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Comprensión y Redacción de Textos II

Ciclo 2019-agosto
Sesión 3A

Estrategia para el manejo de fuentes: el planteamiento de preguntas

Logro de la sesión
Al finalizar la sesión, el alumno plantea preguntas de tipo literal, inferencial y crítico con el fin
de comprender las fuentes de información.

Actividad 1
Lee y analiza las siguientes fuentes de información. Luego, por cada una, elabora tres preguntas de
comprensión: literal, inferencial y crítica.

Fuente 1
Violencia contra las mujeres en el Perú

La violencia contra las mujeres es definida por las Naciones Unidas como “todo acto de violencia
basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la
coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la
vida privada” (ONU, 1993: p. 3). El fenómeno de la violencia contra las mujeres ha sido fuertemente
mediatizado a nivel mundial desde octubre de 2017, principalmente a través de la aparición del
movimiento Me Too. En el Perú, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar-ENDES de
2016 (INEI, 2016) el 32,2% de las mujeres ha sido, al menos una vez, víctima de una forma de
violencia física y/o sexual por parte de su cónyuge o pareja, el 64,2% de una forma de violencia
psicológica y/o verbal y el 60,5% de ellas manifiesta haber sido o ser el objeto de alguna forma de
control o dominación. Estas cifras están por debajo de los resultados registrados en las últimas
encuestas, en particular la de 2012 en la que las proporciones fueron las siguientes: 37,2%, 70,6% y
66,3% respectivamente. Sin embargo, la tendencia se mantiene: la violencia de género contra las
mujeres se ha instalado como un fenómeno estructural de la sociedad peruana, mientras que su
magnitud hace extremadamente difícil, por el momento, una mayor democratización e igualdad en
la relación entre los sexos, por ejemplo, en la toma de decisiones concernientes a la sexualidad, las
elecciones profesionales o la vida familiar cotidiana.
La literatura sobre la violencia contra las mujeres muestra dos principales formas de expresión. La
primera se inscribe en las relaciones de poder y de control, llamada “terrorismo íntimo”, en la que la
violencia psicológica y física encierra a las víctimas en la relación conyugal y crea una situación de
miedo permanente y de disminución de recursos personales (confianza, autoestima), financieras
(dinero para huir) y sociales a través de las redes de apoyo potencial (familia, amigos) (Leone et al.,
2007). Esta forma de violencia se origina generalmente en un modelo patriarcal de dominación
masculina y en una legitimación de la violencia en el seno de la familia. La segunda es llamada
“violencia situacional”. Esta es la consecuencia de un conflicto abierto entre los miembros de una
pareja y más específicamente una disputa que desemboca en un acto de violencia física más
circunstancial (Johnson & Leone, 2005).
Los contextos de vulnerabilidad social y económica tienen una cierta incidencia sobre las
dimensiones y la magnitud de la violencia, en particular doméstica, por el hecho de crear tensiones
entre los mismos padres, y entre los padres y los hijos, lo cual puede desembocar en situaciones de
agresión verbal y/o física agravada. Hay otros factores que pueden tener una influencia en la
victimización de las mujeres en la relación de pareja, en particular su nivel de instrucción en la
medida en que la acumulación de un número más importante de años de estudios contribuye a una
mejor inserción profesional y a mayores oportunidades en el mercado laboral en condiciones estables
(contrato formal, sistema de protección social, mayores ingresos). Esta situación les permite adquirir
una mayor autonomía en su vida privada y estar menos expuestas a actos de violencia en su relación

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de pareja. Sin embargo, es probable que este análisis encuentre limitaciones en el caso del Perú,
donde la autonomía de las mujeres puede constituir un factor de violencia originado por la frustración
de los hombres frente a su falta de control sobre su vida cotidiana (Benavides, Bellatín & Cavagnoud,
2017). Además, la violencia de género contra las mujeres también puede reproducirse según la lógica
intergeneracional. Las mujeres que crecieron en una familia en la cual sus madres fueron maltratadas
por sus padres muestran una probabilidad mayor de exposición a las formas de agresión por parte de
sus cónyuges. A este respecto, existe una suerte de asimilación y legitimación del maltrato en el seno
del hogar y una instalación de la figura masculina dominante que tiene la capacidad de usar la
violencia para imponer su autoridad en el conjunto familiar.
Cavagnoud, R. (2018). ¿Cuál es el alcance del movimiento Me Too en el acceso al apoyo institucional? Recuperado de
https://goo.gl/GzMDCb

Fuente 2
Piden reforzar políticas de prevención para contrarrestar violencia contra la mujer
https://www.youtube.com/watch?v=jXhpV7I6cRo (desde 12:36)

Fuente 3
La problemática de la violencia contra la mujer

En el Perú, el 55% de las mujeres peruanas considera que la violencia física es el principal problema
que deben enfrentar, seguido por la violencia psicológica, 32%; el embarazo no deseado, 31%; el
acoso sexual, 28% y la violencia sexual, 23%. Una de cada dos mujeres siente que las peruanas no
están seguras dentro de su propia casa (ENDES, 2010). La violencia contra la mujer tiene un impacto
negativo en la salud física, mental, sexual y reproductiva de las mujeres y puede aumentar la
vulnerabilidad al VIH. El 42% de las mujeres víctimas de violencia de pareja a nivel global sufrieron
alguna lesión como consecuencia de ello (OMS). De acuerdo con el Banco Mundial, “se calcula que,
en Estados Unidos, el costo de salud de las mujeres que sufren abuso físico es un 42 % más alto que
el de las mujeres no maltratadas. Un estudio reciente calcula que el costo económico total alcanza al
menos al 5 % del producto interno bruto (PIB), más del doble de lo que la mayoría de los Gobiernos
gastan en educación primaria.” (Guía VAWG Banco Mundial, 2014). Asimismo, en un estudio en
Chile, se encontró que la pérdida de capacidad productiva de las mujeres víctimas de violencia
doméstica ascendía a US$1.700 millones y, en Nicaragua, alrededor de US$34 millones. Medir el
costo de la violencia contra la mujer no es sencillo y, por ello, la diferencia de los resultados. De
acuerdo con el Banco Mundial, se calcula que “los costos médicos directos sumados a los perjuicios
en materia de productividad oscilan anualmente entre el 1,6% y el 2% del producto interno bruto
(PIB), lo que equivale aproximadamente al promedio del gasto público anual en educación primaria
en una serie de países en desarrollo.”
El Informe del Banco Mundial 2012 sobre Género y Desarrollo reconoce que si bien ha habido
progreso en el acceso de las mujeres a la educación, salud y al mercado laboral, la equidad de género
aún está lejos de ser una realidad. En muchas partes del mundo, como en el Perú, las mujeres no
tienen las mismas posibilidades de lograr acceder a la justicia que sus pares masculinos. La lenidad
con la que la justicia trata la violencia contra la mujer lleva a que cada año ocurran 17 000 casos de
violencia sexual; en el 90% de los casos, las víctimas son mujeres y, en el 70%, se trata de
adolescentes entre 13 y 17 años. El 42% fue violada en su propia casa. Sin embargo, menos del 48%
de las sobrevivientes presenta una denuncia formal, ya sea por miedo a represalias o por vergüenza.
Para lograr reducir la incidencia de violencia contra la mujer, necesitamos lograr empoderarlas,
implementar programas de educación, una campaña de cambio de comportamiento con tolerancia
cero a los casos de violencia y lograr que los niños, adolescentes y hombres peruanos sean aliados
en la lucha contra la violencia de género.
Villegas, M. C. (2017). Violencia contra la mujer: el caso peruano. Recuperado de https://goo.gl/vu1HcV

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Fuente 4
Impacto de la violencia

Según los datos del INEI y del Programa Nacional contra la Violencia Familiar y Sexual del MIMP,
la violencia contra las mujeres es un problema latente en el Perú; sin embargo, todavía no se conoce
la magnitud de sus consecuencias en nuestra sociedad. Debido a que los efectos de la violencia
abarcan diversas dimensiones, es difícil identificar y calcular todos los costos posibles y pérdidas
que ocasiona.
Díaz y Miranda (2010) señalan que la violencia contra la mujer tiene un costo expresado en varios
indicadores económicos; le atribuyen una pérdida promedio que varía ente 1,150 y 1,523 soles sobre
los ingresos laborales por año. Este impacto equivale a recibir entre 1,5 y 2 remuneraciones mínimas
menos por año. En Colombia, la violencia hace perder el 70 % de ingresos a las mujeres y las aleja
del mercado laboral. El desempleo es 8% más alto en las mujeres de hogares con violencia. El efecto
que tienen los ingresos sobre la violencia contra la mujer ha sido probado. Parece ser que es la
continuidad del dinero en manos de la mujer la que garantiza el impacto. Programas de microcréditos
dirigidos a mujeres, por ejemplo, han reducido a la mitad el riesgo de ser víctima de violencia luego
de dos años de aplicado. En el Perú, se calcula que, cada año, se pierde alrededor de 3,7 % del PBI
por efecto de la violencia hacia las mujeres.
Por otra parte, la violencia contra las mujeres impacta negativamente en varios indicadores de salud.
Por ejemplo, tienen un 7 % más de probabilidades de tener complicaciones durante el parto y un 4
% más de contagio de enfermedades de transmisión sexual. Asimismo, uno de los factores
desencadenantes de la violencia es el consumo de alcohol o drogas de parte de los hombres. La
relación entre violencia y alcohol ha sido también identificada en el sentido opuesto, es decir, cuando
su consumo baja, la violencia igualmente disminuye. De la misma manera, la relación entre violencia
y salud mental es directa. Por ejemplo, más de la mitad de mujeres en situación de violencia en
Paraguay, El Salvador, Nicaragua, Ecuador y Jamaica reportó tener ansiedad o angustia tan graves
que no podían completar su trabajo o cumplir otras obligaciones. El 76 % de mujeres víctimas indicó
vivir con miedo constante, y entre el 64 % y 68 % señala tener miedo de sufrir más violencia. El
efecto de la violencia sobre la depresión es fuerte, casi duplica la probabilidad de depresión en
mujeres e, incluso, lo hace bajo condiciones particulares, como la del embarazo. El impacto de la
violencia contra las mujeres sobre la salud de los hijos probablemente se deba a la somatización de
la tensión que absorben en el hogar. En Colombia, detectaron un mayor número de enfermedades
respiratorias, fiebre y enfermedades diarreicas agudas en niños con madres víctimas de violencia.
Asimismo, detectaron que los niños cuyas madres fueron violentadas por su pareja tienen no solo un
mayor retraso escolar, sino también una menor asistencia a clases.
De otro lado, se produce lo que se conoce como la trasferencia intergeneracional de la violencia, es
decir, la propensión en las mujeres en situación de pareja a ser víctimas de violencia cuando sus
madres también lo han sido. En el Perú, haber sido agredida en el hogar o testigo de maltrato entre
sus padres aumenta la probabilidad de una mujer entre 12 % y 15 % de ser maltratada por su pareja,
especialmente con agresiones físicas. Las mujeres de hogares en los que la madre era agredida por
el padre tienen un 66% de probabilidad de sufrir algún tipo de violencia de parte de su pareja, en
tanto que las de hogares sin violencia solo tienen una probabilidad de 38 %.

Observatorio Nacional de la Violencia contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar. (2018). Impactos y
consecuencias de la violencia contra las mujeres. Recuperado de https://bit.ly/2MlhPuI

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