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Reflexiones e historias sobre el conflicto armado: una conmemoración a sus víctimas

La actividad llevada a cabo desde la representación de Ciencia Política con el apoyo y trabajo activo
de estudiantes del programa, busca mostrar las historias y reflexiones de las víctimas del conflicto
armado. Sin embargo, acá buscamos revelar todas las caras de las víctimas, desde civiles,
empresarios y hasta integrantes de los grupos armados, para dejar claro que no solo algunos o
algunas han sido víctimas; sino que, en cierto modo gran parte de la sociedad colombiana se ha visto
afectada de manera directa o indirecta en esta tragedia, independientemente del rol que algunos y
algunas hayan tenido en el pasado.

Así mismo, se exponen algunas reflexiones sobre el rol que todos y todas jugamos en el nuevo
panorama que se nos presenta: el del largo y difícil camino de la paz; donde muchas de las
reflexiones nos muestran y nos dejan claro que incluso habiendo vivido la guerra en carne propia,
podemos reconciliarnos los unos a los otros como sociedad e iniciar una nueva historia para nuestro
país.

(IMAGEN 4) Carta desde la selva a mi hija, que nunca vi crecer:

La guerra nos trajo profundas huellas en el aspecto familiar. El núcleo familiar desapareció por
todo el territorio nacional. A quienes lograron sobrevivir, les hemos perdido su huella y todavía no
los hemos encontrado. La guerra nos separó de nuestros hijos, no los vimos nacer y la mayoría de
veces no los vimos crecer, no pudimos bañarlos, cambiarle un pañal, salir de paseo con ellos y los
afectos fueron lesionados y siempre estuvieron ausentes. Anita, mi hija, de madre guerrillera y
padre guerrillero, nació el 7 de junio de 1998 en Medellín. A los dos meses, cuando su madre venía
de la casa de mi mamá, fue bajada del bus y vilmente asesinada y descuartizada por los
paramilitares. La niña quedó sola, de dos meses de edad. La volví a ver en La Habana a los 18 años.
Por eso publico esta carta, porque también somos víctimas y la guerra también nos desgarró el
corazón, hasta un punto difícil de superar.

(IMAGEN 6) El monumento de las armas


Soldado anónimo (entrevistado)

Cuando recibí las armas depuestas por la guerrilla de las Farc para construir con ellas un
monumento, reflexioné cuidadosamente sobre dicha posibilidad y llegué a la conclusión de que lo
indicado era más bien construir algo que se opusiera conceptualmente a la noción misma de un
monumento, es decir, un contra monumento. Preferí no construir un monumento porque, como
su nombre lo indica, el monumento es monumental; jerarquiza y presenta una visión triunfalista
del pasado bélico de una nación. Su principal función es someternos o empequeñecernos como
individuos frente a una versión grandiosa y totalitaria de la historia.

La tarea principal del arte es la de dar cabida a múltiples lecturas de un mismo hecho. Y Es
honestamente ahí donde la relación memoria/arte se convierte en una herramienta esencial para
que podamos construir zonas de contacto o zonas de encuentro en las que los colombianos
logremos cohabitar.

(IMAGEN 10) Regresando del infierno y aferrado a la vida

Cuando le dije la decisión tomada, ella me miró como diciéndome: -Nunca más nos volveremos a
ver. Me dijo: -son pocos días. Le dije: -sí amor, son poco días. Aunque yo sabía que todo era
incierto. No teníamos guerrilleros ni guerrilleras para pelea y son terrenos muy difíciles para
transportar una hamaca. Cuando la hamaca salió con ella, yo estaba parado viéndola, y ella me
sacudía la mano despidiéndose, eso para mí era como una puñalada en lo más profundo de mi ser
y me sentí impotente al no tener recursos humanos para enfrentar tal situación con altura y con
honor. Al fin, aquella hamaca desapareció en la curva quebrada, se iba un pedazo de mi vida, al fin
y al cabo venía del infierno, pero le había ganado una nueva batalla a la muerte, y tal vez, pensé,
jamás te volveré a ver –hoy revisando estas líneas, después de 6 años, jamás la volví a ver. Se
perdió en el universo de gente que ha dejado por ahí esta guerra cruel-.

(IMAGEN 11) Adiós a las armas

A mi campamento llegaron las imágenes crueles y feroces del exterminio en la voz de los
sobrevivientes. Los indígenas se nos sumaban en masa huyendo de la destrucción, pero el Frente
no tenía la capacidad para asimilarlos. Tuve la certeza de que los indígenas iban a buscar la muerte
y no a conquistar la vida en guerrilla. Primaba un instinto de defensa con decoro y no el amor por
una causa. Tenían la masacre en su parcela, desamparados y preferían la dignidad de morir en la
guerrilla.

(IMAGE 15) Jhonny Rojas, soldado profesional del ejército:

“Eran las dos de la tarde. Cuando me di cuenta que estaba en un campo minado de las Farc ya
tenía pisado uno de los artefactos, me estuve ahí quieto como media hora, mientas mis otros
compañeros trataban de auxiliarme. Luego sentí una explosión que me mandó a volar unos 100
metros hacia adelante, tenía el cuerpo caliente, estaba aturdido, ya no tenía la pierna, contó”

(IAMGEN 18) Hace mucho dejé de ser víctima:


Clara Rojas
A pesar de mi secuestro no tengo odio, he perdonado me he reconciliado conmigo misma y he
podido entender dentro de lo complejo de esta guerra lo sucedido. Es respetable la postura de
quienes quieren cárcel para los victimarios (…) nunca me he planteado que el hecho de que alguno
de mis victimarios esté en la cárcel, me sirva para perdonar o sanar. A mí lo que me interesa es
que las Farc entreguen las armas y que no hayan más víctimas, pero no les deseo el mal. Pienso
que la sociedad debe hacer el esfuerzo de entender y de involucrarse en la búsqueda de paz, sin
dejar de expresarse y proponer lo que piensa, pero respetando que otros piensen distinto.

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