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TÍTULO:

LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA, ENTRE LA INTEGRALIDAD Y EL DESACIERTO

RESUMEN:
Evaluar el nivel de acierto de la Lay 115 de Educación y el Plan decenal 2016-2016 en la formación
integral de seres humanos.

PALABRAS CLAVE:
- Integralidad
- Diversidad
- Sostenibilidad
- Responsabilidad
- Formación

INTRODUCCIÓN
En el presente documento, expondremos nuestra posición sobre el impacto de la Ley 115 de
Educación y el Plan Decenal 2016-2026, en cuanto al acierto o desacierto, en sus objetivos de
formación de seres humanos tanto integrales, que no solo representen los recursos de innovación
y mano de obra para la producción, sino también ciudadanos del mundo con una visión multicultural
de respeto por la diversidad, el medio ambiente y que asuma responsabilidades políticas y sociales
con su entorno, en el mejoramiento constante de la calidad de vida y la construcción de un modelo
sostenible de sociedad.

CUERPO DEL ENSAYO


La Ley 115 de 1994 o Ley General de Educación, resultó de un gran esfuerzo por dar cumplimiento
a los mandatos de la Constitución Política de 1991 en cuanto al derecho fundamental a la educación,
buscando garantizar calidad y cobertura para todos los colombianos. El artículo 5 de dicha ley, se
refiere a los Fines de la Educación, consagrando el deber ser del sistema educativo, y poniendo de
manifiesto la necesidad de formar seres humanos que, dentro del libre desarrollo de su
personalidad, se guíen dentro del respeto a la autoridad, el respeto a la diferencia, el respeto al
medio ambiente, la resolución pacífica de conflictos, la creatividad y el auto-cuidado (entre otros),
sin dejar de lado la formación para el trabajo, la investigación y la innovación.

En el papel, todo iba muy bonito, pero de pronto nos encontramos de frente con un problema
fundamental del sistema educativo, al que Louis Althusser (para no meternos con Pierre Bourdieu)
incluye entre los “Aparatos ideológicos del Estado”, el cual consiste en determinar hasta qué punto
el sistema educativo está destinado a transformar la sociedad y al ser humano, o si por el contrario
está destinado a reproducir (asegurar su orden y su prevalencia) las relaciones sociales de
producción y con ellas a la ideología (o ideologías) dominantes.

No se pueden negar los avances que se han logrado en los último veinticinco años en materia de
cobertura y acceso a los recursos tecnológicos por parte del sistema educativo. Además, la
implementación de políticas como garantizar el complemento alimenticio a través de los PAE
(Programas de Alimentación Escolar), permitió disminuir en gran medida la deserción escolar y
mejorar los niveles generales en la salud de los niños y adolescentes en todo el país. Además, pese
a los intensos debates morales que se han suscitado en los órganos legislativos y el eco que han
alcanzado en los medios masivos de comunicación, bien puede decirse que a la hora de evaluar
cómo el país ha asumido los fines de la educación emanados en la Constitución Política, el parte es
positivo con un mayor respeto por la diversidad étnica, un mayor respeto y aceptación frente a la
diversidad sexual, una mayor inclusión frente a la discapacidad, y un crecimiento en la conciencia y
las acciones en defensa de los animales, los recursos naturales y el ambiente en general.

Como se ha mencionado, son evidentes los avances del sistema educativo en diversas áreas, sin
embargo, no se puede decir lo mismo, cuando miramos hacia lo profundo del mismo, es decir, hacia
sus contenidos curriculares. Continúa siendo la experiencia académica la descarga de una cantidad
inmensamente absurda de información durante una gran cantidad de horas al día, durante una gran
cantidad de semanas al año, durante una gran cantidad de años. Además, frente a la necesidad de
cumplir con el “visto” de un determinado porcentaje de esos contenidos, se sigue acudiendo a la
tarea en casa y a la consulta a través de otros medios, en horarios diferentes al de la jornada escolar.
Todo lo anterior, la ocupación del tiempo en adquisición de información poco relevante, poco útil,
y hasta poco interesante, crea desmotivación, resta tiempo al análisis reflexivo, y además fomenta
la búsqueda de “soluciones que faciliten el cumplimiento de la tarea”, lo que puede ser fácilmente
relacionado como un embrión de la corrupción, la ilegalidad y la mediocridad. Es decir, todo lo
ganado termina por perderse porque no se están formando seres humanos críticos, reflexivos y con
capacidad de argumentación y análisis. Las luchas por transformaciones sociales de fondo, terminan
así siendo luchas economicistas inmediatistas y de tipo puramente contestatario.

Ya se han conocido ejemplos de países como Japón o Finlandia, donde se privilegia la formación del
ser humano, de sus valores, de sus capacidades analíticas y reflexivas frente a la solución de
problemáticas de su entorno, lo cual motiva al estudiante a la investigación y a la consulta de
información relacionada con propósitos palpables, vivibles: “Si los niños no entienden una frase,
¿qué van a entender los pretérito pluscuamperfectos?. Con los niños no se debería trabajar la
gramática, ni la ortografía, Lo que necesitamos es que los niños hablen, que hilen ideas y que
escuchen” (Julián de Zubiría).

El Plan Decenal 2016-2026, realmente no dice mucho de nuevo. Haciendo un mayor énfasis en la
equidad social y la educación ambiental, debe reconocerse que en su visión esboza la finalidad de
que “los colombianos desarrollen pensamiento crítico, creatividad, curiosidad, valores y
actitudes éticas; respeten y disfruten la diversidad étnica, cultural y regional; participen activa
y democráticamente en la organización política y social de la nación, en la construcción de una
identidad nacional y en el desarrollo de lo público”, además, refiriéndose a los objetivos de calidad
se menciona la necesidad de que se desarrollen “simultánea e integralmente las dimensiones
cognitiva, afectiva, social, comunicativa y práctica, de los colombianos y de la sociedad
como un todo”.

CONCLUSION
Podemos concluir que, si bien hay avances en la cobertura, en el acceso a recursos, en
legislación acorde con Estado Social de Derecho que garantice la inclusión y el respeto, es
la estructura misma del modelo curricular del sistema educativo colombiano, lo que impide
profundizar en la formación de los seres humanos con capacidad de análisis, reflexión y
acción, que transformen nuestra sociedad hacia los más altos paradigmas humanos que
garanticen el desarrollo creciente en lo social y lo económico, en armonía con el entorno y
el medio ambiente.

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