El momento histórico que estamos viviendo y el comienzo del nuevo año nos lleva a
reflexionar sobre el verdadero significado de la economía, el bien común y especialmente
del compromiso que los cristianos, y especialmente los franciscanos, deben tener con
respecto a la vida económica y social de nuestro país.
P. Mirando hacia atrás en los siglos, nos damos cuenta de que alrededor de 1400-1500 se
puede individualizar lo que se denomina «economía civil o economía franciscana”, una
economía que se centra en la persona humana y no en la ganancia. Que nos puede decir
sobre esto?
1. Aquellos que ejercen la actividad económica debe hacerlo por el bien común, un
principio que permite una dinámica «integradora», en cuanto que el agente económico no
trabaja sólo para sí, sino también para otros.
2. Con el propósito de incluir a otros, el agente económico tiene que invertir para ampliar
el tamaño de sus actividades, el «capital» por lo tanto, no debe permanecer en reposo o
ser consumido por aquellos que lo poseen, sino que debe «volver» a generar empleos,
ingresos, riqueza para otros, de esta manera, el agente económico es legitimado como
«benefactor» de la comunidad, ya que ayuda a su entorno social a prosperar. Obviamente
es justo, por tanto, que use una parte de los resultados de sus labores para sí mismo.
3. Pero no suficiente: hay muchas razones por las cuales no todos pueden ser incluidos en
el circuito del trabajo (enfermos, discapacitados, ancianos, los niños, a quienes se les debe
inculcar la cultura del trabajo), por lo que el bien común exige que todas estas personas
sean ayudadas. Por esto, algunos de los recursos producidos, deben ser destinados a obras
de servicio y ayuda (en adelante, llamadas obras de bienestar), y por último,
4. la ciudad debe ser habitable para todos, lo que implica que otra parte de los recursos
deben asignarse a la infraestructura civil (las «obras públicas»), incluidas las iglesias,
fuentes y jardines. Es así que las ciudades italianas se convirtieron en un modelo de
progreso y riqueza, enseñando al resto de Europa y el mundo cómo construir una
economía dinámica y sostenible.
La principal desviación en la idea originaria tiene que ver con la concepción del “bien
común”. La economía capitalista ha restringido mucho el concepto de “bien común”,
para que coincida con el bien de un pequeño subconjunto de los participantes en la
actividad productiva, es decir, los propietarios del capital y los administradores, mientras
que a los trabajadores sólo se le asigna un salario de subsistencia. La inversión es el motor
de nuestra sociedad, pero a menudo no es suficientemente inclusivo, dejando a muchas
personas desempleadas. Las Obras de bienestar público se financian, generalmente, a
través de impuestos, pero hay muchos problemas de cantidad y calidad. La verdadera
razón de esto es que vuelva a estar en boga la filosofía utilitarista-individualista que el
franciscanismo trato de superar con el concepto de bien común.
P. ¿Cree usted que el modelo franciscano es viable hoy en día y cree que puede ser una
herramienta valiosa para abordar la actual crisis económica y moral?
«Es hora de que los franciscanos, tanto en su predicación como en su acción, recuerden
a todos que la actividad económica se lleva a cabo por el “bien común”, y no por la
riqueza individualmente disfrutada»
P. ¿De que forma, en la sociedad de hoy, los franciscanos pueden intervenir en el contexto
social y económico, revalorizando las experiencias de los siglos anteriores?
R. Sí, hay formas económicas de inspiración franciscana. Son todas aquellas formas
económicas llamadas sin fines de lucro o cooperativas, que trabajan para la inclusión
social y distribución equitativa de los resultados de los trabajos. Desafortunadamente,
unos pocos siglos de dominación del capitalismo ha hecho que las instituciones (y
también pensamiento colectivo) sean incapaces de concebir la empresa como diferente de
la capitalista. Los franciscanos están llamados a hacer oír fuertemente su voz a favor de
todas las formas de negocio que no funcionan con el propósito de lucro, sino para producir
bienes y servicios útiles a las personas, tratar a los trabajadores de manera justa, y
reinvirtiendo los beneficios con fines inclusivos. En cuanto a las empresas capitalistas, se
les debe recordar su «responsabilidad social», objetivo que se persigue desde hace varios
años con una respuesta cada vez mayor y que está generando a respuestas muy
interesantes.
https://www.pazybien.es/la-economia-franciscana-una-respuesta-a-la-crisis-economica/