1'EMAS DE ESTIJDIO
Asociados numerarios de El Colegio de Jalisco
JAIME 0LVEDA
Coordinador
•
EL COLEGIO
- · - d.·e - -
JALJSCO
972.06
D441
Desamortización y laicismo :la encrucijada de la Reforma 1 coord., Jaime Olveda. -- 1a ed.
-- Zapopan,Jal. : El Colegio de Jalisco, 2010.
192 p.; 21.5 cm.-- (Colección Temas de Estudio)
Contenido: Prefacio -- De la reforma borbónica a las Leyes de Reforma en México 1
Manuel Ceballos Ramírez -- La génesis de las Leyes de Reforma: entre la consagración del
ideario liberal y la ruptura con el pasado 1 Frédéric Johansson -- El punto de vista de la Iglesia
acerca de las Leyes de Reforma 1Jaime Olveda --La Ley de Desamortización de 25 de junio
de 1856 y las corporaciones civiles: orígenes, alcances y limitaciones 1 Luis Alberto Arrioja
Díaz Viruell, Carlos Sánchez Silva-- El efecto de la Ley de Desamortización en las comunida-
des indígenas de los estados de México, Oaxaca y Jalisco 1 Margarita Menegus --Entre el de-
recho y el hecho: algunas formas de eludir las Leyes de Reforma en la diócesis de Guadalajara
1 Francisco Barbosa Guzmán.
Incluye bibliografía: p. 175-191.
ISBN 978-607-7770-22-0
1. México - Historia - Constitución y reforma, 1855-1863. 2. México -Historia- Régimen
liberal - 1860-1863. 3. México - Historia - Intervención y segundo imperio, 1861-1867. 4.
México - Política y gobierno - 1821-1861. 5. Iglesia y Estado en México. 6. Iglesia- Bienes
- México. 7. Secularización - México. 8. Libertad religiosa - México. 9. Juárez, Benito Pablo,
Pres. México, 1806-1872. I. Olveda Legaspi,Jaime, coord.
ISBN 978-607-7770-22-0
PREFACIO 9
De la reforma borbónica a las Leyes de Reforma en México
Manuel Ceba/los Ramírez 15
La génesis de las Leyes de Reforma: entre la consagración
del ideario liberal y la ruptura con el pasado
Frédéric Johansson 27
El punto de vista de la Iglesia acerca de las Leyes de Reforma
Jaime Olveda 71
La Ley de Desamortización de 25 de junio de 1856
y las corporaciones civiles: orígenes, alcances y limitaciones
Luis Alberto Arrioja Díaz Virue/1
Carlos S ánchez Silva 91
El efecto de la Ley de Desamortización en las comunidades
indígenas de los estados de México, Oaxaca y Jalisco
Margarita Menegus 119
Entre el derecho y el hecho: algunas formas de eludir
las Leyes de Reforma en la diócesis de Guadalajara.
Francisco Barbosa Guzmán 139
BIBUOGRAFÍA GENERAL 177
[7]
LA LEY DE DESAMORTIZACIÓN DE 25 DE JUNIO DE 1856
Y LAS CORPORACIONES CIVILES:
ORÍGENES, ALCANCES Y LIMITACIONES
INTRODUCCIÓN
[91]
Arrioja Díaz Virue/1y Sánchez Silva
92
La~ de Desamortización de 25 dejunio de 1856
93
Arrioja Díaz Virue/1y Sánchez Silva
LOSANTECEDENTESCOLONULES
8
Menegus, "Introducción", pp. x-xi; Peset, "La desamortización civil en España", pp. 14-16.
9
Lecuana Prats, La liberalización de la propiedad a finales del antiguo régimen, pp. 28-29.
94
La Ley de Desamortización de 25 de junio de 1856
10
Lecuana Prats, La liberalización de la propiedad a finales del antiguo régimen, pp. 28-29; Martí Gilabert, La
desamortización española, pp. 17-20.
95
Arrioja Díaz Virue/1y Sánchez Silva
damente 600 varas, medidas por los cuatro puntos cardinales (algo así como 1
003 m~.U Cabe recordar que el fundo legal fue la extensión mínima de tierra
que cada pueblo conservó; no obstante, en la práctica, muchos tuvieron por
fundo extensiones que superaron esta medida. Las tierras de común repar-
timiento eran aquellas que los gobiernos indígenas asignaban a cada tributa-
rio para el usufructo familiar; los pastos y montes, se destinaron para el uso
colectivo y el ganado comunal; y los propios eran tierras destinadas para las
necesidades de los gobiernos nativos y del pueblo en general, y sirvieron para
pagar sueldos, sufragar pleitos judiciales, subsanar rezagos fiscales, fomentar
obras públicas, costear festividades y asuntos extraordinarios.
Por lo que corresponde a las primeras acciones anticorporativas que des-
plegó el Estado colonial en materia de tierras indígenas, bien puede decirse
que se materializaron por medio de las comunicaciones e instrucciones que,
entre 1740 y 17 50, emitieron tanto virreyes como los obispos, en parte como
un cambio en la política respecto de los pueblos de indios y, por la otra, como
reacción a las críticas que se lanzaron contra las corporaciones civiles, ya que
desde la perspectiva del Estado colonial dichas corporaciones eran un lastre,
puesto que acumulaban fondos y bienes que dejaban de circular, protegían a
los individuos necesitados y anulaban el estímulo que su desventura les ha-
bía dado para trabajar. Por eso no fue extraño que el virrey Pedro Cebrían y
Agustín, conde de Fuenclara, dictara en 1742 una instrucción para que los
alcaldes mayores informaran sobre el estado que guardaban los bienes comu-
nales de los pueblos adscritos a su jurisdicción; en dicho documento también
se ordenó señalar, en la medida de lo posible, el número de vecinos de cada
localidad, la cantidad de tierras comunes que poseían y los montos líquidos
que resguardaban las cajas de comunidad. 12 Obviamente, los resultados obte-
nidos reflejaron una compleja realidad, ya que mientras unos pueblos poseían
algunas milpas de comunidad con cuyos productos cubrían sus gastos y fies-
11
Sobre el fundo legal, véase Recopilación de leyes, voL II, Libro séptimo, título décimo, ley 5; Taylor, Terrate-
nientesy campesinos, pp. 91-1 00; Menegus, "Los bienes de comunidad de los pueblos de indios a fines del
periodo colonial", pp. 89-91; García Martínez, Los pueblos de la sierra, pp. 239-240. Es importante
decir que una vara equivale a 0.836 metros, mientras que una legua a 5 572 metros.
12
Una prueba de este documento puede encontrarse en "Informes sobre los bienes de comunidad
en los pueblos de Villa Alta, (1743)", Ajva, Civil, leg. 11, exp. 17.
96
La Ley de Desamortización de 25 de junio de 1856
tas, otros decían tener ganado y cajas de comunidad con suficientes recursos,
y no faltaron quienes argumentaron que apenas disponían de pequeñas e in-
fructuosas parcelas para suplir las necesidades de su población.
Al paso de estas primeras acciones, las autoridades virreinales siguieron
criticando la tenencia de la tierra y los bienes indígenas, ya sea porque obsta-
culizaban el afán individual de riqueza -germen de la riqueza general- o por-
que estimulaban la apatía de los recursos acumulados. En 1755, por ejemplo,
el virrey Agustín de Ahumada y Villalón, marqués de las Amarillas, señaló el
desorden que reinaba en los bienes comunes de los pueblos; desorden que,
desde su perspectiva, redundaba en beneficio de caciques, indios gobernado-
res y curas doctrineros, y ponía en riesgo "la conservación de los indios en lo
espiritual y temporal ... y el desahogo de la Real Hacienda ... ". Para remediar
esto, subrayó la necesidad de reglar la administración de las tierras y bienes
comunes, ya que
se tiene entendido y observado que las más de las leyes de la Recopilación que regulan es-
tos no se observan ni practican, en gravísimo perjuicio y desamparo de los indios, pues
por la mala administración de los bienes de comunidad, y por gastarse los pocos que les
quedan, a arbitrio de los indios gobernadores y curas doctrineros ... , está faltando a las
más comunidades de indios ... el socorro y caudal que antes tenían en las cajas y bienes
de comunidad para los accidentes de epidemias y mortandad ... y para los años estériles
de maíces en sus partidos ... 13
Con la llegada del visitador José de Gálvez a la Nueva España en 1765, las
medidas anticorporativas sobre las tierras y los bienes indígenas se intensifica-
ron. En este mismo año se expidió una instrucción para arreglar los propios
y arbitrios de los pueblos de indios y de las villas españolas. Dicha instrucción
consideró la creación de una oficina general encargada de regular la adminis-
tración de las finanzas municipales y de ejercer un mayor control sobre los
gastos de los bienes comunes, mejor conocida como Contaduría General de
Propios, Arbitrios y Bienes de Comunidad. Esta dependencia contó con una
estructura burocrática y legal que le permitió conocer los bienes que poseían
los pueblos indios y, sobre todo, reglamentar su manejo. A juzgar por el mis-
13
"Instrucción del virrey Agustín Ahumada y Villalón (1755)", Instruccionesy memorias de los virrgJes, p. 912.
97
Arrioja Díaz Virue/1y Sánchez Si/va
14
Gálvez, Informe general al excelentísimo senor virrry, p. 136.
15
Menegus, "Las reformas borbónicas en las comunidades de indios, pp. 755-776; Lira, ''La voz comu-
nidad en la Recopilación de 1680", pp. 74-92; Tanck, Pueblos de indiosy educación en el México colonial, pp.
17-18, y "Fuentes para los impuestos, ingresos y gastos de los pueblos de indios en el siglo XVIII".
16
Menegus, "Introducción", pp. xiv-xv.
98
La Ley de Desamortización de 25 de junio de 1856
17
Tanck, Pueblos de indiosy educación, pp. 117-118.
18
!bid., p. 120.
99
Arriqja Díaz Viruelly Sánchez Silva
19
"Instrucción del Virrey Juan Vicente de Güemes Pacheco, (1794)", Instrucciones y memorias, vol. u,
pp. 1057-1059, 1102-1103.
20
"Representación de Manuel Abad y Queipo sobre la inmunidad personal del clero (1799)", Mora,
Obras completas, pp. 62-64.
100
La Ley de Desamortización de 25 de junio de 1856
cesó, que ha estado y está imposibilitada de tratar y contratar y mejorar su fortuna, y por
consiguiente envilecida en la indigencia y la miseria ... 21
21
"Representación de Manuel Abad y Queipo a nombre de los labradores y comerciantes de Valla-
dolid (1804)", Mora, Obra política, vol. m, p. 89.
22
"Bando del Virrey Iturrigaray fijando el plazo para explotar las tierras incultas (1807)", Solano,
Cedulario de tierras, pp. 542-543.
23
"Orden del Ministerio de Ultramar al Virrey de Nueva España para proceder el reparto de tierras
a los indígenas, (1812)", en Solano, Cedulario de tierras, pp. 545-546.
24
"Decreto de las Cortes para reducir los baldíos y terrenos comunes al dominio particular (1813)",
Solano, Cedulario de tierras, pp. 547-549.
101
Arrioja Díaz Virue/1y Sánchez Silva
102
La~ de Desamortización de 25 de junio de 1856
25
Knowlton, "La individualización de la propiedad corporativa civil", pp. 24-61 .
26
Maldonado y Ocampo, Contrato de asociación de la república de los Estados Unidos deAnahuac, pp. 122-124.
103
Arrioja Díaz Virue/1y Sánchez Silva
la ley; y el de no haber por ley sino aquella que fuese acordada por el congreso
de sus representantes ...".27
En opinión de Margarita Menegus, esta medida fue una de las primeras
acciones más contundentes del proyecto desamortizador republicano, ya que
no sólo suprimió la propiedad de la nobleza indígena, sino también transfor-
mó su titularidad privilegiada o amortizada en privada e individual. 28
No cabe la menor duda de que otros gobernantes estatales también se
sumaron al proyecto que buscaba desvincular las tierras comunes indígenas.
Entre los múltiples argumentos esgrimidos para justificar dicho proyecto, los
funcionarios públicos señalaban un incremento poblacional generalizado, una
progresiva presión sobre las tierras cultivables, una deficiente distribución de
la misma y, por ende, un reducido potencial agrícola. En este orden, el estado
de Jalisco fue de los primeros en pronunciarse a favor de reformar las tierras
comunales indígenas, al publicar el27 de febrero de 1821 una Instrucción para la
División de las tierras enforma de propiedadprivada; un año después, dicho proyecto
se ratificó en la Instrucción para el arreglo de los C!JUntamientos de su distrito} en el uso de
los terrenos comune~ en elfundo legal de cada pueblo ... , la cual mandaba -entre otras
cosas- arrendar en subasta pública todas las tierras del común y rematarlas al
mejor postor. 29 El estado de Oaxaca, por su parte, no se quedó atrás, ya que
en 1824 decretó
impulsar la agricultura, repartiendo con igualdad entre todos los ciudadanos los terre-
nos necesario que hasta ahora se ha verificado con la más injusta desproporción, pues al
paso que unos pueblos tienen inmensidad de terrenos, que por su extensión permane-
cen baldíos, mientras otros carecen de los precisos para sus alimentos ... , por lo cual en
lo sucesivo se prolube dar fundo legal en el territorio del Estado ... 30
104
La~ de Desamortización de 25 de junio de 1856
nos de propios, incluso parte del fundo legal, a favor de aquellos individuos
que los solicitaran formalmente. 31 Ese mismo año, la legislatura de Yucatán
estipuló que todos los terrenos baldíos se arrendaran al mejor postor y que
las tierras de las antiguas repúblicas de indios se cultivaran provechosamente
para evitar los estragos alimenticios entre la población. 32
Ciertamente, estas primeras acciones sentaron las bases legales que con-
ducirían el proyecto desamortizador y, de paso, enriquecieron el discurso po-
lítico que remarcaba el lamentable estado en el que se encontraban las tierras
comunales indígenas, e insistía en la transformación de su base legal. En este
orden, el estado de Nuevo León se sumó al proyecto desvinculador en 1825,
año en que aprobó la venta de los fundos legales y propiedades rústicas de los
pueblos "más pobres y necesitados de recursos económicos ... ";33 Veracruz,
por su parte, decretó en 1825 que las tierras repartidas entre los indios de
Orizaba podían venderse en el transcurso de cuatro años, pero en 1826 dispu-
so que todas las tierras comunales indígenas se redujeran a "propiedad parti-
cular, repartiéndose con igualdad a cada persona entre las de las poblaciones
y congregaciones de que se componga la comunidad ... ". 34
Jalisco continuó promulgando, entre 1825 y 1828, una serie de leyes que
declaraban propietarios a todos los indios que· poseyeran tierras en lo parti-
cular, negándoles la posibilidad de transferir dichas propiedades a manos de
corporaciones civiles y religiosas, e instando a repartir todas aquellas propie-
dades consideradas bajo el régimen comunal;35 Chiapas legisló un proyecto
agrarista en 1826 que ordenaba reducir a propiedad individual los terrenos
baldíos y las tierras comunes; Oaxaca, por su parte, emitió un decreto el26 de
septiembre de 1826 en el que facultó a las autoridades distritales a investigar
los tipos de propiedades agrarias que existían en el estado y, de paso, crearan
una ley agraria que reformara la propiedad comunal de los pueblos y promo-
31
Blázquez Domínguez y Corzo Ramírez, Colección de Leyesy decretos de Veracruz, 1824-1919, t. 1, 1824-
182~pp. 71,191. .
32
Colección de Leyes, Decretos y Órdenes del Augusto Congreso del Estado Libre de Yucatán, 1823-1832, pp.
270-271, 378.
33
Maíz, "La desamortización de los bienes de propios y ejidos en Monterrey (1858-1870)", p. 123.
34
Blázquez Domínguez y Corzo Ramírez, Colección de Leyes, tomo 1, pp. 232, 444-445.
35
Colección de acuerdos, órdenesy decretos sobre tierras, casasy solares de Jos indígenas, bienes de sus comunidadesy
fundos legales de los pueblos del estado de Jalisco, vol. 1, pp. 131-132.
105
Arrioja Díaz Viruelly Sánchez Silva
106
La~ de Desamortización de 25 de junio de 1856
38
Ortiz de Ayala, Páginas sobre historiay geografía de México.
39
Disertación sobre fa naturalezay aplicación de fas rentasy bienes eclesiásticos, y sobre fa autoridad a que se hallan
slfietos en cuanto a su creación, aumento, subsistencia o supresión, en Mora, Obras r;ompletas, Obra política m.
107
Arriqja Díaz Viruelly S ánchez Silva
108
La Ley de Desamortización de 25 de junio de 1856
44
Memoria que elgobernador del estado de Oaxaca presentó en la apertura de las sesiones ordinarias, pp. 6-7 y 15-16.
45
"Decreto sobre terrenos de cofradías (24 de febrero de 1832)", Colección de Leyes, Decretosy Órdenes
de/Augusto Congreso del Estado Libre de Yucatán} 1823-1832, p. 265.
46
"Decreto sobre la construcción de cementerios (20 de julio de 1833)", Recopilación de Lryes} Decretos,
Reglamentosy Circulares expedidas en el Estado de Michoacán. Formaday anotada por Amador Coromina} Oficial
Cuarto de la Secretaria de Gobierno} Tomo VI. De 5 de enero de 1833 a 20 de noviembre de 1834, pp. 39-41.
109
Am·q¡a Díaz Viruelly Sánchez Silva
dores que llegaron al poder nacional y de cada uno de los estados. En algunas
entidades, esta pausa se prolongó hasta 1847; no obstante, existieron excep-
ciones. La junta departamental de Jalisco, por ejemplo, promovió entre ·1835
y 1843 una serie de acuerdos encaminados a hacer efectivos los repartos de
las tierras indígenas -ya sea concejiles, de comunidad o repartidas en enfiteu-
sis- de pueblos adscritos a los distritos de Colodán, Tepic, Audán, Etzadán,
Sayula, Tepatidán, Lagos, La Barca y Guadalajara. 47
Por su parte, la de Michoacán decretó en 1842 una orden para que los
prefectos conocieran los bienes comunes de cada pueblo, con el objeto de
"que se les diese la aplicación debida, puesto que una dolorosa experiencia
acredita la arbitrariedad con que algunos indígenas disponen de los mismos,
en agravio de los demás ... ". Para ello, mandaron que los pueblos presentaran
sus cuentas de bienes comunes ante las autoridades provinciales; asimismo,
que dichas autoridades elaboraran un catálogo de los bienes referidos y, en
caso de distinguir excedentes, se destinaran para el mantenimiento de escuelas
públicas y para las urgencias de la junta departamental. 48 Debemos subrayar
que estas disposiciones de los gobiernos de Jalisco y Michoacán pueden ex-
plicarse en el marco de un proceso que buscaba indagar la situación agraria y
financiera de los pueblos, así como conocer los excedentes que podían llegar
a requerirse en momentos de crisis.
Hasta donde puede observarse, el marco jurídico del proyecto desamor-
tizador volvió a cobrar ímpetu hacia los periodos 1848-1852 y 1854-1856,
fechas en que los liberales volvieron al poder y la economía nacional expe-
rimentó una profunda crisis derivada de la intervención norteamericana. En
este orden, las disposiciones no tardaron en pronunciarse e inaugurar una ter-
cera etapa en la ofensiva contra las tierras y bienes comunes. Con la llegada de
Benito Juárez al gobierno de Oaxaca en 1847, el tema de la propiedad comu-
nal volvió a ser objeto de discusión. Al cabo de unos años, el hijo de Guelatao
promovió dos decretos para repartir las posesiones de las corporaciones civi-
47
Aguirre Lo reto (comp.), Colección de acuerdos, órdenesy decretos sobre tierras, casasy solares de los indígenas,
bienes de sus comunidadesy fundos legales de los pueblos de jalisco, pp. 85-125.
48
"Reglamento sobre las cuentas de los bienes de comunidad de los pueblos (30 de junio de 1842)",
Recopilación de I...qes, Decretos, Reglamentosy Circulares expedidas en el Estado de Michoacán, t. VIII, pp. 82-90.
110
La Lry de Desamortización de 25 de junio de 1856
les entre particulares. En 1849, ordenó vender en subasta pública los bienes
de los ayuntamientos y repúblicas de indios;49 dos años después, dispuso que
todos los pueblos prepararan "una noticia de los fondos y valores que mane-
jaban en su hacienda pública". 50 Se sabe que muchos pueblos desatendieron
y criticaron estas medidas; frente a la negativa, el gobernador exhortó a las
autoridades distritales a redoblar esfuerzos para poner en práctica las instruc-
ciones referidas; sin embargo, los resultados fueron poco alentadores. Para
1852 Juárez señalaba en su Memoria administrativa que "no hay razón que baste
para persuadir la conformidad con los principios ... , pues los pueblos oponen
fuertes resistencias a la reforma de la tierra, aunque esta sea conveniente para
1a agnc. ultura ....
"51
49
Colección de Lryes, vol. rr, p. 89.
50
Memoria que elgobernador del estado de Oaxaca presentó en la apertura de las sesiones ordinarias, pp. 3-4.
51
Memoria que elgobernador del estado de Oaxacapresentó en la apertura de las sesiones ordinarias, pp. 10-11.
52
"Decreto sobre contribución de las aportaciones que deben hacer las fincas rústicas para combatir
al enemigo extranjero (5 de julio de 1847)", Recopilación de ~es, Decretos, Reglamentosy Circulares expe-
didas en el Estado de Michoacán, t. IX, pp. 42-44.
53
"Reglamento sobre la repartición de fincas rústicas y bienes de las comunidades indígenas (23 de
septiembre de 1851 )", Recoptlación de ~es, Decretos, Reglamentos y Circulares expedidas en el Estado de
Michoacán, t. XI, pp. 195-206.
111
Arriqja Díaz Virue/1y Sánchez Silva
54
Meyer, "La Ley Lerdo y la desamortización de las comunidades en Jalisco", pp. 198-200.
55
"Decreto sobre la elaboración de un padrón de casas y fincas rústicas (25 de marzo de 1849)",
Blázquez Domínguez y Corzo Ramírez, Colección de ~es y decretos de Veracmií 1824-1919, t. m, pp.
197-198.
56
"Reseña sobre la administración pública, leída por el gobernador del estado de Veracruz, al abrirse
las sesiones del Honorable Congreso el día 1 de enero de 1851. .. ", Blázquez Domínguez (comp.),
Estado de Veracmz. Informe de sus gobernadores, 1826-1986, t. n, p. 565.
57
''Ley sobre repartición de terrenos pertenecientes a comunidades indígenas (7 de abril de 1856)", Bláz-
quez Domínguez y Corzo Ramírez, Colección de ~esy decretos de Veracmií 1824-1919, t. m, pp. 495-503.
112
La Ley de Desamortización de 25 de junio de 1856
113
Arrioja Díaz Virue/1y S ánchez Silva
El diputado José María Castillo Velasco, por su parte, presentó una feroz
defensa a favor de los indios, pero no en cuanto a su régimen de propiedad,
ya que lo percibía como una limitante de la libertad y el bienestar económico.
A juzgar por Castillo, el planteamiento de una reforma anticorporativa debía
precederse de una agenda política que, por un lado, combatiera la miseria de
los indígenas y, por otro, procurara el acceso a la tierra de aquella población
que no poseía siquiera un palmo para subsistir. Para ello, solicitaba la inter-
vención del Estado para invertir suficientes recursos en la instrucción indí-
gena con el objeto de combatir sus "vicios y costumbres . . . que fomentan
la abnegación para cumplir los preceptos que imponen las leyes ... ". En este
sentido, Castillo planteó la adición de una ley que facultara a los pueblos y
municipios para recaudar suficientes impuestos que, a su vez, se invirtieran en
la adquisición de terrenos que, posteriormente, serian vendidos entre los veci-
nos para cubrir sus necesidades. En caso de que esto no prosperara, el Estado
emplearía para dicho efecto "los terrenos baldíos que haya en su territorio y
las tierras de cofradías, comprando si necesario fuere, a los particulares ... ". 59
Hasta donde puede observarse, tal adición fue rechazada en el congreso con
el argumento de que era una apreciación secundaria que no debía incluirse en
la ley fundamental de la república.
Isidoro Olvera fue otro de los legisladores que intervino en las discu-
siones parlamentarias sobre la reforma de la propiedad comunal indígena.
Para este diputado, la tierra comunal era un tema que alteraba la tranquilidad
pública y mantenía en la miseria a la población nativa. El origen del proble-
ma radicaba en que una inmensa extensión de tierras se hallaba estancada en
manos que descuidaban su explotación, con lo que se privaba de medios de
subsistencia al indígena más necesitado; aunado a esto, se sumaban los con-
tinuos despojos agrarios que realizaban las corporaciones con el objeto de
satisfacer sus costumbres y tradiciones cívico-religiosas. Considerando que
este problema requería un remedio inmediato, Olvera elaboró una ley para re-
gular la propiedad territorial en todo el país. Dicho instrumentó señalaba que
ningún propietario podía poseer más de diez leguas cuadradas de terrenos de
labor y aquellos que lo hicieran debían pagar un impuesto equivalente al dos
59
Ibid., t. I, pp. 513-517.
114
La~ de Desamortización de 25 de junio de 1856
por ciento sobre el valor del terreno;·también estipulaba que los propietarios
de aguas y montes no podían negar el acceso y el usufructo de estos recursos
a los pueblos.colindantes y que, en lo sucesivo, todos los bienes cuya posesión
no estribara en títulos primitivos, pasarían a manos del Estado para rematar-
°
se en subasta pública. 6 Como puede observarse, la preocupación central de
Olvera radicaba en combatir la concentración de tierras en manos improduc-
tivas, fomentar la pequeña propiedad e impulsar el desarrollo agricola. Dicha
ley, al igual que los proyectos de Arriaga y Castillo, no sólo reprodujeron las
ambigüedades de la legislación anticorporativa, sino también carecieron de
una reflexión que definiera lo que se entendía por propiedad raíz, propiedad
individual, propiedad diVidida, propiedad plena y propiedad absoluta; vague-
dades que, con el paso del tiempo, repercutirían en el corpus legal de la época y
en el proceso desamortizador.
Conviene señalar que, simultáneamente a estos debates legislativos, el país
experimentó una profunda crisis económica como resultado, entre otras cosas,
de la intervención extranjera, las luchas intestinas entre liberales y conserva-
dores, el paso efímero de administraciones políticas y el progresivo empobre-
cimiento de la hacienda pública. Ante esto, el presidente Ignacio Comonfort
y sus colaboradores más cercanos, con apoyo de todas las reflexiones y leyes
emitidas en materia anticorporativa, llegaron a la conclusión de que México
no podría mejorar su situación financiera mientras los bienes y las tierras de
las corporaciones civiles y religiosas permanecieran estancadas. Dado esto,
expidieron la ley de 25 de junio de 1856, conocida como Ley Lerdo o Ley de
desamortización de fincas rústicas y urbanas propiedad de las corporaciones
civiles y religiosas, la cual fue enviada al congreso extraordinario para su apro-
bación, recibiendo .el respaldo absoluto de dicha asamblea.
En efecto, la Ley Lerdo consideró que las "fincas rústicas y urbanas" de
las corporaciones se adjudicaran en propiedad a quienes las arrendaban, por
el valor correspondiente a la renta que pagaban, calculada al seis por ciento
anual (art. 1); que las propiedades que no estuviesen arrendadas se adjudicaran
al mejor postor (art. 5); en caso de que los arrendatarios no compraran las
propiedades, se daba preferencia a un subarrendatario y si éste no adquiría la
60
Ibid., t.r, pp. 99-102.
115
Arriqja Díaz V irue/1y S ánchez Silva
propiedad, las tierras se remataban en subasta pública (art. 10). Cabe añadir
que la ley eximió de la desamortización únicamente los edificios de las muni-
cipalidades, las cárceles, los ejidos y los terrenos destinados exclusivamente al
servicio público (att. 8°). 61
En varios estadds del país, como Jalisco, México, Michoacán, Oaxaca y
Veracruz, la ley se divulgó en julio de 1856. Resulta pertinente resaltar que a
los pocos días de ser publicada, varias autoridades distritales comenzaron a
desamortizar los terrenos que poseían los pueblos indígenas, especialmente
en aquellos distritos donde existían tierras aptas para fomentar la agricultura
comercial y la ganadería. Dadas las imprecisiones de la ley, las adjudicaciones
no se ejecutaron sin que se presentaran problemas. Por ejemplo, en algunos
lugares se adjudicaron terrenos del fundo legal; en otros sitios se desamortiza-
ron bosques y pastos que estaban destinados al servicio público.
Como puede observarse, el hecho de que la ley no especificara los tipos
de tierra para desamortizar, provocó equívocos en su aplicación. Por ende,
el gobierno federal se vio obligado a emitir un reglamento (31 de julio de
1856) y una circular (9 de octubre de 1856) donde precisaban que "todo
terreno valuado en menos de 200 pesos se adjudicará a los que lo tengan
como de repartimiento, ya perteneciera a los ayuntamientos, o estuviera de
cualquier otro modo sujeto a la desamortización sin que se les cobrara al-
cabala ni se les obligara a pagar derecho alguno y sin necesidad tampoco de
otorgar-la escritura de adjudicación, pues para constituirlos como dueños ...
bastará el título que les dará la autoridad política". 62
Así, entre julio y diciembre de 1856, se desamortizaron múltiples terre-
nos y bienes que estaban en manos de corporaciones civiles. Lo relevante del
caso es que con todo y las adiciones, dicha ley reprodujo las ambigüedades
anteriores y, por si no fuera suficiente, introdujo nuevos elementos que se
61
Bajo el nombre de corporaciones se comprenden todas las comunidades religiosas de ambos
sexos, cofradías y archicofradías, congregaciones, hermandades, parroquias, ayuntamientos, cole-
gios, pueblos y, en general, todo establecimiento o fundación que tenga el carácter de duración
perpetúa o indefinida (art. 3°). Colección de Ley e.r, decretos y circulares relacionados con la desamortización y
nacionalización de bienesy materias conexas, pp. 3-8.
62
Gutiérrez Blas, Lqes de Reforma. Colección de disposiciones que se conocen con este nombre1 publicadas desde el
año de 1855 al de 1868, t. II, pp. 473-474.
116
La~ de Desamortización de 25 de junio de 1856
63
Escriche, Dicdonario razonado de legislacióny jurisprudencia por don .Joaquín Escriche, magistrado honorario de
la Audiencia de Madrid.
117
Arrioja Díaz V irue/1y Sánchez Silva
cer lugar, que las viejas estrategias de acceso y control de las tierras indígenas
se reemplazaron por regímenes titulares e individuales de propiedad plena.
CoMENTARIOS FINALES
Si bien es cierto que la Ley Lerdo fue un proyecto que buscó transformar el
orden jurídico de la propiedad corporada, también es verdad que al tiempo de
instrumentarse las cosas no caminaron como sus ideólogos habían pensado
y se dieron múltiples vaguedades que produjeron resultados inesperados en
la estructura agraria indígena y en la geografía económica del país. Como s~
sabe, la desamortización iniciada en 1856 experimentó una suspensión por
dos años debido a la guerra de reforma; no obstante, podemos decir que
inauguró una cuarta ofensiva contra las tierras comunales que se consolidó
durante la república restaurada y, especialmente, _durante el porfiriato.
_Recapitulando, puede decirse que _entre los múltiples motivos que ins-
piraron e impulsaron la desamortización civil en México, lo mismo que en
España y otros países de.América, fue la incompatibilidad de una estr:uctura
agrari4 inspirada en el antiguo régimen causante natural de la amortización y
la vinculación de tierras y bienes comunes con la, estructura preconizada por
el pensamj.ento liberal, la cual estaba basada en el dominio libre, individual,
exclusivo y pleno de la tierra. Obviamente el enfrentamiento entre uno y otro
proyecto provocó que el primero quedará subordinado al segundo.
A juzgar por la historiografía especializada, fue una decisión lógica, y~
que el .concepto individualista de propiedad era la mejor expresión de las ideas
filosóficas, políticas y económicas del último cuarto del siglo XVIII y la primera
mitad del XIX. En este sentido, no cabe duda de que ante una propiedad com-
partida y sujeta a las corporaciones, se contrapuso el ideal ~e la unidad, la ple-
nitud de derechos y la libre circulación en el mercado. Desde una perspectiva
personal, la Ley Lerdo de 25 de junio de 1856 fue la expresión más clara de
este proceso; una expresión que resumió toda la codificación y reflexión enca-
minada a abolir la vinculación de bienes, la rede?ción de censos, la propiedad
corporativa, las cláusulas de indivisión e intransferencia y los privilegios per-
petuos sobre la tierra.
118