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Escuela dominical para Jóvenes intermedios Iglesia IBR “Labranza de Dios” 03 de Marzo del

2019

Serie de clases
“CAMINANDO COMO CRISTIANO GENUINO”

CLASE DOS: INTROSPECCIÓN PERSONAL

Significado: Según la Real Academia española, la introspección es una mirada interior


que se dirige a los propios actos o estados de ánimo. Lo que para nosotros significa un
examen personal, el examinarnos a nosotros mismos.

“Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en
todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están.”
Hechos 15:36

El texto que encabeza esta página contiene una propuesta que el apóstol Pablo hizo a
Bernabé después de su primer viaje misionero. Le propuso volver a visitar las Iglesias
que se habían fundado por medio suyo para ver cómo les iba. ¿Permanecían sus
miembros firmes en la fe? ¿Crecían en la gracia? ¿Avanzaban, o estaban estancados?
¿Prosperaban, o caían? “Volvamos a visitar a los hermanos […], para ver cómo están”.

De manera que cuando Pablo y Bernabé terminaron la primera misión. No la dejaron


abandonada sino que vio Pablo que era necesario volver y ver como estaban, examinar
su condición, ver si estaban en verdad teniendo un crecimiento en la comunión con
Dios. Nosotros debemos hacer lo mismo, la primer misión que el señor hizo fue en
nuestro propio duro y malvado corazón, así que es necesario que cada día que pasa
nosotros volvamos y nos examinemos a nosotros mismos y veamos cómo esta nuestra
comunión con Dios, ver si estamos creciendo constantemente, ver si estamos dedicados
a los medios de gracia, ver si estamos enfocados con nuestra mirada firme en Jesucristo
y en las cosas de arriba, ver si nuestro carácter está siendo moldeado por la Escritura
en el poder del Santo Espíritu, darnos cuenta si no tenemos ningún ídolo en el lugar que
Dios se merece y ver si estamos tomando con la seriedad suficiente la Palabra de Dios
en nuestras vidas.

Esta propuesta era sabia y útil. Grabémosla en nuestro corazón y apliquémosla.


“Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová;”
(Lamentaciones 3:40) y descubramos como está la situación entre nosotros y Dios.

¿Qué nos pide el Señor? Que escudriñemos nuestros caminos y lo busquemos y nos
volvamos a él. ¿Qué significa escudriñar nuestros caminos? Significa examinar nuestro
andar como “cristianos”, la dirección en la que vamos, la meta que perseguimos, el valor
que le damos a los medios de gracia y el constante ascenso en este caminar. ¿Uno vuelve
al Señor cuando ha habido qué? Cuando ha habido una separación, un alejamiento, un
quiebre en nuestra relación.
EL MUNDO DE LAS EMOCIONES

Antes de profundizar en este tema debemos ir al otro lado del lago, la otra orilla, aquel
extremo oscuro de donde surge la necesidad. Hoy en día no es oculto para nosotros que
vivimos en un “mundo de las emociones”, ¿Qué quiero decir? Bueno, que muchos de los
que profesan ser cristianos, no lo son realmente, muchos de los que se autodenominan
cristianos solo por asistir a un culto cada domingo, solo vive una cristiandad pobre,
inútil y externa que no sirve para nada.

Hace 100 años se veía imposible hacer muchas de las cosas que se hacen el día de hoy.
La religión cristiana surge con rapidez y agilidad tremenda, somos libres para hacer
muchas cosa por la obra del Señor para su expansión, hoy en día es cuando más Biblias
se venden y comercializan en todo lugar, vemos muchos apoyando financieramente las
misiones y las obras de culto etc. Pero surge un problema más grande y es la cristiandad
externa. De nada sirve hacer y hacer si no vivimos una real profesión cristiana. Solo
seriamos como metales que resuenan como dice 1 Corintios 13:1. Hoy los jóvenes son
morbosos al buscar experiencias frescas, “nuevas”, manifestaciones agitadas y
desordenadas del “espíritu” pero quien sabe que espíritu será el que produce todo esto,
porque el Espíritu Santo de Dios NO ES.

Queremos ir a los servicios para que nos hagan temblar y caer al suelo, para que nos
hagan reír sin freno, para que nos hablen en trabalenguas y nos hagan sentir súper
poderosos en la presencia de quien sabe cuál “señor”. Y vivimos en una época de
manifestaciones emocionales que atraen a multitud de jóvenes y no solo jóvenes sino
todo tipo de personas, siendo atraídos y llamados por la falsedad, la mentira, la
ignorancia y el provecho.

¿Qué significa vivir en el mundo de las emociones? Significa vivir equivocadamente


buscando experiencias emocionales, sentimentales, vacías y banas. Significa ser guiado
100% por el corazón el cual es malvado. Significa que todo lo que hacemos no tiene una
base firme y al igual que el vapor, las emociones se esfuman y desaparecen rápido y al
no haber una base firme el resultado siempre es el mismo, una vida desperdiciada y
engañada. ¿Sirve de algo vivir en el mundo de las emociones? NO ¿Por qué si o porque
no? Porque es engañarnos a nosotros mismos haciendo miles de cosas sin primero
pararnos sobre una base firme que se mantenga allí siempre y nos permita darle sentido
a todo lo que somos y hacemos.

¿El Espíritu Santo de Dios puede cometer errores? NO ¿El Espíritu Santo es entonces
santo? SI ¿Puede entonces el Espíritu Santo mover a los jóvenes a practicar cosas no
santas? NO ¿El Espíritu Santo mueve a los jóvenes por las emociones? NO ¿La obra del
Espíritu Santo es por convicciones en fe? SI ¿A que son atraídas las personas a través de
estas manifestaciones emocionales? A explorar sensaciones, sentimientos, experiencias
extrañas y sensuales, para sentirse mejor, especial, importante. Para hacer de Dios su
siervo, para hacerse el centro de atención.
1. Pero la pregunta es ¿examinamos nuestras almas el día de hoy? Es de eso que se trata
el tema. Del examinarnos a nosotros mismos para ver el estado en que estamos
caminando.

Así que esta es la primera pregunta que vamos a ver ¿Pensamos alguna vez en nuestras
almas?
Muchos no pueden responder de forma afirmativa a esta pregunta pues ocupan sus
pensamientos en otras cosas como los negocios, el placer, el ocio, las redes sociales, las
amistades, la televisión, el dinero, etc. Pero no están pensando en el destino de sus
almas. No son nada en absoluto y no se toman la molestia de tener opiniones. No es
posible concebir un estilo de vida más irrazonable y con menos sentido; pero no
pretenden razonar acerca de él. Sencillamente jamás piensan en Dios, a menos que se
asusten durante unos minutos por la enfermedad, la muerte de algún familiar, o un
accidente. Si dejamos a un lado dichas interrupciones, parece que ignoran la vida
cristiana por completo y que se aferren a sus caminos fríos e inamovibles, como si nada
fuera digno de que se le dedicara un pensamiento excepto este mundo.

“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos.” Hageo 1:7
“!!Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, Y se dieran cuenta del fin que les
espera!” Deuteronomio 32:29 “Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate
más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen
mal.” Eclesiastés 5:1 “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel
no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.” Isaías 1:3

Aquel que se deja a la ignorancia y no escudriña su alma tendrá que morir y presentarse
ante el tribunal de Dios, y allí él los juzgará; ¿Cuál será su fin entonces?

2. ¿Alguna vez hacemos algo respecto a nuestras almas?

Después de un sermón conmovedor, o tras un funeral, o bajo la presión de la


enfermedad, o el domingo por la tarde, o cuando las cosas van mal para sus familias, o
cuando tropiezan con un brillante ejemplo de cristiano, o cuando cae en sus manos
algún libro o folleto religioso interesante, entonces piensan mucho y hasta hablan un
poco acerca de Dios, de manera vaga. Pero enseguida lo dejan, como si los actos de
pensar y hablar bastaran para salvarlos.

Siempre están pretendiendo, intentando, proponiéndose, diciendo, deseando y


contándonos que “saben” lo que está bien y que esperan que al final se encuentren entre
los justos, pero nunca llegan a efectuar ninguna acción.

“Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo,
ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después,
arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él,
dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.” (Mateo 21:28-30)
“Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán
tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón
de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores,
hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra.”
(Ezequiel 33:31-32)

¿Qué va a oír el pueblo? Las palabras de Dios. ¿Pondrás por obra las palabras oídas? NO
¿Hacen cosas buenas con sus bocas? Si, hacen halagos. ¿El corazón de ellos anda en cosas
malas? Si, está inclinado al mal, a la avaricia. ¿Es necesario entonces examinarnos a
nosotros mismo? Si lo es. ¿Por qué si o porque no? Porque podemos tener la misma
actitud de este pueblo, mostrando que somos muy cristianos de palabras, pero no de
obras, y que nuestro corazón también esta desinteresado de la verdad de Dios.

Cuando es tan común el oír y pensar sin practicar, no es justo que nadie se extrañe que
insista en que los hombres tienen la absoluta necesidad de examinarse a sí mismos.

3. ¿Estamos tratando de satisfacer nuestras conciencias con una religión meramente


formal?

Muchas veces podemos preocuparnos demasiado por nuestra profesión externa, y nos
movemos para que todo salga bien, el culto familiar, la cena del señor, entre otras cosas
pero que es de todo esto sino afecta nuestro corazón.

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Colosenses 3:2 quienes
vean estas personas pueden percibir que sus sentimientos están más en las cosas de
abajo que en las cosas de arriba, las que verdaderamente importan más y que tratan de
maquillar su falta de cristianismo interior por medio de una cantidad excesiva de
formas externas.

¿Qué es tener una religión meramente formal? Es vivir como cristianos de nombre
solamente. Por el acto de asistir a una iglesia o por ser parte de una familia cristiana,
pero no viviendo la vida cristiana en verdad. No explorando todo lo que Dios es y hace
para que aprendamos a vivir como él nos pide y que sabe que es lo mejor para nosotros.
¿El formalismo entonces el algo bueno? NO ¿Por qué si o porque no? Porque es una vida
desperdiciada y pero aun, engañada, un cristiano formal piensa que por tener ese título
será salvo y gozará de toda la promesa de Dios. Pero en realidad se engaña a si mismo
toda su vida pues lo único que le espera es el Infierno.

Pero esta religión formal en realidad no les hace ningún bien. No viven satisfechos.
Como empiezan la casa por el tejado al dar prioridad a lo externo, desconocen por
completo el gozo y la paz del interior, y se pasan la vida en medio de una lucha
constante, consientes en los más secreto de su ser de que algo va mal y, sin embargo, no
saben por qué.

Si amas la vida, no te contentes con la cáscara, la corteza. “Este pueblo de labios me


honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como
doctrinas, mandamientos de hombres” Mateo 15:8-9.

4. ¿Hemos recibido el perdón de nuestros pecados?

Este perdón de los pecados ha sido comprado para nosotros por el eterno Hijo de Dios,
nuestro Señor Jesucristo. Lo ha comprado para nosotros viniendo al mundo para ser
nuestro Salvador, y viviendo, muriendo y resucitando de nuevo como nuestro Sustituto,
en nuestro favor. Lo ha comprado para nosotros a precio de su propia sangre preciosa,
sufriendo la cruz en nuestro lugar y haciendo remisión de nuestros pecados. Pero este
perdón, grande, pleno y glorioso como es, no pasa a formar parte, por norma, de la
propiedad de todo hombre y de toda mujer. No es un privilegio que esté en posesión de
todos los miembros de una iglesia meramente por serlo. Cada individuo debe recibirlo
para sí mismo por medio de su propia fe personal, asirlo por fe, apropiárselo por fe y
hacerlo suyo por fe; o, de lo contrario, por lo que a él se refiere, Cristo habrá muerto en
vano. “El que cree en el Hijo tiene la vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no
verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).

¿Quién es el que perdona los pecados? Jesucristo. ¿Cómo puedo recibir perdón por mis
pecados? por la fe que Dios me da en Jesucristo, me arrepiento sinceramente y confieso
mis pecados y suplico misericordia y perdón. ¿Es necesario confesar mis pecados para
recibir perdón? Claro que sí, de esta manera yo reconozco cada acto de maldad y
rebeldía que he cometido. ¿Qué hizo Jesucristo para perdonar mis pecados? El vino al
mundo, vivió perfectamente, murió en una cruz, derramo hasta la última gota de su
sangre y me reemplazó recibiendo toda la ira de Dios que yo merecía. ¿Creer en el Hijo
es necesario para recibir perdón por mis pecados? Si ¿Por lo tanto creer en el Hijo es
tener la vida eterna? Así es. ¿Qué le sucede a los que no creen en el Hijo? Están destinados
a sufrir los terrores del Infierno que es la ira de Dios por la eternidad.

No es posible imaginar términos más sencillos y más adecuados para el hombre. Como
decía el anciano Latimer al hablar de la cuestión de la justificación: “No es más que creer
y tener”. Solo hace falta fe; y la fe no es otra cosa que la confianza humilde y sincera del
alma que desea ser salva. Jesús es capaz de salvar y está dispuesto a hacerlo; pero el
hombre debe venir a él y creer. Todos los que creen son justificados y perdonados en el
acto; pero, sin creer, no hay perdón.

Una anciana dijo una vez en su ancianidad “la vida eterna comenzó en mi alma con una
conversación que mantuve con un anciano caballero que venía a visitar a mi padre
cuando yo no era más que una niña”. Un día me tomó la mano y me dijo: ‘Querida niña,
mi vida casi ha acabado y es probable que vivas muchos años después de que yo me
haya ido. Pero jamás olvides dos cosas. La primera es que es posible recibir perdón de
nuestros pecados mientras vivimos. La segunda es que es posible saber y sentir que
estamos perdonados’. Doy gracias a Dios de que nunca he olvidado sus palabras” ¿y
nosotros? No descansemos hasta que sepamos y sintamos que somos perdonados.

5. ¿Somos conscientes de haber tenido una experiencia de conversión a Dios?

Sin conversión no hay salvación: “sin no os convertís y os hacéis como niños, no


entraréis en el reino de los cielos”; “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es
de El”; “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (Mateo 18:3; Juan 3:3; Romanos 8:9;
2 Corintios 5:17). Por naturaleza todos somos tan débiles, tan mundanos, tan ocupados
en lo terrenal, tan inclinados al pecado, que sin un cambio profundo no podremos servir
a Dios en esta vida, ni podremos disfrutar de él después de la muerte. Y esto es algo que
se nota en nosotros, si se ha producido se notará.

Conciencia de pecado y profundo aborrecimiento del mismo, fe en Cristo y amor hacia


él, deleite en la santidad y anhelo por ser más santo, amor hacia el pueblo de Dios y
desagrado por las cosas del mundo; estos son los signos y las pruebas que siempre
acompañan a la conversión. No podemos ser cristianos hipócritas y existen muchas
conversiones falsas así que debemos preguntarnos ¿somos realmente convertidos?

6. ¿Tenemos idea de lo que es la santidad cristiana práctica?

Es tan cierto como el resto de la Biblia que sin santidad nadie verá al señor. (Hebreos
12:14). Es igualmente cierto que la santidad es el fruto invariable de la fe salvadora, la
prueba verdadera de la regeneración, la única demostración sólida de que la gracia
mora en el interior de la persona, la consecuencia cierta de la unión vital con Cristo. La
santidad no es ser absolutamente perfecto y estar libre de toda falta. ¡Ni mucho menos!
Las palabras insolentes de algunos que dicen disfrutar de una “comunión
ininterrumpida con Dios” durante muchos meses merecen que las reprobemos
grandemente, porque despiertan expectativas contrarias a la Escritura en las mentes
de los creyentes jóvenes y, en consecuencia, les hacen daño. La perfección absoluta es
para el Cielo, no para la tierra, donde tenemos un cuerpo débil, un mundo malvado y un
diablo incansable que acechan de continuo nuestras almas. Tampoco es posible llegar
nunca a la verdadera santidad cristiana, ni mantenerla, sin una lucha y una batalla
constantes.
¿La santidad es ser absolutamente perfecto? No. ¿Dónde seremos perfectos
absolutamente? En el Cielo, la eternidad. ¿Aquí en la tierra debemos ser santos? Si. ¿Es
difícil ser santo aquí en la tierra? Muy difícil. ¿Es necesario luchar contantemente para
ser santos? Si lo es. ¿Entonces debo esforzarme para vivir en santidad? Si debo hacerlo.
¿Vivir en Santidad es ser un cristiano genuino? Si lo es. ¿Habrá cambios notorios cuando
vivo en santidad? Serán muy notorios los cambios de alguien que vive en santidad. ¿Al
vivir en santidad voy a dejar de hacer ciertas cosas? Si, muchas cosas dejaré de hacer y
las reemplazaré por otras buenas practicas. ¿Qué cosas deberían cambiar en mi cuando
vivo en santidad? Dejo de amar el pecado y comienzo a odiarlo con toda el alma, dejo de
desperdiciar mi tiempo en cosas banas y comienzo a usarlo para la devoción a Dios.
Dejo de tener malas actitudes y un mal carácter con los demás y comienzo a practicar
el amor, la bondad, la misericordia, el perdón, la bondad etc. Dejo de vagar por el mundo
y comienzo a buscar el reino de Dios. Entro otras cosas.

“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como
quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” (1 Corintios 9:26-
27) la santidad debe ir acompañada de un esfuerzo personal. Sin embargo, débil e
imperfecta como es la santidad de los mejores santos, es verdadera y tiene un carácter
tan inconfundible como la luz y la sal. No empieza y acaba con declaraciones ruidosas:
más que oírse, se verá. La santidad bíblica genuina llevará al hombre a cumplir con su
deber en el hogar, y adornará su doctrina en las pequeñas pruebas de la vida cotidiana.
Volverá al hombre humilde, bondadoso, amable, generoso, manso y perdonador. No le
obligará a salir del mundo y a encerrarse en una cueva como un ermitaño, sino que le
impulsará a cumplir con su deber en aquel estado en que Dios le haya llamado,
siguiendo los principios cristianos y conforme al modelo de Cristo. Sé muy bien que este
tipo de santidad no abunda. Este es el modelo de cristianismo práctico que por
desgracia es muy raro en nuestros días.

7. ¿Tenemos idea de lo que es disfrutar de los medios de gracia?

Cuando hablo de los medio de gracia, tengo en mente principalmente cinco cosas: la
lectura de la Biblia, la oración privada, la adoración pública, el sacramento de la Cena
del Señor, y el día de reposo. Estos son los medios que Dios ha designado por su
misericordia con el propósito de comunicar su gracia al corazón del hombre a través
del Espíritu santo o mantener la vida espiritual después de que esta ha empezado.
Mientras el mundo perdure, la condición del alma del hombre siempre dependerá en
gran medida de la forma y el espíritu con que emplee los medios de gracia. Y digo la
forma y el espíritu deliberadamente y a propósito. Sin embargo, muchos usan los
medios de gracia de forma formal como por obligación pero no acuden a ellos con
sentimiento, cariño o interés, disfrutar de ellos como debería ser. Así que
preguntémonos, ¿estamos usando los medios de gracia con alegría y dicha?

¿Cuántos son los medios de gracias? 5 ¿Cuáles son los medios de gracia? la lectura de la
Biblia, la oración privada, la adoración pública, el sacramento de la Cena del Señor, y el
día de reposo. ¿Para qué son estos medios de gracia? Para tener comunión con Dios. ¿Es
necesario utilizar los medios de gracia? Muy necesario, sin ellos es imposible tener una
relación con Dios. ¿Qué me puede pasar si no uso los medios de gracia? Al final de la vida,
nunca tuve una relación con Dios, de manera que no pude conocerlo, ni saber Su
voluntad para mi vida, ni vivir de forma piadosa, ni vivir en santidad, ni dejar el pecado
ni cambiado mi forma de pensar, ser y actuar. Finalmente terminando mi vida sin Dios
en la eternidad.

8. ¿Alguna vez tratamos de hacer algún día bien en el mundo?

Nuestro señor Jesucristo, mientras estuvo en la tierra, continuamente “andaba


haciendo el bien” (Hechos 10:38). Los apóstoles y todos los discípulos de los tiempos
bíblicos siempre estaban luchando por andar en sus pasos. Cuando un cristiano se
conforma con ir al Cielo solo, y no se preocupa por lo que vaya a ser de los demás, ni de
si viven felices y mueren en paz o no, en tiempos de la iglesia primitiva se le habría
considerado una especie de monstruo que no tenía el Espíritu de Cristo.

En la actualidad hay una generación de personas que se dicen cristianas y que parece
que no saben lo que es preocuparse por sus prójimos y que están totalmente absorbidas
por sus preocupaciones fundamentales, es decir, las suyas y las de su familia. Comen,
beben, duermen, visten, trabajan, ganan dinero y los gastan año tras año; y si los demás
son felices o desgraciados, si están sanos o enfermos, si son conversos o inconversos, si
viajan hacia el Cielo o hacia el Infierno, parece que son cuestiones que les dejan
completamente indiferentes. ¿Puede esto estar bien? Lo dudo.

En todas partes del mundo hay mucho que hacer. No hay un solo lugar donde no haya
campos de trabajo y puertas abiertas para ser útiles, si es que queremos entrar por ellas.
No hay un solo cristiano que no pueda hallar alguna buena labor que hacer por los
demás si tiene el valor de hacerla. El hombre o la mujer más pobre aunque no tenga ni
cien pesos para dar, siempre pueden mostrar su profunda simpatía hacia el enfermo y
el afligido; y, simplemente a través del buen carácter y el tierno deseo de ayudar, puede
disminuir la desgracia y acrecentar el consuelo de algún ser humano en este mundo
turbulento. De tal manera que debemos examinarnos y ver si este deseo esta en nuestro
ser y si no trabajar con nuestro carácter pues no de un cristiano genuino el ser
indiferente.

¿Es bueno cuando pienso en salvarme a mí mismo y no pienso en los demás? Si lo es. ¿Es
necesario que como Cristiano genuino piense en los demás? Es necesario. ¿Puedo yo
hacer algo para ayudar a los demás a ir a Cristo? Tengo el poder del Espíritu de Dios, el
mandato de Dios y las herramientas, habilidades y vitalidad para hacerlo. ¿Cómo podría
ayudar a los demás a hacer este gran bien? Si este deseo está en nuestro corazón
entonces es una buena señal, y podemos llevar el evangelio de salvación, dando a
conocer a los no creyentes de las malas noticias de su mala trayectoria en el pecado y
de su malvado corazón que lo inclina a la maldad para luego mostrarle las buenas
noticias de que hay un remedio divino para el pecado, el cual es un remedio disponible
para todo aquel que quiera tomar de él y beneficiarse de su eficaz bendición, y este
remedio esta únicamente en Jesucristo.

9. ¿Tenemos idea d lo que es vivir una vida de comunión habitual con Cristo?

Con “comunión” me refiero a ese hábito de “permanecer en Cristo” a que se refiere


nuestro Señor en el capítulo 15 del Evangelio de Juan como elemento esencial para
llevar fruto cristiano (Juan 15:4-8).

¿Qué es una Vid? Es el arbusto que da el fruto de la uva. ¿Qué son los pámpanos? Estos
son las ramas de la Vid. ¿Si el pámpano se desprende se muere? Si ¿Si el pámpano se
muere puede dar frutos? No. ¿Es necesario permanecer unidos a toda la vid para dar
fruto? Si. ¿Entonces es necesario permanecer unidos a Cristo para dar frutos? Si lo es. ¿Un
Cristiano genuino debe dar frutos? Es una señal notoria de que es verdadero cristiano.
¿Cuáles son los frutos que usted puede dar como Cristiano genuino? Los frutos del
Espíritu son el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la
mansedumbre y la templanza.

Este pasaje es muy importante y debemos tener en cuenta lo siguiente: Los pámpanos
son las ramas de la vid de donde brotan las hojas, las flores los racimos de uvas, un
pámpano tiene una conexión vital con la vid, el pámpano separado de la vid muere, pero
la vid continua viva, es decir que el pámpano necesita de la vid para vivir y para
producir. De manera que sin Cristo nada podemos hacer y estamos muertos y
destinados a sufrir en el infierno por la eternidad. Pero si estamos unidos a Cristo en
todo, entonces tendremos vida, y tendremos la capacidad, las habilidades, las
herramientas necesarias dadas por Jesucristo mismo para poder dar fruto, para poder
vivir la vida como un cristiano genuino.

Entiéndase claramente que la unión con Cristo es una cosa y la comunión es otra. No
puede haber comunión con el Señor Jesús sin que primero haya unión; pero por
desgracia es posible que haya unión con Jesucristo y que después se mantenga con él
poca o ninguna comunión en absoluto. La diferencia entre estas dos cosas no es como
la que hay entre dos fases distintas, sino como la que existe entre los extremos superior
e inferior de un plano inclinado. La unión es el privilegio común de todos aquellos que
perciben sus pecados, se arrepienten de verdad, vienen a Cristo por la fe y son
aceptados, perdonados y justificados en él. ¡Me temo que hay demasiados creyentes que
nunca pasan de esta fase! En parte por ignorancia, en parte por pereza, en ate por temor
del hombre, en parte por un amor secreto hacia el mundo, en parte por algún pecado
principal no mortificado, se contentan con un poco de fe, un poco de esperanza, un poco
de paz y una pequeña medida de santidad. ¡y viven toda su vida en esta condición,
dudando, débiles, deteniéndose y llevando fruto solo “a treinta por uno” hasta el final
mismo de sus días¡

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