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Manizales, abril de 2015

Dra. María Cristina Palacio


Seminario “Arte y Emociones en los duelos, la enfermedad y la muerte”:
Fichas analíticas sobre La Muerte

Gloria Patricia Hincapié Arenas


Cód. 30200925579

“Las guerras, los tumultos y el número cada vez mayor de asesinatos y


otros crímenes pueden ser los indicadores de nuestra capacidad cada vez
menor para afronta la muerte con una digna aceptación, Quizá tengamos
que volver al ser humano individual y empezar desde el principio: intentar
concebir nuestra propia muerte y aprender a afrontar este acontecimiento
trágico pero inevitable con menos irracionalidad y menos miedo,” (Kubler
Ross, 1979).

¿COMOSE SE ENFRENTA LA REALIDAD DE LA MUERTE EN NUESTRO


MEDIO?

Introducción.

El presente escrito surge como producto concreto del seminario de grado arte y
emociones en los duelos, la enfermedad y la muerte, realizado por la facultad
de psicología de la Universidad de Manizales, específicamente en el módulo
de investigación orientado por la doctora María Cristina Palacio.

En la metodología seguida se han consultado veinte autores, con ópticas


diferentes bien sea religiosas, filosóficas o científicas, en aras de profundizar
en el tema de la muerte y de esta manera llegar a un planteamiento central
objeto del presente ensayo.

No deja de llamar la atención que el humano formado en la egida de la cultura


occidental, por lo menos el ciudadano cotidiano envuelto en sus quehaceres
diarios de la subsistencia, ha pasado de soslayo sin ocuparse de manera
significativa de su única realidad absoluta, quizá de todas las posibilidades la
más dura e ineludible, su propia muerte. La incertidumbre del cómo y el cuándo
naturalmente no hace menos real este indefectible tránsito, en palabras de
Fernando Savater nadie es tan joven que no pueda morir mañana ni nadie es
tan viejo que no pueda vivir un día más; este desentendimiento puede
insinuarse como una negativa inconsciente a la finitud y mortalidad de la vida
humana, pues prácticamente, salvo contadas excepciones, en condiciones
normales y en plenitud de facultades, nadie quiere dejar la existencia por ardua
que la misma pueda parecer.

Desde una perspectiva psicológica el tema de la muerte conlleva diversas


reflexiones y comportamientos, resultando que para el ser humano ha
resultado difícil convivir y aceptar la sola idea de la muerte ya sea la propia o la
de un ser cercano, las sociedades tecnológicas e industrializadas sumergidas
en los avances científicos en cierta medida se han desentendido del tema,
“Diría que el gusano de nuestra era tecnológica es el de no saber morir. La
vida es como un continuum interrumpido, nuestra cultura pretende haber
superado la ley de la vida, la muerte y la resurrección, de no saber aceptar la
muerte y cuando llega se la niega” (Paoli, 1994, p. 103).

2. De los diversos enfoques de la muerte


Desde sus primeros orígenes el ser humano se extrañó y conmovió por la
desaparición de sus congéneres y se hizo consciente de la suerte que correría
el mismo como individuo, rápidamente asimiló su mayor paradoja: la
imposibilidad de salir vivo de la vida. Así en la historia humana se realza la
preocupación y el temor inherente al ser desde que asoció e integró los
criterios de mortalidad e inmortalidad, ambos si se quieren causan asombro,
algún tipo de escozor y una profunda incomprensión que no ha cesado de ser
el objeto de las ciencias filosóficas, religiosas y fácticas. “El hombre ama…la
vida no por ella misma, sino por los valores que sostiene, así como ama al
arbusto por la rosa y a la rama por el fruto. La vida y la muerte están
indisolublemente ligadas a una tercera realidad, el valor. Vida, muerte, valor,
forman una trinidad y no podemos comprender uno de los términos sin los
otros.” (Orellana, 1999 cita a Shaerer).

La vida y la muerte están emparentadas como dos caras de la misma moneda,


para dónde va la una va la otra y si se mira bien la propia vida es un lento morir
pues desde que el ser nace comienza su cuenta regresiva, la muerte entonces
es tan antigua como la vida, “Para Borges, verse transcurrir, es verse morir
ineludiblemente; la vida es una lenta senda hacia la muerte y el poeta no
pierde de vista esta transformación” (Mejía 2001 cita a Borges), sin embargo el
conocimiento en relación a este alfa y omega de la existencia se halla bastante
desequilibrado en favor de la vida, ya que en realidad, revisado en
detenimiento es muy poco lo que se sabe de la muerte. La vida permite al
sujeto que la experimenta un contacto directo, una experiencia constante, vivir
la vida es la naturaleza intrínseca del sujeto vivo, es una fuerza activa que en
cierta manera dominamos a través de nuestros actos, palabras y sentimientos.
La muerte en cambio, como hecho, tiene efectos cegadores, paralizantes o
mejor aún aniquiladores que despojan al ser hacia la nada. La desintegración
biológica del cuerpo y sus sentidos perceptores deshumaniza y
despersonaliza al individuo de quien de manera efímera solo quedará el
recuerdo y sus obras; no da entonces la muerte muchas variables para ser
entrevista y estudiada, el reino de los muertos y el reino de los vivos están
separados por un estadio infranqueable, es un horizonte de incertidumbre
donde solo surgen interrogantes y especulaciones tanto científicas y
metafísicas como religiosas.

Por sana lógica dos grandes caminos se ciernen a la post-vida humana a


saber: por un lado la consideración lacónica de que la muerte es el fin absoluto
para el individuo cuyo despojos se integrarán al seno de un universo
indiferente que lo engullirá y por el otro la concepción de un continuum para el
ser, a pesar de su muerte biológica, amparado en sus componentes esenciales
de carácter espiritual-consciencia-mente cuyo alcance es revelación individual
y de naturaleza intransmisible.

Para hacer frente a dicha incertidumbre y quizá como cierto paliativo, pues
hasta ahora nada resulta contundente, demostrable y universal, los diferentes
sistemas de pensamiento (científicos y religiosos) han desarrollado posturas
conducentes a combatir y a llenar el vacío existencial que surge en el individuo
ante la dificultad de dar el sentido de vida a una vida que no se sabe hacia
dónde se dirige sino inequívocamente hacia la muerte irresoluble.

2.1 Posturas o enfoques del duelo

Independientemente de la creencia y del perfil epistemológico, vemos una


tendencia de algunos autores a preparar el ser tanto para su propia muerte,
como para la asistencia al moribundo, “los médicos que creen que una
persona tiene derecho a elegir la muerte cuando no pueden alejar el
sufrimiento de otro modo deben interrogar a su conciencia para decidir si
prestan su ayuda al enfermo en esta situación. Una vez tomada la decisión de
intervenir, el objetivo tiene que ser asegurar que la muerte tenga lugar tan
apacible y serenamente como sea posible.” (Bayes 2001 p.)

Consideran éste enfoque que es de capital importancia el acompañamiento al


moribundo y así mismo a las personas que sufren la perdida a fin de
resignificar su vida y ajustarla a la nueva situación luego de que la muerte bien
sea en un proceso paulatino y esperado o en un hecho repentino comienza su
inevitable aparición.

Cuidados paliativos, espacios de diálogo, apoyo espiritual, terapias


psicológicas, rituales religiosos, acompañamiento de familiares y amigos y
compasión amorosa se sitúan dentro de esta postura como técnicas que
permiten llegar a una buena muerte y elaborar el duelo.

2.2 Posturas o enfoques filosóficos (La mortalidad del hombre)

“y, desde el punto de vista filosófico, ¿Qué más nada que la muerte, que nos
conduce a dejar de estar en el mundo? En efecto, consideramos que si no es
abordándolo desde la perspectiva religiosa, el problema de la muerte no tiene
otra solución o más bien otra respuesta que la aceptación lucida y resignada, la
asunción del hecho, o la “decisión anticipatoria” heideggeriana,” (Comesaña
2004).

Se han tomado las aportaciones de los filósofos Nietzsche, Heidegger y


Schopenhauer, pensadores para los que el carácter mortal del ser humano es
evidente: Todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre, luego
Sócrates es mortal; la filosofía popular agrega: para morirse lo único que se
necesita es estar vivo.

Observando la naturaleza como madre que alberga al ser en su seno, algunas


posiciones filosóficas aseveran que la individualidad del mismo queda engullida
y absorbida de manera indiferente y pasmosa como una partícula más en la
gran complejidad y vastitud del universo, ”La naturaleza expresa así, con su
silencio lacónico de oráculo, que le es indiferente el anonadamiento de esos
seres que no pueden perjudicarla, que nada significa que en circunstancias
tales tan indiferente es la causa como el efecto. Así, pues, cuando esta madre
soberana y universal, expone a sus hijos sin escrúpulos a mil riesgos
inminentes, sabe que al sucumbir caen nuevamente en su seno donde los
tiene ocultos. Su muerte no es más que un jugueteo.”(Shopenhauer, 2007).
La muerte es pues un proceso orgánico-biológico en el que los seres vivos,
incluido el hombre, retornan a la materia perdiéndose la particularidad y
exclusividad que por razones inciertas hayan llegado a alcanzar. La
inmortalidad es solo una mítica creación humana de la que por cierto solo
pueden gozar los dioses del Olimpo, “¿A esta bella consciencia de vosotros
mismos deseáis, pues, duración eterna? ¿No es una desvergüenza? ¿No
pensáis en todas las cosas que os tendrían que soportar eternamente, como
os han soportado con una consciencia más que cristiana?” (Csejtei, 2001 cita a
Nietszche).

Sabiéndose mortal el hombre debe asumir entonces una posición no tanto


frente a la muerte, sino frente a la vida, dictamina la filosofía.

2.3 Posturas o enfoques científicos

“Mientras a la mayoría de las sociedades se les explican los misterios que nos
rodean invocando a un dios o un grupo de dioses para que las cosas tengan
algo de sentido, un número científicos trabajan para ofrecer respuestas
objetivas sobre la infinitud del espacio y sobre la maquinaria interna del átomo,
demostrando como todo es ilusorio, y que la vida crea el universo y no al
revés.” (Wordpress 2015, cita a Lanza).

Es notable el avance de la ciencia en todos los campos y los esfuerzos de la


misma por develar tanto la vida como la muerte siempre han estado presentes
en la historia humana, sin embargo desde estas riveras poco se ha logrado
dilucidar en relación a los orígenes

Pese a lo anterior llama la atención que en algunos medios científicos se


comienza a especular sobre la posibilidad de comprobar la continuidad de la
vida más allá de la muerte, a este punto, la física cuántica y los estudios
biológicos sobre la consciencia y la percepción humana comienzan a fundirse
en una teoría que denominada biocentrismo, “Lanza afirma que según la teoría
del biocentrismo la muerte es una ilusión. La vida crea el universo y no al
revés. El espacio y el tiempo no existen en la forma lineal que pensamos que lo
hace; y si el espacio y el tiempo no son lineales, la muerte no puede existir en
el sentido real.” (Wordpress, 2015, cita a Lanza).

No resultan sencillas las abstracciones y las formulaciones matemáticas,


accesibles solo a unos pocos entendimientos, para desarrollar la teoría del
biocentrismo y la misma fórmula que el perceptor juega un papel
preponderante en la construcción de la realidad hasta el punto de que no es el
universo el generador de la vida, es la vida la que a través de la conciencia
crea el universo, más aun no existe un solo universo en realidad lo que existe
es un multiverso.

Todo lo anterior es tan inverosímil que pareciera ser un juego de mera ficción
sin embargo la historia de la ciencia está hecha de muchas historias en las que
se demuestra precisamente que la realidad es más extraña que la propia
ficción.

2.4 Posturas o enfoques artísticos

El hombre ha combatido su propia muerte y la ha tratado de asimilar y aceptar


sublimando sus acciones hasta llevarlas a la categoría del arte, hallando quizás
más solaz y beneplácito con estas posturas, meramente paliativas y
consoladoras, que con todas las demás a este respecto nos dice Savater:
“Para negarnos la muerte a la muerte hay que elegir una empresa, una
cruzada, un propósito que se quiera invulnerable y que nos haga deambular
sobre la faz de la tierra – a nosotros que nos sabemos mortales , que lo único
cierto e inapelable que conocemos es nuestra mortalidad irrevocable – como si
fuésemos inaccesibles a la muerte.” (Savater, 2005).
Poetas, escultores, músicos, escritores y demás han construido un dique de
creación artística que de cierta manera llevan al ser a la inmortalidad y a un
escape definitivo en alas de la contemplación artística. Frente a la crudeza de
la muerte aparece lo delicado, lo sutil más profundo y bello que al ser no le
puede ser arrebatado: “podría estar encerrado en una cascara de nuez y
sentirme rey de un espacio infinito” expresó Shakespeare en uno de sus tantos
momentos que lo hicieron inmortal.

2.5 Posturas o enfoques místico-religiosas

Tal vez las posturas místico-religiosas y de carácter espiritual sean las de


menos acogida en un mundo que ha confiado de manera excesiva en el
método positivista de la ciencia y el pensamiento, el relativo éxito de la era
tecnológica e industrial ha enorgullecido tanto al ser que éste ha dejado de
lado las consideraciones que no le resultan medibles y mensurables con las
herramientas del método científico.

Místicos, maestros espirituales y diversidad de seres religiosos adoptan una


absoluta comprensión del universo y la existencia como una esencia divina, a
esta concepción se arriba por el camino gratuito de la revelación y de la fe,
empero que difícil le resulta al ser abandonarse y creer en lo que no se hace
visible a su realidad material, por demás cuando lo aprehende le resulta tan
inefable que se hace intransmisible.

Para tomar un ejemplo, los budistas acogen una firme creencia en la


reencarnación, así en el libro tibetano de la vida y de la muerte Rimpoché
señala: “Nuestro estado mental en el momento de la muerte tiene una enorme
importancia. Si morimos con una actitud mental positiva, podemos mejorar
nuestra próxima reencarnación, a pesar del karma negativo. Si por el
contrario, estamos alterados y angustiados, eso puede tener un efecto
perjudicial aunque hayamos utilizado bien la vida.” (Rimpoché, 2006. p. 274)
Para reconocer la esencia divina el individuo no tiene otro camino que morir a
sí mismo, esto es asistir al desasimiento de su propio ser, de sus propios
intereses, desnudarse y quedar vacio de cara a la inmensidad, acoger su
pobreza profunda que, paradójicamente, para los místicos y religiosos, es
verdadera riqueza, se recuerda aquí al salmista bíblico con expresión
inspirada clama: ¿qué cosa es el hombre para que tú te acuerdes del él?

En todo caso la experiencia espiritual es una dadiva un regalo que le


sobreviene al hombre de manera misteriosa, pues al fin de cuentas como lo
expreso San Pablo ¿Qué tienes que no se te haya sido dado?

3 ¿Qué camino elegir?

Aristóteles trazó el propósito del ser de manera categórica a saber: “La mayor
industria del hombre es hacerse hombre” Es decir el hombre debe
trascenderse a sí mismo. En todas sus búsquedas el humano en esencia no
busca más que su libertad, salir de sus condicionamientos, escapar de la
propia prisión que se ha construido.

Al final todos los caminos convergen hacia un intento de liberación del ser a
través de su comprensión y conocimiento de sí mismo, esto puede constatarse
en el arreglo un tanto arbitrario de las posturas ya señalas, en ultimas todas
ellas son jalonadas por un mismo centro de atracción cimentado en la
pregunta, en cierto modo aun insuperable, ¿Qué es el ser humano?

Ante la pregunta ¿Qué camino elegir?

 Antes que nada expresar que precisamente la mayor acción frente a la


muerte está en vivir responsable e intensamente y para ello el inequívoco
camino es la apertura al otro que me incita a descubrirme a revelarme en mi
propia dimensión humana.

 Históricamente el ser ha visto como la vida se desenvuelve ella misma en


su proceso de vida, es paradójico pero en cierto sentido una clave podría
ser dejar a la vida simplemente ser.

 No hay un camino lógico y todos por ende resultan caminos lógicos para
aquel que los recorre, al final se podría decir con las palabras de San Juan
de La Cruz “ese tal camino, no era ningún camino.”

 Un profundo respeto y una sincera fraternidad en esta historia de la vida y


muerte humana han sido parte del equipaje de los más grandes viajeros
que han realizado este terrible, amañador, inexplicable, placentero… viaje.

4 Conclusión

Este ejercicio ha sido una verdadera confrontación y ha permitido un


acercamiento real no solo al tema de la muerte en sí mismo sino a la
metodología de trabajo que sigue un investigador en la búsqueda y resolución
de los grandes interrogantes que plantea el conocimiento humano.

Se destaca que este documento no pretende ser un producto final


debidamente acabado, pues el tiempo, la documentación allegada, así como la
experiencia misma del autor no permiten aun una verdadera profundización en
el tema de la muerte

La pregunta inicial con que se titula el presente escrito ¿Cómo se enfrenta la


muerte en nuestro medio?, es solo una más dentro de las que han ido
surgiendo en el desarrollo del módulo orientado por la doctora María Cristina
Palacio. A continuación se plantean a beneficio de información y temas
sugeridos las siguientes,

¿Cómo superar el miedo a la muerte?

¿Cómo educar a las próximas generaciones en el conocimiento y aceptación


de la muerte?

¿Cómo valorar la eficacia de los cuidados paliativos durante el enfrentamiento


con la muerte de los pacientes terminales?

¿Por qué es importante la elaboración del duelo cuando se presenta la perdida


por muerte de un ser amado?

¿Cómo evaluar desde la ciencia las experiencias de encuentros cercanos con


la muerte de algunos pacientes?

¿Por qué la vida a consciencia y la búsqueda de la trascendencia llevan a la


aceptación de la muerte?

¿Cómo vivir conscientes de que la muerte es otro estado natural de la


existencia?
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