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Análisis del texto “Vademecum para los confesores sobre algunos temas de moral

conyugal” del pontificio consejo para la familia

Jorge Henao Pérez

Presentación
Cristo legitima el actuar de la Iglesia permitiendo que se desarrolle su misión anunciando el
Reino de Dios, la penitencia y la conversión a los hombres, de igual modo, la Iglesia continúa
predicando el Evangelio a todos los pueblos, haciendo que muchos hombres vuelvan a la
comunión con Dios y se integren a su cuerpo místico. Con todo eso, el Papa ha confiado al
Pontificio Consejo para la Familia, que elabore este documento con la finalidad de ayudar a
los confesores en su ministerio pastoral; éste a su vez contiene orientaciones sobre temas
morales relativos a la vida conyugal.

Introducción
1. La finalidad del documento:
La Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente
vinculado al bien de la familia, siente de manera más viva y acuciante su misión de proclamar
a todos el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia.
La Iglesia ha multiplicado sus esfuerzos para ayudar a todo el pueblo creyente a considerar
con gratitud y plenitud de fe los dones que Dios dispensa al hombre y a la mujer unidos en
el sacramento del matrimonio, para que alcancen la santidad, y sean testigos de Dios para el
mundo.
El papel del sacramento de la Eucaristía, fortifica la unión con Cristo y el papel del
sacramento de la penitencia será reconstruir, lo destruido o acrece y perfecciona la comunión
conyugal y familiar, amenazada y desgarrada por el pecado.
Por eso se hace necesario, la formación de conciencias, y el cumplimento de la voluntad de
Dios, en la comunión conyugal y de servicio a la vida. Cuando ellos solicitan y reciben el
sacramento de la reconciliación representa un acontecimiento salvífico, experimentando así
la misericordia de Dios.
El presente documento va dirigido a los ministros ordenados, en el documento se ofrecen
algunas disposiciones prácticas para la confesión y absolución de los fieles en materia de
castidad conyugal. Estas disposiciones ayudan a los conyugues para que vivan su vocación
con responsabilidad y en armonía con la Ley de Dios, enseñadas por la Iglesia.
El documento pretende ofrecer algunas sugerencias y orientaciones para el bien espiritual de
los fieles que se acercan al sacramento de la reconciliación y para superar eventuales
diferencias en la praxis de los confesores.

2. La castidad conyugal en la doctrina de la Iglesia


La tradición cristiana siempre ha defendido la unión conyugal y de la familia, hasta el punto
que considerarla como la unión íntima de amor y de vida entre los esposos, ordenadas al bien
de los hijos que Dios confíe a su cuidado, que no depende del arbitrio humano. Desde allí, se
puede hablar de la castidad conyugal, en virtud de la unión íntima entre los esposos, haciendo
de la sexualidad un acto personal y verdaderamente humano, donde se pide a los esposos que
se mantenga integra el sentido de la donación mutua, y de la procreación humana desde el
amor. Por eso se hace necesario recordar, lo que Dios ha querido con el matrimonio, y que el
hombre no puede disolver. Al hablar de la castidad conyugal, la Iglesia se pronuncia tan sólo,
para salva guardar la integridad de la familia y de la vida conyugal, de esa intervención, dan
fe los muchos documentos escritos por los pontífices sobre la vida conyugal.

3. Los bienes del matrimonio y la entrega de sí mismo


Cristo salvador confirma y salvaguarda la unión entre los esposos, por el vínculo sacramental,
lo hace ya que se convierte en signo de la “gracia donada”. Si no lo hace, se altera el valor
de la donación total y se contradice el plan de amor de Dios. En esa unión realizan la vocación
al amor, dando paso así a la vida.

Vademecum para el uso de los confesores


El Vademecum está compuesto por un conjunto de afirmaciones que deben estar presentes
en la realización del sacramento, esto tiene la pretensión de que los casados aprendan a vivir
su propia vocación.

1. La santidad matrimonial
El seguimiento cristiano, tiene toda una ruta, por donde debe entenderse la santidad, esta
santidad va dirigida para todos los bautizados, que comienza desde la vocación y culmina en
la santidad. Para poder llevar a buen término la vocación dada por Dios, el Espíritu infunde
entre los bautizados la caridad, ya que no es posible por nuestras propias fuerzas, por eso Él
nos capacita, dando a los hombre de los que es Suyo. Si tenemos bien presente el actuar de
Dios, se puede asegurar que Cristo es quien revela a los hombres la verdad del matrimonio,
ya que conoce nuestras debilidades y fortalezas. Por eso, en ese ejercicio de las virtudes
cristianas, la castidad conyugal se hace presente en la fe, que nos hace conscientes de su
misericordia.

2. La enseñanza de la Iglesia sobre la procreación responsable


Los esposos han de ser ayudados para hacer de su propia vida, gestores de vida, ya que la
familia es un santuario de vida, ellos son cooperadores del Señor, en la llamada a la existencia
de una nueva persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios, destinada en Dios a una
vida eterna. Esta llamada que Dios les hace a los esposos, lo hace, de manera responsable y
cuenta con la responsabilidad de los esposos. Teniendo bien presente lo que se acaba de decir,
la Iglesia, necesariamente, debe enseñara los padres los peligros que corre la familia, cuando
por culpa de la mala información, los matrimonios recurren a métodos de planificación
anticristianos, que no estimulan la vida, antes la destruyen.
Lo que se pide por la Iglesia, no va en contra de la vida, cuando habla de planificación
familiar, ella incluso recurre a métodos naturales, que ayudan a la pareja a vivir la castidad
en la vida conyugal, para eso, confirma a los esposos para que puedan vivir íntegramente, de
común acuerdo, y con plena donación las exigencias de la castidad y de la vida conyugal.

3. Orientaciones pastorales de los confesores


Al tratar estos temas, el confesor deberá tener en cuenta cuatro aspectos: el ejemplo del Señor,
la prudencia cautelar de las preguntas, la ayuda y el estilo que debe tener el penitente, y los
consejos que deba dar a los penitentes, que los anime para que se pueda hablar de un camino
de santidad. Además el confesor, debe orientar al penitente, para que comprenda estas
obligaciones a luz de la fe.
El confesor, deberá, con mucha prudencia, tratar de resolver algunas dudas, que tenga el
penitente, es necesario que haga una tarea de orientación y de hará más fácil, si existe una
acompañamiento que involucre. Para que haya reconciliación verdadera, se hace necesario,
el dolor sincero, la acusación de los pecados, de los pecados mortales, y el propósito de no
volver a pecar.
Además, se hace necesario esforzarse, en el modo más oportuno, por liberar la conciencia
moral de aquellos errores que están en contradicción con la naturaleza de la donación total
de la vida conyugal.

Conclusión
Después de leer el texto y encontrar en él muchos elementos necesarios que hacen del
sacramento de la reconciliación una obra netamente del Padre, que no tan sólo expresa la
misericordia de Dios, manifiesta además la armonía que se debe construir entre los mismos
hombres, buscando siempre hacer viva y eficaz la misericordia del Padre. Podemos deducir
dos elementos necesarios para este ministerio; el sacerdote debe saber y conocer las distintas
problemáticas existentes dentro de una relación de pareja, es importante además, la confianza
no sólo entre los casados, sino entre el sacerdote y sus laicos, esto permite el diálogo entre
las partes, y el compromiso de los sacerdotes por tratar de asumir su trabajo pastoral. Cuando
esto ocurre, se pueden tratar temas de interés, tanto de la persona en particular como de la
pareja en general, asuntos que deben ser abordados con madurez y compromiso cristiano.

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