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Había una vez un niño llamado Sam que tenía once años.

Su mejor amigo vivía al lado de su casa. Se llamaba Sergio.

Un día decidieron ir al espacio, ya que unos científicos habían


dicho que un meteorito iba a caer sobre el Planeta Tierra.

Armaron una nave espacial y se pusieron en marcha. Habían


comprado los trajes espaciales y sus padres no sabían que
ellos no estaban en la Tierra.

Se dirigieron a Marte así podían ver la trayectoria de la roca


espacial.

Cuando llegaron a su destino se encontraron con más de


veinte extraterrestres que iban hacia ellos. Eran seres
grisáceos, con ojos muy grandes y tenían manos con solo tres
dedos.

-¿Qué hacen aquí?- preguntó uno.

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-Venimos a salvar el Planeta Tierra de ese meteoro-
respondió Sergio señalando hacia el espacio.

-¡Los podemos ayudar! - exclamó el más bajo de los seres.

-Si quieren - dijeron los dos humanos a la vez.

Los extraterrestres les dijeron a los chicos que armarían una


nave e irían cerca de ellos. También comentaron que iban a
utilizar una tecnología aumentada así podían verse y hablarse
entre las naves.

En menos de cinco minutos la nave espacial de los marcianos


estaba terminada. Era impresionante, tenía muchas luces y
comandos que los chicos ni se imaginaban para que servían.

-¿Cómo alejaremos el meteoro de su órbita? - preguntó Sam.

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-Con este gancho- dijo el ser que estaba manejando la nave
marciana, mientras salía de la tapa superior un brazo robótico
con un gancho en su extremo.

Se acercaron poco a poco y el marciano conductor, que se


llamaba Romeo, se dio cuenta de que el meteoro no entraba
en el gancho; entonces como Sergio y Sam estaban

preparados hace tiempo apretaron un botón y la nave lanzó


treinta y cinco chorros de agua. Esto sirvió para que el
meteoro empezara a bajar la velocidad.

Los extraterrestres volvieron a su planeta para hacer un


gancho del tamaño del meteoro, su plan era agarrarlo y
lanzarlo, ya que al gancho lo habían programado así.

Tenían que estar cerca y con la puerta abierta así cuando el


gancho agarrara al meteoro los marcianos que estaban en su

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nave, pasaran a la nave de las personas. Tenían que hacer eso
porque habían calculado que la nave podría explotar.

Los marcianos volvieron bastante rápido y colocaron su nave


al lado de la de los humanos. Cuando el gancho gigante agarró
al meteoro, los extraterrestres ya estaban en la nave espacial
de Sergio y Sam. El gancho lanzó al meteoro antes de que la
nave explotara.

Los niños agradecieron a los extraterrestres y los dejaron en


Marte y luego se dirigieron a la Tierra.

Cuando llegaron era de noche como habían planeado.

Sergio y Sam se fueron a sus casas y se acotaron a dormir.

Al otro día salió en la televisión que el meteoro ya no estaba


camino a la Tierra.

¡Qué lindo irse a dormir sabiendo que salvaste al mundo!


FIN

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