar a
paso rápido, presidiendo la comparsa,
reventando cohetes con el acompaña-
miento de la banda de músicos y diablos
danzantes, en el caso que hayan pedido
su presencia. La urna que lleva al Ínter,
que es la imagen en pequeño del Santo,
tiene una alcancía para la recepción de
limosnas. A quien ofrenda una limosna,
las damas que llevan al Inter entregan un
“ramito de romero”. El monto recaudado
de los óbolos correspondiente a un altar,
es retirado, contabilizado y reportado al
Tesorero de la Hermandad, al día siguien-
te, antes de continuar el peregrinaje al
siguiente altar.
Los caminantes hacen su ingreso a
la casa del altarero y San Isidro es ubica-
do en su nuevo Altar de Frutas. Inmedia-
tamente se inicia la paraliturgia o misa
realizada por un rezador o por el sacer-
dote según el acuerdo y petición del
altarero. Este acto continúa con el baile
de la marinera que danzan los padrinos
ante la mirada de San Isidro al mismo
tiempo que se queman los juegos artifi-
ciales al son de la banda de músicos.
Simultáneamente se sirve el banquete a
toda la concurrencia. De modo preferen-
cial son atendidos la comitiva de la Her-
mandad a quienes se les invita en mesa
en el interior de la casa, compartiendo
después todos los asistentes según or-
den de distinción por compadrazgo, pa-
rentesco, amistad, allegados y visitantes.
Terminado el convite, los asistentes se
van retirando, quedando los padrinos,
familiares e invitados a departir con los
dueños de casa. La noche es de vigilia y
alternan rezos y cánticos religiosos. Ge-
neralmente pasada la media noche no
quedan acompañantes, salvo el altarero
o algún familiar que harán guardia hasta
el amanecer. Siempre la imagen estará
acompañada por el altarero o algún miem-
bro de la Hermandad. Mientras San Isi-
dro se encuentra en el altar recibe ofren-
das y limosnas de los visitantes y de
modo especial la donación de dinero de
los padrinos salientes y entrantes.
El día siguiente, es de reunión familiar
y de preparativos para la “bajada” del altar
de frutas. Los concurrentes son atendidos
con desayuno y almuerzo. Los padrinos
del arco y sus reemplazantes, elegidos,
generalmente, por ellos, se apersonan en
horas de la tarde y confraternizan con los
familiares y parientes del altarero. La Co-
misión de Damas de la Hermandad, igual-
mente, hace su presencia para inventa-
riar las ofrendas en especies y venderlas
a bajo precio por ser donaciones al Santo.
Contabilizan las ofrendas de limosnas en
dinero para su entrega al Tesorero de la
Hermandad previo recibo y acta. Hasta
hace algunos años, en este acto sólo se
contabilizaba y registraba la cantidad re-
caudada, haciéndose la entrega de es-
tos óbolos en ceremonia especial el 16
de mayo en el banquete que ofrece la Her-
mandad a sus Altareros.
La preparación de la comida para el
banquete reviste ceremonial especial a
cargo de las especialistas. Particular-
mente la preparación de la “sopa teólo-
ga” por la complejidad en la elaboración
de los ingredientes como son: el pan
51
blanco de harina amasada sólo con acei-
te, el molido del arroz, el azafrán, el hervi-
do de carnes de pollo, la sazón de los
pepianes de pan y de arroz y los guisos
de carne respectivas.
A partir de las 3.00 p.m. la gente se va
congregando en la casa del altarero. Se
apersonan los integrantes de la banda
de músicos, las comparsas de diablillos
danzantes al ritmo del toque monótono
de una lata y golpes rítmicos en la quija-
da de burro. El ritual religioso empieza
con la misa oficiada por el sacerdote o la
paraliturgia a cargo de un rezador contra-
tado por la Hermandad. Luego se inicia
propiamente la “bajada del arco” que con-
siste en la presentación de los nuevos
padrinos quienes en dicho momento
efectúan sus ofrendas en dinero que ge-
neralmente fluctúa entre cincuenta a cien
nuevos soles. En seguida proceden a
desmontar las frutas del arco depositán-
dolos en costales según el tipo de frutos,
alternado su distribución entre los asis-
tentes. El banquete y la distribución de
chicha se ejecuta en la modalidad simi-
lar al día anterior. En otros altares, luego
del desmontaje del arco de frutas, inme-
diatamente San Isidro reinicia su cami-
nata hacia el siguiente altar. En este caso,
el banquete se sirve entre los allegados
que quedan en casa del altarero. En esta
reunión destacan la presencia de los
padrinos salientes y los nuevos para el
siguiente año. La fiesta, ya sin la presen-
cia del santo, continúa amenizando con
música de equipo de sonido, en muchos
casos hasta pasada la media noche.
EL PEREGRINAJE
La fiesta de San Isidro Labrador y la
fiesta de Las Cruces a diferencia de otras
fiestas religiosas que se celebran en
Moche sale de viaje por la campiña pro-
piciando ritos de renovación de votos y
confirmación de la fe y devoción. R.
Schaedel dice en la perspectiva, no de la
acción pastoral, sino, del sentimiento re-
ligioso del creyente, éste se apropia del
Santo. Lo lleva a su territorio donde edifi-
52
ca su altar para establecer su comunión,
brindarle su oblación y pedirle lo ayude a
resolver sus dificultades no sólo en la
agricultura, sino en todas sus activida-
des y sus problemas como persona,
como familia y comunidad. Con este acto
reproducen de alguna forma los rituales
prehispánicos donde en peregrinaje sa-
lían llevando en andas a sus deidades e
ídolos hasta los santuarios como pudo
ser las Huacas Del Sol y de La Luna, o
santuarios telúricos como el mar, puntos
o fuentes de agua (Refer. personal de V.A.
Rodríguez Suy Suy).
El peregrinaje de San Isidro empieza
visitando los alteres del sector oeste en
dirección de los sub ramales Orcón,
Orconcito, los ramales Cadillar, Sacún,
Los Muertos y sub ramal La Cruz. Regre-
sa al pueblo donde visita altares de las
calles Sepúlveda, O’Donovan, Elías
Aguirre y Leoncio Prado. Luego se dirige
hacia el sur pasando por el ramal
Huartaco, el sub ramal Chorobal conti-
nuando hacia el asentamiento humano
Miramar; regresa pasando por los sub
ramales Huabalito y Palmera. Después
se encamina hacia el oriente siguiendo
el canal La General y pasando por el sub
ramal Bitín, el ramal Choc Choc, la Capi-
lla San José, encaminándose después
por el canal La General hasta la boca-
toma Santa Lucía, principal toma de agua
del río. Regresa siguiendo el canal Sun
hasta la carretera Panamericana desde
donde se encamina hacia el norte pasan-
do el puente sobre el río Moche desde
donde regresa a la ciudad visitando alte-
res ubicados en la Curva de Sun y el últi-
mo altar a la altura del Cruce del Gallo.
De este último altar, de la familia de R.
Ramos, ingresará en procesión apoteó-
sica a la ciudad de Moche.
Aspectos significativos de la caminata
son: el acompañamiento de las compar-
sas de diablicos danzantes, ofrendas de
productos agrícolas que los agricultores
efectúan de su propia cosecha, el cultivo y
cosecha de productos en la parcela desti-
nada a San Isidro, las cosechas que libre-
mente efectúan los diablicos en las cha-
cras de cualquier agricultor para ser ven-
didos a bajo precio el día 15 de mayo vís-
pera del día central, y el ceremonial espe-
cial en la toma de Santa Lucía en alusión
al rito del agua, fuente de vida y de prospe-
ridad en los trabajos agrícolas.
La comparsa de los diablicos, particu-
larmente, se presenta en las procesiones
por las calles de la ciudad, tanto al inicio
como al termino del peregrinaje. Sin em-
bargo, a petición de algunos altareros acom-
pañan en los oficios correspondientes a
su altar; esto significa realizar mayores
gastos económicos. En el año 2000 de 44
altares, sólo en cinco se apersonaron.
Viejos informantes recuerdan que la
cofradía de San Isidro tenía terrenos que
eran administrados por los directivos de
la organización. Otros informantes indi-
can que dichos terrenos eran de propie-
dad de los devotos que cedían volunta-
riamente al Santo y que esta costumbre
se ha ido perdiendo desde hace aproxi-
madamente 20 años. Los trabajos en di-
chos terrenos se hacía con participación
de todos los devotos y los productos se
destinaban al mercado para agenciarse
de fondos para la realización de gastos
de la fiesta. En 1994 por iniciativa del pin-
tor mochero don Pedro Azabache B. se
escenificó la leyenda de Isidro español
cuando era ayudado por un ángel en el
trabajo agrícola. Dicha representación se
efectúo con participación de agricultores
jóvenes y adultos en la perspectiva de
atractivo turístico.
En su recorrido por la campiña los cam-
pesinos ofrendan productos cosechados
de su campos, los que son colocados en
el anda. Son cualquier agricultor que sale
al camino con sus ofrendas en espera del
paso de la procesión, también son los
esperadores y altareros que distinguen
una muestra de cosechas para entregar-
los al santo. Dichos productos son des-
montados en cada altar y constituye la cuo-
ta de óbolos que aporta cada altarero. Los
productos que más frecuentemente se
ofrendan son: paltos, guabos, guanába-
na, plátanos y yuca. El Comité de Damas
de la Hermandad que acompaña todo el
recorrido por la campiña son las encarga-
das de registrar la cantidad y clase de pro-
ductos y venderlos en cada altar o llevar-
los al mercado de Moche. La gente está
atenta a estas ventas porque se trata de
cosas sagradas del santo, por lo que, ge-
neralmente, se expende a precios reduci-
dos “simbólicos”.
Otro aspecto que recuerdan los viejos
agricultores son las “cosechas” furtivas que
realizaban los diablicos en las diferentes
chacras los días 12 y 13 de mayo, según
dicen, bajo la licencia de San Isidro, por lo
que los agricultores tenían que soportar
estas “travesuras”. Todo lo recolectado lo
entregan a la comisión de damas que co-
mercializan el día 15, día central de la fies-
ta. En los últimos años esta actividad se
efectúa muy esporádicamente, según indi-
can, porque las cosechas no son tan abun-
dantes como en el pasado.
El ceremonial en la bocatoma de San-
ta Lucia es asumida por la Hermandad
quienes realizan todas las funciones de
altarero: contratan la presencia del sa-
cerdote para la realización de la misa
como ritual religioso correspondiente;
acondicionan el espacio para el ritual y
colocan el esqueleto del arco para ser
“vestido” por los padrinos; procuran en
coordinación con los padrinos salientes
a quienes los reemplazaran el año si-
guiente; y asumen el costo que deman-
da el agasajo a la concurrencia.
En forma similar, pero con mayor mag-
nificencia, la hermandad asume la res-
ponsabilidad de los rituales, agasajos y
banquetes los días 14, 15 y 16 de mayo.
LOS RITUALES Y LA FIESTA
DURANTE LOS DÍAS
CENTRALES
El día 14 de mayo dos parejas de pa-
drinos inician el “vestido del Arco de Fies-
53
ta”, ubicado en el anda de procesión, con
las mejores frutas adquiridas en los mer-
cados de Trujillo. Allí también se colocan
la Palana y el Bastón de Autoridad que
son, igualmente, adornadas por una pa-
reja de padrinos respectivamente. Los
directivos de la Hermandad dan la bien-
venida y recepción a los síndicos que son
los portadores del Inter durante el año en
la campiña y en Puerto Morín. El acto sim-
boliza la transferencia de funciones pues-
to que en adelante será la Hermandad la
encargada de las actividades principales.
Mientras tanto, se van preparando las
comparsas de diablicos danzantes pre-
paradas para la entrada triunfal de San
Isidro a la ciudad. En forma variable, al-
gunos años desfilan personajes lucien-
do la vestimenta tradicional de los
mocheros en coreografía acompañando
escenas costumbristas del labrador con
sus yuntas engalanadas con frutas y pro-
ductos agrícolas del lugar y jinetes en
caballos de paso. La procesión de entra-
da se inicia después del medio día in-
gresando a la plaza de armas al atarde-
cer bajo la algarabía celebrada con co-
hetes y bombardas. En la iglesia se cele-
bra la misa, mientras, también, disfrutan
del ambiente de fiesta los visitantes que
discurren por las calles donde se han es-
tablecido puestos de venta de diversos
tipos de comida, dulces traídos del norte
y toda clase de golosinas que ofrecen
vendedores ambulantes. Por los altopar-
lantes se anuncia e invita a participar del
baile social amenizado por conjuntos
musicales de moda. Antes de la media
noche se quemarán diversos juegos ar-
tificiales con lo concluye los actos oficia-
les del día de víspera.
El, 15 de mayo, se anuncia con
bombardas japonesas y veintiún camare-
tazos, el inicio de las actividades del “Día
Central”. Continuará con la venta de pro-
ductos agrícolas reunidos por los diabli-
cos y de las ofrendas recibidas por el
Santo durante su peregrinaje por la cam-
piña. La misa de fiesta tendrá lugar an-
tes del medio día presididos por los pa-
drinos del “arco de fiesta” de turno, quie-
54
nes a su vez tendrán ubicación preferen-
cial acompañando la procesión por las
principales calles de la ciudad. Las com-
parsas de diablicos danzantes, el públi-
co y devotos en general dan el colorido
religioso y festivo, como ritos de renova-
ción de fe que anualmente repite el pue-
blo. Luego se servirá el banquete ofreci-
do por la Hermandad a los devotos y
auspiciadores que han colaborado con
donaciones de diversa clase para hacer
posible los gastos que demanda la fies-
ta. En este agasajo destaca la “sopa teó-
loga” como comida ritual muy propia en
las fiestas religiosas en Moche. En la tar-
de se alternan actividades deportivas y
bailes sociales.
El último día de fiesta se inicia con la
romería al cementerio llevando ofrendas,
recuerdos y plegarias a los miembros de
la Hermandad fallecidos. Con dicho acto
se incluye en los ritos la participación de
todos los hermanos donde se disuelve
simbólicamente el umbral entre la vida y
la muerte. Con la misa de veneración se
concluye los ritos religiosos y finalmente
se procede a la entronización de la ima-
gen del Santo a su altar en la iglesia has-
ta las efemérides del año siguiente. Mien-
tras este ritual se realiza en la iglesia, en
la calle los diablicos enmascarados efec-
túan el balance de la participación de los
devotos en la realización de la fiesta. Pa-
rodian de manera jocosa leyendo el
“mando” donde se exagera los defectos
o limitaciones en las atenciones brinda-
das en los altares. Igualmente se san-
cionan con latigazos a los diablicos que
tuvieron mal comportamiento; y de otro
lado, se incorpora con el bautismo a los
nuevos danzantes que conformarán la
comparsa el año siguiente. Después el
Anda con el Arco de Fiesta es trasladada
por los danzantes diablicos enmascara-
dos al ambiente destinado para la fiesta
y banquete final. Allí se realiza el endo-
samiento del arco de frutas por los padri-
nos salientes a los nuevos padrinos.
Estos distribuyen los frutos al público en
general llevando gran parte para si y sus
parientes. Allí también se servirá el ban-
quete de agradecimiento de la Herman-
dad a los devotos altareros. Hasta hace
pocos años en este agasajo los altareros
entregaban las limosnas en dinero recau-
dados en sus altares. Actualmente estos
reportes se llevan a cabo el mismo día
en que San Isidro se encamina al siguien-
te altar. La fiesta continúa con baile so-
cial y confraternidad de los devotos, ami-
gos e invitados.
4. MANIFESTACIONES
ECONÓMICO SOCIALES DE
LA FIESTA DE SAN ISIDRO
LABRADOR
En 1997 se aplicó una encuesta a 60
representantes de familias, entre ellas 29
altareros y 31 esperadores. El objetivo fue
identificar las características socioeco-
nómicas de dichos representantes y de
sus familias, y la participación de sus in-
tegrantes y allegados en la realización de
la fiesta. Ambos propósitos con el fin de
comprender los cambios de las condi-
ciones sociales que implica la realización
de la fiesta propiamente.
CARACTERÍSTICAS SOCIO ECONÓ-
MICAS DE LOS ALTAREROS Y
ESPERADORES
La población nativa de Moche de gene-
ración en generación trasmiten su creen-
cias y prácticas religiosas en contextos de
unidades familiares grandes en base a fuer-
tes vínculos de parentesco y compadraz-
go. Siendo las familias predominantemen-
te nucleares, el parentesco, en esta comu-
nidad, todavía mantiene vigente su fuerza
integradora. Aun cuando en las dos últimas
décadas la presencia de migrantes se vie-
ne intensificando, esta intrusión es sólo fí-
sica y no propiamente sociocultural. Es
decir, los migrantes pueden estar ocupan-
do espacios –viviendas y chacras en la
campiña-, conviven con la población nativa
y pese que pueden participar de las fiestas
haciéndose incluso altareros o espera-
dores, mantienen distante todavía su dife-
renciación sociocultural.
De 42 familias comprometidas como
altareros y 68 familias como esperado-
res, aparte de las observaciones prolon-
gadas y entrevistas etnográficas, se ha
encuestado mediante un cuestionario a
60 jefes de familia o sus representantes
(29 altareros y 31 esperadores) cuyas
características económico sociales pre-
sentamos a continuación. Se debe des-
tacar que los entrevistados son los pro-
pios altareros o esperadores y en algu-
nos casos sus esposas o algún hijo (a)
mayor que por la edad avanzada de sus
progenitores han asumido la responsa-
bilidad de realizar los rituales y fiesta en
sus hogares. De los 60 informantes, 47
son mayores de 46 años y 13 tienen eda-
des que fluctúan entre 30 a 45 años.
Lugar de Residencia
El pueblo (ciudad) y la campiña son
los referentes significativos de residen-
cia del poblador mochero. Conservan su
vivienda y su chacra siendo intensa la ten-
dencia a salir a otras ciudades por moti-
vo de estudio y trabajo. En todo caso quie-
nes registran residencia frecuente en
Moche son los padres y abuelos. Los hi-
jos (as) casados con lugareños y extra-
ños, por necesidades de sobrevivencia
residen fuera, pero siempre están pre-
sente en los acontecimientos festivos de
carácter familiar o religioso.
Así tenemos que de los 60 entrevista-
dos, el 66.7% viven en la campiña, el
28.3% en el pueblo y el 5.0% en otro lu-
gar. Los esperadores más que los
altareros viven en la campiña con el
77.4% en relación al 55.2%; así mismo,
en mayor proporción residen en otro lu-
gar con el 6.5% en relación al 3.4%.
Entre el pueblo y la campiña existe una
integración significativa, puesto que, los
agricultores, si no tienen físicamente vi-
vienda en ambos lugares, comparten las
viviendas de sus parientes en uno u otro
sitio; o en el mejor de los casos, compar-
ten dichos espacios y sin restricciones
55
pueden designar como lugar de residen-
cia frecuente el campo o el pueblo.
Grado de Instrucción
Considerando que nuestros informan-
tes corresponden a los grupos genera-
cionales de abuelos y padres, el paradig-
ma de la educación escolarizada como
estrategia de cambio y ascenso económi-
co social muestra un retraso significativo.
La cercanía del pueblo de Moche a la ciu-
dad de Trujillo es significativamente ven-
tajosa en relación a otras comunidades
humanas tanto de la costa como de la sie-
rra y selva.
De 60 informantes el 56.7% sólo tie-
nen primaria completa o incompleta, el
26.7% tienen algún nivel de instrucción
secundaria y el 16.7% han alcanzado al-
gún nivel de instrucción superior. Estas
tendencias son similares entre en los
grupos de altareros y esperadores, mos-
trando mayores niveles entre los
altareros. Aquí encontramos que el 20.7%
tienen instrucción superior en relación al
12.9% del grupo de esperadores.
La relación instrucción educativa y
conservación de las tradiciones religio-
sas en la forma dispendiosa con que
celebran en Moche podría verse como
contradictoria. El supuesto de que a ma-
yores niveles de instrucción educativa
debería corresponder menos tradiciona-
lidad, ha sido motivo de muchas investi-
gaciones y debates. Un componente que
contribuye a mantener las creencias reli-
giosas y prácticas tradicionales con fes-
tividad onerosa, en la tradición judeo cris-
tiana y, particularmente, católica. La con-
cepción de la deidad protectora ha gene-
rado y acentuado valores culturales que
propician actitudes de dependencia. La
expectativa de “favores” a través de los
milagros estimula el despliegue de ritos
y ofrendas que a su vez evita los “casti-
gos”. Los devotos, denominación con que
se identifican tanto los altareros como los
esperadores, refieren con acentuada con-
56
vicción testimonios de familiares, parien-
tes y allegados acerca de acontecimien-
tos que propiciaron milagros y castigos
regulando de ese modo el comporta-
miento cultural de los miembros de la
familia y de la comunidad.
Y no es sólo la expectativa de premios
o el temor a los castigos, sino básica-
mente, la instrumentación de un meca-
nismo ideológico que propicia seguridad
para acometer acciones y enfrentar las
contingencias que depara la lucha por la
existencia social en contextos agresivos,
discriminadores y excluyentes del mun-
do moderno urbanizado.
Estado Civil
El contexto social de la organización y
realización de la fiesta de San Isidro en
Moche parte de la organización básica: la
familia. En torno a ella se edifica Herman-
dad y las comisiones de trabajo corres-
pondientes. Cada participante en cuales-
quiera de las actividades representa a la
familia de algún devoto. La participación
de la persona está en función directa de
la familia. Por tanto el concepto de fami-
lia, su constitución y su adscripción a ella
es significativa.
De nuestros 60 entrevistados, 10 son
solteros (16.7%) que en representación
de sus progenitores ofrecieron informa-
ción acerca de cómo la familia asume la
responsabilidad de la condición de ser
altarero o esperador. El 70% son casa-
dos y sólo uno, el 1.7% es conviviente.
Obsérvese la significación importante del
matrimonio, situación que se manifiesta
tanto entre altareros como en espera-
dores y de modo general en las familias
de la población de Moche.
La celebración de fiestas religiosas y
otras de carácter familiar no sólo congrega
a la familia, parientes y allegados, sino que
también compromete en su realización
mediante aportes económicos y apoyo en
la logística que demanda la concurrencia
 C.6: Lugar de Residencia de Altareros y Esperadores

Lugar Altarero Esperador Total

Residencia Núm. % Núm. % Núm. %
En Chacra 16 55,2 24 77,4 40 66,7
En Pueblo 12 41,4 5 16,1 17 28,3
Otro Lugar 1 3,4 2 6,5 3 5,0
TOTAL 29 100,0 31 100,0 60 100,0

Fuente: Registro de información de campo 1997

C.7: Grado de Instrucción

Grado Altarero Esperador Total

Instrucción Núm. % Núm. % Núm. %
Primaria 16 55,2 18 58,1 34 56,7
Secundaria 7 24,1 9 29,0 16 26,7
Superior 6 20,7 4 12,9 10 16,7
TOTAL 29 100,0 31 100,0 60 100,0

Fuente: Registro de información de campo 1997

de mano de obra. El sentido de coopera- ello le agregamos 3 familias que tienen

ción familiar e interfamiliar se hace explíci-
to reciprocando beneficios diversos no ne-
cesariamente materiales o económicos.
Tamaño Familiar
Las responsabilidades sociales asu-
midas por las familias en Moche puede
sustentar la tesis de la persistencia de la
familia numerosa y la tendencia de su
empequeñecimiento por impacto de la
urbanización y modernidad. El ideal de fa-
milias grandes o la noción de la riqueza
relacionado al mayor número de hijos en
los medios rurales, se encuentra en ace-
lerado proceso de cambio en Moche. Sin
embargo, la función social de la fiesta y
sus implicancias en diferentes órdenes
de la vida social, presenta relevancia.
De los 60 entrevistados 15 (25.0%)
familias tienen de 3 a 5 miembros, si a
hasta dos miembros, tenemos que el
30.0% son familias con 5 o menos miem-
bros. El 70.0% restante tienen de 6 a 11
miembros, destacando el 45.0% las fa-
milias con 6 a 8 personas. En consecuen-
cia el promedio de 7 personas por fami-
lia se encuentra por encima del prome-
dio del medio urbano en Trujillo que lle-
ga a 5 personas por familia.
Ocupación Principal de los Jefes de
Familia
Era de esperarse que los celebrantes
de la fiesta de San Isidro Labrador fueran
casi en su totalidad agricultores, o tuvie-
ran esta actividad como principal. Nuestra
hipótesis refiere que la actividad agrícola
está perdiendo importancia en la econo-
mía familiar, encontrándose los jefes de
familia y sus integrantes incursionando en
otras actividades mayormente vinculadas
a la vida urbana.

57
 C.8: Estado Civil
Estado Altarero Esperador Total
Civil Núm. % Núm. % Núm. %
Soltero 7 24,1 3 9,7 10 16,7
Casado 18 62,1 24 77,4 42 70,0
Conviviente 1 3,2 1 1,7
Viudo 2 6,9 3 9,7 5 8,3
s.r. 2 6,9 2 3,3
TOTAL 29 100,0 31 100,0 60 100,0

Fuente: Registro de información de campo 1997

C.9: Tamaño Familiar

Número Altarero Esperador Total

miemb / fam. Núm. % Núm. % Núm. %
0 a 2 1 3,4 2 6,5 3 5,0
3 a 5 5 17,2 10 32,3 15 25,0
6 a 8 13 44,8 14 45,2 27 45,0
9 a 11 10 34,5 5 16,1 15 25,0
TOTAL 29 100,0 31 100,0 60 100,0

Fuente: Registro de información de campo 1997

Los informantes recuerdan que hasta
los años 80 sentían la escasez de agua
de riego, pese que como se ha hecho
referencia, las tierras estaban siendo
destinadas a la fabricación de ladrillos.
Con el apoyo del segundo gobierno del
Arq. Fernando Belaúnde Terry lograron la
instalación y equipamiento de 8 pozos
tubulares, Después con el gobierno
aprista de Alan García consiguieron me-
jorar la infraestructura de riego revistien-
do los canales de primer y segundo or-
den con material noble. Actualmente los
pozos no son necesarios, habiéndose
desimplementado. A ello ha contribuido
la influencia de la irrigación Chavimochic
que sin haberse realizado obra o servicio
alguno para la campiña, los está benefi-
ciando indirectamente. Pues las filtracio-
nes de los terrenos irrigados desde el
canal madre, discurren al cause del río
Moche que necesariamente va hacia la
bocatoma Santa Lucía de Moche (ace-
quia La General), de tal modo que el sis-
tema de riego por mitas se ha cambiado
por el sistema de turnos en función a la
mayor disposición del líquido elemento.
Aun en estas condiciones, la agricultura
para los mocheros está perdiendo impor-
tancia en sus economías familiares. Al-
gunos agricultores manifiestan que si
bien ahora el agua de riego no falta, sin
embargo, no hay apoyo en créditos, los
sembríos necesitan muchos gastos por
lo que prefieren es vender las tierras para
ladrillos o sembrar algo para el consu-
mo de la familia.
De los 60 entrevistados, 24 (40.0%)
indicaron la agricultura como actividad

58
principal. El 60% restante tienen activida-
des predominantemente urbanos, como
artesanos y en la línea de servicios. La
mecánica, la artesanía propiamente y la
albañilería comprende el 37.0% . La acti-
vidad comercial la realizan el 11.7%. Acti-
vidades de mayor calificación como el de
profesor o empleado ejecutan el 6.6% de
los entrevistados. Del total de informan-
tes, sólo 14 (23.3%) manifestaron tener
otra actividad como secundaria. Aun cuan-
do esporádicamente colaboran en las
actividades agrícolas o en el cuidado de
los animales domésticos, únicamente 8
(13.3%) expresaron la agricultura como
actividad secundaria. Estas tendencias
de cambio ocupacional son más procli-
ves entre los descendientes de la tercera
generación actual. Los padres promueven
y apoyan para que sus hijos alcancen al-
gún nivel de calificación técnico o profe-
sional para abrirse camino en la ciudad.
Estas nuevas alternativas, pues, ratifican
los planteamientos de nuestra hipótesis.
Antigüedad como Altarero y Esperador
En Moche la herencia cultural también
se expresa en responsabilidades com-
partidas como persona y como miembro
de la familia y de la comunidad. En lo con-
cerniente a la celebración de las fiestas,
como personas tienen la convicción de
su devoción, lo que posibilita la sucesión
de las responsabilidades que conlleva la
realización de ritos, ceremonias y la fies-
ta de San Isidro. Como integrantes de la
familia y la comunidad, denota su fuerza
integradora que obliga socialmente a sus
miembros continuar con la tradición. Así
de generación en generación se van in-
corporando al plano de la realización de
responsabilidades, en este caso, de ca-
rácter religioso.
Encontramos que un 33.3% de los in-
formantes tienen menos de 5 años en el
ejercicio de continuar con las costumbres
religiosas heredadas de sus padres.
Casos excepcionales como la familia
Manucci, ajeno a la comunidad, pero con
propiedades de tierra en la campiña,
muestra indicios de incorporación de fa-
milias extrañas a la condición de altareros
o esperadores. En este segmento es sig-
nificativo el grupo de esperadores que en
el 41.9% tienen menos de 5 años como
tales. Los informantes con más de 21
años en su condición de altareros y
esperadores están representados por el
18.3%, fluctuando dicha proporción en
ambos grupos. El hecho que existan pro-
porcionalmente responsables de la fies-
ta en los diferentes periodos de antigüe-
dad, garantiza en parte la continuidad de
esta tradición en Moche.
Los informantes reconocen que año tras
año las posibilidades para afrontar los gas-
tos de la fiesta son más difíciles. Esta situa-
ción, en parte, ha flexibilizado las normas
que por costumbre se practicaban. Una
muestra de ello es que a partir los primeros
años de la década del 90 estén aceptando
la incorporación de nuevos altareros y
esperadores lo que no se permitía hasta
entonces. Este es otro factor, también, por
que entre nuestros informantes hay con
menos de cinco años de antigüedad.
Motivaciones para ser “Altarero” y
“Esperador”
Hay relación directa entre continuidad
de la fiesta y las motivaciones para asu-
mir las responsabilidades para su reali-
zación. Entre herencia y decisión volunta-
ria, no resulta claro el límite, porque am-
bos tienen como común denominador el
proceso de endoculturación por el cual
desde niños han ido tomando concien-
cia de los valores religiosos como pau-
tas de lo ético y lo moral. Es como la ar-
gamasa que une o hasta suelda las
interrelaciones personales y familiares,
afirmándolos como contexto para el res-
to de actividades económico sociales.
Cómo estas motivaciones y continui-
dad se asocian con las expectativas no
necesariamente agrícolas de la población
de Moche. Si las motivaciones son con-
sistentes que están propiciando la incor-
59
 C.10: Ocupación Principal de los Jefes de Familia

Ocupación Altarero Esperador Total

Principal Núm. % Núm. % Núm. %
Agricultor 11 37,9 13 41,9 24 40,0
Mecánico 4 13,8 4 12,9 8 13,3
Artesano 4 13,8 5 16,1 9 15,0
Albañil 2 6,9 2 6,5 4 6,7
Comerciante 2 6,9 5 16,1 7 11,7
Empleado 1 3,4 1 3,2 2 3,3
Profesor 1 3,4 1 3,2 2 3,3
Cocinero 1 3,4 1 1,7
Estudiante 3 10,3 3 5,0
TOTAL 29 100,0 31 100,0 60 100,0

Fuente: Registro de información de campo 1997

C.11: Antiguedad como Altarero y Esperador

Antigüedad Altarero Esperador Total

Años Núm. % Núm. % Núm. %
0 a 5 7 24,1 13 41,9 20 33,3
6 a 10 7 24,1 5 16,1 12 20,0
11 a 15 5 17,2 3 9,7 8 13,3
16 a 20 4 13,8 5 16,1 9 15,0
21 a + 6 20,7 5 16,1 11 18,3
TOTAL 29 100,0 31 100,0 60 100,0

Fuente: Registro de información de campo 1997

poración de nuevos devotos como En el cuadro se aprecia que el 48.3%

altareros y esperadores, es de entender
que la intermediación del Santo está en
función de la realidad campesina y sus
derivaciones ocupacionales como estra-
tegias de sobrevivencia. El carácter cam-
pesino de la población mochera es ple-
namente vigente, por cuanto los integran-
tes de la familia, aun cuando estén labo-
rando en diferentes actividades y otras
ciudades, se nuclean en torno a la fami-
lia grande y sus ancestros.
de los informantes han decidido ser
altareros o esperadores por propia vo-
luntad, en tanto que el 35.0% señalan que
continúan con estas responsabilidades
por herencia. Un 16.7% manifiestan otras
motivaciones, entre las que destacan la
inducción de sus parientes y el propósito
de alcanzar alguna mejora en vida per-
sonal y familiar. En definitiva estas opcio-
nes implican también algún nivel de con-
vicción y decisión voluntaria.

60
 Comparando las motivaciones entre
altareros y esperadores tenemos que en-
tre los primeros es más significativo la
herencia con el 44.8%, mientras que en-
tre los esperadores predomina la deci-
sión voluntaria con el 54.8%. Estas varia-
ciones pueden explicarse por la magni-
tud y trascendencia de dichos cargos,
asociados a ello el despliegue de mayo-
res recursos. En consecuencia, se asu-
me el cargo de altarero como responsa-
bilidad del peso familiar, en este caso
determinado por la herencia, en tanto que
el cargo de esperador, no requiriendo
gastos significativos mayormente puede
sensibilizar la decisión voluntaria.
La decisión y la elección se extiende al
entorno social referido a la ampliación del
séquito de compadres que en número de
tres parejas, generalmente, de esposos
apadrinan el Arco de Frutas de su altar,
por lo que asumen los gastos correspon-
dientes en lo que llaman “vestir el arco”.
Los Padrinos del Arco de Frutas de
los Altares
Asumir la responsabilidad de altarero
implica evaluar las posibilidades econó-
micas y, particularmente, la amplitud de la
base parenteral que constituirá la base
para la elección de padrinos, en este caso
del “Arco de Frutas”. Con dicho ceremo-
nial se instituye el compadrazgo que
refuerza el vinculo del parentesco o se
amplia al parentesco “artificial”. Entre am-
bos se da el tácito acuerdo de la reciproci-
dad como mediación. Por un lado, el
altarero se asegura de encontrar
sufragantes de los gastos que demanda
“vestir el arco” con las mejores frutas; y de
otro lado, los padrinos deben sentirse
honrados de ser valorados en su
autoestima al ser incorporados en la am-
plia red de relaciones de estas familias
de agricultores, así mismo son personas
a las que se les brindará los principales
agasajos y serán siempre muy bien con-
siderados de acuerdo a las normas que
conlleva el compadrazgo. Veamos las pre-
ferencias en la elección de padrinos.
Considerando respuestas múltiples
por cuanto los altareros tienen padrinos
de sus arcos para cada año, las mayores
frecuencias de padrinos son amigos, o
amigos y parientes con el 41.4% para cada
caso. Únicamente familiares y parientes
son para el 37.9%, y preferentemente ex-
traños para el 20.7% de los altareros.
El cambio es notorio, pues nuestros
informantes refieren que en años pasados
los padrinos eran casi exclusivamente pa-
rientes o sus propios familiares. Estos te-
nían cuidado de elegir como sus reempla-
zantes a otros parientes que de alguna for-
ma estaban en el circulo de parientes del
altarero. El hecho que los hijos y la paren-
tela en general hayan emigrado a otras ciu-
dades posibilita a éstos nuevas amistades
a quienes se confía el padrinazgo de sus
arcos de frutas. Esta situación se aprecia
en las generaciones de jóvenes. En el cua-
dro se muestra que los altareros menores
de 45 años tienen en mayor proporción pa-
drinos de sus arcos entre parientes y ami-
gos, sucediendo lo contrario entre los
altareros mayores de 46 años que en ma-
yor proporción son familiares o parientes:
39.1% en relación al 33.3%.
Ritos, Atenciones y Agasajos Ofren-
dados por los Altareros y Esperadores
Los altareros durante dos días tienen
que efectuar rituales y convites en su vi-
vienda donde han instalado el altar a modo
de Arco de Frutas para hospedar a San Isi-
dro. Como puede comprenderse dichos
compromisos demanda el despliegue de
recursos monetarios y de mano de obra a
quienes no se retribuye con dinero sino con
la afirmación reciproca de los lazos de pa-
rentesco o amistad. No pueden eludir los
convites el día de llegada y el día de la par-
tida del santo. Lo que varía en todo caso es
la sencillez o cierta ostentación en las aten-
ciones. Aparte de la clase y tipo de comida
que puede ser un “guiso de carne” con a
arroz o yuca a manera de “cabrito guisado”
o la “sopa teóloga”, comida típica para los
rituales y fiestas de todo orden aconteci-
miento importantes en Moche, que en este
61
 C.12: Porqué somos Altarero o Esperador
Motivo Altarero Esperador Total
Núm. % Núm. % Núm. %
Herencia 13 44,8 8 25,8 21 35,0
Su voluntad 12 41,4 17 54,8 29 48,3
Otro Motivo 4 13,8 6 19,4 10 16,7
TOTAL 29 100,0 31 100,0 60 100,0

Fuente: Registro de información de campo 1997

C.13: Quiénes son los Padrinos del Arco de Frutas

Altarero menor de Altarero mayor de

Total
Padrinos 45 años 46 años
Son Núm. % Núm. % Núm. %
Familiares y
Parientes 2 33,3 9 39,1 11 37,9
Amigos 3 50,0 9 39,1 12 41,4
Parientes y
amigos 4 66,7 8 34,8 12 41,4
Extraños 6 26,1 6 20,7
S.R. 3 50,0 3 10,3
TOTAL (%) 6 (100,0) 23 (100,0) 29 (100,0)

Fuente: Registro de información de campo 1997

C.14: Clase de Atenciones Brindadas por Altareros y Esperadores

Atenciones Altarero Esperador Total

Casos % Casos % Casos %
Comida 29 100,0 20 64,5 49 81,7
Chicha 28 96,6 20 64,5 48 80,0
Juegos Artif. 21 72,4 14 45,2 35 58,3
Misa 26 89,7 4 12,9 30 50,0
Resador 9 31,0 5 16,1 14 23,3
Fiesta 16 55,2 4 12,9 20 33,3
Otro 3 10,3 7 22,6 10 16,7
TOTAL (%) 29 (100,0) 31 (100,0) 60 (100,0)

Fuente: Registro de información de campo 1997

62
caso se ofrece a la comitiva oficial y los
participantes del peregrinaje, tienen que
acondicionarse de una dotación de “chicha
de jora” preparada con anticipación y aten-
der con comida a sus compadres y padri-
nos del Arco de Frutas que durante los dos
días visitan su hogar. Hay altareros que ofre-
cen espectáculo de juegos artificiales y
sufragan la presencia de los danzantes
“Diablicos Enmascarados”
Los esperadores en ceremonia más
sencilla el día de tránsito de San Isidro de
un altar a otro, acogen en su hogar a la
comitiva y peregrinos por el lapso de aproxi-
madamente 30 minutos en que se realiza
una paraliturgia o una misa con presen-
cia del sacerdote y el convite respectivo.
Después que el santo y sus acompañan-
tes continúan su recorrido, los amigos y
familiares del esperador participan de una
fiesta casi estrictamente familiar.
En el cuadro se aprecia que el 81.7% y
el 80.0% de los entrevistados ofrecen co-
mida y chicha respectivamente. Estas
manifestaciones son más estrictas entre
los altareros, pues el 100% ofrece comi-
da y el 96.6% sirve chica. En el caso de los
esperadores estos porcentajes son infe-
riores, con el 64.5% en ambos servicios.
Tendencias similares se observa con las
otras atenciones. Del total de informantes
el 58.3% queman juegos artificiales, el
50.0% ofrecen misa y el 33.3% realizan
fiesta. Como se indicó estas atenciones
son más frecuentes entre los altareros.
Contribuyentes en la Realización de
la Fiesta
Como puede deducirse las atenciones
que brindan los altareros y esperadores
demandan significativos recursos mone-
tarios. Se estima que los altareros hacen
gastos que fluctúan entre los 100 nuevos
soles llegando en algunos casos hasta
mil o mil quinientos nuevos soles. Sin
embargo, se estima que el promedio bor-
dea alrededor de 350 a 400 nuevos soles,
equivalente a 100 y 115 dólares.
Los padrinos, por pareja, gastan entre
200 a 250 nuevos soles en la compra de
frutas de mejor calidad que encuentran en
los mercados de la ciudad de Trujillo, por
lo que, el “vestir el arco de frutas” cuesta
entre 600 a 750 nuevos soles.
Los altareros anualmente tienen que
efectuar dichos gastos, por lo que antici-
padamente separan un ternero u ovinos
para la siguiente fiesta y comprometen a
sus hijos, su esposa y otros parientes para
que contribuyan con los gastos y el traba-
jo que demanda múltiples actividades.
Tanto en el caso de altareros y
esperadores los hijos contribuyen, en pri-
mer lugar, con los gastos en el 60.0% de
los informantes, siendo en mayor propor-
ción entre los altareros con el 65.5% en
relación al 54.6% de los esperadores. En
segundo lugar, los cooperantes son los
parientes en el 25.0% de los informantes.
Los entrevistados destacan, de otra parte,
la colaboración de la esposa en quien recae
prácticamente casi todas las responsabili-
dades de los trabajos de atención a los
visitantes. En esta perspectiva la concurren-
cia de la parentela de la esposa tiene ma-
yor significación en los trabajos de cocina y
atención con el servicio de menaje.
DISCUSIÓN DE
RESULTADOS
La pérdida de importancia de la agri-
cultura en la economía familiar en Moche
y su sustitución por otras predominante-
mente urbanas, y de otro lado, la intensi-
dad y creciente participación de la pobla-
ción en la celebración de las fiestas reli-
giosas, particularmente de San Isidro La-
brador, se explica desde dos perspecti-
vas, pero a partir del comportamiento
sociocultural del poblador.
La excesiva fragmentación de la tierra
agrícola hasta unidades productivas me-
nores de una hectárea demuestra en los
hechos las grandes dificultades para la
opción del desarrollo agrario en estas con-
63
 C.15: Quiénes ayudan a sufragar los gastos de la Fiesta
Fuentes Altarero
Núm. % Núm.
Sus Hijos 19 65,5
Parientes 7 24,1
Compadres 5 17,2
Esposa (o) 7 24,1
Otros 3 10,3
S.R.
TOTAL (%) 29 (100,0)
Fuente: Registro de información de campo 1997
diciones. Sólo altos niveles de calificación
tecnológica entre los campesinos haría
posible el aprovechamiento racional de tan
escasas tierras. El cultivo de hortalizas es
una opción que en algunos sectores se
está implementando y no precisamente por
los agricultores mocheros, sino por
migrantes de la sierra. La floricultura po-
dría ser otra opción orientada a la exporta-
ción regional e internacional con una de-
manda local creciente en la ciudad de
Trujillo. En estas circunstancias, no habien-
do oportunidad para que el campesino al-
cance dichos niveles tecnológicos, ¿qué
orientaciones están emprendiendo para
alcanzar su propio bienestar y desarrollo?.
La migración es la alternativa más inme-
diata. Es importante la profesionalización y
calificación técnica en sectores reducidos
de la población. Sin embargo es predomi-
nante los bajos niveles de escolaridad he-
cho que denotan la calificación laboral in-
termedia y la ocupación de puestos de tra-
bajo mayormente artesanales o en activi-
dades marginales terciarias.
Estas condiciones técnicas de califi-
cación para el trabajo, que podría se cata-
logada como inconsistente y hasta preca-
ria, posibilita la creación de formas
sincréticas que trasunta la esfera estricta-
mente religiosa, reorientando el sistema
de creencias hacia otros fines. Así tene-
64
Esperador Total
% Núm. %
17 54,8 36 60,0
8 25,8 15 25,0
2 6,5 7 11,7
7 22,6 14 23,3
4 12,9 7 11,7
3 9,7 3 5,0
31 (100,0) 60 (100,0)
mos que la asociación del culto de San
Isidro con la agricultura se transfiere a las
diversas actividades que el creyente aco-
metiera. En consecuencia, la intensidad
de la convicción y el despliegue de ritua-
les y dispendios que se aprecia en la ce-
lebración de la fiesta, está asociada a ac-
tividades con mayores riesgos y contin-
gencias en ámbitos desconocidos, pues-
to que constituyen nuevos espacios de
acción. La ampliación de alternativas ocu-
pacionales fuera del ámbito local, igual-
mente, amplia el contexto perceptivo de
dominio. En este caso, la cohesión fami-
liar y su estructura grande fortalecida por
la consistencia de la relaciones de paren-
tesco y el compadrazgo, es el soporte so-
cial estratégico disponible para su incur-
sión en otros espacios socioeconómicos.
Desde la perspectiva del entorno re-
gional y nacional caracterizada por la
implementación de políticas que acentúan
el desarrollo desigual del campo y la ciu-
dad, las poblaciones rurales como Moche
tienen la alternativa de migrar, y de modo
particular, dinamizar el proceso de urbani-
zación del antiguo pueblo convirtiéndola
en lo que es actualmente la ciudad de
Moche. El proceso de urbanización está
alcanzando también a la campiña, dado
su proximidad y su ubicación dentro del
hinterlad de la ciudad metropolitana de
Trujillo. Es decir, la dinámica de desarro-
llo de la metrópoli está aglutinando a su
entorno más cercano, encontrándose en
dicha situación Moche. Pese a estas con-
diciones favorables, la población, como se
ha visto, tiene rasgos predominantemen-
te rurales con persistencia de tradiciones
socioculturales propias.
El problema de desarrollo desigual, es
afrontado por las propias poblaciones, si-
tuación que permite afirmar identidades
locales que en forma emergente adquie-
ren notoriedad en el espectro de la moder-
nidad urbana de la ciudad. Pese que la lle-
gada de migrantes a la campiña y a la ciu-
dad de Moche diluye el perfil demográfico
nativo, puede convertirse en una expresión
de “invasión” como ocurre en la caleta de
pescadores de Huanchaco. Pero en el caso
de Moche, de migrantes rurales y de secto-
res sociales que en forma simplificada se
define como medios bajos o bajos altos;
es decir, mestizos “cholos” de origen cam-
pesino que en el ámbito costeño están
incursionando en diferentes actividades
artesanales, técnicas, profesionales y co-
merciales. Así mismo, desde Moche hay
un proceso que podríamos llamar de dis-
persión de su población, en la medida que
éstos migran a otras latitudes, como se ha
dicho, en busca de alternativas ocupacio-
nes y oportunidades de desarrollo. Esta si-
tuación que podría hacer ver, a ciertos sec-
tores de analistas, como destrucción de
las identidades locales, es, desde otra pers-
pectiva, el proceso de transformaciones del
pueblo a partir de sus propios sistemas
socioculturales, por el hecho que no pue-
den prescindir de los impactos de la mo-
dernidad envolvente y dominante. En este
proceso, es necesario comprender, que
soportes culturales perduran, cómo estos
adquieren nuevas expresiones y que as-
pectos nuevo incorporan y cómo los recrean
en sus propias matrices
Esta manifestación sociocultural de la
realidad peruana, se aprecia de modo sin-
gular en Moche. La estructura y la concep-
ción de lo que es la familia y sus
interrelaciones constituye la infraestructu-
ra orgánica básica para la persistencia,
continuidad y emergencia sociocultural. La
alianza y complementariedad de la estruc-
tura social e ideología, en consecuencia,
se reconstituyen, se renuevan, se fortale-
cen en los acontecimientos festivos. Los
rituales que practican en tales aconteci-
mientos, no son estrictamente religiosos,
sino que también tiene connotación
operativa y práctica, conlleva propósitos de
fortalecimiento, unión, colaboración fami-
liar e interfamiliar.
CONCLUSIONES
1. La realización de la fiesta es la expre-
sión persistente de la conjunción de
la ideología religiosa y la organización
social como base del proceso de
transformación sociocultural de la po-
blación de Moche y su articulación con
el contexto del mundo globalizado.
2. La base sociocultural campesina en
Moche es el espectro de las trans-
formaciones económicas y sociales
de la familia como unidad socioeco-
nómica y de la comunidad en su con-
junto, caracterizada por la perdida de
importancia de las actividades agrí-
colas por otras de carácter urbano.
En tal sentido, la continuidad y creci-
miento de la devoción y fervor en la
realización de la fiesta de San Isidro
Labrador, trascienden la agricultura
hacia elresto de actividades ocupa-
cionales de la familia y población en
general.
RECOMENDACIONES
1. Investigar, en qué condiciones socia-
les y culturales los migrantes de pre-
cedencia campesina abren alterna-
tivas ocupacionales en los espacios
urbanos y cómo configuran manifes-
taciones culturales emergentes
2. Investigar, cómo emergen identida-
des locales en ámbitos predominan-
temente urbanizados.
65
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66
 VIGENCIA DE LOS ESTUDIOS DE
PARENTESCO ANDINO EN EL PERU
RESUMEN
En este ensayo se puntualiza la vigen-
cia de los fundamentos socio – culturales
de los estudios del parentesco andino en
el Perú. Se esgrime dos dimensiones de
análisis. La primera, desde una perspec-
tiva general, sobre los estudios pioneros
y los enfoques teóricos sobre el paren-
tesco andino quechua, y la segunda, des-
de una perspectiva particular, que se re-
fiere a los estudios de parentesco realiza-
dos principalmente en el contexto andino
rural de las comunidades campesinas; y
algunas experiencias de trabajos descrip-
tivos de las zonas urbanas populares.
La descripción puntualizada recoge
los informes y monografías de la diversi-
dad de estudios y las variables centrales
que comprenden el análisis del paren-
tesco andino de las sociedades y las cul-
turas quechuas y aymaras.
Los aspectos concluyentes se centran
en que las relaciones de parentesco y las
diversas formas de alianzas, sustentan la
continuidad y regulación de los diversos
modos de intercambio que se producen
en la estructura social de las comunida-
des andinas rurales de nuestro país.
La existencia de pocas investigacio-
nes sobre el parentesco andino urbano
en nuestro país refleja el limitado interés
por su estudio; sin embargo estos mis-
mos estudios, desde el análisis de los
WADSON PINCHI RAMÍREZ
cambios sociales migratorios destacan la
nueva configuración de las ciudades ur-
banas, principalmente costeñas, toman-
do como variable de análisis la función
del parentesco en la reproducción de es-
trategias familiares de supervivencia y su
extensión y flexibilidad en nuevas formas
de acción. Falta profundizar el estudio del
papel del parentesco en la construcción
de nuevas redes sociales en contextos
globales.
1. INTRODUCCION
El estudio del fundamento sociocultural
del parentesco no es un tema nuevo, su
análisis e interpretación está unida al pro-
ceso de construcción teórica y metodo-ló-
gica de las ciencias sociales, en particular
de la sociología y la antropología donde se
han ido perfilando tendencias.
En la literatura antropológica existen
enfoques que ponen en duda la universa-
lidad del criterio biológico de la procrea-
ción y reproducción como sustento de la
vida humana en general. Por lo tanto nie-
gan que sea la base de la universalidad
del parentesco como sistema. En esta
tendencia, se puede ubicar a Rodney
Needham y David Shneider como los más
saltantes. Ellos llegan a negar la existen-
cia del parentesco en base a que no exis-
ten dos sociedades que otorguen el mis-
mo significado a supuestos tales como:
el sexo, la filiación, la concesión de dere-
chos, obligaciones que acompañan a esta
institución.
 Pero, en las ciencias antropológicas, a
decir de Juan Ossio (1992), dichas postu-
ras, un tanto extremas, han ido quedando
relegadas y sin sustento científico, ya que
en toda organización social la estructura del
parentesco, a partir de los elementos físi-
cos de reproducción comunes a los seres
humanos, cumple propósitos sociales.
Estas aseveraciones se sustentan en
los planteamientos de Ernest Gellner, que
sostiene que la estructura del parentesco
tiene que ver con un patrón de relaciones
físicas usado para propósitos sociales.
Para él, se trata de «...la manera en que
un criterio físico es usado para seleccio-
nar miembros a un grupo y la adscripción
de derechos, obligaciones, etc...» (Citado
por Ossio, J.; 1992:175).
En este sentido, ratificando las tesis
anteriores, se precisa, que «El criterio físi-
co en cuestión no es otra cosa que la re-
producción de los seres humanos y la filia-
ción genética que se deriva de ella. Es pues
sobre esta base material, común a todos
los hombres, que las sociedades selec-
cionan algunos aspectos para sus propios
fines. Por consiguiente, el fundamento cul-
tural del parentesco radica precisamente
en esta selección que permite la existen-
cia de una gran variedad de significados y
comportamientos,...»(Ossio,J.; 1992:175).
De aquí se desprende por qué es im-
portante tomar en cuenta la estructura y
función del parentesco, si queremos com-
prender la organización de la vida social o
doméstica en cada cultura, a través de las
pautas de comportamiento de los indivi-
duos, determinadas por dicha institución.
Por consiguiente, para estudiar al pa-
rentesco, como una unidad social integra-
da, es necesario tener en cuenta que to-
dos los elementos que lo configuran, y que
se expresan mediante reglas determina-
das, implican básicamente relaciones de
filiación (unilineal, patrilinial, matrilinial y
bilateral), apelación (manera cómo los
diferentes parientes se llaman), alianza
68
(endogamia, exogamia, alianza matrimo-
nial y parentesco espiritual o ceremonial),
residencia (matrilocal, avunculocal,
neolocal, virilocal, uxorilocal, natolocal y
bilocal) y de actitud (relacionado directa-
mente con el tipo de filiación).
En este contexto, existen algunas so-
ciedades que en su interacción social to-
man muy en cuenta la realidad física y que
tienden a privilegiar aquellos vínculos que
guardan correspondencia con las descen-
dencias o filiación, mientras que hay otras
que prefieren pasar por alto y dan más
peso a los que se derivan de las alianzas
matrimoniales. Pero, también, hay socie-
dades que relegan los vínculos de estos
dos elementos constitutivos, a espacios
socio-culturales más reducidos y privile-
gian aquellos que se derivan del ejercicio
de opciones voluntarias e individuales.
Siendo la sociedad peruana una muestra
de esta heterogeneidad de interacción so-
cial, tanto en el ámbito rural como urbano.
Por tales motivos, el estudio del pa-
rentesco en la realidad peruana sigue vi-
gente, porque sólo así podemos explicar-
nos por qué la sociedad tradicional y la
cultura andina pervive, se recrea y se pro-
yecta dentro de la sociedad global domi-
nante de nuestros tiempos.
Y como parte de esta vigencia, el estu-
dio del parentesco andino y de las institu-
ciones sociales relacionadas con él
(alianzas matrimoniales, reciprocidad, re-
glas de filiación o descendencia, ideolo-
gía simbólico-ritual, etc.) es importante y
necesario, ya que esta perspectiva
antropológica contribuye a entender «des-
de adentro» los «enigmas» de las comu-
nidades andinas rurales y su recreación
en las comunidades urbanas del país.
En el presente artículo nos referimos
de manera general a los estudios de pa-
rentesco principalmente los que se han
realizado en el contexto andino rural, y al-
gunas experiencias de trabajo sobre esta
temática que se han ejecutado o se viene
insistiendo en las zonas urbano – popu-
lares, en particular.
En éste trabajo de manera particular,
describimos la diversidad de estudios y
las variables centrales que comprenden
el análisis del parentesco andino a partir
de las referencias de investigaciones y
monografías que se refieren a las socie-
dades y las culturas quechuas y aymaras.
Para el desarrollo analítico se ha se-
guido el criterio metodológico de plantear
aspectos teóricos referenciales y eviden-
cias descriptivas de información empírica;
por lo que es necesario anticipar que no
es un trabajo acabado, es una aproxima-
ción interpretativa como parte de una pro-
puesta de investigación antropológica más
coherente e integral referente a la función
de la organización parental en el proceso
de construcción de la comunidad material
y espiritual en una sociedad cambiante.
2. TEORIAS DEL
PARENTESCO
La teoría del parentesco constituye una
de las tareas más importantes y desarro-
lladas de la antropología social. Desde
los trabajos de L.H. Morgan sobre el tema
en la segunda mitad del siglo XIX, gene-
ración tras generación de antropólogos
han tratado de descifrar el enigma de este
principio de organización social que, en la
mayoría de las llamadas «sociedades
primitivas», determina en gran manera el
comportamiento del individuo.
En los últimos tiempos, dos teorías
alternativas del parentesco han disputa-
do la primacía. Ambas parten de la exis-
tencia de grupos sociales basados en el
parentesco (linajes, etc.). Así tenemos:
a. La teoría de las alianzas, que de-
riva de los aportes de Claude Lévi-Strauus,
concede la primacia a las relaciones que
existen entre los grupos (basadas en la
necesidad de intercambiar mujeres como
consecuencia de la existencia del tabú del
incesto). Esta teoría está bastante conso-
lidada en su obra “Las estructuras ele-
mentales del parentesco”.
b. La teoría de la filiación, derivada
de las obras de Evans-Pritchard, Fortes, y
en gran medida también de Radcliffe-
Brawn. Los fundamentos se centran en la
autonomía de dichos grupos y afirma que
los principios de solidaridad y unidad del
linaje determinan los otros aspectos de
la vida social. En esta teoría destaca los
estudios de Los Nuer de Evans Pritchard.
Si bien, hasta el momento no existe
ninguna exposición sucinta y autorizada
de los puntos de vista de ambas teorías;
cada una de ellas sustentan muchos de
los trabajos y estudios sobre el parentes-
co en la realidad peruana.
3. ESTUDIOS PIONEROS Y
ENFOQUES SOBRE
PARENTESCO EN EL PERU
Los antecedentes sobre el problema
planteado (parentesco andino), se basa
en estudios que se desprenden de la di-
versidad de trabajos sobre la cultura
andina, y dentro de ellos los referidos a la
organización económica y social de las
comunidades de los andes pre hispáni-
cos y contemporáneos. Los anteceden-
tes teóricos-metodológicos, referidos al
objeto de estudio, comprende dos aspec-
tos; los estudios de parentesco andino en
un contexto de economía rural y campesi-
na (quechua y aymara), partiendo desde
la sociedad Inca; y los trabajos pioneros
del parentesco andino - urbano, a partir
de las poblaciones migrantes en el con-
texto urbano popular.
En el Perú los estudios de parentesco
andino se inicia con el trabajo pionero de
Henrich Cunow (1929) que en su obra clá-
sica: “El sistema de parentesco peruano
y las comunidades gentilicia de los Incas”,
aparecida por primera vez en 1891, estu-
dia el sistema de parentesco y las unida-
des sociales del mundo andino. Hace una
69
contribución importante a la historia
prehispánica del Perú, siguiendo el cami-
no evolucionista trazado por Levis Morgan.
Destaca la importancia del sistema clasi-
ficatorio del parentesco quechua.
Cunow, a través de una explicación
somera de la función que cumple el ayllu,
fundamenta que esta agrupación social
fue la base sobre la cual se estructuró la
organización incaica. Para él el ayllu
andino equivale a la gens griega o comu-
nidad gentilicia, que se originó a su vez de
la familia Punalúa.
Esta conclusión se deriva en la medi-
da que encuentra que la terminología del
parentesco quechua presenta matices
similares al parentesco Iroqués.
Si bien es cierto, los estudios sistemá-
ticos sobre parentesco en el mundo se han
desarrollado aproximadamente desde
hace un siglo y medio y en el Perú andino
desde la última década del siglo XIX con el
trabajo de H. Cunow sobre la sociedad
inca; sin embargo estos estudios sistemá-
ticos en el Perú, sobre parentesco en los
andes, durante las primeras décadas del
presente siglo, han sido dejados de lado
por el quehacer de los antropólogos y
etnólogos peruanos y extranjeros, y sola-
mente a partir de la década del 50 se han
retomado nuevamente los trabajos sobre
parentesco andino pero restringido al es-
tudio de casos en comunidades campesi-
nas quechuas y en menor grado en las
comunidades campesinas aymaras.
Desde una visión evolucionista -
funcionalista, los trabajos sobre parentes-
co andino se han caracterizado porque
básicamente han seguido modelos
lingüísticos (terminología del parentesco)
para explicar las manifestaciones y roles
de los sistemas de parentesco dentro del
conjunto de las relaciones sociales; des-
cuidándose el estudio del rol de equilibrio,
control y regulación, cohesión y sanción que
desempeña el parentesco en las relacio-
nes interpersonales, familiares y comuna-
70
les de los grupos locales que se manifies-
ta en el trabajo familiar, en los ritos y com-
portamientos (que expresen una red de
parientes con antepasados comunes y un
complejo de vínculos que relaciona a toda
persona con los demás miembros de la
comunidad), y del parentesco en el contex-
to de las relaciones de reciprocidad, soli-
daridad y ayuda mutua, y de los conflictos
que se evidencian en la organización so-
cial de las sociedades andinas.
4. EL PARENTESCO ANDINO
RURAL: ANTECEDENTES Y
ESTUDIOS
En el proceso reproductivo de la orga-
nización social interna el sistema de pa-
rentesco representa uno de los factores
más importantes y básicos del desarrollo
material y espiritual de la vida colectiva
entre los individuos de cada grupo social.
En este contexto el parentesco andino ru-
ral adquiere un mayor grado de relevan-
cia en la creación de mecanismos o con-
diciones que permiten el desenvolvimiento
de las personas y familia, en nuevos am-
bientes socio-culturales.
Esta trascendencia, en los medios ru-
rales, particularmente del parentesco es-
piritual (padrinazgo-compadrazgo), se ex-
presa en la medida que sirve de base
como mecanismo de regulación, control y
equilibrio de las relaciones sociales: per-
sonales, familiares y no familiares (vecin-
dad-amistad).
El contexto rural peruano por sus pro-
pias características sociales, económicas
y culturales menos complejas encuentra a
partir de la organización parental la confi-
guración y control de su propia continuidad
histórica. La aproximación de esta impor-
tancia, se sustenta cuando Lévi-Strauss,
en su obra clásica de «Las Estructuras Ele-
mentales del Parentesco», sostiene:
«entendemos por estructuras elemen-
tales del parentesco los sistemas cuya
nomenclatura permite determinar en for-
ma inmediata el círculo de los parientes y
el de allegados; vale decir, los sistemas
que prescriben el matrimonio con cierto
tipo de parientes o, si se prefiere, aque-
llos sistemas que al definir a todos los
miembros del grupo como parientes, dis-
tinguen en ellos dos categorías: los cón-
yuges posibles y los cónyuges prohibi-
dos» (LEVI-STRAUSS, 1969:11).
A partir de la precisión categórica de Lévi-
Strauss, se deduce un modelo básico de
análisis de los sistemas de parentesco: «el
círculo de los parientes y el de allegados».
En esta propuesta aparece tácitamente el
modelo de círculos concéntricos y la exten-
sión de las alianzas, es decir, la flexibilidad
de las relaciones consanguíneas, de afini-
dad y espiritualidad.
La descripción de los círculos concén-
tricos y los sistemas de alianzas, simétri-
cos y asimétricos, conjuntamente con los
principios de reciprocidad e intercambio
propuestos por Lévi-Strauss (1969) han
servido de sustento en la interpretación
de las formas de organización social en
el contexto rural de nuestro país. Desarro-
llándose progresivamente, de esta mane-
ra, las investigaciones sobre parentesco
andino rural, particularmente de la bilate-
ralidad parental, en las comunidades cam-
pesinas contemporáneas de los andes,
sistematizada por Berndt Lambert (1980).
Todos los estudios sobre parentesco,
según Mayer (1980), representan una bue-
na muestra de varias zonas de predominio
de la cultura andina, así como una gran
gama de variación en cuanto a enfoque
metodológico, temático e interpre-tativo, y
cuán complejo, es el tema del parentesco.
Sostiene que el parentesco es importante
y trascendente en la vida social de los pue-
blos andinos. Lambert (1980) enfatiza que
son las condiciones económicas, políticas
y sociales las que producen variaciones
en el parentesco, pero sin perder éste su
carácter cognático y bilateral que se sus-
tenta en la reproducción de nuevos grupos
solidarios, como una unidad doméstica.
Se concluye, que en el contexto rural
andino, la reproducción de los sistemas
de parentesco, la ampliación de las re-
des de alianzas, la ayuda mutua, la soli-
daridad, la cooperación personal y fami-
liar, por un lado, y por el otro lado, la movi-
lidad social y la ‘diversificación económi-
ca teniendo como eje o elemento central
el acceso a la tierra, como sostiene Ossio
y Medina (1985), configuran la continuidad
de las principales formas campesinas de
organización.
Sin embargo, para comprender el rol de
los sistemas de parentesco, en el Perú ru-
ral andino, y las formas de su inserción en
la organización social campesina, es nece-
sario indicar que en los estudios, existe dos
enfoques vertientes: el de transformación y
el de continuidad de dichas formas campe-
sinas de organización. Según N. Long (cita-
do por Ossio y Medina, 1985), el primero
que ve la diversificación económica campe-
sina como una señal de descomposición,
por cuanto la tierra es insuficiente para sos-
tener y reproducir a la fuerza del trabajo fa-
miliar por lo que los pobladores son expul-
sados del campo y, el segundo, que ve a la
diversificación económica campesina como
una estrategia de adaptación que contribu-
ye a la persistencia y viabilidad de produc-
ción campesina en pequeña escala (Ossio
y Medina; 1985:12).
Complementando a estos enfoques
aparecen otras tendencias de análisis de
la organización económica y social de las
comunidades andinas del Perú, teniendo
en cuenta su marco socio-cultural y su
relación con la sociedad peruana de eco-
nomía dependiente y desarrollo desigual,
teniendo como ejes de análisis la dife-
renciación interna rural y urbana (Ossio y
Medina, 1985; Altamirano, 1987).
Los aportes teórico-metodológicos de
estas nuevas tendencias, para los fines
de la presente investigación, sugieren que
el estudio de la vida rural campesina debe
ser visto de manera dinámica y no estáti-
ca dentro de los procesos de cambios
71
que se reproducen tanto en el contexto
urbano como rural. Sólo así podemos lle-
gar a comprender los procesos de adap-
tación de la población migrante.
Todos los enfoques evidencian que la
cultura andina encierra rasgos caracterís-
ticos colectivizantes, con énfasis en la vida
de las organizaciones campesinas
andinas, que se sustenta en la organiza-
ción parental andina y que servirá de base
en la configuración del comportamiento
del individuo y de su capacidad de desen-
volvimiento y de adaptación positiva. Esta
cualidad que se reproduce en cualquier
medio social o geográfico, ya sea rural o
urbano, campesino o no campesino, es
lo que tomaremos en cuenta. Aquí men-
cionaremos a los principales.
Entre los primeros destaca los estu-
dios de H. Cunow (1929) sobre el siste-
ma de parentesco y de las unidades so-
ciales del mundo andino, con su obra clá-
sica: «El Sistema de Parentesco Peruano
y las Comunidades Gentilicias de los
Incas» aparecida en 1891; aquí hace un
importante contribución a la historia
prehispánica del Perú, siguiendo el cami-
no trazado por Morgan, para estos estu-
dios, Destaca la importancia del sistema
clasificatorio de parentesco.
El trabajo de Alfred Metráux sobre: «El
imperio de los Incas: Depotismos o Socia-
lismo». T. Zuidema, con el trabajo, El Siste-
ma de Ceques del Cuzco. J. Rowe, que ana-
liza el sistema terminológico del parentes-
co Quechua. Los aportes de Kirchohff so-
bre el Ayllu y de Flounsbury, referido al pa-
rentesco Inca, según J. Ossio (1985).
Así mismo dentro de este grupo, se
considera los trabajos de Miskhin, los apor-
tes de J. Cotler con el estudio sobre los
cambios en la comunidad y la familia en
San Lorenzo de Quinti; Los análisis de
Holberg y Vásquez de las castas en gru-
pos unilineales de Vicos; y los de
Fuenzalida sobre la estructura de la comu-
nidad de indígenas tradicionales. Desta-
72
can también los trabajos de J. Ossio (1980;
1985) referidos a las estructuras sociales
de las comunidades de los andes, y la fa-
milia campesina economía de mercado,
conjuntamente con O, medina; y estudios
editados por Mayer y Bolton (1980) sobre
parentesco y matrimonio en los andes don-
de destacan la importancia de la
bilateralidad andina.
Por último, las publicaciones recien-
tes, compiladas por Manuel Burga (1989),
de los artículos de T. Zuidema en “Reyes y
Guerreros”, de las descripciones de
Arnulfo Cavero sobre el “Incesto en los
Andes”, y el trabajo actualizado de Juan
Ossio Medina (1992), con su obra “Paren-
tesco, Reciprocidad y Jerarquía en los
Andes». Pone mucho énfasis sobre la
importancia de la terminología del paren-
tesco en la comunidad, en particular en la
de Andamarca, desarrolla la configuración
de las unidades soles, los sistemas de
alianza, el parentesco ceremonial, y la
unidad comunal y la jerarquía de los san-
tos y las fiestas religiosas.
Si bien, los estudios destacan, según
Ossio (1985), la importancia del paren-
tesco en las comunidades andinas y nos
detallan acerca de su naturaleza, los pri-
meros lo tratan un tanto periféricamente.
Esta aseveración es un indicador que fal-
ta estudiar más profundamente el paren-
tesco andino rural.
5. EL PARENTESCO ANDINO
URBANO
Con respecto a los estudios sobre
parentesco andino-urbano, en la realidad
peruana, debemos indicar, que son muy
escasos y se desprenden mayormente de
las investigaciones realizadas sobre mi-
gración, urbanización y pobreza en Améri-
ca Latina y el Perú, en particular sobre
Lima metropolitana. Acentuándose dicha
situación, cuando nos referimos a los es-
tudios sobre el parentesco urbano en los
sectores populares, pues la información
es mínima o casi nula.
 Aquí podemos citar los trabajos de
José Matos Mar (1968) sobre las barria-
das en Lima y los estudios posteriores
sobre urbanización y el análisis, funda-
mentalmente estadístico, de las barriadas
en América Latina, del mismo autor.
Según Susan Lobo (1984), los estu-
dios de Butterworh, Kemper, Mangin,
Peattie y Safa intentan analizar las rela-
ciones de parentesco. Lo hacen
tangencialmente, según nuestras apre-
ciaciones, dan énfasis a los cambios que
han ocurrido en la ciudad, a partir de las
funciones de parentesco vivenciadas o
experimentadas en el medio rural, y que
éstas motivaciones tienen su resonancia,
o mejor dicho, las funciones del paren-
tesco en el medio urbano, son asumidas
por las asociaciones voluntarias (clubes
de provincianos), o las instituciones gu-
bernamentales o privadas de servicio so-
cial, de carácter extrafamiliar, es decir las
relaciones de parentesco y las distintas
formas de alianzas entre parientes pasa-
ría a un segundo orden.
También podemos mencionar los tra-
bajos de Teófilo Altamirano (1984a; 1984b;
1985a; 1985b y 1988) que incide y profun-
diza con bastante claridad sobre el rol de
las relaciones de parentesco, vecindad,
paisanazgo, lugares comunes de origen y
las identidades locales de los migrantes,
principalmente campesinos, en las ciuda-
des. Compara también las distintas formas
de organización o asociación voluntarias
de los migrantes en un contexto urbano-
rural y viceversa. Focaliza sus estudios a
las poblaciones Quechuas de la sierra
central y los Aymaras migrantes del sur del
Perú, que radican en Lima.
Además podemos mencionar los es-
tudios de Norma Adams (1968). Los apor-
tes de Susan Lobo (1984), son importan-
tes, resalta, dentro de la estructura social,
la trascendencia del parentesco en las
barriadas a partir de dos modelos: 1) los
círculos concéntricos, y 2) el grupo de los
parientes a partir de los lazos de herman-
dad, trabajos empíricos realizados en dos
barriadas de Lima. Estos aportes tomare-
mos en cuenta como referencias
metodológicas para registrar la información
referente al interés en el presente estudio.
Cabe resaltar por último los nuevos
aportes, sobre esta temática, de J. Golte y
N. Adams (1987), y las nuevas reflexiones
de Norma Adams y Néstor Valdivia (1991).
Los primeros en sus estudios inciden
en el análisis del desarrollo de los gru-
pos de migrantes, provenientes de pue-
blos diversos, en un contexto urbano de
transformación de la producción y repro-
ducción hacia formas más complejas y
heterogéneas. Toman en cuenta la des-
cripción de los rasgos culturales de sus
pueblos de origen, para ello selecciona
12 casos. Se sintetiza en una obra titula-
da: «Los Caballos de Troya de los Inva-
sores: Estrategias Campesinas en la
Conquista de la Gran Lima».
Los segundos de los mencionados,
describen el nuevo rostro de Lima urbana
a partir de los cambios que se producen
en el aspecto social, económico y político,
y la emergencia de la «población de ori-
gen andino» en el sector informal, es de-
cir, el rostro de los nuevos empresarios.
Resaltan la importancia de la organiza-
ción parental en la ética de los migrantes,
en el contexto urbano, de Lima Metropoli-
tana. Describen ligeramente la flexibilidad
de la organización del parentesco en el
proceso de adaptación positiva.
Si bien es cierto, las investigaciones de
la última década, contienen informaciones
sobre la estructura y funciones del paren-
tesco entre los migrantes, en un contexto
socio-cultural y espacial urbano, estas son
muy escasas y limitadas para explicar con
precisión la articulación entre las relacio-
nes de parentesco y la adaptación positiva
y negativa en el proceso de urbanización
en el Perú. Además son estudios de ca-
sos centrados principalmente en Lima
Metropolitana, y en menor grado en otros
espacios urbanos de nuestro país, en par-
73
ticular, en el contexto urbano periférico po-
pular de la ciudad de Trujillo (Wadson
Pinchi 1996, 1998), referidos a la extensión
y flexibilidad de las relaciones de paren-
tesco entre parientes cercanos y lejanos,
principalmente de hermandad.
Por estas razones es importante con-
tinuar los estudios de parentesco en la
realidad peruana, en particular de las
reproductivas y de la generación de obli-
gaciones y funciones a través del paren-
tesco entre los migrantes, es decir, como
sugiere Susan Lobo, debemos realizar
investigaciones transculturales del proce-
so de adaptación positiva.
6. A MANERA DE
CONCLUSIONES
- En gran medida, las relaciones de
parentesco y las diversas formas de
alianzas, sustentan la continuidad y
regulan los procesos de cambios en
la estructura social de las comunida-
des andinas rurales de nuestro país.
- En el ámbito rural peruano, según las
investigaciones revisadas, coinciden
en afirmar que los sistemas de pa-
rentesco configuran la reproducción
social de las instituciones reales (fa-
milia, matrimonio, parentesco cere-
monial, etc.) y formales (comunida-
des campesinas) y, lo que es más,
producen la autoidentificación de per-
tenencia en sentido comunitario, ya
sea local o regional, y prepara al indi-
viduo para su futura realización per-
sonal y familiar.
- En el Perú, hasta el momento, se ha
dado poco interés al estudio del pa-
rentesco andino urbano. Las pocas
investigaciones existentes y difundi-
das sobre parentesco en las barria-
das son indicadores suficientes que
nos permite responder por qué mu-
chos «investigadores» consideran
74
que las relaciones de parentesco
están debilitadas o ausentes en un
asentamiento urbano y que las fami-
lias en este contexto están fragmen-
tadas o en desorganización.
- Los pocos estudios sobre el paren-
tesco urbano a partir de las migra-
ciones han intentado destacar los
cambios que han ocurrido en la ciu-
dad, a partir del análisis de las fun-
ciones del parentesco desarrollados
o producidos inicialmente en el me-
dio rural y su consiguiente reproduc-
ción en el contexto urbano como es-
trategia familiar de supervivencia y su
extensión en las asociaciones o ins-
tituciones de migrantes.
- No se ha profundizado en los estu-
dios sobre parentesco andino urba-
no, el papel vital que tienen los pa-
rientes, los paisanos y los vecinos
como una unidad social básica de
las relaciones sociales que desarro-
lla el migrante en nuestro medio.
- Por eso es importante observar, a
nuestro entender, cómo actúa la or-
ganización parental del migrante en
el proceso de adaptación positiva.
Cuáles son las características bási-
cas de dicha organización entre los
migrantes en un contexto urbano po-
pular de Trujillo.
7. RECOMENDACIÓN FINAL
Recomendamos iniciar el estudio y
análisis sistemático de la relación entre
el parentesco y la ideología simbólico-ri-
tual y su incidencia en el comportamiento
colectivo de la organización social en las
comunidades rurales y urbanas andinas,
y cómo ésta se vincula con otros factores
de organización comunal (política, jurídi-
ca, moral, económica, religiosa y cultural)
que existen en la actualidad y que mol-
dean las diversas formas de vida y la con-
ducta o comportamiento de los individuos.
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76
 PODER Y CACICAZGO EN CASA GRANDE
I. INTRODUCCIÓN
Casa Grande representa la historia de
la industria azucarera en el Perú, con sus
altos y bajos, con etapas de prosperidad y
de reflujo; donde el poder de los hacenda-
dos reflejaba la decisiva influencia de lo
económico sobre lo político y el orden so-
cial en general, en contraste con la preca-
riedad y el maltrato al verdadero agente
del cambio: el asalariado agrícola o cam-
pesino que debe labrar la tierra y forjar la
industria azucarera a costa de esfuerzo y
sacrificio. Casa Grande, para el mundo,
significa la pujanza de una industria azu-
carera, nacida desde las entrañas de uno
de los valles más ricos y prósperos del
Perú, centro de experimentos, de concen-
tración de poder, de grandeza, de alta pro-
ductividad y tecnología, pero también eje
de las grandes luchas del movimiento
campesino, que tuvo en 1932 una de las
más trascendentales del Perú Republica-
no. Políticos, estadistas, dirigentes sindi-
cales, grupos empresariales, estudiosos
y partidos políticos, han visto siempre a
Casa Grande con respeto, con admiración,
pero también con intriga e inquietud; de
ahí el sitial que siempre tuvo desde la épo-
ca virreynal y muy especialmente en la eta-
pa republicana, hasta la actualidad en que
los trabajadores asumen la definición de
su modelo empresarial y que con su deci-
sión se pondrían del lado o espaldas de la
historia. Hoy, en el año 2,003, la historia
parece detenerse. Más de un lustro en que
los trabajadores aún no definen el destino
ORLANDO VELÁSQUEZ
de su empresa, la misma que parece que
resistiera por sí a la barbarie, a los oscuros
intereses desde dentro y desde afuera, a
las veldades y abiertas disputas por su
conducción.
UBICACIÓN GEOGRÁFICA
La localidad de Casa Grande pertene-
ce al Distrito de Casa Grande, copando
gran parte del rico Valle Chicama, ubicado
en la flamante provincia de Ascope (antes
pertenecía a Trujillo), de la Región La Li-
bertad. Está ubicado a 7º 41’ de Latitud
Sur y al 79º 11’ de Longitud Oeste, con una
altitud de 158 metros sobre el nivel del mar.
Como referencia, se sitúa a 45 Km. al nor-
te de la ciudad de Trujillo.
CLIMA
Tiene una temperatura que fluctúa en-
tre los 18 a 25 grados Centígrados. Posee
una humedad relativa de 77 a 85%, lo cual
permite por lo general excelentes condi-
ciones para el elevado grado de producti-
vidad de la caña de azúcar, que lo ubican
como una de las mejores del mundo.
EXTENSIÓN
Casa Grande está considerado como
el complejo azucarero más grande del
Perú, con una superficie aproximada de
30,000 Has, de las cuales la mayoría están
dedicadas al cultivo de la caña de azúcar.
 LÍMITES rece con nitidez. Desde luego que el valle
Chicama, conocido desde los tiempos
Norte: Ascope, San José Bajo y Alto y prehispánicos, como parte de la civiliza-
Cerros de San Antonio. ción Moche, tiene poblados muy conoci-
dos y donde la población de aquellas épo-
Sur: Chiquitoy, Magdalena de Cao, cas destaca por su laboriosidad y espíritu
Cartavio y Los Molinos. guerrero. Los restos de Paiján, Cupisni-
que, Chicama, Huaca Prieta, El Brujo, son
Este: Cerros de Chicama, Sausal y la expresión del florecimiento de estos
Quemazón. pueblos. El río Chicama, caudaloso en
Oeste: Cerro Yugo, Cerro Azul, Paiján épocas anteriores, es la demostración de
y Salamanca. la presencia activa de una población pu-
jante, alentada por la fertilidad y el clima
benigno de esta zona.
POBLACIÓN
De acuerdo al último censo de población La Encomienda, copa el espacio de la
y vivienda que arrojó una población de posesión de la tierra en el primer siglo del
cerca de 70,000 habitantes, hoy debe es- virreinato, aunque cronistas señalan que
tar bordeando los 80,000, si considera- la apropiación de tierras en esta etapa era
mos las características de la evolución de común entre los españoles que llegaban
la población. Con un aproximado de 3,500 en las décadas siguientes a la conquista.
socios y un promedio de 2,600 jubilados, Tal es así que como se recuerda en la
además de los contratados y eventuales. historia, la propia corona española, pre-
Aquéllos, están distribuidos en los dife- tende regularizar la posesión de la tierra,
rentes centros o unidades que integran el para tener derecho a la prosperidad. El
complejo industrial y poblacional: valle Chicama, asiento principal de Casa
Grande, era una de las zonas más codi-
Casa Grande ciadas por los conquistadores debido a
Constancia Farías la riqueza de los suelos. Virgilio Roel, ci-
Facalá Mocollope tando un autor anónimo de la colonia, a
Tícmar Lache comienzos del siglo XVII expresa “Veinte
Santa Clara Potrero de los Pisos leguas hacia el sur, desde Saña, se en-
Chuín Mocan cuentra la ciudad de Trujillo, que tiene un
Cepeda Veracruz valle de cuatro leguas que se llama
La Capilla Molinos Cajanleque Chicama, el mejor y más fértil que tienen
Roma Sausal todos los llanos donde se acoge gran
La Arenita Pampas de Ventura cantidad de azúcar y mucho buen trigo,
Chicamita donde hay en este valle muchos molinos
donde se muele el trigo y se fazen gran-
II. TENENCIA DE LA TIERRA des partidas de harina” (Roel; 1985:166).
Esto indica la presencia de todo tipo de
Y PODER EN CASA GRANDE
buscadores de tierras, atraídos por las
bondades del valle. En esta época, el azú-
1. HACIENDA, PODER POLÍTICO Y
car aún no era el cultivo principal, sin em-
ECONÓMICO
bargo ya se vislumbraba como el produc-
to privilegiado, a partir de los óptimos re-
Casa Grande está asociada a la con- sultados que arroja posteriormente.
solidación del período colonial, de ahí que
la etapa en que esta jurisdicción aparece
A fines del siglo XVIII y comienzos del
en la historia, se ubica en la segunda mi-
XIX, la consolidación del sistema de la
tad del virreinato, cuando la hacienda se
hacienda colonial era visible. La pequeña
clarifica y la concentración de la tierra apa-
y la mediana hacienda emergían en el valle

78
Chicama como un sistema sólido, apoya-
do por el modelo que en la Región impul-
saba el Virreynato. Casa Grande ya se vis-
lumbraba como una de las haciendas de
ese complejo horizonte de Chicama, aun-
que recién con la aparición del hacenda-
do Gildemeister a mediados de siglo XIX,
empieza la prosperidad de Casa Grande.
Antes, en los últimos tiempos de la Colo-
nia, las mismas condiciones políticas del
país, no permitían una concentración de
la tierra como ocurriera posteriormente.
Las haciendas dispersas, pero ya con
importante presencia en la economía de
la Región, eran objeto de disputas y ape-
tencias de diversos tipos. Sólo la Repú-
blica, con otra legislación, con nuevas con-
diciones políticas, sociales y económicas,
permite un reacomodo en la tenencia de
la tierra en el valle Chicama y por lo tanto,
alimenta los nuevos elementos que con-
jugan para la concentración de la tierra.
Por ello, recién la historia de Casa Gran-
de se inicia, pasada la segunda mitad del
siglo XIX y específicamente a finales del
mismo.
Uno de los problemas que influye deci-
sivamente en el cambio de la correlación
de la propiedad en el valle de Chicama es
la Guerra del Pacífico. Las consecuencias
para la agricultura fueron desastrosas y en
este caso, muchos hacendados del Valle
Chicama quebraron o se hundían en la
bancarrota. Por aquel entonces aparecen
los hermanos Larco y después los
Gildemeister. Tanto los hermanos Larco
como don Juan Gildemeister aprovechan
la coyuntura y empiezan a comprar los pre-
dios y haciendas de quienes ya se habían
declarado en bancarrota. En esta época,
don Juan Albrech, un próspero alemán que
además de Casa Grande, había compra-
do las haciendas Lache y Facalá, forman-
do la Empresa Casa Grande, a partir de
cuya gran hacienda compró otra propiedad
y el actual ingenio azucarero, cayó en des-
gracia, como consecuencia del precio de
la guerra. Ello lo obligó a desprenderse de
lo que hasta ese momento era la Gran
Hacienda Casa Grande. En el trabajo de
Chuquipoma sobre Casa Grande, que es
uno de los pocos estudios sobre el tema,
expresa que “Albrech soporta la guerra
sostenida en 1879, entre Perú y Chile. Al
invadir los chilenos el valle Chicama en
1880, éste estuvo que pagar el cupo esta-
blecido por el general chileno Patricio Linch,
de lo contrario hubiera incendiado las ha-
ciendas del valle y destruido el puente
Careaga. El Diario El Comercio del 1º de
agosto de 1980, sostiene en su columna
Sucedió hace un siglo: En el juicio por los
bienes de don Luis Albrech, el juez de pri-
mera instancia, ha ordenado sacar a re-
mate el próximo jueves 23 de agosto, el
fundo Casa Grande, de 70 fanegadas, si-
tuado en el valle Chicama, Trujillo, con su
maquinaria, accesorios, fábrica de azúcar,
aparato de destilación, oficina de fundición,
locomotoras, 53 carros, herramientas, bo-
tica, ganado, etc. Todo está tasado en
144,500 libras esterlinas” (Chuquipoma;
1997:14).
Juan Gildemeister se hace de la ha-
cienda, pero comprándosela directamen-
te a su paisano Albrech, fundando
laempresa con la razón social Casa
Grande y CO. Aquí se inicia la historia or-
gánica de Casa Grande y el viraje defini-
tivo hacia el monopolio azucarero que
poco a poco se va consolidando hasta el
siguiente siglo, donde se ubica como el
más grande emporio azucarero del Perú.
Sin embargo es necesario puntualizar,
que no es don Juan Gildemeister quien
lleva a Casa Grande a la prosperidad,
pues a los pocos años de la compra de
la empresa, muere, lo que permite que
ella pase a sus hijos. Estos, que no co-
nocían los secretos de la prosperidad, ni
se habían formado en los avatares de la
industria, fueron remecidos por la crisis
de la industria azucarera que azota al país
a comienzos del siglo XX. Ante el inmi-
nente peligro de la bancarrota, aparece
don Enrique Gildemeister, quién soporta
el embate de la crisis y logra reflotar la
empresa e incluso la consolida en el
liderazgo nacional.
La carrera de prosperidad de Casa
Grande no se detuvo. Evidentemente, que
79
un empresario de la talla de don Enrique,
entendió que para mantener el emporio
debería tocar las puertas del poder políti-
co. De esta manera, muchas concesio-
nes especiales de parte del gobierno le
favorecieron y le permiten ensanchar sus
propiedades. Los mayores beneficios del
agua, en perjuicio de los pequeños pro-
pietarios, las normas creadas para Casa
Grande, los favores judiciales, fueron al-
gunas de las ventajas que consolidaron
su poder. Pero, uno de los factores que
contribuyó con esta realidad, es la conce-
sión en 1915 del Puerto Malabrigo a per-
petuidad, cambiando de nombre, como
Puerto Chicama. Este poderoso instru-
mento, permite un verdadero auge de
Casa Grande y representa una ventaja
extraordinaria sobre los demás predios o
haciendas. La importación de equipos
agrícolas, insumos, mercaderías para el
bazar; la entrada de artículos importados
de todo tipo, no sólo consolidan a Casa
Grande como empresa Agrícola, sino que
le permite manipular el comercio y la in-
dustria, hasta convertir a Chocope (pobla-
do vecino a Casa Grande) en el centro
comercial más importante de la Región,
teniendo en la propiedad de la tierra y su
principal producto, el azúcar, como el cen-
tro de atracción de capitales. El Puerto
Chicama, punto de convergencia de la pro-
ducción azucarera y de embarque de ella
hacia los codiciados mercados extranje-
ros, como Estados Unidos, otorgan a los
Gildemeister una posición económica y
política muy privilegiada en el seno del
Estado Oligárquico del presente siglo.
El emporio Casagrandino empieza su
incontenible expansionismo. En 1927 ad-
quiere la hacienda Roma que fuera de pro-
piedad de don Víctor Larco Herrera. Luego
adquiere tierras en Laredo, en el próspero
valle de Pacasmayo y en muchas zonas de
la sierra liberteña, cuya carrera concen-
tradora de tierra llega hasta parte de la sel-
va nor oriental. Algunos cálculos de la épo-
ca, señalan que el complejo Casa Grande
llegó a las 300.000 Has. de tierra, convir-
tiéndose en uno de los latifundios más
grandes y poderosos de Latinoamérica. Al
80
respecto Peter Klaren puntualiza sobre el
tema: “La desaparición de Roma comple-
tó virtualmente la concentración de las prin-
cipales haciendas del valle Chicama. De
los aproximadamente 22 ingenios azuca-
reros que habían existido antes de la gue-
rra del Pacífico sólo operaban dos. Si tene-
mos en cuenta que cada uno de estos in-
genios era abastecido no sólo con su pro-
pia caña sino con la de numerosos pro-
ductores vecinos, la concentración de tie-
rras es mayor de lo que este número indi-
caría. Casa Grande, que después de la
compra de Roma poseía alrededor de
13,460 fanegadas, desde entonces domi-
nó la estructura de la tenencia de la tierra
del valle. Sólo quedaban independientes
de la firma alemana Rafael Larco en Chiclín
(1,835 fanegadas) y los intereses de Grace
en Cartavio (2,206 fanegadas)” (Klaren;
1976:63).
Con la ayuda de este autor y los datos
proporcionados en la empresa, ha sido
posible recomponer el cuadro de la pro-
piedad de la tierra en el valle de Chicama,
puntualizando en el desarrollo de Casa
Grande entre 1918 y 1927.
El poderío de Casa Grande fue avasa-
llador. Su poder político y económico im-
puso condiciones en el valle de Chicama.
Es lo que Kautsky, en La Cuestión Agra-
ria, habla de “la absorción de los predios
campesinos” (1980). Los pequeños y
medianos hacendados no resistieron las
crisis cíclicas del sector agropecuario, ni
los privilegios de los Gildemeister que los
postergaba de la distribución del agua, be-
neficios de la cuota preferencial del pre-
cio del azúcar en el mercado internacio-
nal, liberación de impuestos para la im-
portación de insumos, entre otros. A me-
diados de siglo esta empresa se había
convertido en el eje de la Reconcentración
de la Tierra: Pocos años después de fina-
lizada la Primera Guerra Mundial, la ma-
yoría de los pequeños hacendados des-
aparecieron. Casa Grande, aprovechó
esta coyuntura, absorbió alrededor de 25
haciendas y fundos, totalizando 7,216
fanegadas, que hicieron de la plantación
 CUADRO Nº 1:
TENENCIA DE LA TIERRA EN EL VALLE CHICAMA
Fanegadas A Ñ O
FUNDO
En 1890 1918 1927
Sausal 582 C
Gasñape 597 A C
Chicamita 380 S
Cañal 140 A A
Pampas 194
Santa Rosa 300 S
Santa Clara 390 G
Mocán 1200 R A
Facalá 750 A
Potrero 100 N
Aljovín 50 D
Casa Grande 1250 E
Lache 200 -7,216
La Viña 150
Licapa 300
Churín y Estancia 130 G
Vizcaíno 160
Mayal, Bazarrate y Terrapián 80 R
Chacarilla 8
Careaga 80 A
Vera Cruz 80
La Pampa 140 N
Lucas Gonzáles 40
Ingenio Lazo 79 D
Comunidad (Tierra de) 890
Garrapón 80 R
Pampas de Ventura 100 O
Tesoro 300 M
Troche 100 A
San José Bajo (I) 300 -6,244
Cepeda 120
La Constancia 300
El Porvenir 100
Las Gavidias 160
San José Alto 400
La Libertad 90
San José Bajo (II) 300
La Victoria 11
Roma (Tulape) 500
Bazán 360
Montejo 150
La Vinita 150
La Comunidad (Ascope) 110
Las Viudas 120
Palmillo 180
La Virgen 56
Farías 100
Tutumal 100
Mocollope 1510
Molino Galindo 215
Molino Larco 212
Cajenleque 200
La Fortuna 500
Sintuco 300 CARTAVIO
Cartavio 360 -2,206
Hacienda Arriba 116
Sonolipe 400
Cartavio Viejo, Yacutinamo y Nepen 670
Comunidad (Tierras de) 90
Chiclín 670 CHICLÍN
Molino Bracamonte 120 (1,35)
Salamanca 1000
Toquen 45
Chiquitoy 1250
Fuente: CIDA, Tenencia de la Tierra, Pág. 21 (la columna de 1927 ha sido añadida por el autor)

81
cañera la más grande del Perú, no sólo
por la gran reconcentración de la tierra,
sino porque su presencia en el gobierno y
en la sociedad peruana ya nadie podía
poner en tela de juicio.
2. LA LUCHA POR EL PODER DE
LOS TRABAJADORES
Durante el período colonial y gran par-
te del sistema republicano, el trabajador
cañero tuvo un régimen servil o semi ser-
vil. Solamente a finales del sigo XIX y co-
mienzos del siglo XX asistimos a una toma
de conciencia del bracero del la caña. El
sistema de Contrata y el auge azucarero
de esa etapa no permitía la organización
de los trabajadores, pues la dispersión
era la característica general; además que
el azúcar siempre fue un producto estra-
tégico y de primer orden en la economía y
por lo tanto no existía la necesidad de la
especialización de la mano de obra, como
tampoco la fijación de los trabajadores en
campamentos o poblaciones definidas.
Recién, cuando la competencia por la pro-
ducción mundial y la aparición del azúcar
de remolacha, hacen cambiar las condi-
ciones de trabajo, la concentración de los
trabajadores y especialmente su especia-
lización para competir en el nuevo esce-
nario de la oferta y la demanda del azúcar.
En esas condiciones, el poder terrate-
niente era absoluto: con leyes que los be-
neficiaban y promulgadas expresamente a
favor de ellos, con un poder político capaz
de asumir las decisiones más importantes
para proteger sus intereses, un poder eco-
nómico que avasalla la pequeña y mediana
propiedad y la más amplia disponibilidad
para explotar la fuerza de trabajo sin ningu-
na o escasa restricción, por las característi-
cas expresadas anteriormente. El trabaja-
dor azucarero recién empieza a vertebrar su
propia organización cuando cambian esas
condiciones, iniciando un largo proceso
organizativo, amparado en la nueva cober-
tura nacional e internacional: “Las nuevas
exigencias del mercado internacional, las
demandas que se producen como conse-
cuencia de los cambios internacionales,
82
plagados de guerras, de luchas coloniales
y de movimientos revolucionarios; asimis-
mo la aparición de competidores naturales
del azúcar, que encuentran en la remolacha
su sustituto en el mundo, creando zozobra
en el hacendado peruano. Esto al mismo
tiempo los obliga a cambiar las condicio-
nes y potencialmente desarrollar niveles de
toma de conciencia, de organización, entre
otros elementos que otorga una dinámica
nueva al campesinado peruano” (Velás-
quez: 1998; 64).
Las nuevas condiciones de producción
en la hacienda, permiten la organización de
los trabajadores azucareros. El odio acu-
mulado por éstos, pese a que aún no ha-
bían constituido una sólida organización
gremial, arremeten contra la hacienda, rea-
lizan paralizaciones, quema de cañavera-
les, que tiene su máxima expresión en la
famosa revuelta de cañeros en 1912, en que
estalla un grave conflicto por el alzamiento
de los braceros que compromete los valles
del Departamento de La Libertad, muy es-
pecialmente en el Valle Chicama, que obli-
ga a la intervención del ejército de la capital,
con un elevado número de muertos y des-
trucción, cuya rebelión al ser debelada, deja
no sólo la amargura de la derrota sino la
necesidad de una organización mayor para
enfrentar el poder del hacendado. En este
mismo trabajo se resume este trágico epi-
sodio: “El 8 de abril de 1912, se produce lo
que muchos estudiosos como Joaquín Ahu-
mada, Zúñiga, Klarén, Roel, entre otros, ca-
lifican como el conflicto más violento de la
historia del proletariado azucarero. Los tra-
bajadores asaltaron las mercantiles, pren-
dieron fuego a los cañaverales, saquearon
las bodegas, destruyeron las propiedades
de los enganchadores, quemaron sus li-
bros. La sublevación estalló en la hacienda
Casa Grande, pero luego se extiende a todo
el valle Chicama, convirtiendo al valle en un
verdadero polvorín. Además de la policía, la
tropa completa del cuartel Nº 7 de la Región
se enfrentó a la masa trabajadora, que se
defiende enardecidamente con machetes y
palanas, con un saldo de varios trabajado-
res muertos. El Gobierno se vio obligado a
enviar un pelotón de más de trescientos
soldados desde la capital, provistos de
moderno armamento; atacaron violenta-
mente a los peones de la caña, que pese a
las bajas sufridas no abandonaron la lu-
cha, tomando la hacienda Casa Grande.
Igual enfrentamiento se produjo en
Chiquitoy, Cartavio y Laredo. Todos los po-
blados del Valle Chicama habían sido to-
mados por la enfurecida masa trabajadora
que no cedía en su amotinamiento. Trujillo
temblaba, pues los braceros amenazaban
tomar la ciudad. Paralelamente a la llegada
de más refuerzos de la capital, se arrestaba
a muchos intelectuales que supuestamen-
te contribuían al impulso de la lucha. Al final,
la superioridad del armamento de las tro-
pas capitalinas hicieron rendir a los mani-
festantes y después de varios días de
enfrentamientos se dominó la situación. El
saldo fue de varios cientos de huelguistas
muertos, aunque oficialmente no se sabe
la cantidad exacta. Pese a todo, el triunfo de
las fuerzas oficialistas en apoyo a los patro-
nes fue relativo. En adelante, “el hacendado
sabía que el bracero de la caña había ad-
quirido su mayoría de edad; aunque el fra-
caso de la revuelta tuvo sus razones en la
inexistencia de una organización mayor. El
movimiento de los cañeros había nacido”
(ibi:92).
El movimiento cañero continuó en as-
censo. En 1932, se produce otra gran re-
vuelta de trabajadores cañeros, conocida
como la Revolución de Trujillo, que si bien
tuvo en Laredo su bastión principal, sin
embargo compromete al Valle Chicama y
especialmente a los Sindicatos de Casa
Grande y anexos. Esta gesta marca la his-
toria política del APRA en la conciencia de
Trujillo, la segunda ciudad en importancia
después de Lima (Diarios de la época). La
consolidación del movimiento laboral conti-
núa. En este escenario, el Partido Aprista,
con la descollante figura de Haya de La To-
rre, impone su ideología en la conciencia
de los trabajadores y partidariza los sindi-
catos y federaciones azucareras. El 18 de
octubre de 1946, se organiza la Federación
de Trabajadores Azucareros del Perú y en
consecuencia el Sindicato de Casa Grande
y anexos, que era uno de los más grandes
y desarrollados del sector azucarero, se
consolida y junto con el Sindicato de Roma,
plantean una nueva estrategia en la lucha
gremial, no sólo para arrancar reivindica-
ciones a favor de sus miembros, sino que
proponen una plataforma para alcanzar con-
quistas sociales, propuestas políticas, alian-
zas y su deslinde con el hacendado, plan-
teándose como otra alternativa de poder en
el Complejo Mundo de la Industria Azucare-
ra Peruana. Paralelamente, los hacenda-
dos del Perú, liderados por el terrateniente
azucarero y muy especial con el apoyo de
Casa Grande, organizan la Sociedad Na-
cional Agraria (SNA), convertida en un poder
de la hacienda en el Perú y muy especial-
mente del oligarca del azúcar. En este nue-
vo escenario, el enfrentamiento entre el te-
rrateniente y el trabajador azucarero organi-
zado fue frontal. En estas condiciones el
obrero de la caña tiene en el Machete, su
símbolo, la expresión de poder, pues repre-
senta no solamente su arma fundamental
de trabajo para el corte de la caña, sino su
Identidad.
A mediados de los años 50 del pasado
siglo XX y con mucha más fuerza en los años
60, el movimiento azucarero adquiere una
nueva dimensión: los pliegos de reclamos
planteaban otras condiciones de vida para
sus trabajadores y denunciaban abierta-
mente los privilegios, las injusticias que
cometía la familia Gildemeister, al igual que
la mayoría de los hacendados del país. En
este contexto, el campesinado peruano asu-
me un rol protagónico en los alzamientos y
movimientos que inciden en la base del es-
tado oficial. El trabajador de campo había
asumido una función decisiva en la vida
económica y política del país (Moya Obeso).
III. COOPERATIVISMO Y
GOBIERNO DE LOS
TRABAJADORES
1. LA COOPERATIVA AZUCARERA Y
EL PODER OBRERO
La inestabilidad política y económica del
estado peruano del lustro que termina en
83
1968, concluye con el golpe de estado del
General Velasco Alvarado el 3 de octubre de
ese año. Se impone un gobierno militar con
un mensaje revolucionario y un programa
reformista que desubica una serie de es-
quemas y concepciones políticas que pri-
maban hasta ese momento. Los progra-
mas populistas del Belaundismo y la De-
mocracia Cristiana, el centrismo popu-
lista del APRA, el programa campesino y de
revolución social de la izquierda, se vieron
seriamente afectados por el ideario y las
acciones inesperadas del gobierno de
Velasco Alvarado, que nacionaliza el petró-
leo, la minería, los medios de comunica-
ción, impone una reforma educativa agresi-
va y un programa agrario que incluso va más
allá de las reformas agrarias exigidas por
los movimiento sociales y políticos. La Re-
forma Agraria que impone el gobierno de
Velasco a través del D.S. 17716, se convier-
te en una de las medidas reformistas más
trascendentales del gobierno de facto y del
desarrollo histórico nacional. Los grandes
latifundios de la costa, sierra y selva fueron
confiscados por el estado peruano y entre-
gados al campesinado, a través de empre-
sas asociativas, que de acuerdo a la región
o jurisdicción del territorio peruano se cons-
tituyen como Cooperativas Agrarias de Pro-
ducción, Sociedades Agrícolas de interés
Social, Grupos Campesinos, Comunidades
Campesinas, posteriormente Empresas
Rurales de Propiedad Social. Precisamen-
te la imposición de estas formas organi-
zativas al campesino, que había luchado
largamente por recuperar la tierra arrebata-
da por la hacienda y que lógicamente anhe-
laba le sea entregada en forma individual,
fue el origen de los futuros problemas que
se generan al interno de las empresas cam-
pesinas, que a pesar que pasaron a pro-
piedad del campesino o ex trabajador de la
hacienda, nunca la sintieron como suya,
sino que la asumieron como una continui-
dad del régimen patronal, a partir de sus
propios directivos que se perpretaron en la
dirección de esas empresas.
Nos encontramos ya con una nueva
etapa, diametralmente opuesta de tenen-
cia de la tierra en el Perú. Después de si-
84
glos se produce un desplazamiento efecti-
vo del terrateniente, que es arrancado de
la propiedad de la tierra, cuya conducción
es asumida directamente por el hombre
de campo. A partir de 1969, asistimos a un
cambio real en las relaciones de propie-
dad en el sector agropecuario y agro in-
dustrial. Bajo la modalidad asociativa, el
proletariado peruano y especialmente el
azucarero, asume la responsabilidad de
hacer producir la tierra, cambiando radi-
calmente no sólo las relaciones de pro-
ducción, sino las reglas de juego y las le-
yes de la oferta y la demanda en el campo.
El comportamiento, los largos siglos de
servidumbre y explotación, el arrebato de
la plusvalía, los patrones culturales, cam-
biaban diametralmente: De la servidum-
bre, se pasó a la conducción empresarial,
produciéndose un remezón en la ideolo-
gía y la idiosincrasia del trabajador azuca-
rero, protagonista y actor de la nueva histo-
ria del agro peruano (Nuevo Tipo de Te-
nencia de la Tierra en el Perú – 1996).
La afectación de Casa Grande y la con-
siguiente intervención del Estado, forma-
ba parte del propio esquema político del
Gobierno. El siguiente paso era la entre-
ga a los trabajadores, meta que se cum-
ple aceleradamente, pues el proceso exi-
gía plazos cortos y efectivos, dada las ca-
racterísticas de las medidas y todo lo que
se ponía en juego. Para ese fin, la Oficina
Nacional de Desarrollo Cooperativo
(ONDECCOP), quemando etapas resuel-
ve constituir la cooperativa Agraria de Pro-
ducción Casa Grande Ltda. Nº 32, median-
te su histórica Resolución Nº 523, sellan-
do definitivamente el nuevo destino del
inmenso complejo azucarero. La adminis-
tración de la nueva empresa cooperativa
recae en el Ingeniero Alfonso Fuentes
Ricketts, quien se convierte en el primer
Presidente, procediéndose luego a su ins-
talación el 10 de setiembre de 1970. Con
Fuentes a la cabeza de la cooperativa, se
agilizan los trámites de adjudicación ante
la Reforma Agraria. En tiempo récord, dada
la envergadura de la empresa, el Gobier-
no Adjudicó Casa Grande a sus legítimos
trabajadores, firmando la transferencia
definitiva el Ministro de Agricultura Jorge
Barandiarán Pagador y el flamante presi-
dente Casagrandino don Alfonso Fuente
Ricketts, con cuyo acto se inicia legalmen-
te la nueva etapa de la historia de Casa
Grande: Del Cooperativismo azucarero,
acto que se realizó el 3 de Octubre de ese
mismo año.
Casa Grande, sin duda, fue el factor
determinante en este cambio de relacio-
nes de propiedad. El más grande empo-
rio de la aristocracia latifundista peruana
daba paso al nuevo poder obrero, quie-
nes en adelante tenían la responsabili-
dad de responder al reto de la historia y al
futuro para las nuevas generaciones. Aquí
empieza la segunda etapa y la nueva co-
rrelación de una empresa, de la cual
dependían cerca de 70,000 personas en-
tre trabajadores, familiares y gente que
directa e indirectamente vivían de la fabri-
cación y la comercialización del azúcar y
sus derivados.
Se inició un gobierno por los propios
trabajadores, pasando por un período ini-
cial de intervención directa del estado a tra-
vés de sus organismos oficiales. La ale-
gría que significaba vivir esta nueva etapa
fue indescriptible. Todos se comprometían
a trabajar con mayor dedicación la tierra,
aunque la mayoría no comprendía lo que
significaba este gran paso por los gran-
des retos que esta nueva situación aca-
rreaba. Si bien es cierto el símbolo del
machete continúa flameando como patrón
cultural, una nueva simbología penetraba
en la idiosincrasia de los azucareros: la
figura de Túpac Amaru, símbolo de revo-
lución, de rebeldía.
La prosperidad de los años siguien-
tes, entre 1970 y 1977, aumentó el entu-
siasmo de los trabajadores y de los
impulsores del cooperativismo, que pre-
tendieron encontrar en este modelo, la
fórmula mágica para alcanzar el desarro-
llo. Efectivamente, en este período, se con-
solidan los mayores récords de produc-
ción de Casa Grande (ver cuadro Nº 2). La
cuidadosa infraestructura dejada por los
anteriores dueños, influye en esta bonan-
za. El rendimiento productivo se aproxima
a las 230,000 TM de azúcar por año, cifra
que supera incluso a la etapa de la ha-
cienda. El apoyo técnico, financiero,
logístico del Estado, contribuye a esta si-
tuación vivida. Se reparten jugosas sumas
de excedentes a los trabajadores, se cons-
truyen más de 1,500 casas para los tra-
bajadores, se mejoran los servicios bási-
cos de agua, desagüe, luz, se edifican
escuelas y la consiguiente construcción
de cerca de 100 aulas para la creciente
población estudiantil; nacen ocho jardines
de infancia, 12 clubes cooperativos, dos
piscinas, tres reservorios para agua de
regadío ubicado en el campo (Chacarillas,
San Ramón y Tocache); se fomenta una
importante granja para la crianza de cer-
dos, en la búsqueda de nuevas fuentes
productivas para elevar la base económi-
ca de la empresa; se organiza la planta
de microalgas de Sausal; se construyen
tres plazuelas para ampliar el radio urba-
no de Casa Grande y brindar mayor co-
modidad a sus trabajadores. Es decir, fue
un período no sólo de bonanza, sino tam-
bién de desarrollo y de ampliación de los
servicios de áreas urbanas (Trabajo de
campo – 1980).
La nueva atmósfera que viven los tra-
bajadores casagrandinos era de entu-
siasmo, como si empezara una larga ce-
lebración. Todos sintieron que algo gran-
de se había producido, que el látigo y el
abuso había terminado, mirando el futuro
con optimismo. No encontrar la terrible fi-
gura del capataz o el caporal, la presión
permanente de la hacienda, la amenaza
constante, significaba algo nuevo, de re-
pente incomprendido. Eran siglos de ser-
vidumbre, de sumisión y de pronto ama-
neció un nuevo día, donde todo cambió.
En adelante el campesino organizada-
mente “debe decidir lo que debe hacer-
se”. De pronto, gentes distintas, universi-
tarios, políticos, militares, empiezan a vi-
sitarlos, a explicarles del nuevo cambio.
Era tan rápido, que no comprendían, se
sentían confundidos, pero una lección se
85
les fue quedando: que ellos eran los nue-
vos dueños, calando en su conciencia;
aunque “los concientizadores” buscaron
también que se convenzan que “en ade-
lante ya no trabajarás como antes”, que
descansarán más porque: “tú eres el nue-
vo dueño”, “no tendrás patrones”, “nadie
te obligará a nada” (Frases usadas por
documentos oficiales del Estado). Es el
inicio de un cambio, con una concepción
equivocada y la desviación de un proceso
que desde las raíces empieza a resque-
brajarse, pues el paternalismo y el
populismo torcieron el verdadero rumbo
a seguir en adelante.
Igualmente, se puntualiza el siguiente
momento en esta apreciación: A partir de
1976, la situación empezó a modificarse. Ello
coincide con el cambio de política del segun-
do período del gobierno militar que derroca
en la Presidencia a Juan Velasco Alvarado,
instaurándose la segunda etapa encabeza-
da por el General Francisco Morales
Bermúdez, quien asume la Presidencia del
Perú. En esta nueva fase del militarismo, se
retiran algunas concesiones al agro azuca-
rero asociativo; poco a poco se van impo-
niendo otras normas que llevan a la empre-
sa cooperativa a tener más obligaciones con
el Estado sin retribución por parte de éste.

CUADRO Nº 2
CASA GRANDE PRODUCTIVIDAD DE CAÑA POR HECTÁREA

TOTAL AZÚCAR
AREA TOTAL
TOTAL CAÑA CAÑA AZÚCAR OBTENIDA
AÑO COSECHADA COSECHADA COSECHADA OBTENIDA Por Hectárea
(Miles de Has.) (Miles de TM)
PROPIA PROPIA (TM/Ha) PROPIA (TM/Ha)
1970 10,034 1,752,775 170,010 177,846 17,260
1971 10,311 2,053,117 199,120 219,156 21,250
1972 10,611 2,119,976 199,790 235,521 22,200
1973 10,965 2,210,998 201,640 234,162 21,360
1974 11,483 2,265,510 197,290 250,804 21,840
1975 12,773 2.079,007 162,770 231,687 18,140
1976 12,343 2,054,495 166,450 226,569 18,360
1977 12,369 2,102,224 169,960 228,237 18,450
1978 11,444 1,664,605 145,460 197,495 17,260
1979 12,067 1,258,449 104,290 183,543 15,210
1980 8,723 664,488 76,180 71,373 8,180
1981 5,526 569,431 103,040 60,527 10,950
1982 7,804 1,217,705 156,040 116,783 14,960
1983 8,587 1,348,491 160,530 100,025 11,650
1984 10,605 1,623,426 153,080 140,386 13,240
1985 9,362 1,659,958 177,310 172,795 18,420
1986 10,381 1,602,457 154,360 151,421 14,590
1987 9,350 1,194,166 127,720 107,252 11,470
1988 8,668 1,332,905 153,770 124,328 14,340
1989 9,008 1,346,725 149,500 128,462 14,260
1990 9,482 1,222,678 128,950 128,767 13,580
1991 9,937 1,171,466 117,890 111,639 11,230
1992 8,603 713,589 82,950 66,485 7,730
1993 9,707 639,521 65,880 54,537 562
1994 11,868 1,033,787 87,110 96,198 8,110
1995 13,422 967,762 72,100 101,276 7,550
1996 7,881 548,574 69,600 52,121 6,610

Fuente: Ministerio de Agricultura. Archivo Empresa Casa Grande.

86
En cambio, la congelación de precios del
azúcar se acentúa en perjuicio de la estabili-
dad de la cooperativa, pues el Ministerio de
Agricultura le imponía un precio al azúcar, mu-
chas veces por debajo del costo de produc-
ción, subsidio que no tenía la contraparte del
Estado, que siempre se comprometió a de-
volverle la diferencia, pero que nunca cum-
plió; problema que fue mellando gravemen-
te la solidez de su economía.
2. LA DISPUTA AL INTERNO DE LA
COOPERATIVA.
Al final de la década de los 80, la disputa
por el control de la Cooperativa era evidente.
Las cúpulas sindicales y más propiamente
partidarias, se entregan en un irracional en-
frentamiento por el control del gobierno de la
empresa. A pesar de la influencia del gobier-
no del Presidente Fernando Belaunde, que
logra congregar a algunos sectores
dirigenciales que los impone en la dirección
para contraponer la hegemonía del APRA;
sin embargo este ingrediente fue esporádi-
co, pues la lucha central se circunscribió a la
disputa encarnizada entre los sectores
apristas, quienes bajo diferentes facciones
se enfrentan, conflicto que no sólo es la lu-
cha electoral, sino que comprometen el pa-
trimonio de la cooperativa, pues esta déca-
da se caracterizó por la toma de locales, mar-
chas, enfrentamientos físicos, bloqueo de la
producción, aparte del enfrentamiento direc-
to entre grupos que apoyan a uno u otro ban-
do. A pesar de la participación del Ministerio
de Agricultura en la lucha por el poder, en
general hasta 1985, es el partido APRISTA
quien protagoniza estas disputas, sin que
exista una intervención directa y protagónica
del Estado. Cabe recordar la presencia del
Gerente de Casa Grande Jorge Young
Mongrut, que por muchos años gobierna
Casa Grande y que a pesar de su posición
ejecutiva, decide el destino de muchas elec-
ciones, al maniobrar para el triunfo de uno u
otro candidato que responda a sus intere-
ses y al de su grupo.
A partir del gobierno de Alan García
Pérez, que asume la Presidencia del Perú
en 1985, la situación del gobierno de Casa
Grande no varió sustancialmente, sino que
se produce mayores desajustes. El Gerente
Young Mongrut había sido cambiado por
Guillermo Roeder Seminario, conocido
militante Aprista, pero antes de 1985 en
que se instala el gobierno Aprista Roedor
es depuesto por un alzamiento de trabaja-
dores que después de una dura batalla
contra la dirigencia y denunciando el nepo-
tismo y la depredación de los bienes de la
empresa, obligan a la renuncia de Roeder
Seminario y en consecuencia una nueva
derrota de la posición partidaria de la frac-
ción más corrupta del partido Aprista. Indu-
dablemente, que las heridas y el curso de
la historia de la Cooperativa Casa Grande,
pronto hizo que las contradicciones volvie-
ran a agudizarse. Nuevamente la posición
que fuera arrinconada por los malos ma-
nejos, inicia su recuperación. El entusias-
mo que genera la elección de García Pérez
los revitaliza. En 1986, la facción depuesta
nuevamente asume el poder en Casa
Grande y para asombro de la masa traba-
jadora, su primera medida fue la reposi-
ción de Guillermo Roedor Seminario en la
Gerencia de Casa Grande.
El análisis de las luchas intestinas
entre las diferentes facciones del poder
en Casa Grande, responsables directos
de la crisis y el desgobierno, no pueden
hacernos perder de vista, el juego de inte-
reses que desde las esferas guberna-
mentales y los grandes grupos económi-
cos entran a tallar en el destino del com-
plejo agro industrial. Desde el gobierno
de Morales Bermúdez, pasando por el
gobierno de Belaúnde y luego el de García,
el viraje en la política agraria fue evidente.
Apostaron por la privatización en grandes
monopolios privados. Decretos Supre-
mos, Ministeriales, etc., lo ameritaban. En
esa perspectiva, desde el gobierno y el
poder económico que se impone en el
país, alimenta el debilitamiento de Casa
Grande y contribuyen directa e indirecta-
mente a la agudización de la crisis. Inclu-
so algunos enfrentamientos, cuentan con
el financiamiento del Estado y de algunos
sectores económicos hegemónicos de la
región o del país. No era extraño encon-
87
trar altos funcionarios del gobierno finan-
ciando o influyendo en uno y otro bando;
tampoco era raro el apoyo de uno de los
distribuidores del azúcar (Velásquez, Agro
Azucarero).
La autodestrucción del sistema coo-
perativista se estaba produciendo en for-
ma acelerada. La ceguera impedía perci-
bir que se estaba cavando la sepultura de
una extraordinaria experiencia de auto-
gestión donde los trabajadores tuvieron
la oportunidad histórica de demostrar su
capacidad de gestión y de aplicar en la
práctica que la plusvalía que producen los
trabajadores debe regresar en beneficio
del desarrollo económico, social y cultu-
ral de los agentes o actores productivos
directos. Al parecer, el Estado, los teóri-
cos del cooperativismo agrario, las
dirigencias políticas y todos aquellos que
tuvieron la gran responsabilidad de llevar
adelante un modelo, capaz de superar el
oscuro recorrido de la Hacienda azucare-
ra, no tuvieron en cuenta factores funda-
mentales en la dinámica interna del movi-
miento laboral y muy especialmente las
concepciones ideológicas naturales y los
patrones culturales que formaban parte
del comportamiento del trabajador azuca-
rero. Abugattas, con razón nos expresa lo
siguiente: “Gran parte del conflicto social
más intenso y destructivo proviene de esta
contraposición que lleva a los individuos
a percibir como inútiles las normas y pre-
ceptos básicos de su sociedad y su es-
pacio social como una cárcel o un impe-
dimento para su subsistencia y prosperi-
dad. Muchas veces, es cierto, sucede,
como tan gráficamente lo hacía notar Or-
tega y Gasset, que las mayorías, aún en
condiciones de prosperidad relativa, no
prestan mucha atención al acervo cultural
de sus sociedades, pues no perciben la
conexión inmediata entre él y las venta-
jas, comodidades y la seguridad de que
gozan” (Abugattas, 1992:25).
El trabajador azucarero, tuvo su gran
oportunidad para hacer de su cooperativa
un modelo empresarial, toda vez que te-
nía el reto de constituirse en el agente de
88
su propio destino. Al parecer, en esa lu-
cha casi irreconciliable por la disputa del
poder, no se considera esa gran meta que
debió reivindicar a la fuerza de trabajo y
responder contra las ofensas del pasado
y la responsabilidad del futuro. Es que la
ceguera ideológica o política, así como los
intereses que a cada momento se contra-
ponen no toman en cuenta ase acervo
cultural como decía Abugattas. Al no otor-
garle el interés y el tratamiento que requie-
re la herencia cultural y la formación del
trabajador azucarero, es el principio del
fin del modelo cooperativo. Demuestra
asimismo que cuando se persiguen inte-
reses personales o de grupo, se pierde la
visión y por lo tanto no se plantean los
mecanismos sin las estrategias para al-
canzar los grandes objetivos que en este
caso el modelo cooperativo exigía para
Casa Grande. Tampoco esta mezquindad,
pudo ver con claridad el escenario en el
que se desarrolla Casa Grande, ni mu-
cho menos la enorme responsabilidad de
ser protagonistas de la más grande em-
presa azucarera del Perú.
3. EL OCASO DEL GOBIERNO COO-
PERATIVISTA.
La disputa por el poder en Casa Gran-
de fue una constante. Sólo en pequeños
espacios de tiempo, se tenía relativa esta-
bilidad social a partir de los años 80. Nues-
tros informantes, la mayoría ex dirigentes
sindicales coinciden en que en esos mo-
mentos tienen relación con los períodos
post eleccionarios, mientras duraba la es-
peranza de los socios trabajadores por un
cambio en su empresa al asumir el go-
bierno de la cooperativa una nueva
dirigencia. A medida que la crisis golpea-
ba la economía del Complejo Agroin-
dustrial, los problemas empeoraban y
como se dijo anteriormente ya no solamen-
te era una confrontación por el poder, sino
que el gran sector de trabajadores pugna-
ba por mantener su salario y rescatar algu-
nos de los beneficios que hace tiempo se
estaban perdiendo. El desgobierno, no sólo
generaba inestabilidad económica, sino
que la desesperación que comprendía a
la familia tomaba un curso peligroso (in-
formación de diarios y revistas de década
del 80). Quizás, para los grupos económi-
cos que dominan la política nacional, era
parte de sus cálculos para imponer sus
intereses, al igual que en otras empresas
azucareras, considerando la envergadura
estratégica de una industria decisiva en la
economía nacional.
En este contexto es importante recor-
dar el papel que cumple en Casa Grande
desde 1992 a 1996 el Gerente de esta
empresa, el Ing. Jorge Vejarano Cavero,
quien en su quinquenio de gobierno ma-
nejó la empresa como un verdadero bo-
tín. Corrompió directivos e hizo de la coo-
perativa su más grande festín: Subvaluó
los precios del azúcar, hipotecó el azúcar
a futuro, terminó con sus reservas, pro-
movió a grupos nepóticos, que sin traba-
jar dilapidaban los activos de la empresa,
entre otras acciones negativas que fue-
ron largamente denunciadas por dirigen-
cias sindicales y trabajadores de base.
Esto se demuestra cuando en forma di-
recta manejó las elecciones para la reno-
vación de los órganos de gobierno a su
antojo, imponiendo con prácticas vetadas
a dirigentes que podían responder a sus
oscuros intereses. Incluso, cuando en
aquel entonces visitábamos ese comple-
jo, algunos dirigentes expresaban su in-
dignación por la prepotencia y las es-
candalosas maniobras que ya eran prác-
tica de Vejarano Cavero. Luis Cabrera Toro,
que fuera uno de los Presidentes del Con-
sejo de Administración más destacados
del período de Vejarano, era conocido por
su carácter democrático y sus buenas in-
tenciones para reflotar Casa Grande, pero
su ascendencia y nobleza no eran sufi-
cientes para contrarrestar los manejos de
Vejarano. El cacique tenía la palabra.
En este período aparece en la escena
del poder el Ministro de Agricultura, Ing.
Absalón Vásquez, casagrandino de naci-
miento, hombre ambicioso, sencillo, de
fácil palabra y con una innata atracción con
los trabajadores, pues el mismo se consi-
deraba un campesino que “luchaba por
sus hermanos”. Como Ministro de Agricul-
tura primero y luego como a Asesor presi-
dencial juega un papel indiscutible en el
destino de Casa Grande y de las demás
empresas azucareras. La identificación de
los socios con su prédica reivindicativa, hizo
que sus opiniones influyan directamente
en las grandes decisiones que se toma-
ban para el manejo y el rumbo de la em-
presa. Aparece como un defensor de las
grandes mayorías y dispuesto a “castigar
a las dirigencias corruptas” que estaban
despilfarrando y desestabilizando a Casa
Grande (boletines de Prensa de la empre-
sa). Logró conformar un movimiento de-
trás del cual estaba un sector muy impor-
tante y de repente mayoritario que confió
en el cambio ofrecido por este alo funcio-
nario gubernamental.
Como parte de la estrategia para dar
la estocada final al modelo cooperativista
impuesto, el gobierno, “con la oposición
de Vásquez Vejarano”, inicia una campa-
ña de desprestigio de Casa Grande y las
demás cooperativas azucareras. Grandes
avisos televisivos y páginas enteras de los
diarios que controlaba el gobierno cívico
militar del Presidente Alberto Fujimori, pre-
sentaban a la opinión pública el oscuro
panorama de la aguda crisis que golpea-
ba a la cooperativista azucarera. La pun-
tería principal y los dardos se centraban
en Casa Grande, porque de su destino
dependería el porvenir del modelo coope-
rativista azucarero. Esta propaganda inci-
día en las disputas, en los enfrenta-
mientos, en la destrucción de la infraes-
tructura, en la devastación de los campos
de cultivo, lo obsoleto de su maquinaria y
la angustia de la familia que hasta ese
momento ya padecía los estragos de la
falta de salarios, la carencia de servicios y
las penurias para atender sus necesida-
des mínimas. Se preparaban las condi-
ciones para un golpe certero, las cuales
se tornaban efectivas porque a pesar de
la crisis, no aparecía una dirigencia capaz
de remontar la situación en que se en-
contraba y revertir el daño original. La opi-
nión pública del país asumió la “banca-
rrota” del cooperativismo azucarero, tenía
89
que ver desde el origen “con la irrespon-
sabilidad del gobierno de Velasco que
arrebató las tierras a los terratenientes”;
igualmente se propagonizaba “la incapa-
cidad” de los socios para dirigir una em-
presa de envergadura; de la misma ma-
nera se consideraba que el desabaste-
cimiento del azúcar era consecuencia del
modelo impuesto. Entonces se debía
romper con este sistema e imponer otro
“que convenga a los intereses del país”
(lenguaje de avisos y predicas del gobier-
no – 1992-1996).
El gobierno, para imponer las nuevas
reglas de juego que había preparado para
el sector azucarero peruano, terminó con
el desprestigio de los partidos políticos, a
quienes responsabilizó de la debacle de
la industria azucarera del Perú (avisos pe-
riodísticos y mensajes presidenciales), de
paso que reforzaba su tesis para desca-
bezar el movimiento político nacional, de
cara a sus grandes propósitos dictatoria-
les, de cuyos resultados sabemos de so-
bra sus consecuencias. Estaban dadas
las condiciones para dar el gran salto que
termine con el sistema cooperativista azu-
carero. Como quería conservar la careta
democrática de respetar el carácter priva-
do de la cooperativa azucarera, prepara la
figura del Referéndum, imponiendo me-
diante Decreto Supremo la obligación de
la empresa azucarera para someterse a
dicha consulta popular y decidir si se man-
tenía el modelo cooperativo o si se le
remplaza con otro de Sociedad Anónima.
Chucarapi de Arequipa, el Ingenio y
Paramonga en Lima, San Jacinto en
Ancash y Chiclín en La Libertad, cayeron
en el engaño y bajo la persistente propa-
ganda del gobierno que ofrecía el paraíso
para quienes decidían cambiar de mode-
lo empresarial. Los trabajadores de las
cooperativas mencionadas dieron el SI al
cambio de modelo, en tanto Casa Grande
y las demás dijeron un rotundo NO a las
pretensiones privatistas del régimen y de-
cidieron continuar con el modelo coope-
rativista (Resultado Electoral entre 1994-
1996).
90
IV. LA ÚLTIMA ETAPA DE
CASA GRANDE: NUEVO
MODELO, DUEÑOS Y
ACCIONISTAS SIN PODER.
1. Imposición de la Sociedad Anónima
El gobierno del Presidente Alberto
Fujimori (1990-2000), continuó con su deci-
sión para tumbar el modelo cooperativo. A
pesar que en la primera arremetida sólo
consigue someter e imponer la Sociedad
Anónima en Paramonga, San Jacinto y otras
empresas menores, nunca dio marcha
atrás en sus propósitos privatistas, trazan-
do una nueva estrategia para doblegar la
voluntad de Casa grande, Tumán, Cartavio,
Laredo, Pomalca, Cayaltí y Pucalá. Es indu-
dable que Casa Grande resultaba el hueso
mas duro de roer. La figura del referéndum
dio paso a otros mecanismos más directos
e intervencionistas. Esta vez, aprovechando
la campaña de desprestigio y satanización
de las dirigencias y lo que denominó la ban-
carrota del cooperativismo azucarero, inter-
viene directamente con Decretos Supremos
para maniatar a la dirigencias y obligarlas a
cambiar de modelo. En este contexto expi-
de el Decreto Supremo Nº 01891- AG, que
establece el procedimiento para adoptar
acuerdos en las asambleas generales de
cooperativas agrarias; luego el Decreto Le-
gislativo 653 o Ley de Promoción e Inversio-
nes en el Sector Agrario, que precisa el de-
recho de propiedad pero posibilitando la
entrega de la tierra como garantía hipoteca-
ria; igualmente el Decreto Supremo 048-91-
AG que deroga el histórico Decreto Ley
17716 o Ley de Reforma Agraria. Los ante-
riores dispositivos fueron la creación de las
condiciones para intervenir las cooperativas,
liquidando definitivamente la reforma agra-
ria y aperturando nuevos canales para im-
poner otro tipo de decisiones contrarias al
sentimiento de los trabajadores. Posterior-
mente empieza la arremetida más directa
con el Decreto Ley Nº 25602, el cual sinteti-
zamos con las propias expresiones del ex
Ministro de Agricultura Abasalón Vásquez
cuando dice al respecto: “El 07 de julio de
1992, fue promulgado el Decreto Ley Nº
25602, mediante el cual se precisó aspec-
tos para facilitar el cambio de modelo em-
presarial de las cooperativas. Como el Ins-
tituto Nacional de Cooperativas (INCOOP),
organismo encargado de garantizar la co-
rrecta aplicación de las normas vigentes en
el sector cooperativo, incluyendo claro está
el Decreto Ley 25602, obstruía sutilmente
el proceso de cambio de modelo empresa-
rial, debido principalmente a la politización
de sus integrantes, el gobierno decidió li-
quidarlo, propósito que se cumplió con el
Decreto Ley Nº 25879, del 18 de noviembre
de 1992, trasladando al ámbito de la
CONASEV todo lo concerniente a la
normatividad y supervisión del Sistema Co-
operativo Nacional” (VÁSQUEZ; 1996:87).
Como se concluye de las palabras de
uno de los cerebros del derrumbe del coo-
perativismo azucarero (1996), el gobierno
buscaba liquidar definitivamente al modelo
cooperativo. Al dispositivo anterior agrega
el Decreto Supremo Nº 024-92-AG, el De-
creto Supremo Nº 030-92-AG y el Decreto
Supremo Nº 034-92-AG, el Decreto Supre-
mo Nº 097-92-AG; el DS 047-92-AG y el DS
006-93-AG. Todos estos dispositivos esta-
ban dirigidos a reglamentar el Decreto Ley
25602 y establecer todos los mecanismos
que faciliten y garanticen que se lleve ade-
lante el cambio de modelo empresarial. El
colmo del autoritarismo se produce con la
promulgación del Decreto Supremo 012-93-
AG, del 22 de abril de 1993, en el cual regla-
menta el funcionamiento de las cooperati-
vas reduciendo significativamente el núme-
ro de delegados de la Asamblea General a
un número casi simbólico, con el pretexto
de disminuir el asambleísmo, pero que en
última instancia garantizaba que las deci-
siones del estado se pudieran cumplir para
imponer definitivamente el modelo empre-
sarial de Sociedad Anónima. Pero es el
Decreto Legislativo 802 o Ley de Sanea-
miento Económico Financiero de las em-
presas agrarias azucareras con el cual el
gobierno interviene directamente en las de-
cisiones más íntimas de la empresa coo-
perativa. Para ello exige la reestructuración
de la deuda tributaria a la SUNAT, FONAVI,
IPSS, SENATI, la deuda de los proveedores,
acorralando económicamente a las empre-
sas azucareras y amenazándoles que si no
se adecuaban al cambio de modelo, se
cuantificaba su deuda y se las exponía a su
liquidación, para lo cual ya se había monta-
do todo el aparato legal que permitiera que
dicha amenaza se haga realidad. Como en
el Decreto Supremo Nº 802 se establecía la
elección obligatoria de comisiones transi-
torias de administración y adecuación de la
empresa azucarera a Sociedad Anónima,
el gobierno llegó al extremo inter-vencionista
de promulgar el Decreto Supremo Nº 009-
96-AG que impedía que las comisiones tran-
sitorias elegidas al amparo de ese disposi-
tivo pudieran asumir compromisos econó-
micos, prohibiéndoles suscribir contratos y
limitándolas sólo a tramites formales e
intrascendentes; calculando así que al
maniatarlas, debían apurar la liquidación de
la cooperativa y la imposición del modelo
escogido por el gobierno.
Al amparo del Decreto Legislativo 802
se impuso la elección de la Comisión Tran-
sitoria en Casa Grande. El socio coopera-
tivista no tuvo más remedio que elegir a
una comisión transitoria, con cuyo acto
quedaba sellado definitivamente la sepul-
tura del modelo cooperativo, aunque en
verdad el socio cooperativista no entendía
por lo que estaba votando. Es así como el
primer domingo de junio de 1996, Casa
Grande renuncia al modelo cooperativo y
elige la comisión transitoria de adminis-
tración y adecuación a Sociedad Anónima,
siendo elegidos los siguientes directivos:
PRESIDENTE :
Pedro Alva Quilcate
MIEMBROS :
Segundo Chacón Briones
José Pérez Ordoñez
Humberto Álvarez Ayllón
Ricardo Iturri Briones
De esta manera en Casa Grande y las
demás empresas azucareras que resis-
tieron a dejar su modelo autogestionario
91
dieron paso a la imposición gubernamen-
tal y se convierten en empresas privadas
tipo Sociedades Anónimas. Vásquez resu-
me esta “hazaña” así: “La libre decisión
expresada en las ánforas por los trabaja-
dores activos y jubilados, ha marcado el fin
del modelo colectivista o mal llamado coo-
perativista y el inicio de una nueva etapa en
la industria azucarera peruana” (1996).
2. LOS NUEVOS ACCIONISTAS SIN
PODER
La comisión transitoria, producto de la elec-
ción impuesta por el Decreto Legislativo 802,
asumió el gobierno de la nueva empresa pri-
vada, con las limitaciones que el gobierno les
dicta, limitándolas solamente a realizar algu-
nas acciones de coordinación y funcionamien-
to de la empresa, para garantizar que se abo-
quen directamente a la adecuación adminis-
trativa para el desarrollo del nuevo modelo
empresarial. A pesar que la legislación impe-
día realizar acciones más allá del encargo que
por ley tenían, los miembros de la comisión
transitoria, desarrollan acciones de gobierno
y en la práctica se constituyen en un directorio
con el respaldo de la amplia mayoría de ac-
cionistas. En el documento presentado por la
comisión transitoria a los accionistas después
de poco tiempo que asumen el cargo, en la
editorial de dicho boletín se expresa lo siguien-
te: “cuando el Ing. Pedro Alva Quilcate y el Dr.
Francisco Soberón Bolaños, asumieron la
responsabilidad de administrar Casa Gran-
de, sólo tuvieron una clara posición, un solo
horizonte, un solo objetivo, un solo destino:
reactivar Casa Grande. Cuando esto ocurrió,
la empresa se encontraba desecha, puro es-
combros, como si recién hubiera sido bom-
bardeada. Por todos lados por donde se le
miraba reflejaba el descuido garrafal de los
directivos de turno, propios de un modelo co-
operativo plagado de vicios” (documento “Aná-
lisis de la Situación Económico Financiero de
Casa Grande” del 30 de junio de 1996).
En este contexto, entrado 1997, se reali-
za la elección del primer directorio de la fla-
mante empresa privada. En esta disputa por
el poder, el gobierno interviene directamen-
te, pues buscaba un cuerpo directivo empre-
92
sarial que garantice la culminación de la se-
gunda etapa de su meta final, que era entre-
gar Casa Grande al monopolio privado.
Como el grupo que dirigió la comisión Alva
Quilcate, habían hecho suficientes méritos y
ganado la confianza de los nuevos accionis-
tas azucareros, el presidente don Pedro Alva
se sentía seguro, pues contaba con el res-
paldo mayoritario de los miembros. Cuando
don Pedro ya participaba abiertamente con
su grupo en las elecciones para elegir la jun-
ta transitoria y el directorio de la nueva em-
presa Agro Industrial Casa Grande S.A. y en
vísperas de la confrontación electoral, el go-
bierno emite una Resolución Suprema, pro-
hibiendo que los miembros de las comisio-
nes transitorias puedan postular en estas
nuevas elecciones y en consecuencia lo saca
de carrera, calculando que la directiva elegi-
da y especialmente el primer directorio con-
venga a sus intereses.
Finalmente, la elección que elegía a la
primera junta de accionistas se realiza, re-
cordando las viejas disputas de la etapa
cooperativa, donde cada grupo quiere im-
poner sus condiciones, con la novedad que
esta elección tenía otras características,
pues cada candidato a la junta de accionis-
tas debía producir su propia propaganda. Al
final, una vez elegida la junta de accionis-
tas, ésta a su vez elige al primer directorio
de Agro Industrial Casa Grande S.A. y de
acuerdo a los cálculos goburnamentales
sale elegido como presidente del primer
Directorio, el Dr. Wilmer Iglesias León, que
inexplicablemente representaba solamen-
te el 10% de las acciones del gobierno,
pues precisamente con ese derecho del es-
tado fue el representante oficial ante el di-
rectorio. Un simple cálculo nos hace dedu-
cir que si los trabajadores tenían el 90% de
acciones y el estado el 10%; y si considera-
mos que la elección es por número de ac-
ciones, aparentemente no habría explica-
ción para que el Dr. Iglesias que represen-
taba a la reducida minoría gubernamental
haya sido elegido presidente del directorio;
aunque para nosotros, que seguimos de
cerca este proceso no es extraño pues ahí
estaba la mano tenebrosa de Absalón
Vásquez y compañía.
 En este contexto las tendencias se re-
agrupan bajo tres concepciones. La prime-
ra dispuesta a vender la empresa al mejor
postor y a como dé lugar, cuyos dirigentes
eran veladamente apoyados por el gobier-
no. La segunda liderada por los accionis-
tas que luchaban por impedir que los mo-
nopolios les arrebaten la propiedad, los
mismos que contaban con el asesoramien-
to y la fuerza del Frente de Defensa de la
Industria Azucarera de Perú que en su I y II
Encuentro Nacional Azucarero (Documento
de Conclusiones-1998), deciden enfrentar-
se abiertamente a los planes monopólicos
del Estado; asumiendo su compromiso his-
tórico de “luchar por la defensa del legado
patrimonial que reciben de sus ancestros,
quienes sufriendo la explotación del anti-
guo terrateniente, permitieron arrancarles la
tierra y entregársela a la actual generación y
que por lo tanto les depara un compromiso
con las futuras generaciones”. Una tercera
opción, no muy definida estaba representa-
da por los socios que honestamente que-
rían el cambio en la conducción de la em-
presa, su reactivación pero que en última
instancia consideraban que su mejora-
miento permitiría que al vender Casa Gran-
de pudieran obtener mejores beneficios.
La crisis de Casa Grande, de acuerdo
al análisis tiene dos causantes principa-
les: las luchas internas y disputas por el
poder y la intromisión permanente del go-
bierno, que hasta el año 2000 avasalló los
derechos de toda empresa privada, como
lo es la Industria Azucarera, ha decidir su
propio destino. La desesperación de la
gran mayoría de accionistas azucareros,
tuvo en el cambio de gobierno la mayor
esperanza para retomar el camino del de-
sarrollo y reorganizar sus empresas. Al fi-
nal de esta última etapa, cuando asume la
Presidencia de la República, el gobierno
provisional, el Dr. Valentín Paniagua y pos-
teriormente el 28 de julio del año 2001, con
la Presidencia del Dr. Alejandro Toledo, las
esperanzas se convierten en frustración.
La situación no cambió.
En Casa Grande la crisis se agudizó y
los problemas se complicaron hasta el bor-
de del colapso. En este último año, Casa
Grande tiene dos direcciones. Una dirigida
por el accionista Martín Aguayo y otra por el
también accionista José Quezada. La con-
frontación directa entre las dos acciones en
pugna han llegado al enfrentamiento físico,
con toma de locales, destrucción de bienes,
paralizaciones e incluso con saldo de muer-
tos y heridos (diario La Industria de los me-
ses de agosto a diciembre del 2002). Am-
bos grupos se turnan en el asalto y conduc-
ción de la empresa. El poder judicial, que
como uno u otro grupo denuncia que sigue
parcia-lizado como en el período anterior,
da marchas y contra marchas. Hoy, cuando
el país por primera vez en su historia inicia
un régimen descentralista y a partir del pri-
mero de enero del presente año 2003, se
han elegido los Presidentes Regionales en
competencia democrática universal, el es-
cenario político pudo modificarse. En La Li-
bertad, la elección del Dr. Homero Burgos
como Presidente de La Región, posibilitó
una nueva atmósfera reconci-liadora en la
cruenta disputa por el control. Al poco tiem-
po, las contradicciones vuelven a
agudizarse y el Presidente de La Región La
Libertad, se vio envuelto en el enredo del
conflicto. Una de las facciones, lo acusa de
parcialidad, de intromisión y de favorecer al
sector aprista, desautorizándolo en sus es-
fuerzos por lograr el clima de equilibrio que
requiere la empresa (diario La República –
02-03-2003).
Casa Grande, el emporio azucarero
más grande del Perú, tiene un porvenir
incierto. El peso de la historia y la produc-
ción estratégica para la dieta del poblador
peruano, han contribuido a mantenerlo de
pie. El actual accionista y especialmente
sus dirigencias no comprendieron el rol
que la nueva dinámica del país les asig-
nó. La irracionalidad se impuso y la gran
oportunidad histórica prácticamente se ha
perdido. El poder enceguece e impide
mirar el horizonte, hasta el punto de des-
truir la esencia de aquello por lo que se
vive. Sólo las futuras generaciones podrán
juzgar a quienes no entendieron el proce-
so de Casa Grande.
93
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95
 IDENTIDAD NACIONAL Y GLOBALIZACIÓN
INTRODUCCIÓN
Esta ponencia intenta dilucidar la con-
tradicción entre la identidad nacional y la
globalización, mediante la hermenéutica
de sus contenidos y la aplicación de las
categorías de lo absoluto y lo relativo o
como un eje básico de carácter metodo-
lógico. También esclarecer la dimensión
de la globalización par las sociedades
multiculturales.
La hipótesis que guía mi pensamien-
to teórico y metodológico precisa, que las
identidades nacionales multiculturales re-
flejan contradicciones desarrolladas por
las diversidades culturales y que el trata-
miento adecuado es la aplicación de las
categorías de lo absoluto y lo relativo, para
hacer interrelaciones de las tradiciones
como valores funcionales con la moder-
nidad y pensar en el futuro.
Por otro lado, la globalización trata de
homogeneizar a las sociedades subde-
sarrolladas, porque en ello está la vida de
las tecnosociedades, cuya naturaleza es
producir en cantidades sin competencia
en el mercado. Por lo tanto, necesitan con-
glomerados sociales que compren sus
productos y luego cumplir con la tesis clá-
sica expuesta por Marx sobre el capitalis-
mo: sin consumo no hay producción.
GUILLERMO GUTIÉRREZ CHACÓN.
I. ALGUNOS JUICIOS SOBRE
IDENTIDAD NACIONAL
La conceptualización y el uso de la ex-
presión Identidad Nacional, me permite
hacer un análisis exacto de sus conteni-
dos, para dilucidar con precisión cualquier
inconveniente en su correcta interpretación
y, así, desde una perspectiva neta-mente
antropológica, mirar la dimensión extraor-
dinaria que contienen estos términos com-
puestos, unificados, para hacernos com-
prender la dinámica histórico cultural de
los pueblos, es decir, tratar de ver sus raí-
ces auténticas, su memoria colectiva, pro-
ducto de la riqueza cósmica en donde se
forjaron y que, en realidad, son los verda-
deros instrumentos racionales que hacen
que se consoliden las naciones.
También es importante considerar, que
si nos remitimos a la lógica formal, la fór-
mula “A es A”, nos indica que las variables
A son iguales y si les agregamos conteni-
dos parecidos, podríamos deducir que
denotan pensamientos idénticos.
Ahora, si lo reemplazamos en la Iden-
tidad es Nacional, estaríamos por exten-
sión viendo que significa la reunión de ca-
racterísticas iguales y, de esa manera,
quizás cumpliremos con una exigencia
formal, pero sabemos que desde el punto
de vista socio-cultural las cosas no se dan
así, aunque la idea de esta categoría com-
puesta alude a la unidad de la formación
nacional.
Cuando hablamos de identidad, reco-
nocemos que estamos pensando en una
igualdad, de asuntos con características
idénticas.
Pero sabemos, también, que esta pa-
labra sola es muy débil y requiere de aso-
ciarse con otra para tener una visión más
específica: Identidad racial, política, esta-
tal, cultural, nacional, etc., que tienen sig-
nificados y funciones diferentes. Sobre
esta categoría, Juan José Vega nos dice
lo siguiente:
- Idéntico, según el Diccionario de la
Academia es “lo que en substancia y
accidentes, es lo mismo que otras co-
sas con que se compara”; y agrega
que también puede significar “muy pa-
recido”.
- La etimología de identidad no deja
además, ninguna duda. Viene del la-
tín ídem “el mismo, lo mismo” (Vega;
1997:347).
Por otro lado, María Heise, Fidel Tubito
y Wilfredo Ardito nos plantean que: «… lo
propio, la identidad de un pueblo, está for-
mado por una diversidad de formas y con-
cepciones que vienen de dentro y fuera
del grupo. La identidad tiene, en verdad,
una conformación heterogénea. Los ele-
mentos y aspectos más íntimos de una
cultura pueden tener diversos orígenes.
Lo importante es que formen parte de la
vida cotidiana de un pueblo sin disminuir
su auto estima» (Heise et al. 1994:13).
Respecto al vocablo Nacional, que
según el diccionario Larousse, lo define
como el que pertenece a una nación o es
natural de ella: carácter nacional. Y en ese
mismo sentido, el término nación, que tie-
ne su origen a fines del feudalismo y su
afirmación se desarrolla a comienzos del
capitalismo, es una nueva forma histórica
98
de comunidad del hombre. A propósito
Stalin nos presenta algunas característi-
cas importantes de nación:
- Una nación es, ante todo, una deter-
minada comunidad de hombres.
- Una nación no es una comunidad
racial o tribal, sino una comunidad de
hombres formada históricamente.
- …no es, pues, un conglomerado ac-
cidental y efímero sino una comuni-
dad estable de hombres.
- La comunidad de idioma es pues,
uno de los rasgos característicos de
la nación.
- La comunidad de territorio es, pues,
otro de los rasgos característicos de
la nación.
- La comunidad de vida económica, la
trabazón económica es, pues, otra de
las particularidades características
de la nación.
- La comunidad de psicología, refleja-
da en la comunidad de cultura, es,
pues, otro de los rasgos característi-
cos de la nación.
- Nación es una comunidad estable,
históricamente formada, de idioma,
de territorio, de vida económica y de
psicología, manifestada ésta en la
comunidad de cultura.
¿Qué fuimos, qué somos o, mejor, qué
estamos siendo? ¿Qué podemos ser, o
acaso, qué deseamos ser? Tales las pre-
guntas inscritas en cualquier indagación
por la identidad nacional de una comuni-
dad (Arrospedi de la Flor, César; 1974:11).
Luego, de haber comprendido ambos
conceptos de identidad y nación, debe-
mos tener presente que no nos interesa
un análisis mecánico, estático del mis-
mo, sino ver su dimensión dialéctica, al-
tamente dinámica y de integración progre-
siva. Por ello, reconocemos que está in-
serta en un proceso socio-cultural de de-
sarrollo constante, en su devenir cotidia-
no de recreación, hacia una economía que
proteja la vida humana.
La identidad nacional, tiene caracterís-
ticas dinámicas internas, que se renuevan
constantemente en una unidad de desa-
rrollo dialéctico de lo absoluto (estable e
invariable) y lo relativo (variable), que en el
proceso de su movimiento de tránsito de
lo uno a lo otro y viceversa, definen el pro-
greso permanente de sus manifestacio-
nes concretas, que conjugan relaciones
generales, particulares y singulares que la
determinan históricamente y culturalmente.
Ahora bien, pasando de lo abstracto a
lo concreto, el punto de vista que quere-
mos expresar, tiene que ver con las carac-
terísticas que dieron origen a lo que hoy
constituye, la categoría de identidad na-
cional peruana. Abordar este tema es su-
mamente difícil, por no decir, complejo, si
no lo presentamos de la forma más co-
rrecta y libre de prejuicios; exhibiendo tan
sólo un interés general y recogiendo las
enseñanzas aprendidas en todo el tiem-
po transcurrido hasta nuestros días; sien-
do así, debemos de partir de nuestra se-
cuencia histórica y cultural, aún sabiendo
de la existencia de diferentes versiones
descritas, que responden a un interés
estrictamente de clase.
La Cordillera de los Andes Centrales,
es el espacio geográfico, en donde sur-
gieron las proto culturas de Chavín,
Tiahuanaco, Mochica-Chimú, Nazca, Para-
cas, Inca, etc., que fueron identidades cul-
turales con idiomas propios, concepcio-
nes originales, creencias, valores y cos-
tumbres muy heterogéneas, pero que sir-
vieron de base para la paulatina consoli-
dación de nuestra nacionalidad.
También podemos decir, que para nin-
gún peruano es desconocida la gran diver-
sidad cultural existente en nuestro país.
Pero si preguntamos en una reunión con
nuestros conciudadanos el origen de su
procedencia, algunos nos dirán que son
piuranos, otros, chiclayanos, cajamar-
quinos, trujillanos, ayacuchanos, puneños,
etc. Cuyas mentalidades reúnen caracte-
rísticas singulares de las antiguas cultu-
ras, que a través del tiempo, mantienen
algunos valores latentes y que son funcio-
nales en la actualidad. Constatamos, igual-
mente, que no existen rivalidades, que las
xenofobias ya no son tan evidentes como
antes, y, que todos aún cuando somos di-
ferentes culturalmente, estamos unidos;
nos defenderemos en un solo haz y nos
sentimos orgullosos de pertenecer a la
gran nación peruana. Ahora, ¿Cuándo sur-
ge la conciencia nacional?. Hay muchas
respuestas elaboradas por analistas so-
ciales, pero creo que se inicia desde los
primeros instantes en que surgió la inva-
sión española en 1532. Quizás una de las
principales reacciones fue las rebeliones
de varios personajes en el Perú que consi-
deraron a los chapetones extranjeros; men-
cionaremos algunos:
- La lucha de Manco Inca en 1536, des-
de el Cusco, en defensa de su identi-
dad cultural Inca.
- La insurgencia de Túpac Amaru en
1572, cruelmente ajusticiado por el
Virrey Toledo.
- El movimiento invencible de Juan San-
tos Atahualpa en 1742 en la Selva.
- La Revolución de José Gabriel
Condorcanqui, Túpac Amaru II en
1780 etc.
Estas rebeliones y otras más, han con-
tribuido para hacernos ver poco a poco
nuestra pertenencia nacional; aunque la-
mentamos que el Estado y los gobiernos
de turno, nunca han hecho una política de
desarrollo intercultural. ¿Cuáles han sido
las limitaciones?. Lo cierto es que sabe-
mos que no existe una integración, como
99
quisiéramos todos los peruanos y que las
causas pueden ser:
- Centralismo burocrático limeño.
- Gobernantes políticos, sin conoci-
mientos socio-culturales y estima por
el “Perú profundo”: buscan siempre
enriquecerse.
- Comportamiento racista: blancos
contra andinos, negros, asiáticos y
viceversa.
- Carencia de una política educativa
integracionista.
- Territorios geográficamente acciden-
tados.
- Ausencia de planificación de carrete-
ras estratégicas, para la integración
económica nacional, etc.
La identidad nacional peruana, consti-
tuye un país con una riqueza pluricultural
suigéneris, donde se aprecia la creativi-
dad más excelsa realizada por el hombre
andino, que no sólo efectúo un ajuste bri-
llante a su medio ambiente, sino dio mues-
tras muy racionales para sobrevivir en zo-
nas de climas de mega diversidad. Creó -
en ese sentido- un conjunto de formas y
modos originales de valorar una realidad,
tan propios de una visión cósmica que
sintetiza un mundo de diferentes culturas,
en donde el género humano era ganador
por su heurística. Ante ese hecho huma-
nista, la globalización pretende, con su
homogenización la muerte del hombre,
pues anula lo más hermoso de la crea-
ción cultural, que es el mosaico heterogé-
neo que nos da la variedad de aspectos
de la realización humana.
Finalmente, en un país pluricultural y
multinacional, los sentimientos de perte-
nencia podrían estar encontrados, por la
diversidad de procedencia con un posible
carácter etnocéntrico. Pero la resolución
mágica Panandina, que siempre ha com-
prendido la existencia de pueblos con ca-
racterísticas propias muy singulares y, por
100
ello, sus derechos a la diferencia ha gene-
rado una especie de aceptación incons-
ciente socio-cultural, sin actitudes auto-
destructivas, que afecten la intercultu-
ralidad. Siempre hemos sabido y sentido
la presencia de personas de diferentes
culturas en este espacio andino – desde
épocas muy tempranas hasta nuestros
días – Actualmente, en cualquier reunión
cotidiana, se puede apreciar a seres con
orígenes, costumbres, idiomas, etc., muy
distintos pero que forman parte de nuestra
identidad nacional. Por ello, es necesario
plantear una estrategia para definir a una
patria multinacional que reconozca a todas
las identidades culturales del territorio pe-
ruano, su verdadera autenticidad, permi-
tiendo de esta manera, que se renueven
continuamente y, así, hacer florecer una
extraordinaria nación peruana multicultural.
II. ¿QUÉ ES GLOBALIZACIÓN
Y QUE PRETENDE?
Al inicio del tercer milenio, en la era del
capitalismo desenfrenado, salvaje, este
nuevo orden internacional está tratando de
imponerse aceleradamente en el globo
terrestre. Nos anuncia las bondades de la
homogeneización, que ofrece la moderni-
dad del sistema neoliberal. Por ello, es
necesario precisar las características y
consecuencias de la concepción del
mercantilismo corporativo, que plantea una
doctrina ideológica totalitaria y
deshumanizante, que está afectando los
conceptos esenciales de “nación”, “cultu-
ra”, “sociedad”, “soberanía”, etc. Este nue-
vo modelo de racionalidad económica y
política que los norteamericanos han co-
menzado a llamar globalización y que a
los franceses les parece mejor, mundia-
lización, es el nuevo boom de la hegemo-
nía de la “aldea global”: que es el ucase, el
edicto, más importante de este siglo. Tam-
bién podemos decir lo mismo de las di-
mensiones tecnotrónicas, cuyas redes in-
ternas y externas dominan el mundo a tra-
vés de las computadoras, la televisión y
las comunicaciones, que constantemente
desnaturalizan el modo de vida de las na-
ciones en beneficio de las transnacionales.
 La globalización, corresponde a una fase
del incremento del gran capital financiero,
conocida como monopólica o de libre con-
currencia y se sustenta en las concepcio-
nes teóricas y políticas económicas del
neoliberalismo; es una de sus estrategias
más cardinales en las que actualmente vie-
ne desarrollando el sistema imperialista del
capital, desde que comenzó a experimentar
sus acostumbradas crisis y que la “socie-
dad global, se vio en la necesidad de trasla-
dar a los países de economías frías, sub-
desarrolladas no viables, las recetas más
convenientes para que logren mantener la
maximización de su tasa de ganancias.
En tal sentido el sistema capitalista ha
acuñado el término globalización que tie-
ne múltiples funciones en las sociedades
en desarrollo, para expresar la compren-
sión y explicación del proceso de
mundialización de la economía y, la se-
cuela que ésta genera a través del tipo de
política y cultural que requiere, de la tec-
nología y comunicaciones que necesita
para su implantación planetaria.
Este fenómeno, que han creado, las
grandes metrópolis del capitalismo, la
maximización de la producción y el comer-
cio internacional – denominado globa-
lización – ha sido conceptualizado de va-
rias formas, por las múltiples funciones que
realiza en las sociedades en proceso de
modernización. Al respecto, José Sánchez
Parga nos permite reconocer algunas de-
finiciones interesantes:
1. …el término “globalización” ha sido
utilizado como referente interpretativo
para análisis heterodoxos de la eco-
nomía y política internacionales.
2. …como un concepto en la discusión
sobre diferencias e identidades cul-
turales.
3. …el proceso que caracteriza el mun-
do contemporáneo, y que representa
una nueva fase o estadío en el desa-
rrollo del capitalismo internacional.
4. …sólo puede ser entendida a partir
de un conjunto de procesos e iniciati-
vas muy particulares, que se han ido
implementando en las diferentes es-
feras de la economía, de la política y
la cultura, de las tecnologías y las
comunicaciones.
5. …comprende todos los aspectos y
dinámicas de la sociedad, la econo-
mía, la política y la cultura, además de
introducir nuevas relaciones entre to-
dos ello. Su autor principal es la em-
presa, pero no cualquier empresa sino
la transnacional, que tiene los recur-
sos técnicos y financieros y la capaci-
dad organizacional para proyectarse
a nivel mundial, y desterritorializarse
más allá del espacio nacional.
6. Lo global implica, por consiguiente,
una redefinición de lo “nacional”, que
en los últimos siglos ha sido la refe-
rencia fundamental tanto en términos
de identidad como de desarrollo eco-
nómico y de procesos políticos y cul-
turales. Esto mismo comporta a su vez
una redefinición de las funciones y del
estatuto de los Estados nacionales
frente a la sociedad, y frente a los prin-
cipales actores de la globalización,
como son las empresas transna-
cionales. No se pretende pronosticar
una tendencia hacia la desaparición
de los Estados, sino más bien un pro-
ceso de redefinición sustancial de sus
funciones y estatutos.
Hay algunas personas que piensan
que la globalización, punta relanza del
neoliberalismo, es la panacea de las so-
ciedades contemporáneas. No creen que
sea un hermoso regalo griego, que está
inserto a las leyes internacionales de la
producción y comercialización, ya que el
capital no afecta nunca su tasa de ganan-
cia. Que no interfiere en la desnaturalización
de las identidades nacionales, en la histo-
ria real de los países, en la desterri-
torialización de las soberanías, en las tra-
diciones y costumbres culturales desarro-
lladas en la megadiversidad. Que no ata-
101
ca con vehemencia la cultura y la historia
de las naciones para lograr su homoge-
neización. Que da recetas económicas a
los países subdesarrollados que jamás
aplicarían a sus sociedades de “economías
frías” deben tener, porque necesitan con
urgencia brindar una modernización de
ensamblaje, para que las naciones pue-
dan comprar sus productos de la tecno-
sociedad, porque para que haya produc-
ción tiene que haber consumo.
La estrategia globalizante controla la
homogenización de los pueblos subde-
sarrollados, buscando una economía uni-
ficada que cumpla con sus exigencias.
Todo está sujeto a comercialización. Le
interesa darle un nuevo concepto de cul-
tura y de historia, porque son las fuerzas
que crean raíces y pretenden que todo
esté ajustado a las nuevas normas inter-
nacionales del mercado. Les importa más
desarrollar la modernización de los pue-
blos que la modernidad, porque sólo de-
sean que les compren sus productos.
Ante este tipo de oferta capitalista, creo
que las naciones en formación necesitan
consolidar su dimensión cultural del de-
sarrollo, que consiste en compromete las
fuerzas creativas del sector político, eco-
nómico y social para que le den un nuevo
contenido a las culturas propias de nues-
tra identidad nacional; que sustenten un
proyecto de peruanidad con una visión de
futuro y así, lograr una unidad que refuercen
las nacionalidades que forman el Perú, sin
impresionarnos por la falsa modernidad.
La identidad nacional peruana, que es
multicultural, tiene que preservar sus tra-
diciones, ante la amenaza de una mala
entendida modernidad. Apostamos por el
desarrollo científico y tecnológico, que no
afecte a nuestras raíces históricas, que
garantice la pluralidad y respete los valo-
res, creencias y costumbres funcionales
en nuestra sociedad.
La globalización, homogeneización,
mundialización o tercera ola, se dice que
102
es una nueva forma de racionalización de
la humanidad que trastoca la filosofía, la
educación, la cultura, la soberanía, la eco-
nomía, informática y la política, etc. Pero
es una forma de pensar y activar lo occi-
dental, que viola los derechos de las iden-
tidades culturales de los pueblos en de-
sarrollo. No les interesan sus tradiciones,
su historia, sus creencias, su autonomía
y autenticidad. Tan sólo existe para la
globalización, la producción y la comer-
cialización de sus productos; aún a costa
de liquidar lo más valioso creado por el
hombre: el continuum de acumulación
histórico socio-cultural.
León Olivé, dice que hay tres posicio-
nes respecto a la contradicción existente
entre tendencias que plantean la globali-
zación y los pueblos que exigen la volun-
tad de preservarse.
I. Una de esas posiciones sostiene que
hay una única línea auténtica de pro-
greso para la humanidad. Es la que ha
seguido la cultura occidental con su
ciencia y su tecnología, y con su moral
basada en los valores liberales…Se le
denomina absolutista y universalista.
II. No hay una única racionalidad común
a todos los seres humanos. Lo que
cuenta como racional y lo que cuenta
como razones – para tener creencias
acerca del mundo o para juzgar como
correcta o como incorrecta una acción,
desde el punto de vista moral – de-
pende de cada cultura. Por consiguien-
te, no es legítimo hacer juicios de va-
lor, y ni siquiera juicios en el campo
del conocimiento, respecto a acciones
o creencias de miembros de otras
culturas. La globalización lleva consi-
go la imposición de los valores y prin-
cipios de la cultura occidental, los cua-
les se presentan subrepticiamente
como universales y absolutos. Pero
esto no es más que una imposición
imperialista que debe resistirse. Es
menester reivindicar los valores y las
tradiciones de cada cultura.
 III. Es posible adoptar una tercera posi-
ción que evita los inconvenientes de
las dos anteriores: el absolutismo y
el relativismo plantean de modo equi-
vocado las cosas. Realmente no hay
un choque entre la construcción de la
sociedad global y la preservación de
las culturas particulares. Al final de
cuentas, eso que llamamos socie-
dad global es resultado de la comu-
nicación y la interacción de todas las
culturas particulares que han dado
lugar a una unidad más amplia…
No estoy de acuerdo con la posición de
León Olivé porque es neoliberalista. Creo
que para entender con lucidez este proble-
ma de índole concepcional es necesario
un tratamiento metodológico adecuado.
Para ello, las categorías de lo absolu-
to y lo relativo nos permiten hacer coinci-
dir la tradición de los valores funcionales
(pueblos multiculturales) con la moderni-
dad (desarrollo humanista, científico y tec-
nológico) en unidad de contrarios.
Esto hará posible que a la racionali-
dad occidental se le reconozca el avance
de las ciencias y a las culturas, como sín-
tesis de la creatividad humana, su dere-
cho a la diferencia y a su preservación, sin
decidir como lo hace Olivé, que la globa-
lización es una panacea para los pueblos
subdesarrollados; precisamos la volun-
tad de los pueblos de decidir su propio
progreso socio-cultural.
Finalmente, debemos saber, que la
modernidad global que nos quiere exportar
la Cultura Occidental no es ecológica, por-
que ocasiona un diluvio con la naturaleza,
atentando contra la vida en la tierra. Por ello,
buscamos una modernidad – que se inte-
gre a las raíces de nuestras tradiciones:
valores, costumbres y creencias, que son
un legado de la cultura andina, para tener
un desarrollo socio-económico, que sea
resultado de la ciencia y la tecnología forja-
das en nuestra realidad nacional.
Estas apreciaciones no quieren decir,
que no aceptemos la industrialización y el
desarrollo científico – tecnológico moder-
no, sino que no debemos confundir el
afán modernizante interesado de los paí-
ses capitalistas para vendernos una mo-
dernidad neoliberal, que significa la en-
trega de productos terminados, sin tomar
en cuenta las necesidades estructurales
de nuestro país, que requiere de una cien-
cia y tecnología que le permita generar
bienes de producción que sustenten el
desarrollo nacional. Entonces, para rom-
per con la alienación occidental de la
globalización y luego construir un despe-
gue económico, es necesario que la mo-
dernidad que anhelamos esté acorde con
nuestra tradición cultural milenaria, para
lograr así un singular progreso científico,
tecnológico y humanista en el Perú.
CONCLUSIONES
1. Los países que tienen entidades na-
cionales multiculturales necesitan
una modernidad que no desnaturali-
ce los conceptos de nación, cultura,
sociedad, soberanía e historia, para
que se preserve la autonomía, la au-
tenticidad, la constante recreación de
sus identidades culturales y, generar
un desarrollo hacia el futuro.
2. Las identidades nacionales no son
estáticas y, la aplicación metodoló-
gica de las categorías de lo absoluto
y lo relativo, nos permiten concordar
las tradiciones de las culturas parti-
culares con la modernidad.
3. Las sociedades multiculturales de-
sarrollan modos de vidas, creencias
y costumbres muy originales, que
son resultado de la creatividad hu-
mano social, que sirven para hacer-
nos comprender las diferentes for-
mas de enfrentamiento con el medio
para sobrevivir y, la globalización, ar-
bitrariamente, no respeta la voluntad
de preservarlas.
103
 4. La globalización responde a una es-
trategia de homogeneización, plantea-
da por el capitalismo en su fase
neoliberal, como una forma impositiva
de una nueva racionalización econó-
mica, política y cultural para los paí-
ses subdesarrollados.
5. La globalización es el edicto más im-
portante de este siglo, que ha creado el
neoliberalismo para imponer sus es-
trategias económicas, políticas y cultu-
rales, y desarrollar la producción y el
comercio internacional, manteniendo la
maximización de su tasa de ganancia.

BIBLIOGRAFÍA

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OLIVÉ, León
1999 Multiculturalismo y Pluralismo, Ed. Paidós Mexicana S.A. 1999.

104
 HACIA UN TRABAJO ANTROPOLÓGICO DE
SALUD EN COMUNIDADES CAMPESINAS DE
ANCASH
I. INTRODUCCIÓN
El presente documento, es resultado de
un trabajo etnográfico, una observación
participante, paciente y constante de más
de diez meses, sobre la situación de la po-
blación rural de las zonas más alejadas de
Ancash, especialmente en el campo de su
salud, y cuyos resultados hoy presento en
este pequeño artículo con la intención de
comunicar una experiencia, una investiga-
ción, en ningún modo acabada, a estudian-
tes y profesionales cuya intención sea tra-
bajar en el servicio de salud pública, en
particular a aquellos que como quien escri-
be, tengan el gran reto, y a la vez satisfac-
ción, de servir en una comunidad andina.
La presente. experiencia, se remonta
al periodo 2,001-2002, en que la Direc-
ción Regional de Salud - ANCASH convo-
ca a un grupo interdisciplinario de profe-
sionales de las Ciencias Médicas y Cien-
cias Sociales (Médico, Enfermera, Odon-
tólogo, Obstetriz, Técnico en Enfermería y
Antropólogo Social) a conformar un Equi-
po Local Itinerante de Trabajo Extra-mu-
ral, también llamado Equipo ELITE, quie-
nes serían los encargados de recorrer uno
a uno diversos caseríos del Departamen-
to de Ancash, con el fin de promover en
cada uno de ellos, Campañas de Aten-
ción Masiva en Salud a sus pobladores,
en su mayoría agricultores, quienes por
lo alejado de sus viviendas, rara o ningu-
na vez acceden a los servicios de salud
EVERT ARTURO VIGO MURGA
institucionalizados como Postas y/o Cen-
tros de Salud, a la par que un fuerte arrai-
go hacia el uso de medicina natural o tam-
bién llamada Medicina Tradicional, suma-
do a experiencias previas no siempre fa-
vorables en cuanto a la medicina moder-
na, recubren al poblador rural de los dife-
rentes lugares visitados, de grandes do-
sis de escepticismo y desconfianza, ante
los cuales, el trabajo de un profesional de
las ciencias sociales se convierte en una
gran necesidad.
Lo dicho anteriormente, se refuerza
ante la certidumbre, que el objetivo princi-
pal del MINSA, al conformar de una mane-
ra interdisciplinaria estos Equipos Elite, y
dar cabida a personal capacitado en Cien-
cias Sociales, no sólo es brindar una aten-
ción médica inmediata ante ciertos pro-
blemas de salud, casi crónicos, de una
población que raya en la extrema pobreza,
sino fundamentalmente, es la de lograr de
una manera coherente establecer, allí por
donde pase, los cimientos del llamado
“Modelo de Atención Integral de Salud” que
implica, entre otras cosas, incorporar un
enfoque intercultural que reconozca, va-
lore y reivindique las concepciones que tie-
ne la población peruana ante los proce-
sos de salud y enfermedad, con el fin de
comprender en su real dimensión las va-
riables que afectan las condiciones de vida
y el estado de salud de la población , y
este “diálogo intercultural” determinar ac-
ciones de mutuo beneficio.
 II. ÁREA DE ESTUDIO:
El Departamento de Ancash, está ubi-
cado en la región central y occidental del
Perú y el tamaño de su territorio lo con-
vierte en el decimotercero más grande del
país. Políticamente, es el departamento
que tiene el mayor número de provincias
(20) y el segundo, después de Lima, con
respecto al número de distritos (166);
mientras que su crecimiento poblacional,
lo ubica en el décimo departamento más
poblado del Perú. Ancash ocupa un área
de 35,825.57 Km. cuadrados, lo que re-
presenta el 2,82% del territorio nacional.
La capital del Departamento de Ancash,
es la ciudad de Huaraz, creada por ley el
25 de Julio de 1857, que se encuentra
asentada en el valle del río Santa, situada
a 9°31’36" de latitud sur y 77°31’34" longi-
tud oeste. Su altitud es de 3,502 metros
sobre el nivel del mar.
Otras ciudades importantes son:
Chimbote, Casma, Carhuaz, Caraz y
Pomabamba.
Los lugares designados por el Minis-
terio de Salud DIRES- ANCASH, para la
intervención del Equipo de Elite, fueron:
- Provincia de Antonio Raimondi, cuya
capital es Llamellín y distritos Mirgas, Aczo,
Chaccho, Chingas, Llamellín, San Juan
de Rontoy; con una población de 18,357
habitantes.
- Provincia de Bolognesi, cuya capital
es Chiquián. Sus distritos son: La Prima-
vera, Abelardo Pardo, Lezameta, Antonio
Raimondi, Aquia, Cajacay, Canis,
Colquioc, Huallanca, Chiquián, Huasta
Huayllacayán, Mangas, Pacllón, San Mi-
guel de Corpanqui, Ticllos; con una po-
blación total de 27,867 habitantes.
- Provincia de Pallasca, cuya capital
es Cabana y cuenta con los distritos San-
ta Rosa, Bolognesi, Cabana, Conchucos,
106
Huacaschuque, Huandoval, Lacabamba,
Llapo, Pallasca.
- Provincia de Sihuas, cuya capital es
Sihuas. Sus distritos son Acobamba, Al-
fonso Ugarte, Cashapampa, Chingalpo,
Huayllabamba, Sihuas, Quiches, Ragash,
San Juan, Sicsibamba; con una población
total de 31,219 habitantes.
En todo el Departamento de Ancash,
durante el período materia de este estu-
dio, coexistió el trabajo de un total de 3
Equipos de Elite, estructurados de forma
similar y con objetivos estratégicos comu-
nes a los ya descritos.
III. CARACTERÍSTICAS
SOCIO-CULTURALES DE LOS
POBLADORES DE LA ZONA
A. GENERALIDADES:
El poblador Ancashino, cuya vida está
principalmente ligada a la labor agrícola,
representa una lucha diaria por sobrevivir,
su labor y existencia son producto de la
asimilación de experiencias y enseñan-
zas familiares puestos en práctica funda-
mentalmente en su trabajo agrícola, para
lo cual emplea los cinco (5) subsistemas
con que cuenta como son suelo, cultivos,
pastoral, agro forestal y riego.
El nivel económico de la población es
bajo, su economía es de autosubsistencia
Las viviendas se encuentran general-
mente dispersas entre sí.
La ausencia de carreteras y la presen-
cia de grandes tramos accidentados difi-
cultan el intercambio comercial entre los
pobladores de las comunidades.
B. FOLKLORE y GASTRONOMÍA
En cuanto a su Folklore, las cele-
braciones forman parte del proceso social
agropecuario, las cuales expresan alegría
en la actividad cotidiana de sobrevivir
comunalmente. Entre los bailes predomi-
na el Huayno, danzas típicas como “El
Carnavalón” (Carnaval Huaracino), siem-
pre exhibidas en vistosos pasacalles, don-
de destaca la originalidad y elegancia de
sus atuendos; la artesanía es igualmente
variada, y sus representaciones preferidas
son: El Lanzón de Chavín y las cabezas
clavas, expresadas en cerámica, tallados
de piedra y de metal, abundan los tejidos
de lana de ovino, principalmente de
chompas, gorros y guantes. Y que pode-
mos decir de su Gastronomía, represen-
tada por platos típicos como: El Picante de
Cuy, Papa-Charqui, Las Humitas de
Chochoca, El Inca-Shupe, Pecancaldo, y
la infaltable bebida en toda ocasión
celebratoria, social y/o simplemente ruti-
naria: La Chicha de Jora, la cual es consi-
derada como una bebida reconfortante y
de alto valor nutritivo, está hecha de maíz
hervido que es madurado hasta adquirir el
grado deseable de alcohol.
C. LAS RELACIONES DE GÉNERO AL
INTERIOR DE LAS FAMILIAS
- DIVISIÓN DEL TRABAJO POR GÉNERO
La división del trabajo por género se
refiere a los distintos tipos de trabajo que
realizan varones y mujeres y al valor dife-
renciado que se le asigna a cada uno de
ellos. La división del trabajo por género
es específica de cada cultura y época en
particular, varía de una sociedad a otra.
Las diferentes actividades que ejecutan
varones y mujeres, si bien es fuente de
conexión y complementariedad entre ellos,
también puede constituirse en fuente de
divisiones y conflictos.
El inicio de nuestro programa de inter-
vención en salud en las diferentes comu-
nidades, requirió un conocimiento previo
de cómo se encontraban estructuradas
sus comunidades, principalmente en lo
referido a la división del trabajo por géne-
ro, con el fin de establecer el acceso, tan-
to de hombres, como de mujeres a los
recursos sociales, económicos y de po-
der de la comunidad.
De esta manera, logramos, determinar,
en líneas generales, que las actividades
de la mujer de campo de las diferentes
provincias visitadas, son múltiples, y van
desde las labores netamente reproductivas
como: La crianza de los hijos, preparación
de los alimentos, el lavado de ropa, que se
realiza fundamentalmente a orillas de los
ríos, golpeando la ropa sobre una piedra
con un palo de 40 centímetros de largo
aproximadamente, hasta labores conside-
radas productivas como: El apoyo a la pa-
reja en las labores agrícolas (“aporcan”,
deshierban, abonan), y en el pastoreo de
sus animales ovinos y caprinos y algo
infaltable, el hilado de lana de oveja para
prendas de vestir, tanto para su familia,
como para la venta en el mercado.
Por su parte el varón se dedica a la
agricultura, el arreglo de la vivienda y corte
de leña.
«El sistema social en su conjunto, es
claro que en el campesinado (hombre,
mujer, niño, anciano; todos trabajan)está
marginado, en el sentido de relegado a la
pobreza y explotación. Pero en la vida eco-
nómica de cada localidad rural, especial-
mente en la serranía y el altiplano, la mu-
jer participa igual, y a veces mas, que el
hombre en el proceso economico»
(Irarrazaval; 1992: 110).
Los roles descritos, se visualizan des-
de las más tempranas edades, así, es co-
mún que las hijas apoyen en los quehace-
res del hogar, así como también en cuida-
do de sus hermanos menores, traslado
de leña y pastoreo, mientras los hijos varo-
nes, apoyan a las labores agrícolas.
Podemos concluir que los niños asu-
men responsabilidades desde su tierna
infancia; en las comunidades visitadas prác-
ticamente el juego infantil, entendido desde
107
la perspectiva “costeñizada” no existe, y si,
más bien, se presentan, por parte de los
niños, actividades supervisadas por sus
padres de aprendizaje continuo para la vida:
para los varones se prioriza el cómo ser
buen agricultor, y las niñas “juegan” “hacien-
do” a ser madres desde su temprana edad.
- EL CONTROL DE LAS EMOCIONES
Y DE LOS IMPULSOS AGRESIVOS:
Como en muchas sociedades, las co-
munidades andinas del Departamento de
Ancash, presentan diferentes formas de
actuar por parte de los padres en lo que
se refiere a la educación y crianza de hijos
e hijas, así mientras a los hijos varones
se les alienta la agresividad, se les ense-
ña a pelear y ser rudos y se les prohíbe
llorar , castrando su sensibilidad y tornán-
dolos insensibles frente al dolor propio y
ajeno, a las mujercitas se les educa en la
sensibilidad, alentando su afectividad y
propiciando una conducta sumisa y mu-
chas veces incapaz de la autodefensa.
- EDUCACIÓN Y ALIMENTACIÓN:
Condiciones económicas de extrema
pobreza que caracterizan a la población
materia de esta intervención, obligan a las
familias, muchas veces a priorizar la edu-
cación del hijo varón frente a la de la hija
mujer, esta última es absorbida común-
mente por las labores domésticas del
hogar, quedando al margen de la educa-
ción formal, que incide directamente so-
bre altas tasas de analfabetismo femeni-
no en la zona. Así mismo, en la alimenta-
ción, se le brinda mayor atención a los
varones de la familia (mayor cantidad e
incluso calidad de los alimentos) por con-
siderar que ellos requieren de una mejor
nutrición por el trabajo que desempeñan.
En este sentido, es común escuchar his-
torias de mujeres que no pudieron asistir al
colegio porque debían cuidar a los animales
y porque luego tenían hijos, la expresión ge-
neralizada es “las mujeres son para la casa”
para que cuiden los animales y atiendan a
108
su familia. También dicen que algunas fa-
milias tienen temor de enviar a las niñas
porque ,hasta los profesores las violan, y por
lo tanto las niñas se embarazan muy pronto
de 14 años se embarazan, sin embargo este
no es un pretexto para que no las envíen.
En este tema, las entrevistas realiza-
das nos confirman que hay un discurso
de equidad, pero lo que se nota aún es un
sesgo cultural que aún persiste para que
las mujeres permanezcan en el hogar
ayudando y luego se casen y que en cam-
bio los varones vayan a la escuela. Este
sesgo se viene superando en los padres
más jóvenes y por eso ciertos entrevista-
dos y entrevistadas coinciden en decir que
no debería ser así, no debería haber dife-
rencia en la educación de niños y niñas.
IV. IDENTIFICACIÓN DE LA
PROBLEMÁTICA EN SALUD
A. MORBILIDAD:
Todo el análisis de las relaciones de gé-
nero al interior de las comunidades materia
de intervención presentado anteriormente,
nos permite, precisar así mismo, uno de los
temas que cobra mayor relevancia en el pre-
sente artículo: Las evidentes diferencias y
desigualdades existentes en la mortalidad y
morbilidad de mujeres y varones. Así, del
total de personas afectadas que pasaron
consulta médica con el Equipo de Elite III (un
promedio de 4114 mensual) se establece
que son las mujeres las que presentan ma-
yor incidencia que los hombres, aún en en-
fermedades que no son exclusivas al géne-
ro femenino, como son: Infecciones de piel,
tejidos y subcutáneo, enfermedades
bucales, glandulares y salivales.
Así mismo, del análisis de la informa-
ción con que se cuenta, se desprende que
el problema más grave que afrontan los
pobladores de las diversas comunidades
alto andinas del Departamento de Ancash
son los relacionados con los altos índices
de Mal Nutrición, en tanto, por ejemplo, la
prevalencia de desnutrición crónica, fun-
damentalmente infantil, coincide con los
índices nacionales que según el estudio
de ENDES del año 2000, superan el 25,8%
de la población infantil. Este problema es
el resultado de una combinación de facto-
res entre los que destacan:
- El aumento de la situación de extrema
pobreza de la población: Como ocurre
con la inmensa mayoría del sector ru-
ral en el Perú, especialmente en las
regiones del ande peruano, en donde
las condiciones de vida son malas, su
producción es prácticamente de auto
subsistencia, alimentándose casi
siempre sólo a base de carbohidratos,
de acuerdo a la ubicación y clima de
la zona, es decir, alimentarse única-
mente de papa, de yuca, de maíz, y/o
de plátanos sancochados, los desa-
yunos se hallan compuestos princi-
palmente por “fusiones”: Ramitas de
Panizara, matico, hierba luisa, romero
entre otras plantas de la zona que son
agregadas al agua hervida.
- Para el caso de nuestro estudio, 28,
56% de los niños menores de un año
examinados, presentaron algún tipo
de desnutrición.
- Así mismo, es significativo el porcen-
taje de niños menores de cinco años
con desnutrición aguda y global, pro-
ducto de una lactancia prolongada
como única alimentación hasta casi
los 2 años de edad, el inicio tardío e
inadecuado de la Ablactancia (más
allá del año de vida).
- Finalmente, de una muestra total de
499 niños en edad escolar examina-
dos en el mes de Noviembre - el
24.85% presentaron parasitosis intes-
tinal, los llamados popularmente “gu-
sanos” causa también fundamental
de la desnutrición presentada.
De un promedio diario de 200 atencio-
nes médicas, el 50% estaban dirigidas a
niños, quienes presentan como problemas
de salud principales, además de la ya men-
cionada desnutrición crónica y parasitosis
intestinal, infecciones respiratorias agudas
y enfermedades diarreicas agudas.
Entre las mujeres en edad fértil (alre-
dedor del 30% restante de atenciones), las
principales enfermedades son las infec-
ciones vaginales, la llamada “agua blan-
ca” que en realidad son los descensos fre-
cuentes. En este sentido cabe mencionar
las observaciones hechas por la Obstetriz
del Equipo de Elite en lo que se refiere al
no uso de ropa interior y la inexistencia de
prácticas frecuentes de higiene, por parte
de las mujeres que acudieron a consulta.
Así mismo, se evidencian hemorra-
gias, cáncer al útero, ETS, anemias, cóli-
cos, infecciones a la vista (“la liga”) por el
humo de la cocina a leña.
Finalmente, la principal morbilidad pre-
sentada entre los varones adultos era la
relacionada a los problemas de salud
bucal: Caries o sarro dental, también lla-
mada “picadura negra” y el “dolor de riño-
nes (a nivel de columna lumbar). Para el
caso del dolor de muela, la población
Chaccha Coca.
B. SANEAMIENTO BÁSICO
- Mínimas prácticas de higiene perso-
nal y de las viviendas entre la pobla-
ción, fundamentalmente aquella de
las zonas más apartadas.
- La población se provee de agua de
manantiales que existen en la zona,
si existen conexiones domiciliarias,
no cuentan con tratamiento de aguas.
- Ausencia general de fluido eléctrico.
- 0En algunas comunidades (como
por ejemplo), ausencia absoluta de
letrinas, obliga al poblador a defecar
al aire libre.
109
 - Crianza generalizada de animales
menores dentro y alrededor de las
viviendas.
C. MEDICINA TRADICIONAL VS. MEDI-
CINA MODERNA
- La diversidad social y cultural, se ex-
presa en una mezcla de actitudes,
prácticas, costumbres, creencias, re-
sultado de ello es la existencia del sis-
tema tradicional de salud o Etnome-
dicina expresado en la práctica del
curanderismo, cuyos secretos here-
dados de tiempos inmemo-riales le
permiten afrontar los problemas de
salud. El componente mágico de la
medicina tradicional andina parte de
una conceptualización ontológica de
la enfermedad, mientras que el com-
ponente empírico-racional es más
bien de carácter fisiológico. Es decir
en un tratamiento curativo tradicional
andino ambos elementos estan pre-
sentes en diversos grados, según la
patología del caso.
- Lo dicho, se entiende en la medida
que descubrimos que el poblador
ancashino en la actualidad tiende a
expresar una insatisfacción en cuan-
to al trato personal que reciben por
parte de los profesionales de salud,
en muchos de los casos hiriendo su
autoestima, y por supuesto atropellan-
do sus derechos, aún más, la
estandarización cultural Urbanística
de que hacen gala gran parte de los
servicios de salud, que no se adap-
tan al medio, sumados a ciertos ras-
gos de insensibilidad humana por
parte algunos de los profesionales de
salud, inhiben al poblador a acoger
con agrado una atención médica; esta
situación se ve empeorada en comu-
nidades donde sólo se habla el idio-
ma quechua y los profesionales de
salud designados no dominan
mínimamente dicho idioma lo que
convierte su comunicación con el pa-
ciente en casi nula. teniendo como
resultado un desencuentro cultural.
110
- En conclusión, en el mundo ancashino
, con sus sabias tradiciones y su bús-
queda en una armonía integral, apre-
ciamos la medicina campesina como
una resistencia contra los males que
agobian a una comunidad desvalida,
víctima de la desnutrición, secuen-
cialmente marginada, pero su sabidu-
ría y eficacia les ha llevado a una tenaz
voluntad de sobrevivir física y espiri-
tualmente , individual y colectivamente
una práctica que contiene una concep-
ción de la vida del ser humano en la
complementariedad y correlación en-
tre el cuerpo y el alma.
´´ El ser humano es una unidad y una
colectividad; por eso los términos de
alma, cuerpo, individuo, grupo no ex-
presan bien la experiencia andina. La
terapia andina asume de modo armo-
nioso lo psicológico, lo somático, lo
espiritual. También es admirable el
vínculo entre el paciente y la comuni-
dad: el tratamiento es un aconteci-
miento familiar y comunal¨ (Irarrazaval;
1992: 59).
- Es por ello que el poblador andino no
solo sabe tratar los diferentes tipos
de enfermedades, su práctica viene a
formar parte de una sabiduría y no es
posible separar la terapia campesina
del ethos cotidiano de la reciprocidad
ni de la visión socio-religioso.
- En este sentido, Diego Irarrazaval ,
nos muestra un esquema compara-
tivo que nos permite ir definiendo cier-
tas diferencias entre la medicina
cientifica y la medicina tradicional.
D. CREENCIAS Y PRÁCTICAS DE SA-
LUD MÁS COMUNES
MUJERES ADULTAS.
1. Un gran porcentaje de mujeres en
edad fértil y pareja estable, no usa
métodos anticonceptivos, estando
permanentemente expuestas a em-
 Rubro de comparaciones Medicina científica Medicina tradicional

1.- Actitudes mutuas:

- Paciente hacia el especialista Temor Confianza / respeto
- Especialista hacia el paciente
- Especialista hacia la Objetividad Simpatía / servicio.
comunidad

Segregación Integración
2.- Agente de salud
- Idioma empleado Español Quechua / aymará
- Raza del agente Blanco / mestizo Indígena / mestizo
- Sexo del agente Varón predomina Varón y mujer
- Edad adulto Anciano y adulto
- Clase social Burguesía / clase capa media Clase pobre o media
- Selección Por elite social Por sector popular
- Capacitación En universidad Experiencia / aprendizaje

3.- Lugar de atención Ciudad / pueblo Campo / margen de ciudad

Hospital/ consultorio Comunidad /hogar
4.- Horario de atención Horario fijo en el día Horario flexible día- noche

5.- Factores económicos Cobro en dinero / medicamento Dinero / víveres, medicina natural,
comercial, atención a pudientes atención a los pobres.

6.- Causas de las enfermedades Virus, microbios, parásitos, etc. Factores ecológicos, biológicos,
síquicos y religiosos.

7.- Análisis y diagnostico:

- Centro de interés Casos especiales Enfermedades comunes
- Examen inicial Superficial / físico Profundo / integral
- Trato verbal Interrogatorio Conversación
- Examen físico Sección corporal Cuerpo y alma
- Examen auxiliar Laboratorio Examen de orina, vena, etc.
- Uso instrumental Técnicas modernas Lectura de coca / sueños
- Diagnostico final Somático Sico-somático.
8.- Terapias:
- Orientación Individual Individuo / comunidad
- Dieta Alimentos costosos Mates y alimentos del campo
- Medicamentos Farmacológicos Hierbas / frotaciones etc.
- Medios sicológicos Escasos Abundantes
- Religiosidad Ritual –secular Ritos de prevención, reconciliación,
curación
Curar a la persona
- Objetivo Curar una dolencia

111
 barazarse, fundamentalmente por
férrea oposición del marido, quienes
expresan su desconfianza y temor a
ser engañados por la mujer al usar
un método anticonceptivo de efecto
prolongado.
2. Tal vez por las mismas razones, su-
mado a una gran dosis de pudor, las
mujeres difícilmente acceden al exa-
men ginecoobstétrico por personal
de salud masculino.
3. La mujer que menstrúa, debe evitar
el enfriamiento del cuerpo durante
dicho periodo.
4. Una mujer embarazada tiene cuida-
do de no pasar por lugares malos
(mal campo)la cual es curada con
frotaciones de cebo de animales y
hierbas medicinales.
5. La atención del embarazo, parto y puer-
perio es principalmente por parte de
parteras que en cada comunidad reci-
ben diferentes nombres de acuerdo a
las costumbres de la zona (Comadre,
Madrina, Recoge Niño). La familia parti-
cipa en forma integral en el cuidado de
la madre y del recién nacido.
6. Cuando existe una mala posición
fetal, es corregido por la partera usan-
do sus conocimientos tradicionales
como “El método el acomodo”,”la
sacudida”.
7. Las malformaciones de los recién
nacidos se aduce que son por fenó-
menos naturales o por castigo de Dios.
8. La población cree que existen comi-
das cálidas y frías que al ser consu-
midas les producen enfermedades
gastrointestinales.
9. Atribuyen como “Mal de aire” a cier-
tas patologías como la cefalea y la
conjuntivitis.
112
10. En la atención de los partos, es pre-
ocupación constante de la “partera”
mantener caliente el cordón luego de
la salida de la placenta, aplicando
constantes masajes para ayudar al
alumbramiento, en caso de retención
se hace que la parturienta sople una
botella, se introduce una cuchara en
la boca de la paciente y/o se amarra
el cordón al dedo gordo del pie de la
paciente. Al final la placenta se entie-
rra con cuidados especiales.
11. Después del parto la mujer tiene una
serie de cuidados por parte de la fa-
milia, dicho cuidado puede durar un
promedio de 30 a 40 días, en los cua-
les la mujer está imposibilitada a sa-
lir del hogar, caminar en exceso, debe
cuidarse mucho del aire, no tener
disgustos(cólera). En esta etapa del
puerperio, los cuidados se intensifi-
can, por ejemplo, cuando se trata de
eliminar sangre después del parto, se
le brinda a la nueva madre infusiones
calientes de ”Yanachaqui” como agua
de tiempo, que evita que salga de-
masiada sangre.
12. La población cree que si una mujer
se expone después del parto al medio
ambiente, o se da un baño, puede ser
víctima de el llamado “sobreparto”.
13. De producirse el sobreparto, existen
dos formas de enfrentar el problema:
Primero, se le brinda un ponche calien-
te a base de vino, maíz blanco y huevo
bien batido (si el sobreparto se originó
por frío ó producto del aire), en caso
contrario si se hubiera originado por el
sol se le prepara un rico guiso de avena
o se le da a comer col. Solo en caso de
no encontrar mejoría, se traslada a la
parturienta a un Puesto de Salud.
NIÑOS y NIÑAS
1. Los niños recién nacidos son faja-
dos como una forma de que obten-
gan fuerza.
2. El Susto, que generalmente se cura
pasándole la cresta del gallo, para lo
cual la sangre de la cresta (gotitas) le
dan de beber con agua de azar y de
cananga. También es bañado con
paico y flores.
3. El Ojo, es curado con la pasada de
un huevo, periódico, alumbre, se cree
que es producto de la mirada fuerte
de un adulto.
4. El Llanto frecuente, puede ser produc-
to de una visión “aparición de un
duende” ante un niño no bautizado,
en esta etapa se da inicio a las nue-
vas relaciones de compadrazgo, con
el agua de socorro que le echa al niño.
5. El Empacho, es producido por el es-
treñimiento del niño, a los niños
menores de un año que están estre-
ñidos les dan de beber jugo de lima.
6. La diarrea, es vista como consecuen-
cia de una infección estomacal, recu-
rren a un puesto de salud cercano.
ADULTOS EN GENERAL
1. Automedicación como práctica co-
mún fundamentalmente en base a
hierbas.
2. Deficiente higiene personal y bucal.
3. Ante dolores de muelas, cabeza y/o
espalda, el uso de toques de alcohol
como analgésico.
4. Ingestión de bebidas alcohólicas y
práctica común de chacchar coca
como estímulo ante las largas jorna-
das de trabajo.
5. Consumo de alimentos con alto con-
tenido de carbohidratos, frecuente-
mente sólo dos veces al día.
RECOMENDACIONES
1. Se debe tomar conciencia que en mu-
chas de las comunidades intervenidas
existe un severo resquebrajamiento de
la imagen de los servicios médicos,
fundamentalmente por las siguientes
razones:
- La comunidad percibe de los
prestadores de salud una mala aten-
ción, contraria a la que reciben por
parte de los llamados “curanderos”
que exhiben grandes dosis de cono-
cimiento (aunque empírico) de la Psi-
cología de sus pacientes.
- Vergüenza de las mujeres a ser aten-
didas por un medico varón.
- Bajos recursos económicos, escasez
de dinero entre cosechas.
- Grandes distancias de las viviendas
a servicios de salud.
- Los servicios de salud, en muchos
casos no permiten la presencia de
familiares.
- Muchas veces el personal técnico no
es aceptado por la comunidad.
- Barreras lingüísticas (población
quechua vs. personal médico caste-
llano).
- Antecedentes familiares con resulta-
dos positivos en el alumbramiento
domiciliario, donde se hallan prote-
gidos del “frió” de los servicios de
salud, existe una privacidad que no
encuentran en el Puesto de Salud, y
en el domicilio se ven involucrados
en el parto la gestante, la partera, el
esposo y los familiares, lo que tam-
poco ocurre cuando acuden al Esta-
blecimiento de Salud.
113
 2. La inclusión de un Modelo de Aten-
ción Integral en Salud en las comu-
nidades visitadas requerirá la incor-
poración del análisis de género en
las actividades del sector salud, con
el fin de lograr eliminar los estereo-
tipos aún presentes tanto a nivel co-
munal, como incluso profesional
acerca del comportamiento tanto de
hombres y mujeres que afectan su
salud integral.
3. El trato que brinde el personal de
salud debe ser mas humano y cáli-
do: con ello evitaremos el alejamien-
to del paciente del Establecimiento
de Salud.
4. En la infraestructura de los Centros
de Atención, se podrían adecuar am-
bientes parecidas a sus domicilios,
principalmente para la atención del
parto.
5. Hacer participar a la familia en todo
momento, sin herir la dignidad de
las personas.
6. En el caso de la Parturienta: permitir
la elección de la posición del parto,
brindarles alimentación caliente y
frota-ciones antes del parto, evitar el
rasurado perineal y enemas, salvo
que estén realmente justificado.
7. En lo posible evitar un mayor nu-
mero de personal de salud de lo
necesario, cuando se esta pasan-
do consulta, para generar el am-
biente de privacidad adecuado para
la consulta.
8. El personal de salud, debe estar ca-
pacitado en Antropología de la salud,
así mismo entender el relati-vismo
cultural e interculturabilidad, la cual
implica tomar en cuenta las concep-
ciones de salud de la población, res-
petando la cultura local, en tanto, el
conocimiento de la comunidad, su-
mado a la comprensión de los prin-
114
cipios y fundamentos de los siste-
mas de salud tradicionales, permiti-
rá una mejor comunicación y com-
prensión en la relación de los profe-
sionales de la salud y comunidad.
9. Se debe recoger fuentes orales en
cuanto a la atención de la salud de
la población y de esta manera reali-
zar una adecuación en una atención
integral de acuerdo a las prácticas y
creencias de cada comunidad.
10. De acuerdo al lugar de atención, el
personal de salud en su mayoría
debe conocer el idioma nativo.
11. La partera y personal de salud debe
intercambiar experiencia, ambos se
nutrirán de conocimientos.
12. Es también importante, imple-mentar
un archivo cultural de plantas medici-
nales de la zona para su uso oportuno.
13. Las campañas de salud deben reali-
zarse contando con personal versa-
do en el idioma local y en las carac-
terísticas y singularidades de la zona
de intervención.
14. Los equipos de trabajo deberán ser
constituidos de manera multidisci-
plinaria y se debe procurar la bús-
queda permanente de alianzas es-
tratégicas para no duplicar esfuer-
zos y más bien maxi-mizar recursos.
15. Desarrollar estrategias inmediatas
de captación, capacitación y/o actua-
lización de los Agentes Comunita-
rios de Salud (también llamados
Promotores de Salud) con el fin de
sensibilizarlos e involucrarlos en la
Atención Integral de la Salud de la
población.
16. Mediante el desarrollo de los linea-
mientos, las estrategias, enfoques y
líneas de acción, establecidos por la
 Unidad de Promoción de la Salud del
MINSA, lograr promover en la pobla-
ción de las comunidades materia del
presente estudio, conductas y estilos
de vida saludables en todos los gru-
pos etáreos de la población, evitando
así el impacto negativo de la carga de
la enfermedad en el desarrollo inte-
gral de las personas, familia y comu-
nidad.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

ARGOMEDO ARTEAGA, Gladys

1,995 La medicina tradicional en la ciudad de Ottuzco. Proyecto de investiga-
ción para optar el titulo de Licenciado en Antropología social UNIT-
Trujillo.
CASTILLO GARCÍA, Arnaldo
Adecuación socio cultural de los servicios de salud en la Región de
Salud Anchas. Plan Estratégico Regional de Salud.
DICCIONARIO PLANETA
1,982 De la Lengua Española. Ed. Planeta –Barcelona –Madrid

IRARRAZAVA, Diego
1,992 Tradición y porvenir andino. Edit. Tarea Lima, I N E.
COMPENDIO ESTADÍSTICO DEPARTAMENTAL
1996-97. Población estimada para el año 2000.
MOZO BLAS, Carlos
1,998 La automedicación como fenómeno sociocultural en el pueblo de
Cascas. Trabajo de Habilitación para ingreso a la docencia. Trujillo.

115
 SECCIÓN
SOCIOLOGÍA Y TRABAJO SOCIAL
 NEOLIBERALISMO Y CAMPESINADO*
El asunto del neoliberalismo que cunde
en todo el mundo y cuyas repercusiones
se ven en todos los titulares de todos los
priódicos, en la televisión y otros medios
de información es un tema denso. En lo
que concierne a la relación del papel del
campesinado dentro del Neoliberalismo
quisiera indicarles cómo se debe reorien-
tar y entender las teorías de economía
dentro de dicho marco a fin de comprender
las vicisitudes del campesinado, de allí que
abordaré dos aspectos:
1) Las viejas teorías con las que ha-
bíamos venido estudiando al campesina-
do y que ahora son historia y por qué es-
tas han perdido vigencia.
2) Si bien estas teorías pueden ha-
ber perdido vigencia, sin embargo, en un
país como el Perú donde la especificidad
del campesinado es peculiar y constituye
todavía un sector muy grande e importan-
te en la economía nacional, regional y par-
ticularmente en las economías locales,
según el neoliberalismo económico tiene
peculiares efectos y respuestas singula-
res por parte del campesinado. Más cuan-
do los neoliberales se aferran a la teoría
económica neoclásica y a partir de ellas
se viene desarrollando acciones de políti-
ca con diversos efectos que hay que ob-
servar y analizar.
* Conferencia disertada en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo el
11 de octubre de 1996. Versión transcrita y revisada por José F. Elías Minaya.
ENRIQUE MAYER
Estos aspectos me han llevado a revi-
sar mi viejo curso introductorio de econo-
mía y ver cuáles de las teorías neoclásicas
todavía tienen vigencia y son validas y que
debe comprender la gente que trabaja con
el marco Neoliberal, para que los ayude,
en una nueva perspectiva, a entender la
problemática campesina. Esto es necesa-
rio porque las viejas herramientas de las
teorías no nos van a servir para entrar en
dialogo con los neoliberales. Nosotros, los
antropólogos, los profesionales de las cien-
cias sociales, tenemos que emplear nue-
vas herramientas teóricas para seguir bre-
gando, seguir entendiendo la situación del
campesinado, y obviamente ayudarlos en
sus problemas y en sus luchas. Esto es
un tema esencial que hay que compren-
der. Relacionado a las teorías voy a hablar
sobre ventajas comparativas, sobre divi-
sas internacionales, sobre integración per-
versa al mercado, sobre la teoría de David
Ricardo y la renta diferencial de la tierra, y
también sobre los problemas de tenencia
de la tierra.
Pasemos a la cuestión ésta de las vie-
jas teorías. El campesinado es un tema
histórico que trasciende a la antropología,
la historia y ahora a la economía. Las vie-
jas teorías enfocan al campesinado en la
perspectiva sociocultural. Los antropólogos
ven a los campesinos como un segundo
orden de sociedad, expresión de cambio
de las sociedades primitivas o tribales,
sociedades de primer orden, estudiadas
en los años 30 y 40.
La antropología cultural considera a las
sociedades tribales bajo el modelo de so-
ciedad folk; gente afincada en pequeños
asentamientos que tiene una producción
agrícola de autoexplotación y tributación
cuando esta asociado a los estados con-
temporáneos, como es el caso de las so-
ciedades preincaicas (Mochica, Chimú,
Nazca, etc.), e inclusive la sociedad incaica.
Incluso del régimen colonial y hasta nues-
tra época, viven en pequeños pueblos. Son
actualmente quechuahablantes, hispano-
hablantes o bilingües; son católicos y no-
minalmente ciudadanos de la república
peruana.
Lo que hacía interesante para los
antropólogos, fue su vida en cierta forma
autónoma, organizada en sus comunida-
des donde los sistemas de parentesco,
las creencias religiosas y su sistema eco-
nómico, era visto como diferente a la de la
sociedad nacional.
Históricamente en las diversas áreas
del mundo, el campesinado ha pasado
por etapas diferentes, por ejemplo: en
Rusia y toda Europa el campesinado está
asociado al feudalismo, que trasciende
la época del capitalismo bajo la forma de
latifundio cuyo sustento es la tributación
en productos y trabajo.
En China como el antiguo Perú, civi-
lizaciones basadas en un campesinado
muy numeroso y fuerte, por acción de un
estado teocrático que bajo diversas for-
mas de dominación, pudo realizar gran-
des obras de infraestructura hidráulica,
militar y religiosa, como la huaca Del Sol
y de La Luna, Chan Chan en el Valle de
Moche, y otros a lo largo del territorio pe-
ruano. El campesinado es continuidad
de esa época, y existe ahora bajo las
competencias que impone el capitalis-
mo actual.
120
Otra definición del campesinado, lo
considera como el sector tradicional que
vive de la agricultura, como una organiza-
ción relativamente autónoma, sometida a
diversas formas de explotación por estar
allí un poco preso por la tierra; producen
para subsistir y sus excedentes son ex-
propiados por otra gente.
Dentro de las viejas teorías, el marxis-
mo ofrece herramientas para entender
cómo se pasa de una etapa a otra, por
ejemplo: del feudalismo al capitalismo,
donde en la transición hacia el capitalis-
mo, supuestamente se producirá la des-
aparición del campesinado mediante dos
posibilidades:
1. Que se van a las ciudades y se con-
vierten en artesanos y luego pasan a for-
mas parte del proletariado industrial.
2. Los que se quedaban en el campo
bien se convertían en agricultores,
finqueros modernos como el ejemplo clá-
sico de Inglaterra; o se proletarizan, como
asalariados de dichas fincas o de mayo-
res empresas agrarias competitivas.
Sin embargo, en este caso no han te-
nido en cuenta que hubo una masiva emi-
gración hacia Argentina y USA, y esa fue
otra manera de cómo se descampesinizó
Europa. Pero el planteamiento básico de
esta teoría es que el campesinado se ex-
tingue con la aparición del capitalismo. Sin
embargo, hay que comprender de qué
capitalismo se esta hablando. Como por
ejemplo Perú o México donde encontra-
mos un fuerte contingente campesino en
los pueblos y comunidades de la sierra y
también de la costa, con predominantes
rasgos no capitalistas.
Entonces, en base a esta caracteriza-
ción, se esboza la teoría de articulación
de modos de producción, de formas pre
capitalistas y no capitalistas con formas
capitalistas. Aunque esto para algunos es
anacrónico; otros dirán, bueno es que no
hemos llegado al capitalismo, persistien-
do de que al llegar a dicha etapa desapa-
recerán los campesinos.
En cambio otros dijeron no, esto no es
así, estos campesinos están dentro del
capitalismo dependiente subdesarrolla-
do, típico de países tercermundistas
como, Perú, México, Angola, Rusia, Polo-
nia. Ellos manifiestan que cumplen toda-
vía una función muy importante dentro de
esta sociedad. Entonces allí tienen vigen-
cia las teorías de la articulación de mo-
dos de producción. En 1974 cuando estu-
ve en Trujillo en el Congreso del Hombre
y la Cultura Andina, hubo por lo menos
tres mesas sobre modos de producción y
grandes debates sobre cuál de los mo-
dos de producción era el correcto y quién
tenía la razón y quién no.
Otra corriente que en realidad no es
teórica, pero tiene gran impacto, particu-
larmente, en las políticas agrarias, es la
modernización en base a transferencias
tecnológica. Según esta corriente, el cam-
pesinado nace de una situación de sub-
desarrollo: por lo que, una vez que venga
el desarrollo de la tecnología y educación,
desaparecerá el campesinado. Como dijo
Mario Vargas Llosa al referirse a los co-
muneros de Uchuracay,”son ignorantes,
están atrasados, están viviendo en el si-
glo XIX. Esta gente un vez que tenga los
medios para modernizarse, entonces es-
tarán integrados a la vida nacional, al
mundo moderno”.
Desde la Antropología, también des-
de la Sociología, se ha forjado la escuela
campesinista, desarrollando la tesis de
A. Chayanov, buscando encontrar la es-
pecificidad del campesino antes del de-
bate de los modos de producción. En Méxi-
co los campesinistas son liderados por
los antropólogos Gustavo Esteva y Arturo
Warman quienes plantean: “Los campe-
sinos son parte de nuestra sociedad, del
pasado, del presente y del futuro; van ha
estar allí y tienen su especificidad y su ra-
zón de ser; no van a desaparecer aunque
México se vuelva supercapitalista,
archicapitalista, neoliberal y o lo que quie-
ran. El campesino mexicano con su gua-
racha, su sombrero, su pantalón blanqui-
to y su chacra o su milpa es parte de nues-
tra esencia, de nuestra identidad y de
nuestra formación socioeconómica; y allí
están y no van a desaparecer por más que
querramos que desaparezcan en aras de
la modernidad”.
Con la modernización del país, los cam-
pesinos también se van a modernizar, pero
van a seguir viviendo allí. Estos plantea-
mientos causaron gran furor provocando
muchos debates con los descampesi-
nistas en los años 80. En estos debates
se agregaron otros elementos culturales y
ecológicos. En el Perú este problema llevó
a pensar sobre la especificidad de las co-
munidades campesinas y parceleros de
las haciendas según su localización
microeconómica e histórica. Allí están los
Mocheros, los lambayecanos, piuranos,
wancas, cusqueños, etc., base de nuestra
identidad y nuestras raíces.
Los japoneses pese a que tienen la
industria más grande del mundo y son
dominadores e impulsores del neolibe-
ralismo; sin embargo, mantienen con un
alto costo al campesinado tradicional ja-
ponés. En ellos encuentran las raíces de
su propia cultura, las bases desde donde
se han desarrollado. Este es uno de los
argumentos de por qué mantienen el cam-
pesinado.
En el caso del Perú, por razones simi-
lares uno termina siendo campesinista.
Esto se enfatiza cuando nos preguntamos:
¿Que pasó con la reforma agraria? La res-
puesta es que se campesinizó el país.
Ahora hay más campesinos de los que
había en 1969. Sin embargo, si uno mira el
censo hay, obviamente, mucha migración
a las ciudades pese que la forma domi-
nante de la producción de la tierra en el
Perú es la conducción parcelaria, excep-
tuando las empobrecidas cooperativas
azucareras del valle Chicama y otras zo-
nas del país.
121
 La producción campesina se ha am-
pliado, basta ir a una cooperativa o socie-
dad agrícola de interés social actualmente
parcelada. Y lo que encontramos es a un
agricultor que con un minifundio, está pro-
duciendo alimentos en una forma relativa-
mente autónoma que es la definición bá-
sica del campesino. Pero esta campesi-
nización o reparto de las haciendas entre
aparceros y trabajadores asalariados no
es suficiente para atenuar el proceso mi-
gratorio. Hay factores estructurales que
hacen persistente el desarrollo desigual
de la realidad económica y social del país.
Este problema requiere medidas de políti-
ca coherente e integrales que propician el
desarrollo de la sierra y mejores condicio-
nes de vida al campesinado.
Ha crecido en número de comunida-
des campesinas, ahora en el Perú son
más de 5000, ellas ocupan entre 1/3 hasta
2/3 de toda la tierra de la sierra y junto con
los parceleros de las ex haciendas allí es-
tán los campesinos. Entonces, si en
neoliberalismo y las nuevas economías no
consideran al campesinado, y dicen, bue-
no, esos no son relevantes: están ignoran-
do a 2/3 partes de la población del país.
Que hacer con ellos en estas circunstan-
cias. La propuesta política Neoliberal, la
propuesta política gubernamental, a través
de FONCODES, PRONAMACH, etc. hacen
muy poco por el campesinado.
Los neoliberales dicen: está bien, que
existan los campesinos, culturalmente no
hay ningún problema, y económicamente
tampoco. No importa si como “empresarios”
vendan su fuerza de trabajo: como propieta-
rio, asalariado o campesino no hay ningu-
na diferencia, porque todos los campesi-
nos actúan de acuerdo a la racionalidad
económica que es universal.
Todos somos iguales según los
neoliberales en cuanto a nuestro compor-
tamiento económico; y es cuestión de ajus-
tes que hacen funcionar los incentivos y
los desincentivos, a través del mecanis-
mo del mercado.
122
La teoría neoliberal dice que el merca-
do es un eficiente asignador de recursos y
es lo que hay que propulsar, por que ajusta
los recursos disponibles a lo que la gente
quiere consumir mediante las leyes de la
oferta y la demanda y el precio. El precio es
la señal, el incentivo, que impulsa al agen-
te económico, esas son las palabras que
usan. No dicen campesino o agricultor, di-
cen agente o actor económico. Así ven, si
el precio sube el actor económico se va ver
motivado para producir más, para hacer
mejores ganancias; por el contrario, si el
precio baja va ha ser una causante para
que ese agente económico salga de ese
rubro y se vaya a otro. A través de ese me-
canismo se reubican en la estructura eco-
nómica regional y nacional. La vieja corrien-
te del siglo pasado de los economistas
clásicos Adam Smith y David Ricardo es
reactualizado como neoliberalismo,
remozándose la economía clásica y
neoclásica, esta ultima expuesta por A.
Marshall.
Frente a ello, si a nivel filosófico y a nivel
real los campesinos también son entes
económicos que buscan obtener ganan-
cias, no son tontos. Los campesinos tam-
bién quieren ganar alguito. Vayan y hablen
con algún campesino y verán que está se-
parando alguito para vender. Entonces en
que radica la especificidad que los hace
actuar en forma que los teóricos de la eco-
nomía clásica y neoclásica consideran
medio irracional. La especificidad del cam-
pesino radica en dos cosas:
1. Si bien es difícil de especificar en teo-
ría económica, pero es fundamental
en la vida campesina los componen-
tes ecológico, cultural y moral que yo
hago mucho hincapié. El campesino
es productor de comida, de lo que
aquí decimos con mucho desprecio
“pan llevar”, pero del cual vivimos
(pallar, maíz, papa, yuca, etc.). Frente
a la comida nosotros los antropólogos
tenemos una actitud diferente, un po-
quito más respetuosa en relación a la
ganancia y el lucro. El productor cam-
 pesino gracias a su tradición cultural,
lleva una especie de “Aureola Moral”
por que es el productor de nuestra
comida.
2. Los campesinos son personas que
hacen milagros –estoy dictando eco-
nomía no crean que me estoy valien-
do del romanticismo-. El milagro es
éste: con una mano de grano de maíz
este señor al sembrar cosecha cien-
tos de granitos de maíz que nosotros
podemos comer. Entonces la rela-
ción: semilla-hombre-tierra-agricultu-
ra es una relación que va más allá de
la racionalidad estrictamente econó-
mica, antecede a la economía y va
más allá de la racionalidad de ganan-
cia, calculo económico e industrial. La
no racionalidad en todo caso radica
en la relación simbiótica, ecológica
con la naturaleza, con las plantas do-
mesticadas y su ciclo productivo. Es
una dimensión que introduce cierto
elemento de no racionalidad al cam-
pesinado, porque como producen co-
mida. Al caer el precio del maíz por
lógica neoliberal deben decir no, no
voy a producir más maíz: pero por
arraigo, por necesidad, por tradición
cultural, porque eso nos da, y por
moralidad, siguen produciendo su
maíz. Este comportamiento no racio-
nal para los economistas es un ele-
mento que hace que el campesinado
dentro de todos los entes económi-
cos una especificidad diferente a la
de un comerciante o a la de un aboga-
do. Otro elemento es que su empre-
sa no tiene otras características dife-
rentes a la de la empresa del libro de
texto, si la queremos poner en térmi-
nos modernos. La empresa campe-
sina tiene costos fijos muy altos por
que tiene mano de obra que no la pue-
den botar a la calle, no pueden des-
pedir a un obrero. Y quiénes son los
obreros: el hijo, la mamá, el tío y el
burro. O sea, el costo de mano de obra
desde el punto de vista del mercado
laboral es muy alto porque no pueden
ser despedidos.
Una empresa capitalista cuando no
necesita mano de obra, sencillamente, la
despide. En la familia campesina esa
mano de obra es en cierta forma gratis,
entonces el hecho de que es un familiar y
con la lógica de mantener a la familia y
una empresa productora a la vez, le da al
campesino ciertas decisiones, ciertas
racionalidades que son diferentes al de
un simple empresario capitalista.
La familia y la agricultura que la sus-
tenta tienen sus propios ritmos y sus pro-
pios ciclos que hacen que las decisiones
económicas dentro de las que está
enmarcado el campesino sean bastante
diferentes.
El deseo de los neoliberales es que
esta forma de producir desaparezca, pues
destacan que tenemos una industria
alimentaria agro moderna, tenemos
procesadoras de maquinas, podemos
importar comida del Japón o de USA, o de
donde nos convenga. Ante este desarro-
llo tecnológico el campesinado es ana-
crónico, es un lastre para el país, es una
persona que malogra el medio ambiente.
Los neoliberales y los marxistas compar-
ten en asco contra los campesinos y pre-
fieren que desaparezcan y muchas veces
contratan a ONGs que a través de sus pro-
gramas de desarrollo ayudan a que los
campesinos desaparezcan más rápido,
en aras y en nombre del desarrollo.
Ante esto, mi respuesta es no. Los cam-
pesinos va a seguir existiendo en estos
piases por varias razones: por el factor cul-
tural y por la lógica familiar, conforme ya he
explicado. Ahora voy a agregar otro factor y
es lo referente a las tierras marginales. La
agricultura moderna tecnificada, con maqui-
narias, con agrónomos, con biotecnologia,
con computadoras; es muy diferente, muy
eficaz, pero no puede aplicarse a todo el
territorio nacional; es muy restringido el área
donde puede ocuparse esta tecnología. Los
valles costeños posibilitan agricultura mo-
dificable y tecnificable; pero subiendo a la
sierra el medio ambiente es mucho más
heterogéneo, más cambiante, mucho más
123
variable y en espacios pequeños. Allí un trac-
tor caterpillar se vuelve irrelevante, es una
tecnología no apropiada.
En la sierra se aprecian chacritas con-
tra los cerros en topografía de quebrada
de valles estrechos. Allí la agricultura se
hace a puro sudor, con la barreta y pico,
con chaquillacta. Allí el tractor no funcio-
na, se cae, se desbarranca.
Las acequias atraviesan increíbles
pendientes llevando el agua de riego a zo-
nas marginales que la ingeniería conven-
cional no lo haría. Entonces otra de las ra-
zones por lo que persiste y persistirá el
campesinado, es porque demuestra efi-
ciencia en medios ecológicos margina-
les, en tierras relativamente pobres, tierras
difíciles en los que la topografía es “que-
brado”, no es uniforme ni homogéneo.
En el capitalismo Neoliberal esas tie-
rras son consideradas ereázas o inútiles y
los dejan. Estas son refugio donde el cam-
pesinado sobrevive. En el Perú por su con-
formación topográfica y ecológica tiene ex-
tensas tierras marginales de ladera y de
ecologías diversas, que proporcionalmen-
te tiene mayor área que las tierras irrigables
de la costa. Allí viven los campesinos. En-
tonces los campesinos van a estar allí en
el año 4,500 si es que la humanidad toda-
vía persiste: no van a desaparecer. Sin
embargo, habrá teorías que dirán que los
campesinos van a desaparecer.
En las condiciones de ajuste estructu-
ral estamos ante una situación particular
del neoliberalismo que se ha venido a lla-
mar Fujishock. En esta situación, cómo
están los campesinos, cómo podemos
entenderlos y defenderlos.
En la realidad peruana la integración
al mercado como asignador de recursos
es importante desde el siglo XVI, pero no
sabemos como fue en los siglos anterio-
res. Tenemos relativa evidencia de mer-
cados locales y regionales como siste-
mas de prestaciones totales, como por
124
ejemplo en la sociedad Mochica, en el
Estado Chimú, así como en el Estado Inca.
Recién el propósito de acumulación de
ganancia comienza a tener importancia en
la colonia y se vuelve intenso entrando a
los siglos XIX y XX. Adolfo Figueroa, des-
tacado economista ancashino, ha encon-
trado que en la economía campesina del
sur del país, un 50% de las transacciones
se realizan vía mercado, siendo un mayor
porcentaje en otras regiones.
Nosotros, en el estudio de “La Chacra
de Papas” hemos encontrado que entre
un 65% a 70% de los costos de produc-
ción son comercializados. Entonces el
mercado ha sido y es actualmente impor-
tante; de allí que es falso, cuando se sos-
tiene que los campesinos que se parcelan
las empresas asociativas sólo van a pro-
ducir para su autoconsumo y se van a de-
dicar a la haraganería. Hay dudas infunda-
das de que los campesinos de Perú, aho-
ra dentro de la preconstitución neoliberal,
no tienen cupo.
Encontrándose el grueso de la pobla-
ción en tierras marginales, tierras difíciles;
sin embargo con la capacidad que tiene el
hombre peruano en el manejo ecológico y
por la autoexplotacion a la que se someten
producen productos para el mercado. Este
hecho es necesario revertir de alguna for-
ma para que ellos se fortalezcan en su rol
de alimentar a las ciudades.
En los 25 años de la Reforma Agraria y
en el transcurso del último medio siglo,
ha sido de intenso crecimiento urbano.
Tanto Lima como las otras ciudades al-
bergan aproximadamente el 75% de la
gente. Estas poblaciones requieren dia-
riamente mayores volúmenes de alimen-
tos. En consecuencia, el abastecimiento
deberá estar a cargo primordialmente de
los campesinos de las comarcas que ro-
dean las ciudades tanto de la costa, sie-
rra y selva.
Las buenas tierras que existen en la
costa beben dedicarse a cultivos de expor-
tación porque básicamente tenemos se-
rios problemas de deuda internacional, te-
nemos serios problemas de importación
de bienes de capital, necesitamos
computadoras, equipos, maquinarias, etc.
Entonces, la sugerencia basada en teo-
rías neoliberales, es que dediquemos
nuestras mejores tierras a cultivos de ex-
portación y nuestras tierras secundarias a
producir alimentos para el sustento de
nuestra población. Esto es posible a bajo
costo y con la eficiencia de lo que es capaz
el campesino. De este modo, los campe-
sinos tendrán un rol reconocido y estimu-
lado por el Estado como reivindicación con-
tra la gente que piensa que deberían des-
aparecer, y en respuesta a las políticas
económicas que tienden a marginarlo, re-
curriendo a la importación de alimentos
baratos. Estamos trayendo maíz y papa de
Colombia y de Estados Unidos de
Norteamérica en lugar de traerlo de la sie-
rra andina. En consecuencia, lo que esta
pasando es que el campesinado cada vez
tiene menos importancia, menos rol; por
eso, al final tira su pico y su lampa y se
viene a la ciudad y se afinca en un barrio
marginal creando otros problemas.
A nivel macroeconómico es necesario
exportar pero también es necesario abas-
tecerse con nuestra propia producción. Así
como actualmente tenemos una econo-
mía de dos divisas: dólares, inclusive para
las transacciones internas, y soles para
cosas de consumo “habitual”. Igual pasa
con los campesinos. Cuando he escrito
“Un carnero por un saco de papas” he vis-
to las analogías. Los campesinos hacen
trueque por que esa es su moneda inter-
na y venden utilizando la moneda nacio-
nal cuando necesitan divisas externas.
También los campesinos viven en una
economía bisectorial, y esto en gran parte
tiene que ver con la economía de auto
subsistencia que compatibiliza las tran-
sacciones tradicionales y las transaccio-
nes monetarias para su inserción en el
mercado capitalista a donde exportan más
del 50% de su producción.
Pero esta integración al mercado es
perversa y no por que los campesinos no
estén integrados como dicen muchos
neoliberales, sino que están insertos en
condiciones negativas, causándoles se-
rios problemas que son temas de investi-
gación. Hay que hacer bulla, hay que modi-
ficar ciertas políticas estatales. Un objetivo
es lograr que su producto de exportación
deje de venderlo por debajo de su costo
acumulando perdidas; y de otro lado, sean
mejores importadores de productos de las
ciudades. No sólo cuaderno para los chi-
cos, ropa, aguardiente, cigarros, coca, sino
todo lo que necesitan en las ciudades para
vivir en mejores condiciones. Esta relación
de intercambio desigual tiene que ver con
políticas ancestrales desde la colonia que
persisten hasta ahora.
En la colonia los españoles hacían pro-
ducir comida barata a través de relaciones
de servidumbre e imposiciones tributarias
en productos y servicios, así se mantenían
monumentales casonas como en: Trujillo,
Cuzco, Ayacucho y otras ciudades y vivían
tranquilos. En las postrimerías del colo-
niaje y durante toda la vida republicana,
para afrontar situaciones de escasez se
han institucionalizado formas explotativas
de extracción de excedentes y de produc-
ción de alimentos baratos para la ciudad.
Desde que yo tengo uso de razón, en
los años 40 para adelante se ha argumen-
tado siempre que las políticas de alimen-
tos baratos en la ciudad impulsan a la in-
dustrialización por que es una forma de
subsidio. Alimento barato mantiene una
mano de obra barata, y entonces noso-
tros, como país, podemos competir. La
contraparte de esta política de alimentos
baratos, es la presencia de un campesi-
nado pobre que está siendo explotado,
aunque se deja que se auto explote de lo
cual no tiene plena conciencia.
Y actualmente por qué continúa esta
situación, por qué persisten políticas de
alimentos baratos. Una aproximación ex-
plicativa es la desmovilización política del
125
campesinado en relación a los sectores
laborales urbanos. Sus reclamaciones tie-
nen algún crédito frente al manejo de la
política económica nacional. Los campe-
sinos recién hace 15 a 20 años tienen Li-
breta Electoral y pueden hacer sus protes-
tas y movilizaciones legalmente. Muy tar-
díamente logran alguna representación
política en el Parlamento Nacional y toda-
vía no se ha comprendido el impacto políti-
co que tiene una manifestación en Trujillo
u otra ciudad contra los alimentos baratos.
Con el neoliberalismo y el incremento
de la política importadora de alimentos, lo
que se ha logrado es la pérdida de mer-
cados en los diferentes niveles de inter-
cambio. Así se ha restringido notoriamente
el mercado internacional para la exporta-
ción de azúcares. En términos internos,
se ha quitado del mercado de alimentos
a los campesinos peruanos dejándoles
los sectores marginales. Frente a esta
situación ¿que políticas se deben llevar a
cabo? En un diagrama de coordenadas
se demuestra cómo algunos campesinos
pueden seguir vendiendo en el mercado,
a pérdida, sin irse a la quiebra. Esto tiene
que ver con la teoría de la renta diferencial
de D. Ricardo, lo que se puede leer en los
libros de texto de cualquier curso
introductorio de economía y no de Antro-
pología Económica.
Yo creo que usando la curva de renta
diferencial de la tierra, asumida por los
economistas neoliberales se puede con-
seguir algún beneficio para la producción
campesina. David Ricardo, economista
del siglo XVIII, en Inglaterra, al tratar de la
eliminación de barreras de la exportación
y del libre comercio, dijo lo siguiente: el
país tiene esta población “X” que necesita
comer, entonces para que los agriculto-
res y campesinos produzcan esa canti-
dad de alimentos, el incentivo es el pre-
cio; entonces el precio del trigo que se va
a vender en todo el país lo determina el
último campesino, en la tierra más margi-
nal por que con costos racionales para
comenzar a producir trigo vamos a produ-
cir primero en las mejores tierras; así el
126
costo va a ser más bajo, pero a medida
que hemos gastado las de mejores tie-
rras, vamos a ir a las tierras mas margi-
nales y menos productivas. Allí va a subir
el costo y éste impondrá el precio de mer-
cado en la medida que aumenta la de-
manda de la población. Esta correlación
llevará a la necesidad de producir bien.
Cuando David Ricardo dijo que este
campesino tiene ganancia creo o tiene
suficiente ganancia como para que se
incentive a producir el último saco de pa-
pas pero mas no, es por el precio. Pero si
el precio baja, este señor sale de la agri-
cultura y se dedica a otra cosa. Si aumen-
ta la eficiencia tecnológica con inventos
nuevos, la curva de costos baja, conse-
cuentemente baja el precio; y se puede
producir la misma cantidad a un precio
más bajo y en menos tierras.
Esta renta diferencial por efecto de in-
novación tecnológica, capacitación pro-
ductiva del agricultor o por la modificación
de otro factor, da la posibilidad de incre-
mento de la masa tributaria a nivel de las
instancias de gobierno local. Así, el Esta-
do o los gobiernos locales pueden parti-
cipar de dicha ganancia, y aunque se lo
quiten el campesino va a seguir produ-
ciendo. Por eso destacamos el análisis
de la ganancia y de la renta diferencial.
Voy a hacer un agregado: en el Perú se
produciría mayor cantidad de papas de lo
que predice la teoría de Ricardo. Ello por
que el campesino tiene crecientes nece-
sidades que le induce el mercado, por lo
que no tendrá reparo en vender a precios
por debajo de su costo. Ellos necesitan
divisas. Y vender por debajo de sus cos-
tos no es porque sean tontos o ignoran-
tes, sino porque se encuentran obligados
a esa situación para sobrevivir.
A ello conducen las políticas económi-
cas de nuestro país que propicia la com-
petencia desleal con la importación de
productos alimenticios que afecta perver-
samente a los campesinos. Dentro de la
estructura de la producción interna, los
grandes y pequeños productores del va-
lle del Mantaro, Cañete y otras regiones,
pueden exportar a estos precios. En tal
sentido, los campesinos tienen que ajus-
tarse al precio que imponen estos pro-
ductores, y ya no en función al aporte del
último productor, como decía Ricardo. Son
los agricultores con mayor área, mejor
ubicados, tecnológicamente más
implementados y políticamente organiza-
dos, o también aquellos que tienen piel
un poquito más blanca y que no hablan
quechua, los que imponen los precios.
Ahora, ¿Qué pasa entonces con gente
que en forma constante vende a pérdida
de acuerdo a la teoría Neoliberal? Se vie-
ne a la quiebra. Sin embargo, los campe-
sinos no se van a la quiebra? Por qué no
se van a la quiebra?. Simplemente por que
subsidian su producción con lo que dejan
de comer, con lo que no pagan por sala-
rio a la mano de obra que es de la familia,
con lo que no pagan en efectivo por la se-
milla que procede de su cosecha anterior
o por que lo compran con la subvención
de la venta de ganado u otros ingresos, y
también con lo que le costaría el abono
de guano de corral que usan.
Así pueden vender a perdida sin irse a la
quiebra; este es un fenómeno milagroso
que se puede demostrar en los cursos de
teoría económica. En otros términos, la pér-
dida se cobra en el deterioro ecológico, en
la pobreza absoluta a la que se someten,
en los bajos niveles nutricionales, en la re-
ducción de su capacidad de desarrollo, etc.
Pero, ¿cómo funciona esto?. La economía
campesina opera como una economía
bisectorial: una de auto subsistencia y otra
de mercado. Daniel Cotlear, en su reciente
libro sobre “El capitalismo Agrario en el
Perú”, dice que el 30% de las cosechas de
papa se destina al mercado y la producción
que se retiene para autoconsumo, subsidia
al sector y viceversa.
Nosotros hemos encontrado que un
60% del costo de la producción que no se
vende tiene costo elevado. Si esta produc-
ción se considera vendida a si mismo,
concluiremos que el costo de la reproduc-
ción social campesina es alta. Esto nos
ayuda a comprender planteamientos equí-
vocos en el sentido de que el campesino
es irracional en el proceso de producción,
por tanto, conservador, tradicionalista y con
fuerte aversión al riesgo. Suposiciones sin
sentido. El campesino es eminentemen-
te práctico, por que así lo exige la necesi-
dad de su sobrevivencia.
La economía Neoliberal en sus facetas
mas agresivas generan mayor pobreza; sin
embargo, el campesino podrá soportarlo
en mejores condiciones que un asalaria-
do. Un gobierno que pretenda el desarro-
llo rural tendrá que afrontar estos retos.
127
PARTICIPACION VECINAL Y ACCION POLÍTICA:
UNA APROXIMACIÓN METODOLÓGICA PARA
LA ELABORACIÓN Y DISCUSIÓN DE UN
MARCO TEÓRICO1
INTRODUCCIÓN
El tema de la participación de la pobla-
ción en el desarrollo ha sido abordado des-
de diferentes perspectivas. La visión de ésta
como un atributo para mejorar el éxito de
las autoridades municipales y como una
necesidad para dinamizar la gestión, co-
rresponden a las que denominaríamos
tesis administrativas. De otro lado, basa-
dos en la hipótesis que la participación
corresponde a un tipo de sinergia específi-
ca que facilita la construcción de espacios
de poder, las tesis radicales, presuponen
una explicación -en virtud de la cual- la ca-
pacidad de empoderamiento y de compe-
tencia por el control de las instituciones
sociales corresponde a una réplica de la
lucha por el control político de la sociedad.
Sin añadir demasiadas novedades, los
de la corriente del desarrollo sostenible sos-
tienen que la única manera de asegurar con-
tinuidad en la gestión local y -por consiguien-
te- fomentar la solidaridad generacional, es
promoviendo e institucionalizando la partici-
pación de la población en todos los niveles
de la gestión del desarrollo, de modo que la
propuesta para resolver la problemática asu-
ma una modalidad colegiada y compartida.
Los liberales, sin embargo, a diferencia de
las anteriores visiones, creen que mejoran-
do el aparato administrativo y la gerencia en
el gobierno, bajo el paradigma democrático,
se habría avanzado enormemente. Recono-
cen las falencias del sistema actual de modo
que insinúan una radical transformación en
la gestión del desarrollo, cualificando el apa-
JAVIER N. MIRANDA FLORES
rato administrativo, dinamizando la gestión y
fomentando la participación.
No están del todo claras las tenden-
cias de hoy en el análisis teórico del asun-
to, que a decir verdad se caracterizan por
una extraña combinación de planteamien-
tos que corresponden a las tres propues-
tas mencionadas anteriormente. En efec-
to, los actuales paradigmas de la partici-
pación se fundamentan en los principios
de la equidad social, la justicia y el reparto
de oportunidades, de modo tal que sea
posible la construcción de escenarios po-
líticos que faciliten la institucionalización
de la gobernabilidad participativa.
Para el caso de nuestro país y de Amé-
rica Latina, resulta dramático el hecho de
que no existe la sistematización de una
teoría ligada a la participación de la pobla-
ción en el desarrollo local -en concreto de
los vecinos- a pesar de la rica tradición
participativa que caracterizan a nuestros
sistemas de gestión local y a la histórica
tendencia de resolver los problemas con
el apoyo de todos. La vigencia de las pro-
puestas teóricas promocionadas en otros
contextos tiene el protagonismo suficien-
te como para desplazar del escenario aca-
démico los aislados intentos de nuestros
investigadores, que deben observar con
inusitado conformismo como las normas
legales y los manuales instructivos de las
Organizaciones No Gubernamentales de
Desarrollo cubren la carencia de investi-
gaciones, tanto en el ámbito de Licencia-
tura como en el Postgrado.
 La investigación que venimos desa-
rrollando se inscribe en el marco del es-
fuerzo institucionalizado por revertir esta
tendencia. Asume el compromiso de or-
ganizar un itinerario metodológico teórico
y experimental de modo que sirva de refe-
rencia al momento de compulsar sus con-
clusiones con otras propuestas similares.
El análisis de la participación vecinal,
aparte de ser un problema técnico, corres-
ponde a un planteamiento político y a una
necesidad de los tiempos, particularmen-
te en contextos de marginalidad como los
que tienen las ciudades de nuestro país.
En esta medida, el avance que propone-
mos corresponde sólo a un ángulo del tra-
tamiento integral que le estamos prodigan-
do en el informe final; ya que cuando se
habla de participación implícitamente se
hace referencia a la necesidad de una nueva
cultura organizacional, a un nuevo tipo de
ciudadanía, a un nuevo espacio de
concertación(la comunidad), a un nuevo
paradigma (la democracia participativa), a
una nueva estrategia de consenso (la
gobernabilidad) y a una nueva filosofía
(equidad con justicia social y con solidari-
dad generacional), que son los ejes cen-
trales que caracterizan a la acción política,
que a nuestro juicio han sido muy poco
abordados teóricamente.
1. LOS ALCANCES DEL
CONCEPTO
Trataremos de exponer con claridad
el significado del concepto acción política
para ubicar nuestro análisis en la direc-
ción que resulte más efectivo para la com-
prensión y ampliación del tema de la par-
ticipación vecinal y para mejor entendi-
miento del lector.
Los contextos históricos y los mode-
los económicos condicionan la aparición
y desarrollo de las instituciones; así mis-
mo a cada coyuntura histórica correspon-
de un tipo determinado de ellas.
Adicionalmente, todo este andamiaje es-
tructural se desarrolla dentro de la socie-
dad debido a diversas fuerzas que
130
interactúan en redes sociales, con rela-
ciones asimétricas y en una perspectiva
paradójicamente complementaria.
Los actores resultantes de mayor peso
y contenido en toda la acción, sin duda
han sido el Estado, las instituciones y la
población organizada. Las actividades
económicas, el aprovechamiento de las
potencialidades del medio natural, la asig-
nación de recursos y la satisfacción de
las demandas sociales, se materializa-
ron en torno a la división artificiosa del tra-
bajo, la ubicación en la escala social, al
poder que se disponía y a las prerrogati-
vas derivadas de los privilegios de clase;
de modo que siempre era posible tener
claro el papel que correspondía a cada
uno de los actores involucrados.
Para efectos de este informe, la acción
política está asociada al surgimiento de los
grupos sociales y a su finalidad específi-
ca; es decir a la generación de espacios
para el tratamiento de problemas y al esta-
blecimiento de relaciones en torno a obje-
tivos definidos. En la mayoría de los casos,
las organizaciones sociales aparecen
como escenarios para la defensa frente a
abusos, limitaciones y carencias; pero tam-
bién como respaldo a la gestión y a los
planteamientos de otras instituciones de
mayor nivel. El mecanismo que da origen
a las organizaciones e instituciones, ge-
neralmente ha sido interpretado dentro de
la concepción natural e inevitable del de-
sarrollo social (Funcionalismo), o como
respuesta a las coyunturas sociales y polí-
ticas, particularmente de éstas últimas, y
por lo tanto como resultado de lucha entre
las clases (Materialismo Histórico).
Nuestro punto de vista no se inclina pre-
cisamente por considerarlas como produc-
tos naturales o como condiciones para
mantener el orden social, sino como espa-
cios que facilitan o retardan la acción del
Estado y como mecanismos de articulación
entre los intereses de éste y de la sociedad.
Lo entendemos como el desarrollo
institucional sobre la base de un plantea-
miento orgánico y un itinerario programático
que garantiza la organicidad del movimien-
to participativo, contrario a la informalidad y
al espontaneísmo. A pesar de que en la rea-
lidad latinoamericana los movimientos ve-
cinales no alcanzan la madurez de los mo-
vimientos políticos, dirigidos desde los par-
tidos, se dan señales significativas de una
reorientación hacia objetivos menos natu-
rales y reivindicativos hacia otros más políti-
cos. Por ser éste un ángulo de interés para
la participación, nos ocuparemos del pro-
blema puesto que –todo indica- puede con-
vertirse en una estrategia para minimizar los
efectos de la falta de organización y de ob-
jetivos programáticos; así como para com-
batir el surgimiento de liderazgos vertica-
les, relaciones difusas y ruptura de víncu-
los orgánicos entre los miembros de las
instituciones.
No siempre se tiene en claro –cuando
se habla de participación- los diferentes
espacios y relaciones que se generan
cuando los actores sociales tratan de
dinamizar su comportamiento. Puede que
ello se deba a que no hay una clara delimi-
tación de la naturaleza, significado, funcio-
nes y trascendencia de la “ Sociedad Civil”,
por un lado, o del Estado, por otro; o de
cualquiera de las formas de asociación ciu-
dadana. Los marcos de referencia que nos
presentan las investigaciones contempo-
ráneas son menos excluyentes respecto
al estudio de las interacciones que se pro-
ducen y de las transformaciones que han
ocurrido en ambos.
La separación de “Estado Propiamen-
te Dicho” de “Sociedad Civil”, en un con-
texto -como el de hoy-, caracterizado por
una intrincada red de relaciones comple-
jas internas y externas, aduciendo razo-
nes sectoriales o de especialización
gnoseológica, es menos traumática que
hace algunas décadas. En efecto, el sur-
gimiento del Estado no puede ser expli-
cado con presupuestos estrictamente
normativos, mucho menos filosóficos;
como tampoco la evolución y el cambio
social podrían entenderse únicamente
como resultado del proceso histórico de
los grupos sociales.
Existe el convencimiento en los círcu-
los académicos, particularmente en las
Ciencias Sociales, que el Estado es un
producto característico de un cierto nivel de
desarrollo de la sociedad y que, por lo tan-
to, su nacimiento ha estado precedido por
un largo período de transformaciones so-
ciales, culturales, económicas, ideológicas
y políticas; y se sugiere que por esa causa,
ha sido posible distinguir con claridad las
razones de su surgimiento, carácter, obje-
tivos sustanciales y su curso histórico. Tan
complejas como los fundamentos
teleológicos del Estado y de su origen, son
las estructuras y las dinámicas sociales;
no obstante, es posible caracterizarlas y
definirlas, como al Estado.
El análisis de este proceso es funda-
mental para identificar aquellos elementos
integradores que facilitan descubrir los cír-
culos de interrelación múltiple (Rubinstein,
1994: 5), que son propios de las relacio-
nes entre los hombres y entre los grupos
sociales, así como las fuerzas que actúan
al interior del Estado, como aparato, como
institución política, como fuerza coercitiva,
como expresión de poder o como ente nor-
mativo. En la medida que se entienda esta
red de relaciones potenciales y reales se
pueden adecuar las estrategias de la par-
ticipación organizada de la población, así
como la movilidad que ellas exhiben en el
contexto de cada una de las organizacio-
nes y de la sociedad que las dio origen.
Desde el punto de vista de las defini-
ciones formales, por lo tanto, no existe de-
masiada dificultad en definir a la “socie-
dad Civil” o al “Estado propiamente dicho”.
Algunas de las características han sido
consideradas en el párrafo anterior; sin
embargo -como expresa Rubinstein
(1994)- resulta interesante determinar el
conjunto de relaciones y contradicciones
entre ambas, en virtud de que ellas se su-
bordinan al comportamiento histórico de
los actores sociales2. En efecto, cada fase
ha definido, según las condiciones objeti-
vas de su desarrollo material y espiritual,
cambios que afectaron drásticamente a los
sistemas políticos y a las organizaciones
131
sociales, ofreciendo respuestas inéditas,
particularmente en el contexto político, eco-
nómico, social, cultural, físico y espacial,
definiéndose con mayor claridad los roles
y funciones en la estructura social.
No hay duda, cada coyuntura histórica
expresa una situación diferenciada en las
actitudes, en los valores, en las formas de
organización y en las respuestas, tanto in-
dividuales como colectivas frente a la fuer-
za del poder central. Entendemos que en
este hecho se centra la importancia del
análisis histórico de la sociedad civil y del
Estado, porque constituyen el fundamento
de las conductas colectivas e individuales
dentro de la sociedad. Obviamente, en tan-
to las respuestas de las organizaciones
sociales y de los ciudadanos en general
sean fuertes, estratégicas y coordinadas,
la sociedad civil se fortalece; en tanto sean
débiles y difusas se resquebrajan y pro-
mueven la división y la anarquía.
No siempre el fortalecimiento de la So-
ciedad Civil ha conducido a la práctica de
respuestas y actitudes democráticas, ni
mucho menos. Alentados desde el Estado,
los frentes ciudadanos y las organizaciones
sociales de la Alemania hitleriana, por ejem-
plo, desarrollaron un trabajo que no nece-
sariamente repercutió en beneficio de las
instituciones civiles ni en el fortalecimiento
de la institucionalidad participativa. No re-
sulta demasiado novedoso determinar el
hecho que la estrategia se orientó, antes
que a promover la participación ciudadana,
a legitimar al aparato estatal y al despotis-
mo dictatorial. Con matices similares, la Ita-
lia de Mussolini nos ofrece un ejemplo orien-
tado en la misma dirección.
En América Latina, después de la gue-
rra de la independencia, se constata que
la sucesión de gobiernos civiles y milita-
res ha estado ligada a la desarticulación
completa de la sociedad civil, hasta con-
vertirla en conglomerado de instituciones,
frustrada en su desarrollo, con muy poca
capacidad de maniobra y orientados a le-
gitimar los gobiernos, las sublevaciones
civiles y las asonadas golpistas, sin ca-
132
pacidad de respuesta ni perspectivas cla-
ras para institucionalizar la participación
ciudadana como factor de fortalecimiento
del Estado.
En el pensamiento de los clásicos grie-
gos, el tema político tiene también mati-
ces diferenciados. Para Platón (1988), la
democracia se reducía a un mero concep-
to, cargado de demagogia, puesto que en
la realidad se trataba de una forma de
gobierno con la prevalencia de la autori-
dad de una sola persona, retrataba a los
gobernantes como embaucadores del
pueblo, hábiles para engañar a la pobla-
ción con el arte bastardo de la oratoria. En
el pensamiento de Aristóteles (1981) el
orden ideal lo representaba la aristocra-
cia, puesto que se caracterizaba por un
estado político en el que se respetaba la
asignación del poder según el mérito del
gobernante. Contraponía esta modalidad
política a la oligarquía y a la democracia,
ambas con fallas estructurales provenien-
tes de su misma naturaleza. A esta última
la ridiculizaba diciendo que sólo expresa
una igualdad numérica o aritmética. A pe-
sar de este planteamiento, sostenía que
para lograr la estabilidad y la armonía en-
tre los ciudadanos era posible fortalecer
al gobierno de la clase media mediante la
politeia, de modo tal que sea posible un
equilibrio orgánico y de este modo se pue-
da evitar tanto la arrogancia del rico como
la desesperación del pobre.
La preocupación de ambos filósofos
abarca una extensa área del tema político
que no se ve reflejada en el resumen su-
cinto que hemos propuesto; no obstante,
apunta a referenciar el aspecto central de
la investigación que se liga fundamental-
mente a la participación como expresión
de un temperamento organizacional ca-
racterístico de los sistemas políticos, en
especial de la democracia.
Desde una posición formalista y ética,
Montesquieu (1906) sostiene que la vir-
tud es el principio de la República, el ho-
nor de la monarquía y el miedo del despo-
tismo e incorpora el concepto de autono-
mía de poderes -si no en esos términos
exactos cuando menos una separación y
delimitación de las responsabilidades
sectoriales- particularmente en las tareas
que tienen que ver con la administración
de justicia y en la estructuración y dación
de leyes; terrenos en los que cada institu-
ción responsable debe actuar con inde-
pendencia del poder central, dejando cla-
ra su concepción que aún en los gobier-
nos populares, el poder nunca debe caer
en manos de la clase baja.
Mientras Rousseau (1973), desde una
posición republicana, aboga por el cultivo
y el respeto de la libertad, por la sobera-
nía del Estado sobre cualquier otra insti-
tución o grupo social y por la exclusión de
cualquier modalidad de equilibrio de po-
deres; Hobbes (1958), rescata el valor de
la fuerza y de la dominancia de un poder
superior representado por el Estado, al
punto de sostener que los pactos que nos
están acompañados por la fuerza consti-
tuyen palabras sin ninguna vitalidad per-
suasiva y que, por lo tanto, no contribuyen
a dar seguridad a los hombres.
En la actualidad se acepta la idea de
que la participación política no sólo depen-
de de las coyunturas electorales o de los
roles institucionales; se reconoce que tan
importantes como los factores señalados
hay que buscar una explicación más objeti-
va en los factores sociales, religiosos, edu-
cacionales y culturales, en vista de que las
respuestas a los procesos participativos
políticos estarán en relación directa con
estas características y las motivaciones que
tenga cada cual se inscribirá necesariamen-
te en esta coyuntura. Así, no se deja de lado
la importancia que tiene el ambiente políti-
co y el contexto en el que se promueve la
participación: la disposición, motivaciones
y las respuestas serán mucho más claras
en aquellos contextos favorables, en orga-
nización, movilización, luchas orgánicas y
de fortaleza partidaria.
Esta es una buena perspectiva para
el análisis de la acción política y un buen
punto de partida para considerar dentro
de ella a otros conceptos que la refuerzan
nítidamente, nos referimos a la ciudada-
nía y a la gobernabilidad.
2. CIUDADANÍA
Los referentes de la ciudadanía en las
sociedades latinoamericanas han esta-
do circunscritos al tema de la participa-
ción en los procesos políticos electora-
les: edad, nivel de educación, experiencia
y ubicación dentro de la estructura social.
Los ciudadanos según estos criterios son
los que tienen derecho al sufragio, a ser
elegidos en cargos públicos y participar
de la vida en comunidad. A pesar de ello,
no funcionan como garantía para que los
individuos puedan acceder –según lo de-
finido- a ciertas instancias políticas y ad-
ministrativas por las exigencias adiciona-
les que se impone; como por ejemplo, la
experiencia, la capacidad, la formación
profesional, las cualidades personales,
etc. que deja fuera de escena a la gran
mayoría de ciudadanos.
Los planteamientos teóricos de los in-
vestigadores del tema de la ciudadanía
reconocen que hay que considerar muchas
variables en el ámbito de ésta; por un lado
quienes sostienen que es necesario divi-
dirla en tres partes: civil, social y de seguri-
dad (Marshall Y Battomore, 1998: 22-25),
apelando fundamentalmente a los dere-
chos individuales del hombre como sujeto
libre y soberano; a la capacidad de elegir
representantes o de conformar cuerpos
institucionales por el mismo procedimien-
to; y a las seguridades de una vida segura
y con bienestar, respectivamente. En otro
trabajo, Battomore (1988: 136) amplía esta
premisa sosteniendo que cualquier aproxi-
mación al estudio de las variables citadas,
se debe hacer en el marco de una “con-
cepción general de los derechos humanos”;
con un criterio de mayor integralidad y -pro-
moviendo desde ya- una reconsideración
significativa a los alcances del concepto.
Situar la discusión de la ciudadanía en
el ámbito de los derechos humanos co-
rresponde a un planteamiento que recusa
133
la visión normativa y administrativa del con-
cepto y, por el contrario, abre nuevos hori-
zontes para su estudio, particularmente
aquellos que tienen que ver con la vida, la
sociedad, los derechos y obligaciones, los
roles y funciones, así como las oportuni-
dades dentro del esquema social. Sin duda
un gran aporte si consideramos la visión
clásica referenciada al inicio.
Procacci, (1999), por el contrario, sitúa
su explicación de ciudadanía en el marco
político, jurídico y cultural:
“La ciudadanía es un proceso, más que
un derecho [... ], la ciudadanía es siempre
política; su naturaleza política no se halla
limitada a un escalón determinado, cuan-
do está en juego derechos políticos; ni re-
side exclusivamente en su condición jurí-
dica. La ciudadanía es política más bien
porque responde a una estrategia de crear
ciudadanos por medio de un conjunto de
prácticas y conocimientos que moviliza la
gobernamentalidad. Así, ciudadanía y de-
rechos de los ciudadanos no se limitan a
expresar vínculos de pertenencia; se mo-
difican junto con las condiciones cambian-
tes, con las expectativas y criterios preci-
sos para ejercitar la condición del ciuda-
dano” (Procacci, 1999: 16).
Con un enjuiciamiento centrado en una
percepción dinámica de los procesos que
influyen en la generación y afirmación de la
ciudadanía, se deduce que, como cualquier
otra condición de privilegio de los seres
humanos, individual o colectivamente, se
construye sobre la base de los cambios
que se produce en la sociedad; sobre todo
considerando aquellas influencias que
minimizan la capacidad de autonomía y
autodecisión que debe corresponder a las
personas, indispensable para ser un buen
ciudadano (Op. cit. pág. 19). Junto a otros
autores, actualiza el debate respecto a la
necesidad de correlacionar la ciudadanía
con las condiciones culturales, en espe-
cial con la identidad (Op. cit. pág. 19) y la
diversidad cultural, hechos que también
corresponden a un nuevo intento de remo-
zar el contenido del concepto.
134
Aparte de estas consideraciones, hay
que subrayar el hecho de que el concepto
de ciudadanía ha venido cambiando con
mucha fuerza a partir de la influencia de
los movimientos sociales y políticos, tan-
to en Europa como en América Latina y el
resto del mundo. Las propuestas de
Castells y Borja (1999); Garcia y Lukes
(1999), lo confirman. En el ámbito de Amé-
rica Latina, específicamente, los conflic-
tos ocurridos durante la década del se-
tenta y ochenta, por mejores condiciones
de vida, tierra, empleo, jornada laboral,
servicios sociales o lucha anticorrupción,
por ejemplo, arrancaron de los gobiernos
de turno reivindicaciones y normas que
han favorecido una mejor consideración
al tema ciudadano. El resultado de estas
luchas condiciona el surgimiento de un
nuevo valor en la ciudadanía que García y
Lukes (1999: 2) lo denominan ciudadanía
substantiva.
Tales movimientos han actuado en una
doble dirección: como factores de
condicionamiento, por ejemplo las luchas
políticas, los enfrentamientos entre clases;
o como soportes de apoyo y solidaridad,
como en el caso de la identificación con
los movimientos campesinos, minorías
nacionales o grupos étnicos. En ambos
casos, como acción directa o como soli-
daridad, han contribuido a cualificar las
consideraciones normativas respecto a la
ciudadanía y a resolver –por lo menos en
parte- problemas de amplios sectores de
la población. En esta perspectiva, siguien-
do el pensamiento de N. Fraser, el objeti-
vo de la ciudadanía deja de ser estricta-
mente burocrático y normativo para orien-
tarse a garantizar la dignidad humana.
La mayoría de autores se inclina por
considerar que la ciudadanía es funda-
mentalmente nacional (Streeck, 1999;
Marshall y Battomore 1998)4, distinguien-
do de los deberes y derechos locales y
regionales; sin embargo hay quienes
sostienen que la ciudadanía constituye
una base importante de identificación y
de pertenencia a los grupos sociales
(Kymlicka, 1999; Jenson y Philips, 1999)5;
no obstante, como en los casos anterio-
res, la ampliación en el concepto hacia
fronteras que tiene que ver con la calidad
de vida, se inscribe en el supuesto de
que la ciudadanía política es apenas una
concepción que no rescata sus dimen-
siones reales.
Marshall y Battomore (1998) sugieren
–además- que el concepto moderno de
ciudadanía hay que enmarcarlo dentro del
proceso global de evolución de los dife-
rentes derechos ciudadanos, en vista de
que han sido eventos impactados tanto
por razones geopolíticas como por el pro-
pio ajuste de los sistemas del Estado. En
efecto, tanto los derechos civiles como los
políticos y sociales, han estado precedi-
dos por una serie de acontecimientos -
dentro de coyunturas históricas específi-
cas- que bien podría trazarse el itinerario
de la siguiente manera: “[...] los derechos
civiles, al siglo XVIII; los políticos al XIX; y
los sociales al XX.[...]” (Op. cit. pág. 25-26).
Aunque sugiere el tratamiento de los pe-
ríodos con una razonable elasticidad, re-
sulta un planteamiento interesante pues-
to que en el fondo del argumento se insi-
núa que ningún proceso natural ha sido
el factor determinante en la generación de
los derechos de las personas, como tam-
poco lo han sido las dadivosas prácticas
de los regímenes políticos; sus raíces hay
que encontrarlas en los grandes movi-
mientos sociales y económicos de cada
etapa histórica; con lo cual se comple-
menta que los contextos socio culturales
influyen de manera decisiva en su mate-
rialización.
Todo indica, según esta lógica, que el
factor de impulso en todo el proceso, apar-
te de los derechos civiles específicos, fue
la consecución de la liberad: “Cuando la
libertad se hizo universal, la ciudadanía
pasó de institución local a institución na-
cional[...]” (Op. cit. pág: 19).
De modo tal que en la definición de
ciudadanía se recoge los condicionantes
políticos como los culturales e históricos:
“[...], ciudadanía es aquel estatus que
se concede a los miembros de pleno de-
recho de una comunidad. Sus beneficia-
rios son iguales en cuanto a los derechos
y obligaciones que implica.[...], la clase
social es un sistema de desigualdad que,
al igual que la ciudadanía, puede basarse
en un cuerpo de ideales, creencias y valo-
res” (Op. cit. pág: 37).
O también: “Los derechos de ciuda-
danía no consisten sólo en que el esta-
do trate igual a todos, en una participa-
ción libre en el intercambio de merado
o en un equilibrio equitativo de derechos
y obligaciones en el trabajo. Incluyen
también derechos sociales a un nivel
mínimo de vida, independiente de la
contribución productiva y de las condi-
ciones del mercado” (Streeck, 1999: 54).
Resulta mucho más complicado esta-
blecer las diferencias existentes entre una
comunidad política formalmente constitui-
da y ciudadanía. Es irrelevante el hecho de
saber que una comunidad es una agrupa-
ción de personas y que la ciudadanía es
un atributo de actuación de los hombres
en razón de prerrogativas que le asignan
los sistemas normativos. La referencia tie-
nen que ver con la confusión que se podría
derivar del tratamiento en una comunidad
política que se organiza a partir de un par-
tido y otra que tiene como referente al Esta-
do. La primera, desde el punto de vista for-
mal, asegura un mínimo de derechos den-
tro de la organización y fuera de ella; sin
embargo, carece de la envergadura y de
los alcances que si tiene la comunidad re-
conocida por el Estado; puesto que, el li-
bre ejercicio de los derechos y obligacio-
nes alcanzan a un universo más disperso
política, social y culturalmente. Crouch
(1999) pone énfasis en esta preocupación:
“Comunidad es otro de esos concep-
tos que han adquirido un significado muy
diluido en relación con su sentido propio.
Se utiliza frecuentemente para indicar gru-
pos que constituyen poco mas que “una
agrupación de personas”, mientras que
135
dentro de la tradición sociológica, sobre
todo de la que admite la importante distin-
ción entre sociedad y comunidad
(Gesellschaft y Gemeinschaft) que esta-
bleció hace mucho Tönnies (1887), de-
bería designar sólo a agrupaciones den-
tro de las cuales hay frecuentes e impor-
tantes interacciones personales y relacio-
nes de reciprocidad [...]. La relación entre
comunidad en su sentido fuerte y ciuda-
danía no es sencilla. En el ámbito de la
ciudadanía, participación y derechos se
adquieren mediante pertenencia a una
entidad política formalmente constituida
como un estado nación, un área de go-
bierno local o un organismo supranacional
como la Unión Europea. Por el contrario,
en las instituciones comunitarias la distri-
bución dentro de ellas se basa en el afec-
to y la costumbre, siendo los principales
ejemplos las familias, los hogares y los
grupos informales” (Op. cit. pág: 260-261).
La distinción entre estas comunidades
puede ser sencilla en la medida que se
trate de ver únicamente las comunidades
políticas coyunturales, o de actividad
itinerante; pero se complica el intento
cuando se trata de establecer parámetros
de actuación en las comunidades locales
y nacionales. Aparte del ámbito de influen-
cia y la naturaleza de las relaciones que
se practican, ¿qué es lo que puede distin-
guir en términos de ciudadanía a una co-
munidad vecinal, local, regional o nacio-
nal?; ¿sé puede afirmar con absoluta cer-
teza que es más relevante la denomina-
ción de sujetos universales o nacionales,
dejando de lado los condicionantes inter-
nos que modifican o refuerzan los víncu-
los y la actuación de las personas y, por lo
tanto, sus roles y funciones?.
Este es un tema del que no se tiene
suficiente información; sin embargo, co-
incidimos en el supuesto que la ciudada-
nía pueda recrearse también en el marco
de contextos locales y vecinales y que la
práctica de valores y la aceptación de nor-
mas dentro del grupo social pueden ser
fuentes desde donde se la enriquezcan
significativamente.
136
En América Latina, en un gran número
de países, las comunidades rurales, ur-
bano marginales y algunas organizacio-
nes vecinales, por valores arraigados,
derecho de costumbre, desconocimiento
o por asunto de prioridades, viven en una
doble dicotomía: el cumplimiento de la
norma expedida por el Estado y la prácti-
ca de un comportamiento definido por la
comunidad. Puede parecer un problema
sencillo, pero en realidad no lo es. Mu-
chas comunidades en el Perú han resuel-
to problemas de seguridad ciudadana, or-
den interno, alimentación, educación, “al
margen” de las estrategias implementadas
por el Estado, con mayor eficacia y sin po-
ner en riesgo las relaciones entre sus
miembros: para ellos no hay policía que
vele por el orden, ni juez que imparta justi-
cia; se acepta las decisiones y se adopta
la organización que mejor combine con el
interés de la población.
Los valores con que se mide la igual-
dad en las comunidades vecinales, loca-
les rurales y urbanas, tienen distintos re-
ferentes aunque parezcan iguales ante la
ley; por lo tanto habría que incorporar en
la redefinición del concepto todo lo que se
relaciona con igualdad y justicia social,
como dicen Borja y Castells (1999):
“No hay ciudadanía si no hay igualdad
jurídica, sea cual sea el origen nacional o
étnico. Por lo tanto es legítimo el derecho
de todos los habitantes y de todas las fa-
milias a participar en la vida política local.
Pero tampoco hay ciudadanía si hay ex-
clusión social[...] No hay ciudadanía si la
ciudad como conjunto de servicios bási-
cos no llega a todos sus habitantes y si no
ofrece esperanza de trabajo, de progreso
y de participación a todos. La ciudad debe
ser un espacio de fraternidad” (Op. cit. pág:
368-369).
La ciudadanía, por lo tanto, cobra ma-
yor envergadura en virtud de que está re-
lacionada con equidad social, igualdad de
oportunidades y mejor información sobre
los aspectos que tienen que ver con el
desarrollo de la ciudad, dejando de lado
el concepto decimonónico de la participa-
ción política como único parámetro.
En la misma línea que Kymlicha (1999),
Vallespirin (1998), aboga por tener en
cuenta el factor étnico en la configuración
de una remozada idea de ciudadanía , en
conformador de la identidad personal y
colectiva, pero que debe ser compatibi-
lizado con un concepto de ciudadanía más
amplio capaz de dar cabida a un pluralis-
mo nacional, étnico y cultural que es ya in-
soslayable en casi todas las sociedades
actuales. La solución pasa, a nuestro jui-
cio, por reconstruir un concepto de cosmo-
politismo que encuentre sus señas de iden-
tidad en los valores universalistas de la ilus-
tración y se arraigue en el proceso demo-
crático” (Vallespirin, 1998: 31).
De hecho, aquí aparece marcado níti-
damente el paradigma en el que es posi-
ble orientar la nueva concepción de ciu-
dadanía que se plantea: la democracia;
aún cuando –como el mismo lo insinúa-
el principal problema que se debe resol-
ver es el referido al ámbito tradicional en
la que se ha considerado (nacional) y el
campo específico en la que se la ha men-
cionado (el político). Frente a estas dos
limitaciones, sugiere la unión de la sobe-
ranía política con la comunidad étnica o
cultural. La realidad de los pueblos, parti-
cularmente de los del mundo dependien-
te, proporciona evidencias que facilita una
explicación menos dogmática y menos
ortodoxa que la resultante de las explica-
ciones normativas, en el sentido que la
tarea de mayor importancia en estos pue-
blos está relacionada con el ajuste de los
patrones legales al contexto sociocultural.
¿Qué implicancias plantea una con-
cepción de esta naturaleza?: En primer
lugar, una reformulación total de los con-
ceptos asociados a la teoría y a la práctica
políticas, en virtud de que los tradiciona-
les y nuevos escenarios -si bien deben
ajustarse a las exigencias de la realidad
presente- no deben perder de vista que
no siempre los referentes de mayor peso
se correlaciona exclusivamente con uno
de ellos; existen condiciones y relaciones
que se entrecruzan y requieren de un tra-
tamiento en el marco de la concertación y
adecuación. En segundo lugar, una
reorientación total de la estructura del Es-
tado y de las instituciones que le sirven,
con la finalidad de dinamizar los proce-
sos y las iniciativas que parten de la po-
blación y de las instituciones representa-
tivas; lo que dará lugar a la ampliación de
la comunidad política y a mejores resulta-
dos. En tercer lugar, el fortalecimiento de
la institucionalidad participativa en todos
los frentes, como principal garantía de
cambio y desarrollo social sostenibles.
En un importante trabajo de discusión
sobre las perspectivas históricas de Amé-
rica Latina, Sabato (1999) explica -desde
un ángulo jurídico clásico- que la ciuda-
danía está definida por la titularidad y el
ejercicio de los derechos individuales;
pero al mismo tiempo introduce la refe-
rencia de que en México la condición de
vecino es el elemento fundador de la ciu-
dadanía, condición imprescindible para la
obtención de derechos políticos. Por otro
lado, al abordar el tema de los movimien-
tos sociales en este continente, Guerra
(1999), afirma que es imperativo el abor-
daje del problema desde una perspectiva
cultural e histórica, tanto para reconocer
las características y su complejidad como
para conocer sus orígenes o sus avata-
res; insinúa que los contextos históricos
definen ciertas prioridades para la actua-
ción humana en las que no siempre se
vislumbra la cuestión ciudadana como
prioritaria, en alusión a la experiencia de
las revoluciones hispánicas en las que
señala como dominantes los asuntos de
soberanía, representación y nación.
No vamos a comentar en extenso esta
afirmación, sin embargo es bueno recor-
dar que las tres prioridades que enuncia
corresponden a las tres esferas funda-
mentales en la construcción de ciudada-
nía: el político, el territorial y el cultural, res-
pectivamente. Lo que ocurre es que la
137
concepción que maneja tiene su funda-
mento en la ciudadanía individual, por lo
tanto, normativa 6
El estado de la cuestión en el tratamien-
to teórico sobre la ciudadanía, finalmente,
se enriquece con el aporte de Valencia
(1998), quien introduce la variable ambien-
tal y refuerza los conceptos de participa-
ción, democracia, cultura, solidaridad y
cambio social como aspectos fundamen-
tales para una nueva concepción. Variable
que había merecido un tratamiento perifé-
rico, a pesar de las connotaciones socia-
les, económicas y políticas que se deriva-
ban de ella. Su punto de vista trasciende la
esfera del dominio de los derechos indivi-
duales y plantea una actitud de compromi-
so generacional, apelando a cambios fun-
damentales en los soportes de la socie-
dad, como el Estado, las organizaciones y
los individuos, como sujetos conscientes
del papel que les toca desempeñar.
“Hay, pues, una “dimensión ambien-
tal” que plantea problemas a nuestros con-
ceptos de democracia, participación, repre-
sentación y ciudadanía que trasciende a la
necesidad de reforma institucional del Es-
tado y depende más de la magnitud de los
fines del ecologismo político [...]. Este tipo
de principios necesita una noción de ciu-
dadanía que respete a las generaciones
futuras y a otras especies e implica un pa-
pel importante como garante de los dere-
chos medioambientales. El slogan de los
verdes, “actúa localmente, piensa global-
mente”, muestra que intentan construir una
visión del concepto de ciudadanía como
resultado del compromiso y de la práctica
políticas de los individuos sobre la base
de la lealtad ecológica y no de la lealtad
nacional.
En este contexto, la creación de “ciu-
dadanos ecológicos” depende del ímpetu
del cambio social causado por el deterio-
ro del medio ambiente, así como de la
cultura de solidaridad medioambiental que
vienen unidas a diversas formas de aso-
ciación como es el caso del movimiento
verde” (Valencia, 1998: 189).
138
Aunque puede ser discutible que la
construcción de la ciudadanía se haga
anteponiendo la lealtad ecológica a la leal-
tad nacional es ilustrativo el hecho que
las respuestas de la población frente al
deterioro del medio ambiente se hace
sobre la base de una cultura ecológica
más consistente que la actitud política, con
un fuerte contenido principista y de soli-
daridad con la población y con el medio.
Estos dos aspectos son sustanciales
para la participación ciudadana y para la
solución de los problemas planteados por
el desequilibrio entre crecimiento y con-
sumo de recursos. Es decir, estaríamos
frente a un nuevo elemento que propone
inmejorables perspectivas a una nueva
definición de ciudadanía: la dimensión
ética; que asociada al tema ambiental bien
podría enmarcarse dentro de la denomi-
nada ética ecológica.
Su valor como elemento dinamizador
de cambios en el comportamiento y en la
generación de nuevas actitudes, es inne-
gable; por lo tanto, es de suponer que co-
bra vigencia para fortalecer la noción de
ciudadanía y para consolidar los sistemas
de valores.
Citando a Christoff, Valencia (1988), en
concordancia con los asuntos de ciuda-
danía con la variable ecológica entresa-
camos que:
“La ciudadanía ecológica dependien-
do de que forma adopte cambia, amplia o
extiende las nociones existentes de una
ciudadanía social y política. La ciudada-
nía ecológica es definida, fundamental-
mente por su intento de ampliar el discur-
so del bienestar social reconociendo los
principios relativos a los derechos
medioambientales e incorporándolos al
derecho, la cultura y la política. En parte
busca hacer presión para el reconocimien-
to de las necesidades de los seres huma-
nos “no ciudadanos” (en un sentido terri-
torial y jurídico) en la toma de decisiones.
También promueve la incorporación y
consideración fundamental de intereses
de otras especies y de las generaciones
futuras dentro del proceso democrático.
Esto supone cambios que amplían los lí-
mites de la ciudadanía política existente
más allá de las nociones de “Estado-na-
ción” y “comunidad nacional” que han de-
terminado la ciudadanía “formal”
(1996:161-2) (Valencia, 1988: 190).
En la expresión de la ciudadanía
ecológica se concentra la totalidad de fac-
tores que hemos hecho referencia líneas
arriba: el reconocimiento de los valores
inmanentes en el individuo como miem-
bro de un grupo social (privilegiado por la
concepción normativa, burocrática y lega-
lista de la ciudadanía), pero activo y perte-
neciente a una nacionalidad, a una etnia
o a una cultura determinada (reforzado por
el pensamiento sociocultural); los debe-
res y derechos como pilares básicos en
la organización social y en la convivencia
(asumido por un enfoque estrictamente
organicista y formal de la ciudadanía), pero
ampliado por el creciente protagonismo
de actores inéditos fuera del esquema del
Estado (participación y ejercicio proactivo
de la ciudadanía); el componente de la
identidad y el respeto por los valores de
una comunidad (pensamiento comunita-
rio); el ejercicio de potencialidades para
lograr la autonomía y la transferencia de
responsabilidades en el proceso de cons-
trucción de espacios democráticos y
participativos (pensamiento radical); y, el
medio ambiente, como escenario de de-
cisiones que compromete a las genera-
ciones presentes y futuras fundados en la
sensibilidad de los gobernantes, la soli-
daridad y la unión de las personas (pen-
samiento ecológico).
Cada uno de ellos, afirma la noción
de una ciudadanía circunscrita a las con-
diciones del desarrollo actual, a la des-
aparición de las brechas sociales exis-
tentes, al fomento de la integración de to-
dos los espacios y de todas las culturas,
promoviendo un nuevo tipo de relación
entre el Estado y la sociedad civil.
En América Latina como en el Perú, la
construcción de la ciudadanía, como base
para una participación institucional, se ha
venido gestando a partir de los movimien-
tos sociales y políticos en los últimos cua-
renta años, concretados en el incremento
de las tasas de escolaridad, la reducción
de los índices de analfabetismo, la am-
pliación de la base informativa y tecnoló-
gica. Se complementa este escenario con
el impulso de las organizaciones femeni-
nas en la solución de los problemas de
alimentación, salud y medio ambiente; la
proyección de las instituciones educativas
a los sectores con mayores necesidades
de capacitación, el impulso del trabajo de
las Organizaciones No Gubernamentales
y la lucha contra los gobiernos corruptos
e inmorales. Cada escenario ha fortaleci-
do las aptitudes y actitudes de la pobla-
ción, aún cuando sin un planteamiento
orgánico y sostenido.
En este esquema, las juntas vecina-
les pueden constituirse en instancias de-
cisivas para la construcción de un nuevo
tipo de ciudadanía y para la práctica de
actitudes que garantice el mejoramiento
de su calidad de vida, una mejor orienta-
ción en su vocación autonomista, como
organismo de coordinación, defensa y
conservación del medio ambiente, como
medio de articulación descentraliza, con
respecto al gobierno local, y a los demás
sectores productivos y como expresión de
la solidaridad comunal. Existen, sin em-
bargo, factores que limitan seriamente la
construcción de esta ciudadanía como:
“La crisis de representatividad y el des-
crédito de los partidos políticos [...].La per-
sistencia de los patrones de clientelaje y
la debilidad e incoherencia en la adhe-
sión a los principios democráticos.[...]Las
desigualdades económicas[...]” (Díaz,
2000: 96).
Estos tres factores corresponden a la
realidad actual y a pesar de su aparente
fatalismo, el planteamiento global del au-
tor está cargado de optimismo como pro-
ducto del análisis de las experiencias
exitosas desarrolladas en el Perú y por la
capacidad de aprendizaje y de respuesta
139
de la población. Añadiríamos algo más, los
planteamientos desde el Estado pueden
tener efectos reduccionistas y limitantes en
la iniciativa popular; del mismo modo que
los espontaneísmos de la población pue-
den alentar la anarquía y el pasivismo.
Hemos llegado a un momento especial en
la democracia representativa peruana que
precisa una reorientación total en los
liderazgos verticales, en la conducta parti-
dista y en la proyección del Estado. Cree-
mos que las condiciones están dadas, a
pesar de las limitaciones evidentes.
Sin duda, el asunto más complejo en
un espacio vecinal, particularmente en los
centros urbanos que funcionan como
bolsones de recepción de migrantes, es
la generación de una identidad que sirva
de patrón de referencia y que facilite la
convivencia de los grupos humanos, toda
vez que en la gran mayoría de ciudades
los referentes son múltiples y la influen-
cia de otros valores termina por recrear
seriamente las conductas de origen de
los pobladores, a pesar de lo que plan-
tean Borja y Castells (1999: 115-130) en
el sentido que los barrios constituyen es-
pacios que las minorías étnicas lo em-
plean como “forma de protección, ayuda
mutua y forma de especificidad”. En el
caso del Perú, los barrios y sus organiza-
ciones vecinales no tienen las caracterís-
ticas de sus pares norteamericanos que
les sirve como estudio de caso, puesto
que no se conforman selectivamente de
acuerdo a la procedencia de las perso-
nas, salvo en algunas ocasiones, espe-
cialmente en las invasiones a propieda-
des del Estado.
La lección que deja el análisis de la
ciudadanía, en contextos en los que la par-
ticipación poblacional es el instrumento de
la mayor importancia para la concreción de
conductas de solidaridad, es que no es
suficiente ni el reconocimiento de los de-
rechos individuales ante la ley ni la formu-
lación de normas que complementen y re-
conozcan el estatus de las organizaciones
vecinales, si paralelamente no se promue-
ve la solidaridad, la concertación, la
140
institucionalización de la participación, el
mejoramiento de la calidad de vida y la
definición objetiva de nuevas modalidades
de gestión del desarrollo local.
3. GOBERNABILIDAD
Una de las mayores preocupaciones
del momento corresponde al fortaleci-
miento de las instituciones democráticas
de la sociedad y a la capacidad de res-
puesta del Estado a las demandas
institucionales y sociales, en un clima que
no violente ni los procesos políticos ni la
convivencia entre los grupos sociales. La
preocupación no sólo es académica y
científica, lo es también desde el punto de
vista de la gestión del desarrollo nacio-
nal, regional y local, ya que se puede con-
siderar el mayor logro para una sociedad
institucionalizada políticamente, si se han
creado las condiciones de concertación
entre los grupos que disputan el poder8,
las instituciones que administran el po-
der y los grupos que activan los procesos
económicos, sociales y culturales.
Lo que sostenemos es que la gober-
nabilidad debe ser entendida como sinóni-
mo de equilibrio consensuado para garan-
tizar un proceso de desarrollo a cualquier
escala, acuerdo que se hace sobre la base
de grandes objetivos y sin que los actores
sociales, por muy de acuerdo que parez-
can, pierdan sus identidades políticas.
La amplitud del concepto no favorece el
análisis desde una sola perspectiva, en
vista que “[...] la gobernabilidad. No es una
cuestión únicamente política-administrati-
va[..] (Borja y Castells, 1999:365); se trata
de una categoría que lleva implícito un con-
tenido social, ya que el impulso de la parti-
cipación de la sociedad civil es un factor
fundamental; un contenido cultural, en ra-
zón de que el potenciamiento de los acuer-
dos de consenso sólo es posible en la
medida que se plantea una cultura de so-
lidaridad y entendimiento; un contenido
político, en tanto plantea el fortalecimiento
de las instituciones de gobierno y de las
instituciones para el ejercicio del poder.
 Cuando se habla sobre la posibilidad de
que las ciudades tengan referentes de ma-
yor peso en cuanto a la construcción de un
tipo de ciudadanía diferente a la tradicional y
una gestión en la que todos los actores es-
tén legitimados, las expresiones de Borja y
Castells, son apropiadas. Hablan de la ciu-
dad como espacio de democracia pero de
un tipo especial de democracia, aquella don-
de los lazos sean de proximidad; es decir, un
espacio donde las diferencias se acorten en
función de las semejanzas y los acuerdos y
en el que se puedan reforzar las identidades
colectivas integradoras (Borja y Castells,
1999:365-369)9.
La existencia de problemas en la so-
ciedad y en el aparato del Estado, como la
manipulación, la corrupción, las diferen-
cias en el ingreso y en las condiciones de
existencia, con brechas sociales profun-
das; la sistemática irrupción del Estado
en los fueros judiciales, policiales, milita-
res y administrativos, con pocas posibili-
dades de mantener márgenes de manio-
bra para los demás actores sociales, han
hecho que el concepto de gobernabilidad
esté plagado de vicios de forma y conteni-
do. En apariencia, los efectos nocivos de
esta situación repercuten solamente en
la eficiencia de los sistemas de gestión;
sin embargo, los alcances y los efectos
de mayor impacto lo sufre la sociedad ci-
vil: se pierde la confianza y la credibilidad
en las instituciones y, por cierto, se
deslegitima la acción política, en todos los
niveles. Por lo tanto, la necesidad de una
nueva concepción es urgente.
Se han señalado como condiciones
fundamentales para que este cambio ten-
ga lugar, cuando menos tres cuestiones
centrales (Tomassini, 1993): la primera, tie-
ne que ver con la transparencia en el ma-
nejo de los asuntos públicos; la segunda,
relacionada con la operatividad de las ins-
tituciones y con los productos que genera;
y la tercera, con la capacidad y fortaleci-
miento de las organizaciones sociales. Sin
embargo se pueden añadir algunas razo-
nes adicionales como, la capacidad para
la generación de alianzas estratégicas, tan-
to dentro como fuera del rango de manio-
bra del Estado, particularmente con las
empresas privadas y las entidades
cooperantes; la creación de un clima de
estabilidad política y económica, resultan-
te, más que de normas institucionales, de
acuerdos compartidos y concertados en-
tre los actores sociales.
La gobernabilidad, por otro lado, requie-
re de una cultura política distinta, a nivel del
Estado, de las organizaciones de base y
de la población, máxime si lo que se quie-
re es el respeto de la institucionalidad de-
mocrática y legitimar su acción. Una nueva
cultura política precisa identificar las varia-
ciones en el comportamiento de los miem-
bros de las instituciones de base y su in-
corporación como agentes de cambio, para
evitar su conversión en agentes pasivos o
en agentes nocivos para el proceso. Esta
premisa tiene relación con lo que L. García
San Miguel (1980) analiza al tratar de dis-
tinguir “contestatario” e “integrado”:
“[...] El integrado “sin matices” es el
hombre del sistema. Se identifica total-
mente con él en el plano ideológico y, en
el plano práctico, vive de él y para él.[...]
Integración con matices críticos.- Esta ac-
titud no se distingue de la anterior en lo
esencial [...]. Se trata de una integración
insatisfecha, como a regañadientes, sin
buena conciencia.[...]. Contestación mo-
derada.- [...] el ingrediente crítico pre-
domina sobre el conformista. {...] Contes-
tación radical.- [...]. El contestatario
“puro”no desempeña ninguna actividad
laboral dentro del sistema; su contacto con
él se reduce a la pura presencia física en
el país (casi siempre en la clandestinidad),
y cuando ejerce alguna actividad siempre
es al servicio de su acción contestataria y
no de objetivos personales. [...]. Confor-
mismo contestatario.- [...] es una actitud
intermedia entre las dos anteriores. Quie-
nes participan de ella son gentes “situa-
das” dentro del sistema ( aunque casi nun-
ca en los escalones superiores)[...]. En cier-
to sentido, su actividad contribuye a man-
tener el sistema; en otro sentido, va dirigi-
da contra él” (Op. cit. pág: 17-34).
141
 Aún cuando resulten discutibles los
presupuestos semánticos de los térmi-
nos que se emplean, llama la atención
sobre la realidad que se vive en los paí-
ses sudamericanos, en lo concerniente a
la definición del hombre dentro de los pro-
cesos políticos, respecto a la vitalidad y
entrega con que se asumen los compro-
misos. En efecto, el oportunismo político
se caracteriza por el acomodamiento in-
dividual y orgánico a los cambios que ocu-
rren en las coyunturas sociales, sin inte-
resar las líneas matrices de los progra-
mas o de los principios éticos, cuando lo
que se busca es sacar el mayor provecho
posible. Con este esquema han convivi-
do tanto dictaduras como democracias,
basadas en la capacidad de movilización
de los recursos y en la persuasión, sus-
tentando la manipulación, el paternalismo,
el clientelaje y la institucionalización de la
corrupción, factores contrapuestos a todo
esfuerzo por construir la gobernabilidad.
El supuesto que subyace en este plan-
teamiento, tal como lo establece el autor
citado, es que:
“En el fondo de la antinomia democra-
cia-dictadura, se encuentra una doble con-
cepción del hombre: Hay quien piensa que
los hombres son desiguales y que deben
seguir siéndolo; hay quien cree que deben
ser iguales y que, donde subsistan des-
igualdades, debemos tender a eliminarlas,
o al menos reducirlas” (Op. cit. pág: 63).
Si se analiza parcialmente el pensa-
miento del autor, puede aparecer como una
postura tímida y carente de definición; sin
embargo si nos atenemos al enfoque glo-
bal y a la premisa básica de su argumenta-
ción, en el sentido de que niega rotunda-
mente la posibilidad del nacimiento y desa-
rrollo de una sociedad autogestionada (¿de
base participativa?), el asunto cambia radi-
calmente, puesto que toma partido frente a
un hecho que requiere mayores evidencias
empíricas y constataciones históricas.
El otro gran problema que plantea la
gobernabilidad es el referido a la legitimi-
142
dad en el ejercicio del poder. En las de-
mocracias representativas el fundamen-
to básico es el proceso electoral y la vo-
luntad soberana de la población; a pesar
de las reglas de juego y los esquemas
planteados para tal fin, como en el caso
del Perú, con los tres últimos procesos
electorales: un poder judicial capturado,
un ente electoral sumiso, leyes a favor de
la re-reelección, prensa servil a los intere-
ses del gobierno, chantaje a los líderes
políticos, desprestigio sistemático desde
el gobierno a los líderes de la oposición,
enfrentamientos sistemáticos con los go-
biernos locales, especialmente con el re-
corte de sus atribuciones.
La naturaleza del poder y las caracterís-
ticas de su acción facilita o retarda cualquier
iniciativa de cambio en las reglas de juego,
de tal suerte que los mayores esfuerzos para
lograr un proceso de transición hacia espa-
cios de gobernabilidad deben partir, en es-
tos contextos, del Estado.
En este sentido, no hay que perder de
vista que el protagonismo en la imple-
mentación de la gobernabilidad no corres-
ponde sólo al Estado, ni tan siquiera por su
enorme capacidad para propiciar las nor-
mas que garanticen un marco adecuado;
paralelamente se debe reconocer las po-
tencialidades reales de los sectores em-
presariales, particularmente productivos,
que son los que viabilizan la solución de las
demandas de empleo y el mejoramiento
de la capacidad económica de un país; así
como la sociedad civil en su conjunto, am-
bos constituyen los nexos articuladores con
las demás instancias oficiales, productivas
e institucionales, actuando como dinami-
zadores de las políticas de desarrollo y como
sustentos de legitimación.
Corresponde a una necesidad urgen-
te que la gobernabilidad sea entendida
como un proceso orientado a lograr la efi-
ciencia institucional, entendida como la
capacidad para responder en la dirección
adecuada y oportunamente a las deman-
das sociales, en vista de los enormes va-
cíos que presenta la gestión nacional, re-
gional y local actuales. El dilema no es
sólo administrar la crisis, que puede
enmarcarse en un objetivo coyuntural y de
sobrevivencia, el planteamiento corres-
ponde también a un problema de eficien-
cia, en virtud de que las instituciones lo-
cales como están diseñadas y como es-
tán cumpliendo con sus compromisos,
son rémoras dentro del proceso de desa-
rrollo que no aportan nada sustancial. Por
lo tanto, sus extensiones administrativas
y sus referentes de base, como las Jun-
tas Vecinales, tienen similares -o talvez
más graves- problemas en la gestión.
Cómo facilitar la canalización de las
demandas poblacionales y sus expectati-
vas es un tema de la mayor importancia en
la gobernabilidad, puesto que la costum-
bre ha hecho creer que el único que debe
asumir las responsabilidades en la solu-
ción de los problemas sociales es el Esta-
do. La tesis que asigna a la participación
el rol de instrumento del Estado para ali-
viarle la carga institucional y para reducir
los gastos oficiales, consiguientemente
para evitar cualquier transformación estruc-
tural de la sociedad, se inscribe dentro de
este planteamiento; contrariamente quie-
nes abogan por la co-responsabilidad, la
coordinación y la cooperación, refuerzan la
idea de que es posible concertar, el logro
de algunos objetivos compartidos, en el
que el objetivo estratégico referencial sea
la democratización de la gestión y la crea-
ción de bases para futuras acciones
participativas10.
Un punto de sustento importante para
la gobernabilidad –como se ha indicado-
es el relacionado con la identificación de
la acción del Estado con el conjunto de la
población; es decir con la representación
de sus intereses. La elección de las auto-
ridades es un mecanismo en el que se
expresan las preferencias pero no siem-
pre corresponde a la legitimación de la
acción pública; la recíproca corresponden-
cia entre uno y otro se logra activando
mecanismos que fortalecen con mayor
fuerza la confianza y la estabilidad, así
como la observando la conducta de los
líderes que conducen las instituciones. En
el caso de las juntas vecinales se pre-
sentan dos problemas, que a nuestro jui-
cio son serios, desde la perspectiva de la
gobernabilidad: el primero, relacionado a
la elección de los representantes vecina-
les, que como en Perú, expresan los inte-
reses de los grupos dominantes o de la
línea oficiosa del partido político del Alcal-
de, deslegitimado –además- porque el
proceso es preparado, supervisado y con-
ducido por el municipio; y, el segundo pro-
blema, se refiere a la elección del presi-
dente vecinal y a sus integrantes y la mo-
dalidad del proceso.
La probabilidad de que la escasa con-
ciencia política de los miembros de un te-
rritorio vecinal, sumada a la deplorable di-
fusión de los procesos y a la minimización
de su trascendencia, actúen como facto-
res básicos para desalentar la participa-
ción poblacional, es asunto que hay que
considerar con la mayor objetividad. Ob-
viamente se debe tener en cuenta que no
existe una tradición que respalde a la elec-
ción vecinal como un hecho vital para los
intereses de la comunidad, como si ocurre
en el caso de la elección del alcalde o de
las autoridades políticas de un país, cuan-
do menos en los contextos de países de-
pendientes; procesos que por enmarcarse
dentro de las obligaciones ciudadanas
penalizadas, se les rodea de las segurida-
des y garantías necesarias. El valor de la
información no está garantizado en una
Junta Vecinal, de modo que, en contextos
con tradiciones electorales no transparen-
tes es mucho más fácil manipular la infor-
mación para inclinarla en la dirección que
conviene a los intereses de quienes go-
biernan localmente.
Este hecho, por las implicancias que
plantea, es una seria limitación para el
logro de la gobernabilidad, puesto que la
población desconoce a quien eligió y por-
que la participación vecinal no supera el
30 por ciento de la población. El tema de
la legitimidad, entonces, está concatenado
al nacimiento de los liderazgos políticos,
de los procesos que se implementan para
143
el ejercicio del poder y al respaldo que
exprese la población. Por lo tanto, no vas-
ta elegir para legitimar.
En los países desarrollados, donde los
canales de comunicación y de control ciu-
dadano son más efectivos o por lo menos
más asequibles a la población, las tareas
de evaluación integral de la gestión muni-
cipal y vecinal son actos públicos sujetos
al veredicto comunal y a la acción penal.
En teoría, el planteamiento funciona de
modo similar en países de América del Sur,
algunos de Asia, África, etc.; no obstante,
son pocos los que asumen la gestión con
transparencia, ofreciendo información sos-
tenida a quienes depositaron la confianza
en su gestión y favoreciendo la supervisión
de la ejecución de proyectos y actividades
vecinales. En Perú, por ejemplo, caso con-
creto de Villa El Salvador o en Porto Alegre
(Brasil), con las limitaciones evidentes que
plantea una acción de esta envergadura,
se ha logrado institucionalizar el control
social como acto de gobierno de los veci-
nos, con resultados relevantes y, sobre todo,
legitimando el ejercicio de la función.
Por otro lado, el reconocimiento y res-
paldo a los líderes vecinales se halla en
correspondencia con la capacidad de tra-
bajo, con la identificación con los intere-
ses de la población y con el poder de con-
vocatoria a los actos públicos, factores que
sin duda fortalecen la gobernabilidad y pro-
mueven un tipo de ciudadanía que actúa
como garantía para el ejercicio de dere-
chos y deberes en la escala local, regional
y nacional. Esto tiene relación con la bús-
queda de alianzas con todos los sectores
que tienen vida activa en la comunidad y
con la creación de espacios en los que los
agentes locales se sientan involucrados,
particularmente de la empresa que, hasta
hoy, mantiene un perfil bajo si tenemos en
cuenta sus posibilidades para actuar como
agente de desarrollo.
En muchos países del mundo se ha
tratado de establecer pactos para la ac-
ción de gobierno11 que ayuden a la supe-
ración de problemas económicos y socia-
144
les graves, que ponen en riesgo la estabi-
lidad del Estado y de la sociedad; para
facilitar la transición política de una dicta-
dura a una democracia; o para minimizar
los impactos políticos y sociales de los
actos de violencia política; o simplemente
como acto de concertación para definir los
objetivos de desarrollo nacional a largo
plazo. Los resultados ponen de manifies-
to la importancia de la coordinación y el
compromiso de los agentes sociales en
la construcción de bases sólidas para la
gestión y para el desarrollo.
En la lógica de nuestra propuesta, final-
mente, la gobernabilidad no se circunscribe
a un concepto que se entienda como un
hecho que facilita o viabililiza la acción gu-
bernamental, aunque también lo es. La base
participativa de la gobernabilidad y el princi-
pio pro-activo en su intención la convierten
en un referente de un nuevo entendimiento
entre la sociedad civil y el Estado. En efecto,
la democracia participativa constituye la
base y el principio esencial para lograr la
gobernabilidad; esta premisa se explica
complementariamente con el argumento
que sólo es posible la sostenibilidad social
local, en la medida que se activen los me-
canismos de participación y cooperación
entre todos los actores sociales. Sin ser un
planteamiento maximalista, ¿la idea está
exenta de riesgos?; si la respuesta es afir-
mativa, ¿quiénes deben asumir el liderazgo
o el protagonismo?.
Las lecciones en los países en los que
han desarrollado experiencias exitosas de
participación indican que, efectivamente, uno
de los graves contratiempos para
institucionalizar la participación es la estra-
tegia de involucramiento de la sociedad civil
–en el ámbito local- en el fortalecimiento de
sus instituciones y en las tareas del desa-
rrollo; en ambos casos los riesgos de la
atomización y masificación son evidentes,
así como el surgimiento de liderazgos verti-
cales, con orientación corporativista
unidireccional. Los liderazgos compartidos,
horizontales, surgidos tanto desde el muni-
cipio como de la comunidad, pueden con-
siderarse como hechos fundados dentro del
esquema participativo, siempre que los
protagonismos se complementen y las
sinergias apunten a consolidar una situa-
ción viable para la gestión.
Los ajustes burocráticos en las institu-
ciones locales (municipio, organizaciones
vecinales, sectores públicos, etc.) su per-
feccionamiento y adecuación a las necesi-
dades de la comunidad y del desarrollo
también constituye una prioridad importan-
te. Se trata de dinamizar la administración,
de servir mejor a los usuarios, de ofrecer
mejores servicios, de facilitar las mejores
opciones para resolver los problemas; pero
además, para institucionalizar el control
social y promover la innovación.
La gobernabilidad tiene características
que difieren de un contexto a otro, tiene
que ver con el desarrollo de la ciudada-
nía, con los niveles de información ase-
quibles a la población, con los niveles de
participación poblacional, con la voluntad
política de quienes gobiernan, con los
administradores del desarrollo local, etc.;
pero su vigencia plena se define única-
mente por la dinámica social puesta en
práctica y por la correspondencia entre las
acciones políticas y sociales con relación
a la sociedad. En resumen:
“La gobernabilidad democrática, en
principio, es incompatible con la imposi-
ción de criterios y prioridades que acen-
túen las desigualdades, amenazando la
cohesión interna de la sociedad en sus di-
versas escalas. Gobernabilidad y demo-
cracia son dinámicas complementarias. La
lógica de la gobernabilidad es el poder
efectivo, en tanto que la lógica de la demo-
cracia es la igualdad política. La asocia-
ción de estas dinámicas conduce a la “efi-
ciencia democrática” (Díaz, 2000: 123).
4. LOS PARTIDOS
POLÍTICOS Y LA
PARTICIPACIÓN VECINAL
La intención no es dar cuenta de los
planteamientos teóricos sobre el origen,
evolución y papel de los partidos en el de-
sarrollo social, tarea demasiado ambicio-
sa para los objetivos de esta investiga-
ción; si no sobre su papel en el ámbito del
desarrollo local, sin desatender la nece-
saria ligazón con los movimientos socia-
les en otras escalas territoriales, como las
regionales, nacionales e internacionales.
En una medida u otra, se reconoce que
los partidos políticos se han convertido en
los elementos articuladores entre la so-
ciedad y el Estado, en los intérpretes de
las necesidades de la población y las pa-
lancas que movilizan y canalizan la ener-
gía de los movimientos sociales y políti-
cos. Este papel ha sido desempeñado en
respuesta a las necesidades de organi-
zación civil, para frenar las excentricida-
des de poder del Estado y para equilibrar
las fuerzas sociales; también, como res-
puesta a la existencia de grandes brechas
sociales; o como garantía para asegurar
la representación transparente de los in-
tereses de una comunidad o de una na-
ción, por lo tanto, como factores de des-
aliento de las tentaciones totalitarias. En
muchos de los casos, además, han ac-
tuado como elementos aglutinantes de la
unidad y la concertación nacional; promo-
viendo el respeto por los valores naciona-
listas y la cultura.
Este papel ha sido asumido en dife-
rentes sistemas políticos y con grados di-
versos de intensidad, dependiendo de las
circunstancias socio-históricas plantea-
das, tal como lo confirma Vallespirin
(1998):
“ [...] los grandes conflictos políticos
de la modernidad han venido girando
sobre tres ejes: el económico (estado de
bienestar—lucha socialismo y capitalis-
mo) la cuestión de la legitimidad (libera-
lismo y socialismo de Estado); y el pro-
blema de las identidades (entre las que
destacan sobre todas las demás el factor
nacional, pero también aquellas que
abarcan diferencias de raíz religiosa,
étnica y cultural en sentido amplio[...] ”
(Op. cit. pág: 29-30).
145
 Las circunstancias han estado ligadas
a las características de los modelos polí-
ticos vigentes de modo que también se
han delimitado en el marco de los
paradigmas de los modelos democráti-
co, dictatorial y motivados por corrientes
ideológicas de variada naturaleza. En tan-
to se circunscribieron al modelo demo-
crático, los partidos han sido considera-
dos parte de los esquemas de los plan-
teamientos político-comunitaristas, con la
finalidad de fomentar la auto-organización
de la sociedad (Oliet, 1998: 99), aunque
en algunas circunstancias se han desa-
rrollado amparados en el esquema de
preservación de los intereses del Estado,
más que en el de fomento de la solidari-
dad de clase o grupo social. Tal postura
se presenta con frecuencia en las socie-
dades que postulan los partidos únicos o
en las que se ha logrado mayoría absolu-
ta para el acto de gobierno; por lo que la
tradición de éste, como expresión de uni-
dad para la consolidación de la sociedad
civil y respaldo a la democracia, afina
mejor en el modelo liberal, que desenca-
dena lealtades, básicamente a favor del
Estado.
Los sistemas democráticos, como
cualquier otro sistema, por este tipo de
fragilidades institucionales, además de la
organización de las comunidades políti-
cas de manera atomizada y con poca vo-
cación integracionista, perviven en condi-
ciones precarias, con escaso margen de
maniobra, a no ser que la sociedad en las
que se desarrollan haya alcanzado un ni-
vel de madurez política importante, como
para garantizar un desempeño alternado
en el ejercicio del poder.
En los espacios locales, como en los
regionales y nacionales, estas limitacio-
nes en la organización política, pueden
conducir a la desarticulación de la vida
partidaria y a perder de vista los referen-
tes que facilita la sintonía de sus integran-
tes. Por esta razón, si en las democracias
representativas las posibilidades de ob-
tener acuerdos consensuados están con-
dicionadas a la negociación de intereses
146
desde las cúpulas, hay quienes creen que
el intento por concretar un modelo de de-
mocracia participativa, no estará exenta de
los mismos o más graves problemas,
particularmente en la toma de decisiones
y en los asuntos estratégicos que formen
parte del desarrollo social12 .
Por otro lado, adicionando a las razo-
nes estructurales y coyunturales a las que
hemos hecho referencia a lo largo del tra-
bajo, se puede afirmar que los partidos
son de alguna manera productos de la
participación política y no de sucesos uni-
formes en la vida social; su acción se
enmarca dentro de las reglas que plantea
la situación económica, social y política;
como respuesta o como adecuación; es
decir como respaldo o alternativa a lo que
algunos explican como monopolio de la
neutralidad del Estado (Murillo de la Cue-
va, 1989: 18-49). Sin embargo, no sólo
para el presente sino para el futuro, cons-
tituyen garantía para la libre asociación,
para el equilibrio de poderes, para las ta-
reas de control social y la construcción de
espacios de poder, como sostenía Verdu
(1974) y Weber (1960; 1992).
A pesar de las ventajas de la vigencia
de los partidos políticos, la experiencia
histórica en casi la totalidad de las socie-
dades del mundo demuestra que la po-
blación paulatinamente ha ido perdiendo
la fe en ellos, por razones que van desde
las alianzas que se fomentaron desde su
interior, las coyunturas políticas de perse-
cución dictatorial, el reacomodo en la co-
rrelación de fuerzas sociales con el
protagonismo de nuevas fuerzas políticas,
las prioridades de la población respecto
a sus condiciones de vida, etc. y el dete-
rioro de los partidos sigue siendo un he-
cho concreto que requiere de mayores in-
vestigaciones.
Esta situación ha supuesto, compren-
siblemente, cambios importantes en las
estrategias de organización y en los dis-
cursos políticos a manera de mecanismo
de compensación desde su interior. Des-
de una posición de resistencia o desde la
esquina oficialista, los partidos han senti-
do el impacto de las respuestas ciudada-
nas, de modo tal que gran parte del des-
prestigio al que han sido conducidos ha
dado origen a la proliferación de infinidad
de organizaciones paralelas que compi-
ten en la escena política por lo mismo que
fue la bandera de lucha de los partidos.
En algunos contextos, con diferente
dureza, pero en la misma dirección, se
cuestiona la validez de los planteamien-
tos, de los discursos y los liderazgos.
“Conceptos fundamentales de la teo-
ría clásica, como los de “bien común”, y
“voluntad popular”, desaparecen o quedan
relegados a la mera retórica de los parti-
dos. La democracia ya no es concebida
como un ideal moral, como un tipo de so-
ciedad que desarrolla las capacidades ple-
nas del individuo, sino simplemente como
el “gobierno del político” (Gonzáles y
Quesada, 1988: 313)13.
De tal suerte que se amplia el espec-
tro de críticas al sistema de democracia y
se polarizan las posiciones al interior de
las investigaciones políticas y sociales,
desde los análisis que parten de la resis-
tencia civil (Randle, 1998) hasta aquellos
que refuerzan la relación entre democra-
cia participativa y clientelismo político (Al-
zate, 1995), pasando por los que suscri-
ben al sistema de democracia como frá-
gil para el oportunismo político.
Ha jugado un papel importante en este
proceso, la deformación de las exigencias
en la generación de liderazgos comuna-
les, centrados más en el culto a la perso-
nalidad que en la interpretación del senti-
miento poblacional y de sus necesidades;
de tal suerte que el ideal de Rousseau
(1973) que el poder proviene del pueblo y
su soberanía reside en su voluntad gene-
ral, fácilmente ha sido trastocado, tanto
por las condiciones internas de los parti-
dos como por los nuevos contextos y las
nuevas alianzas que se han promovido
en las sociedades actuales. El común de-
nominador, en todos los casos, ha sido la
actuación burocrática aislada de la pobla-
ción y carentes de consulta orgánica.
La temática planteada bien podría re-
lacionarse con lo que se ha denominado
la ley de hierro de la oligarquía, según la
cual –por razones que merece la pena in-
vestigar más en detalle- los partidos polí-
ticos constituyen en su interior una cuer-
po oligárquico que se comporta de mane-
ra similar a la oligarquía convencional; de
modo tal que los procesos políticos que
requieran consensos fuera del partido,
son establecidos entre oligarquías parti-
darias; es decir, entre lo que comúnmen-
te llamamos líderes políticos.
En la crítica a la democracia formal se
ha insistido con esmero en la manipula-
ción a la que son sometidos los militan-
tes, desvirtuándose la libre asociación y
el principio del centralismo democrático
que sustenta teóricamente a los acuer-
dos políticos y programáticos. Las mino-
rías están referenciadas en las cúpulas y
las mayorías en la actuación operativa,
encargadas además de legitimar los
acuerdos y planteamientos que surgen en
las “asambleas”, con el agravante del cas-
tigo disciplinario y la aplicación de los có-
digos de militancia en caso se desborde
las expectativas individuales y colectivas.
A la inversa, las minorías están referidas
a los sectores que ceden posiciones y las
mayorías a los que respaldan las deci-
siones propuestas, con lo que se com-
pleta el círculo vicioso de entidades políti-
cas ineficientes y carentes de una diná-
mica mejor concebida.
Si las probabilidades de consenso son
mínimas en las democracias formales,
por el paquete de directivas que
implementan las cúpulas, las democra-
cias participativas también han sido blan-
co de críticas frontales, particularmente
debido a la ruta que definen los acuerdos
y por la ineficacia con las que son
implementados. Se plantea que los acuer-
dos son lentos y de difícil articulación; sin
embargo como trasfondo de esta crítica
147
subyace la consideración política que las
iniciativas que provienen de las organiza-
ciones sociales de base, están viciadas
de origen puesto que los únicos con posi-
bilidades de entender las cuestiones po-
líticas y de actuar con eficacia son aque-
llos que se han preparado para ello o que
han nacido con dicha virtud.
Es evidente –además- que en el marco
de la participación, los partidos políticos
se convierten en grupos de presión con
una gran capacidad para definir situacio-
nes que pongan en riesgo la gestión públi-
ca y la actuación política del Estado, pues-
to que actúan como portavoces de intere-
ses sectoriales estructurados (Morillo de la
Cueva, 1989: 49) y como tales tienen capa-
cidad para promover iniciativas que se
orienten al equilibrio político o a la conce-
sión de prebendas. Este factor ha
influenciado para que se fortalezcan las
alianzas y los pactos estratégicos, para
imponer condiciones desde una posición
expectante y de mayor comodidad.
Ha quedado como una expresión muy
usada que los partidos en lugar de inter-
pretar la voluntad popular, paulatinamen-
te sustituyen al pueblo. Este planteamien-
to, desde las posiciones de gobierno, ha
sido utilizado para insinuar, con frecuen-
cia, la necesidad de una ley que regla-
mente la actuación de los partidos, a fin
de evitar los excesos de poder y la
marginación de los militantes. No obstan-
te, el abordaje del problema no pasa por
la modificación de las normas sino por un
planteamiento que asegure la práctica de
la concertación y la discusión interna, ge-
nerando una nueva cultura política, basa-
da en una lectura real de los cambios que
ocurren en el contexto mundial como en
la situación de un país y en el respeto a
las corrientes de opinión internas.
Los partidos políticos, colateralmente,
constituyen catalizadores de los movi-
mientos sociales, por lo tanto conforman
los frentes orgánicos desde donde se
concretan los desafíos contra las élites, la
autoridad, u otro grupo o códigos cultura-
148
les (Tarrow, 1997: 21-25); en consecuen-
cia, son los centros desde donde se ex-
plotan con mejor predisposición los inte-
reses, las necesidades y las potenciali-
dades de sus integrantes, particularmen-
te en la materialización de respuestas
conjuntas y en el logro de objetivos y me-
tas comunes.
Muchas de las características de los
movimientos sociales señaladas por
Tarrow (1997), sufren dentro de los parti-
dos modificaciones sustanciales; por
ejemplo la solidaridad tiene característi-
cas más parecidas al compromiso que a
la identificación plena respecto a una cau-
sa específica o a la ayuda mutua;
colateralmente, la acción colectiva parti-
daria se circunscribe a los protocolos elec-
torales y a ciertas movilizaciones de res-
paldo laboral o protesta por las medidas
gubernamentales, perdiendo vitalidad y
continuidad por lo que queda de tiempo
(Op. cit. pág: 21-25).
A pesar de que muchos de los aportes
del autor mencionado están contenidos
en los trabajos de los investigadores clá-
sicos de los movimientos sociales C.
Marx, F. Engels, V.I. Lenin, T. H. Marshal, M.
Castells; J. Borja, T. Hopeyhaym, lo que
parece irrefutable es que existe una vin-
culación entre la estructura social y la ac-
ción social, tesis que dicha en otros térmi-
nos resulta siendo la misma que la plan-
teada por la Escuela del Materialismo His-
tórico, cuando se afirma que son las con-
diciones materiales de existencia las que
determinan los cambios en la esfera de
la supraestructura. En otras palabras, los
movimientos y las organizaciones socia-
les corresponden al nivel de desarrollo
alcanzado por la sociedad y son su expre-
sión concreta 14.
En la misma línea, Vallesperin (1998)
hace referencia al hecho de que los movi-
mientos políticos modernos tienen referen-
tes que pueden ser explicados en los cam-
bios que se producen en el plano econó-
mico, político y cultural: la lucha entre Capi-
talismo y Socialismo es la expresión políti-
ca en el primero de los planos; el antago-
nismo entre los sistemas liberales y so-
cialistas, corresponde a la expresión polí-
tica en el segundo plano; y, el factor nacio-
nal, el impulso de las identidades, esta-
rían en el tercer plano. En cada caso, no se
trata de fuerzas que intervienen aislada-
mente dentro de la sociedad, corresponde
a manifestaciones de un estado situacional
y a la expresión concreta del planteamien-
to de los agentes políticos y sociales, den-
tro de los cuales, de manera protagónica,
se encuentran los partidos.
Visto de esta manera, las dimensiones
de la acción partidaria en el tejido social no
está del todo definida; puesto que, por un
lado hay que determinar las estrategias de
dirección y las respuestas sociales. En
contextos en los que la polarización políti-
ca es notoria se correlaciona las conduc-
tas con las directrices partidarias, a pesar
de los costes en la credibilidad; pero en
aquellos en las que hay equilibrio en la
correlación de fuerzas la estrategia pasa
por el establecimiento de coaliciones y la
implementación de pactos, igual que en
las instituciones políticas formales.
La diferencia que se puede establecer
depende de los objetivos que se plantean
como exigencia y de las ventajas que ello
genere para la población y para los parti-
dos. Tal como se ha visto en el análisis de
las juntas vecinales de España, a pesar
de las evidentes ventajas del apoyo de los
partidos políticos a la causa de los veci-
nos, la reacción se produjo en sentido in-
verso al esperado, ya que muchos de ellos
caracterizaron a esta intervención como
una de las causas fundamentales para
que el movimiento por la reubicación y la
solución a las demandas sociales no tu-
vieran el éxito planificado.
Los casos en los que el trabajo políti-
co se ha hecho con mayor proximidad a
las organizaciones vecinales, dependien-
do de las circunstancias históricas y de
las prioridades en la solución de los pro-
blemas, han permitido reconsiderar la
orientación del trabajo comunitario, espe-
cialmente en todo lo que significa la dis-
persión de esfuerzos, la priorización de
los problemas y necesidades comunes,
la posibilidad de actuación conjunta y el
interés por las alianzas estratégicas. En
todos estos aspectos, concretamente en
América Latina, los partidos políticos no
tienen estrategias definidas y planes es-
pecíficos para canalizar la participación;
por ello, el común denominador sigue
siendo la aplicación de programas de
asistencia social que ponen énfasis en
las bondades de los dirigentes políticos
más que en la capacidad de la población,
sin mucha diferencia con aquellos progra-
mas monitoreados desde el Estado.
Cuando hemos hecho referencia a las
alianzas y pactos políticos, obviamente no
dejamos de considerar que ellos se pro-
ducen sobrevalorando las ventajas políti-
cas más que el objetivo social, salvo cuan-
do el riesgo de anomia social y de crisis
generalizada puede poner en riesgo la es-
tabilidad del sistema y, por lo tanto, la vi-
gencia de los partidos.
Es lícito suponer que en el comporta-
miento de las cúpulas y en las respuestas
partidarias existen tramas actitudinales di-
versas y redes de relaciones asimétricas,
que desencadenan en códigos de actua-
ción distintas en escenario y en naturale-
za15: coordinación entre partidos y discipli-
na entre correligionarios; suspicacia y des-
confianza entre líderes políticos frente a la
solidaridad entre partidarios. Esta última
relación, según las experiencias que he-
mos dado a conocer, demuestra que en el
ámbito vecinal, en última instancia, prima
el sentimiento de identidad vecinal y co-
munal antes que el político.
Las relaciones son distintas en el caso
de los planteamientos orientados a con-
formar coaliciones que tengan como obje-
to constituir gobiernos de coalición, por su
envergadura y naturaleza, ya que pueden
hacerse extensivos a los espacios loca-
les, en razón de que son escenarios don-
de se reproducen a escala menor, simila-
res problemas en la gestión del desarrollo
149
y en la conformación del gobierno munici-
pal. Matas (2000) ha estudiado con
detenimiento las dimensiones que influyen
en la formación de gobiernos de coalición:
“[... La dimensión jurídica e institucional
[...] La dimensión electoral [... La dimensión
del sistema de partidos [... La dimensión
horizontal y vertical de los partidos [... La di-
mensión motivacional [... La dimensión his-
tórica [... La dimensión de la cultura política y
la opinión pública [...].” ) Op. cit. pág: 12-16).
La escala local en la que se reprodu-
cen las oportunidades de plantear coali-
ciones difiere sustancialmente de otras, no
sólo porque las instituciones y las organi-
zaciones se regulan por factores que va-
rían desde la forma como se implementan
los sistemas normativos hasta por la in-
tensidad con la que se hallan involucradas
en el desarrollo; sino por los objetivos y los
espacios donde se concretan los proce-
sos, sea en el ámbito rural o urbano. Por
norma general, las regulaciones estable-
cidas en los primeros se establecen re-
creando las normas o creando otras, ba-
sadas en la proximidad de las relaciones y
en la complicidad colectiva para resolver
problemas, o en la unidad que favorece el
pertenecer a una cultura con menos com-
plicaciones que en la segunda.
De seguro, es mucho más práctico y
asequible la posibilidad de que los vecinos
compartan puntos de vista similares en tor-
no a cuestiones que requiere aceptación
por la comunidad, que la misma posibili-
dad en sociedades invadidas por la infor-
mación, la tecnología, la educación cualifi-
cada y otras exigencias paralelas a las prio-
ridades exigidas por estos escenarios.
En el caso de las situaciones donde
proliferan las organizaciones políticas y la
posibilidad de desarrollar una intensa ac-
tividad de proselitismo o cualquier otra ta-
rea ligada a los partidos y a la comunidad,
ha ocurrido que el Estado ha tratado de
desalentar cualquier tipo de entendimien-
to, salvo el que acoja con beneplácito las
150
políticas de turno o el respaldo a su ges-
tión; con programas alimentarios de asis-
tencia, con proyectos vivientistas, o senci-
llamente con el reparto de víveres y útiles
escolares entre la población.
En América Latina, desde la década
de los sesenta, los sistemas electorales
siempre estuvieron condicionados por los
hechos anotados en el acápite anterior,
además de aquellos factores derivados
de la situación económica y social. Como
quiera que los partidos y las propuestas
de coalición han estado condicionados,
adicionalmente, por la presión social y por
el curso histórico del desarrollo de la so-
ciedad, los objetivos políticos han sido re-
basados por las prioridades de subsis-
tencia, constituyendo una de las causas
fundamentales para que las agrupacio-
nes partidarias dejen de lado la consoli-
dación de tales alianzas, incluso sus pro-
pios intereses, para aplicar una estrate-
gia de repliegue, que luego se activa en
los actos electorales16.
Al margen de estos resultados es evi-
dente que los partidos políticos siguen sien-
do los instrumentos que mejor han funcio-
nado en la articulación de la sociedad civil y
el Estado, al menos en el plano de la
institucionalización de los procesos de con-
sulta y en los procesos orientados a la eva-
luación de la acción política, de tal suerte
que, por esta razón, la conveniencia de su
reconocimiento y vigencia actúa como va-
riable de consolidación del propio Estado.
Existe una gran relación entre las trans-
formaciones producidas por los movimien-
tos sociales urbanos y los procesos de
acomodamiento de los partidos políticos;
del mismo modo que responde a similar
lógica la relación existente entre la desarti-
culación de los partidos y el fortalecimien-
to de los estados dictatoriales y liberales,
particularmente en América Latina. El ejem-
plo más claro es el que se define entre las
décadas del setenta al noventa, convulsio-
nado por la violencia política y por la crisis
total de los gobiernos democráticos, la
estrategia política de salida trató de com-
binar el componente político (surgimiento
de dictaduras militares como garantía de
orden), el social (oferta de ejecución de re-
forma agraria, reforma educativa, reforma
de la salud, empleo y seguridad), el cultu-
ral (“afirmación” de los valores nacionalis-
tas desde el ángulo de la democracia occi-
dental, satanizando la experiencia exitosa
de Cuba, como modelo alternativo a la de-
mocracia en crisis), el político (creando or-
ganizaciones paralelas a los partidos polí-
ticos, desprestigiando a sus líderes e
implementando sus programas, para des-
pojarles de ofertas partidarias, como de sus
banderas de lucha, acompañado de una
feroz represión a las asociaciones sindi-
cales, partidos, grupos políticos, etc., fun-
dados en el supuesto positivista de orden
y progreso), y el educativo (planteando la
necesidad de innovar el currículum con
nociones centradas en la nación y los valo-
res cívicos, como en el caso peruano, no
capitalista ni comunistas sino basados en
la “solidaridad, la fe cristiana y la autode-
terminación”).
Sin lugar a dudas, el impacto sobre las
instituciones –entre ellas las políticas- fue
de tal magnitud que hasta hoy no logran
recomponer sus cuadros ni terminan de
re-fundar las organizaciones, ya que el
descrédito alcanzó niveles preocupantes.
Pero la pérdida de centralidad de los
partidos no sólo ha tenido el referente ex-
terno como única causa, la inusual visión
de los acontecimientos, su manejo buro-
crático y la falta de renovación de los cua-
dros dirigenciales, contribuyeron también
a consolidar el caos institucional17, al punto
que literalmente desaparecieron de la
escena política; y, como consecuencia, se
minimizó severamente su papel
articulador al que hemos hecho referen-
cia. Para la democracia y para los intere-
ses del movimiento social y político este
hecho trajo consigo graves problemas: 1)
la pérdida de espacios para el ejercicio
de control social; 2) la ausencia de voce-
ros autorizados para canalizar las deman-
das de la población; 3) el incremento de
la violencia política; 4) la anarquía en el
manejo de los asuntos del Estado; y, 5) la
desarticulación de la sociedad civil.
El año 1997, la Comisión Andina de
Juristas (1998) en un documento donde
se da cuenta de la evolución política de
América Latina, resalta la dinámica en el
comportamiento político de este continen-
te, calificándola de positiva y muy buena
para el desarrollo de la democracia, parti-
cularmente por el hecho de que se han
producido importantes consultas electo-
rales: en Bolivia, Chile, Colombia, Ecua-
dor, con acontecimientos que han mere-
cido la atención de muchos analistas po-
líticos del mundo, por las implicancias de
la participación ciudadana en tales he-
chos, como las elecciones municipales,
la destitución del presidente Bucaram del
Ecuador, la renovación de la Cámara de
Diputados en Chile, etc. El apunte de inte-
rés expresado en el documento difundido
(Op. cit. pág: 14) es el reclamo de que los
sistemas democráticos tienen en la parti-
cipación el mecanismo más idóneo para
que la democracia no se elitice (Op. cit.
pág: 14) y el reconocimiento de que se
fortalezcan los mecanismos de control
desde la población.
Nos interesa del documento mencio-
nar, de los diez problemas que afronta la
democracia en este continente, tres que
nos parecen importantes:
“ [...] Persistencia de las tendencias a
la concentración del poder y a limitar los
espacios de participación política popular.
[...] Partidos políticos continúan con bajos
índices de confianza ciudadana, salvo en
Chile. Apatía generalizada a la participa-
ción política partidaria. [...] Ausencia de
política de descentralización efectiva
[...]...”(Op. cit. pág: 14).
Como señaláramos en párrafos ante-
riores, las causas que concretan este diag-
nóstico –que por otro lado es estrictamen-
te político y formalista- son estructurales;
se combinan las razones económicas,
sociales, culturales y políticas; a pesar del
surgimiento de los caudillismos, la falta de
151
programas e idearios remozados y la rup-
tura de los frentes de articulación con las
organizaciones de base, ayudan a enten-
der por qué se ha llegado a esta situación.
Como el comportamiento político de-
pende de las circunstancias históricas que
presenta la sociedad y de los idearios y
plataformas programáticas que caracteri-
za a cada partido, la asociación entre la
política y la cultura constituye un hecho re-
levante. Es sabido que aunque las normas
se recreen la actuación de las personas
tendrá el sello de ésta18, o en el mejor de
los casos, adquirirán características nue-
vas sin que desaparezcan totalmente las
originales. El hecho tiene una particular
importancia si nos ubicamos en contextos
como el Perú, especialmente en el norte,
en el que el trabajo del APRA (Alianza po-
pular Revolucionaria Americana), ha logra-
do articular el espacio familiar, vecinal, co-
munal, distrital y provincial, con el regional;
de modo que, desde el punto de vista polí-
tico, ha sido definida como el “sólido nor-
te”, en referencia a la primacía del pensa-
miento aprista sobre el resto de partidos.
La naturaleza de la definición da lugar,
sin embargo, a un comentario adicional: gran
parte de los militantes de este partido han
sido educados dentro del hogar y no en las
esferas del partido; defienden con ardor –a
veces con intolerancia y agresividad- los plan-
teamientos teóricos y los logros del gobier-
no que les tocó encabezar, fomentan la uni-
dad y la solidaridad entre sus miembros, jus-
tifican de modo inequívoco las coaliciones
fuera de toda lógica que formaron con sus
principales enemigos políticos (particular-
mente de derecha); y, al margen de la veraci-
dad o falsedad de sus principios, suelen co-
rresponder a sus líderes con la pasión y la
entrega digna de una secta mesiánica o de
un ejército fascista. Es que para todos ellos,
el APRA más que un partido, es un senti-
miento y una forma de vida19.
Además del APRA, desde las primeras
incursiones de las agrupaciones en la vida
política, las respuestas instituidas se han
caracterizado por combinar el pensamiento
152
individualista, el esbozo de programas
como reflejo de la situación, fundamental-
mente política, el talante del caudillo y un
poco de sensibilidad con la situación na-
cional, desde varias perspectivas: como res-
puesta al militarismo (Partido Civil de 1870),
como respuesta al vacío de poder y al caos
de la postguerra, combinada con las cuali-
dades del caudillo (Partido Constitucional
de 1886); como consecuencia de una nue-
va visión de los problemas nacionales y
como respuesta a la descomposición de la
sociedad, con un componente ideológico
nuevo (La Unión Nacional de 1891 e Izquier-
da Unida de 1967); o como respuesta al
caudillismo puro y duro -en los términos de
Ramírez (2000: 24-25), los partidos
caudillistas aluvionales”- , que lo ubicaría-
mos a partir de 1956 hasta los actuales
momentos, incluyendo el partido del de-
puesto presidente Fujimori Fujimori (Cam-
bio 90- Nueva Mayoría) y del Alcalde de Lima
Alberto Andrade Carmona (Somos Perú).
Siendo los partidos instituciones que
por su naturaleza sirven de nexo entre la
sociedad civil y el Estado, existe aún una
deuda pendiente sobre su actuación en el
fortalecimiento de la participación ciudada-
na en todas las escalas territoriales del
Perú y de América Latina; sin duda –tam-
bién en los países de otros continentes,
África y Asia- en los que pervive la margina-
lidad comunitaria y la manipulación políti-
ca, como conductas al interior de los parti-
dos. Por otro lado, los esfuerzos que se
hacen para mejorar las administraciones
locales y para convertir los organismos
descentralizados municipales, como las
Juntas Vecinales, en espacios de asocia-
ción con estos actores, la sensación que
trasciende del hecho es que los avances
obtenidos en el intento por cristalizar insti-
tuciones eficientes, dentro del paradigma
de la “calidad total”, deja en claro que no
hemos sido capaces de producir sistemas
que racionalicen la representación20.
¿En qué campos específicos para las
Juntas Vecinales, la labor de los partidos
podría ser relevante?. Si la participación
ciudadana expresa la tendencia a com-
partir las responsabilidades en la gestión,
no hay ninguna duda que esta pretensión
requiere de niveles cualificados de cultu-
ra política y capacitación, además de una
visión clara de que la transferencia de las
responsabilidades ocurrirá en contextos
poco claros, con signos inequívocos de
instituciones lentas y con problemas de
estabilidad política y moral.
Esta debe ser una tarea esencial de
los partidos políticos, en coordinación con
las instituciones educativas y las organiza-
ciones de base. Por otro lado, desde va-
rios frentes es posible fortalecer la unidad
vecinal, uno de ellos es el político, entendi-
do como el espacio para el logro de con-
sensos y acuerdos en torno a los objetivos
del desarrollo; por lo tanto se convierte en
una segunda opción para un cambio de
estrategia en la generación de concertación
vecinal, en vista de que las células políti-
cas dispersas en su territorio, antes que
nada son actores vecinales y luego com-
ponentes del esquema partidario.
Sin duda, su actuación puede orientarse
dentro de la perspectiva de aprovechamien-
to de fortalezas y como factor para canalizar
oportunidades; es decir como elemento real
en el potenciamiento de los factores que ayu-
den a fortalecer la institucionalización plena
de la participación y a minimizar los factores
de regresión que atentan contra la democra-
cia participativa. Tal como le hemos mencio-
nado, los partidos políticos pueden conver-
tirse en frentes de referencia para evitar la
dispersión de esfuerzos, así como en la con-
solidación de la unidad vecinal y en elemen-
tos dinámicos para los procesos de descen-
tralización municipal, aparte de su papel
fiscalizador de la gestión interna y externa del
municipio.
5. CONCLUSIONES
5.1. La Acción Política, reflejo
de las condiciones socio históricas
La acción política así como las institu-
ciones corresponden a las condiciones que
presentan las coyunturas políticas en el cur-
so del desarrollo de la sociedad; los roles y
funciones que se reservan a los actores
sociales involucrados tienen las caracterís-
ticas de este contexto. Pero además, está
asociada al surgimiento de los grupos y al
impulso de los movimientos sociales, a ve-
ces como mecanismos de apoyo y en otras
como actos de sobrevivencia.
Esta figura ha sido explicada en una
doble perspectiva, como un hecho natu-
ral, por lo tanto como mecanismo formal y
de apoyo, y como resultado del enfrenta-
miento entre las clases, por lo tanto como
proceso de disputa de espacios de poder
entre la sociedad civil organizada y el Es-
tado. Según este panorama, se infiere que
la acción política facilita o retarda el cum-
plimiento de los objetivos estratégicos de
la clase gobernante o cumple el papel de
articulación y puente para conciliar intere-
ses o para antagonizarlas, respectivamen-
te. En ambos casos queda definida níti-
damente la caracterización del Estado y
de la sociedad civil.
Esta caracterización -desde luego- no
puede ser explicada con presupuestos
exclusivamente normativos en vista que,
en la práctica, corresponde a un proceso
mucho más complejo en el que se expre-
san una serie de relaciones que sirven
para descubrir la naturaleza de las con-
ductas individuales y colectivas, así como
para precisar las connotaciones asocia-
das a los sistemas políticos. En efecto,
las manifestaciones orgánicas de los gru-
pos sociales en la construcción de sus
referentes políticos están asociadas a las
particulares condiciones que correspon-
den a las coyunturas socio históricas del
desarrollo social y a la realidad de cada
contexto. Este hecho presupone, por lo
tanto, que las coyunturas electorales co-
rresponden –apenas- a una circunstan-
cia muy especial que anima la acción po-
lítica pero no la condiciona; que es im-
prescindible relacionarla con los cambios
dentro del aspecto económico, social y
cultural para tener un referente de mayor
realismo.
153
 5.2. La Ciudadanía un valor en
construcción
Las investigaciones que abordan el
problema de la ciudadanía muestran da-
tos importantes referidos a la evolución del
concepto y a los elementos que hay que
considerar para lograr una aproximación
mucho más realista y conveniente para la
práctica de los procesos participativos. Aún
hasta ahora, existe el convencimiento que
lo que define a la ciudadanía es la capaci-
dad para el ejercicio de los derechos civi-
les individuales y que su materialización
de mayor jerarquía es la prerrogativa a ele-
gir y ser elegido, que sólo se requieren al-
gunas condiciones formales básicas para
tener ese derecho (edad, nivel de instruc-
ción, en algunos lugares el sexo, etc).
A la democracia se la ha identificado
como un concepto cargado de demago-
gia (Platón) que sólo expresa una igual-
dad numérica (Aristóteles), pero también
como un mecanismo que facilita la convi-
vencia, concertación y el juego de intere-
ses; de modo que es imperativo construir
un escenario que neutralice las fuerzas
que puedan conducirnos a un modelo con
las características, que de modo fatalista,
exponen los clásicos mencionados.
De la tesis administrativa, que sólo le
interesa las condiciones formales en la
ejercicio de la ciudadanía, hemos llegado
al momento actual con una noción am-
pliada y probablemente –aún- en proceso
de construcción. Se ha transitado un lar-
go camino para concretar la incorporación
de conceptos que la enriquecen y que la
compatibilizan con la realidad mundial y
específica de cada pueblo. La ciudadanía
debe ser entendida como un factor base
que identifica a las personas y que con-
creta la pertenencia al grupo (ámbito cul-
tural); como una condición desde la que
se exige el mejoramiento de la calidad de
vida y la dignificación de la persona (ám-
bito social); como expresión suprema de
la libertad individual y un atributo de exi-
gencia para el respeto a los demás (ám-
154
bito político- filosófico); como expresión de
solidaridad, concertación, igualdad y en-
tendimiento.
Es decir, no existe manera de susten-
tar que la ciudadanía sólo es un atributo
político derivado de las normas y que so-
mos ciudadanos porque así lo determi-
nan las leyes. Seguramente son impor-
tantes las consideraciones legales, pero
esta visión nos hace perder de vista que
el ejercicio de los derechos conlleva algu-
nas afinidades relevantes que se recrean
en cada lugar y en cada cultura. Pusimos
el ejemplo que casi la totalidad de las co-
munidades rurales del Perú han resuelto
el problema de la seguridad interna, con
estrategias concebidas por ellos, al mar-
gen de la intervención de los agentes del
Estado, con resultados exitosos.
Se pueden ampliar los ejemplos a los
centros urbanos y a los territorios vecina-
les (rondas urbanas)21. La dicotomía en-
tre legalidad oficial y norma consuetudi-
naria ocupa en estos casos el centro de
la discusión, complementada con la cues-
tión de saber si es suficiente la igualdad
ante la ley para asegurar el ejercicio de la
ciudadanía.
La reformulación del concepto de ciu-
dadanía y el ejercicio de las prerrogativas
que de ella se derivan se relacionan con
los movimientos sociales y con los nue-
vos planteamientos sobre la justicia so-
cial, los derechos humanos y el factor ét-
nico, de modo tal que se debe admitir que
tal pretensión tiene directa relación con la
teoría y la práctica política.
Finalmente, la incorporación de la varia-
ble ambiental a la discusión refuerza el con-
tenido y la naturaleza del concepto, en razón
de que – a diferencia de las anteriores pos-
turas- resume el valor de cada uno de los
componentes para presentarlo como una
noción integradora de los componentes
sociales, económicos, políticos, culturales
y ambientales; dentro del marco del cambio
social y del ejercicio de una conducta aso-
ciada a las generaciones presentes y futu-
ras (¿una ciudadanía sostenible?).
Vale la pena, sin embargo, aclarar el
argumento de que debe considerarse la
pretendida subordinación de la lealtad
nacional a la lealtad ecológica, que como
en el caso de la Ética Ecológica subordi-
na las conductas y los principios de las
culturas locales y regionales, a los princi-
pios universales de las culturas con ma-
yor nivel de desarrollo. Dentro de una na-
ción se generan lealtades regionales y
locales que presentan sus propios esque-
mas y planteamientos; por mucho que se
pretenda inferir conductas ecuménicas,
siempre existen respuestas contestata-
rias que expresan realidades específicas.
Las territorios vecinales constituyen
espacios donde es posible activar los
componentes para una concepción dife-
rente de ciudadanía; distinta a la ciudada-
nía nacional (en su acepción política) que
sólo es normativa, burocrática y formal y
que no reconoce las diferencias ni las
especificidades; tampoco la capacidad de
concertación y coordinación para mejorar
la calidad de vida, fomentar una nueva
cultura política y promover la solidaridad
entre las personas.
5.3. Gobernabilidad: posibilidad
desde la base participativa
Las diferentes tendencias teóricas
apuntan a sostener que la gobernabilidad
corresponde a una situación caracterizada
por un estado de equilibrio construido en-
tre quienes detentan el poder y los demás
actores sociales, para facilitar la acción del
Estado. No obstante, debemos cerrar la
propuesta reconociendo que no es sufi-
ciente este equilibrio al margen de la
institucionalización de los acuerdos
consensuados, el respeto por la identidad
política y la participación de la población.
Un tratamiento de esta naturaleza permiti-
rá entender que en el fondo de la cuestión
no descansa un problema político sino uno
de naturaleza integral y de muchas aristas.
El desarrollo de las ciudades ha posi-
bilitado la aparición de tejidos sociales
envueltos en dinámicas inéditas, posibles
de describir y comprender en el marco de
un sistema de redes de relaciones basa-
das en una cultura de solidaridad y enten-
dimiento, que busca su sello de identidad
con ritos sociales que incorpora una mez-
cla de valores de los centros de proceden-
cia y aquellos que son recreados en los
espacios urbanos. Son lo que J. Borja y M.
Castells lo denominan identidades colec-
tivas integradoras; base importante para el
desarrollo de acciones educativas para afir-
mar la ciudadanía, el compromiso con el
desarrollo y con la seguridad de su asen-
tamiento, que al final constituyen las ba-
ses para implementar la gobernabilidad
Sin embargo, existen problemas en el
actual esquema político de las ciudades y
de los estados nacionales que no garan-
tizan el tránsito hacia espacios de demo-
cracia interactiva: corrupción, falta de trans-
parencia en la gestión pública, irrelevante
actuación de los partidos políticos, inope-
rancia de las instituciones del Estado, vio-
lencia política y las prioridades de desa-
rrollo personal de los ciudadanas y ciuda-
danos; otorgando al concepto, vicios de
forma y contenido.
En América Latina se ha sentado el pre-
cedente de que los procesos electorales
preparan las condiciones para un escena-
rio de gobernabilidad, puesto que allí se
expresa la voluntad soberana de la pobla-
ción. Creemos que este temperamento es
inadecuado en la pretensión de tener de-
mocracias duraderas y cualitativamente
diferentes, ya que hay que consolidar pri-
mero un nuevo valor en la ciudadanía, for-
talecer la institucionalidad política, dotar de
autonomía a las organizaciones que ad-
ministran justicia, presupuesto y control
estatal, así como favorecer la transparen-
cia en el ejercicio de las funciones. Esta
tarea sólo es posible lograr desde una
base participativa, en vista de las ventajas
que plantea para el futuro de las organiza-
ciones sociales de base.
155
 La base participativa debe entenderse
como el escenario que resulta de la
concertación entre el Estado, la empresa,
las organizaciones sociales y la pobla-
ción, en torno a objetivos nacionales, re-
gionales o locales, según la escala de
interés para la planificación; como resul-
tante –además- de la asimilación de una
nueva cultura política, en la que no se cal-
culen los riesgos estratégicos en función
de cómo cada actor por separado minimi-
za los impactos, sino en función del inte-
rés comunitario.
Si nos quedamos en el planteamiento
administrativo de la gobernabilidad limi-
taremos su cobertura al espacio concer-
tado y a la legalidad; ésta debe ser expli-
cada también en el marco de una nueva
cultura política, de una ciudadanía integral,
y dentro del esquema de la filosofía de la
democracia participativa, con liderazgos
horizontales y protagonismos comparti-
dos. Los escenarios vecinales y comuni-
tarios son terrenos apropiados para de-
sarrollar estrategias que aseguren un
cambio de rumbo, tarea en la cual cobra
importancia el rol de las organizaciones
de base y de las agrupaciones políticas.
5.4. Los Partidos Políticos: ¿ré-
moras o dinamizadores de la participa-
ción?
Las experiencias tempranas y recien-
tes de la acción política en las socieda-
des de América Latina y otras partes del
mundo demuestran que la participación
de los partidos políticos en el desarrollo
local no ha estado a la altura de su capa-
cidad y su responsabilidad histórica. Sien-
do los articuladores entre la sociedad civil
y el Estado, los intérpretes de las necesi-
dades de la población y de los movimien-
tos sociales, no han logrado resultados
relevantes en su propia organización ni
en el tejido social al cual sirven. Mucho
menos, si hablamos del equilibrio de las
fuerzas sociales, de las brechas sociales
existentes y como garantía en la defensa
de los intereses de la comunidad, el diag-
nóstico no es el mejor.
156
Sin embargo, cuando se ubican como
reservas morales de los intereses de la
población, pueden convertirse en referen-
tes obligados de los sistemas políticos,
económicos, sociales y culturales de la so-
ciedad. En la lógica contraria, pueden con-
vertirse en instrumento de persuasión al
servicio del Estado o como un medio para
preservar sus intereses. En ambos casos,
el peligro real es que en lugar de interpretar
los intereses del pueblo lo sustituyan pau-
latinamente; lo que trae consigo la pérdida
de credibilidad institucional y en sus mili-
tantes, la pérdida de la fe partidaria.
Son muchos los factores que han afec-
tado seriamente la credibilidad de los par-
tidos políticos: 1) las alianzas forzadas; 2)
la persecución sistemática de sus líde-
res y movimientos; 3) el surgimiento de
regímenes dictatoriales y liberales o
neoliberales; 4) la corrupción interna; 5)
la crisis económica y social de los pue-
blos, que desplaza las prioridades políti-
cas por las relacionadas con la
sobrevivencia; y 6) el permanente acomo-
damiento de la correlación de fuerzas
como resultado de los procesos políticos
electorales.
Los partidos, igual que el resto de las
organizaciones sociales, surgen como
resultado de las coyunturas históricas en
el desarrollo social; por lo tanto, existe una
relación estrecha entre estructura social y
acción social, tesis adscrita al Materialis-
mo Histórico, que recogen muchos auto-
res y que la suscribimos plenamente. No
obstante, es necesario hacer mención
que la pérdida de la centralidad de los
partidos políticos no ha surgido de un día
para otro, obedece a condiciones internas
y externas de la Estructura social y de la
institución política.
En el ámbito vecinal, a pesar de los
esfuerzos desarrollados por las agrupacio-
nes políticas, no se ha logrado desarticu-
lar ni el espacio ni la cultura; por lo que es
posible sostener, con el compromiso de
mayor evidencia empírica, que es más fuer-
te el sentimiento vecinal que el político.
Notas

1 Avance de investigación para la Tesis Doctoral en el marco del Doctorado

Interdepartamental “El Medio Ambiente Natural y Humano en las Ciencias Socia-
les”, de la Universidad de Salamanca (España) que el autor desarrolla desde el año
1999. Corresponde a un capítulo de la Tesis Titulada “Las Juntas Vecinales como
espacios de Descentralización Municipal: El caso de Trujillo – Perú, que será publi-
cada el próximo mes de diciembre del año en curso, con el auspicio del IHS (Institute
for Housing and Urban Development Studies) de Rotterdam – Holanda, en el contex-
to del Programa de Educación en Gestión Urbana para el Perú.

2 En la perspectiva Marxista, si bien las relaciones de correspondencia entre la Socie-

dad Civil y el Estado son asimétricas, como lo establece el autor citado, no se puede
decir lo mismo dentro del esquema de la Sociología Positiva y Post-Comtiana,
particularmente en el esquema funcionalista, en el que el Estado aparece como
factor de regulación y armonizador de las tensiones sociales; por lo tanto imprescin-
dible y universal. En cada una de las formaciones económico sociales, tanto la
participación del estamento gobernante como la de las instituciones y actores so-
ciales involucrados, corresponde específicamente al grado de desarrollo alcanzado
por las fuerzas productivas y las relaciones de producción determinantes; pero, al
mismo tiempo, estaban condicionadas por la “...historicidad de su “sociedad civil” y
de su “Estado propiamente dicho”. (Rubinstein, J:C., ob. cit. p. 7). Sin embargo,
habría que señalar que paralelamente a la consolidación del Estado, operan simul-
táneamente dos procesos dialécticos interesantes: por un lado, la articulación orgá-
nica desde la base social, con intereses contrapuestos y con una clara tendencia a
competir espacios de poder; y, por otro, el impulso a la convivencia para garantizar la
institucionalización del Estado, el orden y la convivencia, dentro de las reglas de
juego de quienes detentan el poder. El Esclavismo, el Feudalismo y el Capitalismo,
corresponden a esas formaciones en las que se pueden distinguir con claridad los
procesos. Para profundizar en el tema del recuento histórico de las relaciones entre
Estado y Sociedad Civil véase la obra de Rubinstein, J.C., citada , especialmente las
páginas del 8 al 82.

3 Aún cuando no es materia puntual de esta investigación adentrarnos en el estudio

del proceso de la independencia de América, el curso de los acontecimientos
muestra algunos escenarios interesantes que pueden servir de referencia para
ilustrar la afirmación anotada: existen factores internos, como los grandes movi-
mientos sociales encabezados por Tupac Amaru (Perú), Tupac Katary (Bolivia),
con trascendencia americana; la prédica revolucionaria de Francisco de Miranda,
Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, Bolivar, San Martín, entre otros; la lucha por el
poder entre las clases políticas y los sectores sociales en la totalidad de las
Juntas de Gobierno; el paulatino deterioro de la fuerza del poder de la monarquía
española, como consecuencia de la coyuntura económica, social y política desde
el siglo XVIII, respectivamente, contribuyeron a fortalecer a la sociedad civil ameri-
cana, a definir roles estratégicos de importantes actores involucrados en el proce-
so político y a establecer alianzas vitales entre los pueblos del continente. Luego
de la independencia, paradójicamente, ocurre el fenómeno inverso: la alianza
entre los sectores sociales resistentes al cambio y el nuevo sector gobernante,
facilita el debilitamiento de la institucionalidad y consolida el poder de nuevas
castas y caciques nacionales, irrumpiendo un Estado al servicio de los intereses
de Inglaterra, primero y luego de los Estados Unidos de Norte América, en una
vertiente clara y objetiva que no se ha detenido hasta el día de hoy.

157
 Ambos hechos definen nítidamente los escenarios de fortalecimiento de la socie-
dad civil y del Estado; adicionalmente, abona argumentos que confirman la histó-
rica aseveración que las respuestas de cada uno de los actores de la sociedad
está en relación directa con las condiciones históricas que las predeterminan.

4 Esta consideración se basa en el supuesto de que no existen diferencias ante la

ley y que los derechos y obligaciones son iguales para todas las personas. El
planteamiento es absolutamente comprensible, en la medida que una ciudadanía
regional o local crea complicaciones de forma y contenido en la asignación de
derechos y responsabilidades.

5 Es fundamental, más que las razones formales, el hecho de que la pertenencia a

un grupo humano delimita y fortalece la identidad y permite el nucleamiento en
torno a objetivos trascendentales que pueden ser potenciados en el desarrollo.

6 Importantes contribuciones respecto a ciudadanía en América Latina han pro-

puesto, además: Annino (1999); Chiramonte (1999); Foreman (1999); Murilo de
Carvalho (1999); Graham (1999); Carmagnani y Hernández (1999) y Caetano
(1999).

7 Un tema importante que se deriva de esta discusión es el que asigna a la Ética la

característica de formulación de principios y normas universales, como exclusiva
condición para entender su naturaleza y su valor trascendente e inmanente. Por
las dificultades manifiestas que plantea un análisis a este nivel, nos limitaremos
al enjuiciamiento de los alcances de la propuesta únicamente en el plano de la
Ética Ecológica, como complemento al tema que estamos abordando.

En efecto, si por universalización se entiende a la generación de actitudes y con-

ductas para comprender, actuar y valorar integralmente los componentes, ele-
mentos, procesos, relaciones e interactuaciones en los ecosistemas naturales y
humanos; entonces no hay ninguna duda de que esta aspiración es legítima y
coherente. Si la aspiración se sitúa en la vigencia de conductas que alientan la
justicia, la libertad, la autonomía, la convivencia recíproca y la solidaridad, las
probabilidades de universalización de los principios de la Ética Ecológica son
absolutamente altas, concretas y reales, al margen de las diferencias específicas
en el tiempo y en el espacio, para todas las culturas. ¿No es –acaso- un valor
universal, que hay que fortalecer, la práctica del respeto y el cuidado de la natura-
leza así como el uso racional de los recursos naturales?; o, ¿es una aspiración
universal la redistribución de la riqueza, la equidad social o la defensa de los
derechos humanos, dentro de los que está la vida, el mejoramiento de su calidad,
la libertad y la autonomía?. Nadie puede, sin riesgo de ser tildado de incoherente,
sostener un punto de vista contrario, en razón de constituir aspiraciones legítimas
para toda la humanidad.

De consiguiente, si por universalización se entiende la propuesta de valores que

alientan la colonización mental, la desestructuración de las identidades e institu-
ciones locales y regionales, sin considerar que es posible la convivencia de la
especificidad o diversidad con la globalidad, entonces es lícito cuestionar desde
sus raíces la validez de los principios y contenidos de una .Ética Ecológica con
estas características. Con ello, estimo que resulta coherente el planteamiento
según el cual los valores e ideales no son sino reflejo de determinado nivel de

158
desarrollo de las condiciones materiales de existencia (Marx, 1973) y, por lo tanto,
un reflejo de su situación económica y social, en donde la cultura –además- define
rasgos distintivos que diferencian una sociedad de otra, razón suficiente para
dudar de la eficacia de valores universales cosmopolitas, máxime si ellos derivan
de sociedades en las que la ciencia y la técnica se sustentan en posiciones
abiertamente ideológicas.

Finalmente, si por universalización se entiende al fortalecimiento de actitudes y

valores desde la lógica del sujeto dominante, moderno, occidental, racional, cre-
yente en el progreso y el desarrollo, los riesgos de fortalecimiento de la Ética
Ecológica, con las pretensiones enunciadas, son aún mayores. En efecto, un
planteamiento a este nivel impide la valoración de aquellas culturas y sociedades
que no han logrado -aún- niveles de desarrollo que las sitúen en el contexto del
paradigma propuesto. Es más, si la conclusión a la que arriban los científicos
sociales en la actualidad incide en que no se puede hablar de la cultura en térmi-
nos generales sino de culturas para cada contexto en particular, por las diferen-
cias específicas existentes en los ecosistemas sociales y por las particularidades
históricas en su génesis y desarrollo, la propuesta del nuevo Antrophos, social-
mente definido por la modernidad, como expresión paradigmática de una nueva
Ética Ecológica, entonces el punto de partida debería ser mucho más integrador y
coherente con las realidades que se multiplican en nuestro planeta; es decir,
fundamentar un nuevo Ethos de acuerdo a los nuevos cambios y nuevas amena-
zas que surgen de una sociedad compleja y heterogénea.

La responsabilidad moral del hombre frente a la naturaleza no puede ser aborda-

da con planteamientos que nieguen la posibilidad de encontrar un punto de inte-
gración entre las distintas formas de actuar y de pensar filosófico- científicos, por
un lado y, por otro, negando de plano la posibilidad de una nueva Etica, menos
neutra con respecto al medio ambiente natural y humano, menos comprometida
con el orden natural y social y menos ortodoxa con respecto a los sistemas econó-
micos, así como con menos carga de fatalismo y frustración.

Las perspectivas biocéntricas, antropocéntricas, ecocéntricas, etc., tal y como es-

tán fundamentadas, no favorecen la ruptura del esquema, cada cual por su lado
trata de generar conceptos y paradigmas que tienen validez relacionada única-
mente para la estructura teórica que les identifica; negando valor e importancia a
esfuerzos paralelos y otorgándole a la línea de pensamiento, un reglaje con el que
se le atribuye “poder”. Fortalecer el principio de que sólo es inequívoco el orden
natural es tan falaz como el que atribuye que las normas de una ética racional
“...tengan que recluirse, a su vez, en los límites de los seres humanos dialogantes.”
(Sosa, 1990).

Si nos atenemos a los antecedentes históricos de las culturas, observaremos,

que con respeto al medio, ha ondeado con nítido contenido el paradigma de con-
vivencia de las actividades humanas y el cuidado de la naturaleza, salvo después
de la revolución industrial y la instauración del capitalismo. Las respuestas huma-
nas se caracterizaron siempre dependiendo del medio donde se desarrollasen, y
a menudo con el talante de interactuación escrupulosa respecto a los recursos, de
sus semejantes y de sus formas de organización. Las culturas animistas y en las
que florecieron las letras y la filosofía, organizaron su sistema de valores y su
cosmovisión apoyados por una fuerte influencia del ecosistema natural y propicia-

159
 ron la estabilidad en los esquemas laborales, económicos, religiosos y políticos,
a parir de sincretismos concretados desde la naturaleza y desde la sociedad
humana; no llame la atención entonces que la moral implementada corresponda
a modelos en los que las reglas del juego institucional fortalecían principios orde-
nadores derivados de la dialéctica entre política y religiosidad, por un lado y
cosmovisión y economía por otro.

La tradición perdida de respeto a la naturaleza y de todo lo que de ella se deriva, sin

embargo, vuelve a cobrar fuerza, en una era en la que aún no están perdidas las
posibilidades de redefinir el papel de la sociedad humana con relación al futuro de
la naturaleza, incluyendo sus recursos y el hombre como motor del desarrollo. La
relación de reconciliación entre el medio natural y el humano, empleando los
términos de Gutkin, abre frentes y posibilidades para intentar construir un marco
de ética ambiental en el que no se esconda como base y fundamento -en la
expresión de I. Fetscher- un deseo inconsciente de la inocencia paradisíaca, de
unidad con la naturaleza.”, sino una posibilidad real para concretar desde la
interdisciplinariedad, una respuesta doblemente importante: En primer lugar, inte-
grar la universalidad de los comportamientos y actitudes de respeto, protección y
explotación de los recursos en una ética que reconozca nuestra condición de
miembros numerarios de la naturaleza, igual que los demás; y, segundo, que
reconozca que pertenecemos a sistemas culturales diversos y que pueden ser, o
son, relevantes las respuestas -también- desde la especificidad. En efecto, “Si
una sociedad postindutsrial no sirve para recuperar ciertas virtudes de las socieda-
des preindustriales, no sirve para nada.” (Paniker, 1982).

La propuesta de una Ética Ecológica desde la universalidad de los principios y de

las normas, tiene, sin embargo, aparte de los planteamientos analizados en pá-
rrafos anteriores, la virtud de demostrar que la vieja dicotomía entre naturaleza y
cultura es en esencia artificiosa y que es posible la vigencia para la sociedad de
pautas relevantes que encamine el comportamiento de los seres humanos de
cara a la generación de una nueva cultura para el desarrollo. Compromisos en
una dirección contraria –como dice E. Luque (1996), refiriéndose a esta dicotomía,
“...induce a pensar en un diálogo imposible entre lo prácticamente inerte y lo fun-
damentalmente mudable”. En efecto, una postura predeterminada como esta, en
la que se muestra a la naturaleza como inerte y a la cultura como elemento dinámi-
co, no facilita en nada la tarea de construir no sólo un pensamiento aglutinador,
sino que impide la práctica de respuestas correlacionadas con un cambio de
mentalidad.

De muchas formas, la separación artificiosa de la naturaleza y de la cultura

concede al hombre un protagonismo sobredimensionado, alentado por las le-
yes civiles y fortalecido por los esquemas religiosos, y le otorga licencia para
destruir y depredar, en nombre de la superioridad institucionalmente legalizada.
De mayor riesgo resulta, por lo tanto, la calificación y separación artificiosa de las
culturas, con criterios abstractos y cuestionables, puesto que –luego- hay que
reconocer que los valores éticos para toda la sociedad sólo pueden provenir de
aquellas que han desarrollado más que otras y que, sin más, son racionalmente
mejores y adaptables a los demás contextos. ¿Una ética planteada en estos
términos, que tan útil puede ser para desarrollar un nuevo concepto de ciudada-
nía?. ¿Es posible una reorientación desde un supuesto interactivo?. Los traba-
jos que estamos analizando constituyen indicios razonables de que es estamos
en la dirección adecuada.

160
8 En la perspectiva de preparar las condiciones para un escenario en el que la toma
de decisiones sea compartida entre las autoridades y la población, en el marco de
un proceso participativo, Sosa y Guerra (1995) sostienen que el logro de la
gobernabilidad es un objetivo consustancial a cualquier gobernante, aún cuando
no el único.

9 En la línea del pensamiento de gobernabilidad, constituyen excelentes aproxima-

ciones los trabajos agrupados en el libro de Sapoznikow et. al (ed.) (2000): Convi-
vencia y seguridad: Un reto a la gobernabilidad, Banco Interamericano de Desa-
rrollo, Universidad de Alcalá, primera edición, Alcalá de Henares, presentados
sobre la violencia en América Latina y su influencia en la gobernabilidad y la con-
vivencia ciudadana, preparados por Carrillo Flores, F. ; Guerrero, R.; Buvinic, M;
Santa María, R.; Rubio, M.; San Juan, A.M.; Fournier, M:V.; Andersen,M.E.; Real de
Azua, S.; Sepulvea, J.G.; Ramos,C.G.; Aguirre de Calderón E.S.; Hernández, R.; y
Esparza, N.

10 En la fase experimental de la investigación daremos cuenta de algunos aportes

significativos producidos a raíz de los trabajos de coordinación y cooperación
entre las tres instancias centrales en el logro de la gobernabilidad (Estado. Em-
presa, Población), tanto en las Juntas Vecinales de Trujillo como en otras expe-
riencias del Perú.

11 Cuyas características son diferentes a los pactos de gobernabilidad. En el Perú se

han hecho tres intentos importantes, uno en el año 1999, sobre la base de una
plataforma política, social y legal, como respuesta a la crisis provocada por la
política del gobierno de A. Fujimori Fujimori, recibiendo el espaldarazo de la mayo-
ría de los partidos políticos y organizaciones sociales de base, pero boicoteado
por las agrupaciones ligadas al gobierno. Los otros dos han sido propuestos en
los últimos tramos del gobierno de transición de Valentín Paniagua C. (2001), y en
el primer bienio del Gobierno de Alejandro Toledo (2002-2003), particularmente
para facilitar las tareas de gobierno y para definir las líneas estratégicas de actua-
ción en los próximos años. En ambos casos la dificultad manifiesta siempre fue el
protagonismo de los grupos involucrados y el aprovechamiento de la coyuntura
para potenciar desde allí a sus agrupaciones políticas, cuando no para boicotear-
lo. En Colombia y España se han dado cuenta de hechos que apuntan en esa
misma dirección para contrarrestar los efectos de la violencia política.

12 Arias y Valencia (1998), sostienen que la democracia participativa es pasible de

serias críticas, pero la más contundente de todas es que la promoción de los
acuerdos son lentos y de difícil articulación. Si la lentitud se refiere a la manera
como se generan los consensos; es decir, consultando a las diferentes instancias
poblacionales respecto a cualquier asunto que compete al desarrollo de la comu-
nidad, vale la pena correr ese riesgo; puesto que las democracias formales en la
pretensión de interpretar los intereses sociales han convertido a la planificación
del desarrollo en un ejercicio lógico más que un instrumento para resolver proble-
mas y construir una nueva sociedad, puesto que los proyectos y acciones
priorizadas no responden más que a la lógica del planificador. Si la difícil articula-
ción se refiere a las dificultades derivadas de la organización burocrática de la
administración o a la dispersión de instancias para el fomento de la “complicidad”
para la acción, estamos frente a una crítica que recae formalmente en las demo-
cracias representativas. Entendemos que existen dificultades, sin embargo los

161
 aspectos relevantes se sitúan en otra dimensión: en el objetivo, en la naturaleza
del planteamiento y en las ventajas cualitativas para grandes sectores de la pobla-
ción y de sus organizaciones.

13 En el marco de la crítica a la partidocracia, son importantes los trabajos de Anderson,

F.; Colón, J.; Araujo, J.; Gómez, J.M.; González, J.M.; Maestre, A.; Mardones, J.M.;
Mas, T.; Muguerza y Quesada, F.

14 Tarrow, Z. (1997: 72-80), señala que “En el siglo XVIII los movimientos en torno al pan,
las creencias religiosas, la tierra, la muerte. Igual referencia se podría hacer para los
movimientos de América Latina de las décadas del 60 al 80, en torno a la tierra y al
poder político, derivados de una coyuntura dependiente, de crisis del sistema demo-
crático, de pobreza extrema y de penetración masiva de capitales extranjeros.

15 Matas, J. (Ed.) et.al (2000: 12-16), sostiene que se pueden precisar con claridad
dos tipos de relaciones: relaciones interpartidistas (horizontales) e intrapartidistas
(verticales), que tendrían el equivalente en las que estamos interpretando.

16 El estudio de las coaliciones ha merecido la atención de muchos investigadores,

destacando entre ellos: J. von Neumannn y O. Morgenstern (1944) Theory of Games
and Economic Behavior, Princeton, Princeton University Press. Riker,W.H.(1962):The
Theory Political Coalition, New Haven, ale University Press. Duverguer, M (1959),
Kelley, E.W.(1968), De Swuan A. Mokken, R.J.(1980). También , Robles Ega,
Montabes P. ; Matas, D.

17 En las democracias occidentales, esta situación contribuyó a traficar con la bandera de

la “descomposición de los partidos” para favorecer la aparición en la escena pública de
personajes difusos, desacreditando la acción política, en todos los frentes. Hemos
tenido y lo seguimos teniendo a nivel mundial presidentes de la nación, alcaldes, gober-
nadores, diputados senadores, magistrados, etc. con estas características.

18 El trabajo de Woshinski (1995), es interesante por el análisis minucioso respecto

al impacto de la cultura en la política y por la visión especial que plantea sobre los
distintos tipos de cultura y sus proyecciones.

19Energía que canalizada en la dirección adecuada podría servir de factor de referen-

cia para la organización de instituciones firmes, sólidas y con prerrogativas ante el
poder central. Al contrario, un análisis estrictamente político sin considerar los
aspectos culturales del problema, puede dar lugar a la consolidación de conduc-
tas intolerantes, a respuestas militaristas y a movimientos mesiánicos.

20 Murillo G. (2001), expresión entresacada del debate que se produjo en el curso

sobre Participación y Cultura Política en América latina, Instituto de Estudios de
Iberoamérica y el Portugal, Universidad de Salamanca, 15-05-2001.

21 Ronda Urbana, es una organización implementada en los barrios de algunas

ciudades del eje costero del Perú, como instrumento de autodefensa y control de
la población, para actuar contra robos, delincuencia, drogadicción, etc. Correspon-
de a una réplica de las famosas Rondas Campesinas del eje serrano, reconoci-
das por el Estado y con un papel importante en la pacificación de este país.

162
 BIBLIOGRAFÍA

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 PARTICIPACIÓN VECINAL Y GOBIERNO
LOCAL EN EL DISTRITO
EL PORVENIR – TRUJILLO
1. INTRODUCCIÓN
El planeamiento estratégico del desa-
rrollo comunal necesita establecer nue-
vos modos de relación entre vecinos y au-
toridades municipales, a fin de incremen-
tar la actitud comprometida respecto de
los destinos de cada barrio que, en suma,
conforman la ciudad.
Pero no basta con iniciar procesos de
descentralización. El nuevo rol del gobier-
no local lo convierte en responsable de
gestar cambios hacia una mayor concien-
cia cívica, con participación de todos los
actores sociales. Cada vecino es, enton-
ces, creador de nuevos estilos de vida co-
tidiana al priorizar las necesidades que le
tocan y al buscar caminos alternativos para
hacer posible sus futuras, pero no por ello
menos reales, soluciones.
En tal sentido la interrelación entre par-
ticipación vecinal y el gobierno local se
complementaran verazmente al proceso
de desconcentración, implementado por
la gestión municipal, fortaleciendo los prin-
cipios democráticos por un crecimiento ur-
bano y social más equitativo.
La Municipalidad debe planificar la ciu-
dad junto a las instituciones representati-
vas mediante un planeamiento estratégi-
co, metropolitano (PLANDEMETRU), pero
planifica además localmente en cada ba-
CARLOS MOZO BLAS
rrio y con cada vecino a través de talleres
de micro planificación.
Esta modalidad de trabajo incluye una
nueva dimensión en la administración pú-
blica municipal, puesto que modifica
sustancialmente las metodologías tradi-
cionales utilizadas anteriormente. Permi-
te la planificación estratégica de políticas
y acciones de desarrollo apropiados para
cada unidad local, un barrio o un conjunto
de barrios con característica homogéneas.
Incorpora al ciudadano en las líneas de
acción a seguir, facilitando el control de la
administración por parte de los vecinos y
el control interno al manejar información,
cuyos indicadores le sirven a las diferen-
tes regidurías.
El Distrito de El Provenir, es hoy hogar
social de sus vecinos y la tarea ardua será
recordar, desde el barrio, sus orígenes y
destinos. No sólo lo que tienen, sino tam-
bién lo que pueden conseguir si unen pos-
turas en bien de lo que es de todos.
HIPÓTESIS DE TRABAJO
“Los pobladores del Distrito El Porve-
nir participan en organizaciones popula-
res y vecinales que en coordinación con
el Gobierno Local le permiten conseguir
servicios básicos, asistencia alimentaria,
de salud, educación, vivienda e infraes-
tructura urbana que contribuyen a su de-
sarrollo local”.
METODOLOGÍA DEL TRABAJO
El trabajo de campo de estudio se ha
realizado en el año 2001. Entre enero y mayo,
recorriendo los sectores: Central, La Mer-
ced, Mampuesto, Río Seco, Alto Trujillo, La
Unión, Miguel Grau, Víctor Raúl, Gran Chimú,
Kumamoto y El Presidio. Para la realiza-
ción de este estudio, que en esta oportuni-
dad estamos alcanzando un avance del
análisis y discusión de los resultados. Con-
tamos con la numerosa colaboración de
personas vinculadas al quehacer munici-
pal, a quienes agradecemos el haber com-
partido una experiencia con nosotros.
Para ello, en múltiples viajes a la zona
revisamos y fichamos las actas del Con-
cejo Municipal de la actual gestión que
preside el Prof. Víctor Moya Obeso, reali-
zamos entrevistas a autoridades munici-
pales y representantes de las organiza-
ciones populares y vecinales de la locali-
dad y, finalmente, organizamos una re-
unión ampliada con los dirigentes de las
diferentes organizaciones sociales para
discutir la problemática y potencialidad que
presentan los pobladores para impulsar
el desarrollo local de su Distrito. Además,
estuvo decidido debatir los avances del
estudio y, problemática municipal en ge-
neral. En el tomaron participación autori-
dades ediles, representantes de organi-
zaciones sociales, funcionarios municipa-
les y representantes de instituciones del
gobierno central.
Estas reuniones permitieron generar
un rico debate entre los propios actores
participantes. Ha sido muy útil para noso-
tros poder contrastar nuestras apreciacio-
nes iniciales y tener la posibilidad de pro-
fundizar en la discusión de la participa-
ción vecinal y su influencia en el proceso
de democratización y desarrollo local del
populoso distrito El Porvenir.
2. MARCO CONCEPTUAL
La importancia de la administración
municipal como gestora y promotora del
170
desarrollo local va aumentando en la me-
dida en que arrancan afectivamente los
distintos esfuerzos de descentralización
político – administrativa.
Una institucionalización local fuerte
ofrece las mejores condiciones para po-
der fomentar y supervisar el aprovecha-
miento óptimo de los recursos existentes
y enfrentar la lucha contra la pobreza, inte-
grando a los sectores marginados en el
proceso de su desarrollo.
Siendo el Gobierno Local el más cer-
cano a la ciudadanía, la administración
municipal reúne las condiciones más fa-
vorables para llevar a cabo una gestión
participativa dirigida a incorporar a la co-
munidad, tanto en la definición, como en
la implementación de los proyectos y ac-
ciones del desarrollo local.
Articulándose con todas las organiza-
ciones de base y de acción comunal y, faci-
litando su interacción, el gobierno munici-
pal puede dar impulsos decisivos para lo-
grar la movilización de todos los recursos
disponibles, locales y externos, públicos y
privados, en beneficio del desarrollo de la
localidad. Para ello es fundamental apli-
car los tres elementos siguientes:
a) La participación vecinal. Mediante
la utilización de las metodologías partici-
pativas es posible integrar a los vecinos
tanto en el relevamiento de la información
como en la priorización de las necesida-
des, como así mismo en la búsqueda y
definición de las soluciones.
La plena incorporación de la comuni-
dad a lo largo de todo el proceso de toma
de decisiones, es la manera más eficaz para
lograr que la Municipalidad conozca cabal-
mente la realidad que viven los ciudadanos
en los distintos sectores de la comuna y
esté en condiciones no sólo de tomar en
cuenta inquietudes y propuestas de los ve-
cinos, sino de aprovechar también sus re-
cursos tanto humanos (capacidades profe-
sionales y técnicas de organización, etc.),
como materiales, a fin de mejorar las con-
diciones de vida de la comuna.
La participación vecinal en los térmi-
nos planteados, no interfiere en la función
y estructura representativa del gobierno
municipal sino que la complementa.
b) La planificación estratégica. Es
el instrumento que permite sistematizar
la acción municipal dándole coherencia y
proyección hacia el futuro. Se trata de una
metodología que facilita identificar, en el
interior de la organización municipal, los
recursos disponibles, sus fortalezas y
debilidades y en su contexto (la sociedad
civil) las oportunidades y dificultades que
se presentan.
A efectos de definir estrategias de ac-
ción viable y eficaz, se debe incorporar a
la comunidad en el proceso de planifica-
ción combinando la aplicación de ambos
instrumentos mencionados.
c) Trabajo a escala local. Para que
sea factible que Municipal planifique sus
acciones en forma participativa, es nece-
sario introducir la escala local en su me-
todología de trabajo. Sólo a partir de uni-
dades territoriales de planificación que
sean suficientemente pequeñas y homo-
géneas, de acuerdo a distintas variables:
demográficas, socio-económicas, super-
ficie, vías de acceso y comunicación, etc.
Es posible generar una efectiva participa-
ción de la comunidad en la definición de
los proyectos y acciones de desarrollo y
adecuar estas mismas a las distintas
particularidades de cada localidad (zona,
barrio, etc.).
Obviamente, la política de participación
vecinal y ciudadana en la gestión munici-
pal, que es el centro de esta reflexión, su-
pone la existencia de una mítica voluntad,
tanto de las autoridades como de los pro-
pios vecinos, para pasar del dicho a he-
cho. En términos más específicos impli-
ca, por ejemplo, la puesta en práctica de
las ordenanzas de promoción y registro
de las organizaciones sociales, así como
el diseño e implementación de líneas de
trabajo participativas en diversas áreas,
como el caso de la información, control,
planificación, etc.
Cabe puntualizar finalmente, a fin de
caer en unilateralidades, que la participa-
ción vecinal debe ser concebida como una
cuestión que atraviesa el conjunto de la
gestión edil y no como un tema que com-
pete exclusivamente a una determinada
dependencia administrativa, si bien en
términos de las funciones específicas ello
le corresponde a las oficinas de participa-
ción vecinal de cada Municipalidad.
3. LA PARTICIPACIÓN
VECINAL Y EL GOBIERNO
LOCAL EN EL DISTRITO EL
PORVENIR
1.1 Ubicación de la zona de estudio
El distrito El Porvenir se ubica en la
Provincia de Trujillo, Departamento de La
Libertad, al este de la ciudad de Trujillo y a
la altura del Km. 3 de la carretera de pene-
tración al interior de La Libertad; a una al-
titud de 76 m.s.n.m. a 8º 58’ (longitud oes-
te) del meridiano de Greenwich).
Los límites de El Porvenir son los si-
guientes:
Por el Este: Distrito de Laredo
Por el Oeste: Distrito de Florencia de Mora
Por el Norte: La Quebrada del León
Por el Sur: Acequia “La Mochica”
1.2 Características socio-económi-
cas y culturales de la zona
El proceso de urbanización experimen-
tado en el país en general y particularmen-
te en la ciudad de Trujillo, tuvo como efec-
to inmediato la aparición de los sectores
urbano - marginales, dando lugar a la con-
171
formación de los distritos El Porvenir, La
Esperanza, Florencia de Mora entre los
principales.
Los migrantes procedentes de la sie-
rra de La Libertad se asentaron en su
mayoría en El Porvenir, por ser puerta de
acceso de la carretera de penetración del
interior del departamento.
Estos pobladores una vez instalados
en un nuevo habitat urbano, tuvieron que
recurrir a una gama de actividades eco-
nómicas para luchar por su sobrevivencia,
puesto que su acceso al sector laboral
moderno era imposible por ser una mano
de obra “no calificada”. Entre las principa-
les actividades que se desarrollan actual-
mente tenemos el comercio, la micro y
pequeña industria de calzado, la construc-
ción civil, la carpintería, el transporte, em-
pleadas del hogar y la prestación de ser-
vicios de profesionales. Sin embargo, la
actividad más representativa y que le otor-
ga una identidad peculiar es la fabrica-
ción de calzado hasta el estreno de ser
considerado como la “capital del calzado”.
1.3 Participación vecinal y gobierno local
La acentuación de la crisis económica
durante la última década motivó que los
sectores populares buscaran salidas co-
lectivas a los problemas de sobrevivencia
familiar. Los comedores populares, creci-
dos en esta década empezaron a exten-
derse notoriamente teniendo como obje-
tivo central, luchar con el problema
alimentario de las familias empobrecidas
del distrito.
Los grupos que trabajan en salud des-
de las organizaciones vecinales también
sintieron una mayor urgencia en el desa-
rrollo de su labor. Por otro lado, se crean
y se proliferan los Comités del Vaso de
Leche; los Clubes de Madres, la promo-
ción Municipal ha tomado en cuenta es-
tos programas asistencialistas respetan-
do la dinámica interna de la población, que
se ha organizado de manera autónoma.
172
Este amplio proceso organizativo en
el campo de la sobrevivencia familiar es
asumido fundamentalmente por las mu-
jeres, tradicionalmente postergadas den-
tro de las organizaciones. El compromi-
so de crear un espacio de organización
propio les ha permitido salir del aisla-
miento anterior – existente incluso al inte-
rior de su propio barrio – y comenzar a
elabora una percepción más amplia de
sus problemas en el encuentro con otras
mujeres, organizaciones sociales y go-
biernos locales.
La Ley de Municipalidades Nº 23853
en su artículo 79º contempla varios meca-
nismos para posibilitar su participación
de la población en su gobierno local. Por
un lado se establece que los vecinos tie-
nen el derecho de petición, el de iniciativa
para contribuir con el desarrollo de su
comunidad.
El municipio tiene la obligación de in-
formar a la población sobre los asuntos
municipales, sea a través de las sesio-
nes del concejo – que según la ley deben
ser públicos – o de realización de cabil-
dos abiertos – en el caso de lo munici-
pios menores de 3,000 hab.
La posibilidad de establecer una rela-
ción más permanente con los vecinos
depende del municipio, para lo cual está
estipulada la conformación de Juntas ve-
cinales.
Estos mecanismos establecidos en la
Ley de Municipalidades son insuficientes
por varias razones: depender de la volun-
tad del alcalde, no tomar en cuenta la exis-
tencia de organizaciones sociales sino que
se refiere a los vecinos y sobre todo, no se
pueden considerar como instancias inter-
medias para que la participación culmine
en la democratización de las decisiones
sobre el desarrollo local. Con esto se pro-
mueve una democracia representativa más
no una democracia participativa que es el
principal mecanismo para impulsar el pro-
ceso de democratización local y nacional.
 A pesar de estas limitaciones, en el
distrito El Porvenir la participación vecinal
se fundamenta en la organización de po-
bladores que generan y promuevan movi-
mientos populares en los diversos secto-
res del distrito. Estos se iniciaron desde
la organización orientada a la invasión de
un determinado espacio para construir
sus viviendas, evidenciando un esfuerzo
colectivo de acuerdo a sus intereses.
Encontramos que el desarrollo de las
organizaciones de participación vecinal
no es un proceso estático sino se consti-
tuye en un proceso dinámico, teniendo
en cuenta cada una de las etapas objeti-
vas que den sentido a la organización
vecinal y popular para luchar por el desa-
rrollo comunal.
En el cuadro Nº 1encontramos que en
los últimos años la mujer lidera la partici-
pación en las organizaciones populares
en un orden del 88.26% y tan sólo el
11.74% son varones que dirigen principal-
mente las organizaciones vecinales que
están orientadas a la realización de obras
de infraestructura urbana.
Dentro de la planificación y adminis-
tración urbana, la responsabilidad recae
en la Municipalidad del distrito El Porvenir
quién trabaja en coordinación con las or-
ganizaciones de participación vecinal. La
Municipalidad atiende parcialmente las
quejas y necesidades de todos los secto-
res bajo su jurisdicción.
Los Clubes de Madres, los Comedo-
res Populares y los Comités de Vaso de
Leche, son organizaciones femeninas que
tratan de solucionar de manera colectiva
el problema alimentario principalmente;
así como también en coordinación con la
Municipalidad brindar servicios como edu-
cación inicial, campañas de alfabetización
para mejorar el nivel educativo de los po-
bladores y, ejecutan talleres artesanales
como mecanismos de incrementar el pre-
supuesto familiar.
El Comité de Progreso y desarrollo
como instrumento para el desarrollo lo-
cal, se forma con el objetivo general de
buscar los mecanismos por los cuales
se viabilice el progreso, orientados sobre
todo en dos aspectos: de equipamiento y
servicios; para mejorar la calidad de vida
de los pobladores involucrados en el pro-
ceso. De esta manera, los objetivos del
Comité desde su formación fueron nece-
sarios para un esfuerzo mancomunado e
inter institucional que garantice el desa-
rrollo local del distrito El Porvenir.
4. CONCLUSIONES
Los pobladores del distrito El Porvenir
asumen una participación activa; cons-
ciente y decidida en las organizaciones
populares y vecinales para gestionar re-
cursos ante el gobierno municipal, regio-
nal y entidades privadas para mejorar la
situación alimentaria, gestionar e imple-
mentar proyectos artesanales y brindar
servicios educativos que facilite su desa-
rrollo local.
Las organizaciones vecinales realizan
actividades como tamaladas, parrilladas,
anticuchadas, picaronadas, polladas depor-
tivas y bailables para convocar la participa-
ción vecinal que le permitan recaudar fon-
dos y garantizan la mano de obra que les
permita ejecutar obras de infraestructura
urbana: nivelación y pavimentación de ca-
lles, construcción de veredas, construcción
de parques, lozas deportivas y jardines.
5. RECOMENDACIONES
- El Concejo Municipal debería reali-
zar cabildos abiertos para informar a
la población sobre su gestión y el
manejo de los recursos municipales.
- El gobierno local debe profundizar el
proceso de democratización partici-
pativa con el propósito de lograr la par-
ticipación efectiva de los pobladores
en el impulso del desarrollo local.
173
 CUADRO Nº 1

Distribución por sexo de los dirigientes de las organizaciones populares y vecina-

les en el distrito de El Porvenir 2001.

HOMBRES MUJERES TOTAL %

PARTICIPACIÓN VECINAL
%

1) Organizaciones populares 244 86.83 244 86.83

- Club de madres - 110 39.15 110 39.15
- Comedores populares - 98 34.87 98 34.87
- Comité de Vaso de Leche - 36 12.81 36 12.81

33 11.74 4 1.47 37 13.17

2) Organizaciones vecinales
- Comité de desarrollo y progreso. 26 9.25 3 1.07 29 10.32
- Junta vecinal. 7 2.49 1 0.36 8 2.85
TOTAL 33 11.74 248 88.26 281 100

Fuente: Registro de entrevistas. Trabajo de campo realizado Enero - junio

2001 - El Porvenir.

BIBLIOGRAFÍA

GIMENEZ, A.
1995 La Democratización y Desarrollo Urbano. Edit. Limus S.A. Lima-Perú
MORALES, Eduardo
1998 Municipio, Desarrollo Local y Sectores Populares. Edit. Flasco. Chile.

PEDRO W, Charles
1996 Democracia Directa y Democracia participativa: Un estilo de desarro-
llo local. Edit. Alfa - México.

LEYES:
Ley orgánica de Municipalidades Nº 23853 - 97

174
 REFLEXIONES SOBRE LA UNIVERSIDAD
NACIONAL DE TRUJILLO Y LA
GLOBALIZACIÓN

CARLOS BORREGO PERALTA

«Por cierto, no tenemos que adaptarnos

pasivamente a una sociedad y a una cultura
de masas detrás de las cuales se ocultan
fuerzas muy reales de dominación que deben
señalarse y combatirse; pero la elección que
hay que hacer no es entre la defensa del
orden pasado y la aceptación del desorden
presente; debemos concebir y construir nue-
vas formas de vida colectiva y personal»

Alain Touraine

RESUMEN
El presente es un ensayo que busca
interpretar y ubicar a la Universidad Na-
cional de Trujillo en el contexto de la ac-
tual globalización, recogiendo sus ante-
cedentes históricos y características ac-
tuales que pueden configurar las fuerzas
endógenas que posibiliten su cambio,
despojándose de los vicios heredados
por el colonialismo español y la deses-
tructuración de los aspectos de la moder-
nización que ha venido incorporando, para
que se convierta en un agente, institución
o actor social que impulse el desarrollo
científico, que replantee una auténtica de-
mocracia y geste la identidad nacional;
basados en nuestros valores y otros ele-
mentos culturales propios y la integración
con las demás naciones en un ambiente
de respeto y cooperación recíproca.
INTRODUCCIÓN
La globalización es un fenómeno que
viene comprendiendo y comprometiendo
todos los ámbitos de la vida de la socie-
dad, no obstante el término ha sido acu-
ñado por los científicos de las ciencias
naturales, se le ha aplicado con mayor
fuerza al fenómeno económico, las comu-
nicaciones, la ciencia y la tecnología. Pero
estos aspectos han entrado en franca
contradicción con la cultura y la identidad
de las sociedades y las naciones, produ-
ciéndose un desequilibrio en los concep-
tos, valores y creaciones de la moderni-
dad, entre ellas las instituciones como la
Universidad.
La Universidad Nacional de Trujillo
(UNT) no es una excepción, por lo que tam-
bién se encuentra en profunda crisis y pro-
cesos de desestructuración que se mani-
fiesta en su actividad académica y científi-
ca, así como en el gobierno, la actividad
administrativa y reflejada especialmente
en los currículos desfasados de la activi-
dad social, económica y política del país,
la poca vinculación con la comunidad y la
actividad productiva.
Comprende tres partes bien definidas:
la primera que está relacionada al aspecto
de los antecedentes históricos, en las que
surge y se desenvuelve la UNT. La segun-
da, refiere su situación actual y la influen-
cia y repercusiones que recibe por el fe-
nómeno de la globalización, la cual se
constituye en un nuevo desfase que sufre
sin haber superado del todo, los vicios de
la colonización española. La tercera, es-
boza algunos planteamientos que pueden
llevarla a encarar con éxito la influencia
nefasta de la globalización basada en sus
potencialidades y fuerzas endógenas, que
la llevarían a convertirse en el Alma Mater
del desarrollo regional y nacional.
El presente ensayo pretende abrir un
diálogo, antes que un debate sobre el pa-
pel de la Universidad Nacional de Trujillo
en el proceso de desarrollo y la consecu-
ción de una sociedad humana, libre, de-
mocrática y justa, con una economía que
asegure la existencia digna de las perso-
nas integradas en la diversidad de la
interculturalidad de las naciones del orbe.
ANTECEDENTES
HISTÓRICOS
La Universidad Nacional de Trujillo es
una de las universidades estatales que
actualmente tiene el país, cuya ubicación
en el proceso histórico se encuentra
enmarcada en la corriente que han segui-
do las universidades latinoamericanas, y
dentro de ellas, las peruanas, por haber
recibido la influencia de la colonización
española, no obstante su fundación se
produjo después de la independencia (10
de mayo de 1824). Es la primera universi-
dad republicana y la tercera en fundarse a
nivel del país, después de la Universidad
176
Nacional Mayor de San Marcos de Lima y
la Universidad Nacional de San Antonio
Abad del Cusco. (Asamblea Nacional de
Rectores; 1996: 15).
Si el fenómeno de la globalización tie-
ne una historia de cinco siglos, como ano-
ta Aldo Ferrer, de acuerdo a la visión
fundamentalista; «En el pasado tuvieron lu-
gar acontecimientos que impactaron tanto
o más que los actuales en los países inte-
grantes del orden mundial. Como por ejem-
plo, la conquista del Nuevo Mundo y el ex-
terminio (principalmente por la transmisión
de plagas) de gran parte de la población
nativa, la producción de azúcar y la escla-
vitud entre los siglos XVI y XVIII y, en el
XIX, el ferrocarril, la navegación a vapor y
la revolución en las comunicaciones (telé-
grafos, cables submarinos, radiotelegra-
fía)». (1998: 33), entonces éste no es no-
vedoso; ya otros acontecimientos han te-
nido profundas consecuencias en el pa-
sado; incluso dichos acontecimientos ten-
drían «... mayor significación en el desarro-
llo actual de las corporaciones
transnacionales» (Ibid: 37).
A través de la colonización española
llegó a las universidades de América Lati-
na, a las creadas durante el virreinato y
las republicanas, toda la influencia espa-
ñola, francesa y norteamericana; aunque
fue la primera la que logró un dominio
completo, a través de la influencia a todo
el proceso de la educación pública. Así en
la historia de la educación peruana, se
van superponiendo elementos extranjeros
combinados, pues el Perú no ha asimila-
do las ideas y los hombres de otras na-
ciones, sino sólo las adiciona, sin llegar a
un entendimiento entre indígenas y con-
quistadores.
«La República se siente, hasta se confie-
sa solidaria con el Virreinato. Como el
Virreinato, la República es el Perú de los con-
quistadores más que de los regnícolas. El
sentimiento y el interés de las 4/5 partes de la
población no juegan casi ningún rol en la
formación de la nacionalidad y de sus institu-
ciones» (Mariátegui J.C.; 1974: 105 - 106).
 Así no podemos encontrar una educa-
ción de carácter nacional, sino de espíritu
colonial, poniendo al indio, siempre como
raza inferior.
La enseñanza tuvo sentido aristocráti-
co y concepto eclesiástico y literario. La
Universidad estuvo cerrada a los mesti-
zos, era un privilegio de casta; formaba
sólo clérigos y doctores (Ibid: 106).
La revolución de la independencia que
trajo el modernismo ideológico jacobino y
de Condorcet, proclamó el igualitarismo
pero sólo verbalmente.
La educación retórica de letras y leyes
no estuvo orientada al trabajo ni la demo-
cracia. Era una herencia económica y so-
cial feudal.
El Dr. Manuel Vicente Villarán proponía
que el Perú debería ser como fue Esta-
dos Unidos, una tierra de labradores, co-
lonos, mineros, comerciantes y no centro
literario, patria de intelectuales y semille-
ro de burócratas, debería tener su revolu-
ción liberal burguesa (Ibid: 109-110).
En 1908 el Dr. Villarán señaló el error
de inspirarse en Francia por ser un país
que no pudo modernizar, democratizar y
unificar su sistema y métodos educativos.
La influencia francesa tenía muchos
rezagos en la enseñanza secundaria y
superior. Así J.C. Mariátegui afirma que la
enseñanza en el Perú ha tenido el vicio
histórico de ser incongruente con las ne-
cesidades de la evolución de la econo-
mía nacional y olvido de los indígenas. Se
necesitaba un sistema educativo que pro-
duzca pocos diplomados y literatos y que
eduque hombres útiles, creadores de ri-
queza, hombres de empresa que hagan
del Perú una patria rica y fuerte.
Con estas concepciones se produce
la reforma de 1920, bajo la orientación
norteamericana, a través del asesora-
miento del técnico yanqui, el doctor Bard,
traído especialmente por el gobierno.
Pero no es posible democratizar la
educación en un país, sin democratizar
su economía y su estructura política.
Para que la reorganización de la ense-
ñanza corresponda a un pueblo que cum-
ple su proceso histórico, dice J.C.
Mariátegui, tiene que estar dirigida por sus
propios hombres. Los especialistas ex-
tranjeros no pueden rebasar los límites
de la colaboración (Ibid: 119).
El experimento norteamericano tam-
bién fracasó, fracasó la Universidad de
escuelas técnicas y no se fundaron las
Escuelas Superiores de Agricultura, Cien-
cias Pedagógicas, Artes Industriales y
Comercio. El Plan de Estudios para la
Universidad de San Marcos, no tuvo total
aplicación y tampoco pudo crearse el Cen-
tro Estudiantil Universitario, como se ha-
bía planeado
En estas circunstancias se gestó la
reforma universitaria por el movimiento
estudiantil conocido como el «Grito de
Córdoba», lo que daba nacimiento a una
nueva generación latinoamericana que
desde ya acusaba el fracaso de la moder-
nidad en la realidad de este continente;
así sucedió, no sólo en argentina sino
además en Uruguay, Chile, Perú y otros
países latinoamericanos, reflejando las
esperanzas mesiánicas, sentimientos
revolucionarios y pasiones místicas de la
post guerra; en contra de los vicios y fallas
del régimen económico social vigente. «La
crisis mundial invitaba a los pueblos lati-
noamericanos; con insólito apremio, a re-
visar y resolver sus problemas de organi-
zación y crecimiento. Lógicamente, la nue-
va generación sentía estos problemas con
una intensidad y un apasionamiento que
las anteriores generaciones no habían
conocido» (Ibid: 123).
El movimiento estudiantil carente de
ideología, en un principio, fue tomando
una orientación al vincularse a los sindi-
catos obreros, ligando el problema edu-
cacional al resto del sistema económico
social.
177
 ¿Qué postulados proponía la Reforma?
- El Congreso Internacional de Es-
tudiantes de México de 1921:
a.Participación de los estudiantes enel
gobierno de las universidades.
b. Implantación de la docencia libre y
asistencia libre.
- Estudiantes de Chile:
a. Autonomía de la universidad como
institución de alumnos, docentes y
diplomados.
b. Docencia libre y asistencia libre. La
cátedra paralela; la asistencia con-
sagraría la excelencia del mejor do-
cente.
c. Revisión de métodos y contenidos de
estudios
d. Extensión universitaria.
- Estudiantes de Cuba:
a. Una verdadera democracia universi-
taria.
b. Una verdadera renovación pedagógi-
ca y científica.
c. Una verdadera popularización de la
enseñanza.
- Estudiantes de Colombia:
a. Organización de la Universidad so-
bre bases de independencia, partici-
pación de los estudiantes en su go-
bierno, nuevos métodos de trabajo.
b. Que al lado de la cátedra funcione el
seminario, se abran cursos especia-
les, se creen revistas.
c. Que a lado del maestro titular hayan
profesores agregados; que el ejerci-
cio del magisterio exista sobre bases
que aseguren su porvenir y den ac-
178
ceso a cuantos sean dignos de tener
una silla en la Universidad.
- Estudiantes de Lima:
a. Defensa de la autonomía de las uni-
versidades.
b. Participación de los estudiantes en
la dirección y orientación de sus res-
pectivas universidades o escuelas
especiales.
c. Derecho de voto por los estudiantes
en la elección de rectores de las uni-
versidades.
d. Renovación de los métodos pedagó-
gicos.
e. Voto de honor de los estudiantes en
la provisión de las cátedras.
f. Incorporación a la universidad de los
valores extrauniversitarios.
g. Socialización de la cultura.
h. Universidades populares (Ibid: 128-
229).
Los planteamientos pintan la verdade-
ra situación de las Universidades latinoa-
mericanas hasta la tercera década del si-
glo XX, en que se produce el movimiento
estudiantil. Así éstas tenían convertidas
la enseñanza en privilegio del dinero y de
castas; su tendencia a la burocratización
académica; provee doctores o rábulas a
la clase dominante; desprovista de impul-
so creador por su empobrecimiento espi-
ritual y científico; sus directores fueron vi-
talicios que turnaban los cargos de mayor
relieve, con docentes captados heredita-
riamente; imponía una verdadera servi-
dumbre educacional, estrecha y sin pers-
pectivas renovadoras.
En nuestro país el espíritu colonial ha
tenido su hogar en la Universidad, nos
dice J.C. Mariátegui. El Dr.V.A. Belaúnde
encuentra en ella la continuidad histórica
entre la república y la colonia, a pesar que
se la concebía como el alma mater nacio-
nal, dentro de los principios e ideales re-
publicanos. La Universidad continuaba su
tradición española de ideología escolás-
tica; desligada de la realidad nacional.
Mariátegui, cita la obra La Vida Universita-
ria del Dr.V.A. Belaúnde, donde éste escri-
bía: «Un triste destino se ha cernido sobre
nuestra Universidad y ha determinado que
lleve principalmente un fin profesional y
tal vez de snobismo científico; pero no un
fin educativo y mucho menos un fin de afir-
mación de la conciencia nacional. Al re-
conocer rápidamente la historia de la Uni-
versidad desde su origen hasta la fecha
se destaca este rasgo desagradable y fu-
nesto: su falta de vinculación con la reali-
dad nacional, con la vida de nuestro me-
dio, con las necesidades y aspiraciones
del país» (Ibid: 134).
J.C. Mariátegui, constató aún más pro-
fundamente; fue a las causas de esta rea-
lidad «... la Universidad no cumplía una
función progresista y creadora en la vida
peruana, a cuyas necesidades profundas
y a cuyas corrientes vitales resulta no sólo
extraña sino contraria. La casta de terrate-
nientes coloniales que, a través de un agi-
tado período de caudillismo militar, asu-
mió el poder en la República, es el menos
nacional, el menos peruano de los facto-
res que intervienen en la historia del Perú
independiente. El ‘triste destino’ de la Uni-
versidad no ha dependido de otra cosa»
(Ibid: 135).
El movimiento de reforma universita-
ria de 1919 fue emprendido por los estu-
diantes que iniciaron las transformacio-
nes a partir de la capacidad de los docen-
tes, cuestionando a los «malos profeso-
res» aunque no a los «malos métodos».
Se logró implementar la representación
estudiantil en el Consejo Universitario y la
cátedra libre.
Entre 1923 a 1927 el movimiento tuvo
situaciones desfavorables que se inició
con la expulsión de 26 estudiantes de la
Universidad de Trujillo en noviembre de
1923, tras el reagrupamiento de las fuer-
zas conservadoras contra los postulados
de 1919 y 1923. La muerte de dos jóve-
nes docentes, amedrentó a los profeso-
res renovadores. Se revitalizó el espíritu
conservador y oligárquico con todas sus
secuelas de atraso y represión. La juven-
tud tuvo su parte en este retroceso dada
su inconstancia y su defecto de entusias-
mo muy efímero, de rápida disipación,
defecto del latinoamericano; buenos para
iniciar y malos para terminar, buenos para
ofrecer, malos para cumplir. Esta situación
se vio agravada por otro factor de mucha
incidencia que fue la vaguedad e imposi-
ción del programa.
En la Universidad del Cusco los do-
centes dieron un giro singular al intervenir
en un planteamiento inédito de participa-
ción de la Universidad como un gran cen-
tro de cultura que lidere el desarrollo so-
cial y económico de la región andina, con
estatutos de la Reforma Universitaria en
Hispano-América.
Los postulados básicos de la reforma
cusqueña son:
a. Creación de la docencia libre como
cooperante del profesorado titular.
b. Adopción del sistema de seminarios
y conversatorios.
c. Supresión del examen del fin de año
como prueba definitiva.
d. Consagración absoluta del catedráti-
co universitario a su misión educativa.
e. Participación de los alumnos y
exalumnos en la elección de las au-
toridades universitarias.
f. Representación del estudiantado
universitario en el Consejo Universi-
tario y en el de cada Facultad.
g. Democratización de la enseñanza.
h. En todos los aspectos la Universidad
debe tener una amplia aplicación
práctica y una completa orientación
científica (Ibid: 146).
179
 La situación fue desmejorando no sólo
en la Universidad de San Marcos, las de
provincias, a excepción de la Universidad
del Cusco, también repetían la vuelta a la
feudalidad, como en Trujillo y Arequipa.
El balance de la primera centuria, so-
bre la educación en la república tiene un
pasivo muy grande y pocas posibilidades
de mejorar a corto plazo por su inscrip-
ción en el sistema económico social ad-
verso, del cual es su resultado.
Entre estos acontecimientos históricos
se vino desarrollando la primera Univer-
sidad Republicana en el Perú: la Univer-
sidad Nacional de Trujillo, que hasta la
tercera década del siglo XX no se pudo
sacudir de la mentalidad y actitud feudal y
colonial. Sus primeras cátedras, por ello,
fueron: Teología Dogmática y Moral, Cá-
nones y Leyes, Anatomía y Medicina, Filo-
sofía y Matemáticas. Sus primeros grados
académicos fueron de Bachiller, Doctor y
Maestro en Leyes y Sagrados Cánones
(Oficina Central de Admisión; 1998: 9).
En la década de los cuarenta la Uni-
versidad tenía un promedio de 1400 alum-
nos con las siguientes facultades y es-
cuelas: Facultad de Letras, Sección Pre-
paratoria de Medicina, Facultad de Bioló-
gicas, Farmacia, Preodontología, Quími-
ca Industrial, Derecho, Comercio, Normal
Superior, Normal Urbana, Preparatoria
para Estudios Superiores y Doctorado en
Pedagógico. Estas nuevas especialidades
nos muestran el poco avance que tenía la
Universidad a 25 años del movimiento de
reforma. En esta década surge otro movi-
miento estudiantil, que se le denominó el
«Grito de Mansiche», cuyos postulados no
diferían de los de la década anterior. A
partir de este movimiento se promueve un
encuentro entre estudiantes de Cusco,
Arequipa y Trujillo que se realizó en la
Universidad San Antonio Abad del Cusco,
donde se hace una declaración de princi-
pios frente a la segunda guerra mundial
contra las fuerzas nazis y fascistas; pro-
pugna la peruanidad y rechaza los rasgos
coloniales; promueve la construcción de
180
la nación; declara la necesidad de indus-
trialización del país como única forma de
conseguir la independencia económico-
política; apoya el Plan de Alfabetización
Nacional para elevar la cultura y crear la
conciencia nacional; rechaza categórica-
mente toda forma de gobierno impuesto
por la fuerza y la mordaza (Valdivieso, A.;
1998: 15 y 17).
Hasta la década del cuarenta el mo-
dernismo de la post guerra aún es inci-
piente en los Claustros de la Universidad
Nacional de Trujillo y se expresan princi-
palmente en la necesidad de industriali-
zación y la gesta de la conciencia de na-
ción, proclamadas en la reunión del Cusco
en 1944, a la vez que se rechaza todo re-
zago de colonialismo y gobiernos de facto
y mordaza.
A partir de la década del sesenta, la
Universidad de Trujillo es considerada
Alma Mater de la Cultura y la Ciencia del
Norte Peruano, pues a partir de ella sur-
gen otras universidades en el norte del
país (Universidad Nacional de Trujillo;
1997: 3), ocho nacionales y ocho particu-
lares en los departamentos de: Tumbes,
Piura, Lambayeque, Cajamarca, San Mar-
tín, Huánuco, Ancash y La Libertad; entre
los años 1961 y 1996 (Asamblea Nacio-
nal de Rectores 1996: 15).
¿Pero cuál es la situación actual de la
Universidad respecto de la modernidad,
la desintegración de ésta y su ingreso a la
actual globalización?
SITUACIÓN ACTUAL
Actualmente la Universidad Nacional
de Trujillo se rige por la Ley 23733 y su
respectivo Estatuto, tiene aproximadamen-
te quince mil estudiantes, que a partir de
1972 empezaron a ocupar la Ciudad Uni-
versitaria de modernas construcciones
que se vienen implementando progresi-
vamente. Cuenta con 12 facultades en la
que se imparten 34 carreras profesiona-
les, a saber:
 Facultad de Ciencias Agropecuarias: Facultad de Derecho y Ciencias Políticas:

- Agronomía - Derecho y Ciencias Políticas.

- Zootecnia
- Ingeniería Agrícola
- Ingeniería Industrial.
Facultad de Ciencias Biológicas:
- Ciencias Biológicas
- Pesquería
- Microbiología y Parasitología.
Facultad de Educación y Ciencias de
la Comunicación:
- Educación Inicial
- Educación Primaria
- Educación Secundaria
- Periodismo.
Facultad de Enfermería:

Facultad de Ciencias Económicas: - Enfermería.

Facultad de Farmacia y Bioquímica:
- Administración
- Contabilidad - Farmacia y Bioquímica.
- Economía.
Facultad de Ingeniería:
Facultad de Ciencias Físicas y Mate-
máticas: - Ingeniería Industrial
- Ingeniería de Sistemas
- Física
- Ingeniería de Minas
- Matemáticas
- Ingeniería de Materiales
- Estadística
- Ingeniería Mecánica
- Informática.
- Ingeniería Metalúrgica.
Facultad de Ciencias Médicas:
Facultad de Ingeniería Química:
- Medicina
- Ingeniería Química
- Estomatología.
(Oficina Central de Admisión 1999: 13).
Facultad de Ciencias Sociales:
De las 34 carreras, 11 corresponden a
- Arqueología las ingenierías, 5 a las ciencias natura-
les, 3 a las ciencias médicas, 3 a las cien-
- Antropología cias económicas, 3 a las ciencias abs-
- Trabajo Social tractas, 1 a la informática y 8 a las huma-
nidades, entre las ciencias sociales, edu-
- Turismo. cación y derecho.

181
 Esto nos indica cómo la Universidad
se ha venido preocupando por alcanzar
los ideales y aspiraciones de la moderni-
dad, al buscar ser el Alma Mater de la na-
ción peruana, preparar a los jóvenes en
las carreras relacionadas directamente al
proceso productivo, reflejadas en las in-
genierías y las de ciencias naturales.
Por otro lado, junto a las demás uni-
versidades del país ha buscado ser de-
mocrática, lo cual se ha plasmado en la
ley y el estatuto que lo rige. Para ser miem-
bro de los órganos de gobierno se requie-
re cumplir con un sistema de elecciones
cuyas normas fundamentales están con-
tenidas también en la Ley Universitaria
23733, el Estatuto de la Universidad y el
Reglamento de Elecciones. En esos mis-
mos documentos se establece la partici-
pación estudiantil en todos los niveles de
gobierno de la Universidad y también la
de sus graduados, aunque la representa-
ción de estos últimos ha quedado en letra
muerta.
También dentro del aspecto democrá-
tico se destaca la autonomía académica,
normativa, administrativa y económica, lo
cual ha ido deteriorándose de manera
acelerada.
Dentro de los valores de la moderni-
dad, los estatutos de la Universidad Na-
cional de Trujillo destaca el respeto a los
derechos humanos, el quehacer acadé-
mico y científico, la búsqueda de la ver-
dad, la ética, libertad de pensamiento, crí-
tica, expresión y de cátedra; el respeto a
los principios constitucionales. El recha-
zo a la agresión física, moral y material, la
intolerancia, la discriminación y la depen-
dencia.
Destaca la realización de la investiga-
ción científica, tecnológica, humanística y
artística para ponerlo al servicio del país.
Además tiene como finalidad conservar,
acrecentar y trasmitir la cultura, con senti-
do crítico y afirmando los valores naciona-
les. Está orientada a formar profesiona-
182
les de alta calidad humanística, científica
y tecnológica a fin de satisfacer las nece-
sidades sociales, privilegiando a los sec-
tores populares, dentro de un marco éti-
co, cívico y social. También busca desa-
rrollar su actividad académica y servicios
a la comunidad mediante la integración
armónica y curricular, a través de funcio-
nes de investigación, enseñanza y proyec-
ción social. Promueve la integración na-
cional, regional (latinoamericana) y mun-
dial (universal).
Es decir todo cuanto busca el moder-
nismo, se sintetiza en lo que la Universi-
dad Nacional de Trujillo declara en los prin-
cipios que la orientan y fines que persigue.
Pero el fenómeno que debemos adver-
tir es que, la Universidad estuvo ligada al
colonialismo español por tantos años, que
muchos de los aspectos se enraizaron de
tal modo que, aunque se trata de una Uni-
versidad republicana, la modernidad no ha
terminado de establecerse, porque arras-
traba el feudalismo, en su interior; y los ini-
cios de la globalización ya van haciendo
presencia para desestructurar el moder-
nismo, sin que las características feuda-
les dejen de tener presencia, reflejado en
una formación con fuertes características
retóricas, librescas de repetición de auto-
res, de currículos desfasados de la reali-
dad y dinámica actual del país; de enclaus-
tramiento académico y consiguiente des-
vinculación con la comunidad; de allí que
su anterior Rector puntualice como debili-
dades de la institución las siguientes:
· «Presupuesto deficiente y haberes
deprimidos.
· Baja calidad en la formación acadé-
mico profesional.
· Currículos desfasados y falta de
equipamiento de laboratorios y biblio-
tecas.
· Falta de una comunicación fluida en-
tre los órganos de gobierno y los
estamentos universitarios.
 · No existe relación estrecha entre in-
vestigación y desarrollo (I+D).
· Carencia de una cultura de evalua-
ción institucional y de un sistema de
acreditación.
· Carencia de un plan intensivo de ca-
pacitación docente y administrativo.
· Escasos vínculos con el sector pro-
ductivo y social.
· La Universidad no asume la MISIÓN
de institución INTEGRADORA de la
cultura y de la identidad nacional.
· No combina la función de la docen-
cia con el desarrollo de la investiga-
ción, ni desarrolla el espíritu creativo.
Escasas publicaciones.
· No contribuye a promover la
competitividad y la calidad de vida de
la sociedad.
· Carencia de un eficiente sistema de
tutoría a los alumnos» (Gil; 1998: s/n).
El Dr. Julio C. Vásquez Vargas, hacien-
do un análisis de 15 currículos de Escue-
las Profesionales de la Universidad Na-
cional de Trujillo, puntualiza que los perfi-
les profesionales caracterizan lo que el gra-
duado DEBE SABER O SABER HACER,
refiriendo muy poco lo que DEBE SER (va-
lores morales, éticos, deontológicos,
humanísticos, etc.); no consideran el
PROFESIOGRAMA, o perfil que demanda
el empleador, clientela o usuario. En cuan-
to a los planes de estudio, considera que
éstos están preparando a los estudiantes
para que aprendan las funciones y compe-
tencias profesionales después de graduar-
se en el trabajo profesional; que los pla-
nes de estudio consideran el perfil profe-
sional como una «plantilla de producción».
Señala que el marco metodológico privile-
gia el proceso enseñanza aprendizaje cen-
trado en el docente, con clases magistra-
les y en el ambiente intrauniversitario con
poca relación con el contexto. Además,
encuentra que la evaluación no correspon-
de a todos los elementos del sistema, que
sólo se centra en el rendimiento estudian-
til. Por otro lado halla que existe un desfase
entre lo escrito en los currículos aproba-
dos a partir de 1994, y lo que realmente se
ejecuta. Concluye diciendo: «En síntesis la
Universidad es una institución cuasi-cerra-
da de poderes compartidos, que no usa
suficientes conexiones de intercambio con
otros escenarios sociales o de producción
para ser utilizados como escenarios per-
manentes de investigación y de enseñan-
za aprendizaje» (Vásquez; 1998: 106-108).
Todos estos testimonios nos demues-
tran cómo en la Universidad Nacional de
Trujillo, aún tienen presencia los procedi-
mientos tradicionales productos de la he-
rencia medieval de la colonización espa-
ñola, a pesar de su esfuerzo por ingresar
a la modernidad.
Hoy confronta otro desfase histórico al
producirse el fenómeno de la globalización,
cuyas consecuencias no son halagadoras,
principalmente para países y universida-
des como los nuestros.
La globalización no es otra cosa que
una nueva forma cómo el capitalismo pre-
tende poner al mundo bajo su dominio y
control. Así lo entiende Luis Javier Garrido
en La Crítica del Neoliberalismo Realmen-
te Existente que publica Noam Chomsky
en su obra La Sociedad Global. Educa-
ción, Mercado y Democracia (Chomsky;
1995: 3-9).
A nivel de la Universidad, institución
intermedia, pierde su sentido democráti-
co convirtiéndose la elección de los re-
presentantes en contiendas donde a tra-
vés de partidos políticos cualesquier tipos
de armas y procedimientos son válidos
con tal de acceder al poder, quedando el
quehacer y el sentido académico y cientí-
fico postergado a quinto o a sexto lugar;
por ello encontramos hoy día en la Univer-
sidad docentes, estudiantes y trabajado-
res administrativos con pésimo estado de
ánimo, realizando sus obligaciones sólo
por cumplimiento, sin identificación. En
183
ello repercute los bajísimos sueldos que
controla la institución tutelar, sin importar-
le en lo más mínimo la educación de los
hijos del pueblo; porque además los fon-
dos destinados a la universidad se van
acortando cada día, a pesar que la pobla-
ción universitaria crece, aumentando to-
das las exigencias de infraestructura,
implementación de equipos, materiales,
personal, etc.
Esta situación se objetiva en la infor-
mación que se recogió en 1996 el Primer
Censo Nacional Universitario, cuyos da-
tos correspondientes a la Universidad
nacional de Trujillo son los siguientes:

Total Masculino Femenino

Porcentaje de Publicaciones por 36,2 35,3 35,3

Docente, por Género

Promedio de Publicaciones por 4,2 4,2 4,2

Docente, por Género

Porcentaje de Docentes que han 85,0 84,9 85,5

participado en Eventos
Académicos y/o Científicos, por

Total Masculino Femenino

Porcentaje de Participación en Eventos del 43,9 43,7 44,7

Docente, Por Género

Porcentaje de Docentes que tienen un 82,5 81,5 85,8

Ambiente de Trabajo en la Universidad, por
Género

Porcentaje de Docentes que tienen un 90,5 89,6 93,8

Ambiente de Trabajo Independiente en su
Vivienda, por Género

Porcentaje de Docentes que no Utilizan 18,8 21,1 10,5

Medios Audiovisuales, por Género

Porcentaje de Docentes que utilizan 58,1 55,4 68,0

Retroproyector De Trasparencias, por
Género

Porcentaje de Docentes que utiliza Video, 29,0 26,9 36,6

por Género

Porcentaje de Docentes que utilizan 39,3 37,0 47,7

Papelógrafo, Por Género

184
 En estas condiciones el sentido de la
Universidad como Alma Mater, constructora
y defensora de la identidad Nacional,
abanderada de la modernidad; aparece atra-
sada, con currículos desfasados de la rea-
lidad, y con muy poca vinculación con la co-
munidad y la actividad productiva y de servi-
cios; queda nuevamente desarticulada por
otro fenómeno globalizante, que ya no es el
de la repercusión del colonialismo español
que persistió en la modernidad, sino aque-
lla que viene a desintegrarla; puesto que la
actual globalización significa la desmo-
dernización, la crisis de la modernidad, la
despolitización, la desocialización, la
desinstitucionalización, en la terminología
de Alain Tuoraine.
PERSPECTIVA
Pero estas reflexiones, de ninguna
manera tienen la intensión de presentar
apocalípticamente la actual situación de la
Universidad peruana, ni específicamente
la Universidad Nacional de Trujillo; como
Martín Hopenhayan, pensamos que no
somos ni apocalípticos ni integrados, sino
que necesitamos ser objetivos en el análi-
sis de lo que viene dándose en nuestra
sociedad y se irá acentuando en este ter-
cer milenio; sólo siendo conscientes y en-
tendiendo el problema estaremos, los in-
telectuales, en capacidad de orientar y pro-
poner alternativas.
Necesitamos entender que la
globalización es al final un tigre de papel,
que mucho de lo que se afirma son ficcio-
nes como lo demuestra Aldo Ferrer en su
obra Hechos y Ficciones de la
Globalización; esta se presenta como la
revolución tecnológica por la que viviría-
mos en una aldea global unificada por la
revolución informática y dominio del es-
pacio; como el comando de recursos por
factores transnacionales que dan origen
a las megacorporaciones y mercados fi-
nancieros globalizados; como condicio-
nes de la competencia por firmas y no por
países, donde se produce el darwinismo
económico; como un hecho sin preceden-
tes históricos, donde la revolución científi-
co. tecnológica contemporánea ha provo-
cado una fractura en el desarrollo históri-
co de la humanidad y en materia econó-
mica y financiera, al menos, la soberanía
de los estados habría sido desbaratada
(Ferrer; 1998: 22-24).
Pero la realidad nos demuestra que el
mundo no se comporta tal y como supone
la sabiduría convencional: los mercados
financieros globales han llegado a serlo
por la desregulación de las transacciones
financieras y la liberación del comercio de
bienes y servicios; la globalización está
referida a un fenómeno mediático, a ne-
gocios de carácter transnacional, pero la
mayor parte del proceso económico trans-
curre fuera de la globalización. «Las pe-
queñas y medianas empresas que ope-
ran en todos los sectores productivos, los
servicios básicos de educación y salud, la
inversión pública de mediano porte, bue-
na parte de la investigación y desarrollo
realizada en universidades, laboratorios
y empresas, la vivienda y la infraestructu-
ra construida en las grandes ciudades y
en los pequeños pueblos y otras activida-
des ignoradas por la globalización
mediática constituyen el ámbito en el cual
nace, crece, ama, trabaja, cría sus hijos y
termina sus días la mayor parte de las
personas. Y es allí donde se genera tam-
bién el grueso de la producción, el em-
pleo, el intercambio, el ahorro y la acumu-
lación de capital» (Ibid: 29 y 30).
Las transacciones económicas más
se realizan en los mercados nacionales y
no en los globales. También sucede lo
mismo con el volumen de actividades fi-
nancieras que son privadas directas. La
competencia está dada por países y sis-
temas antes que por firmas, mucho de
las transnacionales es sólo prestigio por
sus raíces sociopolíticas y el respaldo de
la participación nacional (Ibid: 27 - 32).
Estos hechos que generan crisis y con-
fusión pueden y deben ser superados a
partir de la humanización, la identidad de
las personas, pueblos y culturas, empe-
zando por rescatar al sujeto como base
185
 Excelente Buena Regular Mala

Porcentaje de Apreciación Cualitativa de los 3,2 54,4 38,9 3,5

Estudiantes de Post Grado sobre Infraestructura
Física de la Universidad.

Apreciación Cualitativa de los Docentes sobre 2,8 51,1 38,8 3,2

Infraestructura Física de la Universidad

Porcentaje de Apreciación Cualitativa de los 2,1 44,8 49,5 3,6

Trabajadores no Docentes sobre la
Infraestructura Física de la Universidad

Porcentaje de Apreciación Cualitativa de los 0,4 26,3 61,4 11,9

Docentes sobre Infraestructura Académica de la
Universidad

Porcentaje de Apreciación Cualitativa de los 0,7 29,3 64,8 5,1

Trabajadores no Docentes sobre la
Infraestructura Académica de la Universidad

Porcentaje de Apreciación Sobre las 5,3 49,9 41,5 3,3

Perspectivas de Desarrollo de la Universidad
por los Estudiantes de Pre Grado

Excelente Buena Regular Mala

Porcentaje de Apreciación Sobre las 7,6 59,5 29,4 3,6
Perspectivas De Desarrollo de la
Universidad por los Docentes

Porcentaje de Calificación del Plan de 6,1 61,3 31,1 1,5

Estudios de Postgrado por los Alumnos
de Postgrado

Porcentaje de Nivel Académico de los 2,1 48,6 47,4 1,9

Alumnos Según Calificación de Docentes

(INEI - ANR; 1997: 413-432).

186
de los actores sociales, con nuevos valo-
res y paradigmas, una auténtica demo-
cracia participativa, un reencuentro con las
raíces culturales propias que dan identi-
dad, porque la vida conjunta en una so-
ciedad mundial o global sólo podrá cons-
truirse en base al respeto de las diferen-
cias y el desarrollo de toda diversidad, a
partir de las fuerzas endógenas.
En este sentido pueden y deben trans-
formarse las instituciones en crisis como la
Universidad. La Universidad Nacional de
Trujillo también tiene sus fuerzas
endógenas con el reto de construir una uni-
versidad nueva, impulsora de una nueva
sociedad peruana, para lo cual deben apro-
vecharse sus fortalezas y oportunidades:
- «Tradición y prestigio
· Más del 70% de docentes a Tiempo
Completo y Dedicación Exclusiva.
· Fortalecimiento de las ciencias bási-
cas
· Convenios con universidades inte-
gradas en RED
· Escuela de Postgrado multidisciplinaria
· Selección de alumnos con buen ren-
dimiento
· Autonomía académica y gobernabilidad
· Vocación de cambio
· Formación de investigadores y de
nuevos cuadros de docentes
· Equipamiento de laboratorios y biblio-
tecas mediante crédito externo
· Fundación Universidad - Empresa,
para lograr vínculos con el sector pro-
ductivo y el mercado laboral
· Funcionamiento en un programa per-
manente de educación continua
· Uso intensivo de INTERNET y del idio-
ma inglés
· Respuesta a los retos de la
Globalización
· Gerenciar el cambio institucional con
una visión de la Universidad hacia el
2010 - 2021"(Gil; 1998: s/n).
Nuestro reto es sacudirse del atraso y
tener una firme presencia dentro de la
interculturalidad que debe formar a futuro
la globalización donde no sólo vivamos
juntos sino en desarrollo y entendimiento
recíproco.
CONCLUSIONES
1. El fenómeno de la globalización no
es un hecho inédito; en la historia de
la humanidad se han dado aconteci-
mientos que tuvieron tanta o más
importancia sobre el mundo, como
la conquista de América, que los he-
chos que hoy la configuran.
2. La Universidad Nacional de Trujillo
recibió la influencia del espíritu feu-
dal, heredado de la colonización es-
pañola y no se ha podido desprender
de ella a pesar de la corriente del
modernismo que inspiró la indepen-
dencia.
3. La Universidad Nacional de Trujillo no
ha podido desprenderse de los vicios
heredados de la colonia ni estructurarse
en armonía con los valores y creacio-
nes de la modernidad, y ya tiene que
afrontar la desestructuración y crisis que
genera y significa el actual proceso de
globalización.
4. La globalización es un proceso que tie-
ne muchos aspectos que son ficticios,
existiendo procesos reales que pue-
den manejar los países del tercer mun-
do y sus instituciones como la Univer-
sidad Nacional de Trujillo, para traba-
jar su desarrollo y una ubicación dig-
na, en base a sus fuerzas y procesos
endógenos culturales de identidad.
5. La desestructuración generada por la
actual globalización, puede ser enca-
187
 rada reencontrando nuevamente el
valor del sujeto, la familia, la demo-
cracia auténtica, la identidad nacio-
nal y la institución tutelar; que cons-
truya una sociedad con personalidad
propia y con espíritu de integración
universal; proceso en el cual tiene un
reto y papel protagónico la Universi-
dad como institución.
188
6. La Universidad Nacional de Trujillo
posee fortalezas, como fuerzas
endógenas, y oportunidades que pue-
den llevarla a la construcción de una
Universidad diferente que contribuya
decididamente en el proceso de de-
sarrollo del país, su identidad, auto-
nomía e integración en el contexto de
las naciones.
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Mayo 1998, Trujillo.

190
 GLOBALIZACION, TECNOLOGIA Y SOCIEDAD
EN EL NORTE: TRUJILLO

WEYDER PORTOCARRERO C.

  ” ... Globalización no significa

la ausencia de intereses y de
voluntades políticas. También
significa que las voluntades
políticas incluyen opciones
culturales realizadas o por
realizar, así como la intención
de cerrar opciones culturales de
competidores potenciales.”
J. Golte.

RESUMEN es poco o casi nulo. En este contexto en-

La globalización supone que todas las
economías, incluso las de los países más
avanzados están sujetas a la lógica de la
competitividad y a las exigencias de la pro-
ducción, el comercio y las finanzas a nivel
mundial.
La globalización es un sistema en el
que se articulan dinámicas distintas im-
pulsadas por elementos y agentes
globalizadores, de igual manera, por un
sistema de economías nacionales profun-
damente afectadas por la operación del
sistema económico global en mención.
Conocemos, que el aporte de los paí-
ses periféricos dentro de éste fenómeno
contramos al Perú y particularmente a la
zona norte, motivo del presente. En esta
parte del país encontramos un desarrollo
tecnológico no tan sofisticado como la de
otros países. Nos referimos en el presen-
te a la Industria del Calzado, por ser la más
significativa en esta línea, pero hacemos
referencia a la agroindustria, manifiesta
fundamentalmente en el cultivo del espá-
rrago y la caña de azúcar; productos que
han transpuesto fronteras; compitiendo
con su calidad y a la altura de mercados
muy exigentes y de países productores, La
China por ejemplo. Hacemos referencia
también la selectiva crianza de camélidos,
cuya lana esta siendo exportada y que su
calidad responde al mercado internacio-
nal. Estos aspectos tratamos de insertar
en éste gran fenómeno: Globalización.
 INTRODUCCIÓN
Cada vez el espacio y el tiempo se acor-
tan. Lo que estaba alejado se acerca y el
pasado se convierte en presente y el futu-
ro está a la vuelta de la esquina. “El desa-
rrollo ya no es la serie de etapas a través
de las cuales una sociedad sale del sub-
desarrollo, y la modernidad ya no sucede
a la tradición” (Touraine, 1997: 9). Es de-
cir, ésta carrera del mundo, hace pensar
¿qué será el mañana, para nuestros pue-
blos ?. Si bien es cierto, lo que se ve en
Europa, estamos observando nosotros,
¿significa esto, que las culturas individua-
les han desaparecido o están en proce-
so?. Creemos que no, existen pueblos,
países que mantienen su identidad; pero
que día a día nos vamos olvidando por-
que los medios de comunicación bom-
bardean constantemente situaciones di-
ferentes; pero, a decir de Touraine “Sólo
vivimos juntos al perder nuestra identidad;
a la inversa, el retorno de las comunida-
des trae consigo el llamado a la homoge-
neidad, la pureza, la unidad ... ” (1997: 10).
La globalización supone que las eco-
nomías, incluso las de los países más
avanzados están sujetas a la lógica de la
competitividad y a las exigencias de la pro-
ducción, el comercio y las finanzas a nivel
mundial.
Este fenómeno se caracteriza como un
sistema económico global que contiene y
en el que se articulan dinámicas distintas
impulsadas por elementos y agentes
globalizadores, así como, por un sistema
de economías nacionales profundamen-
te afectadas por la operación de tal siste-
ma económico global.
En este contexto queremos precisar
la forma o manera cómo se inserta la in-
dustria norteña, con una tecnología no tan
sofisticada como la de otros países, más
aún algunas que vienen utilizando tecno-
logías muy atrasadas; pero que sin em-
bargo su práctica no va mas allá de una
economía de subsistencia. Aquí tocamos
192
la industria del calzado, por ser la más
significativa en esta línea; hacemos tam-
bién referencia a la agroindustria, mani-
fiesta fundamentalmente en el cultivo del
espárrago y de la caña de azúcar; pro-
ductos que han traspuesto fronteras,
compitiendo con su calidad y a la altura
de mercados muy exigentes y de países
productores, como la China, por ejem-
plo. Hacemos notar también la selectiva
crianza de camélidos, cuya lana está sien-
do exportada y respondiendo al mercado
internacional. Es decir, si bien es cierto,
la contribución de los países periféricos
a este mundo globalizado es práctica-
mente nula, sin embargo, en los rubros
mencionados, si no es significativo, pero
son los primeros pasos, más aún cuan-
do un gran proyecto, no sólo nacional,
sino internacional (Chavimochic), está
abriendo sus puertas con una tecnología
de punta de los últimos tiempos y, esta-
mos seguros que la agroindustria, la hi-
dráulica en general generaran importan-
tes cambios que conduzcan a un desa-
rrollo no sólo del norte, sino del país en
general. Por eso decimos “El cambio tec-
nológico tan sólo puede ser comprendi-
do en el contexto de la estructura social
dentro de la cual ocurre. Sin embargo,
dicha comprensión necesita más que una
descripción histórica específica de una
sociedad determinada. Debemos ser
capaces de situar la tecnología en el ni-
vel y proceso de la estructura social sub-
yacente a la dinámica de cualquier so-
ciedad” (Castells, 1989: 29).
1. GLOBALIZACIÓN Y
DESARROLLO
Todo cambia, nada es estático: Cuer-
pos inorgánicos y orgánicos. Todos los
seres vivos, el hombre, la sociedad. En
esta dinámica encontramos al hombre
interactuando y generando cambios cada
vez más rápidos. Si observamos a través
de la historia como se presenta este fe-
nómeno, nos daremos cuenta y nos sor-
prenderá cómo el mundo en estos últi-
mos años viene teniendo una dinámica
mucho más rápida.
 Los cambios, ¿generan desarrollo?.
Indudablemente que todo cambio para bien
debería estar enmarcado dentro del térmi-
no, hablando no sólo desde el punto de
vista cuantitativo, sino también cualitativo.
Se dice que “... El desarrollo es la moderni-
zación voluntarista de una sociedad por un
estado nacional o extranjero. La moderni-
zación se sitúa en el interior de una socie-
dad; la defensa de la identidad y la inde-
pendencia, dirigida por un Estado, movili-
za también a una sociedad de quien de-
fiende la cultura y la organización; el desa-
rrollo en cambio, es ante todo la obra de un
Estado que se identifica con la moderni-
dad, con la racionalidad en ruptura, o en
tensión, con una sociedad considerada
como demasiado tradicional y conserva-
dora e incluso impotente por que es de-
pendiente. Una sociedad está en desarro-
llo en tanto es conducida por un Estado
por el camino de la modernidad, camino
por el cual no es capaz de avanzar por sí
mismo, o por donde no quiere incursionar.
Este desajuste entre el Estado y la socie-
dad define el campo de empleo de la idea
de desarrollo” (Touraine, s/f: 11-12).
La apreciación precedente es muy su-
gerente, puesto que identifica el desarro-
llo con la modernización y más aún preci-
sa la naturaleza del Estado en todo este
proceso. Significa entonces que la partici-
pación de los estados en un mundo
globalizado implica necesariamente tener
un cierto grado de desarrollo. En el caso
de la periferia, en la era de la globalización,
para el esquema de acumulación parece
residir en su capacidad de constituirse en
plataformas productivas con mano de
obra muy barata y los beneficios de la com-
petencia entre países. Etxezarreta seña-
la: “Este aspecto..., tiene sin duda interés
para la acumulación a escala mundial. A
pesar de ello, su importancia es bastante
limitada. Si se tiene en cuenta que la apor-
tación total al PIB mundial de toda la peri-
feria no llega al 18%, que de las exporta-
ciones mundiales solamente el 21 % se
originan en la periferia y éstas correspon-
den en su mayor parte al sector primario,
y que las exportaciones de los países sub-
desarrollados que más manufacturas ex-
portan, no llegan a suponer el 10% de las
exportaciones totales, el volumen de los
procesos productivos internacionalizados
resulta bastante reducidos (Un dato que
no hemos podido comprobar señala que
de las exportaciones mundiales industria-
les más del 90% corresponde a los paí-
ses centrales y sólo el 1% a los países de
la periferia)” (1996: 96). Más aún, si tene-
mos en cuenta que “... El 75% del merca-
do mundial de la comunicación está cons-
tituido por 80 ETN (Gill, 1990: 206). En
cuanto a la publicidad, de las 50 empre-
sas mayores del mundo 36 son de Esta-
dos Unidos y suponen el 81.5% de los
ingresos de estas 50, y a su vez recogen
la parte del león del total mundial. Lo que
implica a su vez, la expansión internacio-
nal de una cultura global, ya que estas
empresas introducen valores referentes
al individualismo posesivo y al
consumismo que corresponden a los paí-
ses metropolitanos centrales, como se
puede constatar con la visión de cualquier
televisión de los países periféricos. En
estos últimos, la dedicación a la publici-
dad televisiva, corresponde al 12% del
tiempo de emisión, mientras que el equi-
valente en los países centrales se reduce
al 5%. Es más que probable que en los
90s aumente el dominio de las comuni-
caciones por las empresas transnacio-
nales del centro a causa del alto coste de
las nuevas tecnologías y sistemas
comunicativos (por ejemplo, los satélites)”
(Etxezarreta, 1996:101).
Todo esto confirma la gran desventaja
en que se encuentran los países
periféricos. Con bastante detalle se dice
que “... la aportación de la periferia a la
creación de tecnología es prácticamente
nula. Lo que no es de sorprender si se
tiene en cuenta que los tres núcleos cen-
trales conjuntamente suponen el 75% del
gasto mundial en investigación y desarro-
llo. Si observáramos los pagos por
royalties comprobaríamos que éstos es-
tán igualmente concentrados, siendo los
países centrales los receptores de prácti-
camente la totalidad de los pagos por es-
193
tos conceptos. Y la tendencia a la concen-
tración continúa. A nivel Europeo observe-
mos, por ejemplo, la importancia de un
programa como el ESPRIT, para la inves-
tigación en informática y la colaboración
entre 12 empresas transnacionales eu-
ropeas, los programas EUREKA y los
ERASMUS, a nivel universitario, que, son
conjuntamente parte de una iniciativa ge-
neral para hacer las transnacionales de
alta tecnología más competitivas respec-
to a sus rivales de Estados Unidos y Ja-
pón” Etxezarreta (1996: 100-101).
Frente a estas realidades de compe-
tencia en desigualdad de condiciones, en-
contramos al mundo en una dinámica
económica con doble movimiento simul-
táneo, hacia la globalización de la econo-
mía mundial y hacia su regionalización.
“Frente a las dificultades que plantea la
intensificación de la globalización y las
contradicciones que genera, va aparecien-
do la tendencia a la regionalización de la
economía mundial en bloques diferencia-
dos que tienen sus núcleos en los princi-
pales países centrales. Dinámica que,
aparentemente, pudiera interpretarse
como contradictoria con la globalización”
(1996: 52).
Es decir la imposición de un mundo
globalizado, conlleva a salidas que no es
de ahora, como muy claramente nos dice
Ferrer: “En definitiva, el debate actual so-
bre la naturaleza y alcances de la
globalización no es nada nuevo. Se refie-
re al mismo problema histórico: Cómo
resuelve cada país el dilema de su de-
sarrollo en un mundo global para no que-
dar atrapado en el sistema de relacio-
nes articulado, en su beneficio, por los
intereses y potencias dominantes. Se tra-
ta de determinar, nada menos, si dentro
del orden global contemporáneo, los paí-
ses rezagados cuentan o no con suficien-
te libertad de maniobra para la elección
del propio destino”. Es decir, para dise-
ñar y ejecutar proyectos nacionales via-
bles de desarrollo que los convierta en
participantes activos no subordinados de
la globalización.
194
2. LA SOCIEDAD EN EL
CONTEXTO GLOBAL.
Se habla de hombres, se habla de so-
ciedad; pero no aisladas, sino dentro de
un contexto. La sociedad es todo una es-
tructura. A decir de Róger Bartra “La estruc-
tura social es un conjunto de relaciones
internas, estables, que articulan y determi-
nan la totalidad social concreta en función
de cada elemento y del sistema, confirién-
dole coherencia y unidad. Estas relaciones
asignan una correspondencia a los ele-
mentos y posibilitan su movimiento como
expresión de la unidad y la coherencia del
todo. La noción de correspondencia no
anula al concepto de contradicción sino
contiene contradicciones internas, pero la
contradicción entre elementos internos no
provoca el cambio estructural hasta el mo-
mento en que se genera una falta de co-
rrespondencia, por tanto, para comprender
una estructura social en su dinámica es
necesario conocer la dialéctica paralela de
las contradicciones y las corresponden-
cias” (Cit. Ríos, J, 1998: 236).
Tal concepto nos permite afirmar que
dentro del todo (la sociedad) existe una
coherencia entre las partes; es decir una
correspondencia, pero que no niega las
contradicciones; entendidas éstas no
como la negación de los fenómenos, sino
como el balance existente entre éstos;
donde uno predomina sobre el otro. Ríos
nos dice: “Los nuevos actores estructura-
les se reproducen producto de un proce-
so desigual y único sustentado en la di-
versidad, heterogeneidad y homogenei-
dad cultural civilizatoria universal. Actores
que sufren el impacto de dos fuerzas y
tendencias: la incorporación a una sola
sociedad mundial global y la diversidad
social mundial”. Prosigue: “La globaliza-
ción en éste marco puede definirse como
la intensificación de las relaciones socia-
les en escala mundial, que ligan localida-
des distintas de tal manera que los acon-
tecimientos locales son moldeados por
eventos que ocurren a muchas millas de
distancia y viceversa. Un proceso dialécti-
co porque tales acontecimientos locales
pueden trasladarse en una dirección
anversa a las relaciones distantes que les
moldean .La transformación local es tan-
to una parte de la globalización como de
la extensión lateral de las conexiones so-
ciales a través del tiempo y del espacio.
Dinámica que sintetiza el fín de la civiliza-
ción industrial maquinizada e inicia el de-
sarrollo de la civilización de la automa-
tización trastocando todas las formas de
visión y organización de los espacios y
tiempos socioculturales” (1998: 238).
Sobre el particular Ortíz expone “Pode-
mos no obstante imaginar las cosas de
otra manera, la problemática de la
globalización gana entonces toda su
radicalidad. Cuando hablamos de ‘Socie-
dad global’ nos referimos a una totalidad
que penetra, atraviesa, las diversas forma-
ciones sociales existentes en el planeta.
Se afirma así la especificidad de una ‘Mega-
Sociedad’ esto es, un conjunto de relacio-
nes sociales planetarias articuladas a un
todo”. Agrega aún más, “Una sociedad glo-
bal..., posee su propia lógica, su inteligibi-
lidad. Su organicidad no procede de la
interacción entre las partes que la consti-
tuye, por el contrario, debemos ahora in-
vertir nuestra perspectiva y preguntar: Cómo
esa totalidad envolvente reordena los ele-
mentos de éste mega –conjunto. En éste
caso las relaciones sociales dejan de ser
vistas como ‘inter’ (nacionales, civilizatorias
o culturales) para constituirse como
‘intra’,esto es, estructurales al movimiento
de globalización. Los límites ‘dentro’/’fue-
ra’, ‘centro/periferia’, se vuelven así insufi-
cientes para la comprensión de esta nue-
va configuración social” (1995:6).
Todo esto nos conlleva a pensar en la
forma o manera de responder a este gran
reto, a pesar de las desventajas que tene-
mos; debemos mirarnos, vernos hacia
adentro y formular propuestas concretas
que nos permitan competir con calidad;
pero el peso del desarrollo de otros paí-
ses es muy grande. “La conversión del
saber en tecnología y por lo tanto en herra-
mienta productiva con el acelerado avance
de la informática, la microelectrónica y las
telecomunicaciones, empiezan a modificar
las relaciones sociales y a golpear las for-
mas tradicionales de organización políti-
ca, en particular al Estado- Nación. El capi-
tal transnacional acaba con las fronteras,
sus intereses no se detienen ante ningún
tipo de barrera cuando exige la globali-
zación de las políticas de desregulación y
privatización para crear nuevos espacios
de valoración” (Haya de La Torre, A., 1996:
14). Pero, también surge el gran problema
de “Las relaciones entre la globalización,
el desarrollo nacional y la integración del
Mercosur ... Existe un conflicto de visiones
acerca del lugar que ocupan en el mundo
estos países y las fuerzas determinantes
de su desarrollo económico y social. La
visión fundamentalista sugiere que, en un
mundo global, la identidad y la dimensión
endógena de los espacios nacionales y
regionales deben disolverse en el océano
del mercado mundial global “(Ferrer, 1998:
73-74). Sobre el particular, podemos decir
que “El Mercosur confrontan dos modelos
alternativos de desarrollo, integración e in-
serción internacional. Uno de ellos refleja
la visión fundamentalista de la globaliza-
ción y supone que el libre funcionamiento
de los mercados garantiza el mayor creci-
miento económico y bienestar social posi-
bles. Este es el fundamento ideológico de
las políticas de apertura y desregulación
de los mercados, privatizaciones y reduc-
ción de la acción pública, comúnmente
denominadas neoliberales o del consen-
so de Washington... El otro proyecto coinci-
de el crecimiento económico como un pro-
ceso endógeno en el contexto de la econo-
mía mundial. Supone que la convergencia
de la acción pública y las fuerzas del mer-
cado es indispensable para elevar la cali-
dad de vida y preservar el medio ambien-
te... El objetivo es lograr metas de desarro-
llo y equilibrio intrarregional inalcanzables
sólo con el libre juego de los mercados.
Este es el contenido de la integración sos-
tenible “ (Ferrer, 1998: 109-110).
Una visión de la sociedad expresada
de esta forma, resulta difícil explicar a par-
tir de parámetros generales, lo que impli-
ca conocer la particularidad, la singulari-
195
dad, por que no decir la realidad concreta,
donde se entrelazan e interactúan patro-
nes culturales disímiles y difíciles de rom-
per o cambiar; por su naturaleza obede-
cen a cambios generacionales. Un recien-
te ejemplo lo constituye la visión funda-
mentalista del mundo árabe, donde paí-
ses muy pobres, de “tapadas” son el cen-
tro de atención del mundo globalizado.
Situación ésta precisa un análisis a parte.
3. TECNOLOGÍA Y
SOCIEDAD
Tomando de Harvey Brooks y Daniel Bell,
Castells nos dice que la tecnología es “el
uso del conocimiento científico para espe-
cificar modos de hacer cosas de una ma-
nera reproducible” (Castells, 1,998:56).
Asimismo se dice también “...la tecnología
es el conjunto de procedimientos que per-
miten al hombre, dentro de una determina-
da organización social, realizar sus fines
utilizando adecuadamente los recursos
concretos de que dispone. La tecnología
es función de la naturaleza de la relación
entre los seres humanos, organizados
socialmente y su ambiente físico-biológi-
co. Por lo tanto, la tecnología no es univer-
sal. En condiciones de igualdad de fines
para algunos grupos humanos que dispo-
nen de diferentes recursos, las soluciones
tecnológicas serán diferentes; asimismo,
cuando los grupos sociales, tengan dife-
rentes fines pero los recursos de que dis-
ponen sean iguales, las soluciones tecno-
lógicas diferirán; finalmente, a diferentes
fines y diferentes recursos corresponden
diferentes tecnologías. Sólo en el caso
particular de que dos grupos humanos se
propongan los mismos fines y dispongan
de recursos idénticos, las soluciones tec-
nológicas adecuadas para ambos, coinci-
dirán” (Grillo, E.1992:226).
Es de todos conocidos que la tecnolo-
gía ha pasado a convertirse en el elemen-
to clave de la producción. “Frente a las tra-
dicionales ‘ventajas comparativas’ de otras
épocas, ahora es cada vez la capacidad
tecnológica, con un carácter sistémico, la
que diferencia de forma más importante la
196
inserción de diversos países en la división
internacional del trabajo. La Globalización
ha facilitado que las modernas tecnologías
básicas de producción se transmitan con
relativa facilidad en todo el mundo, pero no
es así para el alto conocimiento tecnológi-
co, que se sigue generando y administran-
do desde los países del centro” (Etxeza-
rreta, 1996:42-43). Pero no significa que la
tecnología determina la sociedad, de nin-
guna manera; pero tampoco la sociedad
dicta el curso del cambio tecnológico, “...ya
que muchos factores, incluidos la inven-
ción e iniciativas personales, intervienen
en el proceso del descubrimiento científi-
co, la innovación tecnológica y las aplica-
ciones sociales, de modo que el resultado
final depende de un complejo modelo de
interacción” (Castells, 1998:31).
“La tecnología es un producto histórico,
un producto social. A través del tiempo las
necesidades de cada grupo humano se
modifican y consecuentemente se modifi-
can también sus fines sociales. Por otra
parte, la acción misma del hombre sobre
su ambiente modifica a éste. Por lo tanto,
la tecnología que en un determinado mo-
mento resultó ser la adecuada, puede de-
jar de serlo en otro” (Grillo, E., 1992: 226).
“...Si bien la sociedad no determina la
tecnología, sí puede sofocar su desarrollo,
sobre todo por medio del Estado. O, de
forma alternativa y sobre todo mediante la
intervención estatal, puede embarcarse en
un proceso acelerado de modernización
tecnológica, capaz de poder cambiar el
destino de las economías, la potencia mi-
litar y el bienestar social en unos cuantos
años. En efecto, la capacidad o falta de
capacidad de las sociedades para domi-
nar la tecnología, y en particular las que
son estratégicamente decisivas en cada
período histórico, define en buena medida
su destino, hasta el punto de que pode-
mos decir que aunque por sí misma no
determina la evolución histórica y el cam-
bio social, la tecnología (o su carencia)
plasma la capacidad de las sociedades
para transformarse, así como los usos a
los que esas sociedades; siempre en un
proceso conflictivo, deciden dedicar su po-
tencial tecnológico” (Castells, 1998 Vol. 1: 33)
Nuestra historia nos demuestra que
hemos tenido un desarrollo en etapas con-
sideradas como las grandes del mundo.
En tiempo pre colombinos se emplearon
algunos instrumentos que multiplicaban la
capacidad del hombre y permitían un uso
más eficiente de su energía personal; en-
tre sus herramientas podemos citar la
chaquitaclla, para aflojar, remover y voltear
la tierra, a manera de arado, manipulado
por un hombre. Nuestras culturas llegaron
a fundir metales y hacer aleaciones y tra-
bajar el oro; “ hoy en día se pueden admi-
rar mascaras, pulseras y otros objetos de
arte y utensilios que son pruebas de la
destreza que alcanzaron nuestras culturas
pre-hispánicas en la metalurgia del oro, la
plata y el champi. Sin embargo, su capaci-
dad para dominar el empleo de la energía
calorífica de la combustión no alcanzó, cu-
riosamente, a la metalurgia del hierro”
(Fernández B., 1987:15).
En la época colonial el hierro y el acero
superaron la metalurgia del bronce, de la
plata y del oro de los incas. Así mismo,
caracterizaron el momento la utilización de
tecnologías como la energía del viento y la
de la hidráulica. Esto no significa que nues-
tra culturas pre-hispánicas no hayan de-
sarrollado obras ingenieriles que asom-
bran al mundo, como veremos más ade-
lante. En la República, la presencia de las
máquinas de vapor la navegación a vapor,
significaron adelantos tecnológicos muy
importantes; pero como se podrá apreciar,
traídos de afuera, no conseguimos desa-
rrollar nuestra propia tecnología.
Retomando lo anterior “ El grado de
desarrollo alcanzado por las culturas pre-
hispánicas en el antiguo-Perú, hizo nece-
saria la existencia de uno o varios siste-
mas de medición que precidieron las im-
ponentes obras ejecutadas por los natu-
rales. Los trabajos hidráulicos emprendi-
dos en los valles costeños y en las que-
bradas serranas; la construcción de an-
denes y caminos; la edificación de san-
tuarios, templos y palacios indican que los
indígenas poseían conocimientos de
medición indispensables para realizar
obras de gran envergadura que llenaron
de asombro a los invasores españoles”
(Rostworowski, 1985:379).
Ortloff, nos dice: “la agricultura basada
en el riego permite la existencia de gran-
des poblaciones en el desierto de la cos-
ta del Perú. Ríos provenientes de las altu-
ras andinas cruzan el desierto antes de
desembocar en el Pacífico, y ya alrededor
del primer milenio antes de Cristo, el hom-
bre comenzó a explotar estos recursos
hidráulicos con fines agrícolas. Siendo la
irrigación el único modo de mantener gran-
des poblaciones en el interior de la costa
del Perú, la administración del agua asu-
mió importancia fundamental en el curso
del desarrollo cultural de la Región. Con
anterioridad a la conquista española la
administración de la tierra y los recursos
hidráulicos estaban centralizados y bajo
el control de las autoridades políticas. Esta
interrelación entre irrigación y organización
política ha llevado a clasificar estas co-
munidades del desierto como estados
hidráulicos” (1985:91). También, Ravines,
nos hace una acotación muy importante
cuando nos expresa que “...la tecnología
andina es el resultado de un proceso de
varios milenios, en el cual el hombre lo-
gró apropiarse en integrar un mundo na-
tural a un mundo cultural. En el mundo
andino aparece claramente insinuado el
paso de un estado en que el proceso cul-
tural determinado por la naturaleza alcan-
za otro, en que la voluntad del hombre re-
sulta su principal determinante. La do-
mesticación de plantas y animales, al igual
que los sistemas agrícolas, desarrollo
comunal, transporte, sistemas de regis-
tro y contabilidad, tuvieron consecuencias
de largo alcance” (1978:XVII).
Todo esto significa que el cambio tec-
nológico tan sólo puede ser comprendido
en el contexto de la estructura social den-
tro de la cual ocurre. Sin embargo, dicha
comprensión necesita de algo más que
una descripción históricamente específi-
197
ca de una sociedad determinada. Debe-
mos ser capaces de situar la tecnología
en el nivel y proceso de la estructura so-
cial subyacente a la dinámica de cualquier
sociedad. Esto nos permite afirmar que
dentro del contexto del desarrollo de es-
tas sociedades ha existido una interre-
lación constante, hubo vínculos espacia-
les. Bonavia, remarca con mucha especi-
ficidad cuando expresa que “...las relacio-
nes costa-sierra han existido siempre,
desde la llegada del hombre a la costa y
antes de la época pre-cerámica tardía
ambas áreas estuvieron interactuando
estrechamente. En el pre-cerámico final
ellas estuvieron muy vinculadas, pero me
parece que si se tuviera que hacer un ba-
lance en el sentido de cuál dio más y cuál
recibió más, pienso que es la costa la que
recibió más y la sierra la que dio más. Por
lo pronto la agricultura es casi seguramen-
te una idea serrana y la mayoría de plan-
tas que se cultivaron durante la época pre-
cerámica costeña son originarias de las
serranías o son plantas que provenían del
área de la sierra. Basta echar una mirada
a la lista de estas plantas, para darse cuen-
ta de esto. Además, en el caso del maíz,
esto está plenamente confirmado a nivel
genético” (1996:20).
Históricamente los espacios y los tiem-
pos van acortándose cada vez más. En el
norte peruano tenemos el canal La Cum-
bre conocido también como el canal
intervalle Chicama-Moche, que transportó
antiguamente hacia el sur agua desde el
río Chicama hasta la cuenca del río Moche;
lo que significa que las comunidades
andinas poseían conocimientos tecnoló-
gicos hidráulicos refinados. Por otro lado,
es preciso tener en cuenta que estos fenó-
menos históricos han tenido su vigencia
espacial y temporal que para el momento
trastocaron fronteras. No estaríamos en
condiciones de expresar fenómenos tipos
de globalización; pero que sí han tenido
una repercusión muy grande en al econo-
mía y cultura de estos pueblos.
En estos momentos, en los países pe-
queños, como el nuestro los efectos del
198
fenómeno global se manifiestan en “ el
empuje mundial por la atracción de inver-
siones (que) reduce el espacio de manio-
bra en la política económica de los esta-
dos nacionales. Las principales víctimas
son los países pequeños ¿se puede ser
artífice de su propio desarrollo? Las opor-
tunidades de exportación son mínimas,
pues existen elevados gravámenes a las
exportaciones y costosos trámites; se debe
acentuar en todo caso las características
de la economía exportadora favorable al
aprendizaje tecnológico, al surgimiento de
las empresas nacionales eficientes, tanto
en el sector exportador como en las ramas
conexas” (Aldave H., 1999:A-4).
Es de suponer que el mejor aprove-
chamiento del mercado interno y del po-
tencial exportador presupone una consig-
na política económica. Por tanto, el país
que sepa crear activamente ventajas com-
petitivas en campos específicos podrá
obtener provecho de las oportunidades
que brinda la globalización. En el norte,
particularmente en El Porvenir-Trujillo te-
nemos la industria del calzado que tiene
mucha significación por su tecnología, por
los aspectos socios culturales y el mer-
cado. La micro y pequeña industria, parti-
cularmente del calzado, surge en el déca-
da del 60 “...como una respuesta a la des-
ocupación y subocupación imperante cap-
tando gran parte de la mano de obra ‘no
calificada’ y de la fuerza de trabajo fami-
liar...” (Mozo, 1997: 36-37).
La tecnología muy incipiente en todo
el proceso de fabricación del calzado y la
falta de la energía eléctrica en el 60 no fue
limitante para que la micro y pequeña
empresa surjan. La introducción de la
energía eléctrica y las políticas crediticias
de los proveedores de insumos, conjun-
tamente con los de asesoría y capacita-
ción de carácter promocional ofrecidos por
PROIND-TRUJILLO (Programa de apoyo
a la pequeña industria) conllevaron a que
ésta se extendiese cada vez más y que
las existentes mejorasen sus niveles de
producción, no siempre en términos de
calidad sino fundamentalmente en obte-
ner mayor número de zapatos sobre todo
en épocas de campaña escolar.
Evidentemente los mercados son exi-
gentes y si queremos competir en este
mundo globalizado, tenemos que pensar
en calidad; no olvidemos que “el mercado
mundial de calzado es dominado en un
70% por los productores asiáticos. Sola-
mente China produce el 50% del calzado
mundial, otros productores asiáticos im-
portantes son Indonesia y Taiwán. El res-
to es repartido entre países europeos
como Italia, España, Portugal y algunas
naciones del este de Europa. En América
Latina el principal exportador es Brasil, que
representa el 90% de las exportaciones
de calzado latinoamericanas y aproxima-
damente 10% del mercado americano”
(San Martín y Chuquimango 1999: A-4).
Por la precisión de la información to-
maremos in extenso a San martín y
Chuquimango, quienes con la experien-
cia en el quehacer del calzado nos expo-
nen: “ Exportar a Europa de los países la-
tinoamericanos es un reto complejo por
la distancia y los costos de transporte que
aumentan los tiempos y el precio. Aquí nos
encontramos en una gran desventaja por
el factor de ubicación con relación a los
países productores europeos que en po-
cas horas pueden abastecer a los gran-
des países importadores como Alemania,
Suiza, Holanda. El hemisferio sur está
ubicado fuera de las grandes redes y fre-
cuencias del transporte mundial lo que
aumenta los costos de productos como
el calzado, que es un producto ‘perecible’
en el mercado internacional. Un atraso en
los tiempos de entrega puede significar
la desaparición en el mercado y la devolu-
ción del producto”.
“El Perú no es un país tradicionalmen-
te exportador de calzado. Una de las cau-
sas es que nuestro mercado interno es
estructuralmente pequeño lo cual no ge-
nera una presión suficiente por mayor ca-
lidad y precios competitivos. En nuestro
mercado, los segmentos poblacionales
de mayor dimensión tienen un poder de
compra sumamente bajo que no exige
calidad, sino un calzado económico. De
tal manera que entre lo que demanda
nuestro mercado y lo que podría exportarse
existe una gran diferencia. Exportar es
pues un reto complejo”.
“Trujillo tiene condiciones especiales
en el Perú. Estas están fundamentalmen-
te vinculadas a la aglomeración y especia-
lidad sectorial y concentración geográfica
que generan elementos de competitividad
raramente alcanzados por pequeñas em-
presas aisladas. El sector calzado es pro-
bablemente la única red industrial
estructurada y encadenada que existe en
Trujillo. Sin embargo su capacidad de oferta
a nivel internacional es débil”.
En este contexto MINKA en alianza con
ADEX/AID viene trabajando una primera
fase intensa en los servicios de asistencia
técnica especializada para desarrollar una
oferta exportable, con el objeto de lograr
condiciones técnicas productivas de
estandarización, rendimientos y niveles de
calidad- precio y diseño a niveles competi-
tivos. Cuentan con una cartera de 120 em-
presas asesoradas, con capacidad para
atender pedidos en volúmenes que indivi-
dualmente serían imposibles. A nivel ex-
perimental exportaron a Europa 1200 pa-
res de calzado de caballeros, bajo la su-
pervisión de MINKA que garantizó la cali-
dad al importador austriaco. La producción
fue laborada para la cadena STIEFL
KOENING con tiendas en Austria y Alema-
nia. Esta experiencia exige un mayor traba-
jo por la calidad, precio y diseño.
En el desarrollo agroindustrial en el
desarrollo de la zona es importante des-
tacar, la caña de azúcar y el espárrago que
han transpuesto fronteras, compitiendo en
calidad con los mercados más exigentes
a nivel mundial. De igual manera la cría
de camélidos cuya fibra es exportada a
Francia, Alemania y los Estados Unidos.
Como se podrá apreciar, esta parte del
Perú incursiona en este mundo globali-
zado con una significación mínima.
199
 Ante esto sólo podemos decir que los
retos son grandes y, si las voluntades na-
cionales permiten apoyar la creatividad,
la invención, estaríamos entrando en un
proceso lento, pero seguro que garanti-
cen nuestro papel en el contexto mundial.
Sabemos muy bien que la revolución de
proporciones históricas está transforman-
do las dimensiones fundamentales de la
vida humana: El tiempo y el espacio. Los
nuevos descubrimientos científicos y las
innovaciones industriales están amplian-
do la capacidad productiva de las horas
de trabajo, a la vez que suplantan la dis-
tancia espacial en todos los ámbitos de
la actividad social. “La promesa que su-
pone la tecnología informacional abre ili-
mitados horizontes de creatividad y comu-
nicación, invitándonos a la exploración de
nuevos campos de la experiencia, retan-
do a nuestras sociedades a involucrarse
en un proceso de cambio estructural”
(Castells, 1989: 21).
Decimos entonces, que la globalización
supone la sujeción de todas las econo-
mías incluso las de los países de econo-
mías más avanzadas a la lógica de la com-
petencia y las exigencias de la producción,
el comercio y las finanzas a nivel mundial.
“...El sistema actual debe caracterizarse
como la operación de un sistema econó-
mico global que contiene y en el que se
articulan dinámicas distintas impulsadas
por elementos y agentes globalizadores y,
también, por un sistema de economías
nacionales profundamente afectados por
la operación de tal sistema económico glo-
bal” (Etxezarreta, 1996: 39).
“Las revoluciones tecnológicas forman
parte siempre de un proceso de cambio
más amplio dentro del paradigma tecno-
económico que constituye la base del pro-
ceso de producción, consumo y gestión.
Los descubrimientos científicos y la inno-
vación tecnológica son ambos parte inte-
gral y efecto consecuente de dicho cam-
bio. Por lo tanto, para poder calificar el im-
pacto urbano y regional de nuevas tecnolo-
200
gías, debemos estudiar la transformación
global de las relaciones entre producción,
sociedad y espacio, de las cuales las nue-
vas tecnologías constituyen un instrumen-
to fundamental” (Castells, 1989: 22-23).
De acuerdo a lo planteado, podemos
decir que “ciertamente, el balance global
de la migración andina hacia las ciuda-
des de la costa muestra la gigantesca y
sorprendente capacidad de nuestras po-
blaciones para recrear sus condiciones
de reproducción social y cultural en las
más adversas condiciones naturales,
climáticas, económicas e institucionales;
su extraordinaria creatividad y capacidad
innovadora para reproducir su cultura de
trabajo y solidaridad, su capacidad par
articular, dialécticamente, sus intereses
familiares con los sociales o grupales.
Resultado de esta capacidad son gran
parte de los gigantescos distritos de Lima
y de otras grandes ciudades de la costa y
de la propia sierra; la extendida presencia
de la pequeña y microempresa respon-
sable de generar la mayor cantidad de
empleos para los pobres; el surgimiento
de una gran variedad de organizaciones
funcionales para la sobrevivencia y el de-
sarrollo, y para la reproducción de sus
manifestaciones culturales. Resulta
destacable también su capacidad para
mantener vigente el cordón umbilical que
los vincula a sus comunidades de origen
y su papel activo y determinante en el cam-
bio y desenlace de los procesos sociales
y políticos del país” (Barrenechea, C.,
1996: 21-22).
Como decíamos, cada uno de los pue-
blos tiene su dinámica propia, tiene su
capacidad natural de enfocar y resolver
sus problemas; sólo falta una intención
política que permita impulsar el desarro-
llo de los espacios sociales marginados,
excluidos y, puedan a partir de ello tener
presencia no solamente productiva, sino
también política, social y económica en
este mundo donde lo global trata de im-
poner condiciones.
 CONCLUSIONES
· La globalización es un fenómeno que
supedita a todas las economías, in-
cluso los países más desarrollados
están enmarcados dentro de la
competitividad y las exigencias de la
producción, el comercio y las finan-
zas a nivel mundial.
· En este mundo globalizado la partici-
pación de los países periféricos es
casi nula, lo que significa que el de-
sarrollo alcanzado por estos no es
suficiente para competir con los paí-
ses altamente industrializados. No
existe igualdad de condiciones.
· En el norte peruano encontramos la
industria del calzado como un expo-
nente de desarrollo en este rubro, a
parte de la agroindustria y la de
camélidos, que vienen transponien-
do fronteras, a pesar de la dura com-
petencia de los mercados y produc-
tores existentes a nivel internacional.

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202
 ROLES DE LA GERENCIA CON EL CAMBIO DE
MODELO EMPRESARIAL EN LAS EMPRESAS
AGRARIAS AZUCARERAS*
La alternativa privatista de las empre-
sas agrarias cooperativizadas se inicia
con el restablecimiento en el país, del ré-
gimen democrático en 1980, cuando en
noviembre de dicho año el Presidente
Fernando Belaúnde T. promulga el De-
creto Legislativo 02 “Ley de Promoción y
Desarrollo Agrario” que en su Art. 80 dice
que las “empresas agrarias asociativas
podrán decidir libremente sobre el mo-
delo empresarial”. Esto dio lugar al
parcelamiento de las cooperativas agra-
rias de producción que prácticamente
desaparecieron como tales al finalizar di-
cha década. En el caso de las cooperati-
vas azucareras, el establecimiento de la
Junta Interventora de la Central de Coo-
perativas Agrarias (JICCA) en 1977 y con
ello la desactivación de la Central de Coo-
perativas Azucareras (CECOAP) que fue
liquidada en 1981, significó un largo pro-
ceso de cambios del modelo empresa-
rial, propiciado por el gobierno central que
termina en 1996 con la conversión legal
de las 12 cooperativas azucareras en
empresas de sociedad anónima en apli-
cación del Decreto Legislativo 802.
Los estudios de las diversas comisio-
nes de alto nivel que analizaron las condi-
ciones de desarrollo de la industria azu-
* El presente artículo corresponde al cuarto capítulo del libro inédito ”Gestión: Modelos y Experien-
cias Gerenciales en las Empresas Agrarias Azucareras”, producto de la investigación realizada por
los antropólogos sociales José F. Elías Minaya y Carlos Borrego Peralta el año 1997. Los autores son
profesores de la Escuela de Antropología Social de la Facultad de Ciencias Sociales –UNT.
JOSÉ F. ELÍAS MINAYA
CARLOS BORREGO PERALTA
carera, con propósitos de reactivación, se
entramparon ante el condicionamiento de
cambio de modelo empresarial y la adop-
ción de medidas económicas que provo-
có la resistencia de los defensores de la
corriente cooperativista, desde sus pro-
pios actores y los organismos de integra-
ción que los representaba (órganos de go-
bierno, gerentes, sindicatos central de tra-
bajadores azucareros, frentes de defen-
sa, entre otros). Es así como el Programa
de Rehabilitación de la Industria Azucare-
ra (PRIA) nombrada por el gobierno de
Belaúnde Terry, en 1984 informó que entre
1976 y 1986 las cooperativas habían acu-
mulado pérdidas equivalentes a 369 mi-
llones de dólares, que el patrimonio se
había reducido a 33 millones de dólares,
llegando a una relación deuda/capital de
7,7 a 1. Consideraba que 7 de las 12 coo-
perativas estaban prácticamente quebra-
das; que existían 13,361 trabajadores en
exceso en este sub sector. Basándose en
esta situación el Programa proponía la
privatización de dichas empresas lo que
significaba adoptar serías medidas de
ajuste. Otras comisiones tomaron como
referencia las conclusiones y recomenda-
ciones del PRIA, haciéndose, desde en-
tonces, persistente la pugna entre los re-
presentantes de las empresas y el gobier-
no que paulatinamente iban ganado adep-
tos dentro de las propias cooperativas. En
los cuadros anexos se observa la tenden-
cia decreciente de la producción, luego de
alzas significativas a mediados de la dé-
cada del 70.
Los resultados reflejados en la baja
de la producción y productividad, el creci-
miento incontrolado de las deudas, la
descapitalización, los problemas de ges-
tión traducidos en desorden e indiscipli-
na laboral, han sido tan contundentes que
la promoción del gobierno por el cambio
de modelo empresarial fue convenciendo
a los trabajadores aferrados a las frustra-
das posibilidades del cooperativismo.
Fueron admitiendo la opción del nuevo
modelo como última salida para mante-
ner sus ingresos familiares.
Fue con la política neoliberal del Ing. A.
Fujimori que en forma agresiva se termina
la etapa de conversión legal a sociedades
anónimas. Mediante el Decreto Legislativo
653 (30.6.91) “Ley de Promoción de Inver-
siones en el Sector Agrario” y otras nor-
mas complementarias (D.S. 018-91-AG,
Decreto Ley 25602), se propicia los prime-
ros cambios en San Jacinto (Santa), El In-
genio (Lima), Chucarapi (Arequipa) y
Chiclín (anexo independizado de Cartavio
en La Libertad). Sin embargo, va a ser de-
finitivo el Decreto Legislativo 802 (13.3.96)
para la conversión de todas las cooperati-
vas en sociedades anónimas. Pues con el
pretexto de sanear las deudas de las coo-
perativas con el Estado (Sistema Unitario
Nacional de Administración Tributaria,
SUNAT; Instituto Peruano de Seguridad
Social, IPSS; Fondo Nacional de Vivienda,
FONAVI, Oficina de Normalización Provisio-
nal, ONP), como condición previa a su
reactivación económica, propone en dicho
dispositivo legal, la condonación hasta el
70% de los montos totales de los adeudos,
deducibles éstos en acciones. Obliga así
a las cooperativas a convertirse en empre-
sas de sociedad anónima. Estimula esta
propuesta mediante la redistribución de di-
chas acciones entre los trabajadores so-
cios activos y jubilados. Considerando que
204
esto es lo definitivo para sanear la econo-
mía de estas empresas, establece los pro-
cedimientos de consulta para acogerse al
dispositivo en mención, a través de tres
alternativas: Primero, pago al contado de
los adeudos reducidos al 40% (condona-
ción 60%) conservado el modelo coopera-
tivo. Segundo, condonación del 70% de las
deudas al SUNAT, IPSS y ONP a condición
que éste monto se convierta en acciones a
redistribuirse entre los socios trabajado-
res activos y jubilados, así mismo exige la
capitalización del 50% de la compensación
de tiempo de servicios determinada al 31
de diciembre de 1995 y la totalidad de los
adeudos laborales distintos a la C.T.S. co-
rrespondiente a remuneraciones y bonifi-
caciones directas e indirectas a la fecha
antes indicada. De aceptarse esta alterna-
tiva debe en el mismo acto designarse a
los integrantes de la Comisión Transitoria
de Administración y Adecuación. Tercero,
pago fraccionado del total de los adeudos
en el plazo de seis años con dos de gracia,
debiendo abonarse en efectivo, como cuo-
ta inicial, hasta el 20% de la deuda actuali-
zada. Esta alternativa permite la conserva-
ción del modelo cooperativo. Las empre-
sas que no se acojan a alguna de estas
opciones serán reestructuradas empresa-
rial-mente por el gobierno en aplicación del
D.L. 26116 (Art. 6).
Como puede apreciarse, todas las coo-
perativas fueron inducidas a la segunda
alternativa, por lo que hasta el mes de
agosto de 1997, las 12 cooperativas azu-
careras y otras derivadas por separación,
adoptaron el modelo empresarial de so-
ciedad anónima, luego de un período de
administración transitoria y adecuación a
dicho modelo.
Este primer paso dio lugar a la confor-
mación de sociedades anónimas de
accionariado laboral, forma típica, donde
los accionistas son a la vez trabajadores,
por lo que son una variante de las socie-
dades anónimas de accionariado difun-
dido normado por el Decreto Legislativo
672 que propicia la participación privada
de pequeños inversionistas hasta no más
del 1% del total de las acciones emitidas
para ser considerado accionista en este
tipo de sociedad anónima.
Mientras un sector de los trabajadores
de las ex cooperativas encuentra en esta
modalidad una posibilidad de regulariza-
ción para emprender la administración
empresarial autogestionaria con fuerte res-
tricción de la participación asociativa y una
mayor autonomía de la gerencia, otros con-
sideran la necesidad de una mejor rede-
finición del modelo a través de la sociedad
anónima clásica con el accionariado mo-
nopolizado por inversionistas privados.
Esta última opción, a toda vista, es el
objetivo del gobierno, con su empeño de
propiciar la transferencia de las acciones
a inversionistas privados, por cuanto el
cambio de modalidad empresarial con el
accionariado en poder de los trabajado-
res, no cambia significativamente el mo-
delo cooperativo; aun más, lo considera
intranscendente para encaminarse a la
reactivación económica ya que el conjunto
de las ex cooperativas requieren cerca de
300 millones de dólares para dicho fin. Con
este propósito promulgó el Decreto de Ur-
gencia 087-97 (05.9.97) que desestima la
transferencia de acciones por intermedia-
rios autorizados por la Comisión Nacional
Supervisora de Empresa y Valores
(CONASEV) y propicia la subasta pública
de acciones a nivel internacional, con el
argumento que dicha norma protege los
intereses de los accionistas de los co-
merciantes de bolsa inescrupulosos, con-
dicionando en cambio a los inversionistas
a invertir realmente. Este intervencionismo
provocó el rechazo unánime lográndose su
derogación con el Decreto de Urgencia 108-
97 AG (06.12.97).
La contienda entre los trabajadores
azucareros y el gobierno privatista a en-
trando a un relativo entendimiento como
en circunstancias anteriores. Los trabaja-
dores retoman la posibilidad de subsistir
como sociedad anónima con accionariado
laboral mientras el gobierno continuará
propiciando su conversión final en socie-
dad anónima ordinaria con presencia de
accionistas mayoritarios.
La organización de una empresa de so-
ciedad anónima comprende organismos
asociativos y de ejecución. En el primero
están la Asamblea de Junta de Accionis-
tas y el Directorio, se incluye condicional-
mente el Consejo de Vigilancia; en el se-
gundo está propiamente la organización
empresarial a partir de la Gerencia. La
empresa clásica de sociedad anónima, a
diferencia de la cooperativa agraria azuca-
rera tiene como miembros de los órganos
asociativos a los socios capitalistas pro-
pietarios de las acciones que son valores
nominales del capital social y laboral; y en
el órgano de ejecución a los empleados y
asalariados que por contrato laboral ven-
den su fuerza de trabajo a la empresa. En
cambio, como se sabe, en la cooperativa
ambos tipos de órganos se integraron en
un solo actor social, los trabajadores. La
dualidad de roles ha sido el punto neurál-
gico de los impactos de las relaciones pro-
piamente capitalistas y particularmente de
la política anticooperativista de los gobier-
nos de turno de corte neoliberal.
La sociedad anónima de accionariado
laboral conserva la dualidad del coopera-
tivismo, a través del socio accionista-tra-
bajador que reemplaza al socio coopera-
tivista-trabajador. Se presume que en esta
empresa la interferencia de los órganos
de gobierno será controlada por una ma-
yor autonomía gerencial. Sin embargo, los
representantes del gobierno central y de-
terminados sectores de trabajadores opi-
nan que reproducirán los problemas del
cooperativismo, por lo que están propug-
nando la transferencia de acciones a
inversionistas privados y de ese modo
concretar la empresa clásica de sociedad
anónima.
Esta etapa de transición permite
visualizar los retos de la estructura gerencial
a la luz de la experiencia y de los comporta-
mientos sociales y culturales en el manejo
de los recursos materiales y de la admi-
nistración de factor humano.
205
 1. LA GERENCIA EN LA ETAPA DE ADMI-
NISTRACIÓN TRANSITORIA Y ADECUACIÓN
Las Comisiones Transitorias de Admi-
nistración y Adecuación (CTAA) de acuerdo
al Art. 34 del D.L. 802 están conformadas
por cinco trabajadores: tres activos y dos
jubilados, elegidos por todos los socios tra-
bajadores activos y jubilados. En este últi-
mo por aquellos que aun tienen vinculo con
la empresa por concepto de deudas de
bonificación por tiempo de servicios. Por el
Art. 35 las CTAA asumen las funciones de
los órganos asociativos de la cooperativa y
la conducción del proceso de adecuación
al nuevo modelo empresarial. No le seña-
la funciones administrativo gerenciales que
taxativamente y con mayor criterio corres-
ponde a la gerencia Sin embargo en la
práctica esto no ocurre. Los presidentes
de las Comisiones Transitorias al igual que
los presidentes de los Consejos de Admi-
nistración anteriores, centralizan el poder
de decisiones asociativas y las propiamen-
te gerenciales, actuando estos como se-
cretarios técnicos. Nuestros entrevistados
al respecto indican en el 85% que es el
presidente de la comisión quien dirige la
marcha ejecutiva de la empresa, mientras
que el 11% refieren que es el gerente y su
staff. Estas apreciaciones según empre-
CUADRO 01: Quién Dirige la Marcha Ejecutiva de la Empresa en la Etapa de
Adecuación al Modelo de Sociedad Anónima. Opinión de los Trabajadores, Según
Empresas, Área Ocupacional y Grupo Técnico Laboral (Valores Relativos)
Empresas
Respuestas Total Casa
Laredo Cartavio
Grande
El Pdte. Com. Transit. 85 87 82 86
El Gerente y su Staff 11 9 15 7 18
No sabe 4 4 3 6
TOTAL 100 100 100 100
Fuente: Registro de Encuestas. Mayo 1997.
206
sas, áreas ocupacionales y grupos técni-
co laborales se presentan a continuación:
Todos los segmentos de trabaja-
dores que analizamos destacan la pre-
sencia del presidente de la comisión en
la marcha ejecutiva de la empresa. Sin
embargo, en mayor proporción destacan
esta opinión, en Laredo con el 87% de los
informantes, en Casa Grande con el 86%,
también en el área ocupacional de cam-
po con el 89%, así mismo en los grupos
de obreros y técnicos con el 88% y 86%
respectivamente. En cambio los segmen-
tos que destacan con mayor porcentaje la
acción gerencial son los profesionales
con el 19%, Los trabajadores de las áreas
de administración con el 18% y servicios
con el 14%. También en la empresa
Cartavio con el 15%.
Esta situación determina para que gran
parte de los trabajadores manifiesten que
no hay cambio significativo en la empresa
y que de continuar en esta forma, persisti-
rán los problemas de la cooperativa.
Lo que si se ha superado son las
interferencias entre directivos y gerentes,
ahora se evidencia una mayor coordina-
Área Ocupacional Ubic. Téc. Laboral
Administr. Servicio Campo Fábrica Obreros Técnicos Profesión
80 82 89 85 88 86 79
14 8 9 8 7 19
1 4 4 6 3 7 2
100 100 100 100 100 100 100
ción y también un sometimiento consen-
sual, a diferencia del sometimiento obli-
gado, de los gerentes a las políticas que
impone el presidente y el grupo de su
entorno. También se evidencia mayor or-
den y disciplina a tal punto que muchos
trabajadores demuestran sus temores de
excesos arbitrarios. Hay una suerte de
poder despótico con el que se quiere res-
tablecer la disciplina laboral.
2. LA GERENCIA EN LA EMPRESA DE
SOCIEDAD ANÓNIMA DE ACCIONARIADO
LABORAL
No existen planeamientos definidos de
la empresa de sociedad anónima con el
predominio de las acciones en poder de
los trabajadores, en todo caso, los pro-
pios trabajadores lo consideran como una
etapa transitoria al modelo de sociedad
anónima con predominio de inversionistas
mayoritarios. Particularmente, los técnicos
y profesionales, así como los trabajado-
res con cargos de jefatura, consideran que
el cambio de modelo empresarial es a la
sociedad anónima de corte clásico u ordi-
nario. A este tipo de empresa definitiva-
mente tendrá que llegarse por venta de
las acciones de los actuales socios con lo
que se romperá la relación dual de socio
accionista-trabajador.
De los actuales tenedores de acciones
en la empresa, los jubilados son los más
interesados en vender, como última alter-
CUADRO 02: Es posible o no evitar que los Trabajadores Accionistas
vendan sus acciones. Opinión según Empresas, Área
Ocupacional y Grupo Técnico Laboral (Valores Relativos)
Empresas
RespuestaS Total
Laredo Cartavio
Es imposible evitar 39 43 42
Es posible evitar 54 46 54
No sabe 7 11
TOTAL 100 100 100
Fuente: Registro de Encuestas. Mayo 1997.
nativa de disponer dinero en efectivo de su
compensación de años de trabajo en la
empresa. En cambio los trabajadores acti-
vos, y particularmente los trabajadores jó-
venes, están en la alternativa de mantener
su condición de accionistas mayoritarios a
fin de evitar los reajustes económicos y
administrativos que se implantará de ha-
ber accionistas privados mayoritarios. Por
lo que estas preocupaciones y expectativas
se han convertido en corrientes de opinión,
lucha y hasta enfrentamiento. Cuando a los
entrevistados consultamos si realmente se
podría evitar que los socios vendan sus ac-
ciones, un 54% opinó que es imposible evi-
tar esta decisión, en tanto que el 39% expre-
só que sí es posible evitar la venta de accio-
nes. Esta situación según empresas, áreas
ocupacionales y grupos técnico laborales se
presenta en el cuadro Nº 2.
Todos los segmentos de trabajadores
consultados manifiestan que es imposi-
ble evitar que los trabajares vendan sus
acciones, sin embargo, esta relación es
inversa en el caso del grupo de los obre-
ros donde un mayor porcentaje con 48%
dice que si se puede evitar en relación
con el 40% que refiere que no se puede
evitar. La opinión mayoritaria de vender las
acciones se sustenta en las facultades
que les otorga su condición de propieta-
rios y a lo establecido por la ley de socie-
dades mercantiles. En consecuencia, la
corriente que propicia no vender las ac-
ciones es frágil y tendrá que definirse en
la práctica de la gestión empresarial y
Área Ocupacional Ubic. Téc. Laboral
Casa
Administr. Servicio Campo Fábrica Obreros Técnicos Profesión
Grande
27 42 39 39 37 48 39 31
67 50 47 55 58 40 55 64
4 6 8 14 6 5 11 6 5
100 100 100 100 100 100 100 100
207
 CUADRO 03: Apreciaciones Acerca del Futuro de los Trabajadores en la
Empresa de Sociedad Anónima. Opinión Según Empresas, Área
Ocupacional y Grupo Técnico Laboral (Valores Relativos)
Empresas
RespuestaS Total Casa
Laredo Cartavio
Grande
Mucho optimismo 35 34 42 21
Con incertidumbre 61 60 55 74
No sabe 5 5 3 5
TOTAL 100 100 100 100
Fuente: Registro de Encuestas. Mayo 1997.
particularmente con la redefinición del ejer-
cicio de funciones de los órganos
asociativos y propiamente gerenciales.
Por lo que va hasta el momento, la prác-
tica gerencial en la empresa de
accionariado laboral tiene la posibilidad de
realizar la administración autogestionaria,
para tal fin tiene que imbuirse de los postu-
lados básicos de la autogestión y tener en
cuenta los diferentes aspectos que hemos
analizado y sustentado en este estudio. Sin
embargo, mientras se aprecia una corriente
ideológico político por mantener el
accionariado en los trabajadores, no hay
propuestas claras de como implementar
la gestión administrativa gerencial, y peor
aun, casi todo el sector de técnicos y profe-
sionales están en la propuesta de capear
este trance y esperar el establecimiento de
la sociedad anónima con accionistas pri-
vados mayoritarios.
La reciente experiencia en Chiclín, anexo
independizado de Cartavio, que fue la pri-
mera en la región La Libertad en adoptar el
modelo de sociedad anónima con
accionariado laboral, no es nada alentador,
por cuanto tanto los órganos asociativos
mantienen los rasgos del cooperativismo a
través de golpes de estado por
cuestionamiento a la gestión del directorio;
208
Área Ocupacional Ubic. Téc. Laboral
Administr. Servicio Campo Fábrica Obreros Técnicos Profesión
42 25 28 39 37 31 37
55 69 66 58 59 62 61
2 6 3 3 3 7 2
100 100 100 100 100 100 100
de igual manera, la gerencia no ha desarro-
llado estrategias que respondan a los inte-
reses de los trabajadores, esto es, estrate-
gias autogestionarias, sino por el contrario,
amparado en la posibilidad de acumular
acciones, han desechado dicha alternativa.
Pero tampoco pueden desarrollarse ya que
su accionariado siendo mayoritario es to-
davía precario dado la capacidad de ges-
tión sociopolítica de los trabajadores. Tam-
poco dicha gerencia ha demostrado desa-
rrollo empresarial en base a la repoten-
ciación de las inversiones, sino solamente
en base a la precaria administración de los
escasos recursos disponibles, ya que con
un mayor sometimiento a los trabajadores
pueden obtener dividendos, dado las gran-
des potencialidades del cultivo e industriali-
zación de la caña de azúcar.
Estas circunstancias promueven acti-
tudes de desconcierto, temor e inseguri-
dad cuando se refieren al futuro de su con-
dición de trabajadores. Al respecto el 61%
de los entrevistados ven su futuro con in-
certidumbre. En cambio el 35% se siente
optimista. Esta situación según empre-
sas, áreas ocupacionales y grupos técni-
co laborales se presenta en el cuadro 3.
En todos los segmentos de trabajado-
res hay temor acerca de su condición laboral
en la empresa como sociedad anónima,
sin embargo, estos temores son mayores
en Casa Grande con el 74%, en las áreas
ocupacionales de servicios y de campo con
el 69% y 66%, así mismo en los grupos ocu-
pacionales de técnicos y profesionales con
el 62% y 61% respectivamente.
Los temores se refieren a la pérdida o
reubicación de sus puestos de trabajo por
reorganización de la estructura de cargos
y puestos y de la calificación del personal
que necesariamente deberá realizarse. En
Laredo, Cartavio, Casa Grande y otras
empresas, en la etapa de administración
transitoria han efectuado reubicaciones
del personal del área de servicios gene-
rales al área de campo. La perspectiva es
reducir al mínimo o desaparecer dicha
área teniendo en cuenta que los servicios
sociales que brindan las cooperativas
serán transferidos a la administración
municipal o del gobierno central y regio-
nal (salud, educación, comunicaciones,
transporte, servicios urbanos; entre éstos,
servicios de agua potable, desagüe, baja
policía, abastecimiento, mercados, etc.)
La administración gerencial por influjo
de los órganos de gobierno de la socie-
dad anónima de accionariado laboral,
desarrollarían un amplio programa de
reubicaciones y un mínimo de despidos,
tratando en lo posible de generar nuevas
fuentes de trabajo, según refieren los tra-
bajadores que lideran esta alternativa. En
cambio, presuponen que en la sociedad
anónima ordinaria habrá fuertes reajus-
tes administrativos mediante despidos y
congelación de salarios.
Por eso, cuando se preguntó cómo
aprecian el futuro de la empresa con el
modelo de sociedad anónima, el 23% de
los entrevistados dijo que se fortalecerá
con los trabajadores como accionistas, en
tanto que el 69% manifestó que la empre-
sa pasará a inversionistas privados. Las
expectativas que la empresa se mantenga
como sociedad anónima de accionariado
laboral es sensiblemente inferior de la al-
ternativa de su transformación en socieda-
des anónimas con accionistas privados
mayoritarios, esto es el modelo clásico u
ordinario de sociedad anónima. Esta si-
tuación según empresas, áreas ocupacio-
nales y grupos técnico laborales se pre-
senta en el cuadro 4.
Aun cuando todos los segmentos que
analizamos sostienen que será prevalecien-
te la empresa de sociedad anónima con
accionistas privados mayoritarios, hay ma-
yor énfasis en esta propuesta en Cartavio y

CUADRO 04: Tipo de Empresa de Sociedad Anónima que será

prevaleciente. Opinión según Empresas, Área Ocupacional
y Grupo Técnico Laboral (Valores Relativos)

Empresas Área Ocupacional Ubic. Téc. Laboral

Respuesta Total Casa

Laredo Cartavio Adm inistr. Servicio Campo Fábrica Obreros Técnicos Profesión
Grande

Base trabajad. Accionist. 23 26 22 20 24 22 22 22 29 26 14

Pasará inversión Privad. 69 66 71 72 70 63 69 72 61 65 81

No sabe 8 8 8 9 7 16 8 6 9 9 5

TOTAL 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100

Fuente: Registro de Encuestas. Mayo 1997.

209
Casa Grande con el 71% y 72% , también
en las áreas de administración y fábrica con
el 70% y 72% y en el grupo de profesionales
con el 81%. Señalan que la empresa con
trabajadores accionistas no cambia en los
aspectos básicos los problemas de la coo-
perativa por cuanto la doble condición de
ser socio accionista y trabajador es prácti-
camente similar a la doble condición de
socio cooperativista y trabajador.
En consecuencia, mientras que los
privatistas señalan que la gerencia en sus
características y manifestaciones tendrá los
mismos defectos de la gestión gerencial
cooperativa; los representantes de la so-
ciedad anónima de accionariado laboral,
expresan que este modelo corrige aspec-
tos estructurales del sistema cooperativo,
que viabiliza una gerencia con mayor auto-
nomía, y de otro lado, define las atribucio-
nes de la Junta de Accionistas y del Direc-
torio evitando la interrelación de dependen-
cia funcional que existió en la cooperativa.
Esto superará el asambleismo y las
interferencias al trabajo gerencial. Además
de ello la gerencia deberá asumir la ges-
tión gerencial autogestionaria.
3. PERSPECTIVAS DE LA GESTIÓN
GERENCIAL EN LA EMPRESA DE SOCIE-
DAD ANÓNIMA CLÁSICA CON ACCIONIS-
TAS PRIVADOS MAYORITARIOS
El restablecimiento del orden y la dis-
ciplina laboral habrá de concretarse de
modo más expeditivo con la empresa de
sociedad anónima clásica, porque su es-
tructura y racionalidad verticalista e
impositiva se adecua a las manifestacio-
nes culturales de dominación y dependen-
cia predominante en nuestra sociedad.
La discriminación social y el carácter
segmentario, particularmente en los sec-
tores rurales, a la vez que posibilitan las
relaciones de subordinación, dificultan la
configuración clasista y la toma de con-
ciencia de las relaciones de explotación.
Lo segmentario se expresa por los ras-
gos familísticos, confianza y amistad so-
bre la base de lo cual se configuran gru-
pos de interés relativamente compactos
210
que se autoprotegen en función de la con-
secución de objetivos personales.
Por eso cuando los trabajadores re-
claman la necesidad de orden y discipli-
na, su implementación se ubica dentro de
dos extremos: el autoritarismo verticalista
y explotador que recuerdan al sistema de
hacienda y del que tienen temor y lo re-
chazan, y de otro lado, el consensual, no
igualitarista pero sí equitativo, reforzado
con capacitación permanente a todos los
trabajadores. Esta última, de algún modo,
se vincula con la experiencia cooperativa
que ha demostrado su carácter humanis-
ta y que actualmente, la empresa capita-
lista moderna está tomando en cuenta
como mecanismo de mediación a la con-
secución de sus fines.
La administración gerencial aparte de
restablecer el orden y la disciplina deberá
ser vigilante del cumplimiento de las fun-
ciones y responsabilidades en todas las
instancias jerárquicas aplicando los
correctivos y sanciones cuando sean justi-
ficadas. Evaluar periódicamente los pla-
nes y programas y la participación de los
trabajadores en base a resultados por lo
cual deberá otorgarse estímulos y recono-
cimientos. La planificación de las activida-
des en todas sus instancias en términos
de objetivos y metas de corto, mediano y
largo plazo son requerimientos básicos.
Otros aspectos significativos son el
reconocimiento y respeto de los niveles
jerárquicos de mando, la centralización de
las decisiones de orden ejecutivo en la
gerencia con delegación de mando con
criterio de unidad.
Las jefaturas en sus diferentes nive-
les deberán recuperar su capacidad de
control mostrándose exigentes en base
al ejemplo como procedimientos para re-
cuperar el respeto de los subalternos y
por tanto mayor rendimiento en el trabajo.
Estas son expectativas de los trabaja-
dores y de los promotores de la privatización,
que en cierto modo son relativamente fáci-
les de llevarlos a la práctica habiendo defi-
nido determinados requisitos, como el cam-
bio de la razón social que ya se cumplió y la
transferencia de acciones a los
inversionistas privados en cuyo trance se
encuentra actualmente. Sin embargo, hay
otro tipo de situaciones que entramparán
este proceso, pese la voluntad política y
manipulación del gobierno central. Dichos
problemas son: la expectativa de seguridad
de los inversionistas por la colocación de
sus capitales, en términos de más o me-
nos riesgo que deviene de la evaluación de
las potencialidades de reacción de los tra-
bajadores frente a mecanismos de austeri-
dad con visos de explotación capitalista, así
como de los vaivenes de apogeo y crisis
por la que la industria azucarera peruana a
atravesado históricamente. A estos proble-
mas no escapa las políticas del gobierno
que necesariamente tendrá presencia fren-
te a las incongruencias del mercado, cuan-
do los nuevos propietarios de la industria
azucarera, en su lógica de ganancia, im-
pongan precios internacionales en el mer-
cado interno. El desbalance de ingresos o
capacidad de gasto de la población y los
costos cada vez crecientes, en economías
subdesarrolladas como la peruana, siem-
pre ha sido un problema que no se resuel-
ve en el mercado, particularmente con pro-
ductos básicos de consumo popular como
el azúcar, sino a través de la mediación es-
tatal. Por ejemplo, el gobierno continuará
otorgando sobretasas arancelarias al azú-
car importada para mantener precios favo-
rables a los productores y a los consumido-
res, o adoptará sobrecargas de precios a
las precarias economías de la población
para favorecer a los empresarios.
El comportamiento de la política econó-
mica nacional no funciona automáticamente
como el mercado, sino en función de intere-
ses de grupos, sectores, partidos. La admi-
nistración gerencial, que en este aspecto
ha sido débil durante el régimen cooperati-
vo, seguramente tendrá que fortalecerse
con el régimen estrictamente privado. Las
presiones de los industriales y de los traba-
jadores, así como del conjunto de la pobla-
ción , dentro de la perspectiva neoliberal,
aun cuando los primeros sean favorecidos,
propiciará también a un proceso de
reactivación de los gremios laborales y de
la participación organizada de la ciudada-
nía, procesos que se avizoran como meca-
nismos de defensa de las condiciones mí-
nimas de vida.
El trance actual radica en el carácter y
condicionamiento del financiamiento que
permita el reflotamiento de industria azu-
carera nacional en las ex cooperativas,
ahora transformadas en empresas de
sociedad anónima. Las experiencias de
Chiclín, Paramonga, San Jacinto ilustran
temores en el sentido que la venta de ac-
ciones no constituirán aportes significati-
vos para inversiones propiamente. De otro
lado, la esperanza que el comprador de
acciones realice realmente inversiones no
son alentadoras. La modalidad de res-
ponsabilidad compartida (“joint venture”)
de acuerdo al trámite de ciertas negocia-
ciones podría ser una alternativa viable
para los trabajadores y los inversionistas,
situación que permitiría una mutua eva-
luación en el mismo proceso de desen-
volvimiento de las negociaciones. En cam-
bio la subasta de acciones en el mercado
internacional que había promovido el go-
bierno mediante el D.U. 087-97-AG, apar-
te de ser una exagerada manipulación
estatal, no garantizaba realmente inversio-
nes concretas pese que ésta era un
condicionamiento.
Desde la perspectiva de los trabaja-
dores, además de lo mencionado, otros
aspectos que podrían dificultar el éxito del
modelo empresarial de sociedad anóni-
ma, son: el hecho que no se produzca
cambio de actitud en los trabajadores se-
gún la opinión del 33% de los entrevista-
dos, luego por la falta de concretización
de financiamiento según el 14%, también
por la politiquería que vaya a continuar
entre los trabajadores y los agentes políti-
cos externos así como por la persistencia
de la irresponsabilidad del personal con
jerarquía de mando, en ambos casos con
el 10% de los entrevistados. Otras opinio-
211
 CUADRO 05 : Problemas Que Podrían Obstaculizar el Éxito del Modelo
Empresarial de Sociedad Anónima. Opinión Según Empresas,
Área Ocupacional y Grupo Técnico Laboral (Valores Relativos)

Empresas Área Ocupacional Ubic. Téc. Laboral

Respues ta Total Casa

Laredo Cartavio Administr. Servicio Campo Fábrica Obreros Técnicos Profesión
Grande

No cambio actitud 35 30 34 46 46 25 33 34 24 39 39

Política barata 10 7 15 6 8 16 10 11 11 9 12

Falta financiamto 14 11 13 20 12 10 16 14 11 12 19

Problemas laborales 5 6 4 9 7 4 8 4 8 6 3

Personal irres ponsab 10 11 11 7 9 14 8 11 7 10 13

Venta de acciones 3 3 4 - 3 4 4 2 3 4 2

Juicios deudas 1 2 1 - - - 1 2 3 1 -

Luchas s indicales 3 3 3 2 3 8 2 2 - 4 4

Fenómenos naturales 1 1 - 2 - - 1 2 1 - 2

Ningún problema 7 8 8 5 4 6 10 8 12 7 3

Sin respuesta 9 17 8 2 9 14 9 10 19 8 3

TOTAL 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100

Fuente: Registro de Encuestas. Mayo 1997.

nes son: la presencia de problemas labo- problema, es destacado en mayor porcen-

rales, la venta de acciones, los juicios por
deudas, las luchas sindicales. Esta situa-
ción según empresas, áreas ocupaciona-
les y grupos técnico laborales se presen-
ta en el cuadro 5.
El enunciado de estos problemas pue-
de ser un referente para el trabajo gerencial
en la perspectiva de superar dificultades
internas y externas. El cambio de actitud
en el trabajador es un requerimiento bási-
co, el hecho que no se produzca esto y se
esté en las tendencias actuales de indife-
rencia y desinterés por el trabajo, como
taje por todos los segmentos de trabaja-
dores que analizamos; sin embargo, es
más sobresaliente en Casa Grande y en el
área de administración con el 46% en cada
caso, también en los grupos de técnicos y
profesionales con el 39%, igualmente, en
cada caso. Planteamientos similares son:
“La participación de los trabajadores / ma-
los hábitos / no sujetarse a las normas /
desconocimiento del modelo S.A. / que no
haya cambio de mentalidad / que la gente
no comprende el alcance del nuevo mode-
lo / ser indiferentes a los acuerdos de los
socios / si continúa la misma gente / si se

212
sigue pensando en un modelo cooperati-
vo / deficiencia de la experiencia cooperati-
va / caer en los mismos errores anteriores
/ falta de ética / romper esquemas
costumbristas de poco rendimiento en ele-
gir a ex-dirigentes del sistema cooperativo
/ falta de respeto, la irresponsabilidad /
desinterés por el trabajo / seguir la misma
rutina de trabajo / no tienen conocimiento /
la desunión de los trabajadores de campo
/ no ser capacitados / con los jóvenes ha-
brá problemas / evaluar y concientizar”.
La falta de financiamiento, ahora de
inversionistas, o de la banca privada don-
de tengan que acceder. Este problema
mencionado en segundo orden es porcen-
tualmente mayor en Casa Grande con el
20%, en el área ocupacional de campo
con el 16% y en el grupo de los profesio-
nales con el 19%. Ideas correlacionadas
son: “Fuerte presión tributaria / tecnolo-
gía obsoleta / de mano no calificada / falta
de financiamiento estatal / falta de inver-
sión / que no tenga capital suficiente para
reinvertir / el temor de los inversionistas /
falta de maquinaria / problemas externos
de deudas / si los inversionistas vienen
tienen que hacer un cambio / limitación
en el área agrícola por la expansión urba-
na / que no haya un buen inversionista /
falta de liquidez económica”.
La irresponsabilidad, particularmente de
los estamentos directivos y del personal de
mando jerárquico es destacada como pro-
blema en mayores proporciones en Laredo
y Cartavio con el 11%, en el área de campo y
en el grupo de los profesionales con el 14%.
Sugerencias semejantes son: “Desconoci-
miento parcial o total de algunos aspectos,
la falta de personal idóneo / la administra-
ción del directorio / mal gobierno de directi-
vas / falta capacidad de administrar / mal
manejo administrativo / la idiosincrasia del
director / la mala administración / los jefes no
deben mezclarse con los trabajadores / elec-
ción de los nuevos directivos / desorganiza-
ción / al no cambiar su estructura”.
Los trabajadores esperan que en la
empresa de sociedad anónima cambie
el comportamiento de los trabajadores en
términos del restablecimiento del orden y
la disciplina. Esperan igualmente, un
mejor desempeño de los estamentos de
gestión, dirección y mandos intermedios.
Expresan su ansiedad en que desapa-
rezca los favoritismos discriminatorios de
grupos en el poder y que haya un proceso
de capitalización en equipos y maquina-
ria para elevar los niveles de producción.
Por eso señalan que si van a venir
inversionistas privados, estos tienen que
cambiar la situación actual.
Consideran así mismo que la empre-
sa privada al restablecer las condiciones
de producción, permitirá la recuperación
de los niveles remunerativos, ya que al
agudizarse la crisis desde fines de la dé-
cada del 80 los niveles de ingresos baja-
ron ostensiblemente. Se recortaron suce-
sivamente los remuneraciones indirectas
y después los servicios sociales, los sa-
larios se pagaban por partes y con retra-
so de varios meses. Esto lo fueron admi-
tiendo, en la expectativa que luego de su-
perar la coyuntura de crisis se restablece-
rían las condiciones alcanzadas en los
mejores tiempos del cooperativismo.
Sin embargo, reconocen que con la
empresa de sociedad anónima tendrán
que lidiar a fin de lograr mejorar sus con-
diciones de vida. En tal sentido, el sindi-
cato, como organismo gremial represen-
tativo de los trabajadores, tendrá que rea-
sumir con mayor intensidad su rol de de-
fensa de los derechos laborales. Al res-
pecto, nuestros entrevistados en el 47%
expresan su acuerdo en que el sindicato
tendrá mayor actividad, el 24% señalan
un parcial acuerdo sobre dicha alternativa
y el 25% refieren su desacuerdo. Esta si-
tuación según empresas, áreas ocupa-
cionales y grupos técnico laborales se
presenta en el cuadro 6.
Pese que mayoritariamente, en todos
los segmentos que analizamos, están de
acuerdo en que el sindicato tendrá una
mayor actividad con la empresa de socie-
dad anónima, encontramos porcentajes
213
 CUADRO 06 : Con la Empresa de Sociedad Anónima el Sindicato se reactivará en
defensa de los derechos de los Trabajadores. Opinión según Empresas, Área
Ocupacional y Grupo Técnico Laboral (Valores Relativos)

Empresas Área Ocupacional Ubic. Téc. Laboral

Respuesta Total Casa

Laredo Cartavio Administr. Servicio Campo Fábrica Obreros Técnicos Profesión
Grande

De acuerdo 47 35 51 58 45 37 55 46 46 51 43

Parcial acuerdo 24 23 27 19 30 22 19 24 25 21 25

En desa- cuerdo 25 35 18 22 22 29 22 27 23 22 30

No sabe 4 6 4 1 3 12 4 3 5 6 2

TOTAL 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100

Fuente: Registro de Encuestas. Mayo 1997

significativos que indican un parcial acuer-
do y desacuerdo. Esto último es más sig-
nificativo en Laredo con el 35%, también
en las áreas de servicios y fábrica con el
29% y 27%, así como en el grupo de pro-
fesionales con el 30%. Estos resultados
se explican porque: primero, nuestros in-
formantes son trabajadores que ejercen
o ejercieron jefatura dentro de la estructu-
ra administrativa de las empresas; segun-
do, particularmente en el caso de Laredo,
el sindicato representa a los trabajadores
de base que ha estado en permanente
oposición a los técnicos, profesionales y
todo el grupo identificados como ex em-
pleados, éstos como resultado de esta
contienda constituyeron su propio gremio
como asociación de empleados, a través
de la cual obtuvieron algunas reivindica-
ciones. Por tal circunstancia, los resulta-
dos revisten importancia. En la opinión del
grueso de trabajadores habría mayor con-
tundencia en la opinión que el sindicato
tendrá mayor vida institucional y lucha por
la defensa de los intereses de los traba-
jadores.
Las empresas agroindustriales azu-
careras, ahora en su nueva situación de
sociedad anónima, no se liberan, pues,
de las contingencias de la vida
sociopolítica nacional e internacional, y de
las crisis del mercado, por lo que las ge-
rencias requieren de personal altamente
calificado en la municipalidad de facetas
que comprende la estructura y funciona-
miento de la empresa moderna que tiene
que articular adecuadamente los aspec-
tos técnico económico con los
sociopolíticos y socioculturales.

214
 REFLEXIONES SOBRE EL DESARROLLO
COMUNITARIO DESDE LA PRÁCTICA DEL
TRABAJO SOCIAL
INTRODUCCIÓN
Trabajo Social actúa en el campo de
la interacción social, entendida está como
el espacio en el que se encuentran y rela-
cionan los sujetos como individuos ó co-
lectivos y en el cual se establecen relacio-
nes de influencia entre ellos. En el diario
quehacer de la profesión se realiza un tra-
bajo interdisciplinario, diferenciando su
accionar por su objeto de acción que está
referido a la atención de necesidades y
problemas sociales que limitan ó blo-
quean el desenvolvimiento de la perso-
na, grupo o comunidad.
Refiriéndonos al desarrollo comunita-
rio, históricamente el Trabajo Social Co-
munitario, aparece como el tercer nivel de
intervención en la práctica profesional, al
comprobarse que en numerosas ocasio-
nes las dificultades que se manifiestan a
nivel individual, son el reflejo de los
condicionantes sociales y políticos en los
cuales el individuo se encuentra inmer-
so: las problemáticas individuales son el
reflejo de los problemas colectivos.
Se plantea asimismo este accionar
frente a la incapacidad institucional de
dar respuestas eficaces a las problemá-
ticas que afectan a amplios colectivos, in-
tentando también superar la tensión en-
tre el trabajo social institucionalizado y no
institucionalizado: que acude al contexto
en el cual se generan los problemas, ana-
lizándolos y actuando. El Trabajo Comu-
OREALIS AGUILAR
nitario tiene antecedentes y precursores
que predeterminaran su existencia, y que
son precisamente reflejo del contexto his-
tórico en el cual surgieron: nos estamos
refiriendo al Desarrollo Comunitario (de ca-
rácter rural ) y a la Organización de la Co-
munidad (de carácter urbano).
I. EL DESARROLLO
COMUNITARIO
El concepto y los programas de Desa-
rrollo Comunitario aparecen en Gran Bre-
taña desde la década del 20, y están espe-
cialmente diseñados y pensados para su
aplicación en las colonias británicas de Asia
y África. Comienzan siendo programas
educativos que posteriormente se amplían
al campo sanitario y productivo, con una cla-
ra voluntad de modernización de las es-
tructuras socioeconómicas de las pobla-
ciones dominadas, con la novedad de que
en su ejecución, requiere siempre de la
participación de las poblaciones afectadas.
La aparición de estos programas se
ubica en un momento histórico en el cual
las potencias coloniales se ven en la ne-
cesidad de llevar a cabo mejoras sociales
y económicas que les permitan mantener
su dominación y aumentar la rentabilidad.
(Bonfiglio,198: 6).
En 1956, la Organización de las Nacio-
nes Unidas (ONU) proclama: «El Desa-
rrollo Comunitario como un proceso, a tra-
vés del cual, los esfuerzos de una comu-
nidad se suman a los de su gobierno
para mejorar las condiciones económi-
cas, sociales y culturales de una comuni-
dad, integrarse en la vida del país y con-
seguir el progreso social»
Concibiéndose de la siguiente manera:
- El Desarrollo Comunitario es un pro-
ceso, entendido en un sentido diná-
mico, cuyo objetivo es la consecución
de niveles de bienestar social y me-
joramiento colectivo de las condicio-
nes de vida, en los aspectos econó-
micos, sociales y culturales de una
determinada colectividad.
- Considerándose el sujeto de la acción,
la propia colectividad. a través de la
participación y la iniciativa, junto al
Estado, mediante la planificación y la
ejecución de programas. (Nogueiras,
1996:50).
1. Organización de la Comunidad
La Conferencia Nacional de Servicio
Social de los EE.UU. celebrada en 1925,
define la Organización de la Comunidad
como:
- Un tipo de Servicio Social que se con-
creta en un Programa cuya finalidad
posteriormente dependerá de la
orientación que se asuma: el desa-
rrollo de las potencialidades del in-
dividuo; la satisfacción de las nece-
sidades de una comunidad, o bien,
la mejora de los servicios y objetivos
de bienestar social (Ander - egg,
1987:61).
- El protagonismo se desplaza del con-
junto de la comunidad a aquellos in-
dividuos o grupos encargados de
satisfacer las necesidades, sean
estos profesionales o voluntarios.
El método de Organización de la Co-
munidad aparece como tal en el Servicio
216
Social Norteamericano como respuesta
a las manifestaciones sociales de la cri-
sis urbana. Surge como método de inter-
vención, no con el objeto de «desarrollar
la comunidad», sino en el campo de ac-
ción de la administración de programas
que provienen de servicios asistenciales
de comunidades urbanas. Estos progra-
mas promovían la integración de la po-
blación con el objeto de combatir las ten-
dencias meramente individualistas pro-
ducto del anonimato de las grandes ciu-
dades. (Gelles, 2000: 637).
Estos programas son paulatinamen-
te ocupados por Trabajadores Sociales,
consolidándose el método de Organiza-
ción de la Comunidad en EE.UU. como el
tercer nivel de intervención después del
de casos y grupo.
2. Aspectos comunes
El elemento común de ambos mode-
los, es la Comunidad, como unidad de
intervención, y es asumida como un “sis-
tema autónomo” e integrado que provee a
cada uno de sus miembros de los recur-
sos necesarios para su vida en sociedad
y que está inserto en un sistema mayor
que es la sociedad en su conjunto.
De esta manera concibe a la comuni-
dad como unidad social, al estar consti-
tuida por personas que poseen intereses
comunes y con conciencia de pertenen-
cia (Aguilar, 2001:23).
Así esta concepción se basa en la ini-
ciativa privada y posibilita al Estado cum-
plir el rol de promover el desarrollo y dar
asistencia a los sectores menos desa-
rrollados afín de que éstos, en base a su
propio trabajo y a un mínimo de ayuda
estatal puedan promover su autode-
sarrollo. Considerando que la mayoría de
países no disponen de recursos econó-
micos suficientes para promover mejoras
en la comunidades, el desarrollo comuni-
tario puede ser considerado como una
forma de atenuar las desigualdades so-
ciales, en la medida que es aplicado en
aquellas áreas donde la inversión de ca-
pital privado no llega, por no ser rentable.
Este apoyo social proporciona una
sensación de pertenencia e integración
social en la comunidad, ya que en este
tipo de relaciones se esperan intrcambios
recíprocos, mutuos y la responsabilidad
por el bienestar es compartida (Barón,
1996: 11).
Otro aspecto común es el hecho de
que ambos recogen y utilizan una variada
gama de técnicas que se derivan del auge
de las ciencias sociales de la época. Es-
tos elementos comunes entre ambos
métodos, tanto en el orden conceptual
como de técnicas de intervención, hacen
que a comienzos de los años 50 haya cier-
ta confusión entre ambos é imprecisión
en el uso de términos. Por lo que inicial-
mente al producto de la confluencia histó-
rica de estas orientaciones se denominó
Trabajo Social Comunitario.
II. PERSPECTIVAS DE
TRABAJO COMUNITARIO
El trabajo comunitario está ligado a una
determinada forma de entender al sujeto
y a la sociedad. Las necesidades de la
persona no se fundamentan únicamente
en los bienes de carácter material, sino
que también existen necesidades de re-
lación, de reconocimiento recíproco que
son esenciales para poder estructurar sus
vivencias y establecer la identidad indivi-
dual y la autoestima.
Las intervenciones comunitarias han
de contribuir a conseguir que la búsque-
da de recursos para afrontar necesidades,
sea concebida de manera colectiva. Para
ello, es necesario potenciar la participa-
ción, la comunicación y la práctica de la
solidaridad, priorizando las atenciones
colectivas sobre las individuales.
Sin embargo actualmente puede con-
siderarse que existe un modelo con ca-
racterísticas asistenciales –individualistas
que se ha agudizado con la extensión de
la crisis económica y la forma de operar
en las instituciones públicas.
Es un modelo que desarrolla una prác-
tica profesional centrada en el tratamien-
to que se da a las personas que son iden-
tificadas con problemas sociales o porta-
doras de problemas sociales.
La atención es fundamentalmente
individualizada, centrada en el sujeto, o en
el mejor de los casos, en el sistema fami-
liar. Ello significa un desajuste constante de
servicios asistenciales, dado que se traba-
ja con una oferta limitada en comparación
con la demanda de atención existente.
La intervención se desarrolla como
una actitud pasiva por parte de profesio-
nales, dado que se mantienen a la espe-
ra de que los usuarios se acerquen al
servicio en demanda de atención. Así, las
acciones preventivas prácticamente, no
existen o no consiguen los resultados
esperados, y la dinámica de funcionamien-
to de los servicios se les atribuye pape-
les puramente asistenciales.
Por otra parte, una comunidad como
la nuestra, que sólo percibe la necesidad
de un servicio cuando se encuentra con
problemas concretos, no solicita servicios
e intervenciones preventivas o promocio-
nales, sino únicamente servicios asisten-
ciales. De esta forma, importantes secto-
res de población, generalmente los más
necesitados quedan al margen de traba-
jo social preventivo y promocional.
El modelo asistencial tradicional facilita
la concepción individualista de los proble-
mas sociales, olvidando al contexto am-
biental y la dinámica social. La intervención
individual y familiar deben ser una parte
más de una intervención social integral.
Estos casos colocan como necesidad
de estas instituciones el de reorientar el
quehacer teniendo como finalidad princi-
217
pal optimizar los recursos de la comuni-
dad y de los individuos que interactúan en
ella Dicha preocupación está siendo asu-
mida por los profesionales en este cam-
po y desarrollada bajo la perspectiva del
Trabajo Social Comunitario.
III. EL TRABAJO SOCIAL
COMUNITARIO
Actualmente y en nuestro contexto pro-
fesional coexisten, diferentes maneras de
acercarse a la definición. En algunos ca-
sos el Trabajo Social Comunitario lo han
comparado al trabajo realizado en un me-
dio abierto, siendo así, cualquier puesto
de trabajo en una área determinada. Sin
embargo podemos indicar con una visión
más integral que es:
- Un nivel de intervención centrada en
la resolución autogestionada de las
necesidades colectivas.
- Su finalidad principal es la promoción
de individuos, grupos y colectivos.
Entendiéndose como promoción la
práctica democrática, propia de un
desarrollo horizontal con sentido de
igualdad que permite la realización
de las personas y el desarrollo de sus
capacidades (Zolezzi, 1991:27).
- El Trabajo Social Comunitario tiene
una función de intervención transfor-
madora, siendo su objetivo concreto
la revitalización y la animación de la
colectividad, impulsando recursos
potenciales, detectando capacidades
latentes y revitalizando las capacida-
des de solidaridad.
Es importante en esta concepción no
desligar el principio fundamental del ser
humano, situándolo en varias dimensio-
nes, por un lado se encuentra el espacio
natural y social que ejercen sobre él, una
influencia determinante durante toda su
vida. Otro es el tiempo que lo provee de un
proceso histórico que lo enriquece y pro-
porciona una identidad, además se suma
218
su sentido de futuro donde se plasma los
anhelos, proyecciones y aspiraciones;
esta totalidad es parte integrante de una
comunidad en la que coopera y mantiene
continuidad de su grupo.
El Trabajo Social Comunitario se ocu-
pa a la vez de responder a las necesida-
des actuales de individuos y familias, a
reducir la cantidad de problemas que de
este tipo pudieron surgir. Su intervención
generará propuestas en beneficio de las
personas de la comunidad, llevándolos a
un proceso de toma de conciencia que
permita la formulación de proyectos facti-
bles, y a la autorrealización del individuo.
Esto sólo será posible si se conocen
las condiciones que obstaculizan o limi-
tan la calidad de vida, cultura e identidad
de las personas implicadas.
El enfoque comunitario en Trabajo
Social surge con fuerza con la práctica
educativa en los sectores populares; ex-
periencias en otros países inducen que
puede ser asumida bajo dos perspecti-
vas, donde la educación es dada a la co-
munidad a fin de que pueda vivir eficiente-
mente como tal y la que capacita a los
individuos para participar positivamente en
la vida de la comunidad; desde esta últi-
ma, países como: España, Chile y Costa
Rica, complementaron programas como
la formación ocupacional, el empleo útil
del tiempo libre y todos los medios que
proporcionan valores y recursos comuni-
tarios (Quintana 1991:12).
Cabe considerar frente a estas preci-
siones, que también se dan programas
como la educación de adultos y la ani-
mación socio-cultural, en el caso del pri-
mero no se circunscribe a elevar el nivel
de instrucción como la alfabetización o
como complemento de la educación es-
colar, sino también a la capacitación de
los individuos para promocionarse en co-
munidad (mediante una mayor integra-
ción, implicancia y calidad de vida de sus
miembros).
 1. LOS COPARTÍCIPES DE LA ACCIÓN
COMUNITARIA
Hacer Trabajo Comunitario es apor-
tar una contribución profesional a una
tarea de naturaleza colectiva, donde en-
contraremos no sólo a trabajadores so-
ciales, sino que éstos compartirán la
acción con otros profesionales, autori-
dades, organizaciones comunitarias y
población objetivo.
La naturaleza y la intencionalidad de
la participación de cada uno estará de-
terminada por la forma y amplitud de la
intervención.
La población objetivo es la que partici-
pa directamente, al poseer determina-
das necesidades comunes, cierta identi-
ficación colectiva de los problemas y as-
piraciones; haciendo efectiva su partici-
pación en diversas formas y grados des-
de la planificación, ejecución hasta el con-
trol y evaluación del proyecto (Kisnerman,
1986: 143).
El gobierno tiene como función plan-
tear y organizar los programas sobre una
base nacional, con arreglo a una política
bien concebida. Además de prestar los
servicios técnicos y ayuda material bási-
ca que está fuera del alcance de las co-
munidades y de las organizaciones priva-
das. A nivel local las autoridades, por lo
tanto, determinan los mecanismos a fun-
cionar, garantizan la ejecución a los pro-
yectos y dan cuenta de los resultados a
los ciudadanos y a su organización
El trabajador social a través de los pro-
gramas y proyectos gubernamentales, no
gubernamentales, o iniciados por la mis-
ma comunidad, traducirán las demandas
y aspiraciones de la población en progra-
mas y proyectos, seleccionando los me-
dios adecuados para lograr los fines y,
conjuntamente con las organizaciones ó
actores sociales, ejecutar los proyectos
previamente seleccionados.
2. EL PROCESO DE INTERVENCIÓN
Se fundamenta en el diagnóstico y la
sectorización de la comunidad la que
constituye un elemento básico en el acer-
camiento a la realidad social.
Las dimensiones sociales y producti-
vas del sistema a tenerse en cuenta son:
ecológicas, técnico-productora, socio-eco-
nómica y político-cultural (Plaza, 1998:230)
Una vez obtenida una amplia caracte-
rización de la comunidad, nos permitiría
avanzar en el proceso de identificación de
la población objetivo; se verificará su ubi-
cación y problemática social, además de
posibilitar la identificación de aquellos
actores sociales que representan un alto
potencial del capital humano de la comu-
nidad, con capacidad de asumir la orga-
nización y programación de actividades.
Es necesario resaltar la importancia
de la integración de todos los actores so-
ciales de la comunidad para coordinar
esfuerzos en beneficio de los mismos.
Nuestra intervención como profesiona-
les en la comunidad, debe considerarse
dentro de un entorno cambiante, comple-
jo y dinámico el cual nos plantea nuevas y
más exigentes demandas así como una
mayor eficacia en nuestra práctica profe-
sional. Dado ello vamos avanzando y per-
feccionando las formas de intervención y
los instrumentos que los llevan al terreno
de lo práctico.
La aplicación de nuevos conocimien-
tos y estrategias metodológicas están fun-
damentadas en la planificación, gerencia,
promoción y evaluación de programas y
proyectos sociales compartidos y sobre-
todo acordes con la realidad a intervenir.
CONCLUSIONES
1. El Trabajo Social Comunitario enfoca
el quehacer prfesional en torno a co-
219
 lectivos. Está orientado como un pro-
ceso de participación comunitaria cuya
base es la organización y su orienta-
ción es el de ir asumiendo los deberes
y derechos que como sujetos poseen.
2. Es necesario conocer, analizar el ori-
gen y sentido de las políticas de de-
sarrollo que implementa el gobierno
para articular nuestra intervención sin
desligarla del reconocimiento de los
procesos e historia de cada uno de
los grupos.
3. Hasta la fecha nuestras intervencio-
nes han sido focalizadas y en algu-
nos casos fragmentadas, se percibe
la necesidad entonces de crear re-
des de apoyo entre los trabajadores
sociales, instituciones y comunidad,
con el objeto de fomentar acciones
preventivas y de atención.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ZOLEZZI, Mario y Otros
1992 La Promoción al Desarrollo en el Perú, Balance y perspectivas. DESCO.
Lima Perú.

220
 VIOLENCIA FAMILIAR: MALTRATO INFANTIL
La Asamblea de las Naciones
Unidas(O.N.U.) en una sesión denomina-
da «La Convención sobre los Derechos
del Niño», aprobó una serie de derechos,
entre los cuales están: la protección con-
tra el abuso y la explotación, el derecho a
la alimentación y educación. La conven-
ción hace responsable a la sociedad ante
la ley del cumplimiento de las obligacio-
nes que dan sentido a los derechos del
niño; defiende, asimismo, la integridad de
la familia y subraya la importancia de una
infancia feliz en sí misma y no sólo como
una etapa que forma a los futuros adul-
tos. En esta oportunidad, nos pregunta-
mos con frecuencia, ¿hacia dónde va una
sociedad que niega cada día más el sano
desarrollo de sus niños?, ya que éstos
son enviados a temprana edad a trabajar
en las calles. Si los niños de hoy repre-
sentan el futuro del mañana, ¿qué les da
hoy la sociedad?. Si la sociedad los des-
atiende, entonces ¿qué responsabilidad
les puede pedir?.
A pesar de estas normas que han sido
asumidas por todos los países miembros
de las Naciones Unidas, la situación de
los niños de hoy es alarmante. La cifra es-
timada de niños que trabajan en todo el
mundo oscila entre 52 millones (Organiza-
ción Internacional del Trabajo) y 145 millo-
nes y se cree que los que trabajan en la
calle ascienden a unos 100 millones.
Hay tres grandes categorías de niños
que trabajan: algunos trabajan en el seno
DORIS E. ALVA DÍAZ
de la familia, otros trabajan con la familia
fuera del hogar, y otros trabajan solos fue-
ra del seno de la familia ya sea empleados
por otros o por cuenta propia; de éstos últi-
mos unos regresan al seno del hogar y
otros no regresan y viven en las calles.
Se cree que aproximadamente del 12%
al 26% de los niños de América Latina tra-
bajan. Los políticos, los investigadores
sociales y las instituciones protectoras de
los menores están de acuerdo que el fe-
nómeno de los niños que trabajan y de los
que lo hacen en la calle se arraiga en la
pobreza y exige atención. Un estudio de la
Organización Mundial de la Salud sobre
Defensa de los Niños que fue promovido
por el Movimiento Internacional titulado
«Child Labour: A Threat to Health and
Development» (El trabajo de los niños:
amenaza a la salud y el desarrollo) indica
que la pobreza y la falta de equidad dan
lugar al trabajo de los niños y cuanto ma-
yores sean la pobreza y la desigualdad,
mayor es el riesgo de que dicho trabajo
tenga carácter de explotación.
En nuestro país desafortunadamente
las acciones políticas y las normas referi-
das a la protección de los niños que tra-
bajan en la calle son insuficientes. Así te-
nemos que el Nuevo Código de los Niños
y Adolescentes hace referencia solamen-
te al trabajo de los adolescentes en cuan-
to al tipo de labores según edades, a la
jornada y el turno de trabajo (Arts. 54, 59 y
60). No hay ninguna protección para los
niños que trabajan en la calle, pues están
desamparados social y legalmente.
Según UNICEF (Informes año l99l), un
cuarto de millón de niños muere cada
semana en los países subdesarrollados;
pero también es una realidad que muchos
millones sobreviven en condiciones de
mala salud y un desarrollo no solamente
deficiente sino traumático. La causa fun-
damental de esta tragedia es la pobreza.
Pero hay que tener presente que otra de
las causas importantes es que la mayo-
ría de la población no dispone todavía de
los conocimientos necesarios sobre pla-
nificación de la vida familiar, de los hijos,
que realmente pueden darle protección de
salud, alimentación, educación y asegu-
rarles un desarrollo físico y mental sano
para que puedan ser felices y lograr su
realización como personas dentro de su
sociedad.
El artículo 458 establece además que
«el menor capaz de discernimiento res-
ponde de los daños y perjuicios causa-
dos por sus actos ilícitos».
Esta normatividad, regida por el crite-
rio del discernimiento (conciencia de bien
y mal, de lícito e ilícito) para autorizar el
trabajo de los menores de edad, es gene-
rosa y permisiva en el tratamiento del
tema. La sola autorización de los padres
legítima el trabajo del menor de edad,
facultándolo además a administrar, usu-
fructuar y disponer de los bienes necesa-
rios para su actividad y a practicar los ac-
tos que requiera para la misma. Es más,
este menor de edad responde por los
daños y perjuicios que pueda causar.
Entendemos que estas disposiciones
implícitamente reconocen dos situaciones
jurídicas importantes que la doctrina de la
«situación irregular» niega en el caso del
niño-adolescente: primero, le concede
capacidad y responsabilidad civil para
actuar y responder por sus actos sin pre-
cisar una edad a partir de la cual rige; y
segundo, le concede el derecho a traba-
222
jar, desde que sus padres sólo se lo pue-
den impedir por razones justificadas (ac-
tividad dañina, peligrosa o que interfiere
en el proceso educativo). Es decir, el me-
nor de edad es titular de un derecho, cuyo
ejercicio sólo se puede impedir si se trata
de una actividad dañina o perjudicial para
él. La única diferencia con el adulto radica
en la autorización inicial; pero una vez con-
cedida ésta ni sus padres pueden impe-
dir que el menor de edad continúe traba-
jando, salvo como ya dijimos, que median-
te causas justificadas que en cualquier
caso tendría que ameritan un juez.
Evidentemente el contexto en el que
está pensada esta norma es el del niño
que vive, crece y se desarrolla en un am-
biente familiar sólido, con protección de
los padres y parientes, con proceso edu-
cativo asegurado -en «situación regular»-
y cuyo trabajo tal vez vinculado con la pro-
piedad de algunos bienes (posiblemente
heredados), o con el uso de su propia
imagen (publicidad), o en general consis-
tente en actividades no perniciosas, no
responde a una realidad latente donde por
necesidades de sobrevivencia el niño tra-
bajador es explotado y violentado por otros,
es decir subsiste todavía la falta de pro-
tección para los niños que trabajan en la
calle, pues están desamparados social y
legalmente.
Paralelamente a este problema que
enfrentan los niños de trabajar a tempra-
na edad, tienen que soportar la violencia
de sus familias.
En el país en los últimos años el tema
de la violencia familiar está tomando nive-
les dramáticos, debido a que se ha ob-
servado que los problemas psicológicos
y las diversas formas de comportamiento
que presentan los miembros de la familia
y especialmente la niñez son producto de
esta violencia, y esta es una de las for-
mas como se canaliza el denso mundo
de las frustraciones, de ver limitada a dia-
rio sus expectativas futuras, de la cual
surgen perturbaciones que ciertamente
actúan en los niños y no sólo con caracte-
rísticas individuales sino que se internaliza
al grupo formando un sector específico
dentro de la sociedad.
Coincidiendo con Pimentel Carmen
(l989), que señala que la categoría de vio-
lencia en la familia puede ser definida de
la siguiente manera:
En primer lugar, se refiere a acciones
realizadas por medio de la fuerza por uno
o más miembros de la familia sobre los
hijos; ya sea para imponer sobre ellos la
realización de algún acto en contra de su
voluntad o para castigarlos por algún acto
cometido o dejado de hacer.
No se puede agotar indudablemente
allí, la violencia en la familia, pues se trata
de un complejo de formas y mecanismos
que intervienen en una dinámica que re-
basa el acto de la violencia como tal para
operar como un verdadero proceso de
acumulación de actos, de actuaciones y
decisiones, que tienden a confirmarse, a
modificarse en el curso de las relaciones
entre las personas afectadas, de tal modo
que la estructura misma de esas relacio-
nes y sus tendencias, dirección y sentido
de desarrollo tienden a caracterizarse por
ese elemento.
Tenemos entonces que de la catego-
ría violencia en la familia no se refiere y no
se agota solamente en el o los actos de
fuerza como tales. Se trata siempre de un
complejo de motivaciones, de reacciones,
de decisiones y de hechos que se orde-
nan a lo largo del tiempo de las relacio-
nes entre los miembros de una estructu-
ra de relaciones sociales inmediatas,
como es la familia.
La violencia en la familia es desde este
punto de vista, una modalidad del conflic-
to, que hace de los miembros o términos
de una relación social existan en una
medida como expresiones y portadores
del conflicto, y por lo cual la relación como
tal es conflictiva, más allá de las caracte-
rísticas individuales de las personas
involucradas. Y tiene que admitirse que
cuando hablamos del conflicto nos esta-
mos refiriendo a un acto o a una sucesión
de actos, aunque ellos sean sólo un com-
ponente de la relación.
El hecho de que una relación conflicti-
va, estructuralmente conflictiva, existe en
el seno de una institución como la familia,
por su naturaleza de grado relativamente
alto de duración y por otro lado constante,
cotidiana, inmediata, cara a cara, íntima,
es sin duda una primera indicación de que
una buena parte de los estereotipos sobre
la familia son muy distantes de la realidad.
De modo que la violencia como carac-
terística de una relación estructural impli-
ca, pues, una estructura de dominación y
autoritarismo, lo cual, en efecto se mues-
tra constantemente en la violencia de la
familia y, una de estas formas en que se
presenta es el maltrato infantil, analizar
esta problemática permite explorar una
realidad turbia y sostenida en la que exis-
te un silencio cómplice que dificulta su
entendimiento.
Siendo el maltrato infantil un tema
complejo y amplio de debate, no existe
una definición única y aceptada universal-
mente, se considera “maltrato” (Figueroa
Cristina, 1996) a toda acción u omisión
llevada a cabo intencionalmente por per-
sonas y/o instituciones o por la sociedad
en general, que afecten la integridad físi-
ca o mental del niño, privándole de sus
derechos, dificultando o impidiendo su
desarrollo integral.
Tradicionalmente los investigadores han
centrado su definición a categorías concre-
tamente a nivel físico, generalizándolas lue-
go hacia los otros tipos de maltrato infantil.
La etiología del maltrato infantil está
compuesta por muchos factores, que lo
complejizan y convierten en un concepto
difícil de explicar. Sin embargo, éstos no
pueden dejar de ser mencionados, pues
si no se tiene en cuenta las diversas pers-
223
pectivas en este campo no se entenderá
el problema a cabalidad.
Investigaciones sobre las “causas” del
maltrato revelan la existencia de determi-
nantes individuales, familiares y sociales
(como las ideologías socialmente acep-
tadas de crianza y educación infantil). Exis-
ten diversas teorías que buscan explicar
la violencia intrafamiliar, las mismas que
pueden ser agrupadas, según el factor
“causal” al que se le dé preponderancia.
Por un lado están aquéllas que pueden
ser denominadas teorías de macronivel.
Estas intentan explicar el nivel global de
la violencia intrafamiliar dentro de una
sociedad o sector de la sociedad dado en
comparación a otras sociedades o secto-
res y, especialmente, la paradoja aparen-
te de que aquella sea más frecuente den-
tro de la familia que dentro de cualquier
grupo humano (UNICEF 1994).
El segundo tipo de teorías puede ser
denominado como teorías de la violen-
cia, ocurren con más frecuencia en la fa-
milia que en otros grupos, aquella no es
típica en sí de la familia o de cualquier
otro grupo, en el sentido de ser patrón
modal de interacción. En ningún grupo el
patrón deseable y común de interacción
se referirá a la fuerza física, ni siquiera
cuando la amenaza de fuerza pueda cons-
tituir parte real de las interacciones coti-
dianas. De este modo, las teorías se apli-
can más en algunas familias que en otras,
y también para explicar porque la violen-
cia extrema se presenta, cuando lo hace,
dentro de la historia de familias específi-
cas (UNICEF 1994).
Las variables que conforman las
macroteorías se refieren a las caracterís-
ticas de la familia como una institución y
grupo social de comparación con otras ins-
tituciones y grupos, y también a las carac-
terísticas generales de una sociedad. Las
variables de una microteoría son aque-
llas que diferencian a las familias unas de
otras. Sin embargo, esta distinción no es
en modo alguno, tan aguda como lo sugie-
ren las líneas precedentes. En primer lu-
224
gar, ninguna sociedad es uniforme, inclu-
so en cuanto a sus características más
importantes. De este modo, las variables
que definen a la familia como una institu-
ción y un grupo, serán también variables
en las que existirán una variación de fami-
lia. En segundo lugar, el significado y con-
secuencias de las variables referidas a di-
ferencias entre una familia y otra depen-
den de la naturaleza de variables social-
mente estructuradas (UNICEF 1994).
Las Teorías Psicosociales examinan
la interacción del individuo con su medio
social, localizando la fuente de violencia
en tales relaciones (frustraciones interper-
sonales, proceso de aprendizaje, o actitu-
des propias que reflejan las actitudes de
los demás), entre éstas tenemos las si-
guientes (UNICEF 1994):
Teoría de la Frustración-Agresión: de-
sarrollada inicialmente por Dollard en 1939,
modificada por Miller en 1941 y posteriormen-
te por Berkowitz en 1950. Postula que la con-
ducta agresiva se presenta cuando una acti-
vidad determinada se ve bloqueada. La per-
sona tiende a agredir a los objetos que blo-
quean sus fines importantes, o desplaza la
agresión a un objeto “más seguro”. Esta teo-
ría propone que la tendencia a responder
agresivamente es iniciada al interior de la
persona, aunque las fuerzas culturales pue-
den acentuar o inhibir la agresión.
La familia es un escenario probable
para la agresión debido a la existencia de
muchas situaciones frustrantes. En virtud
a su estructura y funciones, puede ser
considerada como inherente de roles y
responsabilidades, etc.
Teoría del Aprendizaje Social: sostie-
ne que la conducta violenta en relación al
individuo es un fenómeno aprendido. La
violencia es vista aquí como un fenómeno
producto de una situación de aprendizaje
satisfactoria que proporciona al individuo
conocimiento respecto a la respuesta y
qué estímulos tienen que ser seguidos
por la respuesta.
 Existen dos explicaciones desde la
perspectiva de la teoría del aprendizaje:
Una examina el proceso de aprendizaje
de la violencia mediante la exposición a la
violencia e imitación. Otro observa cómo
la exposición a la violencia y a la experien-
cia con la violencia conducen a aprender
normas que aprueban la violencia.
De acuerdo a esta teoría, la creencia
común acerca de la transmisión de mo-
delos de violencia de padres a hijos ten-
dría fundamento.
Teoría de la Actitud Propia: Esta cons-
tituye una modificatoria del aprendizaje
social. Propone que la violencia ocurre
cuando una persona se esfuerza por ha-
cer frente a las actitudes negativas pro-
pias que surgen de evaluar las experien-
cias sociales. Los individuos que pierden
la autoestima son vistos como propensos
a adoptar patrones desviados de conduc-
ta como un medio de recibir atención de
los otros y lograr una actitud propia positi-
va. Existe entonces una lucha constante
por llevar a cabo conductas valoradas so-
cialmente, pero la respuesta que obtiene
de su medio es, permanentemente, ne-
gativa o devalúa su esfuerzo, la persona
se va formando una imagen negativa del
valor de su propio esfuerzo y del valor ver-
dadero de las conductas socialmente
aceptadas.
La agresión facilita este camino debi-
do a la experiencia del individuo en el
medio cultural que permite o alienta, ya
sea oculta o abiertamente.
Teoría de la Interacción Simbólica:
Sostiene que el proceso de interiorización
de la violencia familiar se inicia cuando la
persona participa como observadora en
un episodio de agresión, y luego como
participante directo (víctima o maltratante).
Si durante este episodio obtuvo una res-
puesta significativa de parte de los demás
(obtuvo lo que quería o llamó la atención,
etc.), se desarrolla un alto concepto de
persona violenta, lo que unido a una dis-
torsión con respecto a las espectativas de
rol (lo que cree que las personas esperan
de su comportamiento, es decir la con-
ducta violenta) y a la adquisición de pau-
tas de pensamiento que reafirman tal rol,
hace reaparecer la conducta violenta.
Las Teorías Socioculturales exami-
nan las estructuras y disposiciones so-
ciales tales como las normas, valores,
organización institucional o la operación
de los sistemas para explicar la violencia.
Aunque se centra en el macronivel, tam-
bién incluyen conceptos y procesos que
existen en el nivel intraindividual y
psicosocial. Comprenden las siguientes
(UNICEF 1994):
Teoría Funcional: Propone que la vio-
lencia, aunque origina daño y algunas ve-
ces la muerte, cumple ciertas funciones
básicas: puede actuar en el individuo como
un área de realización, en la comunidad
como una señal de peligro y en los partici-
pantes u observadores como un cataliza-
dor para la acción.
Aplicando éstas funciones a la familia,
podemos ver que la violencia puede ser
usada para compensar las recompensas
inadecuadas del trabajo. El machismo o
la ideología del varón sexualmente agre-
sivo en la familia latinoamericana y la vio-
lencia en las barriadas urbanas, también
como un medio de lograr estatus social
cuando las otras vías de comunicación se
encuentran bloqueadas.
Ocurre muchas veces que los modos
alternativos de solucionar conflictos o des-
igualdades son conocidos para las per-
sonas involucradas, o que no están dis-
ponibles para ellas hasta que un acto vio-
lento sirva de catalizador para traer en
escena métodos no violentos de cambio.
Por lo tanto, esta teoría, a menos que
estemos preparados para convivir con la
desigualdad y la injusticia, que es casi
inevitable, la presencia de actos violentos
que hagan posibles los cambios necesa-
rios. Al respecto, señala que una “violen-
225
cia moderada” es necesaria para aliviar
las frustraciones reprimidas, lo que a su
vez puede reducir la probabilidad de una
violencia más severa.
Teoría de la Cultura de la Violencia:
sostiene que la violencia está distribuida
de modo disparejo en la estructura so-
cial, encontrando sus más altos índices
en los estratos socioeconómicos bajos.
Esta teoría considera a la violencia como
una respuesta aprendida. El aprendizaje
surge como resultado de su carácter de
socialización efectiva en el sistema de
valores de esa subcultura.
Así, la familia puede convertirse en un
terreno de entrenamiento para la violen-
cia y aprender que, para ser miembro afi-
liado a la subcultura, se espera que la
pareja empleé la violencia hacia el cónyu-
ge o los hijos o permita el uso de la fuerza
en el interior del grupo familiar.
Aquí las normas culturales concernien-
tes a la violencia pueden ser deducidas
de las normas y valores básicos caracte-
rísticos de un grupo. De este modo, las
normas familiares, no teniendo referen-
cias manifiesta a la violencia, actúan para
incrementar o disminuir el nivel real de la
violencia familiar con cierta subcultura.
Teoría Estructural: Coincide con la
anterior en que la violencia se encuentra
distribuida de modo disparejo en la es-
tructura social y en que es más común en
los estratos socioeconómicos bajos; aña-
de que en estos estratos la gente sufre
grandes frustraciones y reaccionan ante
ello con violencia, para finalmente despla-
zar estas reacciones a toda situación que
produzca stress.
Teoría General de los Sistemas: No
se centra únicamente en la especificación
y análisis de “lazos causales”, considera-
dos parte de un proceso de retroalimen-
tación entre variables que se influyen mu-
tuamente, sino que amplia su mira hacia
consideraciones referidas al proceso
226
cibernético que involucra un proceso de
información de las partes a fin de alcan-
zar los fines últimos del sistema, compa-
rando esta información con los estados
actuales del mismo, para tomar luego una
acción correctiva (en este caso, la violen-
cia) y mantener el rumbo hacia el fin.
Teoría del Conflicto: De acuerdo a esta
teoría, los individuos y grupos buscan me-
jorar sus intereses dentro del grupo, en
lugar de un sistema que busca concenso y
equilibrio. Como estos intereses difieren
de una persona a otra, aparece la violencia
como medio para hacer prevalecer intere-
ses de los unos ante los demás. Ello con-
llevaría un intercambio de agresiones que
deviene en más enfrentamientos, generan-
do así más violencia.
Así, la familia es vista como un grupo
de confrontación en conflicto.
Teoría del Recurso Intrafamiliar: Sos-
tiene que en la dinámica interna de las
familias que presentan maltrato o violen-
cia extrema entre sus miembros, existen
normas prescritas para definir el rol de
cada uno. La posición del maltratante sue-
le ser aquella superior o de poder, pero
necesita de ciertos atributos personales
valorados (riqueza, conocimientos, etc.)
para mantener ese poder frente a los de-
más miembros. A falta de recursos valo-
rados, esta persona se vale de la violen-
cia para mantener su posición de poder
en la familia.
Un estudio de UNICEF (1995) presen-
ta los niveles de la problemática del mal-
trato, que son los siguientes:
Nivel Macrosistema: Comprende:
Variables Socioeconómicas: Relati-
vas a los recursos económicos de una
sociedad, distribución de los mismos, cri-
sis económica, tasas de desempleo, etc.
Todo lo que puede afectar la subsistencia
material de una familia.
 Variable de tipo estructural: Relacio-
nadas con aspectos de organización y fun-
cionamiento concreto de una sociedad
que afectan a las posibilidades de cada
individuo de acceder a recursos de asis-
tencia a ser protegido por normas y vías
en momentos de necesidad o crisis.
Variables psicosociales y culturales:
Relacionadas con actitudes y valores pre-
dominantes de cada grupo social y en cada
momento histórico sobre aspectos como
la forma de educar a los niños, de satisfa-
cer sus necesidades y comprender el pa-
pel de cada miembro de la familia.
Nivel Ecosistema
Incluye todos los aspectos que rodean
al individuo y a la familia y que le afectan
directamente. Incluye dos tipos de variables:
Variables relacionadas al ámbito de las
relaciones sociales: Explican la situación
de maltrato y abandono por frustración de-
rivada de la carencia de recursos econó-
micos y por su efecto en la autoestima del
sujeto.
Variables relacionadas al ámbito del
trabajo: El aspecto más estudiado es el
desempleo.
Sin apoyo social y aislamiento con res-
pecto a los sistemas de apoyo provocan
reducción de la tolerancia al stress que difi-
culta el afronte competente de la interacción
cotidiana y el cuidado de los hijos.
Nivel Microsistema
Variables que implican comportamien-
to concreto de los miembros de la familia.
Incluyen características psicológicas y
comportamiento de cada uno de los pa-
dres como de los hijos.
Es importante el estudio de la inter-
acción entre los diferentes miembros del
sistema familiar.
La interacción entre ambos padres y la
interacción de padres con hijos se analizan
como sustrato sobre el que se va instalando
las posibles situaciones de maltrato. Deter-
minados atributos de los padres (capacidad
empática, tolerancia al stress, síntomas de-
presivos, alteraciones de la personalidad) y
de su relación (desajuste marital, violencia
de pareja en interacción con variables tem-
peramentales y comportamentales de los
hijos), se entienden como desencadenantes
de los malos tratos.
Por otro lado, tenemos que existen di-
versos factores de riesgo que infringen en
el maltrato infantil; tenemos así, los si-
guientes: (UNICEF 1994 a 1998).
Historia de los padres, en la que se
manifiesta la depresión psicoafectiva y/o
el maltrato en la infancia, repitiéndose la
historia de agresión (y las medidas disci-
plinarias como el castigo físico que reci-
bieron de sus propios padres).
El niño no satisface las expectativas
físicas y/o emocionales que el adulto tie-
ne sobre él.
Crisis familiares, toda familia o pareja
cuyas relaciones se encuentran en crisis,
establecen una interacción difícil con los
niños, recibiendo éstos las consecuen-
cias de la frustraciones de otros.
Las familias aisladas del entorno social
o que no se vinculan con las diferentes or-
ganizaciones que existen en su comunidad
(parroquias, escuelas, organizaciones de
barrio, etc.) tienen dificultades para acceder
a los sistemas de apoyo y pierden la capa-
cidad de buscar ayuda para resolver situa-
ciones de crisis y problemas individuales,
de pareja o de relación con los hijos.
Presencia de algún miembro de la fa-
milia que abusa del alcohol y las drogas,
en especial el maltratante, lo que puede
generar en que la violencia se descarga
contra los más débiles.
227
 Familias en las cuales la violencia (cor-
poral, psicológica) es aceptada e incues-
tionada como forma normal de interacción
y de resolución de conflictos.
Enfermedades o deterioro, tanto de la
salud física como mental, de alguno de
los padres o cuidadores.
Paternidad o maternidad prematura,
que devenir en rechazo al bebe. La falta de
madurez y su poca información pueden lle-
varlos a abandonar o descuidar al niño. En
ocasiones, la madres solteras muestran
incapacidad para establecer adecuados
vínculos afectivos con sus hijos.
Adultos que no están capacitados para
detectar las necesidades del niño(a), y no
son capaces de comprender las limita-
ciones de su autonomía, de acuerdo con
las etapas de desarrollo. De allí, la impor-
tancia de la educación que deben tener
los padres.
Finalmente, es importante anotar defini-
ciones de los diferentes tipos de maltrato.
1. Maltrato Físico: define a las accio-
nes no accidentales de un adulto que pro-
voca lesiones físicas o enfermedad en el
niño, o que lo coloca en grave riesgo de
padecer como consecuencia de alguna
negligencia intencionada (AMAIN 1996).
Categoría A: lesiones físicas graves
que requieren de atención médica (fractu-
ras de huesos, hemorragias, etc.).
Categoría B: lesiones físicas meno-
res o sin lesiones (no ponen en peligro la
salud física del niño) y que no necesitan
de atención médica.
Se considera dos tipos:
Abuso Emocional (Psicológico): cual-
quier acto, verbal o no verbal que manifies-
ta el sentimiento de autoestima del niño.
228
Abandono emocional: Negación de
amor y afecto, sustitución de dinero por
cuidado y educación, ausencia y caricias.
2. Maltrato Social: La Organización
Mundial de Salud (OMS) señala que la
salud es el resultado armonioso entre el
equilibrio físico, mental y social del indivi-
duo, y que por consecuencia es la mani-
festación política de una realidad social y
de sus condiciones de vida, siendo el es-
tado de salud de una nación, la medida
del grado de desarrollo económico y so-
cial avanzado.
El maltrato social se refiere a cualquier
acto efectuado o no por la sociedad en su
conjunto, así como todos los estados de-
rivados de estos años o de su ausencia y
que priven a los niños de su libertad o de
los derechos correspondientes y/o dificul-
ten su óptimo desarrollo.
Se considera los siguientes tipos:
La Desnutrición, que juega un papel
importante como consecuencia de
causales económicos y sociales, en la
perspectiva del rendimiento intelectual del
futuro ciudadano de nuestra patria, se
agrega la inadecuada ingestión de fuen-
tes calórico-protéicas en los primeros
años de vida con funestas consecuencias
en el rendimiento escolar.
Tenemos en el país que el 44.5% de
los niños menores de 5 años están des-
nutridos, la más alta tasa de mortalidad
infantil trazan con crudeza real el mapa de
pobreza en el Perú.
En el país en 1995 el INEI reportó que
habían un millón 425 mil menores entre
los 6 y 17 años de edad que estaban tra-
bajando; más aún, que 433 mil de ellos
no llegaban todavía a los 12 años. El ini-
cio temprano en el trabajo de niños y la
desprotección de los adolescentes, afec-
ta su asistencia y rendimiento escolar.
 Los Medios de Comunicación Masi-
va: tienen una importancia capital en el
desarrollo de la personalidad del niño, la
televisión por ocupar mayor tiempo “en-
treteniendo” a los miembros de la familia,
y de manera muy especial a los niños, se
ha convertido en un medio que enaltece
al hombre o lo degrada. La transmisión
de imágenes de violencia confunde al niño
en distinguir lo correcto de lo incorrecto.
Otros programas conducen a los niños a
fantasías peligrosas provocando perjui-
cios emocionales y físicos en la integri-
dad de los niños.
3. Abuso Sexual: Es toda acción
sexual que una persona adulta, adoles-
cente o niño mayor que la víctima, impo-
ne, sea con engaños, chantajes o fuerza
a un niño, que carece de un desarrollo
emocional maduro y consciente para sa-
ber de lo que se trata (Galdos, Susana
1995).
El abuso sexual va desde las miradas,
palabras, mostrar láminas, tocar o poder
ser tocado, caricias en el cuerpo o en los
genitales hasta la penetración. La viola-
ción y el incesto son formas extremas de
abuso sexual.
El abuso incestuoso es cualquier
interacción sexual entre un niño y un adul-
to con el que se tiene una relación fami-
liar. Se presenta según lo siguiente:
La manera en que se puede presentar:
- Miradas, gestos groseros, caricias,
besos.
- Verbalmente: palabras
- Manoseos: mano-genital, mano-
rectal, mano-pecho.
- Penetración: genital-genital, genital-
recto, genital-boca.
- Exhibicionismo: exhibir los genitales
y obligar a mirarlos.
- Enseñarles pornografía a los niños o
utilizarlos para hacerlo.
- Asedio callejero.
- Prostitución: explotación sexual del
niño, niña, adolescente por otra per-
sona a fin de obtener un beneficio
económico.
El agresor:
- Familiar de la víctima (incesto).
- Persona conocida
- Persona desconocida.
229
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231
 APUNTES HISTÓRICOS Y METODOLÓGICOS
DEL TRABAJO SOCIAL
VANESSA JOCELYN ALZA SALVATIERRA
1. ANTECEDENTES
El Trabajo Social, teniendo como base
a la caridad y la filantropía, se originó en
Europa (S. XVI) con los aportes pioneros
de Juan Luis Vives y San Vicente de Paúl
quienes difundieron los principios de la
ayuda social organizada; estos elemen-
tos fueron modificándose y enriquecién-
dose conforme se transformaba el con-
texto histórico de la sociedad; con el tiem-
po fue necesaria la intervención del Esta-
do para normar y reglamentar las formas
de ayuda al necesitado, apareciendo las
primeras legislaciones al respecto como
la Ley de Pobres e instituciones de ayuda
como la Organización Social de la Cari-
dad (O.S.C.) en Inglaterra; difundiéndose
posteriormente estas instituciones en
Norteamérica.
El Trabajo Social como profesión se
estructura en el seno de las prácticas y re-
presentaciones propias de las Organiza-
ciones Sociales de la Caridad, en ellas se
conforma el primer espacio de elaboración
del saber especializado y de trasmisión de
ese saber. (Garcia 1991:28). Para finales
del siglo XIX se cuenta con una incipiente
elaboración de un saber especializado,
documentado en los textos de conferen-
cias, y se cuenta también con las instan-
cias de capacitación (cursos y ciclos bre-
ves) instrumentadas a través de las Es-
cuelas de Filantropía de donde Mary
Richmond propone la primera base teóri-
ca y metodológica del trabajo social.
El Trabajo Social, dentro del aspecto
metodológico, ha evolucionado desde
sus inicios a partir de los métodos clási-
cos o tradicionales -el método de caso, el
método de grupo y el método de comuni-
dad- con un sustento filosófico idealista
expresado en términos de “ajuste” y
“disfuncionalidad” al sistema. Posterior-
mente trataron de unificarlos surgiendo
metodologías de transición del Trabajo
Social como el método integrado
(polivalente), el método básico y el méto-
do único; estos se desenvolvieron sepa-
rando el conocimiento de la acción, que-
riendo adecuar la dinámica de la realidad
a un esquema pre-establecido (Tobon et
al; 1998:37) no obteniéndose con ellas
respuestas concretas y claras a la reali-
dad latinoamericana.
2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
DEL TRABAJO SOCIAL EN
AMÉRICA LATINA
En América Latina, el Trabajo Social,
en el transcurso de su historia se ha visto
invadida de discursos funcionalistas, dis-
cursos desarrollistas, discursos de
militancia y compromiso político, discur-
sos tecnicistas y discursos cientificistas
que han ido modificando las concepcio-
nes, los roles y las funciones profesiona-
les, el objeto de intervención y la metodo-
logía utilizada, estos cambios se pueden
observar claramente a través de las tres
etapas siguientes:
 A. ASISTENCIA SOCIAL:
Que se inicia con la creación de la pri-
mera escuela de Servicio Social en Amé-
rica Latina, específicamente en Chile en
el año de 1925 que refiere al momento de
la conceptualización del Trabajo Social, en
esta etapa se hace especial énfasis a Mary
Richmond quien a través de su libro “so-
cial diagnosis” da consistencia metodo-
lógica al Trabajo Social con el surgimien-
to del Trabajo Social de Caso.
Durante esta etapa el rol profesional
estaba direccionado a la adaptación de
las disfunciones sociales tratando de co-
rregir los errores de las personas como
causa de los problemas y dificultades
sociales haciendo uso, en calidad de prés-
tamo, de teorías psicológicas y sociológi-
cas para la consecución de sus fines, al
respecto Parola (1997) coincide en afir-
mar que durante la década del 20, en el
Trabajo Social, “se acentúa el papel em-
pírico de la profesión, orientado más a la
ejecución programática que a la argumen-
tación teórica, colocándola como una con-
sumidora de teorías provenientes de otras
disciplinas sociales” (Parola 1997:81). La
etapa de Asistencia Social también tuvo
una marcada influencia europea que se
evidenció en la procedencia y formación
de las primeras directoras y profesoras
de las Escuelas de Servicio Social en
América Latina; durante esta etapa se
desarrollaron dos concepciones:
a. Benéfico Asistencial: en la cual el
asistente social era un profesional de ni-
vel medio, un técnico para hacer la cari-
dad, un ejecutor de obras de caridad o de
filantropía, durante este tiempo se reali-
zaba un trabajo centrado en el individuo y,
a veces en su familia, sin considerar la
situación social general. Es decir, como
manifiesta Ander Egg (1985) “no se
visualizaba ninguna conexión entre los
problemas individuales y las estructuras
globales de la sociedad” (Ander Egg
1985:118), esta concepción explicaba los
hechos por lo que se ve o por lo que infor-
man restando posibilidades a una argu-
234
mentación teórica a la intervención profe-
sional, a consecuencia de esto se desa-
rrolla la segunda concepción de esta eta-
pa.
b. Para médico y/o para jurídica: tanto
en la formación como en el ejercicio profe-
sional, en la que el asistente social era un
auxiliar de nivel intermedio que ayudaba a
la labor del médico y del abogado ya que
era un ayudante capaz de controlar el buen
cumplimiento del tratamiento, se utilizaba
la denominación de visitadoras sociales.
B. SERVICIO SOCIAL:
Que se inicia desde 1940, tuvo una in-
fluencia norteamericana desarrollando la
profesión una mayor preocupación técnico-
científica, una elevación del status profesio-
nal, una fuerte acentuación psicologista,
además de una obsesión por los métodos,
se continúa priorizando el papel pragmáti-
co de la profesión profundizándose el vacío
teórico; encontramos también en esta eta-
pa dos concepciones:
a. Aséptico – Tecnocrática: bajo esta
concepción el servicio social pretendía
una objetividad aséptica, una actitud neu-
tral, lo humano y emocional era conside-
rado no profesional, se inicia con esta
concepción la prestación de servicios que
es la razón de ser de la profesión. Se bus-
caba como objetivo profesional la adapta-
ción y el ajuste del individuo con otros in-
dividuos o con su medio ambiente duran-
te esta etapa “se imprimió en la profesión
la ideología liberal de superar los proble-
mas sociales con reformas institucio-
nales que no afectaran la estabilidad del
sistema, sino que lo fortaleciera median-
te el manejo de la acomodación y adapta-
ción a las condiciones del medio social”
(Parola 1997:82).
b. Desarrollista Surge a mediados de
la década del 60 y significó una evolución
en la profesión, buscaba dar respuesta a
las necesidades y problemas concretos
de los países latinoamericanos; con esta
concepción el servicio social era conside-
rado como una “técnica social que debe
contribuir al proceso general de desarro-
llo socioeconómico de un país, operando
fundamentalmente a nivel psicosocial
para integrar a los marginados como pro-
ductores y como ciudadanos (...) sin dejar
de realizar sus tareas de prestación de
servicios y de asistencia a los más nece-
sitados” (Ander Egg 1985: 129).
C. TRABAJO SOCIAL:
Que surge ante el fracaso del desarro-
llismo en América latina, y se desenvuelve
en pleno proceso de reconceptua-lización,
entendiéndose este como “un movimiento
de cuestionamiento, renovación y búsque-
da de enfoques teóricos y metodológicos
del trabajo social para dar respuesta a la
inoperancia de los enfoques individualista
y comunitarista estos últimos más
politizados o politizando la intervención
social, y los primeros volcados hacia una
psicologización de dicha intervención, to-
mando las relaciones psicos ociales inde-
pendientemente de su contexto económi-
co, social y político” (Faleiros 1992:126).
Se buscó un trabajo social propio de Amé-
rica Latina que atienda y responda a pro-
blemáticas propias, se tuvo una concep-
ción concientizadora de la acción social,
por consiguiente, la profundización de la
discusión teórica metodológica del Traba-
jo Social también se desarrolló en el pro-
ceso de reconcep-tualización en los inicios
de la década del 70 del siglo XX.
En esta etapa, la dimensión científica
del Trabajo Social comienza a vislumbrar-
se “cuando decide tomar para si la inda-
gación de las relaciones causales de las
necesidades con las que se enfrenta.
Cuando se preocupa por conocer las
cuestiones esenciales de los fenómenos
o problemas que se le ofrecen como ob-
jeto de estudio y de intervención. Es decir,
cuando inicia el camino al interior de los
fenómenos, para encontrar en ellos la
naturaleza contradictoria y sustancial que
los explica” (Lima 1976:77).
Esta etapa científica reflexiona sobre
las limitaciones teóricas y metodológicas
tradicionales que privan del verdadero
carácter, coherente y sistemático, del que-
hacer profesional en su identificación y
compromiso con los sectores poblacio-
nales más vulnerables víctimas de la
marginación, la explotación, la miseria, la
pobreza, por ello “La reconceptualización
rechazó el papel asistencial y postuló un
servicio social politizado que respondiera
a las necesidades de un proletariado para
revertir el sistema de explotación domi-
nante” (Parola 1997:83).
Si bien es cierto la reconceptualización
se interesó en buscar las causas de la
miseria en las estructuras sociales, y se
propuso, por lo tanto, cambiar éstas como
única posibilidad de superación de la des-
igualdad social. A pesar del positivo im-
pacto que significó la reconceptualización
para la profesión en la medida que procu-
ró incorporar nuevas categorías de análi-
sis y de buscar las causas estructurales
de la miseria, su excesiva ideologización,
la simplicidad de algunos de sus análisis
y la falta de una propuesta metodológica
seria que permitiera ligar la teoría científica
con la acción cotidiana de los Trabajado-
res Sociales y el proponer al Trabajo So-
cial como generador del cambio de estruc-
turas, condujeron, finalmente a la inviabi-
lidad de esta propuesta (Grassi 1990:70).
Esta misma percepción de intenciones
buenas no realizadas de la reconcep-
tualización como sostiene Ander-Egg cuan-
do afirma que esto fue una utopía o una con-
tradicción, pues el sistema que se buscaba
no puede tolerar la existencia de una profe-
sión que atenta contra el mismo sistema y
que ha sido creada y admitida como correc-
tora de disfuncionalidades (1985: 130).
Más aún la reconceptualización tuvo
confusiones enormes, no logró penetrar
a las instituciones donde la mayoría de
los Trabajadores Sociales ejercían su pro-
fesión, incidiendo su accionar en los cen-
tros académicos llámense universidades,
centros de estudio “agencias de desarro-
llo”, que se dedicaron a estudiar la reali-
235
dad social y a proponer proyectos alterna-
tivos a las clásicas soluciones oficiales,
se comenzaba a vislumbrar un nuevo Ser-
vicio Social (Kruse 1986:21). Esta sepa-
ración entre los ámbitos académico, la-
boral y profesional conllevó y a aún conlle-
va proposiciones metodoló-gicas distin-
tas, algunas de las cuales se enmarcan a
nivel académico, intentando lograr un
mayor grado de cientificidad en el Trabajo
Social, y otras, como la propuesta de un
enfoque operativo, intentan generar una
propuesta metodológica que sirva efecti-
vamente a los Trabajadores Sociales de
terreno para mejorar su nivel de desem-
peño profesional (Quezada 2001: 19).
Por lo tanto en este contexto, de la
problematización metodológica del Traba-
jo Social, empiezan a manifestarse los plan-
teamientos metodológicos de intervención
profesional que se sustentaron en Améri-
ca Latina a partir del movimiento de
reconceptualización a mediados de la dé-
cada del 70; entre ellos tenemos los pro-
puestos por Boris Lima (1976), Ezequiel
Ander -Egg (1980), Natalio Kisnerman
(1972), Angélica Gallardo (1972) que bus-
caron operar sobre las causas y no sobre
los efectos de los problemas sociales, cen-
trando sus esfuerzos en ofrecer un méto-
do previamente elaborado, pero que no sir-
vió para los trabajadores de campo ya que
no les ayudó a desarrollar la capacidad de
pensar y analizar sobre el método diseña-
do (TOBON, María et al; 1998:37). Esta si-
tuación no permitió consolidar las nuevas
experiencias profesionales del Trabajo
Social ni la definición consistente de una
metodología de la intervención profesional.
Durante los últimos años de la déca-
da del 70 se tuvo, en América Latina, una
etapa de oscurantismo a consecuencia
de los golpes de Estado que se sucedie-
ron y que truncaron el proceso de reflexión
y de producción teórica iniciado en el Tra-
bajo Social; pese a ello, se desarrollaron
las metodologías de investigación partici-
pante, de investigación acción, de
militancia y compromiso.
236
La década del 80 se considera, para
el Trabajo Social, como un período de
maduración y consolidación científica en
el que se da énfasis a la construcción
sólida de la profesión sin modelos exter-
nos (europeos o norteamericanos), tam-
bién se buscó nuevas alternativas teóri-
cas que respondan a la creatividad y a la
construcción de la identidad y autonomía
profesional; se dio prioridad a la investi-
gación en trabajo social como medio para
la producción teórica necesaria para el
avance de la profesión. Durante esta épo-
ca se reflexionó los temas relacionados
con la política social y el Estado que se
constituyeron en los marcos teóricos
sustentadores de la metodología y de los
objetivos de la profesión.
El Trabajo Social durante los años 90
se enmarca en un contexto de crisis
paradigmática de transformación y tam-
bién de complejización social. Se está re-
descubriendo la riqueza que posee la
práctica profesional para la producción de
nuevos conocimientos y el mejoramiento
de la intervención profesional, es decir, se
“busca la construcción de una nueva teo-
ría de la intervención que mejore su cali-
dad y la garantice, la avale y la fundamen-
te” (Parola 1997:86). Esta transición ha-
cia un nuevo orden social plantea nuevos
desafíos metodológicos para el Trabajo
Social que deben ser estudiados desde
una perspectiva humanístico-científica.
3. NUEVOS ESCENARIOS
METODOLÓGICOS DEL
TRABAJO SOCIAL
Dos procesos adquieren relevancia en
los escenarios mundiales latinoamerica-
nos y en el Perú, la globalización y el
neoliberalismo. El primero “un proceso
objetivo derivado del carácter que las tec-
nologías de punta, en especial la infor-
mática y las comunicaciones, dan a la or-
ganización capitalista de la producción”
(Gallardo 1998:18); pero también al res-
pecto de la globalización se afirma que “
(…) no representa un proceso derivado
de un progreso técnico y económico so-
cial, Es más bien … fruto de una política
neoliberal que persigue objetivos concre-
tos que resultan incompatibles con los
niveles de vida y desarrollo humano que
merecen las grandes mayorías latinoa-
mericanas en las que la desigualdad ha
aumentado y la insatisfacción es eviden-
te” (Gutiérrez 2001:90); el segundo, enten-
dido como “una corriente de pensamien-
to económico que expresa una dimensión
ideológica en tanto define los rasgos del
tipo de sociedad que aspira construir a
partir de la lógica del mercado, da cuerpo
al modelo homónimo que postula la ne-
cesidad de cambios a través de políticas
de corte liberalizador privatizante y mer-
cantil, (...) el neoliberalismo asienta sus
bases en el debilitamiento de los Esta-
dos nacionales, puesto que para el avan-
ce de la transnacionalización en el mun-
do globalizado, no es necesario que exis-
tan fronteras políticas y económicas. Se
busca el internacionalismo económico
que señala la obsolescencia del Estado-
Nación” (Vega 1998:7).
Estos dos procesos están incidiendo
grandemente en los escenarios sociales
de América Latina y el Perú, específi-camente
en el rol social del Estado referente al dise-
ño y aplicación de las políticas sociales, exi-
giendo su reestructuración en el ámbito
administrativo, la reconceptualización de
contenidos y estrategias, y la focalización
de estas políticas con la asignación de re-
cursos prioritariamente para los grupos vul-
nerables (extrema pobreza).
La complejidad creciente en nuestras
sociedades ha ocasionado el desmoro-
namiento de antiguos esquemas de in-
terpretación de la realidad y el surgimien-
to de nuevas formas de entender la reali-
dad social actual que varían y se modifi-
can en forma muy dinámica y permanente
por ello, la identidad del Trabajo Social
debe interpretarse desde estos procesos
reconstructivos, es decir que “una com-
prensión social compleja requiere una
flexibilización, procesos fuertes de distin-
ción: analizar los métodos desde sus fun-
damentos, entender la teoría como la po-
sibilidad de iluminar contradicciones, en-
contrar los caminos para hacer lo concre-
to pensado, para develar las determina-
ciones múltiples de lo concreto” (MATUS,
Teresa; 1999:66).
En este sentido la manifestación princi-
pal dentro del escenario social es la reduc-
ción de la inversión social que afecta direc-
tamente la sostenibilidad de los programas
y proyectos para proveer los servicios so-
ciales en función a las necesidades de la
población. Todo ello trae como consecuen-
cia la reducción de la participación social
del Estado Nacional, regional y local.
En estos nuevos escenarios, con un
nuevo modelo de “desarrollo”, aparecen
nuevas fuerzas o agentes sociales, confi-
gurando una nueva escena social y política;
donde el Estado transfiere su responsabili-
dad social a la sociedad civil, que, a través
de organizaciones plurales y de base, trata
de responder a las expectativas de bienes-
tar de los diversos sectores sociales, apa-
reciendo instituciones privadas educativas,
empresas y ONGs donde los Trabajadores
Sociales dan énfasis en su intervención pro-
fesional al cumplimiento de programas de
capacitación y acciones de promoción pero
con limitaciones para la toma de decisio-
nes y de manejo presupuestal.
De esta manera el quehacer del Tra-
bajo Social como una profesión histórica
y socialmente determinada, se enmarca
dentro de estos profundos cambios que
se vienen produciendo y acumulando en
nuestra sociedad durante los últimos
años; cambios que a través de la reforma
del Estado y de las políticas sociales y de
las nuevas dimensiones con que se pre-
senta la pobreza y los problemas socia-
les, afectan grandemente el campo profe-
sional del Trabajo Social. Es así que la
transferencia de la responsabilidad social
del Estado a la sociedad civil representa
para el trabajador social el nuevo gran
desafío al cual debe responder si preten-
de contribuir a la solución de los proble-
mas sociales de los sectores vulnerables
237
y reposicionarse como profesión en la
sociedad actual, por lo que las nuevas
experiencias profesionales del Trabajo
Social deben responder a las nuevas exi-
gencias que implica la aplicación cohe-
rente e integral del método de interven-
ción, “esto no es posible sin reflexión y
para ello hay que superar la tendencia
endémica del empirismo y las formas en
que desde él se ha concebido a Trabajo
Social” (Matus 1999:66).
En estos nuevos escenarios aparecen
algunas cuestiones que son materia de
debate actual; una de ellas tiene que ver
con la búsqueda de la identidad teórica y
metodológica de la disciplina, en el mar-
co de las ciencias sociales y la otra con la
instrumentación técnica y la formación
profesional interdisciplinaria como sostie-
ne Raquel Castronovo: “La primera gran
diferenciación que es necesaria abordar
es aquella que marca el status del debate
sobre la identidad de aquella otra referida
a la instrumentación de la intervención”
(1995:06); y dar consistencia a la especi-
ficidad del Trabajo Social que según
Castronovo ésta “reside en la intervención
especializada de mediación entre las ne-
cesidades sociales y los satisfactores a
las mismas” (1995:06).
Dentro de las preocupaciones del ejer-
cicio profesional del Trabajo Social es que,
a estos problemas nuevos, deben darse
respuestas mediante la intervención es-
pecializada aplicando instrumentos que
permitan abordar la realidad problemática
238
con el sustento teórico necesario para
comprender sus múltiples dimensiones, y
con el bagaje técnico para operar en con-
diciones de ser efectivos en aquellos que
la población está demandando. Estos as-
pectos son cruciales que se deben tomar
en cuenta en la redefinición teórica y
metodológica de la formación y el ejercicio
profesional del Trabajo Social porque como
afirma Teresa Matus “las transformaciones
en el contexto no son un referente descrip-
tivo para Trabajo Social sino un núcleo sus-
tantivo. Es a partir de la concepción que se
tenga de realidad social que asume diver-
sas posturas definiéndose en su proyec-
ción, sus objetos, sus formas de investi-
gación y de intervención. Luego, en las
maneras de nombrar el contexto de trans-
formaciones que juegan en parte impor-
tante, las posibilidades de configuración
profesional y, en este caso, las perspecti-
vas metodológicas” (atus 2001:26).
En resumen, podemos decir que una
de las grandes discusiones de hoy es la
búsqueda de la definición y delimitación
coherente del espacio y la práctica profesio-
nal del Trabajo Social en la nueva configu-
ración socio-política local, regional, nacio-
nal y global en la búsqueda permanente de
la legitimidad social del Trabajo Social. Los
desafíos tienen que ser enmarcados den-
tro de los paradigmas del debate global
sobre la sociedad, el rol de la universidad,
la formación profesional del Trabajador So-
cial y los campos de acción desde una
redefinición de lo teórico-metodológico y la
instrumentalización de la profesión.
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240
 PERSPECTIVAS DEL TRABAJO SOCIAL EN LAS
ÁREAS TRADICIONALES Y EMERGENTES DE
INTERVENCIÓN EN EL SIGLO XXI
JOSÉ MARCOS U. CÓRDOVA LLONTOP
I. INTRODUCCIÓN
El propósito de este trabajo es contri-
buir a la comprensión de las diversas vi-
siones de mundo que podrían constituirse
un marco de análisis y de operaciona-
lización del trabajo social sus complicacio-
nes para el presente y futuro de la profesión
y, las expectativas que podrían imaginarse
en razón de cada una de las tendencias.
Así mismo, surge la necesidad de re-
plantear y resignificar al trabajo social de
hoy, logrando así nuevos horizontes que
permitan romper con las estructuras men-
tales que obligan a concebir la realidad
de manea fija buscando nuevos espacios
de intervención.
El paso de un siglo a otro, marca la
trayectoria expectante y decisiva para que
el trabajo social nuevamente se alinie,
como en anteriores momentos históricos
– políticos – sociales y responda a los re-
tos y exigencias más significativas porque
se evidencian cambios diferentes que exi-
gen intervenciones inmediatas, rápidas y
de gran competitividad.
La Escuela Académico Profesional de
Trabajo Social de la Universidad Nacio-
nal de Trujillo cuenta con 9 años de crea-
ción, han egresado de sus aulas 4 pro-
mociones cuyos integrantes se encuen-
tran trabajando en instituciones de diver-
sos sectores.
CARLOS ALBERTO PINILLOS VILCA
Se han desarrollo 2 planes de estu-
dio, en sus contenidos se han considera-
do cursos que han permitido responder a
los nuevos escenarios, exigencias, propi-
ciando perspectivas de atención de acuer-
do a los contextos diversos.
Actualmente, cuenta con un aproxima-
do de 250 alumnos de los cuales el 2%
son varones y el 98% mujeres, la estruc-
tura curricular vigente, ha sido modificada
dentro de una perspectiva humanista, in-
tegrando el desarrollo científico y tecnoló-
gico, debido a políticas universitarias asu-
miendo su función social, contiene un con-
junto de cursos organizados en Áreas de
formación básica, Áreas de formación es-
pecializada y Área de Prácticas Pre Profe-
sionales, respondiendo a las exigencias
del mercado laboral: por lo tanto, el gre-
mio de Profesionales de Trabajo Social
debemos trabajar en relación a visiones y
agendas en debate nacional, a efectos de
aportar desde nuestras experiencias y ser
parte del proceso de construcción de ac-
tores desde la sociedad civil.
II. MARCO REFERENCIAL
A nivel mundial, quienes sentaron las
bases de la Asistencia Social fueron: Juan
Luis Vives (l942-1540), Bartolomé de los
Casas (1457-1566), Tomas Chalmers
Federico Ozanan, entre otros quienes
influenciados por el humanismo y la reli-
gión propusieron ciertas formas de cari-
dad para atender a los pobres y ayudar a
los necesitados: posteriormente la crea-
ción de la máquina de vapor o denomina-
da “Revolución Industrial” en Inglaterra a
fines del siglo XVIII, originó la aparición de
la pobreza masificada, afectando a la cla-
se económica débil (obreros, artesanos,
etc.); pero, la etapa, más importante, que
marca el origen de la profesión fue la fun-
dación de la C.O.S (Organización Social
de la Caridad); Octavia Hill una de sus fun-
dadoras en Londres, como respuesta a
las consecuencias generadas por la re-
volución industrial y con el propósito de
evitar que las personas afectadas perma-
necieran en la miseria; adoptan medidas
basadas en que “sea el beneficiario mis-
mo el sujeto de su propio cambio con la
ayuda de los agentes de la C.O.S” (Ander
EGG; 1984:26); posteriormente la Organi-
zación Social de Caridad se crea en U.S.A.
en 1870, donde tiene amplia difusión. Todo
este proceso favoreció a la aparición de
las primeras escuelas de Trabajo Social.
En Amsterdam-Holanda se crea el Ins-
tituto de Formación para el Servicio Social
considerada como la primera escuela de
Trabajo Social, abierto para los hombres
como para mujeres en 1899 y cuyos estu-
dios inicialmente duraban 2 años.
En América Latina, la primera escuela
de Trabajo Social se funda en Chile en
1925 por el Dr. Alejandro del Río, respon-
diendo al interés de la profesión médica,
el propio Dr. del Río se encargó de decir-
lo: ”el Asistente Social debía ser un sub-
técnico encargado de colaborar directa-
mente con el médico” (Manrique Castro
Manuel: 1982:18); además recibió para su
creación influencia de países anglosa-
jones donde el Trabajo Social ya había
sido establecido.
Poco después, en 1929 se establece
la organización de la Escuela Elvira Mate
de Cruchaga (fundada por Miguel
Cruchaga Tocornal, quien fuera Ministro
de Relaciones Exteriores y la Presidenta
del Senado), la creación obedece al inte-
rés de la Iglesia que procura colocarse en
la cabeza para superar su sitial de con-
242
ductora moral de la sociedad y por forjar
un centro católico de formación de agen-
tes sociales, adecuados a los cambios
de la sociedad chilena que vivía en esas
décadas continuas protestas de los sec-
tores populares y, por su parte, la burgue-
sía tenia la necesidad de institucionalizar
las reinvindicaciones de los obreros y sec-
tores populares.
Posteriormente, enraizado profunda-
mente con los principios de la religión
católica y con el apoyo de la iglesia la re-
ciente creada escuela se internacionaliza
creándose en Argentina (1930), Brasil
(1936), Colombia (1936), Venezuela
(1936), Perú (1937) y otros países.
En el Perú, el surgimiento del Trabajo
Social está determinado, en lo sustancial,
por los acontecimientos ocurridos en esos
tiempos que marcan el destino del país.
La primera Escuela de Servicio Social
se crea en 1937, con Ley 8530, vinculada
directamente al Ministerio de Salud, Tra-
bajo y Previsión Social; en 1931 el Institu-
to Nacional del Niño creó la escuela de
visitadoras sociales de higiene infantil y
enfermeras de puericultura, que respon-
día a intereses de algunos médicos (en-
tre ellos el Director del mencionado Insti-
tuto, Dr. Luis A. Suárez), como personal
que auxiliara al médico en el cumplimien-
to de sus funciones. Pero, la creación de
la escuela de visitadoras sociales no
marca el inicio del Servicio Social como
profesión en el Perú, ya que la escuela
tuvo una vida efímera, funcionó poco más
de un año debido, principalmente, a la
inestabilidad política de aquel periodo.
La intervención de la Sra. Benavides,
como esposa del Presidente, fue decisi-
va para el funcionamiento de la escuela
creada en 1937, el que además obedecía
a su arraigada fe católica y a sus compro-
misos de la obra dc la iglesia. En todos
los casos de surgimiento de las primeras
escuelas, en los diferentes países, la in-
fluencia de la iglesia y sus “cooperado-
ras” jugó un papel importante de gran im-
pacto, siendo en el Perú una de sus des-
tacadas impulsoras la Srta. Hemptine.
En 1939, se cambia la denominación
de visitadoras sociales a Asistentes So-
ciales con el propósito de superar la pri-
mera forma de intervención; no obstante
en el gobierno de Fernando Belaúnde
Terry, 1963, la profesión se define; como
el conjunto de esfuerzos que tienden al
alivio de los sufrimientos que provienen
de la miseria y al mejoramiento del
estándar de vida que dan al Trabajo So-
cial actual un caris de “profesión de se-
gunda” “naturalmente apropiada para
mujeres”, porque se requería un carácter
bondadoso, más que una disciplina cien-
tífica, válida tanto para el varón y la mujer.
Entender el por qué, el cómo y el para
qué de nuestra profesión implica com-
prender la función y características de la
sociedad, de manera que es necesario
conocer el pasado de la profesión no sólo
para mirar el futuro, si no para encuadrar
correctamente nuestra vocación, expecta-
tivas, las reales posibilidades y limitacio-
nes del trabajo social.
2.1. Espacios de Intervención Profesional.
La evolución social va creando espa-
cios potenciales o emergentes, que ofre-
cen nuevas oportunidades y perspectivas
para el profesional de trabajo social como:
· Conciliación: según las disposicio-
nes vigentes ley 26872 y su reglamento
D.S 00-1-93-JUS. Y según las últimas dis-
posiciones se pone en práctica a partir
del 2 de Noviembre del 2000 la Concilia-
ción Extrajudicial.
La conciliación es un mecanismo al-
ternativo de resolución de conflictos que
permite a las partes involucradas arriben
a una solución consensual con la ayuda
de un tercero.
La conciliación es una forma avanzada
de resolver discrepancias entre los hom-
bres, mediante el dialogo y la búsqueda
de alternativas factibles para los antago-
nistas. La conciliación es ventajosa, evita
el litigio y es ventajosa para las partes por-
que se ahorra un proceso largo y costoso.
La conciliación permite pacificar, las re-
laciones entre los miembros de la comuni-
dad y tiene como principios: equidad, neu-
tralidad imparcialidad, confidencialidad,
buena fe, veracidad, legalidad.
Son materias conciliables:
- Asuntos de derechos de familia, pres-
taciones sobre alimentos, régimen
de visitas y violencia.
Requisitos para ser conciliadores:
- Acreditación por un centro de conci-
liación.
- Capacitación en técnicas de negocia-
ción y en medios alternativos de so-
lución de conflictos.
- Trayectoria ética y moral.
Los centros de conciliación tienen li-
bertad de acción, que tienen sus limites
en los principios establecidos en la ley y
orden público, las buenas costumbres y
la ética profesional.
· Peritaje Judicial dentro del proceso
judicial la pericia de las diferentes mate-
rias, tiene importancia por cuanto permite
al juez elementos técnicos y precisos para
lograr la certeza de la falta.
De ahí la importancia de que la pericia
sea practicada por personas versadas en
una profesión u oficio moralmente idónea,
ya que el resultado de la pericia tiene gra-
vitación en la decisión que debe tomar el
magistrado.
243
 El acceso al cargo está reglamentado
por la resolución administrativa Nº 609
CMEJ, en su artÍculo primero el Registro
dc Peritos Judiciales.
El perito judicial es un órgano de auxi-
lio judicial, conforme al artículo Nº 55 del
Código Procesal Civil.
La pericia está considerada como un
medio probatorio típico, tiene la finalidad
de acreditar los hechos expuestos por las
partes para producir certeza en el juez,
respecto a los puntos controvertidos y fun-
damentan sus fallos.
El perito social tiene que ver con asun-
tos de familia, sobre los hechos relaciona-
dos fundamentalmente con la situación y
problemática de los hijos y aún de los otros
miembros conformativos de la familia.
Es más frecuente en el caso de los
hijos y en los procesos en que los padres
peticionan la tenencia de los mismos o
solicitan un régimen de visitas. También,
en casos de infracción a la ley penales
necesaria la pericia social, como elemen-
to esencial para expedir sentencia.
Dentro de las pruebas que regula el
código tenemos las pruebas típicas y las
atípicas. Las primeras están reconocidas
en la ley o código y las segundas no están
consideradas en la ley pero pueden ser
admitidas.
Dentro de las pruebas típicas está la
declaración de parte, declaración testimo-
nial y la pericia o prueba pericial, dentro
de otras están las inspecciones judicia-
les, las instrumentales (documentos, tes-
tigos, etc.).
· Ciudadanía: la ciudadanía debe ser
la condición objetiva y subjetiva de los
hombres y mujeres de hoy, esto implica el
reconocimiento de todos sus derechos
humanos, dentro de una sociedad origi-
nada por la necesidad de vivir en comuni-
244
dad para protegerse mutuamente. La ciu-
dadanía postmoderna se debe caracteri-
zar por la igualdad de derechos y obliga-
ciones, la pertenencia a una comunidad
política, la garantía estatal de la vigencia
de los derechos civiles a través de institu-
ciones especificas y la existencia de un
espacio público para todos. En el Perú la
condición de ciudadanía no es uniforme,
existen diversos niveles y grados, recono-
ciendo la existencia de ciudadanos de pri-
mera y segunda clase, aduciendo que
unos son más ciudadanos que otros por
las prácticas ciudadanas que ejercen.
Es por ello, que el trabajador social al
intervenir profesionalmente busca , en una
ciudadanía real eliminar los factores ne-
gativos que todavía existen en nuestras
sociedad, incentivando el cambio en las
personas a través del ingenio propio res-
petando las tradiciones culturales y con
los recursos disponibles que tengan en
los diferentes ambientes, utilizando la tec-
nología de punta no de forma compacta
sino considerando las consecuencias que
podrían tener en cada ambiente, para de
esta manera se adapte a las diferentes
realidades de nuestra sociedad y buscar
desterrar el conformismo y así poder de-
terminar una ciudadanía donde las nor-
mas y leyes sean aplicadas a nuestra
sociedad de una manera efectiva.
· Asesoría y Consultoría Social: el tra-
bajador social, como asesor, actúa en
calidad de intermediario o mediador y pone
en contacto a los usuarios (niños, fami-
lias, organizaciones), con redes de aten-
ción, con voluntarios, instituciones priva-
das u oficiales, y a veces ayudarles a con-
seguir o reinvindicar lo que necesitan de
estos servicios.
El asesoramiento se refiere a los diá-
logos entre el usuario y el trabajador so-
cial cuyo objetivo consiste en ayudar a
aquel que cambie o adapte algún aspec-
to de su vida de relación, teniendo en cuen-
ta sus sentimientos. El profesional debe
actuar estratégica y metodológicamente
en base a principios, valores éticos y mo-
rales, tratando a la persona corno ser ra-
cional y autónoma.
La asesoría y consultoría social es
determinada como acción propia y libre
del trabajador social competente.
· Gerencia Social: la administración so-
cial repercute para el trabajador social
administrar, dirigir, etc. programas de bien-
estar y servicios sociales destinados a
satisfacer las necesidades del hombre
para la sociedad.
Este aspecto sólo se limita a la satis-
facción de necesidades, más no, a la bús-
queda del desarrollo individual y el de la
sociedad, es por eso que el trabajador
social en el contexto actual debe cambiar
en su concepción de satisfacer necesida-
des a asumir principios de gerencia, flexi-
bilidad, capacidad de negociación,
concertación y compromiso social.
Para ello el profesional debe ser acti-
vo, dinámico, creativo y competente, asu-
mir al mismo tiempo nuevos modelos de
la administración como: gestión, calidad
total, reingeniería (innovación) y gerencia
social marketing.
El reto de la gerencia social es trasfor-
mar la mentalidad asistencial en una
mentalidad empresarial y estratégica que
permita dar respuesta a la nueva raciona-
lidad de eficiencia, eficacia e impacto y que
convierta a las acciones institucionales
(servicio social) en resultados sinérgicos
a nivel social, en otras palabras ganar más
en aquello que se invirtió.
La planeación y la gestión en equipo
deberán asumirse como una nueva for-
ma de decidir y ejecutar los proyectos, la
gerencia del servicio y la mentalidad em-
presarial son una diada indisoluble, siem-
pre van unidas.
· Monitoreo, Balance y Auditoría Social;
el monitoreo como mecanismo eventual del
profesional, utiliza para intervenir y actuar en
programas y proyectos, sea de inversión,
producción y desarrollo este proceso se
caracteriza, más que todo, en el control, eje-
cución y evaluación de los mismos.
El monitoreo consiste en verificar, orde-
nar, fiscalizar, supervisar e inspeccionar el
normal desarrollo o avance de determina-
do programa, plan y proyecto con miras a
efectuar acciones correctivas, mediante la
recomendación o asesoramiento de me-
dición y regulación operados en base a
resultados parciales y totales.
En cuanto a Balance Social, como ins-
trumento básico de la gestión publica so-
cial y privada, permite medir costos y los
beneficios tanto sociales como económi-
cos, de sus acciones organizacionales de
determinados organismos, evaluación de
ingresos y egresos.
Para el trabajador social, la Auditoria
Social debe considerarla como un proce-
so particular de sistema de información
administrativa, diseñada para ayudar al
gerente y si fuese también él, sirva para
tomar decisiones respecto a políticas de
operación y ejecución.
El Trabajo Social, dentro del Contexto
Judicial, se señalan las materias tanto en
el contenido civil, penal y así en los juzga-
dos de familia participe en los procesos
de suspensión, extensión o restitución de
la patria potestad, de la tenencia del niño
y adolescente, del régimen de visitas, de
la tutela y guardianía, de los alimentos,
procesos penales (infracciones), de las
autorizaciones de la adopción y demás
que señala la ley.
Con todo decimos que la intervención
del trabajador social se da en tres nive-
les: Civil, Penal, Tutelar.
· Menor y Familia; la cruda realidad en
que nos encontramos imbuidos los tra-
bajadores sociales frente a los problemas
familiares y de la niñez nos obliga a asu-
mir el compromiso social de coadyugar a
245
ambos, buscando alternativas, propues-
tas y lineamientos trabajados, coordina-
dos con instituciones nacionales e inter-
nacionales sean de carácter publico o pri-
vado, de atención social que estén com-
prometidos en el interés e importancia de
defender sus derechos esto en caso de
los niños trabajadores de la calle.
Frente a esta realidad, el trabajador
social no puede permanecer indiferente y
corno un mero observador, al contrario
debe asumir esta situación haciéndose
vocero de las necesidades de los padres
y corno también de los niños para promo-
ver un cambio en las instituciones y en
ellos. El trabajador social debe coordinar
y ejecutar acciones integradas con redes
institucionales, orientadas a la superviven-
cia, protección y desarrollo con visión de
mejorar su bienestar familiar dándoles
oportunidades.
· Tercera Edad: muchas veces los tra-
bajadores sociales tenemos que asistir a
las persona de la tercera edad de ambos
sexos, en vista que otros profesionales
no toman interés en ellos y es por eso
nosotros profesionales comprometidos
con el ser humano buscamos estrategias
para no desampararlos de la sociedad.
El objetivo primordial del trabajador
social en este aspecto es la planificación
de la atención social y el asesoramiento.
· Género, el género como realización y
formación equitativa de roles sociales en
donde se determina la identidad de las
personas y que implica un comportamien-
to específico desde la manera de hablar,
hombres y mujeres con mismos valores y
derechos, pero diferentes.
El trabajador social debe fortalecer y
ampliar la relación que establece tanto el
varón como la mujer en cuanto el buen tra-
to, confianza mutua para la participación
equitativa en lo personal, familiar, político y
social, con ello podrá garantizarse la liber-
tad, democracia, paz, y los derechos hu-
246
manos en afán de la búsqueda del desa-
rrollo individual y el de la sociedad.
· Salud Reproductiva; la salud
reproductiva como proceso de acción, de
generaciones de nuevos seres implica te-
ner una salud integral, caracterizada prin-
cipalmente por la salud materna, y esto a
su vez implica llevar una vida saludable y
normal esto, muchas veces se cumple.
Al intervenir el trabajador social en esta
área de salud coordina y ejecuta accio-
nes en relación a la salud mediante pro-
gramas de prevención, promoción, pro-
gramas de educación y capacitación diri-
gido a familias, jóvenes y población en
general, en miras a desarrollar en ellos,
actitudes y valores que les permita llevar
una vida sexual equilibrada, sana y feliz,
motivando a su vez comportamientos res-
ponsables.
· Medio Ambiente; el medio ambiente y
salud de la población están estrechamente
ligados, si el ser humano vive rodeado de
factores negativos: basura, olores nausea-
bundos, etc. es seguro que contraerá enfer-
medades, pues estos agentes reproducen
bacterias, hongos y microorganismos da-
ñinos al hombre.
Como profesionales debemos actuar
porque es de urgente necesidad, mejorar
la calidad del medio ambiente local po-
niendo especial énfasis en el combate a
la contaminación en los grandes núcleos
de población, así como en el uso correcto
de ríos, lagos, lagunas estableciendo y
mejorando canales de comunicación y
con el apoyo de otras instituciones poda-
mos contribuir en la solución del proble-
ma ecológico.
Hablemos ahora del Marketing, es una
respuesta a esa posibilidad de apertura y
de innovación, siendo una técnica más y
como técnica es una ayuda y nunca un
modelo a alcanzar. El trabajador Social
debe gerenciar la agenda estratégica de
problemas, legitimando nuestra función
de gerentes sociales, evitando caer en el
gerencialismo del discurso como mito
paralizante.
Últimamente, ha sido común escuchar
en diversos encuentros profesionales que
el trabajo social debe responder al merca-
do, esta responsabilidad, desde nuestra
perspectiva es un error estratégico dejarle
al mercado esta responsabilidad. Si bien
tenemos que estar atentos a un conjunto
de nuevos espacios de intervención deri-
vados de los procesos de globalización
económica, integración de mercados y ex-
clusión social, debemos ser lo suficiente-
mente creativos para insistir que una bue-
na parte de nuestra identidad profesional
se sustenta sobre la base de la búsqueda
de la justicia social y el desarrollo humano
para toda la sociedad.
En las áreas tradicionales como edu-
cación, salud, empresas, ONGs debemos
modernizar nuestro trabajo utilizando las
nuevas técnicas que la tecnología a pues-
to a nuestro alcance, también en estas
áreas debemos poner en práctica los nue-
vos conocimientos ya que al transcurrir el
tiempo la sociedad a ido evolucionando.
Finalmente, es prioridad contar con el
liderazgo profesional poniendo en prácti-
ca nuestra capacidad, entrega y voluntad
de cambio, nuestra sociedad de hoy re-
quiere trabajadores sociales con accio-
nes inmediatas tendientes a solucionar
los problemas que le aquejan y cuya res-
puesta es contar con un alto nivel de for-
mación profesional ello nos permitirá in-
tervenir con alto nivel profesional especia-
lizado lo cual lo entendemos sabiendo
bien que las demandas sociales reales
de nuestra sociedad son diversas y para
ello se requiere también trabajadores so-
ciales con determinada especialización.
CONCLUSIONES
1) Para sobresalir como país en el siglo
XXI se requerirá una revolución de
nuestra forma de pensamiento, tene-
mos que desarrollar nuevos concep-
tos educativos apropiados a la era de
la información y globalización.
2) Se debe contextualizar la realidad a
través de una amplia diversidad de
aspectos que permitan acercarse a
respuestas e interpretación totaliza-
doras.
3) La capacitación de todos nosotros es
importante para el desarrollo profe-
sional y para nuestro buen desenvol-
vimiento en nuestro que hacer profe-
sional.
4) Debemos asumir la Acción Social con
compromiso ya que actualmente
otras profesiones están abordando
nuestro campo de acción.
5) La conciliación, consejería, peritaje ju-
dicial, ciudadanía son áreas emergen-
tes y, es por ello que las consideramos
importantes ya que permiten desarro-
llarnos en otros campos para los cua-
les debemos estar capacitados.
247
 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

ANDER EEG
1984 Historia del Trabajo Social. Edición CELATS. Lima - Perú.
MAGUIÑA LARCO, Alejandrino
1979 «Desarrollo capitalista y trabajo social». Edición: Celats.
MANRIQUE CASTRO, Manuel
1982 De Aposteles a agentes de cambio. Edición: CELATS - Perú.
CASP
1999 «Nuevos Escenarios y Perspectivas del Trabajo Social en el siglo XXI»
Edición: CASP Lima – Perú.
XXII SEMINARIO LATINOAMERICANO DE ESCUELAS DE T.S.
2001 «Desafíos para el Trabajo Social Latinoamericano». Edición: ALAETS –
CELATSLima - Perú.

ORMACHEA CHOQUE, Ivan

1999 «Manual de Conciliación» Edición:IRECOM 1999 Lima – Perú.
VICTORIA MUÑOZ, María
1995 «Gerencia Social» Edición: CASI Lima-Perú.

248
 SECCIÓN
HISTORIA, ARQUEOLOGÍA Y TURISMO
 ESPAÑA EN EL SIGLO DE LA CONQUISTA
Desde finales del siglo XV al término
del siglo XVI, durante el siglo de la Con-
quista, España experimentó una serie de
profundas transformaciones. Las mani-
festaciones políticas, sociales, culturales
y religiosas de la España de Felipe II fue-
ron, en muchos sentidos, muy diferentes
de las que caracterizaron la España de
los Reyes Católicos, aunque el origen de
muchos de los cambios que las distin-
guieron se remontan al reinado conjunto
de Fernando e Isabel y a las políticas que
adoptaron. Fueron ellos los que unifica-
ron España, completaron la reconquista
del solar ibérico de los moros, y ejecuta-
ron la reordenación de los asuntos del
Estado y la iglesia que permitió la libera-
ción de las energías de sus súbditos, que
quedaron así dispuestas para un movi-
miento de expansión ultramarina que
transformaría no solo a España, sino a
todo el mundo.
En la medida en que las transforma-
ciones experimentadas en la península ibé-
rica se reflejaron en la evolución y el carác-
ter de las sociedades coloniales estable-
cidas en la América Española, creo que
podría ser interesante que intentara identi-
ficar algunas de las más significativas, de
modo que ustedes quizás pudieran contar
con una apreciación más adecuada de las
características históricas de su propio país.
Tenemos que recordar, por supuesto, que
las sociedades coloniales nunca son una
réplica exacta de las que le dan origen. El
proceso de transferencia a un medio am-
biente muy distinto inevitablemente modi-
JOHN ELLIOTT
fica ciertas instituciones, rasgos y valores
culturales, convirtiendo algunos de ellos en
más significativas y quitando importancia
a otros si los comparamos con los que
prevalecían en el punto de partida. Pero la
influencia de la España Metropolitana en
el devenir del mundo colonial durante el
primer siglo de la conquista fue tan fuerte e
influyente que si pudiéramos vislumbrar al
menos algún acercamiento a las tenden-
cias rectoras que prevalecían en España a
lo largo de este período podríamos perci-
bir también de alguna manera la dirección
por la que se encaminaban sus posesio-
nes ultramarinas.
El cambio más importante de todos fue,
por supuesto, la conversión de España
desde una posición relativamente margi-
nal en las fronteras de Europa a constituir
el poder más grande de la cristiandad y el
centro del primer imperio auténticamente
global en la historia europea. ¿Qué tipo de
sociedad era aquella que podría lograr ta-
les objetivos, y cómo afectó semejante lo-
gro a esa sociedad y a sus característi-
cas? Estamos ante cuestiones históricas
de gran calado, a las que no podemos sa-
tisfacer con respuestas de conjunto, so-
bretodo en una breve conferencia como
ésta, pero intentaré indicar algunos de los
aspectos de esta transformación y sus con-
secuencias que creo merecen especial
atención. Hay inevitablemente un conside-
rable elemento de azar en la historia, como
lo hay en toda existencia humana; esto es
algo que no podemos desconocer. Fue una
casualidad, por ejemplo, que Fernando e
Isabel fueran monarcas de excepcional
capacidad. También lo fue que su único
heredero varón muriera antes que ellos, y
que como resultado de los accidentes de
la sucesión dinástica las fortunas de Es-
paña quedaran sólidamente entrelazadas
con las la Europa Central y del Norte, gra-
cias al acceso a los tronos de los reinos
españoles de Caros de Gante, que ya era
heredero de los Países Bajos borgoñes y
el patrimonio territorial de los Habsburgo.
Se creó así una concentración de poder y
recursos que convirtió a Carlos en un can-
didato irresistible en 1519 al título de em-
perador sacro-romano. Cuando abdicó en
1556, quizás hubo también algo de azar en
el hecho de que su único hijo y heredero,
Felipe probara ser a los ojos de sus con-
temporáneos un reputado maestro en el
arte de gobernar.
Creo que es bueno que empecemos
por mencionar a los monarcas debido a
que las aspiraciones dinásticas, sus acti-
tudes y acaecimientos, determinaron con-
siderablemente las fortunas de España
durante el siglo de la conquista. Aún más
importante es el hecho de que la capaci-
dad de gobierno de cuatro monarcas con
una habilidad por encima de la media, Fer-
nando e Isabel, Carlos V y Felipe II, ayudó a
perfilar un sistema de gobierno que permi-
tiría a España asegurar primero y adminis-
trar después un vasto imperio europeo y
transatlántico. La monarquía española,
como llamaron a este imperio sus contem-
poráneos, representaba ciertos objetivos y
valores con los que sus gobernantes se
identifican estrechamente, unos valores
que se esforzaron en proyectar sus accio-
nes y representaciones a lo largo del siglo.
Ellos se vieron así mimos, por ejemplo,
compelidos a la tarea de defender la fe
católica, primero contra el Islam y después
cada vez más contra las herejías cristia-
nas aparecidas bajo el manto de la refor-
ma luterana, con la reforma luterana, con
la fragmentación de la cristiandad en mul-
titud de credos. Ellos creyeron que el pro-
pio Dios les había investido con el manda-
to de mantener un orden social justo, en el
cual cada grupo de una sociedad organi-
252
zada jerárquicamente disfrutaba de aque-
llos derechos que le correspondían. Y, como
indicaba el lema humanístico de Carlos V,
Plus Ultra, ellos llegarían a verse imbuidos
por Dios con una misión de dimensiones
globales, que aseguraría la propagación y
el establecimiento de la fe hasta en el últi-
mo rincón de la tierra.
Sin embargo, tales aspiraciones no se
podían realizar sin un firme apoyo metro-
politano, un apoyo que había que lograr y
mantener. El gran logro de Fernando e Isa-
bel fue asegurarse un alto grado de con-
senso entre sus súbditos, obtenido en
ambas coronas de Castilla y Aragón me-
diante la restauración del orden y la autori-
dad de la monarquía en sociedades des-
trozadas por la guerra civil, y representan-
do ellos mismos con éxito, especialmente
en Castilla, aspiraciones ampliamente
sentidas por todos. Se trató, en primer lu-
gar, de la aspiración a liberar los últimos
restos de suelo español de la dominación
mora y, en segundo término, de la aspira-
ción fuertemente expresada a nivel popu-
lar de purgar a España de sus elementos
judíos. La disposición a la pureza y la inte-
gridad de la fe, fundamentada en la con-
quista de Granada y la expulsión de los
judíos, confirió un contenido religioso fuer-
te y mesiánico y un nuevo sentido emer-
gente a la identidad nacional, relacionado
no tanto con la nueva frágil creación llama-
da “España” como con una identificación
con su elemento más fuerte, Castilla.
Porque fue Castilla la que tomó el
liderazgo desde el principio en la unión
de las dos coronas, sobre la cual se cons-
truyó la nueva “España”. Castilla contaba
con una población de cuatro a cinco millo-
nes de habitantes comparados con el
millón que tenía la corona de Aragón, y
además su población creció hasta cerca
de 1580, cuando se situaba alrededor de
los cinco millones y medio. La Castilla de
finales del siglo XV contaba con una so-
ciedad más dinámica y populosa que la
de la corona de Aragón. En una época en
que el tráfico lanero con Flandes y el norte
de Europa estaba trayendo nueva pros-
peridad a muchas ciudades y pueblos de
la Castilla central y del norte. De esta ma-
nera, se creó una considerable movilidad
social, que proveyó la base sobre la que
se estableció una dinámica sociedad ur-
bana, en la cual las elites cívicas volvían
su vista hacia la corona para proteger las
urbes de las injerencias de la poderosa
aristocracia territorial.
Con todo, el consenso entre la corona
y las ciudades, forjado en los primeros
años del reinado de los Reyes Católicos,
fue sometido a tensiones crecientes du-
rante los últimos años de su gobierno, y
finalmente colapsó cuando el joven Car-
los de Gante llegó a Castilla en 1517 ro-
deado de consejeros flamencos y pidió
nuevos servicios a las Cortes para finan-
ciar sus ambiciones imperiales. La gran
revuelta masiva de las ciudades de la
Castilla central contra la imposición de un
gobierno foráneo que amenazaba con
enredar a Castilla en los costosos pro-
yectos europeos de la nueva dinastía
Habsburgo. La derrota de la revuelta por
fuerzas leales a Carlos supuso un devas-
tador golpe para las viejas tradiciones
medievales comunales y constitucionalis-
tas que las ciudades habían utilizado para
oponerse a las crecientes tendencias au-
toritarias de la corona. Una vez dominada
la resistencia doméstica, la corona tenía
las manos relativamente libres para in-
tentar hacer realidad sus desmedidas
ambiciones dinásticas en Europa. Aunque
la derrota de los comuneros ayudaría a
debilitar la efectividad de las Cortes de
Castilla como reguladoras del poder real,
las ciudades siguieron constituyendo un
elemento importante de la comunidad del
reino. Todavía eran las ciudades las que
tenían que votar los servicios de los que
la corona dependía para su política exte-
rior y defensiva. Estas ciudades en el pe-
ríodo post-comunero se convirtieron en
cada vez más oligárquicas, en la medida
en que las familias urbanas principales e
hidalgas consolidaron su posición y sos-
tuvieron beneficiosas relaciones con el
gobierno central.
Carlos tenía, por tanto, el camino abier-
to para expandir sus ambiciones dinásti-
cas e imperiales sobre la base de un nue-
vo y creciente consenso de nobles,
oligarcas urbanos y oficiales educados en
las universidades, o letrados, todos ellos
dispuestos a apreciar las oportunidades
que se derivan de la posesión por Castilla
de un imperio a escala mundial. No debe-
mos olvidar que cuando Carlos aseguró
su título imperial en 1519 como el empera-
dor Carlos V, la adquisición por Castilla de
un imperio ultramarino estaba más que
cantada. Ese fue el año de la invasión por
Cortés del imperio Azteca en México; Cor-
tés ya sabía de la elección imperial cuan-
do se dispuso a escribir su segunda Carla
de Relación, fechada el 30 de octubre de
1520. Allí pudo argüir, cuando escribía de
“esta tierra” (México), que Carlos “se pue-
de intitular de nuevo emperador de ella, y
con título y no menos mérito que el de Ale-
mania, que por la gracia de Dios vuestra
sacra majestad posee”. Aunque el empe-
rador no aceptó la sugerencia de Cortés, la
conquista del imperio Azteca, seguida una
década después por la caída del imperio
de los Incas, permitió a Castilla convertirse
de hecho en la cabeza y el corazón de una
monarquía tan trasatlántica como europea.
El hecho de que en el curso de una ge-
neración no sólo hiciera de España el po-
der dominante en Europa sin que conquis-
tara en su provecho un vasto imperio ameri-
cano constituye un testimonio del extraordi-
nario dinamismo de la sociedad castellana
a principios del siglo XVI. En la última déca-
da del siglo XV, las energías que se habían
consumido tan a menudo durante el siglo
en guerras civiles se dispusieron a ser vol-
cadas hacia el exterior bajo el signo del
liderazgo real. El final de la reconquista en
1492 permitió disponer de hombres y dine-
ro para la guerra fuera de la península ibéri-
ca. Un área en la que se emplearon con
grandes resultados fue Italia, donde Fran-
cia había desafiado las reclamaciones ara-
gonesas a Nápoles y el sur italiano. Fue en
las guerras de Italia donde la infantería es-
pañola, reorganizada por el gran capitán
253
Gonzalo Fernández de Córdova, adquirió
sus instrumentos y dotes, además de la
fama de invencibilidad que la acompañaría
durante más de un siglo.
Después de la captura de Granada en
1492, Isabel se dispuso a continuar la cru-
zada contra el Islam en el norte de África;
de hecho, soldados castellanos practica-
ron algunas conquistas a lo largo de la
costa norte africana en la primera década
del siglo XVI. Sin embargo, la fuerte resis-
tencia de la población beréber indicó que
las campañas serían duras, mientras que
las perspectivas de botín y expansión te-
rritorial serían duras ilimitadas. En función
de estas circunstancias, la América conti-
nental, que los españoles asentados en
el Caribe estaban empezando a explorar
y sondear durante las dos primeras déca-
das de siglo XVI, parecía ofrecer perspec-
tivas más atractivas y factibles a los cas-
tellanos que estuvieran dispuestos a ob-
tener su fortuna en ultramar.
¿Quiénes eran estos emprendedores
habitantes de la corona de Castilla que lle-
garon a ser soldados, conquistadores y
pobladores, y qué nos dice su disposición
a expatriarse en busca de fama y fortuna
acerca de la sociedad de la que formaban
parte? Parece que se trató de un grupo bas-
tante representativo de la sociedad caste-
llana, aunque con cierta mayoría entre los
procedentes del sur de España, y especial-
mente Extremadura y Andalucía. De acuer-
do con lo indicado por Ario Góngora, de los
93 hombres que recibieron repartimientos
en Panamá en 1519, 29 venían de Andalu-
cía y 18 de Extremadura, mientras grupos
más pequeños procedían de otras regio-
nes castellanas. Aproximadamente un ter-
cio de los hombres de la expedición de Cor-
tés a México venían de Andalucía el 16% de
Extremadura, y una cuarta parte de Castilla
la Vieja. De los 168 hombres que llegan a
Cajamarca en 1532, se sabe que 36 eran
extremeños y 34 andaluces. En lo que se
refiere a su procedencia social, había una
considerable variedad. Normalmente había
algunos soldados profesionales, aunque
no tantos como podríamos esperar. De los
254
168 hombres de Cajamarca en 1532, se
sabe que 36 eran extremeños y 34 andalu-
ces. En lo que se refiere a su procedencia
social, había una considerable variedad.
Normalmente había algunos soldados pro-
fesionales, aunque no tantos como podría-
mos esperar. De los 168 hombres de
Cajamarca, sólo uno, Pedro de Candía,
había luchado en Italia, aunque Hernando
Pizarro, había sido capitán de infantería en
Navarra, un reino conquistado a los france-
ses en 1512 e incorporado luego a la coro-
na de Castilla. Según Lockart entre los 168,
unos 38 declararon tener orígenes hidal-
gos. El resto procedía de ascendencias más
modestas aunque no parecen haber veni-
do de los grupos sociales más bajos. Las
artes mecánicas no sólo estaban bien re-
presentadas entre los conquistadores de
Panamá, México y Perú, sino que un grupo
importante de hombres se componía de
miembros de clases media y profesiona-
les, especialmente notarios y hombres de
negocios. En lo que se refiere a la capaci-
dad de leer y escribir, James Lockhart nos
señala que, de los hombres de Cajamarca,
76 eran totalmente alfabetos y 41 analfabe-
tos del todo. Se cree que esta proporción es
algo más los niveles de alfabetización mas-
culina en la Castilla del siglo XVI.
¿Cómo podemos interpretar entre la
presencia de tantos hombres de Andalu-
cía y Extremadura entre los conquistado-
res y primeros pobladores de América?
Creo que la explicación la podemos en-
contrar en una combinación de factores
geográficos, condiciones económicas y
entramados sociales que arrojan luz so-
bre las características de la Castilla del
siglo XVI. En lo que se refiere a geografía,
es importante recordar que a lo largo del
siglo XVI el sur de España actuó como un
imán para la población de la Castilla cen-
tral y del norte. La conquista no fue sólo
militar y espiritual, ya que implicó un movi-
miento de población, con campesinos y
artesanos que se desplazaron hacia el sur
para asentarse en las tierras reconquis-
tadas. Este proceso de migración hacia
el sur continuó tras la caída de Granada
en 1492, y el descubrimiento y la explota-
ción de las riquezas de América se sumó
a los atractivos con los que ya contaban
Sevilla y su traspaís (hinterland). Sevilla, a
fin de cuentas, sería la gran beneficencia
de la expansión ultramarina de España y
el desarrollo de una economía transatlán-
tica. Contando ya con un puerto florecien-
te en el momento del descubrimiento de
América, su selección como puerto exclu-
sivo para las travesías hacia y desde le
Nuevo Mundo la convirtieron en una ciu-
dad extraordinariamente para todos aque-
llos que quisieran mejorar sus condicio-
nes de vida. Esta circunstancia tuvo su
reflejo en el crecimiento espectacular de
su población. En 1500 tenía alrededor de
60.000 habitantes. Hacia 1600 se cree que
se acercaba a los 150.000, lo que la con-
vertía en una de las ciudades más gran-
des de la Europa del siglo XVI. Sevilla, una
ciudad cuyas calles se rumoreaba esta-
ban surcadas de oro y plata, atrajo de
modo inevitable grandes cantidades de
emigrantes de las regiones más empo-
brecidas de la corona de Castilla. A su
vez, algunos de estos emigrantes deci-
dieron dar un paso adelante y embarcar-
se para América, en la esperanza de lo-
grar hacer fortuna.
Por lo tanto, muchos de ellos, que apa-
recen en los registros como procedentes
de Sevilla, podrían en realidad proceder
de familias cuyos orígenes andaluces
eran relativamente recientes. Hay sin em-
bargo otras razones, además de las geo-
gráficas, que explican el predominio del
sur de España en la emigración trans-at-
lántica, un predominio que tendría su re-
flejo en los estilos de vida, los gustos y la
cultura popular de los pobladores de Amé-
rica, de tal modo que la Sevilla del siglo
XVI, con sus grandes procesiones religio-
sas, constituyó un modelo para las ciuda-
des de la América Española como unas
urbes en fiesta casi permanente.
Las condiciones económicas eran
duras para muchos pobladores de la pe-
nínsula ibérica, y lo fueron más a medida
que la presión poblacional se incremen-
taba. En Extremadura en particular, la vida
era difícil, en parte debido a las severas
condiciones climáticas y ecológicas, en
parte porque las grandes órdenes milita-
res de Santiago, Calatrava y Alcántara dis-
ponían de vastísimas posesiones. Como
consecuencia de ello, las oportunidades
eran limitadas sobretodo para aquellos
que tenían pretensiones de hidalguía, lo
que les predispuso a mirar más allá de
su región natal para lograr la riqueza y el
ascenso social que tanto ansiaban. Los
valores de la sociedad extremeña eran
fuertemente señoriales. Los hidalgos as-
piraban a vivir como la gran nobleza de
Castilla. Vivían en la expectativa de con-
vertirse en dueños de vastas posesiones
y señores de muchos vasallos, de modo
que, como Hernán Cortés soñó una no-
che, cenarían al sonido de trompetas
mientras esperaban ser atendidos por un
ejército de criados.
Había realmente pocas oportunidades
de que un pequeño hidalgo como Hernán
Cortés lograra sus ambiciones en su
Extremadura natal. En las Indias, por otra
parte, cualquier sueño era realizable. Cuan-
do estos hombres lograron hacer fortuna
en las Indias, planearon regresar con su
oro y plata a Cáceres o Trujillo, de modo
que pudieran practicar los estilos de vida a
los que creían tener derecho. En realidad,
muchos nunca regresaron, porque o mu-
rieron a se asentaron en el Nuevo Mundo.
Otros, realmente lograron regresar a su tie-
rra y su ciudad de nacimiento. Quizás el
representante supremo de estos retorna-
dos es Hernando Pizarro, que empleó su
botín de Perú en construirse una gran casa
en la plaza mayor de su Trujillo natal, le-
vantar y consolidar las propiedades rura-
les familiares en Extrema-dura y adquirir el
control de dos regimientos en el cabildo
de la propia ciudad de Trujillo.
Las actitudes y acciones de estos hom-
bres, desde el momento en que abando-
naron su hogar hasta que retornaron, se-
ñalan hacia otra característica fundamen-
tal de la sociedad castellana del siglo XVI.
Aunque a primera vista su conducta en el
Nuevo Mundo los hace parecer como su-
255
premos individualistas, en realidad po-
seían un fuerte sentido de la familia, el pa-
rentesco y la localidad. Una de las razones
por las que proporcionalmente tantos de
los conquistadores y primeros emigrantes
a las Indias eran extremeños, (recordemos
que hubo bastante más de 1.000 emigran-
tes a las Indias sólo desde Trujillo en el
curso del siglo XVI), residió en el importan-
te papel jugado por algunos extremeños
en el período inicial de descubrimiento y
asentamiento. Muchos hombres de su re-
gión acompañaron o siguieron a Fray Ni-
colás de Ovando, gobernador real de la
Española entre 1502 y 1509, incluyendo a
Hernán Cortés. Francisco Pizarro estuvo
reclutando hombres en Extremadura en
1529 para su expedición a la conquista del
Perú. El reclutamiento se hizo a través del
parentesco y redes de clientela, que se
extendieron así a través del Atlántico. No
podemos olvidar que la familia extensa fue
consustancial a la vida de todos tanto en la
España del siglo XVI como en el resto del
Mundo Hispánico. A través de las alianzas
familiares se aseguraba la dependencia
de aliados y se obtenían los ansiados pues-
tos, y era teniendo en cuenta las perspecti-
vas de beneficio familiar como se arregla-
ban los matrimonios, se adquirían las pro-
piedades y se establecían los mayorazgos
que prevenían la fragmentación del patri-
monio familiar entre una multiplicidad de
herederos. La familia y sus intereses pre-
valecían sobre los de los individuos, y eran
lazos de sangre y lealtad los que mante-
nían la sociedad castellana unida a través
de una vasta red de relaciones que iba de
arriba a abajo de la jerarquía social.
La naturaleza jerárquica de la sociedad
castellana, con 25 grandes de Castilla y 35
títulos en la cima de la pirámide social al
comienzo del reinado de Carlos V, inevita-
blemente implicó que estuviera impregna-
da de valores aristocráticos. Esta circuns-
tancia era especialmente relevante porque
la proporción de la población castellana que
reclamaba nobleza o hidalguía era bastan-
te mayor que en otras sociedades de la
Europa Occidental en el mismo período; el
10% comparado con el 3%, aunque este
256
10% estaba muy irregularmente distribuido
a lo largo de Castilla, ya que el norte conta-
ba con una proporción de hidalgos mucho
más alta que el sur. La proporción relativa-
mente alta de hidalgos en la población cas-
tellana tenía importantes consecuencias fis-
cales, ya que la nobleza de sangre disfruta-
ba de exención impositiva. En términos ha-
cen-dísticos, Castilla estaba dividida en dos
categorías, hidalgos y pecheros, cargando
estos últimos con todo el peso de los im-
puestos directos. Por supuesto, la misma
división se reprodujo en las Indias, donde
la población blanca al completo estaba com-
prendida a efectos fiscales en la categoría
de hidalga.
La nobleza llevaba consigo una serie de
valores y actitudes sociales, de las cuales
las más importantes eran, generalmente,
el desprecio del trabajo manual y un exage-
rado sentido del honor. Todos tenemos la
imagen mental del hidalgo castellano em-
pobrecido, que enmascara su pobreza tras
una fachada de arrogancia y subrepticia-
mente gorronea una comida de alguien
más afortunado, al tiempo que rehúsa en-
suciar sus manos con trabajos de baja con-
dición. Pero es importante recordar que el
culto al honor existió a todo lo largo de la
Europa del siglo XVI, y que estaba lejos de
ser exclusivo de Castilla, aunque ciertamen-
te es posible que la alta proporción de re-
clamantes en Castilla de sangre noble,
unos 600.000 en total, indique que estaba
más enraizado que en cualquier otro lugar.
E incluso aceptando este supuesto, la hol-
gazanería el consumo ostentoso y la exce-
siva sensibilidad ante cuestiones de rango,
estatus y precedencia no dominaba nece-
sariamente la sociedad castellana del si-
glo XVI en detrimento de todos los demás
valores. Había un fuerte elemento mercantil
y empresarial en ciudades y pueblos caste-
llanos como Burgos o Medina del Campo,
famosa por sus ferias internacionales y sus
grandes dinastías de comerciantes, caso
de la familia Ruiz.
Estas familias se beneficiaron de la
nueva prosperidad traída por el desarrollo
del tráfico atlántico en los reinados de Car-
los V y Felipe II. Lo mismo hicieron mu-
chos otros, entre los cuales por supuesto
estuvieron muchos miembros de la noble-
za, que no permitieron que las concepcio-
nes del honor interfirieran con sus buenas
oportunidades de negocio. Esto es parti-
cularmente cierto en Sevilla, como nos re-
cuerdan las famosas líneas de Ruiz de
Alarcón:” Es segunda maravilla/ un caba-
llero en Sevilla/ sin ramo de mercader”.
Pero también es aplicable en Burgos,
Segovia o Toledo, donde muchos caballe-
ros que disfrutaban del estatus de caballe-
ros continuaron dedicados al comercio.
La sociedad castellana a comienzos del
siglo XVI tenía por lo tanto unas caracterís-
ticas muy complejas, mostrando una va-
riedad de valores que competían y coexis-
tían, entre los cuales los de tipo religioso
ocuparon, por supuesto, una posición cen-
tral. Nos estamos refiriendo a una socie-
dad que se identificó a sí misma cada vez
más a lo largo del siglo con los valores de
la fe, pero al carácter de esta fe estaba le-
jos de ser monolítico, particularmente du-
rante los reinados de Fernando e Isabel y
de Carlos V. La Castilla del siglo XV, como
otras partes de Europa, experimentó un
movimiento de regeneración espiritual, que
estuvo inspirado parcialmente por los ma-
nuales de devoción importados de los Paí-
ses Bajos. Este movimiento afectó en pri-
mera instancia a las órdenes religiosas,
en particular a los franciscanos, y los Re-
yes Católicos le dieron un fuerte apoyo.
Ellos animaron a los reformadores, ase-
guraron un mayor control real sobre los
nombramientos eclesiásticos e hicieron
todo lo que pudieron para mejorar el nivel
del episcopado y el clero secular. Al mis-
mo tiempo apoyaron decididamente la re-
forma de la educación, y aunque la Univer-
sidad de Alcalá de Henares no se estable-
ció hasta 1508, cuatro años después de la
muerte de Isabel, su fundación simboliza
la disposición de los Reyes Católicos ha-
cia los nuevos valores espirituales y hu-
manistas de su tiempo.
Era patente que la Castilla de fines del
siglo XV y principios del XVI contaba con
una sociedad abierta en materia intelec-
tual y religiosa, receptiva a las nuevas ideas
y corrientes espirituales, especialmente las
procedentes de los Países Bajos e Italia.
La vitalidad de su vida religiosa es visible
en la extensión de una nueva devoción se-
glar que tenía a veces fuertes matices mís-
ticos, en la fundación de conventos y en el
establecimiento en ciudades y pueblos de
cofradías dedicadas a obras de caridad y
la veneración de un santo local preferido,
así como en el entusiasmo mostrado en
ciertas secciones de la sociedad laica por
los escritos de Erasmo, con su énfasis en
los aspectos de la tradición cristiana mo-
rales y místicos en detrimento de los pura-
mente ceremoniales.
Frente a estas tendencias, que suge-
rían la existencia de una variedad de aproxi-
maciones a lo divino, aparecieron sin em-
bargo ya en el reinado de los Reyes Católi-
cos ciertas tendencias contrapuestas. La
Inquisición se había establecido en 1478
con el objetivo inicial de vigilar las activida-
des de los conversos (judíos convertidos),
que eran sospechosos de ser judaizantes.
La expulsión de los judíos practicantes en
1492 disparó el número de conversos, ya
que muchos judíos prefirieron convertirse
al cristianismo para no abandonar España.
Parece que había unos 250.000 conversos
e la península a comienzos del siglo XVI,
todos ellos envueltos en un manto de sos-
pecha y potencialmente sujetos a investi-
gación por la inquisición. Muchos cambia-
ron sus nombres o falsificaron sus genea-
logías con el propósito de ocultar sus
ancestros y a medida que las corporacio-
nes seculares y religiosas empezaron a in-
sistir cada vez más en la limpieza de san-
gre como criterio de pertenencia, algunos
empezaron a pensar e el Nuevo Mundo
como posible lugar de refugio. Seguramen-
te no es una coincidencia que los siete her-
manos de Santa Teresa de Ávila tomaran el
camino de las Indias, donde sus orígenes
conversos llamarían menos la atención.
La población mora de Castilla también
fue sujeta a conversión forzosa en 1502,
lo que estableció otra minoría, los
257
moriscos, cuya inclinación a la nueva fe
era suficiente dudosa como para que no
pudiera evitar quedar expuesta a las aten-
ciones de la inquisición. De este modo,
ya en las primeras décadas del siglo XVI
podemos ver que la rica diversidad de la
sociedad castellana bajo medieval esta-
ba siendo reducida a una uniformidad
superficial por los mecanismos de repre-
sión. Para la década de 1520, cuando
Lucero lanza su desafío contra Roma, la
Inquisición, después de haberse concen-
trado sobre todo en los sospechosos ju-
díos conversos, empezó a ver luteranos
detrás de todas las esquinas. De nuevo
entró en acción censurando las obras de
Erasmo, que encontraba altamente sos-
pechosas y se organizaron algunos pro-
cesos espectaculares de alumbrados,
miembros de grupos devocionales que
buscaban una relación directa con Dios,
a través de la oración mental o el total de-
jamiento a la voluntad divina.
A pesar de todas estas tendencias re-
presivas a las que debemos añadir el cre-
ciente autoritarismo de la corona tras la
supresión en 1521 de la revuelta de los
comuneros, la Castilla de Carlos V fue y
siguió siendo una sociedad dinámica y
dispuesta a mirar hacia fuera, capaz de
aprovechar muchas de las oportunidades
ofrecidas por la misión imperial del em-
perador y por la adquisición de nuevos y
vastos territorios en las Indias. Hubo oca-
siones para el enriquecimiento, como las
que proporcionó el tráfico de las Indias, y
las hubo igualmente para el servicio a to-
dos los niveles. Se trataba de una socie-
dad establecida sobre el principio funda-
mental de la relación recíproca entre ser-
vicio y merced. El monarca era el origen
de las mercedes y los archivos de Siman-
cas y Sevilla están llenos de peticiones
de aquellos que clamaban haber hecho
algún servicio a la corona, pormeno-rizan-
do las mercedes a las que creían tener
derecho en razón de estos servicios. Los
miembros de la nobleza, por ejemplo,
buscaban la recompensa y el adelanta-
miento sirviendo en los ejércitos del em-
perador, o en una embajada extranjera, o
258
en algún alto puesto militar o administra-
tivo en los territorios europeos o america-
nos de España, y especialmente en los
virreynatos, que podían brindar a sus ocu-
pantes considerables oportunidades para
enriquecerse.
Dicho de otro lado, la adquisición del
imperio permitió disponer de una válvula
de escape para la nobleza castellana. To-
memos el ejemplo de los hijos de Don
Iñigo López de Mendoza, segundo conde
de Tendilla, el primer gobernador cristia-
no del reino de Granada. Su hijo mayor,
Don Luis Hurtado de Mendoza, segundo
conde de Tendilla, el primer gobernados
cristiano del reino de Granada. Su hijo
mayor, Don Luis Hurtado de Mendoza,
sucedió a su padre como gobernador del
reino de Granada y a su debido tiempo
fue designado presidente del Consejo de
Castilla, el organismo responsable del
gobierno castellano. De sus hijos más
jóvenes, Don Antonio de Mendoza fue vi-
rrey primero de Nueva España y luego del
Perú, donde murió en 1552. Uno de ellos,
Don Bernardino de Mendoza, que murió
en 1557, fue comandante de las galeras
españoles y otro, Don Diego Hurtado de
Mendoza, un famoso hombre de letras que
vivió hasta 1575, sirvió al emperador como
embajador en Venecia y Roma. Las carre-
ras de los hermanos Mendoza sugieren
de alguna manera los caminos por los
cuales el ascenso de España a la pre-
eminencia internacional expandieron los
horizontes de la nobleza castellana, crea-
ron oportunidades para el servicio y los
pusieron en contacto con el mundo más
de los límites de Castilla.
A niveles sociales más bajos, el em-
perador necesitaba un suministro cons-
tante de reclutas castellanos para sus ejér-
citos y sus armadas, de modo que el ser-
vicio militar se convirtió en una salida para
una población que crecía y presionaba
fuertemente sobre los recursos del reino.
Él también necesitaba un cuerpo de ofi-
ciales numerosos y creciente para nutrir
la creciente burocracia que requería el
gobierno de una monarquía tan extensa.
La monarquía estaba administrada por
una estructura conciliar, formada por un
número de consejos con responsabilida-
des especiales, los Consejos de Castilla
y Aragón, por ejemplo, para el gobierno
de Castilla y la corona de Aragón, un Con-
sejo de Indias para el gobierno de las In-
dias, un Consejo de Hacienda para asun-
tos financieros y un Consejo de Estado
para tomar las decisiones de alta política
relacionada con la guerra y la paz. Todos
necesitaban disponer de personal, como
las audiencias o tribunales judiciales de
España y las Indias. A un nivel menor, se
necesitaban vastos números de oficiales
para nutrir los diferentes sectores de la
administración, como corregidores, fisca-
les, veedores, recaudadores de impues-
tos, secretarios y escribanos.
Con el objetivo de desarrollar un cuerpo
garantizado de administradores, los Reyes
Católicos ordenaron en 1493 que todos los
oficiales de alto rango debían contar al me-
nos con diez años de preparación universi-
taria en leyes civiles o canónicas. Este re-
querimiento llevó a una enorme expansión
de la educación universitaria en la España
del siglo XVI, que se dirigió a la formación
de letrados. El número de universidades
ascendió de solamente seis a finales del
siglo XV a 33 a comienzos del XVII y se ha
estimado que la España del siglo XVI tenía
una población de 20.000 estudiantes en un
año cualquiera. Además, desde 1547 los
jesuitas empezaron a establecer colegios,
proveyendo de cursos bien organizados de
gramática, filosofía, matemáticas, historia y
geografía. Para finales del siglo había cole-
gios de jesuitas en muchas de las grandes
ciudades y pueblos de Castilla, con una po-
blación de estudiantes de entre 10.000 y
15.000. Sí, como es de esperarse, tener una
experiencia como estudiante implica adqui-
rir una educación, estas cifras sugieren que
en lo que se refiere a la enseñanza mascu-
lina, Castilla se encontraba entre las socie-
dades mejor preparadas de la Europa del
siglo XVI.
Los niveles educativos de las universi-
dades variaban mucho, pero no hay duda
de la vitalidad de algunas de las más im-
portantes de ellas, sobretodo Salamanca,
Valladolid y Alcalá de Henares, especial-
mente en la primera mitad del siglo. Fue
en las cuestiones como por ejemplo la jus-
tificación de la guerra, la moralidad de las
transacciones financieras y el tratamiento
idóneo de los indígenas, temas todos ellos
que fueron abordados por los grandes es-
colásticos del siglo XVI, como Francisco
de Vitoria, en sus lecciones universitarias.
Este impacto de la educación universitaria
en un momento en que España estaba
bajo la influencia del humanismo renacen-
tista es visible al menos en parte en los
escritos de oficiales del gobierno como
Alonso de Zorita, un licenciado en derecho
de Salamanca que es autor de “Los seño-
res de Nueva España”, o Juan de Matienzo,
que obtuvo su licenciatura en la Universi-
dad de Valladolid y escribió en 1567 su fa-
moso “Gobierno del Perú”. Estos hombres
mostraron amplia curiosidad intelectual,
además de la capacidad de observar, ano-
tar y clasificar.
A fin de cuentas en las universidades
como en tantos otros aspectos de la vida
castellana, el reinado de Carlos V se carac-
terizó por el dinamismo, la creatividad y la
apertura a las principales corrientes inte-
lectuales del tiempo, una atmósfera que iba
cambiando a medida que el reinado se iba
acercando a su final. Muchos de los cam-
bios ya estaban en marcha como resultado
de los desarrollos que he descrito, pero las
décadas de 1550 y 1560 marcaron una tran-
sición de profundas consecuencias para el
futuro de Castilla y España.
Hubo por supuesto una transición apre-
miante en 1556, cuando el gobierno pasó
de Carlos V a Felipe II, lo que implicó la
separación de España del Sacro Imperio
Romano y la constitución de una auténti-
ca monarquía española encabezada por
Castilla. También implicó un cambio im-
portante en los estilos de gobierno. Car-
los V había sido un monarca siempre en
movimiento, visitando sus reinos españo-
les en intervalos poco frecuentes y por
períodos de tiempo relativamente cortos,
259
una vez que había establecido su autori-
dad en Castilla en la década de 1520.
Felipe, por otra parte, tras regresar a Es-
paña desde Flandes en 1559, nunca más
abandonó la península, Como resultado
de ello, los siguientes 40 años verían la
implicación más directa de la persona real
en el gobierno de España desde el reina-
do de los Reyes Católicos. Como un mo-
narca completamente imbuido de su pa-
pel y profundamente consciente de sus
responsabilidades ante Dios y sus súb-
ditos, Felipe mostró desde el principio su
determinación en el mantenimiento de los
más altos niveles de orden y justicia.
La Castilla de Felipe II sería, por tanto,
un reino dotado de un fuerte gobierno. Tam-
bién sería por primera vez un reino gober-
nado desde un lugar central. Hasta enton-
ces, no había habido capital, y la costum-
bre de los monarcas había sido moverse
ellos y la corte de una a otra de las ciuda-
des de la Castilla central. En 1561 Felipe
eligió Madrid como asiento de la corte, pre-
firiéndola a Toledo o Valladolid. Su elec-
ción tuvo enormes consecuencias, tanto
para Castilla como para toda la monarquía.
Madrid era entonces una pequeña villa con
unos 5.000 habitantes. Para 1620 tenía
unos 100.000 y estaba firmemente esta-
blecida como la ciudad capital de un impe-
rio extendido a escala mundial. Era allí, en
el Real Palacio del Alcázar, donde se re-
unían los Consejos que gobernaban la
monarquía y allí se conducían los asuntos
de gobierno. Como resultado de ello, se
convirtió en una ciudad de cortesanos, fi-
nancieros, ministros y oficiales reales, con
una considerable población empleada en
industrias de servicios que satisfacían sus
necesidades. Gradualmente, Madrid em-
pezó a drenar los recursos de las ciuda-
des más pequeñas de la meseta castella-
na, como Toledo. Al ser la capital de un
vasto imperio, también atrajo hacia sí las
riquezas imperiales, ya fueran sedas de
Italia, esmeraldas de Nueva Granada o pla-
ta del Perú.
En 1563, dos años después de la elec-
ción de Madrid como asiento de la corte,
260
se puso la piedra fundacional del gran
monasterio-palacio de Felipe en El Esco-
rial, que finalmente se terminaría en 1548.
El Escorial vino a simbolizar para los con-
temporáneos y para la posteridad el tiem-
po, el hombre y el reinado. Fue una expre-
sión del estilo exclusivo de reinado que
adoptó Felipe, en contraste con el de su
padre, abierto y muy visible. Aquí podía
alejarse con su familia y sumergirse en
los papeles de Estado que lo ocupaban
en sus primeras horas. Pero El Escorial
era mucho más que un lugar de reino real.
Como mausoleo familiar y gran basílica y
monasterio, constituía una fortaleza de la
fe que proclama al mundo la dedicación
de la Casa de Austria a la defensa de la
Santa Iglesia Católica, combatida desde
fuera por las fuerzas del Islam y desde
dentro por el avance de la herejía.
La España de Felipe II resultó profun-
damente afectada tanto por las agitacio-
nes religiosas que se sucedían en toda
Europa como por las consecuencias prác-
ticas, especialmente de tipo fiscal, de la
voluntad real de defender la causa católi-
ca. La península ibérica había logrado per-
manecer al margen de los movimientos
heréticos que estremecían otras partes de
Europa, pero el descubrimiento de grupos
de supuestos protestantes en Valladolid y
Sevilla en 1558 y 1559 sembró la alarma.
La corona y la Inquisición tomaron medi-
das de inmediato. La censura se endure-
ció; en 1559 se publicó un nuevo índice
español de libros prohibidos y el mismo
año se prohibió a los estudiantes castella-
nos estudiar en universidades extranjeras
con una o dos excepciones.
Estas medidas de 1558-9 marcaron
el punto de inflexión desde la relativamente
abierta España de Carlos V a la más ce-
rrada España contrareformista de Felipe
II. Por supuesto, era imposible aislar por
completo la península de las potencial-
mente peligrosas influencias europeas.
Con sus posesiones en Italia y sus avan-
zadas en los Países Bajos, donde estalló
la revuelta en 1566, España era a fin de
cuentas una potencia europea, lo que im-
plicaba contar con innumerables contac-
tos a todos los niveles en todas partes del
continente. Pero después de 1559 se tra-
baba de un país en estado de alarma, cada
vez más cauteloso de las ideas ajenas,
un país cuyas autoridades estaban dis-
puestas a tomar todas las medidas nece-
sarias para evitar a la población la conta-
minación herética.
El rey, por ejemplo, sospechaba profun-
damente del papel de los judíos e la propa-
gación de la herejía a través de Europa y
brindó un mayor apoyo a los estatutos de
limpieza de sangre, diseñados para excluir
a los conversos de los cabildos de las cate-
drales y de instituciones importantes de la
iglesia y el Estado. De hecho, estos estatu-
tos se aplicaron con gran imperfección, pero
su misma existencia tendía a discriminar
en contra de un grupo dotado e importante
de la sociedad española, constituyendo una
fuente de inquietud y miedo para todos aque-
llos que tuvieran una mancha de sangre ju-
día. La Inquisición era una institución basa-
da en el miedo, que animaba a los vecinos
a espiarse y denunciarse entre sí, un proce-
so que no era difícil promover en una socie-
dad desgarrada por disputas personales y
familiares. De modo similar, la censura im-
plicó que los teólogos y académicos tenían
que medir sus pasos, y practicar la
autocensura para evitar ser investigados por
los oficiales de la Inquisición.
Con todo, aunque trajo consigo un gra-
do considerable de represión, la
Contrarreforma, en España como en los
demás países europeos, fue mucho más
que un simple movimiento negativo, diri-
gido a contrarrestar el impacto de las doc-
trinas luteranas y calvinistas. Fue también
un movimiento de regeneración y reforma
católica, promovido por las autoridades de
la iglesia y el Estado, llevado a la práctica
en particular por órdenes religiosas
revitalizadas y con éxito a la hora de movi-
lizar una respuesta popular. El Concilio de
Trento cerró sus puertas en 1563 y Felipe
II fue el primer gobernante europeo que
aceptó sus decretos, dando su contunden-
te apoyo a medidas dirigidas a disciplinar
el clero, reorganizar las órdenes y mejo-
rar la educación religiosa del clero y el
laicado.
Como consecuencia de ello, la Castilla
de Felipe II se vio sometida a un masivo
proceso de reeducación popular, que em-
pezó con un intento de asegurarse de que
la gente conocía los términos básicos de
expresión de su fe: los diez mandamientos,
el Ave María, el Credo. Se puso un fuerte
énfasis en la confesión y la comunión fre-
cuentes, los sermones jugaron un papel
decisivo en la educación espiritual y se or-
ganizó una campaña de largo alcance con-
tra la blasfemia. La iglesia también se es-
forzó en la configuración de unos símbolos
culturales que promovieran una identidad
común. Castilla era una tierra de religiones
locales. En la que cada comunidad tenía su
propio santo favorito con una capilla dedi-
cada. En las 500 ciudades y pueblos de la
Castilla central que respondieron al cues-
tionario real de 1575, por ejemplo, había
además de las 277 capillas dedicadas a la
Virgen María, 156 a San Sebastián, 28 a
Santa Ana y 27 a San Bartolomé. Las imá-
genes de estos y otros santos jugaron un
creciente papel en el culto a medida que la
iglesia se esforzaba e captar la imagina-
ción popular mediante formas de oración
que incluyeron un fuerte elemento teatral.
Las hermandades flagelantes de la verda-
dera cruz proliferaron a fines del siglo XVI,
con miles de miembros participantes en las
procesiones del jueves y Viernes Santo que
conmemoraban la pasión de Cristo. Imá-
genes, pinturas, arquitecturas, todo estaba
al servicio de una devoción con fuerte énfa-
sis en lo visual. En los autos sacramentales,
que obtuvieron una gran popularidad a fi-
nes del siglo XVI y principios del siglo XVII,
complejas ideas teológicas se hacían ac-
cesibles a grandes audiencias de la elite y
el populacho mediante la representación de
lo sagrado.
Este gran programa de educación es-
piritual y alineamiento de la devoción po-
pular hacia ciertas líneas bien definidas
dotó de una nueva coherencia y uniformi-
dad a la vida religiosa y como resultado
261
de ello se realzó el sentido de identidad
castellano alrededor de una idea de so-
ciedad exclusivamente dedicad a la de-
fensa de la iglesia y la fe. Esta profunda
identificación con los ideales del catoli-
cismo se produjo en un momento en que
estaban siendo atacados a lo largo del
continente y cuando una España regida
por Felipe II se veía a sí misma cada vez
más actuando como el brazo armado de
la iglesia. En la guerra en el Mediterráneo
contra el Islam, se logró detener a los tur-
cos en la gran batalla naval de Lepanto en
1571. El comienzo de las guerras religio-
sas en Francia en la década de 1560 llevó
la herejía a las fronteras de la península y
trajo la posibilidad de que la mismísima
vecina de España cayera en manos pro-
testantes. En los Países Bajos, los pro-
pios súbditos de Felipe infectados por el
calvinismo estaban en franca revuelta,
implicando a un número cada vez mayor
de soldados españoles a medida que el
rey se empeñaba en vano en sofocarla,
hasta acabar por convertirse en una voraz
destinataria de los recursos españoles en
hombres y dinero durante las décadas
siguientes. Desde los últimos años de la
década de los sesenta, además, España
y la Inglaterra protestante estaban en cur-
so de colisión. El apoyo inglés a la revuel-
ta holandesa y las cada vez más descara-
das incursiones inglesas al Atlántico es-
pañol crearon en ambas partes una hos-
tilidad mortal que culminaría en la gran
empresa de Inglaterra en 1588, con la
devastadora derrota de la gran Armad de
Felipe.
Los grandes conflictos internaciona-
les de finales del siglo XVI impusieron
grandes cargas a España y especialmen-
te a Castilla. Desde aproximadamente
1580 los requerimientos del incesante
estado de guerra fueron tan grandes que
influyeron en todos los aspectos de la vida
castellana, distorsionando y deformando
la sociedad, la economía y la propia ma-
quinaria administrativa. En los últimos
años del reinado de Felipe II cerca de
70.000 españoles servían en sus ejérci-
tos y armadas. El Consejo de Guerra pre-
262
tendía reclutar en la península unos 9.000
hombres por año, un objetivo difícil de
cumplir incluso en los años más favora-
bles. En la década de los ochenta, cuan-
do el incremento de la población castella-
na de las décadas anteriores se había
reducido a la mitad y los oficiales de re-
clutamiento tenían que hacer su labor en
el seno de una población al tiempo estan-
cada y envejecida, las ocasionales faltas
de reclutas se habían convertido en una
deficiencia crónica. Como respuesta a esa
situación, el viejo sistema de reclutamiento
voluntario dio paso a levas forzadas que a
su vez despojaron a los pueblos de hom-
bres capaces, que para evitarlas busca-
ron refugio en las ciudades. Los pueblos,
además, estaban peligrosamente expues-
tos a las atenciones del recaudador de
impuestos y muchos de ellos se despo-
blarían a medida que los campesinos
caían bajo el peso de las deudas y care-
cían de estímulos para continuar traba-
jando la tierra.
Con una mirada retrospectiva, parece
que el lustro comprendido entre 1575 y
1580 marcó el punto de inflexión en la for-
tuna económica de Castilla. Gran parte del
reinado de Carlos V se había caracteriza-
do por un grado razonable de prosperi-
dad, aunque las limitaciones impuestas
por el régimen fiscal comenzaban a ma-
nifestar su influencia en sus últimos años.
Entre 1556 y 1573 Felipe II dobló sus in-
gresos y los duplicó de nuevo en la se-
gunda mitad de su reinado. Pero nunca
había bastante en el tesoro real, y la coro-
na tuvo que cargar con un considerable y
creciente volumen de pesadas deudas.
La plata de las Indias, que ingresaba en
las arcas de la corona a razón de unos
dos millones de ducados anuales proce-
dentes de las minas de Potosí y en el nor-
te de México, constituyendo cerca de una
cuarta parte de los ingresos anuales de
la corona, ayudaron a mantener las finan-
zas reales a flote, pero hubo un costoso
precio por pagar. La corona tuvo que hipo-
tecar cada vez más ingresos a los ban-
queros genoveses, que a cambio de sus
servicios recibían importantes concesio-
nes y compensaciones en detrimento de
los hombres de negocios nativos caste-
llanos, carentes de recursos para com-
petir en el peligroso mundo de las altas
finanzas internacionales.
Como las reglas del juego se decan-
taban cada vez más en contra de la em-
presa y la inversión productiva, los que
tenían dinero en la sociedad castellana
optaron por el camino fácil de colocarlo
en juros, títulos de deuda de la corona que
les aseguraban un rendimiento anual se-
guro. Como consecuencia de ello, a fina-
les del siglo XVI encontramos en Castilla
una sociedad donde aún había grandes
bolsas de riqueza, gracias en parte a la
llegada regular de plata de las Indias, pero
también una considerable y creciente po-
breza. Había crecientes disparidades en-
tre los ricos, que seguían sin pagar contri-
buciones y los pobres, forzados a cargar
con el peso de impuestos como la alca-
bala y a final del reinado, los millones, que
fueron mal administrados y cobrados de
manera poco equitativa. Las elites urba-
nas, en particular, usaron su posición de
privilegio para transferir el peso de los
impuestos municipales a artesanos y
campesinos, aprovechando las ventajas
que les ofrecía el terrible peso de las deu-
das reales para mantener su posición en
los oficios municipales, comprando tierras
y fortaleciendo su posición social.
La posición de estas elites urbanas
se hizo aún más fuerte a causa de la cer-
canía de sus vínculos con miembros de
la administración central en Madrid. En su
“Guerra de Granada”, una historia de la
rebelión morisca de las Alpujarras de
1568, Diego Hurtado de Mendoza nos dice
que “pusieron los Reyes Católicos el go-
bierno de la justicia y cosas públicas en
manos de letrados, gente media entre los
grandes y pequeños”. “Esta manera de
gobierno”, continúa, “establecida entonces
con menos diligencia, se ha ido extendien-
do por toda la Cristiandad y está hoy en el
colmo de poder y autoridad”. Estuvo des-
de luego “en el colmo de poder y autori-
dad” en la España de Felipe II. Aunque
miembros de la gran nobleza dominaron
el Consejo de Estado y sirvieron como vi-
rreyes y jefes militares, Felipe II tuvo la pre-
caución de mantenerlos bajo su control. A
pesar de lo elevado de sus dudas, la ri-
queza e influencia social de los grandes y
títulos siguió enorme en la Castilla del si-
glo XVI, pero eran los letrados los que con-
trolaban la maquinaria del gobierno. Es-
tos letrados, a su vez, reclutaban parien-
tes en los colegios mayores de las uni-
versidades para cubrir vacantes en la
administración con el resultado de que se
establecieron grandes dinastías, con ofi-
cios que pasaban de una generación a la
siguiente. Estas dinastías de letrados
mantuvieron cerrados vínculos con sus
ciudades y pueblos natales, de manera
que una red de relaciones de familia y
clientela vinculó las elites urbanas con los
ministros y oficiales de la corona.
El resultado de este proceso fue el cre-
ciente atrincheramiento de la oligarquía
en la Castilla de fines del siglo XVI, con el
desarrollo de un tipo social que una ge-
neración más tarde el Conde Duque de
Olivares describiría como los “poderosos”.
Estos poderosos, que dominaron la vida
local y la administración central, probaron
ser altamente resistentes a cualquier
cambio que afectara su propio estatus de
privilegio y harían casi imposible a un mi-
nistro como el Conde-Duque introducir
reformas de importancia en un sistema
social y administrativo que con el paso del
tiempo se mostraba cada vez más fosili-
zado. Con todo, bajo Felipe II los podero-
sos aún estaban en proceso de consoli-
dar su posición y el rey mismo contaba
aún con suficiente autoridad como para
mantener bajo su vigilancia su tendencia
a los peores excesos.
No hay duda de que en los últimos años
del reinado de 44 años de Felipe II las con-
secuencias sociales y económicas de la
guerra y el fiscalismo real estaban empe-
zando a imponer un sombrío panorama
sobre Castilla. La década de 1590 en par-
ticular resultó ser particularmente terrible,
culminando en la bancarrota real, una su-
263
cesión de malas cosechas y una
devastadora epidemia que causó medio
millón de muertos. Estos terribles golpes
llevaron a un proceso de introspección na-
cional, con la aparición de agónicos análi-
sis acerca de dónde y cómo se habían tor-
cido los asuntos de Castilla. Es significati-
vo que la palabra “declinación” se usara
por primera vez en un dedicado a las fortu-
nas de Castilla escrito en 1600. El gran
debate sobre la decadencia de España
estaba a punto de empezar.
Para el resto de Europa, sin embargo,
España seguía siendo a la muerte de Fe-
lipe II el más formidable poder del mun-
do. Podía haber fallado a la hora de liqui-
dar la revuelta de los Países Bajos o de-
rrotar a la Inglaterra de Isabel, pero sus
tercios aún dominaban los campos de
batalla del continente y sus recursos fi-
nancieros, aumentados con creces por la
plata de las Indias excedían con mucho a
los de sus rivales europeos. Se mire como
se mire, el siglo XVI, el siglo de la con-
quista, fue un siglo de extraordinarios lo-
gros para España y por encima de todo
para Castilla. Había adquirido un imperio
mundial, establecido la maquinaria admi-
nistrativa para gobernarlo haciendo frente
a desafíos logísticos de una escala sin
precedentes y había desarrollado una vida
cultural y religiosa que forjaría su identi-
dad por siglos y tendría una profunda in-
fluencia tanto en Europa como en Améri-
ca. Por razones que he intentado sugerir-
les, hubo una cierta estrechez en los hori-
264
zontes culturales de la segunda mitad del
siglo, pero estas limitaciones se vieron
acompañadas del resurgir de una nueva
intensidad, a medida que Castilla se en-
cerraba en sí misma y se convertía en una
fortaleza de la fe. La Castilla de Felipe II
fue, a fin de cuentas, la Castilla de Santa
Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz. Fue
también la Castilla de los grandes profe-
sores neotomistas de Salamanca y la del
Toledo de El Greco.
Fue también la Castilla de Cervantes,
cuya vida se encuentra tan íntimamente
entrelazada con la de su patria: como sol-
dado herido en Lepanto, como cautivo de
los moros en Argel, como comisario de-
signado por el Consejo de Guerra para
requisar trigo o aceite en los pueblos de
Andalucía ya sometidos a fuerte presión
con destino a la Armada contra Inglaterra
y finalmente, como recaudador de im-
puestos que intentaba cobrar retrasos de
la alcabala en el reino de Granada duran-
te la terrible década de 1590. Cervantes,
que había experimentado en carne propia
los triunfos y sufrimientos de Castilla, fue
capaz de reflejarlos en unas obras llenas
de genio. Bajo los atributos de caballero y
de pechero que cabalgan por las llanuras
manchegas, las figuras de Don Quijote y
Sancho Panza nos permiten vislumbrar en
realidad las ambigüedades de una rela-
ción complicada, esa combinación única
entre lo visionario y lo práctico con la que
Castilla dotó a su siglo más grande, el
siglo de la conquista.
ESTUDIO DE UNA ALDEA MOCHE EN EL RIO SECO
LA ESPERANZA- LA LIBERTAD
INTRODUCCIÓN
La sociedad Moche está definida por
una acentuada diferenciación social como
efecto de diferentes actividades documen-
tadas en muchas investigaciones reali-
zadas en la costa norte, que reflejan dife-
rente especialización en la producción
agrícola o de utensilios suntuarios, do-
mésticos, ornamentales; instrumentos
para las actividades productivas artesa-
nales, para la guerra, etc, que satisfacían
las necesidades de las diferentes clases
sociales que constituían dicha sociedad.
Los recientes estudios se desarrollan a
mediano y largo plazo, como el caso de
Sipán, Huaca de La Luna y Huaca Cao
Viejo, orientados a investigar restos mo-
numentales o áreas habitacio-nales que
en conjunto, permiten entender la estrati-
ficación social de los Moche y las activida-
des que ellos lograron desarrollar, pro-
ducto de un permanente logro creativo del
hombre norteño a través del tiempo.
Estudios específicos sobre arquitec-
tura rural o aldeas rurales Moche, los re-
portan Cossío et al (1997), dirigidos por
Carlos Deza en el proyecto de Pampa El
Milagro (La Esperanza), a 700 m al oeste
de la Carretera Panamericana y 350 m al
norte del Parque Industrial. Ellos estudian
una vivienda rural Moche, rodeada de
campos de cultivo y canales, que corres-
ponden a una ocupación Moche IV y V,
siendo abundantes restos de ollas y cán-
taros, entre ellos un considerable porcen-
taje con base en pedestal. Otros reportes
CARLOS DEZA MEDINA
MARCO RODRÍGUEZ E.
los proporciona Billman et al (1999),
Gumerman IV y Briceño (2003), relacionan-
do en ambos casos la actividad de sus
ocupantes con actividades agrícolas en la
parte media del valle de Moche, indicando
que la diferencia de status fue mínima o
no hubo durante el Moche Temprano, en
el caso del sitio Santa Rosa- Quirihuac;
mientras que para el sitio Ciudad de Dios
(Moche Tardío), la elite Moche habría teni-
do supervisores o administradores de la
producción. Concluyen que en la fase ini-
cial de la ocupación Moche, la producción
habría sido independiente, a un nivel fa-
miliar y sin ningún control por un grupo de
poder; diferente caso habría sucedido du-
rante la ocupación Moche Tardío.
Esta investigación se ha realizado en
la parte baja del río Seco de la Esperanza,
ubicado a pocos kms. al norte del valle de
Moche, a 2.5 km al Este de la Panamerica-
na y al norte del Cerro Cabras (Plano N° 1;
Foto N° 1).
A diferencia de los estudios citados an-
teriormente, este poblado Moche, no estu-
vo relacionado directamente a las activi-
dades agrícolas; más bien, claramente
como se observa en el plano, se ubica fuera
del valle, en el lecho aluvial del río Seco,
sobre fuerte depósito eólico y asociado a
un camino registrado por Kosok (1965: 90;
1978) y Beck (1979), que une los valles de
Chicama y el Moche. Beck, afirma que este
camino fue diseñado y utilizado desde el
Intermedio Temprano, así lo muestran los
restos de estructuras de piedra y
266

Plano 1. Camino prehispánico y aldea rural Moche.

Foto 1. Camino que cruza de sureste a noroeste. Lado norte de Cerro Cabras.
fragmentería de cerámica al borde del ca-
mino abandonados por la ocupación de
los Moche; también hay otras estructuras
aisladas muy cercanas al camino y más
tempranas, que indicarían que este se uti-
lizó desde el Formativo. Recientes datos
sobre caminos antiguos asociados a ar-
quitectura en zonas desérticas las propor-
ciona Pimentel (1994), Pimentel y Pare-
des (2003: 276), asociada en algunos ca-
sos con restos Moche V.
Las investigaciones realizadas por
Deza (1999 a, 1999b) le permitieron re-
gistrar esta aldea junto a un camino anti-
guo y afianzar la propuesta de Beck que
este sitio funcionó como centro de control
de personas que venían o salían del valle
de Moche.
Los últimos datos sobre este sitio han
sido registrados por el Proyecto
CHAVIMOCHIC, habiendo completado el
plano del sitio en el lado oeste y derecho
del río Seco y delimitado con hitos el área
intangible del sitio; lamentablemente, des-
pués de la colocación de hitos, el sitio está
abandonado y su destrucción continúa por
los extractores informales de agregados
de construcción y por que el camino ha sido
habilitado como trocha por maquinaria del
consejo Provincial por donde trasladan
material para afirmado; por estas razones,
los arqueólogos debemos ser más duros
con aquellos que transgreden las leyes
que protegen nuestra herencia cultural o
que no cumplen con su debida protección.
Los problemas a resolver sobre este
sitio son varios:
Primero, ¿porqué esta aldea se levan-
tó en un sitio inhóspito, fuera del valle o
del agua más cercana (más de 7 km del
valle y de un canal de riego desde el Por-
venir)?
Segundo, ¿Desde cuándo se ocupa
este sitio?,
267
 Tercero, ¿Qué actividades realizaron
lo ocupantes de esta aldea?
Cuarto, ¿Qué relación existe entre esta
aldea y el centro urbano de Huacas del
Sol y La Luna?
Y ¿Qué características tiene el cami-
no antiguo?
Para responder a los problemas men-
cionados en el marco de la investigación
de este sitio, es muy importante para el lec-
tor saber que además del camino y la ar-
quitectura junto a él construida con cantos
rodados y con adobes (muy escasos), exis-
ten otros vestigios culturales muy antiguos:
como talleres líticos con más de 8 mil años
de antigüedad registrados e investigados
por Ossa y Moseley (1972), y Deza (1999b);
restos arquitectónicos del Período Formati-
vo (Cupisnique y Salinar); posteriormente a
la ocupación Moche de nuestro interés, du-
rante el Intermedio Tardío, los Chimú cons-
truyen la gran muralla de piedra a 100 m al
Este y que cruza al camino de Oeste a Este,
y el canal Intervalle Chicama-Moche o La
Cumbre, que cruza el camino en el lado sur
de la concentración de conjuntos arquitec-
tónicos; es necesario también dar a cono-
cer que existen pequeñas unidades de ta-
ller lítico Paijanenses a escasos 200 m o
más hacia el sur, en el depósito eólico del
final del Pleistoceno.
Respecto al camino, planteamos la hi-
pótesis siguiente: «La ubicación y planifi-
cación de la esta aldea en zonal rural Moche
construida con cantos rodados del lugar, en
un espacio abierto, relacionada a un cami-
no, evidencia una estrategia de control es-
tricto sobre dicho camino y para controlar
las actividades de aprovisionamiento, hos-
pedaje y de tránsito, de diversos persona-
jes que ingresaban o salían del valle de
Moche y de sus importantísimos asenta-
mientos, demarcando la presencia del es-
tado en esta red vial y zona rural».
El objetivo principal de esta investiga-
ción es contribuir al conocimiento de nue-
268
vos asentamientos Moche en zonas rura-
les cuyos habitantes en este caso, no es-
tarían relacionados con la producción agrí-
cola, porque el sistema hidráulico de
Vichansao y su proyección El Milagro se
encuentran muy distantes, a más de 2 km
al oeste; los conjuntos arquitectónicos
son regulares en forma y materiales dis-
persos en superficie, están directamente
asociados a un amplio y ancho camino.
También, nuestro interés es definir su cro-
nología y la relación contextual de los ves-
tigios arquitectónicos con el camino que
cruza el sitio de sureste a noroeste, des-
de los arenales del Porvenir y parte alta
de Florencia de Mora, pasando por la par-
te este del Cerro Cabras y avanzando ha-
cia el norte hasta Chicama con dirección
a Mocollope.
El estudio de este nuevo sitio arqueo-
lógico se desarrolla en el marco de las
investigaciones aprobadas por la Oficina
General de Investigación de la Universi-
dad Nacional de Trujillo, surgiendo mi in-
terés sobre este lugar, luego de una pri-
maria prospección realizada cuando de-
sarrollé el Proyecto Arqueológico de Pam-
pas La Esperanza (1996-1997), con el
apoyo de alumnos de arqueología de
nuestra Universidad y del dato proporcio-
nado por Beck (1979).
Ubicación del sitio arqueológico
Coordenadas UTM :
- 9´ 112, 100 N
- 716, 400 E
Altitud
- 150 m.s.n.m.
El asentamiento se encuentra ubica-
do en el lecho aluvial y parte baja de la
Quebrada río Seco La Esperanza, aproxi-
madamente 1 km al norte del Cerro Ca-
bras y a más de 2 km al este de la Carre-
tera Panamericana Norte. Su ubicación
política es difícil considerando que el río
es el límite del distrito La Esperanza con
el Consejo Menor del Milagro, pero estoy
proponiendo que se considere en el terri-
torio de La Esperanza, lado donde se en-
cuentra la mayor cantidad de vestigios.
Ecológicamente el sitio se localiza en
la formación denominada Desierto Pre-
Montano, de topografía ligeramente plana
a ondulada, presentando promontorios
rocosos de baja elevación. La edafología
se caracteriza por presentar suelos lige-
ros a finos, con cimentaciones de arenis-
ca, gravas y materiales acumulados por
descargas aluviales y fluvioeólicas
(ONERN 1973: 39).
La flora y fauna es escasa, algunas
cactáceas; aves como la lechuza (Ethene
cunicularia sp.) y el gallinazo (Coragyps
atratus), mientras vaga raramente el zorro
(Lycalopex sechurae).
ACCESO
Se puede llegar utilizando la pista que
llega al relleno sanitario de Trujillo y el si-
tio se inicia en el lado sur de dicho relle-
no; otra ruta, es siguiendo una trocha
carrozable que se inicia en la Panameri-
cana y margen derecha del río, luego se
avanza hacia el este hasta llegar al río
Seco en un abra de 20 m delimitada por
dos pequeños afloramientos rocosos,
para luego seguir unos 400 m al este, lle-
gando al sitio arqueológico, identificado
fácilmente por la proyección del camino
antiguo hacia el sur, donde en ambos la-
dos del mismo se encuentran los testi-
monios arquitectónicos.
METODOLOGÍA DE LA
PROSPECCIÓN
El sitio ha sido dividido, en dos secto-
res, teniendo en cuenta dos factores:
1. Que el río seco ha cortado al sitio en
su parte central y
2. Que el camino separa los vestigios
arquitectónicos ubicados en ambos
lados del mismo.
En esta oportunidad, por limitación de
recursos económicos, hemos realizado
nuestro estudio de carácter preliminar en
el lado sur del río Seco (margen izquier-
da) y teniendo en cuenta el camino, se ha
dividido en dos sectores: oeste y este; en
el Sector Oeste, los restos arquitectóni-
cos han sido identificados como conjun-
tos arquitectónicos identificados con le-
tras mayúsculas; mientras que los con-
juntos arquitectónicos del Sector Este, con
números arábigos.
Arqueológicamente, un sitio puede ser
prospectado, medido y analizado para
comprender el comportamiento humano
desarrollado en él; en este caso, se cons-
tató que el sitio está conformado por con-
juntos de estructuras en difieren en el as-
pecto de forma, mientras que son seme-
jantes en la técnica constructiva, medidas
de muros y elementos que los conforman.
Para la prospección se utilizó la foto
aérea (Kosok 1965: 90; fig. 10), carta geo-
gráfica Nacional Hoja 17-e del IGM (Plano
n° 1); los trabajos de campo, la recolec-
ción de datos arqueológicos no se sus-
tentó en excavaciones, considerando la
limitación de recursos económicos, el tra-
bajo estuvo orientado a obtener una do-
cumentación fotográfica, planimétrica, di-
bujos in situ de material arqueológico sig-
nificativo: bordes, bases, tiestos decora-
dos, u otros restos en otros materiales.
Luego de la prospección, se documentó
varios tipos de restos arquitectónicos; los
más antiguos (Horizonte Temprano), se
encuentran aislados uno de otro al sur de
la concentración de vestigios Moche¸ utili-
zando como elemento constructivo piedra
canteada y traída desde las faldas de los
montículos rocosos cercanos, mientras
que la arquitectura, interés de esta inves-
tigación (Intermedio Temprano), está con-
formada por recintos arquitectónicos su-
cesivos en torno al camino y construidos
269
con cantos rodados, mostrando un claro
patrón ortogonal, a la vez, son abundan-
tes los fragmentos de vasijas y restos de
dieta alimenticia dispersos en superficie.
El análisis de datos se hizo en la Uni-
versidad Nacional de Trujillo, orientado
fundamentalmente a la interpretación de
los planos, fotos y dibujos de cerámica.
DESCRIPCIÓN DEL SITIO
El sitio Moche de Río Seco de la Espe-
ranza se encuentra en una zona rural fue-
ra del valle de Moche, al norte de su mar-
gen derecha y del Cerro Cabras; las es-
tructuras están sobre un lecho aluvial que
está parcialmente cubierto por depósitos
eólicos; la piedra para la construcción fue
obtenida del lecho del río y sobre el mis-
mo cruza el trazo del camino antiguo, deli-
mitado en ambos lados por diversas uni-
dades arquitectónicas, muchas de las
cuales han sido destruidas por acarreos
aluviales; la aldea rural Moche, está con-
formada por dos categorías de vestigios:
a) El camino (Foto N°1), se inicia en
el valle de Moche, avanza hacia el norte
cruzando al este de Cerro Cabras y en lí-
nea recta cruza el Río Seco y la muralla
norte de Chan Chan construida con pie-
dras, luego se proyecta hacia el abra que
existe entre el Cerro Campana y el Cerro
Cabezón, para luego descender hacia el
valle Chicama. El ancho del camino es de
25 m máximo, el borde está delineado por
piedras dispersas producto de la limpie-
za del lecho para el camino; en el área
donde se encuentran las estructuras su-
cesivas en torno al camino, este tiene un
ancho casi regular de 15 m promedio. La
conservación del camino es regular en
todo su trazo, y sólo en un km está siendo
erosionado por el desplazamiento men-
cionado de vehículos a la altura del río
Seco.
b ) Los restos arquitectónicos (Plano
N° 3, Deza 1999) Del conjunto de los ves-
tigios arquitectónicos ubicados en ambos
270
lados del camino, presentan diseño
ortogonal, se puede definir dos tipos de
arquitectura claramente diferenciada por
la forma y lógicamente, de ello se deduce
que la función debió ser diferente y espe-
cífica a cada tipo (Lumbreras 1981: 68),
con claridad, los muros definen unidades
arquitectónicas y recintos, de los cuales
se definió modelos diferenciados.
ELEMENTOS
ARQUITECTÓNICOS
Los muros de doble paramento (Foto
N° 2), son construidos con grandes can-
tos rodados, argamasa y relleno interior
de gravas, tierra y en algunos casos ba-
sura, con alta presencia de moluscos, prin-
cipalmente Dónax sp (maruchas); el an-
cho promedio es de 60 cm y aún conser-
van una altura de 50 cm. la mínima canti-
dad de escombros; debieron presentar in-
teriormente enlucido burdo, como se ob-
serva pequeños vestigios en algunas
áreas. Sólo en una unidad arquitectónica
se observó presencia de adobes definien-
do un recinto muy pequeño de no más de
1 m2, por las dimensiones, 28 x 14 x 10
cm, deben corresponder a Moche en una
remodelación dentro del recinto central,
hipotéticamente puede ser de un peque-
ño depósito; al interior de los recintos son
abundantes los restos de tiestos: golle-
tes de jarras, cántaros, botellas, bordes
de ollas bases planas y en pedestal;
otros, figurinas, tiestos decorados etc,
además restos abundantes de moluscos
marinos y terrestres.
CAMINO Y UNIDADES
ARQUITECTÓNICAS
El asentamiento presenta una particu-
lar característica, las unidades arquitec-
tónicas se ubican en ambos lados del
camino, del cual se deriva su acceso
(vano) principal, por lo que identificamos
dos sectores: Este y Oeste, las unidades
del Sector Este difieren en forma de las
del Oeste y no en sus elementos arqui-
tectónicos, definimos dos tipos:
Foto 2. Muro de doble paramento y parte superior relleno sanitario.
Tipo 1. Viviendas con acceso directo al
camino, de aproximadamente 30 x 30 m de
lado y con varios recintos (seis o más) distri-
buidos alrededor de un espacio relativamen-
te mayor, posiblemente abierto; su compleji-
dad representa mayor status con relación a
las unidades del sector Oeste. La primera
estructura, en el extremo SE, aislada debió
funcionar como la residencia de un «admi-
nistrador que controla el retiro de los visitan-
tes o peregrinos, comerciantes, tributarios, etc.
que retornan hacia el norte luego de asistir a
actividades administrativas o a los ceremo-
niales de las Huacas del Sol y La Luna o
Galindo capitales en el valle de Moche, pues,
muchas son las causas o factores por lo que
gente importante asistía no solo al valle de
Moche, sino a los otros valles, donde residían
los jefes mochicas y que hipotéticamente de-
berían existir sitios parecidos al que presen-
tamos con los mismos fines, caso contrario,
la existencia de este sitio representa que el
valle de Moche fue el principal centro del po-
der del estado Moche y de los señores que
gobernaron un basto territorio desde Huarmey
hasta Piura entre los primeros años de nues-
tra era hasta el siglo VIII.
Tipo 2. Unidades conformadas por pe-
queños recintos sucesivos, y paralelos al
camino, tienen de 7 x 4 m promedio, forma
rectangular y están asociados a recintos
más amplios (15 x 10 m de lado), de igual
forma pero de mayor tamaño; los primeros
debieron funcionar como recintos
habitacionales que tienen su acceso rela-
cionado directamente al camino, mientras
que algunos recintos mayores se ubican
en la parte posterior-oeste; hipotéticamente
deben haber funcionado como «corrales»
o espacios abiertos por su amplitud, sien-
do necesario excavar para definir su fun-
ción, determinando en contexto sus res-
tos. Distribución parecida se observa tam-
bién en la margen derecha del río Seco,
extremo noroeste del camino y a pocos
metros del relleno sanitario, en la primera
unidad arquitectónica «vivienda del tipo 1»
(Foto N° 4), que debió tener la misma fun-
ción de residencia de un administrador, que
controlaba el acceso de personalidades
hacia el valle de Moche, en el extremo no-
roeste de la aldea (Plano N° 2- INC-
Chavimochic), al sur de la misma se ubi-
can los recintos del Tipo 2.
271
Foto N° 3: Unidad arquitectónica del Tipo 1 (administrativa), extremo noroeste de la aldea; parte
superior, Cerro Cabras lado norte.
El tipo 1, es comparable formalmente
con una vivienda del Conjunto 35,
subconjunto 2 y 1 de Huaca de La Luna, al
cual se ingresa desde un callejón, con la
diferencia que este tiene nichos
(Encomendero et al (2000), lo definen
como unidad residencial de status inter-
medio durante las fases Moche III y IV.
Sector Este, Unidades 1, 2, 3. (Mar-
gen izquierda del Río Seco).
Estas unidades arquitectónicas de vi-
vienda o sitios habitacionales, presentan
varios factores que los diferencias de las
del Sector Oeste:
Carácterísticas:
a) Están ubicadas en el lado Este del
camino identificado como Sector Este
y en un nivel más alto que las del
Sector Oeste.
272
b) Las 4 viviendas (1, 2, 3), presentan
una estructura más compleja, ya que
tienen un número importante de re-
cintos o habitaciones en su interior,
con el acceso principal relacionado
al camino; algunas tienen además,
recintos abiertos en su entorno y los
muros más altos y consistentes que
los del lado oeste.
SECTOR OESTE, UNIDADES
A,B,C Y D
Características:
a) Cada recinto pequeño tiene vano di-
recto hacia el camino.
b) Están frente a frente de las unidades
de vivienda 1, 2, 3 y 4 del Sector Este.
c) Su estructura de conjunto se define por
la presencia de un recinto mayor a ma-
nera de patio o «corral» (15 x 10 m), que
 se encuentra en la parte posterior de
los recintos pequeños dispuestos su-
cesivos y paralelos al borde del camino
FUNCIÓN DEL SITIO
Bawden (1982: 190), se refiere al uso
de materiales en la construcción en
Galindo, plantea que estuvo conformado
por dos tipos de arquitectura: la formal,
como arquitectura construida con adobes
para funciones administrativas, que en
nuestro caso corresponde al tipo 1; y la ar-
quitectura no formal, construida con pie-
dras del lugar; sobre esta propuesta, en
nuestro sitio, la arquitectura «formal» se
levantó en sitios estratégicos como al ex-
tremo del camino o al frente de los recintos
sencillos del tipo 2, pero en ambos casos,
los muros de piedra funcionaron como ba-
ses de estructuras de quincha. Campana
(1994: 33-34), se refiere a Galindo:
«las construcciones fueron hechas
sobre bases de piedras extraídas de las
canteras de los
cerros, conformando cimientos de las
viviendas para luego disponer sobre ellas
quinchas enlucidas, al interior de dichas vi-
viendas existen piedras de moler, fogones y
«poyos», lo que ayuda a definir que perte-
necieron a estructuras de tipo doméstico».
Otra arquitectura «formal» de un agri-
cultor moche IV y V, corresponde a la resi-
dencia de un agricultor encargado de ad-
ministrar el agua y el cultivo, es una pe-
queña unidad de vivienda aislada, regis-
trada en Pampa La Esperanza por Cossio
et al (1997: Lám. 4, 6), construida con
muros bajos de piedras del lugar (cantos
rodados) a los cuales debió superponer-
se una estructura de quinchas; el conjun-
to de por sí, guarda relación con las es-
tructuras del tipo 1 descritas, pero tiene
dos aspectos particulares:
- El sitio está asociado a dos canales
al norte y al este, y rodeado por anti-
guos campos de cultivo.
- En la esquina norte presenta un
podium de 2 x 1 m, al cual se ascien-
de por 3 escalones, desde el cual se
pudo vigilar u observar el entorno agrí-
cola y los dos canales.
Wurster (1982) luego de analizar la ar-
quitectura de algunas poblaciones asen-
tadas en la costa, muestra una escultura
donde se observa recintos sucesivos so-
bre una terraza natural, donde destaca una
estructura mayor, posiblemente la residen-
cia del jefe de la zona; esta referencia guar-
da relación con nuestro sitio.
La apreciación de Canziani (1991: 31)
sobre la organización social Moche dice:
fue altamente jerarquizada, con arquitectu-
ra pública monumental formando parte de
complejos centros habitacionales, así mis-
mo los grandes centros urbanos se orga-
nizan en el marco de un estado expansivo
que ocupaba una serie de valles separa-
dos por extensiones desérticas, en una
cadena jerárquica en la cual se aprecia
sucesivamente centros asumidos como
capitales provinciales. Morris (1973: 132),
es más preciso, dice que los sitios preincas
ubicados aisladamente fueron lugares
para el control político y administrativo de
un territorio delimitado por el Estado, ubi-
cándose en ellos representantes del máxi-
mo jerarca, contando estos lugares con
recintos habitacionales, unidades de alma-
cenamiento de alimentos y disponiendo de
servidores. Así mismo, plantea que permi-
tían la centralización de actividades admi-
nistrativas, ceremoniales y económicas
necesarias para asegurar la base política
y militar del Estado. También señala: «di-
chos lugares cumplieron funciones como
puestos de control político en áreas aleja-
das de las urbes preincas, así mismo estas
se constituyen en lugares de movilización
y canalización de los bienes y servicios para
sostener a la elite gobernante y demás ór-
ganos de gobierno» (Ob. cit: 139).
Mayor estratificación para la arquitec-
tura define Topic (1977: 268-270), deduce
la existencia de tres tipos arquitectónicos
habitacionales: de bajo status, de inter-
273
medio status y de alto status, muy bien
elaborada con presencia de depósitos,
almacenes y estructuras que indican con-
trol y administración de bienes.
Uno de los primeros estudiosos so-
bre caminos y asentamientos prehispá-
nicos ha sido Kosok (1965, 1978), quién
señala que desde el punto de vista eco-
nómico los caminos fueron un medio para
transportar tributos hacia el centro políti-
co, reforzando así su poder e influencia,
pero lo más importante, fue que consti-
tuían los únicos medios físicos para man-
tener la administración política y militar de
los valles conquistados desde el mismo
centro de poder. Beck (1979), en su estu-
dio sobre caminos prehispánicos dice
que la presencia Moche en el mismo valle
se acentuó a partir de las fases III y IV,
tiempo en que se expandió por todo el
valle con centros administrativos ubicados
en lugares estratégicos con residencias
274
para representantes del Estado, precisan-
do como ejemplo los centros ubicados en
las márgenes del Cerro Cabras y que pre-
sentamos en esta oportunidad, funda-
mentando por comparación con otras pro-
puestas, que este sitio fue un centro de
control para el tráfico de personas que in-
gresaron o salieron de la capital Moche.
Un criterio importante que se debe te-
ner en cuenta, es su cercanía al valle (1
hora de camino hacia el valle aproxima-
damente), indicando de hecho que no fun-
cionó como un tambo para aprovisiona-
miento de víveres, más bien debió funcio-
nar como un centro de control y «hospe-
daje» para los visitantes, sea personali-
dades de alto status, comerciantes, tribu-
tarios, etc. como se muestra en un textil
(Foto N° 4), recuperado en la Huaca
Cantagallo-Salamanca-Valle Chicama;
están plasmados dos personajes cami-
nando en un florido paisaje, con quipe a
Foto 4.
Camisa decorada
con motivos pinta-
dos, representan
personajes cami-
nando.
la espalda, papagayo al hombro, jabalinas
y porras en las manos, con un atuendo
parecido a los que usan los personajes
importantes Moche en diversos íconos.
Apreciación semejante la presenta
Pimentel S. (1994), dice que estos tipos
de sitios habrían funcionado como luga-
res de hospedaje, similares a los
«Tampus incaicos». Hospedaje, referi-
mos a los cuartos o recintos sencillos
ubicados sucesivamente con puerta ha-
cia el camino
CRONOLOGÍA DEL SITIO
La datación relativa y filiación cultural
del camino y de la aldea rural donde resi-
dieron administradores y fuerzas de coer-
ción para controlar el acceso al valle de
Moche al final del Intermedio Temprano, se
ha obtenido del análisis in situ de restos
de ceramios que en considerable cantidad
sus fragmentos están dispersos en los dos
Foto N° 5: Lado derecho bases de cántaros, al centro Bordes de botellas, jarras, ollas, y asas; ojo
moldeado y orejera.
sectores y sus unidades arquitectónicas;
entre ellos, es importante la cantidad de
bordes y bases de jarras y cántaros tanto
de base plana y pedestal con relación a
las botellas de asa estribo; restos de ollas,
vasijas moldeadas de figurinas o perso-
najes , asas, etc. (Foto N° 5).
OREJAS MODELADAS
Los tiestos de cerámica fina caracte-
rísticos de botellas de asas estribo son
abundantes, presentan algunos motivos
pintados de rojo sobre crema. Las bases
del lado derecho de la Foto 5, correspon-
den a cántaros de hasta 50 cm de alto,
cuerpo ovalado alargado y gollete de bor-
des rectos divergentes o bordes rectos
convexos, como ejemplos la foto N° 6 y 7.
Las jarras, presentan repisa entre la
unión del gollete con el cuerpo, con asa
cilíndrica o cintada, ejemplo Foto N° 8 y 9,
en algunos casos con engobe. Igualmen-
275
Foto 6. Cántaro con base pedestal.
te, existen asas estribo, de cocción
oxidantes, algunas presentan engobe,
otras pintura y corresponderían a una ocu-
pación desde las fases III, IV y V de Larco.
Además de estos restos de cerámica,
son abundantes los desechos de dieta ali-
menticia, especialmente de moluscos
marinos (Donax sp.), Chorus mytilus, Thais
chocolata, Tegula atra, entre los prepon-
derantes, también quelas de crustáceos; y
en menor cantidad los moluscos terres-
tres como el Scutalus sp., también hay
osamentas que deben corresponde a
cérvidos y camélidos. Entre otros restos se
observan en espacios removidos o des-
truidos por maquinaria pesada, fragmen-
tos de cobre, cobre dorado, chaquiras.
CONCLUSIONES
- El espacio que ocupa la aldea Moche
en el Río Seco de La Esperanza, tam-
bién ha sido escenario del desplaza-
miento del hombre cazador- recolector
desde hace más de 10 mil años; Pos-
teriormente, fue utilizado como cami-
no por los Cupisnique y Salinar, como
lo muestran restos arquitectónicos
aislados, el primero más antiguo,
276
Foto 7. Cántaro con base pedestal.
constituido por grandes bloques alar-
gados que debieron conformar parte
de una estructura funeraria; segundo,
la arquitectura de los Salinar consti-
tuida por un gran recinto, en cuyo inte-
rior existe una delineación de piedras
delineando una banqueta en «U»
como se presenta en Cerro Orifico.
- Durante la ocupación Moche el cami-
no es mejorado, adquiere un trazo
regular o recto y se construyen algu-
nas unidades habitacionales y resi-
dencias muy posiblemente durante
la fase III, definido por la presencia
de asas estribo de borde recto o lige-
ramente acampanado. Y continua su
uso hasta el final del desarrollo
Moche; está asociado a diversos ves-
tigios arquitectónicos y abundantes
desechos de las fases finales.
- En esta zona rural los moche constru-
yeron dos tipos de arquitectura, la que
a la vez refleja diferente función y dife-
renciación social, el Tipo 1 dedicada a
los administradores y guerreros; y Tipo
2, dedicado a almacenaje, habitacio-
nes para los personajes que asisten
al valle y sus principales centros Moche.
Foto 8. Jarras Moche con asa lateral.
- La existencia de esta aldea fuera del
valle, indica la presencia del estado
Moche ejercida por las actividades de
control de los administradores; este
tipo de asentamiento debería regis-
trarse asociados a caminos al borde
Foto 9. Jarras Moche con asa lateral.
de otros valles, caso contrario, su
ausencia indicaría la relevancia del
valle de Moche y sus complejos cul-
turales como Huacas del Sol y La
Luna, y Galindo como capital princi-
pal de los Moche en el norte peruano.
277
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279
 LA AGRICULTURA TRADICIONAL COMO
RECURSO TURISTICO PARA EL
AGROTURISMO EN LA CAMPIÑA DE MOCHE
INTRODUCCION
Los habitantes de la Campiña de
Moche vienen, por muchas generaciones,
dedicándose principalmente a las activi-
dades agropecuarias que forman la base
de su economía.
A pesar de encontrarse cerca de la ciu-
dad de Trujillo, sus actividades económi-
cas, los tipos de patrones de cultivo, la
tecnología agrícola y pecuaria, así como
el manejo de su entorno, se vienen dando
principalmente a través de formas tradi-
cionales y de estrategias de sobrevivencia.
Para efectos de nuestra investigación la
Campiña de Moche aún mantiene su agri-
cultura tradicional cultivando maíz, yuca,
camote, frijol, verduras, hortalizas y alfalfa
empleando para ello, herramientas tradi-
cionales y formas participativas familiares.
La agricultura logra abastecer los alimen-
tos para autoconsumo y de mercado. Por
ello es importante salvarla de la depreda-
ción de aquellos malos agricultores que
utilizan el suelo para la construcción de
ladrillos, adobes y de las ladrilleras. Este
problema se puede revertir teniendo en
cuenta que el turismo a través de sus ac-
tividades eleva el nivel de vida de la comu-
nidad ya sea rural o urbana. La Campiña
de Moche tiene entre sus recursos turísti-
cos la agricultura tradicional que si la co-
munidad se reúne y planifica podría dar
como resultado el Agroturismo. Se entien-
de por Agroturismo, aquella modalidad del
turismo rural; como el desplazamiento de
JENNY PRÍNCIPE LEÓN
turistas y excursionistas a lugares rurales
en donde se practican actividades agríco-
las complementadas con otras labores
que el agricultor realiza en su vida cotidia-
na, con la finalidad de satisfacer sus ex-
pectativas de desarrollo personal, descan-
so y diversión.
El agroturismo tiene por finalidad de-
sarrollar comunidades campesinas pro-
piciando el mejoramiento de la calidad de
vida del agricultor, fomentando la inversión
en la construcción de casas rurales, al-
bergues, entre otros para alojar al turista
que llegue a un espacio rural y conviva,
participe con el agricultor de sus activida-
des de campo.
Al concebir cual sería la motivación del
turista hacia un lugar de destino, tendría-
mos que analizar si es atrayente, apto y
accesible, lo cual consideramos que la
agricultura con matrices tecnológicas tra-
dicionales y aún las actuales reúnen aque-
llos requisitos que requiere un destino
agroturístico.
En este entendimiento hemos identifi-
cado cuales son los cultivos y labores cul-
turales tradicionales, cuales son las ca-
racterísticas y el uso de las herramientas
manuales, y formas participativas familia-
res en las que el turista puede integrarse
activamente generando de esta manera
la práctica del agroturismo en la Campiña
de Moche.
 En tal sentido precisamos el Proble-
ma Científico en los términos siguientes:
¿Los campesinos de la Campiña de
Moche, mantienen cultivos y labores cul-
turales tradicionales aprovechables como
recurso turístico para la actividad del
agroturismo?
La teoría vinculada a nuestro proble-
ma de estudio está relacionada principal-
mente con la agricultura tradicional como
recurso turístico para agroturismo, no exis-
tiendo estudios científicos en cuanto a ello,
pero sí sistematizaciones empíricas en-
tendiendo al agroturismo como simple-
mente alojamiento en casas rurales y no
participando con el campesino de las la-
bores agrícolas y su vida cotidiana, exis-
tiendo abundante información acerca de
ello en páginas web’s donde no plantean
la motivación real del agroturismo que son
los recuros turísticos de manera primor-
dial, sólo consideran la planta turística que
es la oferta complementaria (casas de
hospedaje en el entorno rural).
Ante el planteamiento del problema,
proponemos la siguiente hipótesis:
En la Campiña de Moche los campesi-
nos vienen manteniendo cultivos y labo-
res culturales tradicionales caracterizados
por el uso de herramientas manuales y
formas participativas familiares en las que
el turista puede integrarse activamente
generando la práctica del agroturismo.
El presente trabajo contrasta las hipó-
tesis planteadas a través del diseño y de-
sarrollo de tres capítulos:
En el primero se presentan los aspec-
tos generales de la Campiña de Moche,
puntualizando sus características geográ-
ficas de ubicación, extensión, límites, re-
lieve y clima; las características de los re-
cursos a través de la flora, fauna, tierra y
agua; su población, estructura social y las
tradiciones que allí se manifiestan
282
El segundo capítulo desarrolla la agri-
cultura tradicional y su entorno cultural en
la Campiña de Moche que sirve de ele-
mento comparativo en el método
etnográfico utilizado; allí se detallan los
cultivos (especies, cultivos asociados),
herramientas, animales, labores cultura-
les (siembra, riego, deshierbo, aporque,
abono, control sanitario, cosechas), la
participación e integración familiar en las
labores agrícolas y la participación e inte-
gración magica religiosa en la agricultura
(creencias, ritos). Todo esto como mate-
rial e insumo para el agroturismo.
El tercer capítulo puntualiza las pers-
pectivas del agroturismo en la Campiña
de Moche, a través del análisis del
agroturismo, las características de la agri-
cultura tradicional y el entorno cultural apro-
vechable en la actividad del agroturismo
en la Campiña de Moche concluyendo el
capítulo con las perspectivas del agricul-
tor y visitantes (turista y excursionista) con
al agroturismo.
MATERIAL Y METODOS
A. MATERIALES
Los materiales que se utilizaron son
los informes de investigación acerca de
la Campiña de Moche, realizados por los
maestristas y estudiantes del último ciclo
de Antropología Social y Turismo de la
UNT, la bibliografía básica sobre agrotu-
rismo en campiñas principalmente referi-
da a generalidades de Turismo rural y
agroturismo.
B. METODOS Y TECNICAS
Se utilizó el método etnográfico y las
técnicas de observación directa, entrevis-
tas, conversaciones, cuestionario y regis-
tro gráfico.
a. Observación Directa.- Se utilizó
para recoger la información de primera
mano, conocer los cultivos tradicionales
así como uso de las herramientas que el
agricultor utiliza en la campiña de Moche,
para captar “in situ” el desarrollo del
agroturismo en la campiña.
b. Entrevista y conversaciones.- Estas
técnicas sirvieron para aplicar el cuestio-
nario, a fin de ampliar algunos datos o
relacionar con las formas tradicionales de
cultivos y labores agrícolas y otros que se
vinculan con el tema de investigación. Ade-
más, para entablar relación de amistad
con los pobladores e informantes del área
de estudio.
c. Cuestionario.- Este instrumento se
aplicó principalmente en las entrevistas y
encuestas a las personas escogidas de
la muestra según sectores, fue maneja-
do por la investigadora empleando el len-
guaje en función del entrevistado, sin utili-
zación de cédulas.
d. Registro gráfico.- Se registraron
gráficamente, esencialmente las labores
agrícolas procurando resaltar las herra-
mientas y equipos asi como el uso que le
da el agricultor.
Además, se registró la labores cultu-
rales realizadas en las diversas culturas
El registro gráfico sirve para ilustrar la
información verbal
Se trabajó básicamente con:
- Agricultores (conductores de tierras
de cultivo según el Comité de Ges-
tión de Sector de Riego Moche)
- Visitantes excursionistas
- Visitantes turistas
Del total de estas personas hemos
tomado una muestra aleatoria por secto-
res, en cuanto a agricultores del orden del
10%, siendo el universo poblacional de
990 agricultores, y la población muestral
de 99 agricultores.
El Universo de visitantes excursionis-
tas se tomó como referencia el número de
comensales que llegan a los restaurantes
campestres y según diálogos con los en-
cargados de éstos. A la campiña de Moche
llegan 950 comensales cada fin de sema-
na quiere decir sábados y domingos, para
ello nuestra población muestra fue de 95
visitantes excursionistas. Considerando
que fue la muestra aleatoria del 10%.
En cuanto a los visitantes turistas, y de
acuerdo a la información otorgada por el
Proyecto Huaca de la Luna, a éste atractivo
turístico llegaron 56 668 turistas entre na-
cionales y extranjeros en el año 2001. Por
lo tanto se le dividió entre 12 meses que
tiene el año para obtener un promedio
mensual de llegadas y da como resultado
4 722,33 turistas. Este promedio mensual
de llegadas se le dividió entre 4 semanas
saliendo un total de 1 180,58 turistas. Aho-
ra, tomando la población semanal de lle-
gadas hemos trabajado con el 10% ha-
ciendo un total de 118 visitantes que llegan
cada semana a la Huaca de la luna. Para
calcular el total de turistas nacionales y
extranjeros por separado, la encargada de
las estadísticas del Proyecto Huaca de la
Luna dio una proporción de llegadas 70%
para turistas nacionales y 30% para turis-
tas extranjeros. Entonces trabajamos con
la población muestra de 83 turistas nacio-
nales y 35 turistas extranjeros.
I. LA CAMPIÑA DE MOCHE
1. CARACTERISTICAS GEOGRAFICAS
A. Ubicación:
La Campiña de Moche está ubicada
en la parte más baja del valle Santa Cata-
lina, en la margen izquierda del río Moche,
provincia de Trujillo, departamento de La
libertad – Perú; a 4 Km. al sur oeste de la
ciudad de Trujillo. Sus coordenadas son:
79º 00’27”de longitud oeste y a 8º 10’16”
de latitud sur, con una altitud aproximada
de 50 msnm.
283
 B. Extensión:
La Campiña de Moche tiene una su-
perficie agrícola de 1 530,84 Hás., distri-
buidos en los siguientes sectores, según
el Padrón de Uso Agrícola de la Junta de
Usuarios Valle de Moche:
La General: 377,18 Hás.
Tomas Altas: 249,80 Hás.
Sun: 542,85 Hás.
Choc Choc: 261,01 Hás.
C. Límites
La Campiña de Moche limita por el:
Norte : Río Moche
Sur : Distrito de Salaverry
Este : Arenales de Cerro Blanco
Oeste: El litoral , desde la bocana (des-
embocadura del río Moche) al norte, hasta el
Mar de Taquila, a 4 Km. de Salaverry, al sur.
D. Relieve
La superficie de su suelo es plano, li-
geramente inclinado propia de las partes
más bajas de los valles de la costa norte
del Perú.
Existen pequeñas depresiones, de 1
a 3 metros de profundidad, hechas por el
hombre en acción erosiva, al extraer la tie-
rra para fabricar ladrillos.
E. Clima
El clima es templado, seco y agrada-
ble. Con una temperatura de 18ºC., y una
temperatura máxima de 25ºC en el mes
de febrero y 14ºC en el mes de julio.
De las cuatro estaciones del año, dos
son las más marcadas: invierno y verano,
284
épocas que influyen más en la disponibi-
lidad del agua como en el crecimiento de
algunas especies vegetales, en mayor o
menor grado en relación con la otra, como
por ejemplo: en los sembríos mixtos de
forraje, que se intercalan la alfalfa y el sor-
go el cual crece en la época de verano, en
época de invierno crece más la alfalfa que-
dando atrás el sorgo. En verano no es
época para mantener la hortalizas cultiva-
bles por los rayos solares que recibe, des-
aprovechando el sembrío. Los agriculto-
res de la Campiña de Moche siembran
con riesgo la hortalizas en verano.
2. CARACTERISTICAS DE LOS
RECURSOS
Los recursos que a continuación se
presentan constituyen un elemento más
para el desarrollo de la actividad turística
constituyendo parte del paisaje que pre-
senta la Campiña de Moche y son los si-
guientes:
A. Fauna
- Nativa.- Cuy, pavo, paloma, pato, ga-
llina, perro calato, urón, zorro, zorrillo,
lagartija, culebras, piturri, vichines,
santarrosinas, tórtolas, chiscos,
chuchuy, cardenal, tordos.
- Introducida.- Ganado bovino, ovino,
porcino, caprino, abejas.
B. Flora
Tenemos a las siguientes especies:
alfalfa, berro, grama, trébol, trébol de ce-
rro, sorgo, maíz, maní, cebolla, arveja, col,
lechuga, tomate, zanahoria, culantro, ca-
mote, calabaza, perejil, rábano silvestre,
zapallo, repollo, espárrago, ciruela, duraz-
no, higo, limón, naranja, palta, piña, can-
sa boca, chirimoya, guayabo, guanábana,
huabo, lúcuma, mango, tuna, turre, caña
de azúcar, albahaca achicoria, altamisa,
cola de caballo, cerraja, cardo santo,
chamico, pie de perro, pichana, paico, rabo
de zorro, ruda, sábila, hierba luisa, hierba
blanca, hierba del alacrán, achupalla, ca-
rrizo, caña brava, chilco, chilche, choloque,
higuerilla, jabón del campo, pájaro bobo,
talla, sampedro, clavel, dalia, geranio, lau-
rel, rosas, buenas tardes, floripondio, flor
de overo, flor de amancaes, cucarda, sau-
ce, espino, ponciano, casuarina, etc.
C. Tierra
Del recurso tierra se aplica mediante
la posesión de la parcela que sirve para
los cultivos.
Los campesinos están haciendo dos
tipos básicos de uso del recurso tierra,
uno que es básicamente ecológico, al uti-
lizarlo en la agricultura y ganadería, me-
diante tecnologías tradicionales, esta for-
ma de manejo tiene como limitación el
hecho que las parcelas cada vez se las
vienen dividiendo y subdividiendo,
acentuándose el minifundio. El otro, es
un uso depredador cuando la tierra se
vende para la elaboración de ladrillos y
adobes, pues con ello desaparece la capa
arable de tierra formada a través de miles
de años; esta acción depredadora se vie-
ne generalizando cada vez más, afectan-
do a la producción agropecuaria a pesar
de la prohibición existente.
D. Agua
El recurso agua es captado a través
de tres fuentes: del Río Moche, que es el
principal abastecedor hídrico, que trae
agua abundante durante los tres meses
de verano, la mayor parte del año el volu-
men de agua es moderada no siendo
significativamente preocupación por par-
te del agricultor ya que manifiestan que
tienen agua todo el año.
La otra fuente son los pozos para apro-
vechar el agua del subsuelo. Existen do
tipos de pozos: los tubulares, son los que
tienen más profundidad y proporcionan
mayor cantidad de agua; y existen otros
pozos que son de tajo abierto, este tipo
poseen muchas familias, pero son poco
profundos, de allí que de ellos pueda
obtenerse poca agua.
Otra fuente son los puquios o manan-
tiales que no tienen mucha significación
para el riego de campos agrícolas.
Desde inicios de los años 90 la campi-
ña se beneficia indirectamente con las
aguas de la irrigación CHAVIMOCHIC, es
un Proyecto de Irrigación que comprende
los valles de los ríos Chao-Virú-Moche-
Chicama), pues sin tener canal de deriva-
ción propiamente, las filtraciones por uso
del agua en las partes altas del valle, ele-
van la napa freática a niveles más superfi-
ciales, y además, los caudales de filtración
en el lecho del río son fácilmente captados
por la bocatoma principal. Los agricultores
manifiestan que actualmente no se bene-
fician de las aguas de CHAVIMOCHIC, por
el contrario están perjudicando sus culti-
vos, puesto que cuando se realizan traba-
jos de limpieza las aguas son arrojadas al
río Moche. Dichas aguas de la atarjea es-
tán y se caracterizan por ser color oscuro.
Los agricultores tienen que esperar dos
días para que el agua se aclare y que pue-
dan regar sus sembríos. Solamente se
riegan cuando sus cultivos ya están creci-
dos. No se puede regar cuando la planta
está muy pequeña o recién sembrada.
Mientras el recurso agua de riego se
resuelve considerablemente, el uso de las
tierras no parece optimizarse. La excesi-
va fragmentación de las parcelas y los
desniveles de la superficie por extracción
de tierras para la fabricación de ladrillos,
son factores que, asociados a las nuevas
expectativas ocupacionales de la pobla-
ción, contribuyen al relativo abandono de
la actividad agraria,como principal, en la
economía familiar. No se percatan que hoy
en día la actividad turística favorecería a
los agricultores y ganaderos, especial-
mente a los que crían mantienen formas
tradicionales, y con la construcción e
implementación de casas rurales, alber-
gues, restaurantes campestres en donde
el visitante ya sea turista o excursionista
285
 CUADRO Nº 1

MATRIZ TECNOLOGICA EN LA CAMPIÑA DE MOCHE

(AGRICULTURA)

COMPONENTES TRADICIONAL MODERNA

INFRAESTRUCTURA Bocatoma (Sta. Lucía) y acequias Bocatoma (Sta. Lucía),
MAYOR DE RIEGO canalizadas con concreto y piedra, acequias principales.
canales sin revestimiento
INFRAESTRUCTURA Acequias y surcos para riego Acequias canalizadas, riego por
MENOR DE RIEGO natural por gravedad. goteo, pozos tubulares.

Fuente: Borrego Peralta, Carlos CAMBIOS EN LA ECONOMIA DE LA CAMPIÑA DE MOCHE. Pág.56

Trujillo, 1995

ejecute labores culturales que los cam-
pesinos realizan cotidianamente como
cultivar la tierra, ordeñar vacas, criar ani-
males, etc., o que podrían explotar hacien-
do participar al turista, además de brin-
darle alojamiento y alimentación.
de usuarios para cada sector de riego de
Moche, elaborado por el Comité de Ges-
tión de la Junta de Usuarios de la Campi-
ña de Moche:
SECTOR RAMAL TOMAS ALTAS

Por ahora se observa tranquilidad y Sub-ramales:

sosiego en las familias campesinas. Vie-
nen desarrollando sus actividades
agropecuarias, obteniendo más de una Jushape
cosecha al año, pero manteniendo las for- Pisún
mas tradicionales en la organización y Chanquín Alto
manejo de los cultivos. En el cuadro Nº 1 Cobranza
se presenta la matriz tecnológica sobre el Tomas Altas
riego con respecto a la agricultura, con lo
que actualmente funciona el abasteci- SECTOR RAMAL SUN
miento de agua.
Sub-ramales:
En cuanto a la infraestructura de riego,
la Campiña de Moche está atravesada por Sun Chico
una serie de canales primarios y secun- Chanquín Bajo
darios, naciendo el canal principal, deno- El Tanque
minado CANAL MADRE o LA GENERAL, El Carnero
de la Bocatoma de Santa Lucía de Moche, El Carnerito
del cual en su recorrido parten otros se- La Esperanza
cundarios y posteriormente los canales El Rosario
de tercer orden. Por lo tanto en el sector El Muy Muy
de riego de Moche tenemos: un canal prin- La Barranca
cipal, 4 secundarios, 42 canales de tercer El Alto
orden, todos éstos distribuidos y dándole Carrizo Grande
nombre a cada terreno agrícola por don- Carrizo Chico
de cruza. A continuación se detalla cada Garganta
uno de éstos, canales, según el registro Orcón

286
 Orconcico agricultores o conductores de terrenos
Penco agrícolas, y para efecto de uso de agua,
según el registro de usuarios de cada
SECTOR RAMAL LA GENERAL sector de riego de Moche elaborado por el
Comité de Gestión de la Junta de Usua-
rios, están distribuidos de la siguiente
Sub-ramales: manera.

La General 4. ESTRUCTURA SOCIAL

Chacarilla Baja
El Rey
El Vitín Generalmente, “el sector agrario está
Los tallos compuesto por subsector moderno y otro
Huartaco campesino. El primero, organizado bajo
Yupanqui la lógica de mercado, concentra los culti-
La Cruz vos de punta para el consumo urbano y
Los Huertos de exportación, el grueso de crédito agrí-
cola, el uso de insumos y técnicas moder-
nas, la mayoría de las tierras bajo riesgo y
SECTOR RAMAL CHOC CHOC la infraestructura física e institucional Di-
cho sector está compuesto por pequeños
Sub-ramales: y medianos agricultores grandes explota-
ciones agrícolas y ganaderas, organiza-
Huerequeque dos genéricamente bajo la forma de em-
El camarón presa. El predominio de una u otra forma
La Palmera depende de la situación de cada país,
Huabalito como efecto de las modalidades de ocu-
El Coco pación de cada territorio y de los cambios
El Blanquillo en las estructuras agrarias.
Bella vista
La fortuna El sector de los campesinos y de pe-
El Muelle queños productores se encuentra, en su
El Pulpo mayoría, en las zonas rurales, carentes de
Chorobal infraestructura física y social, tienen escaso
Mongoncillo acceso a los sistemas crediticios y financie-
ros; están organizados bajo una lógica orien-
3. POBLACION tada a satisfacción de sus necesidades fa-
miliares y a garantizar su producción; po-
seen escasa dotación de tierra, fragmenta-
De acuerdo al censo del 11 de julio de
da y dispersa en la mayoría de los casos y
1993, la población del distrito de Moche
ubicadas en las zonas de secano. En este
es de 23 215 habitantes, de los cuales 4
subsector se concentra el minifundio” (Pla-
817 corresponden al área rural que perte-
za, 1998:171-172).
nece a la Campiña de Moche; aunque se
debe aclarar que el centro poblado de
Curva de Sun ha sido considerada como La apreciación de Orlando Plaza a la
población urbana. aplicación de lo que se puede observar
en la Campiña de Moche puede que difie-
Para información más detallada, se ra en algunos aspectos. La estructura
presenta el Cuadro Nº 2. social está definida sobre todo por las
actividades económicas que originan, a
su vez, una posición de vida, relaciones,
De los 4 817 habitantes en el área ru- prestigio, status y conductas. Así tenemos:
ral, existen en la Campiña de Moche 990

287
 CUADRO Nº 2

ESTRUCTURA POBLACIONAL DEL DISTRITO DE MOCHE

SEGÚN AREA Y SEXO 1993

AREA TOTAL HOMBRES MUJERES

TOTAL 23 215 11 440 11 775

URBANA 18 398 9 017 9 381

RURAL 4 817 2 423 2 394

Fuente: Resumen del empadronamiento en el distrito censal

de Moche. Censos nacionales IX de población y IV de
vivienda 1993. Instituto Nacional de Estadística e

CUADRO Nº 3

USUARIOS O CONDUCTORES SEGÚN SECTOR DE RIEGO MOCHE

SECTOR Nº USUARIOS
RAMAL TOMAS ALTAS 211
RAMAL SUN 314
RAMAL LA GENERAL 233
RAMAL CHOC CHOC 232
TOTAL USUARIOS POR SECTORES 990

Fuente: Comité de Gestión de la Junta de Usuarios Sector riego de

Moche, Año 2002

A. Agricultores ingreso. Se “ayudan” criando animales

Aquellos que trabajan la tierra directa-
mente, utilizando la mano de obra fami-
liar. Son propietarios de pequeños fundos
(minifundio). El cultivo de la tierra es su
ocupación principal y también la base del
sustento familiar. Sus recursos son limi-
tados, tratan de buscar otras fuentes de
menores.
B. Agricultores – Ganaderos
En la Campiña de Moche, generalmen-
te, son minifundistas que dedican su par-
cela al cultivo de forrajes que sirve para
alimentar ganado. Tienen mejores condi-

288
ciones de vida y mayor prestigio, general-
mente están enviando a sus hijos a se-
guir estudios a Trujillo. Sus ingresos dife-
renciales mayores se deben al que pro-
duce el ganado, principalmente vacuno.
C. Trabajadores Asalariados
Son los que hacen de braceros en la
agricultura; aparte de campesinos varo-
nes y mujeres de la Campiña de Moche,
que están en proceso de proletarización,
encontramos a migrantes de la sierra o
distritos aledaños, pero que allí llegaron
también, procedentes de otros lugares.
Venden su fuerza de trabajo por día o por
tarea, por el que reciben un salario con el
que mantienen a su familia. En algunos
casos reciben terrenos al partir, o se ocu-
pan de otros trabajos que le permiten
mejorar su nivel de vida.
D. Grandes Propietarios
Debemos manifestar que los propie-
tarios de amplias extensiones de terreno,
los dueños de ladrilleras y de granjas ubi-
cadas en los arenales, junto a la Campi-
ña de Moche, no residen en la campiña, lo
hacen principalmente en la ciudad de
Trujillo, algunos sólo envían a sus admi-
nistradores o representantes para contro-
lar sus propiedades.
5. HISTORIA
La presencia del hombre en el territo-
rio, tiene su origen hace 10.000 años A:C:
los yacimientos arqueológicos del Valle,
muestran que aquí se dio un proceso cul-
tural autóctono.
Las siguientes etapas del proceso
corresponden a los inicios de las altas
culturas o de la agricultura desarrollada
10000 A.C. cuyas evidencias son: Huaca
del Sol y la Luna, así como la Huaca de la
Estrella y de la desaparecida Huaca
Tampoy, que corresponden a la Cultura
Moche o Mochica, pertenecientes al siglo
III D:C: indica la importancia del área que
no sólo continúa ocupada por los nativos,
sino que en esta etapa, se le toma como
centro político religioso de esa cultura.
La Campiña de Moche continua duran-
te las siguientes etapas hasta el siglo X
D.C., mas tarde los Chimús prosiguieron
el proceso cultural del Valle hasta el siglo
XV con su sede capital política y adminis-
trativa Chan Chan , hasta la conquista de
los incas.
En 1534 ochenta años después que
se inició el dominio Inca, cuando llegaron
los españoles; Moche seguía ocupado por
numerosas familias nativas, quienes des-
pués de 15 años serían sometidas ofi-
cialmente por los españoles.
El término Moche, tiene varias acep-
ciones para los historiadores: Muchi, que
significa Barrillo o barro, Mochar que sig-
nifica contar; muchik que significa enjua-
gar la boca o masticar maíz para hacer
chicha; Moche significa buscar rendir un
homenaje religioso; que la palabra es
Mochica y significa reverencia o adora re-
ligiosamente lo que no se sabe, es cuan-
do fue el cambio de la palabra Moche, sin
embargo, se afirma que fueron los espa-
ñoles los que modificaron, con el objeto
de darle mayor eufonía a las palabras.
Respecto a la fundación del pueblo de
Moche, que hoy se enclava a la hermosa
campiña, existen tres versiones. La prime-
ra considera al 13 de Diciembre de 1534
como la fecha fundacional, día en que se
celebra la Fiesta de “Santa Lucía de Moche,
patrona del pueblo; la segunda, se refiere
a que la fundò el Capitán Diego de Mora
quien entre 1536 y 1537, y la tercera ver-
sión que está ligada al origen de las Re-
ducciones de Indios de la época de Tole-
dana, cuya Ordenanza fue cumplida en la
jurisdicción de Trujillo por el visitador y ju-
rista Gregorio González de Cuenca entre
los años 1566 –1567. Moche como distrito
fue elevada gracias a la gestión presiden-
cial de Ramón Castilla. Posteriormente,
289
mediante Decreto Supremo del 9 marzo
de 1870 se crea la garita Moche. Desde el
19 de Noviembre de 1906 se le llama “Villa
de Santa Lucía de Moche”. Actualmente es
distrito de la provincia de Trujillo, departa-
mento de La Libertad.
6. TRADICION
La Campiña de Moche es una auténti-
ca expresión rural, con las típicas casas a
una sola planta, dispersas entre los
sembríos y acequias, teniendo a las edifi-
caciones prehispánicas como un eje de
identidad nacional. A continuación se de-
tallará según niveles temáticos la tradición.
A. A nivel Ecológico
- La construcción de las viviendas de
material rústico o de adobes en luga-
res donde no interfiere la agricultura.
- En la producción agrícola encontra-
mos el uso de la yunta que se está
perdiendo, tal es el caso quien la con-
duce que antes era buey ahora es el
caballo pues cada vez se utiliza más
el tractor que contamina el ambiente.
- Cultivo con técnicas tradicionales
usan aún abono orgánico como el
excremento de ganado, o cuando se
pasta el ganado en los rastrojos o
forrajes, a la vez se abona con el es-
tiércol de los animales.
- En el control sanitario se usa, aun-
que de manera muy limitada el con-
trol biológico como el caso del botijón
y las posturas, sanantonio que son
insectos que devoran a otros mas
pequeños o a los gusanos.
- El cultivo del carrizo en los bordes de
las acequias que tienen doble fun-
ción, pues por un lado, sirven como
control del cauce del agua y por otro,
de materia prima para los trabajos
de artesanía.
- Los cultivos asociados y la rotación
de cultivos que conservan los suelos.
290
B. A nivel económico
- Utilización de técnicas tradicionales
como los cultivos asociados así el
maíz con frijol, o con zapallo, o con
lenteja.
- Cultivo por amelgas y poceo.
- El cultivo de artículos de pan llevar.
- Para el cultivo y la cría de ganado
están las creencias que a ellos se
asocian, relacionados con las fases
de la luna, las formas de las nubes,
o el aspecto de los crepúsculos, la
presencia de algunas aves, o la utili-
zación de cruces para proteger los
campos.
- La cestería de carrizo como actividad
complementaria del campesino de la
campiña.
C. A nivel social
- El compadrazgo, el respeto entre
compadres, la obligación de ayudar
a los ahijados, el apoyo entre com-
padres e incluso el cariño y respeto
entre “hermanos de pila”. El compa-
drazgo se da por bautizo, bendición
de casas, vehículos, instalaciones,
también por matrimonio, carnavales
o festividades religiosas.
- En las festividades religiosas se es-
tablecen grupos organizados deno-
minados hermandades como el de
la Virgen de la Puerta fundada en
1928, la de Santa Lucía fundada en
1949 y la del Señor de los Milagros
fundada en 1957. Las festividades
religiosas y las hermandades reba-
san la Campiña abarcando casi la
totalidad del año (Fajardo, 1999:23).
7. ACTIVIDADES ECONOMICAS
De 4 817 habitantes en la Campiña de
Moche corresponde a la PEA 1 927 perso-
nas entre 18 a 60 años en el área rural.
“Tomando como muestra poblacional a 193
hab. se halló que pertenecen a la PEA “el
74% se dedica a la agricultura y ganadería;
el 11,91 se dedica a la ladrillera y construc-
ción de ladrillo; 5,18 % a las granjas avíco-
las y un 8,28% a otras actividades fuera y
dentro de la campiña” (Borrego, 1995:17).
Para el año 2,002 otras actividades econó-
micas se han insertado por ejemplo, res-
taurantes turísticos campestres, como una
alternativa de desarrollo rural que está pre-
sentado la Campiña con el aumento de
flujo turístico hacia la Huaca de La luna.
Así mismo también se está haciendo tra-
bajos en metal-metálica con la construc-
ción de escritorios, gabetas, y otros.
La actividad turística en la Campiña de
Moche sigue dando resultados económi-
cos, siendo una alternativa para los que
han decidido optar por la empresa
gastronómica. Pero ese no es el único
recurso turístico con que cuenta la
Campìña; los agricultores con las activi-
dades agrícolas pueden desarrollar el
agroturismo (modalidad de Turismo Ru-
ral que detallaremos más adelante).
II. LA AGRICULTURA
TRADICIONAL Y SU
ENTORNO CULTURAL EN
LA CAMPIÑA DE MOCHE
La agricultura es una de las principa-
les actividades económicas de los pobla-
dores de la Campiña de Moche, que a
pesar de hallarse muy cercana a la ciu-
dad de Trujillo, considerada una de las
ciudades más modernas y grandes del
país, conserva hasta la actualidad matri-
ces tecnológicos tradicionales.
En el proceso de producción de la tie-
rra, los agricultores hacen uso de dos téc-
nicas de cultivo: una técnica tradicional,
en la cual el agricultor hace uso de instru-
mentos, métodos de cultivo y patrones
ideológicos, aprendidos a través del tiem-
po; y una tecnología moderna, producto
del desarrollo tecnológico.
1. LOS CULTIVOS
Tradicionalmente el campesino de la
Campiña de Moche cultiva productos para
autoconsumo como maíz, camote, frijoles,
verduras, yuca, alfalfa, tomate, cebolla,
zapallo, varios de ellos en el sistema de
cultivos asociados.
Según los Planes de Cultivo y Riego
fundamentan la subsistencia de cultivos
tradicionales como: el camote, yuca, maíz
choclo y la alfalfa. El cultivo de alfalfa ha
sido distintivo en la Campiña de Moche
orientado a la alimentación de ganado
vacuno para la producción de leche, así
como para la venta en verde en la ciudad
de Trujillo. La gente recuerda todavía la
semblanza de las mujeres mocheras que
cabalgando en burros llegaban a la ciu-
dad trayendo tinajas de leche y alfalfa ver-
de. Actualmente las camionetas rurales
de acopiadores han reemplazado a los
piajenos. En el cuadro Nº 4 se presenta el
comportamiento de las intenciones de
siembra de 1989 y 1996.
Los cultivos permanentes de caña de
azúcar y espárrago no corresponde a los
agricultores minifundistas “mocheros”,
sino a otros agricultores que están adqui-
riendo tierras y a la Cooperativa de Traba-
jadores Santa Rosa que por adjudicación
por la Reforma Agraria tienen las peque-
ñas haciendas de San Agustín y San José
conocidos tradicionalmente como “La
Hacienda” y “La Haciendita”.
Los Cultivos Asociados
La práctica ecológica de cultivos asocia-
dos es otro conjunto de técnicas que se vie-
nen manteniendo tradicionalmente en la
agricultura de la Campiña de Moche. Los
cultivos asociados corresponden a un cono-
cimiento ancestral de las relaciones
simbióticas que se dan entre diferentes es-
pecies vegetales. En estas relaciones las
especies se benefician recíprocamente se-
gún sean sus nichos ecológicos o funcio-
nes que cumplen dentro de los ecosistemas
291
 CUADRO Nº 4

RELACIÓN DE CULTIVOS PROGRAMADOS POR CAMPAÑA AGRÍCOLA 1989 Y

1996. CAMPIÑA DE MOCHE

1989 1996
CULTIVOS HAS. % HAS. %
PERMAMENTE 564,00 67,3 533,39 44,6
Alfalfa 408,00 48,7 320,26 26,8
Caña Azúcar 107,00 12,8 135,30 11,3
Espárrago 31,00 3,7 41,60 3,5
Frutales 7,00 0,8 4,95 0,4
Otros 11,00 1,3 31,28 2,6
TRANSITORIO 274,00 32,7 661,86 55,4
Camote 18,50 2,2 73,44 6,1
Frijol 22,50 2,7 33,84 2,8
Hortalizas 0,00 0,0 77,32 6,5
Maíz Híbrido 19,50 2,3 133,52 11,2
Maíz Choclo 150,00 17,9 156,95 13,1
Papa 5,00 0,6 4,00 0,3
Sorgo 0,00 0,0 4,95 0,4
Tomate 14,00 1,7 48,00 4,0
Yuca 8,00 1,0 11,43 1,0
Zapallo 26,50 3,2 27,30 2,3
Otros 10,00 1,2 91,12 7,6
TOTAL 838,00 100,0 1195,25 100,0

Fuente: Región Agraria La Libertad "Información Estadística" Trujillo 2000

o microsistemas en que viven o conforman Con respecto a estos cultivos obser-

su hábitat. En atención a lo detallado ante-
riormente podemos mencionar que:
“En la Campiña de Moche la práctica
de los cultivos asociados se da al sembrar
en sus campos maíz con frijol, maíz con
lenteja, alfalfa con el sorgo. Aquellos per-
miten a los campesinos de la Campiña de
Moche, como de cualquier lugar donde se
practica, alimentación variada y mantener
la fertilidad de las tierras, demostrando un
mejor manejo respecto del monocultivo o
cultivo de una sola especie en un terreno
determinado” (Borrego 1995: 27).
Los cultivos asociados permiten, ade-
más, al campesino de la Campiña de
Moche un mejor manejo de los recursos
agua y tierra con relación a sus cultivos.
vamos en el cuadro Nº 5 que de una mues-
tra aleatoria del 10% de agricultores de la
Campiña de Moche, el 51% tiene cultivos
asociados. El monocultivo y la introduc-
ción de nuevas especies van exigiendo a
los campesinos adaptar o modificar nue-
vas técnicas en sus patrones tradiciona-
les, así por ejemplo el uso de maquina-
rias y equipo agrícolas como tractor, sem-
bradoras, cosechadoras, fumigadoras y
sistemas de conservación y almacena-
miento más amplios y complejos; reduc-
ción de la mano de obra familiar e incre-
mento de la mano de obra salariada, el
uso más intensivo de la tierra nuevo sis-
tema de captación, conducción y utiliza-
ción del agua de riego y pérdida de los
patrones colectivos de reciprocidad y ayu-
da mutua.

292
 CUADRO Nº 5

TIPOS DE CULTIVO EN LA CAMPIÑA DE MOCHE SEGÚN SECTORES

TIPO DE
ASOCIADOS MONOCULTIVO MIXTOS TOTAL
CULTIVO

SECTOR Nº % Nº % Nº % Nº %

TOMAS ALTAS 12 12,12 7 7.07 2 2.02 21 21.21

LA GENERAL 15 15.15 10 10.1 7 7.07 32 32.32

SUN 11 11,11 8 8,08 4 4,04 23 23,23

CHOC CHOC 12 12,12 7 7.07 4 4,04 23 23,23

TOTAL 50 50,50 32 32,32 17 17,17 99 100

2. HERRAMIENTAS Y ANIMALES mientas manuales que se construyeron en

Las formas tecnológicas tradicionales
que identifican a la Campiña de Moche se
manifiestan a través de trabajos realiza-
dos manualmente en donde el agricultor
dispone solamente de herramientas ma-
nuales con las que realiza todas las labo-
res agrícolas y produce en parcelas y
fundos, principalmente maíz, yuca, alfalfa,
camote, zanahoria, tomate como cultivos
tradicionales además de las hortalizas y
flores como las rosas; y trabajos con trac-
ción animal. En nuestro país la tracción
animal con la yunta de bueyes se ha man-
tenido hasta nuestros días, especialmen-
te en la zona de la sierra. En la Campiña
de Moche aún se mantiene pero en forma
reducida por que según manifiestan los
agricultores, los abigeos hurtan a los ani-
males, perjudicando su utilización. Ahora
en lugar de bueyes utilizan el caballo con
el arado. Es importante mencionar que los
agricultores realizan trabajos con tracción
de máquinas y animales, sea propio o al-
quilado, que se emplea para la aradura y
rastreo del terreno.
base a la madera. Estas herramientas for-
maron parte de la tecnología agropecuaria
en las culturas prehispánicas.
Un modelo de los primeros arados
datan de hace unos 4000 años atrás. La
tracción animal representa un avance con-
siderable en la agricultura.
La eficiencia de este tipo de arado en
terrenos planos motivó la utilización del
arado de madera, formando así parte del
aperaje agrícola de muchas familias cam-
pesinas. Especialmente en la Campiña
de Moche ha desaparecido el aperaje que
asocia al arado de madera, ahora existen
los aperos del arado jalados a caballo.
Los aperos tradicionales de yunta de bue-
yes ha quedado como reliquia en las vi-
viendas de los agricultores.
Estas herramientas y aperos podrían
ser motivo de exhibición para los turistas.
A. Herramientas manuales

En los primeros tiempos de la agricultu- En la agricultura tradicional, mu-

ra el hombre trabajaba el suelo con herra- chos de los trabajos en el campo son rea-

293
lizados manualmente con las pocas he-
rramientas que tiene el hombre a su dis-
posición.
Estas herramientas, en el transcu-
rrir del tiempo, vienen siendo modificadas
con la finalidad de incrementar su eficien-
cia y capacidad en el trabajo agrícola. En
algunos casos se procede al ensayo de
nuevos materiales que permitan una ma-
yor duración, menor peso y rentabilidad
de su uso; en otros, se modifica su forma
tanto en respuesta a las características
antropométricas del agricultor, como en
función de las condiciones fisiográficas y
ecológicas del medio.
La funcionalidad de una herramienta,
implemento, equipo o maquinaria depen-
de del diseño de la calidad y del tipo de
materiales usados en su construcción, así
tenemos:
Los materiales son de origen vegetal o
animal, metálicos ferrosos y no férricos.
Antiguamente, las herramientas, los imple-
mentos y equipos tradicionales eran casi
totalmente de madera. Hoy en día, la ma-
dera ha perdido gran parte de su importan-
cia. Se utiliza sin embargo, en herramien-
tas, implementos y equipos para la fabri-
cación de mangos, yugos, plataformas de
carretas, cuerpo y timón de arados tradi-
cionales, entre otros. El cuero, es obtenido
de la piel de los animales a través del cur-
tido. Es utilizado para correas encoladas o
unidas con grapas. Goma natural, que es
obtenida del látex del árbol de hule, esta
resina natural es transformada en goma
mediante la adición de azufre y materiales
de relleno (cal y carbón), se utiliza para
empaquetaduras, llantas, neumáticos, co-
rreas, aislamiento de cables, etc. las fibras
vegetales de cáñamo, algodón, yute, se
usan para la confección de lonas, cuerdas
o cables y correas. Pinturas que son utili-
zadas para las partes de fierro con el obje-
to de evitar oxidaciones. Las partes de
madera pueden ser pintadas simplemen-
te con aceite o barniz, o con una pintura de
color conveniente.
294
En la Campiña de Moche se observan
herramientas de material mixto, es decir
combinan la madera con planchas de ace-
ro en el caso de la palana y en otras herra-
mientas los mangos y el cuerpo.
<La llegada de los españoles introdu-
jo en los andes el arado de madera con
tracción animal. Su uso fue acelerado por
una ordenanza dada por el virrey Toledo,
en la que dice “...que en las partes y luga-
res donde de pudiera barbechar y sem-
brar la tierra con bueyes, el corregidor de
tal distrito vea las tierras y chacras que
pueden labrar y arar con arados y haga
que comunidades de indios compren bue-
yes, yugos y el arado para que sirvan a los
indios pobres...”> (Meier 1993:127).
“La yunta, fue la única fuente de trac-
ción hasta la introducción de los primeros
tractores, hace unos 70 años” (Meier
1993: 127).
Todo cultivo requiere de condiciones
favorables del suelo que se pueden obte-
ner con herramientas manuales, aperos
de tracción animal o con implementos de
tracción motriz
Las herramientas manuales se dife-
rencian según la labor o el tipo de trabajo
a efectuar. Algunas herramientas son de
uso múltiple, sin embargo, su eficiencia
varía con el trabajo a realizar, así tenemos:
Habilitación de tierras, Drenaje, Prepara-
ción del Suelo, Siembra, Raleo, Deshierbo,
Aporque, Control Fitosanitario, Cosecha,
Post-Cosecha.
Siendo las herramientas, las siguientes:
a). Rastrillo
Es una herramienta de uso generali-
zado en la horticultura, se emplea para la
limpieza de pequeñas parcelas y prepa-
ración de suelos para hortalizas.
 Hecho de fierro corrugado, que sirve
también para realizar trabajos más pesa-
dos como emparejar el suelo y juntar pie-
dras y malezas. Su mango está hecho de
madera.
b). Surcadora manual
La surcadora manual es una herra-
mienta muy útil en la horticultura, sirve para
abrir surcos como también para el aporque
y por su mango relativamente largo se
puede trabajar en posición cómoda sin
fatiga. En el aporque se utiliza para
desmalezar y arrimar la tierra a la base de
las plantas, formando camellones o sur-
cos. La longitud del mango es apropiada
para hacer canales y conducir agua por el
terreno, de esta manera los surcos que-
dan rectos y limpios.
c). El pico y zapapico
Son herramientas de uso múltiple que
se encuentran ampliamente difundidas
entre todos los agricultores.
Ø Pico
Es una herramienta imprescindible
para las labores agrícolas, principalmen-
te para la preparación del suelo. Se usa
asimismo para desterronar y sacar male-
zas, para aperturar surcos en la siembra,
así como para roturar el suelo y
semivoltear los terrones o hampa, igual-
mente para cubrir semillas.
Usos:
· Roturación
· Abrir zanjas o canales de riego
· Facilita cubrir las semillas en la siem-
bra
· Aflojar surcos en la cosecha de papa
Ø Zapapico
Es similar al pico. La variación consis-
te en que la parte opuesta a la punta es
mucho más ancha que la del pico normal.
Existen modelos de zapapico que pre-
sentan uno de sus extremos terminado
en dos puntas y una hoja ancha en el otro
extremo.
d). La escardilla (picota o escardillo)
Es una herramienta similar al pico, se
diferencia de este último en que uno de
sus extremos, el opuesto a la reja termina
en dos puntas. Además es una herramien-
ta pequeña que por impacto sobre el sue-
lo provoca remoción, desmenuzamiento y
extrae malezas hacia la superficie, sobre
todo en cultivo hortícola.
e). El azadón
Herramienta para la labranza del sue-
lo, es similar a la azada pero de mayor
tamaño y sirve para rozar y romper tierras
o suelos duros, y cortar raíces delgadas.
La longitud del mango le permite una
mayor comodidad en el trabajo. La parte
activa de la herramienta facilita el movi-
miento de tierras así como la formación
de surcos y camellones.
Por impacto se produce la remoción
del suelo y el corte de las malezas para
ser incorporadas como fuente de materia
orgánica. También se adecúa para la lim-
pieza de canales de riego.
Usos:
Se utiliza para las siguientes labores:
· Aporque. En esta labor se arrima la
tierra en la base de las plantas, jun-
tándolas de los entresurcos para for-
mar los camellones.
295
 · Desmalezado, por arranque y corte
de las malezas
· Riego. En la limpieza de los canales
se arrancan las malezas y se las co-
loca a ambos lados del canal, para
llevar y conducir el agua.
f). La pala
Herramienta compuesta de una plan-
cha de acero; la parte activa se presenta a
manera de una cuchara, la misma que
sirve para remover y trasladar diferentes
materiales. Es versátil y de uso múltiple,
ya sea en labores agrícolas y no agríco-
las. Presenta un mango que termina en
su parte superior en una empuñadura de
diferentes formas.
En la limpieza de los canales de riego
se arrancan malezas con la pala y arras-
tran juntamente con el sedimento a am-
bos lados del canal.
Usos:
· Remoción de suelos
· Limpieza de canales de riego.
g). La horqueta
Los agricultores utilizan horqueta o
trinches de madera, que sacan de tallos de
arbustos ramificadas en hasta cuatro par-
tes. A la vez manifiestan que la prodigiosa
naturaleza puede hacer maravillas para l a
agricultura, y tal es el caso de la horqueta
que se puede observar en la figura.
Uso:
Sirve para cargar paja y forrajes.
h). La hoz
Es una de las herramientas más anti-
guas y es muy empleada en todos los
países en vías de desarrollo, para la co-
secha de pastos y cereales.
296
Existen varios tamaños de hoces que
se diferencian por la curvatura de la hoja.
i). La guadaña
Los mangos de las guadañas suelen
ser de madera. El mango cuenta con una
agarradera para la mano derecha en su
punto medio y pueden presentar una se-
gunda agarradera en su parte superior.
Los mangos y empuñaduras son muy
variados, pero el fin de todos ellos es per-
mitir que el agricultor trabaje con los bra-
zos extendidos y con ambas manos más
o menos en el mismo plano horizontal
para que pueda balancear la guadaña en
un amplio semicírculo, sin esfuerzo exce-
sivo y con la hoja de la herramienta siem-
pre paralela al suelo.
j). El machete
Es una herramienta para cortar, utilizada
ampliamente en las regiones tropicales y
subtropicales en la recolección de plantas
como la caña de azúcar, el maíz, pero tam-
bién para cortar pastos y arbustos.
Su hoja es de unos 50 cm. de longitud
con un mango de madera y se fabrica en
una gran variedad de formas y modelos.
B. Los animales
En la agricultura, los animales constitu-
yen desde tiempos inmemoriables los mo-
tores más usados en las distintas labores
del campo. Hoy revisten importancia en paí-
ses de topografía accidentada, de terrenos
muy parcelados, y de condiciones muy es-
peciales para la explotación agropecuaria. .
Los caballos, mulas y asnos se usan
generalmente en labores que no requie-
ren mucha fuerza de tracción, tales como
preparación de suelo de textura liviana,
surcado, control de malezas, aporque y
transporte (carretas) (MEIER, Hans; 1993:
132-133).
 El uso de animales aumenta conside-
rablemente la fuerza de trabajo del agricul-
tor. Le permite llevar a cabo diversas ta-
reas adicionales, como diversificar sus
cultivos, aumentar la superficie cultivada y
llevar sus productos al mercado. Los agri-
cultores tienen la posibilidad de alquilar
equipo con animales o sin ellos y realizar a
tiempo las labores agrícolas necesarias.
a). Animales utilizados en tracción
Pueden ser toros o bueyes (toros cas-
trados). Se utilizan también caballos, mu-
las y asnos, pero no son representativos
de las fuerzas de tracción existente. Estos
últimos más bien juegan un rol importan-
te en labores de transporte.
Los caballos: soportan también trabajos
continuos durante largo tiempo; pueden utili-
zarse prácticamente durante 300 días de tra-
bajo anuales y asimismo puede exigirse de
ellos, si se les da la adecuada alimentación,
un rendimiento más alto en las épocas de
mayor trabajo. Los caballos, mulas y asnos
se usan generalmente en labores que no
requieren mucha fuerza de tracción, tales
como preparación de suelo de textura livia-
na, surcado, control de malezas, aporque y
transporte (carretas) (Meier 1993: 132-133).
b.) Labores con tracción animal
Según el Proyecto Herrandina las la-
bores con tracción animal se realizan de
la siguiente manera:
Las labores agrícolas, en la campiña
de moche, con bovinos se están perdien-
do al estar siendo reemplazado por el trac-
tor. A continuación se detalla cada labor:
Ø Aradura, se utiliza arado de madera o
de metal para romper el suelo. No se debe
arar cuando el terreno está muy húmedo o
muy seco, de preferencia el suelo debe es-
tar a punto. En la campiña se utiliza el arado
de metal con yunta de bueyes (la mayoría
de las veces reemplazada por el tractor).
Ø Rastra, es utilizada para hacer la
tierra más fina y no aterronada. Esta labor
se puede efectuar con una rastra de dien-
tes. Si no se dispone de una rastra, se
puede usar un animal que arrastre ramas
grandes por el suelo, las ramas rompe-
rán los terrones. Puede realizarse con
bueyes, caballos, mulas o asnos.
Ø Surcado y aporque, cuando el te-
rreno está bien preparado se realiza el
surcado para la siembra, con las aletas
surcadoras.
Ø Siembra los agricultores siembran
las tierras también con la tracción animal,
utilizando aletas surcadoras para abrir los
surcos y sembrar a mano. Esto es debido
a las limitaciones topográficas, tamaño de
parcela y falta de vías de acceso. Utilizan
también equipos de siembra acoplados
que dejan caer la semilla. Tal es el caso
en la siembra de la zanahoria que consis-
te en una especie de regadera que dejan
caer la semilla.
Ø Control de Malezas, para realizar
esta labor se usa un cultivador tirado por
bueyes, caballos o mulas. El cultivador tie-
ne cuchillas que cortan las malezas y en
la campiña ahora se utiliza el cultivador
tirado por caballo.
Si bien es cierto que los bueyes tienen
mayor capacidad de tracción, por lo que
son muy empleados en la aradura, el ca-
ballo puede ejecutar mayor variedad de
trabajo mecánico que un buey debido a la
velocidad de marcha que es mayor en el
caballo. Por ello se le emplea mucho en
el transporte, en labores complementa-
rias a la aradura y en labores culturales
por su gran maniobrabilidad, En la Cam-
piña de Moche los agricultores manifies-
tan que el tractor está reemplazando al
buey, el caballo ejecuta labores agrícolas
que no requieren mucha fuerza de trac-
ción como preparación de suelo de textu-
ra liviana, surcado, control de malezas,
aporque y transporte. En conclusión si
emplean todavía la yunta de buey, arado
297
con caballo y a la vez también utilizan el
tractor para la preparación de la tierra.
Transporte
El traslado oportuno de los insumos
agrícolas, semillas, fertilizantes y abonos
es indispensable si se desea que los cul-
tivos crezcan debidamente.
El sistema de transporte, es muy im-
portante en el periodo posterior a la cose-
cha tanto para el traslado de los produc-
tos al mercado como para llevarlos a al-
macenamiento reduciendo al mínimo las
pérdidas provocadas por los insectos y la
humedad.
Para el transporte se puede hacer uso
de carretas con bueyes o de la carreta ti-
rada por caballos. En la campiña de moche
para el transporte se utiliza la carreta tira-
da por caballos o asno; las carretas están
siendo reemplazadas por medios de
transporte motorizado.
Los animales, que constituyen la ga-
nadería existente en la Campiña de
Moche, se conviertan en un recurso eco-
nómico más y vienen a ser como reserva
o ahorro al que se puede acudir en cual-
quier momento; como despensa directa
de alimento (carne, leche, huevos, etc.), o
convirtiéndola en dinero al venderlas. Tam-
bién complementa en las actividades agrí-
colas, cuando se trata de animales mayo-
res, pues “ayudan” al campesino en di-
versas tareas como siembra, cosecha,
deshierbo, aporque, etc.; como fuerza de
tracción (arar), carga (transporte), pisoteo
(trilla), como ya hemos visto anteriormen-
te también se aprovecha su estiércol
como abono. Entre estos animales pode-
mos mencionar al ganado equino, bovino
y ovino tales como caballo, toro, vaca, car-
nero, asno, entre otros.
Los aperos son enseres que se colo-
can a los animales para que el hombre
pueda utilizarlos mejor de acuerdo a sus
necesidades así tenemos: sacos o sába-
298
nas viejas, sillón, madera abierta, tiras,
fajas, correas, retracas, vinchas, sillas,
forros, pellones, etc.
3. LABORES AGRICOLAS
En la Campiña de Moche existen pe-
queñas y grandes extensiones de terre-
nos agrícolas las que son denominadas
parcelas si tienen de 1 a 5 hás., fundos 6
hás. a más; en el lenguaje de los campe-
sinos.
El agricultor de moche sabe analizar
la tierra y la cuida a través de sus labores
agrícolas. El campesino “diagnostica” la
calidad de las tierras para el cultivo mas-
ticándola y paladeándola. “La tierra cuan-
do es dulce es porque es buena para to-
dos los cultivos. Cuando las tierras son
sin sabor o saladas no son buenas para
el cultivo”. Los campesinos manifiestan
que en la Campiña de Moche siembran
todo tipo de cultivo, su tierra es dulce.
Las labores agrícolas en la Campiña
de Moche están referidas específicamente
a la preparación de la tierra, siembra, rie-
go, deshierbo, aporque, abono, control
sanitario y cosecha.
3.1 Preparaciòn de la tierra
La preparación de la tierra es el traba-
jo realizado en las capas superficiales del
suelo. Con la aradura no se obtiene una
adecuada preparación y se requiere aún
el trabajo de otras herramientas e imple-
mentos. La necesidad de preparar el sue-
lo nació cuando el hombre decidió adap-
tar las condiciones del suelo a los reque-
rimientos de una planta que él quería cul-
tivar para su alimentación
Los campesinos de la Campiña de
Moche manifiestan que la preparación de
la tierra es el “remojo” de la tierra, lo que
quiere decir que “le pasan el agua” y se
deja ocho días para que la tierra esté
movible y se proceda a ”dar la vuelta” con
el tractor o la yunta (arado empujado con
2 bueyes o con caballos); luego se hace
los surcos para el caso del maíz, camote,
yuca; y las amelgas para el caso de la
alfalfa, para ello utilizan el tractor con un
aparato llamado lampón. El agricultor “lo
aclara” es decir acomoda los surcos con
la palana y va sembrando.
3.2 La siembra
La siembra es la operación en la que
se pone la semilla en el suelo, en condi-
ciones tales que, pueda germinar y dar
nacimiento a la planta.
La siembra se realiza en terrenos ade-
cuadamente preparados, que garanticen
la buena germinación de las semillas. Por
lo general, el terreno para la siembra debe
estar con suficiente humedad.
Los granos forman la base de la ali-
mentación humana y gran parte de la ali-
mentación animal. La parte más impor-
tante está constituida por los cereales.
Entre ellos se distinguen siete especies
que son: trigo, centeno, avena, cebada,
maíz, sorgo y arroz. En la Campiña de
Moche por ser un zona cálida predomina
el sorgo y el maíz.
En el caso del maíz para el sembrado
el agricultor lleva la semilla en un costal,
alforja, canasto o mandil, en el caso de la
Campiña de Moche utiliza un bidón de acei-
te vacío recortado, una bolsa de plástico o
bolsa de sacos de tela o polipropileno
amarrado a través de tiras a la cintura, lla-
mándolo “sembradora” o “amarre” para la
semilla; semillas y palana. El agricultor se
inclina hacia delante entre los surcos, plan-
ta la palana y echa de dos a tres semillas
de maíz y luego viene “la tapada” con la
palana siguiendo así “de un paso un paso”.
o “golpe a golpe”.
Para el caso del camote, se utiliza su
propia rama como semilla que se obtiene
cuando está para cosechar siendo así se
separan primero las ramas, cuya siem-
bra se realiza reuniendo tres ramas a cua-
tro y son colocadas en los surcos.
En cuanto a los cultivos asociados el
campesino siembra el frijol en surcos
pares a una distancia de 30 á 40 centíme-
tros y después de 50 días siembra el maíz
a una distancia de 60 a 90 centímetros.
También se siembra el maíz con len-
teja, esta última queda después de la co-
secha de maíz y sigue produciendo y ade-
más sus hojas, al descomponerse en el
suelo sirven de fertilizante.
Otro cultivo asociado es el de la alfalfa
con el sorgo forrajero, aunque estos no
son patrones de cultivos tradicionales, han
sido incorporados dentro de la práctica
andina de la tecnología de cultivo asocia-
do, en la Campiña de Moche el sorgo lo
siembran en los camellones de las
amelgas donde se encuentra la alfalfa.
3.3. El riego
Se riega con el agua que discurre de
los canales cercanos a los terrenos
proveídos a través de filtraciones como se
lo nombró anteriormente. El tipo de riego
por surco, es el más empleado, porque
se adecua para la siembra de la mayor
cantidad de cultivos (maíz amiláceo, cho-
clo, camote y las diferentes variedades de
hortalizas, etc., sufriendo algunas varia-
ciones de tamaño del surco, alturas del
surco, distancias de planta a planta de
acuerdo al tipo de cultivo. El tipo de riego
por amelga se realiza especialmente en
las siembras de forraje y alfalfa.
3.4. El abono o fertilizante
El empleo eficiente de fertilizante debe
cubrir las necesidades de la planta, evi-
tando su excesiva aplicación.
Se entiende como fertilizante toda sus-
tancia o mezcla de sustancias que, incor-
porada al suelo o aplicada sobre la parte
299
aérea de las plata suministra el o los ele-
mentos que requieran los vegetales para
su nutrición, con el propósito de estimular
su crecimiento, aumentar su productividad
y mejorar la calidad de las cosechas.
Tipos de fertilizantes: Abonos orgáni-
cos, en estos abonos se encuentran el
estiércol, todos los cultivos para abono
verde y residuos de cosecha. Mediante la
utilización de estos abonos, el suelo reci-
be elementos nutritivos para las plantas,
además, son materia prima para la pro-
ducción de humus y así para la fertilidad
del suelo. Abonos minerales, los abonos
minerales se emplean para complemen-
tar los elementos nutritivos suministrados
por las reservas del terreno y por los abo-
nos orgánicos producidos en la explota-
ción, de acuerdo con las necesidades
nutritivas de las plantas. Aún cuando para
las plantas es imprescindible una serie
completa de elementos de nutrición, so-
lamente se suministran en forma regular
los abonos a base de cal, nitrógeno, fós-
foro y potasio. Todos los demás elemen-
tos nutritivos están a disposición de las
plantas en cantidad necesaria en el me-
dio que las rodea (carbono, hidrógeno,
oxígeno, hierro y azufre). Los fertilizantes
comerciales sintéticos, son productos in-
dustriales que se elaboran en diferentes
formas (líquidos, granulados , cristaliza-
dos (sal) y en polvo (harinoso).
En la fertilización del suelo los elemen-
tos primarios o macronutrientes del suelo
son el nitrógeno, el fósforo y el potasio (N-
P-K), además de azufre, cloro, magnesio y
calcio. Estos elementos son incorporados
en el suelo a través de fertilizantes orgáni-
cos, utilizando principalmente estiércol,
rastrojos y cenizas de rastrojos.
En la Campiña de Moche la práctica
tradicional consiste en fertilizar la tierra con
abono orgánico natural, el que aporta
potasio, calcio, fósforo y nitrógeno para el
crecimiento de los cultivos. El producto
fundamental está constituido por el estiér-
col del ganado junto a hojas de lentejas y
pallares, tallos de zapallo y cenizas que
300
produce la quema de rastrojos y mala hier-
ba. El proceso para que estos elementos
se conviertan en nutrientes para los culti-
vos es lento por cuanto deben descom-
ponerse.
De acuerdo a las necesidades de las
plantas, los fertilizantes se aplican antes
de la siembra, al momento de la misma o
durante el período de crecimiento.
La aplicación previa a la siembra de
fertilizantes sólidos o líquidos, sirve para
reabastecer el suelo de nutrientes y ayu-
dar a la descomposición de los residuos
vegetales.
También se abona con la urea, abono
químico para proteger la raíz
3.5. El deshierbo o desahije o raleo
Es una operación selectiva por la cual
las plantas en exceso y débiles o mal de-
sarrolladas pueden ser eliminadas, y las
plantas más fuertes ser mantenidas de
manera tal que se obtenga una buena
población. Esta operación en la Campiña
de Moche permite sacar las mala hierbas
a caballo con rastrillo especial, manual-
mente con palana, escardilla (para horta-
lizas), espátula y azadón (maíz). Los cam-
pesinos de la campiña para deshierbar
en primer lugar «pican», después rastri-
llan; otros prefieren utilizar herbicidas.
3.6. El aporque
El aporque consiste en acumular tie-
rra al pie de la planta para ello se permite
dar mayor estabilidad a la planta contra el
vuelco o volteo , causado por el viento
(ejemplo maíz) y algunas veces permite
la incorporación de abonos.
El aporque se ejecuta cuando las plan-
ta tienen cierta edad, es decir cierto tama-
ño que permita la acumulación de tierras
sin sufrir perjuicio. Si se pretende hacerlo
cuando las plantas están muy pequeñas,
se corre el peligro de aplastarlas con la
tierra; si se hace demasiado tarde, las plan-
tas desarrolladas sufrirán serios daños (ro-
turas, desarraigos) con el pasaje de los
animales de trabajo. En la Campiña de
Moche el aporque se realiza cuando la plan-
ta está a punto de empezar a dar su fruto,
utilizando la palana. En algunos casos se
aprovecha de abonar junto con el aporque.
Para ello manifiestan los campesinos que
a la parte baja del tallo “se le tapa con la
tierra utilizando la palana”.
El agricultor con uno o dos golpes de
la herramienta al suelo (palana) afloja, y
luego arrima la tierra al pie de las plantas.
Se utiliza en todos los cultivos en línea:
maíz y tubérculos. Esta práctica no corres-
ponde al cultivo de la alfalfa.
Se emplean igualmente implementos
jalados por un solo animal, mayormente
caballo o mula, jalando éstos mediante
un arnés de collar o pechera. Los agricul-
tores asimismo manifiestan que este tipo
de animales “saben hacer su trabajo” y
son muy laboriosos y obedientes.
3.7. El control sanitario
En la producción vegetal se debe ase-
gurar el máximo rendimiento respecto a la
calidad y cantidad. Por eso, cultivar las plan-
tas en óptimas condiciones de crecimien-
to no es suficiente. Deben reducirse al
máximo las pérdidas causadas por ani-
males, insectos, enfermedades y malezas.
El control sanitario se refiere al control
fitosanitario o al tratamiento de las pla-
gas, enfermedades y malas hierbas que
dañan los cultivos. El control fitosanitario
se realiza con productos químicos, pues
también con procedimientos tradicionales
como un preparado que consta de infu-
sión de hoja de laurel, para ello equipos
pulverizadores para cultivos como es la
mochila cuya función principal de una
pulverizadora es disgregar el líquido en
gotitas de tamaño electivo y distribuidas
uniformemente sobre la superficie o es-
pacio a proteger o a buen entendimiento
campesino “espacio a curar”. Se llevan en
la espalda y se sujetan a los hombros por
medio de dos correas.
3.8. La cosecha
Entre todas las labores agrícolas, la
cosecha forma parte de los trabajos màs
pesados y exigentes en cuanto a mano
de obra.
Para la cosecha el agricultor procede al
recojo de los frutos, después de haber termi-
nado el proceso productivo, lo hace
organizadamente con su familia o en otros
casos contrata mano de obra por un tiempo
determinado (hasta terminar la cosecha)
según el tipo de cultivo y el área que se ha
cultivado. Se utiliza la palana para el caso de
la yuca y el camote, para el caso del maíz se
utiliza la mano y la palana por lo que el tallo
se utiliza como pasto para ganado. El maíz
se cosecha a los cuatro ó cinco meses.
Con respecto a la alfalfa, la cosecha,
comprende la operación de la siega, que
consiste en su corte utilizando la hoz y la
guadaña. Para efectuar la siega a mano,
se coge con la mano izquierda un manojo
de tallos y se corta con la hoz que se ma-
neja con la mano derecha. La acción de
corte es en sentido horizontal y se trabaja
en cuclillas. Con la Guadaña un solo hom-
bre puede segar igual cantidad de alfalfa
que cuatro hombres con la hoz. Cortada
la alfalfa se procede al corte para poste-
riormente comercializarla en arrobas, en
amelga, para el pastoreo del ganado; es-
pecialmente se cosecha por las noches
para que al día siguiente pueda ser co-
mercializada fresca y verde. La alfalfa se
cosecha, la primera vez, a los 60 días, lue-
go se puede seguir cosechando cada 45
días por un período de 8 á 10 años.
4. LA PARTICIPACION E INTEGRACION
FAMILIAR EN LAS LABORES AGRICOLAS.
Una forma tradicional en la agricultura
se da a través de la participación familiar y
301
comunal en las diversas tareas, donde
intervienen hombres y mujeres. Las mu-
jeres complementan el trabajo del hom-
bre en la siembra, cosecha y otras labo-
res agrícolas, además preparan los ali-
mentos y bebidas como la chicha que lle-
van y sirven en la chacra a los varones.
Tradicionalmente la mano de obra uti-
lizada en las actividades agrícolas en la
Campiña de Moche está referida a la mano
de obra familiar y la proveniente de la reci-
procidad con los parientes y vecinos.
En las actividades agrícolas también
participan los hijos, sean estos jóvenes o
niños y hasta los ancianos. La participa-
ción familiar tiene presencia significativa
en la actividad agrícola destinada princi-
palmente a la subsistencia, que a seme-
janza de algunas comunidades y a decir
de González de Olarte “se trata de una
economía familiar de la pobreza donde es
más importante sobrevivir el presente que
prosperar en el futuro bastante incierto”
(Gonzàles de Olarte; 1984:22) (Citado por
Borrego 1995: 56).
El campesino de moche con la partici-
pación de la familia y de otros campesi-
nos del lugar, mejora los resultados de
su producción respecto a su sola inter-
vención. La familia participa activamente
en las labores agrícolas, aunque tienen
otra actividad ajena a la agricultura pero al
momento de las labores agrícolas están
presentes, más aún en la siembra y co-
secha, etc.
En la Campiña de Moche se conserva
la participación familiar como parte de la
matriz tecnológica de las actividades agrí-
colas tradicionales
5. LA PARTICIPACION E INTEGRACION
MAGICA RELIGIOSA EN LA AGRICULTURA
La visión que el hombre tiene de su
medio y del cosmos, sus creencias mági-
co - religiosas, sus formas de organiza-
ción e instituciones, siempre han tenido
302
relación directa con sus necesidades y
sus condiciones objetivas de existencia.
En el caso de la Campiña de Moche por
ser eminentemente agrícola, las obser-
vaciones del cosmos, sus creencias, ri-
tos, plegarias y celebraciones están liga-
dos a las actividades agrícolas y/o pecua-
rias. Cuando la agricultura se realiza en
condiciones de dependencia casi abso-
luta de la naturaleza, se torna muchas ve-
ces inseguras, llena de riesgos y miste-
rios, entonces estas concepciones alcan-
zan gran variedad e importancia de pro-
fundo significado para el nativo.
Los campesinos de la campiña de
moche vienen recordando aquellos sig-
nos y presagios de sus ancestros en
cuanto la “venida del agua por el río
moche“. Ellosmanifiestan permanente-
mente que “el agua es la vida”; esto los ha
llevado a elaborar una serie de presagios
y señales que les permite saber con anti-
cipación como será la próxima campaña
agrícola, la siembra y la cosecha de plan-
tas asociado a las creencias religiosas.
Así, es creencia tradicional que cuan-
do la luna nueva se presenta inclinada
hacia el norte anuncia lluvias en la sierra.
Así mismo, cada cambio de fase de la luna
llueve y aumenta el río. En cambio cuando
en el firmamento se presenta el círculo en
la luna, es manifestación de sequía. “Cír-
culo en la luna, se seca la laguna” reza un
dicho popular. Pero cuando se observa
círculo en el sol es para que se presenten
fuertes lluvias, para este caso el dicho es:
“círculo en el sol, se moja el sombrero del
pastor”.
Manifiestan también los campesinos
que hay un pájaro que le llaman “pico gor-
do” porque tiene su pico grueso y cuando
esta ave se eleva cantando varias veces,
en octubre durante el día, es porque ha-
brán lluvias en el interior.
Otro presagio puede ser “leído” por los
campesinos de la Campiña de Moche en
los árboles de mango; cuando estas plan-
tas tienen su flor un mes antes de la épo-
ca normal (setiembre u octubre), enton-
ces el año va a ser bueno o sea con llu-
vias en el interior.
Como indicador de un buen año para
la agricultura se constituye las neblinas
tardías, o sea la neblina que se presenta
en el mes de diciembre que los campesi-
nos denominan “verano del niño” y que
son símbolo de un buen verano con llu-
vias en la sierra cuyas aguas trae el río
Moche al valle de Santa Catalina.
También la aglomeración de “mosquilla”
en grandes cantidades a loa árboles es
manifestación anticipada de un buen año
para la agricultura. La “mosquilla” son mos-
quitos muy pequeñines que “no hacen nada,
sólo estorban” y se anticipan a la venida de
agua; por eso ellos manifiestan de la
“mosquilla” “es señal de agua”.
Las pardelas que se crían en la sierra
es otro indicio de que el agua se acerca,
pues llegada la época de lluvias en la sie-
rra esas pardelas empiezan a emigrar
hacia la costa, llegan en grandes cantida-
des a partir del mes de diciembre. El agri-
cultor al verlas tiene la idea que pronto
llegarán las aguas. Esa pardela no va
hasta el mar, se queda en el campo en la
costa, busca el agua dulce especialmen-
te en las lagunas. La pardela de la sierra
desaparece en los meses de abril o mayo
pues regresan para allá.
Los campesinos expresan que cada
siembra tiene que ser en luna llena por
ello admiten que para sembrar tiene que
ser en luna llena o madura, es decir cuan-
do la luna está “en posición”. Cada siem-
bra que uno hace tiene que ser en luna
llena. Asímismo también se refieren al
podar los árboles también se hace en luna
llena por que si se poda en luna nueva
“se va en cogollo” y la tierra no produce..
Cuando la luna sale a la 6 tarde y se
pone al otro día a las 6 de la mañana del
otro día se puede sembrar y cosechar. Los
campesinos manifiestan que sus abue-
los para cosechar el maíz tenían que es-
perar la luna llena.
Junto a estos signos y presagios exis-
ten toda una serie de celebraciones y ritua-
les vinculados a las actividades agrícolas
como la celebración de las cruces en el
mes de mayo, San Isidro Labrador, patrón
de los agricultores, en el mes de mayo,
Santa Lucía en el mes de diciembre.
Estas, entre otras celebraciones, ge-
neran una serie de rituales con plegarias,
rogativas y agradecimientos a quienes
son propiciadores de las tareas del cam-
po, pero además son generadores de for-
mas de organización social para las acti-
vidades religiosas, actividades de finali-
dad económica, como la limpia de la ace-
quia que se hace todos los años de ma-
nera comunal, en el mes de diciembre, y
generadoras de las relaciones de paren-
tescos por compadrazgo, que son muy
estrictas y de profundo respeto entre los
campesinos de la Campiña de Moche.
San Isidro Labrador como santo pa-
trón de la agricultura de muchos pueblos
peruanos, en Moche, tiene tanta devoción
como la celebración de la Semana Santa.
Ello puede explicarse por la significación
de la agricultura en las sociedades
prehispánicas como en otras sociedades
básicamente agrícolas. La tierra en estas
sociedades es identificada como la “ma-
dre tierra” por su dimensión cósmica, viva
y activa. Al respecto nos dicen que: “Son
muchas las creencias, mitos y rituales
referentes a la tierra, a sus divinidades y a
la “gran madre” que han llegado hasta
nosotros. La tierra, que en cierto sentido
constituye los cimientos mismos del cos-
mos, tiene muchas valencias religiosas.
Ha sido adorada por “ser”, por mostrar y
mostrarse a sí misma, por devolver, por
dar fruto, por recibir” (Eliade 1974: 12).
La asociación del culto a la tierra en la
antigua cultura moche y el patrocinio cató-
lico de San Isidro como representante de
303
los labradores se han sincretizado eficaz-
mente, de tal forma que, el ritual y la festi-
vidad que anualmente se realiza,
trasuntan la dimensión estrictamente agrí-
cola hacia el resto de las actividades que
la población efectúa en su lucha cotidiana
por su subsistencia y prosperidad no sólo
en su comunidad, sino en el contexto
amplio de interrelaciones desiguales en
el ámbito regional y nacional del proceso
de modernización
Los agricultores para San Isidro La-
brador le guardan ofrendas que son fru-
tos de sus cosechas y si no le guardan
tienen la idea de que le va ha ir mal la
cosecha. A continuación se relatan hechos
sucedidos a los campesinos, relatados
por ellos mismos con relación a negarle
alguna cosa a San Isidro, manifestándo-
se de la siguiente manera:
Ø “Había un vecino que tenía una cha-
cra de maíz bien linda despreció a
San Isidro. Al despreciarlo, al ir a ver
su chacra; se dio con la sorpresa que
parecía que un montón de animales
hubieran pasado por allí en razón que
sus plantas estaban comidas”.
Ø Un agricultor tenía plantas de caña
dulce, su mamá le dice:
- “Escoge unas cuantas cañas de esas
bonitas para que le pongas a San Isi-
dro Labrador a la hora que va a pasar”.
El hijo le contesta:
- ¡No-mamila! Para que le voy a dar
cañas si son para mí, para comer, San
Isidro no tiene boca, no tiene manos.
- ¡Ay! (Le dice, su madre), ¡te va a casti-
gar San Isidro!.
Entonces se le picaron y se le polillaron
sus cañas.
Ø Estaba pasando San Isidro, en proce-
sión, por la casa de un agricultor que
sembraba alfalfa, sus vecinos le dicen:
304
- ¡ Oye Juan vamos a adorar a San Isi-
dro, vamos a cargarlo!.
- ¡No! (Dice Juan), San Isidro no existe.
No le dio importancia. Los vecinos le
dicen:
- ¡cuidado que te vaya a castigar!.
Por ello en lugar de alfalfa nació sólo
mala hierba volvió a sembrar de nuevo.
Sus vecinos le dijeron
- San Isidro te ha castigado tienes que
irte a perdonarte ante él, rézale, dile
que te perdone, nuevamente va a
mandar a comer tu alfalfa.
Ahora ya es su devoto, en su casa le
hace su altar.
Ø Un señor tenía su yunta, llegaba a su
casa mareado junto con su señora y
justo pasaba la procesión por su te-
rreno y a él le pareció mal y dijo: ¿por-
que pasa por aquí? ¡Está pisando mis
plantas!.
- Un amigo le dice: ¡estamos pasando
por acá porque por otro sitio se ha
inundado!
El agricultor no estuvo de acuerdo que
pasaran por su terreno y ¡dijo no! y empe-
zó hablar mal de San Isidro y lo miraba y
decía todavía me miras con esos “ojos”
toda la gente callada.
Su primer castigo fue la enfermedad
de un toro que hacía trabajar la yunta, que-
dando sin ello.
Segundo castigo se enfermó otro toro
entonces la yunta quedó inservible.
Tercer castigo a la vaca le dio la peste
carbonosa. Ahora es devoto de San Isi-
dro, hasta la fecha.
 III. PERSPECTIVAS DEL
AGROTURISMO EN LA
CAMPIÑA DE MOCHE
1. ASPECTOS GENERALES DEL
AGROTURISMO
El turismo es una actividad que va ad-
quiriendo cada vez más importancia en el
mundo entero hasta convertirse en una
de las principales actividades económi-
cas en todos los países del mundo, so-
bre todo en aquellos que poseen impor-
tantes testimonios culturales, hermosos
paisajes o recursos geográficos y
ecológicos. Un aspecto de gran importan-
cia se refiere a los hábitos y costumbres
de las poblaciones que habitan los más
diversos lugares y que han logrado gene-
rar una verdadera simbiosis con la natu-
raleza, lo que les permite su subsistencia
aún en las economías más difíciles.
Todos estos aspectos, constituyen
importantes recursos turísticos que se
pueden acondicionar apropiadamente
para que presten al turista nacional e in-
ternacional adecuados lugares de solaz y
bienestar, y donde además capten testi-
monios de realidades poco comunes o
específicas únicas en su género y que los
espacios rurales las muestran en buena
medida, sobretodo los grupos humanos
que milenariamente habitan estas tierras
y que se han enriquecido con los aportes
culturales de otras latitudes, especialmen-
te de Europa.
Así mismo el Turismo constituye uno
de los fenómenos sociales y económicos
más importantes del presente siglo, por
ser una actividad capaz de contribuir al
despegue de regiones de menor desa-
rrollo relativo, por mejorar la solución de
balanza de pagos de los países, generar
empleos y ayudar a una mayor captación
de ingresos públicos, es decir, puede con-
tribuir en gran medida a la solución de los
problemas sociales que afectan actual-
mente para el desarrollo peruano.
El Turismo es el desplazamiento
motivacional de un lugar a otro que reali-
zan las personas fuera de su lugar de ori-
gen pernoctando por lo menos una noche
en el destino elegido. Aquellas personas
o sujetos son el ente dinamizador de toda
la actividad turística por ello en ella se con-
centra toda la atención que se ofrece en el
destino desde cómo presentar el atracti-
vo hasta la hospitalidad de los locales.
Kurt Krapf en Luis Jimenez sostiene que
Turismo es:
“el conjunto de relaciones y de fenó-
menos que resultan del desplazamiento
y de la permanencia temporal de los via-
jeros, siempre y cuando esta actividad sea
de recreación descanso, y/o genere una
residencia temporal o permanente con
ánimo de lucro” (Jimenez 1990:49)
Podemos afirmar que el hecho social
concreto se da en tanto exista un despla-
zamiento de un turista hacia un lugar re-
ceptor en busca de recreación y descanso.
El turismo tiene un elevado efecto efi-
caz sobre el desarrollo económico, por la
elevada interdependencia que mantiene
con diversos sectores productivos. Esta
capacidad de arrastre sobre la economía
convierte la actividad turística en una fuen-
te de ingresos que puede favorecer la di-
versificación económica de las áreas ru-
rales. Por ello desde hace algunos años
han hecho su aparición en el escenario
de las actividades económicas en el me-
dio rural variadas formas de turismo a las
que genéricamente se les ha denomina-
do turismo rural. Tanto es así que el turis-
mo rural y sus distintas variantes están
provocando cambios en las oportunida-
des y la estructura del empleo en muchas
comunidades rurales
El turismo se ha convertido en uno de
los pocos sectores que ofrece una pers-
pectiva de desarrollo económico en el
mundo rural. A ello se han contribuido di-
ferentes factores: los cambios de compor-
tamiento social que llevan a la generaliza-
305
ción de los viajes, la mayor disponibilidad
de tiempo de ocio, el fraccionamiento de
las vacaciones, la valoración de los mo-
dos tradicionales, la cada vez mayor con-
ciencia ecológica, el impulso recibido de
instituciones europeas o de programas
estatales o regionales, etc.
Según la motivación de desplazamien-
to del turista y la existencia de atractivos
en la zona se van a especificar los tipos
de turismo. El Turismo Rural es:
“aquella actividad turística realizada
en espacio rural, compuesta por una ofer-
ta integrada de ocio, dirigida a una deman-
da cuya motivación principal es el contac-
to con el entorno autóctono y que tenga
una interrelación con la sociedad actual”
(Juan, F.;1992: 10).
El turismo rural es un amplio concepto
que comprende no sólo las vacaciones en
granjas rurales, si no cualquier otra activi-
dad turística en el campo. Este tipo de turis-
mo tiene numerosas peculiaridades que la
hacen variada y diversa ya que hay que con-
siderar al espacio rural como un espacio
que ofrece multiplicidad de opciones al tu-
rismo, en el que se da un modo de desarro-
llo turístico que se caracteriza por su gran
dispersión territorial. Para garantizar la
sostenibilidad de desarrollo turístico es ne-
cesario que se cumplan algunas condicio-
nes, como la participación de la sociedad
local en el desarrollo de la actividad, la limi-
tación de las capacidades de carga de los
atractivos, tanto de los naturales como de
los de carácter sociocultural, la actuación
sobre la infraestructura y equipamientos,
consiguiendo la adaptación de los recur-
sos al uso turístico a la vez que son preser-
vados de posibles agresiones.
A diferencia de otras formas de Turis-
mo, el rural se desarrolla en lugares muy
diversos desde el punto de vista social,
cultural, geográfico o económico.
Uno de los principios fundamentales del
turismo rural es su integración en el espa-
306
cio que ocupa, su adaptación a las caracte-
rísticas socioculturales y medioambientales
del territorio.
El Turismo rural tiene mucha impor-
tancia con respecto a su aportación a la
comunidad, así tenemos:
¨ Mejora de las condiciones de vida de
la población local.
¨ Contribución a la reactivación econó-
mica de zonas deprimidas.
¨ Generación de rentas complementarias
¨ Incorporación de la mujer al trabajo
remunerado
¨ Estabilización de la población local
desde el punto de vista demográfico
¨ Mantenimiento de la actividad
agropecuaria y artesanal
¨ Mantenimiento o recuperación del
patrimonio tradicional
¨ Conservación del medio físico
¨ Enriquecimiento cultural de la pobla-
ción local.
Entre las actividades que se da en el
Turismo rural son:
a. Turismo ecológico: dedicado al dis-
frute de la naturaleza de forma activa,
con el objetivo de conocer e interpre-
tar los valores naturales y culturales:
b. Turismo verde: actividades turísticas
y deportivas en el medio natural.
c. Turismo de deporte de aventura: ba-
sado en las prácticas deportivas que
se desarrollan en el espacio rural.
d. Turismo de pueblo: se refiere al de-
sarrollo de una práctica turística o
vacacional en una localidad de carác-
ter rural.
 e. Turismo balneario: espacios turísti-
co-rurales caracterizados por la exis-
tencia de centros termales.
También se da el Agroturismo que es
una actividad del medio rural basada en el
disfrute participativo de actividades
agropecuarias y en el alojamiento en ca-
sas de agricultores y ganaderos que per-
mite un mayor contacto con la cultura local.
Al hablar de la oferta turística hay que
hacer referencia a los múltiples elemen-
tos que la componen, y que básicamente
son los recursos y atractivos turísticos re-
feridos a actividades agrícolas y su entor-
no rural del campesino, así como la oferta
complementaria en su sentido más am-
plio: el alojamiento, restauración, espar-
cimiento, el transporte, las agencias de
viajes en su vertiente receptiva y otros ele-
mentos similares, establecidos en áreas
rurales. Sin embargo en el turismo rural
se produce una fuerte asociación del pro-
ducto turístico con la oferta de alojamien-
to y restauración o gastronómica que pue-
de constituirse en un recurso o atractivo
en sí mismo cuando se ofertan pernocte
con características campestres y platos
tradicionales bien elaborados acompaña-
dos de un servicio adecuado.
Las actividades que se practican en
espacios abiertos rurales, permiten el dis-
frute de la naturaleza y, pese a que suelen
ser respetuosos con el entorno, en oca-
siones entrañan ciertos riesgos ambien-
tales. Así pues es frecuente encontrar en
los renovados destinos turísticos rurales
actividades como senderismo, ciclotu-
rismo, escalada, parapente, espeleología,
buceo en lagos y ríos, rutas en todo terre-
no, rutas fotográficas, el agroturismo, en-
tre otros.
Junto a estas actividades, innovadoras
en algunos casos, también juegan un pa-
pel destacando actividades de carácter tra-
dicional que, pese a estar un tanto olvida-
dos por los entes promotores, como de-
muestra su escasa presencia en los ma-
teriales publicitarios, suelen tener un gran
número de adeptos. Tal es el caso de las
prácticas agrícolas entre otras actividades
forman parte importante en el conjunto de
la oferta turística en el espacio rural.
Demanda Turística - Agroturismo
Los turistas involucrados en el turismo
rural se caracterizan por desplazarse mayo-
ritariamente motivados por el atractivo de
los recursos naturales y socioculturales.
Las motivaciones ligadas a los recursos
naturales, que son la principal razón que
mueve a los turistas son:
¨ Tranquilidad y reposo
¨ Clima y paisaje
¨ Contacto con la naturaleza
En las motivaciones culturales, tam-
bién importantes entre la demanda, se
consideran:
¨ Recursos culturales y cultura rural
(entre ellas las labores agrícolas)
¨ Hospitalidad de la gente
Existe un mercado potencial interesan-
te para el agroturismo, tal es así que el
campo es percibido como un complemen-
to vacacional. Es ahí, entonces, donde el
campo se transforma en una oportunidad
como proveedor de servicios. Los agricul-
tores más motivados, que se capaciten,
organicen, promuevan y garanticen la sa-
tisfacción del cliente, tienen una oportuni-
dad de diseñar y ofrecer nuevos produc-
tos y servicios de turismo rural.
Las autoridades regionales y naciona-
les, también podrían contribuir a optimizar
esta oportunidad que se presenta para el
ofrecimiento del agroturismo, la construc-
ción de nuevos y mejores caminos de ac-
ceso, mejores condiciones y capacitación
a los oferentes de este tipo de turismo,
sin lugar a dudas, llevará el ofrecimiento
307
de mejores estándares de servicio que
respondan a las expectativas de los po-
tenciales clientes.
La experiencia internacional ha de-
mostrado que la demanda turística tiene
inclinación por realizar agroturismo. Por
ello las apreciaciones sobre el tema lle-
garon a las siguientes conclusiones:
Preferiría ir al campo en vez que a lu-
gares tradicionales (31%), Probaría el
agroturismo y ahí vería (23%), Incorpora-
ría al agroturismo como alternativa vaca-
cional (24%), Compartiría el campo con
otros lugares (17%), Cambiaría mi lugar
actual por agroturismo (17%) (Zamora,
2000: 52).
Las motivaciones para escoger el cam-
po mencionan como atributo a que “se co-
nocen las costumbres de la gente”, “el
mejor contacto con la naturaleza”, “seguro
para los niños” y “se come comida sana”.
.La realidad ubica inobjetablemente al
sector turístico en una de las mejores al-
ternativas para propiciar el desarrollo ha-
cia las comunidades campesinas, a favor
de las mayorías nacionales menos favo-
recidas, al posibilitar que éstas se con-
viertan en receptoras potenciales de re-
cursos económicos fundamentales pro-
venientes de la actividad turística, espe-
cialmente del agroturismo.
El agroturismo consiste en que las
personas que se trasladan por motivacio-
nes de descanso, diversión y desarrollo
personal hacia el campo, puedan partici-
par de sus vivencias, de sus costumbres
y de sus actividades agrícolas, pecuarias,
forestales, gozando de un mínimo servi-
cio hotelero de cama y habitación, y con-
sumiendo lo que el campesino cocina dia-
riamente, recorriendo juntos con la fami-
lia los lugares arqueológicos y paisajís-
ticos importantes, así como también in-
terviniendo directamente en las diversas
actividades culturales de la chacra. Todo
ello permitirá que el turista y la familia cam-
308
pesina se enriquezcan culturalmente en
forma participativa.
Los núcleos receptores agroturísticos
los constituyen las campiñas, granjas,
caseríos, cortijos, preferiblemente activos,
pudiendo hacer partícipe al turista en las
diferentes actividades agropecuarias se-
gún regiones.
El agroturismo ha dado como resultado
los ranchos, hoteles en EE.UU., con un éxito
ascendente, pues ofrecen a los turistas, se-
manas completas de estadía con todos los
servicios incluidos, además de enseñarles a
cultivar, cosechar, operar los sistemas de rie-
go y combatir plagas, entre otras actividades
El agroturismo tiene por finalidad mos-
trar y explicar la organización y sistemas
de producción de campo, por un lado, o
bien propiciar una serie de experiencias
relativas a la vida rural campesina.
Entre los objetivos que tiene el
Agroturismo podemos mencionar que:
· Logra la participación del turista en
las actividades cotidianas de mane-
jo y conservación de la chacra, inclu-
yendo el acondicionamiento de la
casa campesina, huerto, cultivos.
· Logra la integración del campesino
agricultor obteniendo ingresos eco-
nómicos adicionales por los servi-
cios prestados: pago por alojamien-
to y por la comida, así como por los
paseos guiados y orientación en el
proceso de cultivos tradicionales.
· Desarrollar la cultura campesina es-
pecialmente, fortaleciendo su identi-
dad mediante el conocimiento de su
cultura, sus cultivos tradicionales, su
fauna, su clima, sus testimonios ar-
queológicos, sus paisajes y sus di-
versos accidentes geográficos; lo que
enseñará participativamente en las
visitas con el turista.
 El desarrollo turístico ha sido siempre
enfocado en forma vertical y con un concep-
to tradicional desde la administración pú-
blica central, y muy débilmente con la parti-
cipación de las municipalidades provincia-
les y de los representantes de hoteles, pa-
radores turísticos restaurantes, artesanos,
transportistas, agente de viajes, organismos
no gubernamentales y la nula participación
de los sectores directamente involucrados
como los campesinos agricultores y gana-
deros, así como los Municipios Distritales,
las organizaciones vecinales y comunales,
lo cual debe ser revertido.
Es por ello que el Agroturismo es la
nueva estrategia turística mediante la cual
el turista se integrará a la vida cotidiana
del agricultor; no sólo viviendo y comien-
do con él sino ayudándolo en las activida-
des agrarias cotidianas como la planta-
ción de árboles, siembra y las cosecha
de cultivo, crianza de sus animales. El tu-
rista tendrá acceso a consumir los exqui-
sitos y exóticos frutos, tubérculos y raíces
que no salen al mercado por la limitada
producción.
El Agroturismo como la modalidad fun-
damental de Turismo Rural participativo
permite incorporar a las familias campe-
sinas en la actividad turística proporcio-
nando al turista vivencias diferentes a las
tradicionales; pues recordemos, que la
mayor parte de los turistas proceden de
grandes metrópolis, donde permanecen
alejados de la naturaleza y la cultura cam-
pesina en general, y en especial de la cul-
tura andina.
La planificación del agroturismo a tra-
vés de acciones y coordinaciones permi-
te que los campesinos tengan el acondi-
cionamiento mínimos de sus casas con
apoyo crediticio aportado por la Banca
Comercial, las Cajas de Ahorro y Créditos
Rurales; asimismo contar con el apoyo
de los municipios tanto para proporcio-
narles materiales de construcción como
para mejorar las vías de comunicación,
que facilitan el acceso a sus albergues
campesinos.
El actual gobierno del Perú, ha defini-
do como uno de sus proyectos estratégi-
cos de desarrollo el turismo y se espera
que todos los sectores del Estado apo-
yen todo tipo de actividades turísticas
como ésta, contribuyendo tanto en la ca-
pacitación como en hacer feliz la estadía
de los turistas, facilitando la realización
de circuitos turísticos históricos, arqueo-
lógicos y culturales; e incrementando la
demanda de productos locales, especial-
mente campesinos.
Entre los impactos del Agroturismo
podemos mencionar:
Sociales:
· Generación de trabajo parcial familiar.
· Mejoramiento del ambiente a nivel
predial (sanidad e higiene, instalacio-
nes, etc.)
· Valoración de las tradiciones campe-
sinas
· Intercambio cultural
¨ Otros:
· Gestión Asociativa para el Agroturismo
· Generación de un modelo legal aso-
ciativo adecuado a iniciativas asocia-
tivas intercomunales
· Mejoramiento de caminos
· Mejoramiento de difusión comunal
· Generación de capacidad microem-
presarial para el agroturismo.
La interrelación entre campesinos agri-
cultores y turistas será de gran valor para
ambos, porque de esta manera los agri-
cultores pueden incrementar sus ingre-
sos mediante aportes económicos que
paguen los turistas por los servicios que
reciben de alojamiento, alimentación y
guiado en los lugares de interés turístico;
también por el apoyo cultural y técnico que
el turistas da en las realizaciones de acti-
309
vidades productivas cotidianas en sus
chacras como resultado del intercambio
cultural.
El turista, en cambio, recibirá mensa-
jes de la cultura andina, así como las vi-
vencias que logre con la familia campesi-
na y de los lugares arqueológicos o turísti-
cos que visite que serán de gran importan-
cia personal que recordará toda su vida y
narrará con mucho agrado a sus amigos.
2. LA AGRICULTURA TRADICIONAL Y
EL ENTORNO CULTURAL APROVECHABLE
EN LA ACTIVIDAD DEL AGROTURISMO EN
LA CAMPIÑA DE MOCHE.
A. LABORES AGRÍCOLAS
La actividad agrícola se remonta des-
de nuestros antepasados moche que uti-
lizaron su cerámica para representarla. La
iconografía nos muestra formas antropo-
mórficas de cultivos como el maíz, la yuca
y otras especies como el ají y maní. Para
ello evidenciamos su utilización con ejem-
plos de iconografía: en una vasija está
modelado un personaje masculino que
tiene una mazorca de maiz antorpomorfa
en su mano derecha. En el cuerpo de la
vasija, una escena pintada representa a
dos hombres delante de una banca en la
cual se encuentran dos mazorcas de maíz
antropomorfas.
Siguiendo la tradición de nuestros an-
tepasados los campesinos de moche
ante la existencia de una gran diversidad
de elementos culturales, representados
por el conocimiento agrícola campesino,
las tecnologías tradicionales, el conoci-
miento práctico a cerca de los recursos
naturales, las artesanías ancestrales, la
mitología y las creencias campesinas,
hacen pensar que existe un potencial real
para desarrollar el turismo rural y el
agroturismo específicamente en la Cam-
piña de Moche.
Además el turista podrá integrarse a
circuitos turísticos, tanto del lugar como
310
de Trujillo en general, a través de las Agen-
cias de Turismo locales, pudiendo acce-
der a lugares importantes que distinguen
a la región La Libertad.
El atributo primordial para realizar el
agroturismo en la Campiña de Moche es
considerar la agricultura tradicional como
recurso turístico porque a través de ello el
turista va a conocer las costumbres de la
vida en el campo y de los campesinos.
Los turistas pueden hacer uso turísti-
co de la agricultura tradicional participan-
do activamente de la siembra, cultivo y
cosecha de los cultivos tradicionales como
el maíz, camote, yuca, verduras, hortali-
zas y verduras, así como de las frutas.
También haciendo uso de las herramien-
tas manuales y formas participativas fa-
miliares. Las tomas fotográficas que se
muestran a continuación son las labores
agrícolas en donde el turista puede parti-
cipar activamente junto con el agricultor
quien manifiesta que haría las veces de
consultor agrícola para que el visitante
pueda satisfacer sus expectativas de visi-
ta y participación.
A continuación se menciona algunas
actividades participativas en donde el agri-
cultor ofrece al turista la participación en
las prácticas agrícolas, al momento de la
investigación julio 2002.
- Agricultor preparando la tierra con
surcadora manual
- Agricultores preparando la tierra para
la siembra
- Agricultor utilizando una sembradora
casera, consiste en una peculiar latita
que tiene pequeños orificios pareci-
dos a la regadera en donde lleva las
semillas de zanahoria que se espar-
ce en la tierra.
- Agricultor sembrando el maiz, vemos
que su atuendo es original y está ha-
ciendo uso de la palana y sembrado-
ra que está amarrado a la cintura.
 - Agricultor deshierbando la alfalfa, ve-
mos que su atuendo es original y está
haciendo uso de espátula para el
deshierbo del cultivo asociado de al-
falfa – sorgo forrajero.
- Agricultor surcando la tierra, haciendo
uso de otro tipo de surcadora manual.
- Agricultor fumigando, haciendo uso
del equipo de fumigación (mochila)
agricultor cosechando camote ha-
ciendo uso de la palana y sus manos
arrimando el fruto a un lado.
- Agricultor y sus arboles frutales
- Agricultor rompiendo terrones para
facilitar el paso de la surcadora y faci-
litar el riego, en el sembrío de brócoli.
- Agricultor deshierbando el sembrío
de lenteja en crecimiento con
lampilla.
- Agricultores descansando de su la-
bor agricola, cada uno muestra la
palana y el rastrillo.
- El campesino de la campiña de
moche puede ofrecer al turista servi-
cios de alojamiento, alimentación,
recreación, haciendo uso del terreno
que posee.
La planta turística para el agroturismo
consiste en la prestación de servicios en
casas rurales. Albergues entre otros con
capacidad instalada limitada para que no
exista una sobregarga de visitantes en el
espacio rural.
Lo anterior es especialmente relevan-
te para los campesinos que presentan
condiciones de pobreza por el estanca-
miento o declinación de sus actividades
productivas habituales. Este grupo tam-
bién demuestra cierta capacidad empren-
dedora integrando la actividad turística a
las faenas habituales del campo. Así mis-
mo, se ha detectado entre ellos, un inte-
rés por obtener capacitación y asistencia
técnica para la prestación de servicios tu-
rísticos. Todo lo anterior sumado a la in-
versión prioritaria en los atributos princi-
pales buscados por los consumidores:
caminos, mejores servicios sanitarios y
estándares de los servicios turísticos pro-
porcionados.
B. PARTICIPACIÓN FAMILIAR EN ACTIVI-
DADES RELACIONADAS AL AGROTURISMO
· CRIANZA DE ANIMALES
Los animales domésticos menores
como gallinas, patos, pavos, cuyes, cone-
jos, etc. son criados por las familias cam-
pesinas en la Campiña de Moche, dentro
de la vivienda o en las inmediaciones y
están a cargo, principalmente, de la mu-
jer y los hijos. Esta crianza está muy rela-
cionada con los cultivos como el maíz, las
hortalizas, la alfalfa, el sorgo forrajero por
ser el principal alimento de los animales
domésticos. Los cuyes suelen criarse
dentro de las casas en pequeños corra-
les o en el ambiente destinado a la cocina
que casi siempre es a leña, los conejos,
gallinas, pavos y patos se suelen criar en
los corrales de las viviendas o en las in-
mediaciones de las mismas. La cría se
hace sin criterio de explotación intensiva,
siempre es un complemento alimenticio
o una suerte de alcancía donde el campe-
sino ahorra para un determinado momen-
to de necesidad urgente.
La ganadería menor, conformada prin-
cipalmente por ovinos, caprinos y
porcinos, son criados de manera domés-
tica junto a la vivienda; los porcinos son
alimentados con desperdicios y residuos
de cocina, dentro de corrales o chiqueros.
Los ovinos y caprinos son alimentados
los primeros al pastoreo en los campos
sembrados de forraje, y los segundos en
el monte. Sólo por las noches se le con-
centra en los corrales junto a la vivienda.
La ganadería de animales mayores
está compuesta principalmente por gana-
do vacuno criollo o cruzado, en menor can-
tidad, equino, caballos, asnos. Estos ani-
males son criados al pastoreo o en el sis-
311
tema de alimentación por “estaca”, la pri-
mera forma consiste en que una persona,
generalmente un miembro de la familia
(esposa, hijo) cuida el ganado que pasta
suelto en los campos que han sido desti-
nados para ese fin por estar sembrados
por plantas forrajeras como sorgo, alfalfa,
o por tener rastrojos que son residuos de
las plantas de cultivo que ya han sido co-
sechados. La segunda forma es un siste-
ma por el cual el campesino amarra en los
campos con forraje a los animales, en es-
tacas que están clavadas al suelo, con
sogas de cuatro a cinco metros, pudiendo
el animal comer en área circular de ocho a
diez metros de diámetro, que es el espa-
cio que la soga le permite desplazarse, fa-
cilitando al campesino un uso más racio-
nalizado del forraje y también mayor con-
trol si el forraje lo está vendiendo; una vez
que el animal comió bien en una zona es
pasado a otra. Esta forma también permite
abonar de manera natural el campo con el
excremento que los animales dejar al es-
tar en el área (Borrego, 1995: 31).
· ORDEÑO DE VACAS
En la Campiña de Moche existen va-
cas a las que se les practica el ordeño.
Para su explotación tradicional los cam-
pesinos utilizan el ordeño con la mano y
siguiendo costumbres ancestrales, debi-
do a que generalmente el pequeño gana-
dero tiene pocas cabezas en su hato no
habiendo necesidad de utilizar tecnología
sofisticada que sí se justifica cuando se
trata de establos grandes con población
numerosa en producción.
Para la reproducción también se si-
guen los procedimientos tradicionales que
consisten en cubrir a las vacas que se
encuentran en celo a través de la monta
natural para lo cual cuentan, prestan o al-
quilan el padrillo que se considera el me-
jor reproductor, según los fines que persi-
guen, vale decir según la orientación que
tenga el uso del ganado. Se usa muy poco
en los pequeños ganaderos la insemina-
ción artificial.
312
El control sanitario se hace aplicando
las vacunas que recomienda el Ministerio
de Agricultura en los calendarios y fechas
establecidas. Las demás prácticas son
ancestrales como la de “despanzar” a la
res cuando ha sufrido obstrucción intesti-
nal, procedimiento con el cual han salva-
do de morir a varios animales.
En estas actividades también pueden
participar los turistas habiendo interés por
parte de ellos para realizar dicha práctica,
como lo afirmamos más adelante.
3. PERSPECTIVAS DE AGROTURISMO
POR PARTE DE AGRICULTORES
Para el agroturismo los campesinos
agricultores son sujetos receptores que
se ubican dentro del espacio receptor tu-
rístico rural: Es por ello que son los po-
seedores del patrimonio turístico en este
caso de los recursos turístico (parte del
patrimonio turístico) como es la agricultu-
ra tradicional que se manifiesta con el
cultivo y sus labores culturales tradiciona-
les que hemos descrito.
Los agricultores de la Campiña de
Moche están conscientes de que el turis-
mo es la participación de un ciudadano
del exterior que visita el lugar donde vivi-
mos y que lo atrae los lugares más exóti-
cos, ruinas antiguas, canales de regadío,
sus cultivos tradicionales. Ellos de esta
manera podrían participar y atender al tu-
rista y ser “un agricultor consultor para los
turistas”, según como declaran y mas aún
que el turista venga y observe las costum-
bres de un agricultor “mochero”, para que
también él aporte las experiencias de su
país, los métodos que se emplean para
la agricultura y de esta manera proporcio-
narles otras salidas más prácticos y be-
neficiosas. De otro lado, al tener una ex-
periencia preliminar con turistas y visitan-
tes, se sienten entusiasmados en inter-
cambiar opiniones, albergar a los turistas
en sus casas y conversar con ellos, los
agricultores manifiestan: “Siempre llegan
a ver las tres compuertas, se toman fotos
y conversan con nosotros se muestran
interesados en nuestros animales, en
nuestra agricultura”. Asimismo se entu-
siasman al pensar que por su hospitali-
dad que les caracteriza y los servicios
prestados. Alojamiento, alimentación, par-
ticipar como “consultor agricultor” en sus
cultivos, crianza de animales, ordeño de
vacas, entre otros, ellos podrían recibir
ingresos y así mejorar su calidad de vida,
tal como lo dice esta cita:
“El sujeto turista para utilizar el patri-
monio turístico debe efectuar un gasto;
gasto especial que adopta el calificativo
de gasto turístico y que hace referencia al
consumo de dinero en atractivos y servi-
cios turísticos. Con dicho gasto, el turista
no busca una finalidad económica, ni acre-
centar su riqueza material; busca una uti-
lidad psicológica, un equilibrio emocional
y una riqueza espiritual; por esto en el in-
tercambio de bienes, el turista sólo se
queda con la satisfacción turística”
(Jimenez, 1990: 109)
El agricultor de moche se caracteriza
por llevar un sombrero, llanques, panta-
lón remangado hasta la pantorrilla, polo o
camisa. Y algunos aún conservan sus
características étnicas de “mochero” tal
como se dice en esta cita
“se hallan en proceso de extinción, pero
aún encontramos hombres y mujeres de
complexión gruesa, talla mediana, cara re-
donda, piel morena, nariz ensanchada, ojos
pequeños y oscuros” (Borrego, 1995: 19).
4. PERSPECTIVAS DE AGROTURIS-
MO POR PARTE DE LA DEMANDA TURIS-
TICA
La demanda turística está constituida
por el conjunto de turistas. Un turista es la
persona cuyo desplazamiento está moti-
vado por la búsqueda del desarrollo, per-
sonal descanso y diversión conseguidas
a través del uso de los bienes turísticos y
del contacto personal, vivido en el espa-
cio receptor o destino turístico.
La Organización Mundial de Turismo
(OMT) ha distinguido en este tipo de visi-
tantes a los turistas propiamente dichos y
a los excursionistas. Son turistas, para la
OMT, los visitantes temporales que per-
manecen al menos 24 horas en el país
que visitan.
Para efecto de analizar las perspecti-
vas que tiene el turista nacional y extranje-
ro en cuanto al desarrollo del agroturismo
en la Campiña de Moche se encuestó a
118 turistas de los cuales 83 son nacio-
nales y 35 son extranjeros, captados en la
Huaca de La Luna.
El cuadro Nº 6 nos muestra los obje-
tos de atracción por lo que los turistas se
han desplazado hacia la Campiña de
Moche. Es de nuestro entender que el
objeto de atracción especial es la Huaca
del Sol y la Luna pieza fundamental en el
desarrollo turístico de la Campiña de
Moche, tal como lo demuestran los 74 tu-
ristas nacionales y 30 turistas extranjeros,
al sentirse atraídos por la Huaca del Luna
en la Campiña de Moche. Se puede ob-
servar que existen otros objetos de atrac-
ción como son la artesanía, cultivos, res-
taurantes campestres y otros que podría
convertirse en objetos de atracción más
relevantes si le damos un uso turístico
adecuado, es decir insertarlos en la prác-
tica de la actividad turística. Por ejemplo
el agroturismo su objeto de atracción se-
ría principalmente los cultivos que origi-
narían un desplazamiento a la campiña
diversificando la oferta turística.
Asimismo, se encuestó a 95 visitantes
excursionistas que se trasladaron a la cam-
piña por diversas motivaciones entre ellas
las gastronómicas, principalmente. Aque-
llas personas se les denomina excursio-
nistas por lo que salen de su lugar de ori-
gen hacia determinado lugar sin pernocte
y permanecen en el destino menos de 24
horas, se convertirían en turistas de fin de
semana si es que logran pernoctar en la
campiña por lo menos una noche. Según
el cuadro Nº 7 de los 95 visitantes, 64 se
313
 CUADRO Nº 6

TURISTAS NACIONALES Y EXTRANJEROS SEGÚN OBJETO DE ATRACCIÓN SOBRE

LA CAMPIÑA DE MOCHE

TURISTAS
TURISTAS NACIONALES
OBJETO DE ATRACCIÓN EXTRANJEROS
Nº % Nº %
Huaca del Sol y la Luna 74 89 30 85
Artesanía 26 33 14 40
Cultivos 22 27 9 26
Restaurantes campestres- gastronomía 13 16 7 20
Otros 0 0 1 3

Fuente: Registro de encuestas junio – 2002

CUADRO Nº 7

VISITANTES EXCURSIONISTAS SEGÚN MOTIVACION PARA DESPLAZARSE HACIA

LA CAMPIÑA DE MOCHE

VISITANTES
MOTIVO EXCURSIONISTAS
Nº %
Huaca del Sol y la Luna 34 36
Restaurantes campestres- gastronomía 64 67
Artesanía 7 7
Cultivos 19 20
Otros, especifique 2 2

Fuente: Registro de encuestas junio – julio 2002

desplazaron por motivaciones gastronó- vaciones para su permanencia; sin embar-

micas siendo un 67 % que recurre a los
recreos y restaurantes campestres y se-
gún lo observado las personas que llegan
consumen y disfrutan de las comidas y
bebidas y al término de éstas inmediata-
mente salen del lugar por inercia subien-
do a sus vehículos particulares o a vehícu-
los de transporte de servicio público no
existiendo para ese momento otras moti-
go si ellos se hubieran enterado que en la
Campiña de Moche se hace agroturismo
entonces ellos se hubieran integrado acti-
vamente utilizando herramientas y equipos
que el campesino utiliza en las labores
agrícolas y otras actividades que las desa-
rrolla cotidianamente, está reflejado en un
75% que constituyen 72 visitantes de los
95 encuestados.

314
 CUADRO Nº 8
TURISTAS NACIONALES Y EXTRANJEROS SEGÚN PARTICIPACION
ACTIVA EN LABORES AGRICOLAS Y CULTURALES EN LA CAMPIÑA DE
MOCHE

TURISTAS NACIONALES TURISTAS EXTRANJEROS

PARTICIPACION ACTIVA EN:
Nº % Nº %
La siembra, cultivo y cosecha de maíz, 66 80 21 60
camote, yuca y otras especies
La crianza de animales menores y mayores 48 58 17 49

Paseos a caballo 39 47 21 60

Ordeñar la vaca 26 31 17 49

Degustación de la comida que le brindaría el 35 42 22 63

agricultor
Pernoctaría en casas rurales o albergues 44 53 19 54

Otros, especifique 4 5 3 9

Fuente: Registro de encuestas junio – julio 2002

CUADRO Nº 9

VISITANTES EXCURSIONISTAS SEGÚN PARTICIPACION ACTIVA EN LABORES

AGRICOLAS Y CULTURALES EN LA CAMPIÑA DE MOCHE

VISITANTES
PARTICIPACION ACTIVA EN : EXCURSIONISTAS
Nº %
La siembra, cultivo y cosecha de maíz, camote, yuca y 54 57
otras especies
La crianza de animales menores y mayores 39 41
Paseos a caballo 31 32
Ordeñar la vaca 29 31
Degustación de la comida que le brindaría el agricultor 51 54
Pernoctaría en casas rurales o albergues 29 31
Otros, especifique 0 0

Fuente: Registro de encuestas junio – julio 2002

315
 CUADRO Nº 10

VISITANTES EXCURSIONISTAS SEGÚN LA EXPERIENCIA EN LA PARTICIPACION

ACTIVA EN LABORES AGRICOLAS Y CULTURALES EN LA CAMPIÑA DE MOCHE

VISITANTES EXCURSIONISTAS
EXPERIENCIA
Nº %
Conocer las costumbres de los 44 46
campesinos
Realizar actividades cotidianas de 32 34
manejo y conservación de la
chacra
Valorar las tradiciones 45 47
campesinas
Conocer y participar de labores 18 19
agrícolas con los campesinos
Intercambiar culturas 48 51

Otros, especifique 0 0

Fuente: Registro de encuestas junio – julio 2002

CUADRO Nº 11
TURISTAS NACIONALES Y EXTRANJEROS SEGÚN EXPERIENCIA EN LA
PARTICIPACION ACTIVA EN LABORES AGRICOLAS Y CULTURALES EN LA
CAMPIÑA DE MOCHE

TURISTAS NACIONALES TURISTAS EXTRANJEROS

EXPERIENCIAS :
Nº % Nº %
Conocer las costumbres de los campesinos 61 73 26 74

Realizar actividades cotidianas de manejo y 22 27 18 51

conservación de la chacra

Valorar las tradiciones campesinas 61 73 21 60

Conocer y participar de labores agrícolas con los 26 31 19 54
campesinos

Intercambiar culturas 48 58 22 63
Otros, especifique 0 0 2 5

Fuente: Registro de encues tas junio – julio 2002

316
 Con respecto a la participación activa
del turista conjuntamente con el agricultor
en sus labores agrícolas, podemos ob-
servar en el cuadro Nº 8 que el turista na-
cional tiene mucho más inclinación de
participar activamente que el turista extran-
jero esto expresado en las cifras presen-
tadas en donde el 80% participaría activa-
mente en la siembra, cultivo y cosecha de
especies, mientras que turistas extranje-
ros lo harían en 60% por lo que su cifra
más alta estaría en degustar la comida
que le brindaría el agricultor, representa-
da en 63%.
El cuadro Nº 9 que a continuación se
indica refleja la participación activa del
agroturista en las labores agrícolas y otras
actividades que el agricultor realiza
cotidianamente demuestra la motivación
principal para esta modalidad del turismo
rural, es por ello que el visitante realizaría
agroturismo participando activamente en
la siembra, cultivo y cosecha de maíz, ca-
mote, yuca y otras especies en un 57 % es
decir 54 visitantes de los 95 encuestados;
seguida como consumidor de las comi-
das y bebidas que le brindaría el agricultor
reflejado en un 54 % de 51 visitantes de
los 95 encuestados. Otras actividades en
la que participaría sería en la crianza de
animales menores y mayores; paseos a
caballo; ordeño de las vacas, pernoctaría
en casas rurales o albergues.
Lo vivido por los turistas es un recuer-
do imborrable que se manifiesta a través
de experiencias, el turista también vivirá
la experiencia al participar con el agricul-
tor de sus labores agrícolas y su entorno
al valorar las tradiciones campesinas (ver
cuadro Nº 10 en primer lugar reflejado en
51%, es decir 49 visitantes de 95
encuestados, en segundo lugar al inter-
cambiar culturas reflejado en 51%, es
decir 49 visitantes de 95 encuestados, y
otras experiencias como el conocer las
costumbres de los campesinos, al reali-
zar actividades cotidianas de manejo y
conservación de la chacra y al conocer y
participar de labores agrícolas con los
campesinos. De lo anteriormente dicho
el visitante se involucrará activamente en
participar tanto en labores agrícolas como
en conocer y valorar las costumbres y tra-
diciones campesinas.
De igual modo los turistas nacionales
y extranjeros (ver cuadro Nº 11) ven refle-
jados sus experiencias de manera gene-
ralizada al conocer las costumbres de los
campesinos y valorar las tradiciones cam-
pesinas con respecto al turista nacional
que llega a un 61%. mientras el turista
extranjero sus experiencias serían en co-
nocer las costumbres campesinas en pri-
mer lugar (74%) y en segundo lugar el in-
tercambio de cultura estaría reflejado en
un 63%. Pero de todo lo dicho anterior-
mente tanto los turistas extranjeros como
nacionales sus experiencias estarían re-
flejadas participando activamente con el
agricultor conociendo valorando sus tra-
diciones, participando en la conservación
de la chacra e intercambio cultural.
CONCLUSIONES
1. En la Campiña de moche aún se con-
servan cultivos y labores culturales
tradicionales que mediante un acon-
dicionamiento y tratamiento potencial
turístico pueden ser aprovechados
en la implementación y desarrollo de
la práctica del agroturismo, la misma
que incrementaría la actividad turísti-
ca en esta parte del país repercutien-
do en una mayor satisfacción de tu-
ristas y visitantes a la Campiña de
Moche, un mayor desarrollo de este
espacio cultural y natural y por ende
una mayor calidad de la comunidad
receptora.
2. La agricultura tradicional en la Cam-
piña de Moche se caracteriza por el
cultivo del maíz, yuca, camote, alfalfa,
hortalizas, en donde existe integra-
ción familiar tanto de la esposa como
de los hijos en las labores agrícolas
que se realizan cotidianamente, sien-
do ésta un elemento de empuje para
llevarse a cabo el agroturismo en la
Campiña de Moche.
317
 3. Las herramientas y equipos que se
utilizan en las labores agrícolas tanto
de los cultivos tradicionales como de
los modernos, principalmente es la
palana, y en segundo lugar la hoz, la
guadaña, el pico, mochilas; y otras
herramientas que forman aparte del
arado a caballo. Esto constituye un
elemento más para llevar a cabo el
agroturismo, en donde el turista po-
drá manipularlos y convertirse por
unos momentos en un agricultor más
y su experiencia sería inolvidable.
4. Las formas participativas familiares
en las labores agrícolas se denota
en la integración familiar en donde la
mujer y los hijos participan activamen-
te en los diferentes momentos de las
labores, característica social aprove-
chable para el turismo participativo en
el ámbito del agroturismo.
318
5. La perspectiva que tiene el
agroturismo en la Campiña de Moche
es notable, en los visitantes excursio-
nistas y turistas nos demuestra incli-
nación por pernoctar en casas rura-
les, albergues, experimentar junto con
el agricultor de sus labores agríco-
las.
6. La comunidad y sus integrantes po-
seen un recurso turístico que con
poca inversión y en un corto plazo
puede redundar un desarrollo de la
campiña de Moche y en una mejora
de la calidad de vida de los campesi-
nos y sus familiares no sólo desde el
punto de vista económico sino tam-
bién cultural y social al relacionarse
con personas cuyas experiencias
son diferentes, brindando ellos aque-
llo que tienen y hacen
cotidianamente.
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319
 FORMACIÓN ACADÉMICA E INSERCIÓN
LABORAL DE LOS EGRESADOS DE LA
ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE
TURISMO: 1999 – 2000
RESUMEN
La formación de profesionales en tu-
rismo es una actividad relativamente nue-
va, que surge principalmente ante la ne-
cesidad de preparar personal calificado
para atender a los viajeros y turistas, esta
necesidad ha crecido de un manera verti-
ginosa influenciada por los cambios ace-
lerados en la tecnología del transporte y
las comunicaciones, los que permiten
progresivamente un movimiento de ingen-
tes cantidades de grupos humanos con
el motivo de incrementar sus experien-
cias culturales, o de revitalizarse median-
te la apreciación de los lugares de interés
turístico.
En la ciudad de Trujillo, la Universidad
Nacional de Trujillo ha considerado como
una necesidad de vital importancia el for-
mar profesionales que sean capaces de
afrontar con éxito las realidad problemáti-
ca que afronta el desarrollo turístico de la
región norte del país. Las principales lí-
neas de su formación están orientadas a
formar un profesional con una visión críti-
ca de la realidad por lo que en su plan de
estudios tenía una fuerte tendencia a en-
tender el turismo como un hecho social
para lo cual la aplicación de los métodos
de investigación social era una herra-
mienta contundente para asimilar este
proceso. En esa lógica, sumado a la falta
de profesionales en turismo que puedan
transmitir sus experiencias a través de la
docencia, ha generado que el nivel cientí-
HEIDER ESCALANTE GÓMEZ
ELENA ZAPATA MENDOZA
fico - técnico del turismo sea rezagado por
una formación eminentemente teorética y
empírica que trató de cumplir con las ex-
pectativas de los alumnos.
Formación académica e inserción la-
boral son realidades vinculadas y conec-
tadas entre sí, en este sentido, en la Es-
cuela de Turismo ésta relación tiende a
ser de poca utilidad para los egresados
en su ejercicio profesional.
INTRODUCCIÓN
La formación de profesionales está li-
gado a la necesidad de satisfacer las ex-
pectativas y demandas del mercado labo-
ral, y como una de las mejores alternati-
vas encaminadas a proveer del recurso
humano altamente calificado que sea ca-
paz de proponer estrategias de solución a
las diferentes coyunturas o crisis que se
presentan en la actividad para la que son
preparadas las personas.
La problemática existente en el merca-
do laboral, especialmente en turismo obli-
ga al profesional de esta área del conoci-
miento a tener una formación científica e
integral, que esté acorde y se nutra al mis-
mo tiempo de la realidad regional y nacio-
nal, entendida ésta como el conjunto de
manifestaciones culturales, y los recursos
naturales y atractivos turísticos que posee
todo grupo humano o sociedad en un es-
pacio determinado, para que así, con los
conocimientos pertinentes y los instrumen-
tos y herramientas metodológicas puedan
intervenir en las diversas áreas de la activi-
dad, aplicando técnicas que permitan ma-
yor productividad y óptima comercialización
de los productos y servicios turísticos, sin
dejar de lado el desarrollo de la comuni-
dad, la preservación de los recursos am-
bientales y el respeto por la ecología (“Per-
fil Académico del Profesional de Turismo”
de la Universidad Nacional de Trujillo).
El Turismo como carrera es una forma
de profesionalización relativamente nueva
que desde sus primeras formas tuvo como
sus pilares fundamentales el modelo
humanístico, científico y tecnológico. A partir
de este primer modelo, el Turismo forma
parte de las Ciencias Sociales donde la des-
cripción, análisis e interpretación de su obje-
to de estudio gira en torno al método científi-
co, y la práctica que se realiza dentro de un
marco de rigor profesional, así precisa su
campo de acción en la investigación y pro-
puestas de desarrollo, planificación del es-
pacio turístico, organización de empresas,
participación en la superestructura turística,
etc. Todas estas actividades necesitan de
una alta preparación profesional mediante
el desarrollo de asignaturas que permitan
superar el mero sentido mercantilista de la
profesión y anexar a ésta el sentido crítico y
analítico de la realidad nacional, lo cual con-
llevará a identificar problemas, plantear al-
ternativas de solución y poder ser el genera-
dor de su propio puesto de trabajo.
La necesidad para que el turismo se
constituya además de técnica en ciencia
se debe fundamentalmente al gran desa-
rrollo que viene alcanzando en los últimos
años como una actividad que involucra di-
ferentes actores sociales con culturas
disímiles unas de otras y que como tal ge-
nera impactos que merecen ser entendi-
dos en su verdadera dimensión, es decir
desde un punto de vista científico para evi-
tar la degradación y la destrucción del pa-
trimonio cultural y natural.
En el marco de la formación profesio-
nal dentro de la actividad turística existía
desde la década de los 60 del siglo pasa-
322
do una necesidad urgente de preparar per-
sonal que pueda encargarse de brindar
servicios adecuados para la atención de
los viajeros y turistas en términos de hos-
pedaje e información o guiado turístico, es
por ello que se implementan en los cen-
tros de formación técnica, con carreras
orientadas a cubrir estas expectativas en
países como Suecia, Italia, Austria, Ingla-
terra, Francia, Estados Unidos (Fernández
F.,1985:676-693). En nuestro país, la Uni-
versidad Nacional de Trujillo fue la primera
en implementar la carrera de Turismo dic-
tando cursos para la formación de guías
de turismo en la década del 70.
En el ámbito europeo, los estudios
universitarios del turismo como discipli-
na científica lo encontramos en España,
donde a partir de 1983 el gobierno pro-
mueve la incorporación de la enseñanza
turística en las universidades nacionales
con el propósito de preparar recursos hu-
manos de mejor calidad para la atención
eficiente en los servicios turísticos, y el
entendimiento científico del fenómeno tu-
rístico. Esta propuesta se concretiza a
partir de 1996 con la incorporación de las
Escuelas Oficiales de Formación turística
a la universidades españolas, sin perder
la orientación técnica de su origen
En la actualidad, en nuestro país exis-
ten 11 universidades que tienen escuelas
de Turismo, destacando por su antigüe-
dad la Universidad Nacional San Antonio
de Abad del Cuzco y la Universidad Priva-
da San Martín de Porras en la ciudad de
Lima, en éstas y las demás se vienen for-
mando profesionales de corte técnico y
operativo. A diferencia de lo señalado, la
Universidad Nacional de Trujillo a través
de la Facultad de Ciencias Sociales ha
implementado la Escuela de Turismo
(1995) desde una perspectiva científica y
profesional orientado a formar ya no es-
pecialistas en hostelería, restauración o
recepcionistas, sino a formar profesiona-
les con dominio de la investigación cientí-
fica, diseño y elaboración de proyectos de
desarrollo turísticos y que en su ejercicio
profesional lideren nuevas propuestas de
un entendimiento diferente de la actividad
turística considerando a los actores so-
ciales de la comunidad como pilar funda-
mental del desarrollo del turismo.
La problemática de las escuelas de
turismo se centran en el desarrollo de la
temática del plan de estudios, los docen-
tes y en la pedagogía turística. Es eviden-
te que no existe un programa racional de
asignatura a tratar y el cuadro de ense-
ñanza es sobrepasado por la velocidad
de crecimiento de la propia materia. Se
suma a esta problemática, como lo cita
Fernandez F. en “Teoría y Técnica de Tu-
rismo” (pág. 543), el hecho de la escasez
de profesores de la especialidad. En las
asignaturas de idiomas, humanidades y
en algunas instrumentales es relativa-
mente fácil obtener buenos profesores
que sepan adaptar al campo del turismo
la asignatura correspondiente, pero no
ocurre lo mismo en las asignaturas de
Teoría y Técnica del Turismo, Organiza-
ción de Empresas Turísticas, y Mercado
Turístico entre otros.
Algunas escuelas universitarias suplen
esta deficiencia, mediante la asignación de
personal especializado de carreras técni-
cas con una amplia experiencia profesio-
nal en los campos de Hotelería o Agencias
de Viaje, pero ello no resuelve el proble-
ma, ya que subsiste el hecho de que todo
el alumnado de un curso y de una escuela
dependerá de la formación turística de to-
dos y cada uno de sus profesores.
El Turismo se viene desarrollando
desde dos enfoques diferentes, un primer
enfoque (Fernandez, 524-525): el educa-
tivo, pretende la enseñanza del turismo
como asignatura formativa de la persona-
lidad del individuo, la comprensión del fe-
nómeno turístico y una actitud frente a él;
busca la especialización del individuo en
la investigación científica de los proble-
mas turísticos; es una actividad propia del
modelo universitario, y se desarrolla en
cátedras de Turismo. Es así que los re-
sultados de estas investigaciones al
publicarse constituyen instrumentos de
gran valor para el conocimiento de dicha
actividad; bajo este modelo se orienta el
funcionamiento de la Escuela de Turismo
de la Universidad Nacional de Trujillo.
Un segundo enfoque, economicista, se
orienta meramente a la producción de bie-
nes y servicios vinculados directa e indi-
rectamente al turismo, el consumo de
estos bienes produce un efecto multipli-
cador que beneficia indirectamente a
otros sectores, de esta manera el turismo
se convierte en fuente generadora de divi-
sas, creación de empleo, redistribución
de la renta en los núcleos receptores por
lo que la generación de divisas afectará
directamente la balanza de pagos, en este
modelo se circunscriben los centros de
formación técnica de Turismo en nuestro
país. A manera de conclusión podemos
afirmar que en el enfoque educativo se da
una visión sociológica y humanística, en
el segundo, el turismo es simplemente
un producto.
Considerando que proceso Enseñan-
za – Aprendizaje es el conjunto de expe-
riencias suscitadas por los actos de co-
municación que se llevan a cabo bajo con-
textos culturales entre profesores y alum-
nos, en ambas direcciones; de los que
resultan cambios cualitativos en los parti-
cipantes manifestados por la adquisición
y construcción de conocimientos, el de-
sarrollo de destrezas y habilidades; la
adopción de actitudes y valores y en ge-
neral el crecimiento del estudiante en su
conciencia y responsabilidad en la socie-
dad. Este proceso consta de cuatro ele-
mentos fundamentales que son el profe-
sor, el alumno, los medios de comunica-
ción (material didáctico), y el contenido que
se desea comunicar.
Los enfoques para el proceso de en-
señanza-aprendizaje se relacionan con los
enfoques del turismo como actividad, te-
nemos así el enfoque analítico, según lo
que plantea Asunción Grávalos Gasta-
minza en el tema “Métodos de Enseñanza
en Organización y Gestión de Empresas
Turísticas”, publicado en la Escuela de Tu-
323
rismo de Huelva, que supone la descom-
posición de un problema o cuestión en
otros menores y para cada sub-problema
volver a descomponerlo hasta llegar a cues-
tiones muy pequeñas y fáciles de resolver,
este enfoque sería aplicable a la investiga-
ción científica de problemas turísticos más
sería obsoleta aplicarlo a la constitución o
funcionamiento de una empresa turística
debido a la complejidad de la misma.
Por el contrario si se enfoca el proce-
so de enseñanza-aprendizaje desde el
punto de vista sistemático (propuesto por
Grávalos) se tiene en cuenta la compleji-
dad del turismo, la influencia que ejerce
en él la globalización, el uso extenso de
nuevas tecnologías.
Es decir, el proceso de enseñanza-
aprendizaje debe hacerse empleando una
combinación de las técnicas conocidas con
una distribución sistemática que depende
de aspectos contingenciales como el tipo
de estudiantes, número, recursos disponi-
bles y formación del personal docente.
Conociendo, entonces, los enfoques del
turismo del proceso enseñanza-aprendiza-
je, podemos decir que formación académi-
ca basada en concepciones curricu-lares,
esto es participación del alumno en las ac-
ciones dispuestas por la institución a la que
pertenece (universidad o instituto) que gene-
ralmente se orientan a la preparación de pro-
fesionales y científicos altamente calificados
para atender las demandas y requerimien-
tos de las estructuras sociales y económi-
cas. Según el Currículum de la Escuela de
Turismo de la Universidad Nacional de Trujillo
(1994), es el proceso que conlleva al futuro
profesional a lograr insertarse en el difícil
mundo laboral del profesional universitario,
mercado en el cual si no se genera propios
puestos de empleo se incrementará aún más
la desocupación y sub ocupación, mas aún
si se continúa con la congelación de plazas
en el sector público.
Esto supone un mayor contacto con los
problemas reales a los que hará frente el
324
futuro profesional, mayor interacción con
los grandes directivos y consultores de
proyectos en equipos, realizar prácticas
en empresas, implementar proyectos ex-
perimentales y tener a la comunidad-hom-
bre como la prioridad dentro del desarro-
llo del turismo.
Resultado del proceso de enseñanza-
aprendizaje tenemos la formación acadé-
mica que consiste en la facilitación de co-
nocimientos al estudiante con la que le
permitan crear y aplicar los conocimientos
de acuerdo a las necesidades de cambio
de las estructuras socio-económicas, todo
esto conlleva a la formación de profesio-
nales y científicos muy calificados.
Todo proceso de enseñanza aprendi-
zaje requiere del manejo de métodos y
técnicas, es decir de un conjunto de pro-
cedimientos que sirven para reforzar el
enfoque sistémico de la enseñanza en la
organización y gestión de empresas tu-
rísticas para conseguir un mayor contacto
con los problemas reales. Entre los mé-
todos más idóneos para la formación tu-
rística se utilizan los siguientes:
- Método del caso; este reside en la
utilización de problemas reales o cuasi
reales con el objeto de capacitar al alum-
no a descubrir y luego fijar en su mente
diferentes formas de pensar en la resolu-
ción de los mismos. Este pretende trasla-
dar al alumno a una situación hipotética
que deberá pensar y resolver con los co-
nocimientos adquiridos como lo va a en-
frentar una vez terminado sus estudios.
- Visitas a empresas; su finalidad es
acercar más al alumno a la realidad em-
presarial y dar una explicación practica de
las clases teóricas con el fin de conocer
sus posibles lugares de trabajo, para su
mayor efectividad se recomienda un de-
bate y la presentación de un trabajo sobre
las conclusiones de la visita.
- Medios audiovisuales; teniendo en
cuenta las características sensoriales de
los alumnos la lección magistral se debe
complementar con el uso de estos medios.
- Directivos invitados; al igual que los
métodos anteriores, en ésta el alumno
también se acerca a la realidad para que
de una manera directa, observe y reflexio-
ne sobre los problemas que se dan en
las empresas y cómo sus directivos los
afrontan.
- Juegos de empresas y simulacio-
nes por ordenador; se basa en un ejerci-
cio simulado de toma de decisiones utili-
zando para ello programas informáticos.
Se requiere varios grupos de trabajo a los
que se les asigna características de las
empresas a desarrollar los que luego son
evaluados por los profesores.
Para el análisis acerca de la problemáti-
ca del desarrollo de los profesionales en el
campo laboral, razón subyacente a su for-
mación profesional, podemos decir que éste
es un proceso en el cual las personas van a
poner en ejercicio todos sus conocimientos
adquiridos en los planos teóricos y prácti-
cos, lo cual definirá la calidad de su forma-
ción académica, y de las aptitudes que pre-
senta. Este proceso permitirá al profesional
cambiar la realidad que ha estudiado con el
fin de mejorar la calidad de vida y adquirir
mayores conocimientos. Este proceso de in-
serción laboral no siempre es el más ade-
cuado, sobre todo cuando se trata de carre-
ras profesionales novedosas y de mercados
emergentes donde el tratamiento empírico
está más arraigado a la necesidad de un
conocimiento científico y profesional.
El propósito de la formación académi-
ca es la inserción laboral, entendida esta
como un proceso de ingreso y adaptación
de un profesional al mercado laboral, el
cual dependerá de su formación académi-
ca y las aptitudes que este presenta. Este
proceso permite al profesional, mediante
su intervención cambiar o resolver los pro-
blemas de la realidad que ha estudiado
con el fin de mejorar la calidad de vida y
adquirir mayores conocimientos.
PRESENTACIÓN DE
RESULTADOS
La presentación de los resultados de
la investigación tiene como referentes prin-
cipales los siguientes componentes: infor-
mación etnográfica cualitativa de los
egresados de Turismo respecto al Plan de
Estudios, proceso de enseñanza aprendi-
zaje, calidad y cantidad de docentes e in-
serción en el mercado laboral; información
cuantitativa referente a rendimiento acadé-
mico e inserción laboral de los egresados
de Turismo años 1999 y 2000.
El número total de ingresantes de la
primera y segunda promoción (1995 y
1996) fueron 60 y 58 respectivamente que
totalizaron 118 estudiantes, número que
en el proceso de formación académica fue
disminuyendo hasta quedar y egresar 21
y 48 en la primera y segunda promoción
respectivamente.
De los 21 egresados de la primera pro-
moción se han graduado el 100% (son
bachilleres) y han obtenido el título profe-
sional sólo 11; mientras de los 48
egresados de la segunda promoción se
han graduado 47 y han logrado obtener el
título profesional sólo 27. En términos
generales de los 118 ingresantes en las
dos promociones, 69 han egresado, es
decir, han culminado sus estudios, 68 han
obtenido el grado de bachiller y sólo 38 se
han titulado en Turismo.
De los 69 egresados, 7 han emigrado
del país, de éstos 2 han salido por inter-
medio del sistema AU PAIR a EE.UU. y
Alemania, 01 se encuentra trabajando en
empresa privada en los EE.UU., 03 están
trabajando en cruceros y 01 se encuentra
en Argentina por asuntos familiares.
De los 62 egresados que residen en el
país, el 80% se encuentran trabajando en
actividades de su especialidad, tanto en el
sector público ( CTAR, Universidad, DRIT y
Municipios) y el sector privado (agencias
325
de viaje, empresas de hospedaje, etc).y en
pymes (microempresas) que han consti-
tuido para prestar servicios turísticos. Tam-
bién existen egresados que se encuentran
trabajando en empresas cuyo giro difiere
de la actividad turística (telefonía, comer-
cio, promotores de crédito).
En lo concerniente al Plan de Estudios
(currículo) los egresados fueron enfáticos
en señalar que éste fue elaborado sin un
estudio de mercado previo que justificara
la creación de la carrera profesional de
Turismo, las asignaturas consignadas
tuvieron mas componentes sociales que
técnicos, la investigación científica fue la
que direccionó la formación profesional,
dejando de lado cursos de administración,
proyectos, costos, financiamiento, entre
otros de corte técnico que en otras expe-
riencias curriculares o planes de estudios
de universidades nacionales y extranje-
ras están consignados y se constituyen la
base para la formación profesional del
especialista en Turismo. Coinciden, asi-
mismo, en señalar que este plan de estu-
dios fue diseñado por especialistas de
otras áreas del conocimiento y por lo tan-
to tiene serias deficiencias teóricas y téc-
nicas. En este contexto las dos primeras
promociones han servido de experimento
de un plan de estudios implementado por
la Facultad de Ciencias Sociales.
El proceso de enseñanza-aprendizaje
está asociado a varios factores que influ-
yen en la eficacia y eficiencia, así resalta-
ron como factores limitantes los siguien-
tes: el poco dominio y experiencia de los
docentes de especialidad y el
abordamiento general de temas turísticos
por docentes de otras especialidades, así
mismo la falta de una infraestructura físi-
ca adecuada con talleres y laboratorios
de prácticas bien equipados e
implementados, y el escaso material bi-
bliográfico especializado han sido los fac-
tores que han determinado un proceso de
enseñanza-aprendizaje pasivo, de poco
interés y desmotivación, resultando un
proceso poco significativo para los suje-
tos que intervienen en dicho proceso.
326
En lo que se refiere al mercado laboral
turístico los profesionales coincidieron en
señalar que se encuentra recesado debi-
do a que las empresas turísticas está atra-
vesando por una crisis económica gene-
ralizada que les impide ampliar sus servi-
cios y tomar profesionales para su admi-
nistración. En el sector público, las depen-
dencias que tienen que ver con el turismo
están dirigidos y conducidos por profesio-
nales de otras áreas del conocimiento,
que no dan mayor cobertura a profesiona-
les jóvenes preparados para administrar
y gestionar el desarrollo de la actividad
turística en nuestra ciudad y región norte.
A pesar de la recesión y restricción del
mercado laboral, los profesionales en Turis-
mo vienen trabajando como docentes, plani-
ficadores de la promoción turística, opera-
dores turísticos, counter receptivo, recepción
hotelera,. policía de turismo, guiado, coordi-
nación turística y eventos de prensa turística,
todas estas actividades del campo turístico.
También algunos profesionales y egresados
realizan actividades que no están en rela-
ción al Turismo como son: agentes vende-
dores , promotores de crédito, entre otros.
En lo concerniente a las perspectivas
de desarrollo para las nuevas promocio-
nes en la Escuela de Turismo, se requie-
re contar con un mayor número de docen-
tes expertos en turismo, tener laborato-
rios y talleres, así mismo potenciar las
prácticas intermedias y reevaluar las prác-
ticas pre-profesionales para realizar inves-
tigación aplicada o de intervención.
Los resultados de revisar las estadís-
ticas del archivo de la Facultad de Cien-
cias Sociales se presentan consideran-
do la variable principal de formación aca-
démica, en torno a la cual presentamos
información colateral que permitió hacer
un análisis riguroso y arribar a conclusio-
nes sobre las características académicas
de los estudiantes de turismo egresados
en los años 1999 y 2000 que actualmente
vienen ejerciendo su carrera profesional.
Esta información corresponde a 69
egresados de la E.A.P de Turismo.
 CUADRO No.01

Egresados de la E.A.P. de Turismo año 1999 y 2000

según lugar de nacimiento. Trujillo 20002
TOTAL
LUGAR DE NACIMIENTO
N° %
1) LIMA 3 4.35
- Lima 3

2) LA LIBERTAD 52 75.36
- Trujillo 40
- Pacasmayo 3
- Pataz 2
- Otuzco 2
- Ascope 4
- Stgo. de Chuco 1
3) TUMBES 2 2.90
- Zarumilla 2

4) CAJAMARCA 2 2.90
- Celendín 2

5) AMAZONAS 2 2.90
- Chachapoyas 2

6) LAMBAYEQUE 2 2.90
- Chiclayo 2
7) OTROS DEPARTAMENTOS 5 7.25
8) OTROS PAISES 1 1.45

TOTAL 69 100.00

FUENTE: Carpeta de Ingresante a la UNT. Junio del 2002

En el cuadro Nº 01 observamos que el El segundo departamento de lugar de

75.36% de los egresados de la Escuela
de Turismo de la Universidad Nacional de
Trujillo han nacido en el departamento de
La Libertad, de los cuales el 76.92% (40)
han nacido en la Provincia de Trujillo, el
9.62% en el interior del departamento
(Otuzco, Santiago de Chuco y Pataz), y el
13.46% restante en otras provincias de la
costa (Ascope, y Pacasmayo).
nacimiento de los egresados es Lima con
un 4.35% del total, seguidos de Cajamarca,
Tumbes, Amazonas y Lambayeque con
2.90% cada uno de ellos.
De otros departamentos tenemos el
7.25% (Ica, Piura, Ancash y San Martín); y
entre los egresados que han nacido en otro
país, tenemos el 1.45% correspondiente a
un (01) integrante nacido en Inglaterra.

327
 DIAGRAMA No. 02

Egresados de la E.A.P. Turismo año 1999 y 2000

según lugar de nacimiento
%
75.36
80

70

60

50
40

30

20
7.25
10 4.34
2.9 2.9 2.9 2.9 1.45
0

Lambayeque
Tumbes
La Libertad

Amazonas
Lima

Cajamarca

Dptos.

Otros Paises
Otros

FUENTE: Cuadro No. 01

CUADRO N° 02

Egresados de la E.A.P. de Turismo año 1999 y 2000 según sexo. Trujillo 2002

EGRESADOS EGRESADOS
TOTAL
SEXO 1999 2000
No. % No. % No. %
MASCULINO 5 7.25 11 15.94 16 23.19

FEMENINO 16 23.19 37 53.62 53 76.81

TOTAL 21 30.43 48 69.56 69 100

328
 GRÁFICO Nº 01

Egresados de la E.A.P. Turismo 1999 y 2000

según sexo

23.19
M asculino
Femenino

76.81

FUENTE: Cuadro No. 02

CUADRO N° 03

Egresados de la E.A.P. de Turismo años 1999 y 2000 Según Centro Educativo de

procedencia. Trujillo 2002

EGRESADOS EGRESADOS
TOTAL
CENTRO EDUCATIVO 1999 2000
No- % No. % No. %
C. E. PRIVADOS 07 10.14 22 31.88 29 42.03

C. E. ESTATAL 14 20. 29 26 37.68 40 57.97

TOTAL 21 30.43 48 69.56 69 100.00

FUENTE: Elaborado en base a carpeta de ingresante a la U.NT. Junio del 2002

En el cuadro No.02 observamos que mujeres y un 23% son varones como se

entre los egresados de la Escuela de Tu-
rismo de la Universidad Nacional de
Trujillo hay una notable presencia feme-
nina que representa poco más de las 3/4
partes del total de egresados (76.81%),
situación que es similar en ambas pro-
mociones. En los valores globales apre-
ciamos que el 77% de los egresados son
muestra claramente en el gráfico No. 02.
También podemos apreciar que la prime-
ra promoción (1,999) representa el 30%
del total de egresados y el 70% son de la
promoción del año 2000.
El cuadro No. 03 nos muestra el tipo
de centro educativo de procedencia de los

329
 GRÁFICO Nº 02

Egresados de la E.A.P. Turismo 1999 y 2000

según Centro Educativo de procedencia

42.03 Privado
Estatal
57.97

FUENTE: Cuadro No. 03

CUADRO N° 04

Egresados de la E.A.P. de Turismo, años 1999 y 2000

según modalidad de ingreso. Trujillo 2002

EGRESADOS EGRESADOS
MODALIDAD DE INGRESO A LA TOTAL
1999 2000
UNT
No. % No. % No. %
EXÁMEN ORDINARIO 14 20.29 25 6.23 39 6.52

CEPUNT 06 8.69 21 30.43 27 39.13

PREMIO EXCELENCIA 01 1.45 01 1.45 02 2.90

TRASLADO EXT. 00 00.00 01 .45 01 1.45

TOTAL 21 30.43 48 69.56 69 100

FUENTE: Elaborado en base a carpeta de ingresante a la UNT. Junio del 2002

egresados de Turismo, en éste observa- de colegios estatales. En cambio, entre

mos que el 42% proviene de colegios pri-
vados, mientras que el 58% lo hizo de co-
legios estatales.
Analizando cada una de las promocio-
nes notamos que de los egresados de
1999, la mitad de ellos provenía de cole-
gios privados (10%) y el 20% provienen
los egresados del año 2000, la propor-
ción está relativamente equiparada ha-
biendo sólo una diferencia aproximada del
7% con ventaja para los de colegio estatal
En el gráfico No. 04 se aprecia que el
56.52% de los egresados, ingresaron en la
modalidad de Examen Ordinario, el 39.13%

330
 GRÁFICO Nº 03
Egresados de la E.A.P. Turismo año 1999 y 2000
según modalidad de ingreso
56.52
FUENTE: Cuadro No. 04
ingresó a través del Centro Pre-Universita-
rio de la UNT, el 3% como Premios de Exce-
lencia y el 1.5% por Traslado Externo.
Un análisis más detallado nos mues-
tra el cuadro No. 04 donde observamos la
modalidad de ingreso de cada una de las
promociones, notándose que entre los in-
tegrantes de la segunda promoción los
ingresantes por el Centro Pre-Universita-
rio de la UNT (30.43%) no difieren mucho
de los ingresantes por Examen Ordinario
El cuadro No. 05 nos muestra que el
total de ingresantes en la promoción 1999
y 2000 (60 y 58 respectivamente) sólo han
culminado sus estudios el 58.47% (69),
han obtenido su Grado de Bachiller el
57.63% (68), y se han Titulado como Li-
cenciados en Turismo el 32.30% (38 ba-
chilleres), quedando aún 30 egresados en
la condición de Bachiller en Ciencias So-
ciales, lo que significa casi la mitad que no
han podido titularse hasta mayo del 2002.
El cuadro No.06 presenta el rendimien-
to académico de los egresados de la E.A.P.
39.13
Examen o rdinario
CEP UNT
P remio Excelencia
Traslado Externo
3
1.45
de Turismo año 1999 por ciclo de estu-
dios, donde se observa que el I Ciclo don-
de obtuvieron la nota más baja de 12.66
como promedio general, asimismo, se
pude notar que en el X Ciclo la nota prome-
dio es de 13.22. ambos casos se deben a
diferentes razones: en el I Ciclo estaban
en proceso de adaptación a la vida univer-
sitaria, mientras que los ciclos IX y X co-
rresponden al período de Prácticas Pre-
Profesionales donde han sido evaluados
por un Comité Colegiado de Especialistas
en turismo e investigación. También es
notorio que los ciclos cuyo rendimiento pro-
medio es más alto son los ciclos interme-
dios (IV - VII) superando el Promedio Pon-
derado de 14 puntos. Que es considerado
como regular dentro de la E.A.P. de Turis-
mo. En términos generales esta promo-
ción tiene como promedio promocional
13.75, que está por debajo del promedio
considerado como ponderado.
El cuadro No. 07 presenta el rendimien-
to académico de los egresados de la E.A.P.
de Turismo año 2000 por ciclo de estu-
dios, aquí observamos un rendimiento re-
gular que oscila entre 13.00 y 13.91, tenien-
331
 CUADRO Nº 05

Situación profesional de los egresados de la E.A.P. de Turismo, años 1999

y 2000 de la Facultad de Ciencias Sociales U.N.T. Trujillo 2002

EGRESADOS EGRESADOS TOTAL

SITUACIÓN PROFESIONAL 1999 (60) 2000 (58) -118
No. % No. % No. %
EGRESADOS 21 35.00 48 82.78 68 8.47
GRADUADOS/BACHILLERES 21 35.00 47 81.03 68 57.63
TITULADOS/LICENCIADOS 11 18.33 27 46.55 38 2.20

FUENTE: Elaborado en base a padrón de egresados y cuaderno de Grados y Títulos.

Facultad de Ciencias Sociales. Junio del 2002

DIAGRAMA No. 02

Situación profesional de los egresados

de la E.A.P. Turismo 1999 - 2000
%
70
58.47 57.63
60

50

40
32.20
30

20

10

0
EGRESADOS GRADO B ACHILLER T ÍT ULO LICENCIADO

FUENTE: Cuadro No. 05

332
 CUADRO N° 06

Rendimiento académico de los egresados de la E.A.P. de Turismo - año

1999 por ciclo de estudios. Trujillo 2002

NOTA
CICLOS PUNTAJE
PROMEDIO
I 265.89 12.66
II 289.98 13.57
III 285.08 13.58
IV 306.95 14.62
V 306.96 14.62
VI 292.34 13.92
VII 297.97 14.19
VIII 290.21 13.82
IX 280.16 13.34
X 277.63 13.22
TOTAL
288.82 13.75
PROMEDIO

FUENTE: Elaborado en base a historial de notas. Junio 2002

DIAGRAMA No. 03

Rendimiento académico de los egresados de la E.A.P. de

Turismo año 1999 por ciclo de estudios

15.00
14.62 14.62

14.50
14.19
13.92
NOTA PROMEDIO

14.00 13.82
13.75
13.57 13.58
13.50 13.34
13.22

13.00
12.66

12.50

12.00

11.50
I II III IV V VI VII VIII IX X P R OMEDIO

CICLO

FUENTE: Cuadro No. 06

333
 CUADRO Nº 08

Calificación de la formación académica recibida según los egresados

de la E.A.P. de Turismo, años 1999 y 2000. Trujillo 2002.

Calificación No. %
Optima 1 3
Buena 7 21
Regular 22 66.6
Deficiente 3 6.4
No calificaron 1 3.2
TOTAL 34 100

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002

DIAGRAMA No. 05

Calificación de la formación académica según los

egresados de la E.A.P. Turismo año 1999 y 2000
%
70
66.6

60

50

40

30

21
20

10
6.4
3 3

Optimo B ueno R egular Deficiente No calificaron

FUENTE: Cuadro Nº 08

334
do su puntaje más bajo en el I Ciclo (13.00)
y alcanzan su mayor puntaje en el ciclo si-
guiente (13.91), asimismo, se puede notar
que en el X Ciclo la nota promedio es de
13.66 correspondiente al período de Prác-
ticas Pre-Profesionales. Su promedio no
sobrepasa el Ponderado Regular estable-
cido por la Escuela de Turismo en ninguno
de los ciclos. En términos generales esta
promoción tiene como promedio promo-
cional 13.57, que está por debajo del pro-
medio considerado como regular.
Con el propósito de contrastar la infor-
mación obtenida por observación y entre-
vista se aplicó una encuesta a 34
egresados, los resultados que presenta-
mos giran en torno a las variables forma-
ción académica e inserción laboral.
El cuadro No.08 presenta la información
del nivel de calificación de los egresados
de la escuela de Turismo a la formación
académica recibida durante los 5 años de
estudios realizados en la universidad, don-
de se observa que 66.6% calificaron de re-
gular debido a que consideran que los co-
nocimientos impartidos fueron de naturale-
za teorética y generales, dejando de lado la
parte práctica y el análisis y manejo de ca-
sos de la realidad turística.
El 21% de los egresados consideran que
la formación académica fue buena, debido a
que los conocimientos recibidos han senta-
do una base para que luego se perfeccionen
en la práctica o la vida profesional.
El 6.4% manifestaron su disconformi-
dad (deficiente) porque no cubre las ex-
pectativas para insertarse en el mercado
laboral, dado a que la formación fue fun-
damentalmente teórica.
En cuanto al proceso de enseñanza –
aprendizaje desarrollado por las profeso-
ras de la especialidad, el 70.60% mani-
fiestan que la contribución de los profeso-
res en este proceso ha sido regular dada
la poca experiencia, además de existir sólo
03 profesoras especialistas. El 12% con-
sidera que la participación de las profe-
soras en el proceso de enseñanza –
aprendizaje es buena y el 9% de muy bue-
no, así como también un 9% califica de
deficiente dicho proceso.
El cuadro No.10 presenta información
sobre la calificación que realizan los
egresados acerca del desarrollo del proce-
so de enseñanza – aprendizaje de los pro-
fesores de otras especialidades que perte-
necen a la Facultad de Ciencias Sociales.
El 39% califica de buena su contribución en
este proceso debido a su experiencia en
Investigación Científica, mientras que el 27%
los califican de regular debido a que no es-
tán capacitados en temas concernientes a
la carrera de turismo.
En el cuadro Nº 11 se observa que el
79.40% de los egresados se encuentra
trabajando, mientras que el 20.60% no
se encuentran trabajando. De los que es-
tán trabajando, el 32.35% lo hacen en el
sector público (CTAR, Dirección Regional
de Turismo, Municipios, Universidad e Ins-
titutos de Educación Superior, Banco Cen-
tral de Reserva), mientras el 47.05% tra-
bajan en el sector privado (centros de hos-
pedaje, agencias de viaje, centros de in-
formación turística y empresas privadas
no vinculadas a la actividad turística). De
los que no se encuentran trabajando
(20.60%), el 17,7% trabajaron anterior-
mente y sólo un 2.9% no han logrado in-
sertarse en el mercado laboral ni siquiera
en forma temporal.
En el cuadro No. 12 se puede obser-
var que los egresados de turismo logra-
ron su inserción laboral a través de las
siguientes estrategias o recursos: Por
convocatoria personal (33%) seguidos de
ingreso por concurso (27%), un 12% de
egresados consiguió empleo a través de
amigos y el 6% como consecuencia de
sus prácticas Pre – profesionales, otro
12% lo consiguió por otros medios, como
recomendaciones de empleo, e iniciati-
vas personales, mientras que un 3% no
consiguió trabajo hasta la actualidad.
335
 CUADRO Nº 09

Calificación de proceso de enseñanza aprendizaje de los docentes de la espe-

cialidad según egresados de la E.A.P. de Turismo. Trujillo 2002.

CALIFICATIVO N° %
Excelente 0 0
Muy Bueno 3 8.8
Bueno 4 11.8
Regular 24 70.6
Deficiente 3 8.8
TOTAL 34 100

FUENTE: Encuesta; junio del 2002.

DIAGRAMA No. 06

Calificación del proceso de enseñanza aprendizaje de profesores

de la especialidad por los egresadosde la E.A.P de Turismo año
1999 y 2000
%
80
70.6

70

60

50

40

30

20
11.8
8.8 8.8

10

E xcelente Muy bueno B ueno R egular Deficiente

FUENTE: Cuadro No. 09

336
 CUADRO Nº 10.

Calificación del proceso de enseñanza – aprendizaje de docentes de otras

especialidades según egresados de la E.A.P. de Turismo. Trujillo 2002.

CALIFICATIVO No. %
Excelente 0
Muy bueno 6 17.6
Bueno 14 41.2
Regular 9 26.5
Deficiente 3 8.8
No calificaron 2 5.9
TOTAL 34 100

FUENTE. Encuesta; junio el 2002.

DIAGRAMA Nº 07

Calificación del proceso de enseñanza aprendizaje de los

profesores de otras especialidades de la Facultad de
Ciencias Sociales por los egresadosde la E.A.P Turismo
%
45 41.2
40
35
30 26.5
25
20 17.6
15
8.8
10 5.9
5 0
0
Excelente Muy bueno B ueno Regular Deficiente No opina

FUENTE: Cuadro No 10

337
 El cuadro No. 13 presenta información
referida a la permanencia de los egresados
de turismo en su centro laboral, donde se
observa que el 51.90% permanecen por
conocimiento de su especialidad, el
25.90% por habilidades y destrezas per-
sonales y sólo un 11.10% por una actitud
positiva con el trabajo e institución. Todas
estas razones aducen haberlas adquirido
en su formación profesional. Existe un
11.10% que manifiesta que son otros los
motivos de permanencia, dentro de ellos
destaca el esfuerzo personal y la perseve-
rancia para aprender.

CUADRO No. 11

Inserción laboral de los egresados de la E.A.P. de Turismo año 1999 – 2000,

según sector público y privado. Trujillo 2002

INSERCIÓN LABORAL No. %

¡ Si trabaja 27 79.4
• Sector público 11 32.35
• Sector privado 16 47.05
¡ No trabaja 7 20.6
• Trabajó anteriormente 6 17.7
• Nunca trabajó 1 2.9
TOTAL 34 100

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002.

GRAFICO No. 04

Condición laboral de los egresados de la

E.A.P. Turismo 1999 - 2000

21%

TRABAJA

NO TRABAJA
79%

FUENTE: Cuadro No. 11

338
 En el cuadro No. 14 se observa que el
92.60% de egresados vienen trabajando
en calidad de profesionales dentro de las
instituciones y empresas a las que perte-
necen, y sólo el 7.40% en calidad de prac-
ticantes. La determinación está supedita-
da al interés de la institución y los conoci-
mientos y experiencias de los egresados
de la E.A.P. de Turismo.

CUADRO No. 12

Consecución del empleo de los egresados de la E.A.P. de Turismo

año 1999 y 2000

ESTRATEGIAS No. %
Concurso 9 26.5
Convocado personalmente 12 35.3
Amistades 4 11.8
Prácticas Pre-profesionales 2 5.9
Otros 4 11.8
No consiguió trabajo 1 2.9
TOTAL 34 100

FUENTE: Encuesta . Junio del 2002.

GRAFICO No. 05

Cosecución del empleo por los egresados de la

E.A.P. de Turismo 1999 Y 2000
Concurso

12% Convocado
40% personalmente
Amistades
6%

Prácticas Pre
12% Profesionales
Otros
3%
No consiguió
27%
empleo

FUENTE: Cuadro No. 12

339
 El cuadro No. 15 muestra los ingresos
económicos de los egresados de Turis-
mo donde el 33.30% tienen ingresos en-
tre 401 y 600 Nuevos Soles, el 29.60%
perciben ingresos entre S/. 601 y 800 Nue-
vos Soles, seguidos del 14.80% que tie-
nen ingresos por encima de los S/. 1201
Nuevos Soles, también se observa que el
7.40% tienen ingresos que fluctúan entre
S/. 200 y 400. De las estadísticas se des-

CUADRO Nº 13

Motivo de permanencia en el centro de labores de los egresados de la E.A.P. de

Turismo año 1999 - 2000

MOTIVO N° %
Conocimiento de la especialidad 14 51.9
Habilidades y destrezas 7 25.9
Actitud positiva y empatía 3 11.1
Otros 3 11.1
TOTAL 27 100

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002.

GRAFICO No. 06

Motivo de permanencia en el centro de labores de los

egresados de la E.A.P. De Turismo año 1999 y 2000

Conocimiento de
25.9 la especialidad

Habilidades y
detrezas
11.1 Actitud positiva y
51.9 empatía
11.1 Otros

FUENTE : Cuadro No. 13

340
prende que existen profesionales que
perciben ingresos por debajo de la remu-
neración mínima vital (S/. 410.00) y los que
perciben más de S/. 1201.00 se debe a
que tienen ingresos por dos o tres fuen-
tes de trabajo.
El cuadro No. 16 presenta la informa-
ción que tienen los egresados de turismo
de la 1° y 2° promoción sobre cuál área de
formación consideran de mayor utilidad
para su ejercicio profesional, según el cam-
po laboral en que se desempeñan y/o des-

CUADRO Nº 14

Naturaleza del trabajo en de la institución o empresa donde laboran los

gresados de la E.A.P. de Turismo año 1999 – 2000. Trujillo 2002

NATURALEZA N° %
Profesional 25 92.6
Practicante 2 7.4
TOTAL 27 100%

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002.

GRAFICO Nº 07

Naturaleza de l trabajo en la institución o empresa

donde laboran los egresados de la E.A.P. Turismo
1999 - 2000

7.40%

Profesional
Practicante

92.60%

FUENTE: Cuadro No. 14

341
empeñaron, tenemos que el 47% conside-
ra a los cursos de formación profesional de
mayor importancia, el 11.80% considera que
el área de Prácticas Pre – Profesionales tuvo
gran utilidad, asimismo, en la misma pro-
porción consideran la utilidad de las áreas
Humanística (11.80%) e Instrumental
(11.80%) y el 17.60% considera que mayor
utilidad tuvieran las prácticas intermedias
que en el cuadro aparece como Otros.

CUADRO Nº 15

Ingresos económicos de los egresados de la E.A.P. de Turismo de los años 1999

– 2000. Trujillo 2002

RANGO DE INGRESOS N° %
200 – 400 2 7.4
401 – 600 9 33.3
601 – 800 8 29.6
801 – 1000 3 11.1
1001 – 1200 1 3.7
1201 – más 4 14.8
TOTAL 27 100%

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002

GRÀFICO Nº 08

Ingresos económ icos de los egresados de la

E.A.P. de Turism o año 1999 y 2000

30%
200-400

11% 401-600

4%
601-800

801-1000
15%
33%

1000-1200
7%

1200- MÁS

FUENTE: Cuadro No- 15

342
 Destacan en este análisis el área de
Formación profesional y las prácticas in-
termedias que se explica porque cada
área está vinculada directamente a su for-
mación profesional, la primera que da el
soporte teórico técnico y la segunda el
manejo de herramientas e instrumentos
de intervención profesional.
Sobre la utilidad de las prácticas inter-
medias para el ejercicio profesional, el
55% manifestaron que fue de mucha utili-
dad por que les permitió ganar experien-
cia laboral, conocer la realidad o escena-
rio de la actividad turística, establecer re-
laciones sociales dentro del sector; el 21%
considera solamente que fue útil dado que

CUADRO Nº 16

Área de formación profesional de mayor utilidad para el ejercicio

profesionalsegún los egresados de la E.A.P. de Turismo año 1999 y 2000

AREA DE FORMACIÓN N° %
A. Humanística 4 11.8
A. Instrumental 4 11.8
A. Profesional 16 47
A. de práctica Pre – profesional 4 11.8
Otros (Práctica intermedia) 6 17.6
TOTAL 34 100

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002.

DIAGRAMA Nº 08

Area de formación profesional de mayor utilidad para

el ejercicio profesional
%
50 47.0

40

30

20 17.6
11.8 11.8 11.8
10

0
Humanística Instrumental Profesional Práct. Preprof. otros

FUENTE: Cuadro No. 16

343
su aprendizaje lo vienen consolidando en
su centro de trabajo; para el 15% tuvo poca
utilidad debido a que no se desempeñan
en el área profesional, mientras que para
el 9% no tiene utilidad principalmente por
que no ejercen la carrera, es decir, no es-
tán trabajando.
El cuadro Nº. 18 muestra que el 52.94%
considera como principal factor que ha li-
mitado su formación profesional fue el plan
de estudios, que no ha sido coherente con
sus intereses y expectativas como estu-
diantes. El 35.70% manifiesta que la cali-
dad de la plana docente es un factor

CUADRO Nº 17

Utilidad de las prácticas intermedias para el ejercicio profesional según los

egresados de la E.A.P. de Turismo año 1999 y 2000

CALIFICACIÓN N° %
Mucha utilidad 18 54.5
Utilidad 8 21.2
Poca utilidad 5 15.2
Ninguna utilidad 3 9.1
TOTAL 34 100

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002.

GRAFICO Nº 09

Utilidad de las prácticas intermedias por los

egresados de la E.A.P. Turismo

9%

15%

Mucha utilidad

Utilidad
55%
Poca utilidad
21%
Ninguna utilidad

FUENTE: Cuadro No. 17

344
limitante de muy importante, incidiendo de
manera específica en los profesores de la
especialidad, los mismos que no han
manejado un buen marco teórico, escasa
experiencia profesional e inadecuados
mecanismos de manejo del proceso de
enseñanza aprendizaje.
La necesidad de contar con un plan de
estudios idóneo y adecuado a los reque-
rimientos del mercado laboral actual es
percibido por los egresados con una prio-
ridad bastante elevada puesto que en nin-
guna de las otras limitantes señaladas
han coincidido tanto en la 1° y 2° jerarquía
(52.95% y 41.17% respectivamente). Otra
de las limitaciones que han notado bas-
tante arraigada en la escuela profesional
de Turismo esta referido en la calidad de
la plana docente; sin embargo, no revis-
ten como limitantes de mayor importan-
cia la infraestructura, o el contar con bi-
bliografía especializada, pero si sobresa-
le el hecho que el 52.95% considere como
una limitante de 3° orden, el no contar con
el equipamiento y los talleres adecuados
para la formación profesional. El (44%)
considera como limitante de 4° orden el
no contar con bibliografía especializada; y
abrumadoramente, el (65%) no conside-
ra como una limitante de importancia las
condiciones de infraestructura.
El cuadro No. 19 muestra que el
14.82% realizan actividades de recepción
hotelera, el 22.22% realizan actividades
de guiado turístico en el Complejo Arqueo-
lógico de Chan Chan, la Huaca de la Luna,
y el Centro Histórico, el 11.11% trabaja
como docentes en universidades e insti-
tutos superiores. El 14.82% trabajan en
otras actividades turísticas: operador tu-
rístico, counter receptivo, policía turística,
prensa turística.

CUADRO Nº 18

Jerarquía de los factores que limitan la formación académica de los egresados

de la E.A.P. de Turismo 1999 y 2000. Trujillo 2002

Jerarquía
Factores Limitantes
1 % 2 % 3 % 4 % 5 %

Calidad de plana docente 12 35.3 11 32.4 4 11.8 5 14.7 2 5.89

Equipamiento y talleres 4 11.8 5 5.89 18 52.9 6 17.7 1 2.94

Infraestructura física 0 0 2 5.88 3 8.82 7 20.6 22 64.7

Plan de estudios 18 52.9 14 41.2 1 2.94 1 2.94 0 0

Bibliografía especializada 0 0 2 5.89 8 23.5 15 44.1 9 26.5

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002.

345
 DIAGRAMA Nº 09

Jerarquización de factores que lim itan la form ación

profesional por los egresados de la E.A.P. de Turism o
de 1999 y 2000

0
5.89
B ibliografí a
23.53
es pecializada
44.12
24.47

52.94
41.17
P lan de es tudios 2.94
2.94 1
0

JERARQUIA
2
0
5.88
3
Infraes tructura 8.82 4
20.59
64.71 5
11.76
14.7
E quipo y talleres 52.94
17.65
2.94

35.3
32.35
Calidad plana
11.76
docente
14.7
5.89

%
0 10 20 30 40 50 60 70

FUENTE: Cuadro Nº 18

De manera general el 85.18% trabaja El cuadro No 20 presenta información

en actividades relacionadas con el Turis-
mo y sólo el 14.82% trabaja en activida-
des ajenas a la actividad turística (agente
vendedor, promotores de crédito, etc).
sobre el nivel de satisfacción de los egresados
de turismo en relación a su carrera profesio-
nal. Sólo el 29.41% están satisfechos, mien-
tras que el 70.59% manifiestan insatisfacción
con su carrera profesional.

346
 CUADRO Nº 19

Actividad laboral de los egresados de la E.A.P. de Turismo años 1999 y 2000 en

relación con la actividad turística. Trujillo 2002

ACTIVIDAD N° %
Ø Actividad laboral turística 23 85.18
Docencia en turismo 3 11.11
Coordinación turística DRIT 2 7.41
Coordinación de eventos 2 7.41
Promoción turística 2 7.41
Recepción hotelera 4 14.82
Guiado turístico 6 22.22
Otros 4 14.82
Ø Actividad laboral no turística 4 14.82
TOTAL 27 100

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002

GRÁFICO Nº 10

Relación de la actividad que realizan con la profesión

de los egresados de la E.A.P. de Turismo

14.82%

Se relaciona
No se relaciona
85.18%

FUENTE: Cuadro Nº 19

347
 Este indicador corrobora las expectati-
vas e intereses de formación práctica y
empírica que tuvieron los estudiantes (hoy
profesionales) al iniciar su formación aca-
démica en turismo.
El cuadro No. 21 presenta información
sobre la utilidad que tienen determinados
cursos para el ejercicio profesional. Des-
tacan de manera especial los cursos de
Mercado Turístico y Administración Turís-

CUADRO Nº 20

Nivel de satisfacción con su realización como profesional de los egresados de

la E.A.P. de Turismo. Trujillo 2002

Nivel de Satisfacción N° %
Si está satisfecho 10 29.41
No está satisfecho 24 70.59
TOTAL 34 100

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002

GRAFICO Nº 11

Nivel de satisfacción con su realización profesional

de los egresados de la E.A.P. de Turismo

29.41%
Satisfecho
No satisfecho

70.59%

FUENTE: Encuesta. Junio de2002

348
tica, Métodos y Técnicas de Investigación
Social y Financiamiento Turístico con el
55.88%, 50%, 29.41% y 23.53% respecti-
vamente. De otro lado los cursos de me-
nor utilidad que manifiestan los egresa-
dos son Seminario de Tesis, Arqueología
Peruana y Problemas Sectoriales Turísti-
cos, cada uno de ellos con 2.9%.
Cabe destacar que los egresados tu-
vieron dificultades para identificar los nom-
bres correctos de los cursos antes seña-
lados, esto permite concluir el poco im-
pacto del proceso de enseñanza aprendi-
zaje en tales asignaturas
DISCUSIÓN DE
RESULTADOS
El desarrollo de una carrera profesio-
nal se fundamenta en la necesidad de
incentivar el proceso de perfeccionamiento
de una actividad, sea ésta de carácter pro-
ductivo como las carreras de ingeniería,
farmacia, y otras, de carácter social - cul-
tural como la medicina, la antropología y
demás relacionadas a la sociedad, o de
aquella que integre ambos caracteres,
como es el caso del turismo, en que se
conjugan la generación de servicios y las
relaciones sociales entre actores de dife-
rentes espacios y génesis culturales.
Este proceso de desarrollo requiere
profesionalmente de la formación de un
recurso humano calificado, que vaya acor-
de con las expectativas sociales; en turis-
mo, este proceso pasa por la necesidad
de contar con cuadros profesionales que
lideren el desarrollo de sus comunidades.
Sin embargo, como en todo proceso de
desarrollo profesional, viene pasando por

CUADRO Nº 21

Cursos de mayor utilidad para el ejercicio profesional según los egresados de

la E.A.P. de Turismo. Trujillo 2002
NOMBRE DEL CURSO No. %
Mercado Turístico 19 55.88
Administración Turística 17 50
Métodos y Técnicas de Investigación Social 10 29.41
Financiamiento Turístico 8 23.53
Ingles 8 23.53
Recursos Turísticos 7 20.59
Promoción y Desarrollo Turístico 6 17.65
Hostelería 6 17.65
Circuitos Turísticos Nacionales 6 17.65
Infraestructura y Equipamiento Turístico 5 14.71
Circuitos Turísticos Internacionales 4 11.76
Prácticas Pre Profesionales 4 11.76
Organización y Adm. de Empresas Turísticas 4 11.76
Teoría y técnica del Turismo 3 8.82
Seminario de Investigación Turística 3 8.82
Gestión de Establecimiento Turístico 3 8.82
Geografía Turística 3 8.82
(Otros) 11 32.35

FUENTE: Encuesta. Junio del 2002.

349
tres etapas claramente diferenciadas: la
primera, corresponde a las de las inicia-
tivas personales donde algunas personas
tanto de manera individual como grupal
trataran de dar respuesta a una necesi-
dad o problema que presentaba la socie-
dad para cubrir sus expectativas de ocio y
de recreación y salud. En esta primera eta-
pa se fue modelando todo un conocimien-
to empírico conformando la base concep-
tual y organizacional del turismo como ac-
tividad económica y social.
La segunda etapa, consiste en el de-
sarrollo de técnicas que se van sistemati-
zando en actividades específicas y perfec-
cionando en base a las experiencias. El
desarrollo de los sistemas de transpor-
tes, y de las comunicaciones han motiva-
do que su impacto se haga sentir de ma-
nera creciente, especialmente en la se-
gunda mitad del siglo XX, desarrollando
toda una tecnología en función del servi-
cio. Así tenemos que la necesidad de via-
jes más rápidos requieran de la imple-
mentación de vuelos en aviones, desen-
cadenando en sistemas de reservas y aten-
ción de pasajeros en el vuelo; en cuanto a
los sistemas de hospedaje se fueron per-
feccionando los criterios de atención al
huésped requiriendo una serie de servi-
cios especializadas en reservas recepción,
limpieza, alimentación y otros servicios.
La tercera etapa consiste en la siste-
matización con rigor científico de todos los
procesos anteriores para ordenar a tra-
vés de la aplicación de tecnologías el de-
sarrollo del turismo, hilvanando los pro-
cesos sociales, ambientales y sus reper-
cusiones económicas. El desarrollo del
turismo ha desencadenado tan rápido que
hacia fines del siglo XX muchas universi-
dades de los principales lugares Turísti-
cos de Europa (Inglaterra, Francia y Es-
paña) y América (México, EE. UU y Perú)
se han visto en la necesidad de incorpo-
rar en sus planes, la formación de profe-
sionales en turismo, la idea central de la
formación universitaria consiste en que
sus egresados deben estar en la capaci-
dad de afrontar el impacto socio cultural y
350
ambiental que significa el desplazamien-
to de ingentes volúmenes de personas o
turistas.
Actualmente, en nuestro país existen
once universidades que se han plantea-
do el reto de formar profesionales en tu-
rismo, entre ellas se encuentra la Univer-
sidad Nacional de Trujillo que aperturó el
E. A. P. de Turismo en 1995 tomando
como un potencial mercado estudiantil a
los jóvenes de la zona norte del Perú en el
afán de que a través de ellos se realicen
innovaciones al proceso turístico de esta
parte del país. Estas expectativas no es-
tarán fuera de la realidad si observamos
en el cuadro N° 01 donde alrededor del
90% de los egresados en los años 1999 y
2000 corresponden a la señalada área
geográfica de influencia.
En cuanto a la necesidad de profesio-
nales y su formación académica existen
paradigmas sociales contra los cuales la
universidad no ha previsto actualmente la
formación profesional. Entre estos para-
digmas tenemos que se considera a la
atención turística como una actividad re-
lacionada eminentemente con el sexo fe-
menino (77%), tal como lo demuestra el
cuadro N° 2 relacionando su actividad la-
boral con la recepción en hoteles, counter
de agencias de viajes, y la docencia tal
como se muestra en el cuadro N° 19 don-
de se aprecia un elevado número de profe-
sionales desempeñándose en estas acti-
vidades; además, están relacionados con
la actividad la atención de pasajeros en
medios de transportes como aviones,
buses y cruceros, donde en este último se
encuentran empleadas algunas de las
egresadas. Sin embargo indistintamente de
su condición sexual, los egresados se em-
plean en la actividad del guidismo, promo-
ción turística y coordinación de eventos.
Así mismo, está muy arraigado el pa-
radigma que el turismo es una carrera
eminentemente técnica, dado que las
mayores probabilidades de empleo se
encuentran en recepción de hoteles
(14.82%) y guiado en atractivos turísticos
(22.22%) tal como se muestra en el cua-
dro Nº 19; a esto se suma las pocas posi-
bilidades de insertarse en organismos del
estado o realizar acciones que conlleven
al desarrollo de políticas sectoriales.
Otro de los paradigmas considera que
la actividad turística estaría reservada para
personas de una condición económica
media a elevada, auque este hecho no fue
percibido así por los integrantes de la pri-
mera promoción, más sí en la segunda.
Según podemos constatar en los cuadros
3 y 4 de los egresados de 1999, sólo la
tercera parte de ellos han realizado estu-
dios en colegios particulares (cuadro Nº 03),
mientras en la segunda promoción año
2000, la porción procedente de colegios pri-
vados es de 46%. En el cuadro Nº 04 apre-
ciamos una tendencia similar en el número
de ingresantes por el Centro Pre universita-
rio CEPUNT, en la primera promoción el
29% ingresó mediante esta modalidad,
mientras que en la segunda promoción el
número de ingresantes vía CEPUNT es del
39% del total de egresados.
Según la visión de la Universidad Na-
cional de Trujillo, facultad de Ciencias
Sociales, la formación del profesional en
Turismo precisadas en sus Bases
Doctrinarias de la Formación Profesional,
quedan establecidas como características
ideales del profesional el que sea capaz
de conocer sistemáticamente la realidad
social , para el fomento del turismo, capaz
de una coherente conducción administra-
tiva y empresarial del turismo, capaz de
sistematizar crítica y reflexivamente la
praxis turística, y capaz de diseñar políti-
cas del sector, entre otras.
Sin embargo esta visión holística de la
formación universitaria no contrasta con
las reales aspiraciones de los estudian-
tes (hoy egresados), quienes según se
ha visto líneas arriba, tenían una visión
más técnica de la profesión e incluso con
un sesgo administrativo para alguno de
ellos. Lo realmente antagónico es que
dentro de las citadas Bases Doctrinarias
donde se critica la formación profesional
de otros centros de estudios dado a que
estos tienen una orientación acentuada a
guías de turismo, hecho que en la practi-
ca realiza el 22,22% de los egresados de
turismo (cuadro Nº 19).
Esto demuestra que no ha existido una
verdadera comunicación, ni tampoco un
real acercamiento entre los propulsores
de la visión profesional (plana docente y
plan de estudios) con los estudiantes de
turismo y con la realidad social. En cuanto
a los primeros tenemos que la plana do-
cente estaba conformada por docentes
ajenos a la especialidad tomando sesgo
bastante antropológico de la formación
profesional. En tanto que profesores de la
especialidad sólo se contaba con un ex-
perto en turismo desde el segundo año
de iniciado las labores académicas
(1996) y con la incorporación progresiva
de una docente por año a partir del tercer
año (1997-1999).
Todo este proceso de formación aca-
démica es considerado por los alumnos
egresados de la E.A.P. de Turismo como
una formación regular (cuadro Nº 8) debi-
do a los altibajos en la plana docente dado
que para todos ellos, con excepción del
experto en turismo, significaba una expe-
riencia nueva en términos de materia de
enseñanza para unos o de experiencia
profesional para otros.
En cuanto a la calificación y valoración
del proceso de enseñanza aprendizaje de
la plana docente de la Facultad de Cien-
cias Sociales, acerca de los docentes de
la especialidad el 71% de egresados
manifiesta que los licenciados en Turis-
mo fueron de un comportamiento acadé-
mico regular, debido que no poseían las
estrategias adecuadas para la transmi-
sión de experiencias académicas, e in-
cluso en el dominio de los temas. Sin
embargo, el calificativo que dan a los pro-
fesores de otras especialidades como
antropólogos y arqueólogos es de buena
en un 41%, y de regular en un 26% , todo
ello fundamentado en su experiencia en
cursos de sociología y arqueología que
351
contenía el plan de estudios. Asimismo
ha sido calificado como deficiente el he-
cho que profesores de otras especialida-
des hayan tomado cursos de especializa-
ción o el que no se hayan informado so-
bre lo que es turismo y todo la concepción
que ello implica.
Una muestra clara de la falta de cohe-
rencia entre las expectativas del estudian-
te y los propulsores de su visión profesio-
nal lo encontramos en el cuadro Nº 18
(diagrama No.9) donde el Plan de Estu-
dios es considerado una limitante de pri-
mer orden con 52.94% dado que los cur-
sos eran básicamente de orden antropo-
lógico como Análisis Histórico Social. An-
tropología Cultural y otros; además que
no se contaba con una coherencia silábica
y en muchos casos no se contaba con el
sílabo del curso, dado que no habían ex-
periencias anteriores de la facultad en el
tratamiento de los temas relacionados con
el Turismo.
Por otra parte, el interés de los alum-
nos en la consecuencia con los curso dic-
tados se nota una oscura identificación
de la mayoría de ellos, primero porque no
tenían muy claro los nombres de los cur-
sos que llevaron en su formación profe-
sional salvo excepciones como fue el cur-
so de Mercado Turístico a cargo del ex-
perto en turismo traído de la ciudad de
Lima, Administración Turística que fue
desarrollado por una de la profesoras de
la especialidad, y Métodos y Técnicas de
Investigación social que es el que más se
incide en la formación académica y que
es requisito para las Prácticas Pre Profe-
sionales del IX y X ciclo.
Respecto a la inserción laboral, tene-
mos que el 79% se encuentra en condi-
ción de empleado (gráfico Nº 04) y el
20.60% restante no lo está, sin embargo
hay un 17.60% que estuvo trabajando an-
teriormente; al contrastar esta información
con las estrategias empleadas para la con-
secución de empleo (cuadro Nº 12), el 35%
fue convocado por sus empleadores y el
12% a través de amistades, mostrando
352
una fuerte tendencia que el hecho de con-
seguir empleo no está en función del co-
nocimiento de la especialidad, sino funda-
mentalmente en el manejo de sus relacio-
nes sociales. Además, esto también de-
muestra que la actividad turística es una
actividad incipiente con bajos índices de
competencia empresarial, por lo que prin-
cipalmente el sector privado es el que me-
nos se preocupa de contratar personal ca-
lificado a través de concurso abierto.
Un panorama distinto se presenta
cuando los profesionales son interrogados
acerca del principal motivo de su perma-
nencia en su centro de labores; en el cua-
dro Nº 13 notamos que el 52% asevera
que se debe a su conocimiento de la es-
pecialidad antes que a la actitud positiva y
empatía que tengan dentro de centro labo-
ral. Estas aseveraciones confrontadas con
el hecho que el área de mayor utilidad para
su ejercicio profesional sean los cursos
relacionados con su profesión; sin embar-
go al contrastar con el hecho de que los
profesores de la especialidad contribuye-
ron muy poco en su formación profesional
dado a que no tenían experiencia en do-
cencia y sólo manejaban el turismo desde
una arista teorética y empírica, entonces
justifica el hecho de que fueron otras las
áreas de mayor utilidad para su ejercicio
profesional, resaltando las prácticas inter-
medias que realizaron en diferentes insti-
tuciones y empresas del sector.
Todo lo anterior nos indica la impor-
tancia de la conjugación de los aspectos
teóricos y su contrastación con las dife-
rentes realidades en cada una de las ac-
tividades del sector, tanto en el ámbito
público como en el privado, hecho que
hubiera sido óptimo manejarlo desde el
curso de Problemas Sectoriales Turísti-
cos. Asimismo, este proceso de prácticas
intermedias, a los estudiantes les servía
como un primer referente laboral, lo que
no sucede con el curso de Prácticas Pre
Profesionales donde el proceso investi-
gatorio le permite al estudiante intervenir
en un problema, conocer su realidad y pre-
ver mecanismos de intervención sobre la
realidad, más no exclusivamente la con-
secución de un empleo.
Las oportunidades de la capacidad
laboral turística en la realidad se muestra
contraria a las expectativas de la quinta
parte de los egresados de la escuela de
turismo, es más, aún de aquellos que
están en condición de empleados dado
que el 7.50% de los que trabajan lo hacen
en calidad de practicantes (cuadro Nº 14)
con un ingreso por debajo del mínimo vi-
tal, y un 33% de los egresados se encuen-
tra en un nivel promedio del mínimo cuya
remuneración está entre 401 y 600 Nue-
vos Soles; la mayoría de estos últimos es
parte de un promedio que obtienen por
actividades de guiado cuya situación la-
boral depende del movimiento del merca-
do turístico y de que sean solicitados por
las agencias operadoras de turismo.
Si consideramos que las expectativas
de estos profesionales estaba cifrada en
las expectativas de crecimiento del turis-
mo, es notorio que dicho mercado no ha
crecido lo esperado en los últimos 8 años
dado a que no han aumentado las oportu-
nidades de empleo en las empresas pri-
vadas, como tampoco las oportunidades
de desarrollarse empresarialmente por
iniciativas personales dentro del sector
debido a las ineficientes políticas de de-
sarrollo turístico.
Según las expectativas que tenían los
egresados y su nivel de satisfacción como
profesionales ellos han manifestado en
un 70.60% que no se encuentran satisfe-
chos con su realización como profesiona-
les, principalmente porque no se sienten
con todas las capacidades y experiencias
adecuadas para competir o para realizar
funciones específicas dentro de su ámbi-
to profesional.
CONCLUSIONES
Después de llevar a cabo el análisis e
interpretación de la información de archi-
vo y proveniente de los propios actores de
este proceso, arribamos a las siguientes
conclusiones:
1. La formación de los profesionales en
Turismo debe sustentarse en el co-
nocimiento científico y técnico para
constituirse en los nuevos impulso-
res y gestores del desarrollo turístico
local y regional.
2. El desarrollo del turismo pasa por tres
fases: el conocimiento empírico que
responde a las iniciativas persona-
les de quienes están inmersos en la
actividad turística. Desarrollo de téc-
nicas como producto de la experien-
cia y el avance del transporte y las
comunicaciones. Y la sistematización
científica de los procesos concernien-
tes a al actividad turística.
3. El rendimiento académico promedio
(13.66) está por debajo del promedio
ponderado debido a tres factores: las
expectativas e intereses distintos de
los estudiantes (hoy egresados) en
relación a su formación profesional,
la deficiente calidad del proceso de
enseñanza aprendizaje, y el plan de
estudios que no reunió las experien-
cias académicas concordantes con
la realidad turística.
4. Los egresados de la E.A.P. de Turis-
mo vienen desarrollando actividades
turísticas con predominio en la aten-
ción a los visitantes o turistas, lo que
debe tomarse en cuenta para mejo-
rar los planes de estudios de la es-
cuela.
5. El 42% de los egresados de Turismo
proceden de colegios privados, lo que
indica que proceden de familias con
un estatus económico medio y alto,
hecho que se corrobora con la mo-
dalidad de ingreso a la escuela en
un 34% por CEPUNT cuyo costo de
preparación es relativamente alto res-
pecto a otros centros de preparación
pre universitaria.
353
 6. El Plan de Estudios (currículo) de la
E.A.P. de Turismo, mediante las dife-
rentes asignaturas busca la forma-
ción integral / holística de sus profe-
sionales insertando altas dosis de
investigación y planificación del de-
sarrollo, lo que no concordó con los
intereses y las expectativas de los
egresados, que tuvieron la idea de
una formación técnica y praxiológica
del turismo.
7. Los entes principales de la formación
académica son los docentes y estu-
diantes, teniendo como instrumento o
herramienta académica administrativa
el plan de estudios, y que en el caso de
la Escuela de Turismo no existió una
participación conjunta para el diseño y
elaboración del plan de estudios.
8. La plana docente de especialidad en
Turismo se limitó inicialmente a un
experto que trabajaba los fines de se-
mana, y dos veces por mes, poste-
riormente se sumaron dos docentes
especialistas que no tuvieron un co-
nocimiento científico de esta discipli-
na y sin experiencia en la cátedra uni-
versitaria lo que trajo como conse-
cuencia que el proceso de enseñan-
za aprendizaje sea de tendencia re-
gular a deficiente con el 71% y el 9%
respectivamente.
9. Los principales factores limitantes de
la formación profesional fue el plan
de estudios (52.94%) y la calidad de
los docentes con el 35.3%, que tiene
una repercusión directa en la inser-
ción laboral en el mercado turístico.
10. En lo concerniente a la inserción
laboral el 79% se encuentran traba-
jando y un 21% aún no han logrado
empleo; sin embargo, de este último
porcentaje, el 17.60% estuvieron tra-
bajando anteriormente.
354
11. En las estrategias para la inserción
laboral, el 35% de los profesionales fue-
ron convocados por sus empleadores,
esto demuestra que los conocimientos
de especialidad fueron rezagados o
sustituidos por relaciones sociales y de
amistad para lograr dicho propósito.
12. El análisis del mercado laboral tu-
rístico demostró que es incipiente en
nuestro destino y no es competitivo,
dado que los empresarios no entien-
den el turismo en la dimensión del de-
sarrollo sino básicamente en términos
de negocio o actividad mercantil.
13. Las prácticas intermedias constitu-
yen una rica experiencia de aprendiza-
je y entrenamiento, que indirectamen-
te influyen en la inserción laboral; sin
embargo, éstas deben ser planificadas,
implementadas y monitoreadas por un
equipo de docentes.
14. La investigación científica es de
mucha utilidad para el conocimiento
de la realidad turística, pero poco re-
levante para la inserción laboral. Sin
embargo, revierte importancia en el
ejercicio profesional.
15. Los ingresos económicos de los
egresados de turismo oscila entre S/
. 401 y 600 soles , monto que obtie-
nen como producto de dos o más
actividades que realizan en algunos
casos a nivel privado y estatal.
16. Los egresados de turismo en
70.60% no se encuentran satisfe-
chos con su realización profesional
debido a los pocos conocimientos y
habilidades producto de su forma-
ción académica, asimismo, porque
el mercado laboral turístico no ha
aperturado el espacio para su ejerci-
cio profesional.
 BIBLIOGRAFÍA

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO - FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
1994 Currículo de la Escuela Académico Profesional de Turismo. Tujillo Perú.

355
356
 SECCIÓN
COLABORACIONES
INTERDISCIPLINARIAS
 POBREZA, MEDIO AMBIENTE Y CRECIMIENTO
DEMOGRAFICO: RETOS DE LA INVESTIGACION
AGRARIA
JULIO ESTUARDO AMAYA ROBLES
PABLO JAVIER MORACHIMO BORREGO
RESUMEN
La problemática expuesta, plantea re-
tos y oportunidades muy distintos -para
los próximos 20 años-, que los de hace
apenas una década; pues, a medida que
se ha modificado el equilibrio del poder
mundial, han cambiado las prioridades en
las actividades de desarrollo; los proble-
mas de la pobreza, el deterioro del medio
ambiente y el acelerado crecimiento de-
mográfico han pasado al primer plano.
La pobreza acelera el ritmo del crecimiento
demográfico, porque limita las opciones de
las mujeres, la seguridad en la vejez y la dis-
ponibilidad de los servicios educativos, pla-
nificación familiar y de salud pública. La so-
lución a estos problemas implica necesa-
riamente una mayor productividad agrícola;
el incremento de la producción y productivi-
dad agraria estimularán un crecimiento eco-
nómico de gran alcance, en la medida que
reducirá la pobreza, disminuyendo las pre-
siones sobre los recursos naturales y retra-
sando el crecimiento demográfico.
Históricamente, la investigación agríco-
la y la utilización de nuevas tecnologías han
sido la principal fuerza para impulsar la pro-
ductividad y el desarrollo económico en el
pasado, y en la actualidad; porque tiende a
satisfacer las necesidades de alimentación
y nutrición de la población, a través de la
práctica futura de una agricultura sustenta-
ble económica y ecológicamente viables
para nuestra sociedad.
La tendencia de la demanda debe
orientarse hacia la calidad de los produc-
tos: cualitativamente nutricionales y que
utilizan insumos no tóxicos, manejo inte-
grado de plagas, conservación de nues-
tra biodiversidad y utilización adecuada de
las tecnologías de punta.
INTRODUCCIÓN
La Conferencia de la Naciones Uni-
das sobre el Medio Ambiente y el Desa-
rrollo (CNUMAD), celebrada en 1992, cris-
talizó la idea de que la pobreza, el deterio-
ro ambiental y el rápido crecimiento de-
mográfico son los principales problemas
que afronta la población, así como los re-
tos de solución para los próximos 50
años. Estos son un conjunto complejo de
problemas interrelacionados, cuyo eje
principal es la pobreza, porque limita las
opciones que favorecen el medio ambien-
te y obstaculizan los esfuerzos por reducir
el crecimiento en la población.
Más del 70% de peruanos deben sa-
tisfacer sus necesidades de alimento, ves-
tido y vivienda, con ingresos diarios que
no alcanzan para cubrir la llamada “ca-
nasta familiar”; muchos tienen que arre-
glárselas incluso con irrisorios ingresos.
La pobreza tan abyecta es evidente-
mente un factor determinante para el de-
terioro del medio ambiente. En las zo-
nas marginales a las ciudades los po-
bres invaden los arenales y terrenos
eriazos, cercanos a las ciudades, con la
finalidad de tener un techo para sus fa-
milias, y motivados por la necesidad ur-
gente de sobrevivir. En las ciudades, las
urbanizadoras siguen construyendo en
las únicas áreas verdes y de cultivo que
quedan, sin tener en cuenta las conse-
cuencias de largo plazo que repercuten
en la sostenibilidad de los recursos na-
turales.
En el sector agrario, los agricultores
están sometidos a una presión cada vez
mayor a utilizar prácticas de producción
más intensivas, con el fin de satisfacer
la creciente demanda de alimentos. Los
efectos sobre la calidad del suelo, la dis-
minución de la fertilidad y su desestruc-
turación, los desequilibrios nutricio-
nales de las plantas, una mayor inci-
dencia de plagas y enfermedades, por
el uso y/o abuso de agroquímicos, se
vuelven día a día más evidentes. De he-
cho, los agricultores están agotando su
recurso más preciosos, y los efectos
negativos en el medio ambiente ame-
nazan el bienestar de las generaciones
futuras.
La pobreza influye directamente en las
tasas de crecimiento demográfico; pues,
en las áreas de mayor pobreza, tener más
hijos significa contar con mano de obra
adicional y, a la larga, “seguridad” de los
ingresos. Si bien la educación puede te-
ner un efecto notable en las familias, la
capacidad de nuestros gobernantes para
ofrecer educación, planificación familiar y
los servicios básicos de salud pública,
está supeditada a decisiones políticas
para invertir en esos servicios.
A nivel mundial, la tasa de crecimiento
demográfico ha bajado alrededor del 1,7%
de su valor máximo (2,1%), a fines de los
años 60; el crecimiento absoluto –casi 100
millones de personas al año- es el más
alto de todos los tiempos. El Banco Mun-
dial estima que en los próximos 40 años,
la población del planeta se incrementará
en casi 4 millones de habitantes.
360
CRECIMIENTO DE LA
POBLACIÓN MUNDIAL Y
NACIONAL
Hace cerca de 12 mil años, el hombre
aprendió a cultivar plantas y domesticar
animales; para entonces; la población to-
tal del planeta era aproximadamente de 15
millones. La población comenzó a multi-
plicarse con mayor rapidez, y para el año 1
de nuestra era, la población mundial se
había cuadriplicado , en 10 mil años, hasta
alcanzar 250 millones. Se duplicó otra vez
en 1650, y llegó a 500 millones. La siguien-
te duplicación fue a mil millones, y necesi-
tó solamente 200 años. Alrededor de esa
fecha (1850), la tasa de mortalidad empe-
zó a descender como resultado de un me-
jor saneamiento, el descubrimiento de las
causas de las enfermedades infecciosas
y el comienzo de la medicina moderna. Otra
duplicación de la población -a 2 mil millo-
nes- ocurrió hacia 1930, en solamente 80
años. Luego las sulfas, los antibióticos y
las vacunas eficaces redujeron aun más
las tasas de mortalidad. Hacia 1975, la
población mundial se había duplicado una
vez más a 4 mil millones, y esta vez sólo
requirió 45 años; estimándose para el año
2015 una población de 8 mil millones de
personas. Estas proyecciones son motivo
de serias preocupaciones para unos;
mientras que para otros está asegurado el
alimento por parte de Dios.
Entre tanto, las mega ciudades como
México, con 25 millones de habitantes,
Sao Paulo con 20 millones, o una futura
Lima con 12 millones; nos hacen reflexio-
nar en los problemas actuales de las gran-
des ciudades de nuestro país como Lima,
Trujillo, Arequipa, Piura, entre otras, y la
incapacidad de los gobiernos ediles para
resolver los problemas ambientales y
morales de las ciudades, en la medida
que no aplican políticas reales de desa-
rrollo local ni manejan racionalmente los
recursos financieros escasos.
El crecimiento poblacional promedio en
nuestro país es de 3,3 hijos por familia en
las ciudades, y de 6,5 hijos por familia en
el campo. A pesar de la tendencia decre-
ciente poblacional, del campo siguen
inmigrando cada año nuevos pobladores;
más bocas que alimentar, más niños que
educar, personas cuya salud, bienestar y
seguridad deben ser resguardados por los
servicios públicos del Estado. En el Perú
existen áreas físicas suficientes para al-
bergar a mayor número de inmigrantes; el
problema está en que son escasos los
recursos y servicios que demandan esas
poblaciones para satisfacer sus necesida-
des básicas, así como la inversión para la
generación de puestos de trabajo. Es esta
la preocupación más significativa actual, y
es a la que menos atención parece dársele,
por parte de las instituciones del Estado.
De otro lado, si el crecimiento demo-
gráfico continúa con el mismo ritmo, la
próxima duplicación se completará en el
año 2015, y la producción alimentaria ne-
cesitará duplicarse también en el mismo
período (40 años), o quizá en uno más
corto. Aun así, si la próxima duplicación
requiriese de un período de 60 u 80 años,
el necesario aumento de la producción de
alimentos tiene que ser muy significativo.
En esencia, dentro de un plazo de 40 a 80
años, la producción mundial de alimen-
tos debe incrementarse en una cantidad
igual a la que se experimentó durante los
últimos 12 mil años; es decir, desde el
comienzo de la agricultura.
La población mundial aumentará en
50% en los próximos 50 años .
La población mundial, que ahora es
de 6.100 millones de personas, aumen-
tará en un 50 por ciento y llegará a los
9.300 millones para el año 2050, según
estimaciones del resumen anual publica-
do en Río de Janeiro por el Fondo de Po-
blación de las Naciones Unidas, en con-
junto con el Instituto Brasileño de Geogra-
fía y Estadística (IBGE).
Según el relatorio, el crecimiento de-
mográfico será mayor en los países en
vías de desarrollo, en que se concentrará,
en 50 años después, un 85 por ciento de
la población mundial.
Por otra parte, en 39 países, de los
cuales la mayor parte está en el oeste
europeo, la población disminuirá, según
análisis. Mientras que los 49 países me-
nos desarrollados casi triplicarán su ta-
maño, al pasar de 668 millones a 1.800
millones de habitantes.
El documento del Fondo analiza la si-
tuación de población de cerca de 150 paí-
ses. Según las proyecciones, el crecimien-
to mundial se dará a una tasa anual de
1,3 por ciento, lo que significa un aumen-
to de 77 millones de personas por año.
La población del mundo alcanzó la ci-
fra de 6.000 millones el año 1999. Hace
apenas quince años, en 1987, se llegó a
la cifra de 5.000 millones; un hecho que
de por sí nos recuerda que la actual ex-
plosión demográfica dista de concluir.
¿Cuál es la actual situación demográ-
fica mundial y qué es razonable esperar
para el futuro?
Para considerar el primero de estos
interrogantes, es necesario dar marcha
atrás al reloj hasta los años 60, cuando
nadie tenía duda de que ciertamente ha-
bía una explosión demográfica. En 1960,
la población mundial había alcanzado la
cifra de 3.000 millones. La adición del ter-
cer millar de millones se había logrado
en un período sorprendentemente corto
de 30 años.
El ya clásico libro de Paul Ehrlich titu-
lado «The Population Bomb» (La bomba
demográfica), publicado en 1968, afirma-
ba en sus primeras líneas que la lucha
por alimentar a toda la humanidad se ha-
bía perdido. Hoy ya no está de moda salir
en defensa de Ehrlich y de otros que eran
vistos como aves de mal agüero en el
pasado, pero puede ser útil echar una
mirada atrás y volver a hacer examen.
361
 Las advertencias de Ehrlich sentaron
la tónica del momento. Sus inquietudes
se justificaban en el contexto de la época.
En los años 60, la población mundial cre-
cía al ritmo más acelerado de la historia.
En los países en desarrollo la población
aumentaba a razón de 2,5 por ciento anual
y representaba más del 70 por ciento de
la población total del mundo. A ese ritmo,
su número se doblaría cada 27 años. Era
algo que daba miedo si se tomaba en
cuenta que a la humanidad le tomó hasta
el año 1800 para alcanzar los primeros
mil millones y hasta 1930 para el segun-
do millar de millones.
¿Por qué ocurrió esta explosión de-
mográfica?
La tasa de mortalidad en los países
en desarrollo descendió precipitosamen-
te después de la Segunda Guerra Mun-
dial. Los programas de salud pública y
las campañas de vacunación redujeron
de forma espectacular las enfermedades
y la mortalidad infantil. En los países de-
sarrollados, unas reducciones compara-
bles en la tasa de la mortalidad habían
tomado siglos a medida que la sociedad
cambiaba gradualmente, se iba urbani-
zando y dependía menos de familias nu-
merosas. Como resultado de ello, las ta-
sas de natalidad y mortalidad tendían a
bajar en concierto, y las tasas de creci-
miento demográfico nunca llegaron al ni-
vel al que más tarde llegarían en los paí-
ses en desarrollo. En estos países, la tasa
de mortalidad descendió tan rápidamen-
te que la sociedad no tuvo tiempo ni razón
para cambiar su deseo de tener una fami-
lia numerosa.
Ehrlich y otros que advirtieron contra
las consecuencias de un crecimiento no
controlado son ahora objeto de crítica por
sus ideas alarmistas. Sin embargo, los
críticos muchas veces no comprenden el
verdadero sentido de estas ideas. En los
años 60, las mujeres en los países en
desarrollo tenían un promedio de seis hi-
jos y la esperanza de vida al nacer au-
mentaba a un ritmo nunca antes experi-
362
mentado. Los métodos modernos de pla-
nificación familiar comenzaban a darse a
conocer en los países industrializados, y
la posibilidad de que estuviesen disponi-
bles en las sociedades agrarias y tradi-
cionales de los países en desarrollo era
realmente lejana.
Es precisamente debido a la preocu-
pación por la rápida evolución demográfi-
ca que los países comenzaron a adoptar
las normas de una política nacional que
atendía el rápido crecimiento demográfi-
co. Ahora tenemos una perspectiva nue-
va. El culpar a Ehrlich es equivalente a cri-
ticar a alguien por gritar «fuego» dema-
siado alto.
La situación demográfica mundial es
hoy una situación mucho más compleja
de lo que era hace 30 años, cuando las
poblaciones de todos los países en desa-
rrollo se multiplicaban rápidamente. La
mayoría de esos países han adoptado las
normas de una política demográfica que
identifica la tasa de crecimiento demográ-
fico como demasiado elevada. En la ac-
tualidad, la planificación familiar se ha
puesto a disposición de casi todo el mun-
do en desarrollo. Si bien la población con-
tinúa creciendo, la tasa de fertilidad — el
número de hijos que la mujer tendrá en el
transcurso de su vida —ha disminuido. A
partir de los años 50, el aumento demo-
gráfico más elevado ha tenido lugar en Afri-
ca, Asia (con exclusión de China) y Améri-
ca Latina. Esa situación continúa hoy.
Si la tasa de natalidad de los países
en desarrollo se hubiese mantenido
inalterada desde 1950, la población de
esos países sería en la actualidad de casi
7.000 millones y crecería a una tasa que
doblaría sus poblaciones en menos de
20 años. Para el año 2020, la cifra sería
de casi 15.000 millones y, menos de 20
años más tarde, 30.000 millones. Claro
está que esta proyección toma por senta-
do que esta explosión demográfica nun-
ca antes experimentada no habría causa-
do una seria escasez de alimentos, la pro-
pagación de enfermedades e inconcebi-
bles calamidades ambientales... en otras
palabras, lo que precisamente más le
preocupaba a Ehrlich.
Hoy día se sabe algo que los escrito-
res de los años 60 ignoraban. Las pare-
jas en los países en desarrollo querían
limitar el tamaño de su familia, y a menu-
do lo hacían con acceso a métodos
anticonceptivos eficientes. Pero esto no
era algo uniforme. En algunos países la
planificación familiar tenía un público más
receptivo que en otros. No obstante, si
bien el uso de planificación familiar es más
común en países con economías de de-
sarrollo más rápido, también es evidente
en áreas tradicionales y rurales donde no
se esperaba que ocurriese.
Este hecho ha modificado nuestra visión
del futuro crecimiento demográfico del mun-
do que ahora incluye una posibilidad signi-
ficativa: el final definitivo del crecimiento de-
mográfico del mundo en un número distan-
te y desconocido. El número final depende-
rá enteramente del curso de la tasa de na-
talidad en los países en desarrollo.
Para los demógrafos que formulan las
proyecciones sobre la población mundial,
no hay cuestión más importante que la
tasa de fertilidad. Las consideraciones
giran en torno al tema de la «fertilidad a
nivel de reemplazo». Lo que significa sen-
cillamente un tamaño de familia de dos
hijos por cada mujer, de modo que cada
pareja sólo se «reemplace» a sí misma y
el crecimiento de la población finalmente
se detenga. En algunas partes del mun-
do, ello puede parecer un sueño distante,
pero por lo menos sabemos que es posi-
ble. El futuro crecimiento demográfico nulo
en los países en desarrollo, depende del
logro del nivel de reemplazo. Si no se lo-
gra ese nivel, la población del mundo se-
guirá en aumento.
Aún cuando hoy no podemos saber cuál
será el tamaño de la población mundial en
el futuro, podemos proyectar cuál sería el
tamaño futuro según diversos escenarios.
Esto es lo que la División de Población
las Naciones Unidas hace cada dos años
en sus proyecciones bienales de población
mundial. La ONU emite una serie de pro-
yecciones que llama Variantes Alta, Media y
Baja y que proyectan tres escenarios muy
diferentes para la población mundial. Las
diferencias mayores se deben únicamente
a los supuestos sobre la futura fertilidad en
los países en desarrollo. Esto se debea que
prácticamente todo el crecimiento demográ-
fico del mundo entero — un 98 por ciento —
tiene lugar en esos países.
La tasa de fertilidad en casi todos los
países desarrollados se encuentra ahora
en un nivel inferior al de reemplazo y la
mayoría de los países europeos van ha-
cia un descenso poblacional.
Para la Variante Media, las Naciones
Unidas toma como supuesto que la tasa
total de fertilidad (TTF) para todos los paí-
ses coincidirán en el nivel de reemplazo
de 2,1 niños por cada mujer para media-
dos del próximo siglo. En este escenario,
la población mundial aumentará a un to-
tal de 11.000 millones y después se
estabilizará.
La importancia en términos estadísti-
cos de una familia de dos niños se ve fácil-
mente en la Variante Alta de las Naciones
Unidas. Si las parejas en todo el mundo
optaran por una familia algo mayor, 2,6 ni-
ños, la población mundial aumentaría a un
tamaño mayor, y no sólo un poco mayor. Si
así fuera, incrementaría a 27.000 millones
de personas y seguiría creciendo.
Por otra parte, la Variante Baja asume
que las parejas en todas partes procrea-
rán como promedio sólo 1,6 niños, que
es el nivel actual de la TTF en Europa. La
opción baja culmina en la cifra de 8.000
millones y luego comienza a bajar, ya que
las parejas no se reemplazan a sí mis-
mas. Estos escenarios muy diferentes
demuestran cómo en las cifras de las pro-
yecciones demográficas se deja sentir el
curso que toma la tasa de natalidad.
363
 No importa el marco hipotético que se
seleccione, es esencial recordar que to-
dos ellos presumen que la tasa de natali-
dad seguirá un ritmo constante de descen-
so en lo que son, en realidad, niveles his-
tóricamente bajos. Basándose en las ex-
periencias y tendencias actuales, puede
esperarse que la tasa de fertilidad comien-
ce a descender lentamente en algunos
países, a disminuir por un tiempo y luego a
nivelarse en otros, y a seguir un descenso
suave en otros.
Existen ejemplos de todos estos patro-
nes de crecimiento. Por ejemplo, en
Tailandia la tasa de fertilidad descendió a
menos de dos niños por pareja, facilitada
por un programa nacional de planificación
familiar bien administrado. Se observa una
tendencia similar en Corea del Sur y Taiwán.
En América Latina, no obstante, la tasa
de fertilidad muestra una marcada tenden-
cia a descender por un tiempo, pero lue-
go se detiene abruptamente en casi tres
niños por mujer como en Argentina, Co-
lombia y Jamaica. En Africa, la reducción
en la tasa de fertilidad ha comenzado en
algunos países pero no en muchos otros.
La situación es mucho más compleja
cuando se considera lo que ocurre bajo el
nivel del país. Por ejemplo, en India, el des-
censo de la TTF de 5,5 niños por cada mujer
en los años 70, a 3,5 en la actualidad, se
ha logrado en gran parte por un descenso
de la TTF en los estados del sur donde hay
más prosperidad y educación.
El descenso futuro de la tasa de fertilidad
en India dependerá grandemente de lo que
suceda en los grandes estados del norte
donde el nivel de analfabetismo es más ele-
vado. El estado de Uttar Pradesh, por ejem-
plo, con 150 millones de habitantes (equiva-
lente a la del sexto país más grande del
mundo) y una TTF de cinco niños por cada
mujer es un reto de particular importancia.
Este siglo probablemente será recor-
dado por el tremendo aumento demográ-
364
fico. El próximo siglo probablemente será
testigo de cambios sociales y demográfi-
cos que superarán incluso lo que ha ocu-
rrido en los pasados 100 años.
La balanza de la población mundial se
inclinará hacia los países en actualmente
en desarrollo. Casi menos del cinco por
ciento de la población mundial vivirá en Eu-
ropa y América del Norte. Eso ciertamente
significará un mundo que será socialmente
y económicamente muy diferente al de hoy.
Ha habido un movimiento que preten-
de restarle hincapié al crecimiento demo-
gráfico como cuestión del ayer o noticia
de poca actualidad. Pero hasta una mira-
da superficial a las cifras revela que el cre-
cimiento demográfico será noticia de más
interés en el próximo siglo que en éste.
Cambiante Distribución de la Pobla-
ción Mundial
El crecimiento de la población se con-
centrará en algunas regiones. En otras,
las cantidades de seres humanos se
estabilizarán, o incluso disminuirán. Den-
tro de un mismo país, las poblaciones
seguirán emigrando del campo a la ciu-
dad y, al mismo tiempo, tendrán edades
cada vez mayores y estarán cada vez me-
jor educadas. La migración entre distin-
tos países constituirá un factor cada vez
más importante en las relaciones inter-
nacionales y la composición de las po-
blaciones nacionales.
Variaciones en la distribución regional
A medida que la población mundial se ha
ido duplicando en los últimos 40 años,
las variaciones en la distribución geográ-
fica de esa población han sido igualmen-
te notables. En 1960, de los 3.000 millo-
nes de personas que había en el mundo,
vivían en las regiones menos adelanta-
das 2.100 millones (70% de la población
mundial). Hacia fines de 1999, en las re-
giones menos adelantadas la población
había aumentado hasta 4.800 millones
(80% de la población mundial); en esas
regiones se producirá un 98% del aumen-
to según las proyecciones de la población
mundial para 2025.
África, con una tasa media de fecundi-
dad superior a cinco hijos por mujer du-
rante todo ese período es, entre todas las
regiones, aquélla donde la población ha
crecido con más velocidad. Actualmente
hay una cantidad de africanos vivos (767
millones) casi tres veces superior a la que
había en 1960. En Asia, que es, con mu-
cho, la región más populosa, la población
se ha duplicado con creces (hasta más de
3.600 millones de personas) y lo propio ha
ocurrido con América Latina y el Caribe. En
contraste, la población de América del Norte
ha crecido sólo en un 50% y la de Europa
aumentó en sólo un 20% y ahora está, en
términos generales, estabilizada.
Según las proyecciones, la proporción
de la población mundial correspondiente
a África aumentará hasta 20% en 2050
(en comparación con sólo 9% en 1960),
mientras que la correspondiente a Euro-
pa, también según las proyecciones, ha
de declinar en ese mismo período desde
el 20% hasta el 7%. En 1960, África tenía
una población equivalente a menos de la
mitad de la de Europa; en 2050, podría
tener casi tres veces más.
La alteración del equilibrio en la distribu-
ción de la población entre distintas regiones
no plantea en sí misma un problema, en la
medida en que el desarrollo adelante en to-
dos los países y que el crecimiento de la
población esté equilibrado por el desarrollo
de la capacidad social y económica. El pro-
blema sigue siendo crear condiciones que
posibiliten que los países de todas las re-
giones adopten políticas y estrategias para
fomentar un desarrollo equitativo. La pobla-
ción urbana del mundo está creciendo a ra-
zón de 60 millones de personas por año.
Tendencias Mundiales a la Urbanización.
En los últimos 40 años, se ha acelera-
do el desplazamiento de las personas
hacia las ciudades, en particular en las
regiones menos adelantadas, y ha au-
mentado la proporción de la población
mundial que vive en zonas urbanas, des-
de un tercio en 1960 hasta 47% (2.800
millones de personas) en 1999. La po-
blación urbana del mundo está aumen-
tando actualmente a razón de 60 millones
de personas por año, cantidad tres veces
superior al aumento de la población rural.
La creciente urbanización es resulta-
do, casi por partes iguales, de los naci-
mientos en zonas urbanas y del continuo
desplazamiento de personas desde las
zonas rurales. Esas fuerzas también es-
tán estimulando la dispersión de las zo-
nas urbanas, a medida que los que eran
asentamientos periurbanos quedan incor-
porados a las ciudades aledañas y las
ciudades secundarias, vinculadas comer-
cialmente con centros urbanos de mayor
magnitud, van aumentando de tamaño.
En los países en desarrollo, la propor-
ción de personas que viven en ciudades
casi se ha duplicado desde 1960 (desde
menos del 22% hasta más del 40%),
mientras que en las regiones más desa-
rrolladas, la proporción ha aumentado
desde el 61% hasta el 76%. Hay una aso-
ciación sustancial entre estos desplaza-
mientos de la población desde el campo
hacia la ciudad y las disminuciones en el
tamaño medio de la familia.
Entre las regiones en desarrollo, Asia
y África son las menos urbanizadas (me-
nos de 38% cada una). La región de Amé-
rica Latina y el Caribe es urbana en más
de un 75%, proporción casi igual a las de
Europa, América del Norte y el Japón (to-
das las cuales tienen proporciones de
entre 75% y 79%).
Según las proyecciones, la urbaniza-
ción ha de continuar hasta bien entrado el
próximo siglo. Se prevé que hacia 2030,
vivirán en ciudades casi 5.000 millones
(61%) de los 8.100 millones de habitan-
tes del mundo. En las regiones menos
365
adelantadas, la población será urbana en
más de un 57%. América Latina y el Cari-
be tendrán un porcentaje mayor que el de
Europa de residentes en ciudades.
Las ciudades y los poblados son
impulsores del cambio social en todas las
regiones. Su rápido crecimiento ofrece
oportunidades de desarrollo futuro, pero
también presenta graves problemas. El
crecimiento de la población urbana ha sido
más veloz que la creación de empleos,
viviendas, servicios e infraestructura so-
cial y física. La pobreza persiste en zonas
urbanas y periurbanas, lo cual sugiere que
han fracasado las políticas de distribución
equitativa de los beneficios del desarro-
llo. En particular, han aumentado las can-
tidades de mujeres pobres, tanto en zo-
nas urbanas (donde siguen siendo limi-
tadas las oportunidades de trabajo),
como en zonas rurales (donde es cada
vez más frecuente que las mujeres per-
manezcan, mientras los esposos o los
hijos se marchan a la ciudad en procura
de oportunidades de trabajo).
A medida que las personas han ido
acudiendo a las ciudades, la información
se ha desplazado desde éstas hacia las
zonas periféricas. Las mejores comuni-
caciones y transportes ahora vinculan las
zonas urbanas y rurales, tanto económica
como socialmente. El resultado es que la
«impronta» ecológica y sociológica de las
ciudades se ha propagado hacia zonas
cada vez más amplias, creando una serie
de comunidades sin solución de continui-
dad que comparten los estilos de vida de
las demás. Es cada vez menor el número
de lugares del planeta no afectados por la
dinámica de las ciudades. En 1960 había
dos ciudades con poblaciones superiores
a 10 millones. Hoy hay 17. Hacia 2015
habrá 26.
El auge de los medios de difusión de
masas también ha difuminado la separa-
ción entre zonas rurales y zonas urbanas.
Cada vez se reconocen y aprecian más y
se busca con mayor ahinco las nuevas
ideas, los nuevos puntos de referencia y
366
las nuevas posibilidades para la vida. Este
fenómeno ha afectado de muchas mane-
ras la atención de la salud, incluida la sa-
lud reproductiva. Por ejemplo, los progra-
mas de radio y televisión en que se consi-
deran la equidad de género, el número de
hijos y la opciones en materia de planifi-
cación de la familia ahora están llegando
a poblaciones rurales que anteriormente
estaban aisladas. Esto puede suscitar una
demanda de servicios, un mayor uso de
anticonceptivos y un menor número de
embarazos no deseados.
En todo el mundo, el número de ciuda-
des que tienen 10 millones de habitantes
o más va en rápido aumento y la mayoría
de esas nuevas «mega-ciudades» están
en las regiones menos adelantadas. En
1960, sólo Nueva York y Tokio tenían más
de 10 millones de personas. Hacia 1999,
el número de megaciudades ha aumen-
tado hasta 17 y de ellas, 13 están en las
regiones menos adelantadas. Según las
proyecciones, hacia 2015 habrá 26
megaciudades, de las cuales 22 estarán
en las regiones menos adelantadas (18,
en Asia); más del 10% de la población
mundial vivirá en esas mega-ciudades, en
comparación con sólo 1,7% en 1950.
MIGRACIÓN
INTERNACIONAL
La migración internacional se está
transformando en un tema de mayor visi-
bilidad e importancia en las relaciones
internacionales y en los conceptos de iden-
tidad nacional.
A escala mundial, entre 1965 y 1990 el
número de migrantes internacionales au-
mentó desde 75 millones hasta 120 mi-
llones, y el aumento mantuvo el mismo
ritmo que el crecimiento de la población.
Como resultado, la proporción de
migrantes se ha mantenido en todo el
mundo en alrededor del 2% del total de la
población. En 1990, los migrantes inter-
nacionales representaban el 4,5% de la
población de los países desarrollados y
el 1,6% de la de los países en desarrollo.
 Esas estimaciones mundiales ocultan
importantes dificultades en cuanto a la
medición de la migración. Sólo un puñado
de países llevan un cómputo regular de
las corrientes de extranjeros y de ciudada-
nos repatriados, de modo que es virtual-
mente imposible efectuar estimaciones
acerca de la cantidad de migrantes naci-
dos en el extranjero, salvo mediante la rea-
lización de censos periódicos. A veces, los
migrantes eluden a los censistas o estos
los dejan de lado, y además, diferentes
países cuentan o clasifican a los migrantes
de diferentes maneras. Con frecuencia, la
migración es consecuencia de conflictos,
persecuciones o cambios climáticos y, en
consecuencia, fluctúa mucho de un año a
otro y puede ir acompañada de situacio-
nes caóticas, con lo cual la precisión en
los recuentos se hace difícil.
En este siglo de transportes rápidos y
universales, ha habido algún grado de mi-
gración hacia casi todos los países. A par-
tir de 1965, aumentó la diversidad de los
países de destino de migrantes, tanto en
lo concerniente al número de migrantes
que residen en el país de destino como a
la proporción que estos representan res-
pecto del total de la población. Entre 1965 y
1990, aumentó en más del 50% el número
de países que poseen una población de
migrantes de 300.000 personas o más.
En los últimos decenios ha aumenta-
do el porcentaje de mujeres migrantes,
que llegó en 1990 al 48% de todos los
migrantes internacionales. Las mujeres
que migran para conseguir trabajo, en su
mayoría, tienden a concentrarse en em-
pleos de baja condición y muchas son
particularmente vulnerables a la explota-
ción y el acoso.
La mundialización de las corrientes de
capital y el comercio está causando cam-
bios difíciles de pronosticar en el grado
de prosperidad de los países en desarro-
llo, a medida que el capital para inversio-
nes entra y sale velozmente de economías
frágiles. A su vez, esos desplazamientos
impulsan la migración, tanto interna como
internacional. El aumento cada vez mayor
del sector paralelo o no estructurado (in-
formal) de las economías de muchos paí-
ses también ha intensificado la interac-
ción entre el empleo irregular y la migra-
ción irregular.
Varios demógrafos y economistas han
recomendado un incremento de la inmi-
gración, como medio de equilibrar los
efectos de la disminución de la fecundi-
dad y el resultante envejecimiento de la
población. Por ejemplo, la escasez de
mano de obra en el Japón ha sido salva-
da mediante un aumento del número de
extranjeros (incluidos descendientes de
exemigrantes japoneses) que pueden
ser admitidos en el país. Entre 1985 y
1995, la población de extranjeros que re-
siden legalmente en el Japón aumentó
en un 60% y también aumentó el número
de extranjeros indocumentados.
La migración tiene efectos económi-
cos tanto favorables como desfavorables.
En todo el mundo, las remesas que en-
vían los migrantes desde los países más
desarrollados hacia los menos adelanta-
dos siguen siendo un importante meca-
nismo por conducto del cual la migración
internacional influye sobre el desarrollo.
La población mundial sigue crecien-
do, pero solamente en un reducido nú-
mero de países, mientras que en muchos
otros hay una disminución de gente jo-
ven. Este es el hallazgo clave de las últi-
mas proyecciones demográficas publica-
das esta semana por la División de Po-
blación del Departamento de Asuntos Eco-
nómicos y Sociales de Naciones Unidas.
La ONU calcula que a mediados del
año pasado la población mundial alcanzó
6.100 millones y aumenta a un ritmo del
1,2%, equivalente a 77 millones de per-
sonas cada año. En comparación con las
proyecciones previas, en 1998, el creci-
miento de la población sigue descendien-
do, cayendo de un incremento anual del
1,33% (en el informe de 1998) al 1,2%.
367
 La ONU estima que en 2050 la pobla-
ción mundial podría caer en algunas par-
tes a proyecciones que van desde los
7.900 millones, el cálculo más bajo, a
10.900 millones, la estimación más alta.
Sólo seis países -India, China, Paquistán,
Nigeria, Bangladesh e Indonesia- com-
prenden la mitad del crecimiento anual del
número de personas.
En el mundo desarrollado, durante al-
gunos años, el número de niños que na-
cen no es suficiente para mantener la po-
blación en el nivel actual. Las proyeccio-
nes de la ONU para 2050 calculan que en
no menos de 39 países los números ha-
brán descendido, y en algunos casos dra-
máticamente: Japón y Alemania, un 14%;
Italia y Hungría, un 25%; Federación Rusa,
Georgia y Ukrania, entre un 28 y un 40%.
Como resultado, la proporción de la
población mundial que vive en el Tercer
Mundo aumentará, de los 4.900 millones
en 2000 a 8.200 millones en 2050, según
la proyección mediana de las estimacio-
nes de población para la mitad del siglo.
La caída en el número de niños llevará
a un envejecimiento de la población mun-
dial. Durante los próximos cincuenta años,
el número de personas de 60 años o
mayores será más del triple, aumentan-
do de 606 millones actuales a casi 2.000
millones en 2050. El aumento de los ma-
yores de 80 años se prevé que será más
acentuado, pasando de 69 millones en
2000 a 379 millones en 2050. El envejeci-
miento se hará sentir especialmente en
los países más ricos.
Actualmente el número de personas
mayores de 60 años, en estos países,
está en torno al 20% de la población. Ha-
cia 2050 alcanza el tercio de la población.
Ya el número de los mayores de 60 años
en las regiones desarrolladas ha excedi-
do a la población de menores de 14 años.
En 2050, habrá dos personas mayores
por cada niño. Mientras que en las regio-
nes menos desarrolladas la proporción
368
de la población mayor de 60 años crecerá
del 8% en 2000 al 20% en 2050.
Los años venideros también estarán
caracterizados por altos niveles de migra-
ción internacional, según las proyecciones
de la ONU. Los países del Primer Mundo
podrían experimentar una afluencia neta de
unos dos millones al año desde ahora a
2050. Si los países más ricos deciden ce-
rrar sus puertas a los inmigrantes, su po-
blación disminuirá casi inmediatamente en
2003, antes que en 2025.
Afortunadamente, se han aprendido las
lecciones del exceso del pasado alarmis-
mo sobre la «bomba poblacional», que
ahora se está desactivando rápidamente.
El informe de la ONU no atrajo mucha aten-
ción de la prensa y numerosos informes
se centraron en el envejecimiento de la
población del mundo desarrollado.
«The New York Times» (28 febrero)
informaba que en 2050 Estados Unidos
será el único país desarrollado entre los
veinte más poblados del mundo. En cam-
bio, en 1950 al menos la mitad de los 10
con más población eran países
industrializados.
Joseph Chamie, director de la división
de población de Naciones Unidas, indi-
caba que «tras la Segunda Guerra Mun-
dial, Europa contaba con el 22% de la po-
blación mundial y Africa con el 8%». «Hoy,
tienen más o menos la misma, en torno
al 13%, pero en 2050 se espera que Afri-
ca tenga el triple que Europa».
El «Times» en su informe presentaba
una nota de advertencia sobre los datos
de la ONU. Nicholas Eberstadt, un
demógrafo del «American Enterprise
Institute» en Washington, dijo que las pro-
yecciones de la población tenían que ver-
se con escepticismo.
«No hay base científica para una pre-
dicción de tan largo alcance -dijo- porque
nadie se ha imaginado cómo calcular cuán-
tos hijos tendrán los niños que aún no han
nacido. Cuando se contempla más de
medio siglo, se está haciendo ciencia fic-
ción». Todo lo que los demógrafos pueden
hacer, dijo, es proporcionar un vistazo de
cómo será el mundo del futuro. En Gran
Bretaña, «The Guardian» (1 marzo) se cen-
traba en el «creciente desequilibrio entre
el mundo desarrollado y el mundo en vías
de desarrollo», ante la expectativa de que
los 48 países menos desarrollados casi
tripliquen su población, de 658 millones a
1.800 millones. Los datos de la ONU su-
gieren, indicaba «The Guardian», que en
50 años nueve de cada diez personas vivi-
rán en un país en vías de desarrollo, y una
de cada seis vivirá en India.
Los diarios españoles mostraban su
preocupación por el envejecimiento de la
población europea. «El Mundo» (28 febre-
ro) informaba que la ONU estima que en
2050, 19 países o regiones tendrán po-
blaciones con más del 10% por encima
de los 80 años de edad. En España, en el
punto más bajo de las tasas de fertilidad
con 1,13 hijos por mujer, 50 años de una
población en aumento darán paso a una
disminución en 2050 de no menos del
21,6%: de los actuales 39,9 millones a
31,2 millones. Y el 44% de la población
española en 2050 será mayor de 60 años.
Envejecimiento, el mayor problema.
En las décadas venideras, habrá un
continuo descenso del número de países
que afrontan problemas de aumento de
población. El tema más serio será una
población envejecida en muchas regio-
nes. Recientes informes de prensa han
subrayado las consecuencias sociales y
económicas del declive excesivamente
rápido del crecimiento de la población.
* «The Globe and Mail» (7 febrero) de
Canadá ofrecía comentarios del auditor ge-
neral Denis Desautels, que advertía de que
el proceso del presupuesto del Departamen-
to de Finanzas no acierta a contabilizar cla-
ramente la intensa presión que una pobla-
ción crecientemente envejecida ejercerá
sobre las finanzas del país en las próximas
décadas. En Canadá, en 2030, los mayo-
res serán en torno al 22% de la población,
en comparación con el 12% actual. Hoy hay
cinco canadienses en edad laboral por cada
habitante mayor de 65 años. Dentro de tres
décadas serán la mitad.
* «The New York Times» (26 diciem-
bre) informaba de que el ministro de Fi-
nanzas japonés había calculado que el
gobierno afronta deudas de 776 millones
de yenes, o cerca de 7 billones de dóla-
res, admitiendo que paga a todos los ju-
bilados con los que se ha obligado.
* La agencia «France Presse» (15 fe-
brero) citaba los datos gubernamentales
de Rusia, que ahora considera la dismi-
nución de la población como un grave
desafío a la seguridad nacional. La po-
blación del país ha estado disminuyendo
sin parar en los últimos años y en 1999
cayó en 768.000, el 0,5%, dijo el primer
ministro Mikhail Kasyanov en una reunión
del Gobierno.
* Las ponencias presentadas en ene-
ro en una conferencia mundial sobre en-
vejecimiento en Suiza, organizada por el
Centro de Estudios Estratégicos e Inter-
nacionales, advirtieron de recortes labo-
rales globales, índices de ahorro decre-
cientes, disminución del valor de los acti-
vos y deuda creciente como resultado del
envejecimiento de los países más
industrializados. Los participantes obser-
varon que la explosión de poblaciones en
edad de jubilación se combinará con la
bajada de las fuerzas laborales para crear
la posibilidad de un déficit fiscal significa-
tivo en la mayoría de los países industria-
lizados en 2010.
El envejecimiento, y no el «boom»
poblacional, es ahora el principal proble-
ma demográfico. Es de esperar que los
gobiernos y las agencias de control de po-
blación se den cuenta de ello y reduzcan
sus programas de planificación familiar.
369
 PRESION SOBRE LA
TIERRA
Otro de los problemas que acarrea el
crecimiento poblacional es el número de
personas que dependen de cada hectá-
rea de tierra arable. En 1980, los países
en desarrollo tenían cerca de 750 millo-
nes de hectáreas de tierra arable (super-
ficie productora de cultivos anuales o pe-
rennes), que sustentaba a 3 283 millones
de personas; es decir, había cerca de 4
personas dependientes de cada hectárea
de tierra arable.
En el año 2005 serán 4 884 millones
de personas las que dependerán de la
misma superficie de 750 millones de hec-
táreas, lo cual significa q ue más de seis
personas habrán de obtener alimentos de
una hectárea. En estos cálculos se pre-
sume que las áreas ocupadas ahora por
bosques o pastos serán labradas para
producir cultivos anuales en el año 2 005,
y se aumentará la superficie con
policultivos (más de un cultivo en un mis-
mo terreno, en 12 meses); también habrá
una disminución de la superficie de culti-
vo en la mayor parte de los países, debido
al proceso de urbanización y a la utiliza-
ción de la tierra con fines no agrícolas.
La presión demográfica en los países
en vías de desarrollo como el nuestro, to-
mados individualmente, varía mucho. Ar-
gentina tiene sólo una persona por hectá-
rea de tierra arable, pero Egipto tiene 15.
Hacia fines del presente siglo o princi-
pios del siguiente, se proyecta que Egipto
tendrá 23 personas por hectárea de tierra
arable. Cuando la presión demográfica lle-
gue a este nivel, habrá que suponer que
una parte importante de la población ob-
tendrá sus ingresos en actividades no
agrícolas y que una gran parte de los ali-
mentos necesarios para ese país se im-
portarán.
El problema es entonces como crear
empleos no agrícolas sin congestionar
370
más las ciudades principales. China y
Corea del Sur han alcanzado un gran éxi-
to en el establecimiento de industrias al
nivel de aldea y México está tratando de
descentralizar sus principales industrias
para llevarlas a ciudades secundarias. Sin
embargo, todavía se necesitan soluciones
novedosas e imaginativas.
SOSTENIBILIDAD DEL
MEDIO AMBIENTE
Muchos han pensado que cuanto más
poblada esté la tierra, mayor degradación
del medio ambiente se verificará, y, de
hecho, así ha sucedido en el transcurso
de la Historia. En el mundo en desarrollo,
es evidente que el crecimiento de la po-
blación se asocia con el deterioro ambien-
tal, sin embargo, la pobreza es el núcleo
del problema. Las tendencias de los últi-
mos 50 años, en los países desarrolla-
dos, muestran que los ingresos más al-
tos desencadenan fuerzas que favorecen
la restauración del medio ambiente. El
Banco Mundial informa que, de seis pro-
blemas ambientales de gran prioridad,
sólo dos –la basura y las emisiones de
bióxido de carbono- continúan aumentan-
do a medida que se elevan los ingresos.
Los otros –la contaminación del agua, los
servicios sanitarios insuficientes y la con-
taminación de la atmósfera por partículas
en suspensión, y las emisiones de bióxi-
do de azufre- disminuyen a medida que
los ingresos más altos proporcionan in-
gresos para proteger el medio ambiente.
Por otra parte, en los países desarro-
llados la superficie forestal aumenta, la
fauna silvestre crece y los recursos
pesqueros reciben más protección.
Cualquiera que sea el efecto del creci-
miento demográfico en las naciones más
ricas, este efecto es muchísimo mayor en
los países pobres, porque las tasas más
elevadas del crecimiento de la población
frustran los esfuerzos por aminorar la po-
breza, como son las limitadas inversio-
nes en la educación y los servicios de
salud. En consecuencia, los problemas
de un mundo más poblado y un ambiente
más vulnerable nos está llevando directa-
mente a la pobreza, la circunstancia que
los engendra y que los exacerba.
LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
COMO FACTOR CLAVE EN
EL DESARROLLO DEL PAÍS
Los problemas del subdesarrollo, es-
trechamente relacionados entre sí, se ori-
ginan en los países pobres pero afectan
a toda la humanidad. La pobreza es el
núcleo: sin un crecimiento económico que
frene la pobreza, serán incontenibles la
degradación ambiental y el crecimiento
demográfico.
La solución a estos problemas se en-
cuentra en la agricultura; es decir, debe-
mos elevar la productividad agrícola me-
diante nuevas tecnologías que incremen-
ten la producción y conserven los recur-
sos naturales, acciones que deben con-
ducir a un crecimiento económico soste-
nido, menos pobreza, menos presión so-
bre los recursos naturales y un crecimien-
to demográfico más lento.
Los vínculos entre la mayor productivi-
dad agrícola y el crecimiento económico
son directos. Los agricultores más
exitosos tienen ingresos más altos que,
además de aumentar su propio bienes-
tar, al igual que las ondas de la superficie
de un estanque, crean una demanda cada
vez mayor de bienes y servicios fuera del
sector agrícola. Un sector agrícola más
productivo implica más alimentos a pre-
cios reales más bajos, que a su vez, faci-
litan las complejas interacciones que fo-
mentan el crecimiento económico. Los
ingresos reales de las fuerzas de trabajo
se incrementan, en especial cuando los
alimentos representan una parte sustan-
cial de los presupuestos familiares, como
sucede en los países en desarrollo. Una
porción de esos ingresos adicionales se
gastan en productos no alimenticios y, de
este modo, se estimulan nuevos ciclos
de demanda y crecimiento. También se
ahorra y se reinvierte una parte, ya sea en
las personas o en capital físico, lo cual
permite un crecimiento aún mayor en el
futuro.
¿Cómo es que los ingresos agrícolas
aumentan mientras los precios de los ali-
mentos disminuyen? Esto sólo puede
suceder como resultado de los incremen-
tos en la productividad.
La mayor productividad agrícola pro-
mueve el crecimiento económico en dos
formas. Los pobres, que gastan una gran
proporción de sus ingresos, se benefician
de inmediato con los precios más bajos
de los alimentos y, a medida que continúa
el proceso de crecimiento, con la deman-
da de mano de obra fuera del sector agrí-
cola, el aumento de los ingresos dismi-
nuirá la presión sobre los recursos natu-
rales. Este beneficio ambiental tenderá a
producirse primero en la agricultura, a
medida que los precios más bajos de los
alimentos y la mayor demanda de mano
de obra ( tanto dentro como fuera del sec-
tor agrícola) reduzcan la necesidad de
cultivar tierras frágiles y los márgenes de
los bosques. La capacidad de controlar
otros problemas ambientales vinculados
con el desarrollo, como los gases inver-
nadero y la basura, se incrementará junto
con los ingresos.
El incremento de ingresos hará posi-
ble tasas más bajas de crecimiento de-
mográfico. Los medios de sustento más
seguros, así como el acceso a la educa-
ción y los servicios de salud, junto con
mayores oportunidades para las mujeres,
llevarán a tasas de producción más bajas
y a un incremento demográfico más lento.
PERSPECTIVAS DE LA
INVESTIGACIÓN AGRARIA
PARA EL AÑO 2020
El Perú por sus características físico
geográficas, se constituye en un inmenso
biotrón natural que engloba 11 zonas
agroecológicas, 84 zonas de vida, de las
371
103 que existen en el mundo, y cientos de
microclimas, donde entraña una gran mega
diversidad que ofrece un rico patrimonio
genético con grandes posibilidades pro-
ductivas y generadoras de riquezas en be-
neficio de nuestra seguridad alimentaria.
Bajo este contexto, la investigación
agrícola ha sido y será siempre una fuen-
te confiable de tecnologías que aumen-
tan la productividad y optimizan el uso de
los recursos. Los investigadores agríco-
las han producido variedades de trigo,
papa, maíz, leguminosas de grano, arroz,
tomate, entre otros, más eficientes en con-
vertir la luz solar y los nutrientes en
hidratos de carbono y proteínas. No sólo
eso, se han introducido características
totalmente nuevas que dan a los agricul-
tores otras opciones y que aumentan tam-
bién la eficiencia del uso de recursos en
la agricultura.
El arte y la ciencia del fitomejoramiento
han incrementado en forma espectacular
los niveles de vida de todo el mundo y tam-
bién tienen importantes repercusiones en
el medio. Los esfuerzos por mejorar la re-
sistencia genética de los cultivos básicos
de consumo humano y agroindustriales, a
las plagas y enfermedades, reducen la
necesidad de que los agricultores apliquen
plaguicidas, beneficiando al medio am-
biente, proporcionando al mismo tiempo a
los agricultores pobres, rendimientos más
altos y más estables.
372
Hasta que no sepamos mucho más
de lo que sabemos ahora, sobre la mejor
forma de manejar los recursos naturales,
los beneficios indirectos constituirán la
mayor contribución de la investigación
agrícola a la protección del medio ambien-
te. Así pues, es esencial la investigación
centrada específicamente en la conser-
vación de los recursos naturales.
Las tecnologías requeridas para ele-
var la productividad y conservar al mismo
tiempo los recursos naturales provendrán
básicamente de la investigación agrícola a
la que se dedican los organismos estata-
les, privados y las organizaciones nacio-
nales e internacionales de investigación.
Los organismos no gubernamentales
(ONGDs) ayudarán a asegurar a que
seapliquen las nuevas tecnologías y ejer-
cerán presión para que problemas impor-
tantes no queden sin solución.
La investigación agrícola ofrece, pues,
una forma eficaz para reducir la pobreza,
proteger el medio ambiente e indirecta-
mente, desacelerar el crecimiento demo-
gráfico en todos los países en desarrollo.
Estos son los principales problemas que
afrontamos en el presente y el reto para
solucionarlos está en nuestras manos.
Nuestras prioridades en la investigación
se derivan directamente de la necesidad
urgente de resolver.
 BIBLIOGRAFÍA

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373
 LA EXPERIENCIA DEL FONDO ROTATORIO
AGRICOLA EN LOS VALLES COSTEROS DE VIRU,
MOCHE Y CHICAMA
(AVANCES EN INVESTIGACIÓN)
PABLO JAVIER MORACHIMO BORREGO
1. INTRODUCCIÓN
En Los valles costeros de Virú, Moche
y Chicama, provincias de Virú, Trujillo y
Ascope, respectivamente, y en el marco
de la ejecución de proyectos integrados
de desarrollo rural, con financiamiento de
diversas agencias de cooperación inter-
nacional, se desarrollaron una serie de
experiencias de fondo rotatorio agrícola,
con pequeños productores agropecuarios
de Virú, Chequepe, Huaca Larga; La Mer-
ced, Cerro Blanco, Quirihuac, Santa Rosa,
Jesús María, Poroto, Las Cocas;
Menocucho; San José Bajo, Santiago de
Cao, Paiján y Mocan, desde el año 1987
hacia fines de1 1999. Las características
de dicha experiencia son señaladas en
este estudio, a fin de aportar a un mejor
conocimiento y planeamiento de propues-
tas, tanto en el presente como a futuro, en
el terreno del crédito rural para pequeños
productores agrarios.
Si bien dichas experiencias son el pro-
ducto de la intervención no gubernamen-
tal, ello no desmerece el análisis para
comprender la dinámica del crédito esta-
tal y comercial, y hacer comparaciones
que puedan resultar provechosas y ser
mutuamente enriquecedoras. De allí el
abordamiento de la intermediación finan-
ciera en el Perú, así como aspectos teóri-
cos que ayudan a entender y explicar si-
tuaciones concretas en el campo del
financiamiento rural.
Es importante mencionar que el pre-
sente estudio se hace en el contexto so-
cial, económico y político de la década del
90, y es parte de una investigación que se
complementará en la presente década y
validará en futuras intervenciones.
2. EL CREDITO EN EL PERÚ
A. Organismos privados de crédito
Se trata de un sistema que se halla
conformado por los bancos comerciales
y las empresas financieras privadas. Den-
tro de este grupo se incluye también a los
bancos asociados y empresas financie-
ras del estado, actualmente en procesos
de privatización, debido a que su partici-
pación y comportamiento en los merca-
dos de crédito rural no difiere en casi nin-
gún aspecto de las instituciones financie-
ras privadas.
Podemos indicar que la racionalidad
con la cual estas instituciones operan es
la de la maximización de beneficios en el
corto plazo, mediante la colocación de cré-
ditos, atendiendo a la solvencia económi-
ca y a las garantías que puedan ofrece los
prestatarios más que a la rentabilidad es-
perada de los proyectos que financian.
En el caso de los bancos comerciales
o privados, la racionalidad anteriormente
expuesta obedece en gran medida a que
su política se concesión de créditos se
encuentra concentrada de proveer de fon-
dos a las empresas o entidades del gru-
po económico al cual pertenecen o se
encuentran vinculados. En tal caso tam-
bién pasa a segundo plano la rentabili-
dad esperada de los proyectos financia-
dos. La racionalidad estaría dirigida más
específicamente a la maximización del
beneficio del grupo económico dentro del
cual se hallan comprendidas no solamen-
te entidades financieras sino también in-
dustriales y comerciales.
Por tanto, no es posible pensar en ha-
cer participes voluntarios de un proceso
de crecimiento articulado e integrado del
país, pues para ello habría que dar aten-
ción preferente a regiones y zonas depri-
midas o de gran pobreza, lo cual no entra
en la racionalidad de este tipo de interme-
diario financiero.
La denominada “banca paralela” que tu-
viera tanta importancia durante la segunda
mitad de la década de los ochenta posee la
misma racionalidad que la banca formalmen-
te establecida. Si bien actúa al margen de la
regulación estatal y las obligaciones tributarias,
a fin de hacer mayores ganancias.
B. Banca estatal de fomento
Esta actividad financiera se hallaba en
manos de los bancos estatales que ven-
dían orientación al fomento de algún sec-
tor productivo particular. Tal es el caso del
Banco Agrario del Perú, del Banco Indus-
trial del Perú, del Banco de la Vivienda, o
del Banco Hipotecario y del Banco Minero.
Todos ellos han sido desactivados para
dar paso a una nueva institucionalidad
bancaria de fomento que a la fecha no ha
logrado concretarse.
La racionalidad de la banca de fomento
en el largo plazo busca maximizar el benefi-
cio social, promoviendo el desarrollo de la
actividad productiva, a través del
financiamiento de la inversión que genere
una mayor capacidad productiva de los sec-
376
tores a los que va dirigida, así como por medio
del financiamiento del ciclo productivo.
En cambio, la racionalidad de corto pla-
zo de la banca de fomento se orienta por la
demanda efectiva de bienes y servicios que
realizan los sectores productivos, ade-
cuando a ellas sus políticas de crédito.
C. Mutuales y cooperativas.
Nunca fueron entidades que tuvieran
gravitación importante en el financiamien-
to del sector rural. Su actividad se halla
comprendida dentro del sector moderno
de la economía y allí operan dentro de una
racionalidad diferente a la de la banca
comercial y de fomento, estando más bien
dentro de una perspectiva de interés so-
cial y de elevación de bienestar de los afi-
liados. Se trata de Mutuales de vivienda y
de cooperativas de Ahorro y Crédito que
en los últimos años han decaído en sus
niveles de actividad o han tenido que ce-
rrar, dadas las políticas de libre mercado
y mayor respaldo gubernamental a los
grandes grupos financieros.
Sin embrago en el sector rural aún se
da la presencia se asociaciones de ahorro
y préstamo, y de organizaciones comuna-
les que operan como intermediarios finan-
cieros. Dentro de este contexto es que se
hallan las futuras Cajas Rurales, de las
cuales nos ocuparemos mas adelante.
En este campo también existen los de-
nominados “fondos rotatorios“ que operan
generalmente dentro de las cooperativas
de servicios múltiples existentes en el sec-
tor rural. Su función es fundamentalmente
asignadora de créditos y la realizan dentro
de un contexto de escasas trabas admi-
nistrativas, dado que el mayor control lo
ejercen los propios usuarios. Esta modali-
dad de fondo rotatorio no debe confundir-
se con la que llevan a cabo los organismo
no gubernamentales, aunque las caracte-
rísticas sean similares, pues lo que bási-
camente varía es la institucionalidad que
los sustenta.
 3. LA OFERTA DE CREDITO
AGRARIO
A. Intermediario Individuales
Este tipo de agentes surge en la me-
dida que la banca privada y de fomento no
están presentes en todo el sector rural o
lo hacen colocando muchas trabas a la
entrada de solicitantes de crédito. Así pues
como el “sector financiero formal” no ope-
ra eficazmente es que nace su aparición
el “sector informal financiero”.
Estos agentes individuales no cum-
plen el papel de intermediación financie-
ra, pues no se dedican a captar ahorros y
colocar luego los recursos, sino que ac-
túan dentro de mecanismos muy especí-
ficos en cuanto al otorgamiento de prés-
tamo y a la forma de realizar la cobranza
de los mismos.
a. Prestamistas
Se trata de agentes individuales que po-
seen excedentes temporales de recursos.
Por lo general se encuentran ligados al sec-
tor comercio en el ámbito rural. Los présta-
mos que se realizan son de bajos montos y
los hacen fundamentalmente par el
financiamiento de campañas agrícolas y/o
para la adquisición de bienes de consumo.
La racionalidad con la que operan es
la de la usura y el agio, por lo que cobran
elevadas tasas de interés por los présta-
mos y los recobran en plazos muy cortos.
Muchas veces el dinero que les sirve de
capital es conseguido de créditos de la
banca privada o anteriormente de la esta-
tal, y como lo obtienen a intereses más
bajos, al hacer el préstamo a loa produc-
tores de manera usurera se adueñan de
ganancias especulativas altas.
b. Proveedores ocasionales
Se trata de agentes individuales que
tienen ciertos vínculos con los demandan-
tes de crédito, ya sea a través del compa-
drazgo, o de la parentela, o de otros lazos.
Es en función de estos lazos que prestan
dinero, por lo general para el mantenimien-
to del ciclo productivo.
La importancia en términos de los
montos financiados es pequeña y su va-
lor reside en que pueden sacar de apuros
a un productor específico, dada la rela-
ción estrecha que tienen con él.
c. Habilitadores
Se trata de agentes individuales que
por general tienen una ubicación en el
comercio o en el transporte. La forma en
que operan es mediante un adelanto de
dinero condicionando la venta futura de la
producción del agricultor o campesino.
Usualmente tienen su ámbito de acción
en uno o dos valles y dentro de un rango
de elección que va de un producto a muy
pocos productos agrarios.
Las condiciones en que se realizan los
acuerdos o convenios entre habilitador y
productor son onerosas por este último,
dado que el monto pagado por la compra
adelantada es mucho menor a su valor
real de venta.
B. Intermediarios Colectivos
Estos agentes en su mayoría sí reali-
zan una labor de intermediación financie-
ra captando ahorros del público y coloca-
ción entre los solicitantes del crédito. Cier-
tamente su existencia en buena parte de
los casos es reciente, con lo que la expe-
riencia tenida se remonta a pocos años
atrás.
a. Asociaciones de ahorro y crédito
Dentro de la labor de intermediación
financiera que realizan estas instituciones
está de realizar captaciones del propio
sector rural y colocar allí los recursos que
obtienen. La naturaleza colectiva de estas
377
entidades les permite asignar más
eficientemente los créditos, pues operan
con costos relativamente bajos.
Sin embrago la capacidad de
financiamiento que poseen es limitado, de-
bido sobre todo a que sus recursos son
extraídos de propio sector rural, el cual no
tiene posibilidades de generar grandes ex-
cedentes al manejo de las decisiones y
adquirir capacidades de gestión financiera.
b. Cajas Rurales
Se trata de instituciones cuyo surgi-
miento es reciente en el sector rural. Fue
en mayo de 1980 que se dio la ley de crea-
ción de Cajas Rurales y Artesanales. Tam-
bién junto a ella se dio la Ley de Cajas
Municipales, desgraciadamente dos me-
ses más tarde, en julio de 1980, aparece
la ley de Promoción y Desarrollo
Agropecuario de la Corporación Financie-
ra de Desarrollo.
A partir de la Segunda mitad de la dé-
cada de los ochenta se vuelve a legislar
sobre caja rural. Estas entidades han sido
patrocinadas en buena medida por el Es-
tado, el cual les hacía las transferencias
de recursos y les daba asesoramiento a
través de la Corporación Financiera de
Desarrollo.
Las primeras cajas rurales fueron la
de Sihuas en el Callejón de Conchucos
(Ancash), y la de Llocllapampa en Jauja
(Junín), las cuales se crearon en Junio de
1988. Iniciaron sus operaciones bajo la
modalidad de cooperativas de servicios
múltiples, realizando acciones de interme-
diación financiera, canalizando y asignan-
do transferencias que les hacían el Esta-
do y las ONGs. Hacia 1992 solamente
existía una caja rural establecida formal-
mente en Monsefú; y se hallaban en pro-
ceso de reconocimiento legal no más de
20 cajas rurales a nivel nacional. Ello
muestra las debilidades que se tienen en
la creación de nuevos intermediarios fi-
nancieros en el agro peruano.
378
También es importante anotar que en
1989 se creó la primera Caja Comunal en
las alturas del Canipaco ( Junín ), cuya
estructura es similar a la de las cajas ru-
rales, aunque los montos iniciales de ca-
pital son mayores y los servicios que pres-
tan pueden ser más diversificados. Estas
cajas comunales congrega a varias co-
munidades campesinas cercanas a
Huancayo y operaban bajo la modalidad
de cooperativas de ahorro para usuario.
c. Organismos no gubernamentales
Se trata de instituciones privadas que
operan bajo el sistema de asociaciones
civiles sin fines de lucro. Aquellas que fue-
ron creadas en el sector rural, dentro del
objetivo de promover el desarrollo econó-
mico, lo hicieron con la expresa motiva-
ción de elevar la productividad y el nivel de
ingresos de los habitantes del campo.
El mecanismo que utilizan para alcan-
zar este objetivo es el financiamiento del
ciclo productivo; y fundamentalmente, el
apoyo a la ampliación de la capacidad pro-
ductiva de los agricultores y campesinos.
Los recursos financieros que movilizan
estas instituciones hacia el sector rural
son productos de donaciones externas,
pero en comparación con las cantidades
que manejan la banca privada y la estatal
los recursos movidos por la ONG´s son
muy pequeños.
La principal característica de esta mo-
dalidad, dentro de la cual se ubican los
fondos rotatorios agrícolas, es que se da
dentro de un criterio de integralidad en la
promoción del desarrollo; pues se com-
plementan los aspectos financieros con
el asesoramiento técnico y la capacitación,
aunque su impacto global sea pequeño.
La racionalidad con la que operan las
ONG´s es la de buscar la rentabilidad so-
cial en el largo plazo. Apoyan el desarrollo
a partir del sector financiero formal me-
diante el impulso a la creación de cajas
rurales; artesanales o comunales u otras
formas de intermediación; como también
a partir del “sector informal financiero” a
través de los fondos rotatorios y la promo-
ción de programas de desarrollo, los cua-
les no se hallan reconocidos por el sector
financiero formalmente establecido, ni ofi-
cialmente por la Superintendencia de
Banca y Seguros.
4. LA DEMANDA DE
CREDITO AGRARIO
A. El sector Moderno
La Demanda del crédito agrario que,
proviene del sector moderno esta com-
puesta por la que realiza las empresas
más dinámicas del sector rural y en mu-
chos casos vinculadas al sector exportador
de la economía. En general, su mayor
dotación de recursos y su estrecha vincu-
lación con el sistema financiero formal
les permite ser las principales receptoras
del crédito; durante los últimos años éste
fue el caso de las empresas azucareras,
algodoneras y arroceras del país.
B. El sector rural tradicional e inter-
medio
Dentro de estos sectores identificare-
mos a dos grupos de productores agrope-
cuarios, bajo el criterio de su mayor o
menor vinculación al mercado. El sector
tradicional opera dentro de una lógica de
subsistencia y sus relaciones con el mer-
cado son de mayores vínculos que con
las pequeñas; no así, el sector interme-
dio, que tiene mayores vínculos con el
mercado y un nivel de asimilación tecno-
lógica más moderna.
a. Agricultores y ganaderos más ar-
ticulados al mercado
Dentro de este grupo se hallan los
parceleros de costa, pues se trata de pro-
ductores que tienen un mayor grado de
especialización relativa en la producción.
Cuentan con mayor calidad y cantidad de
recursos. Durante la década de los se-
tenta y parte de los ochenta se hallaban
organizados empresarialmente en coope-
rativas agrarias, sociedades agrarias de
interés social y formas similares, lo cual
los hacía sujetos principales de crédito.
La manera de proceder de estos pro-
ductores ha sido muy diversa, pero cuan-
do ha existido el crédito subsidiado la
modalidad ha sido casi la misma. Es de-
cir la lógica fue tratar de minimizar los cos-
tos de operación, y una vez logrado un
superávit se trataba de canalizarlos a
otros sectores no agrarios en los cuales
podían tener una mayor rentabilidad, lo
cual iba en detrimento del objetivo de la
inversión inicial en el campo, que perse-
guía el autofinanciamiento de las campa-
ñas agrícolas por parte de los propios pro-
ductores.
b. Pequeños agricultores y campe-
sinos
Se trata de a mayoría del sector rural.
Tienen una baja calidad de recursos agra-
rios, lo que les origina un techo tecnológi-
co que devienen de un bajo nivel de pro-
ductividad de la mano de obra. En conse-
cuencia obtienen muy bajos ingresos per
capita, lo cual hace que no puedan dar
origen a excedentes que se reinviertan en
el proceso productivo agrario.
Estos sectores no son sujetos atracti-
vos de crédito para los agentes financie-
ros privados por las razones expuestas
en el párrafo anterior. Tampoco llegaba
hasta ellos con eficacia el Banco Agrario
debido a su gran dispersión geográfica y
alejamiento de los centros urbanos , tam-
bién porque poseen pequeñas posesio-
nes de tierras que no les permite acceder
a créditos importantes.
Por otra parte, en gran medida el crédi-
to del Banco Agrario se otorgaba con crite-
rios de fomento al cultivo de determinados
productos agrícolas, lo cual no hacia posi-
ble llegar a estos sectores, debido a que
379
dentro de la racionalidad de minimización
del riesgo que poseen, dado un contexto
de incertidumbre en su economía, lo que
tienen es una gran diversificación de culti-
vos para asegurar el autoconsumo antes
que sus ingresos monetarios, producto de
las transacciones en el mercado.
Asimismo, los montos de crédito que
perciben estos sectores son pequeños,
lo que hace que sus costos de transac-
ción sean elevados haciendo que la ren-
tabilidad del préstamo sea muy poca o en
algunos casos inexistentes, por lo cual no
desean, en muchos casos de manera
voluntaria, acceder al crédito formal e in-
cluso informal.
5. CONTEXTO DE POLITICA ECONO-
MICA PARA EL CREDITO AGRARIO
Las apreciaciones que a continuación
se hacen sobre las características e im-
portancia del crédito en el país tienen un
objetivo preciso. Este es tratar de situar un
contexto más amplio y global la experien-
cia de proyectos de crédito local o zonal.
A. Crédito y Política Económica
El modelo económico neoliberal, sus
reformas en el agro y la política restrictiva
del crédito agrario, se realizan en un con-
texto en el cuál la agricultura, al igual que
el resto de la economía, se encuentra en
plena recesión y crisis.
Siendo el crédito agrario uno de los
factores que afecta las decisiones para
iniciar una campaña agrícola, que va a su
vez acompañado de otros como el clima,
el abastecimiento de insumos y el grado
de rentabilidad y precios en la venta; el
crédito es, sin embargo, un instrumento
fundamental para el crecimiento de la pro-
ducción agropecuaria nacional.
En circunstancias en que la disponibi-
lidad de recursos financieros son limita-
dos o inexistentes, la agricultura de sub-
380
sistencia del país afronta los duros efec-
tos de la política económica que se tradu-
ce en la fijación de altas tasas de interés
a nivel comercial, eliminación de subsi-
dios y tasas promociónales; y la promul-
gación de dispositivos legales que condi-
cionan el uso del crédito agrario, como es
el caso de la garantía hipotecaria o pren-
da agraria: la tierra.
Dicha política restrictiva es también
excluyente, porque desplaza las posibili-
dades de desarrollo de la economía cam-
pesina y parcelaria. Desplaza a la agricul-
tura de subsistencia y margina a la mayo-
ría de pequeños agricultores y campesi-
nos, que ven más difícil el acceso al crédi-
to, por el temor de perder sus tierras; con-
llevando ello al uso del crédito informal.
De persistir el gobierno en esta políti-
ca de desamparo del agro, solamente se
contará con la instalación de cultivos cada
vez más rentables, de consumo industrial
y de exportación, en desmedro de la ali-
mentación popular; por lo que serán gra-
ves sus efectos, si no se da un apoyo a
una más racional distribución de cultivos
en las regiones.
La evaluación del crédito siempre se
ha hecho en términos de magnitud de los
desembolsos o del número de beneficia-
rios, y nunca como impacto en la produc-
ción y productividad; y consecuentemen-
te, en los efectos sociales que éste origi-
na. El crédito agrario, y sobre todo el que
se dirige a los campesinos y parceleros,
no es un fin sino un medio de viabilizar
acciones y programas; no se limita a cum-
plir el papel de instrumento financiero de
actividades agrícolas, sino que asume un
rol importante en el desarrollo agrario
como elemento integrador de acciones,
pues permite la articulación de agentes
productivos y sociales.
B. Crédito y Producción Alimentaria
En la medida que los pequeños agri-
cultores parcelarios y campesinos poseen
escasos recursos y trabajan con tecnolo-
gías tradicionales, su producción es mí-
nima y obtienen reducidos ingresos, lo
cuál imposibilita elevar sus niveles de vida
e invertir en mejorar su tecnología.
El crédito rompe, de una u otra manera,
estos problemas y posibilita la democratiza-
ción del proceso productivo; para lo cuál ha-
brá que orientarlo hacia un objetivo de segu-
ridad alimentaria, necesidad sentida de la
población rural y que posibilita el desarrollo
del agro. En este sentido, a través del crédito
se incrementará la oferta de alimentos y se
bajarán los costos de producción.
El crédito es uno de los medios de pro-
ducción - no el único - que requiere ser
acompañado por otras acciones como la
capacitación, el manejo racional de recur-
sos naturales, el desarrollo de tecnologías
apropiadas para lograr la recapitalización
económica de los campesinos y el abas-
tecimiento de los sectores populares de la
ciudad con productos de consumo directo,
a precios más justos.
En cierto sentido, el crédito agrario es
un derecho de los pequeños agricultores,
campesinos y parcelarios a recibir insumos
durante un periodo de tiempo – momento
del cultivo – complementado con acciones
de capacitación y asistencia técnica.
Para ello, tanto entidades privadas
como públicas que trabajan en el campo
habrán de promover la organización de los
beneficiarios, y que representen el mayor
número de pequeños agricultores; quie-
nes deben ser, además, conductores di-
rectos y residentes de sus parcelas; for-
mar parte de la organización comunal;
asumir responsabilidades de devolución
y buen manejo de los recursos crediticios;
y participar en las actividades de capaci-
tación y de desarrollo de su comunidad.
C. Crédito y Desarrollo
El modelo de desarrollo rural seguido
en nuestro país, como en otros países
subdesarrollados, basa su logros en el
incremento de los rendimientos y de la
producción, lo que da lugar a un exceden-
te para el mercado, y consecuentemente,
a mayores ingresos; y por ende a la ma-
yor adquisición de bienes y servicios para
los productores de subsistencia.
Sin embargo, diversas limitaciones
estructurales impiden el éxito de este
modelo en la agricultura de subsistencia,
entre las cuales sobresalen la estructura
de propiedad agraria, las relaciones des-
iguales de intercambio campo-ciudad y la
escasez de medios de producción.
Es explicable que el modelo seguido
no haya tenido éxito para el desarrollo de
la agricultura de subsistencia, y no podrá
tenerlo sino considera cambios fundamen-
tales en los aspectos antes mencionados.
Lo mismo será valido para cualquier va-
riante que se enmarque dentro del modelo
general, como los modelos de difusión de
innovaciones, de insumos de alta rentabi-
lidad y de cambio tecnológico inducido.
Esto conduce a la necesidad de plan-
tear un cambio en el actual modelo de de-
sarrollo rural, en el sentido de que éste no
se base de manera exclusiva en la eleva-
ción de la producción, sino que tome en
cuenta la solución de los problemas y la
satisfacción de las necesidades comuni-
tarias rurales. Dentro de este concepto de
desarrollo, la producción, sin desconocer
su importancia, debe verse como parte de
la problemática global de la agricultura.
Sin embargo, para que esto pueda
darse en el sistema económico dominan-
te, los productores necesitarán adquirir
poder social y político, y la única manera
de lograrlo será a través de su organiza-
ción autónoma. Consolidada esta organi-
zación, la generación y difusión de tecno-
logía quedara enmarcada dentro de ella.
Esto llevaría implícita la participación de
los productores en el proceso de genera-
ción y difusión, y que la tecnología gene-
rada fuese la adecuada.
381
 D. Crédito y Promoción del Desarrollo
Frente a la situación del país y los secto-
res populares en particular, subsistencia y
desarrollo son acciones que no pueden
mantenerse separadas ni hacer alusión a
supuestas etapas progresivas. Por el con-
trario, las posibilidades de desarrollo (sus-
tentado en cambios sociales) tienen que
gestarse, en la mayoría de los casos, des-
de la búsqueda de la subsistencia. Dicho
de otro modo, la búsqueda y la consecu-
ción de la subsistencia deben ser entendi-
dos al mismo tiempo, con nuevas formas
de autovaloración personal y social; y nue-
vas formas de actuación pública.
La propuesta de las ONGs se
enmarcan dentro del contexto actual,
como una forma de combatir la pobreza,
apuntando hacia la consecución de for-
mas auto gestoras que posibiliten, ade-
más de satisfacer el hambre de hoy, crear
la condiciones sociales y económicas, así
como políticas y culturales, para hacer el
camino de un creciente equitativo.
Las propuestas de las ONGs se susten-
tan en la afirmación central de que no hay
progreso, crecimiento y desarrollo sin edu-
cación, igualdad de oportunidades y mejora
en la distribución de ingresos. Por lo tanto, la
promoción de formas diversas de organiza-
ción para la producción y generación de in-
gresos, necesariamente debe estar acom-
pañada por la generación de capacidades
auto gestoras, frente al financiamiento, la tec-
nología, la comercialización y el mercado.
Por ello, una apreciación fundamental
es que los procesos de promoción del de-
sarrollo son en esencia procesos de for-
mación y capacitación. Debe reconocerse
que el trabajo de promoción como cualquier
otro trabajo profesional tiene que ser eficaz;
es decir, debe conseguir lo que se propone.
E. Crédito, Economía y Sociedad
El capital, la tecnología, la capacidad
empresarial y los recursos naturales – su-
382
mados a los recursos humanos – consti-
tuyen las piedras angulares del crecimien-
to económico, según la teoría económica.
De allí se plantea que los factores necesa-
rios para el surgimiento de tecnología más
eficiente son: La acumulación de capital,
la agresividad empresarial y el descubri-
miento de nuevas reservas naturales; los
cuales a su vez, causan desplazamientos
positivos en las posibilidades de produc-
ción; y pueden llevar a niveles más eleva-
dos de empleo y bienestar.
Estas nuevas posibilidades, emplea-
das plenamente, constituyen la propia ex-
presión del crecimiento económico. Por el
contrario, el agotamiento de las reservas
naturales, la depreciación no repuesta del
capital, la tecnología incipiente, la reduc-
ción de los recursos humanos y la decidía
empresarial conducen ineluctablemente al
gradual debilitamiento económico de la
sociedad.
El crédito podría ser útil para el desa-
rrollo siempre y cuando se propugne un
proyecto autónomo de los campesinos;
es decir, no sujeto a los intereses de otros
sectores dominantes. Si a partir del crédi-
to propugnamos un desarrollo autónomo
el crédito estaría estimulando el desarro-
llo, no así si se lo entrega generando más
dependencia financiera, tecnológica y de
insumos que vienen del extranjero.
El crédito debe estimular a los campe-
sinos para que sean autosuficientes; en
el sentido de que no sólo produzcan sus
propios alimentos, sus propios instrumen-
tos y sus propios productos, sino que sean
capaces de generar excedentes para
comprar aquellos productos e insumos
tecnológicos que son producidos en otras
ramas como la industria y en otros luga-
res.
Los mecanismos y formas de operar
el crédito entre los propios campesinos y
parceleros, pueden ser una buena base
para elaborar programas de crédito que
realmente desarrollen el campo con ma-
yor autonomía. Una posibilidad a estudiar
es la de integrar los programas
institucionales de las ONG a las propias
formas de crédito y de ayuda mutua que
tienen los campesinos; de tal manera que
robustezca un desarrollo autónomo del
agro, una estrategia de seguridad
alimentaria de los propios campesinos; y
una identidad campesina y nacional.
Finalmente, es preciso indicar que no
se puede elevar a las instituciones solamen-
te por sus programas de crédito, sino por el
impacto del conjunto de sus actividades.
Crédito y Gestión del Desarrollo des-
de las ONGs.
En general, los proyectos de crédito en
el país no lograron cumplir con su princi-
pal objetivo que era el aumento en los in-
gresos de los beneficiarios. Esto, porque
los proyectos no controlaban ni incidían
sobre la variable precios. No obstante las
ONGs contemplan en un momento de su
proyecto un apoyo a la comercialización
agrícola; sin embargo, luego de realizada
la experiencia queda claro que puede pro-
ducirse un conflicto en torno al objetivo prin-
cipal de este apoyo, es decir si es mejorar
los precios de los productos a abaratar el
consumo para los consumidores tales
como los comedores populares, los cua-
les también eran apoyados por las ONGs.
Todas las campañas y proyectos
crediticios o de fondos rotatorios de diver-
sas instituciones tuvieron serios proble-
mas para la recuperación, y por consi-
guiente para su posterior replicabilidad.
Los problemas de recuperación se origi-
nan en dos aspectos: Uno es la taza de
interés real negativo que generalmente se
cobró por los créditos; y la otra, la pobre e
ineficiente gestión que dio lugar al incum-
plimiento y la morosidad.
Fue bastante difícil para los proyectos
poder contabilizar todos los gastos en que
incurrieron. Esto se debió principalmente
a la dificultad encontrada para contabili-
zar los gastos de gestión, apoyo técnico y
capacitación. Los proyectos que hicieron
un ejercicio contable respecto a algunos
de estos gastos, muestran que los fon-
dos gastados en estos rubros son un
componente significativo del gasto total de
la ONG en los proyectos de crédito.
Las organizaciones socialmente reco-
nocidas parecen ser un elemento que
puede jugar un rol importante en la ges-
tión del crédito, concretamente en lo que
tiene que ver con su asignación, permi-
tiendo esto una reducción en los costos
operativos de los proyectos de crédito.
F. El Crédito del Banco Agrario y de
las Cajas Rurales del Ahorro y Crédito
a. El Banco Agrario del Perú
El accionar del Banco Agrario tradicio-
nalmente estuvo dirigido a colocar présta-
mos de sostenimiento para los cultivos
más rentables tales como arroz, maíz ama-
rillo, algodón, caña de azúcar, en la Costa;
y el cultivo de papa en la Sierra. También
resulta cierto que se han beneficiado ma-
yormente los grandes y medianos agricul-
tores, excluyendo en la práctica a los pe-
queños agricultores y parcelarios en la
Costa y a los agricultores minifundistas
en la Sierra.
Por el tipo y destino del crédito, no obs-
tante la cobertura más o menos amplia que
alcanzó, éste no logró capitalizar al campe-
sino. Ello debido a la dificultad del Estado
de articular una política coherente de asis-
tencia técnica, comercialización, mecani-
zación, etc., que hubiese involucrado inclu-
sive a los agricu1tores organizados y a las
ONG de desarrollo, resultando finalmente
ineficaz la política de crédito estatal.
El crédito ha tenido un manejo político
más que técnico, con tasas de intereses
subsidiadas, colocaciones sin garantías,
costos administrativos altos; de tal modo
que al entrar la economía en crisis y apli-
car el actual gobierno la política de libre
383
mercado, el Banco Agrario se descapitaliza
y queda sobredimensionado, decretán-
dose finalmente su liquidación.
b. Cajas Rurales de Ahorro y Crédito
En el corto plazo y con perspectiva de
consolidarlas como instituciones de crédi-
to rural, el gobierno ha propuesto la orga-
nización de las Cajas Rurales de Ahorro y
Crédito. Estas han atravesado por dos
momentos: Primero, antes de la dación del
Decreto Ley No. 25612 (1 de Agosto de
1992), donde las Cajas Rurales son con-
ceptuadas como organizaciones coopera-
tivas, limitadas al ámbito territorial del dis-
trito/ provincia, con operaciones de capta-
ciones y colocaciones sin estar obligados
a la supervisión de la Superintendencia de
Banca y Seguros (SBS).
Segundo, a partir del D.L. No. 25612 en
que queda modificada sustantivamente la
estructura y fines de la Caja Rural, adoptan-
do las siguientes características: persona
jurídica constituida como Sociedad Anóni-
ma; amplia el ámbito territorial de su alcan-
ce, queda facultada para realizar progresi-
vamente y con autorización de la SBS todas
las operaciones de intermediación financie-
ra; y la organización y funcionamiento que-
da bajo el campo de supervisión de la
superintendencia de Banca y Seguros.
Transcurridos varios meses desde la
dación del D.L. No. 25612, solamente exis-
tía en funcionamiento una Caja Rural re-
cientemente creada conociéndose que en
diversos valles organizaciones de agricul-
tores estaban haciendo gestiones para
organizar caja rurales y que también esta-
ban tropezando con muchos obstáculos.
Este comportamiento es previsible por
cuanto los agricultores se encuentran
descapitalizados y por ahora no están en
condiciones de aportar el capital mínimo
(S/. 150,000 al mes de Julio de1992 que
debe actualizarse con el IPC de la ciudad
de Lima); y requieren asesoría especiali-
zada para los trámites de organización y
funcionamiento en la SBS.
384
En síntesis, se puede decir que la
Caja Rural representa una alternativa para
los agricultores comerciales vinculados
al mercado, que disponen de garantías
reales y que hayan saneado su situación
crediticia anterior con el banco agrario;
pero que en la práctica, por no cumplir
los requisitos exigidos se margina a los
pequeños productores parcelarios de la
costa y a los agricultores minifundistas
de la Sierra, siendo necesario y urgente
plantear para ellos otras alternativas de
crédito.
6. HACIA UNA PROPUESTA INSTITU-
CIONAL SOBRE EL CRÉDITO AGRARIO
En la medida que las ONGs mantie-
nen la decisión de fortalecer sus pro-
gramas crediticios en base a las expe-
riencias desarrolladas; y respondiendo
a los nuevos retos de la realidad actual,
es necesario definir los objetivos, me-
tas y estrategias de gestión crediticia,
en las que las instituciones centrarán
parte de sus esfuerzos y tareas de pro-
moción del desarrollo; al menos, en el
mediano plazo.
En primer lugar, el crédito deberá
responder a las expectativas de los par-
ticipantes o beneficiarios, en cuanto a
mantener sus niveles de ingresos –o
elevarlos-, incrementando la productivi-
dad y alcanzando mejores precios de
venta por sus productos. De otro lado,
deberá garantizar el uso racional de los
recursos, bienes y servicios puestos a
disposición de los beneficiarios y de
aquellos que manejen el programa cre-
diticio.
También el crédito deberá orientar ac-
ciones para la conservación del medio am-
biente y la salud de los beneficiarios. Ten-
drá en cuenta los costos de degradación
de los recursos naturales; e implementará
un sistema de reconstitución económico-
ecológica de los habitat geográficos, don-
de se implementen los servicios de crédi-
to agrícola.
 Por último, el crédito coadyuvará en el
autosostenimiento y el desarrollo institu-
cional, al ser una experiencia que permite
un aprendizaje de gestión y perspectiva
empresarial. En los siguientes puntos
planteamos elementos para una propues-
ta de crédito agroecológico, que espera-
mos ver fortalecida por la experiencia y
aportes críticos que se le hagan.
a. Los objetivos
El objetivo principal del Crédito Agro-
ecológio será el de poner a disposición
de las organizaciones de pequeños
agricultores y campesinos: insumos,
bienes de capital y/o servicios, a cam-
bio de su promesa de pago futuro; así
como de la conservación del medio
ambiente, para incrementar la produc-
tividad agrícola, mejorar la comercia-
lización de sus cosechas y, por ende,
elevar los niveles de ingresos de las
familias campesinas.
Entre los objetivos específicos tene-
mos los siguientes:
a.1. Mejorar las condiciones producti-
vas básicas (agua/suelo) de las familias
beneficiarias mediante un enfoque
agroecológico.
a.2. Incrementar la productividad y cali-
dad de la producción familiar campesina.
a.3. Asegurar el financiamiento y la ca-
pitalización para las actividades producti-
vas campesinas.
a.4. Fortalecer las organizaciones na-
turales, y de base, de los pequeños agri-
cultores y campesinos.
a.5. Promover un programa de asis-
tencia técnica y capacitación campesina,
que asegure la adecuada aplicación del
sistema crediticio y la asimilación de un
paquete agroecológico.
b. Propuesta de crédito agrícola
La ONG (Organización No Guberna-
mental) promoverá la aplicación de un sis-
tema crediticio, el cuál será puesto en fun-
cionamiento según las características y
estrategias de desarrollo previsto en los
ámbitos geográficos de acción de la res-
pectiva ONG.
b.1. Crédito agro-ecológico
Bajo esta modalidad de Crédito se pro-
moverá la agricultura ecológica de mane-
ra más específica, y será la ONG quién se
encargará de la administración, asisten-
cia técnica, capacitación y seguimiento.
Pero con la particularidad de que la admi-
nistración y seguimiento de los recursos
crediticios estará a cargo de un equipo
idóneo y capacitado para tal fin, en coordi-
nación con un Banco o Institución Finan-
ciera del sector formal, el cuál tendrá a su
cargo la parte operativa del sistema de
crédito que sea realizado en efectivo; es
decir lo concerniente a los contratos de
préstamo y las cobranzas de los créditos.
En este sistema la ONG depositará en el
Banco un Fondo de Garantía en dinero, lo
cuál deberá acordarse entre la ONG y el
Banco mediante un convenio.
De otro lado, la ONG formará un Co-
mité de Crédito que estará conformado
por tres o cuatro personas del equipo
institucional que se encargarán de hacer
seguimiento y control del uso de los re-
cursos crediticios. Deberá haber un pe-
ríodo que evalúe los casos de solicitud
crediticia, el cuál podría ser un Ing. Agró-
nomo; pero dada la experiencia no debe-
ría ser el mismo que efectúe la asisten-
cia técnica. No obstante, este último po-
dría intervenir en la selección de los pres-
tatarios.
Esta instancia de administración o
Comité de Crédito contará con un equipo
mínimo de computación.
385
 El Consejo directivo de la ONG se en-
cargará de la fiscalización de los recursos
crediticios que co-administre este Comité
de Crédito en la forma que se haya estipu-
lado con el Banco. Así como también eva-
luará las características del convenio que
se realice con la entidad bancaria.
La asistencia técnica y capacitación se
le encargará a un Equipo Técnico de Ex-
tensión, capacitado para desarrollar y co-
locar en ejecución un paquete tecnológi-
co agroecológico y avanzar en nuevas pro-
puestas de desarrollo en este campo.
Debe tenerse presente que, un Inge-
niero y un Técnico Agropecuario tienen
capacidad para dar asistencia técnica y
capacitación a un máximo de 200 peque-
ños agricultores en zonas de Costa; ra-
zón por la cuál es necesario que aquellos
permanezcan el 85% del tiempo requeri-
do en las comunidades mismas.
b.2. Banco de insumos orgánicos
El Crédito Agro-ecológico (CAE) fun-
cionará en base a un Banco de insumos
Orgánicos o Sostenibles (BIOS), desde
donde se efectuará el movimiento de re-
cursos hacia los beneficiarios. Además,
el CAE funcionará a nivel de infraestructu-
ra de riego que posibilite mejorar las con-
diciones de salubridad del agua, para rie-
go y consumo humano. El Banco de
Insumos Orgánicos estará constituido por
los siguientes elementos:
b.2.1. Fertilizantes químicos orgánicos:
roca fosfórica, superfosfato, guano de la
isla.
b.2.2. Abonos naturales: humus, es-
tiércol o guano de corral.
b.2.3. Insecticidas biológicos: Dipel,
Dimilín, Bactospine, Alsystin.
b.2.4. Controladores biológicos:
Trichograma, Wintemia, Podisus.
386
b.2.5.Hormonas y abonos foliares:
Agrispon, Pix, Nutrifollaje, Fertilón Combi.
b.2.6. Semillas mejoradas y seleccio-
nadas: maíz, trigo, papa, frijoles, lenteja,
yuca y camote.
b.2.7. Funguicidas: antracol, Plantvax y
Baycord.
En infraestructura de riego la ONG apo-
yará en la construcción y/o revestimiento
de canales de regadío. Esto último, con la
participación de las Comisiones de
Regantes, Juntas de Usuarios o comités
de Regantes.
Al CAE podrán acceder organizaciones
campesinas y/o grupos de beneficiarios
que cumplan con los requisitos que se
establezcan con tal propósito. A través del
CAE también podrían brindarse servicios
de maquinaria agrícola, medicina y ali-
mentos argánicos para la crianza de ani-
males.
La entrega de recursos crediticios, bajo
el sistema del CAE, será en efectivo a tra-
vés del Banco o Institución financiera que
establezca el tipo de insumos a utilizar
mediante un paquete tecnológico agro-
ecológico; y su recuperación, estará tam-
bién a cargo del intermediario bancario o
financiero, el cuál hará dicha recuperación
con el interés acordado haciendo que el
valor del crédito no se devalúe, sino que
se mantenga y amplíe en términos reales
o constantes.
Este tipo de crédito, en términos cons-
tantes o reales consideremos que tendría
éxito en la medida que sean eficaces los
sistemas de seguimiento y control, y se
efectivice una recuperación oportuna de
los recursos.
El documento o documentos de ga-
rantía que aplicará el CAE serán aquellos
que se establezcan con el Banco, o los
que utilice esta entidad para sus créditos
normales, debiendo ser lo menos buro-
crático y lo más simplificado en los requi-
sitos, añadiéndose una cláusula donde
se coloquen los aspectos específicos vin-
culados al CAE.
b.3. Algunos criterios de selección
Los criterios de selección de los parti-
cipantes o beneficiarios serán como se
especifica a continuación:
b.3.1. Pertenecer a organizaciones le-
galmente constituidas.
b.3.2. Ser usuarios debidamente em-
padronados, dueños y conductores direc-
tos de sus parcelas.
b.3.3. Manifestar decisión voluntaria de
participación en las actividades de las
gestión crediticia, asistencia técnica, ca-
pacitación ya poyo a su organización.
b.3.4. No registrar antecedentes negati-
vos de morosidad, ni judiciales, ni penales.
b.4. Forma de acceso al crédito agro-
ecológico
Los campesinos que desean ser bene-
ficiarios de este programa presentarán una
solicitud de crédito – según modelo- ante la
ONG. El Comité de Crédito estudiará la mis-
ma e iniciará su trámite de atención. Estas
solicitudes deberán recepcionarse en un
plazo máximo de 45 días antes de las fe-
chas convenidas para el inicio de las cam-
pañas agrícolas; y deberán ser remitidas al
Banco o Institución Financiera para que sean
parte de la documentación necesaria a fin
de que sean atendidas dentro de un plazo
que deberá establecerse con el intermedia-
rio financiero.
El perito de crédito hará un reconoci-
miento previo del terreno, antes de ser
aceptada la solicitud por la ONG respon-
sable, para determinar los montos a ser
prestados, los mismos que deberán es-
tar sustentados en el Certificado de Justi-
ficación Crediticia qué analizará el Comi-
té de Crédito y a la vez dará el visto bueno.
Este certificado pasará a ser registrado
en Contabilidad computarizada, de don-
de se emitirá un Informe hacia el interme-
diario financiero.
Si el perito detectara la distracción de
los recursos crediticios, informará al Co-
mité de Crédito para realizar las acciones
disuasivas de la institución para regulari-
zar el uso adecuado de los recursos por
parte del beneficiario, procediendo de lo
contrario a efectuar mediante los meca-
nismos que se estipulen con el interme-
diario financiero la recuperación inmedia-
ta de los recursos e iniciar el proceso de
cancelación del crédito, previa devolución
integra del préstamo.
Se encontrarán en situación de devo-
lución especial, aquellos beneficiarios
que no lograron obtener el 50% de su pro-
ducción estimada, por causa de sequía,
heladas, huaycos o desgracias persona-
les, debidamente comprobadas; para lo
cuál se le refinanciará el crédito para ser
cancelado en las dos siguientes campa-
ñas inmediatas.
La liquidación del crédito se realizará
dentro de los 10 días útiles, como máxi-
mo, luego de la cosecha, lo cuál deberá
estar considerado en una cláusula del
contrato que se establezca con el inter-
mediario financiero.
En caso de que los campesinos soli-
citasen crédito para la comercialización,
éste se liquidará, en el lapso de 3 días
útiles.
Cualquier asunto previsto en las ba-
ses que se elaboren para el ejercicio cre-
diticio será responsabilidad resolutiva del
Comité de Crédito de la ONG. Además la
mecánica de su organización, funciones y
procedimientos, será determinada por el
Consejo Directivo de la ONG a través de
un Reglamento Interno.
387
 BIBLIOGRAFIA

ACEVEDO, Rommel
2002 El papel de los bancos de desarrollo agrícola en el accesoal crédito
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Rural Poverty Division, Latin America and the Caribbean Regional Office.
Washington D.C. 75 p.

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DE LOS AUTORES
 DE LOS AUTORES

AGUILAR PAREDES, Orealis María del Socorro

Licenciada en Trabajo Social. Actualmente es Profesora T.C. de la Fac. CC. SS. -
U.N.T. Email: lap1717@hotmail.com

ALVA DÍAZ, Doris Eda

Maestra en Población. Actualmente es Profesora Auxiliar D.E. de la Fac. de Ciencias
Sociales - U.N.T. Email: dorisalvad@yahoo.com

ALZA SALVATIERRA, Vanessa Jocelyn

Maestra en Ciencias Sociales con Mención en Administración y Gestión del Desa-
rrollo Humano. Actualmente es Profesora Auxiliar D.E. de la Fac. de Ciencias Socia-
les- U.N.T. Email: vanealza@hotmail.com

AMAYA ROBLES, Julio Estuardo

Doctor en Agronomía.Actualmente es Docente de la Facultad de Ciencias
Agropecuarias U.N.T., Presidente Ejecutivo del Instituto de Investigación y Transfe-
rencia de Tecnología Agropecuaria - INTTA - Trujillo. Ex Investigador Agrario del Ins-
tituto Nacional de Investigación Agraria / INIA. Email: estuardo@mailcity.com

BORREGO PERALTA, Carlos Andrés

Doctor en Sociología. Actualmente es Profesor Principal D.E. de la Facultad de Cien-
cias Sociales. - U.N.T. Email: bpc_24@hotmail.com

CÓRDOVA LLONTOP, José Marcos Ulises

Licenciado en Trabajo Social. Actualmente es Profesor de la Escuela de Trabajo
Social - Facultad de Ciencias Sociales - U.N.T. Email: marcosc@universia.com

DEZA MEDINA, Carlos

Maestro en Arqueología. Actualmente es Director del Museo de Arqueología, Antro-
pología e Historia, Profesor Principal de la Facultad de Ciencias Sociales - U.N.T.
Email: carlosdeza56@hotmail.com

ELÍAS MINAYA, José Fernando

Maestro en Antropología Social. Actualmente es Profesor Principal D.E. y Director de
la Escuela Académico Profesional de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias
Sociales - U.N.T. Email: jeliasmi@hotmail.com

ELLIOTT, Jhon
Historiador Inglés.
 ESCALANTE GÓMEZ, Heider Onú

Maestro en Ciencias Sociales con mención en Antropología Social. Actualmente es

Profesor T.C. , Coordinador del Diplomado: Diseño y Evaluación de Proyectos Socia-
les de la Fac. de CC.SS. U.N.T., Miembro del Comité Ejecutivo del Proyecto «Jóvenes
construyendo su desarrollo y de su comunidad: Moche, Laredo, Símbal y Poroto»;
que ejecuta el Centro de Promoción Cultural Trujillo, la Universidad Nacional de
Trujillo y el Muncipio Provincial de Trujillo. Email: hoesgo_03@hotmail.com

GUTIERREZ CHACÓN, Guillermo Armando

Maestro en Antropología Social. Actualmente es Profesor Principal D.E. y Director de
la Escuela Académico Profesional de Antropología Social de la Facultad de Ciencias
Sociales - U.N.T. Email: ggch_@hotmail.com

LAVADO IBAÑEZ, Manuel Alfonso

Licenciado en Antropología Social. Actualmente es Profesor Auxiliar T.C. de la Facul-

tad de Ciencias Sociales - U.N.T., Investigador del Centro de Investigaciones de
Historia y Antropología del Norte (CIHAN) - Trujillo. Email: mlavado69@hotmail.com

MAYER, Enrique
Doctor en Antropología Social. Tiene publicaciones sobre el campesinado andino,
dentro de la corriente andinista de John Murra.

MILLONES, Luis
Doctor en letras (Historia). Prof. emérito de la Universidad San Cristóbal de
Huamanga, Prof. Investigador de la Universidad Nacional de Trujillo. Profesor visi-
tante de las Universidades: Harward, Stanford y Princeton en USA. Actualmente es
Investigador y Editor de Seminarios Interdisciplinarios de Estudios Andinos. Autor de
más de 50 trabajo de Investigación, 20 libros y alrededor de 100 artículos publica-
dos, referidos a etnicidad y religión andina. Email: millones@fas.harvard.edu

MIRANDA FLORES, Javier Néstor

Maestro en Planificación Urbana. Actualmente es Profesor Principal T.P. de la Facul-
tad de Ciencias Sociales - U.N.T. Especialista en Planificación y Gestión del Desa-
rrollo Local y Regional, experto en Medio Ambiente. Email: jmirandaf@hotmail.com

MORACHIMO BORREGO, Pablo Javier

Ing. Agrónomo Zootecnista. Actualmente es Profesor Auxiliar T.C., Jefe del Departa-
mento Académico de Agronomía y Zootecnía - Fac. Ciencias Agropecuarias, Consul-
tor en Proyectos de Desarrollo. Email: caminos libres@yahoo.com

MOZO BLAS, Carlos Francisco

Maestro en Ciencias Sociales con mención en Antropología Social. Actualmente es
Prof. Auxiliar T.C. y Profesor Secretario de la Facultad de de Ciencias Sociales. U.N.T.
Consultor en Proyectos de Investigación y Desarrollo. Email: carmo61@hotmail.com

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PRÍNCIPE LEÓN, Jenny Marlene

Licenciada en Turismo. Actualmente es Docente Auxiliar D.E. de la Facultad de Cien-

cias Sociales - U.N.T. Email: jeprile@hotmail.com

PINCHI RAMÍREZ, Wadson

Doctor en Sociología. Actualmente es Profesor Asociado D.E., Jefe del Dpto. de
Ciencias Sociales y Coordinador General del Programa de Diplomado de la Facul-
tad de Ciencias Sociales - U.N.T. Email: wprunt@hotmail.com

PINILLOS VILCA, Carlos

Maestro en Enfermería. Actualmente es Profesor Auxiliar T.C. de la Facultad de Cien-

cias Sociales - U.N.T. Email: colegiodeantropologos@hotmail.com

PORTOCARRERO CÁRDENAS, Weyder

Doctor en Sociología. Actualmente es Profesor Principal D.E. y Director de la Sección de
Post Grado de la Facultad de Ciencias Sociales - U.N.T. Email: weypor@hotmail.com
SEGURA VÁSQUEZ, Nyler Antonio
Licenciado en Antropología Social. Actualmente es Profesor Principal D.E. y Jefe de
Departamento de Arqueología y Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales -
U.N.T., Director del Centro de Investigaciones de Historia y Antropología del Norte -
CIHAN - Trujillo. Email: nylersegura@yahoo.com

VIGO MURGA, Evert Arturo

Licenciado en Antropología Social. Actualmente es Prof. Aux. T.C. de la Facultad de
Ciencias Sociales - U.N.T. Email: evertarturo@yahoo.es

VELÁSQUEZ BENITES, Orlando

Doctor en Sociología. Actualmente es Profesor D.E. y Decano de la Facultad de
Ciencias Sociales - U.N.T. Email:orlan_b@hotmail.com

ZAPATA MENDOZA, Mercedes Elena

Licenciada en Turismo. Actualmente es Profesora de la Escuela de Turismo - Facul-
tad de Ciencias Sociales - U.N.T. Email: ezmsian@latinmai.com

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GUÍA PARA AUTORES
 GUÍA PARA LOS AUTORES

La Revista posee cuatro secciones: Antropología, Sociología - Trabajo Social; Histo-

ria - Arqueología - Turismo y Contribuciones Interdisciplinarias.

Los artículos deberán ser enviados al Comité Editorial de la REVISTA DE CIENCIAS

SOCIALES y respetar las normas siguientes:

1) Los autores, indicarán a continuación de su nombre, su profesión o especialidad,

la institución a la que pertenecen y su dirección.

2) Las referencias bibliográficas dentro del texto señalarán el apellildo del autor, el
año de la publicación y la página; de la siguiente manera: “...según Pérez
(1979:180)...” o “...se ha postulado procedentemente (Pérez 1979:180) que...”.

3) La bibliografía irá en orden alfabético, con el apellido en mayúscula, indicando año

de publicación, el título completo de la obra en negritas, el editor y/o editorial, lugar
de edición; de la manera siguiente:

MURRA, J ohn V.
1975 Formaciones económicas y políticas del mundo andino. Instituto de
Estudios Peruanos, Lima.
Si se cita un artículo, el título irá entre comillas - llave («...») y el nombre de la revista
o el título de la antología en negritas, indicando el volumen, por ejempolo:

CHOI, Emilio
1979 «La revolución neolítica y los orígenes de la civilización peruana». En:
Antropología e Historia. Vol 1, pp. 122 - 188. Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, Lima.

4) Las ilustraciones serán enviadas en original (adjuntando una copia fotostática),

debidamente numeradas y con su correspondiente texto de las leyendas en página
aparte o enviarse digitalmente en alta resolución.

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pondiente escala gráfica o digitalmente en alta resolución.

5) El uso de notas aclaratorias, sólo serán usadas al final del artículo, recomendándo-
se que sean breves.

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