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Universidad Nacional de La Plata

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Profesorado en Filosofía

Seminario de grado: IGUALDAD Y DIFERENCIA EN EL FEMINISMO FILOSÓFICO

Año lectivo: 2016

Fecha de presentación: 21 de abril de 2018

Trabajo monográfico:

IGUALDAD, DIFERENCIA Y FEMINISMOS DEL SUR

Kubaseck, Max

Legajo: 95274/0

Correo electrónico: maxkubseck90@yahoo.com.ar


I. Como primer momento de este trabajo presentaremos al feminismo de la igualdad y a la
práctica política y pensamiento de la diferencia, corrientes imprescindibles dentro del
feminismo filosófico y las luchas feministas. Para esto nos basaremos en el dossier
“FEMINISMO. Entre la Igualdad y la Diferencia” que aparece en la revista española El Viejo
Topo; Nº73, particularmente en el artículo de Alicia Puleo, en el de María Milagros Rivera y
en el de Justa Montero. Retomaremos a las dos primeras autoras para analizar ambas
corrientes y en cada caso mostraremos el alcance y el límite que les plantea Montero, quien
busca abrir un diálogo para desarrollar un pensamiento feminista más abierto y plural, y para
lo cual pone énfasis en la necesidad de siempre tomar en cuenta el contexto en el que se
desarrolla un discurso.
En un segundo momento retomaremos a Rita Segato para ahondar más en los límites que
plantea Montero (estos son, por un lado, que en ciertos contextos la reivindicación de
derechos no se refleja necesariamente en el mejoramiento de las condiciones de vida, y por
otro lado, que en determinados contextos hay otras identidades sociales que son tan o más
prioritarias que la diferencia sexual). La autora nos mostrará las tensiones entre la ley
moderna de contrato jurídico y el sistema de status moral tradicional y entre la reivindicación
de los derechos de las mujeres y la reivindicación de los derechos de las comunidades
étnicas.
Por último problematizaremos la idea de diálogo para lo cual retomaremos primero a
Alejandra Ciriza quien dará cuenta de las dificultades y atolladeros con que se encuentran
los feminismos del Sur y las genealogías de este lado del mundo tanto como para ser
construidas y reconstruidas como para poder ingresar en el diálogo intercultural siguiendo
los parámetros del feminismo occidental. Para concluir presentaremos la propuesta de
Rosalva Aída Hernandez Castillo quien plantea la construcción de diálogos sur-sur -sin
mediaciones de países del Norte- con la intensión de visibilizar feminismos poscoloniales de
otros países del Tercer Mundo y enriquecer al feminismo de diversidad cultural.

II. Alicia Puleo comienza su artículo planteando una persistencia en los estereotipos de
sexo de la cual una de sus principales causas 1 es un olvido que ha generado cierta
resistencia cotidiana a los cambios que podrían llegar a afectar las propias bases de la
identidad personal: El olvido de las fuerzas motoras de derechos que se han ido
naturalizando como las reivindicaciones feministas de los años ´70, el sufragismo y el
pasado ilustrado del feminismo. Puleo propone entonces combatir estos estereotipos
reivindicando el lado emancipatorio de la Ilustración, el cual ha dado a luz al feminismo de la

1
Otras causas son, por un lado, el rol efectuado por los medios masivos de comunicación y el cine
americano de los años ´80 al actuar de forma reactiva antes los avances del feminismo. Y por otro, les
propulsores de políticas neoliberales y conservadoras que a pesar de hablar de una aparente igualdad ya
alcanzada en realidad eliminan medidas positivas conquistadas por el colectivo femenino.
Igualdad. Esta vertiente, que durante del Siglo XVIII atacaba a la “natural” supremacía
masculina, fue ocultada y olvidada por teóricos del contrato social como Kant y Rousseau al
exigir una mujer domestica que se ocupe de las tareas del ámbito privado para que el
hombre así pueda dedicarse sin problemas al ámbito público. La autora retoma a Celia
Amorós para afirmar la necesidad de articular teóricamente el feminismo a partir de
premisas ilustradas y así realizar una radicalización del paradigma ilustrado de igualdad y
autonomía, tarea anteriormente iniciada por figuras como Poulain de la Barre, Jean Le Rond
D´Alembert y Olimpia de Gouges.
Con este marco histórico Puleo define al feminismo como “pensamiento crítico aplicado a
la realidad social en todos sus aspectos”, es decir, aspectos del “macro nivel” -grandes
sistemas políticos, económicos o ideológicos- y aspectos del “micro nivel” -relaciones
personales y fenómenos psíquicos internos, ámbitos tradicionalmente vistos como “no
políticos”-2. Si bien la autora reivindica la necesidad del diálogo y la discusión entre las
diversas manifestaciones del feminismo (a pesar de que haya posturas que parten de
premisas diferentes lo cual dificulta el acuerdo teórico) para realizar políticas concretas que
favorezcan los intereses de las mujeres y que promuevan la afirmación de individualidades
liberadas de estereotipos de sexo que exijan una verdadera igualdad de oportunidades,
enmarca al feminismo dentro del pensamiento teórico-crítico y emancipatorio, lo jurídico y en
la búsqueda de cambios educativos y cambios en la representación política3.
Según Justa Montero, algunas mujeres de la diferencia critican al feminismo de la igualdad
por querer buscar una aproximación a las instancias de poder para asimilar e integrar las
experiencias y aspiraciones de las mujeres a un mundo aparentemente neutral pero que en
realidad representa los deseos y experiencias de la mayoría de los hombres. En cambio ella
distingue igualdad de identidad y afirma que al buscar la igualdad no se intenta
homogeneizar los colectivos. Puleo plantea que reivindicar la igualdad no implica “la
generación de seres clónicos y despojados de la seducción de la diferencia”4, Montero
agrega que el presupuesto igualitarista reconoce la diferencia pues lo que se reclama es “la
igual consideración para quienes no gozan de ella precisamente por no ser idénticos” 5. De
modo que la lucha por la igualdad de derechos va unida a la reafirmación de la identidad
individual y tiene como sentido último ampliar la libertad y autonomía de las mujeres.
Ahora, Montero plantea que para poder enfrentar las condiciones de opresión y poder
generar cambios efectivos hay que tener en cuenta la situación de los debates en una
sociedad y cuáles son las correlaciones de fuerzas en esta, pues “la utilidad de las
2
Puleo, Alicia H., “Memoria de una ilustración olvidada” en AAVV, “Feminismo, entre la igualdad y la
diferencia” en El Viejo Topo; Nº73. Barcelona: marzo, 1994, pág. 28.
3
Ibíd., pág. 30.
4
Ibíd.
5
Montero, Justa, “Igualdad y diferencia. Encrucijada del movimiento” en AAVV, “Feminismo, entre la
igualdad y la diferencia” en El Viejo Topo; Nº73. Barcelona: marzo, 1994, pág. 40.
argumentaciones depende… no solo del valor que tengan en sí mismas sino del contexto
discursivo en que se formulen.” 6. De modo que el límite que encuentra en esta corriente es
que en sociedades donde la desigualdad y la jerarquización son elementos estructurales los
cambios en la ley no derivan necesariamente en derechos para todas y hasta han generado
desigualdad entre mujeres7. Con lo cual no está queriendo decir que legislar sea vano, todo
lo contrario pues colabora a introducir cambios en las relaciones de poder entre los sexos y
a visibilizar y dar apertura a espacios para el ejercicio de la libertad, a modificar
comportamientos y a reconocer problemas como la violencia machista.
Por su parte María Milagros Rivera cuestiona la categoría “feminismo de la diferencia” pues
plantea que en realidad hay una práctica política y un pensamiento de la diferencia sexual
femenina -concepto acuñado por Antoinette Fouque y el grupo Psychanalyse et Politique-.
Esta perspectiva no trata de cuestionar ni completar al feminismo de la igualdad pues
persigue objetivos diferentes a la reivindicación de derechos, cuotas o instancias de poder
dentro del orden patriarcal. No busca medirse en este orden, más bien busca explicitar otro
tipo de orden sociosimbólico al dar cuenta de que en la historia siempre han habido mujeres
que han buscado y hallado un sentido de si, en femenino, en la reflexión y en la escritura de
su experiencia personal. Y al hacerlo se han separado del modelo femenino vigente,
actuando como de-generadas que se han aparatado del orden patriarcal y buscando otras
mediaciones, no masculinas, para intentar estar en el mundo en femenino. La diferencia
sexual femenina tampoco se trata de un concepto heterosexual ni pretende medirse con la
heterosexualidad pues no se hace cómplice de la exclusión de los “cuerpos que [no]
importan” como los del colectivo LGBTI, ni pretende dialogar con un mundo en el que la
libertad masculina aparenta ser la libertad neutra y universal.
Rivera retoma una noción que en los grupos de autoconciencia de los años ´60 y ´70 se
concibió para referirse a un modo diferente de relacionarse con la realidad: el partir de sí, el
partir de lo que cada mujer tiene, es decir, el partir de la experiencia femenina personal. Este
modo de relación transforma la experiencia femenina personal en materia política y en un
lugar de libertad. La autora española plantea que a diferencia del feminismo de la
emancipación que propone hacer política mirando a donde se querría o se podría llegar y
por tanto reivindicando para ello derechos que lleven a las mujeres más allá de su
experiencia personal como si fuera meramente un estorbo, una política en primera persona
como el partir de sí no tiene como objetivo la obtención de cuotas de poder ni la
reivindicación de derechos, sino más bien “el estar “por encima de la ley”, el “vacío de

6
Ibíd., pág. 41.
7
Ibíd.
norma” que abra espacios a una práctica política que lleve a las mujeres implicadas a decidir
por sí mismas qué es lo que desean.”8.
A esta política en primera persona la autora le suma la importancia de la mediación de otra
mujer o de otras mujeres, y por ello retoma las nociones de la genealogía de mujeres, la de
affidamento y la de autoridad femenina. Dentro de la genealogía de mujeres la mediación
primera y necesaria de una mujer es la relación con la madre, individual y concreta, la cual
otorga una lectura simbólica de la realidad y que permite intervenir en ella. Esta es una
estructura elemental omitida por el patriarcado, omisión de la cual este orden se nutre a tal
punto que presenta al padre como el verdadero autor de la vida. Por tanto es necesario
“para no ser cómplices del asesinato de la madre” afirmar la existencia de la genealogía de
mujeres. Por su parte, el affidamento, figura pensada y practicada por la Librería de Mujeres
de Milán y por la comunidad filosófica Diotima, es una relación política privilegiada y
vinculante entre dos mujeres que se establece para dar vida al deseo personal de existencia
y de intervención en el mundo. Según Rivera, las mujeres que entran en esta relación no se
definen como iguales en términos de sororidad sino como diversas y dispares, y se
reconocen entre ellas autoridad femenina, de modo que ha de haber una mutua confianza
para crecer y para reconocer cuáles son la medida y límites de sus deseo de existir y sus
posibilidades de liberarlo en la sociedad. Esta autoridad femenina no replica a la autoridad
tradicional pues no tiene ni busca poder social en el orden patriarcal.
Montero plantea que la identidad genérica que plantea el pensamiento y las prácticas de la
diferencia desarrolla una unidad distinta y más fuerte que la lucha por la igualdad 9. Pero el
principal problema de esta corriente es que obvia que las prácticas e identidades sociales
son extremadamente complejas y se crean a partir de una diversidad de adscripciones de tal
manera que, en un determinado momento, la clase o la raza –por ejemplo- pueden ser tan o
más relevantes que el género. Efectivamente, podemos ver este problema en Rivera pues
plantea que categorías tales como “género”, “raza”, “etnia”, “clase social”, “posición en el
sistema colonial” o “preferencia erótica” son variables parciales y funcionales al orden
patriarcal10 lo cual definiría a la diferencia sexual como lo ontológicamente más prioritario o
quizás lo único que es válido ontológicamente.

III. Montero afirma que en ciertos contextos la reivindicación de derechos no se refleja


necesariamente en el mejoramiento de las condiciones de vida. Rita Segato plantea que uno
8
Cita a Cigarini, Lia, Sopra la legge, Via Dogana 5, junio, 1992, pp. 3-4 en Rivera, María M., “Partir de sí”
en AAVV, “Feminismo, entre la igualdad y la diferencia” en El Viejo Topo; Nº73. Barcelona: marzo, 1994,
pág. 33.
9
Por ejemplo el aborto, además de expresar solidaridad y compromiso ante una situación injusta respecto
a la autonomía de las mujeres, ha creado una dinámica de reafirmación de la diferencia, de lo propio y con
ello ha liberado una enorme energía y ha creado elementos de identidad colectiva.
10
Rivera, María M., “Partir de sí” en AAVV, “Feminismo, entre la igualdad y la diferencia” en El Viejo Topo;
Nº73. Barcelona: marzo, 1994, pág. 31
de los causantes del maltrato hacia la mujer es la “mistificación de la mujer” y el temor a una
suerte de “vagina dentada” que se presenta en toda sociedad, lo cual se relaciona a algo
que entra en tensión y se infiltra en la ley moderna del contrato jurídico: el sistema de status
moral tradicional. Este sistema está basado en la usurpación y exacción al poder femenino
por parte de los hombres. “Esa exacción –dice la autora- garantiza el tributo de sumisión,
domesticidad, moralidad y honor que reproduce el orden de status, en el cual el hombre
debe ejercer su dominio y lucir su prestigio ante sus pares.” 11 En esta capacidad de dominar
y de exhibir prestigio se asienta la subjetividad de los hombres y en esa posición jerárquica
-denominada “masculinidad”- es que su sentido de identidad y humanidad se encuentran
entramados. La autora argentina asevera que esto no se va a modificar por un decreto ni por
la suscripción a una ley, más bien es necesario reformar las formas de relaciones de género
-aparentemente normales- tal y como las conocemos para lo cual hace falta un trabajo de
conciencia y una ética feminista que tome por aliados a los medios de comunicación, a los
trabajos de investigación y la formulación de modelos teóricos.
En el contrato jurídico de Brasil 12 se ve esta contradicción entre moralidad y legalidad al dar
cuenta de que todavía sigue defendiendo a maridos agresores con la figura de la “legítima
defensa de la honra” y al calificar como “deshonrosa” la conducta de aquella mujer que se
manifieste cada día más autónoma e irreverente en relación al sistema de status. Segato
plantea que muchos violadores en la violación, en lugar de un crimen, ven una suerte de
punición, y el violador, en lugar de un criminal, se autopercibe como un moralizador o
vengador de la moral. Esta economía simbólica -violenta- propia de la estructura tradicional
de género se hace patente en el contrato jurídico en Brasil, que sólo ve a la penetración
vaginal como violación. Otros casos -violaciones no genitales como el coito oral o anal
forzado- son meros “atentados violentos al pudor”. Estos, a la vez, son vistos como
crímenes contra las costumbres y no como crímenes contra la persona, de modo que la ley
termina velando más por el patrimonio y la herencia familiar que por la mujer, quien es

11
Segato, Rita L., “Las estructuras elementales de la violencia: contrato y status en la etiología de la
violencia” en Série Antropologia 334, Brasília: Universidad de Brasília, 2003, pág. 14.
12
El gobierno brasilero en 1984 ratificó la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW), adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
1979; en 1988 la Constitución Federal de 1988 modificó la concepción sobre los derechos de familia los
cuales se consolidaron en el nuevo Código Civil vigente desde 2003; en 1995 acató la Convención
Interamericana para Prevenir, Punir y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida como “Convención de
Belém de Pará”, aprobada por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos en
1994; y en 2002, a diferencia de países como Argentina, Chile, Colombia, Cuba y El Salvador, ratificó
también el Protocolo Facultativo a la CEDAW, adoptado por la ONU en 1999. Los planteos de Montero y
Segato quedan ratificados hoy en día ante el caso de la activista y concejala brasileña Marielle Franco,
defensora de los derechos humanos, en especial de las mujeres, los afrodescendientes, la comunidad
LGTBI y las personas que hacen vida en las favelas, las zonas de mayor pobreza y violencia en Brasil,
asesinada al retirarse de un evento feminista en el centro de la ciudad de Rio de Janeiro. O el reciente
caso del asesinato de Olivia Arévalo Lomas, lideresa indígena shipibo-konibo y defensora de los derechos
de los pueblos amazónicos. Si le sumamos todos los femicidios, travesticidios y transcidios que tristemente
suceden día a día en pleno siglo XXI el planteo queda más que ratificado.
concebida como “status-objeto, status-instrumento del linaje y de la herencia, status-
dependiente y vinculado a la honra masculina”. Pero la autora también reconoce la
necesidad de legislar pues la presencia de un marco jurídico permite “desprogramar” la
cultura, evaluarla, hacerle juicio ético y desaprobarla. Si bien esto depende de una reforma
moral la ley tiene la capacidad de consolidar un nuevo e igualitario ambiente moral. La ley
constituye un sistema de nominación de prácticas y experiencias deseables y de las no
deseables dentro de una sociedad, y esta simbolización habilita la reflexión, la
transformación, la generación de una conciencia desnaturalizadora del orden vigente y la
producción de señales de evitabilidad.
Como crítica a la segunda corriente Montero afirma que en determinados contextos hay
otras identidades sociales que son tan o más prioritarias que la diferencia sexual. Por su
parte Segato plantea que parte del status moral es la relación directa que hay entre la
sumisión de la mujer y la dignidad de los pueblos. En algunas comunidades étnicas hay un
equilibrio y una proporcionalidad entre la dignidad, la moral, la consistencia y la fuerza del
grupo y la subordinación femenina. Entonces ley moderna, al querer garantizar la autonomía
femenina y la igualdad, se encuentra con la dificultad de que la libertad de la mujer
emascula al hombre y fragiliza al grupo. Ante políticas públicas a favor de las mujeres, las
mujeres indígenas con las que la autora ha trabajado se han dividido en dos lealtades: la
lealtad al género y la lealtad al grupo étnico. Así pareciera que los derechos de las mujeres y
los derechos étnicos no se suman sino más bien se encuentran en tensión (mientras
continúe la perspectiva de moral tradicional y del sistema de status).

IV. Montero plantea la necesidad de abrir un diálogo entre los diversos planteamientos pues
esto permitiría encontrar elementos útiles “para ir reformulando un pensamiento feminista
necesariamente más abierto y plural.”13. Alejandra Ciriza da fundamentos para demostrar
que no es tan simple ni neutral poder desarrollar genealogías en este lado del mundo o
feminismos del Sur si se parte del dialogo aparentemente intercultural que pretende el
feminismo Occidental. La autora argentina al buscar y reconstruir las genealogías
autóctonas14 que procuren un cierto horizonte de comprensión, el trazado de continuidades y
una forma de pensar el vínculo pasado-presente se pregunta “¿cómo son nuestros
feminismos?” a lo cual responde cuestionando tanto la neutralidad corporal como la
ubicuidad del saber, ese conocimiento legitimado que se pretende universal y neutro. Para la

13
Montero, Justa, “Igualdad y diferencia. Encrucijada del movimiento” en AAVV, “Feminismo, entre la
igualdad y la diferencia” en El Viejo Topo; Nº73. Barcelona: marzo, 1994, pág. 40.
14
La autora por lo general habla de “nuestras genealogías”, yo he optado por la denominación
“genealogías autóctonas” por el hecho de que, siendo un varón cisgénero, pienso que no tengo el derecho
o la condición como para formar parte de ellas.
autora las genealogías autóctonas de la Abya Yala15 tienen múltiples y contradictorias raíces
posibles de localizar en su compleja y a menudo trágica historia, tanto en las experiencias
de explotación y dominación como en los combates y resistencias de mujeres y feministas
de estas tierras.
Ciriza retoma la teoría de la dependencia 16 la cual plantea que el vínculo entre conquista,
colonización y en el papel jugado por el capital extranjero es la causa de las particulares
formas de la organización de la propiedad, la tenencia de tierras y explotación en América
Latina. Llevado al ámbito intelectual esto da cuenta de un vínculo entre formas de
pensamiento filosófico y condiciones efectivas de sometimiento en la que se hallan los
países del Tercer Mundo. Esto ha generado que el pensamiento filosófico latinoamericano
haya realizado copias de modelos extranjeros respondiendo a quienes tienen intereses en
mantener nuestros pueblos en condiciones de sujeción a los centros de poder, y a la vez
haya negado al pensamiento indígena autóctono. Europa, al conquistar el mundo “a sangre
y fuego” expandió su cultura imponiéndola como “La Cultura” a la vez que fueron borrando
las huellas de lxs vencidxs privándonos de sus saberes, de sus nombres, de sus
concepciones del mundo, de sus lenguas y sus palabras, de los documentos que registran
sus historias. Así proletarias, campesinas explotadas y mujeres racializadas, al hallarse con
la dificultad de la colonialidad del saber, han quedado fuera del saber legitimado como
universal. Las genealogías autóctonas se encuentran, entonces, dispersas “inesperadas
para las europeas, desconocidas para otras mujeres del Sur, occidentalizadas para las
feministas comunitarias” y el feminismo sudamericano se las tiene que ver con atolladeros
como el eurocentrismo, el androcentrismo y el racismo. Por lo tanto a la hora de buscar y
reconstruir las genealogías autóctonas no puede tomarse las diferencias de clase y raza
como algo menor entre las mujeres sino como productos de sistemas estructurales de
dominación que han influido en las corporalidades, y han definido y organizado el mundo y
la vida social.
Desde esta perspectiva Ciriza cuestiona a Amorós, autora que, interesada en el dialogo
intercultural, plantea la construcción de un canon multicultural para elaborar una plataforma
universal de demandas feministas. Pero, como hemos visto con Puleo, Amorós plantea al
feminismo como un producto de la modernidad y de la Ilustración. De modo que para estar
en el canon feminista habría que legitimar racionalmente las aspiraciones de las mujeres a
la autonomía moral según estándares que la modernidad occidental establece, y el
15
Mientras Occidente denomina a nuestro territorio América, Ciriza prefiere la denominación Abya Yala.
Según la autora este nombre es utilizado por diversas comunidades indígenas de todo el continente como
símbolo de identidad y de respeto por la tierra que habitamos y fue empleado con un sentido político a
partir de la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, llevada a cabo
en Quito en 2004.
16
Teoría desarrollada en los ´70 por André Gunder Frank, Fernando Henrique Cardoso, Enzo Faletto,
Osvaldo Sunkel, Pedro Paz y Augusto Salazar Bondy pero que sin lograr en ese entonces una confluencia
con las críticas al sexismo o al androcentrismo.
feminismo quedaría así definido como una teoría racional susceptible de someterse a
criterios normativos que corren el riesgo de que se les deslicen rasgos específicos de la
cultura occidental como precondición para el dialogo 17. Según Ciriza esto genera una
autoridad que no deriva del diálogo ni de consenso alguno, sino de la imposición de reglas
académicas europeas y del feminismo occidental. Y así quienes no cumplen con estos
criterios no serían feministas ni podrían ingresar en el canon o el diálogo multicultural.
Ciriza en cambio plantea a los feminismos del Sur más que como posiciones teóricas
encuadradas en un proyecto normativo, como “una práctica de transgresión o resistencia
ante los dispositivos y reglas patriarcales, heterosexistas, racistas y capitalistas y [que] se
han articulado de diversas maneras a las experiencias de mujeres y disidentes sexuales en
sus contextos históricos y sociales”18. La autora retoma la perspectiva cronológica propuesta
por Enrique Dussel quien plantea que a partir el desarrollo de la modernidad, la emergencia
del capitalismo y la constitución del sistema-mundo en 1492 se han ido generando la
organización de diversas periferias a lo largo de los siglos: la América Central y del Sur en
los siglos XV y XVI, a los que se incorporan América del Norte en el XVII, el mundo
musulmán, el África bantú y Asia del Sur en el XIX. Esto ha generado procesos
revolucionarios, transformaciones económicas y la emergencia de una forma de racionalidad
ilustrada que, según la autora, no sólo se trata de la dominante europea, blanca, burguesa y
androcéntrica, sino también de otra racionalidad, crítica a la anterior. Es decir aquella que,
determinada por las tensiones entre centro y periferia y por desiguales procesos históricos,
ha orientado a les criolles americanes en la lucha por la propia emancipación; la que ha
habilitado a las críticas feministas, o a las luchas proletarias, a las luchas indígenas y a las
luchas antirracistas. Esto le permite a Ciriza rescatar figuras como las de Manuela Sáenz y
Javiera Carrera, Juana Azurduy, Micaela Bastidas, Gregoria Apaza y Bartolina Sisa.
Tomando como base las críticas de Ciriza, por último retomaremos la propuesta de
Rosalva Aída Hernández Castillo respecto a cómo se han de desarrollar los diálogos entre
los diferentes planteamientos feministas. Hernández Castillo plantea la necesidad de
construir alianzas entre diversas luchas y de articular micro-políticas entre las distintas
regiones del planeta para poder confrontar al proyecto neoliberal. Por lo cual resulta
prioritario compartir experiencias de las luchas llevadas a cabo en el llamado Tercer Mundo y
establecer diálogos constructivos sur-sur ya que aportan, por un lado, a la visibilización de
los feminismos poscoloniales, sus cuestionamientos al etnocentrismo feminista y sus

17
Como por ejemplo exigir la aceptación del contrato social propio de las democracias modernas
occidentales en el que la unidad familiar es conformada por un matrimonio heteronormativo. O la
aceptación de definiciones enunciadas por Occidente acerca de lo que es ser una mujer del Tercer Mundo.
Frente a esto resulta interesante recordar que Puleo rescataba el lado emancipatorio de la ilustración para
desarticular los estereotipos de sexo, lo cual es positivo y podría entrar en debate con el planteo de Ciriza.
18
Ciriza, Alejandra, “Construir genealogías feministas desde el sur: encrucijadas y tensiones” en Millcayac -
Revista Digital de Ciencias Sociales, Vol. II. Nº3, Mendoza: UNCuyo, 2015, pág. 94.
propuestas teóricas de historizar y contextualizar el análisis de la desigualdad de género, y
por otro, al reconocimiento de la pluralidad de contextos en los que las mujeres construyen
sus identidades de género, viven las relaciones de desigualdad y desarrollan sus propias
estrategias de lucha.

V. Hemos visto que, efectivamente, si queremos abordar al feminismo desde la filosofía no


podremos prescindir ni del feminismo de la igualdad ni del pensamiento y prácticas de la
diferencia. Tanto el reclamo por la igualdad de oportunidades y la igualdad de género a partir
de un pensamiento crítico como la afirmación de un orden sociosimbólico femenino y sin
mediaciones masculinas son elementos esenciales en el feminismo filosófico. Pero también
hemos visto que ambas corrientes tienen sus límites si ponemos en juego el contexto donde
se desarrolla un discurso. El propósito de este trabajo fue cuestionar la universalidad de
saberes legitimados y con ello ver una perspectiva con la cual encarar los diálogos entre
planteamientos diferente a cómo los piensa Occidente. Tanto las corporalidades como los
saberes poseen marcas del contexto donde se van dando y están siendo. Esto se hace
patente a la hora de pensar en el feminismo del Sur y las genealogías autóctonas.
Hoy hay una mayor conciencia y se refleja en experiencias como los Encuentros de
Mujeres, las marchas de Mujeres o en el aumento de aceptación de la necesidad del aborto
legal, seguro y gratuito. Pero no sólo queda un largo trecho sino que también hay
retrocesos: la muerte y la marginalidad son moneda corriente en sociedades cada vez más
fragmentadas y en las que el neoliberalismo pisa cada día más fuerte de la mano de la
feminización de la pobreza. Por ello se vuelve urgente el diálogo sur-sur que propone
Hernández Castillo para fortalecer el frente de batalla y para poder agilizar la reforma moral
planteada por Rita Segato. Esta última autora plantea que problemas como la violencia de
género y el sexismo no han de quedar solamente en manos de las mujeres, también atañen
a los hombres19. Mi postura es que los varones cisgénero poco y nada debemos decir
acerca de los lineamientos que ha de seguir el feminismo y que las nominaciones “varón
feminista” o “varón antipatriarcal” todavía nos quedan grandes. En cambio nuestro aporte ha
de ser realizar un hara-kiri y matar a nuestro patriarca interno (y también externo), es decir
realizar la urgente tarea colectiva de deconstruir nuestra masculinidad, nuestros machismos,
reflexionar, sentirnos incomodos, problematizar, visibilizar, denunciar y erradicar la violencia.
Y a la vez, nos concierne como tarea aprender a escuchar a les compañeres.
Bibliografía:

19
Segato, Rita L., “Las estructuras elementales de la violencia: contrato y status en la etiología de la
violencia” en Série Antropologia 334, Brasília: Universidad de Brasília, 2003, pág. 16.
- Ciriza, Alejandra, “Construir genealogías feministas desde el sur: encrucijadas y
tensiones” en Millcayac - Revista Digital de Ciencias Sociales, Vol. II. Nº3,
Mendoza: UNCuyo, 2015.
- Hernández Castillo, Rosalva A., “De Feminismos y Poscolonialismos: Reflexiones
desde el sur del Río Bravo” en Hernández Castillo, Rosalva A. y Suárez Navaz,
Liliana (eds.) Descolonizando el Feminismo: Teorías y Prácticas desde los
Márgenes, Madrid: Cátedra, 2008.
- Montero, Justa, “Igualdad y diferencia. Encrucijada del movimiento” en AAVV,
“Feminismo, entre la igualdad y la diferencia” en El Viejo Topo; Nº73. Barcelona:
marzo, 1994.
- Puleo, Alicia H., “Memoria de una ilustración olvidada” en AAVV, “Feminismo, entre
la igualdad y la diferencia” en El Viejo Topo; Nº73. Barcelona: marzo, 1994.
- Rivera, María M., “Partir de sí” en AAVV, “Feminismo, entre la igualdad y la
diferencia” en El Viejo Topo; Nº73. Barcelona: marzo, 1994.
- Segato, Rita L., “Las estructuras elementales de la violencia: contrato y status en la
etiología de la violencia” en Série Antropologia 334, Brasília: Universidad de
Brasília, 2003.

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