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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 7 de mayo de 2008, habiéndose establecido, de conformidad con lo
dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Soria,
Negri, Pettigiani, Kogan, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo
ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa B. 53.462, "Lara, Jorge Gabriel contra
Municipalidad de General Villegas. Demanda contencioso administrativa".

A N T E C E D E N T E S
I. Jorge Gabriel Lara, por apoderado, promueve demanda contencioso administrativa en la que
solicita la anulación de las resoluciones 349/90 y 358/90 dictadas por el Intendente Municipal de
General Villegas, donde se desestimó su reclamo de mayores costos y compensación que efectuara ante lo

que consideró un quiebre, por circunstancias imprevisibles, de la ecuación económico financiera del
contrato que lo unía con la demandada.
Reclama una compensación por los mayores gastos verificados o que "... supletoriamente se
otorgue la aludida compensación para restablecer el equilibrio de los contratos celebrados por mi
parte con la demandada, el que se vio alterado por acontecimientos graves e imprevisibles para las
partes" (sic fs. 19 vta.).
Solicita también la devolución de las multas que entiende le fueron indebidamente impuestas,
actualizadas desde la fecha del pago hasta el momento de su efectiva devolución.

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II. La Municipalidad de General Villegas, en su escrito de responde, solicita el rechazo de


la demanda en todos sus términos.
III. Agregadas las copias de las actuaciones administrativas sin acumular, producida la
prueba ofrecida y glosados los alegatos, la causa quedó en estado de dictar sentencia, decidiéndose
plantear y votar la siguiente
C U E S T I O N
¿Es fundada la demanda?
V O T A C I O N
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:
I. La actora resultó adjudicataria de dos contratos de obra pública que tuvieron por objeto
la "Construcción de 24 nichos en el cementerio de la localidad de Coronel Charlone" y la "Construcción
de 18 nichos en el cementerio de la localidad de Cañada Seca", conforme las licitaciones públicas
3/1989 y 2/1989 convocadas por la Municipalidad de General Villegas (exptes. 1975/88 y 1977/88).
Expresa que el pico inflacionario de inusual intensidad verificado en el mes de marzo de
1989, originó una acentuada carencia de materiales en el mercado, hecho que a su vez provocó un atraso
en su acopio. Al ver que esta situación persistía y acarreaba el deterioro de la ecuación
económico‑financiera del contrato, se lo comunicó a las autoridades municipales, lo que motivó el

dictado de los decretos 948/1989 y 950/1989 que suspendieron los plazos contractuales por el término
de treinta días.
Aduce que una vez reanudado el plazo de ejecución contractual, ante la distorsión del
contrato frente a la realidad económica del país, puso en conocimiento de la Administración tal

circunstancia, en tanto que por los exorbitantes aumentos dispuestos en los materiales que las obras
requerían, se había producido un quebranto de vital importancia.
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Relata que la Asesoría Jurídica del municipio demandado, emitió dictamen reconociendo la

situación de hecho imprevisible, sugiriendo que la solución podía lograrse a través de las
disposiciones del decreto provincial 3726/1989, advirtiendo que para ello faltaba un acto de

acogimiento de la comuna a tal disposición.


Sostiene que, a pesar de la falta de respuesta adecuada por parte de la demandada, continuó

con la ejecución de las obras contratadas, habiéndose recibido provisoriamente el 28-II-1990 por
sendos decretos, devolviéndose los depósitos de garantía y aplicándose multas por atraso en el

cumplimiento contractual.
Puntualiza que por decreto 349/1990 el Intendente municipal no hizo lugar a las

presentaciones que formulara, omitiendo toda consideración acerca de que el impedimento que padeció
para el acopio de materiales no obedeció a un actuar negligente, faltando el elemento subjetivo para

configurar la mora en su accionar.


En consecuencia, afirma que incurrió en error el decreto 358/1990, que rechaza el recurso de

revocatoria interpuesto contra el acto administrativo antes citado, con fundamento en que la conducta
negligente fue lo que impidió el reconocimiento del ajuste del precio contractual pactado.

Aduce que en virtud de obedecer el atraso en la ejecución de las obras a una imprevisible
onerosidad sobreviniente, derivada de la crisis económica que padecía por entonces el país, no

correspondía la aplicación de la multa por mora dispuesta por la autoridad administrativa.


Según su opinión, en el contexto expuesto y teniendo en cuenta que la contratación se

realizó por el sistema de ajuste alzado, procedía el reconocimiento de mayores costos a efectos de
mantener la ecuación económico financiera que se tuvo en cuenta al celebrar el contrato, debiendo la

Administración ponderar también la innegable voluntad de cumplimiento contractual pese a los


contratiempos sufridos, conducta que en lugar de premiarse se ha castigado.
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Para el caso de que se considere que no procede el reconocimiento de mayores costos, invoca

la teoría de la imprevisión como forma de recomponer el sinalagma contractual. El cumplimiento de los


contratos en las condiciones convenidas, entiende, significó en este caso un enriquecimiento sin causa

para la comuna y un notable perjuicio económico para su parte.


A todo evento, acude también a la teoría de la lesión para justificar su derecho a una

compensación, sobre la base de que podría en este caso sostenerse que el desequilibrio de las
prestaciones resulta prácticamente concomitante a la celebración del contrato.

Alega que la demandada desestimó el reclamo basada en que el tiempo transcurrido entre las
peticiones y la entrega de las obras, modificó la realidad. En relación a ello, aclara que lo cierto

es que el desfasaje operado en los precios por el período marzo/agosto de 1989, que fuera reconocido
por la comuna, le causó un perjuicio económico significativo que en modo alguno pudo haberse visto

subsanado en razón de que la situación inflacionaria posterior al citado mes de agosto, volvió a
estabilizar los índices encausando otra vez el mercado. El perjuicio ya se había producido y no

existió hecho alguno que lo hiciera desaparecer.


Efectúa luego una serie de consideraciones acerca de la invocación por parte de la

Municipalidad, de las disposiciones del decreto provincial 3726/1989. En sustancia, dice que la comuna
le endilga no haberse adherido a ese régimen oportunamente cuando, en verdad, no podía hacerlo porque

era el municipio el que no había dictado el acto de adhesión y, llegado el caso, nada habría cambiado

porque cuando el decreto se dictó el daño ya se había producido. Según su parecer, si para algo sirven
en este caso las normas contenidas en el decreto 3726/1989 es para reconocer que en el mes de marzo de

1989 se desataron condiciones imprevisibles que alteraron totalmente los contratos en curso de

ejecución, lo que viene a demostrar que dice la verdad al afirmar que en ese momento no pudo hacerse

de los materiales para acopiar.


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Dadas las circunstancias de fuerza mayor desencadenadas en la época en cuestión, que según
la doctrina del art. 513 del Código Civil impiden la configuración de la mora, entiende que la

aplicación de multas por retardo en la entrega de los trabajos es absolutamente improcedente en este

caso.

Por todo lo expuesto estima que debe procederse a reconocer la compensación reclamada, a
efectos de recomponerse la ecuación económico financiera contractual, debiendo asimismo devolverse la

multa aplicada, con más su actualización e intereses.

II. Corrido el traslado de ley, la Municipalidad de General Villegas compareció a contestar

la demanda, oportunidad en la que se limitó a señalar que la actora reconoció en su escrito


postulatorio que ignoraba los gastos financieros no previstos al momento de contratar, circunstancia

que entiende demuestra que el actor, desde el inicio mismo de la contratación, no tomó los recaudos

mínimos indispensables frente a situaciones "... que de ninguna manera no podían preverse por lo

público y notorio de las mismas" (sic fs. 51). Entiende que en períodos de inflación o hiperinflación
sólo puede verse sorprendido quien no actúa con un mínimo de inteligencia y previsibilidad.

Pone de resalto que todos los certificados de obra se pagaron puntualmente y, por último,

recuerda que en el pliego de bases que rigió la licitación se hallaba prevista la posibilidad de que

el contratista rescinda los acuerdos (cláusula I‑56 de las disposiciones preliminares de los Pliegos
de Bases y Condiciones), cosa que el demandante no hizo. Por ello opina que debe entenderse que el

actor se allanó a todas las condiciones pactadas con el municipio, motivo por el cual el reclamo

resulta extemporáneo.

Concluye, entonces, que debe rechazarse la demanda en todas sus partes.


III. a) Según se desprende de las fotocopias de las actuaciones administrativas, las partes

celebraron el 14 de marzo de 1989 dos contratos de obra pública. Uno tuvo por objeto la construcción
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de 24 nichos en el cementerio de la localidad de Coronel Charlone (fs. 171, expte. 1975/88) y el otro

la construcción de 18 nichos en el cementerio de la localidad de Cañada Seca (fs. 135, expte.

1977/88). En el primer caso se estipuló un plazo de ejecución de 120 días corridos contados a partir
de la fecha del acta de iniciación de los trabajos (fs. 171 vta., expte. cit.), mientras que en el

segundo el término convenido fue de 90 días, computados de la misma manera (fs. 135 vta., expte.

cit.). En ambos supuestos el acta de iniciación se suscribió el día 21 de marzo de 1989 (ver fs. 173 y

137, exptes. cits.).


b) Habiendo dado comienzo de ejecución a los trabajos contratados, el señor Lara mediante

presentaciones realizadas en el mes de mayo de 1989, solicitó se le concediera audiencia a los efectos

de convenir una modificación en los contratos perfeccionados, en virtud de que, si bien su intención

era cumplir con ellos, la prestación a su cargo se había tornado excesivamente onerosa por hechos, a
su criterio, extraordinarios e imprevisibles derivados de actos de gobierno (fs. 1 de los exptes.

1975/88 alc. 2 y 1977/88 alc. 2, agregados como fs. 186 y 151, respectivamente, de los originales).

c) El 13-VI-1989 el hoy actor, por iguales motivos a los antes expuestos, solicitó la

suspensión de los plazos contractuales, lo que motivó el dictado de las ordenanzas 294/1989 y
296/1989, que dispusieron la suspensión por el término de treinta días ‑a contar de la fecha de su

sanción‑ de los plazos contractuales de las obras en cuestión. Dichas ordenanzas fueron promulgadas

por decretos 948 y 950 del 4-VIII-1989 (fs. 1/9 y 1/10 de los exptes. 1975/88 alc. 3 y 1977/88 alc. 3,

agregados como fs. 190 y 155, respectivamente, de los originales).


d) En virtud a las intimaciones que ante el vencimiento de los plazos contractuales realizó

el municipio demandado al actor por medio de sendas cartas documento, éste, por igual medio, rechazó

los requerimientos por entender que tenía derecho al reconocimiento de reajustes derivados de la

imprevisión contractual, citando en apoyatura a sus dichos el dec. 3726/1989 y considerando


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suspendidos los vencimientos de los respectivos contratos (fs. 192/193, expte. 1975/88 y 157/158,
expte. 1977/88).

e) El 8-IX-1989 el señor Lara realizó las presentaciones que originaron los alcances 5 de

los exptes. 1975/88 y 1977/88, por las que solicitó la recomposición del equilibrio contractual con

fundamento en la teoría de la imprevisión, aportando la documentación probatoria de la distorsión


sufrida en la ecuación económica financiera de las contrataciones perfeccionadas (ver fs. 194 y 159,

exptes. originales).

f) La Dirección de Asuntos Legales de la comuna demandada aconsejó someter el tratamiento de

la situación planteada a lo dispuesto por el decreto 3726/1989, aclarando que, previo a ello, el
Departamento Ejecutivo debía adherirse a dicha norma (fs. 20 y 21, respectivamente, de los alcances

referenciados en el punto anterior).

g) El 1º de febrero de 1990 el señor Lara puso de manifiesto ante el Intendente municipal

que en un plazo de 30 días culminaría la ejecución de las obras contratadas, compromiso que cumplió
conforme surge de las actas de recepción provisorias labradas con fecha 28-II-1990 (fs. 196/197,

expte. 1975/88 y 161/162, expte. 1977/88).

h) Por decretos 1298/1990 y 1299/1990 el Intendente municipal dio por recibidas

provisoriamente las obras contratadas, ordenó devolver a la contratista los depósitos realizados en

concepto de garantía de obra y dispuso la aplicación de multas por atraso en los cumplimientos
contractuales (fs. 167/168, expte. 1977/88 y 202/203, expte. 1975/88).

i) Por decretos municipales 917/1989, 1306/1990, 674/1989 y 1304/1990 se incrementaron las

reservas para cubrir los mayores costos de las obras contratadas, conforme lo previsto en los

respectivos pliegos de bases y condiciones (fs. 187/188, 205, expte. 1975/88; 152/153, 170, expte.
1977/88).
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j) El contratista pagó, bajo protesto, las multas aplicadas y solicitó la integración de las

cifras correspondientes a lo que consideró como "enriquecimiento sin causa" del ente contratante,

conforme los reclamos anteriormente efectuados; petición esta que mereció el rechazo del municipio
accionado mediante resolución 349/90 (fs. 206/213, expte. 1975/88; 171/177, expte. 1977/88).

k) Consecuencia de ello el demandante interpuso recurso de revocatoria y jerárquico en

subsidio que, previo dictamen en contrario de la Dirección de Asuntos Legales de la comuna demandada,

fue rechazado por el Intendente municipal conforme resolución 358/90 (fs. 215/223, expte. 1975/88;
179/188, expte. 1977/88)

IV. a) El contrato de obra pública importa el cumplimiento de obligaciones recíprocas de las

partes. En tal marco, al contratista le incumbe adoptar todas aquellas precauciones que de ordinario
se encuadran dentro del riesgo empresario derivado de acontecimientos normales. Empero, al abrigo de

aquella reciprocidad de prestaciones entre las partes contratantes mal puede exigírsele al colaborador
de la Administración hacerse cargo de los eventos dañosos cuya exteriorización supera la normal y
razonable previsión.

En el marco de la ley 6021 ‑de obras públicas‑ el concepto de situación "imprevisible" no


responde a una noción fija o rígida y debe ser entendida como contingencia que excede los niveles de

lo habitual y prudentemente previsible. La pauta es relativa, librada a los tiempos y las


circunstancias (Acuerdos y Sentencias, 1973‑I‑242, "El Derecho", 50‑548). La imprevisión, entonces,
debe valorarse de acuerdo a las circunstancias de cada caso (doct. causas B. 49.630, "Emaco", 27-XII-

1996; B. 55.786, "Tidelco", 15-IX-1998).


b) En esta específica materia, la Corte Suprema de Justicia de la Nación señaló, en la causa

I.14 XXIII, "Inmar S.A. contra Provincia de Buenos Aires (Dirección de Vialidad)", sent. de
31‑III‑1992, que la conclusión a la que había arribado este Tribunal en el sentido de que la Ley de
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Obras Públicas prevé la incorporación en los contratos de las variaciones de costos como un modo de

introducir en ellos la teoría de la imprevisión u otras técnicas de revisión, equivale a negar en la


práctica la aplicación de tal teoría a aquellos supuestos en los que se hubiere previsto un régimen
convencional de ajuste, lo que no encuentra sustento en la previsión del art. 55 de la ley 6021 que

expresamente admite el reconocimiento de variaciones de precios derivadas o motivadas por actos del
poder público, causas de fuerza mayor o la situación de plaza.

Recordó también su doctrina que afirma que la existencia de un sistema convencional de


ajuste constituye un instrumento cuya finalidad es evitar las dificultades que puedan suscitarse para
realizar una verificación eficaz y ágil de las erogaciones, pero de ningún modo la inclusión de este

tipo de cláusulas puede ser interpretada como excluyente de la posibilidad de demostrar que dicho
sistema no resulta adecuado para mantener el equilibrio económico del contrato cuando acontecimientos

imprevisibles lo alterasen significativamente.


V. a) Conforme lo previsto en la cláusula I‑3 de las Disposiciones Preliminares de los
Pliegos de Bases y Condiciones que rigieron los respectivos llamados a licitación, el mentado art. 55

de la Ley de Obras Públicas 6021, resulta de aplicación supletoria a los contratos en cuestión (fs. 5,
exptes. administrativos 1975/89 y 1977/89).
La cuestión radica, entonces, dado lo expuesto en el apartado anterior, en determinar si la

actora ha logrado acreditar la configuración de una situación de excesiva onerosidad sobreviniente por
causas anómalas e imprevisibles, que supere el álea normal de los contratos. Junto a ello cabe

examinar la mecánica de ajuste prevista contractualmente para luego ‑de arribarse a la conclusión que
el método convencionalmente adoptado no resulta útil para recomponer el equilibrio de las
prestaciones‑ resolver el pedimiento conforme los parámetros que doctrinaria y jurisprudencialmente se

han delineado respecto de la teoría de la imprevisión.


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b) Pese a existir una mecánica de variaciones de precios pactada contractualmente (sólo se


reconocían variaciones de costos por aumentos de jornales ‑no de materiales‑ de acuerdo al índice mano

de obra, costo de la construcción publicado por el INDEC, más el 25% en concepto de gastos generales y
beneficios; Pliegos de Bases y Condiciones), entiendo que dicho método resultó a todas luces

insuficiente para mantener equilibrada la ecuación económica financiera de los contratos.


Cierto es que para dotar de trascendencia jurídica a tal desequilibrio, éste debe configurar
una distorsión significativa de la realidad económica del contrato, comportando su dilucidación una

cuestión de hecho y prueba.


En la especie, la accionante ha logrado demostrar la mentada distorsión. Existen diferencias

comprobadas entre los importes reconocidos en materia de variaciones de precios por la mecánica de los
índices publicados por el INDEC (nivel general mano de obra, costo de la construcción, Pliegos
generales de condiciones punto 1.70 y Especificaciones Legales Particulares, fs. 25/26, exptes. adm.

1975/89 y 1977/89), convenida contractualmente, por la real incidencia del valor de los materiales
utilizados en la obra y por la aplicación del sistema establecido en la ley 6021 (reformado por la ley
8781). En tal sentido, los peritos oficiales intervinientes en autos se expiden dictaminando la

existencia de una alteración apreciable (fs. 135/161, 184/192 y 203).


Nótese que la prueba pericial producida arroja como resultado "... que la gran variación de

los precios en el mercado distorsionaron grotescamente la ecuación económica del contrato. Ello es así
porque el contrato de obra era con costo fijo de materiales, y durante el plazo de obra se desató una
hiperinflación con variaciones mensuales cercanas al 400% en algunos materiales. Finalmente, en la

época en que se hicieron los acopios, no se mantenían las condiciones tenidas en vista por las partes
al celebrar el contrato..." (fs. 138). El dictamen pericial concluye que "...el Sr. Lara soportó una

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pérdida, en concepto de compra de materiales, de A 147.670,22..., lo que representó un 347% sobre el


beneficio esperado..." (fs. 185/185 vta.).

Si bien la labor pericial ha sido cuestionada por la demandada por entender que carece de
eficacia probatoria en tanto se basa en la prueba de informes aportada por la actora, estimo que dicho
cuestionamiento carece de sustento en tanto los dictámenes cotejaron valores de los presupuestos

oficiales, con valores promedio de mercado, según informes aportados por cuatro empresas del ramo, más
la incidencia de índices de precios elaborados por el organismo oficial con competencia para ello, el

factor desagio y tasas bancarias (ver cuadros de fs. 141/161, 189/192, 204/207). Resulta claro, a mi
juicio, que las conclusiones de los expertos encuentran adecuada correspondencia con otras probanzas
de la causa.

c) Dado que de acuerdo a la prueba producida, la aplicación de la mecánica de ajuste pactada


condujo a que el actor deba soportar un significativo quebranto por la incidencia de un extraordinario
incremento en el precio de los materiales ‑expresamente se previó que no se reconocerían variaciones

derivadas del aumento de éstos‑, debe analizarse, de acuerdo a lo que adelantara, si esa notoria
variación de los precios tuvo por causa algún acontecimiento extraordinario e imprevisible.

En tal orden de análisis, preliminarmente debe señalarse que la actora procedió


correctamente al cumplir las prestaciones a su cargo y mantener el requerimiento de un resarcimiento
por la diferencia patrimonial al amparo de la imprevisión, en virtud de que en el curso de ejecución

contractual la fórmula de reajuste de precios establecida no resultó representativa de la real


variación de los costos, causándole ‑según su criterio‑ un perjuicio.
Ahora bien, sólo es posible acceder al pedimento si existe prueba suficiente sobre la

denunciada imprevisibilidad y excepcionalidad de las circunstancias que gravitaron sobre la suerte de


los contratos.
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Entiendo que ello está probado.


De un lado, la propia demandada reconoció la existencia de alteraciones en el sector, hecho
que motivó el dictado de las ordenanzas que suspendieron los plazos de ejecución de los respectivos

contratos.
Del otro, la envergadura y naturaleza de situación padecida por la economía en el año 1989

surge manifiesta a tenor del decreto 2123/1989 dictado por el Gobernador de la Provincia de Buenos
Aires haciendo mérito de la crisis y de la imposibilidad de cumplimiento de los contratos de
suministros; su similar 3726/1989 que autorizó la modificación de los mecanismos de variaciones de

precios de las obras públicas y la ley 10.867, de emergencia económica, que permitió al Poder
Ejecutivo convenir la reformulación de los contratos (art. 2º inc. a). Ello refleja la existencia de
acontecimientos sobrevinientes e imprevisibles de grave afectación económica.

Asimismo está probado cómo esos acontecimientos perturbadores afectaron la economía del
contrato. El dictamen pericial señala que los materiales "... a partir del mes de Marzo...tuvieron

variaciones mensuales crecientes...", concluyendo que "... durante el plazo de obra se desato una
hiperinflación con variaciones mensuales cercanas al 400% en algunos materiales".
Lo expuesto me permite afirmar que las conclusiones de los expertos dan cuenta que la

medición por el sistema de variación de precios previsto contractualmente resultó irrepresentativo


para cubrir un alea extraordinaria de difícil o imposible previsión al momento de celebrar el
contrato. El dictamen pericial es convincente al respecto (arts. 384, 474, C.P.C.C. y 77.1, C.P.C.A.,

ley 12.008).
Si bien el Superior Tribunal nacional sostiene como principio general que en el contrato de

obra pública le corresponde al contratista soportar la aleatoriedad ordinaria que conlleva su


cumplimiento en las condiciones pactadas, por lo que la reiteración de períodos de alta inflación y la
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consecuente suba del costo de dinero no constituyen fenómenos imprevisibles (conf. Fallos 319:1681;

319:2037); estimo que sí debe considerarse como imprevisible a la desmesurada aceleración del ritmo
inflacionario desatada en la época en que el contrato que vinculó a las partes debió ejecutarse, tal

lo acontecido en el caso bajo análisis, en la cual el índice inflacionario sufrió variaciones


inesperadas, en períodos temporales acotados y fuera del orden ordinario exteriorizado en años
anteriores a los eventos examinados.

d) Con relación a las manifestaciones vertidas por la demandada, referidas a que el


contratista "... pudo haber hecho uso de la opción que le confería el art. 3º del decreto 3726/89...",
merece destacarse que mal pudo haber ejercido dicho derecho el accionante, toda vez que los contratos

se perfeccionaron por ordenes de compra 1007 y 1068, emitidas el 21-III-1989, cuyos vencimientos
operaron, respectivamente, el 19-VII-1989 y 19-VI-1989, con anterioridad a la entrada en vigencia de

la norma aludida, publicada en el Boletín Oficial el 1-VIII-1989 (ver fs. 169/173, expte. adm. 1975/88
y fs. 133/137, expte. adm. 1977/88).
El decreto mencionado, por otra parte, no era de aplicación automática para la órbita

municipal, en virtud a que su art. 16º establecía "Invítase a los municipios a adoptar el régimen
previsto en el presente Decreto", no surgiendo en la presente causa que el municipio accionado, haya
adherido a dicho régimen.

Lo dicho, descarta, a mi entender, la aplicación al caso sub examine del decreto en


cuestión.

e) Ponderando entonces que se acreditó una significativa variación del costo tenido en
cuenta al celebrar el contrato y en orden a los fundamentos expuestos, concluyo que corresponde hacer
lugar a la demanda dejando sin efecto los actos atacados y condenando a la accionada al pago de la

suma que se desprende del dictamen pericial y sus ampliaciones (fs. 136/161, 184/192 y 230/232).
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VI. Resta tratar la multa aplicada al actor por atraso en el cumplimiento contractual.

Al respecto, de la prueba aportada se desprenden las dificultades que, a la época de la


ejecución de las obras contratadas, existían para la provisión de materiales. En efecto: los informes
producidos por tres empresas del ramo resultan coincidentes en afirmar que si bien se contaba con

cierto stock de materiales, existía faltante en su gran mayoría, con dificultades para la reposición,
y que la mercadería se entregaba sujeta a reajuste de precios (fs. 83/106).
A su vez, la propia autoridad municipal, atento la situación reinante, dictó las ordenanzas

2994/1989 (fs. 10, expte. adm. 1975/88, alc. III) y 2296/89 (fs. 10, expte. adm. 1977/88, alc. III),
las cuales suspendieron los términos contractuales por treinta días. Ello obedeció ‑de acuerdo a los

informes glosados a y fs. 7/8 y 8, respectivamente, de los expedientes administrativos‑ a que la


alteración producida en el mercado, por conductas ajenas a la empresa, originaba una importante
variación del valor de los materiales desequilibrando notablemente todas las previsiones.

De lo dicho se desprende que la propia autoridad municipal era conocedora de la situación de


emergencia por la que atravesaba el país y en qué medida ello afectaba a los contratos perfeccionados.
Puede inducirse que al dictar los actos administrativos concediendo prorrogas contractuales

el municipio reconoció que las dificultades en la ejecución de los trabajos no resultaban imputables
al contratista, corolario lógico de la imprevisión contractual.

Por ende las desviaciones económicas sufridas por el actor y acreditadas en la presente
causa, no quedarían corregidas si, por hechos que no le fueron imputables, se mantuviesen las multas
aplicadas.

Por otro lado, una vez vencida la prórroga otorgada por la citadas ordenanzas, la
Municipalidad demandada intimó al accionante al cumplimiento de los contratos (fs. 192, expte. adm.
1975/88 y 157, expte. adm. 1977/88), lo que motivó las respuestas que por carta documento remitió el
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actor (fs. 1 del alc. IV de los exptes. adm. citados), rechazando las intimaciones por improcedentes,
en virtud de considerar que se le debió reconocer mayores costos por imprevisión contractual cuyo

reclamo formulara, considerando suspendido el plazo de terminación y entrega de las obras hasta tanto
se lograra un acuerdo en las prestaciones.
Ni de las actuaciones administrativas ni de estos autos, surge una expresión concreta de la

voluntad administrativa que documente en forma cierta la existencia de actuación alguna posterior a lo
notificado por el contratista. Sólo consta que luego de ello, el señor Lara formuló los reclamos

solicitando "equidad de prestaciones", que originaron los alcances 5 de los expedientes


administrativos ya mencionados, los que culminan con el rechazo del recurso de revocatoria y
jerárquico en subsidio, que da lugar a la acción entablada.

Siendo que las demoras en los plazos de ejecución pueden generar tanto sanciones como
consecuencias económicas favorables al contratista, la comuna debió expedirse previamente sobre si
aquéllas le resultan o no imputables al cocontratante (cfr. doct. causa B. 49.783, "Martínez y de la

Fuente", 22-VIII-1989).
El silencio que mantuvo el municipio frente a la respuesta del actor, junto al hecho de

haber dictado previamente actos de suspensión de plazos contractuales motivados en las circunstancias
extraordinarias relevadas, justifican excepcionalmente y atento una realidad económica desbordada, los
posteriores atrasos que ‑para más‑ no fueron del todo significativos.
Por ello no resulta ajustado a derecho mantener firme la penalidad de multa aplicada por

atraso en la ejecución contractual.


VII. Por los argumentos expresados debe hacerse lugar a la demanda interpuesta, dejando sin
efecto los actos administrativos impugnados, reconociendo el derecho de la parte actora a percibir las

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diferencias habidas por mayores costos, con más la devolución de los importes retenidos en concepto de
multa.
Las sumas a abonarse por diferencias devengadas por mayores costos se harán efectivas de
conformidad con el dictamen pericial de fs. 230/232, condenando a la demandada al pago del importe que

de allí surge ($ 17.918,44). En virtud de encontrarse dicho importe actualizado al 31-III-1991, debe
adicionarse un interés al 6% anual hasta dicha fecha y a partir de allí se calcularán intereses
exclusivamente sobre el capital reajustado a la tasa que pague el Banco de la Provincia de Buenos
Aires en los depósitos a treinta días vigente en los distintos períodos de aplicación y hasta el
efectivo pago.

La suma a abonar en concepto de devolución de multa deberá actualizarse hasta su pago


efectivo por aplicación del índice de precios al consumidor ‑nivel general‑ que publica el INDEC desde
el 22‑III‑1990 (fecha en que ella se retuvo) y hasta el 31-III-1991 (conf. arts. 7 y 10, ley 23.928,
texto según ley 25.561, coincidente en ambas redacciones en sus contenidos). Al importe así
actualizado, deberá adicionársele el correspondiente a los intereses, que se calcularán hasta ese
momento a una tasa del 6% anual. A partir del 1-IV-1991, los intereses serán liquidados exclusivamente

sobre el capital reajustado (arts. 623, C.C. y 5 de la ley 25.561), de acuerdo a la tasa que pague el
Banco de la Provincia de Buenos Aires en los depósitos a treinta días vigente en los distintos
períodos de aplicación hasta el pago efectivo.
El importe que resulte de las liquidaciones que con tales pautas se practiquen, deberá
abonarse dentro de los sesenta días (conf. arts. 163 y 215, Const. prov.).

Costas por su orden (arts. 78 inc. 3º, ley 12.008, texto según ley 13.101 y 17, C.P.C.A.).
Voto por la afirmativa.

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Los señores jueces doctores Negri, Pettigiani y Kogan, por los fundamentos del señor Juez
doctor Soria, también votaron la cuestión por la afirmativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se hace lugar a la demanda interpuesta,

anulándose los actos administrativos impugnados, reconociendo el derecho de la parte actora a percibir
las diferencias habidas por mayores costos, con más la devolución de los importes retenidos en
concepto de multa.
Las sumas a abonarse por diferencias devengadas por mayores costos se harán efectivas de
conformidad con el dictamen pericial de fs. 203/232, condenando a la demandada al pago del importe que

de allí surge ($ 17.918,44). En virtud de encontrarse dicho importe actualizado al 31-III-1991, debe
adicionarse un interés del 6% anual hasta dicha fecha y a partir de allí se calcularán intereses
exclusivamente sobre el capital reajustado a la tasa que pague el Banco de la Provincia de Buenos
Aires en los depósitos a treinta días vigente en los distintos períodos de aplicación y hasta el
efectivo pago.

La suma a abonarse en concepto de devolución de multa deberá actualizarse hasta su pago


efectivo por aplicación del índice de precios al consumidor ‑nivel general‑ que publica el INDEC desde
el 22‑III‑1990 (fecha en que ella se retuvo) y hasta el 31‑III‑1991 (conf. arts. 7 y 10, ley 23.928,
texto según ley 25.561, coincidente en ambas redacciones en sus contenidos). Al importe así
actualizado, deberá adicionársele el correspondiente a los intereses, que se calcularán hasta ese

momento a una tasa del 6% anual. A partir del 1‑IV‑1991, los intereses serán liquidados exclusivamente
sobre el capital reajustado (arts. 623, C.C. y 5 de la ley 25.561), de acuerdo a la tasa que pague el

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Banco de la Provincia de Buenos Aires en los depósitos a treinta días vigente en los distintos
períodos de aplicación y hasta el efectivo pago.
El importe que resulte de las liquidaciones que con tales pautas se practiquen, deberá
abonarse dentro de los sesenta días (conf. arts. 163 y 215, Const. prov.).
Costas por su orden (arts. 78 inc. 3º, in fine, ley 12.008 ‑texto ordenado según ley 13.101‑

y 17, ley 2961).


Difiérese la regulación de honorarios hasta la aprobación de la liquidación a practicarse
(art. 51, dec. ley 8904/1977).
Regístrese y notifíquese.

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