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CAPÍTULO 1

EL PROGRAMA INSTITUCIONAL

La elección de las palabras

El término «institución» designa fenómenos y hechos sociales


tan diferentes y tan vagos que cada lector puede proyectar un sig­
nificado específico, el cual varía en función de los contextos y las
necesidades de los argumentos. Sin embargo, no considero indis­
pensable inventar un concepto o neologismo cada vez que sinta­
mos la necesidad de hacerlo: con ello, se correría el riesgo de ence­
rrarse en un mundo propio y de quebrar el vínculo frágil pero
necesario que existe entre las nociones familiares y las científicas.
Prefiero ese vínculo al esoterismo, pues, por más vago que sea, re­
sulta indispensable al pensar que una porción de la sociología pro­
viene del pensamiento social familiar, de teorías sociales espontá­
neas, y que a su vez debe formar parte de lo que Anthony Giddens
denomina «reflexividad moderna». No es inútil que los actores se
apropien de análisis y representaciones sociológicas de la vida so­
cial. En suma, conviene elegir nociones comunes, siempre que pue­
da atribuírseles un sentido inequívoco, antes que construir concep­
tos que nada evocan más allá de una gramática personal y que
terminan por exigir, también ellos, esfuerzos de traducción. 1

Instituciones

Entendida en sentido amplio, la noción de institución a veces


designa la mayor parte de los hechos sociales que están organiza-

l. Comparto, en este caso, la posición de Becker e intento dar un sentido espe­


cífico a un léxico común . Cf. J-P. Briand y H . Peretz, «Hommages a H. S.,, Becker,
Travaux et Documents, Université París-VIII, 1, 1996.
30 ! EL DECLIVE DE LI\ INSTITUCIÓN
EL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 31

d? s, se transm�ten de � na generación a o tra y se imponen a los in­


. . uc10nes desi nan «todas la actividades re idas De manera entonces muy banal pero -en cierta medida- más
dividuos. Las m stit g
.
. ac10. nes estables y recgíprocas». 2 Se llam ará i nstitución a acotada, institución es a veces sinónimo de organización. El voca­
po r antiC1p
bulario corriente utiliza indiferentemente las nociones de institu­
l as organiza�ic�nes, las costumbres, los hábitos, las reg las del mer­ ción y de organización. A veces los sociólogos son apenas más pre­
cad o, l as reh 10nes ... En este caso, la Iglesia es una institu ción,
? cisos, y el propio Weber se limita a definir la institución como una
como la corrida de to ros en Esp añ a, las vacaciones a orillas de l
asociación y como un «agrupamiento configurado por reglamentos
mar, el respeto reservado a las obras maestras, la bandera, el Tour
establecidos racionalmente». 6 Con esa acepción muy amplia Eve­
de France y las recetas de cocina tradicionales. .. Las instituciones
rett Hugues también habla de instituciones; son organizaciones ca­
entonces son m_aneras de ser, objetos, maneras de pensar y, por úl­
. paces de distribuir normas y bienes. 7 Pero recurrir a la noción de
ti. mo
_ , tod a la .vida soCial puede remitirse a un conjunto de institu­ distribución no suma gran cosa, porque las empresas distribuyen
c10nes. Conviene recordar la definición de Durkheim : «Puede de ­
bienes tanto como las Iglesias distribuyen normas y la mayor parte
nominarse institución a todas las c reencias y a tod os l os m odos de
de las organizaciones distribuyen ambas cosas. Además, añade Hu­
cond�cta institu idos por la colectivid ad; entonces p uede de finirse
gues, junto a las instituciones oficiales, existen instituciones ilegí­
la soc10l�gía : la ciencia de las institucione �, su génesis y funciona­
. timas; «instituciones bastardas» que distribuyen bienes ilegítimos:
miento». En este caso, todo l o q ue es soCial es una institución (¡y
una pandilla es una institución. En esa confusión entre institución
son muchas cosas!). A sí concibe l as instituciones la tradición an­
y organización residirán sin duda, para nosotros, los mayores ma-·
tropológica : la institución es una «norma de conducta establecida
!entendidos, ya que si la mayor parte de las instituciones puede es­
y reco�10cida cor�o t al ��r u� grupo so�ia} en cuyo ��no es; por
. tar organizada, no resulta evidente que todas las organizaciones
ello mismo, un a m s titucion». Con ese lexICo la noc 10n de m s ti­
sean instituciones, es decir, organizaciones que engendran una foro
tuc�ó n se vuelve un e quivalente vago de cultur ; y vida social, pues
designa todo lo q�e ?º es natural, a condición de creer que la na­
ma específica de socialización. Precisamente por el contrario, de­
fenderé la tesis de que el incremento y la complejidad de las orga­
tural �za exi. ste o b¡ etivamente, con independencia respecto de ca­
nizaciones forman parte del debilitamiento de las instituciones.
tegon as culturales que permiten entenderla como una naturaleza
Finalmente, las instituciones pueden concebirse en un sentido,
sep ar ad a de la cultura. L as instituciones no son, pues, ú nicamen­
político; son un conjunto de aparatos y procedimientos de negocia-·
te «hechos» y prácticas colectivas, sino también marcos cogniti­
ciones orientadas a la producción de reglas y decisiones legítimas.
�os.y. mor ale � d entro.d e l os cu,ales se desarrollan lo s pensamientos Merced a dicha aceptación uno se refiere a instituciones políticas
md�viduales. A partir de aqm, la lengua es la pn. mer a de las insti­
que aseguran las relaciones sociales, transforman los conflictos de
tuci?nes, por que está asociada a los modos de conocimiento que
intereses en procesos de regulación y en opciones públicas legítimas.
p ersisten en tanto son compatibles con las experiencias individua­
A menudo, desde esta perspectiva se habla de institucionalización
les Y col�cti':'as; la poesí a y la cienc ia, la astrología y la astronomía
. st1tuc10nes. para designar el reconocimiento legal, constitucional o reglamenta­
son m
rio, de los actores sociales invitados a participar en la mesa de ne­
gociaciones, de los grupos e individuos que ingresan en los dife­
2. R. Boudon y F. Bourricaud, Dictionnairc critique de sociologie. París, PUF, rentes dispositivos formales de constitución de un debate público y
1982, p. 312. de una escena política. Concebida de este modo, la institucionali­
3. E. Durkheirn, segundo prefacio a Regles de la méthode sociologique. París, zación resulta indisociable del desarrollo del espacio democrático,
.
Plfr, 1963, p. XXII fLas reglas del método sociológico. Barcelona, Altaya, 1993].
4. A. R. Radchffe-Brown, Structure et fonction dans la société primitive. París,
. 6. M. Weber, Économie et Socíété, trad. fr. París, Pion, 1971,p. 55 [Economía
Mmmt, 1968 [Estructura y función en la sociedad primitiva, Barcelona, Edicions 62,
y Sociedad. Madrid, FCE, 19741.
1980,p.113].
5. M. Douglas, Comment pensent les institutions? París, La Découverte, 2000. 7. E. C. Hugues, Le Regard Sociologique. Essais choisis. París, Éditíons de l'E­
HESS, 1996.
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que no_ ha dejado de integrar a nuevos actores y nuevos problemas a una actividad específica y profesional de socialización como una
en el ¡ uego de sus instituciones. Al contrarío, el defecto de la insti­ vocación, y cuando dicha actividad profesional tiene por objeto pro­
tucionalización engendraría los conflictos y las protestas de grupos ducir un individuo socializado y un sujeto autónomo. Sin duda, po­
�eseoso� d� ver sus demandas entendidas y reconocidas como legí­ dría haberse presentado la cadena generativa en sentido contrarío,
timas. S1 bien este último sentido de la noción de institución es sin de la socialización a los valores, pero indudablemente la figura elegí
duda más preciso que los precedentes, ello no impide que no se da es más afín a la manera en que los propios actores se representan
avenga con la significación que le asigno en este texto. el programa institucional, cuyo sentido viene «desde lo alto». Que
las iglesias reposen sobre cimientos no impide que campanario y al
tar otorguen significación de monumento, y así funden una iglesia.
El programa institucional Durante mucho tiempo, el progran1a institucional definió la
principal forma del trabajo profesional sobre los otros. Aunque en
Al aunar_ el término «programa» al de institución, pretendo dar nuestros días ese tipo de trabajo se vea arrastrado por la desarticula-­
.
a d1eha con¡unción un sentido muy preciso. Designa un tipo parti­ ción de esa matriz, ello no impide que el programa institucional deba
cular de socialización, una forma específica de trabajo sobre los ser comprendido y construido como un tipo ideal, para diferenciar
otros. El programa institucional está más cercano al verbo «insti­ aquello que aún hoy se debe a él, y aquelfo que puede tener y tiene
tuir» o a la palabra «instituir» que todas las significaciones que ci­ de nuevo en cómo nuestra sociedad fabrica individuos y sujetos.
taremos más adelante. Esa concepción de la acción institucional se
cuela por una tradición teórica según la cual la socialización se rea­
liza
_ ��te todo por un_a interiorización de lo social, por una interio­ De la Iglesia a la escuela
nzac1on de la cultura que instituye a los actores sociales como ta­
les. As�, par_a Mead, los individuos «sólo pueden desarrollarse y El programa institucional que describiremos y que ahora se de­
poseer_ 1dent1dades plenamente acabadas conforme cada cual capta bilita es de índole religiosa aun cuando las creencias estrictamente
Y refle¡a, en su experiencia individual, aquellas actitudes o activi­ religiosas casi se han borrado de nuestras conciencias. El análisis
dades sociales organizadas que encarnan o representan las institu­ aquí propuesto retoma mucho de la historia de la escuela trazada
ciones sociales». 8 Sin embargo, la idea de programa institucional por Durkheim en ],a evolución pedagógica en Francia. Durkheim
no significa sólo que la socialización consista en inscribir una cul­ explica que en la iglesia carolingia preponderaba una doble exi­
tura en un individuo; también designa una manera peculiar de lle­ gencia. Por una parte, estaba comprometida a defender el univer-­
var a cabo ese trabajo sobre los otros. salismo, el de Roma, contra la diversidad de culturas, ciudades,
Puede definirse el programa institucional como el proceso so-­ dioses y tribus bárbaras conquistadas. Por otra, apelaba a un suje­
. que transforma valores y principios en acción y en subjetividad
cial to, una disposición moral propia de todos los individuos, que per­
por el sesgo de un trabajo profesional específico y organizado. El tenecía únicamente a los individuos y a Dios; sobre ese sujeto la
esquema más simple es el siguiente: Iglesia establecería su reino. La Iglesia «inventa» la escuela porque
cuenta con un proyecto de dominación universal sobre las almas.
Valores/principios ➔ Vocación/profesión ➔ Socialización: individuo y sujeto Para eJlo hace falta una Escuela: «para inculcar prácticas, un adies-­
tramiento maquinal es suficiente o eficaz; pero las ideas, los senti­
Esta ecuación significa que existe un programa institucional mientos, no pueden comunicarse si no es con la voz de la razón, y
cuando se conciben los valores o principios directamente proclives poco a poco». 9 El modelo escolar derivado de ese proyecto es la

8. G. H. Mead, L'Fsprit, le Soi et la Société. París, PUF, 1963, p. 223. 9. E. Durkheim, I.'évolution ¡,édagogiquc en Francc. París, PUi', 1990. p. 30.
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conversión: « La verdadera conversión es un movimiento prof undo otros que mantiene elementos fundamen�ales, i�1cluso cuando la
por el cual toda el alma se orienta h acia una direcc ión del todo or anización de los cole
gios jesuitas se d1fere1:C1ª fuertemente de
N1colet acerca de las
nueva, cambia de posición, de sitio y modifica, por consiguiente, lo; cole gios medievale s. El libro de Claude
su punto de vist a acerca del mundo» . 10 Esa conquista de las almas conviccione s filosóficas y la ideo logí a de los fundadores de la _es­
no podría ser sólo un adiestramiento; también es una revelación cia dej � _ n vid nci a que tod os los p ila-·
cuel a republicana en Fran
a e e
del yo: crea una «polaridad del alma» , un «estado interior y pro ­ nal subsistieron ._r� La escuela debe_
co m·
res del programa insti tu cio
fundo» , esc ribe Durkheim, retom ando la fórmula de Juan Bautista ed c 1 n m l, y, desd e esa
binar l.a adaptación al mundo y la u ac o ora
serí men s m l q e l a es -­
de La Salle. Surgida de la Iglesia y de un proyecto del Estado caro­ perspectiva la escuela republicana no a o ora u

lingio, la escuela es mediatriz de muchos términos: el mundo cris­ cuela católi�a. Debe susten
tarse sobre la vocación de los m�estros,
lvo d� los_desor ?ene s
tiano y el mundo pagano, el mundo soberano y el mundo de los ser un santuario y un orden regular laico a sa
prod ucir suietos libre. s,
hombres, la cultura universal, luego nacional, y las c ulturas especí­ de1 mundo . Debe enriquecer a Francia y . . ia.
ficas .. . 11 ciudadanos; debe mantener el orden establ ec id o y e1 d_e 1 a iusttc
s por Nic let, en es­
Para Durkheim, la historia de l a escuela es la historia de la lar­ Todos los textos, a menudo admirables , c itad _ o o
d t 1tos tros pa­
ga laicización de ese proyecto. Podría haber dicho racionalización; pecial los de Ferdinand Buison, de � aul Lapie y _ '.
e a o
ob1 e t1v fund r un
pero poco importa: e;Lc;sintgJjdo de la conversión es menos impor­ dres de la escuela republicana, tuvieron como
o a
Raz? n Y el p g e­
tante que su forma. La estructura del programa institucional está programa institucio na! m �de�no, regido por la
ro

dada en esta fundación. «Nuestra concepción de finalidad se secu­ so, pero un program a mstttuo
on al pes: a todo; ha�ia q ue caml ! r
, a

larizó; po r consiguiente, los medios empleados también debían el contenido sin alterar la form a, b ab ia que cambi
ar la o rgan _ a-·
iz
uela. Deno min a ··
cambiar; pero el esquema abstracto del proceso educativo no va­ ción sin trastocar la naturaleza profunda de la esc p ,
de su _form a
remos programa institucional a esa estabilidad_
12
rió. » Al igual que la Iglesia, la escuela está fuera del mundo, es ura
se encuentran
moralmente cohesiva, es un santuario al abrigo de las divisiones de válida no sólo para la escuel a; todas sus dimensi ones _
la vida social. «Para nosotros también, la Escuel a, en todos los gra­ sobre l s otr s, speo almente en el
en otros contextos del trab ajo o o e
dos, debe ser un ambiente moralmente cohesivo, que envuelva de hospital y el trab ajo social.16
cerca al niño y que actúe sobre toda su naturaleza. » 13 La escuela no
es sólo un lugar de aprendizaje, también es un espacio moral, «no es
tan sólo un espacio donde el m aestro enseña; es un ser moral, un Valores y principios
ambiente moral, impregnado de ciertas ideas, de ciertos sentimien­
s, principios,
tos, un ambiente que circunda al m aestro tanto como a los niños» . 14 El programa institucional se funda sobre va�ore
p o s 11;p r � sagradas,
Que esa escuela se adaptase al mundo y que sufriera las alter­ dogmas, mitos, creencias laicas o religiosas
º.
er 1e

nativas de aquél no _cárpJ5fa su índole profunda y su estructura. Por siempre si tuadas más allá de la evidencia de l a tr � _ on de un
aic 1
m t i tuoonal i ?v oca
ende, su organización no dejará de transformarse; así, debe dife­ mero principio de utilidad social. El programa �
unpl es refl�JO� de
renciarse entre programa institucional y organización, a l a que a principios O valores que no se p resentan como s
bre u'.1 prmc1p10
veces se llama institución. Es un tipo puro de trabajo sobre los la comunidad y sus costumbres, se construye s o
e te 10ndad u_n ­
universal y más o menos «fuera del mu�do . Esa � �
»
Durkhe1m
plica precisamente una acción voluntaria, como senal
o
10. Ibídem, p. 37.
l l. Véase F. Héran, «I:institution démotivéc, de Fuste! de Coulanges a Durk-
heim et au-dela», en Revue Frani;aise de sociologie, 2, J 987.
12. E. Durkheim, J,'Evolution pédagogique en France, op. cit., p. 38. 1'' c.
Nicolet, L'idée républicaine en France. París, Gallim
ard, 1982. ..
15.
no indaga remos aquí, surg e del mismo p ro --
B. Ibídem, pp. 38-39. 16. Sin duda el mundo judici al, que
14. Ibídem, p. 40. grama.
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a propósito de la escuela, en la medida en que el programa i nstitu­ esto f orma parte de la racio nalización del mund o el e que ?� bla_ban
cional qu i er e arra n car a los actores de la experiencia banal y fami­ Weber y Jaspers . 1 9 Los sacerdotes y sus sucesores laic . os re vmdican

l iar de su propio mun do. i
el mono polio <le un<1. vig encia psíqui�a legítima p or enoma d e l_a
,
familiar, e in depen dien te .de la viole ncia g ubern an:ental. Eso _e�ph­
ca que el programa institucional n o sea necesan � mente rehg_1oso
Fuera del m undo -en to do caso según una acepción estricta del térmmo-, y que siem·­
pre repose so bre principios «sagrados », p�i? cipi os ho mo géneos
La Iglesia habla de Dios, ia escuela republica na de la Razón , el con trari os a la diversidad y ¡1 la fragmentaoon del mund o. En la
Hospital de la Caridad o de la Cie ncia: e n cualquiera de los casos, medida en que la modern idad gusta d e presentarse en f orma de pro ­
h ay un prin cipio cen tral que aspir a a obrar e n el mu n do merced al yecto cu ltural coherente, universal y racion_al, no ha �ejado de � on� ­
trabajo de socialización de la i nstitución . Todo permanece fun da·­ truir programas institucionales, escuelas, iglesias, tnb� n_ale� , _msti­
mentalmen te « extr asocial », n o social porq ue se sitúa «por enci­ tuci ones caritativas y científicas susceptibles de productr mdiv1duos
ma» de l a diversidad de l os grupos y clases, por e ncima de la con -· a su vez u niversales junto c o n s us creencias y sus c ostumbres esp e ­
tienda de i n tereses privados, por encima de l os particularismos de cíficas, y «por en cima» de ellas. Los prof esionales de las instituci� ­
las costumbres. Para decir l o de manera extrema y si n duda car ica­ nes n o pueden ceder, sin q u e decaigan o traicio n e n_ s_ us c mpr ?mi­

turesca, u n a sociedad que sólo habría de elegir la tradición , que sos, a las presiones de los in dividuos y de las familias . E n pnmer
contemplaría el combate de s us dioses en la fuerza de la n aturaleza, lugar, l o unive rsal n o puede ceder a l o particular.
podría confiar por entero la educación de s us h ij os ú nicamente a las
familias y a algun os sacerdotes arrobados por mitos y leyendas. No
n ecesita r ía i n stituci o n es de socializació n propiamente dichas, pues El santuario
e l carácter de las relacio n es domésticas bastaría para producir indi­
viduos con formes a u n mu nd o que no se percibe como separado de Fun dado sobre u n principio único y no social, el programa � ns­
sí mismo. 1 7 En cambio, u na sociedad cimen tada en el rein o de un titucio n a l se sitúa pa r cialmen te fuer a del mundo. La extrat� rr� to­
dios u n iversal, en la Ciencia y b Razón, no puede co nfiar la forma­ rialidad es una de las marcas esenciales de esa forma de socializa-
ción de sus actor es sólo a la ru ti n a de las relacion es domésticas. Ésta ción. Prescindie ndo de cuán debilitados se hallen en e l orde n
debe con stituirse en un cuerpo de profesion ales encar gados de efec­ secula r, los programas institucionales r ecurren a �a lógica ?e ó r de-
_
tuar la ta rea. Así, produce s u h istoricidad, que actúa de manera nes r egular es. Iglesias, h ospitales, escuelas, h osp_1cios y tnbun_ales
« volun tar ia» sobre sí misma . 1 8 son templos, espacios que e nca rn an u n a regla umver sal protegidos
Valores y pr incipios siempre puede n escribi rse en plural, pero de los desó rdene s del mun do. Son santuarios, y dur a nte mucho
la matriz de la i n stitución tie ne oportunidades de a firmar se con­ tiempo todos l os dispositivos a r quitectónicos han marcado en la
forme se refiere a un cuerpo de d octrin as y prin cipios per cibidos piedr a y e n el espaci o esta posición excepcional y sagr ada. L � que . "
co mo fuertemen te h omogé neos y coheren tes. Incluso una de l as ta­ se desarrolla allí n o pe rten ece al orden h abitual de las relacion es · ¡ J
reas cruciales de ese programa es producir esa u n idad. Si se defin e sociales. El programa i n stitucio n al debe c ontar con u_n ..mo.nµ�en - í
_ \
el programa institucional e n primer térmi n o corno un a relación so­ to que ma rque su distan cia respecto del � undo tnvial, � ediante
cial específica, h a y gra ndes posibilidades de ser «mo n oteísta » ; y una arquitectura cuyo objetivo sea impresionar a l a ?1-� lt1tud y a
cada uno de los in dividuos. Cua n do se r educe a su mm1ma e xpre -
1 7 . Eviden temente, esa descripción de una sociedad tradicional no es siquiera
verosímil y no pretende serlo.
t
1 8 . Acerca del concepto de historicidad, cf. A. 1,x,raine, La production de la so­ 19. K. Jaspers, Origine et sens de l'histoire, trad. fr. París, Pion, 1954 l Origen Y
ciété. París, Seuil, 1973. meta de la historia. Madrid, Alianza, 1985].
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EL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 3 9

sión el programa institucional, cuando se despoja de sus oropeles y gerse contra toda intrusión exterior, no deja de ser cierto que los
ornatos, cuando no sea más que una relación, hará falta pese a argumentos remontan rápidos la cuesta de l a generalidad hasta lle­
todo, r?m�er con la vida social normal . Ello sucede porque �se pro­ gar a los principios últimos que fundan la adhesión a programas
g�ama mstituy� act ?s de habla dándoles fuerza de ley, como en el institucionales y sagrados, a órdenes regulares. Toda impugnación
tribunal, en l a iglesia o en el ayuntamiento, o bien porque los cu­ del poder de los médicos, toda obligación de rendir cuentas de sus
bre con el secreto profesional, dando a entender que allí no se está actos, es descrita como una abdicación de la Razón y la Ciencia que
del t?do en el mundo. En ambos casos, el programa institucional debe enfrentarse a las necesidades múltiples de individuos y a pre­
func10�a ?ra porque todo cuanto se dice tiene importancia solem­ siones del mercado. Toda discusión acerca de los programas y ho­
ne Y publica, or� porque ese enunciado nunca se divulgará, sino rarios escolares se desliza pronto hacia una defensa de la Repúbli­
que se custodi. ara en el coloquio singul ar de la confesión de la da­ ca, de la Razón y de la Civili zación; en cuanto al ingreso de padres
s � , de l a entr�vista entre médico y enfermo o la del trab�jador so­ a los consejos escolares, esto ha sido percibido como una entrega
cial c?n su cliente. En todos los casos, los cambios se emparentan del santuario, a veces como un sacrilegio. Muchos m agistrados
con ritos que desbord_ an el c �udal de los meros juicios personales consideraron un atentado a la solemnidad de la Ley la creación en
que componen el flu¡o de las mteracciones cotidianas. los barrios de casas de la justicia y del derecho. La referencia im­
�Wegu�mos que, religioso o laico, el programa institucional plícita al programa institucional persiste cuando los cambios más
trad1c10nal mstauró durante mucho tiempo una radical separación pragmáticos engendran las discusiones más teológicas respecto de
de los sex_os, tanto en el personal de las instituciones como entre los principios mismos que justifican el trabajo de los agentes de di-­
sus u �uarios, _ en l a escuela primaria corno en la secundaria, en el chas instituciones. Aun admitiendo que esas derivas hacia algunas
tra �a¡o socia l co1:130 en el h �spital o el tribunal, donde hombres y formas de lo sagrado obedecen a una estrategia argumentativa fá­
IT.l�¡eres no han sido desde siempre iguales ante la ley. Esa separa­ cilmente descodificable, la circunstancia de que sean estos princi­
cion de los _ sexos �eguía siendo el medio más seguro para construir pios últimos los habituales proveedores de los argumentos más
_
un santuario, y as1 mform �r a todos que la _institución no coincide, fuertes, basta para demostrar la presencia o la nostalgia de ese tipo
.,
de modo pleno, con la sociedad. Esta extraterritorialidad autoriza · lar de acc10n
partICu sobre 1 os otros. 20
un m ayor a ��ndono de sí por parte de los individuos, como ocurre
en la confes10n, el �esnudo �e los enfermos o las confidencias que
s� hacen a un _ trab a¡ador social . Al menos teóricamente, el santua­ La vocación
no crea una igualdad �undament al entre los individuos, clespoja­
dos de sus o_r?peles sociales, en lo que respecta a la institución. Por La vocación ya no tiene buena prensa, habida cuenta de que
ende, l � s crit1eas más violentas y más recurrentes dirigidas contra evoca un a suerte de adhesión ciega, una form a de compromiso to­
la Iglesia , l a escuela y el hos�it�l se refieren a sus traiciones y sus tal que choca de lleno contra los valores de reflexividad, de profe­
.
compromisos �e cara a los
_ distmtos grupos sociales: la Iglesia de sionalismo y de dominio de sí que hoy se imponen por todas par­
los ri �os vende m�ulgencias, la escuela privilegi a a los herederos, el tes. Los profesionales del trabajo sobre los otros gustan muy poco
hosp1�al es el monr de los pobres y la salvación de los ricos. . . del término vocación, que les recuerda a las hermanitas de la cari­
Sm duda se h allarán excesivas y muy anticuadas estas obser­ dad y a los párrocos, a las enfermeras con la toca, a los educadores
vacion . �s en una sociedad que se percibe como profundamente lai­
militantes, a los m aestros de Jules Ferry, todas esas imágenes de
ca , regida por los contratos interpersonales y los intereses indivi­
duales. Pero es necesario lijar un poco esta costra de modernidad
20. Las columnas de opinión publicadas por el diario Le Monde sobre los pro­
para �er que la remisión a los principios últimos surge ante cada
_ , yectos ele reforma ele la escuela, del h ospital o ele la justicia componen una antología
ocasion. Por mas que_ l a defensa de los distintos santuarios por mo­ de ese modo de denuncia y justificación, ya que en dichos casos se habla más de los1
mentos oculta mal Intereses corporativos y la voluntad de prote- principios sagrados que de las consecuencias prácticas de las reformas encaradas.
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EL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 41

personajes tan profundamente comprometidos en su rol que olvi­


daron en ellos su personalidad. Sin embargo, el programa instJtu­ que se percibía como la as�ixia de la voca� ión bajo el peso del sa-
cionaJ ha extendido el tema de la vocación más allá de l os muros lario y la.trivialidad de los mtereses profes10nales. . . .
del templo. El tema de la vocación significa que, en el programa mstituc10-
nal, el profesional del trabajo so?re los otr� s n� es un trabajador o
.
un actor como l os demás. No afmca su legitimidad solamente .,
a su
Sagrado y profano técnica o su savoir-faire, sino también en su adhes10n d'irec�a a
.
principios más o menos universales. Se b �nef1cia de una a �tondad
_
carismática, porque reposa sobre una leg1tim1dad sagrada¡ obede­
Durante mucho tiempo, los docentes han sido sacerdotes, las - os a un sacerdote porque representa a Dios, al maestro de es-
órdenes caritativas han movilizado a religiosas para que hagan de cem
cuela porque es figura de la Razón y de la med'd i a, a1 me'd'ICO por-
enfermeras, los primeros educadores eran militantes antes que ex­
que encarna l a Ciencia desinteresa� a.. . O �edecemos � todos
pertos en psicología infantil. Dentro del contexto de un programa _
porque los suponemos capaces de olvidarse, si no de sacnfICarse,
institucional primitivo, la vocación se imponía totalmente sobre el
entregados a una causa supenor; son a men�do solteros '. no gan�n
profesionalismo; más exaétamente, el profesionalismo no era sino
dinero o no tanto como podrían ganar, defienden un bien comun
l a encarnación de la vocación y su desarrollo técnico, puesto que la
antes �ue defender sus intereses p �opios : Por cierto, _ la puesta en es­
vocación profesional se convierte en una «ascesis intramundana»
cena de esta vocación nunca ha impedido denunoar a sacerdotes
que se dan la gran_ vida, a docentes pre�e�cios?s _e ignorantes, a :�­
que da la espalda a la contemplación y elige formas activas de sal­
vación. 2 1 La fuente religiosa de las profesiones, incluso las más
ligiosas crueles, a J ueces corruptos y med1cos avidos, pero �sta c1 1-
profanas en nuestros días, quedó en evidencia por obra de Weber.
tica no puede ser más que despecho, un amor que se decepciona en
A su criterio, la primera figura del profesional es la del mago y lue­
la medida de la creencia traicionada.
go la del sacerdote, que desarrolla una manera de actuar simbóli­
ca, que media entre los hombres y las divinidades .
Por medio del protestantismo y de la vocación profana, paula­
. La vocación como m otivació n
tmamente las profesiones se han racionalizado, y se despegan de su
función sagrada. Pero se trata siempre de una cuestión de salva­
Desde hace mucho tiempo, e l tema de l a vocación ha adquiri­
ción, la de l os profesionales y su altruismo, la de los individuos y
grupos que ellos salvan o que condenan cuando manipulan bienes do una fisonomía menos heroica y más «protestante». Bajo esta
forma, la vocación se presenta menos como una adhesión y co_mo
simbólicos, normas, reglas, consejos y promesas de paraíso fuera
un sacrificio a valores superiores que bajo la forma de una reahz_ a­
del mundo con el arrepentimiento, o en el mundo con los diplo­ ,
ción del yo en su actividad profesional. Evidentemente la v ? cacion
mas, las ayudas sociales o l a curación. .. No hace mucho tiempo,
protestante laicizada y racionalizada es l a que se ha conver�ido, enº
las escuelas normales donde se formaban los futuros docentes se ,
parecían, hasta el equívoco, a seminarios; las escuelas de enferme­ tre otras filiaciones, en el fundamento de esta representac10n Y de
esta ética de la realización del yo en el trabajo. Desde entonc�s, pa­
ras estaban dirigidas por religiosas; y los trabajadores sociales pro­
venían en su totalidad de la militancia filantrópica. El celibato de rece necesario que el rol profesional se adecu� a la personalidad y
las mujeres fue a menudo la regla de estas profesiones laicas. En to­ que los individuos comprometidos en el traba10 sobre los otros _ ha­
gan de los valores de la institución una ét�ca p �rso� � l o un atnbu­
dos los casos, hubo fuertes resistencias a la profesionalización, a la
t9 de su personalidad. Bajo esta forma ma�. p �1cologica que s �gra­
l
da, la vocación sigue siendo uno de los cntenos de reclutamien:o
2 1. M. Weber, Sociologie des religions, trad. fr. París, Gallimard, 1 996 !Socio­
en todas estas profesiones del trabajo sobre los otros que no estan
logía de la religión. Ediciones Istmo, 1 997]. consideradas como «trabajos como los demás». No basta con que el
pretendiente tenga ganas de desempeñarse en esa profesión o que
EL PROGRAIVIA INSTITUCIONAL / 43
4 2 f EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN

pruebas existenciales para las que, según la creencia común, no


la necesite para vivir; hace falta también «que esté hecho para ella». basta que nos paguen o que estemos formados: la muerte y el su­
�o alcanza con saber leer para ser docente, con saber dar inyec­ frimiento, la miseria, l os crímenes más atroces, la simple obliga­
c1�nes para ser enfermera, con practicar la compasión para ser tra­ ción de tratar de manera igual y equitativa a alumnos más o menos
_
ba1ador sooal, con conocer el derecho para ser un buen juez· hace buenos y más o menos simpáticos. . . En el curso del largo período
falta � dorar a los niños, compadecer el dolor de los enferm�s sin durante el cual se han visto instalados <lis.tintos programas institu­
hund1rse, comprender a la gente sin cargar con toda la desgracia cionales, se ha insistido Il}ás sobre la virtud de los actores movili­
del �undo, aplicar la ley y comprender a los individuos y a la co­ zados que sobre sus competencias. Como esta virtu d compartida
media humana. . . era más fuerte que la división del trabajo, las instituciones han sido
Por más que el tema de la vocación haga sonreír, todos los con­ organizaciones relativamente simples, cuyos actores semejantes fá­
cursos para reclutar profesionales del trabajo sobre los otros inten­ cilmente se ponen de acuerdo los unos con los otros.
ta? detectarl? s r:or medio de test de personalidad, de relatos de vida
leidos como mdteadores de vocación, de puestas a prueba que bus­
can comprobar esa vocación. Ya no importa saber directamente si
Una paradoja resuelta
1 � gente «cree» en los valores, sino saber si cuentan con las disposi­
c10nes prof�n �as que !e permitan cumplir con un trabajo irreducti­ La prolongada crítica dirigida contra las instituciones acabó
ble a una t�cmca, y s1 ofrecen las «garantías morales» necesarias. por imponer la imagen de simples máquinas para conformar y dis­
No evoco solo_ l�� profesiones aún hasta hace poco tiempo vincula­ ciplinar, para destruir toda individualidad. Durante toda una gene­
das con la religio �. P�� semos por ejemplo en las investigaciones ración, la de Mayo del 68, la palabra «institución» evocó el asilo
_
realizadas por la d1recc1on de Educación nacional en los candidatos descrito por Goffman y la maquinaria del sistema panóptico de la
a la docencja. ?istinguen habitualmente dos tipos de motivaciones: prisión de la Ilustración exhumada por Foucault. 22 En ambos ca­
las que es�an ligadas a los «intereses», salarios, horarios, vacacio­ sos, la institución quedó reducida a sistema de control total de los
nes, segundad de empleo. . . y las que surgen de la «vocación» el cuerpos y de las almas, a sistema de puro adiestramiento cuyo ob­
amor a los niños, el deseo de compartir el conocimiento el c¿m­ jetivo es destruir toda subjetividad autónoma. Estos textos y tantos
prom1so . en l s movi ient s educativos ... Es obvio que �l primer
? ?1 ? otros, menos conocidos y a menudo menos brillantes, oontribuye­
orden de motivos esta �ons1derado como un poco sucio y que el se­ ron a instaurar una vulgata antjinstitucional aplicada a la escuela
gundo es netamente mas honorable. Todos los análisis sobre el re­ «cuartel» o el hospital «totalitario».
_
clutamiento de los trabajadores sociales, de las enfermeras y magis­
trados reproducen este mismo anclaje, que en el fondo no es otro
qu e el d� lo sagrado y lo profano reinterpretado bajo modalidades
_ , El individuo y el sujeto
psteologteas.
Aunq_ue la vocación sea definida por lo «alto», J).QK el sacrificio En nada quita fuerza a esas críticas ni a su buena fundamenta­
de u_no mis11:10 en val?res trascendentales, o que sea definida por lo ción recordar que, en el programa institucional, esa voluntad de
,
«baJo», por va_l ores mman�ntes concebidos como un rasgo de la control siempre obedece a un proyecto más amplio: revelar o res­
_
persona!idad, sigue siendo_ cierto que, en el programa institucional, taurar u n sujeto; ese recuerdo tampoco es ingenuo. Foucault lo
el tr �b � Jo no queda redu�1do a un simple oficio. En este marco, la percibió claramente al considerar que la promoción del sujeto es el
_
legitimidad ?e los profes10nales no es estrictamente técnica e ins­
�rum��tal, smo que también se debe a los valores con los que se
1

iden!ifica, en mayor o menor medida, a los profesionales. Aun con


t
22. M. Foucault, Surveiller et Punir, París, Gallimard, 1975 1975 [Vigilar y cas­
s ?rdma, la dimen_sión vocacional persiste, ya que todos los profe­ tigar. Barcelona, México, Siglo XXI]; E. Goffman, Asiles, París, Minuit, 1968.
s10nales del trabajo sobre l os otros se verán enfrent::i dos un rifo rnn
44 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN [L PflOGRAIVIA INSTI fUCIONI\L / 4 5

�a rr.iit10
_
a l a suj e ción. El a sil o y l a pri sión q uier en de struir a l vi ej o alte ridad te óri ca sobre cuyo trasfondo se ha construido la Mo der­
mdividu o p a r a h acer e m erger a un nue v o suj e to , ya sea m e di ante l a nidad de be reco n o ce rs e que, sin ern ba rgo, define un tipo de actor
a lquimi a c o nductista d e la psiqui a tría , o bi en graci a s a la m ecáni­ total�ente va ciado por la sociedad, tota lmente iden tificado con su
ca m o ra l de l o s c a stigo s e l a b or a d os p o r Becca ri a en c ontra d e la rol y con su filiación. 24 En e l m o delo de u na s ociedad holist� , � l in­
tortura en el s i gl o xvm. P or o tra pa rte, e n gran m e di da sól o se re­ dividu o se encontraría to talm e nte de vorado por la co l ect1v1 dad,
h ú ye la crítica instituci on a l si se crea otra institución �ás « a utén­ priva d o t ot a l mente de i ni ciativa i n d�vidu al. En un estado d e � enue
,
t�c a » . L os movi mient os crítico s de l a s instituci on e s p e dagógi c a s difere ncia ción s ocia l, e l actor n o sen a m a s q ue eso que l a s oo e dad
si empre h a n a pelad o a l a creación de institucione s a ltern ativa s a hizo de él su subj etivid a d y su v ol untad serían tan sólo las del gru ·
m enudo más « to ta l es » , más v ocaci on al e s y más ca ris mátic a s q'ue po que a �ada insta nte ejerc e sobr e él un control. Su Yo y e l N�so­
l a s rech az ad a s. Sól o un a institución nueva pue de libera r l o s defec­ tros del grupo e sta rían poco dife renci a d os, sus ge stos y sus tecm ,
� as
tos d e la institución tot alitar i a ; l a crítica contra la institución esco­ s erían la s pr opias de la tr a dición, y sus mot1vac10nes lo lle: anan
l a r lleva inexor a bl e m e nte a crear insti tuci on e s ped agógica s a lter­ ú nica mente a mante n e rse en su lugar, su rang o y su honor. 1' sc a c­
_ a s situ_
n a tiv a da s b aj o el a m p a ro totémic o d e un p a dre fund a dor y tor estaría co l m ado p o r la s o ci e dad y, s egún una fórmul a -más un
0

en _el p eo r de l o s casos, a la secta.23 Igualmente , l a antipsiqui a t�í; p ostula do que una o bservación--, casi n o s e ría posi ble h a b l� r d� � n­
_
qms o de rnba r l a s m urall a s del asi l o p a ra restaurar la purez a de la dividualida d, y a que J a s ocialización a plastaría l a � ub¡: tivac10n.
voc aci ón psiqui átri ca id entifica da con pers on aj e s c a rismátic os. Ade más, el orde n de l a s cosas y l a s tr adicion e s n ec e s1tan a n la for-
El pro gram a institucion al reposa s o bre la r es o l ución de una m ación de este t i p o de act o r.
p a r a doj a fund amenta l . En un mismo m ovimi ento s ocializ a al in­ Para t od a l a tr a dición soci o lóg i c a clásica, l a m o dermda d es de ­
d_i viduo y pre tende constituirl o en sujeto . L a creei;cia en la conti­ finida c om o el paulati n o sugim i e nt o de la individu a lidad, como el
nui �a d de dich o proceso resid e en el n úcl eo íntim o del progra m a afi anzami e nto d e l i ndivid u o e n ta nto que acto r s ocia l y s uj eto.
_
mst1tuc10n al . Por una p a rte , la institución s oci a l i z a al ind i vidu o tal Para l a mayor p a rte de l o s a utores clásicos, la di visión de l tra baj o
cua l es, le inculca un habitus y una identid a d c onforme a l o s re­ residirá en el orig en del proceso de i n dividualización. Ella ha rá
qu isi �o � de la _ vida s ocia l . P or otra p a rte , como ap e l a a v a l o re s y emerge r l a n oción d e rol q ue i mplica una s ep a ra � 1ó� � ntre los a c­
_
pnncip10s umve rsales, el program a institucional arranca al indivi­ tore s y un a pr om oción l e gítim a d e sus intere s e s mdi v1dua �e s, una
_

du o la mera i nt�graci�n s ocial, configura a un suj eto capaz d e finaliz ación de un e ncl a ve de l a s c o m unidade s, ci e rta m ovilida d Y
domma r y constrmr su libe rtad por gra ci a de la fe o de la Ra zón. una a uton om ía r e l ativ a de l a s c o ncie ncia s. Esa di fe r enci ación so­
25

Enunciémosl o de ot�o m od o : la s oc� aliza ci ón y la su bj e ti v ación se ci a l ininterrumpid a t am bién forma p a rte de la instalación de l m o ­
enc a dena n en un _ _mism o proceso. Es a es la verda dera m agi a d el n oteísm o , pues l o s individuo s de b ería n cree r en un s ol o di o s q � e ,
.
program a mstituc10n a l , que pr o duce un individuo a utón o m o es como explica Tocquevill e , sea a l a vez único y p ers o n a l, e n un d10s
'
?e cir, un_actor �o n_forme a l a s n o rmas, a l a s regla s s oci a l e s, y un su­ que vue lva co mpatibl e s la división de l tra b� j o, l a i gual �fad fund a ­
_ _
¡eto due n o ?e si mISmo, un i ndividu o cuyo Yo r e flexivo nunca pue­ mental de l os individu o s y la unidad d e la vida s ooal. En esta m o ­
de confundirse d el tod o con su Yo s ocial. En e llo el progra m a i ns­ derni dad, l os actores ya no se rig en por códigos, sin o por valo res
tituci on al h a sid o profundam en te m o dern o .
De el! �, la _ s ocied a d tradici on al no tuvo necesida d de un pro­
.
gram a mstituci o n a l ta l como se d efine a quí. Al i gu a l que se consi­
24. Además de E Tonnics, Communauté et Société. París, Rctz-CEPL, 1 977 1 Co­
dera que el hombre c om uni ta ri o , el hombr e de l a tra dición, es pura
munidad y asociación, Barcelona, Edicions 62, 1 979], se encontrarán representacio­
nes de este hombre comnnitario en D. Ricsman, La Foule solitairc. París, A 1·thaud,
1 964, y especialmente en L D umont, F'.ssais sur l'individualismc. París, Se L; i l, 1 98 3 .
_
25. Por ejemplo, R . Castel describe e n esos términos, l a « desconvcrswn » d e l a
23. Recor�emos el éxito de temas de pedagogía institucio nal y el sociedad feudal: Les Métamorphoses d e l a question socia/e. Chroniques d u salarial.
, del libro de A .
S. Neil, Libres Enfants d u Summerhill. París, Maspero, 1 9 70. París, Fayard, 1995.
46 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓ�I
EL r'ROGRAI\IIA INSTITUCIONAL / 4 7

cada vez más universales y capace s de decidir s u rol y sus necesi­


De manera m e nos trágica, la filosofía política de los griegos_ n o
dades idiosincrásicas. Los deberes interiorizados son reemplazados , tra cosa I a a u tonomía consiste e n obedecer a ley e s propias,
por las convicciones. El individuo debe ser orientado por s u propia decta o · ·
q ue son también las leye s d e l a cmdad; pero e s una o bed.iencta · re- ,
J

brújula, pero todavía hace falta que ésta señale el mismo norte que
nt - 2 8 Q u e 1 as ¡ ey e s d e l a m-·
las de los otros. Entonces la socialización deviene una actividad fleja reflexiva como se dice actualm e e
_ �
esencial y, en una dimensión teórica, se presenta como una suerte d d �uplanten las de Dios e n n ada camb1a _ e l asu �1t� ; tampoco si s e
de equivalente general del pensamiento sociológico clásico. Expli­ r:emplaza ]a fe con la Razón. El domimo s�bJ et1v ? per_s onal es
ca las conductas de los actores, e s decir que s e an sociales, y suma con forme al gobierno de la ciu dad, lo cual difer encia la mdepen-
. . .
una libertad subjetiva a la objetividad de los acontecimientos y las dencia, la capacidad de hace r e so q u e nus de seos _Y mis i:1tere��s m e
.. funciones sociales. La libertad del hombre moderno irrumpe en dictan, de la au tonomí� , �ie. la lil:e rtad d\f �mma� rr�1 acc10n e�
tanto olvido de la socialización y en pro de la independencia de jui­ nombre de normas y pnnc1pios umversal�s. En la � md_ad d e los f�
cio que esa socialización posibilitó. 26 , fos del Iluminismo , como en la Iglesia, la obed1e ncta cre a la li-
1 oso
bertad, p u es engendra una re serva, u na conse :v ��10n · , de ¡ a d.istan �1a ·
El programa institucional e stá para llevar a cabo es e «mila­
gro » . Como demuestra Dumont a propósito de la Iglesia, que en­ (quant-á-soi), u na capa�idad �rítica, u n_a posibih�ad_ cl_e oponers� �
cierra a los individuos en ritos y dogmas compatibles con las exi­ las l eyes cuando dejan ae s er ¡ustas. Mie ntras el md1viduo no ob �
gencias de una vida social profundamente no igualitaria, moral y dece m a' s qu e al mercado , q u e a sus dese os «natural e s » y a las n_or -
mas sociales, el s u j e to ob e d ec e únicame nte a si, mismo, · 1?, cu a 1 un-·
conservadora. La Suma Teológica de Tomás de Aquino instala la
imagen de la Iglesia como cuerpo de Cristo y como modelo del Es­ plica una socialización espe cífica re ferida a 1� �onc: pc�o ? de u

tado y de un orden consagrado c uya e sencia religiosa son los dis­ universal no social. En e ste con�exto, la ;e flexividad i1:dividu al, e
tintos cuerpos, los cuales son eternos y se integran en u n organis­ �niv ersal y el programa institu c10nal estan en parte urndos.
mo querido por Dios.27 Pero al mismo tiempo la Iglesia afirma que
la moralidad social está sometida a una moral no social superior,
concilia profundas desigualdades de rango y carácter con la pro­ Un program a m oderno
piedad de un alma personal q u e tiene, bajo la mirada de Dios, e l
mismo valor que las restante s almas. De por sí, una parte de cada La imagen de la socialización de sarrollada por la s �óología �lá­
_
individuo le pertenece: su parte divina y parte de autonomía y de sica s e inscrib e en la misma trama, pero d : u n _ �odo tno Y_ objetivo.
conciencia, y hasta de libertad. Visto q u e el mundo católico siem­ El re lato más conocido q u e asocia �� fabn �ac�on de md�v1d��s a la
_
pre oscila entre e stas dos posiciones, es algo que está en juego de la modernidad e s el de Elias. 30 La noc10n de m �1V1du o no i1:1pl�c� q u e
_
larga querella de los Universales. La Iglesia socializa y subjetiviza se opongan dos natural e zas o dos esenci � s diferentes: e_l mdivid�o,
simultáneamente, afirma que la obediencia libera. El célebre texto libre, particu lar, aleatorio, racional o pasion�I, y la socie dad, ob¡ e ­
de Pascal r e specto de la adquisición de la fe q ue sobrevendrá « por tiva, me cánica, ciega, asfixiante . . . Las s ?ciedades modernas no
_
añadidura» no dice otra cosa. En primer término, hace falta ora r y oponen individuos libres a sistemas m ecamcos,, por e l buen motivo
«embrutecerse», olvidar la individualidad para q u e la fe, e s decir,
la experiencia subjetiva más fuerte de la individualidad, s e impon­
ga y revele el sujeto a sí mismo y a s u libertad. 28. Cf . c. Castoriadis, La montée de l'insignifiance, Les carrefours du labyrint-
he, t. IV. París, Seuil, 1 992.
, . .
• C,alhmard,
29 · Cf · A · Renaut J,'í':re de l'individu. Pans, 1 989.
' ., •
2 6 . Al respecto, cf . E D ubet y D . Martuccelli, «Théories de la socialisation et 3 0 . N. Elias, La civilisation des maJurs. Pans, · Ca ]mann-¡,evy,
· ] •973 ,· I., a Soctete
/ . .· .
définitions sociologiques de l'école», en Revue Fram;aise de Sociologie, 4, 1 9 96. des m . ·dus. pan•5 , Fayard , 1 99 1 [ La sociedad de los individuos. Barcelona, Ldinons
· d,ivi
27. Cf. al respecto C. Dubar y P. Tripier, Sociologie des professions. París, Ar­ • . de canz
62 í 9 90]. La tesis de Elias ha sido sometida a una fuerte cntJCa . · · ,. sm
· h lSronc
f
que ª re­
_
mand Colin, ·J 998; E . Kantorowicz, Les deux corps du roi. París, Gal!imard, 1 98 9 . e�bargo, en este caso nos interesa menos la validez histórica de d1Cha tesis
presentación de la socialización defendida por ella.
EL PROGll/lJVIA INSTITUCIONAL / 4 9
48 / EL DLC:LIVL DE LA INSílTUCIÓN

pren d iendo la más ínti ma, que se ubica, sin ;ncdia� ión, bajo la re­
el � que esas socieda d es_ están integradas por ind ividuos, pero tam­
,
� 1en . �:orq �,e esos 111 d 1 v1duos son resulta do de un proceso d e socia­
gla de Dios, la del soberanc� º. la ?:
la Raz�m. As1 es que, �uanto
hzac1on. En esa representaci ón ya clásica de la soc ialización la más las disciplinas de l a soc1ahzac1on reenvian a normas urnversa­
oposición entre holismo e indivi dualismo no puede tener sentido les más el actor se consti tuye como ind ividuo y más ese in d ividuo
ontológico. n La socie d ad de los i nd i vi duos se produce de manera pu�d e ser un sujeto . El actor f1:e_rtemente soc_ia_lizado se vucl_ve _ ex­
holi st_a Pº'.que es una cultura y uw sociedad lo que engend ra a tremamente atento a su autentici dad, al dormmo d e sus sentumen ­
ca �� m _d 1V1d;1(� . A c �usa el� el! ? , este i ndiv iduo no es una represen­ tos, se vuelve serio y mesurado como el burgués, en contra del aris­
tac10n 1deolog1Ca, rn una f1ec 1 on o el mero efecto de una creencia tócrata que sólo es i nd ivi d uo en l a desmesur� d el �onor, d e l o�
en la medi d a en que el Yo autónomo, la conciencia de sí corno in� gastos suntuarios y de la satisfacción d e sus pas1ones. ' 3 P � rq1: e_ esta
_
sociali zado bajo el régimen de normas umversales, cada m divid uo
divi duo, resulta_ d �l p �c:ceso mismo d e la civ i lización que implica
_ se concibe como una mónada indepen d iente, atento al self control
una fuerte m tenonzac1on de las normas y d e l os valores . M i entras
e l hombre d e la tradición es�aría determinado solamente por el _ d ivi duales se trans­
y a la racionalidad ética. Entonces, la,s p� siones in
. forman en sentimientos sociales autenticos y dignos, como el amor,
control social de la comuni d ad y por su inmersión en la cultura d el
grupo, el i ndi vi duo de la mod erni d ad se vería conducido a contro­ mientras que los intereses individuales se vuelven legítimos porque
larse a s � mis�10, �uiado por su propia conc i enc i a y vigilado por son pasiones «frías» que exigen el �orninio d e _ sí, el cálculo, la ca­
,
sus prop10s OJOS. El actor de la tradición confundiría su moral con pacidad d e proyectarse en estrategias comple¡as, en economia y
la d el grupo, el ind ividuo de la mod ernidad elaboraría una moral me d ida. 34
propi a, se volvería su propio juego. Todo el razonamiento d e Elias El control d e sí y l a autonomía fundante del in d ividuo procede
se dirige a d emostrar que esta conciencia d e sí no proviene d e un entonces d e una d isc i p lina, d e un apremio interiorizado que sepa­
d efecto de socialización s ino, por el contrario, de una acentuación
ra al ind ividuo de la sociedad y l e permite ver el mundo como un
d e ella. Entonces, cuanto más me socializo, más me convierto en
paisaje, como un mundo objetivo ext? ri? r a él y sob'. e ?l cual p r � ­
yecta su subjetividad d e manera romantica. . La apanc101_1 . de ! md1-
indi viduo o, para d ecirlo de otro mo d o, cuanto más me soc ializa­ _
do, más sujeto soy porque interior izo la obligación de ser libre y, en vid uo noé se produjo por el d ebilitamiento d e l control soo� l sm?, � l
consecuencia, de ser m1 propio censor. En ese punto interviene el contrari>, por su acentuación. Cuanto m�s fuerte es : Sta mte non­
_
programa insti tucional. zación de las reglas percibidas como umversales, mas se exige el
dominio d e sí más se instala el tema de la inhibición, la inhibición
La división d el trabajo se dio sobre todo por la formac i ón d e l
, de una parte �nterrad a en la naturaleza y en el mundo infinito de
Estado moderno que h a debil itado los lazos comunitarios, ha pues­
. los deseos . Si yo no transgredo las leyes, es menos para escapar al
to a todos los su¡etos bajo la m i rada el soberano, y de esta manera
se extendieron las costumbres d e la sociedad cortesana. 32 Como la castigo y a la vergüenza de dar la cara que para es� apar a �a culpa­ _
coord inación <le la acción ya no puede realizarse al calor d e la co­ bili dad surgid a de mi d ebilidad ante la parte maldita de :11� mismo.
.
M i entras e l ind ividuo mod erno se percibe «como un mdiv1duo que
rnu �\i dad y de � as relaciones cara a cara, todo el trabajo d e sociali­
zac10n d ebe orientarse al control de sí mi smo. Este autocontrol en­ nunca ha sido niño», la pérdi d a de control de sí destruye al indivi-
gendra la prod ucción d e una fuerte conciencia d e sí de un Yo
constituido para que ca da uno construya su vi da per¡onal, com- 33. G. Simmel observa a este respecto que el individuo del Renacimiento resul ­
ta mucho más « real», viviente y autónomo que e l individuo abstracto de l a Ilustra­
3 L Por este motivo, la q u erella entre individualismo y holismo puede tener ción: Philosophie et Modernité. J.a femme, la vil/e, /'individua/isme, trad. al francés.
un sentido metodológico; es más, suele tornarse absurda cuando aspi ra a un senti­ París, Payot, 1 990.
do mayor. 34. Es todo el terna del rol "civi lizador» de los intereses: A. Hirschmann, Les
32. N. Elias, 1 ,a Société de cour. París, Flammarion, 1 98 5 ¡ La sociedad cortesa­ Passions et les [ntéréts. _Tustifications politiques du capita/isme avant son a{Jogéc. P a ­
na. Madrid, Fondo de Cultur;i Económica, 1 993 / . rís, PUF, 1 980.
5 o / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN
EL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 5 1

d uo abr iendo las pu


ertas al niño y 1
más «descivilización» puede retorno de lo rep rimi do, y Se trata entonces d e u n a cultura universal, que a priori vale

zación.
desar ro ar se
ª lª sombra de la civili- para todos los sere s hum anos , que a ncla la subjetividad de los in
Toda la fuerza de la demostr divi du os porque les permite ser más c ríticos, más reflexivos, más
ación de El'ias rep_o
la resoluc ión de una paradoja s a entonces en consc ientes de sí mismos . «La inteligencia se vuelve y deviene cada
,
es 1 u c 1.on que esta ,
tro del p rograma instituc ion;f {u situ ada en el cen­ vez más u n elemento de la m orali dad». 36 Así es que , porque la es-­
. a muestra que, en
el proyec to cuela de la República, co mo la de la Iglesia antes, arranca a los ni­
mi smo de la moderni dad
c ua do se trate de
del Antiguo Régim ; ��1 _
� , u na m oderni dad ños de l as costumbre s de s u familia, de sus mores y hábitos, l es per­
en la o a I·
sta concebi da com mite ser actores de u n mun do más v asto y, por eso, convertirse en
ceso �aradójico de ��� ;: ; o u n pro­
cr � ación de c de actores con_forme suj etos capaces de evaluar s u mundo y su experiencia des de u n
de S�J etos conscien s, y
. ��s ! con cap ac
tes de sí mismos obl:
ser libres y gobern
ar su s vi das H
' ba
i dad p ara punto de vist a u niversal. Seguramente, la escue la introduce la cul­
ªl °�
pn nc1p1? de conti ui dad de tura de los muertos y el mundo tal cual es, fij a la memori a, las
control soc ial a l a
s ubj �tivac ión.
hemos denominado p rog ra
¡ :�:!�

ncra car acte nza o
l que
l
identidades y los hábitos social es, pero, y éste es el milagro, despe ­
m a instit ci�
ga al actor de sí mismo para hacerlo u n individuo a la vez singular
y u niversal. 37 La histori c i dad nacida de la d ist ancia de la c ultura y
Un iversalism o, discip lin a y con de la socie dad se transforma en subj etivi dad personal.
trol de si En este aspec to, explica D urkheim, el conteni do de la c ultura
Baj o el im per io del uni ver sal d ifu ndi da cuenta menos que la fo rma de su d ifusión, que la d isc i­
plina propiamente dic ha. D ur kheim no habla casi de program as y
El p rogram a i nstituc ional n de lecc iones de moral, c ree más en la efic acia de la forma escolar.
o pu ede c�mp¡ Ir · s u tarea sino en la En la escuela element al, el niño queda ence rrado en una «moral
medi da en que se funde en
v 1 e p cib
Mr. entr�s la d ivisión del traba idos co1!1o um· versal es.
a or
obj etiva», según l a fórmula de Pi aget. E stá como hipnotizado por
s er
j o acentúa~1 as dI' fe_renc1as entre el m aestro , aprende a controlar su c u erpo y su s «pulsiones infanti­
tores, sie mpre encerrados en los ac -
las e �nas so�1ed_ade que les», adquiere hábitos que se rán más que hábitos . El trab aj o esco­
c iu dades, las clase � son las
s soc iales y las h��
cesarias po rque ellas p ropone ras, las m st1tuc1 ones son ne-- lar se centra en la repetición de ej ercicios presentados como otros
, n cu a dros y princip ,
r·os m as tantos ritos formales : aprender de memoria, recitar, copiar, poner ­
m as universales desde valore: I. . vastos,
d 1entes hasta situaciones se en fila, responder c u ando se hacen preguntas . . . E n la enseñ anza
n
e
p artic ulares . So� burocráticas � ;: ; �
e a en que apelan a secundari a, esta di sc iplina se d iver sifi ca, los múltiples profesores
abstractas y rac ion reglas
ales y w;eber_ recu� rda que e
minar todos los aspect¿s de l l proyecto d e do-- ree mplazan al m aestro úni co. Los e j erc i c ios son menos escolar es; a
a ex1stenc1a es una
b urocrac1.a m oder na· Para D . « 1 os .
de ¡ as fuentes de 1 a medida que se incrementan los estud ios l a d isciplina se distiende
u rkheim m ivi d uos que compo - porque los alumnos y a e stán disciplinados. La d ivis ión del trab aj o
nen el mun do mo
derno son de t�1 m
' d
odo difer entes unos
que casi no tienen nada en co , mu de otro s
n entre ellos, salv
homb re original · No p u ede n o la cali dad de
conservar la homogene1· da d .
sa 61e p ara todo con .
sensº s? c1a1 mas , m dr' spen- 36. E. Durkheim, L'Éducation mora/e. París, PUF, 1 9 74, p . 1 0 1 . [La educación
también pareci dos por e1 urn , que con la condic ión de ser moral. Madrid, Morata, 2002. j
. co asp ec to en que 37. No ignoro que esta concepción de la educación de Durkheím, una concep­
dec1r, en tanto que se p arecen to do s,
son seres hu manos» es
.35 ción fuertemente heredera de la racionalidad de la Ilustración, del todo hostil a Rous­
seau, pueda parecer como perfectamente contradictoria con la concepción durkheimi­
niana de los « hechos sociales» y del dominio de la conciencia colectiva sobre las
35. E . Du rkh eim, Éd
� ucatzon conciencias individuales. E D ubet, « Durkheim sociologue de l'action: l'intégration en­
., · y S oczo
• ¡ogze
. París PUF 199 3 pp . 99 1 0 0
cton y sociología. Barcel . [Educa- tre le positivisme et \'éthique» , en C.-H. Cuin, Durkheim d'un siecle a l'autre. París,
ona, Ediciones 62, 1 9 90 ' ' ' -
.] PUF, 1997.
52 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓI�
EL Pf,OGRAMA INSTITUCIONAL / 5 3

s� i1:1pone prog:esivamente y los alu


mnos deben dar prueba de m . 1·_
c iat 1va . Al termm ar los estudios también ciendo de la pe rsonalidad una u nidad singular. Así, el psicoanálisis
nos se t en 1 a l"b e s deseable q ue 1 os a1
um ­
1 tad de cn. t1. car cie rtos aspecto permite comprender los mecanismos de ese proceso de socializa­
mas J� º 1 , t : escola es s de los progn - ción a la ve z social, común, y psicológico, singular. Este pasaje no
filos <�ía :o �e� : s�r �:muy escol � . El buen alum?o de la clase de es posible sin que las interaccione s de la socialización formen siste­
, ar», i;o puede s mo demostrar
espíritu de rebe lion, aun_q ue no se un ma, al mismo tiempo que e sos sistemas particulares pongan en jue­
- 1-ª : q ue domma s ufic
_ a mas que con el objetivo de d 4
most e- go orientaciones culturales globales . l La relac ión con la m adre se
ientemente las reglas com O par .
Paz, de J Ugar, para mostrar que es a ser c a··· desarrolla sobre el modo de la fusión y de la integración, gracias a
un individuo por que 1 as norma
son suyas, normas q
ue lo hacen menos s um iso . s los cuales el niño accede a las dimensione s más comunitarias de la
, • porque es capaz de
autonorn1a . _'· 8 cultura del grupo como fuente de satisfacción de su s necesidades .
Evi dentemente, ubicado todo baj Como es sabido, según un relato que se ha vuelto canónico, la in­
o el reino de 1 um versal, e l
pro_grama institucional varía sen te rvención del padre rompe e sa dependencia y esa fusión con la cri­
siblemente de una c u�tur a y de
sooedad a o tra: Por e · una sis edípica. El niño no toma conciencia de sí como ser autó nomo
. . J emp1o, 1 os doce ntes franceses se centran
en la transm1s10n de
sa beres q . le má s sino en la medida en que el padre y la ley que él representa le re­
s s c� legas mg se�, �ná � preoc u-
pados por el nifio. 39 Pero en to� � primen para disolver la fusión del amor materno . Da igual si el
: sl
ense al menos e l d �gm� de no Íifi�Ii: r
proceso no es idéntico para los niños y para las niñas; la interven­
1 .
nar. _ f programa mst1tuc10nal es �� baj :; � ���;2 ����f;i:!
entonces menos un cat
ción del padre y de su e quivalente hace acceder al niño a un mun­
coni_unto de _ reglas ins ecis mo un
c ritas en los frentes ' do más complejo, más exigente, capaz de proponer muchos roles y
un tipo partic ular de relac ión de lo s mon umentos, qu
social.
e qu e le obliga a sobresalir. Es la llegada de la abs tracción y la prohi­
bición. Parsons demuestra qu e esta tensión fundadora tiene s u ré­
plica dentro de l marco escolar; e l grupo de pares permite socializar
La rela ción c o rno i nsti tuc
ión las decepciones y las frustrac iones, mientras que la lógica escolar
de por sí lleva hac ia un desarrollo de la abstracción, de la comple­
E s lo qm� demuestra también Tal jidad y la diferenciación soc ial.
cott Parsons q en_ e es fuer -·
za p�r c � mb ma r una concepci ón � En este caso, no es exagerado dec ir que la relación educativa
clásic a de la so�i t
t�or1a psrcoa�alítica fr z c1 0 con la funciona como una institución en la cual existe una tensión, si no
e udiana _ 4o Al igual qu
e Du r�<�e�m ; r son
ad funcional y formal ent're ª1a
prensa que existe una contin uid s una contradicc ión, entre una soc ialización compacta en la cultura,
tur a (los val re� ) ' 1 a s0c1e
· dad (l? s r?les ) y las p cu l - y una subjetivación que obliga al actor a sobresalir merced a la
. ,
motivos de i°a acc1on ) . La sociah . z ac1 , '. e rs ona lida d s (lo
0n t1e . º,
e s fuerza de la ley y de la prohibición. Empleando el vocabulario de
1- f u
esta continuidad entr George H. Mead, uno podría decir que la relación maternal favo­
e la estr uct u ra socia?�
�� p;:�� �ii�:�� �:�
rece la formación de un Yo mismo[Moi] poco distinto de un Noso­
tros, o sea una díada, mientras que la relación paterna, p rohibien­
3 8 . Este tema de la cues tión para º
dóJ ica de ha, cer do esta fusión, al hacer intervenir un otro generalizado, favorece la
- un d eber esco lar sm que
y J · -C pase on, J,a Reprodu
mas iado esco lar lo pone en ev1· •· sea de- formación de un yo [JeJ, de un s ujeto que no está totalmente iden­
de11cu. ¡>. !',ourc¡1eu ·
es
L ( onctio ns du systeme d'enseignement. p • º . · r ction:
mentas para una teoriºa d,f
ans ' M mu1 t, 1 970 ¡¡,a re/Jroci
_ ucc1
·· tificado con la comunidad. Bajo formas diferentes y en grados de-·
0n: ele-
e sis• tema de ensenanza M
39. P. B road focJ t Y M Os·b orn, · ª
d n'd ' Edº
, !tonal Pop ular, 200 1 J. siguales, e ste si ste ma se r eplica a lo largo de toda la vida. Por ejem­
. · "Teachers's con -ept" ons. o f h . plo, explica Parsons, una socialización escolar eficaz supone que e l
p onsab 1l i.ty : sorne intc rnati . . · sons , ' e i
.
_: e i• r p 1 ofess10na l res-
ona ! co m pa11 . », en (,omparat1ve F,ducation
1 9 8 7. ' nº 23
� ' p . ,J�
"
40. A l respecto, D . Ma rtucce
1 99 9, pp. 8 9-99 .

- - i, Socio . ¡og1es de la modernité. Parí
s, Gal lima rcl, 4 1 . T. Parsons, Social Structure and Persona/ity. Nueva York, The Free Press,
1 964.
EL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 5 5
54 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN

d is c ipl ina y a d ese ar c on ? cer


.
a l u mn o « a m a » a l m aestr o o a l a m aestra , tra b aj a p ara ser a m ado , nat uralmente a p l ega rse a l a ?� � st h -­
im_, l a n aturalez a hum
�ar a F reu d co m o p a ra D ur� he
one
p e r o exige s o b r e todo q ue el a l umno comprenda q ue n unca s erá
a n e a e

ms o a b1e s c u an d o n,o e sta l imit a da p o r


am ado p o r el ma es tro y q u e cleb er á amare s o q ue el m a estr o _o l a cha sin o de dese os si em p
1
re e s u n
que e lla mis ma . N o s o l,o el. h om b
re a

m aestra arpa , e s dec i r el sa b er, l a R azón . . . En el p r ogr ama i ns titu ­ n ad a que no sea o tra c osa m ya q ue no
q ue es peligro s o p ar a s 1 rm
c io n al , n o de b o a m ar a l sac erd o t e p ar a a m ar a Di o s, no de b o a m ar l o b o p a r a el h o mbre, sino
s o
e ent o � p ren d�r
o n atura l m e n te . D eb
a l m ae str o para a m ar el_ conocimient o , no de b o am ar a l mé d i c o p u e de s atis facerse viv ien d
n es a
casti-­
régim en del mi
n te e l igi e n do el ú n ic o
p ará t en e r c on fi anz a en la c i enci a y anhe l ar l a cura . . . E s to s senti­ a v ivi r ap ac ib leme
edo al
ez h um a -
re h ac i a s u verda der a nat ura l
miento s n o s on más q ue m edi o s , y n o s e i ncr e mentan s i n o un a vez go . P ar a c onducir al h o mb
a
. . p_l'ma .
q ue se s ep aran , co m o un o se sep ara de s u m adre . Cuando l os sen· n a, el p rog ra ma inst
ituc i ona l deb e p asa r p or 1 a diso
é Gir , l�s s o o eda d es tr a d i-
tirni ent os y l as pa$i ones .instalan su imperi o , el p r og rama ins titu ­ Si se acepta l a pro puesta de R
ard
c�os c ol e ctivo s a pe l a n d o a l a
en

ciona l s e v e perv erti do , u n tabú es violado . e n l a s falta s c o m o a


c i ona l e s c oncib n en­
n to de l gr up o de p erte
a la s a n c ió n de l � o n J�
P or l o ta nto no de b e a s o mbrar no s q u e el pr ogram a i nstituc i onal resp o n s a bi li dad y s las fa l­
at o n o acus ado d e toda
lai c i z ado h aya en c o n trado , d uran te es tos últim o s añ o s , sus m ej ore s cia de l o s cu l p43 a b l es o a l chi v o expi
o m o en e l der e ­
o Te st am ent o t ant o c
defenso r es entre l os p sic oanalistas , s o bre todo e n lo que se refi ere a tas colectivas . E n el Antigu s o b re l? s p u e blos , s o b
re l o s
o s c a stigo s se ab atí an
conser va r el aspec to d e l a Ley, p ara op onerse así a la « indife renci a ­ ch o m er o vi n gi o , l M ary D o �gl as
ció n » de l o s r o l es se x u a l e s y, de m odo g en eral, p ara de fender un a cl a nes , s o b re fi l i ac
i on es enter as . . . L a antrop o lo ?a _
n p ara p o ner vi o a el c a r acte r
figura paterna conce bida com o vía de acceso a la c u ltura y a la sim­ se ap oy a e n esta represe ntac ió
en e den
ue l �alt _ s c arga da p o r
b oliza ción .42 En e l r el ato psic oanalítico , como en el programa i nsti­ «mo dern o » d e la n oc ió n de p eca do , y a q
a a e
iz sm , po r l·a, fue r-
tucional , el pro fe sional pi §Oci al i za n i ed uca al o tro si no e s conce ­ . ·du O . N o só l o la fa lta se i ndivi
· d ivi -
o
- da m
44 dua l a

de b e s e r pr ot e �i
1 agres i o n c o -
z a d e la c u lpa bil id ad , e l s u jeto
ca
bido com o el m ediador d� p�inéipios generale s. M ás a ún , verem os
do d e a
. D es d e � nto n ­
o ci al s ea s anci o n ado
que alg unas p r ofesio nes , c om o l o s tra b aj adore s soci a l es , h an des­ lectiva liber ado de que el s er s emp o s ��v al s u J et�- A
r l a fa l t a y al mis m o ti
cu bi erto en el m od elo psicoan a l ític o la p ropi a fig ura de la r el ac ió n ce s, p¿de m o s cas tiga
ar
� ora l , y e st e
o se v ue lv e una � c o_o
i nstituci ona l; p a ra soci a liza r y a yu d ar a todo s l os frustr a dos p o r l a pes ar de su cru el dad , e l c a stig
n
i l . E l cas ­
vi da, es necesari o rep r oducir sin ces ar l a e s tr uctur a d e esta escena l s ent i do de las pu n i c i one
s en el p rogra m a mstitu c ona

avie so , del criminal , de enferm l


��g� del pecad or, de l a lumn_o �r
o
rac i o n a l fu nda d o ra.
� ma ner � de a s g
o s ufnm i ent o , � s � n
cas tig a do p or s u p ro pi
e ura r s u

s e si enta c ulp b Y
d c ión de q ue e l m d 1vi duo
sa lva c ió n , c on l a c o n i
a l e
e ?e a p ­
r sti ana , el pecad or s e �
que confie s e . E n la tradición c i
rre en
La violencia y la salud
ar el alm a , l a_ p arte d
ivm a . S� c
tir y aceptar el castigo pa r a _sa lv
rea

tituc 10n a l q u B c n p ga hao_end o


Si el program a in stituci onal funciona má s p ara l a d isc iplina tod a una ca suís tic a i ns
ec a a rolo n
se a dhie re �
e
edenc ió n s i e l c u lp a b le
que p ara la r eco mpens a y s i el p s icoanális is ll ega a reforzarla , p o r del castigo racional u na ví a d e r �p a part i­
c i ona l e sc ol ar se p reoc
más que n o s ea e l di señ o má s p erfecto , este p rograma rep o s a s o b re la s anción . 5 El progra m a inst itu se r m ora l y _efi c az, p ar
a
4

r o b le m a , y a q u e , pa ra
un a an tr o p o l ogía n eg ativa . P ara la Igl es i a , el p ecado es p r ime ro y cu larme n te de e st e p da , desp ro ­
c o la r de b er ser m � d�
p or e s o de b e de i r c ontra el m un do . P ara l a e scuel a catól i ca o re p u ­ pro mover al s uj eto , l a s anción es
e ser n e utra y o b1 et1v a . « El ca s-
blican a , hay q ue pr e d isp oner y ad iestrar al niñ o , ya q u e nada le di s - vista de cru elda d y « s a d ismo » , deb
ncia Y lo sa­
é. Parí s, Grasset, 1 972 [ La viole
42. Con relación a esta problemática, muchos psicoanalistas h an intentado ol­ 4 3 . R. Gira rd, La Violence et le Sacr
vidar el rol crítico del psicoanálisis, que, al menos en los tiempos de Freud, señala los grado. Barcelona, Anagrama, 1 99
8].
1 990.
nsic Resource » , Daedelus, lJ 9, 4,
aspectos represivos y neuróticos de la educación. Hoy, situado bajo el imperio de la li­ 44. M . Dou glas , « Risk and Fore y cast igar !, op. cit.
Punir [ Vigi lar
bertad, el psicoanálisis está más tentado de denunciar los riesgos de la anomia. 45. Cf. M. Fou cault, Surveiller et
5 6 / EL DECL IVE DE LA INSTIT UCIÓN
EL PROGRAM!I INSTITUCIONAL / 5 7

tigo se dirige en !? más p r fundo


a una reforma int e rna
el culp abl� » , de c ia Alam.�6 San Ju que quier e timidad que r emite a la p ropia n atural eza del programa _ i?stitucio ­
. an Bautista d e L a S
los � rocedimie�1 tos d e castigo es all e definió nal a su id entificación con valor es universale s de salvac1 on, y a un
colar es d e modo extr
metic ul oso, rac 10n a l y emadamen te sen�ido d e sacrificio y d e un don d e sí de los profesior_ial es de la v� ­
frío : el maest ro no debe tocar a
su n�ano, la sanción d ebe se r dif l al umno con cación. Sería sin duda un contrasentido y un anacrornsmo conc e bIT
e_rid a, el n úmero de
go lpes de reg la, simplemente al programa institucional como u n a pa rar� �ara pro­
�ed1dos y adaptados a la f� l�a. 47 La sanción no tiene
solo m� n tener l a p az, par tiopa como o bjeto ducir disciplina y justificar la vi olencia; n o s� c ?nve rtrra en este
d e una actividad moral diferid
muy le¡ os de 1 v enganza, r ecuer ; a, aparato en la medida en qu e cr eamos en los pr11 1op10s que los fun­
� da que existe una l ey y una li ber
tad en cada su¡ e to. E n el fondo, ­ dan. Ahora la violencia y el control son escu e tos.
postul a que el suje to an he l a r e
� ocer su f lta y qui e
re ser c astigado para renacer c o­
� en él mismo,
como lo afirman a l a v ez los p
astores, los direc tor
de la Contrar efor?1a, Kant y e s d e conci encia Una máquina para red ucir lo trágico
: la mayoría de los psicoanalist
_Po� emos imagm ar que, en e l trabajo as.48
. Ituc10na cotidiano del prog r
ms : l, los actores no s e enredaban en a ma Las representaciones más co rrient es d e las in stitu�io� e s d e s�­
r odeos filosóficos ta
s �tiles. �o_r el co? t r ario, podían n cialización suel en ser d e gran s encillez; se trata d e maqum as, ma­
_ ap l icar con buena con
di das discip lm ci encia me ­ qui nas para reproducir, máquinas para inculcar, m �qu�n as_ para
an as y repr esivas qu
e estamos tentados
hoy como m tol er � bl es Y cruele de pe rci bir con t rolar . . . Si se con sidera u na máquina el program a msti tuc1onal,
_ s. Durante mucho tiempo, los m
t �os de escu ela, e mc aes­ es sobr e todo de sde el pu nto de vista de quienes allí trabajan , u na
lmmos a los húsares de la Repú
tigado � golpeado a sus alumnos blica, han cas­ máqui n a para reducir l as dimensiones trágicas d el trabajo so bre
sin ser estigmatizados y sin qu e
les p e rc ba corn o «ma
� los» . Las primeras asistentes soc se los otros, para volve rlo coh erente y soportabl e.
r?:1 dedICarse a ser la «policía d e l as ial es pudie ­
familias» y a encarnar un a ac ­
oon de ender azamien t? mora
l sin ser perci bidas
perv ersas Y frustradas. En el hos _ c omo mujeres Lo «alto» y lo «bajo»
pital, l a larga indife rencia al do
d,e !os enfer �os so bre todo en lor
; el mundo católico,
,
logica de expiac1 0n y d e salv ació con for ma u na El programa institucional es de índol e mágica porq:1e �ransfo�ma_
n apoyada en una p
fus� d e la _enferme d� d c º 1º cas e r ce pci ón co n­ valores y prin cipios abstractos, fu era del mundo, er_i pract1 �as � d��CI­
_ ? tigo divino . 4 9 Porqu
la v10l encia y a la di scrpl m a hoy e e s te r ecu r s o a plinas que son además ritos: ritos de pasajes � ntos de _m 1c1aoon,
se halla amp l iamente con d ena
podemos v er las prácticas dis do grandes ritos espectaculares a v eces cuando hay m augu:ac1o? es y e� ­
ciplinarias de las in
desbord es d e viol encia sádica. 50 stitucion es com� trega de me d allas y premios, p e ro, so bre todo, peq� e�os n tos
Por el con trario, es ta violencia _ coti­
trolada se v e beneficiada sin du con­ dianos corno la entrega de notas a los alumnos, l as �1s1tas del J efe d _ e
da por una fuerte l egitimidad,
legi- servicio junto a los enfermos, las reuniones de síntesis_ de los traba¡ a-­
dores sociales. Mil gestos y mil «actos de palabra » atnbuyen los esta-­
46. �lai , éfiniti ns. París, tus, distrib uyen v alores morales y bienes simbóli ?s trar_isformados a
� f � Gal limard, La Pléiade, l 958, p.
l.0 1 4.

4 7. Cf. L. I ra1rat, F,duquer !'t menudo e n b ienes materiales, ritos de degradaoon y n tos de salva­
, Punir. Nan cy, Presses Univcrsit
aires de l'Un iversi-
te de Nancy, 1 994 . ción que sancionan el recorrido d e los alum os, � e los nfermos Y de
48. E. Kant, M taphysique des � �
. �
Vnn, 198 8 [La metaftStca de las
moeurs, t. fI Doctrine de droi
t. París, Librairic los pobres. El programa in stitucional confier� m mediatame�te un
· costumbres. Madrid Tecnos sentido a la mayoría de los gestos y de las relac10n es que co?st1tuyen
som d,avouer. Psychanalyse ' , 198 9J·, lºh. ¡,,e1·k, [_.,e Be-
du crime et du chatiment. Parí
49. I Baszanger Douleur et s, Payot, l 973 . la trama común del trabajo sobre los otros, para los profes10n ales Y,
: : Médecine. J,a fin d 'un oubli.
50. Esto n 1m 1de evidentemen París, Seuil, 1 995 . más a menudo, para sus «objetos». Aún laicizadas, ru�inarias_ y poco
o �
por esta violencia leg1t1ma.
te que los sádicos y perversos qued
en proteoid
_
0 os conscientes, las prácticas de los agentes del programa m �tl tl�c�ona� se
hallan potencial mente pl enas de sentido y de recursos de 1ust1ficac1on.
5 8 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN
EL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 5 9

El programa institucional vence la


contradicción entre naturaleza
y cultura porque no deja de transfor cesa na· s que l os actores n o creen verdaderamente, pero a las que n o
mar la naturaleza en cultura, y la ,
cultura
_ en naturaleza. Cuenta a la vez con ueden renunciar sin que su trabajo �e vacie de sent1· d� - N s on m·
lo más «al to», los va l
umversales, y lo que es más «bajo»,
lo más arraigado en la
ores fdeologías ni convicciones morales, . ��s y m,a-
smo cuadros co�m_tiv
humana. Por la vía del programa inst condición . _ ,
itucion ra1 es m· dispensables para cumplir el proyecto de soC1ahzac10n.. lo-
el m �l, la cultura, la naturaleza, el Sup - al el bien se encuentra con das l as enfermeras saben que muchos de l os enfermos monra, n,
er y ó de la cultura, el Ello de l as
puls10nes . .. En la práctica de la ma p º hacen como si est o n o fuera a pasar; todos los docentes saben
triz institucional, la ciencia médica
más «alta» se mezcla con el más pro �: no a todos los alumn os les irá bien , y sin _ embargo h� cen c omo
fundo sufrimiento y dolor de la
muerte. En la escuel a, la gran cult
ura se confronta con el pensamien J a todos les pudiera ir bien; todas las traba1adoras soCiales saben
to infantil, en las iniquidades social ­ que algun os «caso s» son desesperados_, y se ocu�an de ell_os aunque
es e individuales de los alumnos. El
principio de solidaridad y de com no quisieran. Seguramente, est o que digo no es siempre cierto, per
pasión del trabajo social choca co
la miseria más negra y
con la degradación de los individuos n en ese caso consideremos generalmente que se trata de faltas pro�
triz institucional se construye sob ... La ma ­
re el «gran reparto » de la cultura fesionales y morales pesadas.
de la naturaleza, eso los separa rad y . , .
icalmente, volviéndolos compati­ A l precio de u na formidable capac�dad retonc�, �l _rrogr�ma
bles y dando al hombre su «verdader institucional hace compatibles y armomosos los p nncip1os de ¡us-
a» naturaleza. 5 1
Todo esto quedaría muy abstracto, . · Y de normas que en su propia lógica, no l o son. Reduce la ma-
t tCJa
acaso un poco ridículo como '
un ser1:1ón_ o �n discurso de entreg
a de premios, si el trabajo del pro­ or parte de las tension es que atraviesa· n 1 a accio · , n ; para . ha6 1�r
grama mstitucional no reposara sob �orn o Luc Boltan ski y Laurent Thévenot, ase�ura 1� pre:mmenc1a
re una virtud de esperanza. Si bien
se asocia fuertemente lo sagrado y de una ciudad de justicia sobre todas las posibles. O �n � luso, e l
lo profano en las prácticas más tri­
viales de un trabajo vocacional, producto, como Parsons ha puesto e� evi?encia a proposito de la
el programa institucional permite
creer en los val ores y principios, aun rel ación médico/enfermo, de l as combmaci_ones esta�les y cohere_ n­
cuando no se llevan a cabo casi
nunca. En realidad, no todos los enf tes de orientaciones normativas no sólo diferentes sm? cont� adic-
ermos se salvan, muchos sufren y
mueren, en la escuela numerosos tona · s. 53 Desde el pu nto de vista de los agentes que alh traba¡an, Y
alumnos fracasan y son reacios . · · n a1 reduc
aprender, en tanto víctimas de la soc a robablemente de sus «objetos», el programa mstituc10
iedad no s on simpáticos para los �
otro s y pueden aparece
r como responsables de su desgra �l carácter trágico de la acción a expensas de lo que Weber l l amo
nes llevan a cabo el trabajo sobre cia. Si quie­
los otros creen en la «realidad» de pathos.
los principios que los . . • ·
guían, son santos o ingenuos, y la
mayoría se Como es un santuario, el programa mst1tucio na 1 �iempre pue-
agota; muchos no creen, su trabajo de atribuir sus fracasos y dificultades al mu�do extenor. En la es­
se vuelve insoportable cínico 0
imposible. ¿Por qué continuar ocu cuela la contradicción entre el principio de igualdad de to?os los
pándose de los pobres �ue no lo
«merece n», de los enfermos incurab alum�os y la necesidad de cl asificarlos y, así, volverlos desiguales
les y de los alumnos «es
túpidos»?
no se percibe c om o un a contradicción porque todo lo ue altera l a

compatibilidad de eso s dos principios opuestos se re _ � 1te fuera de
Las ficc ione s nec esa rias las murallas del santuario escol ar: es culpa del capitalismo o de la
desigualdad natural de los «dones» de los �iver�? s alurr_mos. E n �l
. � que está situado en un punto intermedio, el programa ins­ trabajo social, la contradicción entre la obhgac10n de e¡ �rcer � a li­
or
titu c10nal engendra un tipo particular bertad trabajando y la escasez rel ativa de los empl eos d1spo111bles
de creencia: las ficciones ne -

52. L. Boltanski y L. Thévenot, De la justification. I.es économies de la gran-


5 1 . Sobre este « gran reparto» , cf.
B.Latour, Nous n 'avons jamais été deur. París, Gallimard, 1 991.
Essai d 'anthropologie. París, modernes. . . le cas. de la Pratiq ue
La Découverte, 199 1. .
53. T. Pa1;sons, « Structure sociale et proc�ssus dy a 1que.
. ��
médicale» . en flémens pour une socwloi;;ze de l actzon. l ans, Pion, 19.55.
EL Pl�OGRAMA INSTITUCIONI\L / 6 1
60 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN

ito, como todos los �am bios


se ve reduc i da por toda una casuística de los casos sociales sin la igualdad y del reconocimiento del mér .
de l � solida�idad
trab ajo s cial han sido pro puestos en nombre .
�ual el trabajo social resultaría perfectamente trágico o cínico. De del o
10nal
onas . El prograrr_1a mstituc
igual m o �o, el hospital durante largo tiempo articuló una retórica colectiva y de la libertad de las pers abn ga
ro a las expectativas que
qu � �ermite combinar la compasión por la persona y el dominio nunca puede conformarse po r ente
co se ve así tanto más y no menos
ob¡etivo so bre el cuerpo -máquina. El personaje del jefe de servicio sobre sí mismo. Este espacio críti
erales, la crítica conf��rna el ;.éxi­
.
d� h ospital, a la vez sabio y humanista, permitía sin duda creer en reafirmado, porque, en térm inos gen on de est� ,
perfecctonar la formaci
drcha síntesis. Cuar�do eso no funciona, se acusa a las familias, a to del proyecto institucional. Para .
ien los ritos desprovistos �e senti­
los enfer1:7 os, al «sistema» . . . Parece comprensible que nunca se éonviene que los creyentes denunc .
quen las rutmas demasiado es-­
h�ya podido evacuar po r completo el carácter trágico de los con­ do · conviene que los alumnos criti
res sociales critiquen el orden
flictos de valor que acompafian al trabajo so bre los otros. Nada de colares o también, que los trab ajado
, de la misma manera en la cual
ell o ha impedid\) que l �s agentes de esta matriz puedan apoyarse aue están encargados de confirmar a sus
os «normales» si critican
en un �o mpend10 de discursos y de creencias que les permitían l�s niñ os sólo se convierten en adult
s.
construir una representación coherente y unificada de su acción. padres, sin dejar por ello de amarl o
�e manera complementaria, no se excluye que el programa institu­
c10nal proponga a l os individuos un repertorio de consuelos. Dado a institucional no. es
que el trabajo del programa institucional se hace directamente con Veremos que la decadencia del program
n muchos elementos del tipo
lo que se percibe como una naturaleza, conviene aceptar un cierto total ni homogénea. Aún hoy subsiste
ntras que otr ?s se han des­
puro que acabamos de proponer, mie
fatum_: la muerte no es un escándalo, las desigualdade-s individuales revi. va parcialmente o de­
Y soCJales quedaron fuera del campo de la acción. . . Concebido moronado. Pero, sea que ese mundo sob
nirlo c�mo un esquema teó-
como un santuario , el programa institucional expulsa el mal fuera saparezca, ante todo era necesario defi
fo rmalizada.
de sus �uros. No es culpa de la escuela si los alumnos siguen sien­ rico y como una representación social . . .
stra v i sión del programa mst1tuc10-
do desig �al�s a pesar de su igualdad en la institución, y el maestro Poco imoorta saber si nue
a, está a mitad de camino ,
.
que a prmc�pi. os del sigl o X X dejaba dormir a algunos malos alum­ nal ha de ser'fascinante o crítica. Sin dud
malización y la autonoi:nía.
.
nos e1: los ult1mos bancos de la clase no sentía que traicionaba su entre el infierno y el cielo , entre la nor 1
os propuesto , defmir �
voca�:o, n, como tampoco lo sentía l a asistente social que ubicaba a Po r el contrario , si se admite, como hem
relación social y de trabaJ.º
un nmo en u?� institución o en otra familia para castigar la po bre­ programa institucional corno un tipo de
enderse que su decadencia
za de su fam1ha de o rigen. institucional sobre l os otros, debe compr
al trabajo so bre los otros,
es un fenómeno mayor que afecta no sól
o
Esa capacidad de anular l as condiciones trágicas de la acción concepción rnism� de l .a
produce un o rden que sería erróneo percibir como total. Por cier­ sino que va más allá y llega hasta nuestra
explica el peso del 1rnag1-
to, los valores s�m intangibles y rara vez impugnados, porque ase­ vida social y de la acción. Sin duda, esto
representación, mientras
.
guran la legit1m1dad de la acción. Pero la fuerza misma de esos va­ nario nostálgico que se vincula con esta
c m onen poco .ª poco van
l ores autoriza una capacidad crítica interna porque esos valores que la mayoría de los elementos que la ? ?
ideo l ogos se engen en sus
s_on tan «elevados» que apenas se presentan oportunidades de rea­ faltando y que muchos intelect uale s o
ian en cada crisis y en cada
lr_zarlos plenam.ente, y la crítica de la institución refuerza la institu­ vates melancólicos o belicosos y denunc
general de la civilización.
,
c10n en la medida en que apela a l os principios que la fundan. La reforma las primicias de una decadencia
o e intolera ble, pero re­
ma�or parte de las grandes reformas de las instituciones ha sido El programa institucional pareció represiv
das las virtudes. Pero más
trospectivamente se ve adornado de to
rea� 1zada en nombre de los principios fundamentales de esas insti­ admirable P,or su fuerz � ,
tuc10nes. Las grandes reformas hospitalarias se efectuaron en nom­ que por sus virtudes, el programa resulta
de reducc10n de un nu ­
bre de �a ciencia y del respeto debido al enfermo ; el sistema escolar su coherencia, y sus capacidades mágicas
dojas.
se ha visto reformado en nombre de la defensa de la cultura, de la mero considerable de tensiones y de para
62 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN

Es necesario abandonar este tip o de pre


ramos c omprender 1 o que o curre ante nue
o cup. aci ones s1 procu- CAPÍTULO 2
. e str os oj o s, y que por cie�-
to � o result� reducibl a una simple transfo rmación de las organ
zac10nes soc�ales o a la invasión general i­
del mercado. Si aceptamos LA DECAD ENCIA D EL PROGRAMA INSTITUCIONAL
que el �raba¡
_ o _s obre los otros fue construido en la forma del pro­
grama ms�1tuc10na l, sus mutaciones tienen un alcance que
muy amphai:nente l os meros cambios excede
de c ondiciones y de m odel os
de e�� traba¡o, p orque n o c onsiste en
nada menos que en la pro­
ducoon de l os actores y de la historicidad
de l as s ociedades. s4
Durante l os últimos treinta años, la imagen de las instituciones
se vio profundamente desestabilizada. En principio , p or el estilo
monumental de las arquitecturas que retrocedían ante una estética
más funcional y más despojada, también más banal; y cuanto resta
del dese o de o rnar l as establecimientos públicos e impresionar a las
multitudes se desplazó hacia las centros financieros, l os museos, las
sedes del p oder departamental y regional, hacia todas las puestas en
escena de la memoria, del patrimonio y del poderío. Pero sobre todo,
desde hace casi medio sigl o el programa institucional se vio someti­
do a d os críticas, ambas igualmente radicales. La primera descansa
a la vez sobre una reificación del modelo institucional reducido a
una voluntad de p oderío y de normalización. Por ello el programa
institucional resultó «desencantado»; el deseo de curar, l os de ayu­
dar y educar fueron reducidos a astucias de la dominación y del p o­
der. La imagen del hospicio y de la cárcel se impuso c omo la propia
de la forma pura y de la naturaleza pro funda de las instituciones de
socialización. Más liberal y más p o lítica, l a última de esas dos críti­
cas se articula confo rme a otro registro. Op one la índole cerrada de
las instituciones a la diversid_acJ y al flujo constante de l as demandas
sociales; en una sociedad que se percibe como un encabalgamiento
de mercados, un tejido de redes, un flujo constante de informacio-­
nes, de demandas sociales y de p o líticas públicas, las instituciones se
muestran como burocracias rígidas, testimonios de un pasado d o­
minado por el Estado centralizador.
Po r más que en todas partes, en la escuela, en el hospital o en
el trabaj o social, se encuentran rastros o segmentos del programa
institucional, parece evidente que gran cantidad de prácticas y de
símbolos se alejan de ella paulatinamente. Esa decadencia forma
parte del relato de la mo dernidad, pues la mayor parte de l os ele­
54 . roba blemente Afain Touraine

nal en e1 Ol elen de las «agencias de histo
(op. cit. ) clasificaría el programa instit
ucio­ mentos que se descomponen están inscrit os en el proyecto mismo
ricidad » .
de la modernidad. Aquell o que la imagen clásica de la modernidad
64 / EL DtCLIVE Dr LA INS TITUCIÓN LI\ DECADFNCIA !)[L PROGRI\MA INSTITUCIONAL / 65

a los trabajadores so-


había puesto en el candelero como un sistema homogéneo y cohe­ grandes eC'i uilibrios económicos. En cuanto . . socia . 1 de
on que 1 a mregra c1on ,
rente se desarticula ante nuestra mirada: los valores son contradic­ u. · ales, , durante mucho tiempo creyer ,
mas que 1 as d os caras
torios entre sí; las murallas de los santuarios se desmigajan ante el los individuos y su plenitud personal no eran
ímpetu de las demandas sociales y de las reivindicaciones indivi­ de una misma moneda.
dualistas, y progresivamente se transforman las representaciones Podría mencionarse también las fundamentales creencias de la
n, y los de··
de la socialización. Al respecto, es preferible hablar de modernidad Justicia en los efectos educativ�s y m? rales de la sanció
es de edad engen-­
taraía antes que de posmodernidad, pues no hay ruptura con el pro­ cretos de 1 945 acerca de la delicuenc1a de menor
En todos esos ca­
grama institucional; tampoco pasaje brutal de un modelo al otro draron una multitud de instituciones pedagógicas.
_ n. de pensar que a las
sino una suerte de prolongada implosión surgida de la modernidad sos, nadie era ingenu o; pero se hacía ostentació
m1s as de los
en sí cuando se prosigue el proceso de racionalización, de desen­ dificultades halladas no subyacían las contradicciones � _
canto y diversificación de la vida social y de sus representaciones. perseg uidos sino una serie de obstác ulos y de res ist
_ encias.
_
objetivos
La decadencia del programa institucional proviene de l a exacerba­ Para utilizar la expresión de Weber, el pathos ¡ udeocnstiano se
saben
ción de sus contradicciones latentes, cuando ya no posee capacidad disolvió, y la mayor parte de los agentes de las instituciones
ideológica para borrarlos, cuando ya no cuenta con la fuerza para aposta r en t �das las m � sas y, sobre todo, que no
que no se puede
reducir las paradojas que podía superar por el don de su «magia». No existe entrev ista con un � ocente que no
puede ganarse en todas. _
de los mejore s, la promo c10n de todos, la
El programa institucional se correspondió con la puesta en escena enfatice que la selección
moderna de la secularización: actualmente vivenciamos la seculari­ defensa de la cultura y la apertu ra a la vida social son, de hecho, ob­
zación de esa secularización. jetivos contradictorios. No son siquiera contrad�cciones fil�sóticas,
contradicciones de principio; son en primer térmmo contradicc10nes
_ la iro�ía ! a menudo
prácticas, de aquellas que se precipitan_ en en la
La heterogeneidad de principios amargura ante las mis�ae solemn_es oficiale s � ? si dicale _ ?. hos­
s. E el
pital , la búsqueda con¡unta de v1rtuos1smo tecmco f � 1ent1fic o y la
Acerca de los pri ncipios contradictorios atención destinada a los enfermos dejan en el escepti cismo a la ma­
yor parte de los encargados de su cuidado . 1: E cuanto a los tra � aja­
La gran fuerza del programa institucional radicaba en creer y dores sociales, ellos tuvieron un contacto tan mtenso con la soc10lo ­
hacer creer en la homogeneidad de los valores y de los principios, lo gía crítica que no contar con ilusión alg_una forma rarte de su cu _l tura
que hemos denominado su monoteísmo. Por ejemplo, la escuela re­ profesi onal. ¿ Qué encuen tro de traba¡a dores _ soci � les no comien za
publicana creía estar situada bajo el imperio de la libertad de la in­ con la crítica de rigor a las quimeras del traba¡o social? Todo esto no
tegración nacional, del mérito, de la educación del puebl� y de la significa que dichos actores ya no crean en nada, q_ue sean �ínicos,
defensa de la alta cultura. Desde luego, se sabía que aquello no era sino, en un sentido mucho más profundo, que perdieron su mocen­
simple; pero sus actores no veían necesariamente contradicciones cia y su ingenuidad institucionales . En el fondo, todos saben que nos
entre esos principios; pensaban que al menos existía un horizonte encontramos bajo el régimen de la guerra de los dioses, todos saben
d � reconciliación fuera del mundo en una filosofía del progreso, o que las sociedades no son como catedrales, cor�nadas por val �r,es
bien en un horizonte utópico hacia el cual tendían los movimientos últimos homogéneos, reconciliados y en llamarmento a una accion
sociales. Pensemos en un plan Langevin-Wallon, que suponía no única. Bell aportó una representación especialmente fuerte de 1lo que
sólo deseable sino posible reconciliar talentos, deseos individuales él denomina las «contradicciones culturales del capitalismo». Don-
y necesidades de la economía. Durante un largo espacio de tiempo,
el mundo del hospital no percibió mayores contradicciones entre el
desarrollo de la ciencia, la calidad del modo en que se hace cargo 1 . D. Bcll, !.es wntradictions culturel/cs du capitalisme, trad. al francés. París,
de enfermos, la libertad de opción de usuarios y de médicos, y los PUF, 1 978.
66 I EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN LA DECADENCIA DEL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 67

de i mpera b � un p�i n cipi o cardinal, el del racio nalismo moral y del El final de los monopolios
contr? l de �i, l a etICa del b urgué s y del tra baj a do r de l a socieda d in­
d ustrial, se impus o un a s eparación de l a s e sfera s de l a a cción y de l a La conciencia de vivir e n u n m u nd o a bierto y des garra do, e n
_
c �ltura : l o � valores de plemtud personal , de n arci s i smo y de autenti­ un mun d o pl ura lista , también proviene de q u e la m ay or p ar te de
cida d d omm a n en la vida pers onal a causa de l a extensión del con­ \as i nstitu ci one s per dieron su m onop o li o . En el e s pac i o de treinta
sumo; l �� del r aci onali smo i nstr umental im peran en el ám bito de la años vieron llegar c om petidores; y sus pú b lico s y a n o son. .ca uti­
producc10n y los del p oderí o_ tr�un��n en el mundo de la p o l ítica y del vos.a La e sc uela repu blic a n a h a bía a batido el monopolio de la Igle­
Es tado . En ese caso, la sociah z ac10n ya no tiene unida d. Veremos �Í so b re l o u nivers al b uscand o se r casi l a únic a ins titució n capaz
,
que e s p onta n:a_men te to dos los p rofesi onales del trabaj o s obre l os de a b ri r a los niño s un m un do m á s a mplio y de m ayor magn itud
otros son p a rticipes de una sociol ogía crítica y des enc anta da . Sin em­ que el de l a s cultura s de clase, de l as tra dic i<_: me s l o�a les y fa milia ­
ba rgo , �o c�recen de esperanzas y creenci a s, pero tien en una suerte res. Por má s q u e esa c ul tu ra no fu era en re alida d m a s q u e u n a ver ­
de conCI :n cia tragica banalizad a , «de és as no se l as h acen» y, para s ión m uy n a c io na l de lo u niver s a l, eso no es s uficie nte p a r a q u e p u ­
,
l os de mas eda d, « ya no se las h acen má s » . diera ser vivenci a d a c omo u niversal por l a ma yo r p arte de l os
Es tamo s baj o l a égid a de la ambivalen ci a , n o s ól o por q u e de-­ docente s y de l os alu mn os cuyo nacim iento no h a bía situ ado e n l a
seamos plasm ar v al ores c on trap u e stos , sino porq u e no s a bem os cús pide de la c ultu r a . En la actualid a d, pe se a l a recu��ente críti ca
que esos v a l ores s ?n opuestos. 2 Se pasa de una cultura de s ímbol os a l o s medios masivos por parte de lo s d ocentes , l os m n o s cuentan
a una c u ltura de si gnos al h acer añi cos la a dhes ión al m undo, pues c on muchas otras herr a m ie nt as para a c c eder a un ive rsos c u l tu r a le s
_
c a da c ual es h �re y no se p u ede adheri r p l enamente m á s que a sus distintos a los d a d os por su extracc ión. L a c u ltura e scola r s ól o se
_
pro�ias cr�en cia s , m �nten ien d o la idea de que es el ú n ico autor de vuelve una c u ltura entre o tra s, de sde l u eg o m ás exigen te, desde
a q u e l ! s . En ( os m �d10 � mas iv os , en t od o momento se o sci la de l a l uego más ofici a l, pe ro eso no i mpide que la mayor p arte de los

em oc10n al di sta nciami ent o , pues l a crítica a la TV forma par te de a l um n os p u ed a ver más allá de su b a r ri o , de su mun i cipi o y de su
la TV. El mund o de l os m edio s masivos no está e s tructu rado p or or­ familia si n pasar por la esc u el a ; y se des agregó toda una legitimi­
den a l �uno , por proyecto o jerarq u ía a lgu n o s m ás all á de l a com­ dad ligada a una s ituación de m onop olio . Los médicos y el pers o ­
pet nCia por la capta ción de m ercad os y a udien cias . La p osición na l de as is tenci a tienen s obr ado s element o s p ara den u nciar el me r­
,�
cntIC a form a parte d � la c ul :�r a , tal como l os G u ignols de l'info ':­ cado negro de info rm ac ión m edicin al, l o s cic los de divu lgación , el
forman p a �te de la vid a pol tti ca , y uno n a vega entre signos antes ejerci c i o ilega l de la m edicin a y la cha rlatane ría ; no o b sta nte ello ,
que �ntre simbo !o s , c �mo en la pu bli cid ad, i ncluida la p u blicida d y pese al p o derío del a p ara to m édic o, ya no tienen preten siones de

1
_
p_ohti�� Y la de i deas .· Ah ora b ien , s1 para entrar en un u nivers o tener un ascen diente a b s o l uto sobre l os espíritus . Por m ás que le s
,
s �m bohco h ace n falta programas i nstitu ci on ales, ya no son necesa­ a leg re, lo s tr a b aj a d ore s so ci a le s ya no se encuentran b a j o l a égid a
n o s para a pren der a leer signos q �i �tr�nos . No trascendente de l a carida d, del progreso soci a l y de un E s ta d o be­
hay nec esioactcl�í""ri-sfífüciooe s mecti a cto ras para descifrarsu tex to nefactor (État-providence) fru to de luch as y de sacrificios ; l os mo­
y l os secr etos de é s te. vimientos filantrópic o s en b oga p r eten den h a cer trabaj o soci a l,
mient ras que la mayor p arte de l a s a dmi n i strac i one s , en especi a l
la s emp res a ria les, son con v oc a d as a « hacer tarea s o cial » . Esa pér­
dida del m on op oli o crea un s ent i m iento que volveremo s a encon­
trar a l o l arg o de nuestras i n vestigacio n e s, el de una _pérdid a d_e le­
giti m idad y de influen cia c u a ndo j amá s lo s ap aratos esco l ares,
'' �rograma televisivo satírico protagonizado por títeres de látex.
2. Z. Bauman, Modernity and A.mhivalence. Cambridge, Cambridge Polity
Press, 1991; R. K. Merton, Soczologzcal A.mhivalence and Other Essays. Nueva York' san ita rio s y del tr a b a j o s o ci a l tu vieron tan to p o der, tanto predic a ­
The Free Press, 1976. mento sobre la vid a s oci a l y s o bre el destino de c a da c u a l. Pero
3. J. B. Thompson, The Media and Modernity . Londres, Polity Press, 1 997. tod o sucede como si l o que ellos ganan en p o derío se perdiera en
6 8 / El. DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN
LA DlCADENCIA DEL l'ROGR/\MA INSTITUCION,�L / 6 9

legi ti mi da d y en reconocimi ento. Como tienen m enos legiti mi da d


como y a no son los tes tigo s d i re ctos d e val o res i ndisc utibles, los a c'. mente por D urkheim, i mplic a que la c oo :dinación de las accio�es
· d. v i d u a les se re a l i z a m erced a c om p a rtir u na cultura en c o mun .
tores de l a s i n stituciones se si ente n i nc omod a dos por u n poderío
_ �:r� los p artidarios de la i ntegración sistém ic a , Spenc� r, por ej� I�-
que sm cesar los lleva a j ustifi ca rse y del que se sien ten vagam ente
c ulp a bl es.
p 1 0, la' u ni da d de l a v i d a soc i· a l es producto de mec amsmos o b¡et1-
vos, i mpersonale s, como el dmero, el merc � do_ o e1 po der, m . d epen-
dientemen te de u n a cu e rdo previ o entre lo s mdividuos. El program a
La deca denc ia de la idea de soci edad institucional está lla m a do a c u m plir u n rol fund ame ntal cuan do se
supone que a mbos m ec an ism o s remite n u no a otro y se refuerza n
La disgregac i ón de l a u ni d ad de l as fin al i d a des c ultura les y de mu tu a mente ' c uan d o la obj etivid a d de las opi n ione s y de l a s repre-
s en tacio nes se c orresponde con l a objetiv i dad d e 1 a s p o s . c 1. o n es y
�o s v a lores de las i ns tituc iones no tiene luga r sólo en el c i el o de la s �
de los roles. 6 En ese caso, i a reversibilida d de l ac tor y del sistem a es
idea s d e l os filó s ofos. Obed ec e ta m bién a l a pérdi da de vigor de _
fundamenta l y el tr a baj o de las i ns ti tuci ones es fi¡ arl o . Luego, n o es
u n a repre sen tación genera l d e lo que recibe l a design ación de so­
_ m uy d i s c u ti ble que esa represe n t a c �� n se h a y a_ degr a dado, y c a d a
cied � d . �ientr a s se impu s i eron la s representac i ones organ icista s 0
vez más una cantid a d m e no r de soc10logos de fier'.de la idea d e �na
f:1nc10nah stas de l a soc ied a d, de Tom ás de Aquin o a los funci ona ­
supue sta coherenci a en tre cultura , e � tructura soc ial y ¡:,_ers �ma hda ­
h s ta s, p a s an do p o r l o s solidaris ta s y los pen sa dores so c i a lista s, los
des. C u ant o me n os se percib e l a s ocie da d como una � a_qum a , m e­
va l or es y l a cultur� comunes fueron perc ibidos como la p i edra ba ­
nos lugar tiene el progr am a i n sti tuc i on al. Si u no se limi ta a l 11_1un ­
sal del sistem a s oc i al . Qu e se c al i fique d e ideología domina n te esos
do de las i de a s, el más i mporta n te fen ó men o de la � o�ermdad
v a lor s , lo cual pue d e parecer m u y aceptable en algunos casos, no
� tardía pare ce ser el de la sep ar ac i ón entre e l « m undo ob1 et1vo » y � l
c a m b 1 a en n ad a el pl a n teami ent o del a su n to, p ues esa ideol ogía do­ _
mm
_ ante d e b « mundo v ivido » , entre in tegraci ón s i stémica y m u n do soCJal. 7 El
e ser vivid a como univers a l y o bjetiv a para ser d o mi­
« burgués » , porta dor de u na representa c i ón mo;al del m un do que
na nte. Co n t odo, c u an do l a socie d ad p a rec e ser un equilibri o i n es­
tam bién es u na form a de rac i ona l i d a d efi c az es dev� �lto � 1 � e �a d
tabl e e sta blecid o entre i ntereses contra dictorios entre i dentida des
de oro de la s a biduría del Ilum inismo. La '.111tegra c1 0n s1stem 1 ca ,
singul a �e_s, entre l a s fuerza s obj e tivas del m ercad o y de los acuer­
p or el c a uce de l os merc a d o s, de l os flujos � � i nfor� aci ones, de las
d os
P,° ht1c �s fluctu a ntes, uno es menos proclive a perc ib i r l a i nte­ redes im personales, se i m p one a l a i n tegrac 10n s oci a l, y la co-?c ien ­
_
grac 1 0n social c o rno producto de la acción de la s institu c iones. De ,
cia moderna vive c o nform e a la moda l i d a d trágica o rom a ntica de
hec h o , e n la m od ern id ad « clás i ca » , el program a in stituci on a l era
co_rrel a tivo a J a i de a d e soci ed a d. Lleg a dos a este pu n to, la ide a
4 la no reconciliación con un m u n do s ocia l en el cua l no puede rec ?­
nocer su a cció n ni su volu n tad, s i n por ell o ver en esa circ unst an CJ a
I?�sma de s ?c 1edad y a no si empre p arec e indispens a ble para el a ná­ l a marca de u n designi o d i vino. Ésa es la « tra ge dia de l a c ultura» d e
lisis de la vi da soci a l.
q ue h a bla Simmel. 8 De modo mucho m enos líric o los teóricos _de la
i?�� de s o ci edad, esa i de a que c orresponde más t aj antemen­ . _
elecció n rac i on a l y de l o s efectos perversos no a fir man a lg dis tm­
La _,
te al anahs,s que de ell a hizo l a s oci ología clásica , de s cans a sobre ?
u na ec �ación �astan te simple: afirma , e ntre otra s cos a s, la com ple­
to c u ando e nu nc ian que cu anto se dej a ver c omo una s oc ieda d es
si mul táneamcnte pro du c to de la a cci ón de l os i n dividuos y resulta -
°:�nta:_ie,da ? , s � no 1 � superp?sición, -� e i nte� raci ón s ocial e i n tegra ­
c 1on sistem1e a .· L a i d e a de m te gracio n soci a l, defe n did a espe c i a l-

6. f:se es todo el proyecto de los qnonumentos» teóricos construidos por Par·


4. Cf. E D u bet Y D . Martuccc lli, sons y por lklurdieu; uno conservador, el otro crítico.
Dans que/le société vivons-nous? París . , ,
1 99 8 . Seu i l J 7. J. Habermas, Théorie de l'agir communicationnel, trad. al frances. Pans, ra­
' ' :
5. D. Lockwood, «lntégration socia yard, 2 ;ois., 1 98 7 I Teorfa de la acción comunicativa, Madrid, Cátedra, 1 98 9].
. le et intégration systé miqu e», en P. B
y l·. Chaz el, Théorie sociologique. París i rnba um 8, C . Sirnm c l, J.a tragédie de la culture, trad. al francés. París, Rtvages, 1 98 8 [ La
, PUF, 1 975.
tragedia de la cultura ¡.
··
;p,R .)'
70 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN
U, DECADENCIA DEL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 7 1

do imprevisto, más bien «perver so » de esa activi d ad , como si e l re­


dade s expositivas, se re d uce l a inte gr ación sistémica a l a lógica del
gist ro de l a inten cionalidad y d e los actos, y el de los «hechos so ­ mercado (lo cual es apre su rado y di s�ut�ble, l o concedo), puede
ciales », que por otra parte no son más que eso,9 eran compl eta­ proponerse el siguiente cuadro_, que esta le¡ os de dar cuenta de toda
mente independientes. 1 0 E n ese contex to i ntelectual, se comprende , cos:
la sutileza de los d ebates pohti
fácilmente la eficacia del interaccionisrno simbólico, que lanza un
ataque a la i dea de rol y no concibe la regul ación de l as rel aciones
soci ales más que a escala local, más que en el juego de los face-a­ lNTEGRACl()N SISTF,MIC:A (mercado)
face y, a fin de cuentas , evita l a idea de sociedad. 1 1 Y no es simple
azar que esa perspectiva sociológica se h aya impuesto del todo A favor En contra
A favor Conservadores « Republicanos"
como J a más pro d uctiva y l a más ve rosímil en el ámbi to d e l a so­
[NTEGRACIÚN SOClAL
cio logía del trab ajo sobre los otros ya que permi te estudi ar ese tra­ Liberales/libertarios «Nueva izqu ierda"
(p rograma inst1tu;:;,10al) Jl,n contra
bajo más allá de cualquier trab ajo institucional al reducir l a institu­
ción al producto emergente d e l as rel aciones y de l as estrategi as ,
pues no tiene il usión de reconciliarse d ad o que no cree que l a acción Los republicanos estadouni denses y los conserva d ores france­
tenga un «centro »
. 1 2 En ese contexto, el hospital n o es u n programa
ses suelen ser favo rables a l mercado más abierto y a que de forma
institucional que concrete val ores esenciales d e l a moderni dad o de «moral » vuelvan a manos de instituciones que aseguren e l ord en
l a tradición, sino que es producto má s o menos estabilizado de una de las costumbres y de los e spíritus a la par del o rden d el me rc� d o ;
constante negociación entre grupos y personas. 1 3 _
Margaret Thatcher, Ro n al d Reagan y G eo rge W. Bush simbo lizan
esas pos iciones. El p rog rama institucional se_ re?u �e, entonc�s, a su
función de agente de l or den moral y de l a disciplina. �,os «liberta­
En Fra n cia
rios » , en e l se nti do estadouni dense del térr_ni� o, o los hberale� ª ul­
tranza son favo rables al laissez-faire econ omico y ª l a red ucc10, _n _d_e
Actualmente todo lo que l a institución pod ía ligar parece u na .
quimera. En Francia, mientras podí a imaginarse que l a d erech a y
las instituciones a la esfera privada. Hayek y Nozick, �on sens i�i h­
dades muy diferentes, encarna n e sa posición en el ámbito de la f lo..
l a izquierda s e enfrentaban en nomb re d e proyectos in stitucionales _ �
sofía po lítica : la matriz institucio� � l sól o e s concebibl� en e l territo ­
o puestos en c uanto a sus val ores -escuel a l aica contra escu el a pri­ _
rio de las opciones priva das y familiares. Las «nuev as izqmerdas» se
vada, familia democrática igualitari a contra f amilia tradicional, esforzarían por ligar l a regul ación del mercado c� n l a 1_IlªYº: auto­
movimientos juvenil es laicos contra scouts de France, i nsti tuciones nomía personal y e l reconocimie� to �: l � s mu,, l t� ples identida des;
modernas contra i ns titucio nes tradici onales-, l as s ensibilid ades eso les confiere una débil car acten zac1 on ideol ogic a: e l contro l de l
políticas se recompusieron insensiblemente oponiendo a aquel los mercado no es necesario más que en l a medi da en que ese mercad?
que c reían en primer té rmino en la integración sis temática y aque­ destruye las libe rtades in divi duales 1r.ierc: d � la formación de �e si­
ll os que sobre todo creían en l a integración social. Si, por necesi- _
gualdades demasiado grandes, y las mstitucione s deben s er «h:ia­
nas» . Por último, los que en Francia se d an en llamar «repubhca­
9. Acerca de la «plasticidad» de los hechos sociales, d. D. Martuccelli, Domi- nos » y los soberanistas son los únicos _que desean mantener el l� zo
nations ordinaires. París, Balland, 2001. entre integración socia l y contro l nacional sobre el mercado . S �m
_
10. R. Boudon, Effet pervers et ordre social, París, PUF, 1 977. los únicos que sitúan las instituciones en el �entro de la vida soci� l
11. H. Blumer, Symbolic fnteractionism. Englewood Cliffs, Prenticc Hall, y de l a formación d e las individuos. Por ca�icaturesca qu e_ se? , _esa
1969.
12. Veremos que eso sucede especialmente en el ámbito de la sociología médica,
que se constituyó contra el modelo institucional de Parsons.
tipología al menos demu estra que l a creencia e� el rol _ soc10l ogica­
13. A. L. Strauss, La trame de la négotiation. París, l;Harmattan, 1992. mente central de l programa i nstitucional se vo lv10, re� at1v ame�t� re­
_
sidual en l a d imen sión de las represen tacione s p o h,ticas. En ultima
72 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN
LA Dl:CADfNCIA DEL PROGRAMA ll�STITUCIONAL / 73

Instancia, tres de las cuatro cor . n�a . n en ter .


rientes pre , mmo
cios a las 1Jer . s de servi- nas», a causa de la clarida d de las finalidades que exhibían y, sobre
t sonas o de ms t.rtu.cio . nes par
. l es• y ma, s L)[e
na t · n represi-
vas. En Francia probableme , que en otro� s , todo, de la fuerte homogeneidad de profesionales que compartían
., . ' nte mas pa1scs, se con fun --
d io 1 a ide a de sociedad con 1 a d la misma vocación . El principal factor de debilitamiento del pro·
. e L'.e . stado-nacr.on . . 14
Durante 1 argo
tiempo, la «sociedad» fue F gra ma institucional es el retroceso de ese modelo burocrático y vo-­
ranc . a, es d ec1. , a m tcgrac
cultura nacional ' de una ecc> r1 ; . ,r ! ión de una cacional, y el desarrollo de organizaciones complejas, abiertas a su
,. omia nac1o na y de una so 6erama , po-
¡ 1t1c a. No causa sorpresa ent n . entorno y en cuya seno ese programa terminó por disolverse. No
c e , qu e haya iden tificado el pro-
grama institucio�al con e' I Esº consiste sólo en un proceso de diversificación y racionalización
s
_� s
. tado-nacron y con Ia Repu' 6 1 .
ra bie n, e sa representac
ión es cada vez. men ica . Aho- crecientes, sino de un verdadero cambio de índole que incide sobre
llamada mundializa , . , os estable, a causa de la la legitimidad y la forma del trabajo sobre los otros, tanto como la
· c1·<,>n econorruca y cu l tura
c10 .,
n no tenga el. mando sobre ¡ ' hao· endo que la na- definición de los «objetos» de dicho trabajo, que paulatinamente
su economía? corno pod'ta h
Estado centralizado <) una acedo un se hacen usµ<1rio:,¡ o di�n tes. Cada vez se concibe en menor medida
6urgues ,1a 11a . c10n aj . Ade mas ·
trucc1.on , [comun itaria
] euro )ea a , ¡ a cons-· el trabajo sobre los otros como el conferimiento de una forma téc­
tras que las distintas minorr'aJs, �puta la soberan ía nacional mien- nica y profesional a una vocación . Desde los aftos sesenta, en todas
. nac1onales cultur
que se cim entan sobre la afirmac·10, n pu' al es, sexua¡ es, o las las actividades de trabajo sobre los otros prevalece una profesiona­
de vida, obtienen amp¡ ia lJ{ICa de un modo específico lización creciente; los estudios profesionales se prolongan, el nivel
- s esferas de reconoci
cu1 tura1 de un gran nu· mero mien to • J .1 El um 6 académico requerido para acceder a un empleo se eleva, la forma­
de m . st1tu. ra1
ci o nes se. ha 11 a desest . . a-
t
do, pues ya no es ident1·f1· ca · ab 1hz ción técnica para el trabajo sobre los otros adquiere una importan­
61 e con un modelo nac10 na ¡ encarnado
en un hombre, «francés de . cia creciente en los estudios profesionales y la formación continua.
rosap . ia» , po rta do r de un a cultura a la
vez específica y universal Puede cons iderarse que las técnicas psicológicas aprendidas son un
· o r su parte, los programa
nale s surgidos de s ins titucio- intento por racionalizar lo que la vocación daba por descontado:
l mov1·m 1·ento obrero como
am.mación cultural , tambi" e'n . rse en' e ¡ tr aba¡·o s ocial · y la compasión, amor por los niftos, sentido de j usticia. . . Se refuerza el
. . s, los ven a1 e1a pro d � una po1 itica , . de
serv 1c rn valores que los fundar�n, ¡ os. . ' encuadramien to j urídico y reglamentario del trabajo sobre los
ov .
ur
ción popular se volvieron _ m ne n tos de educa­ otros; el llamamiento al trabajo en equipo se volvió una con stante,
(lo isirs).
cmprendtmientos para el tie
mpo libre no dejan de crearse nuevas subprofesiones, cada u na de ellas apun­
talada por una esfera de competencias específicas y en convocato­
ria a una certificación sancionada por convenciones colectivas y
El predicamento de la organizac concursos de admisión . 1 6 Casi todas las profesiones anhelan una
ión prolongación de sus es tudios , un aumento en el nivel académico de
O rga nización y legitimida
d admisión; l a cantidad de años reconocidos después del baccalauré­
at es, entonces, una prenda esencial. Evidentemente, eso no signifi­
La mayor parte de los prog · titu • nal es mo ca que desaparece la vocación, sin o que ésta choca contra con s­
r� mas ms · c1o
ron construidos com o buro
crac1as ' co mo co
dernos fue- tricciones técnicas y profesionales cada vez más fuertes. Todos los
¡ es de reglas y de ro¡ es pu
. . esto . · ns· truc c1o
• nes . a-
rac10n actores del trabajo sobre los otros caen en una espiral ge certifica­
s en funoonarmen
pregnados por un ethos coi , _ to por actores im-· ción con stante. Los animadores de actividades campestres de vaca­
nun, po r un a vocación · F,n .
organ ización, esas burocrac ter
' mmo s de ciones no pueden limitarse a ser adeptos formados sobre la marcha
ias e J..an re1 ati. vamente sim .
ples y « livia-
14· F. D u bet Y D · Ma rtuc
r
ccll i ' Jans que/le .mciété ·f 1 6 . Cf. , por ejemplo, las luchas de los enfermeros para que se reconociera sus
Ho ffmann, ,,ur
" la Prance. París, Seu il, 1 973
.
uiuons-nous .2' op. cit. ; S. ,, distintas especialidades y las de los consejeros de orientación para obtener el título de
15 · M · WievicJf(a
1 , [) t"ff,eren
• ces. Par ís, Bal land , 20() «psicólogos consejeros de orientación», sin contar con los oficios de la ciudad y los
l. nuevos CAPES de la cartera de educación nacional.
ITUCIONAL / 75
LA DECADENCIA DEL PROGRAMA INST
74 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN
\

!

n e ncia�,
dos los ministerios cre aro ag gm-
m erce d al pro pio trabaj o ; to d o s deben estar gra d u ad o s y p o seer en march a ... T
º1 uac1. 0, n <,u
pu st s ante se
v os 1 e 1º1acen un c•onst
e o

c om p etencias téc nicas recon ocidas : sin animad or c ertificado , es c


di:ec 1 . o ne s e · · < s de e va
º � 1;;:�:� llo de _tra,l:Jaj (), si � o de su eficacia. No se pre -
imp osible llevar a niñ os a j u ga r al río o a dar u n paseo p o r la m on­ mle·nt o , no· - · e· . .. . . ...... . . . · I ,
d
een; sm o qu e se
mensura lo que
s a _ res ue cr
taña. Los profes ore s d e la secu ndari a ya n o p ued en c onten tars e gunta ta nt o a l
� n . ��dos �)S consejos gene rales se_ rodear:m de ex·:
con l a s c o mpete ncias a c erca de su m ateria: d e b en ap ren de r en el » hace Po r
e eval uar l a et·ica
nt
« realm c1· a de las políticas socia les.
e e

IUFM l o s r ydi rnentos de un qfici o en el que tenían gran rep u tación perros nca r�a d o s d
. . u ación que procede d un
·
e e
stna » de l a eval
por cu anto habían sid o bu en o s al um n os y aprobado l o s concursos. ello se f . . 1. dad que transforma las con¿1c10 • es
o r m o un a «m du n
La más m ín i ma e specialización demanda ser refre ndada p or u n cer­ cam bi. d l eg1t1m
verdade r o o e
. ador es menos imputable
os..' �mes el trab ª l
t ificad o d e ap tit u d o u n dipl o m a estatal. La mayor parte de l o s pro­ o br l s tr
del trabaj ados de la acción
e o o

Por su. conforrrH· dad y


o s

fes i onales ap oyan ese m ovimi ento, tanto como las organizaci on e s
su etica que p,or 1 ()S· resuft
· ¿ nro lad · Simultaneamen
te
en la qu e esta e
de docente s q ue n o dej an de exigi r que to das las especialid a des sean
o
rga m za a
colectiva o , e be « lla ma rse al orde n» y
o mi a, puede y d
rec o n oc id a s p o r concursos q u e d e fin a n l o s l ímites y las cargas d e n ay r au t n ,
cuenta co m o o
. que produce .
c ada cuerp o , y co mo l o s e nferm ero s, que r eivindi c an una pr o l on­
. . , po rqu e se J ntenta saber
está más cond1oonado
gación de l o s est udi o s y el r ec on ocimiento d e m últipl e s e spe cia li-
, dades. En t o d o s l o s casos, esa profes i onalización p rod uce un des ­
plazamiento de la l egitimid a d, pues la l e gitimidad p uesta en valor, Las po l.íti cas pú bli cas
a quella que de scansa s o bre el carácter « s ;:igrado >>: de la institu ción, .
, icas , bl" c l p rogram a ins titu -
C on el d e sarroll o de l a s p oh� y . ! ªd/una teo lo gía m or al
u
se inclina ante una le gitimidad r aci onal, fundada s o bre la e ficacia
are ce r ) a cnsta l 1za c10 n
de l tr a bajo efectuado y so bre compete ncias a u ten tificadas c onfor­ ci onal ya no p u e d_ e p o s o ha de co nsi d
er a rs e e l Es tad o

7

t d p d e
me a p rocedimi en tos l e gale s . Y como esa eficacia suel e ser pro d uc­ y polític a cuyo s u1 � omo el age nci a-
· , d e co nceb 1. r l a ctCC I· o' n pú blic a c
eto o o o r

. est 10n , smo


to d e un trabaj o colectivo , de e llo r es ul ta una trans ferencia de las Ya
ro gra m a p or via d
, e u na bu rocr aci a im pers on al
n s c u
p
e
.
o
a rg u ment o s d e legitimación; gasan de un regist ro v o c.:i cipnal e in­ m ie nt d ' bl 1· co s· y pri vad s nc ar ··
ores p u
un
e s y �r� p os d e act
o e
.
e
. d
o
de mov 1 1 z ar e ás
dividu a l a un registro téc nico y co lectivo . Ya no b asta con s e guir ido s como r e s u lta dos m
me -
o b¡ et1v ? s . d e fin
i r
an zar
o
ga d s d alc ma s de
una vocación y r e spe ta r las regla s dicha s o no de la deon t ología
ro p o s1t o d t o
da u na s erie de pro ble
e
-� p
o
m ns u ab l s. � an se
ía
para ser un b uen profe si onal que trabaj a en una bu ena orga niz a ­ . , de s an ida d d e segu n d a d ' de po bre za ' l a s ob er
nos e r e

ción; también hace falta que proce dimi entos de eva l u ación y de form 10n , ' . o s , l o s agen tes profe siona . les o
ac
os act ores p o l 1 t
' ic
s b r \ ,
c ontrol de m uestre n la e ficac ia del trabaj o efectu ado . D e sde h a ce frag m nta y
i l·d ad d e c olab or
ar en la re s o luo on d e
o e
o nsa b·1
e

pnvad. s r sp os d e 1
unos quince a ñ os, nos deslizamo s i nsensiblemente d e una ge stión . , n pe rm anece en man
. . c10
ca la e
o d er d e d e fmi
o r e
y p
e

d e l os a para tos m erc ed a la conformidad a las normas h acia una un p ro b m a ' n e ctado s y deben
l o s actores esta n 1· nterco
l e c u o

g e st ión regid a por la e valu ación de Io s res u ltado s. El progr ama ins­ «centro » . •1..os p roblern as y s ob re la ba se de u n ternto -
f no · , n d e ta r ea s comunes
a j u stars e en o gra m a s
tit uci onal c lásico fu nciona como una bu r ocracia en l a c ual reglas
, ese c-ontextcl , l as b urocrac1as . qu e s o ste nía n l os pr
u o
• . 1 s En on q u e
gen era le s y raci onale s pr oveni ente s de lo alto son p uestas en prác­ no e sacud"lda s . Tuv ier
.
tica p or acto res a l os que se supone idénti cos y con form e s; por inst1. tuc10n . ales fue�o1: las m ás fue rtement
y aprender a com-
� n asociados rivales
end e , bas ta con asegurarse dicha c onformidad. Ese m o d o de ges­ l legar a un entend1 rn1ento � e ocian con otr
os aparatos,
icos
tión s u fre u n d et eri oro pues en todas p arte s, en el h ospital, en la es­ portarse com? �cto res pol�
en a !�d: �uenta
s de sus realizacio nes
c u ela y en el trabaj o s ocial, se c onstruy e n méto d os de m e dida d e la definen su ob¡ etivos, apren
re aliza c ión d e l o s o bj e tiv o s: índice s d e ocupación d e las camas y
"i., · t ue • París , LGDJ, 1 999.
gastos por enfermo , raci onalidad de l o s cuidad os prop u e s to s, m e ­
zon pu b/q
1 7· p· Duran, Penser ¡•act ., · I,orrain ' «Apres la
· · t a c10n u rb ana er1 G
dida del nivel d e l os al u m no s y e val u ación de l os re sult ad os en l o s
de l a a¿_rnrn1s
18. Cf. el caso ejemplar . ¡ogt.e du trav ail, 35, 3, 1 993.
pub lique flexible » , ,;ocio
exámenes, cantid a d de m e didas s o ciale s y eficacia d e l o s disp o siti-
décentralisation, l'action
I\ INSTITUCIONI\L / 77
LA DECADENCIA DFL PROG R/.\M
76 / EL DECLIVE. DE LI\ INSTITUCIÓN

teri o, agenci_a regi o--


. . elec ti vos sin dicatos , mi nis
y deben movilizarse en torno a finalidades consideradas p riorita­ d1Cos, mag1st rados. . . es d'e enferm - os· , médic os de, la cmdad" .
"
nal de salud' aso . ciacion l s d n gu -
r i as. El interés general ya no se hace p resente c omo una categoría
, 1 os «p.�dres superi ores» d e a or e es re

p olítica trascendental, s in o corno una p roducción local surgida de Tambié n en este caso . ,r adores de alt o ng ' o , es col t a d o s
· J"maron ante ad mm1st
ra
lares se rnc c ap aces de m o v i1 i-
· ·
una acción colectiva y de un modo de regulación constante. En ese . 1 t d e g ere nt es
por p olític os � 11 str os 111 e
�¡;_:1baj?
contexto, el derecho, antes que como una herramienta de regula­
p t io o nes . � o � r:s
re;:/de descentralizació n, el
z a s us �� p líti c s púbh­
ción de mecanismos que cambian de carácter y de metas a parece en n t oda una serie de
r re o a
l pa tici p a p � r c o n_iple t e c ciu ­
forma de reglas intang ibles, expresión de al gunos p rincip ios fun­ s �:J
C i a _ r
de ese c ompromi so: las p o líti as
mcl u so n o vi_ve ma; lu� s d em p �
c e za, la � "'!
damentales. Las leyes y los reglamentos so n tratados c omo herra­ d, e ucha c ontra la pobr
as e e e

mientas de gestión, n o como la exp resión normativa de calores c o­ dadanas_, de seg�nda ltip l c mp añ as de se n s 161 h­
ip1ead os , las mú es a
munes. 19 En tanto el p rog rama institucional se percibe corn o un asi stenc1 a a los :-en_ emas c omo la nfa
i nci a maltratada ,
ci ón ac c d e 1 s t1 nt os p r?bl ,
. . d nuevos derech os multipli ca-
mundo vertical que va de lo «alto» hacia lo «bajo», lo cual engen­ za er
, a
0 la ad qms 1 oo n e
dra un modelo burocrático «a la Weber», las p olíticas públicas la c n m1a s o_c, ,; � 1 ndo a l os tra-
sitiv os t ran sfo rma
e o o
p c 1mn ent os y 1 º d. al
r on l p rendedo res de trabaj o s oci
e
en ve �d ª �e /�f �m
ro
apelan a organizaciones á giles, abiertas a su entorno, capaces de o s
do s o les en ll a-
baja ] . as de 1· n serci ón · C on l o qu.e se, da
res o a
adaptarse más que de ser fieles a s u s tradiciones u obligadas a cam­
n b u 1 � a d l as p o 1t1c · c
biar de modo continuo en busca de ser fieles a sus p rincip ios. Es lo en 1 a e o e ., . . ' 61" 'O las cadenas ¡erarqm
as se
rrn z �10 n d e 1_ serv i c 10 p u
mar m de inten sific. a la p resión el d
a
que algunos llaman «nuevo esp íritu del capitalismo», pues es evi­ o
ci a es l a regl a,\;
aco rt n , l p hv l en · os, a1
dente que las empresas privadas fueron las p rimeras en reorganizar­ a a o a
. 22 L o s g ran des arbit raj e s éti
cos y p o !'1t1c
y d l u�u n . . .
20 client a retóric a de las
o
se según ejes horizontales y necesidades de flexibilidad . En algunos
e a ,
e merce d a la magi
e
ali za r 1 c id
21 n o � odé_'. se deleg an a l os
rse e
� �:�a s oberanía p olítica,
r re
años, los directores de colegios y de liceos dejaron los hábitos con­ � cia
fortables de burócratas apacibles p ara transformarse en jefes de es­ inst ituoo nes o p or gra cti va d b e n c omp ortarse
, quienes desde esa pe_rs p e
e
tablecimientos «rnánagers» de su planta de p ersonal: p artici pan en act o res de b ase d erar y producir
lib
. 1 icos y morales obl1gad<) S a
e
las políticas de seguridad local, negocian una p orción de sus recur­ corno su1 et os. p ol't" s deb en hacer opci
o nes funda -
. e1· empl o ' 1 os p o rtero
sos c o n los ocup antes de cargos electivos de su distrito, aplican el arb1tra¡• es. p or · ·
1ent , tod o un c o n -
ro p o ne r p ro ced im
os
f .
llllf· «ca s 'OS » ' p
menta! es , de . , , que el pro -
flujo de reformas y políticas lanzadas p or el ministro y los rectores, . , p eso n o recata sob re ellos
se esfuerzan p or motivar a las plantillas docentes, comp ilan esta­ junt o de. act1vidades cuyo ' or e11os. 23 El, co n¡· unt o de cambi os
p
grama mst i• tuc·1on a¡ cu mp lia i on ales;
dísticas y rinden cuentas a todos: magistrados electivos, adminis-­
ay p t d 1 s r ole s p ro fes i onales tradic
hizo estallar la m
e
or ar e
d d e ma­
tración central y padres. (No sorprende qu e un gran númer o de in­ q e ?as y las críticas formul
a as

dividuos cualificados p ara ocupar ese rol no siemp re esté a la y no causarán sorpresa las � J e ] os act ores estudi ados, esp ecial-
on a d
altura de las exp ectativas. ) Cada director de hosp ital debe articular nera c onstante pe) r la m ay , 1 ¡. ad os del p rograma inst1tu . c1· ona 1 .
. d l s m as a e
mente e1 e o
z que h a-
su p rop ia p olítica en un sistema de negociación constante c o n mé- , 1Ca s/i:i�nta men os hacia la burocracia y su rigide
Esa en ;� ,. muestran como
,<! � P ht i ca el oder » que se
din »,
1 9. ].-D. Reynaud, Les r egles du jeu. L'action collective et la régulation socia/e.
cí a « e l ero _
tiz aJo res
;; l:s p�lítica; públicas. Lo que l os ac­
l os gr nd di a el inf lu-
o » des igna men os
me
París, Armand Colín, 1 989; véase también F. Chazcl y J. Commaillc (comps. ), Normes a . es
1 I· 6era¡ 1· sm
ca 1 1 f . c n v c es de «neo . . -
to r . 1d e sob re ellos ' que una d o
i a a e
juridiques et Régulation socia/e. París, LGDJ, J 991 . Acerca de las políticas de seguri­ es
l c d , el cu al n o siempre mc
dad: J. Gatto y J.-C. Thoenig, La sécurité publique a l'épreuve du territoire. Le poli­ jo d e me r a o
cier, le magistrat et le préfet. París, I}Harmattan, 1 996.
. . - t s·• une revuc de la littéra-
20. L. Boltanski y E. Chiapcllo, Le nouve! estnit du capitalisme. París, Galli­ dermsat10n des serv1ces pu bl'c
22 • 1M •-J- • Wellcr «La mo ' '
mard, 1 999. te du travaz"/ 3 1 998.
turc» ( 1 986-1996) , Soc io/og zo--
'

Soc
. •

se du travail des agents »,


0

2 J . Sin hablar de los rectores de las u niversidades; pero no es cierto que las uni­
« La rcla t10n de serv 1et.
'. :: et I' anal y.
versidades hayan sido, en Francia, instituciones en el sentido empleado aquí. C. Mus­
3
2 . .J Gad rey,
selin, La longue marche des universités. París, PUF, 200 l . logie du trauail, 3, 1 993.
78 / EL DECL IVE DE LA INSTITUCIÓN "tf!'!"""," "
LA DECADENCIA DEL PROGRAMA INSTITUCIONAL / 79

ble coerción : la efectuada po . , n de r esu


r l a oblig c10
tuada por la i ncertidumbre a t ltados y la cfe c- distintas formas, a veces explícitas, a v eces negadas, impacta con­
c d r o . Sufren la d eca­
denc
_ ia de un programa institu�::al ;d:;t;:
cu s s tra la representac ión universalist a del programa i nstitucional. Se
Cia protectora, estable y l egít fic do co n una burocra­ desliza paulatinamente h aci a u na lógica de �A�p�aci§,n a los públi­
ima. 24 C_ontr� e; pr�)longa
c rític o de los impedi
mentos bur c a, t cos iden do p eríodo c os y a los casos. Por más positiva que sea, la discr iminación posi-­
de Crozier, los profesionales � t � tificado con la obra tiva es una discriminación, tracciona al profesional hacia un rol
del t . a ªJ sobre l s otros m
un ap ego a la definic
ión weberiana de �urocra � anifi estan más específico que e l d e funcionario de lo uqiy�rsal. Si bien esa dis ­
institucionalización de l a Raz , �ia, concebida como criminación positiva se h�sa en ;�g���-�tos d e justicia y de equi­
on y de regl as u rnversal es
. 2s dad,27 esa política su e l e apoyarse sobre una «discriminación d e
cálculo» (statistical discrimination) i nspirada en los trabajo s de
Los púb lico s tom ado s com o
met a
Gary Becker y Lester Thurow y c imen tadas en una técnica estadís­
tica e l aborada, como l a que utilizan los seguros. 2 8 Mientras que el
La de legación de responsabil programa institu cional llamaba a l a igualdad d e todos los al umnos
, idades h acia 1 � p en"fen. a es
mas profunda que un mero camb , mucho y exclusivamente a la jer arquía d e méritos, l a mayor parte de l as
· en 1as tecm
10 . , pues
cas de gestwn,
consi· ste en un retroceso de la . políticas escol ares i ntroduc e discriminacion es positivas presenta­
imagen umversa1 de l .pro . sti-.
tuc10 · nal . Esp ecialmente en
el m�ndo catoTICo, p ste ior . grama m das como otros tantos servicios : zonas y r e des de educación priori­
mundo republicano francés _ � � me nte en el tarias, políticas específicas para los migrantes, medidas de ayuda y
los pro��amas m st1 tucion
construidos a partir de la rep' ales fueron asi stenci a escolar, programas de luc ha contra la violencia, mu lti­
resentac10n de u
manera abstracta y universa n públi co def .
l: «todos» 1 os P ?bres, «todo m 1do d e plicación de las vías d e acceso a los concursos . . . Y no resulta difí­
fermo. s, «todos» los niños. . s» los en - cil justificar esas políticas demostrando que las no.ima's �niversales
. . Eso no im pedia por ci· erto, fuerte
di. scnm m . aci ones ·
pero se l as er 1· b , ' s en r ealidad favorecen a quienes ya son los más favorecidos . Enton­
l a i nstitución po; obra de l as ¡ � . ia ora como una alteración de ces, las políticas son cada v e z más ostensiblemen te orientadas, son
radICiones y de l as desig
ci·a1 es, ora como un escánda uaIdades so- cada vez más cat egoriales a partir d e familias de casos : pobres, fa­
l a imagen del público al que
lo. Ah bi. �n, �n t ?dos los ámb
a unt:��as m s
itos, milias uniparental es, anci anos, l a avanzadilla de una i nmigración,
en un a cohorte d i:
e públicos - eta ob
_ tituci ? ? es se fraccionó niños , h abitantes de los b arrios «sensibles» . . . 29 De h echo, las me­
Un ejemplo típico es el de los ' Jeto d_e _ pohticas esp ecíficas . tas son i nciertas, y r equ i eren gran pericia técnica en pro de gestio ­
d
p ara los niños de edad meno fi;;tt :11u�cipales de prohibición nar la multiplicidad de disposi t ivos y h acer entrar en e llos los «ca ­
ra . anos e estar en espacios pú -
blicos si n uno de sus padres sos»: RMI, as ignació n p ar a el adu lto discapaci tado, asignación para
a partir de las 1 1 de l a no
da a 1 os barno . s «sensibles
»· resulta dT ch e, 1im· i. ta- el progenitor aislado , asignac ión por desempleo, empleo subsidia­
i IC�·1 im . agm . ar esta
señ ada en mayor c
orrespon'denc1. a c
m e did a <li- do, asign ación extraordinaria . . . Desde luego, esas disti ntas medi­
todos los menores civiles o on. ciertos gru�os : no ap
unta a das y esas múltiples metas provocan l a formación d e esp ecialistas
pen_a1 :s, sm o a determm a
determinados barrios. 26 El su dos niños en
rgimien to de la affirmati
ve action, en
27. Acaso no sea inútil especificar que, en lo personal, estoy a favor de esa prác­
24. Cf. ].-H . Jacot, Formes tica en la mayor parte de los casos, pues las oportunidades de acceder a lo universal
anciennes et formes nouve
forme IffC, PIRTTEM, CNRS, lle,. de ¡ 'orgam.satton
. , in-
1 993. suelen ser discriminatorias; son favorables para los actores universales, es decir, a los
25. Respecto de la defensa hombres, blancos y de buena cuna.
dela burocrac1a,
. especialmente por
tesis de Bla u, cf. D. Courpa intermedio d e l a 28. D. Sabbagh, «I!affirmative action aux États Unís; effets symboliques et stra­
• sson, 1· "A etion
· contramte· Orgam· · · rale
mmatzo . n. París, sattons ¡zbé
PUF, 200 0. s et do- tégies de représentation» , La Revue Tocqueville, 2, 1998.
26. De hecho, esa medida 29. S. Paugam y F.-X. Schweyer, «Transformations et inerties de l'État-provi-­
. . apunta a los niños de fam
111m1gración. . . s pobres sur gid as
iha de la dence» , en O. Galland e Y. Lcmel (comps.), La Nouvelle Société Franr.;aise. París, Ar­
mand Colin, 1 9 9 8 .
AL / 8 1
LA DECADENCiA DEL PROGí,AMA INSTITUCION
80 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN

ión qu e:
. , de ser ho mb res y mu jeres de v ocac
y acentúan la estratificación ente las c orporaci ones y los grup os ellos ti enen la v .1 veno· a . que ren dir má s que a s1
n o tienen uentas
profesio nales. El mu ndo del hospital es arrastrado po r e sa misma desde ese pu nto de· vist_a, e s .Y se, ven blig ad o s a dar ex-
. nc, ienc-ia O a s u.s pare
o
tormenta bajo el triple efecto de la mu lti plicación de los servici os mi smos , a su co s sus r sul tad os , 1 o
. c10 .
ne s ac ere-a de su s O b"¡et
1vos, s· u s· métod' , o e
.
ez se
especializad os, de las vacantes específicas de las clínicas y de l o s nli
t ca . segltn la cu al cad a v
r l a parad o¡a
cua l contn. bu ye ª ,ª_ um enta ntr eta nt , l s ªJ::ª-
h ospitales y de las p olíticas de control de l os gastos en el área de la . e n os reconocidos; e o o
m
salud. Todos esos cambi os, c u ya may or parte es extremadamente sienten men os leg1tun os y .a tuv 1.-e ro n tan t o ·
po de río e m-
r at os <ie l o
s que son rniem b r os nu nc mi no s g n ra 1 es,
vel oz, ya no puede n c o nsiderarse como s impl es transformaci on es . d'1v1"d 1J<)S, • En tér
e e
. . de 1 o.s lil
técnicas q ue sól o afectan al contexto y a las co ndiciones de l traba­ f..! ueno a sob re e1 des·tino . . tltci onal c m un o rd en
, . · b·l rse el programa m st1
o o
ya n o puede descn la n sta l -
g1a
jo so bre l os o tros : l o s u bvierten mucho más prof u ndamente que las - . a. Tan pr o nto se
expres a o

om una b ro rac1
regu lar y c c . · sobre l o s otros.
o u
«sencillas» mu taci o nes c u ltu rales citadas más arriba. P or interme-­
r ese o rden
, t od os los fHO fes 1 onales del traba¡ o
dio del «Estado animador», se reemplaza el c oncepto ge neral de o . . el final del respet o, al q ue
. denc1a de l s an rua no ,
p
de scn" ben 1 a deca - 1 de mayor edad podia
n creer
:;f:
integración, sin que é sta se afirme c omo tal, co n l os de regulación
ello s pensa�an ten_er d �-�
ho
es, les
e inserción. 30 Se ot orga pri oridad al ajuste recípr oc o de l os actores,
s1en �en mv J os s��iedad: les piden ba c lan
S ban
se_ Ies º t1ig. a a e sc
a las definición de l os pro blemas, a su gestión y, sól o en algun os ca­ ete _ r n o . e � o ger o pcio nes qu
e p e nsa
bli ga n a ex pli car se, tos de l s ac-
sos, a su resolución. Se g_eja de lado el léxico de l a v o luntad en pro ¿ a ere'd'1 to a l o s sentimien
o o
, .1 hace , r. Si se
e n d b 1a1 s h an
qu gramas instit ucionales
e
del léxico d e la regu lación inteligente y adaptada. P or ende , ese o
.
o s ª1:t�gu o s pro
e
t or s al r e spe ct o , l
p ragmatismo no crea forzosamente una medida o bjetiva de la ac­ e
0.
ción: no se con ocen políticas abandonadas con el único pretexto de vu elt o indu strias de serv1c1
s u ineficacia; antes q ue c o n una n orma o bjetiva para zanjar defini­
tivamente la c uestión, l a búsqueda de eficacia se emparenta más
c on una obligación de rendir cuentas y co n u n estil o de argumen­ El actor contra el sujeto
tación . L os programas instituci onales se vu e lven aparatos encar ga­
d os de activar p o líticas c onju ntas; y corn o s o n c o njuntas, su s re­ El act or no es el sis tem a
nu idad
s u ltados sie mpre s on pro blemáticos y l os acto res involucrados . . 1 P_�stu . 1 a un pr incipi o de co nti
El programa, inst 1 tuc 10n a · . · p lina s y la auto -
tienen razón al sentirse «respon sables pero no culpables», ya q ue . · c1.o n y su b¡" etivac1on entre. l as ¿iso
entre sooa1 1za ra tar p r un
a
las c onsec uencias de s u actividad terminan p or escapar de su c on­ rosa ya no' f un c1o na o , pa
o o
p
n o mía. Esa cadena m1·1•ag, . ella , rqu e la
tro l. C om o res alta D u ran, «a men udo puede determina rse s ól o l s acto. re. s. . ya n o cre·en en ]
o
p
,
f orrnu 1 a ma, s. pr. 11de11te ' o . ens1 " s d .,
e a acc1o n y 1 as
post ex factum si la acción p ública p resenta o n o el carácter de una l a d m , ne s s u b ¡et 1va
corresp.o ndenoa · ntr 1 o
1 1" taron · Ya n o se define .la
e e s
p o lítica pública deli berada»." De modo aún más fundam ental, la " 1vas de1 estatuto se de b'l
dirnens10nes ob¡et e el acto r y el sis
decadencia del p r ograma institucional entraña u na separación en­ ánea c omo 1 a urn" dad entr
modern 1"dad contemp o r . epar ac ión entre
tre el poder y la a utoi;idad, p orque la autoridad legítima se vuelve
. , o r el c o nt r
a · no . c omo la pr ogresiva s o-
únicamente u n re cu rso de p oder entre otro s. El docente y el m édi­ tem
.
a sm
, n sooa
o p
1:1b¡e
. . d' m el1v1
. ttv ida " " dua1 12 Ya n o se cons1' derab a t- ,
aco · 1 Y • cia 1za
1. o? n
. d"iv1. du. o '· el pro blema de la so
s
c o de ben c onstr uir su p ropia influencia a partir de s us rec ursos y de o
, n de 1 m
tal la pr gra ma c10 , el dis tan cia -
· viciad' l a cnt1ca, l a ¡· u stificación y. . . , de1 t ra-·
o
su destreza para e je rce r d entro del ju ego de las organizacion es cada
e 1 d e 1 a re fl x1 .
es . nte co mp1 eJl· · c1ad de la d1v1s1on
e
vez más complejas; esa aut oridad ya no les está garantizada co mo oe
u n componente de s u estatuto y de s u vo cación. La may o r p arte de miento . A cau sa de la cre

989
. al francés. París, Payot, 1
G. Sim me l, Phi /os oph 1e de la m derm·té' trad Pa rís, Fay ard, 1 992 .
30. J . Donzelot y P. Estebe, I/État animateur. París, Éditions Esprit, 1 994. 32. _ � la �odernité.
; A. Tourame, "ritzque d,e
31. P. Duran, op. cit. , p. 33. [Filosofía de la modernidad\
MA INSTITUCION/\L / 8 3
U\ DECADENCIA DEL PROGRA
82 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN

ac i o -
v1du
. a h. s m o m et o d o
lóg ico , él d e s a rro ll a u n a r
md1
. .
b aj o , d e la pl uralid a d y d e la débil co h erenci a de l os r ol e s q ue de ­ mo». P a r a el
e b ue n a s r a z on e
s de actu ar en las sit ua ­
m it d
b en a sumir l os in dividu os, se a bre l a dist a nci a entre las m otivaci o­ na lida d li midad a l as expectativ a s ,
c onst ruy
a s· l a c o nfor
a a ya
i m p st
Y_
nes y l a s acci ones e sperada s. L a un ida d s u bjetiva d el actor se v uel­ cione s q u e l ' e sp ec í fi c a m ente
��on o-
n a e str ate gi a ,
e son u e
m s
,
las no rm a s so ­
ve proble m á ti ca ; en to do caso, ya no es un dato , y de be cons tru irl a
el propi o i n divid uo . 33 En opin ión de un prime r c onj un to de soció­ m ica , e ntre
no
ot r a
e s
s. P a
�?-
a
�f
ra
· t
�n�
ra
e ra ccc i o n is
.
c c 1 o n e s· e n e lla
m o simbólic o , la acc: on
s , l o ,s actores c o difi ca n
e
oc s � d
l og o s, la distan c i a entre el actor soc i a l y el sujeto de b e i nterpretarse cial es un pr e s q u e afr on t an
i nt entan do pro m over
e e e y
como una consec u enci a de la de sco mposición de l a imagen clásic a .lnterpretan l a s situ, acion i a liz ación es ... , men o s
·
1 . E am b o s casos, la s oc
p t a e
de la s ocie dad. Los actor e s se ven c onfrontados a lógi cas d e acción salv ar su re ·,
,
d uc ac. 1. 0n Pa ra l a a uton
o mía mo ral qu
u c on n

c ontradi ctori a s y de b en sit u arse en m últiples raci on alid ad e s: las de n pr gr a m ac 1 o n � u na e , r s e d s em -


n tas m
. · m u o de tacticas Y dis ti ,
o d e

un a pre ndiz a ¡ e c_o nt


a a
a c1. o n pn. m a -
u an e
la c ultura , la producció n , la c i u da danía , las m úl tiple s iden tida ­ r i r n re s o ci a hz
.
ene s en t1. d o dºf 1 e
- rse ,. y a no . ti
e t
des . . . El i n divid uo se vu e lve «incierto», fra gmentado , forza do a nto u n a como
a
pena En ú lt im a i n stan ci. a, ta
e n c
, d n�..
utiliza r lógic as op ues tas; y el s uj eto y a no e stá a rraiga d o en una y s ci hza. c1 s , b st an t e bi en c o n
ria , c i on se c o rre spo
n de n
0 n e c u n a

nt ac 1· o n de l a ac
o a a
provisión h om ogénea de val ore s e identida des, está disemin a d o y r pr s s y d e « me r c a -
e rCI· b 1· da como
u n a s en. e de e sce n ari o
otr a e e e
d p
d es centrado . 34 Los in divid uo s se ven presi ona d os y disp u ta d os en­ so C .
. at en. al e s y sim
bó lico s ' me rca do s d e
o s d e bie ne s m
un a ie d a

m r d do s d e
tre distin ta s normas de j us ti c i a s y o bligados a emb a rcarse en un do s » :
i· s m o m e rca d o s
de i·n fluenc ias y m e rc a
e ca

g es d � m , l 1:11-ª Y º�
tr a b a j o d e j u stific a ción con ti nua y d e co n strucción p erm anente de imá o lóg ic o
I i n. div idu al i s mo m eto d
uno
ara
n a
P
e
sí mism os. Ese t rabaj o ha c e de ello s sujetos: Para otros s ociól og o s, argu m t ac1 0 n e s. _ c io � � l"i d a d su i nc ap aci da d p ar
e e¡ er ce r,
irr�
e n a

«falta » d l r sis tir al


el pro blem a e s enci a l es el de l a sdci aliz ación cog nitiva , en la m e di­ , e s' su i· nc a pac i da d d e
act or s su
o s1m b o l i co
e e
ms m
e
da en que a lgunos actores de b en a prender a actuar en un m un do para el mt
. r . _o . a l ta s »
, a aj en a . Esas «f
n b a ¡. o la mi r a d
e acci ya no
disol � .
i nci erto . Como la s oci e dad es re d uc id a a un conj unto de situaci o ­ e sti gm a su c 10
, , l a ause ncia de re glas y
de _n ­
io l o �ia dasica
a y co
s C , ido ( h e-
nes d e com pe ten c i a y de oportun idade s, nunca se adq u i ere la coor­ ' 1. 0n de spo ¡· a da d e s e nt
son com o en la o
m i a ) y su acc
a

trol' i nte n . nz . a d O ( a
di nac ión d e l a a cció n , y e l marco simbólico de las re lacion e s nunca . de pérdi d a de sí en
l a s d o s m od a1 id ad e s
o no la so-
e s t otal ment e co mpartid o .
35
La acóón se explica menos por la so­ n ac ión ), reco. noCI. d a s . m un do s u b¡· etiv o y el
mund o
, '
as ca . d1s tanC1. a entre e 1 . s
c i a liz ació n que p o r la ec ono mía d e l o s «motivos prá c ti c os» o l o s c i o l o gi a c l
n to a l a mera d i
º stan cia con el ro 1 ' gr aCia
i La
. . 1 g d" sti
« bu en os m otivos» que re miten a mecanismos cogn i tivos y a lógi­ ob¡ etiv o es muy
a entab la r una co
i
co nte mp 1 ars e
a o nversa-
Pr de a . , .-
cas d e com un icación c ontextu alizadas . Las d os es c uela s s oci ológi­ a l a c u a ! el acto r � en
. y «Yo» (Je)' porq ue a prend10 a pe�CI
t)
m s m » ( M o -
cas «nu evas» que do minan actu almente la escena de las i deas e stán c ió n entre « m a ya. no es l a s ooahza
¡ m ay or pr obl e
Yo i o

d a ·
¡ . E
bir se en la m i. ra smo m e dian te
37
con str u id a s s o bre ese p o st u lad o d e sep a r a ció n entre el actor y el
y e· 1 trab a ¡. o. s obre sí mi
a en a

sistema. 36 E n ambo s casos, el actor es un « entrepreneur d e sí m is- c io, n s .mo e1 d"ist anc·iamiento.·-n stru y e c om o su ¡· eto · I,as te on a s con-
el cu' a l u n actor s o�1a · 1 s� co ra-
l id� nti_da d r h
su redu cción a u n a prog
temp or án ea_s d e s so i a li ­
en si o
si ste =�er:Z:de l a s t
a ntre c

mac ión s oc1�l ; �od �� m ión p e rma n e nte entre


ne e
33. E Dubet, Sociologie de l'expérience. París, Seuil, 1 994; E Dubet y D. Mar­
n , acer a d e la
: e go i
z ación y s u b¡ etI v aci o m ism o , ya sea q u e c on ­
tuccelli, «Théories de la socialisation et définitions sociologiques de l'école», Revue n c ac

i. ? e nt�d_ad ara u no
Fram;aise de Sociologie, 4, 1996. .
ide tid d p r de conti n uida d en el
· d� nt l·d d bi o gra fic a pmt ro ductora
34. D. Bel!, op . cit.; A. Ehrenberg, L'Individu incertain. París, Calmann-Lévy, a a a otr os e

n
1 c urs�. va q u e
bien u n a identidad dis
1 995. un a
a p e rs�1: ª l o
sis ta en
d his ton mte rac ­
d uno mi sm o en el flujo d e
35 . A. Cicourel, Sociologie cognitive. París, PUF, 1 979; H. Garfinkel, Studies o( a .
e s entac i on e
ca os e un
fahnometodology. Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1967.
trab a j a s o br e l a pr
36. Evidentemente, esas dos escuelas no son más nuevas que las criticadas por
ellas, las cuales dominan la sociología francesa desde los años sesenta y setenta: el fun­
cionalismo estructuralista y el marxismo. Sólo son nuevas en los manuales escolares, y . , , l) ans,
' PUF ' 1 963 .
ete.
, " prit, le Soi et la Socz
37. Cf. G. H. M ead '
L'E's
por un efecto retórico de crítica a sus adversarios, remitidos a una posición «arcaica».
Gf,AMA INSTITUCIONAL / 85
LA DECADENCIA DEL PRO
84 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN

n cia p rivada, a l a
as, l i bra gran
a utonomía a la concie
t n ci r a su p ro p ia li-·
ci rc u que convence r y remiti
a
ciones y rel atos p ersonal es . 3 8 D mo do gen�ral , hem os pasado de ns
c apt ar m enos
l as identi dades tradicional es' da�� s, c._onstruid as en e l tie mpo d e l a qu e pr oc u ra
o que el catecis
mo y l may oría de l as
a
. st1tuc10nal ' "a I· dent1· da des adquiri- . H c y a mu cho tiem p rnas a niños
bert n imponer ver d ades ete
a e
formaci ón y en el p rograma m ad
sas no pre ten de
, f lui d as, construidas a l o Iargo de 1 � vi. da y en un a m ulti­ las l ig brá n de ser un
escue que esos dogmas h a
re io
d as, m as
n l a es per anza de e nseñ anza
p licidad de rol es de rupt.uras y de expen. enoas . '9 L a i d enti d ad pa- pequ ñ o ,
y de una l i bertad. L
e s co a
.
e
m b l d un es píritu crí tico d iscu sión
día el e d
l a según l a modal idad
ra
rece ser un a sue�te de cns 1. s l atente y d e t�a ba¡· o much o más que
u e
. enonz . s es má tar d ía , se articu m n o r acier-
una suerte de con struccio ' n p recoz mt .ada p ara to d a 1 a vi. da religi o a s
esta -c on mayo
ro e
. ación , e sf erz a p or dar res pu mi ntr as que
un a vez construi da una bru , ¡.ul a personal: Mien tras l a g1 o baliz y crítica s e u
fe y de creencia, e
e má - una de m anda de i o ap a­
.
de l os m tercambios p uede dar 1 a sen saoó n de entrar en un mundo to, p or l o d s a
a do a ocup ar un
es p ac
. m u ho tie m p o se había l i mit gm a a la
monocromo unic u l tura l Y c-hato ' asi. stim . os -p or e l contrario- durante miento que iba del do
c
.:
a
nt va í . Se i nvirtió e l movi dhe ión al
un a expl os10n de i denti dades cu1 t o ral es ' sexua1 es. , re 1 ig1os as . . . 40
· . renteme e c o
e m anda de fe a
la a s
,. f e z a por ir de l a d l j to
, se configuran i dentidad es de re¿ �nstalizadas
1-am bi. en por el desa- fe, y ah o r a se es u r
dical, pues s upone que e
su e
u n camb i°c> ra
. . n v de com um· cac1. o, n; y dogma . Ello entrañ a e esta úl tima se
hace en ple­
rrol lo de nuevas tecno log'ias de mformac10 c liz ó n religiosa y qu
. l uto de fiel
J
p recede a
aci
e p asó del estat
a so i a
se te m e que é stas borren l as d Jºf. e r�nc_1as cultural es : se forman co -
. En n pal a b ra, el creyent
admi­
na .concie licacio nes, de b e
ncia u a
muni dades entre s u¡· etos que m si quiera se ven. 4 1 ¡>ero, mas , que rdo te deb e da r exp
el s
q omo la condición mism a
e
. . . aT de l aico a
ac
fracc10nar a cada in dividuo' esas identidades o ponen _ un mosai. co
uie n
rt per sonal p er cib ida c
ni strar una
lib esa «p ro··
racional ización y
e ad
de tn. _bus ; cada uno de esos ind ivi duos se vue lve multJCu l tural , vi - i n temente, esa
de una fe auté
n ic . E nstitu ­
. odo notorio l a i
t a v de
ven sunultáneamente en vanos mun do s ' en vanas · 1 enguas, en dis- d la Igl i debilitan de m
testantización » es a
.tmtas estéticas como si cada uno de nosotros se hubiera vuel to un l as demandas de emoci
e ones
e s p ue sta tod as
inmigrante . G;an cant1'dad de esas cu l turas son me · -1uso «virtual es », ción y suelen dej ar sin r lificadas con dem
asia do a p re s ura m ien­
. .ones que d e fo rm as de v1. da, de y de certezas re 3 ligi cua
ces , nue­
se crean , en ton
osas
toman menos de raíces .v de trad1o as .4 Para dar
res p ues ta a e l lo
. . . ., t cta ri n idad m nal y l a
e j e son l a co mu
de se e ocio
resistenc ias a dis tintas formas de d ommao o n, d e «op ciones» y p ro- o
eligios as c uy o
s p á tic as r pos pent s l es y l as
l as I· denti· ¿ades reivi n- caso de l os gru
r c eco ta
y ectos. Desde esa pers · pec t·iv a , g ra n p ar t e de va
g uridad. Es el
. , . · • es p re- de m de se
es cierto q os gru­
dicadas son «in venciones » mas que hereno as o ad qm· sic10n
nda e es
n embargo, no
a u
. _ m nid d carismát icas . Si nti e rsión
nacimiento. Idé
a es r ve
c oces de l a soc ia lización · son.. ..«1· 1·us1ones » y mitos .42
co u ca
' n r in stituciones en ho t iem­
pos se an e ve dad
ela, donde dura
nte mu c
n p d b ervarse en l a escu i m puso
paulat i a u o o s
al de n iño y al u
mno s e
f ió d l se par ación radic blig
po l a p ublicana no estab a
icc n e a o ada a
La relación invertida te. La escuela re
co m o h ho vi den dos de raz ón a
ue a seres dota
ec e
' m á q l u mnos , má s q N i l
. , Tamb1. e, n en este caso, l a d irigirse zón de may o r magnitu .
s ue a a d a
La cadena d e socialización s e invi. rt10. f a lta l v ar hacia una ra p -­
. quienes h a cí a e e
que pueden recel ar de es e
socio logía de l a religió n nos 111 for ma acerca de l os cam b.io s esen-·
ni l d l s ncia -con todo l o p ­
. .
c i· a J es d e l prog ra m a inst i tuciona l . p resc m dien do del car ácter mo--
infancia a a o e ce
nes y desbo rdes ,
de erso
c lt r l y sociales , de p asio í n
cificidades nían carta de ciudada
es
.
ciern o o tradicional de l a Ig 1 es1a' d e su ap ertura o rep 1i. egue con re­
u u a n a e
esórde ne s»·- te
1 aoon . , al mun d o' está a l a vez e n func10n . , de l os ámbito s y de l as nalid ades diferentes y «d nto . La se paración de sexos, e l reduci­
mie
l a cl ase y en el establec i y artíst icos, a veces los
rg do los ej ercicios físico s
do esp acio o to a a
38. Cf. C. D ubar, La Socialisation P·uís ' Annaod Colm,
. . . 199 1 . ,
39. J. E!ster, The Mu/tiple Sel(· e·,am b'n_. dge ' Camb
' nd ge urn· versity Press, J 985. ·i
cnt. París,
40 · S. Dassen, La vi/le globale
J pe/crin et le convertí: la religion en mouvem
l· . · pans, . l)escartes, 1 996 .
43. D . Herv ieu-Léger, Le
4 1 M e;5tel s, L e pouuozr de /'identité . París, Fayard, 1 996
-F
42.. .J . . ayart, L,zlluswn zdentitaire. París, Fayard, 1 996. Flarnrnarion, 200 1 .
86 / EL DECLIVE DE LA INSTITUC
IÓN .,...
•.. LA DECADENCIA DEL PROGRAMA INSTITUCIOMAL / 8 7

uniformes y toda la d i. sc1p · ,m, . a escola r


'
murallas del santuario. Pare
ce poco disc:�1w
. ban a pre�e rvar las roa en cuas,itrab,ajadores so_ciale s a los destinatarios (cibles) de la
chos años atrás -Mayo de e que a partir de
l 68 n de¡. de ser una fe mu­ intervención social Los temas de los derechos de l os individuos, l os

J"
falsa) al respecto- los niño cha cómoda (y de las mujeres, niños y minorías entran paulatiname nte en el mun­
s y I �adofescen
la por medio de las demand tes e� tra ron a
as su s adres, ba¡o la pr la escue­ do del trabajo social y se oponen a las meras exigencias de i ntegra··
huelgas en los liceos y sin _ esión de las ción y de control.
mayo: meJiacio, n, p or efe
da impetuosa de mas ificac1. , cto de la olea-
0n escolar que vi o lle ar 1 .
co] a r a un c onjunto de alu g a _recmt o es-
mnos osten�iblemente poco
separar al alumno del niño dispuestos a Dos i n dividuos
y deI ª doIescente, aunqu
bajo el p eso de los proble · e sólo fuera
. ma s soCia¡es y de la
s culturas. J· uve .
Nm u a p dagogía pre tende diri
011es. La afirmación del sujeto más cerca, más allá o en contra de su
las recomendaciones eda , . gi r� c . ya a una tabula rasa; todas
g n e

o 1 cas of1cia les in estatuto institucional, siempre queda de manifiest o en un aspecto


dad y la creatividad de losga g
lumnos · todas anteponen
sisten sobre la act i vi -
º ,
doble. Es cuestión de un sujeto ético, que las instituciones deben
de I a el �se, todas recuerda ' J a dmam . a
1c respetar y devolver a sí mismo. Hace falta que éstas reconozcan la
n que los 1 os .
ti ene n derechos y qu
la rel_a c1ón peda ó ica conf
g g ronta inJi :i;;os Y no sol ,
o role s y seres
e especificidad de las situaciones, de las trayectorias y de las culturas,
provistos de razó , . E s . . , de las libertades de los individuos que deben ser tratados como los
caso 1 a socializac1. 0n se d .
ma, s, a sujetos a quienes co
n n e e
mg . e, una vez autores d.e sus propias vidas . Pero también es cuestión de un sujeto
la i nstitución reconoce rlo
nsid �ra. ya � r en
te� alli;, s.erá deber de «egoísta», consciente de sus intereses y que debe comportarse como
s H ace ya maseJ: vemte añ
parte de las reformas y d · 1 os, la mayor un usuario o un cliente de las intituciones. Desde ese punto de vis­
las asociaciones de enferm t� � :r:enda�1? nes ? �on �ol�gicas, de
e e
ta, l os alumnos y sus parientes son consumidores de bienes escola­
mar en consideración al en
o comites de et1ca mv itan a
fermo como a un su1· eto y to- res con facultad de poder elegir qué cursus seguirán sus hijos, y en
a ¡ p ortador --más bien cau . no so ' I o com o qué establecimientos; aunque ideológicamente se consideran ilegíti­
sante de mcomodid . ad-
d�d . Habida · cuenta del desarrollo d de �na enferme- mas esas estrategias, existen para una cantidad alta de familias de
.
e las b otecnolo
m1� del sida y los problema g ,as, la pande­ clases medias y rigen las estrategias de mercadotecnia de los esta­
s éticos lan ea�
yona de l os individuos mu b � os p o r : Ilos, que la ma­ blecimientos escolares públicos y privados.44 Los enfermos son tam­
era
e1 control de las técnicas de en el o. �p1tal _ o_ e_ n asilos de ancianos, bién c onsumidores de bi enes sanitarios : clínicas, h ospitales, servi­
r oe
de derechos de l enfermo c � . reac10n a�t1frc1al, las declaraciones
n ª �sligar_ �e la enfermeda
o b cios, geriátricos, médicos particulares, farmacias, aseguradoras e
ti�:r��: � ons1derac10n
al enferm o y llevaron a d industriales son los agente s económicos de un sistema heteróclito de
como actor fundamental d como sujeto, ofertas sanitarias públicas y privadas . De por sí, el «caso social» se
e su sanaCi. on Tam
das I os mandatos morales t
�dos lo_s 11 ama • . bién en ese caso to- comporta como beneficiario cuya captación interesa a veces obte ­
nan po r transfor ' m1entos a la ética termi -
ma r la relac10, n cmdador/p . ner; se sabe que se comporta como un actor estratégic o . La promo­
nos en el r e ist ersona cm.dada,
r o de las represen . al me- ción de la doble figura de sujeto ético e individuo «utilitarista» de­
. nales. g tac1 0nes y de las obl1. ac .
p rofesio En cuanto al trab lº . socia . 1 no d g 10nes sestabiliza profundamente e l programa institucional en la medida
do a un man dato paradO)l , ·· ª ' e¡· a de verse some .
co, e 1 de un control Y una t1- en que pr incipalmente es un tipo de relación social. En el ámbito de
... una resti. tución de l sujeto ayuda, y el de los principios, los profesionales del trabajo sob re los otros dan un
de un �mpowerm ent, de u
lización de las medidas d na individua­ buen recibimiento a la afirmación de un sujeto ético independiente
una busqueda de c onsentim
da en la capacidad de 1 o' s
e
iento basa- del trabajo de la institución . Dicha afirmación expande la v ocación
actores para e laborar pro ye
ruarse a su car o por sí ctos y de to - emancipatoria y humanista de las instituciones, p rocede de una cul-
mism o
por obra de la política de . . s. En muchos casos, especialmente .!,
g
distmt os « Gran He rman s
d ores surgidos del ambien », de media-
te o de las regIas de l ba rn? º
o, se transfor - 44. F. Dubet y M. Duru-Bellat, L'hypocrisie seo/aire. París, Seuil, 2000.
r�AMA INSTITUCIONAL / 89
LA [)[: CADENCIA DEL pr,oo
8 8 ! EL DECLIVE DE L/1 INSTITUCIÓI�

iento s-· concie rne a


e Í--icaces . 1,, _,\ pnm
- 7

.-

e ro ct· e- C"' ·")S desencantam - n d e con t ro]


tura de los derechos d e l Hombre con pocos detractores, prolo nga me n te ce red uc1-- rs-, 'º a una fun c1o ·
experi encias persona l es y modos de educación privados . As í, los c1p. h- na, q ue ah o r a p a r e n o sa 1 ieron
la d1s- . t·a, ·todas l as institu ci o es n
., -el e ese, p· 1 nto. de vis . og1, a cr1't1· ca · Incluso s1 actua" l men
,
-
médicos y los docentes es tán lej os de ser los más i ndulgentes con re­ , ci. al . f) es
L
so de 1 a s cio 1 - ,.
ano ~ • 1sc1p11 -
inde m nes de ¡ os
o
una valo rización de la d
s
lación al hospital y a l a escuela cuando evocan las expe rien cias hos-­ d e y
ret oro ?, a l or
pitalarias y escolares de sus allegados . Una v ez dicho es o, son mu­ te se ob serva un mpli amente i�e duc1· e1 a a u na re sistencia ,con tra la
· ., a -
chos l os que piensan que l a atención al ni ño o al enfermo no les na e- sta u' 1u- rna. - e '" - a una t ec ' ni·ca de preserva- cio - n d e l o r-
concierne directamente, que deben cuidar en primer térm ino, y que ' , l n m1 a, l a v10 lenc1a., ba¡ s ob re 1 o s
crisis a a o
. i on ales del tra o
e el e l os p rofe
s
l as tar e as r e l acional es deben ser restituidas a especialistas; no quie­ L m ayor part · a , ·y el enc anto
den ·45 a
_ , te c.o m o a una n eces1" dad en o¡ os·
se plie g n a es - , ra m uch os en gran m nera, pues
ren ser «psicólogos», « ani madores » ni « nodrizas ». Po r el con trario, otro s
a a
c n cien cia cl ar a se p e rd10 pa gan . La
hay unanimidad en reprobar la llegada ele los «clientes» . Los usua-­ de la bu
no se sornet en a e'llo de
o ena a
- d e usu an - os.
gra n ca- t1da d nes la p nen
rios serían agres ivos y reivindicativos, afirm aría n sus de rech os y ol­ - o61 e ma, porque qui e
n o
in se tr n � f or ma en un pr .
¡ ust a. La
vidarían sus deberes, tratarían a l os profesionales como a «vende­ discipl, - a
l a como -
· f ren d eb en percibi r
a
cti ca Y q te n e s la su m ere un
dores » y cambi arían ele tien da cuando estuvieran descontentos. L�s en pra- ..ada.46 De h ech o ' req
u

ad d . , el e ser
¡o , natu -ral y sag1 ' obre un
profesionales de las i nstituciones se lamentan : se vuelven «comer­ autorid e
- per m anente, o 6 1' en
debe reposar s
,
e -
¡us t,;f icac ión h ay m
ciantes» y pierden por completo l a legitimidad moral y «sagrada» traba¡_ - o d un atr ctiv - o -m d 1" vidual ' y
nac,la
, -
as
s obr e
« carisma» personal ' - , , f t' º o que la justifi cac1. on . M1en-- ,
a

�tti
que apuntalaba su rol. Reciben amen azas de denuncias ante- la jus­
que la a�ra c� 10n y ción, las
ticia y deben d efenderse. Segú n dicen , están reducidos a ofrecer ser­ aleatorio :�: Jisciplin a y subj etiva
vicios y ya no pueden identificarse con ui-; orden sagrado, ya no ;on tras e} �ro gr a ma m st 1 tu 1
� c� � � el candel ero un a lógica de pura
n
e¡_a do n -
los sacerdotes de la gran cultura, de la ciencia y de la solidaridad. dos lo,gicas se se par an,
- to a¡eno que , a priori, pare - . tu -
ce con-
. pur r 'c noc 1m1en
relacion, de st1
- 11· n a. El pro grama m
o e o
Ante esa figura do ble del individuo a veces se ponen de manifiesto
. ea mis - ma de, d'i sc1p
actitudes cruzadas: se aprueba la promoción de un suj eto ético, de­ tradi. ctona con la l" d res esta n m tivados p o r que s u per s o n a-
que l os a ct
cional supone es y valores.47 Cuan to
o
sea ndo qu e o tros se ocupen de él; se rechaz a el surgimiento de un _
uida en � no a voc�cion
cliente, sin negarse a comportarse como tal cuando uno llega a ser lidad está c onstr \
º
, s se diferencian el individuo
usuari o de l as institucion es. Sin embargo, más que abandonarse a l a más- se separan el actor y e s1ste,ma, ma , la índ ole de la m otiva-
- to, �as , probl ematica resul ta
d enuncia fácil de la mala fe, en esas ambivalencias hay que percibir sooal y e l su1e rca de la ausen -
han s ido tan pesa , dos los discursos ace
el peso de la desestabilización del programa i nstitucion al y la tur­ ción. Nunca - 10n , d e Pobres al umn os Y enferm os · Nun ca los prof e-
mot vac · ' neces1- dael
bación, aú n más profun d a, de actores cuyo comportamiento priva­ ci de s h an resaltado tant la
a 1 o
les el e 1 tr a b ª -
l º sobre los otro deb e monvar -
do da la espalda a las virtudes de la ética profesional. El trabaj o so­ sio n
d e su trab a¡. o. El maestro
a
moti . var a l o « ob1" etos» _ moti . var a l en-
bre los otros es devastado por el maelstrom de las ambigüedades de s
, ar e,¡ase,. el m e' dico debe
m o ante s q u· e dict d r oCi - al
i dentitarias ya que, cuando caen l as murallas del santuario, la so­ a su alu n
f ermedad·' el tra baja o s
r que ''. 1 uc h e » co n tr a 1a en « sal
-
irse de
ciedad entra e n el orden regular, p ero en ese mis mo m omento los sa­ fer m o p a a
a ra que é ste de
cid a
tiva r l mtegr ante d �1 RMI p ce falt a
cerdotes de esa orden entran en l a sociedad común y no se cuentan debe m a prim e ro h
a l os de más '
o a
-
A h ora b i en, par a m otivar o m ter l a
entre los más amables con sus instituciones. allí»._
o mi - sn-i<) ' h ace f a.lta
ser c·apaz de compr e
motiv ar se a u n

· ' · ' FSI· ' 1 998, .


El final de u n encanto 1 o, -,
l - r "\a1,¡-H: n- ' I., a démo
cratie au ¡ya- ·e - P-1rí, mcnt, ] 98 '
45 - Cf. , por ejcmp Que ll utor ité?' Autrc
beissancc», en e a
46 . E Dubet, «Une j uste o
,

La maquinaria par a reducir lo trágico ya n o funciona del todo - 1onne


- / \Te oría de, la acción
co-
- -
2000
s, Th eon
, -" e d e l'agir com mu
mcat
bien y l a mayo r parte de l as operaciones mágicas que efectúa con 47. J - Habe rma
elegancia el programa institucional han dejado de ser simbólica - rnunica tiva l, op . cit.
90 / EL DECLIVE DE LA INST
ITUCIÓN
LA DECADENCIA DEL PROGf,AMA INSTITUCIONAL / 9 1

per sonalidad y las convicci


on es p as
bajadores soci ales do
cente s di
- �;� 1 ; y todos _ -enfermeros, tra­ i ndiferencia ante el malestar ajeno y ante lo trágico de u na condi­
agotador, pues l
y que su traba¡ o es cad
os actores , ya no en tran e n ] · · • a vez más ción hu mana que escapa a los códigos culturales que permiten, si
dos de s ólidas mo tivacion t tu es arma
- no tolerarlo, al menos otorgarle un sentido o inscribirlo en u n fa­
es tradicion a l es . t ��: � �r�
berg acerca del «cansanci E l e m Ehren - tum. Al mismo tiempo que las víctimas tienen u na necesid ad cada
o de ser un m1.
a
un camb io de sen
sibi lid ad col ee(
i: f smo» pone en evidencia
a Y ª �tu alidad
vez mayor de ser respal dadas cuan do pasan por u na prueb a, los
prueba motivacional .48 A . . ª de u na puesta a profesionales del tr abajo sobre l os demás reivindican que se les
pr� ncip_1os dei siglo xx, se
y or rie sgo acarre ado p or e l
m flu¡ o de l prograrn a m . de. fin.ía el ma- ayude y so stenga p ar a no cede r a la depre s ión y a l burn out. En
6re 1 os i ndividuos en térmm . o s de s t1tuc10n al so- suma, todo el mundo sufriría : quienes sufren y qu ienes ven ese su ­
neurosis. y de comp1 e¡. o ; e
dero Si, mismo (Moi) 0 el
Yo (Je) era ap1 astado por 1 ve rda- frimiento. ¿ Cómo soportar el s u frimiento cuando no puede hacer­
con s tricciones m l p o se mediar distancia con él y sól o parece un e scándalo, cu a ndo ya
. nz. a . de las
e es
orales i n tena da. s según la interpretac10
de 1 a histeria femenina, in , n banal no tiene sen tido moral n i sentido metafís ico, todo lo que en últ ima
terpretacio , n en .la .q. ue •,
x1•a ¡a natur aleza más de . · . la educ_acwn as fi- instanci a permitía soportarlo?
l.o q. ue la �oc1a 1 1z a. La socializac ión
tab a m a.lograda p res ul-
orq ue era dern as
fue perobid . o com iado represiva'· e1 p s1.coa . .
o una ideolo ía d y na, lisis
e libera .·10n. , _ En cuan to a los ac­
tores sepa rados d La experiencia del trabajo sobre los otros
e constriccio!es �
tas y los bohe mi y deI con orrn1 s mo, los ari s
tócra-
os ' eran arrastra
por e1 va cío . Un s iglo má d os por la me laneort a e l
s tarde r . y gusto La mayor parte de los actores viven la decadenci a del programa
depresió n, enfermedad de a b J � :�uro�1s fue re�mp� �zada por l a institucional como un a cri si s cu ando se hallan situados en la b ase de
l li e t a obligac1on de
varse por s í sol os impue moti­ las organizaciones, y com o un c ambio racional y difícil cuando son
sta a los individ
tema de la repres ión exces : o s . H e m os p as ad
o del dirigentes. No obstante ello, hace fal ta escapar de esa doble imagen,
iva de los deseos al de l a a
seo, a e se can sanc . us enci· a de de menos para constru ir un modelo alter nativo que para proponer ca­
io surgido de l a o 61igac10n ., -
. de ser un su¡. eto, a esa

o 61"igac1o , n de motivar se I as d . tegorías de análisis que permitan describir e l trabajo sobre los de­
as d l 1 v1do fuer
das por_ las píldoras de 1� f ��� : o n reemp l aza­ más, categorías que aplicaremos a una serie de casos. El principio
elici Y_ d . a performance. El des
cantarn1ento del mundo p . en- general de análisis es el siguiente : todo lo que el programa in stitu ­
n va a 1 a s m st1 tuc10 · nes de ¡os consu elos
que hacían s oportable l a e c ional estaba en condiciones de ligar y co nfundir se separa p aul ati­
t� abajo sobre l os
xperienc . de 1 acto es .
otr os encontrab
a te dol��oso, �
:º�º l o que el namente, haciendo aparecer lógicas de acción cada vez más autó­
g1co p �día tolera rse graci � S_?rd1do, d� trá­ nomas. En ese contexto, no puede definirse el trab ajo sobre los
as a cree n cia s que
cons1 s t1an en at
un sentido a cua
n to podía es tar fa 1to de e, l nbuir otros plenamente como un a vocación y como un rol; como el tr a­
.
potencia de l a acción so ' a cuan to marcab .
bre 1 a cond1c1 . .0n a l a tm- bajo ha perdido su unidad, la distancia entre el trabajo prescrito y
pro 6a 61ernente sufrimos49 , h urnana H oy, mientras .
el trabajo real se vuelve i nevitable, sobre todo «funcional» . Por

f
más que aye nos sen tirn ·
el tema del sufrimiento os s ofocados por ende, es conven iente hablar de experienc i a social más que de rol ,
N s e pero\_ e ese sufrimien
<lucible a las i njusticias �o
nes de trabaj o. S
ci e�:; 1 � mc le�encia de_ la� condicire­
to corno


pues es atribución del trabajador recomponer l a u nidad de s u expe­
riencia y, de ese modo , la del objeto de su trabajo. Pueden derivarse
f
egún Chri st:
e¡ ur s, dicho sufn
te tamb ién a un
prin cipio de ma1 ' a� pla rn1 ento remi- tres grandes lógicas: correspo nden a los tres 11iveles de acción que el
cer de hacer su frir, a la programa institucional era capaz de c::onfundir o, al menos, in scribir
48. A. Ehrenbcrg I,a ¡;a en una cadena de relacione s de engendramiento .
ttgue d'"etre soi. París, Od �
49· C · D e¡o /
. urs, ,,ou ile• ·Jacob 199 8 ·
ffrance en France. J .a bana ' il
rís, Seuil, 199 8; cf. tambié ¡-tsatton de l'injustice soc o: El control social. Todo trabajo sobre los otros cons iste en atri­
ia/e. Pa-
. J.-P. Du rand e
- . n el deb at
, e acerca de ese vol um en suyo con
l. Baszanger, en Soc rologie du trauail, 42, 2, buir un rol, en conferir un a identidad institu cional y esperar de otro
200 0.
que se comporte según esa posic ión . Uno es alu mno, enfermo, pos--
1 ()'.)\,,
92 / EL DECL IVE DE LA INSTITUC
IÓN ►

i\,, c:o:in;:
LA DECADENCIA DEL PROGl,AMA INSTITUCIONAL / 93

t�lante a u n empleo Y, cuando


no s e sabe '1 uién e -
s uno, im .
fm1rlo aun antes de que el tr porta de-
ab . po ga en marcha. En ese. caso,
u na demanda social que no tenía entidad alguna en el programa
e s cuestió n del tra i nstitucional; hace falta elaborar ofertas de e ducacion, salud, asis­
bajo más i n�i��"� c1- 0n � ' en que e l actor prof
nal se conside ra � -
' durante e l lap · s
o de tiempo de esa activ1 . . esio tencia. . .
agente y la encarnaci ón de
la insti::�10 ,
. n. - d a d ' u n La relación. Por último, se d efine el trabajo sobre los otros
rol y demanda a otros ser
lo que \
n gr an medid a,
e atn uye. Por lo
é! es su como mera relación entre individuos, como un encuentro aleatorio
modo más usual l a re · lac i·o'n con. 1 os otros ,se pretende .
<l e mas, del que involucra a dos personas. Se considera al���j_gnal como su­
soy yo qu ien les 'habla ' es . ob¡ et1v · a: no jeto definido por s us cualidades �sonales , por sus convicciones ,
un con¡ u nto de reg l amentos Y
plma . s objetivas ; y yo
no l es trato en tan _ d e d i. sc1-. s u atractivo, su pacíencia; su capacidad de e scucha, todos esos in ­
en tanto a I umno,
to p e r so n a particular' sino
., en fermo, postulan
te a u n cm P Ieo .. • F,sa dun . gredientes i nefables que crean la dife rencia y confieren al trabajo
s10n e s lo que s ub
siste de I a d 1' scip. 1 ma. del prograrna m st1tuc10 · • . en- sobre los otros su carácter v erdad e ramente humano, agotador y
p ero de forma reducida a1
go tn. ste y s. 111 atra et'ivo,. no .
. nal ' exaltador en cada caso. Por lo general, esa dimensión del trabajo
te que se la considere l a 'p·ªr ' e s 111f re cuen -
sobre los demás es conside rada la más rica, a vece s la más noble,
del trabajo. so Es también 1a
te m enos mteresante y la má
que
s maquinal
. pero tambié n la más secreta y la menos reconocida. Ésa es, igual ..
v1dad, por cuanto los individ provoca. la mayor cu ota de agres1-
.
mente, la dimensión del trabajo más emparentada con la vocación ,
gorías estatutarias y los rec . o q � � re s reducidos a cate -
ur�i: �� l eg1�1m1�ac _ yde ese co a condició n de concebir la vocación como una forma de compro­
recen debilitados. ntrol pa- miso profundo de la subjetividad en una actividad, como u na for­
E/ servicio . Se consid aJ tr� bª!- ª dor u n xperto qu ma de autenticidad y de realización de u no mismo. Se percibe , en­
var a cabo con solvencia �:: e-_ e debe lle- tonces, como la manifestación más fuerte del sujeto la búsqueda
. eas tcer nea s : ense
.
dI Cos, compilació n y distrib , na nza , �� ·d
1 ados me, - obsesiva de autenticidad.5 1 La lógica de la relación considera al
ucion de expedi.entes admu
Esa dimensión s uele estar :u s tra tivos . .. otro como una persona singular, como u n sujeto qu e debe diferen­
en el centr o de
I. denti. dades profesionales r la formaoo, n _Y de 1 as
eiv indicadª , · pero a es,a solv ciarse paulatinamente del u suario y del objeto de sus disciplinas de
tamente técnica se suma u n encia estric-
c . �- ' com
� p ten cia s_ que obede­
control social.
ce al desarrollo mismo de e
la ��g
actividades con¡· u ntas, org . J ����ac ' º1:· Es necesano constr uir La coherencia vivida de una experiencia de ese tipo e s f atal­
. an12ar el traba¡o' conocer
nucntos, s er integra . l os procedi-.
y
nte eficaz de u � equipo men te débil, pues los actores adoptan sucesivamente distintas pos­
En la mayor ía de los cas d e un a organización.
os , espe � l e te entre }os turas y diferentes puntos de vista. Desde luego, las rutinas f aciiitan
los trabajadores sociales, 1 � enfermeros y
r t f la vida; pero las rupturas son demasiado frecu entes como para que
ca rga y d �l tiempo asign�d�: ; �::1:��f f� ��:�,as se _ q �ejan_ de la las rutinas se cristalicen definitivamen te. Por lo de más, cuando se
a las reurnones' a la asr· m,· . , v a · adm1111strat1vas»,
lac10n de las mu, lt1p . les
reformas, al «pa-
encuentran demasiado inst aladas, son criticadas rudamente; h ay
peleo» burocrát1·co. E's. a 1 , . . , un clamor sordo en los equipos, que son percibidas como faltas
og1ca . de acc10n _c ?ns1. dera a 1
como poseedores de u n der os de1:3�s profesionales, como expresiones de un contrato leonino, de una in­
echo ' com0 un cli
una calidad de serv1·c10 · , co ente que pu ede e
mo u n md· . ivr· c¡ uo x1gir diferencia y de un cinismo. Estructurada según esa modalidad, la
competencias y lle ado e l provisto de ciertas
ca
. so, co mo un po�encial liti experiencia profe siona l se orienta menos a alcanz ar objetivos que
tribu nales. El ;robfema pl gante en los 5
a evitar cometer errores, 2 o a equivocar e l registro cuando las si­
.-
anteado es el surg1m1ento
y la índo le· de tt1aciones y las relaciones no son inmediatamente interpretables .
50. Se con side ra q ue en
los csta blec i m i cn tos. p t.o b . .
cerc a de la mitad del tie m
na a 1 a enseñ anz a pro pia
po esta
. p a,_a expresa
men te die!· ,c1.
l cm at1c
, . · n d o e 1 oru, en e n su chs
· bl ecie
os los docentes pas an
· ac¡ se dcs
' · c; ¡a otra mit
rj ..
·�! 5 l. C Taylor, !.es sources du moi. La formation de l'identité moderne. París,
' rl o en 0 t-ros tcr ' · Scuil , l 998.
ocu pa Ia m i tad del ti emp m mos: el con tr ol
o. 52. E. Cellncr, « !;animal qui évite les gaffcs ou un faisccau d'hypotheses » , en P.
Birnbaum y J . Leca (cornps.), Sur /'indiuidualisme, París, fNSP, 1 986.
RAMA INSTITUCIONAL / 9 5
lA DECADENCIA DEI. PROG
94 / EL DECLIVE DE LA INSTITUCIÓN

e a q': ien lo dis -


', o a ind ivi du o y c o nfo r m
Ta mbién h ay q ue realiza r prue b a s con st ant e s acerca de l a s lógicas l. etiva q ue v a n a de 1. 11div idu ,a s ex1· gente p or cu anto tiene como
m
d e l os c ol ega s d e tra b aj o procurando aj u stars e a e lla s, ser c om ple­ tri b uya , p er o es un a no.rm a fun d am ent a l d• e, to­
. 0, n r e d ucl· f \ a s t ensione s entr e la igu alda d _ .
ment arios y no en trar en conflict o . S e verá q ue la m a y o r p arte de . a ld a d e s d e de ·s empeno y s1tuac 1on .
54
func1
los e q uip o s fa brican una suerte de división d el tra b a j o e spon tánea do s los 111 . · duos. y sus d e s1gu
. d 1v1 g ua en 1 a
q u e lo r ec o n o zc an
. E· s o i mp lica un a m en
me di a nte una serie d e a j u stes recíproc o s, m e di a nte un rep art o im­ El su¡ _ . et o d s no y 1 o sa-
nat u r a 1 ez a » Y «
cu ltu ra » , e ntre lo p rof a
e ea

plícito de t ar ea s, d e competencias y de. persona lida dés\ Ca da profe ­ d.1st an c1 nt r «


• v a d o y 1 o pu, bli co .
a e e

si onal termina por con fig ura r su e stilo, más que su r dl. El tra baj o gr a do , entre l o pn . w. en te e s que ma de l a
e xp e r ie nc i a
d p pon rs e , p u e s, el s1g
s o b re l os otros es una acti v ida d ética , p orq u e a signa .Óna identida d P ue e ro e
o s otro s:
a l o s d emás y si emp re pone en j ueg o d e m o d o l a ten te o i m plícito del t rab ajo s ob re l
orientaciones normativa s.
Si el program a institu ci ona l pue de rec onfort ar el s entim i ento Relación
d e una sólida u n i da d norm a tiva , esta últim a se de sco mp one al mis­ con ocimiento del sujeto
mo ritm o y c onforme a l a s mismas ra ci onalida d e s qu e l a s distinta s
Per son a - Re

lógica s de la a cción . Entonce s, lo s pro fe siona l e s tra b aj a n s e gú n dis­ ESPACIO DE LA EXPER


IENCIA DE L
tin tos p rincipi o s de j u sticia y viven en m últiple s e sferas normati­ TR AHAJO SOB RE LO S OTROS
vas. S u by ace a la lógica de control un prin cipio de igualdad. C a da
c ual de b e ser t rata do d e m odo a decua do en función d e a q uell o a l o C ont rol
Serv icio
que tiene der echo . Es cuestión de c onstru ir rel a ci ones a p artir de ari.o Agent - ad de los ciudadanos
Ex perto - Mérito del usu
e Tgu ald
una ig ua ld a d de principio , pues la l ey se aplica a tod o s de m o do .------
u nivers a l . El ciudadano d e s ea una ig ua ld a d fun d a menta l . E n el sis­
-
stra t o d o cuanto l e
tema p o stinstitucio nal, el c on trol se e fectúa no tanto en n om bre de Un � i m ple v ista z o s�
. . bre e. . es(ue ma m u e ul o
l os v a lor e s y d e l a m o ral cuanto de la ig u ald a d e sp er a da en función d l e s9 ue m a 1111 �
1 �: ) o ram a i n stit uci onal (c a�ít
dife r ci as l d sp er ­
a d o c o mp ic a,d
� )· �ól� es la fór m u l a tr
a e 1
d e un c onj unt o d e derech os ba s a dos s o bre la igua lda d de t odos.
en a
l). de m si uno de los áto ­
en id a p o r c a d a
a ut on o m i a< • bt
No es a
La lógica de l se rvici o e stá r egida por un p rin cipi o de mérito. El sión r s lt nt d , sp -
es dº1· t· 1c1· 1 e om pren der cóm
e la
· · 1a
e o ese
NO
a
.
a
1
u
. ·
e
usuario tiene d er ech o a ciertos s ervici o s en fun ción de su m érito, de mic
e
d tnz . nc .
i
de l a e xpe n
· fm ita s ' p ue s c a d a p o stuara
mos su m a a
su p o sición, d e sus performances, d e sus de sventaj a s, que ta m bién cio ab nga q ue r e 1 a s m
e e
.
.
ic a de l s as·. el co nt. r ol se
1

p ued en volvers e venta j a s rel ativa s. D e h echo, el m érito funcion a t a1 m ente l a en't
otr
.
¡ o c nc it ent e s,
de trab a . . 0 se vu elve s u mi sión a l.os cli
. na ur
· ega el s. er v ic1
o a
ta m bién como un m od o d e c ontrol con la p e d agogía de l «contra­ d c1
vuel ve b rut ' . mo y dem a o gi a . Es a exp e n encia n u n ··
) ·
1 ¿ a .
rc1s 1 s
a
to» que con siste en no ofrec e r un servicio m ás que en fu nción d e v lv
l a re l a ción s acto res re spec­
Y, ª m ay or dis. t�ncia d e laodq
se ue e na
ciertos co mp romis o s d e los actores: contrato de RMI, contrato pe­ iliz d l t d
ca se e sta b d u i e r e la a cti vi-
. · al ' m ay or m ten 51· da
o o
·
a e
d agógic o, contrato l a ten t e entre el enfer mo y el servicio. . . El usua­ to de l pro gram a mst1tu� d p a r ec er c o m o
q u e a q u e 11 a inc l u s o p ue
10n

rio q u i ere ver rec on ocido s sus m érito s en el acceso a bie n e s escasos, d a d crítica ; tanto es a s 1,
a
Este e sque -
e

\Yª sean diplom as, ay u d a s s oci a l e s o recursos m édicos . o � ent e s de l a s


c u 1tur a s pro fe sio n s . l
u n o d e l o s c o mp _
a e
l t m a m a s que
no p u ed e co mp re nders e e
P or último, l a re l ación se ori ent a h a cia e l reconocimiento d el ma m uestra t amb 1en q ue
e

de l o s f e rm ero s y
otro s e gún una norma d e aut en ticid a d. 53 A diferenci a d el m érito y csta r » d e 1 o� d ocent e s
b an al de «cr isis » y « m a�
en

t o de l; d esco mp osi ció n de


a l e s c o rno e ec
de la igua lda d, el reconoci m i ento no es una norma de j usticia o b­ de l o s tra b a j a d ore s s oci
j etiva , univers a l y m ens ura ble . Deriva de una e sfera de j u stici a s u b- ·o
··
, · ues , Éditions de l'Aube,
· , mult1pliés , La Tou r-d a1g
(�

, a ¡1tes
54_ F. Du bet, Les ineg
53. A. Honneth, La lutte pour la reconnaissance. París, Le Cerf, 2000. 2001 .
ITUCIONIIL / 97
LI\ D�CI\DENCIA UEL i'FlOGRI\MI\ INST
96 / EL DECLIVE DE LA ll�STITUCIÓN

o1
•· �· 1CO
, s )r. dcsc · npc . 10n . . e s.. c1·e 1 1nos obr·•do «co mo si» el pro ·
• - �

un mode io clásico bajo los ef ectos d e un cambio brutal o de una ne ra n . s -


1 •
11st . :.. o Y, como s i se c. .nco. .H ·
o
. • ,.cUC. lOn · a¡ t1 11. b wr . a en ve roa J (i •'Xi .... "'tid
crisis social genera l. De por sí dicha crisis y dicho malestar forman gr m a i n st1 -•' e en una hcc1011
a
e t· a nwn t c d esa rticu . l a· do. - 1:,,so '··onsict 1 .
parte d e la expe riencia d e trabajo. Incluso podría decirse que la tr a . c o rn p ] .. , ,. v' no .en un a oe s·
ra
e_ ,1
, c1c co ust ruu . . h e ·r,.,, • ··1 ir.,ª"'
'11.1,¡,. ,. ..1 •a

on ca , u n •ct n1an r
cw n qu e ue ¡
a us enci a de l a s ensación de crisis significa ría q u e ese t rabajo se fi­ te
d . i d . 1·> ·
icn L o n 10d elo es un a de pu ra
. . n d" la r eah · 1 í,or z() ..
jaría únicament e sobre u no de sus polos, que se r educiría y se va­ cnp . c1o L1 )lern as . 'Por ei c mp .o, e�;
-- • •

,.s v; rrw..c h os .pro . c1. 0n a 1


V •

d o m ue h os . t e m:1 . . '
ciaría, ent onces, de sentido y d e dinamismo. Como la identidad de de l a
f one s a' el ¡· rcF�•raina ins t1tu .
1 : l s tra ns urrn ac1 ·.
o n stat a! qu . a rns t,
. . .
l a mayoría d e los actores social es, l a d e los profesio nal es del traba­ so c •
.
. dera . 1 1J ¡ e, ferr 1m . . ,
1za c1o , n de las
· . r on as<K . .·.l� C1 as. a 111a co ns1
jo sobre los otr os no p uede estabilizarse. Según ven la cuestión mu­ estu vie L Ttb · r('S •• conser v an e l
cua si rnonopoho
or m as ··¡u e tl o 1HH
P , l ia mente de u n m u n ·
s
chos de los profesional es, ello genera la aflicción, las dificul tades y t uci n e s.
· . m,. pa. sa . Je), ... :1 ,nn
o
. .1ones d· e·' po· der· h.ern .
el interés d e esas actividades . de l as pos1c
un m .u ; c , c . . res . ·H ay u n lazo d e nece s1• d a d
mbr . tar .
do de ho � m e nos . i. ;17���0 m c�do uno podr ía pregun
_ _ r�� ;e �
s a
A propósito de l programa instituciona l, he mos r esaltado qu e lo .
esencial de la socialización se r e alizaba a p artir de un principio de ent re ·a · m bos , eno cio ne s; pe ro. en
f·: · c·· 1;a . de • l a s ins titu .
rnc • n t ·· ce¡-; ·
'· d e l·
d e 1..1 a
homología entre l os «socializantes» y los socializados. El programa se le g1t1 m a e a a
res o,u 1 c10 _. , 1 . i. pl ante . ,•i ría p e uPr
, •
,._, oso ; __s
de otro pr? ble ma cuy a . •

institu cional produce i ndividuos «homólogos» a los que aquélla ello r es i


g1c: os . .
moviliza p ara ll evar a cabo su proyecto . E n ese sentido, lo esencial con flictos mctod ol o na11 es �na her . - rami en ta q ue pe rmite
El {)r · ' gr ma ms t1tu c10
. · � de tra baJO que nos oc upar án en los ca-
o a
de la forja de actores social es es un proceso organizado, «volunta­ . nua
rio» y, con todo, no co nsciente. LJ decadern::.ia del prograrna insti­ compar ar. la s e xp enc to d e n o pe rder el h ilo de este. • ·
plan-
· , e -on el mt en 0
t ucional no i nc;ita a derogar ese principio de homología. Sin duda, pítulos s1g ment es
al)1. e n. � o s de ad op tar un ·pn nc ip1
· ene r al. Pa ra e 11 o h
las experiencias de los trabajadores sobre los de más y las de sus ob-­ team 1 e nto g ins titu cio na 1 : to-
. a f r. act . u , a d el pro gra ma
s1. m p 1 e , e l de la pa u 1 ar m . , s c.e rc.ana,.., a1
r

je tos no son las mismas, p e r o son homólogas y a menudo simétri­ as e xp e ri e ncias m


a
p d nr tid a l
ru ar emos como un to e
e s pa r ec e n
cas. Las problemas mot ivacional es de u nos se vuelven los proble­ . . 1a . l ' pal·a lle gaír ea l as. m a• s. al CJ: aclas ' las cu al .
mas motivacionales d e los otros; las fragmentaciones identitarias de mode 1 o m1C . e 1 o teo ' r1co inici al. Só al f ma1 d
· l o e
d. i t ne 1a d 1 rno d
los profesionales son también las de sus «clientes» ; las ince rtidum­ flot ar a mayor s a e
s cla' s1 ·
· c os· ' e l d ¡a
' ,
rn d o 1 e
l e ren_1os a PronL 1 e mas ma'
e

bres y los dilemas en mate ria de justicia de los actores prof esionales ese tra y ecto v o v l de la socia liz aci ón qu e
tra �a J O sobre l o s ot�OS
son los de sus usuarios. En ese aspecto , l as experiencias profesiona­ soc i ológ ica d el
e, ste pro d uct. , P o r ultuno a )Ordaremo
\ { :1 pro . blem. a qu
.
e cre
1 en
e mo
un
s
1tuc1o a
les del trabajo sobre l os otros no son más que u na figura peculiar de 'a1 varse d e1 pro gra ma i nst
na
.
las restantes experiencias sociales; todas tienen equival entes y c o­ fu nd_ amental·. c qué de be s e mo crá tic a? P r e xp res ar 1o c on
ea se1. . ivi bl e y d
a a
soe 1 da d qu de s . evc, rs1-·ble l a de cad encia del pro -
v
e
rresponde ncias en las de los demás. La «crisis» de los alumnos no es e
. d ' s 1· se e.01 151 . d e ra 1rr
c t1tu
más que l a otra cara de la «crisis» de los docentes, tal como l as in­ m a yor e x a
l , ¿co
.
m .
o mt e nta
. . r es tab i l izar nu evas f or mas (-l e
ce rtidumbres de l os enf ermos, desgarradas entre <,::Í encia objetiva y ara m a i n stit uci o na

reconocimiento p ersonal, no s on más que el revés de la trama de la ;rabajo y d e socialización?


escisión ide ntita ri a del p ersonal cuid ador o incluso, tal como la dis­
c ordia entr e autonomía y asistencia en los «casos s ociales» es aná­
loga a la de los trabajadores que se h acen cargo de ellos. En cuanto
al deseo d e reconocimi ento, es el f enómeno más compartipo del
mu ndo, una suer te de faz sini estra : l a d el sentimiento dl desprecio,
�t
Este capítulo, co mo el ante rior, se ocupó de u n raz onamiento
general y d e la construcción de tipos ideales, mucho más que de iti-

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