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La literatura de autoayuda y la recurrente interferencia linguística en las traducciones al

español: un fenómeno que no cesa.

Maria Pibernus

Universidad Nacional de Lanús

Introducción

El presente trabajo se propone estudiar casos de interferencia lingüística en obras del

género de autoayuda traducidas al español. Tomando como referencia al autor Vázquez

Ayora (1997:102 y ss.), se empleará la denominación “anglicismo de frecuencia” para

poner de manifiesto usos de la lengua del texto original (TLO) que aparecen en el texto

meta es decir la traducción. Estas formas atentan contra la naturalidad y gramaticalidad de

la lengua terminal (TLT) y terminan desplazando las posibilidades expresivas propias del

genio del idioma al cual se traduce, en este caso, el español.

¿Cuál es el problema?

Será ilustrativo considerar algunos fragmentos del corpus, en la lengua original y su

traducción correspondiente:

(A) On May 7, 1931, the most sensational manhunt New York City had ever known had

come to its climax.

El 7 de mayo de 1937 la ciudad de Nueva York presenció la más sensacional caza de un

hombre jamás conocida en esta metrópoli.

(B) As Lincoln lay dying, Secretary of War Stanton said, "There lies the most perfect

ruler of men that the world has ever seen."

Cuando Lincoln agonizaba, el secretario de Guerra, Stanton, dijo: “Aquí yace el más

perfecto gobernante que ha conocido jamás el mundo” .

(C) It could not have been the young man's appearance which got him his start in the

Edison office, for that was definitely against him.


No podía haber sido el aspecto del joven lo que le proporcionara su comienzo en el

despacho de Edison, ya que ello estaba definitivamente en su contra.

(D) In the West, we produce a large number of books with the purpose to help us organize

our jobs, our appointment books, our production programs, our studies and our career.

En el Occidente producimos grandes cantidades de libros que tienen como objetivo

ayudarnos a organizar nuestro trabajo, nuestras agendas, nuestros programas de

producción, nuestros estudios o nuestra profesión.

¿Dónde aparecen estos textos? (A) y (B) son fragmentos extraídos de Cómo conseguir

amigos e influir en las personas, de Dale Carnegie; el texto (C) corresponde a Piense y

hágase rico, de Napoleón Hill, dos autores pioneros en el género de autoayuda. El texto (D)

corresponde al prefacio de Ponga en orden su mundo interior, de Gordon Mac Donald,

autor de fines de la década de los 80.

¿Qué tienen en común? Si hacemos un estudio comparativo del texto en lengua original

(TLO) y el texto en lengua terminal (TLT), se podrán notar las interferencias entre ambos,

una especie de “ruido” en el vehículo de expresión de la idea, que en la versión en español

aparecen en cursiva. Se trata de una reproducción literal del TLO y que por lo general va en

detrimento de la claridad y forma literaria en el TLT. En estos ejemplos vemos como el

traductor desprevenido puede cometer errores que afectan la naturalidad y desvían el

sentido del texto. Muchos de los usos anglicados que se asientan en el TLT tienen su origen,

francamente, en malas traducciones. Son el resultado de una traducción fallida, sea por

error, negligencia, omisión. Si en efecto la labor del traductor excede el acto de trasladar un

mensaje o idea de un sistema lingüístico a otro, entonces, se espera que haya un respeto de

código de ambas lenguas de trabajo, sin que queden rastros que hagan “interferencia” en la

comunicación. El traductor profesional debe resistir la inercia, o la “tentación” de caer en el

calco fácil, y más aún en los calcos ya instalados. La comunidad en general, y que no repara

en estas sutilezas por ser lega en el tema, recibe pasivamente estos “falsos amigos” y las
construcciones que dejan entrever la lengua de origen. La interferencia es una señal de

contaminación lingüística y por ende la traducción no debería reflejarla.

Nuestro objetivo principal es estudiar el fenómeno de la interferencia linguística en las

traducciones al español de obras de autoayuda escritas en idioma inglés y publicadas en

los Estados Unidos, tarea que supone detectar construcciones, estructuras y opciones

traductivas que producen extrañamiento en el TLT, para luego recurrir al TLO, clasificar

el tipo de interferencia y proponer una solución. Implica además reevaluar la precisión,

las referencias, los cambios obligatorios, involuntarios y deliberados efectuados por el

traductor.

Las obras que se analizan han sido publicadas entre 1936 y 1999, y si bien este trabajo no

pretende ser un estudio diacrónico, es inevitable preguntarse por qué en poco más de 70

años no se han revisado las nuevas ediciones de una obra como Cómo ganar amigos en

influir en las personas que si bien han sufrido cambios en las dos terceras partes del

contenido con el fin de aggiornar los ejemplos, el texto en español no ha pasado por una

revisión editorial: la contaminación lingüística ha quedado intacta. Y de aquí se

desprende un aspecto muy discutido de la edición de las traducciones literarias y es la

relación traductor/revisor/editor. En su libro Introducción a la Traductología, Gerardo

Vázquez-Ayora (1977:385-403) plantea que la versión del traductor es un proyecto que

debe concluir el revisor, quien somete a la crítica y perfecciona dicha versión o

recreación. Esto implica, según este autor, que el revisor no debe limitarse a corregir

detalles que hayan escapado al traductor, sino a perfeccionar durante su lectura de la

versión y el subsiguiente cotejo con el original, antes de someterla a la crítica y efectuar

una lectura final amparado en el distanciamiento que le permite no estar inmerso en la

lengua extranjera. Así, luego de estos acercamientos sucesivos a la versión, estará en

condiciones de sopesar si el traductor ha sido capaz de interpretar las ideas y respetar el

estilo del autor al trasvasar el contenido del original.


Fruto del nuevo orden político-económico, esta innegable presencia del idioma inglés en

las sociedades no anglófonas como la nuestra generó una creciente interacción entre

ambas lenguas, y trajo consigo efectos colaterales como la interferencia, la pérdida,

sustitución e incorporación de palabras nuevas, además de nuevas realidades que dieron

cuenta de un vacío léxico en la lengua de llegada, en nuestro caso, el español.

Como segundo objetivo, deseamos profundizar en las carreras de traducción el sentido de

alerta ante estos elementos de contaminación lingüística. Es necesario generar reflexión

dentro de las aulas, entre docentes y estudiantes y muy especialmente entre docentes de

traducción. El estudiante de la carrera debe empezar a construir criterios adecuados que

le permitan resolver dilemas, tensiones y desafíos dentro del texto. Hablar de enseñar a

traducir puede parece más ambicioso aún - dados los aspectos complejos del pensamiento

per se y el bagaje personal de quien traduce. Sin embargo, dentro del contexto áulico es

posible detectar y corregir datos mal almacenados, inferencias y asociaciones lexicales y

pragmáticas erróneas que desvían al alumno de una elección acertada.

En efecto, del traductor se espera que tenga una actitud comprometida respecto de la

tarea; debe ser conciente del genio de las lenguas de origen y de lengua de llegada y tiene

que definir y afirmar su posición frente a la ola de usos anglicados en el español.

En este punto quisiera citar a Leticia Molinero, traductora argentina en Nueva York:

El traductor es responsable ante el mercado pero también lo es ante su

idioma y tiene que luchar, palabra por palabra, para preservar la integridad

del español. Cada año perdemos algunas palabras y recuperamos otras. En

medio del efecto avasallador de la globalización y de las importaciones no

recomendables, el traductor es un soldado en la trinchera de defensa del

español. Hace años habría dicho que es un soldado solitario, pero hoy gracias

a la red Internet y a los numerosos recursos que ofrece a favor del español, se
ha superado el aislamiento del traductor. Es más, nuestra misión es aunarnos

y ramificarnos para reforzar y difundir la buena palabra y la buena gramática.

El género de autoayuda

La literatura de autoayuda se desarrolla inicialmente en los Estados Unidos después de

la Segunda Guerra Mundial, aunque su momento de expansión definitiva se produce a

partir de 1980. Algunos estudiosos del fenómeno sugieren que es Dale Carnegie

(1888–1955) quien inicia el movimiento de autoayuda en el siglo XX con Cómo ganar

amigos e influir en las personas (1936). Desde entonces, se han vendido más de 50

millones de ejemplares de sus libros en todo el mundo. Otro exponente del género,

Napoleón Hill con Piense y hágase rico (1937) describe el uso de los pensamientos

positivos para atraer la felicidad y la riqueza, recurriendo a una "infinita inteligencia".

De este modo, y con otros numerosos exponentes tales como Louise Hay con Usted

puede sanar su vida, la autoayuda inicia una tradición de publicaciones cuya médula es

la autoregulación de la conducta y las emociones, convirtiéndose así en los textos-guía

de nuestro tiempo.

Si bien ha cobrado auge recién en los últimos 60 años, los orígenes de la autoayuda se

remontan al antiguo Egipto, donde los escribas ya habían diseñado los primeros textos

que abordaban temas de ayuda personal. Posteriormente los textos de autoayuda ya

devenidos en formato de libro comienzan a ganar terreno como género de alta

divulgación, de la mano de las editoriales y ya bajo el rótulo de literatura de autoayuda.

Todo un fenómeno que se verá nutrido con la aparición de maestros y gurúes y las

conferencias, talleres y seminarios del caso. Y no hará falta decir que en el mundo de

habla hispana serán las versiones traducidas al español el vehículo de divulgación de

estas nuevas tendencias en los últimos 30 a 40 años.


Hemos notado que este género suele generar los “sí” y los “no” más rotundos, y de

entre todas sus expresiones, será ante el formato impreso (libro), que la autoyuda

reciba mayor descalificación y rechazo, o por aún, que simplemente se la ignore.

Para algunos referirse a este tipo de textos como “literatura” es ofensivo, como es el

caso de estudiantes de la carrera de Letras, escritores, psicólogos, psiquiatras y

periodistas quienes no consiguen rendirse ante los supuestos efectos benéficos del

género tan consumido como atacado. En un artículo publicado en Clarín por el

27/02/2004, Mariana Iglesias resume las tensiones de opinión:

La crítica literaria los destroza o los ignora. Algunos psiquiatras, sociólogos y

filósofos dicen ahora que son útiles, o por lo menos que no hacen daño. Creen

que pueden ser un estímulo para mejorar, pero advierten que no son una panacea.

El debate sigue abierto. […] En el mundo literario, la opinión es casi unánime: las

críticas destrozan estos textos, tratándolos, en el mejor de los casos, como un

género menor. La otra opción es simplemente ignorarlos, aunque encabecen las

listas de best-sellers durante meses. Pero más allá del estilo de la narración o la

riqueza del lenguaje, estos libros tienen sentido. Eso sostienen algunos

psicólogos, psiquiatras, filósofos. Y otra cosa en la que todos también

concuerdan: no hacen mal a nadie.

También el escritor argentino Alejandro Rozichner en su blog 100 Volando, publicado

el 6/11/07 hace un aporte que eleva el rótulo de la autosuperación a la psicología

misma:

Este es un género psicológico, en el que se promueve la expresión y la superación

de las inevitables trabas presentes en el desarrollo de la vida del individuo.

Psicología aplicada, directa, relacionada con una constante observación de las


experiencias vividas. Algunos psicólogos han escrito textos que pertenecen a este

género, y otros se benefician del estímulo que proveen a sus pacientes.

¿Po qué se leen y por qué se traducen libros de autoayuda al español? La finalidad del

género es acercar herramientas y soluciones al lector para lograr un crecimiento personal.

En general, los autores recurrirán a historias de vida de personajes célebres y anónimos y

a situaciones de la vida cotidiana. Si bien el lenguaje será sencillo y claro para comunicar

las enseñanzas, debemos recordar que esos textos se generan en otra cultura e

idiosincracia. Entonces, cuando la traducción al español de textos de este género muestra

una excesiva adherencia a las formas y estructuras de la TLO, sean resultado de una

interferencia involuntaria – una traducción hecha con apuro – o una interferencia

deliberada - un trabajo superficial- con uso de opciones léxicas por inercia, literalidad

mal entendida, falta de referencias socioculturales, el texto se queda a mitad de camino,

trunco quizás, frenado por la falta de algún tipo de mediación cultural.

De hecho, un texto con contaminación lingüística causa una suerte de “extrañamiento”

aún a los legos en la materia. En una búsqueda ardua sobre más “voces” acerca del

género, el blog Fobiasocial.net – en su sección “Contra los libros de autoayuda”, publica

el comentario de un consumidor enemigo de estos libros, quizás un tipo de lector ideal,

no crítico literario, pero lector intuitivo al fin:

Por ejemplo, empiezo con Tus zonas erróneas de Wayne. Para mi gusto, es un

poquito de psicología barata. Tampoco puedo hablar mucho de este libro de

psicología, pues lo leí, y lo dejé, y con nada me quedé, me sonaba todo a

estereotipos archiconocidos en este tipo de lecturas. Es de los típicos de los de

autoyuda y autosuperación personal, de los cuales he leído demasiados, y la

verdad es que la mayoría son bastante parecidos. […] Los temas a tratar, son

además, aplicados a unas formas de comportamiento que, bajo mi opinión, poco

tienen que ver con la forma de ser nuestra, son más típicas del comportamiento de
los norteamericanos, y de momento somos diferentes (cada vez menos, por

desgracia). A mí al menos, no me ha hecho descubrir nada nuevo. (21/06/2005).

La mayoría de las veces, este tipo de lectores no es conciente de que está leyendo una

traducción. Incómodo ante la falta de naturalidad, solo reacciona frente a elementos que

el autor emplea en su lengua de origen para ilustrar, narrar y enseñar, pero que – aún con

traducción mediante- resultan foráneos para el lector de habla castellana. Estos “ruidos”

pueden ser de índole cultural (baseball), doctrinal a través de modelos o prototipos (el

gran sueño americano), o histórica y muy recurrentes en el cine estadounidense (la guerra

de Vietnam). Pero quienes estamos en este oficio, sabemos que si se ha tomado solo la

palabra como unidad de traducción mínima y máxima, se ha descuidado la traducción a

nivel discursivo. Tarea ésta insoslayable: el traductor debe moverse en un nivel que va

más allá de la oración y de lo que se enuncia. ¿Y qué pasa si no lo hace? Es probable que

en el curso de la lectura, el lector pueda no hacer click y decida que ese texto no es

relevante, porque, como lector que recrea lo escrito, no logra reponer lo que quiso decir

el autor. El lector tiene ante sí un texto en su idioma, pero no puede recrearlo por falta de

correspondencia lingüística.

Cuando hablamos de discurso, debemos incluir un elemento esencial que de no prestarle

atención puede afectar la comprensión del texto: la trama lógica. Aquí vale parafrasear a

Elena Marengo en su ponencia La hermenéutica en la práctica y la didáctica de la

traducción, cuando habla del “querer decir” del narrador que el traductor no ha logrado

reflejar porque no ha dado cuenta de las relaciones lógicas del texto:

Y a mi juicio, esta dificultad agregada proviene de que no se han tomado del todo

en cuenta las relaciones lógicas del texto, no se ha reflejado convenientemente el

vaivén entre lo que está explícito en él (las meras palabras) y lo que está

implícito. Me dirán ustedes:”convenientemente” ¿para qué? Para su comprensión,

tomando el texto como si se tratara de transmitir información.


El traductor está para servir al autor y hay un texto que respetar pero ¿de qué sirve

generar un producto que no tiene sentido para nadie?

Una nota de humor es que a la luz de los trabajos de Vinay y Dalbernet (1977:250) sobre

procedimientos de traducción, resulta irónico en esta investigación que el nombre mismo

que recibe este género- autoayuda- sea un calco estructural del término inglés “self-

help”, término que también aparece traducido como superación personal, como una

combinación de modulación y transposición, en un eficaz intento por superar el calco,

elevar el registro para finalmente captar el genio del idioma castellano.

¿Qué es la interferencia?

El término “interferencia” se asienta en la física ondulatoria que servía para definir el

encuentro de dos movimientos ondulatorios, cuyo contacto da lugar a un reforzamiento o

a una anulación. El término traspasaría la frontera de la física para ser utilizado en otros

contextos y por otras disciplinas, como por ejemplo en la sociolingüística. Como lo

define García Yebra, la interferencia como "cambio lingüístico", "calco" y "préstamo

lingüístico", es un calco innecesario o incorrecto, contrario a la norma o a la costumbre

de la lengua meta, y se designa con nombres que aluden a la lengua invasora: anglicismo,

galicismo, italianismo, latinismo etc. (García Yebra, 1989:365). Por su parte, Gerardo

Vázquez-Ayora en Introducción a la Traductología (1977) tipifica estos calcos como

anglicismos de frecuencia y los define “un tipo de fenómeno que padece del descuido de

los traductores y que consiste en copiar la forma más parecida o, inclusive, la misma del

inglés, en lugar de seleccionar la más apropiada de las correspondencias que ofrece el

castellano. Cuando dicha forma goza en la lengua anglosajona de un uso muy frecuente,

se ha creado una anomalía que se difunde a través de toda una versión, haciendo difícil la

asimilación y delatando una manera extranjerizante que no se amolda al genio de nuestra

lengua.” Advierte que esta interferencia puede ser léxica o estructural y afectar períodos
enteros, por la forma en que están construidos y que puede tomar desprevenido al lector

incauto y lo insensibiliza hasta el punto de no poder registrar un rasgo de contaminación

en el texto.

Algunas conclusiones

Al decir de Francisco Javier Muñoz Martín, si el traductor se limita a seguir al hablante

medio y al especialista, seguirá sin definir su propio sitio. El hablante determina el uso

general, el especialista lo hace en el campo técnico, ¿y el traductor qué aporta? Pues

debería ser capaz de ejercer resistencia ante exigencias concretas y ante la tendencia

reinante al descuido y a la negligencia. Por esta razón, el oficio de traductor debe hacerse

más visible, más reconocido y debe ser mejor pago. Ello incumbe a escritores,

editoriales, lectores y asociaciones profesionales. Y sin duda, este camino de

jerarquización debe iniciarse en la universidad, dentro del cuerpo docente, con

formación de formadores y una currícula que sirva a un proyecto académico coherente,

cuyo producto final sea un traductor reflexivo, con criterio claro, y marco teórico sólido.

Para culminar, he aquí las palabras de Gregory Rabassa: “Si traducir es una traición,

entonces hagámoslo bien”. Así ironiza el traductor de Cien años de soledad de Gabriel

García Márquez, para quien la traición es positiva: implicaría justamente superar las

barreras impuestas por las distintas lenguas. Entendemos que esta visión avezada de la

traducción también implica honrar la fidelidad, el estilo y la naturalidad de los textos,

objetivo éste que parece no cumplirse en la traducción del género de autoayuda, y que

para las editoriales, los traductores y la universidad sigue siendo una asignatura

pendiente.

Bibliografía de referencia

Vazquez-Ayora, Gerardo. (1997) Introducción a la Traductología. Curso Básico de


Traducción. Georgetown University, EEUU.

López Guix, Juan Gabriel y Minett Wilskinson, Jacqueline. (1997). Manual de


Traducción Inglés / Castellano. Editorial Gedisa S.A., Barcelona.

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