UNIDAD 1: EL CONSTITUCIONALISMO
1. El constitucionalismo
En términos generales, debiéramos entender al Constitucionalismo como aquél movimiento jurídico-político cuyo objetivo
es regular el ejercicio del poder, limitarlo y obtener una mayor protección de los derechos fundamentales de los
individuos.
La regulación del poder político. Se refiere a determinar quién es el titular del poder político en el Estado, cómo lo ejerce
(directa o indirectamente), qué tipo de gobierno se va a adoptar, cuáles son los órganos que constituirán el Estado y cuáles
son sus atribuciones específicas.
La limitación del poder político. El constitucionalismo aspira a limitar y encauzar el poder político, de modo de evitar el
despotismo y el ejercicio abusivo del mismo en contra de la población.
La protección de los derechos fundamentales. El Estado no es sólo poder, sino que fundamentalmente está compuesto
por personas, cuyos derechos deben ser garantizados y protegidos debidamente por el Estado, no sólo en las relaciones que
se generen entre las personas y la autoridad, sino también en las relaciones que se generen entre los propios individuos.
Sin embargo, el Constitucionalismo “no surge solo”, “ni de un día para el otro”, sino que responde a una serie de hitos
históricos que se han venido sucediendo.
Resumen:
Nace la idea de constitución escrita por los hebreos y los 10 mandamientos entregados por dios y moisés (esta era la
norma máxima que los regulaba.
Luego nace la idea de constitución y constitucionalismo como tal, esta se originó con los griegos (por medio de los escritos
de Aristóteles) y se crea la constitución de Atenas (que ordeno las funciones o los cargos de la polis)
Sócrates y Platón postulan que debe existir complementación entre la voluntad de los hombres y su felicidad dentro de la
ciudad estado. En la republica la constitución era el conjunto de normas supremas recogidas por los reyes que les permita
alcanzar el bien común de todas las personas.
En roma los cristianos cooperaron con la des divinización del poder político del rey
En el derecho romano los conceptos de igualdad generalizada, regularidad universal y de la jerarquía de las normas
La primera constitución fue la carta magna (UK) dictada el 15 de junio de 1215, como consecuencia de la rebelión de los
nobles ingleses por elevados impuestos y abusos de autoridad del rey (buscaban reconocimiento del derecho)
En 1689: Bill of right's: Normas abstractas carentes de sanción a su infracción pero igualmente respetadas por las fuerzas
políticas
Antecedentes: El movimiento constitucionalista nace fundamentalmente en Inglaterra y Francia, en los siglos XVII y XVIII
como reacción al poder absoluto de los reyes. Hacia el Siglo XII y XIII se inicia en Europa un movimiento generalizado por el
cual las clases privilegiadas (los nobles) sintieron la necesidad de hacer ciertas reivindicaciones frente a un monarca que
muchas veces utilizaba su poder de manera arbitraria. En tales condiciones, se aprovecharon de circunstancias históricas
especiales en las cuales, advirtiendo una situación de aparente debilidad del rey, lograron arrancarle acuerdos mediante los
cuales, él se obligaba a respetar determinados derechos básicos y esenciales. En esta época, se reconocen diversos
documentos importantes en España, tales como los Convenios de León de 1188, y de Zaragoza de 1283, existiendo
convenios similares en Castilla y León y Aragón.
Sin embargo, la suscripción del documento más importante de esta época tuvo lugar en Inglaterra, en 1215. El año anterior,
en 1214, el rey Juan sin Tierra, hijo de Ricardo Corazón de León, es derrotado en el desastre de Bouvines ante Francia.
Valiéndose de ese hecho y de la debilidad en la que se hallaba la Corona, los barones ingleses (quienes se encontraban
molestos con su rey por cuanto los encontraba sometidos a impuestos y multas excesivos), lo obligaron a cambiar su
conducta. Los barones se comprometieron mutuamente a obtener de su rey un documento donde el rey se comprometiera
a respetar determinadas garantías, de modo que si él se negaba a hacerlo, lo destituirían por la fuerza. Como el rey Juan se
negó a aceptar tal acuerdo, se inició la toma de todos los castillos de Inglaterra, así los habitantes de Londres demostraron
su descontento con su rey. Juan Sin Tierra, sin castillos ni partidarios, se ve en la necesidad de suscribir la carta que se le
ofreció. Este documento se denominó Carta Magna (“Magna Charta Libertatum”, 1215), y en ella se consignaron cuáles eran
los abusos que el rey y sus agentes acostumbraban cometer, y a su vez, el rey se comprometía a no volver a incurrir en ellos.
También, el rey se compromete:
Lo importante de ellos es que por primera vez se asume que el poder político no puede ejercerse en desmedro de los
derechos de las personas, y que estos últimos derechos no pueden ser vulnerados ni siquiera por el gobernante.
Constitucionalismo clásico
A pesar de la gran trascendencia de los documentos citados recién, todos ellos tenían algunas características que los hacían
insuficiente para la construcción de lo que después llamaríamos Constitucionalismo.
Uno de sus grandes defectos consistía en que se trataba de acuerdos que se suscribieron entre los nobles de una época
determinada y el rey del momento. Por lo tanto, eran verdaderos “contratos” del cual nacían derechos y obligaciones entre
las personas que históricamente los firmaron, pero dichos efectos no se traspasaban a futuras generaciones de monarcas y
súbditos. Además, se referían a acuerdos locales pero que no trascendían a otros países, como corriente de pensamiento
más amplia, permanente y consolidada. Así las cosas, fueron generándose en Europa y América del Norte movimientos
importantes de estructuración de modelos constitucionales que implicaran con carácter permanente una regulación del
poder, con objeto de limitarlo y reconocer derechos a los ciudadanos.
Hacia 1690, luego de la cruenta guerra civil (1639-1651) que le costó la vida al tirano Carlos I de Inglaterra, pensadores
británicos como John Locke (“Dos tratados sobre el gobierno civil”) reformulaban la teoría contractualita de Thomas Hobbes
(“Leviatán”), en el sentido que la generación de un poder político que gobernara a toda la población no debía incluir el
traspaso de la totalidad de los derechos de los súbditos. Por el contrario, el Parlamento se erguía como el órgano más
importante (y no el monarca, como en Hobbes), no sólo como el generador de leyes sino que fundamentalmente como un
órgano que fuera capaz de sustraer potestades antiguamente radicadas en el rey y que lo controlara, evitando los excesos.
Así se forjaría en Inglaterra un gobierno que se caracterizaría por la existencia de un poder político dividido entre diferentes
órganos que componían el aparato estatal: un rey que ejercería el poder ejecutivo, un Parlamento a cargo de legislar y
jueces independientes que juzgaban a los ciudadanos.
En 1748, Montesquieu en Francia, escribía bajo la monarquía absoluta, en su obra más célebre (“El espíritu de las leyes”)
una verdadera apología al modelo inglés, aspirando a que dicho modelo se aplicara también en su país. La intención de este
autor era que en Francia, el poder también estuviera dividido en órganos que actuaran independientemente, de modo que
no estuviera reunido en una sola autoridad, ya que la peor amenaza para la libertad de los hombres era su sujeción a quien
ejerciera un poder absoluto sobre ellos. Su pensamiento, unido al de Rousseau (“El Contrato Social”, 1762) y Voltaire
(“Tratado sobre la tolerancia” 1764) y a la fuerza insurgente de figuras como Danton y Robespierre, culminaron finalmente
en la Revolución Francesa (1789), la cual bajo los principios de Libertad, Igualdad, y Fraternidad provocó la caída del rey Luis
XVI y el nacimiento de una república donde el poder recayera en el pueblo.
En el intertanto, en América del Norte, las colonias que se encontraban al amparo de Inglaterra, habían adquirido su
independencia en 1776, bajo los principios de la libertad política, la concepción de que el poder debía recaer sobre el
pueblo y donde las grandes decisiones políticas debían ser adoptadas con la participación de todos los ciudadanos que
integraban las colonias. Postulaba la elección de los gobernantes y se consagraba un catálogo importante de derechos que
el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica quedaba obligado a respetar.
1.1.4. Principios del constitucionalismo clásico: Todos estos hitos se enmarcan dentro de lo que se conoce como
Constitucionalismo Clásico, el cual se caracterizaba fundamentalmente por:
El redescubrimiento de las ideas democráticas, donde todos o buena parte de los detentadores del poder (ya sea
en el ejecutivo, en el legislativo o en ambos) fueran efectivamente elegidos por la ciudadanía;
Temario desarrollado de Examen de Grado: Derecho Constitucional / Malla 2008 3
El reconocimiento de determinados derechos fundamentales que sólo podían ejercerse frente al Estado, quien
era el único obligado a respetarlos, por cuanto se entendían como verdaderas reivindicaciones frente al poder
político, - a su vez, estos derechos, llamados derechos de primera generación, sólo significaban para el Estado un
deber negativo, o sea, un “no hacer”
o una “abstención”, en el sentido de que los órganos estatales “no podían vulnerar estos derechos” (por ejemplo, no
pueden privarme de libertad sin juicio previo, no pueden quitarme la vida, no pueden privarme de mis bienes, no pueden
cobrárseme impuestos injustos, etc.); y
Todo ello consagrado en una norma que posea el máximo carácter dentro de la jerarquía normativa, la cual se
llamaría Constitución, la cual implica normas relativas a la regulación y limitación de los poderes públicos, con el
objeto que éstos no vulneren los derechos de primera generación.
El neo constitucionalismo
Luego de la segunda guerra mundial, se produce una refundación del Constitucionalismo clásico, a partir de una nueva
realidad que se vivía en el mundo.
Desde un punto de vista histórico, las dos Grandes Guerras mundiales, las violaciones a los derechos humanos tenidas lugar
bajo dictaduras de países principalmente del tercer mundo, las vulneraciones a las libertades en los países que integraban la
órbita socialista, las amenazas que traen consigo la industrialización, la tecnologización y la globalización, y la explosión de
la pobreza en los cinco continentes, provocaron un verdadero remezón a la estructura jurídica de las naciones. Por su parte,
el surgimiento de nuevas realidades de pensamiento, como el Humanismo Cristiano de J. Maritain, el Liberalismo, la
Doctrina Social de la Iglesia y el aparecimiento del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, también son artífices de
este cambio sustancial en la forma como se abordará a partir de ahora, el constitucionalismo.
Bajo todo este contexto, aparece entonces, el Neo constitucionalismo. Surge hacia mediados del Siglo XX, y significa un
cambio importante en relación con el Constitucionalismo clásico, acentuando el rol del ser humano, y favoreciendo un papel
mucho más activo del Estado en lo que se refiere a la protección de los derechos humanos y no sólo como un ente que debe
abstenerse de dañar a sus ciudadanos. Así, las características más notables del Neo constitucionalismo, pasan a ser:
Se mantiene la convicción de que la democracia es el mejor sistema de gobierno, pero a diferencia del caso
anterior, se postula que el sufragio debe ser universal, ya que bajo el constitucionalismo clásico, éste era
censitario, o sea, sólo votaban los que tuvieran un cierto nivel de ingresos o de riquezas;
La doctrina de la separación de los poderes muta en dos sentidos: primero en el sentido de que el poder político
no puede dividirse, es uno sólo, y sólo existe una especialización en las funciones las cuales deben recaer en
órganos diferentes; y segundo, en que estas funciones no se encuentran totalmente separadas, sino que deben
existir controles recíprocos entre sí, de manera de generar un equilibrio recíproco mediante la regla de los frenos
y contrapesos (check and balance); con lo que en definitiva, la antigua separación de los poderes se reformula en
una simple pero importante división de las funciones;
Se extiende el efecto de los derechos en el sentido que ellos no sólo obligan al Estado, sino que también obligan a
los particulares, vale decir, no sólo generan un efecto vertical (relación individuo-autoridad) sino que también un
efecto horizontal (relación individuo-individuo);
Se amplía el catálogo de derechos protegidos no sólo referido a aquellos derechos respecto de los cuales el
Estado tiene un deber de abstención, sino que también se extiende a derechos llamados “de segunda
generación”, donde el aparato público debe asumir una posición mucho más activa, de manera de proveer de
beneficios a todos los miembros de la población (derecho a la protección de la salud, derecho a la educación,
derecho a una pensión digna, etc.); y
Todo ello consagrado en una norma que sigue siendo la que tiene la máxima jerarquía dentro del ordenamiento
jurídico interno (llamada Constitución), pero que a diferencia de lo que se entendía anteriormente, queda
sometida sin embargo al derecho internacional, especialmente en lo relativo al resguardo por los derechos
fundamentales de las personas.
Los paradigmas significan, por tanto, un piso a partir del cual se construye el conocimiento, de modo tal que un cambio de
paradigma puede significar una reformulación entera de la disciplina en cuestión.
Un cambio de paradigma similar, aunque en el campo de las ciencias sociales, es el que se produjo, precisamente con el
nacimiento del Neo constitucionalismo, al quebrarse el paradigma del Constitucionalismo de Estado e iniciarse un nuevo
paradigma, como es el del Constitucionalismo Humanista.
El Constitucionalismo de Estado
Es aquél que se encuentra presente en Constituciones Tradicionales, donde el término clave es el ejercicio de la soberanía y
cuyo objetivo es justificar y organizar el poder del Estado.
Se caracteriza además porque está compuesto básicamente por Principios que sólo tienen por objeto orientar la acción de
los habitantes y servir de marco normativo respecto de leyes y reglamentos. Por lo mismo, las Constituciones que se ubican
bajo esta concepción, tienen una baja operatividad práctica, no son susceptibles de ser citadas como fundamentos en casos
concretos, sea en la defensa efectiva de los particulares o en las sentencias de tribunales de justicia.
Los derechos que consagran este tipo de textos son sólo oponibles respecto del Estado y no respecto de sujetos privados,
cuyas relaciones sólo estarán reguladas por normas de carácter legal. Así, los Derechos deben ser entendidos como
garantías que se han obtenido a manera de reivindicación frente al poder central, llámese monarca, aristocracia o
simplemente, poder constituido.
El Constitucionalismo de Estado, sin embargo, entra en una crisis profunda con los graves episodios de violaciones a los
Derechos Humanos a partir de mediados del siglo XX en diversas zonas del planeta, haciéndose cargo el Derecho Público de
responder a las necesidades urgentes por reformar el sistema constitucional vigente, incorporando un contenido diferente,
mucho más garantista para las personas.
El Constitucionalismo Humanista
Así, nace el “Constitucionalismo Humano o Humanista”, cuyo centro de atención deja de ser el ejercicio del poder y de la
soberanía, encontrando en la Dignidad del Ser Humano su término clave, y siendo su objetivo la defensa y promoción de los
derechos humanos. Las normas de los Códigos Políticos (Constituciones) que se adscriben a esta fórmula, si bien tienen un
alto contenido valórico, tienen además una fuerza vinculante mucho más notoria: sus disposiciones son operativas
directamente y pueden ser invocadas como criterio de solución de conflictos concretos.
Son Constituciones más cercanas al Ser Humano, y, por lo tanto, más preocupadas de “cómo defender mejor a las
personas”, que de “cómo gobernarlas mejor”. Por lo mismo, los derechos consagrados en las Constituciones Humanistas
tienen una eficacia horizontal, no sólo exigibles frente al Estado, sino que también respecto de cualquier otra persona. Los
textos fundamentales siguen teniendo una posición de preeminencia normativa frente a las demás normas internas, pero
quedan sujetas a las limitaciones propias que signifique el respeto por los derechos fundamentales que emanen de la
naturaleza humana, especialmente aquellos consagrados a nivel de Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos.
En este contexto, la idea de una “Constitución Humana” involucra, por lo tanto, el cumplimiento de ciertos parámetros
ideales que le permitan a una Carta Fundamental ser justo acreedor de semejante denominación.
“Es la Norma Fundamental del Ordenamiento Jurídico Interno, y que establece la regulación básica del Estado, y que
garantiza los
Principales elementos:
La Constitución es una Norma Jurídica: Como tal, trata de un conjunto de preceptos que poseen carácter
obligatorio, vale decir, vinculante (Art. 6 C°) impone deberes directos a los sujetos privados y públicos, que
deberán ser obedecidos por todos los habitantes del Estado.
Por lo mismo, cuando una norma jurídica no se ajusta a lo dispuesto en la Carta Fundamental, tiene un vicio de
inconstitucionalidad y no debiera aplicarse, para lo cual, los órganos competentes deberán realizar el examen específico que
el ordenamiento jurídico les encomienda. Así también la persona o autoridad que no ajuste su actuar a lo dispuesto en la
Constitución, deberá asumir las responsabilidades y sanciones que correspondan. De esta primera parte nacerá el principio
de “Fuerza Vinculante” o “Fuerza Normativa Directa” de la Constitución.
Temario desarrollado de Examen de Grado: Derecho Constitucional / Malla 2008 7
María Paz Ovalle González. Diciembre 2016
La Constitución es la Norma Fundamental del Ordenamiento Jurídico Interno: Esto quiere decir que la
Constitución Política, dentro de la Jerarquía Normativa Interna de un Estado, ocupa la posición más alta, y por
ende todas las normas deben ser dictadas en conformidad a ella.
En este sentido, las demás normas jurídicas dictadas por los órganos del Estado deberán someterse en su contenido y
procedimientos con lo que establezca la Constitución Política. Este principio, denominado “supremacía constitucional” se
encuentra consagrado en los arts. 6º y 7º de la C.P.R. , y en el fondo, consiste en reconocer que no existe, a nivel interno,
otra norma de mayor rango normativo que la Constitución.
Se recalca la idea que esta supremacía sólo opera “a nivel interno”. En lo que respecta a los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana, reconocidos por los Tratados Internacionales suscritos por Chile y que se encuentren
vigentes, son un límite al ejercicio de la soberanía nacional, y que por lo tanto, deben ser respetados aun contra lo dispuesto
por normas internas de cualquier jerarquía (Art. 5º inciso 2º C°).
La constitución es la norma fundamental y fundante del ordenamiento jurídico. Por ello, que los órganos del Estado resultan
obligados
no sólo por la Constitución, sino también “por las normas dictadas conforme a ella” (art. 7° CPR).
La organización principal del Estado. El Estado tendrá la estructura que la Constitución fije en su articulado. Vale
decir, es la Constitución la que establece las bases esenciales de la institucionalidad, el sistema político que
adoptará el país, señalará cuáles son los poderes del Estado y cuáles los órganos que ejercen cada uno de ellos,
regulará las funciones de los mismos,
Garantiza los derechos fundamentales de las personas. La Constitución no crea los derechos fundamentales, sino
sólo los protege. Bajo la concepción iusnaturalista que gobierna nuestro ordenamiento jurídico, los derechos
fundamentales los poseen las personas por el solo hecho de ser un individuo de la especie humana. Por lo mismo,
las Constituciones no generan derechos sino solo los pueden proteger o garantizar.
Constituciones Escritas: Son aquellas que se expresan materialmente en uno o más documentos del más alto nivel
jerárquico.
Son Constituciones escritas prácticamente la totalidad de las Cartas Fundamentales del Globo, salvo la inglesa.
Constituciones No Escritas: Son aquellas que no se expresan materialmente en documentos, sino que se basan
fundamentalmente es Costumbres, en tradiciones no escritas pero que la población asume que son jurídicamente
obligatorias. En atención a que las Constituciones se sustentan en la Costumbre, se dice que se trata de Constituciones
Consuetudinarias. El caso más importante es el de la constitución inglesa.
Constituciones Restrictivas: Son aquellas Cartas breves, que contienen únicamente el esquema general de la organización
de los poderes del Estado.
Constituciones Extensas: Son aquellas en las que se desarrollan otro tipo de normas, incluyendo algunas que en rigor se
extienden a materias que no son propiamente constitucionales.
Constituciones Rígidas: Son aquellas que no pueden ser modificadas, o bien que pueden ser modificadas, pero con un
procedimiento más complejo que el establecido para la simple formación de una ley. Desde ese punto de vista, las
constituciones rígidas pueden ser, a su vez, pétreas (si no permiten su modificación) o rígidas propiamente tales (permiten
su modificación, pero con un procedimiento más complejo a la modificación de una ley simple).
Aquí, por ejemplo, lo que se exige es un quórum alto, o la necesidad de que sean ratificadas por algún órgano en particular,
o vía plebiscito.
Constituciones Flexibles: Son aquellas que pueden ser modificadas de acuerdo al procedimiento normal de formación o
creación de una ley, sin formalidades mayores. En rigor, son muy escasas.
Según su Contenido
Constituciones Utilitarias: Están integradas por normas que regulan básicamente la actividad de los órganos estatales, sin
alusión a principios ni a derechos fundamentales.
Constituciones Ideológico-Pragmáticas: Son aquellas donde se contienen tanto normas relativas a los órganos estatales,
como también normas que incluyen principios y derechos fundamentales.
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María Paz Ovalle González. Diciembre 2016
1.2.3. Tipologías
Constituciones otorgadas o pactadas: Surgen en virtud de la celebración teórica de un conflicto entre la soberanía
nacional y el poder constituyente.
*El poder constituyente es aquel a cargo de dejar claro aquellos puntos en que en forma positiva se va a regir determinada
sociedad
Constituciones democráticas o parlamentarias: El parlamento tendrá más influencia en el control gubernamental. Pueden
tener una visión:
Utilitarista: Se pone al rey como árbitro y se somete al poder del parlamento para crear o dar pie al dejarse la democracia
como procedimiento revolucionario
Mas positivista. Producción de normas que finan un sistema de construcción del derecho
Constituciones democráticas inestables: Para ejercer el control se crea el tribunal constitucional, quien vela por la
constitucionalidad de las normas.
El poder constituido tiene lugar cuando quienes asumen cargos públicos son investidos por el poder "previa investidura
regular" para poder actuar dentro de determinado cargo con todas sus facultades.
El poder constituyente es aquella función del Estado que le corresponde la creación (o generación) de la Constitución
Política, o bien su modificación (reforma).
No es correcto hablar de poderes dentro del Estado, ya que el poder político es uno solo el cual se ejerce, dividido en
diferentes funciones. Se clasifica en:
Función constituyente originaria: Es aquella encargada de generar o crear una Constitución Política. Dentro de un
sistema democrático, la función constituyente originaria recae en el Pueblo. Esta no es ilimitada, sino que debe obedecer a
ciertos límites. Así, por ejemplo, destacamos los siguientes:
Debe respetar el marco de su función, o sea, dictar normas de contenido constitucional, y no de otra jerarquía
inferior: debe limitarse a normas referidas a la organización básica de un Estado y a los derechos
fundamentales. Todo lo demás será regulado por ley o a través de reglamentos del ejecutivo.
Debe respetar los Derechos Fundamentales, especialmente en su sentido objetivo, o sea, como un índice que
permite medir la legitimidad de un Estado o de su gobierno, o, como en este caso, del ejercicio de una función
pública.
Debe ser fiel a la tradición cultural del pueblo, de modo de no imponer un modelo que no se ajuste a la
historia o al sentir del mismo.
Función constituyente derivada: Es aquella encargada de modificar o reformar la Constitución Política. A diferencia de la
anterior, el ejercicio de esta función sí está regulado en las Cartas Fundamentales. Normalmente esta función recae en los
órganos co-legisladores (Parlamento y Ejecutivo).
La función constituyente derivada está sometida a los límites que la originaria, pero debe agregarse un cuarto
límite, como es el respeto de las normas relativas a los órganos competentes y procedimientos fijados en la
propia Constitución para proceder a la reforma. No es posible modificar la Carta Fundamental si no se
respetan esas normas pre establecidas.
De carácter legislativo
Extraordinario
Propio de la comunidad
Soberano
En cuanto a los procedimientos formativos de la constitución dicen relación estrechamente con el poder constituyente
originario, es aquel que le corresponde al pueblo y que le permite soberanamente darse una constitución. Se habla
usualmente de una primera constitución, pero también puede darse una nueva constitución cuando surgen situaciones de
crisis o profundas transformaciones de estado que así lo exigen.
El poder constituyente originario es ejercido normalmente por el pueblo normalmente mediante la designación de una
asamblea constituyente que elabora un texto constitucional, el cual luego es ratificado por el pueblo soberano. Por ello
muchos autores han considerado que este no tiene límites y en consecuencia esta íntegramente entregado a la libre
decisión de las mayorías (sin embargo, es una postura fuertemente criticada en la actualidad)
El poder constituyente derivado (respeto de las normas relativas a los órganos competentes y procedimientos
fijados en la propia Constitución para proceder a la reforma).
La reforma no puede ir en contra de la parte dogmática de la constitución (contenido valórico). Para garantizar que la
constitución no sea vulnerada, se establecen controles sobre las reformas constitucionales.
Corresponden a las formas en que se llevan a cabo, generalmente se ejecutan por órganos que están a cargo de la
tramitación de una ley. en chile se tramitan como ley de quorum (por el presidente de la república y el parlamento)
Solo se puede ejercer por los órganos constitucionales que la constitución señale
Para garantizar que la constitución no sea vulnerada son controladas por el tribunal constitucional Se
encuentra regulado en el Capítulo XV: Reforma De La Constitución, de la CPR.
Los proyectos de reforma de la Constitución podrán ser iniciados por mensaje del Presidente de la República o por moción
de cualquiera de los miembros del Congreso Nacional, con las limitaciones señaladas en el inciso primero del artículo 65.
El proyecto de reforma necesitará para ser aprobado en cada Cámara el voto conforme de las tres quintas partes de los
diputados y senadores en ejercicio. Si la reforma recayere sobre los capítulos I, III, VIII, XI, XII o XV, necesitará, en cada
Cámara, la aprobación de las dos terceras partes de los diputados y senadores en ejercicio.
En lo no previsto en este Capítulo, serán aplicables a la tramitación de los proyectos de reforma constitucional las normas
sobre formación de la ley, debiendo respetarse siempre los quórums señalados en el inciso anterior.
Si el Presidente observare parcialmente un proyecto de reforma aprobado por ambas Cámaras, las observaciones se
entenderán aprobadas con el voto conforme de las tres quintas o dos terceras partes de los miembros en ejercicio de cada
Cámara, según corresponda de acuerdo con el artículo anterior, y se devolverá al Presidente para su promulgación.
En caso de que las Cámaras no aprueben todas o algunas de las observaciones del Presidente, no habrá reforma
constitucional sobre los puntos en discrepancia, a menos que ambas Cámaras insistieren por los dos tercios de sus
miembros en ejercicio en la parte del proyecto aprobado por ellas. En este último caso, se devolverá al Presidente la parte
del proyecto que haya sido objeto de insistencia para su promulgación, salvo que éste consulte a la ciudadanía para que se
pronuncie mediante un plebiscito, respecto de las cuestiones en desacuerdo.
La ley orgánica constitucional relativa al Congreso regulará en lo demás lo concerniente a los vetos de los proyectos de
reforma y a su tramitación en el Congreso.
La convocatoria a plebiscito deberá efectuarse dentro de los treinta días siguientes a aquel en que ambas Cámaras insistan
en el proyecto aprobado por ellas, y se ordenará mediante decreto supremo que fijará la fecha de la votación plebiscitaria,
la que se celebrará ciento veinte días después de la publicación de dicho decreto si ese día correspondiere a un domingo. Si
así no fuere, ella se realizará el domingo inmediatamente siguiente. Transcurrido este plazo sin que el Presidente convoque
a plebiscito, se promulgará el proyecto que hubiere aprobado el Congreso.
El decreto de convocatoria contendrá, según corresponda, el proyecto aprobado por ambas Cámaras y vetado totalmente
por el Presidente de la República, o las cuestiones del proyecto en las cuales el Congreso haya insistido. En este último caso,
cada una de las cuestiones en desacuerdo deberá ser votada separadamente en el plebiscito.
Una vez promulgado el proyecto y desde la fecha de su vigencia, sus disposiciones formarán parte de la Constitución y se
tendrán por incorporadas a ésta.
La constitución es la norma fundamental y fundante del estado, y también constituye un límite al actuar del estado y de las
partes. Es un principio fundamental del estado de derecho, ninguna norma jurídica que se dicte dentro del territorio podrá
ser contraria a la constitución.
Art. 6º CPR:
“Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, y garantizar
el orden institucional de la República.
Este primer inciso versa únicamente sobre los órganos del estado. Correspondiendo los órganos del estado a personas
naturales debidamente investidas e incorporadas a una institución publica, actúan a nombre de aquel, atribuyéndole o
imputándole lo obrado o no por ellos, así como si el estado mismo lo hubiere hecho (Los órganos son las autoridades y
funcionarios públicos, no solo poderes del estado).
Es por ello que con la reforma del año 2005 se agrega la frase "garantizar el orden institucional de la república", aludiendo
también a FF.AA. y a carabineros de chile.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona,
institución o grupo.
El inciso segundo señala que los órganos del estado pueden desempeñarse en cuatro calidades: titulares, suplentes,
interinos subrogantes. Tales órganos deben someter su acción a la constitución y a las normas dictadas conforme a ella. En
el caso de haber conflicto entre la constitución y una ley, primará la constitución al ser una norma sustantiva y
procesalmente suprema.
La conformidad de las normas jurídicas con la constitución debe ser, por ende, tanto de procedimiento como de contenido,
resultando imperativo verificar ese doble examen para concluir si ha sido o no respetado el principio de supremacía
constitucional. Algunos conflictos pueden dar lugar al bloque de constitucionalidad
En lo que respecta al bloque de constitucionalidad, no solo se remite a las normas que componen la constitución, sino que
también al aspecto dogmático que esta consagra, a que la constitución surge como un sistema completo e íntegro de
disposiciones.
El inciso tercero se remite a cualquier tipo de sanción, genéricamente concebida, que se imponga, cumpliendo el proceso
justo previo, cuando es violado este artículo, sea que se trate de materia de responsabilidad política, penal, administrativas,
civil derivada de quebrantar lo dispuesto en la constitución.
Establecer que la acción de la autoridad está subordinada a la constitución y a las normas dictas conforme a ella.
La constitución es la norma jurídica básica y en consecuencia una norma de aplicación directa e inmediata.
Los órganos del estado tienen el deber positivo de garantizar el orden institucional de la república, es decir,
deben cuidar constantemente el cumplimiento de las normas.
Constitucionalidad de forma: Cuando la norma dictada por el órgano competente se ajusta a los
procedimientos que la constitución establece para la formación de la misma.
Corresponde a una norma política en la medida que estatuye la estructura del poder político del estado.
Se realiza por medio del examen de supremacía constitucional, función ejercida por el tribunal constitucional ex ante o
preventivamente o ex post o con ´posterioridad a la implantación de una norma jurídica, a la dictación de un acto
administrativo o la celebración de convenciones entre particulares.
El control de constitucionalidad puede ser definido como un procedimiento por el cual se evalúa, mediante un examen
comparativo que puede hacerse de un precepto jurídico, de un proyecto de tal, o de la aplicación del mismo a un caso
concreto, en relación con la Constitución, de manera de establecer su conformidad o disconformidad, tanto en el fondo
como en la forma, con dicha Constitución. ” toda norma de carácter general y obligatoria, que regula materias propias de
ley, y que se encuentra ubicada jerárquicamente en una posición inmediatamente inferior a la Constitución Política”.
El control de constitucionalidad pasa a ser, por lo tanto, una actividad indispensable para asegurar el principio de
Supremacía Constitucional, de modo de verificar que, efectivamente las normas sean constitucionales tanto en el fondo
como en la forma.
Este control debe ser desarrollado por uno o más órganos del Estado, según el modelo de justicia constitucional que de
adopte por las Cartas fundamentales de cada Estado, y que revisaremos oportunamente.
Control de constitucionalidad Preventivo (también llamado “ex – ante” o “a priori”): Es aquel que se realiza antes que la
norma examinada entre en vigencia, por lo que se analiza en rigor, un proyecto de ley o de otro precepto. Procede, por
ejemplo, en el caso de una ley, antes que sea promulgada y publicada. El control preventivo puede a su vez, ser:
Obligatorio: Corresponde a la situación que experimenten determinadas normas que, por mandato
constitucional, deben pasar por este control preventivo. Artículo 93 Nº 1 de la CPR. Procede respecto de:
Normas de un Tratado que versen sobre materias propias de Ley Orgánica Constitucional. En este
caso, la Cámara de Origen deberá enviar al Tribunal Constitucional el proyecto respectivo dentro
de los 5 días siguientes a aquel en que quede totalmente tramitado por el Congreso.
Eventual. Es aquel que sólo se realiza a petición de algún sujeto legitimado para ello. Artículo 93 Nº 3 de
la CPR. Puede recaer respecto de:
El requerimiento respecto de este tipo de normas sólo podrá ser presentado por:
El Presidente de la República;
Una cuarta parte de los miembros en ejercicio de cualquiera de éstas. Sólo podrá ser interpuesto
antes de la promulgación de la ley respectiva, o antes de la remisión de la comunicación de la
aprobación del tratado por parte del Congreso Nacional; pero nunca después del quinto día
posterior al del despacho del proyecto El Tribunal Constitucional deberá resolver el
requerimiento en un plazo de 10 días, salvo que decida prorrogarlo hasta por 10 días más, por
motivos graves y calificados.
o sin embargo, no podrá ser promulgado hasta la expiración del plazo referido (esta última
regla, sin embargo, no se aplica a la ley de presupuesto ni a la aprobación de la
declaración de guerra).
Es aquel que se realiza una vez que la norma ya ha entrado en vigencia. En el caso de la ley, una vez que ella ha sido
promulgada y publicada. El control represivo, por su parte, puede ser:
Artículo 93 Nº 6 de la CPR. Corresponde a lo que se conoce como “Recurso de Inaplicabilidad por Inconstitucionalidad de
Preceptos Legales”: Este recurso podrá ser interpuesto en cualquier gestión que se siga ante un Tribunal ordinario o
especial, sólo por:
La aplicación del precepto legal pueda resultar decisivo en la resolución del asunto;
Cumple los demás requisitos que establezca la ley. Estos requisitos legales son los que indica el art. 84 de la LOC del TC.
Según esta norma, el TC debe declarar la inadmisibilidad en los siguientes casos:
Cuando la cuestión se promueva respecto de un precepto legal que haya sido declarado
conforme a la Constitución por el Tribunal, sea ejerciendo el control preventivo o
conociendo de un requerimiento, y se invoque el mismo vicio que fue materia de la
sentencia respectiva (también es un requisito legal y no constitucional);
Cuando se promueva respecto de un precepto que no tenga rango legal (es un requisito
legal y no constitucional);
80. La Corte Suprema, de oficio o a petición de parte, en las materias de que conozca, o que le fueren sometidas en recurso
interpuesto en cualquier gestión que se siga ante otro tribunal, podrá declarar inaplicable para esos casos particulares todo
precepto legal contrario a la Constitución. Este recurso podrá deducirse en cualquier estado de la gestión, pudiendo ordenar
la Corte la suspensión del procedimiento.” Luego de la Reforma de la Ley 20.050, esta competencia se traslada al Tribunal
Constitucional.
No obstante ello, con pulcritud la atribución que tenía la Corte Suprema no es exactamente la misma que la que tiene hoy el
Tribunal Constitucional. La Corte Suprema hacía un curioso control abstracto de constitucionalidad con efectos particulares
(lo que analizaba era si la norma era constitucional o inconstitucional, no si su aplicación era o no constitucional, o sea,
analizaba “norma contra norma”). Hoy, en cambio, el control que realiza el Tribunal Constitucional es efectivamente
concreto y de efectos particulares (ello, por cuanto lo que le compete es declarar inaplicable cuando “su aplicación” resulte
contraria a la Constitución, o sea ya no analiza la relación “norma contra norma” sino que la relación entre la “aplicación de
la norma legal contra la norma constitucional”).
Abstracto: Es aquel que se realiza analizando, en forma ideal, lo preceptuado por la Constitución, y el
contenido o la forma de la norma analizada.
Si la Contraloría General de la República ha representado (rechazado) un Decreto con Fuerza de Ley, por estimarlo
inconstitucional, el Presidente de la República, y dentro de un plazo de 10 días contados desde la resolución de la
contraloría, podrá requerir el pronunciamiento del Tribunal Constitucional, para que resuelva la respectiva cuestión de
constitucionalidad. Como se aprecia, en estricto rigor, se trata de un control preventivo y no represivo, ya que el DFL aún no
ha entrado en vigencia.
Si la Contraloría General de la República ha tomado de razón (aprobado) un Decreto con Fuerza de Ley, en tal caso
cualquiera de las Cámaras o la cuarta parte de sus miembros en ejercicio, y dentro de un plazo de 30 días desde
También, podrá ser ejercida de oficio por el propio Tribunal Constitucional. De acuerdo con el inciso 12° del art. 93, la Ley
Orgánica Constitucional respectiva deberá establecer los requisitos de admisibilidad, en el caso que se ejerza la acción
pública, como así mismo, regular el procedimiento que deberá seguirse para actuar de oficio. En cumplimiento a dicho
mandato constitucional, el art. 93 de la LOC del Tribunal Constitucional, señala que no podrá promoverse una
inconstitucionalidad, respecto de un tratado internacional; mientras que el art. 95 establece que los actores deberán fundar
razonablemente la petición, indicando la sentencia de inaplicabilidad previa en la que se sustenta y los argumentos
constitucionales que sirvan de apoyo.
Finalmente, el art. 97 establece que se declarará la inadmisibilidad, sin ulterior recurso, de la acción pública de
inconstitucionalidad:
Cuando no exista sentencia previa que haya declarado la inaplicabilidad del precepto legal
impugnado; y
Además, en lo que se refiere a la Inconstitucionalidad de Oficio, la única norma especial que establece la LOC respectiva,
señala que “En los casos en que el Tribunal proceda de oficio, así lo declarará en una resolución preliminar fundada, que
individualizará la sentencia de inaplicabilidad que le sirve de sustento y las disposiciones constitucionales transgredidas”(art.
94 de la LOC del TC). Para decretar la inconstitucionalidad del precepto en cuestión, se deberá contar con el voto favorable
de los cuatro quintos de los integrantes en ejercicio del Tribunal Constitucional. En caso de ser declarada la
inconstitucionalidad, el precepto legal se entenderá derogado.
Los grandes modelos de control de constitucionalidad En derecho comparado se aprecian diferentes modelos de control de
constitucionalidad, los cuales se distinguen fundamentalmente por si este control es desarrollado por cualquier Tribunal de
Justicia que integre el poder judicial (modelo norteamericano), o bien, por un órgano único, normalmente denominado
“Tribunal Constitucional” (modelo europeo continental).
El Modelo norteamericano o de control difuso se caracteriza “en forma abstracta, [por] la facultad atribuida a todos los
jueces para declarar en un proceso concreto la inaplicabilidad de las disposiciones legales secundarias que sean contrarias a
la Constitución y con efectos sólo para las partes que han intervenido en esa controversia”.
En especial, de lo que trata este sistema es que cualquier tribunal ordinario de un Estado, independiente de su jerarquía,
pueda resolver directamente la cuestión de inconstitucionalidad de las leyes, ya sea que así lo solicite alguna de las partes, o
bien de oficio por el propio órgano jurisdiccional.
La explicación de este sistema radica en comprender que la Constitución debe ser comprendida como la obra máxima del
pueblo norteamericano, titular original y supremo del poder político. Desde allí, claramente los representantes del pueblo
no pueden tener un poder superior que el de su mandante. Los representantes jamás podrán tener más atribuciones que
quien les da sus encargos.
Como el poder de los legisladores –en su calidad de representantes- se ve limitado por la Constitución, son los Tribunales de
Justicia quienes tendrán que resolver y sancionar cada vez que se produzca una trasgresión a dichas fronteras funcionales.
Se trata de un modelo donde el control de constitucionalidad es desarrollado por un órgano especializado de control, “extra
poder”,
dotado de autonomía e independencia frente a los llamados poderes tradicionales del Estado.
De esta manera, nacen los denominados Cortes o Tribunales constitucionales, los cuales se caracterizan por ser órganos que
matizan y mezclan caracteres jurídicos y políticos. Jurídicos, por cuanto su competencia esencial es la de realizar un control
de
Tras el Pronunciamiento Militar del 11 de septiembre de 1973, en un primer momento, no existió en el Gobierno Militar la
intención de modificar el Ordenamiento Constitucional vigente a la época, proveniente de la Carta de 1925. El ideal
esgrimido por los miembros originales de la Junta Militar para asumir el poder fue la reconstrucción de una institucionalidad
a su juicio quebrantada y la recuperación de valores tradicionales perdidos durante el Gobierno de la Unidad Popular, sin
que en ningún momento se planteara la posibilidad, ni aun remotamente, de elaborar una Constitución nueva. Así se
expresa, al menos en lo dispuesto en el DL Nº1 del 18 de septiembre de 1973.
Esta situación, sin embargo, cambia radicalmente hacia fines de 1973. El día 12 de noviembre de dicho año se publica en el
Diario Oficial, el Decreto Supremo Nº 1.064 del Ministerio de Justicia, en virtud del cual se crea una Comisión para que
“estudie, elabore y proponga el Anteproyecto de una nueva Constitución Política del Estado y sus leyes complementarias”,
la que es conocida como Comisión de Estudio de la Nueva Constitución (CENC). Esta Comisión estuvo integrada por juristas
de alta talla y conocido prestigio. En un primer momento, la conformaron: Sergio Diez Urzúa, Enrique Evans de la Cuadra,
Jaime Guzmán Errázuriz, Gustavo Lorca Rojas, Enrique Ortúzar Escobar (quien fuera designado Presidente de la Comisión,
de allí que también sea conocida como “Comisión Ortúzar”), Jorge Ovalle Quiroz y Alejandro Silva Bascuñán, incorporándose
en diciembre de 1973, doña Alicia Romo Román. En el año 1977, se vive una grave crisis al interior de este organismo, por lo
que la dejan los Sres. Evans de la Cuadra, Ovalle Quiroz y Silva Bascuñán, en cuyo reemplazo asumen Raúl Bertelsen
Repetto, Juan de Dios Carmona Peralta y Luz Bulnes Aldunate. El primer documento elaborado por esta Comisión fue el
Memorándum con las Metas u Objetivos Fundamentales para la Nueva Constitución, del 26 de Noviembre de 1973.
A pesar de encontrarse la Comisión de Estudios trabajando hace más de tres meses, recién el 11 de Marzo de 1974, la Junta
de Gobierno expresa formalmente su intención de instaurar una nueva institucionalidad, mediante el documento conocido
como Declaración de Principios. En esta declaración, no sólo se expresa formalmente la voluntad de elaborar una nueva
Carta Fundamental, sino que además, se sientan los principios y valores que la van a inspirar. Así, por ejemplo, el Gobierno
de la época dispone que deberá respetarse: la concepción cristiana del hombre y la sociedad, la idea de que el Ser Humano
es un individuo dotado de Espiritualidad y Dignidad, la convicción que el Estado se encuentra al servicio de las personas, el
fiel cumplimiento del principio de subsidiariedad, la aceptación del derecho de propiedad y a la libre iniciativa en el campo
económico, etc. Por otra parte, esta Declaración de principios hace suya expresamente la tradición portaliana de respeto
por la autoridad y sanción a la indisciplina, la anarquía y los caudillismos, por lo que además se tenderá a despersonalizar el
poder estatal. Por último, la Junta expresa que serán las Fuerzas Armadas y de Orden las que se encargarán de reconstruir el
país, por lo que una vez concluida la tarea, se entregará el Poder a la autoridad que el pueblo escoja para ello.
Paralelamente, en el año 1976, la Junta de Gobierno dictaría cuatro actas constitucionales, las cuales, con rango
constitucional, regulan las siguientes materias: Creación del “Consejo de Estado” (Acta Constitucional Nº 1); Bases
Esenciales de la Institucionalidad (Acta Constitucional Nº 2); Derechos y Deberes Constitucionales (Acta Constitucional Nº3);
y Regímenes de Emergencia (Acta Constitucional Nº 4). 4. Con posterioridad a la Declaración de Principios, la Comisión de
Estudios prosiguió en su labor, la que se desarrolló hasta el 18 de Octubre de 1978. Durante este período, la Comisión invitó
a participar de sus sesiones, a diferentes especialistas, dirigentes gremiales, miembros de las Fuerzas Armadas y otras
personas relevantes para el quehacer nacional. Se levantaron, en total 417 actas de sesiones, documentos de gran
Temario desarrollado de Examen de Grado: Derecho Constitucional / Malla 2008 23
María Paz Ovalle González. Diciembre 2016
importancia para la interpretación de los preceptos constitucionales. Como resultado final, la CENC elaboró un
Anteproyecto de Constitución y un Informe explicativo, que sirvió de base para lo que más tarde sería la Constitución
Política de 1980.
El citado Anteproyecto fue estudiado a continuación por un nuevo órgano, conocido como Consejo de Estado, el que
sesionó entre el mes de Enero de 1978 y Julio de 1980, elaborando finalmente el Proyecto de Constitución, más el
respectivo Informe explicativo. Este Proyecto si bien respetó los lineamientos generales del Anteproyecto de la CENC, en
definitiva se introdujeron también numerosas modificaciones de relevancia a dicho texto. Se conocen algunos manuscritos
breves y de inferior calidad que los de la Comisión de Estudio; a pesar de ello, estos documentos también son de enorme
utilidad a la hora de interpretar el texto Constitucional.
Casi paralelamente al trabajo del Consejo de Estado, la Junta de Gobierno también se abocó al estudio del Anteproyecto de
la Comisión de Estudios. Este análisis se desarrolló entre Marzo y Agosto de 1980, participando de las sesiones no sólo los
miembros de la Junta, sino que también los Ministros del Interior y Justicia (Sergio Fernández y Mónica Madariaga) y los
Auditores Generales de las Fuerzas Armadas y Carabineros. A diferencia de lo que ocurrió con la Comisión y el Consejo de
Estado, las sesiones de la Junta fueron secretas y del contenido de las mismas, no se tiene conocimiento.
Hasta el día de hoy, se ha discutido la validez de esta consulta. Estas aprehensiones se fundan en el hecho que el texto no
fue redactado democráticamente, que el plebiscito fue realizado sin existir Registros Electorales ni Tribunal Electoral, con
restricciones y censura a los medios de comunicación social, en medio de un estado de sitio, sin partidos políticos, y sin el
tiempo suficiente para el análisis del texto que se votaba. Según algunos, las dudas acerca de la legitimidad de la
Constitución se habría zanjado mediante la multitudinaria participación popular en el Plebiscito del 5 de Octubre de 1988 (o
“del Sí y el No”) y en la categórica aprobación de la reforma constitucional en el Plebiscito del 30 de Julio de 1989 (o “de las
54 reformas”), lo que significó un verdadero reconocimiento tácito por parte del Pueblo de Chile, de la vigencia de nuestro
Texto Fundamental.
Es una Constitución Nueva: Se refiere a que la Constitución de 1980 no es una mera Reforma del Texto de 1925,
sino que implica derechamente, una Carta diferente, inspirada en sus propios principios y originada por un
proceso de formación diferente al de la Reforma Constitucional.
Es una Constitución de Texto Extenso: Si bien el número de artículos no es tan elevado, muchos de ellos son
excesivamente largos. Ello dificulta su manejo y estudio, y muchas veces atenta en contra de la elegancia de estilo
que debe revestir toda Constitución.
Es una Constitución con Lenguaje Claro. La Constitución presenta un texto de fácil comprensión, accesible a
cualquier tipo de lector. Ello, a pesar que muchas disposiciones presentan algunas falencias en su redacción u
organización, como los artículos: 1º inciso 4º (que señala que la Constitución establece derechos, en
circunstancias que sólo puede reconocerlos o protegerlos), 19 Nº7 letras g) y h) (para nada relacionadas con la
libertad individual), 19 Nºs. 10 y 11 (que confunden derecho a la educación con libertad de enseñanza), etc.
Tiene una Secuencia u Orden Tradicional: Bases de la Institucionalidad, Parte Dogmática, y Parte
Orgánica.
Es una Constitución Dual. Lo que se explica por el hecho que la Constitución cuenta con dos tipos de articulados:
los permanentes y transitorios.
Es una Constitución Rígida. Al respecto, quizás, y con mayor propiedad, debiéramos decir “relativamente rígida”,
ya que si bien establece un sistema de Reforma más complejo que la simple Formación de una Ley, en verdad tal
complejidad no es tan profunda, siendo absolutamente posibles las modificaciones si se cuentan con los
consensos políticos necesarios.
Hasta esta fecha (Julio de 2011), la Constitución de 1980 ha sido modificada en virtud de 30 Leyes de Reforma
Constitucional, siendo la primera, la Ley Nº 18.825 de 1989, y la última la Ley Nº 20.516 de 2011.
Se establece el deber del Estado de respetar y promover los derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana, garantizados por la Constitución y por los tratados internacionales suscritos por Chile
y que se encuentren vigentes. (art 5º inc 2º CPR, frase final)
Se deroga el artículo 8º, que proscribía determinadas corrientes de pensamiento y sancionaba a quienes
las difundieran.
Ley 19.519 de 1997. Esta ley se relaciona con la Reforma Procesal Penal, y crea el Ministerio Público, mediante la
incorporación de un nuevo Capítulo, el “Capítulo VI-A, del Ministerio Público” (hoy Capítulo VII)
Ley 19.611 de 1999. Modifica el artículo 1º inciso 1º de la CPR, el que señalaba que “todos los hombres nacen
libres e iguales en dignidad y derechos”, cambiando la expresión “todos los hombres” por “todas las personas”.
También se agrega en el art. 19 Nº 2 de la CPR, en lo relativo a la Igualdad ante la Ley, la expresión “Hombres y
Mujeres son iguales ante la ley”.
Ley 19.742 de 2001. Elimina la censura cinematográfica, reemplazándola por “un sistema calificación para la
exhibición de la producción cinematográfica” (art. 19 Nº 12 inciso final de la CPR). Se hace mención que esta
reforma fue necesaria luego de la condena sufrida por el Estado de Chile a raíz del caso de “La Última Tentación
de Cristo”, aplicada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, del 5 de Febrero de 2001.
tal que muchos han llegado a decir que se trata de una nueva Constitución (“Constitución de 2005“).
La Reforma consagrada en esta ley, genera una serie de cambios fundamentales en pos de una mayor democratización del
Texto Fundamental, y en general, hacia la consolidación de una Constitución más Humana. Dentro de las modificaciones
más importantes, podemos destacar las siguientes:
Se favorece la interposición de Acciones de protección por atentados en contra del derecho a vivir en un
medio ambiente libre de contaminación.
Se restringen las facultades del Consejo de Seguridad Nacional, a labores de asesoría, y se modifica su
composición
Se flexibiliza el proceso de Reforma Constitucional, mediante la aplicación supletoria de las reglas sobre
Formación de Ley.
Además, se facultó al entonces Presidente Ricardo Lagos a dictar un Texto Refundido de la Constitución,
el que efectivamente se dictó bajo Decreto Supremo Nº 100 del 22 de septiembre de 2005, y que
finalmente ordenó el articulado de la Carta Fundamental.
Ley 20.162 de 2007. Establece la obligación del Estado en orden a “promover la educación parvularia y garantizar
el acceso gratuito y el financiamiento fiscal al segundo nivel de transición, sin que éste constituya requisito para el
ingreso a la educación básica” (art. 19 Nº 10 de la CPR). Esta reforma, sin embargo, en lo relativo al segundo nivel
de transición, entrará en vigencia gradualmente en la forma que determine la ley (Disposición vigésimo primera
transitoria)
Ley 20. 193 de 2007. Incorpora el nuevo Artículo 126 bis, el cual da calidad de territorios especiales a los
correspondientes a Isla de Pascua y al Archipiélago Juan Fernández, indicando además que el Gobierno y
Administración de estos territorios se regirá por los estatutos especiales que establezcan las leyes orgánicas
constitucionales respectivas. Por su parte, se agregó también la 22ª disposición transitoria, la cual dispone que
mientras no entren en vigencia los estatutos especiales a que se refiere el artículo 126 bis, los territorios
especiales de Isla de Pascua y Archipiélago Juan Fernández continuarán rigiéndose por las normas comunes en
materia de división político-administrativa y de gobierno y administración interior del Estado.
Ley 20.245 de 2008. Permite que los nuevos procedimientos judiciales que se establezcan en Chile, puedan entrar
en vigencia en fechas diferentes en las diversas regiones del territorio. Sin embargo, el plazo total para la entrada
en vigencia, no podrá superar los cuatro años.
Ley 20. 337 de 2009. Establece que el voto deja de ser obligatorio para los ciudadanos, disponiendo que será
voluntario. Además, dispone la inscripción automática en los registros electorales, y conmina al legislador fijar
una normativa que regule el gasto electoral.
4. BASES DE LA INSTITUCIONALIDAD
El capítulo I de la constitución regula los aspectos más importantes en la organización del estado
Artículo 1º inciso 1º CPR: “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos.”
Este inciso se refiere a las personas, cualquiera sea su edad, sexo, estirpe o condición. Dicha igualdad se encuentra también
resguardada en los articulo 19 números 2 y 7. Consagra así mismo:
El principio de libertad: derecho de toda persona para decidir lo que puede hacer o no hacer. Dicho concepto
tendría una triple dimensión en lo que respecta a su libre albedrio, participación y exultación.
El principio de igualdad: solo son iguales en dignidad y derechos, por lo que no permite discriminación arbitraria
alguna. Así mismo este concepto de igualdad dice relación con una igualdad de condiciones, ya que no se trata de
una igualdad absoluta (Principio de igualdad de oportunidades)
4.2.2. La familia
Para nuestro sistema constitucional, el núcleo fundamental es la Familia. Si bien la constitución no da definición del
concepto de familia, se podría
definir como “el conjunto de personas naturales, unidas entre sí por vínculos de matrimonio, parentesco y adopción”. El
núcleo fundamental es la familia, no el matrimonio (el concepto de familia ha ido evolucionando con el tiempo) 4.2.3. La
sociedad y los grupos intermedios
El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la sociedad y les
garantiza la
El hombre y la mujer tienden a formar vínculos propios, diferentes y más amplios que los de su familia. En este inciso se
consagra uno de los principios más importantes (principio de subsidiariedad en la iniciativa y labor publica)
Se puede definir grupo intermedio como la unidad orgánica compuesta por personas, pero diferentes a los miembros que la
compones, que persiguen fines lícitos. Coexisten simultáneamente las organizaciones políticas (pueden y deben ser
reguladas por la constitución) y as organizaciones sociales (depende del comportamiento de los integrantes de la sociedad)
El estado reconoce a los Grupos intermedios, situados entre la persona y el estado. Tienen proclamada su libertad respecto
del aparato público, el cual puede regular el cómo estos se desenvuelven para finalidades claras, tales como el bien común,
previa y objetivamente constatado. (contempla los sindicatos, gremios, colegios profesionales, corporaciones y fundaciones
de beneficencia, juntas vecinales, etc.)
Es obligación del estado protegerlos, colaborar con ellos y con sujeción al principio de subsidiariedad, ayudarlos y fomentar
su existencia y desenvolvimiento. Se distinguen 3 niveles:
Asociativo: Agrupaciones voluntarias formadas por las personas con un fin licito determinado.
Subsidiariedad negativa = El estado no podrá desarrollar las actividades y funciones que por su naturaleza
corresponden a los grupos intermedios.
Subsidiariedad positiva = El estado deberá desarrollar las actividades y funciones que por su naturaleza
corresponden a los grupos intermedios cuando estos no puedan (educación, salud, seguridad social, etc.)
Establece que los grupos intermedios y los dirigentes que hagan mal uso de la autonomía que la Constitución les reconoce,
interviniendo en actividades ajenas a sus fines específicos, serán sancionados en conformidad a la ley. De ahí derivan
algunas restricciones específicas, por ejemplo, respecto de sindicatos, partidos políticos, etc.
Por lo mismo, esta norma establece la incompatibilidad entre los cargos directivos superiores de las organizaciones
gremiales, con los cargos directivos superiores (nacionales y regionales) de los partidos políticos.
Artículo 2º CPR:
“Son emblemas nacionales la bandera nacional, el escudo de armas de la República y el himno nacional”
El objetivo de incluir esta disposición fue la de preservar la identidad histórico - cultural de la Patria, a través de estos
elementos que son símbolos de la unidad nacional.
Art. 22 que dispone que “todo habitante de la República debe respeto a Chile y a sus emblemas nacionales”.
4.4.1. Concepto
Es la sociedad política organizada en un territorio determinado con la finalidad de administrar el poder, promoviendo el
bien de todos y cada uno de sus integrantes bajo el imperio de las normas de derecho que obligan tanto por igual a sus
gobernantes como gobernados.
“El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a
crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor
realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece".
Principio finalista: El fin del estado es promover el bien común. El que se puede definir como el conjunto de
condiciones sociales que permiten a todos y a cada uno de los miembros de la comunidad su mayor realización
espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que la constitución establece.
La finalidad del Estado es promover el bien común y este bien común se debe interpretar siempre en relación con
el pleno desarrollo de la persona humana. No se logra el bien común cuando sólo se buscan valores supremos
donde el individuo no tiene cabida.
El Estado, en relación con el bien común tiene el deber de “promoverlo” y no de “lograrlo”. Esto quiere decir que
la tarea de construir el bien común no pesa sólo sobre el Estado. Por el contrario, el Estado sólo debe contribuir,
colaborar, “promover” que la misma sociedad y las personas que la integran, puedan alcanzar el bien común. El
bien común es por tanto, una tarea compartida entre el Estado y las personas: el primero, encargado de
promoverlo, las segundas encargadas de lograrlo en colaboración con los órganos públicos.
El bien común al que se aspira tiene una tendencia individualista, ya que aquél solo se logra cuando la plena
realización alcanza a todos y
cada uno de los integrantes de la sociedad, y no como la plena realización de la sociedad “en abstracto”.
El bien común mira tanto a la realización material como la espiritual, por lo que los esfuerzos del Estado y de la
sociedad no pueden restringirse sólo a algunos de estos dos ámbitos, sino a ambos.
Para el logro del bien común, hay límites importantes, y se refiere al pleno respeto de los derechos y garantías
constitucionales. Esto es importante, por cuanto no cualquier medio será lícito para el logro del bien común, sino
sólo aquellos que sean compatibles con el pleno respeto por los derechos humanos.
"Es deber del Estado resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la familia, propender al
fortalecimiento de ésta, promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación y asegurar el derecho de las
personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional.”
Resguardar la seguridad nacional: Comprende la defensa de la integridad territorial y también del desarrollo del
país, en sus más variados aspectos, lo que comprende 3 objetivos:
De carácter económico: permitir un desarrollo que satisfaga las exigencias del bien común y contribuya a la paz social.
De defensa nacional: resguardar la integridad y soberanía de la republica frente a atentados u operativos extranjeros ya
sean encubiertos o manifiestos.
De estabilidad institucional: proteger a las instituciones fundamentales de la republica frente a los conatos contra la paz
social y el orden público interior que afecte el funcionamientos normal y eficiente de la democracia constitucional.
Dar protección a la población. Vinculado al principio de servicialidad, los órganos del Estado deben velar por
proteger debidamente a todos los miembros de la población, no solo los nacionales, no solo los ciudadanos, sino
que todos los que integren a la población.
Promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación. El Estado, por sí mismo es un instrumento
de integración, de reunión de las personas y de los grupos que lo conforman. No obstante, ello, más allá de dicho
fenómeno, el Estado debe velar por la eliminación de toda forma de exclusión, promoviendo la participación de
los diferentes sectores sociales. Ello, con mayor fuerza aún respecto de sectores especialmente postergados,
como las mujeres, los indígenas, los discapacitados, las comunidades alejadas, etc.
Asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional. Todas las
personas deben estar habilitadas para intervenir en la toma de decisiones estatales, sin diferencias notables entre
unos y otros.
Según su forma, los Estados pueden ser Unitarios o bien, Compuestos, dentro de los cuales, por cierto, que destacan los
Estados Federales. El Estado es unitario cuando “el poder conserva una unidad en cuanto a su estructura, no poseyendo más
que un solo centro de impulsión política fundamental”
Se trata de un “Estado simple”, ya que no se divide en zonas o sectores que cuenten con poderes políticos independientes y
que también merezcan el nombre de Estados. Por lo mismo, el centro de decisión política es uno solo, sin existir diferentes
niveles diferentes de acción política estatal. Estado Unitario se caracteriza por que cuenta con un solo gobierno, un solo
congreso, una sola Corte Suprema, etc. A su vez, desde un punto de vista normativo, los Estados Unitarios se caracterizan
por que poseen una sola Constitución, un solo ordenamiento jurídico.
En el caso chileno, nuestra Constitución optó por el sistema unitario, lo que significa que contamos con un centro político
único, expresado por la existencia de una única autoridad ejecutiva, legislativa y judicial. Además, en el Estado chileno existe
un solo ordenamiento jurídico positivo, obligatorio para todos sus habitantes, y creado por los organismos centrales
competentes.
El ejercicio del poder en un Estado Unitario, sin embargo, deberá organizarse de manera tal que su acción sea efectiva y
eficaz, por lo que se hace necesario que su Administración se organice de una manera apta. De allí nacen los criterios de
descentralización y desconcentración.
"La administración del Estado será funcional y territorialmente descentralizada, o desconcentrada en su caso, de
conformidad a la ley."
Lo que esta disposición ordena descentralizar y desconcentrar es la Administración Pública, o sea, aquella que
depende directa o indirectamente del Poder Ejecutivo Central (el Presidente de la República), y que se encarga de
satisfacer las necesidades públicas permanentes de la sociedad. (No se refiere, entonces, a las demás funciones
estatales, como la legislativa o la contralora).
Tanto descentralización como desconcentración significan, finalmente, reconocer en órganos estatales, diferentes
de los órganos centrales, determinadas competencias que les son propias. La descentralización comprende
conferir directamente facultades determinadas en órganos que gozarán de personalidad jurídica y patrimonio
propios. La desconcentración, en cambio, implica más bien una radicación de facultades en órganos, quienes
carecerán de personalidad jurídica y patrimonio propios. Por su parte, los órganos descentralizados se vincularán
con el Órgano Central a través de un vínculo de mera supervigilancia; mientras que los desconcentrados lo harán
a través de un vínculo de jerarquía o dependencia, reconociendo en el órgano central, un superior jerárquico.
La opción entre si un órgano será descentralizado o desconcentrado deberá ser adoptada por ley.
"Los órganos del Estado promoverán el fortalecimiento de la regionalización del país y el desarrollo equitativo y solidario
entre las
Si entendemos que la Regionalización es un concepto que posee una carga política trascendente, y que implica reconocer el
derecho de las Regiones a tomar sus propias decisiones y a autogenerar sus autoridades -sin que Chile deje de ser un estado
Unitario-.
Debido a la necesidad de incluir la necesidad del fortalecimiento de la regionalización en el art. 3º de la CPR se realizó la
reforma constitucional incorporando el inciso 3 a este articulo el año 2005, lo que significó tomar una opción decidida en
beneficio de un proceso de descentralización en beneficio de las distintas zonas del país.
Esto se expresa por la obligación de los órganos del Estado en orden a tener que fortalecer esta regionalización,
promoviendo, además, el desarrollo de las regiones, provincias y comunas del territorio nacional.
El desarrollo que se busque entre estas diferentes unidades territoriales, deberá ser equitativo y solidario entre ellas, de
manera de extender los beneficios del sistema político, económico y social a todos los sectores del país.
Artículo 4º CPR:
4.5.1. Republica
La autoridad es responsable, razón por la cual en caso de infracción a la Constitución o a las leyes, puede ser
sancionado e incluso perder su cargo;
De esta forma, una república sólo sería tal no sólo si su gobernante es responsable, temporal y elegido, sino que además
requeriría canales de participación democrática de la ciudadanía en la toma de decisiones. Sólo así se construiría una
verdadera res-publica, y no solo dejando en manos de un gobernante, todas las decisiones internas. La dificultad de esta
segunda concepción es que tiende a confundir la noción de república con la de democracia, que en rigor son entidades
diferentes.
El artículo 4 señala que el gobierno de chile es republicano, no así el estado de chile. El Estado puede ser Unitario o
Compuesto, mientras que el Gobierno es quien podrá ser Republicano o Monárquico.
Esta norma debe ser entendida en primer término en el entendido que el Poder Político recae en el Pueblo o Nación (tal
como lo expresa el artículo 5º inciso 1º de la CPR), quien lo ejerce directamente o a través de sus representantes.
Respeto por las reglas de la Mayoría. En una democracia, las decisiones que se adopten en el seno de una
comunidad, se tomarán siguiendo las reglas de las mayorías, las cuales podrán ser simples o calificadas.
Son simples cuando la decisión que se escoge, corresponde a la opción por la que han votado la mayor
cantidad de personas.
División de las Funciones Estatales. La democracia exige, además, que el poder público se encuentre repartido
orgánicamente en diferentes instituciones. Además, esta separación de funciones debe ser real, respetando las
diferentes competencias y responsabilidades.
Respeto por los derechos fundamentales de las personas. Indudablemente, no basta que en un país las
decisiones se tomen según lo que decidan las mayorías, sino que, además, deberá existir la debida protección por
las personas, lo que implica el respeto irrestricto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana.
4.6. La Soberanía
4.6.1. Concepto
Capacidad que tiene el estado de darse su propio ordenamiento jurídico y político para demostrarse frente a otros estados
como igual e independiente
“La soberanía reside esencialmente en la Nación. Su ejercicio se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de
elecciones periódicas y, también, por las autoridades que esta Constitución establece. Ningún sector del pueblo ni
individuo alguno puede atribuirse su ejercicio".
Por soberanía debemos entender el Poder Político máximo o supremo en un determinado Estado. La Soberanía implica el
poder máximo de mando al interior de un Estado, pero a su vez la absoluta prescindencia de otro Estado soberano. La
Soberanía debe ser entendida en dos dimensiones: “la soberanía - autonomía” que corresponde al poder que se ejerce en
un Estado determinado, y la “soberanía – independencia” que alude a una posición de igualdad frente a otros Estados
también soberanos.
El artículo 5º inciso 1º de la Constitución Política no define soberanía, sino que indica quién es el titular de ella y quién la
puede ejercer (y de qué modo). Respecto de su titularidad, la Constitución dispone que la soberanía reside esencialmente
en la Nación, y que su ejercicio corresponde al Pueblo.
Ningún sector del pueblo ni individuo puede atribuirse el ejercicio de la soberanía. El pueblo, a su vez, ejercerá este poder
de las siguientes formas: Ejercicio directo de la Soberanía. Ello ocurre en dos situaciones:
Por Plebiscitos. Consisten en consultas públicas realizadas a los ciudadanos sobre asuntos específicos. Nuestra
Constitución contempla sólo en dos casos la posibilidad de llamar a Plebiscitos:
Durante la tramitación de las Reformas Constitucionales, en casos de discrepancias entre las Cámaras del
Congreso Nacional y el Presidente de la República (art. 128 y 129 de la CPR), o
Por elecciones periódicas. Por su parte, nuestra Carta Fundamental contempla cinco tipos de cargos que son de elección
popular, a saber: el Presidente de la República (art. 26 CPR), los Diputados (art. 48 CPR), los Senadores (art. 49 CPR), los
Alcaldes (art. 57 de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, Nº 18.695 por aplicación del art. 119 CPR) y los
Concejales (art. 119 CPR)
Ejercicio indirecto de la Soberanía. Opera mediante la actuación de los órganos del Estado, algunos de ellos compuestos por
funcionarios elegidos directamente por la ciudadanía (como los señalados anteriormente), o bien designados por
funcionarios previamente elegidos por la ciudadanía (como las autoridades del Poder Judicial, del Tribunal Constitucional o
del Ministerio Público).
En virtud de lo anterior, la democracia chilena no es totalmente directa (ya que no todas las decisiones las adopta
directamente el pueblo), ni es totalmente representativa (ya que no todas las decisiones las toma las autoridades que
representan al pueblo). De allí que se diga que nuestro gobierno sea una Democracia mixta (semi directa o semi
representativa)
4.6.3. Limites
"El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta Constitución, así
como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentres vigentes.”
Los derechos esenciales “tienen como fundamento los atributos de la persona humana y no nacen del reconocimiento que
les brinde determinado Estado, siendo, por tanto, anteriores y superiores a todo ordenamiento jurídico”. De esta norma
derivan las siguientes consecuencias:
Se establece el principio que el ejercicio de la soberanía se encuentra limitada por “el respeto a los
derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana”.
Reconoce que la soberanía popular no es total, absoluta o ilimitada, sino que reconoce en sí misma, una
frontera trascendental, como es el respeto por los derechos fundamentales. De esta forma, ni el Pueblo ni
los órganos públicos se encuentran habilitados para tomar decisiones que impliquen vulneración a esta
clase de derechos. (Nuestra democracia solo se justifica por el respeto a las personas y a sus derechos
mas esenciales)
En lo relativo a la aplicación de las normas: Si existen dos normas que son contradictorias, necesariamente deberá
aplicarse aquella que proteja a las personas, por sobre aquella que no las proteja, independientemente de cuál sea la
jerarquía o rango de las diferentes normas en aparente pugna. Por su parte, si ambas normas son protectoras de los
derechos, en tal caso, deberá ser aplicada aquella norma que mejor proteja a las personas, nuevamente sin importar la
jerarquía de las normas, incluso prefiriendo las normas internacionales por sobre las internas.
En lo relativo a la acción de los órganos estatales. Los órganos representativos de los diferentes poderes o funciones del
Estado deberán someter su acción a los deberes de protección de los derechos fundamentales. (los órganos ejecutivos,
legislativos, judiciales y el poder constituyente)
Se establece un “catálogo abierto de derechos fundamentales”, puesto que lo que constituye un límite al
ejercicio de la soberanía son todos los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana, y no
sólo aquellos que señala la Constitución.
Como consecuencia de lo anterior, y de la lectura de la norma en cuestión, se concluye que los Derechos
Humanos no nacen ni son creados por la Carta Fundamental, sino que ésta sólo los garantiza o protege,
ya que estos tienen su origen en la dignidad de la persona.
Los que señale la propia Constitución Política en su art. 19, y en los demás preceptos constitucionales, los
que se indique el derecho internacional convencional a través de los Tratados Internacionales sobre
Derechos Humanos y todos los demás derechos que emanen de la naturaleza humana, aun cuando no se
encuentren incluidos en los sistemas normativos señalados anteriormente. Estos derechos se conocen
como “derechos implícitos”. Además, el art. 29 letra c) de la Convención Americana de Derechos
Humanos (“Art. 29: Ninguna disposición de la presente convención puede ser interpretada en el sentido
de: c) excluir otros derechos y garantías que son inherentes al ser humano o que se derivan de la forma
democrática de gobierno”)
*Todos estos derechos mencionados, conforman lo que se denomina El Bloque Constitucional de Derechos, bloque que
forma parte de la Constitución Material. Los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana se encuentran en
una posición jerárquica aún más alta que la propia Constitución Política (entendida ésta en su sentido formal) ya que ésta
también es una expresión de la soberanía popular y, por lo tanto, en el evento que la Carta Fundamental estableciera
normas contrarias a esta clase de derechos, nos encontraríamos frente a una norma que aun teniendo rango constitucional,
debe ser reformada con el objeto de ajustarla a los parámetros antes señalados.
El primer deber del Estado consiste en respetar “tales derechos” (debemos entender “los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana”). El deber de respeto debe ser entendido como un
deber de carácter negativo, los órganos del Estado tienen prohibido violar, atentar o amenazar estos
derechos.
El segundo deber consiste en promover los derechos fundamentales, lo que constituye un deber de
carácter positivo. Ya no se trata solamente de un “no atentar” o de un “no amenazar” estas prerrogativas,
sino que se impone la obligación de tomar una actitud activa destinada al verdadero imperio de estos
derechos. El Estado, por lo tanto, se obliga a hacerlos efectivos en la práctica, lo que significa utilizar
criterios de interpretación que los favorezcan y nunca que los disminuyan en cuanto a su poder
normativo. Implica, además, adoptar acciones concretas de protección de derechos, vinculados, por
ejemplo, con la generación de condiciones de vida favorables para los ciudadanos, así como una correcta
educación en lo que a Derechos Humanos se refiere.
No sólo los derechos consagrados en la Constitución deben ser respetados y promovidos, sino que
además aquellos que garanticen “los
Estado donde existe un ordenamiento jurídico vinculante, obligatoria para gobernantes y gobernados, de manera tal que
cualquier conducta que signifique una violación del mismo, de aquellos o de estos, originara las responsabilidades y
sanciones que el mismo ordenamiento establezca.
La constitución es la norma fundamental y fundante del estado y también constituye un límite al control del estado y de las
partes. Es un principio fundamental del estado de derecho.
Art. 6º CPR:
“Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, y garantizar
el orden institucional de la República. (Principio de supremacía constitucional)
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona,
institución o grupo. (Principio de vinculación directa u obligatoriedad)
La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley.” (Principio de
responsabilidad) PRINCIPIO DE SUPREMACIA CONSTITUCIONAL:
La constitución es en el fondo y forma la ley suprema del estado nación, a la cual deben someterse todas las demás normas
jurídicas y tanto las decisiones de los gobernantes como las conductas y actos jurídicos de los gobernados.
Obliga a su ejecución tanto al sector público como al sector privado PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD
La Fuerza Normativa de la Constitución demuestra porque toda infracción a la Constitución, “generará las responsabilidades
y sanciones que
determine la ley” debido a que se deben asumir las consecuencias jurídicas de un acto.
“Los órganos del Estado actúan válidamente, previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia y
en la forma que prescriba la ley. (Principio de Legalidad)
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o
las leyes. (Principio de Juridicidad)
Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale.”
(Principio de Responsabilidad)
Contemplado en el artículo 7° inciso segundo de la Constitución, los órganos del Estado y en general, toda persona debe
ajustarse no solo a la ley, sino que más viene a toda norma integrante del ordenamiento jurídico (es decir, no solo a la ley,
sino que también a la Constitución, a los Tratados Internacionales, a los reglamentos, las sentencias, etc. Se trata de una
sujeción integral del derecho.
Las autoridades y los gobernados deben actuar dentro del marco de potestades, atribuciones y derechos determinados o
asegurados, de antemano y en texto escrito por el Derecho, con sujeción, leal o de buena fe, a cuanto fluye de ese marco
infranqueable. Aunque en la práctica y doctrinariamente se refiere a los órganos estatales, este principio rige también a los
particulares, a pesar que respecto de ellos sea mayor el margen de libertad en su actuar. El principio aparece en el artículo 7
inciso segundo.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD
El principio de legalidad encierra como idea central que toda persona u órgano debe actuar conforme a la ley La norma en
análisis, establece que los actos de los órganos del Estado son válidos sólo si cumplen copulativamente, tres requisitos
(“condiciones de validez”):
Investidura previa y regular de sus titulares: Los miembros del órgano estatal respectivo deben incorporarse
válidamente a él (Art. 27 CPR: investidura cargo del presidente). La investidura corresponde a la toma de posesión
del cargo por quien ha sido elegido o designado para servirlo en un órgano estatal. Presupone autoridad y trae
consigo un cumulo de deberes.
Actuación dentro de la competencia. Cada órgano deberá actuar sin exceder el marco de las atribuciones y
deberes que la constitución y las leyes le han conferido expresamente y por anticipado. La potestad publica se
encuentra de antemano, otorgada expresamente en texto escrito y claro con sentido y alcance restringido.
Respeto de las formas establecidas en la ley. Se vincula con los requisitos externos, o solemnidades que deben
revestir los actos estatales, de modo tal que su no cumplimiento origina la nulidad de dicha actuación.
Por último, el inciso segundo del mismo artículo séptimo ratifica la idea de la Actuación “dentro de la competencia de cada
órgano”, pero por sobre todo, es la consagración constitucional del principio que consagrara Montesquieu, conocido como
el de la separación de poderes, por el sólo hecho de indicar que ninguna magistratura (entendido el término en un sentido
amplio, no sólo referida a “magistrados”) puede atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra
autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
Entre ambos principios hay una relación de género a especie, mientras que el principio de juridicidad (genero) no se puede
contravenir a lo señalado en la constitución, es decir el derecho en todo su conjunto. El principio de legalidad (especie)
consiste en 3 requisitos copulativos para que un acto de un órgano del estado sea válido.
Debe entenderse como “asumir las consecuencias jurídicas de un acto”, las disposiciones constitucionales citadas hacen
referencia a todo tipo de responsabilidad. En otras palabras, la infracción a la Constitución o a las leyes podrá dar lugar a
responsabilidades civiles, penales, administrativas o políticas, según lo que establezca el propio ordenamiento jurídico. Por
lo tanto, no existe una única clase de responsabilidad. Será el ordenamiento jurídico el que tendrá que establecer la
consecuencia específica que derive de una determinada conducta.
El inciso final del artículo 7º, desde ya, consagra una de las consecuencias jurídicas más importantes que se generan a partir
de una actuación contraria a las condiciones de validez señaladas anteriormente. La “nulidad de derecho público”. Vale
decir, un acto que ha emanado de quien no ha sido investido regularmente, o de quien ha actuado fuera de su competencia
o sin dar cumplimiento a la s formalidades legales, “es nulo”.
La Nulidad de Derecho Público, es única, ya que no distingue como en el derecho civil entre nulidades absolutas y relativas.
También, es insubsanable e imprescriptible, toda vez que ni otro acto ni el transcurso del tiempo puede otorgarle validez.
Por último, para algunos autores, se trataría de una nulidad que operaría de pleno de derecho (por lo tanto, no requeriría
de declaración formal de nulidad) y con efectos retroactivos; sin embargo, estas dos últimas características no son
totalmente acogidas por la doctrina constitucional chilena.
El mecanismo de control es esencial en el estado de derecho, este llama al correcto actuar de los individuos sea que se trate
de asuntos tanto de particulares como públicos. En nuestro ordenamiento jurídico el organismo encargado de hacer cumplir
este principio es el tribunal constitucional y la contraloría general de la república. (ver 2.3.)
Control del poder legislativo: Art 48 N°1: Fiscalizar los actos del gobierno, es decir conjunto de actor que pueden emanar
del poder ejecutivo, ya sea actos de gobierno o actos de administración
Control del poder judicial al poder ejecutivo: En los actos administrativos el control jurisdiccional es de especial relevancia.
El poder judicial puede dejar sin efecto (anular) un acto de la administración del estado, cuando este sea arbitrario o ilegal,
atentando contra el principio de legalidad.
La corte suprema conoce de la acción de reclamación de nacionalidad, la corte de apelaciones conoce del recurso de
protección cuando el acto emana de la administración, amparo económico, amparo, reclamo de ilegalidad por acto
municipal, y los juzgados de letras conocen del reclamo expropiatorio, la acción ordinaria de nulidad, y nulidad de derecho
público.
Control de la contraloría general de la república: Es preventivo, ya que se realiza antes de que el acto nazca al a vida del
derecho. En materia económica fiscaliza a los funcionarios que manejan fondos del fisco.
Surge como consecuencia del principio de supremacía constitucional, de juridicidad o legalidad y el de responsabilidad. Se
halla en el inciso 2 del artículo 7 de la CPR. El estado de derecho supone la división del ejercicio del poder único o soberanía,
así como la distribución de funciones entre órganos estatales competentes, cada uno de los cuales desempeña sus
atribuciones con autonomía y vigilando a los demás.
Art. 8º CPR:
“El ejercicio de las funciones públicas obliga a sus titulares a dar estricto cumplimiento al principio de probidad en todas
sus actuaciones". (Principio de Probidad)
Son públicos los actos y resoluciones de los órganos del Estado, así como sus fundamentos y los procedimientos que
utilicen. Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá establecer la reserva o secreto de aquéllos o de éstos,
cuando la publicidad afectare el debido cumplimiento de las funciones de dichos órganos, los derechos de las personas, la
seguridad de la Nación o el interés nacional". (Principio de Publicidad)
El Presidente de la República, los Ministros de Estado, los diputados y senadores, y las demás autoridades y funcionarios
que una ley orgánica constitucional señale, deberán declarar sus intereses y patrimonio en forma pública. (Principio de
Transparencia)
Dicha ley determinará los casos y las condiciones en que esas autoridades delegarán a terceros la administración de
aquellos bienes y obligaciones que supongan conflicto de interés en el ejercicio de su función pública. Asimismo, podrá
considerar otras medidas apropiadas para resolverlos y, en situaciones calificadas, disponer la enajenación de todo o
parte de esos bienes.”
PRINCIPIO DE PROBIDAD:
Obliga a todos los titulares de funciones públicas a actuar honesta y lealmente. La probidad implica, por lo tanto, un
estándar de exigencia aun mayor que el de la simple legalidad, puesto que mientras esta última sólo significa el apego a las
leyes, la probidad exige además que el comportamiento del sujeto sea fiel, con compromiso efectivo por el bien público y,
por lo tanto, anteponiendo siempre el interés general por sobre el propio.
Es relevante indicar que la probidad es predicable a todo titular de alguna función pública y, por lo mismo, no sólo es
exigencia para quienes formen la Administración Pública (ministerios, servicios públicos, Fuerzas Armadas), sino que
también a quienes participen en los demás Poderes del Estado, así como también, respecto de los miembros o titulares de
los organismos autónomos como el Banco Central, el Ministerio Público o el Tribunal Constitucional.
Finalmente, el año 2010, se agregan los incisos tercero y cuarto al art. 8° (Ley 20.414), que señala que ciertas autoridades
tendrán el deber de declarar públicamente sus intereses y patrimonio. Estas autoridades son el Presidente de la República,
los Ministros de Estado, los diputados, los senadores y los demás que determine una ley orgánica constitucional. A su vez,
establece que dicha ley determinará los casos y las condiciones en que esas autoridades delegarán a terceros la
administración de aquellos bienes y obligaciones que supongan conflicto de interés en el ejercicio de su función pública, lo
que se conoce como Mandato Especial de Administración Ciega de Patrimonio o fideicomiso ciego. La misma ley podrá
considerar otras medidas apropiadas para resolverlos y, en situaciones calificadas, disponer la enajenación de todo o parte
de esos bienes.
PRINCIPIO DE PUBLICIDAD
La publicidad consiste en la obligación de los órganos del Estado de dar a conocer sus actos decisorios; mientras que la
transparencia alude a la información que deben dar esos mismos órganos respecto de los procedimientos, contenidos y
fundamentos de dichos actos.
Son públicos:
Sólo una ley de quórum calificado podrá establecer la reserva o secreto de los actos públicos, de sus fundamentos
y procedimientos.
A su vez, esta reserva o secreto sólo podrá ser establecida por esta clase de leyes, cuando la publicidad afectare:
La seguridad de la Nación, o
El interés nacional.
En la actualidad, el principio de Publicidad y Transparencia es especialmente resguardada por la Ley 20.285 que resguarda el
Acceso a la Información Pública y regula el deber de Transparencia de los órganos del Estado. De esta norma, debemos
destacar tres cuestiones básicas:
Consagra la Transparencia “Activa”, que consiste en el deber de los órganos de entregar una serie de información
a través de sus páginas web;
Regula la “Transparencia Pasiva”, que consiste en el deber de los órganos del Estado de entregar –salvo las
excepciones fijadas en la propia Constitución- la información que soliciten los particulares; y Crea un órgano
autónomo, encargado de velar por el cumplimiento de estos deberes, como es el Consejo para la Transparencia,
cuyas resoluciones pueden, por regla general, ser reclamadas ante la Corte de Apelaciones respectiva.
PROBIDAD, TRANSPARENCIA Y PUBLICIDAD: Coinciden, entonces configurando actuaciones por entero legítimas, en sí y de
cara a los demás órganos estatales. Tal publicidad puede ser materializada por vías numerosas, pero asociada al principio de
transparencia implica que cualquier interesado se haya capacitado para buscar información y acceder a ella sin cortapisas
inconducentes. He aquí el fundamento del habeas data en nuestro régimen jurídico.
La unión de estos tres principios puede ocasionar trastornos graves al buen común, sobre la base de privilegia de acceso o
divagación ilimitada de decisiones, fuentes, cifras, lugares, proyectos, cursos de acción y otras informaciones que, por su
naturaleza intrínseca, tienen que ser protegidas por los involucrados en el asunto que examinamos requieren la imposición
de restricciones o salvedades que infundan legitimidad, formal y sustantiva al ejercicio respectivo. El bien común justifica
aquellas excepciones, siempre que sean proporcionadas a la finalidad perseguida, conducentes a la recta consecución de
ella y se hallaren taxativamente previstas por la ley.
Como Jefe de Gobierno, la autoridad del Presidente de la República involucra fijar la orientación política
fundamental del Estado. Es el jefe máximo de la Administración del Estado, y dirige la burocracia. Puede impartir
las órdenes directas a los funcionarios subalternos que pertenecen a los servicios públicos y a los Ministerios. Para
desarrollar esta función, el Presidente se somete a un “programa de gobierno”, que ejecuta con la debida
colaboración de los Ministros de Estado.
Si bien es el Presidente quien desarrollará ambas funciones, debe tener muy presente en el ejercicio de ellas, que en rigor
son diferentes, y que las decisiones que adopte en cada uno de esos roles amerita un procedimiento diferente. Cuando el
Presidente actúa simplemente como Jefe de Gobierno, la decisión la adoptará seguramente con el consejo de sus ministros,
sus asesores directos y con los partidos políticos que conforman la coalición “de gobierno”. Sin embargo, lo ideal sería que
las decisiones que se adopten en su rol de Jefe del Estado, se realice en conexión con los diferentes sectores del país, con el
oficialismo y la oposición, por cuanto son resoluciones que no son meras “Asuntos de Gobierno”, sino que más bien se trata
de “Asuntos de Estado”.
Requisitos para ser elegido Presidente de la República (tener la calidad de presidente electo). El artículo 25 de la
Constitución Política actual los establece:
Tener la nacionalidad chilena de acuerdo a lo dispuesto en los números 1º ó 2º del artículo 10 (o sea, por vías
originarias, esto es, por ius solis o ius sanguinis, y no por vías derivadas);
Poseer las demás calidades para ser ciudadano con derecho a sufragio (por lo tanto, que sea ciudadano según las
condiciones del art. 13 CPR, sin que concurra ninguna circunstancia suspensiva del derecho a sufragio del art. 16,
ni de pérdida de la ciudadanía del art. 17 CPR) . Además, en el caso de los chilenos del art. 10 Nº 2, requerirá que
se encuentren avecindados por más de un año en Chile (art. 13 inciso 3º), ya que éste es el requisito para que
aquellas personas, en general, puedan ejercer la ciudadanía chilena.
En primer lugar, deja de ser requisito el hecho de haber nacido en territorio de Chile, cambiándose simplemente por el de
ser chileno por vías “no adquiridas”. Por lo tanto, no podrán postular a la Presidencia, los nacionalizados chilenos, o a
quienes se le hubiere conferido la nacionalidad chilena por gracia.
En segundo término, se rebaja la edad mínima para ser electo Presidente, de 40 a 35 años, uniformándose esta última como
la edad exigible también respecto de Senadores (art. 50 CPR).
Por último, no debe olvidarse que de acuerdo a la LOC 18.700 (arts. 13 y 14) sobre Votaciones Populares y Escrutinios, sólo
podrán presentarse como candidatos a la Presidencia de la República quienes sean patrocinados por:
partidos políticos constituidos sólo en algunas regiones, siempre que la cantidad total de afiliados no sea inferior
al 0,5% de los que hubieren sufragado en la anterior elección periódica de Diputados; o
un número de ciudadanos inscritos en cualquier parte del territorio nacional, no inferior al 0,5 % de los que
hubieren sufragado en la anterior elección periódica de Diputados.
Situación en la Constitución chilena de 1980. De conformidad al art. 26 CPR (inciso primero, primera parte), el Presidente
será elegido “en votación directa y por mayoría absoluta de los sufragios válidamente emitidos”. Para estos efectos – y
también para la denominada “segunda vuelta” – los votos en blanco y nulos se considerarán como no emitidos (art. 26
inciso tercero CPR).
Momento en que debe efectuarse la elección. “La elección se efectuará conjuntamente con la de parlamentarios, en la
forma que determine la ley orgánica constitucional respectiva, el tercer domingo de noviembre del año anterior a aquel en
que deba cesar en el cargo el que esté en funciones." (art. 26 inciso primero, parte final: la primera frase en negrita
corresponde a la reforma constitucional 20354 de 2009; la segunda en tanto, fue incorporada por la ley de reforma
constitucional 20.515 de 2011).
La Ley Orgánica a la que alude la disposición anterior, corresponde a la LOC Nº 18.700 sobre Votaciones Populares y
Escrutinios. La simultaneidad de ambas elecciones (presidenciales y parlamentarias) se introdujo por la Reforma
Constitucional de 2005 y busca hacer coincidir no sólo las elecciones mismas (concentrando los esfuerzos económicos del
Estado en un número inferior de actos electorales, reduciéndose notablemente el gasto público), sino que además los
períodos respectivos, evitando de esta forma, que el Presidente cuente sólo en los primeros años de su mandato, con un
Parlamento “amigable” y en los últimos, con un Parlamento “hostil”.
La segunda vuelta o “ ballotage”. De acuerdo al artículo 26 CPR inciso segundo, si a la elección presidencial se presentaren
dos o más candidatos y ninguno obtuviere más de la mitad de los sufragios válidamente emitidos, se procederá a una
segunda votación que se circunscribirá a los candidatos que hayan obtenido las dos más altas mayorías y en ella resultará
electo aquél de los candidatos que obtenga el mayor número de sufragios. Esta nueva votación se verificará, en la forma
que determina la ley, el cuarto domingo después de efectuada la primera.
El Tribunal Calificador de Elecciones, concluido el proceso de calificación de la elección presidencial (que no podrá
extenderse más allá de 15 días posteriores a la primera votación, ó 30 de la segunda, según correspondiese), deberá
comunicar al Presidente del Senado, la proclamación del Presidente Electo (art. 27 inc. 1º y 2º CPR).
El Presidente del Senado deberá comunicar al Congreso Pleno, de la designación hecha por el Tribunal Calificador de
Elecciones, en un acto que tendrá lugar el día en que deba cesar de sus funciones, el Presidente en ejercicio. En este mismo
acto, el Presidente electo prestará ante el Presidente del Senado, juramento o promesa de desempeñar fielmente el cargo
de Presidente de la República, conservar la independencia de la Nación, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes.
Una vez realizado el juramento o promesa, asumirá de inmediato sus funciones (art. 27 inciso final CPR). Desde ese
momento, el Presidente Electo, se transforma en Presidente en Ejercicio.
De conformidad al actual artículo 25 CPR, inciso segundo (reformado por la Ley Nº 20.050), el Presidente de la República
durará en el ejercicio de sus funciones por el término de cuatro años, y no podrá ser reelegido para el período siguiente.
Para eliminar toda sombra de dudas respecto de la situación del entonces Primer Mandatario, don Ricardo Lagos E., la
duodécima disposición transitoria, estableció que su mandato sería de seis años, no pudiendo ser reelegido para el período
siguiente.
El actual artículo 24 inciso tercero establece la obligación del Presidente de la República de dar cuenta al país, “del estado
administrativo y político de la Nación”
La misma disposición establece, a partir de la Ley de Reforma Constitucional Nº 20.050, que este acto se realizará el día 21
de mayo de cada año. Así, se concreta una práctica constitucional incorporada a nuestra tradición republicana desde 1925,
toda vez que si bien ni la Carta del ’25 ni el texto original de la actual, fijaban fecha alguna para esta ceremonia,
históricamente siempre se realizó en aquella oportunidad del año.
La actual norma, además, fija el órgano ante el cual deberá rendirse esta cuenta, siendo éste es el Congreso Pleno. De esta
forma, se reproduce la fórmula recogida en su oportunidad por la Constitución de 1925, que así también lo establecía.
En definitiva, la redacción del artículo 24 vigente, inciso tercero, indica que: “El 21 de mayo de cada año, el Presidente de la
República
dará cuenta al país del estado administrativo de la Nación ante el Congreso Pleno”.
Si, entre la primera y la segunda votación presidencial, falleciere uno o ambos candidatos a los que les correspondía
participar del ballotage, el Presidente de la República, dentro de los treinta días siguientes al deceso, convocará a una nueva
elección, la que “se celebrará el domingo más cercano al nonagésimo día posterior a la
convocatoria”. Cabe acotar que el artículo 20 inciso primero de la LOC Nº 18.700 sobre Votaciones Populares y Escrutinios,
regula la situación que se produciría si el fallecimiento se produjera antes de la primera votación. En lo pertinente, dispone:
“Si un candidato a Presidente de la República, Diputado o Senador fallece después de inscrito y antes del octavo día anterior
a la elección, el partido o el pacto electoral al cual pertenezca el candidato o las personas que hayan requerido la inscripción
del candidato, en caso de candidaturas independientes, podrán reemplazarlo por otro, dentro de tercero día de la fecha del
deceso. Si las cédulas correspondientes ya se encontrasen impresas, se entenderá que los votos obtenidos por el candidato
fallecido corresponden a su reemplazante”
Una cuestión no resuelta, según lo advierte el profesor Guillermo Bruna, es la que se produciría si falleciere el candidato,
entre el octavo día anterior a la elección y la fecha en que el Tribunal Calificador de Elecciones proclama al “Presidente
Electo”. Este impasse no lo soluciona el legislador, por lo que, de suceder se originaría “un grave problema político”.
Impedimento Temporal. “Si el Presidente Electo se encontrare impedido para tomar posesión del cargo, asumirá, mientras
tanto, con el título de Vicepresidente de la República, el Presidente del Senado; a falta de éste, el Presidente de la Cámara
de Diputados, y a falta de éste, el Presidente de la Corte Suprema” (art. 28 inciso primero CPR). Este orden corresponde al
establecido por la Reforma Constitucional de 2005, ya que con anterioridad a ella, la prelación era la siguiente: Presidente
del Senado, Presidente de la Corte Suprema y Presidente de la Cámara de Diputados.
Impedimento Temporal. Puede deberse a enfermedad, ausencia del territorio u otro grave motivo. En estos casos,
subrogará con el título de Vicepresidente de la República, el Ministro titular que corresponda según el orden de precedencia
legal, y a falta de todos ellos, le subrogarán Sucesivamente el Presidente del Senado, el Presidente de la Cámara de
Diputados y el Presidente de la Corte Suprema. (art. 29 inciso primero CPR).
Cabe indicar que el orden de precedencia a la que alude la norma citada se encuentra establecido en el DFL Nº 5802 de
1942 y en el DFL Nº 3612 de 1930. En la actualidad, el orden de precedencia es el siguiente:
Ministerio de Hacienda
Ministerio de Planificación
Ministerio de Educación
Ministerio de Justicia
Ministerio de Salud
Ministerio de Agricultura
Ministerio de Minería
Por sentencia condenatoria en juicio político, dictada por el Senado, previa acusación constitucional formulada
por un número de diez a veinte diputados, en razón de haber comprometido gravemente el honor o la seguridad
de la Nación, o infringido abiertamente la Constitución o las leyes (arts. 53 Nº 1 y 52 Nº 2 letra a) CPR)
Por inhabilidad declarada por el Senado, para lo cual deberá oir previamente al Tribunal Constitucional (art. 53 Nº
7 CPR)
Por Renuncia o Dimisión fundada, debidamente calificada por el Senado, para lo cual también deberá oír al
Tribunal Constitucional (art. 53 Nº 7 CPR).
El impedimento definitivo del Presidente de la República origina lo que el artículo 29 de la CPR denomina “vacancia”.
Mientras no se designe el Presidente de la República, operará la subrogación en los mismos términos que los señalados
respecto del impedimento temporal.
Para designar al nuevo Presidente de la República debe distinguirse el momento en el que se produce la vacancia (art. 29
CPR):
Si la vacancia se produce faltando menos de dos años para la próxima elección presidencial: lo elegirá el Congreso
Pleno por la mayoría absoluta de los senadores y diputados en ejercicio. Esta elección tendrá lugar dentro de los
10 días siguientes, y el elegido asumirá su cargo dentro de los 30 días siguientes.
Si la vacancia se produce faltando más de dos años para la próxima elección presidencial: el Vicepresidente,
dentro de los 10 primeros días de su mandato, convocará a los ciudadanos a elección presidencial dentro de los
120 días siguientes a la convocatoria, y el elegido asumirá su cargo al décimo día siguiente a su proclamación.
El Presidente elegido por vacancia durará en su cargo hasta que finalice el período de quien reemplaza y no podrá postular
como candidato a la elección presidencial siguiente.
Se entiende por Ex Presidente de la República, el que hubiere desempeñado el cargo de Presidente de la República por un
período completo (art. 30 CPR). Por lo tanto, no asumirá esta calidad quien asuma el cargo presidencial por vacancia o que
haya sido declarado culpable en juicio político.
La calidad de Ex Presidente de la República constituye dignidad oficial, y además, concede dos beneficios:
fuero e inmunidad penal, en los mismos términos que lo poseen senadores y diputados (art. 61 incisos 2, 3 y 4,
por aplicación del artículo 30 CPR); y
dieta equivalente a la remuneración de un Ministro de Estado, incluidas todas las asignaciones que a éste le
corresponden (art. 62, por aplicación del art. 30 CPR).
Hasta antes de la Reforma Constitucional de 2005, los ex Presidentes de la República asumían, además, como Senadores
vitalicios, cargo al cual podían renunciar sin perder su dignidad de Ex Presidentes. La reforma indicada elimina los Senadores
Vitalicios, y por lo tanto, la posibilidad de asumir y renunciar a dicho cargo
Atribuciones Generales del Presidente de la República. Son aquellas que corresponden, genéricamente a las funciones
gubernativas y administrativas (o “funciones de gobierno” y “funciones de administración”). Nuestra Constitución la
establece en forma expresa en el artículo 24 inciso segundo cuando señala, respecto del Presidente de la República: “Su
autoridad se extiende a todo cuanto tiene por objeto la conservación del orden público en el interior y la seguridad externa
de la República, de acuerdo a la Constitución y las leyes.”
Si bien las facultades genéricas parecen ser amplias (“a todo cuanto tiene por objeto la conservación del orden público en el
interior y la seguridad externa de la República”), se establece inmediatamente como límite para la acción del Ejecutivo, el
respeto “a la Constitución y las leyes”, lo que implica una confirmación a los principios de supremacía constitucional y de
legalidad (arts. 6º y 7º de la CPR). Además, no debemos olvidar, como segundo límite, el necesario respeto por los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana, según lo establecido en el art. 5º inciso 2º CPR.
Atribuciones Especiales del Presidente de la República. Son aquellas que constituyen una consecuencia específica de las
atribuciones generales antes señaladas, las que a su vez, se encuentran establecidas en el artículo 32 CPR y que pueden ser
subclasificadas (Mario Verdugo y Emilio Pfeffer) en:
Atribuciones Gubernamentales:
“Aquellas atribuciones del Presidente de la República que se ejercen con el fin de tomar decisiones ante situaciones nuevas
y únicas,
Vale decir, tienen por objeto fijarlas grandes directivas en la orientación política, dirigiendo a la Nación por un camino
determinado; y pueden ser de naturaleza política, internacional, militar o financiera.
Art. 32 Nº 4: “Convocar a plebiscito en los casos del artículo 128”. Esta atribución no sólo es de carácter constituyente, sino
que además implica una decisión política relevante y por este motivo, también se le incluye dentro de estas categorías.
Art. 32 Nº 5: “Declarar los estados de excepción constitucional en los casos y formas que se señalan en esta Constitución”
Atribuciones gubernamentales de naturaleza internacional: Estas son funciones que se conectan directamente con la
calidad
del Presidente de la República como “Jefe de Estado” y como tal, el representante internacional del Estado de Chile.
Art. 32 Nº 8: “Designar a los embajadores y ministros diplomáticos, y los representantes ante organismos internacionales”.
Todos estos funcionarios serán de exclusiva confianza del Presidente de la República y se mantendrán en sus puestos
mientras cuenten con ella.
conducir las relaciones internacionales con las potencias extranjeras y los organismos internacionales,
firmar y ratificar los tratados internacionales que estime convenientes para el país,
establecer que las discusiones y deliberaciones sobre estos objetos sean secretos.
Art. 32 Nº 16: “Designar y remover a los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada, de la Fuerza Aérea y al General
Director de Carabineros en conformidad al artículo 104, y disponer los nombramientos, ascensos y retiros de los Oficiales de
la Fuerzas Armadas y de Carabineros en la forma que señala el artículo 105”
Art. 32 Nº 17: “Disponer de las fuerzas de aire, mar y tierra, organizarlas y distribuirlas de acuerdo con las necesidades de la
seguridad nacional”.
Art. 32 Nº 18: “Asumir, en caso de guerra, la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas”.
Art. 32 Nº 19: “Declarar la guerra, previa autorización por ley, debiendo dejar constancia de haber oído al Consejo de
Seguridad Nacional”.
Decretar su inversión con arreglo a la ley (principio de “la legalidad del gasto”, también presente en lo
dispuesto en el
Dictar “Decretos Constitucionales de Emergencia Económica”, en casos urgentes establecidos en esta misma
norma, por
el cual se puede girar una suma no superior al 2% del monto de los gastos que autorice la Ley de Presupuestos.
A través de ellas, permiten satisfacer los intereses del público, proveer a las necesidades corrientes y desarrollar coordinada
y eficientemente los programas y políticas gubernamentales.
Si bien no lo señalan expresamente estos autores, y sólo para fines didácticos, podemos subclasificar estas atribuciones en:
ejercicio de la potestad reglamentaria, potestad de nombramiento y remoción, y potestad de vigilancia.
Art. 32 Nº 6: “Ejercer la Potestad Reglamentaria en todas aquellas materias que no sean propias del dominio legal, sin
perjuicio de la facultad de dictar los demás reglamentos, decretos e instrucciones que crea convenientes para la ejecución
de las leyes”
En términos amplios, la Potestad Reglamentaria es la facultad del Presidente de la República “para dictar decretos,
reglamentos e instrucciones para proveer al gobierno y administración del Estado” (Humberto Nogueira). La potestad
reglamentaria, a su vez, puede ser de ejecución o reglamentaria.
La potestad reglamentaria es “de ejecución”, cuando tiene por objeto, aplicar y ejecutar las leyes, para que estas últimas
puedan producir todos sus efectos. Se ejerce a través de Decretos, Reglamentos de Ejecución e Instrucciones.
La potestad reglamentaria es “autónoma”, cuando tiene por objeto dictar normas en materias que no sean de dominio
exclusivo de ley. El artículo 63 CPR establece las materias que sólo podrán ser reguladas por ley, de manera que en todos los
demás ámbitos, podrán dictarse normas propias de esta clase de potestad. Se ejerce exclusivamente a través de los
Reglamentos Autónomos.
Los Decretos son mandatos u órdenes dictadas por una autoridad dentro de su competencia. Pueden
clasificarse en “Decretos Supremos”(si los dicta el Presidente de la República), y “Simples Decretos” (si los
dicta otra autoridad). Respecto de los Decretos Supremos, ellos deben cumplir con requisitos de fondo y
forma.
*Ambas circunstancias son revisadas previa a la entrada en vigencia de los mismos, por la Contraloría General de la
República mediante el trámite denominado “Toma de Razón”: si el Decreto Supremo está en orden, se tomará de razón de
ellos; en caso contrario, la Contraloría “lo representará”.
debe estar firmado por el Presidente de la República y el Ministro respectivo (art. 35 CPR).
Los Decretos, y dentro de ellos también los Supremos, constituyen normas de carácter particular, y se agotan por su sola
aplicación.
- Los Reglamentos (también denominados “Decretos Reglamentarios”) son normas dictadas por el
Presidente de la República, de carácter general e impersonal, y cuyos efectos normativos no se agotan
con su sola aplicación. Los reglamentos serán, a su vez, reglamentos de ejecución o autónomos, según si
se limitan a aplicar las leyes o a normar materias que no sean de dominio legal, respectivamente.
Son facultativas aquellas que son meras recomendaciones del superior; en cambio, son imperativas cuando se expresan en
órdenes obligatorias que deben ser cumplidas por los funcionarios a quienes se dirija.
Art. 32 Nº 7: “Nombrar y remover a su voluntad a los ministros de Estado, subsecretarios, intendentes y gobernadores” .
Cada una de estas autoridades son de confianza exclusiva del Presidente de la República y se mantendrán en sus puestos
mientras cuenten con ella (art. 32 Nº 8, frase final).
Art. 32 Nº 8: “Designar a los embajadores y ministros diplomáticos, y los representantes ante organismos internacionales”.
Art. 32 Nº 10: “Nombrar y remover a los funcionarios que la ley denomina como de su exclusiva confianza y proveer los
demás empleos civiles en conformidad a la ley”. La misma norma agrega que la remoción de los demás funcionarios, se hará
de acuerdo a las disposiciones que la ley establezca.
Art. 32 Nº 12: Nombramiento de determinadas autoridades judiciales y del Ministerio Público, en la forma establecida por la
Constitución:
nombramiento al Fiscal Nacional del Ministerio Público, a proposición de la Corte Suprema, y con acuerdo
del Senado.
Art. 32 Nº 13: “Velar por la conducta ministerial de los jueces y demás empleados del Poder Judicial y requerir, con tal
objeto, a la Corte Suprema para que, si procede, declare su mal comportamiento, o al ministerio público, para que reclame
medidas disciplinarias del tribunal competente, o para que, si hubiere mérito bastante, entable la correspondiente
acusación”.
A diferencia de los funcionarios de exclusiva confianza del Presidente de la República, los jueces y empleados del Poder
Judicial no pueden ser removidos por el Jefe de Estado. Por el contrario, lo único que éste puede realizar es velar por el
buen comportamiento de estas personas, de manera de poder requerir de quien corresponda, las acciones
correspondientes.
El Presidente de la República participa también de la actividad legislativa, y además, puede dictar ciertas normas de
jerarquía legal:
Art. 32 Nº 1: “Concurrir a la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, sancionarlas y promulgarlas”. Esta actividad
se
Participación en el proceso de debate de la ley: Se realizará a través de los Ministros de Estado donde
podrán tomar parte en las discusiones, con preferencia en el uso de la palabra, pero sin derecho a voto.
Art. 32 Nº 2: “Pedir, indicando los motivos, que se cite a sesión a cualquiera de las ramas del Congreso Nacional. En tal caso,
la sesión
deberá celebrarse a la brevedad posible”. Antes de la Reforma de 2005, existían legislaturas extraordinarias y
extraordinarias, y el
Art. 32 Nº 3: “Dictar, previa delegación de facultades del Congreso, decretos con fuerza de ley sobre las materias que señala
la Constitución”. Esta facultad se encuentra regulada en el artículo 64 de la CPR, estableciendo la figura de los que en
doctrina se denomina “delegación legislativa”.
Según esta norma, el Presidente de la República podrá solicitar al Congreso Nacional autorización para dictar disposiciones
sobre materia de ley (indicadas en el art. 63 de la CPR), y con fuerza de ley. Este permiso lo concederá el Congreso Nacional
a través de una ley, denominada “ley habilitante”. A su vez, esta autorización está sujeta a dos tipos de limitaciones: una de
carácter temporal y otra de carácter material.
La limitación temporal se refiere a que el plazo para dictar un DFL no puede ser superior a un año.
La limitación material se refiere a que la autorización no se puede extender a determinados asuntos: nacionalidad,
ciudadanía, elecciones, plebiscitos, garantías constitucionales, materias propias de leyes orgánicas constitucionales o de
quórum calificado. Tampoco podrán comprender facultades que afecten la organización, atribuciones y régimen de los
funcionarios del Poder Judicial, Congreso Nacional, Tribunal Constitucional, ni Contraloría General de la República.
Además, la autorización legislativa deberá señalar las materias precisas sobre las cuales recae la delegación y podrá
establecer las limitaciones, restricciones y formalidades que estime convenientes.
Si bien, los DFL no se encuentran sujetos a control de constitucionalidad obligatorio ante el Tribunal Constitucional, a la
Contraloría General de la República le corresponderá efectuar la revisión, mediante el trámite de “toma de razón” tanto de
la constitucionalidad como de la sujeción de estas normas a la ley habilitante. Los decretos con fuerza de ley estarán
sometidos a las mismas normas que rigen para las leyes, respecto de su publicación, vigencia y efectos.
Consisten en decisiones particulares que debe adoptar el Presidente de la República, para lo cual deberá analizar el caso
concreto y aplicar la ley o los principios que correspondan, según corresponda.
Algunas de estas atribuciones si bien no parecen en estricto rigor, judiciales, se asemejan a ellas, por cuanto significan la
materialización de una norma jurídica en un caso concreto, de una forma similar como lo hace el juez en su sentencia:
Art. 32 Nº 11: “Conceder jubilaciones, retiros, montepíos y pensiones de gracia, con arreglo a las leyes”.
Las jubilaciones (DL 338 de 1960) son “un beneficio concedido al funcionario que se aleja de su cargo,
para que perciba una remuneración sobre la base de los servicios prestados, años de servicios, cargo
desempeñado y causal de jubilación a la cual se acogió”, siendo estas causales: la edad, la incapacidad
física o mental sobreviniente, o el término obligatorio de funciones.
El montepío es la pensión que corresponde a los parientes más próximos del funcionario que fallece,
según las condiciones que establezca la ley.
La pensión de gracia es un beneficio que se otorga cuando, a juicio del Presidente de la República, una
persona se encuentra en una situación de injusticia social y que la priva de los medios necesarios para su
Art. 32 Nº 14: “Otorgar indultos particulares en los casos y formas que determine la ley”. El Indulto es un beneficio que
tiene por objeto eximir a una persona del cumplimiento de la pena, ya sea en forma total (no cumple pena alguna) o parcial
(se rebaja o se conmuta por otra pena). (Solo se refiere a indultos particulares)
cuando aún no se haya dictado sentencia ejecutoriada en el caso particular (art. 32 Nº 14);
cuando se trate de funcionarios acusados por la Cámara de Diputados y condenados por el Senado,
quienes sólo podrán ser indultados por el Congreso (art. 32 Nº 14); y
cuando la persona haya sido condenada por delito terrorista (art. 9º inciso final); salvo que se trate de
delitos cometidos antes del 11 de marzo de 1990 (disposición séptima transitoria de la Constitución).
Los Ministros de Estado son los “colaboradores directos e inmediatos del Presidente de la República en el gobierno y
administración del Estado” (art. 33 inc. Primero CPR). En esta calidad, son funcionarios de exclusiva confianza del Presidente
de la República y por lo mismo, son designados por él, y se mantendrán en sus cargos mientras cuenten con dicha confianza
(art. 32 Nºs. 7 y 8 CPR).
A su vez, los Ministros asumen un carácter dual. Por una parte, son colaboradores directos del Presidente de la República;
pero a su vez, son los jefes de un departamento administrativo, como es el Ministerio.
Según el inciso primero del art. 34 CPR, para ser nombrado ministro se requiere:
Ser chileno;
Estos requisitos están establecidos en el art. 12 del Estatuto Administrativo (Ley Nº 18.834 de 1989):
Ser ciudadano,
Haber aprobado la educación básica, y poseer el nivel educacional o título profesional o técnico que por la
naturaleza del empleo exija la ley;
No haber cesado en un cargo público como consecuencia de haber obtenido una calificación deficiente, o por
medida disciplinaria, salvo que hayan transcurrido más de cinco años desde la fecha de la expiración de
funciones;
No estar inhabilitado para el ejercicio de funciones o cargos públicos, ni hallarse condenado por crimen o simple
delito.
Inhabilidades
Entendemos por inhabilidades, “las limitaciones que tienen quienes desempeñan las funciones de Ministros para postular al
desempeño de otras funciones” (H. Nogueira). Al respecto, los Ministros no podrán:
Ser candidatos a Diputados o Senadores (art. 57 Nº 1 CPR). También se extiende a quienes hubieren tenido la
calidad de Ministros de Estado dentro del año inmediatamente anterior a la elección. A su vez, si un candidato a
parlamentario no fuere elegido, estará inhabilitado para ser nombrado Ministro hasta un año después del acto
electoral (art. 57 inciso final);
Ser candidatos a Consejeros Regionales (art. 32 LOC Nº 19.175 sobre Gobierno y Administración Regional);
Se refiere a funciones que no podrán ser desempeñadas simultáneamente. Así, el cargo de Ministro es incompatible con el
de Senador y Diputado (art. 58 de la CPR), salvo durante guerra exterior (art. 59 inciso segundo CPR)
Refrendo Ministerial: De acuerdo al art. 35 inciso primero de la Constitución, los reglamentos y decretos del Presidente
deberán firmarse por el Ministro respectivo. A este trámite o firma se denomina “refrendo ministerial”.
*Los Ministros de Estado son cargos de exclusiva confianza del Presidente de la República, por lo que la negativa de alguno
de ellos a refrendar un acto presidencial, puede provocar su remoción.
Responsabilidad por actuación personal de los Ministros: Se refiere a las conductas que realizan los Ministros
como cualquier particular, “fuera” de sus labores ministeriales. En estos casos, los Ministros responden por sus
hechos particulares como cualquier otro ciudadano, debiendo hacer al respecto las siguientes menciones:
Causas Civiles: las causas civiles en que sea parte o tenga interés un Ministro de Estado, serán conocidas por un ministro
de la Corte de Apelaciones respectiva (fuero establecido en el art. 50 del Código Orgánico de Tribunales).
Causas Penales: a partir de la reforma procesal penal, los Ministros de Estado carecen de fuero en materia penal. Sólo se
mantiene este fuero para senadores y diputados (arts. 61 inciso segundo a cuarto CPR, y 416 y siguientes del Código
Procesal Penal)
La responsabilidad del art. 36 CPR. “Los Ministros serán responsables individualmente de los actos que firmaren y
Se entiende que las responsabilidades a las que alude esta norma son de carácter civil, sin perjuicio de las responsabilidades
penales o administrativas que también pudieren hacerse efectivas. De esta forma, habrá responsabilidad individual si el acto
emana de un solo Ministro, o solidaria si emana de dos o más Ministros, vale decir, en este último caso, la responsabilidad
se podrá exigir a cualquiera de los ministros que hubieren participado del acto lesivo.
La Cámara de Diputados podrá acusar constitucionalmente a los Ministros de Estado, por haber comprometido gravemente
el honor o la seguridad de la Nación, por infringir la Constitución o las leyes o haber dejado éstas sin ejecución, y por los
delitos de traición, concusión, malversación de fondos públicos y soborno (art. 52 Nº2, letra b, CPR). El Senado, por su parte,
como jurado, y por la mayoría de sus miembros en ejercicio, le corresponderá decidir si el Ministro acusado, es o no
culpable del delito, infracción o abuso de poder que se le imputa. La declaración de culpabilidad genera destitución del
cargo, e inhabilidad para desempeñar todo tipo de función pública durante cinco años. Sin embargo, la aplicación de la pena
señalada al delito si lo hubiere, como la fijación de las responsabilidades civiles por los perjuicios causados, serán resueltos
por el Tribunal competente.
La responsabilidad a la que alude estas normas, no constituye responsabilidad política, por cuanto ella, no puede ejercerse
en contra de los Ministros, puesto que ellos son meros ejecutores de las órdenes del Presidente de la República, quien es el
único responsable políticamente por la gestión del Gobierno.
Se trata, pues, de una responsabilidad “Constitucional”, por “Ilícitos Constitucionales”, cuya comisión convierten al
Hasta la Reforma Constitucional de 2005, las facultades fiscalizadoras del Parlamento, especialmente, de la Cámara de
Diputados se veían notablemente disminuida por cuanto, las citaciones que las cámaras congresales efectuaran a los
Ministros no resultaban obligatorias para éstos, y en la práctica no siempre eran obedecidas. Con el afán de fortalecer
dichas facultades, se modificaron diferentes disposiciones de la Carta Fundamental, las cuales podemos clasificar en:
Citaciones: Los Ministros deberán concurrir personalmente a las sesiones especiales que la Cámara de Diputados o el
Senado convoquen para informarse sobre asuntos que perteneciendo al ámbito de atribuciones de las correspondientes
Secretarías de Estado, acuerden tratar (art. 37 inciso segundo CPR).
Además, deberán concurrir personalmente a las comisiones investigadoras que cree la Cámara de Diputados y que tengan
por objeto reunir informaciones relativas a determinados actos del Gobierno. Frente a estas comisiones, los Ministros
deberán suministrar los antecedentes e informaciones que se le soliciten. A pesar de ello, los Ministros de Estado no podrán
ser citados más de tres veces a una misma comisión investigadora, sin previo acuerdo de la mayoría absoluta de sus
miembros (art. 52 Nº1, letra c de la CPR)
Respuestas: El Presidente de la República por intermedio del Ministro que corresponda, deberá responder fundadamente
los acuerdos y sugerencias de observaciones que le formulen la mayoría de los diputados presentes, dentro de las labores
de fiscalización de la Cámara. De la misma forma deberá responder la solicitud de antecedentes que cualquier diputado le
formule, con el voto favorable del tercio de los miembros presentes de la Cámara. En ambos casos, el plazo para responder
será de treinta días. (art. 52 Nº1, letra a CPR)
Interpelaciones: De acuerdo a la letra (b) del art. 52 Nº 1 de la CPR, la Cámara de Diputados, a petición de a lo menos un
tercio de sus miembros en ejercicio, podrá citar a un Ministro de Estado, a fin de formularle preguntas en relación con
materias de su cargo. Su asistencia será obligatoria y deberá responder a las preguntas y consultas que motiven su citación.
Con todo, un Ministro no podrá ser citado más de tres veces para este efecto dentro de un año calendario, sin previo
acuerdo de la mayoría absoluta de los diputados en ejercicio.
Formalmente, esta nueva facultad de la Cámara Baja, consistente en la posibilidad de poder citar y consultar a los Ministros,
se denomina “interpelación”. Sin embargo, la autora Ana María García Barzelatto indica que, en rigor, no correspondería
técnicamente a una interpelación, y para ello, entrega dos fundamentos. Primero, porque ellas sólo tienen lugar en
regímenes parlamentarios y no en los presidenciales como el nuestro. Y segundo, porque en Chile no pueden dar lugar a un
voto de censura como en aquellos sistemas, y que signifiquen la pérdida del cargo.
De acuerdo al artículo 38 inciso primero de la Constitución Política, será materia de Ley Orgánica Constitucional, regular las
siguientes materias:
la garantía de la carrera funcionaria y los principios técnicos y profesionales en que ella debe fundarse;
Se dio cumplimiento a esta exigencia, mediante la dictación de la LOC Nº 18.575 de 1986, sobre Bases Generales de la
Administración del Estado.
El artículo 38 inciso segundo de la CPR dispone: “Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración
del Estado, de sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar ante los tribunales que determine la ley, sin
perjuicio de la responsabilidad que pudiere afectar al funcionario que hubiere causado el daño”.
Esta norma debe ser complementada, a su vez, por lo dispuesto en los siguientes artículos de la ya citada LOC Nº 18.575 de
1986, sobre Bases Generales de la Administración del Estado:
Artículo 4º: “El Estado será responsable por los daños que causen los órganos de la Administración en el ejercicio de sus
funciones, sin
perjuicio de las responsabilidades que pudieren afectar al funcionario que los hubiere ocasionado”.
Artículo 42: “Los órganos de la Administración serán responsables del daño que causen por falta de servicio. No obstante, el
Estado
tendrá derecho a repetir en contra del funcionario que hubiere incurrido en la falta personal”.
Lo que se le regula es lo que se entiende por “Responsabilidad Extracontractual del Estado y de los órganos de la
Administración”. Se dice que es “extracontractual” por oposición a la “responsabilidad contractual”, que es la que
se origina por el incumplimiento de contratos.
En virtud de ello, la Administración del Estado será responsable civilmente por los perjuicios que ella causare a los
particulares, quienes podrán hacer efectiva dicha responsabilidad, mediante las acciones civiles que
correspondan, por ejemplo, a través de una demanda por indemnización de perjuicios.
Estas acciones se deberán entablar “ante los Tribunales que determine la ley”, lo que en este caso corresponde a
los Jueces
de Letras en lo Civil.
Las acciones respectivas deberán dirigirse directamente en contra del Estado, a través de su dimensión
patrimonial denominada “Fisco de Chile”. Sin embargo, de tratarse de daños causados por órganos
descentralizados, deberá demandarse a éstos, puesto que gozan de personalidad jurídica y patrimonio propios.
Por lo tanto, quien responde frente al administrado no es el funcionario público, sino que la Administración. En
todo caso, el Estado podrá repetir en contra del funcionario que hubiere incurrido en la falta personal. Ello
significa que, una vez resarcido los daños por el Estado o por el órgano descentralizado, aquéllos podrán cobrar al
funcionario aquello que hayan debido pagar al sujeto afectado.
Por lo mismo, la causa o “título de imputación” que justifica el cobro de la indemnización no es el dolo o culpa del
funcionario público, lo que no será necesario probar en el proceso judicial respectivo. Sino que, lo será la falta de
servicio en la que haya incurrido el órgano respectivo.
Respecto del concepto de “falta de servicio” a los que alude el art. 42 de la Ley de Bases de la Administración del
Estado, aquél no está expresamente redactado en nuestro derecho positivo. Por lo mismo, a efectos de
interpretar dicha denominación se deberá recurrir a lo que la ciencia jurídica estima por tal.
Para tales efectos, como principal referente, podemos recurrir a la visión del profesor Osvaldo Oelckers quien
señala que: “La Administración bajo el contexto de la falta de servicio responde por el daño que terceros sufran
como consecuencia del funcionamiento anormal del servicio público, abarcando esta noción todo el hacer y
actuar de la administración, esto es de toda gestión administrativa en general (…).
Temario desarrollado de Examen de Grado: Derecho Constitucional / Malla 2008 65
María Paz Ovalle González. Diciembre 2016
Quedan, pues, comprendidos aquí todos los daños ilegítimos, consecuencia de una actividad o inactividad de la
administración”. Luego, el autor continúa: “La falta de servicio se configura ante una mala organización o funcionamiento
defectuoso de la Administración. Es decir, nos encontramos con una administración responsable, quizás bien intencionada,
pero en la cual recae la responsabilidad en razón de una posición que ella ha tomado en relación a su funcionamiento y que
consecuencialmente produce un daño al administrado, existiendo la relación causal. (…) Así, pues, la noción falta de servicio
se configura en las siguientes hipótesis:
cuando la organización pública ha funcionado mal, o sea, el daño es causado por una acción positiva;
cuando no haya funcionado, o sea, el daño se ha cometido por omisión, cuando existe un deber funcional
de actuar;
cuando lo haya hecho tardíamente, o sea, cuando el daño es cometido por una falta de diligencia
funcional”
En el caso chileno, se ha optado por un sistema de doble cámara, compuesto por una Cámara Baja o “Cámara de
Diputados”, y una Cámara Alta denominada “Senado”. Así lo establece expresamente el art. 46 de la CPR: “El Congreso
Nacional se compone de dos ramas: la Cámara de Diputados y el Senado. Ambas concurren a la formación de las leyes en
conformidad a esta Constitución y tienen las demás atribuciones que ella establece”
La Cámara de Diputados.
Está integrada por 120 miembros elegidos en votación directa por los distritos electorales que establezca la ley orgánica
constitucional respectiva. Además, se renovará en su totalidad cada cuatro años (art. 47 CPR). La Ley Orgánica a la que se
refiere la norma citada corresponde a la LOC Nº 18.700 sobre Votaciones Populares y Escrutinios, la cual establece los 60
distritos electorales, en su artículo 179.
Senado.
Según el inciso primero del artículo 49 de la CPR, se compone de miembros elegidos en votación directa por
circunscripciones senatoriales, en consideración a las regiones del país. La ley orgánica constitucional respectiva
determinará el número de Senadores, las circunscripciones senatoriales y la forma de elección. Los Senadores durarán ocho
años en su cargo, y se renovarán alternadamente cada cuatro años, de la forma como establece el inciso segundo de la
misma disposición.
Su integración obedece a factores territoriales (Ej: dos Su integración obedece a factores poblacionales (Ej: dos
senadores por cada región) diputados por distrito formado con un número similar de
electores o ciudadanos)
Funciones de carácter institucional, como actividades Funciones de carácter fiscalizador de los actos de
consultivas, de participación en nombramientos de altas gobierno.
autoridades, o en decisiones vinculadas a las relaciones
internacionales, etc.
En ocasiones, se integra por miembros no elegidos Se caracteriza porque sus miembros son elegidos
democráticamente, ya sea por razones de tradición democráticamente.
histórica o de mayor calificación de los mismos.
Los requisitos exigidos para sus miembros son más Los requisitos exigidos para sus miembros son menores,
elevados, puesto que las funciones exigen mejor puesto que se favorece la representatividad a cualquier
preparación y reflexión. otra consideración.
Por sus funciones, requiere más estabilidad en el cargo Por sus funciones más bien representativas, exige una
de sus miembros, por lo mismo, los períodos continua rotación o renovación de sus miembros, por lo
parlamentarios son más extensos. que los períodos parlamentarios son más breves.
tener residencia en la región a que pertenezca el distrito electoral correspondiente durante un plazo no inferior a
dos años, contado hacia atrás desde el día de la elección. En conformidad al art.51 de la CPR, se entenderá que
los diputados tienen por el solo ministerio de la ley, su residencia en la región correspondiente, mientras se
encuentren en ejercicio de su cargo.
Como se señaló anteriormente, los 120 diputados deberán ser elegidos en votación directa por los distritos electorales que
establezca la ley orgánica constitucional respectiva.
Para ello, el artículo 178 de la LOC Nº 18700 sobre Votaciones Populares y Escrutinios (LOCVPE) establece que habrá 60
distritos electorales y que cada uno elegirá dos diputados, mientras que el artículo 179 es el que determina aquellos
distritos. Tal como opera respecto de los Senadores, dos o más partidos políticos podrán acordar un pacto electoral, y cada
uno de éstos podrán incluir hasta dos candidatos por cada distrito (arts. 3 bis y 4 de la LOCVPE). Además, podrán participar
candidatos independientes.
Para determinar qué candidatos resultan electos en cada distrito, deberá determinarse en primer término cuál lista o pacto
tuvo mayor cantidad de votos a su favor. Si ésta doblare en cantidad a la que le siguiere en número de sufragios, entonces
ambos candidatos resultarán electos. Si así no fuere, entonces, será proclamado el candidato más votado de cada una de las
listas o pactos que hubieren obtenido la mayor cantidad de sufragios (art. 109 bis LOCVPE).
El sistema aplicable en la elección de diputados, es el binominal, puesto que cada pacto presenta dos candidatos, mismo
número de cargos a llenar. A su vez, este sistema, que en principio podría ser mayoritario (si eligiera ambos candidatos de la
lista más votada), o proporcional (que busca representar en el Parlamento, una escala similar a los resultados obtenidos en
la votación), en verdad no es ni lo uno ni lo otro. En verdad, significa un mecanismo híbrido que busca lograr el más perfecto
equilibrio de fuerzas políticas expresada en dos bloques virtualmente iguales, provocando la eliminación de terceros o
cuartos contrincantes. Esto se logra mediante una sobrerrepresentación de la segunda fuerza.
Es relevante indicar, finalmente, que en el caso de los diputados, este sistema de elección se encuentra regulado, como
vimos, en la LOCVPE, y por lo tanto, cualquier reforma a la misma, requiere quórum de ley orgánica constitucional, vale
decir, cuatro séptimos de los diputados y senadores en ejercicio.
Por lo tanto, el período parlamentario para los diputados será tetraanual, pero con posibilidades ilimitadas de reelección.
Según al artículo 50 de la CPR para ser elegido senador (por lo tanto, también son requisitos que deben estar presentes para
el momento de la elección), se requiere:
Recordemos que de acuerdo al art. 49 de la CPR, “El Senado se compone de miembros elegidos en votación directa por
circunscripciones senatoriales, en consideración a las regiones del país. La ley orgánica constitucional respectiva
determinará el número de Senadores, las circunscripciones senatoriales y la forma de elección.”
Es el artículo 180 de la LOCVPE el que establece que para estos efectos, cada región constituirá una circunscripción
senatorial, salvo seis regiones (V, VII, VIII, IX, X y Metropolitana) que se dividirán en dos, agregando que cada circunscripción
elegirá dos senadores.
Debemos mencionar que es el Decreto Ley Nº 575 de 1974 el que establece la Regionalización del País, y fijaba las originales
trece regiones. En ese mismo sentido, el artículo 181 de la LOCVPE establece cuáles son, hasta ahora, las 19
circunscripciones electorales (una circunscripción por cada una de las trece regiones, más seis “adicionales”
correspondientes a aquellas regiones que se dividen en dos circunscripciones: las regiones V, VII, VIII, IX y X)
Por lo tanto, si bien la Constitución no indica el número de senadores que integrarán la Cámara Alta, y de acuerdo a las
normas citadas, debemos establecer que éstos serán 38.
El año 2007, a través de las leyes 20.174 y 20.175 se crean las regiones de Los Ríos (XIV) y de Arica y Parinacota (XV). Hasta
la fecha, esas dos nuevas regiones no generan cambios en el número de senadores. Esto por cuanto la nueva región de los
Ríos corresponde a una de las dos circunscripciones que formaban la X Región, sin que cambie por lo tanto la cantidad de
miembros en la Cámara Alta. A su vez, la creación de la nueva Región de Arica y Parinacota no generará por el momento,
nuevas circunscripciones (y por lo tanto, nuevos senadores), ya que en lo pertinente no ha sido modificada la LOCVPE, en
atención a lo que dispone el art, 12 transitorio, que
Por otra parte, respecto de los Senadores, rige el mismo sistema de pactos y escrutinio que para los diputados, analizados
ambos anteriormente. También, por lo tanto, la elección de senadores se rige por un mecanismo binominal “híbrido”, que
no responde a un sistema mayoritario ni proporcional, y al igual que en el caso de los diputados, este sistema en la
actualidad se encuentra regulado en la LOC respectiva.
Así ha quedado luego de la Reforma Constitucional de 2005, puesto que la antigua redacción del entonces art. 45 de la Carta
Fundamental consagraba implícita o tácitamente el número de senadores elegidos democráticamente (y de regiones,
siendo la única norma de la Constitución que establecía el número de ellas), y el sistema binominal cuando establecía:
“El Senado se compone de miembros elegidos e votación directa por circunscripciones senatoriales, en consideración a las
trece regiones del país. Cada región constituirá una circunscripción, excepto seis de ellas que serán divididas, cada una, en
dos circunscripciones por la ley orgánica constitucional respectiva. A cada circunscripción corresponde elegir dos
senadores”.
Sin embargo, no obstante haber desaparecido de la Constitución dichas menciones, y al estar reguladas hoy solamente en la
LOCVPE, como ya anotamos en su oportunidad, las modificaciones a dicha LOC que digan relación con el número de
senadores, las circunscripciones existentes y el sistema electoral vigente, requerirán del voto conforme de las 3/5 partes de
los diputados y senadores en ejercicio, según lo dispuesto en la decimocuarta disposición transitoria de la Constitución.
Por lo tanto, para modificar estas materias, se exige quórum propio de ley de reforma constitucional, no obstante tratarse
de una cuestión regulada en una ley orgánica constitucional y que, como tal requeriría sólo del voto conforme de los 4/7 de
los parlamentarios en ejercicio.
“Los Senadores durarán ocho años en su cargo y se renovarán alternadamente cada cuatro años, correspondiendo hacerlo
en un período a los representantes de las regiones de número impar y en el siguiente a los de las regiones de número par y
de la Región Metropolitana.” (art. 49, inciso segundo CPR).
Al igual que respecto de los diputados, no existe impedimento alguno para la reelección de los senadores.
*Observación final: eliminación de senadores institucionales y vitalicios: Hasta la Reforma Constitucional del año 2005, el
Senado se encontraba integrado también (art. 45 inciso tercero CPR, antigua redacción) por los ex Presidentes de la
República que hubieren desempeñado el cargo durante 6 años, quienes asumían con carácter vitalicio.
También era formado por nueve senadores institucionales, los cuales eran designados por las autoridades u órganos
colegiados que la Constitución señalaba. Estos eran:
Todos estos cargos, no elegidos democráticamente, desaparecen a partir de la modificación introducida por la Ley Nº
20.050 ya indicada, prescribiendo la Constitución, en la actualidad, que todos los Senadores serán elegidos por votación
directa.
Tal como señala la profesora Luz Bulnes, de la nueva redacción del citado art. 49 CPR, se desprenden las siguientes
consecuencias:
que todos los senadores serán elegidos por votación popular, y que será la LOC respectiva la que fije el número de
los mismos;
al desaparecer la mención “a las trece regiones del país”, corresponderá al legislador establecer el número de
regiones en las que se divida el territorio;
a pesar de lo anterior, las circunscripciones senatoriales se formarán “tomando en consideración” las regiones; y
desaparece también del texto constitucional, toda mención a un sistema electoral específico, y también será
misión del legislador, definirlo.
La Constitución establece una serie de regulaciones comunes para ambas categorías de parlamentarios. La gran parte de
ellas se encuentran contenidas en el párrafo denominado “Normas comunes para los diputados y senadores” (arts. 57 a 62);
sin embargo, también encontramos otras normas dispersas en otras zonas de la Carta Fundamental.
Normas comunes sobre elección y reelección de diputados y senadores “Las elecciones de diputados y senadores se
efectuarán
conjuntamente. Los parlamentarios podrán ser reelegidos en su cargo” (a. 51 inc. 2º, CPR).
De conformidad al artículo 51, incisos tercero a octavo regula la situación que sucede en caso de vacancia del cargo
parlamentario. Esta normativa puede explicarse a través de las siguientes reglas:
Vacancia de parlamentarios pertenecientes a partidos políticos: será proveída con el ciudadano que provea el partido
político al que pertenecía, al momento de ser elegido, el parlamentario que produjo la vacante.
Vacancia de parlamentarios independientes: Los parlamentarios elegidos como independientes, no serán reemplazados.
Sin embargo, si hubieren postulado, integrando lista en conjunto con uno o más partidos políticos, serán reemplazados por
el ciudadano que señale el partido indicado por el respectivo parlamentario al momento de presentar su declaración de
candidatura.
Requisitos: El reemplazante deberá reunir los requisitos para ser elegido diputado y senador según el caso.
Reemplazo entre parlamentarios: Un diputado podrá ser nominado para ocupar el puesto del senador. En tal caso, deberá
proveerse también el cargo de dicho diputado según las reglas anteriores.
Duración del cargo: El nuevo parlamentario ejercerá sus funciones por el término que faltaba a quien originó la vacante.
Elecciones complementarias. En ningún caso procederán elecciones parlamentarias.
Prohibiciones Parlamentarias: Esta materia puede ser dividida en tres categorías de prohibiciones:
Inhabilidades: Las inhabilidades son impedimentos que tienen los individuos para ser elegidos diputados o senadores. Es
el artículo 57 CPR el que señala quiénes no podrán ser candidatos a estos cargos:
Los intendentes, los gobernadores, los alcaldes, los miembros de los consejos regionales, los concejales y
los subsecretarios;
Los miembros del Tribunal Constitucional, del Tribunal Calificador de Elecciones y de los tribunales
electorales regionales;
Las personas naturales y los gerentes o administradores de personas jurídicas que celebren o caucionen
contratos con el Estado;
El Fiscal Nacional, los fiscales regionales y los fiscales adjuntos del Ministerio Público; y
Los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, el General Director de Carabineros, el Director General
de Investigaciones, y los oficiales pertenecientes a las Fuerzas Armadas y a las Fuerzas de Orden y
Seguridad Públicas.
Regla General: Estas inhabilidades serán aplicables a quienes hubieren tenido estas calidades dentro
del año inmediatamente anterior a la elección parlamentaria.
Las cuestiones relacionadas con las inhabilidades de un parlamentario, serán resueltas por el Tribunal Constitucional (art. 93
Nº 14 CPR).
Incompatibilidades: Son cargos que no pueden ejercerse simultáneamente con el de parlamentario, de manera tal que por
el solo hecho de su proclamación por el Tribunal Calificador de Elecciones, el diputado o senador cesará inmediatamente en
el otro cargo. Son incompatibles con la labor parlamentaria (art. 58 CPR):
Todo empleo o comisión retribuido “con fondos públicos” (excepción: empleos docentes, o funciones y
comisiones en la enseñanza superior, media o especial);
Las cuestiones relacionadas con las incompatibilidades de los parlamentarios, serán conocidas por el Tribunal Constitucional
(art. 93 Nº 14 CPR).
Incapacidades: Son prohibiciones de nombramiento de los parlamentarios para determinadas funciones. De acuerdo al
art. 59 de la CPR: “Ningún diputado o senador, desde el momento de su proclamación por el Tribunal Calificador de
Elecciones puede ser nombrado para un empleo, función o comisión de los referidos en el artículo anterior” (cargos
incompatibles).
Según el artículo 60 de la CPR, los cargos de diputado y senador cesan por determinadas causales. A ellas, deben agregarse
otras, como las que se indican en los siguientes números (1) y (2):
Ausencia del país por más de 30 días, sin el debido permiso de la Cámara a la que pertenezca, o en receso de ella,
de su Presidente.
Aceptación de ser director de banco o de alguna sociedad anónima, o el ejercicio de cargos de similar importancia
en estas actividades.
Ejercicio de cualquier influencia ante las autoridades administrativas o judiciales “en materia laboral”.
Actuación o intervención en actividades estudiantiles, cualquiera que sea la rama de la enseñanza, con el objeto
de atentar contra su desenvolvimiento.
Incumplimiento a las normas del art. 19 Nº 15 de la CPR (infracciones a la libertad de asociación, referidas a
actividades que atenten contra los límites de actuación de los partidos políticos o contra el pluralismo político)
El incitar a la alteración del orden público o propicie el cambio del orden jurídico institucional por medios
distintos de los que establece la Constitución o que comprometa gravemente la seguridad o el honor de la
Nación.
La pérdida de algún requisito general de elegibilidad o incurra en alguna causal de inhabilidad que indica el art.
57.
Estas causales están consagradas en el art. 60 CPR, salvo las indicadas bajo los números (1) y (2)
Las causales señaladas entre los números (4) a (7) tendrá lugar, sea que el diputado o senador actúe por
sí, o por interpósita persona, natural o jurídica, o por medio de una sociedad de personas de la que forme
parte (art. 60 inciso tercero CPR)
Quien cese en el cargo por las causales signadas con los números 3 a 11, no podrán optar a cargo o
empleo público alguno por el plazo de 2 años. Excepción: quienes sean sancionados por las infracciones al
art. 19 Nº 15, inciso séptimo, a quienes “sólo” se les impondrán las sanciones contenidas en dicha
disposición.
La causal de renuncia se incorporó a nuestra Constitución por la Reforma del año 2005 (LRC Nº 20.050). Si
bien estaba prevista en Constituciones anteriores, el texto original de la Carta del ’80 no la contemplaba.
Con la modificación señalada, se agrega como causal de cese, pero con los siguientes requisitos:
La Constitución Política consagra dos tipos de “inmunidades parlamentarias”, las que deben entenderse como “aquellas
condiciones que se conceden respecto de diputados y senadores, con el objeto de asegurar la independencia del Congreso,
la libertad de acción de sus miembros, y las garantías de los particulares que se vinculen judicialmente con éstos”
Estas inmunidades son la “Inviolabilidad Parlamentaria” y el “Fuero Parlamentario o Inmunidad Penal”. Estudiaremos en
este
De acuerdo al art. 61 inciso primero CPR: “los diputados y senadores sólo son inviolables por las opiniones que manifiesten
y los votos que emitan en el desempeño de sus cargos, en sesiones de sala o de comisión”.
Esta norma establece que los parlamentarios no podrán asumir responsabilidad alguna por sus dichos, emitidos en el
desempeño de sus cargos. A este respecto, conviene acotar:
Claramente, se encuentran eximidos de responsabilidad penal, y por lo tanto, entre otros casos, no son
responsables por los delitos de injuria o calumnia. No está resuelto si involucra también la irresponsabilidad en
materia civil. Para profesores como don Humberto Nogueira, sólo se consagra la inviolabilidad penal, y por lo
mismo, la persona afectada podría demandar de indemnización de perjuicios en contra del parlamentario que le
hubiere dañado con sus dichos. Para Jorge Quinzio, la inviolabilidad significa que no hay más consecuencias para
los dichos de los parlamentarios, que las derivadas de las respuestas de sus adversarios, de los reglamentos de
disciplina de su cámara, de la opinión pública; de lo cual se deduce que no habría responsabilidad civil en sus
dichos.
Estos dichos deben ser emitidos en sesiones de sala o de comisión, para que produzcan inviolabilidad; y no en
ocasiones ajenas, como en declaraciones públicas, publicaciones o entrevistas.
El fuero parlamentario es aquella circunstancia, en virtud de la cual, ningún diputado o senador puede ser acusado o
privado de libertad, salvo delito flagrante, sin la autorización previa de la Corte de Apelaciones respectiva.
Respecto del fuero parlamentario, debemos señalar que nuestra Constitución Política, solo se pronuncia respecto de
asuntos penales (el fuero parlamentario civil, como veremos, también existe, pero éste sólo tiene consagración legal pero
no constitucional). Y al respecto, debemos indicar lo siguiente:
Desde cuándo goza de fuero el parlamentario: Desde su elección o juramento, según el caso.
Derechos que concede el fuero: El parlamentario no podrá ser acusado ni privado de libertad.
Excepciones:
Procederá la detención en caso de delito flagrante. En este caso, el parlamentario será puesto inmediatamente a disposición
del Tribunal de Alzada competente, quien actuará de acuerdo al procedimiento de desafuero que se explicará a
continuación. En este punto, debe indicarse que de acuerdo al art. 130 del Código Procesal Penal, se considerará que se
encuentra en situación de flagrancia:
El que huyere del lugar de comisión del delito y fuere designado por el ofendido u otra persona como
autor o cómplice;
El que, en un tiempo inmediato a la perpetración de un delito, fuere encontrado con objetos procedentes
de aquél o con señales, en sí mismo o en sus vestidos, que permitieren sospechar su participación en él, o
con las armas o instrumentos que hubieren sido empleados para cometerlo,
El que las personas víctimas de un delito que reclamen auxilio, o testigos presenciales, señalen como
autor o cómplice de un delito cometido en un tiempo inmediato. Para los efectos de lo establecido en las
dos últimas, se entenderá por tiempo inmediato, todo aquel que transcurra entre la comisión del hecho y
la captura del imputado, siempre que no hubieren transcurrido más de doce horas”.
Procederá la acusación, si previamente el “Tribunal de Alzada” en pleno (Corte de Apelaciones) la autoriza previamente,
declarando haber lugar a la formación de causa (sentencia “de desafuero”). La sentencia que se dicte será apelable para
ante la Corte Suprema.
Efectos de la declaración de desafuero: Una vez que la sentencia de desafuero queda firme, produce los
siguientes efectos:
El parlamentario quedará sujeto al juez competente. Según el art. 420 del Código Procesal Penal “se
seguirá el procedimiento conforme a las reglas generales”, por lo tanto, ante el Juez de Garantía, y si
correspondiese, ante el Tribunal del Juicio Oral en lo Penal.
Los diputados y senadores percibirán como única renta, una dieta equivalente a la remuneración de un Ministro de Estado,
incluidas todas las asignaciones que a éstos correspondan. La remuneración de los Ministros queda fijada anualmente en la
Ley de Presupuestos, la que, como toda ley, es aprobada por los propios parlamentarios.
La dieta parlamentaria es la única remuneración que recibe cada diputado y senador. Sin embargo, reciben otras
asignaciones adicionales, las cuales cumplen otras finalidades, y en ningún caso constituyen ingresos del parlamentario.
Estas otras sumas, y que tienen por objeto hacer frente al pago de gastos de la labor parlamentaria, tales como el pago de
secretarios o secretarias y demás personal, arriendo de sedes, etc.
Las funciones exclusivas de la Cámara de Diputados están consagradas en el art. 52 CPR, y consisten en labores
fiscalizadoras y en la acusación constitucional:
Fiscalizar los actos de Gobierno. (art. 52 Nº 1 CPR) La fiscalización a la que alude esta disposición, no significa “control” de
los actos de gobierno. Por el contrario, sólo se refiere al análisis y crítica de los actos del Ejecutivo, pero sin posibilidades de
anularlos o impedir sus efectos. A su vez, lo que se fiscaliza, son los “actos de gobierno”, vale decir, del Presidente, sus
Ministros, y de los órganos centralizados y descentralizados que forman la Administración Pública. Se excluyen, por lo tanto,
los órganos constitucionalmente autónomos, como el Banco Central, el Tribunal Constitucional, el Poder Judicial o el
Ministerio Público.
Cabe indicar que en caso alguno el Senado, sus comisiones ni integrantes, podrán fiscalizar los actos de Gobierno ni de las
entidades que de él dependan, ni adoptar acuerdos que impliquen fiscalización (art. 53 inciso final CPR)
Por su parte, para ejercer esta labor fiscalizadora, la Cámara podrá realizar las siguientes acciones (sólo los números 1º y 2º
estaban presentes antes de la Reforma Constitucional de 2005, las demás se incorporaron con dicha modificación a la Carta
Fundamental):
Adoptar acuerdos o sugerir observaciones, con el voto de la mayoría de los diputados presentes, los que se
transmitirán por escrito al Presidente de la República, quien deberá dar respuesta fundada por medio del
Ministro de Estado que corresponda, dentro de 30 días (art. 52, Nº1, letra a), inciso primero).
Además, cualquier diputado, con el voto favorable de un tercio de los miembros presentes, podrá solicitar
determinados antecedentes al Gobierno. La Reforma Constitucional de 2005, agregó que el Presidente de la
República deberá contestar fundadamente, también por intermedio del Ministro de Estado correspondiente,
dentro del plazo de 30 días. (art. 52, Nº 1, letra a), inciso segundo).
Citar a un Ministro de Estado, a petición de a lo menos 1/3 de los diputados en ejercicio, a fin de formularle
preguntas en relación con materias vinculadas al ejercicio de su cargo (actividad denominada “interpelación”,
dejando a salvo la opinión de Ana María García Barzelatto, ya analizada en su oportunidad). La asistencia del
Ministro será obligatoria, y deberá responder las preguntas y consultas que motiven su citación.
Sin embargo, esta atribución tiene un límite: un mismo Ministro no podrá ser citado para estos efectos, más de 3 veces
dentro de un año calendario, salvo acuerdo de la mayoría absoluta de los diputados en ejercicio.
Crear comisiones investigadoras, a petición de al menos, 2/5 de los diputados en ejercicio, con el objeto de reunir
informaciones relativas a determinados actos del Gobierno. Estas comisiones, a petición de un tercio de sus
miembros, podrán despachar citaciones y solicitar antecedentes, órdenes que tendrán un carácter obligatorio. No
obstante, los Ministros de Estado no podrán ser citados más de 3 veces a una misma comisión investigadora, sin
previo acuerdo de la mayoría absoluta de sus miembros.
Declarar si han o no lugar las acusaciones que no menos de diez ni más de veinte de sus miembros formulen en contra de
determinadas personas. (art. 52 Nº 2 CPR)
Ministros de Estado (art. 52 Por: haber comprometido Mientras el acusado esté en Mayoría de los diputados
Nº 2 letra b) gravemente el honor o la funciones o en los 3 meses presentes en sala.
seguridad de la nación, por siguientes a la expiración
haber infringido del cargo (una vez
abiertamente interpuesta la acusación, no
la Constitución o las podrá ausentarse del país,
leyes o haberlas dejado sin sin permiso de la Cámara, y
ejecución, por los delitos de no podrá hacerlo en caso
traición, concusión, alguno s la acusación ya
malversación de fondos estuviere aprobada por ella)
públicos y soborno.
(art. 52 Nº 2 letra c)
(art. 52 Nº 2 letra d)
El órgano que, finalmente conocerá de estas acusaciones, y que las resolverá, será el Senado (art. 53 Nº 1 CPR). Las
acusaciones se tramitarán de acuerdo a lo dispuesto en la Ley Orgánica Constitucional del Congreso Nacional (LOC Nº
18.918). Salvo en el caso del Presidente de la República, el acusado quedará suspendido de sus funciones, desde el
momento en que la Cámara declare su acusación. Dicha suspensión cesará:
Conocimiento: El Senado conocerá “como jurado”. Esto quiere decir que el Senado ponderará las pruebas en
conciencia, y en su sentencia aplicará la jurisdicción de equidad. Por lo tanto, cuenta con amplias atribuciones
jurisdiccionales dentro de la limitación de su competencia.
Declaración: El Senado se limitará a declarar si el acusado es o no culpable del delito, infracción o abuso de poder
que se le imputa.
Efectos de la sentencia que acoge la acusación: Esta resolución genera tres efectos:
será juzgado por el tribunal competente, sea para la aplicación de la pena señalada al delito si lo
hubiere, o para hacer efectiva las responsabilidades civiles que correspondieren.
Decidir si ha o no lugar la admisión de las acciones judiciales que cualquier persona pretenda iniciar en contra de algún
Ministro de Estado, con motivo de los perjuicios que pueda haber sufrido injustamente por acto de éste en el desempeño
de su cargo. (art. 53 Nº2 CPR)
Conocer de las contiendas de competencia que se susciten entre las autoridades políticas o administrativas y los
tribunales superiores de justicia. (art. 53 Nº 3 CPR). Por Tribunales Superiores de Justicia, entendemos: la Cortes Suprema,
de Apelaciones y Marciales.
Otorgar la rehabilitación de la ciudadanía, en el caso del artículo 17 Nº3 de la Constitución. (art. 53 Nº 4 CPR).
Prestar o negar su consentimiento a los actos del Presidente de la República, en los casos en que la Constitución o la ley lo
requieran. (art. 53 Nº 5 CPR)
Otorgar su acuerdo para que el Presidente de la República pueda ausentarse del país por más de 30 días o en el momento
que media entre la primera (o única) elección del próximo Presidente (art. 53 Nº 6 CPR). Sin esta autorización, el Jefe de
Estado, no podrá salir del país por dicho plazo o en el mencionado período.
Declarar la inhabilidad del Presidente de la República o del Presidente electo; y admitir o rechazar la dimisión del
Presidente de la República (art. 53 Nº 7 CPR)
Observaciones:
la declaración de inhabilidad sólo podrá fundarse en la existencia de un impedimento físico o mental que
inhabilite al Presidente electo o en ejercicio para el ejercicio de sus funciones;
el Senado deberá evaluar, para poder admitir o rechazar la dimisión del Presidente de la República, si ésta es
fundada o no. No establece, sin embargo, la Carta Fundamental ningún criterio que permita establecer
cuándo se deberá considerar debidamente fundada,
Aprobar, por la mayoría de los miembros en ejercicio, la declaración de responsabilidad del Presidente de la República o
del Presidente Electo, por violación del art. 19 Nº 15, párrafos 6º, 7º y 8º (art. 53 Nº 8 CPR)
Aprobar la designación de los ministros y fiscales de la Corte Suprema y del Fiscal nacional del Ministerio Público (art. 53
Nº 9 CPR)
Observaciones:
esta aprobación deberá tener lugar en una sesión especialmente citada para estos efectos;
requerirá del voto conforme de los dos tercios de los senadores en ejercicio.
Dar su dictamen al Presidente de la República en los casos en que éste lo solicite (art. 53 Nº 10 CPR) La atribución
establecida en este numeral confirma el rol del Senado, el cual no sólo es un órgano legislativo, sino que también
es un órgano de carácter consultivo.
Aprobar o desechar los tratados internacionales que le presentare el Presidente de la República, antes de su
ratificación (art. 54 Nº 1 CPR)
La aprobación de un tratado requerirá, en cada Cámara de los quóra que correspondan, según la materia que regulen y, en
consecuencia, según la materia que regule, asociada a una determinada categoría de ley (orgánica constitucional, quórum
calificado, o simple). En lo pertinente, dicha aprobación, se someterá a los trámites propios de una ley.
Pronunciarse, cuando corresponda, respecto de los estados de excepción constitucional, en la forma prescrita en
el art. 40 (art. 54 Nº 2 CPR)
La Constitución y las leyes consagran diferentes principios básicos sobre los cuales se sustenta la organización de los
Tribunales de Justicia.
7.1.1. Jurisdicción
“Art 76, inciso primero: La facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo
juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el Presidente de la República ni el Congreso
pueden, en caso alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o contenidos de
sus resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos.”
Para Juan Colombo Campbell, la Jurisdicción “es el poder-deber que tienen los tribunales para conocer y resolver por medio
del proceso y con efecto de cosa juzgada, los conflictos de intereses de relevancia jurídica que se promuevan en el orden
temporal, dentro del territorio de la República, y en cuya solución les corresponda intervenir.”
La función jurisdiccional, y por lo tanto, la Jurisdicción como tal, es una función pública, vale decir, es un “poder – deber”,
esto es, una atribución que la poseen determinados órganos, quienes además tienen el deber de ejercerla, especialmente a
la luz del principio de inexcusabilidad establecida en el inciso segundo del mismo artículo.
A su vez, es un deber que sólo poseen “los tribunales”, los cuales, además, de acuerdo al art. 19 N° 3, inciso cuarto, de la
Constitución, sólo podrán ser creados por ley: “Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que
señalare la ley y que se hallare establecido por ésta con anterioridad a la perpetración del hecho” (Derecho “al juez
natural”)
Esta función se refiere al “conocimiento y resolución de conflictos”, correspondiéndole por lo tanto al Tribunal, enterarse
del
Estos conflictos han de cumplir cuatro requisitos para que sean susceptibles de ser resueltos por la Jurisdicción:
Debe ser un conflicto que tenga relevancia jurídica (o sea, que pueda ser resuelto mediante el Derecho, en el área
civil, penal, laboral, tributario, etc.); y
Debe ser en el ámbito del orden temporal (haciendo diferencia con la justicia divina o “eterna”, área donde en
general, el
Debe tratarse de conflictos que se susciten dentro del territorio de la República (de modo de evitar la
extraterritorialidad de la ley interna).
Los conflictos son resueltos con efecto de cosa juzgada. Esto quiere decir que una vez resuelto un conflicto por
sentencia firme o ejecutoriada, dicha decisión no podrá ser dejada sin efecto ni por ese tribunal, ni por ningún
otro órgano del Estado.
7.1.2. Legalidad
El principio de legalidad, establecido en términos amplios, según ya estudiamos, en los artículos 6º y 7º de la Carta
Fundamental, tienen dos expresiones específicas en lo que al Poder Judicial se refiere.
Por su parte, el principio de legalidad específicamente radicado en los órganos del Poder Judicial se refiere a:
Organización y atribuciones de los Tribunales de Justicia. Es materia de Ley Orgánica Constitucional (art. 77 inciso
2º de la CPR). La misma ley orgánica señalará las calidades que deben tener los jueces y el número de años que
deben haber ejercido la profesión de abogado, las personas que fueren nombradas ministros de Corte o jueces
letrados. Cualquier modificación a dicha ley, deberá realizarse previa consulta a la Corte Suprema. A su vez, estos
Tribunales deberán hallarse establecidos por la ley con anterioridad a la perpretación del hecho respecto del cual
se van a pronunciar (art. 19 Nº 3 inciso 4º CPR)
Procedimiento que emplearán. “Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un
proceso previo legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer las garantías de un procedimiento y
una investigación racionales y justos” (art. 19 Nº 3 inciso 5º CPR)
El 10 de enero de 2008, entra en vigencia la Reforma Constitucional de la Ley 20.245, la que dispone la posibilidad de que
los procedimientos judiciales puedan entrar en vigencia de manera gradual entre las diferentes regiones del país. De esa
forma, se posibilita expresamente que las reformas procesales se implementen por zonas, sin afectar el principio de
igualdad ante la ley (19 N°3) que se veía afectado cuando a unas personas se les juzgaba de acuerdo a un procedimiento y
con ciertos tribunales, y a otras personas se les juzgaba con otros procedimientos y tribunales, según la región en que se
encontrasen. Esta reforma agrega al inciso final del art. 77, la siguiente oración:
"La ley orgánica constitucional relativa a la organización y atribuciones de los tribunales, así como las leyes procesales que
regulen un sistema de enjuiciamiento, podrán fijar fechas diferentes para su entrada en vigencia en las diversas regiones del
7.1.3. Inexcusabilidad
Art. 76 inciso segundo: “Reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse
de ejercer
su autoridad, ni aún por falta de ley que resuelva la contienda o asunto sometidos a su decisión”
Esta norma, que también implica una reiteración de otra del Código Orgánico de Tribunales (art. 10 inciso 2º COT), no sólo
debe entenderse como una prohibición de los jueces (norma negativa), en orden a no poder excusarse para conocer
determinados asuntos, sino que por sobre todo, debe entenderse como un verdadero deber (norma positiva), dirigida a que
ellos están obligados a resolver los conflictos jurídicos sometidos a su decisión. Excepcionalmente, sólo en dos casos, el juez
podrá excusarse:
opera en materias civiles contenciosas de primera instancia (arts. 181 y siguientes del COT)
7.1.4. Independencia
Se encuentra establecido en el ya citado artículo 76, inciso primero de la Constitución Política. Esta independencia, debe
enmarcarse además, dentro del principio de legalidad, ya estudiado anteriormente, y que se contempla en el artículo 6º y
7º de la Carta Fundamental. Dentro de la Independencia, deben distinguirse dos caras de este principio:
La independencia Positiva, que es aquella que indica que las facultades jurisdiccionales son exclusivas de los
Tribunales, impidiendo que cualquier otro órgano las pueda asumir. La independencia positiva se encuentra
presente en lo dispuesto en la frase final del art. 76 inciso primero de la Carta Fundamental. Se ha entendido, sin
embargo, que no lesionan la independencia de los Tribunales aquellas normas también de rango constitucional
que asignan determinadas funciones a otros órganos, tales como la designación de jueces por parte del
Presidente de la República, el conocimiento de acusaciones constitucionales o juicio político por parte del
Congreso, la concesión de indultos y amnistías, el conocimiento del desafuero civil de los Ministros de Estado en
manos del Senado, etc.
La Independencia Negativa, que es aquella que prohíbe a los jueces asumir facultades diferentes a aquéllas que la
Constitución y las leyes les encomienda. Explícitamente la Carta Fundamental no consagra la independencia
negativa de los Tribunales (salvo la norma general establecida en el art. 7º inciso segundo CPR); sin embargo, es el
Código Orgánico de Tribunales el que la establece, cuando prohíbe al “Poder Judicial, mezclarse en las
atribuciones de otros poderes públicos y en general ejercer otras funciones que las determinadas en los artículos
precedentes” (art. 4º COT).
7.1.5. Imperio
Esta facultad se encuentra contemplada en el artículo 76, incisos tercero y cuarto de la CPR.
Este principio se incorpora a nivel constitucional sólo a partir de esta Constitución, ya que hasta 1980, sólo constaba en la
ley, mas no en la Carta Fundamental.
Para hacer cumplir las resoluciones, los Tribunales emitirán órdenes a las respectivas autoridades, quienes deberán
acatarlas, sin posibilidad que ellas puedan calificar (entiéndase, apreciar), ni su fundamento (o sea, las razones), ni la
oportunidad (vale decir, si el momento es el adecuado o no), ni la justicia o legalidad de las mismas (en otras palabras, sus
fundamentos de derecho).
Sólo los Tribunales Ordinarios de Justicia, y los especiales que integren el Poder Judicial gozarán de las facultades de
Imperio, no así los demás Jueces, quienes deberán hacerlo, de la forma como determine la ley.
7.1.6. Inamovilidad
Está establecido en el artículo 80 CPR, cuando dispone que los jueces permanecerán en sus cargos, durante su buen
comportamiento;
pero los inferiores desempeñarán su respectiva judicatura por el tiempo que determinen las leyes”.
Respecto de los jueces inferiores, la norma constitucional se refiere a determinadas clases de jueces que fueron temporales,
como eran los jueces de distrito y los de delegación, que duraban en sus cargos por el plazo de dos años. Sin embargo,
dichos magistrados, regulados por el Capítulo II del Código Orgánico de Tribunales, desparecieron a partir de la Ley 18.776
de 1989 que derogó el mencionado capítulo.
Por lo tanto, hoy todos los jueces tienen derecho a permanecer en sus cargos mientras dure su buen comportamiento.
por edad: los jueces cesarán sus funciones al cumplir 75 años de edad, menos el Presidente de la Corte Suprema,
quien continuará en su cargo, hasta el término del período;
por renuncia, sin embargo, el juez que renuncia no abandonará sus funciones sino hasta cuando la autoridad
respectiva hubiere aceptado su renuncia (art. 332 Nº 5 del COT)
por causa legalmente sentenciada. Vale decir, para que opere esta causal, deberá
por remoción. “En todo caso, la Corte Suprema por requerimiento del Presidente de la República, a solicitud de
parte interesada, o de oficio, podrá declarar que los jueces no han tenido buen comportamiento y, previo informe
del inculpado y de la Corte de Apelaciones respectiva, en su caso, acordar su remoción por la mayoría total de sus
componentes. Estos acuerdos se comunicarán al Presidente de la República” (art. 80 inciso tercero CPR); y
por notable abandono de sus deberes: esta causal sólo se aplica a los magistrados de los tribunales superiores de
justicia. Requiere de una acusación constitucional presentada por no menos de diez ni más de veinte diputados,
declarada “ha lugar” por la Cámara de Diputados, y acogida por el Senado quien, según vimos, conocerá como
jurado (arts. 52 número 2 letra c, y 53 número 1 de la CPR).
7.1.7. Responsabilidad
La Carta Fundamental consagra la responsabilidad individual de los jueces, por la comisión de determinados delitos (art. 79
CPR). Estos delitos son:
cohecho: significa la aceptación de dádivas o promesas con el objeto de realizar algo que interese al cohechador:
falta de observancia en materia sustancial de las leyes que regulan el procedimiento: implica una falta
inexcusable a las reglas propias del procedimiento. Esta falta, en primer lugar, debe ser “sustancial” o sea, grave,
grosera. Además, entendemos, debe ser “dolosa”, realizada de mala fe, puesto que al tratarse de delitos, la mera
negligencia no basta para constituir el tipo penal específico.
denegación y torcida administración: debe entenderse como una falta grave a los principios de inexcusabilidad y
probidad;
en general, toda prevaricación en que incurran los jueces en el desempeño de sus funciones. Consiste en la falta
culpable o dolosa a los deberes que impone el cargo de juez.
- La Constitución establece un caso excepcional, y que estudiaremos oportunamente, por el cual el Estado deberá
indemnizar en caso de error judicial. En ese caso, la responsabilidad no sólo será individual, sino que el Estado
responde en nombre del juez (art. 19 Nº 7 letra i CPR).
- Sin perjuicio de lo anterior, cuando se pretenda hacer efectiva la responsabilidad criminal de los jueces, por
delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, deberá procederse, previamente ante la Corte de
Apelaciones, la cual, antes de la respectiva acusación, deberá pronunciarse si la respectiva acusación es o no
admisible. Esta misma declaración deberá solicitarse cuando se solicite al juez de garantía alguna medida
cautelar en contra del magistrado imputado. Esta acción se denomina “querella de capítulos”, y se encuentra
regulada en los artículos 424 a 430 del Código Procesal Penal.
Además, los magistrados de los tribunales superiores de justicia, los fiscales judiciales y los jueces letrados que
integran el poder Judicial, no podrán ser aprehendidos sin orden del tribunal competente, salvo el caso de crimen
o simple delito flagrante y sólo para ponerlos inmediatamente a disposición del tribunal que debe conocer del
asunto en conformidad a la ley (art. 81 CPR)
La ley determinará los casos y el modo de hacer efectiva la responsabilidad de los miembros de la Corte Suprema
(art. 79 inciso segundo CPR).
El principio de generación mixta o autogeneración incompleta dice relación con el nombramiento de los jueces, existen
varios sistemas:
Autogeneración: Exclusivamente por el propio poder judicial, prácticamente no existe precisamente por haberse
abandonado la teoría estricta de la separación de poderes, aplicándose la preponderancia de funciones.
EN CHILE: Para ministros, fiscales judiciales, jueces, secretarios y relatores (escalafón primario), tenemos un sistema mixto
donde interviene el poder judicial y el poder ejecutivo. En el caso de ministros de corte suprema, además el poder
legislativo
Designación por poder político: Aplicable en sistemas autoritarios, donde se busca un determinado perfil político
del nombrado, debilitando el principio de independencia.
Elección popular: vigente en EEUU, se critica la politización del cargo, al resultar necesario desarrollar una
campaña para acceder a votos. También afecta el principio de independencia.
Sistema de generación mixta o autogeneración incompleta: establece la designación de los magistrados con la
intervención de a lo menos, dos poderes del estado: el ejecutivo y el legislativo, el ejecutivo y el judicial o el
legislativo y el judicial.
El artículo 78 de la CPR establece algunas reglas básicas en lo referente a la designación de los magistrados que integren el
Poder Judicial.
Ministros y fiscales de la Corte Suprema: son nombrados por el Presidente de la República, sobre la base de una nómina de
cinco personas propuestas por la propia Corte, y con acuerdo de los dos tercios de los miembros en ejercicio del Senado. Si
el Senado no lo aprobare, la Corte Suprema reemplazará de la quina, el nombre respectivo, por otro, y se someterá al
mismo procedimiento. Cinco de los ministros deberán ser abogados extraños a la administración de justicia, con quince
años de título a lo menos, que se hayan destacado en la actividad profesional o universitaria, y que cumplan los requisitos
de la ley orgánica respectiva.
Serán designados por el Presidente de la República, a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones respectiva
Por su calidad de máximo tribunal del país, es necesario revisar algunas normas básicas respecto de la Corte Suprema, la
cual puede definirse como “el tribunal colegiado de mayor jerarquía dentro del ordenamiento jurídico interno, y que ejerce
competencia especialmente de segunda instancia, o bien, dirigida a velar por la correcta y uniforme aplicación de la
Constitución Política y las leyes”.
Composición: La Corte Suprema estará compuesta de veintiún ministros, cinco de los cuales deberán ser extraños
a la administración de justicia (art. 78 incisos segundo y cuarto CPR)
Superintendencia: La Corte Suprema ejercerá la superintendencia directiva, correccional y económica de todos los
tribunales de la Nación (art. 82 CPR).
Superintendencia directiva: atribuciones que expresan la superioridad jerárquica de la Corte Suprema, que se
expresa por ejemplo, por la elaboración de las quinas y ternas para la designación de sus propios miembros y
de las Cortes de Apelaciones; para efectuar la calificación del personal judicial; conocer de causas en segunda
instancia de las que conozcan las Cortes de Apelaciones, en primera; etc.
Superintendencia correccional. Se refiere a las facultades con las que cuenta y que tienen por objeto
enmendar o corregir lo errado o defectuoso, así como sancionar o censurar a los responsables.
Superintendencia económica. Corresponde a las medidas que puede adoptar con el objeto de una más pronta
y mejor administración de justicia, y se manifiestan por la dictación de Auto Acordados, Circulares e
Instrucciones. Los primeros, cuando tienen carácter y aplicación general, deberán ser publicados en el Diario
oficial (art. 96 del COT).
- el Tribunal Constitucional
UNIDAD 8: OTRAS FUNCIONES Y ORGANOS DEL ESTADO – Características y funciones de los siguientes órganos:
A partir del artículo 1º de la Ley Orgánica Constitucional del Ministerio Público (Ley Nº 19.640), y del artículo 83 de la CPR,
se puede decir es “un organismo autónomo y jerarquizado cuya función es dirigir en forma exclusiva la investigación de
los hechos constitutivos de delitos, los que determinen la participación punible y los que acrediten la inocencia del
imputado y, en su caso, ejercer la acción penal pública en la forma prevista por la ley”.
El Ministerio Público es uno de los órganos constitucionales de más reciente creación, y su origen deriva de la Ley de
Reforma Constitucional Nº 19.519 del año 1997.
Sin perjuicio de las demás funciones que la ley le encargue, la Carta Fundamental establece las siguientes funciones del
Ministerio Público:
Dirigir, en forma exclusiva, la investigación: La investigación a la que se alude, es acerca de los hechos
constitutivos de delito, y de aquellos que determinen tanto la participación punible como la inocencia del
imputado.
Adoptar las medidas para proteger a las víctimas y testigos. Ambas funciones se ven reforzadas por lo dispuesto
en los artículos 109 letra a), y 308 del Código Procesal Penal.
Ejercer la acción penal pública de conformidad a la ley. Esta acción será ejercida de oficio por el Ministerio
Público, salvo en aquellos casos que requiera, previamente, actuación directa del ofendido, en cuyo caso, la
ejercerá sólo con posterioridad de su denuncia (art. 53 y 54 del Código Procesal Penal)
"Un organismo autónomo con el nombre de Contraloría General de la República ejercerá el control de la legalidad de los
actos de la Administración, fiscalizará el ingreso y la inversión de los fondos del Fisco, de las municipalidades y de los
demás organismos y servicios que determinen las leyes; examinará y juzgará las cuentas de las personas que tengan a su
cargo bienes de esas entidades; llevará la contabilidad general de la Nación, y desempeñará las demás funciones que le
encomiende la ley orgánica constitucional respectiva."
Tiene rango constitucional (Capítulo X, y más específicamente, los artículos 98 a 99, de la Constitución Política).
Es un organismo autónomo en el sentido que goza de independencia para el ejercicio de sus funciones. No está
sometida ni al mando, ni a la supervigilancia del Poder Ejecutivo ni del Congreso Nacional.
La planta del personal de Contraloría General es materia de ley, pero el Contralor General realiza todos los
nombramientos y dispone las demás medidas atingentes a los funcionarios. El Organismo Contralor no goza de
personalidad jurídica propia, por lo que actúa con la personalidad del Estado. Tampoco tiene autonomía
financiera, de modo que la aprobación y ejecución de su presupuesto está sometido a las mismas reglas que el
resto de los servicios públicos, lo que supone la iniciativa legislativa del Presidente de la República.
Es un organismo superior de control que forma parte del Sistema Nacional de Control, el que está integrado,
además, por la Cámara de Diputados en cuanto fiscalizador de los actos de gobierno, los Tribunales de Justicia,
algunos órganos especializados de fiscalización, como las Superintendencias, los controles jerárquicos y las
unidades de control interno de los servicios públicos. Existe, además, el control social a través de los medios de
comunicación y los ciudadanos en general.
La norma que regula la organización y funcionamiento de Contraloría General (ley N° 10.336) tiene el rango de ley
orgánica constitucional.
Es la máxima autoridad de la Contraloría General de la República, es designado por el Presidente de la República, con
acuerdo del Senado, adoptado por los 3/5 de sus miembros en ejercicio.
Los requisitos para ser designado Contralor General son los siguientes:
*Durará ocho años sin posibilidad de reelección para el período siguiente, y gozará de inamovilidad. Sin embargo, cesará sus
funciones al cumplir 75 años de edad.
En primer término, debemos señalar que la misión básica de este órgano es desarrollar el control de la actividad
administrativa. Este control, a su vez, es de dos categorías: jurídico y contable.
Funciones Jurídicas
Según la Carta Fundamental, a la Contraloría corresponderá “ejercer el control de legalidad de los actos de la
Administración”. Esta atribución se desarrolla mediante el trámite conocido como Toma de Razón, el cual se define como
“el examen que realiza la Contraloría General de la República que tiene por objeto determinar si un acto administrativo se
conforma o no con la Constitución y las leyes”
En el caso que el referido examen sea desfavorable, la CGR procederá a la Representación del acto respectivo, esto es, “la
comunicación escrita por medio de la cual la Contraloría General de la República se abstiene de tomar razón un decreto o
resolución administrativa por ser contraria a la ley o a la Constitución”
Frente a un acto que haya sido representado por la Contraloría, las actitudes que puede asumir el Presidente de la
República, dependerá de la causal por la cual se produzca el rechazo:
Si el decreto o resolución fue representado por estimarlo inconstitucional: sólo podrá requerir al Tribunal
Constitucional para que resuelva la controversia. Plazo: 10 días (93 Nº 9, y 99 i 3º CPR). Lo mismo opera si es
representado (por cualquier vicio), un DFL o un decreto promulgatorio de ley o de reforma constitucional por
apartarse al texto aprobado.
Si el decreto o resolución fue representado por estimarlo ilegal: el Presidente podrá insistir con la firma de
todos sus ministros. La Contraloría deberá dar curso al acto revisado (99 i 1º CPR). Este denominado “Decreto
de Insistencia” deberá ser comunicado a la Cámara de Diputados.
Examinar y juzgar las cuentas de las personas que tengan a su cargo bienes de las entidades fiscalizadas.
“el órgano autónomo, de origen y competencia constitucional, cuya función principal es ejercer el
control de constitucionalidad de los preceptos legales, y de ejercer las demás funciones
conservadoras e institucionales que no sean de competencia de los Tribunales pertenecientes al
Poder Judicial”.
A partir de este concepto, podemos concluir que el tribunal constitucional se caracteriza por:
El Tribunal Constitucional es un Órgano del Estado, por lo tanto goza de las mismas
prerrogativas y está sujeto a los mismos deberes que los demás componentes del
Estado.
Funciones Básicas
El Tribunal Constitucional Chileno, a la luz de lo dispuesto en el artículo 93 de la CPR, cuenta con
las siguientes funciones básicas:
Sin perjuicio de las facultades que la Carta Fundamental reconoce en otros órganos del Estado
(como la Contraloría General de la República o el propio Poder Judicial), el Tribunal Constitucional
es el principal organismo encargado de realizar este control de constitucionalidad.
Además, deberá informar al Senado, cuando éste declare la inhabilidad del Presidente de la
Republica o del Presidente electo (art. 93 Nº 11, en conexión con el art. 53 Nº 7, ambos de la CPR).
Asumir las demás competencias que reconozca el propio texto fundamental. Dentro de
éstas, destacamos: