Anda di halaman 1dari 11

Tema 1 El amor de Dios

¿Quién es Dios para mí?

Quienes participamos de un seminario de vida en el Espíritu, lo hacemos no sólo con el deseo de


aprender más acerca de Dios, es decir, recibir más explicaciones sobre temas religiosos, sino que lo
hacemos principalmente en busca de encontrar un avivamiento de nuestra fe y de hallar también
respuestas a nuestras interrogantes e inquietudes más importantes, sobre temas espirituales, y el
cuestionamiento más grande que toda persona se hace en algún momento de su vida es el de saber
quién y cómo es Dios.

¿En qué “Dios’ creemos?

Todos tenemos, ya sea guardado o manifiesto explícitamente, un deseo profundo por conocer a Dios, y
de conocerlo tal como es. Aquí estamos, entonces, dispuestos a conocer a este Ser del cual nos han
hablado mucho o poco, algunas veces acercándonos a Él, y en otros, mostrándonos a un Dios muy
diferente al que es en realidad, causando en nosotros que en algunos casos nos alejemos atemorizados o
decepcionados del Señor, y en otros, que vivamos venerando una imagen equivocada de Dios; es decir,
creyendo en otro dios que nada tiene que ver con el verdadero Dios que nos presenta la Biblia, y en
especial el Evangelio que nos predicó su Hijo Jesucristo.

Iremos descubriendo, entonces, algunos de estos “rostros” o máscaras que deforman el verdadero
rostro de Dios y que nosotros mismos le hemos ido poniendo.

Las imágenes equivocadas de Dios

Muchos hemos visto en nuestro Dios de alguna manera reflejada la imagen de nuestros padres. Pero a
menudo lo hacemos tan mal que nos quedamos con una idea distorsionada de Dios y por lo tanto
alejada de la realidad, como cuando en un parque de diversiones entramos a un salón de
espejos: grandes superficies cóncavas o convexas que deforman a quienes en ella se miran, redu-
ciéndolos a la estatura de los pigmeos, o alargándolos curiosamente, o robusteciendo algunas partes del
cuerpo mientras adelgazan otras, o cambiando las facciones de modo que produzcan los más grotescos
efectos.
Lo mismo hacemos muchas veces, sin saberlo, con nuestro Señor.

Algunas de estas falsas imágenes de Dios son, por ejemplo:

a) Unos lo imaginan como una fuerza difusa que se extiende por doquier. Quienes lo imaginan así hacen
de todo el cosmos una materialización del ser divino al modo del panteísmo.

Sin embargo, los cristianos rechazamos esa identificación de la creación con el Creador. Él está en todas
partes pero es distinto de las cosas y no se agota en ellas, para nosotros hay un solo Dios, el Padre: todo
viene de Él y nosotros vamos hacia Él (1 Co 8,6).

b) Otros, imaginan a Dios como un ser majestuoso, inmenso, augusto, soberano de todo cuanto existe,
una especie de Rey Sol del universo, completamente despreocupado de sus súbditos, infinitamente
lejano de nuestra diarias inquietudes y necesidades. Un dios insensible, extraño a la historia o en el
mejor de los casos, un dios-abuelo de barba blanca que se entretiene jugando con el globo de la tierra

Efectivamente, Dios es Rey pero a la vez se hizo siervo, se redujo a la nada, tomando la condición de
servidor y se hizo semejante a los hombres” (Flp 2,7)

c) Por otro lado hay una serie de imágenes que aproximan al Señor plano humano de nuestra existencia
pero de modo poco grato para nosotros. Estas imágenes equivocadas son

1. La del dios vigilante, estricto que controla todo lo que hacemos los vivientes.

2. La del dios sádico, sólo atento a las faltas para castigarnos y demostramos así lo imperfectos y
limitados que somos.
3. La del dios contador, que lleva la cifra precisa de nuestros pecados anotándolos en su libreta, para
pesarlos el día del juicio final en una balanza exactísima e imponer inflexiblemente las condenas
correspondientes cuando la aguja se inclina al lado de las malas obras porque estas fueron mas
numerosas que las buenas obras.

4. La del dios policía, que nos reprime como a niños inquietos y desobedientes.

5. La del dios déspota, que prohíbe hacer lo que nos place y nos impide ser nosotros mismos y
alcanzar la felicidad

6. La del dios colérico, vengativo, celoso del progreso de los hombres.

7. La del dios caprichoso, que a uno salva y a otro condena sin aparente razón.

8. La del dios permisivo, que nos consiente en todo porque en el fondo no le preocupan nuestras
faltas, ya que está demasiado ocupado en otros asuntos más importantes que nosotros.

9. Esas figuras son totalmente opuestas al Dios que dijo: “No temas, yo soy tu Escudo” (Gn 15, 1). Se
deben, generalmente, a experiencias desagradables que hayamos podido tener principalmente con
nuestros padres, en especial nuestro padre natural, o con quien en nuestra infancia o juventud ejerció el
papel de autoridad de manera inadecuada, asociando nosotros inconscientemente esta imagen del
padre humano a la del Padre celestial.

10. Otra serie de falsas imágenes nos presenta a un dios “domesticado” por el hombre, a un
dios “tapa huecos” o “curandero”.

11. El dios curandero, al que acudimos en busca de alivio sólo cuando algo nos duele o aflige.

12.El dios bombero, dispuesto a extinguir los “incendios” que estallan y que se esfuma discretamente
después de cumplir su labor.
Es cierto que Dios sirve al hombre, lo acabamos de decir, pero no a la manera de un robot electrónico.

Nosotros, los cristianos, no podemos quedamos en tales representaciones de Dios. Tenemos que
superarlas y rechazarlas, como rechazaron los primeros cristianos los ídolos, pues así definitivamente no
es el Señor, y nosotros debemos aspirar conocerle tal como es. Y qué mejor que su propia Palabra para
encontrar la respuesta a la interrogante de ¿quién es Dios? ¿Qué es lo que nos dice la Biblia al respecto?

Dios es Amor

La primera carta de san Juan, capítulo cuatro, versículo ocho, es clara y afirma sin rodeos: Dios es Amor.

Hoy todos hablan del amor. Es una palabra tan frecuente en el lenguaje de los hombres, que corre el
peligro de devaluarse. El amor no es algo que se hace, sino que se entrega de una manera libre y total de
una persona a otra. Es un don de sí, dádiva al otro.

El amor es algo que no sólo se afirma con palabras y frases poéticas, sino que se demuestra con hechos,
porque es una decisión. Así lo entiende el Señor, y así nos lo demostró dando a su Hijo Jesús por todos
nosotros: “así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para que quien cree en él no se pierda, sino
que tenga vida eterna” (Juan 3, 16). Por amor a cada uno de nosotros entregó a la muerte a su Hijo
amado en quien tanto se complacía (Cf. Mc. 1, 11).

Para el Señor, el amor es darse, y darse totalmente, hasta el punto de dar la propia vida por sus amigos,
que es la forma más perfecta de amar (Cf. Jn 15, 13). Él nos amó hasta el extremo (Jn 13, 1). Y amar es
también ser alguien.

Dios es amor y todo cuanto ha hecho, en especial nosotros, como el culmen de su creación, ha
sido por Amor y para el Amor. Y notemos que es con imágenes humanas con que el pensamiento del
hombre ha visto encarnarse el amor de Dios.

Citemos algunos ejemplos:


Imagen del Padre: Sal 103, 13; 1 Co 8, 5—6

Imagen de la Madre: Is 49, 15—16

Imagen del Esposo: Is 62, 5

Imagen del Novio: Jr 2, 2

Imagen del Amigo: Jn 15,13

Dios es nuestro Padre

Esta es la gran verdad que Jesús nos revela: Que Dios es nuestro Padre, y no sólo esto, sino que quiere
que tengamos una relación con él como tal.

La Biblia nos presenta al Señor como el Padre que se lanza al cuello de su hijo pródigo para cubrirlo de
besos; nos dice que el Padre da cosas buenas a quienes se las piden (Cf. Mt 7, 7—11; Jn 16, 23), porque
es más generoso que cualquier padre de la tierra (Cf. Lc 11, 11—13), para que comprendamos que Dios
no sólo nos ama como un padre, sino que nos ama porqueÉl es nuestro Padre. Veamos algunas de las
características de este Amor del Padre:

a) Es un amor PERSONAL

“Y ahora, así te habla Yavé, que te ha creado (…) No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por
tu nombre, tú me perteneces (…) Porque tú vales mucho más a mis ojos, yo te aprecio y te amo mucho”
(Isaías 43, 1.4).
“Mira cómo te tengo grabada en la palma de mis manos” (Isaías 49, 16).

Dios ama a todos los hombres, pero también ama a cada uno de una manera personal, como cada uno
necesita ser amado. Nos ama como si fuéramos sus únicos y preferidos hijos, que se alegra con nuestras
alegrías y se compadece con nuestras penas.

b) Es un amor INCONDICIONAL

“Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues
bien, aunque se encontrara alguna que lo olvidase, ¡yo nunca me olvidaría de ti!” (Isaías 49, 16).

“Los cerros podrán correrse, y moverse las lomas; mas yo no retiraré mi amor…” (Isaías 54, 10).

La respuesta del Señor a nuestras buenas o malas obras no es el premio o el castigo; la respuesta de Dios
es siempre misericordia y amor. Examínate, cómo te encuentras ahora, cómo has sido antes. No importa
lo que hayas sido en el pasado o seas en el presente: pecados, vicios o defectos. Él te ama
incondicionalmente, porque su amor no cambia por lo que hagamos ni por lo que nos ocurra en la vida.

Esto es de suma importancia para todos nosotros, pues en cuántas oportunidades nos podemos haber
sentido alejados del Señor luego de haber cometido un gran pecado o falta, y hemos pensado que Él ya
no quiere saber nada de nosotros porque le hemos fallado, y que por lo tanto no merecemos ni siquiera
invocarle porque estamos “manchados”. Pues así le hayas fallado a Él y a los demás una y mil veces, el
Señor nunca dejará de amarte. Él no te ama por lo que haces, sino por lo que eres, y tú eres su hijo.

En realidad, incluso todo fracaso, problema y hasta pecado en tu vida puede convertirse en una
oportunidad para ti a fin de que experimentes el amor que te tiene Dios y que es siempre fiel.

No necesitas aparentar algo diferente de lo que tú eres para que Dios te ame. Él te ama como eres. No te
pide cambiar o ser santo para amarte. Es su amor el que te hará cambiar y ser santo. Dios te ama con tus
cualidades y defectos. Él no te ama o te deja de amar portus cualidades y defectos, por tus triunfos, o
por tu santidad, sino contus cualidades y defectos, porque en su infinita omnipotencia, hay una sola cosa
que Él no puede hacer, y esa es dejar de amarte. Él es AMOR.

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la
falta de todo, los peligros o la espada? (…) Pero no; en todo esto saldremos triunfadores gracias a Aquel
que nos amó. Yo sé que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni las fuerzas del universo, ni el presente ni
el futuro, ni las fuerzas espirituales, ya sean del cielo o de los abismos, ni ninguna otra criatura podrán
apartamos del amor de Dios” (Romanos 8, 35.37—39).

c) Es un amor que busca LO MEJOR PARA TI

Dios ciertamente te ama como eres, pero porque te ama tanto, no te quiere dejar así. Él quiere algo
mucho mejor para ti.

“A Dios, cuya fuerza actúa en nosotros y que puede realizar mucho más de lo que pedimos o
imaginamos…” (Efesios 3, 20).

Porque te ama, Dios quiere lo mejor para ti y tiene un proyecto para tu vida que hizo con toda sabiduría
y amor.

¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que el Señor espera de ti? ¿Cuál es la misión que él te quiere
dar?

La riqueza del amor de Dios por nosotros es tan grande que Él ya nos tiene preparado para nosotros un
camino lleno de bendiciones, porque en su misericordia no se ha fijado en nuestras limitaciones,
pecados e infidelidades, sino que nos ha tomado en cuenta para realizar su obra en el mundo. No lo
merecemos, pero Él ha decidido llamamos a nosotros. Por eso es que estamos aquí.

Este plan supera ampliamente lo que tú te imaginas o puedas pensar para tu bien, y lo irás descubriendo
en la medida en que vayas caminando por esta nueva vida en el espíritu, y que se inicia precisamente en
el momento en que experimentamos el amor de Dios.
Porque aquel que experimenta en su vida el amor de Dios, no puede ser ya la misma persona. Su vida es
transformada radicalmente. Ha nacido de nuevo, y descubre entonces toda esa inmensa riqueza de
gracias y bendiciones que el Señor le tiene preparado en esta vida como anticipo de la gloria eterna que
disfrutará en su presencia.

d) Es un amor que toma siempre la INICIATIVA

“En esto está el amor: no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a
su Hijo como víctima por nuestros pecados” (1 Juan 4, 10).

“Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes…” (Juan 15, 16).

Dios te ama y lo único que te pide es que creas en Él, en su amor, y confíes en sus proyectos más que en
los tuyos.

Hasta hoy quizás has estado haciendo con tu vida lo que tú querías. Decidías hacer o dejar de hacer esto
y aquello. Y haciendo las cosas a tu manera has podido comprobar los resultados.

Si tú le abres las puertas de tu corazón al Señor, tienes que dejarte conducir por El y empezar a hacer las
cosas a su manera, y Él, que te ama más que nadie, sabrá conducirte mejor que nadie para que no
vuelvas a vivir en la oscuridad.

Y lo primero que el Señor te pide no es que le ames, sino que te dejes amar por Él. No tienes que hacer
nada para ganarte su amor. Él ya te ama. Más bien, déjate amar por el Señor para que ese amor empiece
a transformarte.

Él es el Buen Pastor, es la Luz; Él es la resurrección y la vida. Él es el perdón, la misericordia. Él es el


Amor.
Creer en Dios y conocerlo en verdad

Hemos mencionado que el Señor desea, como nuestro Padre que es, tener una relación personal con
cada uno de nosotros. Y esto es fundamental para ti.

¿De qué te sirve tener un gran concepto de Dios, así sea el correcto y sin máscaras, si él sigue siendo un
gran Extraño en tu vida? Pues no te servirá de mucho.

Y es que lo más importante para el cristiano es tener una relación con el Señor;es decir, que Él sea
parte de tu diario vivir, que lo hagas partícipe de todo lo que haces y vas a hacer. Eso es tener una
auténtica relación con el Señor. Eso es hacerlo tu Señor.

Pero para que Dios, tu Padre, deje de ser ese «Extraño» —o «Gran Extraño»— de tu vida, tiene que
ocurrir algo indispensable, y es que lo conozcas. Y conocer a Dios es mucho más importante que creer
intelectualmente en él, pues su Palabra nos dice que hasta “los demonios también creen, y
tiemblan” (Stg 2, 19).

Conocer al Señor es lo necesario, conocerle es lo que hará cambiar tu vida. El que conoce
verdaderamente al Señor, deja de ser ya la misma persona de antes.

Por ello san Pablo rogaba al Señor “que sean capaces de comprender, con todos los creyentes, cuán
ancho, y cuán largo, y alto y profundo es, en una palabra, que conozcan este amor de Cristo que supera
todo conocimiento” (Ef 3, 18—19).

La pregunta que deberías hacerte en este momento es: ¿Y cómo puedo yo conocer a Dios?

De lo que se trata aquí es de encontrar, no ya pruebas de que el Señor nos ama, sino de encontrar el
camino para recibir el Amor del Padre. Puede haber varias o muchas formas de recibir este supremo,
incondicional y personal Amor de Dios, pero todas pasan necesariamente por la experiencia personal.
Nadie puede conocer a Dios sin haber experimentado su amor. Por ello, bien nos dice san Juan: “El que
no ama no ha conocidoa Dios, pues Dios es amor” (1 Jn 4, 8).

Busca tener esa experiencia propia del amor de Dios,. de cuánto te ama el Señor, y ella te
convencerámás que mil palabras y testimonios. Y esa experiencia marcará tu vida para siempre.

Conclusión del tema

· Muchos de nosotros nos hemos ido formando, quizás durante años, una imagen totalmente
distorsionada de Dios.

· Pero debemos descubrir, a través de nuestra propia experiencia el verdadero rostro de Dios, nuestro
Padre: Dios nos ama personal e incondicionalmente, no por nuestros méritos, sino porque Él es Amor.

Citas Bíblicas

EL AMOR DE DIOS

«Que así puedan comprender con todo el pueblo santo cual ancho, largo, alto y profundo es el amor de
Cristo, pido pues que conozcan ese amor que es mucho más grande que todo cuanto podemos conocer
para que lleguen a colmarse de la plenitud total de Dios»

Ef 3, 18-19

Idea sobre quien es Dios

En lo religioso-
· Dios Imagen, resucitado o crucificado pero muerto en nuestro corazón.

· Dios que resucitó pero que se fue y nos abandonó, indiferente.

· Dios muerto, no existe, si no por que ocurren las cosas que pasan en nuestra vida.

· En lo personal.-

· Dios que es su propia creación. (1 Cor. 8,16)

· Dios inconsciente, que hace lo que le da la gana y juega con su creación (Fil. 2,7)

· Dios vigilante, austero, tacaño.

Anda mungkin juga menyukai