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EL LIBRO Y L A

o A, '
2 IDENTIDAD

A n a Benda
G r a c i e l a H e r n á n d e z de L a m a s
i' I - -
Elena lanantuoni

PRIMERA PARTE

"De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el
libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio,
el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión
de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo,
Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión
de la memoria y de la imaginación.
En todo Oriente existe aún el concepto de que un libro no debe revelar las
cosas, un libro debe, simplemente, ayudarnos a descubrirlas. [...]
Yo diría que la literatura es también una forma de la alegría.
Si leemos algo con dificultad, el autor ha fracasado. [...]
Si leemos un libro antiguo es como si leyéramos todo el tiempo que ha
transcurrido desde el día en que fue escrito y nosotros."

Jorge L u i s Borges. Borges .oral

Nos pregixntamos quiénes seríamos sin nuestras lecturas,


sin los textos incorporados (y olvidados) por nuestra memoria.
Qué y cómo pensaríamos y sentiríamos la realidad sin los
libros que constituyeron el f u n d a m e n t o de nuestras ideas y
de nuestra percepción del m u n d o , que tallaron miestra sensi-
b i l i d a d y configuraron nuestra cosmovisión.
Si ordenamos en el imaginario i n d i v i d u a l la biblioteca que
convive con nosotros desde la p r i m e r a infancia, desde el
14 La importancia del uso del libro en la educación El libro y la identidad 15

cuento oído, leído por la voz materna, hasta el último libro el que estamos invitados a ser. Esta fimción sincrónica de la
comprado, el que estamos leyendo hoy, un universo de imá- lectura, la que crea empatia, sintonía, admiración por una
genes, ideas, acciones, personajes, tiempos y espacios desco- historia o u n héroe saltando todas las fronteras espaciales y
nocidos por nuestra experiencia organiza una secuencia v i - temporales, opera la más abstracta y corunovedora vinciila-
vencial en nuestro interior m u y difícil de separar de lo que ción del ser humano con su pasado. Allí lo siente propio, es
somos.. L a biblioteca se trueca en "enciclopedia", en u n solo su historia la que está leyendo, no algo ajeno o indiferente a
gran libro que crece con los años, con las páginas agregadas su vida. L o s súmenos pueden ser nuestros amigos y contem-
día por día, y que vive en el riñon más recóndito de nuestra poráneos ert un tiempo cultural, casi sagrado, que se mide
memoria, se consustancia con nuestra vida intelectual, moral, por lo que aquellos hombres hicieron por nosotros y n o por
estética, práctica, se hace carne en nosotros y aparece en el tiempo que nos distancia. Admirar y condolerse con Da-
nuestra conducta tanto o m á s que lo congérüto. vid, llorar con Isolda y guardar el Santo Grial con Arturo nos
N o dudam.os en afirmar que som.os nuestras lecturas. A tal asegtiran haber descubierto el puente que une la cultura con
punto ellas terminan construyendo nuestra mismidad. la vida.
L a frase de Borges es aquí certera y filosa: "Yo diría que la
L o s cuentos infantiles estructuran una escenografía simbó- literatura es también una forma de la alegría. Si leemos algo
lica de la realidad en la que los personajes y las acciones, los con dificultad, el autor ha fracasado". Leímos en la infancia y
temas y sus repeticiones muestran la vida en su abstracción en la adolescencia con facilidad, con pasión, con ardor y apu-
más alta y en su concreción más real. Nada es tan claramen- ro. Queríamos vivir hasta la última gota lo que el libro nos
te malo como una bruja ni tan ra'tidamente bueno como u n daba de vida.
hada. N a d a da a lo ético forma tan íntima e indeleble como E n estas dos etapas iniciales de trato con el libro, l a infan-
esta percepción primigenia, estrictamente estética, del mun- cia y la adolescencia, el lector experimenta, quizás incons-
do plasmada en el cuento infantil tradicional. cientemente, la función lúdica de la lectura. E l objeto libro es
L o s libros de aventuras, las novelas para adolescentes de u n juquete más, uno que se le enseña a no romper, uno dife-
amor, de viajes o guerras o piratas "inventan" en el lector la rente, pero causa tanto placer como otro. Éste es u n punto
experiencia de lo leído. Producen lo que la lingüística con- crucial para su futura trayectoria de lector. E l libro d a placer
temporánea ha denominado con justicia "placer lector". De- o es descartado de la categoría "juguete". Sin función lúdica
sarrollan la imaginación, la pueblan de imágenes y símbolos primigenia no hay edificación del lector; no existe, en conse-
que sólo el tiempo terminará de interpretar y, a veces, perma- cuencia, vínculo personal con el libro.
necerán siempre como misteriosos mojones en la estructura- E l texto informativo que puebla la escolaridad primaria
ción de la propia identidad: Sandokán, Sheherazade, Simbad, opera a modo de documental de la historia y la geografía del
GuUiver, Marco Polo, Robin Hood, Tristán e Isolda, el Rey A r - mundo, diciendo cómo es este planeta que habitamos y qué
turo, Ginebra, Aquiles, Merlín, Abraham, Moisés, David y sabemos hoy del cosmos, qué pasó en la vida de sus hombres
otros tantos, despiertan en la conciencia infantil el papel del y sus pueblos, cómo eran y cómo vivieron sus animales y se
héroe, de modo que el planteo aristotélico de la identificación desarrollaron hace millones de años sus bosques y selvas, tra-
con los mejores se obra con independencia de la voluntad, co- yendo a la superficie lo oculto en sus mares y océanos, reve-
m o D r o c e . < í O n a t u r a l p n P1 H p o p n HP s p r P1 m p í n r " n n n m i c m o " l a n r l n p n c i i c c i l p n r i r > c n n i é n p c c n m n c c i nara nocnl-rnc; f i i p Vip-
16 La importancia del uso del libro en la educación El libro y la identidad 17

cha tanta grandeza, tanta maravilla, y abriendo la pregunta Leer es v i v i r por sustitución. M i l vidas, m i l historias, ser
acerca del autor de tanta gloria, que contemplamos en la na- otros m i l que no seremos nunca pero, paradójicamente, so-
turaleza y completamos en los libros. Porque u n libro dice mos en el tiempo de la lectura.
también m u c h o que no dice. Está el espacio de " l o no d i c h o " , Para comprender acabadamente esta idea es necesaria la
lo que el lector irá completando a m e d i d a que su "enciclope- intuición global de la resta: si nos quitamos lo leído, ¿quiénes
d i a " le dé armas y herramientas para hacerlo. La lectura se somos?, ¿qué queda de nosotros?, ¿cuál es nuestro nombre si
irá tornando u n proceso cada vez más creativo y personal, debemos restar al p r o p i o los de Dostoievski, Cervantes, D a n -
más placentero y participativo. te, Shakespeare, Balzac, Aristóteles, Calderón, Kazantzakis,
Las ciencias exactas también llegan por los libros, mostran- Platón, San Juan de la Cruz, Nietzsche, Machado, Goethe,
do, desde el misterio del número, u n orden, u n "cosmos" i m - Quevedo, Salinas, Heidegger...?
preso en la naturaleza de las cosas que desintegra, p o r su so- Ya no seríamos quienes somos sin ellos. H a n sido nuestros
la presencia, t o d a idea de "caos", que f u n d a la experiencia maestros, pero no de doctrinas, n i de ideas, n i de estética. En
de la creación como p a t e r n i d a d . realidad, lo que nos enseñaron es lo m i s m o que construye-
Las nociones abstractas de t i e m p o y espacio comienzan a ron: simultáneamente nos dijeron quiénes somos y nos hicie-
configurar y preparar nuestro pensamiento para otros textos. r o n los que somos.
Y llegará hasta nuestras manos, esas artesanas del libro, el La u r d i m b r e que teje nuestro y o con sus lecturas, ésa es
texto de filosofía, el que abre la puerta oculta y nos i n t r o d u - nuestra i d e n t i d a d .
ce en u n jardín secreto en el cual el pensamiento cobra alas y
sostén sobre el pensamiento ajeno para tomar forma en él, Se dice que la poesía desata una triple revelación: la del y o
para constituirse como tal, para aprender a interrogarlo, a cri- del poeta, la del y o lector y la del m u n d o . Creemos que todo
ticarlo, a cuestionarlo, para iniciarse en el deslumbramiento g r a n libro lo hace. H a y u n "saberse" y u n simultáneo "decir-
de descubrir que nos hemos enamorado del saber, que "el se" en y por la voz de otro que se produce en la experiencia
verdadero gozo está en el conocimiento" (Chejov), para i r sa- de la lectura p r o f u n d a . Ella ata, como u n cordón umbilical, a
biendo, sobre el pilar de la sabiduiia ajena, históricamente la p r o p i a raíz entrevista, a la esencia más remota de uno mis-
cercana o lejana, quiénes, en realidad, somos. ("Si leemos un m o , al hontanar más medular de la p r o p i a personalidad ("[...]
libro antiguo es como si leyéramos todo el tiempo que ha u n libro no debe revelar las cosas, u n libro debe, simplemen-
transcurrido desde el día en que fue escrito y nosotros", dice te, ayudarnos a descubrirlas", dice Borges).
Borges.) Quizá p o r esto algunos libros atrapan, fascinan, se leen y
Llegará, quizá, de la mano de la filosofía el libro de teolo- releen a todo lo largo de la v i d a y la lectura nunca es repeti-
gía, el que se atreve a indagar en el misterio de Dios, el para- ción, sino siempre búsqueda y descubrimiento.
dójico texto que clava su m i r a d a en el Incognoscible y su pa-
labra en el Innombrable, el que nos pone en el lugar crucial El libro ejerce en el espíritu h u m a n o una mayéutica que
de la v i d a p o r q u e frente al O t r o nos empuja a preguntarnos nos lleva a dar a l u z l o más p r o p i o que somos y traemos. Ejer-
quiénes somos como criaturas, en nuestra realidad más i n - ce sobre lo genético u n trabajo de parto que arranca del úte-
tensa y dramática, más perenne. Y nos pone de cara a la ro de nuestro ser aquello valioso y escondido, desconocido a
muerte. veces para nosotros mismos, indescifrable sin una voz ajena.
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E s como decir: necesito leer para saber quién soy. Y para y los hechos, ni introspección posible en la propia experiencia
ser el que quiero ser, necesito seguir leyendo. que no culmine asentándose en la lectura. Porque, en definiti-
E n el libro se aglutina y sintetiza la memoria de toda la cul- va, no hay objetivación de la conducta personal sin visión de
tura humana. De ahí la elección del epígrafe de Borges. L a la conducta ajena. Y para esto no alcanza la imagen real o la
palabra es el don de la criatura más idóneo para la transmi- de los mass media, es necesaria la palabra. Sólo se hace catarsis
sión de s u realidad cultural, porque es la m á s acabada simbo- en el sentido aristotélico del término, como "purificación de
lización del yo individual y comtmitario de cada tiempo. Y la las pasiones por la compasión y el teinor" ante otro ser que
palabra logra en el libro s u sintaxis completa. N o es un frag- muestra y dice su drama, y lo hace desde la altura y dignidad
mento de realidad sino la realidad misma, abstracta y palpa- de quien representa en sí rrüsmo a toda criatura humana.
ble en simultaneidad, metáfora y vida, organizada en i m
mimdo fíccional que no sólo copia sirio que también explica No hay cultura sin libros, no hay transmisión de "cultos",
el mundo. ritos, costumbres, descubrirñientos... no hay permanencia de
U n libro siempre es una hermenéutica del cosmos, tallada identidades que propicien el surgimiento de la propia. Leer es
en un punto preciso del espacio y del tiempo por alguien que un proceso simiamente "metafísico" que nos involucra comu-
pudo ver más allá de s u tiempo y su espacio, y supo decir lo nitariamente con toda la humanidad, en forma sincrónica y
visto. Y si esto vale para el autor, no menos derto es que la diacrónica, y con nuestra propia entraña, a menudo dolida por
primera hermenéutica, de parte del lector, es la lectura. su finitud, por su caducidad, por su desolación de ser, tan só-
Dice Milosz: " L a única patria es el lenguaje". Y ésta se ha- lo, humana. Y simultáneamente, asombrada y gozosa del don
ce mundo en el libro. de la vida, de la gratuidad del amor, de la belleza del mundo.
Vivir sin libros es vivir poco, escasamente, es ser, apenas,
Sin duda, educar es crear vínculos con el libro. Es fomen- éste que somos, renunciando a la posibilidad, abierta en el li-
tar u n a relación de hechizo, es inculcar la certeza de que el bro, de ser todos. Somos tan responsables de que a algimos
gran maestro es el gran libro. E s enseñar, pavilatinamente, les falten los libros como de que les falte el pan. Condenar a
que sin buena lectura la vida no tiene horizonte, la imagina- la ausencia de libros es menoscabar la dignidad de la existen-
ción languidece en ima jaula, los problemas no aciertan con cia humana, es un modo perverso de la orfandad y el aban-
sus soluciones y los hombres dejamos de ser tales, porque y a dono cultural, del sometimiento y la injusticia.
no tenemos quien nos diga quiénes somos, a qué destino es-
tamos llamados, de dónde venimos y a dónde vamos, qué Si, como afirman la teología, la filosofía y l a literatura desde
mundo haremos para nuestros hijos. los tiempos más remotos, la gran pregxmta humana es ¿quién
Enseñar a leer es propiciar i m segimdo nacimiento: el de la soy yo?, el libro viene, desde la memoria m á s arcaica de la cul-
propia identidad. tura oral, a responder por escrito con la voz del oráciilo: "co-
nócete a ti mismo".
Quizás alguien pueda sostener que la experiencia es madre
de la sabiduría y que el conocimiento que aportan los libros
sólo nutre a la inteligencia, y a veces, estérilmente. Pero no
hay posibilidad de reflexión y análisis de la propia conducta
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Libro: memoria y olvido en cada aprendizaje el sujeto se juega entero a sí m i s m o en su


"ser él m i s m o " , en encontrarse en lo asimilado, en descubrir-
¿Qué proceso se opera en la memoria con aquellos libros se y poder "decirse", aunque provisional y temporariamente.
leídos hace t i e m p o y aparentemente olvidados? ¿Es que los De m o d o tal que todo conocimiento como fruto de lectura y,
datos que no tenemos presentes n i podemos verbalizar se por tanto, como obra de u n texto es parte de u n proceso de
h a n " b o r r a d o " de nosotros, o es que han hecho u n proceso de individuación, de personalización, u n h i t o en el camino hacia
consustanciación tal, u n descenso al subconsciente que los ha la p r o p i a i d e n t i d a d .
convertido en materia de nuestro pensamiento sin que éste En segundo lugar, porque los múltiples procedimientos i n -
pueda diferenciarlos ya como producto ajeno? (Porque en telectuales que se ponen en juego en la lectura comprensiva
realidad, en cuanto materia p r i m a , toda la de nuestro pensa- del texto oral o escrito apelan desde sí mismos a la p e r v i v e n -
miento nos es ajena, "lectural".) cia de la f i o v e d a d en la interioridad del sujeto de aprendiza-
Creemos que hay que d i s t i n g u i r dos casos: el d e l libro i n - je. El i m a g i n a r i o se nutre a tal p u n t o de tales procedimientos
trascendente, que se olvida porque nada tiene que decimos que, a la postre, resultan más valiosos en el largo plazo que
en nuestra búsqueda de i d e n t i d a d , y el otro, valioso, leído an- los p r o p i o s contenidos. Y éstos, lejos de sumirse en el o l v i d o ,
taño, del que se h a n p e r d i d o detalles o a u n la trama y el ar- operan consigo mismos una suerte de transformación sintéti-
gumento, pero permanece como "tema", como sabiduría sin- ca y paradigmática que construye el propio pensamiento, la
tetizada en u i i a frase. Quizá valga u n ejemplo personal. Leí el cosmovisión i n d i v i d u a l y aun el inconsciente colectivo.
Fausto de Goethe hace treinta y tres años. H o y lo estoy rele-
yendo. N o recordaba casi nada. Sin embargo, deambulaba Por otra parte, el libro parece ser f r u t o del o l v i d o .
por las páginas buscando confirmar la hipótesis d e l recuerdo: El texto nace en la oralidad, que, transmitida de generación
el horror de Fausto es la f i n i t u d , no hay otra piedra filosofal en generación, sujeta a toda clase de metamorfosis y recorta-
para la a l q u i m i a que la v i d a eterna, no hay otro oro de labo- da p o r el o l v i d o parcial de sus transmisores, en determinado
ratorio que anular o postergar la muerte. p u n t o de madurez de las culturas se convierte en texto escri-
Entonces, m á s que ante el o l v i d o de lo leído hace tiempo, to, en l i b r o . Para llegar a serlo, ha superado la criba del o l v i -
estamos ante la presencia de u n fenómeno m u y complejo de do. Si reflexionamos acerca de la relación existente entre los
integración d e l libro a las telas más profundas de nuestro cantares de gesta y el romancero, observamos que u n roman-
pensamiento, ante una apropiación del texto, ante una conna- ce es casi p u r o o l v i d o . Una porción minúscula del texto ma-
turalidad con el pensamiento del autor, ante una encarnación dre (lo que Genette denominara el "hipotexío") sobrevive en
de la idea ajena en la p r o p i a que " i m p i d e " de alguna manera él. Y sin embargo, lo que se ha salvado de la muerte es poe-
el recuerdo p o r vía de la asimilación. sía p u r a , una pieza lírico-narrativa íntegra en su fragmenta-
Si esto es v e r d a d , se confirma aquí que tanto en la función riedad, plena en su " l i t e r a t u r i d a d " .
de la memoria como en la del olvido, el libro va edificando Tanto, pues, como en la estriicturación de la personalidad y
nuestra i d e n t i d a d . Pedagógicamente, esto tiene fundamentos en el proceso de constiti.ición de la identidad juegan en rela-
y consecuencias interesantes. ción dialéctica la memoria y el olvido-asimilación de lo leído,
E n p r i m e r lugar, porque lo que se "aprende" n o es tanto tanto l o hacen en la gestación del objeto libro. Sin él, no hay
una cuestión de contenidos sujetos al posible o l v i d o , sino que cultura n i , estrictamente hablando, persona, en el sentido de
La importancia del uso del libro en la educación El libro y la identidad 23
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ser humano convocado libremente al encuentro de su propia ¿Cómo y por qué se llega a esta propuesta?
identidad y de cara a la trascendencia. Así lo dice, con su len- H a d a 1950, Turing - e l matemático inglés que alcanzó cele-
guaje místico, San Juan de la C r u z en el Cántico Espiritual: bridad "rompiendo códigos" secretos durante la Segunda
Guerra M i m d i a l - lanza el tema de la inteligenda artifidal en
" ¡ O h cristalina hiente, tm memorable artículo publicado en la revista Mind: " C o m -
si en esos tus semblantes plateados puting Machinery and Intelligence". Sus ideas abren la puer-
formases de repente ta a toda una corriente que llega a sostener que las raáqtdnas
los ojos deseados "piensan" y que las mentes pueden interpretarse como "má-
que tengo en mis entrañas dibujados!" quinas simbólicas". Dentro de este esquema "duro", Damado
"Paradigma C-R o Cómputo-Representadón", se considera a
Este encuentro con lo más propio de uno mismo es el lugar la mente como ima máquina. Los datos ingresan {input) co-
donde reside la scintilla anrmae. Ella teje u n a íntimia urdimibre mo cadenas simbólicas que son procesadas y salen (output)
con la vocación, que siempre es fundadonalmente sodal, co- como otras cadenas simbólicas. Resulta evidente que, tanto
mimitaria, "comimional", que está mediada por la interven- para la información como para §u procesamiento, lo que im-
d ó n de "otro", el que, muchas veces, aparece en nuestras v i - porta es la sintaxis, no la semántica.
das en la voz, insepulta y redimida de la muerte, de un libro. Recorriendo a vuelo de pájaro el amplio arco de variado-
nes que ofrece el modelo, encontramos sedores más modera-
Éste es el cauce del presente trabajo, que desarrollará, de dos que adoptan la computadora simplemente como ima me-
aquí en más, sus presupuestos psicológicos, históricos, políti- táfora para comprender los procesos que tienen que ver con
cos y sus aplicadones pedagógico-didácticas. el conocimiento.
Esta visión puede resultar sedurtora para algunos. De he-
S E G U N D A PARTE cho es muy gráfica, parece simplificar los problemas y hasta
es fecunda en dertos casos; claro, mientras se trate de aspec-
Aportes tos puramente lógico-formales del pensamiento. Pero, ¿qué
ocurre respecto de los significados?
Desde la psicología cognitiva E s importante encontrar metáforas m á s adecuadas que la
que provee el modelo computadonal para abordar la riqueza
L a psicología cognitiva, como ámbito dentífico que aborda del pensamiento, es decir, poder asomarse a los anchos mun-
la descripdón y explicadón de las estructuras y los procesos dos de lo semántico y de la concienda.
mentales, propordona u n marco de referenda hoy insoslaya-
ble para la educación. Jerome Bruner -psicólogo cuyos aportes al campo de la pe-
E n sus comienzos partió de hipótesis que asimilaban la dagogía adquirieron gran difusión-, preocupado por estos
mente a la computadora, pero en medio siglo de actividad ha temas, integra en Harvard u n grupo que se consolida como
ido encontrando diversos rumbos para sus desarrollos. Entre "Centro de Estudios Cognitivos" en 1962.
ellos se encuentra el llamado modelo narrativo o metáfora E l propio Bruner sintetiza así su proyecto: " N o cabe ningu-
de l a narratividad, que nos interesa espedalmente. n a duda de que la ciencia cognitiva ha contribuido a nuestra
48 La importancia del uso del libro en la educación El libro y la identidad 49

r o narrativo, al que ya hemos hecho referencia, mostrando tador ver, en estos últimos años, u n renovado interés por la
c ó m o sus avances e hitos principales se v a n sucediendo por lectura icónica, que puede favorecer, en medio de esta cultu-
la necesidad de solucionar problemas y de responder a pre- ra de la imagen, la formación del criterio.
guntas cuestionadoras. Acompañar el proceso de pensamien- Los desposorios de la imagen con el texto han de conducir
to que ha generado la ciencia, educa en ella, porque el apren- suavemente al lector a u n singular amor por la lectura, a la
d i z rehace y recrea el camino heurístico. A l m i s m o tiempo, reflexión, al contemplar pensando y al pensar contemplando.
proporciona claves al docente para solucionar el problema
d e l recorte indispensable para la transposición didáctica. Esto
hace más reahsta e interesante el planteo, porque responde a EPÍLOGO
las inquietudes científicas originarias que, de algún m o d o ,
deben ser revividas en la institución educativa. E l libro: etimología y simbolismo
Los temas y valores más importantes requieren que se los
reitere desde distintos ángulos y m o d o s de decir. La palabra " l i b r o " deriva de la radical del sustantivo latino
Constantemente se debería mostrar, dando pistas i n s i - liber-libri, que significa "parte v i v a e interior de la corteza se-
nuantes, que los temas abordados no son como objetos i n t o - g u n d a de los árboles". Resulta interesante, por u n lado, esta
cables y acabados, sino como caminos que se i n i c i a n para denominación del objeto p o r su materia; p o r otro, el hecho de
seguir explorándolos e investigándolos, como luces que se que el término aparezca en uso hacia 1140, en el segundo m i -
encienden para entrever fragmentos de la inmensa realidad. lenio de la historia de la civilización occidental; y p o r último,
Por sobre todo, los textos deberían promover el pensar, el la cualidad de " v i v a " puesta de relieve, i n d u c i e n d o l a condi-
dejar curiosamente interesado al lector, para que pueda bus- ción vital del texto escrito.
car las explicaciones profundas de la existencia que lo rodea El libro simboliza tradicionalmente la ciencia y la sabidu-
e i r comprendiéndose a sí m i s m o , favoreciendo la construc- ría. Pero, por encima de esto, antiguas afirmaciones orienta-
ción del p r o p i o relato, de su y o y de su i d e n t i d a d . les lo muestran como símbolo del Umverso, porque es y con-
Todo l o anterior, por supuesto, se valora debidamente en el tiene la revelación. Tal Liber Mundi es, al m i s m o t i e m p o , el
marco de una buena presentación, u n a diagramación esme- mensaje d i v i n o y el arquetipo del que otros libros revelados
r a d a y atractiva. n o son más que especificaciones, traducciones a lenguaje i n -
La tecnología hace posible acompañar al texto no sola- teligible. En este sentido, el Liber Mundi es la manifestación
mente con imágenes visuales, sino también con imágenes au- que se derrama desde su comienzo, la inteligencia macrocós-
ditivas. ¿Por qué ignorar la música a la hora de planificar los mica. Pero el corazón h u m a n o , como microcosmos sagrado,
hbros para la educación? La armonía de u n recitado, de una imagen, espejo de lo creado, es también, simbólicamente, u n
canción, de una composición instrumental, de los sugerentes libro, cuya cifra reside en la inteligencia i n d i v i d u a l .
y misteriosos sonidos de la naturaleza, puede dar tanto mar- En el Apocalipsis, el " l i b r o de la v i d a " está en el centro del
co e ilustrar tan b i e n al texto escrito como el dibujo, la foto o paraíso, donde se identifica con el "árbol de la v i d a " .
la p i n t u r a . Pareciera que aquí se pone en juego el abanico semántico
Todos ellos merecen también u n trabajo de lectura e inter- que abre la etimología. Las "hojas" (palabra de doble o único
pretación, l o cual exige u n aprendizaje consecuente. Es alen- significado según se aunen o diferencien árbol-libro) del ár-
50 La importancia del uso del libro en la educación El libro y la identidad 51

b o l , como los caracteres del l i b r o , represeritari la totalidad de ANA BENDA


los seres, y también la totalidad de los decretos divinos.
Curiosamente, en ciertas versiones de la "búsqueda o de- Es profesora de enseñanza secxmdaria n o r m a l y especial en
manda del G r i a l " , el libro se identifica también con la copa. Letras p o r la U n i v e r s i d a d d e l Salvador y doctora en Letras
El simbolismo es, entonces, unívoco: la búsqueda del Grial es por la m i s m a U n i v e r s i d a d .
la de la palabra perdida, la sabiduría suprema inaccesible al H a ejercido la docencia en instituciones de n i v e l medio,
común de los humanos. terciario y universitario.
El l i b r o adquiere, a partir de esta hermenéutica etimológi- Es autora de diversas publicaciones literarias y pedagógi-
co-simbólica, una nítida dimensión sagrada. cas, así como de crítica literaria y divulgación científica.
V i n c u l a d o materialmente al árbol (fresno, plátano, álamo,
o l m o o tejo), d e l cual proviene, queda entroncado con la v i d a Membrecías y pertenencia a asociaciones:
hasta el extremo de representarla y religado al árbol edénico • M i e m b r o de H o n o r de la Fundación Instituto Superior de
p r i m i g e n i o en el que las hojas, seres y mandatos d i v i n o s se Estudios Lingiusticos y Literarios Litterae.
aunan en la abstracción velada d e l p r o f u n d o i m a g i n a r i o h u - • M i e m b r o de ASESCA.
mano.
• M i e m b r o d e l Registro Nacional de Evaluadores d e l M i -
V i n c u l a d o al Universo, es el recipiente, la copa de sus se-
nisterio de Educación para los I n s t i t u t o s de Formación D o -
cretos, porque él encierra la sabiduría. cente.
Una estrecha relación sangre redentora-palabra se desen-
• M i e m b r o de la u n i d a d de evaluación de la C i u d a d de
cadena a p a r t i r de esta imagen, y el misterio eucarístico (Ver-
Buenos Aires para los Institutos de Formación Docente. Pro-
bo-Sangre) sobrecarga de asombro nuestro simple concepto
grama de Reformas e Inversiones e n el Sector Educación
"libro".
(PRISE), G C B A .
Quizás él sea el oro que buscaba la alquimia. Si encontrar la
piedra filosofal es descubrir l o absoluto, el libro es tabernácu-
E n la actuahdad desempeña los siguientes cargos:
lo que contiene su presencia y cáliz para beber su sabiduría.

• Profesora d e l Doctorado. Seminario de Adscripción y de


Estamos llamados a procurarnos y propiciar para otros el
H u m a n i d a d e s . U n i v e r s i d a d del Salvador, Facultad de Histo-
encuentro con los grandes libros, los portadores de los secre-
ria y Letras.
tos del U n i v e r s o y del corazón h u m a n o , los capaces de de-
sencadenar en cada lector u n proceso alquímico de sí m i s m o • M i e m b r o de la Comisión Permanente de Tesis, Facultad
que lo lleve hasta la caverna de su corazón, en la que reside de H i s t o r i a y Letras, U n i v e r s i d a d d e l Salvador. M i e m b r o del
y, simultáneamente, espera ser obterúdo el oro de la propia Tribunal de Tesis encargado de evaluar tesis doctorales.
identidad. • Rectora d e l Instituto San José, A-422.

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