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LA IMPORTANCIA DE LA MUJER EN LA IGLESIA Y LA SOCIEDAD

JUAN SEBASTIAN PARRA HERRERA

Resumen: Dentro de nuestra sociedad, se viene pasando desapercibido este gran


acontecimiento internacional, que como ser humano a imagen y semejanza de Dios, se está
perdiendo la figura de la mujer.
Hace unos días se celebraba el Día Internacional de la mujer, que
durante el congreso internacional de mujeres socialista celebrado en
Copenhague (1910), se aprobó la resolución por la que el 8 de marzo
se conmemoraba este acontecimiento. Es así que en esta celebración,
se quiere resaltar el papel que ejerce la mujer en nuestra sociedad,
pero continuamente vemos que a ellas, se les están violando sus
derechos. Esto conlleva a “ver que cuando la mujer cristiana se
pregunta por el rol que desempeña en la sociedad y por su status de
igualdad, no lo hace solamente desde unos presupuestos feminista
más o menos adscritos a ideologías o militancias diversas, sino
además, y sobre todo, desde unos principios de coherencia evangélica”.

Curiosamente, nadie se hace la misma pregunta respecto a los varones, pero esto no se debe a que
estén tan silenciados y a que su situación sea tan marginal que ni tan siquiera se planteen la
posibilidad de sentirse ante un problema, sino más bien a que los varones tienen voz propia y un
puesto bastante bien asegurado en una sociedad que, en muchos de sus sectores, todavía concibe
la diferencia femenina como una cualidad de inferioridad; esto trae como consecuencia el hecho
real de que en la comunidad eclesial el varón se situé siempre, si bien en diferentes niveles, en las
alturas de esa pirámide de poderes y de responsabilidades que para muchos es la Iglesia-
institución.
Pues la naturaleza de los roles de la mujer (Productivo, Comunitario y Político) y las relaciones
sociales hacen que la planificación del desarrollo por sectores sea inadecuada para los
requerimientos del ser mujer. Pues el “trabajo” de la mujer en la sociedad incluye el “Rol
reproductivo orientado a la gestación, crianza de los hijos y al mantenimiento cotidiano del hogar.
Es realizado generalmente por la mujer, aunque en algunas sociedades los hombres también
participan. Incluye no solo la reproducción biológica sino también la reproducción de la mano de
obra y la reproducción social”. En numerosos lugares del mundo las mujeres siguen
demandando derechos básicos como acceder a la educación, la cultura, el trabajo o la política.
 Estudiante de I Teología. Actualmente pertenece al área comunitaria. Fecha de Publicación: 12.03.17.
E-mail: jsph94@hotmail.com.
 BAUTISTA, Esperanza. La Mujer en la Iglesia Primitiva. España: Verbo Divino, 2002. P. 12
 CELAM. La mujer en América Latina: En búsqueda de su identidad. Bogotá: CELAM, 1994. P. 45
Las mujeres expresan hoy su voluntad de participar en condiciones de igualdad en sectores en los
que tradicionalmente su participación ha sido minoritaria.
Lentamente, y a medida que el feminismo ha ido cobrando
fuerza en todo el mundo, el Día de la Mujer ha ido
perdiendo su carácter obrero, pasando a ser una jornada de
lucha en la que se reclaman los derechos de todas las
mujeres en todos los ámbitos. Año tras año, miles de
mujeres salen a las calles de todo el mundo para demandar
nuevos derechos, defender los ya conquistados y luchar
contra aquellas leyes que las discriminen o que rechacen el
principio de igualdad de sexos y de oportunidades.
Es así que la Iglesia siempre ha tenido la figura de la mujer desde María hasta nuestros días: las
religiosas y laicas, donde en lo que respecta a la misión de la mujer en la Iglesia es pertinente
referirse a una de las tesis de Hans Küng, quien asegura: “Para que la Iglesia católica, cuyas
estructuras ministeriales y de poder están totalmente dominadas por los varones, llegue a ser
Iglesia de todos, deben estar representadas las mujeres en todos los órganos de decisión: en el
plano parroquial, diocesano, nacional y mundial”. De igual manera el Catecismo de la Iglesia
Católica recuerda: “Dios creo al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creo, hombre y mujer
los creo” (Gn 1, 27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: “está hecho a imagen de
Dios”; en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material; es creado “hombre y
mujer”; Dios lo estableció en la amistad con Él” (Nº 355) y de esta manera tiene dignidad e
igualdad los dos como personas.
Todo esto conlleva a la ampliación del espacio de participación de la mujer en la Iglesia y va
unida al ejercicio real y efectivo de su capacidad de interlocución, al ejercicio del derecho a la
palabra, a la comunicación, que es más amplio y universal que el derecho a la información,
muchas veces circunscrito a las empresas informativas, a los periodistas y a los públicos
consumidores. Por esto “Se hace necesario garantizar a la mujer en la Iglesia la dignidad que se
merece y el lugar jurídico y social que le corresponde, teniendo presente que todos los miembros
de la comunidad, hombres y mujeres, son iguales en cuanto creyentes bautizados”. Desde esta
perspectiva tiene sentido considerar la dimensión comunicacional de la identidad de la mujer. De
otra manera, se cae en las consabidas denuncias a los medios de comunicación por la
manipulación mercantil que hace del cuerpo y de los roles de la mujer en la familia y en la
sociedad.

 KÜNG, Hans. Mantener la esperanza. Madrid: Editorial Trotta, 1993. P.109.


 CELAM, o.p. cit.; pág.246

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