1. Honestidad
Para empezar, es recomendable una alta transparencia y sinceridad en cuanto a las labores de
los diferentes miembros del grupo. En otras palabras, es importante que todos entiendan para qué
sirve su tarea, y cómo esta se relaciona con el cumplimiento de los objetivos comunes y así con el
beneficio de todos. Para ello, se debe establecer un clima de confianza, y todos deben sentirse
seguros para preguntar dudas o proponer alternativas. Y, ¿cómo transmitimos todo esto?
Pues hablando, claro. Pero no solo mediante palabras.
3. Asertividad
La asertividad consiste en poder comunicar aquello que deseemos manteniendo las buenas
relaciones. Concretamente, consiste en hablar sobre conductas en lugar de sobre esencias (“haces
X” mejor que “eres X”) ya que las conductas sí son susceptibles de cambio, sobre futuro en vez de
sobre pasado (“haz X” en lugar de “has hecho Y”), ya que el pasado no lo podemos cambiar, o en
positivo en lugar de en negativo (“haz X” en lugar de “no hagas Y”)… Esta capacidad constituye
una de las habilidades de liderazgo básicas para estar en sintonía con los equipos.
5. La escucha activa
Además, decir las cosas está muy bien, decirlas correctamente, mucho mejor, pero más adelante, si
nuestras palabras no están respaldadas por nuestro ejemplo y nuestras conductas, perderemos algo
vital para un líder: la credibilidad. Por ello, es importante ejercer una escucha activa cuando el
grupo o sus componentes nos transmitan sus opiniones o dudas. Dejarles terminar sus frases,
responder a la necesidad que estén manifestando, asegurarnos de que han quedado satisfechos y,
sobre todo, tener mucha empatía y saber poneros en su lugar.
Por ello, la gestión de grupos es una tarea muy complicada, y existe gente con una habilidad innata
para llevarla a cabo pero, como todas las habilidades psicológicas, es susceptible de ser
optimizada con un buen entrenamiento mental.
En UPAD Psicología y Coaching trabajamos con todo tipo de personas (deportistas, directivos,
jefes de equipo, etc.) en las habilidades psicológicas que intervienen en el liderazgo de grupos con
el objetivo de potenciar su rendimiento, bienestar y satisfacción. Por eso, sabemos que el liderazgo
no se basa en procesos unidireccionales, sino en un conjunto de habilidades que permiten establecer
un equilibrio entre uno mismo y el resto.