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En el punto 5 de l acuerdo de tratado de paz encontramos se describe el punto relacionado con las

victimas y con base a los principios recogidos en el dicho acuerdo se fundamentaron 2 sistemas
centrales

La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas en el contexto y en razón del


conflicto armado – UBPD es una institución del Estado colombiano, creada constitucionalmente1 a
partir del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y
duradera. La organización de la UBPD se priorizó como urgente, pues la labor fue considerada
como fundamental desde la emisión del Comunicado Conjunto No. 062 de 2015 en La Habana,
Cuba. Así, nuestra entidad, junto con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV) y la
Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), integran el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y
No Repetición (SIVJRNR). Como parte de la acción estatal, resulta fundamental el cumplimiento de
la obligación de rendirle cuentas a la ciudadanía con unas características y garantías que permitan
el control público de la gestión, pero, sobre todo, el diálogo y la participación en los procesos
gubernamentales. En ese sentido, el proceso de rendición de cuentas se entiende como “una
obligación de las entidades de la Rama Ejecutiva y de los servidores públicos del orden nacional y
territorial, así como de la Rama Judicial y Legislativa, de informar, dialogar y dar respuesta clara,
concreta y eficaz a las peticiones y necesidades de los actores interesados (ciudadanía,
organizaciones y grupos de valor) sobre la gestión realizada, los resultados de sus planes de acción
y el respeto, garantía y protección de los derechos”2. En cumplimiento de ese compromiso, y
como parte del diseño de una estrategia o plan general de rendición de cuentas, la UBPD presentó
en enero de 2019 su Informe de gestión y rendición de cuentas correspondiente a la vigencia
2018, el cual fue socializado y difundido a través de nuestra página web3. En él se detallan las
acciones realizadas en cumplimiento del mandato, durante el primer año de vigencia de la
entidad, incluyendo la información tanto de las áreas misionales, como de las oficinas asesoras y
las áreas de apoyo a la gestión. Teniendo en cuenta que la rendición de cuentas es un proceso
permanente, que se constituye en “una oportunidad para que la sociedad evidencie los resultados
de la entidad de acuerdo con su misión o propósito fundamental y, lleve a cabo la entrega efectiva
de bienes y servicios orientados a satisfacer las necesidades o problemas sociales de sus grupos de
valor (que) permite visibilizar las acciones que se desarrollan para el cumplimiento de los derechos
de los ciudadanos y su contribución a la construcción de la paz”4, la UBPD ha querido ofrecer a la
ciudadanía, mediante el presente documento, un resumen que recoge algunos avances del primer
trimestre de 2019, de manera que se facilite la ve
Se quedaron cortas las explicaciones dadas por los representantes del Estado colombiano
enviados a la ciudad de La Paz a participar en la audiencia pública sobre las labores que cumplen
diversas agencias gubernamentales para atender el drama de la desaparición forzada en el país,
que ha dejado por lo menos 83 mil víctimas en cuatro décadas.

La audiencia fue solicitada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por 18


organizaciones de la sociedad civil y se realizó el pasado viernes en la capital boliviana durante su
171 periodo de sesiones, bajo la presidencia del comisionado mexicano Joel Hernández.

En este escenario, representantes de las organizaciones sociales contrastaron sus versiones con
dos representantes del Estado, quienes llevaron la vocería de las entidades gubernamentales que
trabajan en el tema de la desaparición forzada en el país. Se trató de Susana Arango, en
representación de la Fiscalía General de la Nación, y Álvaro Sandoval, director de Derechos
Humanos y DIH del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Una ausencia relevante, y que no tuvo explicación alguna durante la audiencia por parte del
Estado colombiano, fue la de representantes de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por
Desaparecidas (UBPD), constituida bajo el Acuerdo de Paz firmado en noviembre de 2016 con la
extinta guerrilla de las Farc.

Durante sus exposiciones, quienes hablaron a nombre de las organizaciones de la sociedad civil
hicieron énfasis en cuatro puntos fundamentales: la importancia de fortalecer una política de
búsqueda de las personas desaparecidas; la urgencia de proteger los cementerios y sitios
irregulares de inhumación; la participación efectiva de las víctimas en todo el proceso de
búsqueda, identificación y entrega digna de los cuerpos de sus seres queridos; y los retos que
afronta la recién creada UBPD.

En respuesta a ello, los voceros del Estado colombiano hicieron una amplia exposición de la
legislación vigente sobre el tema, las actuaciones de las distintas agencias gubernamentales que
atienden este tipo de casos y los resultados obtenidos a través de los años.

Luego de escuchar a ambas partes, algunos comisionados de la CIDH expresaron dudas sobre la
manera cómo se articulan las distintas agencias estatales en Colombia para atender este drama en
el país, dejando en el ambiente que no hay una real sintonía entre unas y otras.
Magnitud del flagelo

Se estima que debido a subregistros, las víctimas de desaparición forzada en Colombia pueden ser
el doble de las registradas por el Centro Nacional de Memoria Histórica. Foto: Koni Agudelo,
cortesía Equitas.

Jessica Hoyos, del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, inició su intervención indicando
que en el país se registran casos de desaparición forzada desde 1977, y citando al Centro Nacional
de Memoria Histórica, precisó que hay más de 82 mil víctimas en el marco del conflicto armado,
una cifra muy superior a los 45 mil desaparecidos de Guatemala durante tres décadas de guerra y
los 30 mil que dejó la dictadura militar en Argentina a comienzos de la década del ochenta.

La abogada llamó la atención de la inexistencia de un censo único de víctimas de desaparición


forzada en el país. Según ella, “subsisten múltiples bases de datos de diversas entidades
desconectadas entre sí y que no permiten tener certeza sobre el universo de personas
desaparecidas y desaparecidas forzadamente”.

Y agregó que aún persiste la desconfianza hacia el Instituto de Medicina Legal y los procedimientos
de identificación que se realizan en sus laboratorios: “Este hecho ratifica la postura de las
organizaciones de familiares y derechos humanos en el sentido de que el Instituto debe ser
totalmente autónomo de la Fiscalía”.

Otro de los problemas abordados por la abogada fue la falta de recursos y personal técnico para
atender el gran número de personas que se encuentran desaparecidas en el país. A su juicio, “es
improbable que con el presupuesto que se le otorga al Instituto de Medicina Legal y el déficit
presupuestal conque inicia la Unidad de Búsqueda (UBPD) se logré atender el gran reto de
búsqueda, de identificación de los restos óseos ya recuperados y a los hallazgos futuros”.

Laura Posada, del Colectivo Sociojurídico Orlando Fals Borda, hizo alusión a los sitios de
inhumación, oficiales y no oficiales, y denunció que además de ser lugares para ocultar
desapariciones, han sido utilizados para ocultar el crimen de las ejecuciones extrajudiciales,
también conocidos como ‘falsos positivos’.

Citando cifras de la Fiscalía General de la Nación, Posada dijo que en cinco cementerios de la
región de los Llanos Orientales, había reportado, a febrero de 2018, la inhumación de 2.304
personas, de las cuales 1.674 fueron reportados como “guerrilleros dados de baja en combate”
cuando las investigaciones han demostrado que varias de estas personas no eran combatientes.

“Ante esta situación”, planteó la jurista, “es importante que el Estado adopte una política de
protección para la protección de estos sitios”, entre otras razones porque la violencia persiste y
hay cementerios en condiciones críticas de mantenimiento que siguen recibiendo cadáveres día
tras día con los traumatismos que ello puede generar para el futuro.

En su exposición, presentó registros visuales del cementerio de Tumaco en el que se evidencia un


drástico deterioro de sus instalaciones, donde se mezclan restos óseos con basura, no hay control
alguno de las osamentas, los registros no se hacen de manera adecuada y además el sepulturero
no recibe ningún pago.

También presentó la situación del cementerio del sur de Bogotá, donde hay por lo menos tres
pabellones que contienen cuerpos de personas no identificadas y hasta 25 personas sepultados en
una misma bóveda que no cuentan con registros claros antes de 2009.

“En el cementerio de San Antonio, en Montería, es altamente probable la presencia de cuerpos de


víctimas de la masacre de Pueblo Bello, desde hace más de 20 años; sin embargo, establecerlo no
ha sido posible ya que sobre estos restos se inhumaron otros cuerpos que aún permanecen sin
identificar”, relató Posada, quien agregó que “la precariedad en la que se encuentran estos sitios
es el reflejo del panorama nacional”.

Bayron Góngora, de la Corporación Jurídica Libertad, una de las entidades peticionarias de esta
audiencia, hizo referencia a la exhumación y entrega de cuerpos sin contar con los elementos
forenses adecuados y personal necesario para identificar plenamente los cuerpos.

“Se calcula que más de 5 mil restos esqueletizados exhumados, permanecen sin ser identificados,
lo que hace que el proceso de identificación sea muy lento, generando la frustración y la
revictimización”, aportó este abogado.

Si bien el Estado colombiano cuenta con garantías legales para la participación de las víctimas en
los procesos de búsqueda, exhumación y entrega de los restos, cuando es positiva la
identificación, Góngora dijo que esas garantías se respetan particularmente “en los casos en que
las víctimas tienen representación. En los restantes, depende de la voluntad del funcionario
judicial a cargo”.
Pero el problema de la participación va más allá, afirmó este jurista: “No se cuenta con planes
locales, municipales o departamentales, de búsqueda, así que la participación se reduce a dar
información sobre los casos”.

Al respecto, dijo que las organizaciones de la sociedad civil han planteado que se debe diseñar una
estrategia que brinde garantías de garantías de seguridad, pedagógicas y presupuestales para
apoyar los procesos de recolección de información, testimonios y georreferenciación.

Góngora hizo referencia a las dificultades que ha tenido que sortear la UBPD en su proceso de
constitución, desde los intentos del Fiscal General de la Nación de limitar sus facultades de
exhumación e identificación, pasando por el retraso de asignación de recursos y financiación de
planta de personal, lo que dificultó su entrada en funcionamiento.

“Además, los recursos financieros fueron reducidos casi en un 70 por ciento de lo presupuestado,
lo que evidencia la falta de voluntad política”, planteó este abogado. “La falta de recursos afecta
un despliegue territorial acorde a las necesidades y desafíos de las regiones más afectadas por
casos de desaparición forzada. La estrategia del gobierno nacional es ahogar financieramente las
instituciones creadas en el marco del Acuerdo de Paz”.

Góngora aseveró que la Fiscalía General de la Nación no le ha brindado a la UBPD “el suficiente
apoyo y colaboración, incluso no existen iniciativas para realizar acciones conjuntas a nivel local”.

Por último, se mostró preocupado por los nuevos casos de desaparición que se han venido
registrando en el país y que, según él, dejó en 2018 por lo menos 5 mil personas víctimas de este
flagelo, de los cuales cerca de un 60 por ciento continúan en esta condición y la mayoría de los
casos reportados involucra a niños, niñas y adolescentes.

“No hay una política preventiva y la búsqueda está concentrada en los casos anteriores a la firma
del Acuerdo de Paz. ¿Qué pasa con los demás? No se sabe, y no es clara la competencia”, indicó
Góngora.

Por todo ello, concluyó el abogado, “es importante que la Comisión Interamericana exija al Estado
colombiano el compromiso de cumplir con lo pactado en el Acuerdo de Paz y responder al
principio de que las víctimas están no sólo en el centro del Acuerdo, sino de la política pública de
derechos humanos y reparación”.
En una de las últimas intervenciones de las organizaciones de la sociedad civil, la abogada Jomary
Ortegón del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, llamó la atención sobre la ausencia de
representantes de la UBPD: “Nos hubiera tener un diálogo a instancias de la Comisión porque es
una de las entidades que va a tener a su cargo la búsqueda de personas desaparecidas en el marco
del conflicto armado. Nos gustaría saber que no es el mensaje del Estado colombiano que no le
está danto importancia a la actividad que va a desarrollar la Unidad”.

VerdadAbierta.com indagó con funcionarios de la UBPD por qué no asistió a la audiencia


convocada por la CIDH y la respuesta fue: “No estuvo allí porque el gobierno no la incluyó dentro
de la delegación”.

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