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Elías Lardito
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Los periódicos no se sostenían por el dinero de sus propietarios sino que competían
entre sí y dependían de los avisos comerciales y la pauta del gobierno. Además cabe
destacar que el mercado de lectores había aumentado producto de las campañas de
alfabetización a diferencia del siglo XIX donde los índices de analfabetismo más la ola
inmigratoria de países no hispanohablante era notable.
Y en eso llegó Perón…
Si bien durante los gobiernos de Hipolito Irigoyen hubo cierta rispideces entre el
estado y el poder mediático, el enfrentamiento no iba a ser tan pronunciado como el que
se avizoraba ya en 1946; cuando se vislumbraba una posible llegada del coronel Perón al
poder. Cabe recordar que Perón se había destacado como Secretario de Trabajo y
Previsión Social en los años que precedieron durante el gobierno de facto del General
Farrel (1944- 1946) y el hecho que le da a Perón legitimidad para presentarse a elecciones
democráticas, fue el gran aluvión de manifestantes provenientes de los suburbios de la
ciudad y el conurbano exigiendo su liberación.
Durante la campaña electoral que afrontó Perón, los periódicos nacionales lo evitaban
notablemente, el apoyo al peronismo estaba en algunos periódicos que tenían una modesta
tirada como el matutino Democracia y los vespertinos La Época, Tribuna y El Laborista.
Los actos populares que realizaba el peronismo apenas eran informados y se le daba una
gran relevancia cuando en las filas del militar había algún tipo de escándalo o algún
desertor. Los diarios nacionales de mayor tirada eran claramente opositores, entre ellos
estaban los matutinos La Prensa, La Nación y el Mundo y los vespertinos La Razón,
Crítica, Noticias Graficas y también La Vanguardia. Lo opuesto sucedía con la
información de la campaña de la Unión Democrática que tenía el apoyo de los grandes
medios.
Al tener a los medios masivos y a la clase media de las grandes urbes en contra muchos
avizoraban una fuerte derrota de Juan Domingo Perón en los comicios del 24 de febrero
de 1946. Por otro lado, muchos asociaban al coronel devenido en político con las ideas
del nazismo. Acusación que Perón desmentía en un comunicado del 1 de diciembre
denunciando una campaña sucia: “Desde hace algún tiempo sujetos irresponsables al
grito de ¡Viva Rosas!, ¡Mueran los judíos! Y ¡Viva Perón! Escudan su indignidad para
sembrar la alarma y confusión en distintos actos cívicos que se desarrollan
normalmente”.
Aun así, como cuenta Arturo Jauretche en una anécdota, Perón ganó las elecciones
acompañados por las mayorías comprendidas por los trabajadores o “desconocidos”:
“Recuerdo que en víspera de la elección de febrero de 1946 visite mi pueblo e indagué
a un hermano mío sobre la posición política de la gente de nuestra relación habitual,
pregunte por quince o veinte personas conocidas, “placeros” como dice el doctor
Amadeo, y todos estaban por la Unión Democrática. Y se impuso la pregunta lógica:
- ¿Entonces aquí ganará Tambolini?
Mi hermano me contestó, cómo resultó después:
-¡No! Ganamos nosotros, y lejos. Me has preguntado por los conocidos pero esta
elección la ganan los desconocidos.
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Y agregó:
-¿Ves ese moreno que va allí, a caballo? Ese era el abanderado de la recepción a
Tamborini y cuando pasó a mi lado me guiñó el ojo”.
Ya en el poder durante el periodo que va de 1946 a 1955 el gobierno peronista
claramente controló a los medios concentrando la mayoría de las miradas en su favor. La
gestión peronista censuró a gran parte de los medios opositores y expropió sus
propiedades y por otro lado, incentivo la industria cultural. De los grandes medios
opositores al peronismo se destacan los periódicos La Prensa y La Nación. El primero fue
finalmente expropiado por parte del estado y entregado a la Confederación General del
Trabajo. Con respecto a las radios, la política del peronismo no se diferenció. El estado
adquirió todas las emisoras privadas y los dueños de las mismas pasaron a ser
administradores o directores.
Cabe destacar la creación de TELAM en 1945, que es una agencia de noticias creadas
para contrarrestar la información que llegaba de las agencias norteamericanas. Otro hecho
a destacar es el incentivo a la industria del cine nacional con el argumento de la “defensa
de la cultura nacional”. Nunca antes Argentina había producido un mayor porcentaje de
películas propias, sin embargo Estados Unidos seguía imponiéndose en los cines con su
apabullante oferta.
Con respecto a la televisión las primeras emisiones comienzan recién en 1940 en los
países más industrializados y se comienzan a popularizar en todo el mundo a partir de la
mitad del siglo pasado. El 17 de octubre se produce la primera emisión televisiva en la
Argentina, conmemorando la movilización popular de 1946. El peronismo no le pudo
sacar mucho redito político a este medio ya que hasta 1955 era una tecnología muy cara
y limitada a los sectores de alto poder adquisitivo.
En el año 1955 el gobierno de Perón es interrumpido por un golpe militar presidido en
un comienzo por Eduardo Lonardi y más tarde por Pedro Aramburu. La idea del gobierno
de Aramburu fue “desperonizar” a parte importante de la población y pese a obtener un
monopolio mediático y prohibir el nombre del dirigente justicialista, no pudo lograr su
objetivo. Sin dudas, el peronismo ya era un suceso histórico y formaba parte de la
identidad de muchos argentinos y los medios de comunicación no son omnipotentes; sino
un instrumento que puede retardar u obstruir la toma de conciencia de la sociedad pero
no generar la amnesia indefinida en una población que había vivido una experiencia
profundamente sentida.
En los años venideros donde la Revolución Libertadora proponía la “amnesia
obligatoria” se recordaba al peronismo desde los sectores sociales en los cuales arraigó
visceralmente y también desde algunos sectores intelectuales. De los segundos es
ejemplificador el caso de la revista Contorno que evidenciaba un debate de ideas sobre el
pasado reciente en la premisa que de un proceso histórico como el peronismo; muy lejos
de omitirlo, había que tenerlo presente para transformar la sociedad.
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