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Elías Lardito

Periodismo argentino: El punta pie inicial


La Gazeta de Buenos-Ayres se puede presentar como la partida inicial del periodismo
en Argentina ya que, bajo distintos nombres y hasta 1821, fue el órgano oficial de la
Primera Junta. Su curioso slogan era: “Rara felicidad de los tiempos en que nos es
permitido sentir lo que queremos y decir lo que sentimos”. En aquel mensaje que
secundaba el nombre de la publicación se puede apreciar el sentimiento de libertad que
palpaban aquellos hombres del siglo XIX, que bajo las influencias de las ideas iluministas
se liberaban de la monarquía española y debatían la conformación de una nueva nación.
A lo largo de la historia los gobiernos (y sobre todo los revolucionarios) se ocuparon
de desarrollar, no sólo una educación formal de su pueblo, sino también la creación de
una estructura simbólica, a los efectos de crear una nueva mentalidad acorde a sus ideas.
Sin dudas La Gazeta de Buenos-Ayres respondía a la necesidad intrínseca de los gobiernos
de transmitir a la población los ideales que los sostienen.
Mariano Moreno, como secretario de la Primera Junta, estaba al mando de la redacción
de este boletín que era abiertamente un órgano de propaganda política financiado por el
erario. En sus hojas se podían leer textos con opiniones vehementemente políticas y
militantes, donde se exaltaban los valores de la revolución de mayo y también se
informaba a la población sobre todo aquello que tenía cierto interés.
Con el paso de los años del siglo XIX los periódicos siguieron siendo un instrumento
político fundamental, mediador entre el gobierno, los políticos y la sociedad. Es imposible
interpretar aquel periodismo con una perspectiva actual ya que los medios eran un
instrumento de poder sin tapujos ideológicos y siempre respondían a las ideas y a los
intereses individuales de alguna personalidad de la época.
En aquellas ediciones donde primaba la opinión y no se vendía la “objetividad” como
un valor, las perspectivas de negocios eran nulas. Los interesados en leer algún periódico
estaban suscriptos a la publicación e iban a buscarlo a la imprenta o a la organización o
partido que el diario pertenecía. En esta época se fundaban y se bajaban de circulación
muchos diarios, ya que se publicaban para hacer campañas o eran financiados por pocas
personas interesadas en la publicación como un medio que cumplía con sus intereses.
No existía el perfil del periodista objetivo ya que los escritores de esos periódicos eran
personas multifacéticas que generalmente buscaban a través de sus artículos un medio
para conseguir mayor reconocimiento o prestigio. Y las ideas transmitidas eran
compartidas por la facción que sostenía económicamente al diario. Por lo tanto, no existía
una lógica comercial como en los diarios actuales. Por un lado las publicaciones eran
dirigidas para pequeños grupos y por otro, no había un gran mercado de lectores dado el
alto índice de analfabetismo.
A partir de los 80 los diarios dejan de ser estrictamente partidarios, al mismo tiempo
Argentina comenzaba a organizarse como estado-nación luego de varias décadas de lucha
con avances y retrocesos desde la independencia. Uno de los grande ejemplos de la
modernización del periodismo es el caso del periódico La Nación, los cambios que fueron
surgiendo a partir de una nueva etapa del periodismo donde se dejaba atrás el viejo
periodismo como instrumento meramente político y se empezaba a hablar de periodistas
profesionales con otras características.

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Por otro lado, Argentina empezaba a beneficiarse de la gran inmigración europea de


fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Ésta última producida por la conjunción de
varios factores como el próspero momento económico del país como productor y
exportador de materias primas, más las políticas de estado como la educación laica, el
matrimonio civil y las posibilidades de gestar actividades de industria y comercio en las
ciudades entre otras condiciones que incentivaban la llegada de extranjeros. La
generación de los 80, encabezada por Julio Argentino Roca tomaba la posta de las ideas
de la generación del 30 y establecía las condiciones para gestionar la famosa frase de Juan
Alberdi: “Gobernar es poblar”.
En efecto, desde 1857 hasta 1914 llegan al país aproximadamente 6.000.000 de
personas de los cuales arraigan efectivamente 3.300.000. En el territorio argentino de
1910, de acuerdo al tercer censo nacional, había 7.885.000 habitantes de los cuales el 30%
eran extranjeros que se localizaban en un 90% en la región pampeana; de los cuales en
tres cuartas partes se asientan en las grandes ciudades del litoral
En este contexto cabe destacar que los inmigrantes que venían desde Italia, España y
en menor medida de Alemania y fueron muy importantes en la generación de cultura.
Fundaron numerosos centros, círculos, escuelas y también periódicos. A partir de estas
actividades difundían las ideas socialista y anarquistas y tanto criollos como extranjeros,
comenzaban a politizarse y a tomar conciencia de sus derechos.
La prensa popular de los años 20
Los periódicos comienzan a acercase a las ediciones impresas que conocemos en la
actualidad. Con diversas secciones y suplementos. Se produce un acompañamiento
tecnológico basado en la posibilidad de mejoras en las técnicas de impresión y la
ampliación en la distribución y circulación masiva de periódicos. Y sus redacciones
contaban con la figura del periodista que conocemos en la actualidad. El redactor de
diarios dejaba de asociarse a la elite política como la del siglo XIX que estaba conformada
por personas que escribían en periódicos en sus tiempos libres.
Los periódicos del siglo XIX estaban sujetos a las vicisitudes del sector político que
los sostenía y al cual eran a fin. En cambio los diarios populares son aquellos que rompen
con el sistema periodístico hegemonizado por La Prensa y La Nación, y ofrecen
novedosos géneros periodísticos a un público que no se limita a un sector social o a una
ideología. Son periódicos que se sostienen con otra lógica que la meramente política. Se
financian con el apoyo de sus lectores y las leyes del mercado. De éstos diarios se destacan
La Razón fundado en 1905, El Nacional (1907), Ultima Hora (1908), La Tarde (1912),
Critica (1913) y El Mundo (1928).
En este contexto la tercera generación de los Mitre decide distanciarse de las luchas
partidarias y posicionar al Diario La Nación como un educador de la clase dirigente
basándose en la tradición y la historia de dicha publicación. Aun así, el periódico que
dejaba Bartolome, influenciado por el cambio de un periodismo vigorosamente
ideologizado a un periodismo que se declaraba objetivo nunca dejó la práctica de su
slogan “Tribuna de Doctrina”. Su línea editorial a lo largo de los años se ha mantenido
en apoyo a las oligarquías agro ganaderas y de aquellos gobiernos funcionales a los
sectores dominantes de la Argentina.

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Los periódicos no se sostenían por el dinero de sus propietarios sino que competían
entre sí y dependían de los avisos comerciales y la pauta del gobierno. Además cabe
destacar que el mercado de lectores había aumentado producto de las campañas de
alfabetización a diferencia del siglo XIX donde los índices de analfabetismo más la ola
inmigratoria de países no hispanohablante era notable.
Y en eso llegó Perón…
Si bien durante los gobiernos de Hipolito Irigoyen hubo cierta rispideces entre el
estado y el poder mediático, el enfrentamiento no iba a ser tan pronunciado como el que
se avizoraba ya en 1946; cuando se vislumbraba una posible llegada del coronel Perón al
poder. Cabe recordar que Perón se había destacado como Secretario de Trabajo y
Previsión Social en los años que precedieron durante el gobierno de facto del General
Farrel (1944- 1946) y el hecho que le da a Perón legitimidad para presentarse a elecciones
democráticas, fue el gran aluvión de manifestantes provenientes de los suburbios de la
ciudad y el conurbano exigiendo su liberación.
Durante la campaña electoral que afrontó Perón, los periódicos nacionales lo evitaban
notablemente, el apoyo al peronismo estaba en algunos periódicos que tenían una modesta
tirada como el matutino Democracia y los vespertinos La Época, Tribuna y El Laborista.
Los actos populares que realizaba el peronismo apenas eran informados y se le daba una
gran relevancia cuando en las filas del militar había algún tipo de escándalo o algún
desertor. Los diarios nacionales de mayor tirada eran claramente opositores, entre ellos
estaban los matutinos La Prensa, La Nación y el Mundo y los vespertinos La Razón,
Crítica, Noticias Graficas y también La Vanguardia. Lo opuesto sucedía con la
información de la campaña de la Unión Democrática que tenía el apoyo de los grandes
medios.
Al tener a los medios masivos y a la clase media de las grandes urbes en contra muchos
avizoraban una fuerte derrota de Juan Domingo Perón en los comicios del 24 de febrero
de 1946. Por otro lado, muchos asociaban al coronel devenido en político con las ideas
del nazismo. Acusación que Perón desmentía en un comunicado del 1 de diciembre
denunciando una campaña sucia: “Desde hace algún tiempo sujetos irresponsables al
grito de ¡Viva Rosas!, ¡Mueran los judíos! Y ¡Viva Perón! Escudan su indignidad para
sembrar la alarma y confusión en distintos actos cívicos que se desarrollan
normalmente”.
Aun así, como cuenta Arturo Jauretche en una anécdota, Perón ganó las elecciones
acompañados por las mayorías comprendidas por los trabajadores o “desconocidos”:
“Recuerdo que en víspera de la elección de febrero de 1946 visite mi pueblo e indagué
a un hermano mío sobre la posición política de la gente de nuestra relación habitual,
pregunte por quince o veinte personas conocidas, “placeros” como dice el doctor
Amadeo, y todos estaban por la Unión Democrática. Y se impuso la pregunta lógica:
- ¿Entonces aquí ganará Tambolini?
Mi hermano me contestó, cómo resultó después:
-¡No! Ganamos nosotros, y lejos. Me has preguntado por los conocidos pero esta
elección la ganan los desconocidos.

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Y agregó:
-¿Ves ese moreno que va allí, a caballo? Ese era el abanderado de la recepción a
Tamborini y cuando pasó a mi lado me guiñó el ojo”.
Ya en el poder durante el periodo que va de 1946 a 1955 el gobierno peronista
claramente controló a los medios concentrando la mayoría de las miradas en su favor. La
gestión peronista censuró a gran parte de los medios opositores y expropió sus
propiedades y por otro lado, incentivo la industria cultural. De los grandes medios
opositores al peronismo se destacan los periódicos La Prensa y La Nación. El primero fue
finalmente expropiado por parte del estado y entregado a la Confederación General del
Trabajo. Con respecto a las radios, la política del peronismo no se diferenció. El estado
adquirió todas las emisoras privadas y los dueños de las mismas pasaron a ser
administradores o directores.
Cabe destacar la creación de TELAM en 1945, que es una agencia de noticias creadas
para contrarrestar la información que llegaba de las agencias norteamericanas. Otro hecho
a destacar es el incentivo a la industria del cine nacional con el argumento de la “defensa
de la cultura nacional”. Nunca antes Argentina había producido un mayor porcentaje de
películas propias, sin embargo Estados Unidos seguía imponiéndose en los cines con su
apabullante oferta.
Con respecto a la televisión las primeras emisiones comienzan recién en 1940 en los
países más industrializados y se comienzan a popularizar en todo el mundo a partir de la
mitad del siglo pasado. El 17 de octubre se produce la primera emisión televisiva en la
Argentina, conmemorando la movilización popular de 1946. El peronismo no le pudo
sacar mucho redito político a este medio ya que hasta 1955 era una tecnología muy cara
y limitada a los sectores de alto poder adquisitivo.
En el año 1955 el gobierno de Perón es interrumpido por un golpe militar presidido en
un comienzo por Eduardo Lonardi y más tarde por Pedro Aramburu. La idea del gobierno
de Aramburu fue “desperonizar” a parte importante de la población y pese a obtener un
monopolio mediático y prohibir el nombre del dirigente justicialista, no pudo lograr su
objetivo. Sin dudas, el peronismo ya era un suceso histórico y formaba parte de la
identidad de muchos argentinos y los medios de comunicación no son omnipotentes; sino
un instrumento que puede retardar u obstruir la toma de conciencia de la sociedad pero
no generar la amnesia indefinida en una población que había vivido una experiencia
profundamente sentida.
En los años venideros donde la Revolución Libertadora proponía la “amnesia
obligatoria” se recordaba al peronismo desde los sectores sociales en los cuales arraigó
visceralmente y también desde algunos sectores intelectuales. De los segundos es
ejemplificador el caso de la revista Contorno que evidenciaba un debate de ideas sobre el
pasado reciente en la premisa que de un proceso histórico como el peronismo; muy lejos
de omitirlo, había que tenerlo presente para transformar la sociedad.

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