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Maria del Rocío Rivera González – Cambios ocurridos en época visigótica

CAMBIOS OCURRIDOS EN ÉPOCA VISIGÓTICA

ISBN - 84-9822-320-2

MARÍA DEL ROCÍO RIVERA GONZÁLEZ


r_riglezpeciezar@msn.com

THESAURUS: Reestructuración del sistema vocálico y consonántico, sistemas vocálicos de la


Romania, vocales tónicas, yod, diptongación, sonorización, fricatización, degeminación.

ARTÍCULOS RELACIONADOS: “Principales cambios ocurridos en el latín hablado: vocalismo”,


“Principales cambios ocurridos en el latín hablado: consonantismo” “Vocalismo tónico”,
“Consonantes labiales y dentales”, “Consonantes palatales y velares”, “Consonantes nasales y
líquidas”, “Grupos consonánticos”.

RESUMEN: La época visigótica o protorromance; esto es, el período que abarca desde la
fragmentación de la Romania hasta la aparición de los primeros textos romances, no está del
todo esclarecida. Independientemente de los cambios que se pudieran producir según los
diversos investigadores, para esta ocasión tan sólo estudiaremos la diptongación y la
sonorización, atendiendo a las causas y motivaciones del fenómeno, su extensión geográfica y
cronología.

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1. Diptongación

Ya se ha visto que el sistema común itálico constaba de siete vocales y cuadro grados de

abertura, en el que convivían cuatro vocales medias: dos palatales /ẹ/-/ę/ y dos velares /ọ/-/ǫ/.

Este sistema, en el caso concreto del español, se ha reducido a cinco fonemas vocálicos con tres

grados de abertura, motivado por la diptongación de las vocales medias abiertas /ę/-/ǫ/, quizá por

un intento de evitar homofonías entre vocales tan próximas, ya que en lenguas en las que no hay
diferencias cualitativas (sardo) no se ha producido la diptongación. A esto, hay que añadir el caso
del rumano, que sólo ha diptongado la /ę/, puesto que en esta lengua las vocales velares
evolucionaron al igual que en el sardo (vid. “Principales cambios ocurridos en el latín hablado:
vocalismo”).

1.1. Condicionamientos y diversidad de formas

Existen varias hipótesis que pretenden explicar por qué motivo se produjo la diptongación,
por qué razón tuvo que darse en las vocales breves (en francés, en dialectos del retorrománico,
del dálmata e italianos diptongaron también las largas) y cómo se puede explicar la variabilidad
de formas documentadas. El motivo de tal incertidumbre se debe a que, al originarse el

fenómeno, éste afectó –por lo general– a la /ę/ y a la /ǫ/ abiertas tónicas y tuvo como resultados

más generales /jé/ y /wó/, pero no hay que olvidar que también se dieron otras soluciones (iá / ua,
uó).
Partiendo de esas incógnitas, investigadores como L. Romeo (1968: 41) comentan que,
para originarse el diptongo, la vocal tuvo que ser tónica y que tuvo que realizarse más larga para
que se hubiese alterado al final de su emisión (no al principio), ya que las vocales tónicas se
realizaban más largas que las átonas, provocando que la cantidad larga fuese relativa (dependía
del acento). Apoyándose en esta hipótesis, estudiosos como G. Straka (1959: 295) y P. Spore
(1972: 299) suponen que, al emitirse la vocal, ésta se haría algo más cerrada ([ẹe], [ọo]) y que, a

lo largo de su producción, se exageraría en la parte final ([eę], [oǫ]) para que, posteriormente,

una –o ambas partes– evidenciase las diferentes partes de la misma. De este modo, se entiende
que el elemento inicial se cerrase hasta convertirse en una semiconsonante ([j], [w]), mientras
que la parte final se hubiese abierto lo suficiente como para llegar a confluir con la vocal central
/a/ ([ja], [wa]). Por su parte, J. Purzczinsky (1969-70), quien comparte la idea de que el factor que
originó la diptongación fue un proceso que afectó a las vocales alargadas bajo el efecto del

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acento, argumenta que, por ese motivo, el rasgo cuantitativo largo se habría transformado en una

semivocal que seguiría al núcleo vocálico ([ii], [ei], [ęi], ¿[ai] (<AE)?, [au] (<AU), [ǫu], [ou], [uu]),

por lo que el diptongo modificaría la parte final del núcleo y el acento no recaería sobre la
semivocal. Pero el problema está en que AE había monoptongado antes de que se produjese la
diptongación, por lo que no parece justificable su presencia en el esquema y, por esa razón,

aparece entre signos de interrogación. Sigue diciendo que, posteriormente, [ęi] y [ǫu] se habrían

asimilado a la semivocal media central (no a la alta) para diferenciarse de [ei] y [ou], dando como

resultado [ęa] y [ǫa]. Por su parte, retomando la idea de aquellos que defienden que la

diptongación, en su origen, afectó a la primera parte de las vocales medias del latín tardío (/ę/ y

/ǫ/), dando como resultado una semiconsonante inicial ([j], [w]) con algunas variantes en la

articulación de la fase final del diptongo ([je], [ja] y [wa], [we], [wo]), piensan que el acento
recaería en la parte final. Pero, según P. M. Lloyd, (1993: 198) no hay suficientes argumentos
para tachar de improbable el hecho de que estos mismos diptongos hubiesen alterado, en
primera instancia, la parte final de la vocal.
Ante esta división de opiniones, el investigador norteamericano (1993: 201) no cree que
existiese un desdoblamiento de la vocal, porque «si la diptongación incipiente no es más que una
variación en la realización de una parte de la vocal alargada, seguramente les parecería al
hablante y al oyente que era una sola vocal, y, por consiguiente, el acento afectaría a la vocal en
su conjunto, y no a una u otra parte». Además, P. Spore (1972), tomando como punto de partida
la hipótesis de E. Alarcos (1958 y 41965: 218-221), piensa que, en un primer momento, las
diferencias en las vocales medias abiertas serían poco perceptibles: habría “semidiptongos” que
convivieron con los diptongos y monoptongos existentes. Esta leve diferencia articulatoria pasaría
inadvertida por los hablantes, pero con el tiempo se produciría un cierre mayor que daría lugar a
las semiconsonantes ([j] e [w]), las cuales no se identificarían con la palatal /y/ ni con las vocales
más altas /i, u/ hasta más adelante, porque siguieron funcionando como fonemas diferentes. Así,
al iniciarse el proceso, el acento recaería sobre la totalidad del diptongo, pero tendería a moverse
del primer al segundo elemento, dando lugar a diptongos crecientes y decrecientes.

1.2. Cronología

A la hora de datar este fenómeno casi panrománico no todos coinciden en la antigüedad


de este hecho. Se podrían diferenciar tres vertientes fundamentales: a) los que piensan que tal
fenómeno se generó en el propio latín; b) los que piensan que se produjo en latín vulgar y c) los
que creen que se gestó en la época visigótica. La primera tesis fue defendida por Goidanich

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(1907, citado por Menéndez Pidal, 1999: 113) por la palatalización vocálica de origen celta, a la
que hay que sumar las ideas de Bruneau (1913, citado por M. Ariza, 1999: 44) por una inercia
articulatoria, y la de Menéndez Pidal (111999: 125) por un realce articulatorio que descompone a
las vocales abiertas, «dirigiendo la expresividad de la vocal, de una parte hacia el punto de
articulación, y de otra, hacia la abertura o claridad del sonido, es decir, hacia su mayor
perceptibilidad» (vid. 124-128). Este aspecto es bastante interesante, pues si para Menéndez
Pidal la causa y diversidad de formas del diptongo ue se explican por medio de un criterio
eminentemente estructuralista:

«la velaridad primitiva está ya representada por el elemento inicial cerrado, y después no
preocupa para nada que la mayor perceptibilidad del elemento abierto final se articule

atrás velarmente como en su origen, wǫ, o en un punto medio, wá, o adelante

palatalmente, wé, o palatal y labialmente, wö, etc. El elemento cerrado permanece fijo en
su punto de articulación, mientras el elemento abierto pasa a un estado bastante
indiferente, que sólo llega a fijar con el tiempo por obra de complicadas concausas
fonéticas e históricas» (p. 125)

para A. M. Badía-Margarit (1962: 8-11), al que le parece excesivamente complicada la hipótesis


pidaliana, argumenta que la diversidad de formas y el temprano triunfo de la forma ue (el
castellano se decantó por ella desde el siglo X) se podría explicar por un “rasgo de sonoridad”, en
el que ha triunfado la solución que llevaba implícito una mayor sonoridad en términos de
“acuidad” y “perceptibilidad”, ya que la /e/ parece ostentar el equilibrio entre ambos rasgos. Pero
también es cierto que no hay que descartar la posibilidad de que el triunfo de esta forma se deba
a la analogía con la forma /je/ (< /ę/). La segunda hipótesis se basa en varios casos de
diptongación de la /ĕ/ breve tónica latina (ej.: NIEPOS [c. 120 d.C]), y del único caso de
diptongación de /ŏ/ breve (PUOSUIT [c. 157 d. C]), aportados por A. Tovar (1976: 244-245), quien
piensa –tomando la terminología de Menéndez Pidal– que se trataría de un fenómeno en “estado
latente“, no consolidado. Pero ha de advertirse que el único ejemplo aportado para la

diptongación de la /ǫ/ abierta tónica no es del todo convincente, pues parece que se trata de una

lectura errónea. En la misma línea, G. Straka (1979) argumenta que la diptongación se tuvo que
dar en esta época, pero en momentos diferentes: no más allá de la primera mitad del siglo III

para la /ę/ abierta y a finales del siglo IV para la /ǫ/ abierta, porque la diptongación de /ę/ se dio

en el rumano y la Dacia se separó del Imperio en el 275. La tercera postura es la defendida por J.
Gil (1970), quien detecta bastantes casos de diptongación de /ĕ/, frente a la ausencia de la
diptongación de /ŏ/. El profesor Gil está convencido de que ambas vocales habían diptongado en

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esta época, reconociendo estar de acuerdo con la teoría pidaliana de que en el protorromance
existía «la vacilación de los diptongos, puoblo, puablo, pueblo, amariallo, amariello» (Menéndez
11
Pidal, 1999: 504). Frente a estas teorías, M. Ariza (1999: 23), a pesar de decantarse por la
tercera hipótesis, reconoce que podría haberse ido gestando en el propio latín vulgar, pero de
una manera tan incipiente que apenas podría pensarse en los orígenes de la diptongación, pues
los gramáticos –a excepción de Sergio y Servio que distinguen dos tipos de E– no mencionan
este fenómeno, sin pasar por alto el hecho de que la diptongación no se dio en todas las lenguas
romances.
Sea como fuere, independientemente de que unos investigadores se decanten por un
período u otro y a pesar de que se sigan sin explicar algunos fenómenos de vital importancia,
como la razón para que la vocal alargada disimile el primer elemento y no el segundo (ę > /jé/,
/*ei/) o por qué razón se produce la diptongación en sílaba trabada, cuando se supone que no
tendía a alargarse la vocal en dicha posición (cf. Tekavčić, 1980, citado por M. Ariza 1999: 45),
parece claro que este proceso tendría que estar totalmente consolidado en el siglo VIII, porque
fue general –aunque a veces hubo vacilaciones– en el mozárabe.

1.3. Extensión y repartición del fenómeno

A pesar de que la diptongación fue un fenómeno que se documentó en casi todo el


dominio románico, lo que no es común a todas las lenguas romances es el contexto fónico de
aparición del diptongo, pues a) en rumano y en español la diptongación en sílaba libre y trabada
se dio en /ĕ/, mientras que, en el caso de la /ŏ/, sólo diptongó el español en el mismo contexto; b)
en el retorrománico oriental y en el desaparecido dálmata se produjo la diptongación en sílaba
libre y trabada de la vocal palatal y velar, pero con la salvedad de que, en el segundo caso, el
diptongo /jé/ (</ĕ/) monoptongó en /i/ y /wé/ en /u/ en sílaba libre; c) en italiano y francés sólo se
produjo la diptongación de breves en sílaba libre, d) en catalán sólo se produjo la diptongación
ante yod (/ĕ/ + yod: sílaba trabada [LĔCTU > /llieito/ > /llit/] – sílaba libre [PODIOLU > puyol]; /ŏ/ +
yod: sílaba trabada [NŎCTE > /nueite/ > /nuit/] – sílaba libre [PŎDIU > /pueyo/ > /puig/]); mientras
que e) en gallego-portugués, sardo y en zonas suritálicas no se ha producido en ninguna
posición. Tomando como punto de referencia a H. Lausberg (1965) y a Meyer Lübke (1972), se
ofrecen los siguientes ejemplos:

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LATÍN RUMANO Y VEGLIOTA ITALIANO Y CATALÁN GALLEGO-PORTUGUÉS Y


ESPAÑOL FRANCÉS SARDO

PĔTRA rum. pĭatră pitra it. pietra pedra pedra


esp. piedra fr. pierre
SÍLABA
LIBRE
NŎVUS rum. nou nuf it. nuovo nou gallego-port. novo
esp. nuevo fr. ant. nuef sardo nou
(mod. neuf)

FĔRRUM rum. fier fiar it. ferro ferre gallego-port. ferro


esp. hierro fr. fer sardo ferru
SÍLABA
TRABADA
FŎCUS rum. foc fuk it. fuoco foc gallego-port. fogo
esp. fuego fr. ant. fuec
(mod. feu)

1.4. Causas

Para explicar el porqué de este fenómeno se han postulado teorías que intentan explicar
la diptongación románica en general o en una o varias lenguas en particular, apoyándose en
criterios fonéticos, fonológicos e, incluso, en cuestiones de sustrato y superestrato. Dado que la
bibliografía al respecto es excesivamente vasta, tan sólo se tendrán en cuenta las aportaciones
más relevantes y sus consiguientes matizaciones; esto es, se examinarán las hipótesis que
pretenden explicar este fenómeno en lenguas concretas (Wartburg) y las que pretenden dar una
explicación general a toda la Romania (Schürr).

1.4.1. Hipótesis parciales

Dentro de las explicaciones que tratan de buscar las causas de la diptongación románica
en lenguas concretas destaca –pese a sus objeciones– W. von Wartburg (1971). Para el
investigador suizo, el hecho de que en francés, provenzal antiguo e italiano, la diptongación se
haya producido en sílaba libre se debería a un origen común, el cual no sería otro que la
influencia de las lenguas de los conquistadores (francos, burgundos y longobardos) que vendría
a reforzar la idea de un superestrato de tres pueblos germánicos diferentes que tendían a alargar
las vocales en sílaba libre y abreviarlas en sílaba trabada. De ese alargamiento vocálico surgiría
la bimatización de la vocal relajada, dando como resultado la diptongación (/e/ > [ē] > [ẹę] > /jé/ y

/o/ > [ō] > [ọǫ] > /wé/), consecuencia que no pudo darse en sílaba trabada por no alargarse la

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vocal. Pero esta teoría presenta bastantes inconvenientes, pues su principal problema radica en
el hecho de que se basa en unos pilares poco sostenibles, pues como ya advirtiera D. Alonso
(1962: 29-33) esta teoría hace caso omiso del resto de la diptongación románica (español y
rumano), lo que conllevaría defender tres teorías para la diptongación (rumano, español y francés
e italiano), sin pasar por alto que resulta muy difícil explicar cómo tres pueblos distintos en tres
lugares distintos con tres leyes de superestrato distinto han podido ejercer la misma influencia en
tres lenguas y épocas diferentes. Quizá por ello piense D. Alonso que el distinto comportamiento
de la diptongación de las vocales, tanto las que diptongan en sílaba libre, como las que
diptongan en sílaba libre y trabada se debieran a causas diferentes.
Sea como fuere, E. Alarcos (1958 y 41965: 218-221), dentro de esta postura excluyente
de la diptongación, intenta dar una nueva explicación para este fenómeno –en esta ocasión para
el caso concreto del español–, rechazando la hipótesis del alargamiento de la vocal tónica como
factor de este hecho, ya que podría ser explicado por una influencia sustratística; es decir, por
lenguas prerromanas, como el ibérico y el vasco. Piensa que, generalizado el sistema común

itálico, los indígenas tendían a neutralizar las vocales palatales (/ę, ẹ/ > [e]) y las velares (/ǫ, ọ/ >

[o]), pues no poseían vocales abiertas y cerradas en su sistema. Con el paso del tiempo, se

fueron percatando de que había diferencias articulatorias entre las vocales medias /ę, ẹ/ y /ǫ, ọ/

latinovulgares, diferencias que no eran capaces de reproducir exactamente, provocando que los

indígenas, al querer pronunciar la /ę/ y la /ǫ/ –inexistentes en su lengua–, exagerasen su

articulación, adoptando la posición media de sus propias vocales medias /e, o/ para ir abriendo el
final de las vocales, originando el diptongo (cf. Spore [1972]). Pero, al igual que sucediera con la
teoría de Wartburg, el problema reside en que la diptongación se ha producido en zonas –
peninsulares y extrapeninsulares– en las que no es posible pensar en un sustrato de este tipo,
por lo que el intento de ofrecer tesis parciales no resuelve el problema del origen y motivación de
la diptongación románica.

1.4.2. Hipótesis generales

En esta vertiente destaca F. Schürr, quien defendía que la diptongación podría ser
explicada en toda la Romania por el influjo metafónico de la yod. Para ello, diferencia dos tipos
de diptongación: a) la “diptongación tardía”, que se dio en las vocales abiertas, creando los

diptongos crecientes (/ę, ǫ/ > /jé, wé/) en lenguas como el español, francés, italiano, dálmata y

rumano, producidos por una anticipación en el cierre de los elementos palatales o velares; y b) la
“diptongación moderna”, que se produjo en las vocales cerradas (/ẹ, ọ/ > /ei, ou/), originando los

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diptongos decrecientes del francés, de dialectos retorrománicos, del dálmata de la Veglia y de


dialectos italianos, como consecuencia de un alargamiento vocálico.
De estas dos posibilidades, piensa que la primera es “la verdadera diptongación
románica”, la que surgió independientemente de la cantidad silábica, puesto que no sería más
que un caso particular del fenómeno general de la metafonía (o inflexión) de la /-i/ e /-u/ finales:
así explica que en dialectos del sur y centro de Italia tengamos pęde (posteriormente piede
porque la diptongación se extendió a casos en los que la /ę/ no estaba en contacto con / -i, -u/
finales) frente a piedi (< pędi), porque «la anticipación de la cerrazón cambió é en í, ó en ú,
mientras que en las abiertas é,ó, naturalmente algo más largas, sobrevino inmediatamente la
rectificación: ié, uó» (Schürr, 1951: 389). La cuestión es que, en principio, esa diptongación de
las vocales abiertas tónicas se daría, según Schürr, tanto en sílaba libre, como en sílaba trabada
por el efecto metafónico, sólo que debió de darse en toda la Romania en época preliteraria, ya
que no encontramos en sincronía este fenómeno en todas las lenguas ni en los mismos
contextos sintagmáticos, por lo que tuvieron que producirse una serie de fenómenos que fueron
cambiando la situación primitiva, bien monoptongando y, consecuentemente, ocultando esa
primitiva diptongación (portugués), bien generalizando los contextos posibles de diptongación
(español), de tal manera que se produjo una bifurcación entre las lenguas que diptongan en
sílaba libre (francés e italiano) y otras en sílaba libre y trabada (español y rumano).
Esta teoría se mostraba, ante los ojos de D. Alonso (1962: 35), como probable, pues «no
hay, a priori, objeción posible a la suposición de que en una época preliteraria hayan podido
ocurrir las cosas más asombrosas: por todas partes en la Romania ha podido haber una
antiquísima diptongación, que la lengua habría ya abandonado en el primer momento de su
fijación escrita». Pero desde el momento en el que el austriaco pretende corroborar su tesis, ésta
se va quebrando paulatinamente, pues no es justificable su argumentación para la diptongación
toscana ni tampoco para la hispánica (cf. D. Alonso, 1962: 36-42), pues, en el caso de la
segunda, no parece probable la diptongación metafonética del portugués para monoptongar con
posterioridad, sino que más bien estarían motivadas por determinadas consonantes, tales como
las labiales y las guturales, sin pasar por alto que los diptongos existentes en la zona norte del
país lusitano serían, en palabras de D. Alonso, “innovaciones”. Además, para el castellano
resulta poco probable pensar que la no diptongación ante yod sea “aparente”, pues no se sabe
hasta qué punto se produjo una monoptongación de un primer estado en el que sí se había
producido la diptongación. En palabras de Schürr (1951: 389): «monoptongó ié, uó ante yod en é,
ó […] al extenderse hacia el Sur y el Oeste en el siglo IX, se mezcló con dialectos de tipo
mozárabe y leonés, caracterizado entonces por las vacilaciones, es decir, por la coexistencia de
formas diptongadas y sin diptongar en sílaba libre y trabada». La cuestión es que, como advierte

P. M. LLoyd (1993: 302-303), lo que sucedió fue que las vocales abiertas tónicas /ę, ǫ/ ante yod

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se elevaron «por anticipación del elemento siguiente», hecho que no ocurriría en los demás
casos y por eso se cumpliría el proceso de la diptongación. A todo esto, hay que añadir la
aportación de D. Catalán y Á. Galmés (1954), quienes pusieron de manifiesto la disidencia entre
la diptongación ante yod y el influjo metafónico de la vocal final, ya que se trata de dos
fenómenos diferentes, tal y como lo evidencia el asturiano central al superponer la metafonía a la
diptongación: güiyu / güeyos, puesto que por metafonía la vocal final ha cerrado un grado el
segundo elemento del diptongo en la forma singular, mientras que permanece intacta en el plural,
lo que hace pensar que la diptongación se produjo antes que la metafonía.
Pese a todo, hubo investigadores que se mostraron a favor de Schürr, ya que la teoría
fonológica de H. Weinrich (1958, citado por M. Ariza, 1999: 47. Vid. “Principales cambios
ocurridos en el latín hablado: vocalismo”) defiende que la diptongación fue general a la Romania
y que el hecho de que existan lenguas que sólo diptonguen en sílaba libre (francés e italiano) se
debería a un reajuste, promocionado por la pérdida de la combinación de vocal larga seguida de
consonante geminada, que propició que se perdiera la secuencia de vocal breve más consonante
simple, por lo que las posibilidades combinatorias quedaron reducidas a vocal breve seguida de
consonante geminada y a vocal larga seguida de consonante simple, que trajo como
consecuencia que la cantidad vocálica no fuese pertinente, sino que estuviese condicionada por
la cantidad consonántica; dicho de otra manera, una vocal se alargaría o se abreviaría según el
contexto consonántico que le siguiese, propiciando que una vocal seguida de doble consonante
(sílaba trabada) no diptongase, pues se abreviaría, mientras que si le seguía una consonante
simple (sílaba libre) ésta se alargase y, consiguientemente, diptongara. Pero, de todas formas,
esta teoría no sería válida para aquellas lenguas que han diptongado, también, en sílaba
trabada.
En la misma línea, pero optando por una explicación desde una perspectiva fonética, se
halla G. Straka (1953, 1959 y 1979) quien –como se advirtió con anterioridad– piensa que este
fenómeno ha de estudiarse en el mismo latín tardío, por su temprana documentación y por su
extensión. A diferencia de H. Weinrich (1958), no cree que la diptongación se remonte a las
posibles secuencias de vocales y consonantes, sino más bien a la imposibilidad de mantener en
la misma posición los órganos articulatorios durante la realización de una vocal larga, ya que al
final solía abrirse, aumentando la abertura de la parte final de la vocal, o cerrarse, disminuyendo
la abertura de la parte final, por lo que una vocal se diptongaría, bien abriendo o cerrando la

vocal en su emisión final, dando lugar a diptongos crecientes (/ę:/ > [ę ę ę] > /jé/; /ǫ:/ > [ǫ ǫǫ] >

/wó/) o decrecientes (/ẹ:/ > [ẹ ẹẹ] > /ei/; /ọ:/ > [ọ ọọ] > /ou/). Pero, como otras hipótesis

comentadas anteriormente, no se sabe el porqué de estos diptongos. Concretamente, G. Straka


–como se viera al principio del presente trabajo– cree que debió de conservarse el acento sobre
la primera parte de la vocal larga y sobre el primer elemento incipiente del diptongo, pues de esa

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manera se explicarían las vacilaciones del segundo elemento de los diptongos crecientes (ie-ia /
uo-ua-ue), ya que sería difícil pensar que el acento cayese sobre la segunda vocal, pues una
vocal tónica es difícil que presente tantas vacilaciones. Sea como fuere, esta última teoría, como
todas, sigue sin explicar el motivo por el cual hay lenguas que diptongaron en sílaba libre y sílaba
trabada, pues sólo sería válida para explicar la diptongación en sílaba libre. Para solventar este
hecho, G. Straka (y en cierta medida N. Corbett [1970: 287]) defiende que el español y el rumano
se separaron del francés y del italiano por el corte silábico, pues las sílabas que se cierran con
una consonante implosiva trasladaron la consonante a la sílaba siguiente (POR-TA > PO-RTA),
hecho que no parece probable en el español, si atendemos a su estructura silábica.

1.5. Conclusiones

El hecho de que la mayoría de las lenguas romances hayan desarrollado dos diptongos
crecientes, como consecuencia de una reestructuración del sistema común itálico en posición
tónica, hace pensar que tal proceso se generara en una época común y que, paulatinamente, se
fuera desarrollando de forma diferente. Pero tal revolución hubo de gestarse –como mínimo– tras
la fonologización del timbre, pues no se documenta en el sardo ni en la vocal velar /ŏ/ tónica del
rumano, por lo que parece que la diptongación pudo crearse por motivos como el alargamiento
vocálico de las abiertas tónicas y por la reestructuración del sistema que, de ostentar siete
vocales y cuatro grados de abertura, se quedó con cinco elementos vocálicos y tres grados.
Pero, aún así, este reajuste no se dio en todas lenguas (se mantuvo en portugués, por ejemplo).
Ya para concluir, atendiendo a las diversas hipótesis que se han planteado para explicar
el hecho de que la diptongación no es homogénea en toda la Romania, hubo lingüistas que
intentaron explicarla para lenguas concretas, mientras que otros pretendían una empresa mayor
y buscar una explicación totalizadora de este hecho lingüístico. La cuestión es que ninguna de
las tesis defendidas se presenta como irrevocable, pues todas presentan –como se ha visto–
puntos débiles. Ante tal situación es probable que las causas del origen de este fenómeno se
debieran a diversos factores y no a uno sólo, por lo que podría ser que tal fenómeno se hubiera
gestado primitivamente y que, con posterioridad, hubiera diptongado en sílaba libre o en sílaba
libre y trabada y que en tal reparto hubieran influido factores sustratísticos.

2. Sonorización

El latín clásico, a pesar de poseer un sistema consonántico bastante reducido en


comparación con el sistema de las lenguas romances, contaba con consonantes simples y
geminadas. En posición intervocálica, el sistema estaba compuesto por:

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• Sonoras: /-b-, -d-, -g-/ Fricativas


• Sordas: /-f-/, /-s-/
• Sordas: /-p-, -t-, -k-/ • Geminadas: /-ff-/, /-ss-/
• Geminadas sordas: /-pp-, -
Oclusivas
tt-, -kk-/
• Geminadas sonoras /-bb-, - • Simples: /-m-, -n-/, /-l-, -r-/
dd-, -gg-/ Nasales
• Geminadas: /-mm-, -nn-/, /-ll-, -
y líquidas
rr-/
NOTA: Las geminadas sonoras eran poco frecuentes
y apenas tenían valor distintivo.

a las que habría que incluir las asimilaciones de aquellos grupos latinos que se convirtieron en
consonantes geminadas: /-ps-/ > /-ss-/ (GYPSU > /gesּso/ ‘yeso’); /-rs-/ > /-ss-/ (VERSURA >

/ƀesּsura/ ‘basura’); -ns- > -ss- (MENSA > /mesּsa/ > /meza/ ‘mesa’). Pero esta tendencia en el
grupo /-nf-/ > /-ff-/ [INFANTE > /ifּfante/ > /infante/]) nunca se consolidó como cambio general,
pues las lenguas romances conservan el grupo intacto en su mayor parte y ello se debe, bien a
una regresión cultista, bien –como cree Maurer (1959: 61, citado por P. Lloyd, 1993: 231)– a la
“reestructuración analógica” sobre los prefijos in- y con-, tan recurrentes en el idioma.
Pues bien, partiendo de todo lo anterior, ha de notarse que, desde el latín vulgar, se
fueron produciendo algunos reajustes en el sistema, tales como a) la creación de un fonema

fricativo sonoro /ƀ/, procedente de la consonantización de la wau, que entró en contacto con la /-
b-/ intervocálica, coincidiendo con el inicio de la variación en la labiales, que ocasionó la
relajación de la /-b-/, la cual empezó a emitirse como fricativa; b) la creación del haz de palatales
por efecto de la yod sobre las consonantes (/s/, /y/ y /l/, /n/); c) al tiempo que en ciertas zonas se

produjo una tendencia a la relajación consonántica que algunos investigadores –como se verá–
argumentaron que se debió a la lenición céltica que originaría una serie de fenómenos
íntimamente relacionados: 1) fricatización de sonoras, sonorización de sordas intervocálicas y
simplificación de las consonantes geminadas; 2) simplificación de geminadas, sonorización de
sordas y fricatización de sonoras; o 3) sonorización, fricatización y degeminación.
Partiendo de todo lo anterior se señalará que el sistema consonántico descrito sufrió –por
un proceso de relajación consonántica– una notable reestructuración en las series anteriormente
citadas, lo que conllevó que el cambio motor fuese una de las tres posibilidades (sonorización,
fricatización o degeminación). Tal cambio, explicado por presión (A. Martinet, 1974) o por
atracción (Alarcos 41965), viene a explicar el hecho de que las consonantes geminadas se han
simplificado, las oclusivas sonoras se han fricatizado y las oclusivas sordas se han sonorizado en
la Romania Occidental, trayendo como mayor consecuencia la “fonematización” de las variantes
fuertes y débiles. Según esta perspectiva, el procedimiento fue el siguiente: a) se trató de un
cambio por atracción, pues las sonoras se fricatizaron –pudiendo o no perderse–, provocando

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que las sordas sonorizasen y que las geminadas, consecuentemente, simplificasen, o b) se


produjo por un cambio por presión, motivado por el empuje que supuso la simplificación de
geminadas que, a su vez, empujaría a las sordas a sonorizar y a las sonoras a fricatizarse. Así,
en la serie oclusiva, el proceso se reflejaría de la siguiente manera:

• /-b-, -d-, -g-/ > /-ƀ-, -đ-, -ǥ-/ > (Ø)


Cambio por atracción
• /-p-, -t-, -k-/ > /-b-, -d-, -g-/
Serie de • /-pp-, -tt-, -kk-/ > /-p-, -t-, -k-/
consonantes
oclusivas • /-pp-, -tt-, -kk-/ > /-p-, -t-, -k-/
Cambio por presión
• /-p-, -t-, -k-/ > /-b-, -d-, -g-/
• /-b-, -d-, -g-/ > /-ƀ-, -đ-, -ǥ-/ > (Ø)

Con respecto a las fricativas, a pesar de no existir la serie sonora, el proceso fue bastante similar,
pues las geminadas (/-ss-, -ff-/) simplificaron (/-s-, -f-) y las simples sordas (/-s-, -f-/) sonorizaron
(/-z-, -v-/), creándose así la serie sonora. A todo esto, hay que añadir que la /-v-/ confluyó con la
consonantización de la semivocal /u/ en una fricativa sonora, que a su vez, confluiría con la

fricatización de la oclusiva sonora. Llegados a este punto e independientemente de cuál fuese el


proceso de la transformación del sistema en posición intervocálica, la cuestión es que las
consonantes sordas que procedían de las antiguas geminadas se neutralizaron con las sordas
iniciales, mientras que las antiguas sordas se igualaron con las sonoras iniciales. Así pues, en las
oclusivas, la serie sorda /-p-, -t-, -k-/ (< -pp-, -tt-, -kk-) se igualó con la serie /p-, t-, k-/ inicial,
mientras que la serie sonora /-b-, -d-, -g-/ (<-p-, -t-, -k-) confluyó con la serie sonora inicial /b-, d-,
g-/ (estas series iniciales no experimentaron modificaciones, salvo algunos casos de
neutralizaciones entre /k-/ y /g-/ [vid. “Consonantes palatales y velares”]). Por otro lado, en lo que
a las fricativas se refiere, las geminadas /-ss-, -ff-/ se igualaron con /s-, f-/ iniciales, al mismo

tiempo que la /-v-/ pudo neutralizarse con la fricativa sonora /ƀ/ procedente, no sólo de la
fricatización de la oclusiva /-b-/, sino también de la consonantización de la wau. No se puede
decir lo mismo de la /-z-/, pues ésta no pudo buscar su correlato, porque no existía una /z-/ inicial.
Por su parte, la /s-/ normalmente se conservó como tal (SALTU > soto), pero en ocasiones
palatalizó (SAPONE > jabón) e, incluso, hubo casos en los que ha evolucionado como una
interdental (SETACEU > cedazo). (Vid. “Consonantes labiales y dentales”, “Consonantes
palatales y velares”).
Por otro lado, en lo que a las nasales y líquidas se refiere, a) la /-m-/ simple y la /-mm-/
geminada pudieron a.1) igualarse en /-m-/, confluyendo con la /m-/ inicial, a.2) modificar el modo
o lugar de articulación o a.3) desaparecer la simple y simplificarse la geminada; b) las alveolares
/-l-, -n-/ simples se mantuvieron en castellano, mientras que las /-ll-, -nn-/ geminadas se
modificaron, bien aumentando el contacto del dorso de la lengua con el paladar, dando lugar a

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sonidos palatales /l, /n/), bien exagerando la articulación con el ápice de la lengua o con el

cacumen, originando sonidos apicales o cacuminales; c) la vibrante simple /-r-/ se mantuvo sin
alteraciones, mientras que la geminada /-rr-/ modificó su modo de articulación, aumentando las
vibraciones (/r/). (Vid. “Consonantes nasales y líquidas”).
A todo esto, no hay que olvidar en el estudio de la sonorización de las sordas
intervocálicas el nuevo orden palatal creado en posición intervocálica (/s/, /y/ y /l/, /n/), pues es

necesario tener en cuenta la sonorización de la palatal /s/ (procedente de la yod primera) en /⎦/.

Por tanto, con las palatalizaciones del latín vulgar, la aparición de un fonema fricativo sonoro /ƀ/ y
la sonorización, fricatización y degeminación, el sistema consonántico del latín vulgar estaba
compuesto de las siguientes series:

Aproximantes • Sonoras: /b, d, g, y, ž/


• Sordas: /p, t, k, s/

Sistema consonántico • Sordas: /f, s/


Fricativas
del latín vulgar • Sonoras: /z/

Nasales y • Nasales: /m, n, n/


líquidas
• Líquidas: /l, l/

Para ver su posterior evolución vid. “Consonantes labiales y dentales”, “Consonantes palatales y
velares” y “Consonantes nasales y líquidas”, pues ahora tan sólo se darán algunas pinceladas de
los aspectos más relevantes que conciernen al trabajo que aquí se realiza. Ahora mismo, a modo
de síntesis, interesa poner de manifiesto tres cuestiones: a) la vocalización de los grupos KT y
KS en época mozárabe trajo como consecuencia la palatalización de las consonantes en /s/

(NOCTE > noche) y en /⎣/ (TAXU > /te⎣o/ > /texo/), respectivamente, y de estas dos nuevas
palatales, la primera iba a confluir con el resultado palatal de la yod primera, lo que motivó que
adelantase su punto de articulación /ŝ/ - /z/; b) la palatalización de la /ll/ geminada en /l/ confluyó

con el resultado de la “yod segunda” (LY, IL [< C’L, T’L, G’L]), provocando que ésta se convirtiera
en una prepalatal fricativa sonora /ž/ (GALLUS > gallo / APICULA > /abela/ > /abeža/ > /abeša/ >
/abexa/); y c) la /f-/ inicial latina comenzó a aspirarse.

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2.1. Extensión y repartición del fenómeno: el caso de Bearne y Aragón

Por todo lo anterior, se observa que las sordas intervocálicas sonorizaron, pero tal
fenómeno no es general a toda la Romania, puesto que sólo se ha producido en la zona
occidental; esto es, en Francia, Suiza, norte de Italia y en la Península Ibérica, por lo que la
sonorización presenta una clara isoglosa entre la Romania Occidental (+ sonorización) y la
Romania Oriental (– sonorización).
Ante esta situación, sorprende el hecho de que tanto en bearnés como en el alto
aragonés no se haya producido la sonorización de oclusivas sordas intervocálicas, mientras que
sí se ha producido la sonorización cuando le precede una consonante nasal o liquida. A este
respecto, resulta bastante interesante el estado de la cuestión de G. Salvador (1986: 168-175)
sobre las diversas hipótesis propuestas al respecto; a saber, la tesis de sustrato vasco-ibérico de
J. Saroïhandy (1913), la hipótesis de la colonización suditálica de R. Menéndez Pidal (111999 y
1960), la fonetista de W. D. Elcock (1938) y la estructuralista de F. Jungemann (1955), A.
Martinet (1950 y 1974), A. G. Haudricourt y A. G. Juilland (1949), R. L. Politzer (1951), J. Ronjat
(1932) y, sobre todo la de R. Lapesa (91981), quien compara el caso del mantenimiento de
sordas intervocálicas y la sonorización de éstas mismas precedidas de nasal o líquida con la
misma lengua vasca.
Partiendo de todas estas hipótesis, G. Salvador (1986: 175-176) desarrolla su visión a
través de una hipótesis fonológica, tomando como punto de partida el hecho de que los dos
fenómenos son inseparables y que, en la evolución del sistema consonántico, partirían de un
sistema en el que habría una serie de geminadas sordas (/-pp-, -tt-, -kk-/), otra de simples sordas
(/-p-, -t-, -k-/) y otra de simples sonoras (/-b-, -d-, -g-/), las cuales se vieron perturbadas, más por
atracción que por presión, pues estima que, fricatizadas las oclusivas sonoras intervocálicas, las
sordas tuvieron la posibilidad de realizarse, bien como sordas ([-p-, -t-, -k-]), bien como sonoras
[/-b-, -d-, -g-/), ocasionando un “polimorfismo”, cuya elección se debería a preferencias locales.
Llegados a este punto, piensa G. Salvador que, en el sistema consonántico romance, se tuvieron
que oponer las geminadas (/-pp, -tt-, -kk-/) frente a las oclusivas (/-p-, b-/, /-t-, -d-/, /-k-, -g-/) y

fricativas (/-ƀ-, -đ-, -ǥ-/) simples, pues el rasgo sonoridad / sordez no era distintivo. Finalmente,
las variantes contextuales (oclusivas iniciales o precedidas de consonantes) confluyeron con los
alófonos sonoros de las consonantes oclusivas simples, justificando el porqué de la sonorización
de sordas tras nasal o líquida en estos dos puntos de la Romania Occidental, ya que

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«no es que se hayan mantenido las oclusivas sordas intervocálicas y se hayan


sonorizado, en cambio, tras consonante nasal o líquida, es que en algún momento de la
historia del sistema consonántico, en esos lugares sólo hubo oclusivas que se oponían a
fricativas y esas oclusivas podían ser sordas o sonoras, irrelevantemente, y más
fácilmente sonoras tras consonante, pues esta combinación afianzaba su articulación
oclusiva y evitaba cualquier confusión» (p. 176).

2.2. Cronología

El establecimiento de una cronología sobre la sonorización de las consonantes


intervocálicas encierra una enorme complejidad y va a depender, sobremanera, de la teoría o
corriente que se sigua (estructural, fonetista o sustratística).
Según A. Tovar (1952) y B. H. Bichakjian (1977) el fenómeno de la sonorización se daría
entre los siglos II-IV, pero para V. Väänänen (31988: 106-112), salvo algunos casos pompeyanos,
como tridicum, pagatus, bompeiana y opordet, es difícil encontrar casos de sonorización con
anterioridad al siglo V. Aún así, también hay que advertir que, hasta estos ejemplos no son del
todo fiables, sobre todo en aquellos casos en los que ha sonorizado en posición inicial o tras
consonante. Lo que sí parece cierto, pues así lo demuestran J. Gil (1970) y J. L. Barbarino
(1981), es que en época primitiva, abundan ejemplos de este fenómeno en el Oeste, lo que
vendría a ser un argumento de peso para la teoría sustratística. Según el primero, los casos más
frecuentes se hallan en Ávila y Salamanca, lo que corroboraría la tesis de R. Menéndez Pidal
(111999), quien, apoyándose en el testimonio de A. Tovar (1948) de la presencia de
sonorizaciones y pérdidas de sonoras en nombres bárbaros de divinidades o personas mortales
en el Oeste, frente a la ausencia de las mismas en la zona Este, motivadas por un sustrato
céltico, don Ramón está convencido de que el fenómeno que aquí se trata se debe a cuestiones
sustratísticas (cf. 240-259). Según el segundo, quien registra ejemplos esporádicos de
sonorización y simplificación en los siglos VI y VII en el Oeste de la Romania, deduce que, por
entonces, el fenómeno se extendería por el área actual.
Sea como fuere, hoy se acepta que la sonorización ya se daba entre los mozárabes y
que, en esa época, convivían las formas sordas y sonoras, provocando diversas posturas por
parte de los investigadores. De todos ellos, destaca Á. Galmés (1983), quien piensa que ya se
daba la sonorización, por más que se conservasen las sordas en la zona levantina y andaluza,
ratificando la teoría sustratística. A esto, hay que añadir la aportación de V. Rodríguez (1985),
pues pudo demostrar la existencia de este fenómeno e, incluso, el de la simplificación, pero no el
de la pérdida de sonoras motivada por una fricatización previa.

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2.3. Causas

Tres son las perspectivas que pretenden explicar las causas de la sonorización de sordas
intervocálicas; a saber, la fonética, la sustratística y la estructural:

2.3.1. Teoría fonética

Desde el punto de vista de la fonética experimental, la sonorización de sordas


intervocálicas se produjo porque, al ir la consonante entre vocales, ésta se contaminaría hasta
hacerse sonora. Ahora bien, el problema de esta hipótesis se halla en que la sonorización sólo se
dio en la zona occidental de la Romania, salvo Bearne y el Alto Aragón, donde se produjo la
sonorización en contextos disidentes con el resto de su zona: tras nasal y líquida. Por todo esto,
no puede concebirse como único fenómeno causante de la sonorización el contexto sintagmático
“vocal + consonante + vocal”, porque, por más que pueda favorecerlo, no es un hecho exclusivo.

2.3.2. Teoría sustratística

El hecho de que en el celta existiese la pronunciación sonorizada de las consonantes,


llevó a una serie de investigadores, como K. Baldinger (1972) y A. Martinet (1974) a defender una
influencia celta en el proceso de la sonorización de sordas intervocálicas. La cuestión es que
estos investigadores defendían la influencia de este estrato prerromano en el latín hablado,
desde el momento en el que las lenguas célticas atestiguan a) un debilitamiento de las
consonantes intervocálicas y b) una repartición geográfica que, grosso modo, se ajusta con la
zona actual de la Romania Occidental. Pero el hecho de que, como vaticinara H. Weinrich (1958,
citado por M. Ariza, 1999: 26), en el veneciano se haya producido la sonorización (allí no es
posible hablar de sustrato celta), resta rigor a esta teoría, que no va más allá de ser un factor
más en el proceso que aquí nos ocupa.

2.3.3. Teoría estructural

Los estructuralistas han estudiado el fenómeno de la sonorización como fenómeno


totalmente vinculado con otros dos procesos: la fricatización de sonoras y la simplificación de
geminadas, pues se trata de tres hechos interrelacionados que han supuesto una transformación
en el sistema consonántico, desde el momento en el que en la zona occidental –como se viene
diciendo– a) se han simplificado las consonantes geminadas; b) se han sonorizado las sordas

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intervocálicas; y c) se han fricatizado las sonoras, tratándose de una reacción en cadena, cuya
causa podría estar en cada una de las tres posibilidades, porque, en última instancia, la evolución
no tiene otra finalidad que la de la diferenciar los tres fonemas latinos. El problema está en saber
cuál fue el factor desencadenante que produjo todo este reajuste.

A. La sonorización como cambio motor

Los que defienden la sonorización como causante del cambio del sistema consonántico
se apoyan en la idea de que todo el proceso se debió a una cuestión de sustrato celta, porque la
zona occidental de la Romania, zona en la que se ha dado este fenómeno, coincide, groso modo,
con el área en la que residió este pueblo indoeuropeo. Pero, aún así, el hecho de que en rumano
no haya habido sonorización (sí degeminación), que sí hayan sonorizado las sordas
intervocálicas en el veneciano y en zonas del sardo sin ser tierra de celtas, que en bearnés y en
el altoaragonés se hayan mantenido las sordas y queden en Bielsa restos de geminadas, son
argumentos de peso para poner en tela de juicio esta tesis. Además, si la sonorización fuese el
eje motor, ¿por qué se simplificaron las geminadas? Con respecto a la primera objeción, B. H.
Bichakjian (1977) defendió que la simplificación de geminadas del rumano se debería a la
influencia del eslavo, argumento parecido al que R. A. Hall (1975, citado por el mismo Bichakjian)
propuso para el caso de las sonorizaciones de algunas zonas del sardo. Con respecto a los
casos de mantenimiento de las sordas en la zona bearnesa y del pirineo aragonés, territorios no
asentados por los celtas, vid. Extensión y repartición del fenómeno: el caso de Bearne y Aragón.
Finalmente, atendiendo al último aspecto; esto es, la pregunta de por qué motivo se ha producido
la degeminación si el proceso empezó con la sonorización, la respuesta estaría en que la
degeminación sería consecuencia de la sonorización para perderse la oposición simple /

geminada, porque «la sonorización de -/s/- (procedente de TY) confirmaría que no hace falta la

existencia de una geminada para que se produzca la sonorización» (M. Ariza, 1994: 29. Cf. C.
Pensado, 1984: 215). Es cierto que con las nasales y líquidas, ha de notarse que «el resultado
gallego-portugués [/nn, ll/ > /n, l/ y /n, l/ > ] propugna que la degeminación fue la causa de la

pérdida de la simple, pero la solución castellana [/nn, ll/ > /n, l/ y /n, l/ > /n, l/] parece mostrar lo

contrario: si las geminadas se simplifican, la modificación de /nn/ > /n/ [también de /ll/ en /l/]

indica que la simplificación sólo ocurre cuando hay sonorización» (M. Ariza, 1994: 41). Asimismo,
sigue diciendo que «la evolución de estas geminadas es bastante posterior a la simplificación de
las demás geminadas, hasta el punto de que se pudieron conservar hasta hoy en Bielsa» (pp. 41-
42), donde, curiosamente, perviven sólo y exclusivamente las geminadas nasales y líquidas.

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B. La fricatización como cambio motor

El hecho de que en latín vulgar existiese la fricatización de /b/ en /ƀ/ dio pie a que
investigadores, como C. Pensado (1984) y G. Salvador (1986) pensaran que aquí se encontraba
el origen del cambio consonántico. Pero el hecho de que todo el proceso no afectase a todas las
lenguas romances se presenta como un inconveniente, pues si se dio en el latín vulgar debió de
afectar a una zona de mayor extensión. En palabras de la propia C. Pensado (p. 186) «tiene el
inconveniente [la fricatización latinovulgar] de que hay que suponer una regresión a las antiguas
d, g en toda la Romania Oriental», puesto que en rumano e italiano se conservan ambos
fonemas oclusivos. Con este hecho podría pensarse que la fricatización de /d/ y /g/ en latín vulgar
no se habría producido: al menos hasta el siglo III, pues así lo hizo ver J. M. Robles (1985) en
aquella inscripción palentina CINEUS QVI LEERIT, aunque, como advierte M. Ariza (1994: 45)
«Palencia es tierra indoeuropea, por lo que, más que del latín vulgar o del latín sin más, hemos
de pensar en el latín hispánico con influjo de celtas o similares». La cuestión es que esta
diferencia temporal entre la fricatización de la /b/ y la de /d/ y /g/ se debería a la consonantización
de la wau en una fricativa sonora, que vino a reestructurar el sistema, comenzando por las
labiales. Pero todo ello encierra un problema para defender que la fricatización haya originado
toda la transformación, pues si se asume que en el latín vulgar no se habría producido la
fricatización de las oclusivas sonoras, es difícil asumir que un fenómeno que no se ha producido
haya sido el eje principal.
Por su parte, otro investigador que parte de la fricatización como fenómeno determinante
es E. Alarcos (41965), quien, además, centra la atención en el hecho de que la generalización de
cada uno de ellos fue lenta y que los tres fenómenos se necesitaron mutuamente: «el fenómeno
de la sonorización, típico del occidente, ha triunfado porque había geminadas que tendían a
simplificarse, o bien las geminadas se simplificaron porque previamente las simples sordas se
modificaron, empujando a (o arrastradas por) las sonoras oclusivas que se debilitaban» (p. 243).
Partiendo de esta idea, cree que al principio no habría una revolución en el sistema, pues esto no
sucedería hasta que, por motivos de variación por fonética sintáctica (vid. H. Weinrich, 1958; A.
Martinet, 1974 y al mismo E. Alarcos, 41965) cada fonema tuviese una realización fuerte (no
intervocálica) y débil (intervocálica), tal y como sucedía en las lenguas célticas y, por eso,
investigadores, como A. Tovar (1948 y 1952) defendieron la hipótesis sustratística. Pero, de
cualquier manera, esta teoría de la variación, según M. Ariza (1994: 30-31) no obstruye la
degeminación, porque las realizaciones de un sonido, según el contexto fónico (+ intervocálico, –
intervocálico) no puede interferir en las geminadas.

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C. La degeminación como cambio motor

Los argumentos tradicionales para defender la simplificación de las geminadas como


cambio motor de todo el sistema consonántico se reducen a tres: a) el rumano simplificó las
geminadas, pero no sonorizó las sordas; b) el aragonés pirenaico tiende a la conservación de las
sordas intervocálicas y en zonas como Bielsa quedan restos de geminadas (cf. P. Carrasco,
1988); y c) el italiano tiene consonantes geminadas y conserva las sordas intervocálicas. Por
tanto, atendiendo a estos hechos, el proceso habría comenzado por la degeminación de las
consonantes geminadas sordas, lo que motivó que las sordas se vieran presionadas y se
sonorizasen y que, consecuentemente, las sonoras fricatizasen. Tal efecto parece ajustarse a las
series de oclusivas y fricativas:
• Geminadas sordas: /-pp-, -tt-, -kk-/ > /-p-, -t-, -k-/
Oclusivas • Simples sordas: /-p-, -t-, -k-/ > /-b-, -d-, -g-/
• Simples sonoras: /-b-, -d-, -g-/ > /-ƀ-/, /-đ-/, /-ǥ-/

• Geminadas: /-ff-/, /-ss-/ > /-f-/, /-s-/


Fricativas • Sordas: /-f-/, /-s-/ > /-v-/, /-s-/

Pero en las nasales y líquidas esta tesis tradicional se cuartea, pues si se supone que la
simplificación de geminadas fue la causante de toda la reestructuración del sistema
consonántico, ¿por qué las geminadas líquidas no se simplificaron como sucedió en portugués?
Recuérdese que /-ll-/ palatalizó en /l/ y /-rr-/ se convirtió en una vibrante múltiple /r/. Además,

téngase en cuenta que la /-nn-/ geminada también palatalizó y no parece razonable que ello se
deba –como quiere Amable Veiga Arias (1983, citado por M. Ariza, 1994: 28)– a que los
correlatos simples /-l-, -r-, -n-/ se mantuvieran porque no se vieron presionados por la
degeminación, pues ello no explica, como estima M. Ariza (1994: 28) la confluencia de /-mm-/ y
/-m-/, ni la palatalización de /-ll-/ y /-nn-/.
Frente a esta postura tradicional, el profesor Alexandre Veiga (1988), quien también
parte de la degeminación como el fenómeno causante de la transformación del sistema, pero
tomando como referencia que tal reestructuración se debe al rasgo de tensión articulatoria, no a
la sonorización, piensa que lo verdaderamente relevante es la dicotomía entre tenso / flojo, no
entre sonoro / sordo, por lo que las geminadas (hipertensas), aflojaron su tensión articulatoria,
provocando una disminución de la tensión en todo el sistema. Así, las hipertensas /-pp-, -tt-, -kk-/,
/-ff-, -ss-/, /-mm-/ se hicieron tensas (/-p-, -t-, -k-/, /-f-, -s-/), las tensas se hicieron flojas (/-b-, -d-, -

g-/, /-v-/, /-z-/) y, en el caso de las oclusivas, las flojas se relajaron (/-ƀ-/, /-đ-/, /-ǥ-/). Pero no
siempre ocurrió, pues las geminadas sonoras (/-bb-, -dd-, -gg-/) se redujeron sin más (/-b-, -d-, -g-
/), mientras que la /-f-/ no siempre sonorizó, quizá porque contaba con un escaso rendimiento

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funcional. Con respecto a los sonidos palatales (/n/ y /l/) del castellano, el proceso lo explica «a

través de la hipertensión, que desembocó en dialectos de este tipo en una mayor zona de
contacto de la lengua contra el paladar» (A. Veiga, 1988: 202) y, en lo que a la vibrante múltiple
se refiere, estima que «no es más que el resultado directo de la suma en el margen explosivo de
los dos momentos articulatorios del geminado vibrante: la hipertensión se traduce en este caso
en el mayor número de vibraciones, por lo que -rr- > -r- supone detención de la evolución en la
primera fase del cambio» (Ídem). Pero, de todas formas, por más que el profesor A. Veiga
reconozca que se deja sin explicar la relajación en la tensión, se ha olvidado de las consonantes
palatales. Aún así, a su favor tiene el hecho de que hay zonas (rumano, bearnés y altoaragonés)
en las que, a pesar de haberse producido la degeminación, las consonantes sordas
intervocálicas se han mantenido.
Cercano a esta hipótesis, el profesor E. Martínez Celdrán (1993) estima que en la
evolución del sistema consonántico latino hacia la Romania Occidental no influyó –como dice A.
Veiga– el valor sonoro o geminado, pues piensa que el cambio se ocasionó en la duración
consonántica, pues una geminada, al fin y al cabo, no es más que una consonante alargada e
hipertensa y, la disminución articulatoria de la consonante conllevó a que ésta se degeminara.
Pero, si esto verdaderamente fue así, ¿por qué el proceso de la sonorización no se dio en toda la
Romania? Sea como fuere, las hipótesis de la degeminación plantean, para M. Ariza (1994: 37)
otro gran inconveniente, desde le momento en el que si se asume que la degeminación produjo
una reacción en cadena, no se explica a) por qué sólo se ha producido en las geminadas sordas
y b) por qué razón iba a afectar el cambio de las oclusivas y fricativas al resto de las consonantes
–nasales y líquidas– que no contaban con una serie sorda. A todo esto hay que sumarle los
problemas de las palatales, junto con el de las nasales y líquidas, problemas que vienen a
indicar, según M. Ariza (1994: 38-48), que el cambio se tuvo que fraguar en la sonorización.

2.4. Conclusiones

Sea por “contaminación” vocálica, por sustrato celta o por reajustes que la misma lengua
tuvo que llevar a cabo, lo cierto es que se produjo toda una reestructuración en el sistema
fonológico, acarreando la igualación con las variantes iniciales o tras consonante. Atendiendo al
fenómeno de la sonorización, éste se produjo en la zona occidental de la Romania, salvo las
zonas ya comentadas. En realidad, cada una de las teorías desarrolladas tiene sus puntos
fuertes y débiles, pues, al fin y al cabo, todas pretenden explicar un cambio fonético que ha
experimentado una gran parte de la Romania y no se puede pretender que una teoría sea más
plausible que otra, pues no son excluyentes. El mayor problema está en no saber con certeza el
origen de semejante reajuste, pues cada perspectiva requiere un orden en el acontecimiento de

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los hechos lingüísticos. Sea cual sea la verdadera causa del fenómeno, lo único cierto de todo
esto es que se interrelacionan los tres fenómenos, aunque primero se diese uno de los tres.

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