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ARTRITIS

La artritis es la inflamación de una articulación o más. Los principales


síntomas de la artritis son dolor y rigidez de las articulaciones, que suelen
empeorar con la edad. Los tipos más frecuentes de artritis son la artrosis y la
artritis reumatoide.
La artrosis hace que el cartílago, el tejido duro y resbaladizo que recubre los
extremos de los huesos donde forma una articulación, se rompa. La artritis
reumatoide es un trastorno auto inmunitario que afecta, en primer lugar, el
revestimiento de las articulaciones (membrana sinovial).
Los cristales de ácido úrico,
las infecciones o las
enfermedades de fondo,
como la psoriasis o el lupus,
pueden provocar otros tipos
de artritis.
Los tratamientos varían
según el tipo de artritis. Los
principales objetivos de los
tratamientos contra la artritis
son reducir los síntomas y
mejorar la calidad de vida.

Síntomas

Los signos y síntomas más comunes de la artritis comprenden las


articulaciones. Según el tipo de artritis que tengas, los signos y síntomas
pueden incluir lo siguiente:
 Dolor
 Rigidez
 Hinchazón
 Enrojecimiento
 Disminución de la amplitud del movimiento
Causas

Los dos tipos principales de artritis, la artrosis y la artritis reumatoide,


provocan daños en las articulaciones de distintas formas.

Artrosis
La artrosis, el tipo más frecuente de artritis, consiste en el daño por desgaste
de los cartílagos de la articulación (el recubrimiento rígido y resbaladizo en
los extremos de los huesos). El daño acumulado puede provocar que los
huesos se desgasten entre sí, lo que causa dolor y restricción del movimiento.
Este desgaste puede ocurrir a lo largo de muchos años o puede acelerarse
debido a una lesión o infección de las articulaciones.

Artritis reumatoide
En la artritis reumatoide, el sistema inmunitario del cuerpo ataca el
revestimiento de la cápsula de las articulaciones, que consiste en una
membrana dura que encierra todas las partes de las articulaciones. Este
revestimiento, conocido como «membrana sinovial», se inflama y se hincha.
El proceso de la enfermedad puede finalmente destruir el cartílago y el hueso
dentro de la articulación.

Tratamiento medicinal

 Analgésicos. Estos medicamentos ayudan a reducir el dolor, pero no


tienen ningún efecto sobre la inflamación. Los ejemplos comprenden el
paracetamol (Tylenol u otros), el tramadol (Ultram, Ultracet u otros) y
los opiáceos que contienen oxicodona (Percocet, Oxycontin u otros) o
hidrocodona (Norco, Vicoprofen u otros).
 Medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE). Los AINE
reducen tanto el dolor como la inflamación. Los AINE de venta libre son
el ibuprofeno (Advil, Motrin IB u otros) y el naproxeno sódico (Aleve).
Algunos tipos de AINE solo están disponibles con receta médica. Los
AINE orales pueden provocar irritación estomacal, y algunos pueden
aumentar el riesgo de ataque cardíaco o de accidente cerebrovascular.
Algunos AINE también están disponibles como cremas o geles, que
pueden frotarse sobre las articulaciones.
 Contrairritantes. Algunas variedades de cremas y ungüentos contienen
mentol o capsaicina, el componente de los pimientos picantes. Frotar
estas preparaciones en la piel sobre la articulación que duele podría
obstaculizar la transmisión de las señales de dolor de la articulación.
 Medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad
(DMARD). A menudo usados para tratar la artritis reumatoide, los
DMARD demoran o detienen el ataque del sistema inmunitario a las
articulaciones. Los ejemplos comprenden el metotrexato (Trexall) y la
hidroxicloroquina (Plaquenil).
 Modificadores de la respuesta biológica. Generalmente utilizados en
combinación con los DMARD, los modificadores de la respuesta
biológica son medicamentos manipulados genéticamente que captan
varias moléculas de proteína que afectan la respuesta inmunitaria. Los
ejemplos son el etanercept (Enbrel) y el infliximab (Remicade).
 Corticoesteroides. Esta clase de medicamentos, que comprende la
prednisona y la cortisona, reduce la inflamación e inhibe el sistema
inmunitario. Los corticoesteroides pueden tomarse por vía oral o
pueden inyectarse directamente en la articulación que duele.
Tratamiento natural

1. El romero

2. Cola de caballo

3. La cúrcuma

4. El jengibre

5. Lino o linaza
Sarcomas sinoviales
Los sarcomas de partes blandas son
tumores malignos no epiteliales de
tejidos extra esqueléticos del
cuerpo que incluyen el músculo, la
grasa, el tejido fibroso, los vasos y
el sistema nervioso periférico. Son
un grupo heterogéneo de
neoplasias mesenquimatosas, que
se clasifican según el tejido adulto
al que se parecen o del que se
supone que se derivan. Estos tumores son poco frecuentes. Con una
incidencia anual de alrededor de 2-3/100.000, suponen menos del 1% de
todos los tumores malignos y del 2% de todas las muertes por cáncer,
aunque, en los niños, los sarcomas de partes blandas representan el 8% de
todas las neoplasias malignas.
El sarcoma sinovial (SS) representa uno de los tumores malignos más
frecuentes de los tejidos blandos, sumando, aproximadamente, el 8% de
todos ellos. Según algunos informes, el SS no es el más frecuente en los
adolescentes y adultos jóvenes, sino que lo es el rabdomiosarcoma, con el
15-20% de los casos (Weiss, 2001). El pico de incidencia está en la 3ª década
(aproximadamente el 30% de los casos ocurren en pacientes de menos de
veinte años), y los hombres se afectan con mayor frecuencia que las mujeres
(razón alrededor de 1,2:1).

A pesar de su nombre, el sarcoma sinovial no surge a partir de tejido sinovial.


Como con la mayoría de los sarcomas de partes blandas, se desconoce el
tejido del que se origina el SS y tampoco están bien establecidos sus factores
de riesgo; por lo tanto, no existe ninguna posibilidad de prevención.

Los síntomas pueden ser muy variados, aunque la masa indolora sigue siendo
la presentación más frecuente. La dificultad para la deglución y la respiración,
o la alteración de la voz, por ejemplo, podrían estar asociados con el SS de la
región de cabeza y cuello. El dolor puede estar relacionado con la afectación
de los nervios. Debido a que el tumor crece lentamente, los síntomas pueden
estar presentes durante largo tiempo antes de que se haga el diagnóstico, lo
que puede retrasarlo.

Como se trata de un sarcoma de alto grado, los SS se caracteriza por la


invasión local y una propensión a originar metástasis o ramificaciones a
distancia. En el momento del diagnóstico, menos del 10% de los casos se
presentan con metástasis (especialmente en los pulmones), pero la
diseminación posterior, se puede producir en el 25-50% de los casos.

Tratamiento medicinal

Cirugía
La cirugía es la piedra angular del tratamiento del SS. Su objetivo es
obtener márgenes adecuados con pocas o ninguna secuela a largo plazo,
y, en la medida de lo posible, la amputación. Si este objetivo no parece
alcanzable en un primer momento, es posible administrar quimioterapia
y/o radioterapia para reducir el tumor y poderlo someter a cirugía
posteriormente. El logro de márgenes adecuados es una cuestión
crucial, estrictamente influenciada por el tipo de tejido sano alrededor
del tumor. Es muy difícil cuantificar con exactitud la distancia que se
considera "segura" entre el tumor y los márgenes de resección (Gronchi
2005). La conclusión de la Conferencia de Sarcomas de Partes Blandas
en Adultos, celebrada en Milán en junio de 2004 sugirió como márgenes
adecuados lo que son "mayores de 1 cm de tejido sano alrededor del
tumor, en todas las direcciones, cuando el tejido es un músculo, y de 1
mm de tejido sano alrededor el tumor cuando el tejido una barrera
anatómica, como el periostio, (tejido mesenquimatoso que envuelve los
huesos, excepto en las articulaciones), los vasos, el epineuro, o la fascia
muscular.

Quimioterapia
En cuanto al papel de la quimioterapia, es bastante sorprendente que, a lo
largo de los años, se han establecido estrategias diferentes en los niños y en
los adultos. Dado que es en los niños en los que se han observado tasas muy
altas de respuesta a la quimioterapia, los oncólogos pediátricos han
equiparado el SS al rabdomiosarcoma, considerándolo un tumor
quimiosensible. Por lo tanto, los pacientes pediátricos han recibido
quimioterapia adyuvante, independientemente del estadio del sarcoma,
incluso después de la extirpación completa de tumores muy pequeños
(Ladenstein de 1993, Pappo de 1994, y Ferrari, 1999). En cambio, en el caso
de los adultos, la quimioterapia adyuvante sólo se ha utilizado en ensayos
clínicos que incluían, además del SS, muchas otras variedades de sarcoma
(Meta Análisis Cooperativo de Sarcomas 2997, Bergh 1999, Lewis 2000,
Spillane 2000, Frustaci de 2001, y Trassard 2001). Sólo recientemente, los
oncólogos de adultos empiezan a considerar el posible papel de la
quimioterapia adyuvante para los casos de alto riesgo, es decir, cuando el
tamaño del tumor es grande (Frustaci 2001, Spurrel 2005).

Terapia
La radioterapia juega un papel bien definido en el control local de los
sarcomas de partes blandas. En los adultos, se recomienda la irradiación
después de la extirpación incompleta, pero, a menudo, también después de
la excisión amplia, especialmente en el caso de tumores de gran tamaño.
Ciertamente la indicación de la radioterapia tiene que ser más estricta en los
niños, jóvenes y adolescentes que en los adultos, dado el mayor riesgo de
secuelas sobre el crecimiento.

La serie anteriormente citada del INT de Milán informó sólo de una tendencia
favorable para la adición de la radioterapia en pacientes que inicialmente
fueron sometidos a resección completa.: en los pacientes del grupo I del IRS,
la supervivencia libre de recidiva local (LRFS) a los 5 años fue del 78% en el
grupo tratado, frente al 67% de los que no recibieron radioterapia
postoperatoria. Sin embargo, sí se observó un beneficio claro en los
pacientes cuya resección inicial fue marginal: el grupo II del IRS radiado
obtuvo un LRFS del 57% a los 5 años, frente a solo el 7% cuando no se
aplicaba la radioterapia (Ferrari, 2004). Según el protocolo EpSSG, la cirugía
se debe considerar como el único tratamiento local para los pacientes del
grupo I (a pesar de que la necesidad de la irradiación en el caso de los
tumores mayores de 5 cm es todavía una cuestión abierta), mientras que la
radioterapia post-operatoria es necesario para los pacientes del grupo II del
IRS (Ferrari, 2005).
FIEBRE REUMÁTICA

La fiebre reumática es una enfermedad inflamatoria que se puede contraer


como una complicación de una faringitis estreptocócica o fiebre escarlatina
que no fueron tratadas adecuadamente. La faringitis estreptocócica y la
fiebre escarlatina son causadas por una infección con la bacteria
estreptocócica.
La fiebre reumática es más frecuente en niños de 5 a 15 años, si bien los
adultos y niños menores pueden contraerla. A pesar de que la faringitis
estreptocócica es frecuente, la fiebre reumática es poco frecuente en los
Estados Unidos y en los países desarrollados. Sin embargo, la fiebre
reumática es frecuente en muchos países en desarrollo.
La fiebre reumática puede causar
daño cardíaco permanente, incluidos
el daño en las válvulas cardíacas y la
insuficiencia cardíaca. Los
tratamientos pueden reducir el daño
causado por la inflamación, aliviar el
dolor y los otros síntomas y prevenir
la reaparición de la fiebre reumática.

Síntomas
Los síntomas de la fiebre reumática varían. Puedes tener unos pocos
síntomas o varios, y pueden cambiar en el transcurso de la enfermedad. La
aparición de la fiebre reumática por lo general ocurre después de dos a
cuatro semanas posteriores a una infección de garganta por estreptococos.
Los signos y síntomas de la fiebre reumática, que son el resultado de la
inflamación del corazón, las articulaciones, la piel o el sistema nervioso
central, pueden incluir:

 Fiebre
 Dolor en las articulaciones, con el movimiento y la palpación, con mayor
frecuencia en las rodillas, los tobillos, los codos y las muñecas
 Dolor que se traslada de una articulación a otra
 Articulaciones enrojecidas, calientes al tacto o hinchadas
 Bultos (nódulos) pequeños e indoloros debajo de la piel
 Dolor de pecho
 Soplo cardíaco
 Fatiga
 Erupción cutánea de aspecto plano o levemente elevado, indolora, con
bordes irregulares (eritema marginado)
 Movimientos corporales espasmódicos e incontrolables (corea de
Sydenham, conocida como «baile de San Vito»), con mayor frecuencia
en las manos, los pies y el rostro
 Arrebatos de comportamiento inusual, como llorar o reírse de manera
inoportuna, que acompañan la correa de Sydenham
Tratamiento medicinal

Los objetivos del tratamiento para la fiebre reumática son destruir los
remanentes de la bacteria estreptocócica de grupo A, aliviar los síntomas,
controlar la inflamación y evitar las recurrencias.

Los tratamientos incluyen lo siguiente:

 Antibióticos. El médico del niño indicará penicilina u otros antibióticos


para eliminar la bacteria estreptocócica restante.
Después de que el niño haya realizado el tratamiento completo de
antibióticos, el médico indicará tomar otra tanda de antibióticos para
evitar la reaparición de la fiebre reumática. Es probable que el
tratamiento preventivo continúe hasta los 21 años o hasta que el niño
complete un mínimo de cinco años de tratamiento, lo que sea más largo.
Se debería recomendar a las personas que han tenido inflamación
cardíaca durante la fiebre reumática que sigan un tratamiento
preventivo de antibióticos durante 10 años o más.
 Tratamiento antiinflamatorio. El médico te indicará un analgésico,
como aspirina o naproxeno (Naprosyn), para reducir la inflamación, la
fiebre y el dolor. Si los síntomas son intensos o el niño no responde al
medicamento antiinflamatorio, el médico podrá indicar un
corticoesteroide.
 Medicamentos anticonvulsivos. Para los movimientos involuntarios
intensos causados por el corea de Sydenham, el médico podría recetar
un anticonvulsivo, como el ácido valpróico (Depakene) o carbamazepina
(Carbatrol, Tegretol y otros).
Tratamiento natural

Compresas calientes y frías se deben aplicar varias veces al día


para aliviar la inflamación y el dolor en las articulaciones. Las
compresas frías también deben aplicarse al cuerpo, una compresa
fría en la garganta también será beneficiosa.

Almendras. Comer almendras ayudará en la dosis diaria de


vitamina E, un antioxidante fortalecedor inmune que ayuda a combatir la
invasión de bacterias que causa la fiebre reumática.

Yogur. El yogur parece tener un marcado efecto sobre el sistema


inmune. Fortalece las células blancas de la sangre y ayuda al
sistema inmunológico a producir anticuerpos.

Ajo. Comer ajo crudo o mezclado con té verde puede ayudar a


reducir la fiebre reumática. El ajo es una hierba medicinal que
contiene propiedades anti-hongos, útil en la lucha contra todo
tipo de infecciones y sus efectos.

Semillas de espárragos, comino Negro, alholva y ajwain. Mezcla


los 4 ingredientes a partes iguales en un vaso de agua y beba
cada mañana. Esto va a controlar la inflamación del reumatismo
y es considerado como uno de los muchos remedios caseros
esenciales para la fiebre reumática.
Los ácidos grasos Omega ayudan a aliviar el dolor y la inflamación que causa
la fiebre reumática. Además, permite que el tiempo de
recuperación sea más rápido. Los ácidos grasos omegas se
encuentran en el aceite de pescado, semillas de lino, y de semilla
de borraja.

Guardar reposo completo evita el agotamiento y también reduce la


progresión de una inflamación adicional.

Alimentos ricos en vitamina C. Comer alimentos ricos en


vitamina C, como la naranja, fortalece el sistema
inmunológico del cuerpo para combatir las bacterias que
causan la fiebre reumática.

Mantener una dieta saludable. Comer alimentos


nutritivos, como el pescado, las verduras y frutas pueden ayudar a luchar
contra la fiebre reumática mediante la distribución y la absorción de los
nutrientes que necesita el cuerpo.

Equinácea. Tome 1 o 2 cápsulas o tabletas hasta tres veces al


día. También podrás comprar equinácea seca y como té.
Cocine a fuego lento de 1 a 2 cucharaditas en 1 taza de agua
hirviendo durante 10 a 15 minutos. Beber hasta 3 tazas al día
de equinácea puede aumentar la respuesta inmune del cuerpo
y evitar que las bacterias progresen en complicaciones más
graves.

Agua. Beba de 8 a 12 vasos de agua al día. Ayuda a reducir la


fiebre e hidratar el cuerpo para evitar la deshidratación causa
de fiebre reumática.
BURSITIS

La bursitis es un trastorno doloroso que afecta las pequeñas bolsas rellenas


de líquido (bolsas sinoviales) que proporcionan amortiguación a los huesos,
tendones y músculos alrededor de las articulaciones. La bursitis ocurre
cuando estas bolsas se inflaman.
La bursitis ocurre con más frecuencia en el hombro, el codo y la cadera. Pero
también ocurre alrededor de la rodilla, el talón y la base del dedo gordo del
pie. La bursitis muchas veces aparece en articulaciones que realizan
movimientos repetitivos de forma
frecuente.
Por lo general, el tratamiento implica
descansar la articulación afectada y
protegerla de más traumatismos. En la
mayoría de los casos, el dolor de la
bursitis desaparece en unas semanas con
tratamiento adecuado, pero son
frecuentes las exacerbaciones de bursitis
recurrentes.

Síntomas
Si tienes bursitis, la articulación afectada puede:
 Doler o sentirse rígida
 Doler más cuando la mueves o la presionas
 Verse hinchada y enrojecida

Tratamiento natural

La bursitis suele mejorar sola. Algunas medidas conservadoras, como


descansar, ponerte hielo y tomar un analgésico, pueden aliviar la molestia. Si
las medidas conservadoras no funcionan, es posible que necesites:
 Medicamentos. Si una infección causó la inflamación de la bolsa
sinovial, el médico puede recetar un antibiótico.
 Terapia. La fisioterapia o los ejercicios físicos pueden fortalecer los
músculos de la zona afectada, y así aliviar el dolor y prevenir la
reaparición.
 Inyecciones. Una inyección de corticoesteroides en la bolsa del hombro
o la cadera puede aliviar el dolor y la inflamación. Por lo general, este
tratamiento actúa rápidamente y, en muchos casos, solo se necesita una
inyección.
 Dispositivos de asistencia. El uso temporal de un bastón u otro
dispositivo ayudará a aliviar la presión en la zona afectada.
 Cirugía. A veces, una bolsa sinovial inflamada se puede drenar
quirúrgicamente, pero muy pocas veces es necesaria la extirpación
quirúrgica de la bolsa afectada.

Tratamiento medicinal

En la mayoría de los casos la bursitis desaparece sin ningún tratamiento


específico.
No obstante, el primer paso que debe dar el profesional se tiene que dirigir
a reducir el dolor y la inflamación del paciente; en estos casos el médico puede
prescribir antiinflamatorios, como el ibuprofeno o el naproxeno o
corticosteroides, como la prednisona.
Si se trata de una bursitis aguda no infectada, el paciente deberá evitar
sobreesfuerzos y aplicar frío en la zona afectada para ayudar a reducir la
hinchazón. Además, en estos casos el especialista puede indicar la limitación de
los movimientos.
El tratamiento de la bursitis crónica sin infección es similar al de la bursitis aguda,
pero el reposo no suele tener efecto. En este caso hay que recurrir a métodos
más agresivos como la fisioterapia intensiva o inyecciones de corticosteroides.
Si la bursa está infectada es necesario extraer el líquido acumulado y seguir un
tratamiento con antibióticos.
NECROSIS ASÉPTICA

La necrosis avascular es la muerte de tejido óseo a causa de la falta de


irrigación sanguínea. También llamada “osteonecrosis”, puede producir
pequeñas fracturas en el hueso y, con el tiempo, el colapso de este.

Si el hueso se fractura o si la articulación se disloca, el flujo sanguíneo a un


segmento del hueso puede interrumpirse. La necrosis avascular también se
asocia con el consumo prolongado de esteroides en dosis altas y con la
ingesta excesiva de
alcohol.

Cualquier persona puede


verse afectada por este
trastorno, pero es más
frecuente en las personas
entre 30 y 50 años.

Síntomas

Muchas personas no tienen síntomas en las primeras etapas de la necrosis


avascular. A medida que la enfermedad empeora, podrías sentir dolor en la
articulación afectada únicamente cuando apoyes tu peso. Con el tiempo,
podrías sentir dolor incluso si estás recostado.

El dolor puede ser leve o severo y, generalmente, se manifiesta


gradualmente. El dolor relacionado con la necrosis avascular de la cadera
podría centrarse en la ingle, el muslo o el glúteo. Además de la cadera, las
áreas que probablemente se vean afectadas son el hombro, la rodilla, la
mano y el pie.

Algunas personas desarrollan necrosis avascular en ambos lados


(bilateralmente), por ejemplo, en ambas caderas o ambas rodillas.
Tratamiento medicinal
 Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos. Los medicamentos,
como el ibuprofeno (Advil, Motrin IB u otros) o el naproxeno sódico
(Aleve) pueden aliviar el dolor por necrosis avascular.
 Medicamentos para la osteoporosis. Los medicamentos, como el
alendronato (Fosamax, Binosto), podrían disminuir el avance de la
necrosis avascular, pero las pruebas son ambiguas.
 Medicamentos para bajar el colesterol. Reducir la cantidad de
colesterol y grasa en la sangre podría ayudar a prevenir los bloqueos de
los vasos que pueden causar la necrosis avascular.
 Anticoagulantes. Si tienes un trastorno de coagulación, los
anticoagulantes, como la warfarina (Coumadin, Jantoven), podrían
recomendarse para prevenir coágulos en los vasos que alimentan los
huesos.
 Descanso. Reducir el peso y la presión en el hueso afectado puede
disminuir el daño. Tal vez necesites restringir la actividad física o usa
muletas para mantener el peso fuera de la articulación durante varios
meses.
 Ejercicios. Un fisioterapeuta puede enseñarte ejercicios para mantener
o mejorar la amplitud del movimiento de la articulación.
 Estimulación eléctrica. Las corrientes eléctricas podrían estimular al
cuerpo para que forme hueso nuevo y así reemplace el hueso dañado.
La estimulación eléctrica se puede utilizar durante la cirugía y aplicarse
directamente en la zona dañada. O bien, se puede administrar mediante
electrodos sobre la piel.
ARTROPATÍA NEUROGÉNICA

Signos y síntomas
La artropatía se desarrolla
varios años después del
comienzo de la enfermedad
neurológica, pero puede
progresar rápidamente y llevar
a una desorganización articular
completa en pocos meses. El
dolor es un síntoma temprano
frecuente. Sin embargo,
debido a la alteración de la
sensibilidad al dolor, este es
mucho más leve en relación con el daño articular. En los primeros estadios,
es frecuente la presencia de derrame importante, a menudo hemorrágico, y
subluxación e inestabilidad de la articulación. También puede producirse
una luxación articular aguda.

Más adelante, el dolor se hace más intenso si aumentó la destrucción


articular (p. ej., fracturas peri articulares o hematomas a tensión). En etapas
más avanzadas, la articulación se hincha por sobre crecimiento óseo y
derrame sinovial masivo. Se producen deformidades por luxación y
fracturas desplazadas. Las fracturas y la curación ósea pueden producir
muchos fragmentos sueltos de cartílago o hueso que pueden desprenderse
en la articulación, causando crepitaciones gruesas, toscas, a menudo
audibles, generalmente más desagradables para el observador que para el
paciente. La articulación puede sentirse como una "bolsa de huesos".

Si bien puede afectar diversas articulaciones, las más frecuentes son la


rodilla y el tobillo. La distribución depende en gran medida de la
enfermedad subyacente. En la tabes dorsal se afectan la rodilla y la cadera,
y en la diabetes mellitus el pie y el tobillo. La siringomielia afecta la columna
vertebral y las articulaciones de las extremidades superiores, en especial el
codo y el hombro. Con frecuencia, se afecta sólo 1 articulación, y no más de
2 o 3 (a excepción de las pequeñas articulaciones de los pies), en forma
asimétrica.
La artritis infecciosa puede desarrollarse con síntomas sistémicos (como
fiebre y malestar general) o sin ellos, en particular en caso de diabetes.
Pueden comprimirse estructuras como los vasos sanguíneos, los nervios y la
médula espinal debido al sobre crecimiento de tejidos.

Diagnostico
Debe considerarse el diagnóstico de artropatía neurogénica en un paciente
con una enfermedad neurológica predisponente que desarrolla una
artropatía destructiva pero indolora varios años después del comienzo de la
enfermedad neurológica. Si se sospecha una artropatía neurogénica, debe
tomarse una radiografía. El diagnóstico se basa en las anomalías
radiológicas características en un paciente con una enfermedad
predisponente y signos y síntomas típicos.

Las anormalidades radiológicas en la artropatía neurogénica temprana


suelen ser similares a las de la artrosis (véase diagnóstico de artrosis). Los
signos principales son
 Fragmentación ósea

 Destrucción de huesos

 Crecimiento de neo hueso

 Pérdida del espacio articular

Puede haber también derrame sinovial y subluxación articular. Más tarde se


deforman los huesos y se forma hueso nuevo adyacente a la corteza,
comenzando desde la cápsula articular y extendiéndose hacia la longitud del
hueso, en particular en huesos largos. Rara vez aparecen calcificaciones y
osificaciones en los tejidos blandos. Puede haber osteofitos grandes de
formas bizarras en los márgenes de la articulación o en las articulaciones.
Con frecuencia, aparecen osteofitos grandes curvados (pico de loro) en la
columna vertebral, en ausencia de signos clínicos de enfermedad.
Tratamiento medicinal
El diagnóstico temprano de fracturas asintomáticas o con síntomas mínimos
facilita el tratamiento; la inmovilización (con férulas, botas especiales o
soportes ortopédicos) protege la articulación de una posible lesión y
detiene la evolución de la enfermedad. En un paciente de riesgo, es posible
incluso prevenir una artropatía neurogénica.

El tratamiento de la afectación neurológica subyacente permite detener el


progreso de la artropatía y, si la destrucción articular está en sus primeras
etapas, puede revertir parcialmente el proceso. En una articulación
desorganizada puede realizarse una artrodesis con fijación interna,
compresión y un injerto de hueso adecuado. En articulación de la cadera o
rodilla con desorganización macroscópica, si no se cree que la artropatía
neurogénica será progresiva, pueden obtenerse buenos resultados con un
reemplazo total de cadera y rodilla. Sin embargo, existe el riesgo de
aflojamiento y luxación de la prótesis.

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