3
4
Primera parte
INTRODUCCION
HISTORICA
5
1
JUAN EL BAUTISTA Y LOS ESENIOS
2
JESÚS Y LOS ESENIOS
3
EL BAUTISMO DE JUAN Y EL DE
JESÚS
4
LOS ESENIOS Y LA IGLESIA PRIMITIVA
5
LA FORMACION DE LOS EVANGELIOS
SEGUNDA PARTE
INTRODUCCION FILOSOFICA
141
ADAN Y EVA
TERCERA PARTE
LAS IDEAS DE JESUS
171
1
LA EXPECTACIÓN MESIÁNICA
2
EL REINO DE DIOS
sus muertos; son los que están muertos los que hacen
duelo a sus muertos.
Y aquí vemos cuán anticristiana es la costumbre del
luto; no solamente por lo que tiene de apariencia y
formalismo, no solamente porque sea resultado de
una superstición, sino por la influencia que puede te-
ner sobre el alma del individuo. En primer lugar, el lu-
to es una apariencia o formalismo semejante a los que
tantas veces reprobó Jesús en los fariseos. En segundo
lugar, es el resultado de una superstición. Se cuenta
que el luto se originó en la creencia de que, cuando
una persona está a punto de morir, los espíritus
diabólicos se aproximan y lo rodean tratando de lle-
varse su alma; y para protegerse de ellos, los circuns-
tantes debían vestir de negro y cubrirse el rostro, por-
que los espíritus, habitantes de la oscuridad, no perci-
ben el color negro. La verdadera razón parece ser algo
diferente: el que cree en los espíritus, cree que el alma
de un hombre, al desprenderse de su cuerpo, adquiere
poderes extraordinarios, superiores a los de los mor-
tales, y es capaz de conocer los pensamientos y los de-
seos más íntimos de los vivientes; y entonces podía
vengarse de todo lo que éstos -y en particular sus más
allegados parientes y amigos- le habían hecho o de-
seado hacerle. Y una manera de ocultarse era vestirse
de negro. También por esto se acostumbraba en otro
tiempo cubrir los espejos -las legendarias puertas por
193
3
LAS TENTACIONES
4
LA RIQUEZA
fondo, que los pobres reciban, sino que a los ricos les
quiten, y que con ello satisfaga su envidia respecto a
los que tienen más que él. Y el otro móvil, el más hon-
do, es el que denuncié al principio de este estudio: el
miedo a la libertad y el consecuente anhelo de ser am-
parado, protegido y alimentado.
(En los relatos evangélicos de este suceso de la un-
ción, se intercala una supuesta excusa que da Jesús
para aceptar el perfume: ―Al derramar ella este per-
fume sobre mi cuerpo lo ha hecho para mi enterra-
miento.‖ (Mt., XXVI, 12) Pero esta excusa es tan ex-
travagante e incongruente, que resulta inaceptable y
por ello, debemos afirmar que fue indebidamente in-
terpolada por el evangelista o el pre-evangelista. ¿Qué
tiene que ver el perfume con el enterramiento? ¿A
quién, que haya usado alguna vez un perfume, se le ha
ocurrido que se está embalsamando para su sepultu-
ra? Y Lucas relata otro caso en que Jesús es ungido
con perfume por una mujer, con gran satisfacción de
su parte y sin dar excusas por ello ni acordarse de los
pobres. (VII, 36-50)
Que Jesús era partidario del lujo y de la buena vida,
se desprende también de los numerosos pasajes del
evangelio -que después citaré- en que compara el re-
ino de los cielos a fiestas y banquetes, de las varias ve-
ces en que lo vemos disfrutando de fiestas y especial-
mente en casa de Levy, que le da un ―gran banquete‖,
257
5
LA DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA
6
EL CAPITALISMO
7
EL HIJO DEL HOMBRE
8
LA LEY
9
LA RAZON
10
EL AMOR
11
EL NUEVO TESTAMENTO
12
EL PECADO ORIGINAL
13
EL INFIERNO
14
LA MORTIFICACION
15
LOS MILAGROS
bres, sin contar las mujeres y los niños." Con esta sola
adición, un suceso natural, sencillo y muy ilustrativo
se transforma en un milagro, y ya no nos sirve para
nada.
El afán milagrero de los evangelistas tenía en este
caso modelos de donde copiar; porque ya en otros
tiempos, Elías y Eliseo habían hecho sus multiplica-
ciones de panes, de aceite y de harina, que se cuentan
en el Primer Libro de los Reyes, XVII, 13-6 y en el Se-
gundo, IV, 1-7, 42-4. Pero, como era de esperar, las
multiplicaciones atribuidas a Jesús son mucho más
espectaculares y sensacionales. En uno de los casos
antiguos a que nos referimos, Eliseo, con veinte pa-
nes, dio de comer a cien personas, "y quedaron so-
bras", lo cual, aunque es bastante apreciable, no guar-
da proporción con los cinco panes para cinco mil
hombres, "sin contar las mujeres y los niños."
Incidentalmente, haremos notar que en la versión
de Marcos de la primera multiplicación (VI, 40), se
dice que se acomodaron los hombres por grupos de
ciento y de cincuenta; y en el lugar correspondiente de
Lucas (IX, 14): "haced que se sienten por grupos de
cincuenta". Lo cual parece situarnos en el ambiente de
Cumrán; porque los cumramitas estaban organizados
por millares, centenas, cincuentenas y decenas, según
se desprende del Documento de Damasco. (XIII)
601
16
LA FE
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