ESPEJOS Y ESPEJISMOS
EN EL DESARROLLO
Y SUS PROYECTOS
Editorial Horizonte
Indice
Introducción: imágenes y espejos
EN EL TERRENO
EL MODELO DE PROYECTO
EN LAS OFICINAS
EN LAS CABEZAS
EN EL TERRENO
EL MODELO DE PROYECTO
8. ¡Abajo la sistematización!
De la cuadrícula al relato y a reflexión
Hitos de un recorrido personal
Ensayo y frustración
Persistencia
El alivio compartido
Una confirmación: la gringa de Cajamarca
Desmontando la sistematización
Analizar y ordenar ¿según qué categorías?
Marcos y modelos que se caen
Nuestro papel y nuestras ambiciones
Reconstruyendo entre todos
Más que el resultado final, el proceso
Mirar el todo desde la parte y no cada parte separada
Recoger y devolver
Hacia una interpretación compartida
De la tesis al relato
EN LAS OFICINAS
EN LAS CABEZAS
IMAGENES Y ESPEJOS
Este intenta ser un libro de imágenes. No tanto porque contiene algunas figuras y gráficos.
Más bien porque busca devolver situaciones reales, observadas o vividas, a lo largo de los
últimos cinco años, entre Bolivia, Perú, Paraguay, Ecuador y Colombia. Es un poco un álbum de
viaje.
Devolver es la clave.
Es responsabilidad del privilegiado que tiene oportunidad de circular entre nuestros países
y ha de pagarla aportando a cada uno las experiencias y vivencias de otros.
Es responsabilidad del actor que debe corresponder la confianza brindada por tantos
grupos y proyectos ofreciendo sus impresiones y comentarios sobre ellos y sobre otros.
Esa labor de espejo deformante (porque no se trata de ser objetivo sino de brindar una
visión útil a la reflexión, al debate, a la producción local de nuevos conocimientos), la vengo
cumpliendo de múltiples maneras.
Muchas veces, durante una misión o un seminario, me apoyo en las palabras, sea para
brindar una suerte de espejo de palabras donde éstas, libradas del contexto de determinada
frase, adquieren una nueva dimensión, sea jugando con ellas, sus orígenes, sus diversos
sentidos o sus ambigüedades, para ayudar a romper conceptos demasiado esquematizados.
Otras veces, el esfuerzo consiste en describir caricaturando los hechos y las actitudes. Un
gráfico o un relato casi teatral pueden aportar más que todo un discurso conceptual cuando uno
se ve reflejado en ellos, por más que la primera reacción sea a menudo de protesta contra las
distorsiones.
A menudo también, ensayo contar y compartir mis propias reacciones, pensamientos,
dudas y dilemas durante el trascurso del trabajo compartido.
Este libro recoge más de veinte documentos escritos en estos años, siempre en respuesta
a una realidad concreta, a una práctica, a una solicitud, es decir en búsqueda (quizás torpe) de
diálogo con el terreno, con los grupos, con los proyectos.
Es pues un libro-espejo de los proyectos de desarrollo rural, sus actores directos y sus
colaboradores o censores (expertos, investigadores...).
Antes de terminar esta introducción que no necesita ser larga (el libro ya lo es
demasiado), un último comentario. La idea de esta publicación nació apenas editados por
primera vez los "Mitos del Desarrollo Rural Andino" en 1988: ¡cuántas situaciones concretas,
prácticas cotidianas, procedimientos usuales merecerían ser devueltos o comentados para
complementar la reelaboración colectiva de nuestra teoría y mitología del desarrollo!
Los materiales disponibles se enriquecieron desde entonces, pero la intención sigue
siendo la misma.
NOTA:
A menudo entramos en grandes debates para calificar y evaluar nuestro trabajo de
campo. Nos obsesionamos con la coherencia de tal o cual discurso.
Pero ¡cuántas veces aportamos, a través de nuestros comportamientos, mensajes
totalmente opuestos a nuestro discurso institucional!
En 1987, los amigos de una ONG boliviana me invitaron a acompañarles en un recorrido y
a brindarles mis comentarios. El informe que preparé rápidamente, a su solicitud, era feroz; tenía
toda la ferocidad que uno puede emplear con los amigos porque sabe que no van a
malinterpretar la intención.
¡Cuántas de nuestras actividades en el campo podrían dar lugar a informes de este tipo!
Me exigen que les comente mis observaciones sobre la salida a campo que acabamos de
compartir. Para eso me invitaron. Pero ¿qué decirles?
Era la primera vez que veía de cerca el trabajo de FADI. ¡Qué diferencia entre lo que
pretenden hacer y lo que he visto concretamente!
Eso sí no es nuevo para mí. Por eso no me fío mucho en lo que se dice e intento mirar lo
que afirman los comportamientos, las actitudes.
En Huasimarca lo que contemplé es una verdadera caricatura. O digamos que es un
ejemplo muy motivador porque tuvimos un verdadero show por parte de Abdón, un teatro muy
ilustrativo de las contradicciones entre las cuales nos debatimos casi todos.
Escuchen pues y traten de imaginar las escenas.
Salimos de La Paz a las 5 am, Gabriel, Abdón y Marcos por parte de FADI, Andrés y yo
como acompañantes; llegamos a Huasimarca a las 10 am.
En el camino, a buena distancia del pueblo, recogimos a un comunario que se venía a la
asamblea, apoyado en su bastón. Desde la parte trasera de la camioneta, fue haciendo señas a
todos los que encontrábamos para invitarlos a venir.
Un grupito de comunarios nos estaba esperando en la entrada, quemando una tola verde.
Pensé que el humo había de ser una forma local de convocatoria pero me olvidé luego de
preguntar al respecto.
Paramos la camioneta casi en la puerta del local y los comunarios se fueron acercando
para saludarnos uno por uno. Un viejito fue subrayando en su presentación ante cada extraño:
"soy subcentral".
A los pocos minutos, fuimos invitados a pasar en el local y a sentarnos alrededor de una
mesa donde se nos brindó un batido. Al poco rato se repitió la invitación y esta vez fueron tasas
de café y panes.
Aprovechamos estos momentos para buscar alguito de información, particularmente sobre
la estructura organizativa local: existencia de un corregidor (Huasimarca logró el sueño de
cualquier pueblito del Altiplano: es cantón desde 1976), una Junta de Vecinos, un subcentral
agrario y tres secretarios generales para seis zonas, un registro civil, un agente cantonal, una
Junta de Vecinos Escolar con dos alcaldes...
Saliendo del local, nos dirigimos con un grupo ya grande de comunarios hacia la escuela,
en el costado del gran rectángulo que constituye la plaza y alrededor del cual se alinean las
casitas sin piso (salvo una) y con techos de calamina que conforman el "pueblo".
La escuela es una construcción bastante amplia y reciente, hecha por el Estado con el
apoyo comunal y con primaria e intermedio.
En los diálogos con los comunarios, durante la visita, cada uno fue recogiendo una serie
de datos sobre diversos tópicos. Por ejemplo, sobre la cuestión de la tierra, que fue parcelada
hace 18 años, dentro del proceso de reforma agraria y aprovechando los títulos de la comunidad,
que es originaria. Las parcelas consolidadas fueron de varios tamaños que iban del 1 al 4, de
acuerdo a los derechos adquiridos anteriores. Uno de los resultados de la parcelación ha sido la
casi desaparición de las llamas (a diferencia de comunidades vecinas e indivisas) por la
reducción de su espacio de circulación.
De vuelta de la escuela, fuimos otra vez invitados a pasar al local para tomarnos unas
cervecitas.
Este era el primer contacto directo entre FADI y Huasimarca. Además de las solicitudes
iniciales de la comunidad y de las conversaciones en la oficina, cinco delegados habían
participado el mes pasado en el Seminario de Planificación realizado en La Paz.
Pero FADI nunca había estado en Huasimarca y para los comunarios ésta era la primera
vez que podían ponerle una cara a dicha institución.
La distribución espacial de los participantes fue entonces bien sintomática: el centro (¿el
poder?) fue ocupado por FADI, con Gabriel sentado en la mesa, Marcos a su derecha y Abdón a
su izquierda.
Mi colega Andrés se ubicó un poco al margen de la mesa, en una silla a la izquierda de
Abdón. Por mi parte, utilicé el pretexto de sentarme dentro de la camioneta y guarecerme del sol
para escapar a esa posición céntrica.
Toda esta distribución espacial reflejaba muchas cosas y siempre es útil observarla para
interpretar relaciones de poder, roles, pertenencias, actitud ante la organización comunal, etc...
En ese momento estaban unos 54 varones y unas 18 mujeres. Ocho hombres mayores
llevaban pantalones de bayeta; quince varones (entre ellos unos adultos jóvenes) tenían el
clásico sombrero local con su franja.
El discurso de FADI
A las 12.46 pm, luego de nuevas palabras del profesor Blasco haciendo un llamado
general a "recuperar la economía de la familia campesina" y a "organizarnos para recibir
los cursos de capacitación", retomó la batuta Gabriel.
Comenzó con un resumen de los problemas planteados por los comunarios, ordenándolos
en agricultura, ganadería y artesanía (las tres líneas de trabajo de FADI) y explicando la
necesidad de ponernos a planificar.
Ante la protesta de un comunero que quiso recordar otros aspectos tratados (huertos
familiares, invernaderos...), Gabriel amplió su recuento, señaló que por cierto se había hablado
de la plaga del garbanzo, de la necesidad de pararrayos, de la posibilidad del tractor, etc...
Pero fue para retornar enseguida a lo que él ya tenía preparado:
"Empecemos con la agricultura, la ganadería y la artesanía. Después, cuando ya
estemos organizados, veremos las demás cosas. Lo haremos con la organización que
hagamos, con la organización que salga."
Puede ser que la intención haya sido exactamente ésa. Pero de hecho, en pocos minutos,
sin debate sino a base de afirmaciones, quedó descartada la hora de intervenciones de los
comunarios, por lo menos en lo que no se refería a lo preparado por FADI.
Más allá de las intenciones, quedó en claro que FADI es el que toma las decisiones al
respecto.
De todas formas, siguieron tomando (¿o pidiendo?) la palabra varios comunarios para
insistir en las bombas de agua y otras cosas.
Entonces le tocó el turno a Abdón. Se levantó y conquistó la audiencia: habló en aymara,
explicó que él es de la provincia vecina... y se ganó una salva de aplausos. Todos lo escucharon
en un silencio religioso y con una atención extrema.
Se había volteado la tortilla. No se volvió a hablar de pedidos en ese momento incómodos
para FADI.
A Abdón sucedió Marcos, también en aymara y sobre ganadería, y se ganó sus aplausos
al terminar.
¡A organizarse se ha dicho!
Copiadas esas fechas, Abdón inició la nueva etapa y durante diez minutos habló de la
"asociación", de la necesidad de formar un "comité organizador" para que FADI tenga con quien
trabajar.
¿Motivó? ¿Insinuó? ¿Insistió? No entiendo el aymara y no puedo responder de las
palabras. Pero la actitud, el tono, eran de persuasión, de convencimiento.
Un comunario aprovechó que Abdón se paraba para ver qué decía la gente de su
propuesta-exigencia de "comité" y lanzó la necesidad de una posta sanitaria; la respuesta fue
otra vez en aymara, pero con los términos "comité" y "asociación" reiterándose una y otra vez.
¿Señal de buena voluntad? ¿Atención a los visitantes? Nos trajeron unos vasos de
Oriental para que soportemos la sed.
A las 3.30 pm me despertó un sonido tipo campana. Se estaba convocando a sesión. Una
sesión interna de los comunarios para conformar el famoso "comité", bajo la conducción del
profesor Blasco, ahora sentado solo en "la mesa".
Mientras tanto, FADI observaba desde el interior del local o desde los alrededores de la
asamblea (ahora reducida a 30 varones y 22 mujeres por un partido de fútbol que disputaban los
jóvenes delante de la escuela).
A las 3.55 pm, hecha la elección, el flamante presidente del "comité", el profesor Blasco,
vino a comunicar a Gabriel que ya habían cumplido y que FADI podía reintegrarse a la asamblea
y a "la mesa".
Esta vez fue Abdón quien se sentó solo en el centro mientras Gabriel se apartaba un
poquito en una silla, Marcos se alejaba un poco más aún y Andrés y yo nos semi-escondíamos
en el local.
El presidente del "comité", el profesor Blasco, estaba a la derecha de Abdón, semi-parado
fuera de "la mesa" y semi-inclinado sobre ella, en una posición-actitud ambigua.
A partir de ese momento, me dediqué a observar un doble fenómeno de "posesión": por
un lado la ceremonia de posesión de la nueva directiva, por otra parte la lucha por la posesión de
"la mesa".
La primera "posesión" fue larga y difícil. Gabriel propuso que corra a cargo del secretario
general, pero no hay uno sino varios en Huasimarca. Surgieron varias ideas sucesivamente
descartadas: el corregidor, la Junta de Vecinos, hasta que se dió el consenso en la máxima
autoridad sindical, el subcentral.
Cuando éste se dirigía a cumplir, Abdón tomó la palabra en aymara. No entendí bien pero
resultó todo un movimiento en busca del libro de actas y el subcentral se volvió a alejar, mientras
Abdón comenzaba una larga intervención, inicialmente destinada, me imagino, a "recoger datos"
(una de las prácticas de encuesta o diagnóstico más aberrantes que haya visto en mi vida) y
luego convertida en un monólogo.
Terminada la redacción del acta y firmada la misma por los visitantes, el profesor Blasco
invitó a... Gabriel a juramentar a la directiva.
El subcentral, que ya se acercaba a "la mesa", se quedó parado un poco atrás a la
derecha pero reafirmó su autoridad haciendo levantar y descubrirse a los asistentes.
La tarde comienza pues con Abdón bien instalado en la mesa y el presidente Blasco mal
colocado a su lado. Para la redacción del acta, Abdón tiene que ceder parte de la mesa, pero no
se va y él también toma apuntes, para su "diagnóstico".
Quedan muchas cosas aún, sobre la visita de la huerta, sobre la cena, el desayuno, las
cervecitas mañaneras y el 50% FADI que no hemos aportado nosotros en los convites a pesar
de nuestros viáticos, sobre... Ya es suficiente. Tampoco voy a hacer sufrir más.
¿Se requieren más comentarios? ¿Creen que vale la pena que les haga yo mismo todo un
discurso ahora?
Miren ese espejo que les ofrezco y pregúntense si FADI ayuda realmente a organizar a las
comunidades.
2
NOTA
Toda exageración corre peligro de provocar reacciones de bloqueo, más que abrir
horizontes a la reflexión. Pero ¡qué útil puede ser a veces una buena caricatura para vernos con
otros ojos!
La que presento aquí la descubrí en junio de 1989. La explicó un médico que trabajaba en
Puno-Perú y cuyo nombre no recuerdo. Me vino como anillo al dedo: iba totalmente en el sentido
de lo que a veces intentaba realizar (ver capítulo 2.1 ¡!).
Me la apropié, introduje algunas adecuaciones y la usé repetidas veces cuando quería
plantear tanto el hecho de la cuadrícula como nuestra incapacidad a escuchar. Pero también la
aproveché con gente que no era del terreno, con "doctores" que, en la dirección de instituciones
y en ministerios, dictan a los extensionistas lo que deben hacer con los campesinos.
Las pocas páginas que siguen son precisamente la reproducción de una presentación
ante "doctores" que hice en junio de 1990, en Asunción-Paraguay, durante un seminario-taller
sobre "Planificación, Desarrollo y Recursos Naturales".
Sucede que sólo sabemos imponer, cambiar, convencer, capacitar, concientizar... No
sabemos dialogar, porque no sabemos escuchar.
No sabemos dialogar con la realidad porque somos incapaces de escucharla. De todo lo
que nos dice, sólo entendemos aquello que corresponde a nuestras casillas, a nuestras
cuadrículas, a nuestro saber académico. ¿Los campesinos nos contaron decenas de formas de
organización que emplean para vivir y trabajar? Hemos escrito en nuestros diagnósticos que
"falta organización" porque ninguna de esas formas correspondía al modelo aprendido en la
academia.
Tampoco sabemos dialogar entre nosotros los técnicos, los profesionales, los doctores. Es
difícil dialogar entre casillas de la cuadrícula. Hemos tenido una excelente demostración de eso
hoy día: ¿cuántas veces hemos vuelto a preguntar cosas que se acababan de decir pero que no
habíamos entendido porque no se expresaban en los términos de nuestra propia cuadrícula?
¿cuántas veces hemos tenido que aclararnos mutuamente porque lo dicho por uno era
interpretado en sentido contrario por el otro y proliferaban las susceptibilidades?
Se ve así. Cuando nació, el doctor era un niño normal, mucho más bonito que el de mi
dibujo porque no sé dibujar. Ahí en su casa, en la calle, en el campo, fue desarrollando sus
sentidos y capacidades, aprendió a hablar, a caminar, a escuchar, a comer, a llorar, a mirar, a
reclamar, a sentir, a trabajar, tantas cosas aprendió...
Paralelamente, la cuadrícula entró en competencia con los otros sentidos. ¿Cómo conocer
y entender la realidad? Tenía que hacerse a través de las múltiples categorías y ordenamientos
de la cuadrícula.
Entonces se le fueron atrofiando poco a poco los ojos, para que no vea, los oídos para
que no escuche, el cuerpo para que no camine por donde quería.
Quedó reducido a una gran cabeza cuadrada y cuadriculada, con ojitos y oídos chiquititos
y ridículos, con unas piernitas minúsculas para agitarse mucho y no ir a ninguna parte.
Pero eso sí, le dejaron la boca. Una boca grande, enorme, una bocaza para enseñar, para
concientizar, para capacitar, para dictar charlas, para transmitir. Todo eso para dirigir a los
inconscientes, los incapaces, los ignorantes, es decir todos los que no son tan cuadriculados
como nuestro doctor.
Aunque estos últimos no siempre están de acuerdo y alguna vez me decía uno que por la
calidad de lo que sale de esa bocaza, no se sabe si es boca o ano.
Perdón, acaba de comentar un colega que falta la corbata. Tiene razón. Sin ella, todavía
parece la caricatura del extensionista. Agregamos la corbata y ya tenemos listo a nuestro doctor.
3
NOTA
No basta con describir ni hacer caricaturas sobre las contradicciones del trabajo de
terreno. Conviene tratar de entender qué sucede ahí.
Muchos de nosotros hemos descubierto la extensión en los últimos diez o veinte años.
Nos hemos formado una idea de los vicios existentes y pretendemos encontrar la panacea con
nuestros esfuerzos metodológicos, nuestra insistencia en lo participativo, nuestras orientaciones
y posiciones sobre la sociedad...
Pero convendría reubicar la extensión en el contexto de nuestras sociedades y su
evolución.
Las páginas que siguen no son producto de un estudio libresco sino de múltiples debates
y diálogos. Con oportunidad de un seminario-taller sobre Extensión Forestal en los Andes,
realizado en junio de 1991 en Cochabamba-Bolivia, traté de recoger y ordenar una serie de
aportes al respecto, que acababan de enriquecer varios participantes con varios decenios de
experiencia en la materia.
Estas páginas no están pues destinadas a presentar ninguna historia oficial de la
extensión sino a ayudar al personal de terreno a reflexionar y entender mejor cómo muchas
frustraciones actuales provienen en gran medida de una evolución de la economía mundial y de
la problemática planetaria del desarrollo, y por tanto del papel que la sociedad asigna hoy en día
a la extensión.
La evolución de la extensión y la economía mundial
2. Luego esa oferta técnico-productiva es apropiada por dos sectores: por un lado la FAO
que la institucionaliza como "Revolución Verde" en un intento de enfrentar los problemas del
hambre en el mundo; por otro lado las empresas productoras y vendedoras de insumos para la
agropecuaria tecnificada (fertilizantes, pesticidas, etc.).
La extensión deviene entonces en una suerte de venta de paquetes tecnológicos
(transferencia de tecnología) y lo que se busca es ampliar el consumo de estos insumos y
paquetes, para aumentar la producción y productividad agropecuarias o simplemente para
maximizar beneficios.
Pero los paquetes no responden a todas las realidades; ni el mercado, ni las políticas
nacionales de nuestros países garantizan la rentabilidad de estas nuevas estrategias: la
extensión se ve obligada a incorporar preocupaciones económicas para convencer a los
"productores" que, en un plazo más o menos largo, saldrán ganando.
De agente de una propuesta arrolladora y con cierta coherencia interna (agente que
además el sistema se preocupaba de formar), se convirtió progresivamente en simple pinche
difusor de paquetes elaborados en las Estaciones Experimentales o entregados por las casas
comerciales.
La figura más clásica de los últimos años es aquella del extensionista en busca
desesperada de algún campesino que acepte ser "agricultor-enlace", "promotor", "líder", que
preste su parcela para hacer demostraciones. De ahí los incentivos o sobornos.
Aún cuando la realidad va demostrando que el paquete no le conviene al campesino, el
extensionista tiene que seguirlo vendiendo y se transforma en una suerte de "engaña-
campesinos a sueldo".
Por otra parte, como ser extensionista es uno de los trabajos peores pagados, se
multiplica el reclutamiento de técnicos y recién egresados sin ninguna experiencia y que se
envían al campo a... ¿A qué? A algo totalmente diferente de lo que han estudiado.
En su instituto o universidad, aprendieron (teóricamente, con muy pocas prácticas) a
trabajar con cultivos para el agrónomo, con árboles para el forestal, con animales para el
veterinario, con enfermedades para el médico. Y se encuentran con que su trabajo es
básicamente con... gente. Pero nunca aprendieron a trabajar con gente.
Más aún, nuestro extensionista fue formado en una u otra especialidad, sin casi nunca
poder profundizarlas siquiera, apenas arañando algunos conocimientos aprendidos
mecánicamente para sacar el cartón pero sin entender ni el origen ni los contextos de esos
conocimientos.
Pero ya no hay mucho empleo en las agencias que atienden a grandes productores
especializados. Entonces debe trabajar con gentes que son campesinos, es decir generalistas,
gente que hace de todo para sobrevvir, gente que toma decisiones de acuerdo a una
multiplicidad de criterios y no sólo según la rentabilidad de un rubro, ni siquiera la rentabilidad de
una finca o predio o chacra porque suele también ser artesano o migrar para asegurar ingresos
monetarios.
¿Nuestro especialista en producción debería poder trabajar y dialogar con gente que se
maneja en una economía familiar de reproducción? No bastan algunas clases o cursillos de
economía, sociología, sicología, pedagogía, oratoria o relaciones humanas para mejorar las
cosas.
Una de las alternativas que buscaron los proyectos fueron los equipos multidisciplinarios:
a cada especialista se le asignaba su "social" (educador, trabajador social) encargado de
organizar a la gente y prepararla para que el especialista enchufe mejor su paquete. Tampoco
funcionó mucho.
Otro camino ensayado fue la participación: nada podía durar si las propias poblaciones no
eran "comprometidas" de una manera u otra. Los extensionistas recibieron el encargo de volver
participativos sus cursillos y sus parcelas, sus diagnósticos y sus planificaciones, sus...
La Participación es una casa amplia, con muchos huéspedes que la interpretan cada uno
a su manera, de acuerdo a su propio objetivo que puede ir desde convencer y lograr la
aceptación del campesino, hasta decidir juntos. Sin embargo, suele conservar una cierta unidad
en el sentido que siempre se trata de que el campesino tome parte, "participe" en la propuesta
del agente externo (proyecto, institución) y no al revés.
En el centro de la Participación está la oferta externa, casi nunca la estrategia ni los
intereses reales del grupo local.
Uno de los esfuerzos actuales consiste más bien en revisar la extensión en términos de
interlocución. Es decir que los campesinos son considerados como los actores principales de su
propio desarrollo y los agentes externos ven su popio papel como un apoyo para extender las
capacidades de ese sujeto en desarrollo.
Ya no se trata tanto de "extender" tal o cual objeto (o paquete tecnológico) sino de volver
accesible al sujeto-campesino un abanico de informaciones, contactos y alternativas para que
éste pueda tomar una mejor decisión sobre qué le conviene.
La extensión-interlocución busca así retomar uno de los rieles iniciales de la extensión
agropecuaria de hace medio siglo al posibilitar un diálogo con el campesino sobre aquello que le
conviene. Pero ahora ya no se trata de una propuesta sustentada en la oferta del sistema global
sino de un abanico de posibilidades entre las cuales escoger de acuerdo a la estrategia propia.
Tantas evoluciones y tantos retos nuevos llevaron a los extensionistas a una crisis
profunda. Las preguntas se multiplican, provocando desazón o rechazo.
¿Quiénes somos y qué hemos de aportar si se dice que los campesinos ya saben?
¿Para qué hemos estudiado tanto si al final tenemos que partir de las prácticas
campesinas?
¿Cuál es el papel del agente externo en el proceso propio del campesino?
¿Cómo ayudar al campesino a decidir mejor qué le conviene si lo que nos entregan son
paquetes de recetas técnico-productivas sin la información suficiente? Etc.
Descuartizados entre el mundo campesino del cual provienen muchos de ellos y las
enseñanzas académicas y científicas recibidas en los predios y estaciones experimentales,
nuestros extensionistas ya no saben muy bien para dónde jalar.
EXTENSION E INTERLOCUCION
EN EL
PROYECTO DE RIEGO INTER-VALLES
NOTA
El documento que sigue consiste en extractos de un informe de julio de 1989, luego de
una misión de asesoría al hoy llamado Proyecto de Riego Intervalles (PRIV) de Cochabamba-
Bolivia. Habíamos intentado revisar políticas y métodos de trabajo de campo, avanzando hacia
una visión de la extensión como una interlocución con los campesinos a fin de ayudarles a crear
condiciones y fortalecer capacidades para su propio desarrollo.
La misión no consistió en elaborar propuestas y conceptos para el PRIV sino en
acompañar y asesorar al equipo del proyecto, buscando dinamizar los potenciales existentes en
la realidad local y en la propia institución.
Consecuente con la naturaleza del trabajo realizado, el informe no intentaba presentar
grandes conclusiones ni recomendaciones a ser implementadas por el proyecto, sino retomar y
alimentar las reflexiones compartidas en julio.
El PRIV trabaja en dos valles de Cochabamba, el de Punata y el de Tiraque. Serían
necesarias varias explicaciones del contexto para comprender muchas alusiones del documento,
pero, por razones de espacio, no las incluimos. Muchas de las reflexiones que siguen pueden
ser aprovechables tal como están aquí.
Es decir como estímulo a revisar cada uno su visión de la realidad en la cual trabaja y el
significado e impacto de su labor.
El riego como eje movilizador del campesinado
El PRIV cuenta con una ventaja enorme: el riego ha demostrado ser un eje movilizador
esencial para el campesinado de los valles.
Ese carácter movilizador va mucho más allá de la simple reivindicación y lucha por
conseguir agua. La experiencia de la recién formada Asociación de Regantes de Punata
evidencia que el riego, que puede ser útil pero no esencial en otras partes es sentido por el
campesinado punateño como algo central en su devenir histórico.
La corta historia de la Asociación, con las "comunidades" imponiendo su control sobre lo
que hubiese podido ser una simple "organización de usuarios" y dedicando tiempo y esfuerzos
en conocer y supervisar el avance del futuro sistema, da mucho que pensar.
Antes no se había logrado movilizar alrededor del mejoramiento de los ingresos
agropecuarios. La gestión y control del sistema de riego moviliza más allá de lo que esperaba el
PRIV.
Esta situación significa un enorme potencial para el proyecto. Le posibilita contar con un
interlocutor sumamente motivado con el cual trabajar.
Una adecuada percepción del sentir campesino podría a su vez facilitar un avance hacia
aquello que interesa tanto al proyecto: el aprovechamiento del sistema. La movilización para
asegurar y controlar la llegada del agua de riego podría desembocar en una motivación por
posibles mejoras en su utilización. El entronque, hasta ahora inalcanzado, entre las obras, su
operación y mantenimiento y el aprovechamiento del agua en riego parcelario y producción
agropecuaria, podría así verse facilitado.
A base de una percepción global del PRIV y su proceso, hemos intentado en estas
semanas en Cochabamba apoyar al personal en sus esfuerzos por elaborar y manejar un
concepto más acertado de lo que debería ser la extensión.
El punto de partida de la reflexión estuvo en el cambio ya operado en las relaciones entre
el proyecto y el campesinado.
Dado un contexto nacional (¡y mundial!) que no garantiza que el Estado pueda asumir
como previsto la conducción, operación y mantenimiento del sistema de riego, el rol asignado a
los campesinos se transformó: dejaron de ser simples "usuarios-beneficiarios", para ser
considerados como el interlocutor principal del PRIV en la preparación del funcionamiento futuro.
Toda la búsqueda sobre extensión se inspiró en el significado de este nuevo tipo de
relación, reinterpretando la extensión en términos de apoyo a las organizaciones campesinas
para que estén en condiciones de asumir lo mejor posible su responsabilidad en el nuevo
sistema de riego.
Este reenfoque de la relación con los campesinos tuvo una influencia vital sobre la
evolución del PRIV, posibilitando que la organización campesina, en sus múltiples planos, se
constituya en "eje dinamizador" del proyecto.
Pero es importante que el PRIV profundice esta transformación a fin de lograr coherencia
en todo su actuar. Es decir que el campesinado ha de comenzar a ser considerado como "punto
de partida" y no sólo de llegada. Ello exige un esfuerzo cada vez mayor porque entra en
contradicción con los hábitos adquiridos en todo tipo de proyectos de desarrollo: más se
preocupan por convencer y capacitar a los campesinos de las bondades de las propuestas
externas en lugar de partir de las características y capacidades locales propias.
Así es como las actuales propuestas del PRIV sobre estructura y funcionamiento de la
Asociación de Regantes de Punata caen en el vicio clásico: pretender que la institución propia de
los campesinos se forme y se desempeñe a imagen y semejanza de lo que son las instituciones
técnicas clásicas.
El organigrama que se puede elaborar a base de los documentos del PRIV da una
Asociación de Regantes como copia y calco de lo que es el proyecto mismo, a pesar de que un
proyecto es una estructura transitoria mientras la Asociación ha de ser algo más permanente
(figura 3).
De la misma manera, el organigrama de la parte "técnica-ejecutiva" (organigrama
deducido de un documento borrador que se está debatiendo) es una réplica fiel del proyecto
mismo (figura 4).
Desarrollar interlocución significa algo más que la tradicional tendencia a querer vender el
modelo propio como fórmula ideal. Exige saber recoger los puntos de partida de los diferentes
interlocutores y dialogar sobre esta base para encontrar las alternativas más adaptadas.
Más allá de las formas que corresponden cada una a determinadas realidades históricas,
conviene intentar descubrir y reconocer la racionalidad organizativa que parece inspirar los
comportamientos dentro de dichas formas.
Siempre tendemos a suponer que los comportamientos nuestros son los comunes. Así
solemos proyectar sobre la organización andina el esquema vertical que preside nuestras
instituciones (figuras 1 y 3).
La figura 10 busca representar la realidad organizativa de los Andes tal como se
desarrolló históricamente. Las distintas instancias no son eslabones de una cadena rígida, de
tipo vertical o piramidal, son planos diferenciados, cada uno con sus responsabilidades
específicas.
En todo caso, se podría a partir de ahí reflexionar nuevamente las posibles evoluciones de
la Asociación. El sistema de riego se condice con por lo menos 4 planos organizativos
tradicionales de los Andes (figura 11). ¿No podría esa racionalidad organizativa propia ofrecer
pistas para una gestión más flexible del sistema de riego, más acorde con las capacidades
existentes en las comunidades? ¿Debemos suponer que sólo podría funcionar (¡y durar!) un
modelo basado en una cabeza dirigente elegida (Directorio) y un ejecutivo que se vuelva a
ramificar y a intervenir en los demás planos? ¿Acaso cada plano organizativo no podría tener
sus responsabilidades y su forma de asumirlas?
Lo mismo sucede generalmente con la extensión agrícola. A pesar de que los campesinos
digan que no les interesa mayormente que un proyecto venga a "enseñarles" a producir sino les
ayude a encontrar condiciones de producción más adecuadas, se recurre al viejo modelo de las
parcelas demostrativas.
Unas cuantas parcelitas bien ubicadas para que todos vean y bien bonitas para que todos
admiren y se entusiasmen (figura 16): se supone que con ello los campesinos van a "adoptar los
cambios", es decir los paquetes tecnológicos.
Viendo que con particulares el impacto no es tan grande como el deseado, se pasa
entonces a otra modalidad, la parcela comunal, es decir generalmente una parcela particular
trabajada por un grupo comunal (figura 17).
El impacto tampoco es notorio pero, para los defensores del modelo, eso ha de ser
cuestión de método; se requiere el apoyo de un buen especialista en extensión a fin de aprender
a vender mejor los paquetes. Porque lo esencial, la mayor preocupación, está en lograr el mejor
paquete posible, la "finca-modelo" (a pesar de que no existen "fincas" en nuestros Andes y que
el modelo no es más que un modelo de papel) (figura 18).
El planteamiento otra vez aparece muy bonito, muy racional para mentes académicas: la
parcela comunal impulsaría cambios en una comunidad piloto, que a su vez influiría sobre
comunidades vecinas, logrando así un impacto progresivo sobre una amplia área de extensión
(figura 19).
Eso sí, nadie se preocupa por conocer y entender los mecanismos propios de esta
sociedad campesina para la difusión interna de innovaciones. ¡Cómo si nunca hubiesen habido
cambios internos en los últimos años y decenios! ¿Acaso las áreas incorporadas al riego de
lagunas en los últimos decenios siguieron manteniendo exactamente la misma producción y
tecnología? La violenta parcelación de la tierra que acompaña la llegada del agua dejaría más
bien suponer lo contrario.
¿Cómo se dan tales transformaciones? La realidad podría ser el mejor especialista en
extensión para asesorar un proyecto.
Mientras se siga con la obsesión por el "paquete", la "propuesta" ideal, es probable que
sigan los tropiezos. Es que el autoconvencimiento de las bondades del paquete lleva a actitudes
destructoras en el terreno.
Quien está seguro que el modelo propuesto es bueno en sí, y por tanto conveniente para
los "agricultores", buscará naturalmente el cambio de aquellas prácticas campesinas que difieren
de la propuesta. Y cambio será entonces entendido como sustitución, reemplazo. Lo cual
significa la destrucción de lo existente para instalar lo nuevo (figura 20).
La misma mentalidad de "modelo" impedirá también aprender de los tropiezos
encontrados en la confrontación con la realidad. ¿El paquete no funciona bien? A lo más que se
llegará entonces es a "adecuarlo", a aportar modificaciones, o a extraer del mismo aquel
elemento que parece más aceptable para la realidad, para la "idiosincrasia campesina", y seguir
con la misma actitud de vendedor (figura 21).
A manera de caricatura podría decirse que si el PRIV encierra sus aportes en "paquetes
cerrados" para luego tratar de proyectarlos sobre la realidad local, puede estar fabricando una
suerte de bombas de tiempo que pueden reventar destrozando la realidad (figura 22).
Una familia puede tener una reducida producción para el autoconsumo pero ponerla al
centro de sus preocupaciones y condicionar por tanto sus decisiones en otros rubros a la
consolidación de su autoconsumo. Puede tenerla al contrario como base de refugio y dedicarle
mayor o menor atención según la evolución (seguridad por ejemplo) del contexto organizativo o
económico. Puede también, en el otro extremo, tenerla como una suerte de plus, de actividad sin
relación con la reproducción ni acumulación económicas (aseguradas por otra parte) sino más
bien con una cierta calidad de vida (cultural, gastronómica...).
Los mismos juegos de interpretaciones podrían hacerse para cultivos estrictamente
destinados al mercado, viendo como un mismo porcentaje de tales cultivos dentro del patrón
global puede corresponder a estrategias muy diferentes (figura 24).
Al mismo tiempo, resulta imposible entender las estrategias campesinas limitándose a las
actividades agrícolas como tales (figura 25).
Otra vez no se trata de imaginar estrategias a base exclusivamente de la importancia
cuantitativa de cada tipo de actividad. Puede una familia dedicar la mayoría de sus esfuerzos a
actividades agropecuarias dentro de una estrategia global de descampesinización, buscando
generar excedentes a ser reinvertidos fuera del campo, en algún negocio, o en una
profesionalización urbana de los hijos. Otra familia puede al contrario ocuparse más en labores
de artesanía o comercialización, o en migraciones, y reinvertir sus excedentes en tratar de
conseguir más tierras o más agua para su producción de autoconsumo.
Lo importante para un proyecto como el PRIV es entender el rol del riego dentro de tales
estrategias para poder estimular su potencial de desarrollo.
Ello significa en primer lugar superar aquella visión simplista que sólo percibe el riego
como tal, mientras la realidad en general resulta invisible, inexistente (hasta que sus protestas
obliguen a tomarla en cuenta) (figura 26).
Por fin, donde más se habrá de aprender es en la interlocución directa con los campesinos
mismos. Una cosa son las respuestas a un encuestador, otra cosa es el debate con un
interlocutor. El PRIV debería adecuar progresivamente su estructura interna y su dinámica de
trabajo para potenciar y aprovechar al máximo la interlocución con los campesinos.
Hacia ello tendían los posibles esquemas de organigrama que fuimos debatiendo en
Paracaya (figura 30).
COMUNICACION E INCOMUNICACION
EN EL PROYECTO DIVA
(DESARROLLO INTEGRAL DE VALLES Y ALTURAS)
Introducción
Los objetivos de la misión
Peculiaridades de este informe
I. El contexto de incomunicación
La relación campo-proyecto
Los objetivos del proyecto
El sistema de producción
La relación infraestructura-desarrollo
Integralidad y "modas" del desarrollo
II. La situación actual del proyecto
La sección "producción y protección"
La sección "infraestructuras"
La sección "agroeconomía"
El departamento de "comunicación"
Los extensionistas
III. Pistas
Agricultor, campesino, comunero
Raíces andinas y modernas en el valle
Racionalidad de gestión, "sistema educativo andino", la mujer
Los "paquetes tecnológicos"
El trabajo en equipo
Algunos potenciales
NOTA
Las dificultades y contradicciones encontradas en el terreno provienen en gran medida del
esquema a partir del cual vamos trabajando: el modelo de "proyecto", con sus modalidades de
diagnóstico, planificación, implementación, evaluación, sistematización, etc.
El "proyecto de desarrollo" se basa en un diseño impuesto desde las oficinas de la
cooperación internacional y de la administración nacional. El afán de controlar los gastos y las
acciones prima ahí sobre las necesidades del terreno como tal. Le toca a la realidad adecuarse
al molde establecido, y no al revés.
Los resultados son a menudo catastróficos. Reproducimos aquí, con las modificaciones
del caso para evitar toda ubicación del proyecto real al cual nos referimos, un informe elaborado
en 1988 y que buscaba devolver una imagen caricatural, a manera de espejo deformante, a fin
de provocar reacciones y debates.
El proyecto DIVA me había llamado en 1987 para ver la "comunicación" en su seno. Pero
¿cómo aportar métodos y técnicas de comunicación y pensar que vayan a servir de algo cuando
el proyecto estaba más bien construido sobre la incomunicación?
¡Cuántas de nuestras instituciones, proyectos y actividades podrían reconocerse en el
proyecto DIVA (Desarrollo Integral de Valles y Alturas)!
INTRODUCCION
Por otra parte, queremos dejar constancia que la redacción (contenido, tono y estilo) del
presente informe responde a nuestra intención de problematizar la realidad interna del proyecto
en forma útil para los próximos debates. Por ello, en las partes I y II, estamos presentando una
reducción a veces caricatural del trabajo del proyecto: esta visión de espejo deformante pretende
ayudar a profundizar muchos aspectos.
Queda evidente entonces que el presente texto, más que un "informe de misión", es un
"material para el debate interno", material que no debería ser aprovechado para apresuradas
interpretaciones "externas".
I. EL CONTEXTO DE INCOMUNICACION
La relación campo-proyecto
Los propios objetivos que el proyecto tiene trazados inducen a tales desencuentros y
problemas.
Hemos comprobado que, si bien el objetivo principal menciona la palabra "desarrollo"
como orientación que inspire el trabajo de DIVA, nada de eso se expresa luego en los objetivos
específicos.
No pretendemos que el colocar "desarrollo" en alguna redacción sea una fórmula mágica
para resolver contradicciones y levantar ambigüedades. Pero, sí, consideramos que los objetivos
actuales carecen de la profundidad necesaria. Parten de un listado de componentes (aumento
de producción-ingresos, mejoramiento de infraestructuras, conservación de suelos y aguas,
organización de productores y usuarios, capacitación de técnicos, organización tradicional,
capacitación de "agricultores", etc.) que se van sumando, sin que se vean las interrelaciones
entre ellos, ni mucho menos con el proceso de desarrollo.
De alguna manera podríamos decir que los objetivos del proyecto no corresponden a
ningún planteamiento coherente de desarrollo andino.
El sistema de producción
La relación infraestructura-desarrollo
Por otra parte, el proyecto adolece de una insuficiente reflexión sobre la relación entre
infraestructura y desarrollo, con lo cual aumentan sus dificultades de entenderse con los
"agricultores".
Efectivamente, sólo se ha tomado en cuenta el supuesto impacto directo de las
infraestructuras sobre la producción agrícola dentro de la "zona DIVA" y en relación a la
producción para el mercado.
Se han ignorado absolutamente innumerables otros impactos potenciales, directos o
indirectos, positivos o negativos, que las nuevas infraestructuras han de tener sobre el desarrollo
de la región.
El incentivo a la producción agrícola mercantil entra necesariamente en competencia con
otras actividades: agricultura y ganadería de laderas, de secano, migraciones, comercio...
¿Podrá el eventual aumento del ingreso monetario por la agricultura mercantil compensar
(ahora y a mediano plazo) la desestructuración de estas otras actividades?
¿Podría al contrario pensarse en una utilización de la zona favorecida para potenciar y
aprovechar mejor estas otras actividades?
¿Es el aumento del ingreso agropecuario en la zona de trabajo un fin en sí o debe verse
en función del aumento de los ingresos totales, en función del mejoramiento global del
bienestar?
Crear una organización funcional, específica para las actividades del Proyecto y para la
"zona DIVA", entraña el peligro de división interna de las comunidades entre las organizaciones
tradicionales que se pretende apoyar y las nuevas "asociaciones de productores".
Si no se divide la comunidad y más bien termina prevaleciendo la organización nueva,
¿qué pasará con los comuneros que no son socios de ella porque su producción para el
mercado es limitada?
O bien ¿qué pasará con la parte del territorio comunal donde no haya producción
mercantil?
El departamento "agroeconomía"
Los extensionistas
A los extensionistas se les cortó de arranque la cabeza en lo que pueda tener de útil para
pensar. Sólo se dejó aquello que podía servir de soporte a la famosa gorrita DIVA (a fin de que
puedan hacerle propaganda al proyecto). Y también la boca porque en este oficio hay que tener
lengua ágil.
De hecho, ¿para qué "pensar" cuando solamente se trata de aplicar paquetes preparados
por la oficina y envueltos en cinta verde por el especialista en "comunicación-traducción"?
Además, ¿cuándo "pensar" si las horas corren veloces mientras se buscan "agricultores"
que estén dispuestos a prestar un terrenito para hacer la Parcela Demostrativa y a organizar un
grupo para que la cosa sea más "demostrativa", mientras se llevan los insumos a la parcela para
que las cosas se hagan según la regla, mientras se ayuda o reemplaza al "agricultor" para que
todo salga bien y la parcela saque una buena nota en la evaluación...?
Pero la cosa no quedó ahí. La gorrita DIVA era bonita, pero demasiado general aún. Cada
"jefe" quería un sombrero distintivo porque cada uno tenía que justificar la existencia de su
departamento. La cabeza del extensionista quedó entonces convertida en perchero de vitrina
con la gorrita DIVA y los sombreros departamentales. Los extensionistas ya no supieron qué
hacer con sus manos, si usarlas para mantener todos los sombreros en equilibrio o emplearlas
para hacer algo útil. La mayoría terminó por conservar el sombrero de Producción y Protección,
el mejor conocido, y esconder los otros en el bolsillo hasta volvérselos a poner cuando pasase
alguna supervisión.
III. PISTAS
Desde el sistema de hacienda que prevaleció en el valle durante varios siglos, hasta la
cercanía a importantes mercados de bienes y de trabajo, pasando por una serie de otros
factores, el campesinado local maneja una amplia gama de costumbres, prácticas y técnicas
propias de la sociedad contemporánea.
El proyecto, como muchos integrantes de la sociedad regional, tiende entonces a
interpretar al campesino como un agricultor "moderno" que tuviese aún algunos rezagos de la
cultura andina, como si no hubiese terminado del todo una ineludible transición de lo andino a lo
moderno.
En la bibliografía revisada y en las pocas salidas al campo hemos podido constatar la
presencia de un sinnúmero de elementos de una racionalidad típicamente andina.
No se trata de enfrascarse en un debate sobre lo que es moderno y lo que es andino.
Pero no se trata tampoco de dejar el proyecto seguir por el camino del voluntarismo
modernizante.
El campesinado local tiene una cultura y racionalidad contemporáneas propias, con ciertas
raíces modernas y otras andinas. Es vital entender esa racionalidad para llegar a relaciones de
comunicación y de colaboración real. Estamos convencidos que el proyecto está ciego ante un
cúmulo de manifestaciones que interpreta de manera anecdótica o funcional cuando expresan
más bien la racionalidad propia del campesino valluno.
En todo caso pensamos que el proyecto necesitaría retomar y profundizar algunos
elementos comunes a toda la cultura andina para facilitar un mejor acercamiento a lo propio del
valle, en lugar de tener un acercamiento sólo desde lo moderno.
A manera de ejemplo sobre las raíces andinas, sería útil retomar las prácticas detectadas
en la gestión de un sistema de riego tradicional: la presencia masiva de todos en las actividades
de apertura de la represa, cierre del paso de agua en la comunidad que antecede en el turno,
espera del agua para el riego, etc..., demuestra la vigencia de los principios de control social
característicos de la racionalidad andina de gestión.
Asimismo refleja la permanencia de elementos del sistema educativo andino con su
preocupación por la reproducción social de conocimientos y habilidades.
De la misma manera, el rol de la mujer ganaría mucho a ser analizado desde la
racionalidad organizativa andina (familia, comunidad) en lugar de ser enjuiciado desde el
enfoque occidental de "género".
El trabajo en equipo
Algunos potenciales
En el propio seno del proyecto existen experiencias que pueden servir de base para el
replanteamiento de estrategias y metodologías. Tomemos dos ejemplos.
Mientras los extensionistas se desesperan por ubicar sus Parcelas Demostrativas y
hacerlas funcionar según el modelo, los campesinos de Taipimarca tenían su propio proyecto:
poner en producción un terreno comunal. Luego de una larga negociación obtuvieron el apoyo
del proyecto a sus propósitos.
No se trata allí de ningún "modelo" en plena aplicación, de ninguna labor demostrativa
para llenar los ojos de los vecinos. El papel del proyecto es ahí diferente. Ya no está en el centro
de todo, con sus decisiones, sus regalos, sus "paquetes". Está al costado, acompañando y
apoyando el proceso conducido por la propia comunidad de Taipimarca.
Y el trabajo del proyecto es probablemente mucho más eficiente ahí que en cualquier otra
parte, al mismo tiempo que la continuidad de lo así avanzado es mucho más segura que
cualquier otro "logro" en el valle.
La Junta de Regantes empezó, sin dirección técnica por la suspensión del proyecto antes
que le renueven el presupuesto, la puesta en marcha del nuevo sistema de riego. Aprovechando
las infraestructuras ya construidas de acuerdo a su propia racionalidad y a su experiencia de
riego tradicional, los campesinos diseñaron su sistema de distribución y lo hicieron funcionar.
En lugar de venir a tratar de imponer el "modelo" originalmente diseñado por los
especialistas, los profesionales aún presentes entraron a acompañar la Junta en sus esfuerzos
por mejorar progresivamente el sistema. Para ello, no se quedaron pasivos, no se limitaron a un
simple "monitoreo": aportaron recursos de la sociedad moderna para proyectar sobre el papel y
visualizar mejor el sistema existente; aportaron criterios y técnicas modernas para enriquecer los
que ya manejaban los propios campesinos.
Es decir que jugaron un papel de acompañamiento y apoyo para contribuir a un
mejoramiento, ampliación y desarrollo del sistema, partiendo de la propuesta campesina y no de
la moderna. Con ello ayudaron a que el nuevo sistema de riego esté en un proceso de desarrollo
progresivo con una necesidad mínima de apoyo externo.
De haberse trabajado sobre la base de la propuesta moderna originalmente prevista, se
hubiesen necesitado largas sesiones de "capacitación" para que los campesinos traten de
entenderla e intenten ponerla en práctica bajo un asesoramiento-dirección estricta del proyecto.
Al disminuir progresivamente el apoyo externo, el proceso hubiese devenido luego en una
desestructuración paulatina de lo alcanzado inicialmente.
Introducción
Invitación y motivaciones personales
Llegada al escenario
Distribución de los actores
Las reglas de juego
Detectando problemas
A ordenar se ha dicho
El agua, el derecho y la norma
El orden y su caos
El caos y su dueño
Un caos con historia
El caos y su riqueza
El "problema" como ausencia de "la" solución
El arte de la reducción
El arte de librarse de los problemas
El arte de las alianzas
La dirección y el "censor"
El riego, la plata y el desarrollo agropecuario
El árbol de las pesadillas
La hoja caída del árbol caído
Siempre hay un perdedor
En el basurero está el gusto
Lucha de titanes
De lo negativo a lo positivo
Entre la metodocracia y la provocación
El sainete de la tarjeta amarilla
Sálvese quien pueda
Anexo: las tarjetas descartadas
NOTA:
El caso que relata el siguiente texto es probablemente extremo: el contexto de proyecto,
el tipo de moderación, todo contribuyó a armar un verdadero teatro de lo que no hay que hacer.
Pero ¿qué mejor ejemplo de ciertos absurdos comunes en nuestra forma de planificar
acciones de proyectos de desarrollo?
Introducción
Escuché hablar por primera vez de la reunión que nos ocupa el día primero, a mi llegada a
la capital. FEDERICO, como jefe del equipo de la Cooperación Internacional, me pidió guardar
los 3 últimos días de mi consultoría para asistir a ella a fin de formarme una opinión de ese
proyecto y dársela a conocer.
Acepté con gusto. Primero porque quienes me contratan suelen saber mejor que yo donde
puedo ser más útil. Segundo porque me interesaba conocer el proyecto, en mi búsqueda de
entender la dinámica del riego en los Andes. Tercero porque FEDERICO me dijo que allí se iba a
realizar una planificación utilizando el método del Marco Lógico: siete años después de haberme
encontrado con el famoso Marco Lógico, nunca hasta ahora había tenido oportunidad de asistir a
una práctica real con el mismo.
LLEGADA AL ESCENARIO
Eramos unas 20 personas. Frente a la masa, los dos moderadores: MARCOS, con su
gorrita de capitán-árbitro; ERNESTO, con sus pelos de segundo a bordo en una bolichera o más
bien de juez de línea en un partido de Liga provincial.
Sentados ante las mesas principales, de cara a la pizarra y al papelógrafo pegado en la
pared, las autoridades de los equipos locales. Bien al centro, FEDERICO, el dueño de la
mamadera. A su derecha, FELIPE, Presidente de la Asociación de Regantes. A su izquierda, los
titulares de los dos equipos del PAR-LA (Programa Andino de Riego - Laguna Cocha): LUCIO,
jefe del Centro de Extensión Agro Pecuaria (CEAP). A su lado, ALFONSO, jefe del Instituto de
Desarrollo de Comunidades Andinas (IDCA). Al costado de FELIPE, un intruso, PACO, instalado
ahí por casualidad o porque, ignorante del equipo al cual podría pertenecer, creyó que ésta era
la banca de suplentes.
Esquinando y completando esta plana mayor, al extremo derecho de FEDERICO, su
contraparte, OSCAR. En el otro extremo, el izquierdo, pero separado por el ancho de una mesa,
MANUEL, paisano de FEDERICO y representante in situ de la Misión Técnica Internacional
(MTI).
Detrás y en los costados, los miembros de los diversos equipos, sentados donde podían
para ver algo.
Mención aparte merecen dos elementos estratégicamente colocados: cerca de la puerta
(¿para escapar o para controlar las salidas?); de costado (para ver a todos: ¿para qué?); semi-
retirados (¿para marcar distancias?, ¿para no comprometerse?). Se trataba de dos consultores
recién llegados: RAUL, especialista en riego de un vecino país andino, y yo mismo.
DETECTANDO PROBLEMAS
En todo caso, los moderadores nos dejaron una nueva oportunidad. Viendo todo eso
¿queríamos completar? A lo mejor nuestro problema era que nos faltaban problemas. En 2
minutos, produjimos 8 tarjetas más.
A ORDENAR SE HA DICHO
Eran las 10.58. MARCOS nos planteó la necesidad de ordenar tantas tarjetas. Fue bien
interesante.
Al toque, OSCAR, conocedor del método, propuso dos categorías entre las cuales
distribuirlas: lo relativo a "objetivos" por un lado y lo concerniente a "usuarios" por el otro.
Estimulado, MARCOS nos anunció entonces que íbamos a poner "títulos" para ordenar y
le encargó a su ayuco ERNESTO que le preparase una tarjetita bien escrita, con letra bonita:
"usuarios", que se puso encima. Debajo se colocaron los "problemas" referidos a estos usuarios.
No siempre era evidente saber adonde destinar los "problemas", pero MARCOS nos dió la
pauta. Como una tarjeta {10: "falta planificación en el trabajo"} era ambigua, porque podía
referirse a muchas insuficiencias de planificación, en diversos aspectos y campos de trabajo, le
agregó: "con el usuario". Así resultaba más fácil.
Entendí entonces que el arte de ordenar los problemas era evitarlos, reducirlos, y no
hacerse pelotas.
Lo entendí mejor aún pocos minutos después cuando se buscaba dónde colocar una
tarjeta {34: "falta definir el derecho de aguas"} que nadie parecía saber muy bien qué podía
significar.
Nuestro especialista andino, RAUL, explicó que, de acuerdo a su experiencia, ningún
sistema de riego puede funcionar sin una clara definición de los derechos sobre el agua.
La cosa se prestaba a interminables debates, como los he conocido en otras partes, sobre
derechos tradicionales de los campesinos, como regantes, como dueños de las fuentes, como
constructores de los sistemas de captación y conducción del agua; sobre derechos de la
sociedad nacional, a través del Estado, en regular este recurso básico; sobre eventuales
contradicciones entre ambos sistemas de derechos, etc.
Por suerte, MARCOS nos enseñó el camino: para escapar a tantos líos y discusiones y a
fin de que podamos hacer una bonita planificación, nos sugirió que ello era cuestión de normas,
de legislación. Nadie protestó. Guardamos entonces la tarjeta para una posterior categoría sobre
"normas".
Imagínense de la que nos libramos. De haber tenido que enfrentarnos a tantas dificultades
como las que ponen los campesinos cuando desvían aguas y las "dejan perderse" simplemente
porque creen que "son suyas", o cuando los de la zona de Túpac Amaru reclaman formar parte
de nuestro proyecto aduciendo que usamos la laguna Tinkucocha con la cual ellos riegan desde
hace mucho tiempo... ¡nunca hubiesemos podido ordenar los problemas ni planificar!
EL ORDEN Y SU CAOS
¿Por qué nos demoramos tanto? Bueno, es que algunos irrespetuosos o saboteadores
habían inventado algunos nuevos problemas a medida que íbamos avanzando. Por suerte,
MARCOS, cuidando siempre el éxito de su misión de moderador, iba por su lado suprimiendo
otros por inservibles o por sugerir cosas ininteresantes, como aquella sobre el rol del Ministerio
{8: "el Ministerio no tiene definida la política de riego para el país}.
EL CAOS Y SU DUEÑO
La cosa comenzó con una tarjeta {64} sobre "mala aceptación de la infraestructura de
riego por los agricultores". ¿Dónde colocarla? ¿En usuarios? ¿En infra-estructura? ¿En
educación? Se hicieron varios intentos, pero resultó que el autor de la tarjeta era FEDERICO y
sus explicaciones no lograban ser reducidas a un solo título.
Otros ya habían anteriormente ensayado protestas cuando sus "problemas" quedaron
minimizados para entrar en una sola categoría. Pero no teníamos tiempo. Como FEDERICO es
el dueño de la plata y como él paga a los moderadores, MARCOS no tuvo más remedio que
hacerle algo de caso.
La tarjeta 64 mereció entonces más tiempo. MARCOS jaló una silla y se instaló al centro,
frente a nosotros. FELIPE quiso intervenir y pidió que se haga como con los demás problemas,
colocándolo en algún sitio para debatir después todo junto. Pero MARCOS se sentía respaldado:
"Yo considero que esta tarjeta es importante porque enseña otros problemas".
Así es. ¡Acaso conviene hacer más caso al representante de los usuarios que al dueño de
la plata!
Comenzó el caos.
"No se puede hablar del proyecto sin tomar en cuenta que se trata de dos sistemas de
riego. El que ya existía con la laguna Tinkucocha, de la cual se abastecían las comunidades de
Túpac Amaru, desde hace mucho tiempo, mucho antes de la reforma agraria, aunque sin mayor
infraestructura. El que se está creando con la laguna Siquicocha, que ya estaban aprovechando
comunidades como Siquirumi, pero que se ha ampliado ahora (conectándola con Tinkucocha, en
otra microcuenca), especialmente para llevar agua a cuatro comunidades lejanas que no tenían
nada de riego.
Para convencer a los campesinos, el IDCA les prometió de todo: escuelas, centros de
salud, iglesias, etc., pero nunca cumplió.
Además las obras no son tan buenas técnicamente. Hay deslizamientos y derrumbes. Las
mezclas de cemento no se han hecho bien, han sido pobres. Los campesinos ya tienen
experiencia y cuentan con capacidad para evaluar la calidad de la obra: ven que ésta no va con
el monto de la financiación invertida. Entonces exigen que se les firme una garantía de
funcionamiento del sistema por equis años antes de aceptarlo.
Con buena participación entre técnicos y campesinos se beneficiarían todos."
No puedo reproducir textualmente lo de FELIPE, pero por ahí iba.
MARCOS intentó enseguida cortar lo que probablemente le pareció una lista de quejas:
"Nuestro problema es de hoy día. No podemos resolver el pasado."
Pero FEDERICO echó más leña al fuego, justificando que inicialmente no se tomara en
cuenta a Túpac Amaru por sus suelos demasiado arenosos que filtran, pero recogiendo el hecho
de que existen "derechos" previos sobre las aguas del actual sistema.
Si FEDERICO avalaba el debate, éste podía seguir. MANUEL lanzó sobre el tapete el
haber dado prioridad a varias comunidades sin agua, dado que las otras ya estaban servidas.
FELIPE volvió entonces a replantear las cosas. De las seis comunidades "ya servidas",
sólo dos lo están plenamente. Dos más tienen apenas el 40% de su territorio atendido. Una llega
al 20% y la última no alcanza ni al 10%: "Se habla de comunidades pero sólo son nombres. Sólo
se beneficia a algunas partes cuando se había ofrecido a las comunidades como tales. Estamos
inconformes porque se había prometido."
EL CAOS Y SU RIQUEZA
La verdad es que me iba entusiasmando. Por fin empezaba a entender algo. Quizás no de
los "problemas detectados", pero sí de la realidad.
¡El caos me estaba resultando mucho más enriquecedor que el orden! ¡En el debate
parecían surgir muchas más pistas que en los "problemas solucionables" tranquilamente
guardados en sus categorías!
No voy a pretender que la idea se me ocurrió por primera vez ahí. Pero sí, de alguna
manera, se me fue confirmando: se entiende y avanza más en el esfuerzo por profundizar lo
aparentemente "inubicable" que en la reflexión sobre lo "fácilmente ordenable".
Así por ejemplo, los planteamientos de FELIPE sobre "las comunidades como simples
nombres" ofrecían una serie de pistas para enfrentar lo que tan tranquilamente habíamos
colocado en problemas de "planificación": la falta de definición adecuada del área y grupo-meta
del proyecto o de las "áreas beneficiadas" {tarjetas 6, 11, 14, 46...}
Pero no lo recogimos. ALFONSO le echó la culpa a un funcionario del Ministerio que
había prometido agua a diestra y siniestra. Otros abundaron en temas técnicos.
El Presidente FELIPE dió su parecer: "No sabemos adónde va este proyecto, cuántos
años piensa quedarse."
Eran las 12.28. Habíamos dedicado una hora a este debate que, en lugar de facilitarnos el
trabajo para reducir los problemas a sus casillas, nos obligó a producir varias nuevas tarjetas
para colocar en cada categoría el aspecto que le correspondía. Volvimos a nuestra labor de
ordenamiento.
MARCOS se había levantado de la silla y seguía con la batuta. Estaba logrando mayor
colaboración ahora. Inicialmente sólo OSCAR había contribuido a inventar títulos. Ahora RAUL
se ponía afanoso, ayudando a pegar en la pared, a resolver el "problema" de tarjetas que no
dejaban traslucir la solución futura. MARCOS lo dijo muy bien: ante una tarjeta con estilo positivo
(en lugar de ser la negación de un modelo deseado), se exclamó: "¿Cómo transformo este
problema en objetivo?".
Ahí estaba la clave. Los aprendices del "método" se iban poniendo felices: ellos también
sabían hacer eso.
Colocamos el resto de tarjetas, en un proceso bastante aburrido donde por suerte surgían
de vez en cuando algunos elementos polémicos que me permitían captar algo de la realidad del
proyecto, más allá del encasillamiento de problemas prefabricados.
EL ARTE DE LA REDUCCION
Al reempezar por la tarde, a las 14.43, habíamos perdido a dos de nuestros jefes,
FEDERICO y OSCAR, urgentemente convocados a la capital para una sesión largamente
esperada en el Ministerio. ¡Nunca se demostrará mejor hasta qué punto los ausentes tienen la
culpa!
Largo rato después, cuando ya eran más de las 17.15 y habíamos vuelto a cambiar
algunas tarjetas (¡agregando una sobre maquinaria!), llegamos al siguiente balance-resumen de
la "problemática" del Programa Andino de Riego- Laguna Cocha (PAR-LA):
2. Planificación
a) Falta definición de áreas beneficiadas
b) Falta definir los grupos-meta
c) Falta definir objetivos del proyecto
d) Falta de un proyecto de mantenimiento del sistema
e) Falta de integración del sistema antiguo y nuevo
f) No-integración del campesinado en la planificación del proyecto
3. Institucional
a) Falta de coordinación interinstitucional
b) Falta de cumplimiento de compromisos institucionales
c) Falta de decisiones del Ministerio en organización y financiamiento
4. Usuarios
a) Falta organización y participación campesinas
b) Falta de diálogo amplio y abierto con los futuros usuarios
5. Organización
a) Falta de una estructura de dirección
b) Falta de autonomía de gestión
c) Falta apoyo adecuado a la Asociación por parte de las instituciones involucradas
d) Falta mejorar coordinación y participación con las ONGs
6. Infraestructura
a) Falta construir los canales laterales para el uso del riego en el cultivo
b) Altos costos de operación y mantenimiento
c) Falta de equipos y maquinaria propias
7. Personal
a) Falta de personal técnico adicional
8. Educación
a) Falta de capacitación del campesino
b) Falta de información al campesino
c) Falta de integración de CN-PAR
d) Falta integración entre técnicos de operación y mantenimiento y agricultores
e) Falta de capacitación del personal técnico
Desde la mañana habíamos dedicado casi cinco horas y medio a "detectar problemas",
"ordenarlos" y suprimir "repeticiones". El resultado final eran las 26 tarjetas arriba transcritas.
Me dediqué a copiarlas pacientemente, preguntándome al mismo tiempo porque
habríamos perdido tanto tiempo en eso, ya que el producto final no era más que un conjunto
pobre de generalidades que en su mayoría hubieran podido copiarse de cualquier parte, de
algún documento sobre riego de diez años atrás, de algún proyecto similar en Nepal o en
Kenia...
Interesante fue, por ejemplo, la forma dispareja cómo se fueron reduciendo las tarjetas en
cada una de las ocho categorías adoptadas en la mañana.
Al mediodía habíamos tenido 15 "problemas" relativos a "organización" para expresar
dificultosamente la inconformidad general ante el funcionamiento del proyecto. Apenas si se
dejaron unos 4.
Más drástica aún fue la cosa con los "usuarios". Las 13 tarjetas se redujeron a... 2.
Igual proceder tuvimos con las 6 tarjetas referidas al personal: quedó una no más. Normal
¿no? ¡No hay problema de personal, apenas una escasez! ¿Cómo vamos a cuestionarnos a
nosotros mismos!
Eso sí, en aquellos puntos que nos permitían criticar o exigir a otros, fuimos más
generosos: lo "institucional" pasó de 4 a 3.
También, como nuestra reunión era de "planificación", teníamos que justificarla:
guardamos 6 de las 12 tarjetas iniciales.
En "infraestructura" volamos las quejas de los campesinos, demasiado incómodas por la
letra medio ilegible y por lo concreto del "problema".
Y como necesitábamos de todas formas encontrar una propuesta capaz de justificar una
nueva fase del proyecto, pusimos nuestra salvación en la "educación": ¡las 2 tarjetas se
multiplicaron hasta llegar a 5! Fácil: ahí enchufamos las tarjetas que habían estado cuestionando
al personal... No eran problemas de personal sino de educación...
EL ARTE DE LAS ALIANZAS
¿Por qué pues nos habríamos demorado dos horas y media en limpiar nuestra pared de
las tarjetas repetidas? ¿Acaso era tan difícil?
Me veo obligado a retomar el proceso de la tarde.
Comenzamos con ímpetus. Apenas nos pusimos a ver los problemas de definición de
áreas y grupos-meta, surgió el afán de resolver la cuestión de una vez. Varias intervenciones
propugnaron una decisión en el sentido de adoptar por criterio el límite físico hasta dónde podían
llegar las aguas de riego. Los moderadores empujaban en esta dirección.
Pero ello significaba afectar intereses. Nació la primera alianza. Los extensionistas
agropecuarios se unieron con representantes campesinos (básicamente voceros de la zona de
Túpac Amaru): el sistema recién construido no riega Túpac Amaru, pero existen "derechos"
sobre las aguas. Hay que trabajar en Túpac Amaru (aunque sea en ganadería y en agricultura
de secano) para "frenar problemas" como dijo MANUEL. El Presidente FELIPE se encargó de
confirmarlo y de recordar que estuvieron a punto de romper la bocatoma en julio del año pasado.
El primer peligro había pasado. Túpac Amaru había logrado hacer reconocer su derecho
al proyecto. El CEAP había justificado el tipo de trabajo realizado. La tónica estaba dada. En
adelante se irían tejiendo todo tipo de alianzas para descargar "problemas" y limpiarse de los
más molestosos.
LA DIRECCION Y EL "CENSOR"
Quedaba sin embargo una ambigüedad: LUCIO estaba preocupado por la presencia del
testigo (o censor) mudo. ¿Se tragaría la píldora? ¿Cómo interpretaría?
Aprovechó una expresión de FELIPE que respaldaba la exigencia de un nombramiento
claro del mismo LUCIO como jefe del PAR-LA y hablaba para eso de la "falta de condiciones de
LUCIO para ser jefe". Aclaró que no era falta de condiciones "personales" sino "institucionales".
Enseñó su memorandum de nombramiento temporal y, mirándome con un anterior y desvastador
informe mío sobre otro proyecto, reclamó que el "doctor de Zutter" no malinterprete el castellano
de FELIPE (Presidente de la Asociación pero maestro de escuela) y vaya a escribir "cosas".
No estaba en condiciones de explicar, ni quería hacer alianzas. Me callé y seguí...
apuntando.
Eran las 17.20. ERNESTO nos explicó que ahora habríamos de jerarquizar todos estos
problemas, viendo cuáles eran los centrales, cuáles los causantes (raíces) y cuáles los
resultantes (efectos).
El método seguido obligaba a diseñar este árbol. Pero resultó un árbol de pesadilla.
Ciento cuatro minutos dedicamos en tratar de levantarlo en la pared. Cuando digo
"dedicamos", estoy en realidad mintiendo. Si yo mismo seguí siendo un testigo mudo, la gran
mayoría me acompañó esta vez.
MARCOS se lanzó al ataque, escogiendo, proponiendo, haciendo, mismo hombre-
orquesta. Todos los demás miraban. Conocedor del método, MANUEL intervino dos veces y
después se cansó.
Pronto MARCOS comenzó a desesperarse. La relación lógica entre problemas-causas y
problemas-efectos no aparecía claramente. Hacía y rehacía con apoyo de su colega ERNESTO
y con breves consultas a RAUL y LUCIO. Pero no salía.
A la hora (18.19) pidió colaboración: "A ver, señores, ayúdennos". Confesaba su
desasosiego a RAUL: "Esto está muy feo". Cuchicheando ambos, cerca de mi esquina, se
preguntaban si la indefinición de objetivos era causa o efecto de la indefinición de áreas y
grupos-meta. De vez en cuando armaban alguna alternativa y la volvían pronto a desarmar.
La expresión "ayúdennos" era bien clara. No se trataba de hacer entre todos sino de
ayudarles a hacer. Así FELIPE estuvo una vez diez minutos pidiendo la palabra antes que se la
den, porque primero habían de ponerse de acuerdo sobre algo entre MARCOS, RAUL y LUCIO.
Luego volvimos a la vieja técnica: suprimamos lo que molesta. Es ahí donde perdimos la
última tarjeta sin "falta...". Los "altos costos de operación y mantenimiento" terminaron en el
suelo: ¿acaso no estaban ya incluidos en la "falta de un proyecto de mantenimiento del
sistema"?
Hacía rato que estaba esperando para ver cómo se salían de semejante embrollo. El
recurso fue el más sencillo: eliminar. Igual suerte corrieron dos tarjetas más {5.a. y 8.c.}. Así
quedó la categoría "personal" reducida a su mínima expresión: ya no había problemas.
Mal que bien, poco a poco, ¿satisfacción o cansancio?, nuestros conductores dijeron que
ya estaba bien. Y MARCOS nos lanzó la "pregunta clave": "¿Cuál es el problema principal?"
Las opiniones estuvieron divididas. Pero MARCOS supo arreglarlo.
MANUEL comenzó por proponer que el problema central fuese el proyecto agropecuario.
MARCOS no dejó que se escapara la cosa por caminos retorcidos y enseguida agregó:
"¡Además de la falta de autonomía y de dirección!"
Al toque LUCIO metió baza a favor de su socio en la lucha por la "dirección": "El problema
central es la no-integración del campesinado en la planificación."
Pero MARCOS no estuvo de acuerdo: "No es lo principal."
LUCIO volvió a insistir: "Yo creo que sí."
Y el Presidente FELIPE lo apoyó: "El problema central es la no-integración del
campesinado."
Pero MARCOS sabe. Retrucó que el problema principal es la falta de planificación de un
proyecto agropecuario y la falta de una estructura de dirección. Y se dedicó a consultar aparte
con RAUL.
No podían haber troncos en demasía. Alguién había de perder. Fueron los campesinos.
Los equilibrios internos del proyecto no podían comprometerse así no más. Ya todos dejaron
hacer a MARCOS quien pudo triunfalmente clausurar el día a las 19.16, dejándonos para el día
siguiente en manos de ERNESTO.
¿Quién iba a protestar? Nadie deseaba reempezar todo el circo. "Oye, ¡bien interesante el
método!" le comentó alguno a MARCOS en el momento de la despedida.
No estaban en el basurero porque nadie había limpiado aún. Desperdigadas sobre varias
mesas y en el suelo, esperaban su destino final. Las recogí, las ordené (por colores, ¿por qué
no? es una categoría como cualquier otra y muchos se recordaron en el día sus tarjetas de la
víspera según el color de la cartulina y del plumón usados) y me las guardé en el bolsillo antes
que me acusen de ladrón. Aún no había tiempo para transcribirlas.
Además, de no ser por las suspicacias por el uso que yo les fuese a dar, ¿a quién le
podían interesar? ¿Quién va a hurgar en el basurero con el gusto que lo hago?
LUCHA DE TITANES
Por fin llegó nuestro moderador del día y comenzamos la sesión de la mañana. Habían
vuelto a estar con nosotros los jefes perdidos de la tarde anterior, FEDERICO y OSCAR. Quién
parecía haber tirado la esponja era el amigo PACO, que durmió en la capital y no regresó. ¿Se
habrá sentido incapaz de hacer capacitación en este contexto? Sin embargo, ¡tantas fueron las
expectativas volcadas el día anterior en la "educación"!
Eramos 18 y OSCAR aprovechó para ocupar el sitio de PACO en la mesa principal. Ya
teníamos a la plana mayor lista. ¿Lista para qué?
No voy a retomar el día con tanto detalle como el anterior. Claro que se dijeron muchas
cosas importantes. Pero más interesante me resulta ahora la lucha de titanes de esa mañana.
DE LO NEGATIVO A LO POSITIVO
Sin embargo, la cosa había parecido también muy fácil para esta mañana. De arranque
ERNESTO nos aclaró que íbamos a transformar los problemas en objetivos.
Pensé que iba a hacerlo como me lo había imaginado, suprimiendo con su marcador las
palabras "falta de..." así como los prefijos o adverbios negativos que aún pudiesen haberse
colado en nuestro árbol.
Pero no. Eligió volver a escribir cada tarjeta y armar un segundo árbol al lado del primero.
Es que la cosa era mucho más sutil de lo que yo había previsto. No bastaba con borrar lo
negativo, había que redactar en positivo. No se trataba pues de reemplazar "falta de
coordinación interinstitucional" por "coordinación interinstitucional", sino por "existe coordinación
interinstitucional".
Verdad que no me maravillé tanto ante semejante delicadeza. Más bien estuve
mordiéndome la lengua más de una vez para no romper mi silencio, proponiendo un método tan
drásticamente expeditivo como el mío. Pero, hablar sobre este punto significaba perder mi
¿derecho? a callarme sobre otros. Me aguanté.
ENTRE LA METODOCRACIA Y LA PROVOCACION
¿"Lucha de titanes" escribí más arriba? También podría haber calificado la mañana como
"baile de sordos". Porque tuvimos una sesión con ritmo vertiginosamente lento. Todos querían
bailar pero nadie quería escuchar la música del otro y cada uno lo hacía con la propia. Unos con
cueca, otros con vals criollo, otros con huaynos, otros más con hard rock. De todo
verdaderamente.
Entre ambos, cada actor de este teatro jugaba sus propias bazas.
OSCAR y MANUEL oscilaban entre su apego al método y su interés por las cuestiones de
fondo, sin saber en qué momento priorizar tal o cual.
Muchos participantes dudaban entre meter su grano de arena en los debates, defender la
seguridad de las adquisiciones del día anterior o esperar que pase la tormenta. Muchos optaron
por lo último. Pero la ausencia de MARCOS, quien había ocupado la delantera de la escena
durante un día, facilitó mayores intervenciones de extensionistas hasta ahora casi tan mudos
como yo.
RAUL parecía desesperado. Después de haber prestado la tarde anterior toda su
colaboración en tratar de aprender y hacer funcionar el método de los gringos, no entendía la
avalancha de críticas y se limitaba a temas de su especialidad.
El más polifacético era LUCIO, desempeñando varios papeles a la vez. Ante las
provocaciones de FEDERICO, respondía con otro tipo de petardos para desviar los tiros hacia
las culpas institucionales. Por momentos fungía de defensor de los equipos locales y en otros los
acicateaba por su pasividad. En ocasiones abogaba por los resultados de la tarde anterior y en
otras denunciaba confabulaciones entre MARCOS y RAUL o labores de convencimiento por
parte de MARCOS.
En realidad nos dió una demostración impecable del arte de quitar y redistribuir
culpabilidades. A cada dificultad su culpable y todos tranquilos.
Hasta me volvió a tocar lo mío. Los primeros cuestionamientos de FEDERICO fueron
respondidos con un patriarcal y gremial: "No voy a permitir que se llame burros al personal". Para
enseguida contratacar, con mi viejo informe en la mano: "Hay aquí un señor que está apunta que
apunta para después escribir cosas como éstas".
Como ya dije, salieron cosas bastante interesantes para mí como informaciones sobre la
realidad del proyecto, pero sobre todo para detectar limitaciones y deformaciones, poco para
captar potenciales y alternativas.
Es que todo quedaba enseguida descartado o reabsorbido.
Un ejemplo. Las primeras pistas que intentaron ofrecer OSCAR y FEDERICO fueron
traducidas y reducidas por ERNESTO al árbol preexistente. Las dudas de OSCAR sobre la
posible oposición entre proyecto agro-pecuario y proyecto de riego fueron así devueltas... al
"problema" de ¡"falta de capacitación del personal técnico"!
FEDERICO retomó la posta señalando que todos han tenido acceso a cursos de
capacitación y preguntando por qué no está entonces esa capacidad del personal. Otra vez salió
ERNESTO a tranquilizar hablando de "formación permanente". Los rostros tensos del personal
ahí presente se aliviaron milagrosamente...
Quizás el mejor ejemplo de lo que fue pasando en esa mañana es lo que sucedió con una
tarjetita amarilla. Daría para usarlo en un sainete.
Eran las 12.20. Ya llevábamos tres horas luchando para estar seguros de evitar los
problemas. El arbolito de marras había sido copiado en positivo y se estaba viendo la necesidad
de retomar los objetivos "grandes" sobre mejores condiciones de vida y otras cosas parecidas.
FEDERICO intentó (¿terca o ingenuamente?) relanzar el debate y preparó una tarjeta, de
hermoso color amarillo, que decía: "No es posible cumplir el objetivo inicial".
La levantó para entregarla a nuestro moderador. Pero éste seguía debatiendo con
MANUEL y OSCAR sobre el "proyecto agropecuario" y las condiciones de vida del agricultor. No
lo "veía". Tres o cuatro veces volvió FEDERICO a alzar su tarjeta. En vano. Después de 10
minutos la dejó suelta sobre su mesa, la cara vuelta hacia la madera, en autocastigo.
Mientras, ERNESTO, agónico por la coherencia de su bosque, redactaba una tarjeta
sobre "Falta mejorar las condiciones económicas del campesino". Así es. ¡No podíamos tener el
objetivo "mejorar las condiciones económicas del campesino" sin el correspondiente problema
"falta..."! ¡Simetría pues hermanos!
FEDERICO ya había tirado la esponja, perdón, su tarjeta amarilla. Se metía al debate
sobre el objetivo del proyecto y especialmente de la asistencia técnica. En eso, su vecino LUCIO
se interesó por saber lo que estaba escrito en el cartoncito amarillo. FEDERICO se lo enseñó y
se cuchichearon mutuas aprobaciones.
Valerosamente, a los 20 minutos de redactada, la famosa tarjetita volvió a ser levantada,
por LUCIO esta vez, quien pidió en voz alta que se le coloque a la cabeza del árbol de
problemas. ERNESTO no tuvo más remedio que tomarla en sus manos.
Parecía quemarle. Se la pasaba de una mano a otra, sin saber qué hacer: "Esto ya está
contemplado por la tarjeta sobre la falta de definición de los objetivos del proyecto." Y volvió a lo
suyo. Discretamente la dejó sobre la mesa ante mis narices y regresó a su selva personal.
La heróica tarjetita tuvo un destino nada envidiable: terminó en mi bolsillo-basurero-caja
de tesoros.
Al final de la primera mañana, cuando las herencias históricas del proyecto parecían
amenazar toda posibilidad de una sana planificación, FEDERICO había tenido una frase
destacable: "se trata de salvar lo que se pueda". La tarde de este segundo día dió lugar a una
suerte de "sálvese quien pueda" de la reunión misma.
Un par de horas sobre la matriz de planificación y su llenado me convencieron que ya no
me quedaban muchas oportunidades de entender el proyecto dentro de su realidad. Le propuse
a FEDERICO una tregua: irme con él a la capital donde lo reclamaban y ya no regresar. Si
seguía ahí de mudo amanuense, terminarían por colgarme.
ERNESTO aprovechó también nuestra partida para justificar su ausencia del día siguiente:
el llenado de los últimos instrumentos era una labor más bien técnica donde ya no se requería
apoyo de un moderador. Mientras se mantuvo la ilusión de que pudiese regresar el gurú-árbitro
MARCOS, los sobrevivientes intentaron reclamarlo. Luego se conformaron en cumplir las últimas
tareas tranquilamente, entre ellos, entre-casa, sin perturbadores molestos.
Nos fuimos.
¿Misión cumplida? De ninguna manera. Había podido formarme una opinión sobre la
reunión, pero muy poco sobre el equipo y el proyecto.
Impresiones sí. Pero ¿bastan los vicios detectados? ¿Acaso se pueden sacar
conclusiones en un ambiente en que solamente se han podido ver las deficiencias pero donde
fueron sistemáticamente enmascarados los potenciales? Y mi rol no consiste en enjuiciar sino en
ayudar a encontrar salidas.
Salidas tenían que haber. Pero se hubiese necesitado una estrategia susceptible de
romper el manejo de poderes, intereses y alianzas utilitarias detrás del cual parecen haberse
refugiado los equipos del proyecto para no cuestionarse, no complicarse y no perder la pega.
Pero todo eso es otro cantar. No me queda más que devolver esta versión muy personal
de la reunión con la esperanza que algunos por lo menos sabrán ver en ella otra cosa que una
provocación, que un "insulto del gringo que ofende a los nacionales" (ya imagino a algunos
actores y sus iras santas), más bien un espejo deformante con pretensión de ayudarles a mirar
su propia realidad, su propio proyecto, con ojos más abiertos y más vigilantes.
ANEXO:
LAS TARJETAS DESCARTADAS
SEGUIMIENTO Y EVALUACION:
¿UNA MALDICION MERECIDA?
NOTA
Los "ismos malditos" nos persiguen en cualquiera de nuestras actividades de campo. El
seguimiento y evaluación de los proyectos de desarrollo son un buen ejemplo de ello.
El siguiente documento buscaba en su momento abrir la reflexión frente a la tendencia a elaborar
"paquetes metodológicos" dentro de los cuales siempre nos perdemos en el terreno porque pocas veces
responden a nuestras necesidades de seguir procesos y mayormente corresponden al afán de control de
quienes nos financian o dirigen.
¿Son ambas cosas incompatibles? Los elementos propuestos al final merecerían, cuatro años
después de haber sido formulados, muchísimas correcciones y ampliaciones. Pero ¡que cada uno haga
las suyas!
Este texto ya fue publicado como artículo en la revista RURALTER N°6, editada por el CICDA en
el Perú en 1990, bajo la dirección de Miguel Vallier.
Está a su vez conformado por extractos de otros dos materiales: el documento B7 del libro
Recursos Naturales y Desarrollo (François Greslou y Pierre de Zutter; Editorial Horizonte, Lima 1989); un
Estudio sobre Extensión Rural y Riego (inédito, 1988).
Muchos años de apoyo a proyectos de desarrollo rural, en el Perú, Bolivia y Ecuador, nos
hacen creer que el seguimiento y evaluación son a la vez un reto y una maldición permanentes
que pesan sobre los hombros de los equipos de terreno.
PRIMERA PARTE:
CINCO ISMOS MALDITOS
No podemos retomar aquí la reflexión sobre todas las dimensiones del asunto.
Intentaremos simplemente cuestionar cinco puntos entre los muchos que condicionan nuestro
acercamiento al seguimiento y evaluación:
el metodologismo;
el linealismo;
el objetivismo;
el proyectocentrismo;
el intervencionismo.
Aspiramos a que estos puntos no sean vistos como 'problemas a resolver' sino como
indicadores de algo mayor, de la estructura mental que nos guía. Por ello los hemos
transformado en 'ismos'. El sufijo 'ismo' suele emplearse para indicar la pertenencia, a una
profesión, una 'escuela', un 'partido', es decir fundamentalmente a un sistema de pensamiento,
con la consiguiente obsesión por determinada idea, categoría o técnica. Creemos que cada uno
de los aspectos mencionados debe ser tomado como estímulo a revisar el sistema de
pensamiento, la cultura del desarrollo desde la cual implementamos nuestros proyectos.
Porque nuestra mayor traba está a menudo en la contradicción entre nuestras
concepciones y la realidad, nuestro discurso y nuestra práctica. Quizás la ventaja del
seguimiento y evaluación esté en que tales antagonismos sean ahí más aparentes que en otros
aspectos de nuestra labor.
EL METODOLOGISMO
Solemos actuar como si existiese una 'ferretería del desarrollo' donde ir a escoger las
herramientas que necesitamos en el terreno. Muchas veces buscamos asesores en el entendido
que son dueños de alguna de estas ferreterías y esperamos que sepan proponernos los
instrumentos que necesitamos, así como las pautas para su uso.
La metodología, término que goza de cada vez mayor prestigio en el lenguaje del
desarrollo rural, desemboca así en un 'paquete' de procedimientos y técnicas para realizar tal o
cual labor, para cumplir tal o cual meta cuantitativa de la programación de un proyecto.
Sin embargo, concepción y objetivo son lo determinante de la metodología, entendida
como el arte de combinar y usar los procedimientos o métodos, las técnicas o herramientas, para
lograr determinado objetivo, dentro de determinada concepción. Hablar de 'metodología' no es
hablar de métodos y técnicas como tales, sino de para qué, para quiénes, cómo, cuándo, dónde
emplear uno u otro procedimiento, una u otra herramienta, según el enfoque, según el tema,
según la realidad.
Es cierto que cada concepción entraña una preferencia por ciertos métodos y ciertas
técnicas y una reticencia ante otras. Pero ningún procedimiento es, como tal, garantía de una
concepción, de una orientación. La misma herramienta puede traer resultados opuestos según el
contexto, según su combinación con otras, según la forma en que se conduce el proceso dentro
del cual ha sido empleada dicha herramienta.
Definir una metodología requiere claridad en cuanto a cuatro componentes: la concepción
y los objetivos; el proceso que puede conducir al logro del objetivo; el conocimiento del tema a
tratar; el potencial y los peligros de los procedimientos y las técnicas a emplear.
Pero, dado que en nuestra práctica solemos partir de concepciones, objetivos y
conocimientos predefinidos, terminamos cayendo en una suerte de metodologismo, en una
obsesión por los métodos en sí. Cuando nos juntamos para 'intercambiar experiencias', nuestra
expectativa se centra en descubrir algún nuevo método, o alguna nueva orientación con su
correspondiente paquete de técnicas, mientras renegamos de quienes intentan revisar las
concepciones implícitas en las prácticas reales.
¿De qué derivan principalmente nuestras dificultades en seguimiento y evaluación? ¿De la
simple inadecuación de métodos o de la contradicción entre nuestras concepciones y objetivos
proclamados por un lado y nuestros esquemas mentales y conocimientos por el otro?
EL LINEALISMO
Mucho nos quejamos de las dificultades que nos crea el subjetivismo de la gente, tanto de
nuestro personal como de los campesinos. Quizás debamos ver la cosa al revés y revisar más
bien nuestra pretensión de objetividad, nuestro objetivismo.
El saber moderno prioriza absolutamente aquello que llama lo 'objetivo', es decir lo
cuantitativamente medible y verificable. Muchos de los datos recolectados (cuánta producción,
cuántos animales, cuánta tierra...) suelen ser proporcionados por los propios campesinos. Como
un sinnúmero de factores culturales orientan y 'tergiversan' la información que dan estos (temor a
impuestos, a expoliaciones; deseo de 'complacer' al encuestador, al 'ingeniero'...), nos
obsesionamos por la 'confiabilidad' y consideramos la 'subjetividad' campesina como limitante
principal para nuestro trabajo.
Gran parte de nuestros esfuerzos se orientan así a suplirla para lograr datos y resultados
'objetivos'. Nuestros proyectos se ilusionan con la posibilidad de 'medir' ellos mismos, o
controlar la colecta 'participativa' por los propios pobladores.
A eso se debe quizás que nuestros diagnósticos, investigaciones y evaluaciones a
menudo terminan siendo de muy difícil aprovechamiento en la acción concreta de terreno o se
convierten en fuente de engaño sobre lo que deberíamos hacer. ¿Por qué?
Nos olvidamos que nuestros propios sistemas de medición son también 'culturales', que la
cultura de la sociedad occidental va determinando qué datos buscar, cómo encontrarlos, etc. Es
decir que lo que llamamos 'científico' es culturalmente subjetivo y que la medición 'científica' no
es más útil en términos de desarrollo que la medición hecha por el propio grupo cultural actor del
proceso.
¿Actor del proceso? Tanto discurseamos sobre la población como sujeto de su desarrollo
y no como simple objeto. Pero inmediatamente la volvemos a desplazar imponiendo, bajo el
pretexto de una 'objetividad científica', nuestra propia subjetividad por encima de la suya. Es
decir que queremos instalarnos en el rol de 'sujeto o actor principal' del proceso de desarrollo.
En realidad el problema está mal planteado. No se trata de escoger entre lo que nuestra
cultura moderna llama lo objetivo y lo subjetivo o, quizás, entre lo cuantitativo y lo cualitativo, sino
de contar con ambos. De hecho, hasta nuestros patrocinadores modernos lo reconocen.
Cualquier 'misión de evaluación' otorga comúnmente una gran importancia a las 'opiniones'
escuchadas, es decir a lo que podría considerarse, dentro de las categorías modernas, lo
'subjetivo', cuando no viene ya condicionada por una decisión previa y 'subjetiva' de sus
mandantes.
Si realmente defendemos el rol de la población como actor principal del proceso de
desarrollo, ¿por qué no priorizar el tipo de conocimientos e interpretaciones que tiene sobre su
realidad?
¿Por qué no buscar más bien completarlo con nuestro propio sistema de conocimientos e
interpretaciones? Con esto se cuestionarían mediciones e interpretaciones hechas
exclusivamente (aunque 'participativas') por y para los técnicos y especialistas de los proyectos,
solamente aprovechables por ellos, únicamente sustentadas en el sistema de conocimientos de
la sociedad 'moderna'.
EL PROYECTOCENTRISMO
Allí se indica uno de los tipos de 'categorías' que van a determinar por ejemplo muchos
diagnósticos. Hasta llegan a constituir los títulos (con estos u otros nombres) de sus capítulos: el
suelo (incluyendo subcategorías como orografía, podología...), el agua (con hidrografía,
pluviometría...), el clima (con higrometría, temperatura...), la flora (cultivos, forestación, plantas
silvestres...), la fauna (ganadería, silvestre...), el hombre (demografía; 'niveles' de salud, de
educación, de organización; sistemas y presencia de autoridades...).
Esta manera de aprehender la realidad dividiéndola no es un simple procedimiento neutro
porque 'científico'. Condiciona nuestras posibilidades de interpretar, entender y actuar de
acuerdo a una serie de criterios preestablecidos de ordenamiento que han de servir para 'ubicar',
trátese de los 'promedios', los 'niveles' y su escala de medición, trátese de las 'tipologías' y sus
pautas de calificación.
Este enfoque de 'partes', de 'recursos', nos condiciona todo el proceso de planificación y
acción. Porque al analizar aspecto por aspecto, tendemos a referirnos a 'modelos' de cómo
habrían de ser idealmente estos elementos y caemos en la peor forma de planificación, la más
simplista, la fórmula problema/solución.
Veamos la figura 4.
Para cada componente, 'recurso' (porque el 'hombre' termina siendo un 'recurso') o
'categoría', buscamos los 'problemas' correspondientes de acuerdo a nuestro modelo ideal, a lo
que nosotros 'sabemos'. Así es como problemas, restricciones y cuellos de botella se han
convertido en palabras mágicas que repletan el lenguaje de nuestros proyectos de desarrollo
rural, tanto en los debates orales como en los documentos escritos.
Al obsesionarnos con los 'problemas' perdemos de vista los aspectos de fondo y dejamos
entonces de ser 'agentes de desarrollo'. Ya no intentamos entender la realidad cómo es, cómo
ha sido y cómo puede o pretende llegar a ser. Nos limitamos a consultar una gran lista de
posibles 'problemas' y a tratar de ubicarlos y solucionarlos en nuestras zonas de trabajo.
Traumatizados por la acción o más bien por el activismo, por la permanente exigencia que
se nos hace de resultados, de eficiencia, hemos llegado a olvidarnos de cosas sencillas y
fundamentales. Hemos llegado por ejemplo a olvidarnos que los 'problemas' no existen en sí sino
en función de una propuesta a alcanzar, de un objetivo, de una estrategia. Hemos dejado de ser
críticos y reflexivos, aceptamos ciegamente como 'problemas' lo que nos dice determinado
modelo de desarrollo adoptado por los inspiradores y financiadores de la mayoría de la
'cooperación'.
Entonces, si el 'problema' del desarrollo son los 'problemas' de la realidad, ¡qué fácil
resulta decidir lo que tenemos que hacer!
Miremos la figura 5.
Refleja nuestra práctica. A cada recurso sus problemas. A cada problema su solución.
¿Podemos continuar circulando con aquel listado de 'problemas', 'concientizando'
comunidades en función de nuestras 'soluciones', induciéndolas a reinterpretar su realidad de
acuerdo al 'modelo', obligándolas, para tener derecho al caramelo de nuestra 'ayuda', a
considerar que cualquier cosa que ofrecemos y que ellas no tienen es un 'problema'?
El desarrollo no consiste en 'solucionar problemas' sino en construir la sociedad deseada
y posible de acuerdo a las realidades concretas y a los potenciales existentes.
Para ello lo fundamental es determinar las orientaciones que han de inspirarlo todo, los
ejes que posibilitarían la movilización y acción de todos los interesados, las estrategias más
acordes para alcanzar lo anhelado. La visión 'problema/solución' tiende a hacernos olvidar todo
ello.
Es cierto que mucho se ha avanzado en los últimos veinte años en renovar enfoques de
producción de conocimientos sobre la realidad. Los autodiagnósticos, el enfoque de sistemas, la
investigación-desarrollo, los trabajos sobre economía campesina, las nuevas concepciones y
metodologías de comunicación y otras tendencias ofrecen un vasto bagaje que puede ser muy
útil para conocer los ecosistemas y mejorarla capacidad de trabajar en ellos.
Uno de los mayores esfuerzos se ha dado en superar nuestra usual incapacidad de
detectar, presentar e interpretar, es decir comprender, las interrelaciones concretas y
conceptuales entre los elementos de la realidad. Nuestros recientes instrumentos y recursos
'científicos' son de gran ayuda para las interrelaciones técnicas, o sea físicas, químicas,
biológicas...
Pero quizás sean aún insuficientes dejándonos bastante inermes para las interrelaciones
entre lo técnico y lo social, entre lo económico y lo cultural, entre lo ecológico y lo político, entre
lo tecnológico y lo ideológico, etc.
¿Por qué? Probablemente porque hemos seguido con el mismo punto de partida, con la
misma inspiración filosófica. Hemos retomado los diversos elementos con los cuales solíamos
mirar la realidad (suelo, agua, clima, flora, fauna, hombre...) y hemos dado un paso, pero
siempre en la misma dirección; hemos tratado de ver cómo son las relaciones entre ellos, pero
siempre considerándolos como partes en sí.
Intentemos visualizar eso. La figura 3 nos presentaba la realidad en una percepción
circular. Pero nosotros hemos seguido rigiéndonos con el enfoque lineal de la cultura moderna. Y
el enfoque lineal tiende a la línea recta, por tanto al cuadrado o rectángulo.
La figura 6 intenta precisamente enseñar eso: los mismos elementos están presentes pero
el marco es cuadrado, con apenas los ángulos un poco redondeados.
¿A qué nos lleva eso? La clave de un círculo de alguna manera es su centro, su dinámica,
su fuerza vital. Cuando estamos ante un cuadrado o rectángulo, solemos más bien
obsesionarnos por ordenar nosotros los elementos que están adentro.
Es cierto que ahora, con el enfoque llamado de 'sistema', hemos dado un gran salto frente
al acercamiento clásico de hace veinte años. Muchos nos hemos ilusionado con el avance así
logrado. Hemos llenado nuestras conversaciones y nuestros escritos con la palabra
'interrelación'. Pero ¿es ello suficiente para entender las fuerzas dominantes, la dinámica, los
ritmos, la racionalidad, para lograr una visión global, para interpretar de una manera que nos
resulte operativa en la práctica, en la acción, es decir para ir más allá de las simples relaciones
de causa a efecto?
Veamos las consecuencias de toda esta cuestión. Nuestros análisis de 'sistemas' suelen
estar en función del 'centro' que nosotros le ponemos a la realidad, es decir de lo que a nosotros
nos interesa. Eso queda expresado en los calificativos o prefijos que agregamos al término
'sistema'.
Lo más común: hablamos de 'sistemas de producción'. Ello significa que nuestra
preocupación básica, el 'centro' que guía nuestro acercamiento, es el potencial y el rol productivo
de la zona, comunidad o familia estudiadas. ¡Como si la producción fuese un fín en sí para las
familias y comunidades campesinas!
Así es. Ponemos adelante nuestras categorías de ordenamiento. Nos consideramos los
llamados a entender 'ordenadamente' la realidad. Es pues normal que nos atribuyamos también
el derecho y la responsabilidad de ser los agentes transformadores de la misma. Terminamos así
proyectándonos al centro de la realidad. Nos convertimos en su centro.
Veamos la figura 8.
EL INTERVENCIONISMO
La expresión que solemos usar, 'intervenir', expresa que somos conscientes de ser
'externos'. Uno no 'interviene' su casa, actúa en ella. En derecho la 'intervención' se refiere a un
'tercero' que no era parte en el juicio y que decide actuar en él.
Más aún, solemos comportarnos como cirujanos que, después de 'diagnosticar',
'intervienen' para extraer, suprimir y/o reemplazar.
Hablamos cada vez más de 'apoyar' o 'acompañar' los procesos locales. Pero, como
mentalmente seguimos considerando nuestro saber y nuestras acciones como lo central, como
lo más válido (o lo único válido), el 'acompañamiento' sigue siendo una 'intervención'. Somos el
actor principal y, alrededor nuestro, los 'beneficiarios' se articulan, 'participan' y reciben
'capacitaciones'.
Este enfoque influye luego todo lo que hacemos. Por ejemplo la planificación de nuestros
proyectos. Como somos el 'centro', no nos limitamos a determinar (directamente o induciendo)
los problemas y soluciones; también vamos diseñando y estructurando los contenidos de estas
soluciones de acuerdo a lo que nosotros pensamos, de acuerdo a lo que creemos saber y poder
hacer.
Peor aún. Generalmente ni siquiera decidimos implementar lo que nosotros somos
concretamente capaces de hacer sino lo que recomiendan los 'modelos' que nos enseñaron...
Con lo cual terminamos multiplicando fracasos, elefantes blancos y la 'arqueología del desarrollo'
porque dichos modelos suelen estar ausentes, no solamente de las racionalidades y
capacidades locales sino también de las nacionales.
SEGUNDA PARTE:
ALGUNAS PISTAS
¿Qué y para qué? El sistema tiene un rol importante que cumplir en cuanto a permitir el
control y verificación de la marcha de una programación (seguimiento) y en cuanto a facilitar la
readecuación de las programaciones (evaluación). Pero, para ser realmente útil al logro de los
objetivos de desarrollo, también debería incluir un seguimiento amplio de la realidad y no
solamente de los proyectos y sus actividades. Podría así detectar las evoluciones,
modificaciones, tergiversaciones que se producen en la realidad (tanto bajo el impacto propio
como de cualquier actor presente), facilitar revisiones inmediatas y puntuales de la acción
programada y propiciar revisiones fundamentales y periódicas de las programaciones, su
orientación, las estrategias, las metas, las metodologías...
Una alternativa ambiciosa en la cual podrían inspirarse los esfuerzos institucionales
consistiría en preparar las bases para la construcción de un sistema que, más allá del proyecto
mismo y su permanencia, posibilite un seguimiento/evaluación del proceso de desarrollo en
conjunto.
No se trata de pensar que una institución pueda establecer dicho sistema por su cuenta o
elaborar un modelo a ser luego "transferido" a los demás actores.
Pero, sí, se puede comenzar a abrir senda, ubicando los esfuerzos propios en esa
perspectiva de largo plazo, ensayando metodologías y técnicas, ayudando a desarrollar
conciencia y capacidades entre las instituciones de desarrollo públicas y privadas, propiciando
un encuentro entre las preocupaciones de los agentes externos y las de las propias
organizaciones campesinas.
¿Quién y para quién? Si lo esencial han de ser los objetivos y no simplemente las metas
o la "marcha" del Programa, éste no debería ser el único actor y usuario del sistema de
seguimiento y evaluación. Los demás actores del proceso habrían de intervenir en su
implementación, su funcionamiento y su aprovechamiento.
¿Existen otras instituciones (públicas o privadas) que están o se hacen presentes en la
zona? Un sistema de seguimiento y evaluación podría ser precisamente un instrumento útil para
avanzar en la tan anhelada "coordinación interinstitucional". Pero es difícil que sirva para tal fin si
es concebido, implementado y trabajado por un solo programa, de acuerdo a sus intereses
específicos.
¿Se acepta que los actores principales del proceso de desarrollo al cual pretende
contribuir el proyecto son las propias organizaciones campesinas, que ellas han de ser las
garantes de continuidad para los aportes útiles que puedan hacer los agentes externos? Sus
opiniones, criterios y métodos de seguimiento y evaluación ya deben ser tomados
preferentemente en cuenta y el sistema debe servirles para su proceso de apropiación, rediseño
y aprovechamiento de dichos aportes externos.
Las pistas aquí propuestas tienen entonces por finalidad despertar esa "ambición", abrir
horizontes y servir de referencia para una construcción progresiva que habría inevitablemente
que consistir en un proceso de ensayo, error y rectificación sucesivos, durante el cual
contribuiríamos a forjar una 'cultura del desarrollo' acorde a nuestra realidad.
PARA QUÉ
La finalidad
Los objetivos
Los objetivos explicitan lo que se desea alcanzar con el trabajo, expresándolo en forma de
"imagen-objetivo" (bajo la modalidad: "Que se dé tal o cual cosa") o a través de un verbo activo
que califique el tipo de acción a realizar ("desarrollar", "aumentar", "optimizar", etc.).
Uno de los mayores problemas del trabajo de campo es que en la práctica diaria se suelen
perder de vista los objetivos para limitarse al simple cumplimiento de las metas y acciones, con
lo cual se logran a menudo buenos resultados inmediatos pero efectos contradictorios con los
objetivos.
Así, por ejemplo, una actividad de "capacitación" puede aparentemente tener éxito en la
supuesta "transferencia" de una determinada tecnología pero tener un impacto fuerte de
cuestionamiento o desestructuración de la organización comunal que, en los objetivos, se
pretende "consolidar".
Un buen sistema de seguimiento y evaluación debería permitir verificar rápida y
permanentemente el impacto de las acciones y metodologías empleadas sobre el logro de los
objetivos a fin de posibilitar rectificaciones a tiempo.
Las metas
Las actividades y acciones destinadas a alcanzar las metas para lograr los objetivos y
cumplir con la finalidad requieren el empleo de una serie de metodologías y la utilización de
técnicas e instrumentos.
Contrariamente a lo que se suele creer, no contamos actualmente en los Andes con
metodologías y técnicas absolutamente confiables.
Las que usan los agentes externos están sesgadas por modelos foráneos, modas
parciales y entonces inconsistentes y, sobre todo, por la costumbre de aplicarlas mecánicamente
en cualquier medio y circunstancia.
Las que tienen los campesinos y sus organizaciones pueden tener una mayor adecuación
a su realidad actual pero, precisamente por ello, son también limitadas: el saber y la cultura
ancestrales que las produjeron han sufrido un fuerte y constante proceso de desestructuración;
el nuevo contexto en el cual se insertan las realidades campesinas andinas obligan a múltiples
adaptaciones, más aún si se pretende alcanzar un desarrollo rural andino dentro de un
verdadero desarrollo "nacional".
Un sistema de seguimiento y evaluación debería permitir el control y mejoramiento de las
metodologías, técnicas e instrumentos que se emplean en el trabajo.
PARA QUIÉN
El proyecto mismo
Otras instituciones
QUIÉN
En el diseño
Los aportes de los diversos usuarios del sistema de seguimiento y evaluación deberían
darse desde el diseño del mismo.
Allí donde ya se cuenta con algún sistema, sería muy engorroso entrar a un proceso de
consultas con todos ellos como paso previo a su restructuración. La dinámica podría ser muy
lenta y no por ello muy positiva. Para que los aportes de cada uno sean a la vez rápidos, reales y
concretos, se necesita contar con una suerte de marco, una referencia desde la cual puedan
darse las contribuciones.
Por ello, sería preferible comenzar desde la institución y dentro de ella. Sobre la base del
diseño ya esbozado, una reunión de todas las instancias del proyecto podría debatir y proponer
cambios y mejoras a la luz de las orientaciones de la nueva fase y del conocimiento del terreno.
Un "taller" con estas características cumpliría al mismo tiempo con múltiples objetivos porque
permitiría ir armonizando concepciones y metodologías.
En cuanto a los aportes de las organizaciones campesinas, un primer paso sería debatir
en el "taller" mencionado en el párrafo anterior cuáles habrían de ser los intereses y
preocupaciones de dichas organizaciones de acuerdo al conocimiento que de ellas se tenga.
Paralelamente, habría que realizar una labor básica de rescate y revaloración de los
propios sistemas campesinos de control y evaluación, a fin de contar con elementos para
preparar una devolución adecuada de los primeros resultados del sistema institucional.
Las primeras devoluciones servirían así para suscitar comentarios y aportes de las
organizaciones sobre el sistema como tal y las formas de mejorarlo para que les sea útil y
aprovechable.
En cuanto a las demás instituciones presentes en las áreas de trabajo, podría realizarse
una doble tarea. Por un lado invitar a las más afines a conocer y debatir el sistema propio. Por
otra parte, hacer una revisión de documentos de todas ellas para detectar su finalidad, objetivos,
estrategias, metas y metodologías propuestas o supuestas, a fin de incluir en el sistema
elementos susceptibles de servir a un seguimiento/evaluación global de las acciones en la zona.
Gracias a ello, al devolverse los resultados obtenidos, tales instituciones podrían más
fácilmente verse motivadas (o cuestionadas) para intervenir en el mejoramiento del sistema.
La continuación del proceso de rediseño/reestructuración del sistema dependería de los
resultados alcanzados en esta primera etapa.
En la colecta de datos
Mientras los datos se limiten al llenado de cuestionarios o formularios, será difícil lograr
que la colecta de los mismos sea compartida por el conjunto de actores que aquí nos interesan.
Las fuentes de información son sin embargo múltiples. Más aún si el sistema de
seguimiento y evaluación no se reduce a datos cuantitativos sobre producción, asistentes,
"beneficiarios" y otros rubros por el estilo.
La incorporación de nuevos actores en el proceso pasa necesariamente por una
renovación y/o ampliación de los métodos empleados para ello.
El primer esfuerzo habría de darse en cuanto a desarrollar la capacidad de fuentes ya
existentes como informes de todo tipo (administrativos, de construcción, de estudios) que
cualquier instancia suele producir. Se trataría entonces de preparar un esquema práctico para el
vaciado de datos presentes en los mismos. Al mismo tiempo, este esquema (y los debates y
coordinaciones que se puedan dar en un "taller" como el señalado) podría inducir ciertas
adecuaciones de los formatos de informes para facilitar su vaciado de datos.
El aporte campesino de datos es a su vez multiforme, adoptando lugares, momentos y
códigos frecuentemente inaccesibles a una práctica y mentalidad "funcionarias". Si se adoptase
una actitud de "escucha" del campesinado, podrían elaborar progresivamente guías de recolecta
de informaciones que se dan en la comunicación intercampesina.
Al terminar su "cosecha" (en una reunión, una feria; al cabo de una semana o un mes;
etc.), el técnico podría someter sus apuntes a los propios participantes, a una asamblea comunal
o, cuando menos, a las autoridades comunales, logrando así una corrección de las malas
interpretaciones, un enriquecimiento de las informaciones y, sobre todo, una motivación
campesina sobre el sistema de seguimiento y evaluación como tal.
De esta manera se prepararía el ambiente para avanzar a un trabajo más compartido en
esta labor de colecta.
Con las demás instituciones presentes en la zona, el proceso podría ser parecido,
"cosechando" informaciones y opiniones de las mismas, cotejando con ellas lo recolectado de
sus diversas expresiones y de los campesinos sobre lo que a ellas les interesa y motivándolas a
relacionarse activamente con el sistema.
Como las opiniones de los diferentes actores han de ser también un ingrediente
importante del sistema., se podría ir ensayando la composición y funcionamiento de un equipo
de encuestadores (que no pertenezcan a ninguna de las instituciones) para realizar,
periódicamente, entrevistas susceptibles de detectar informaciones difíciles de obtener por otros
medios.
En la interpretación
De cumplirse con los procesos anteriores, sería más fácil lograr que todos los actores
contribuyan a la interpretación de los datos recolectados, sea en encuentros de conjunto, sea en
una dinámica escalonada de reuniones por tipo de actor (cada instancia, todo el proyecto, las
organizaciones campesinas por su cuenta, las otras instituciones por su cuenta...) que
desemboquen en eventos comunes a dos o tres de estos actores o en un encuentro de conjunto.
Pero también se podría partir de la interpretación como generador inicial para un rediseño
del sistema y una colecta compartida de los datos. Una reunión en la cual se sometan a
consideración de los interlocutores aquellas interpretaciones que ya se tengan elaboradas, a
base de los datos existentes, no solamente podría servir para rectificar o mejorar dichas
interpretaciones sino que podría motivar a propuestas sobre el diseño y el funcionamiento del
sistema.
Lo que sí es importante, cualquiera sea la estrategia, es que se realice un esfuerzo
especial para la preparación y conducción de tales reuniones.
Un esquema básico podría consistir en la presentación (preparada y/o debatida de
antemano en el marco organizacional o institucional propio) de las interpretaciones de cada
interlocutor. A continuación, los responsables del sistema de seguimiento y evaluación
explicarían las conclusiones a las cuales han llegado, las dudas y vacíos existentes, el por qué y
cómo llegaron a ello. Finalmente, el cotejo entre todos los aportes anteriores permitiría refinar o
restablecer una interpretación más acertada, revisar el diseño y funcionamiento del sistema
como tal, ver el rol en el mismo de cada uno de los interlocutores y plantear las medidas
correctivas que interesan para el proceso de desarrollo.
En las decisiones correctivas
QUÉ
Las metodologías
El seguimiento y evaluación de las metodologías suele ser una de las principales deficiencias en
los proyectos de desarrollo. Ello no significa que éstas sean estáticas y nunca se modifiquen.
Pero tales evoluciones son casi siempre producto de una iniciativa personal, que eventualmente
llega a irradiarse a todo el equipo, o resultado de una suerte de crisis provocada por los fracasos
cuando estos han llegado a ser demasiado evidentes.
Se reniega entonces del 'modelo' hasta ahora aplicado en forma mecánica para adoptar algún
otro modelo de moda o crear alguno a ser implementado otra vez mecánicamente.
Para una labor adecuada y eficiente, un programa requiere un seguimiento estricto de las
metodologías, procedimientos, técnicas e instrumentos que emplea en su trabajo, a fin de
aportar rápidamente las modificaciones o correcciones que los objetivos y la programación
exigen.
El sistema de seguimiento y evaluación debería por tanto recoger información sobre los recursos
metodológicos e instrumentales existentes en la comunidad donde se está trabajando, los
procedimientos, técnicas y herramientas que se preve utilizar cuando se hace la programación
de una acción, los que efectivamente se emplearon y los resultados que obtuvieron.
Las condiciones para el desarrollo
CÓMO
Dónde
Un buen sistema de seguimiento y evaluación debería ser ubicuo, es decir que la colecta,
procesamiento e interpretación de la información deberían darse allí donde están los diversos
actores involucrados: en las comunidades, en las oficinas de proyecto, en la oficina central del
Programa, en las demás instituciones interesadas.
No se trata de establecer una distribución rígida de las actividades entre todos estos
ámbitos. Más bien se deberían buscar las responsabilidades mínimas en cada uno, dejando
márgenes para que éstas se amplíen según los momentos, las personas, los intereses, las
urgencias.
Si la organización campesina interviene en esa colecta, realizará automáticamente un
cierto procesamiento e interpretación de la información, aunque no lo haga 'dentro' del sistema.
Pero deberá también recibir las primeras interpretaciones de éste que la llevarán a enriquecer su
propio procesamiento/interpretación o a cuestionar las conclusiones y métodos del sistema.
La oficina local del proyecto es un lugar de colecta de información y también de un primer
procesamiento antes de derivar hacia la oficina central del sistema. Las urgencias del trabajo
pueden llevar a realizar ahí mismo algún esfuerzo de interpretación a fin de contar rápidamente
con los elementos necesarios.
No vamos a retomar cada ámbito uno por uno. Digamos simplemente que el sistema
puede llegar a tener una doble dinámica:
* por un lado la descentralización, es decir que lo que haya sido iniciativa de la
oficina central se redistribuya en todos los niveles, a fin de evitar el acaparamiento por
ésta de la capacidad de seguimiento/evaluación, y por tanto del poder correspondiente;
* por otro lado de construcción/reconstrucción desde la base, es decir el apoyo al
desarrollo de capacidades y/o sistemas propios en las comunidades y eventualmente en
las oficinas de proyecto, a fin de rediseñar progresivamente un sistema general más
acorde con la realidad y con las necesidades del proceso de desarrollo rural integral.
Cuándo
Con qué
No podemos ofrecer aquí un panorama más o menos completo de los instrumentos a ser
usados en un sistema de seguimiento y evaluación que pretenda servir al proceso de desarrollo
y no a un solo proyecto y su marcha. Nos limitaremos a algunos elementos.
Una primera fuente ha de ser una bibliografía lo más completa posible de todo lo relativo
al territorio enfocado y a sus interrelaciones con otros territorios. Como el conocimiento de la
realidad es básico para detectar y medir evoluciones y como los diagnósticos iniciales suelen ser
de una pobreza ejemplar, el sistema debe preocuparse por ubicar todos los documentos
posibles, tanto los más antiguos como los más recientes. Impresiona constatar, demasiado a
menudo, que los proyectos ni siquiera conocen la existencia de documentos fundamentales que
tratan de su zona de trabajo.
Por bibliografía y documentos no entendemos solamente las publicaciones escritas sino
todo tipo de fuente de información. Mapas. Grabaciones de sonidos o de imágenes. Tradición
oral campesina. Etc.
Los informes del personal del proyecto, de otras instituciones, de las propias
organizaciones campesinas, son otra fuente importante. No solamente se trata de tomar en
cuenta informes preparados específicamente para el sistema sino todo tipo de comunicaciones
en las cuales se informa sobre hechos, actividades, opiniones y otros.
Al mismo tiempo, el sistema ha de requerir colectas (¿encuestas?) periódicas que ayuden
a detectar aquello que no aparece en las comunicaciones de los actores estables del proceso de
desarrollo, sea porque no se han hecho a sí mismos la pregunta, sea porque les parece
'evidente' o 'poco relevante'.
Sería fundamental que tales colectas no sean realizadas por alguno de los actores
estables del proceso (personal del proyecto o de alguna otra institución presente en la zona). El
desarrollo del sistema habría más bien de contemplar colaboraciones 'externas'.
La masa de información recopilada a través de estas fuentes y otras posibles necesita ser
ordenada y procesada. Los aparatos de computación facilitan esa tarea y pueden aprovecharse
adecuadamente, con la perspectiva de que sirvan de base para un futuro sistema más amplio.
Tales aparatos, sin embargo, no hacen más que lo que se les sabe dar y pedir. Procesan
de acuerdo a las categorías, tabulaciones y cruces propuestos por sus usuarios. En su manejo
se debe por tanto evitar dos peligros.
* Anular las fuentes iniciales de datos para quedarse solamente con los resultados
alcanzados. Las informaciones originales deberían siempre estar en reserva para poder
reaprovecharlas de acuerdo a las nuevas necesidades de procesamiento a medida que el
Sistema se vuelva más coherente, más interdisciplinario, más acorde con el desarrollo.
* Tomar los aparatos y los datos que proveen como única modalidad de
procesamiento. Ninguna máquina podrá reemplazar la capacidad humana y cultural de
procesar interrelaciones, especialmente en lo cualitativo. Las computadoras brindan datos
y se trata de tomarlos como tales, es decir como datos sujetos a la 'subjetividad cultural'
de sus usuarios.
El sistema de seguimiento y evaluación necesita por tanto instancias de
procesamiento/interpretación. Los datos deben ser cotejados y completados en encuentros de
debate e interpretación.
Para que tales datos (y las primeras interpretaciones del equipo central) sean
aprovechables en dichas reuniones conjuntas y en la dinámica interna propia de cada tipo de
actor, se necesita desarrollar una nueva capacidad de codificación de los resultados del primer
procesamiento a fin de devolverlos en lenguajes adecuados: sin negar la utilidad que un cuadro
de datos pueda tener en una comunidad campesina, una metáfora puede ser mucho más
generadora de debates, interpretaciones y nuevos conocimientos y capacidades.
EPILOGO
Las reflexiones que acabamos de presentar han sido extractadas de diversos escritos,
producidos de acuerdo a necesidades concretas de proyectos de terreno: "Mitos del desarrollo
rural andino" y "Recursos naturales y desarrollo" para la primera parte, "Estudio sobre extensión
rural en el Plan Meris II" para la segunda. No constituyen por tanto un planteamiento estricto
sobre seguimiento y evaluación en sí. Probablemente resultaría fácil caer en discusiones
puntuales y eternas sobre cada una de ellas aisladamente.
Con ellas no pretendemos hacer un planteamiento cerrado, más bien ayudar a abrir una
búsqueda aún demasiado marcada por el 'proyecto-centrismo'. La maldición que parece
perseguir nuestros intentos de seguimiento y evaluación podría ser una bendición para el
desarrollo si nos estimula a revisar nuestros enfoques de proyectos.
Más aún en una realidad como la del Perú de hoy, donde el modelo intervencionista de los
proyectos tiene cada vez menos espacios donde explayarse en el campo.
¿Seguiremos corriendo para cualquier parte en busca de un ámbito donde podamos hacer
tranquilamente lo único que sabemos hacer?
¿Es el proyecto intervencionista la única modalidad de contribuir a los procesos de
desarrollo rural?
¿Cómo hacer el seguimiento y la evaluación en contextos donde ya no podamos
instalarnos como centro de la realidad local?
¿Qué nos pueden enseñar estas nuevas condiciones para mejorar nuestro trabajo, aún
allí donde no amenazan con echarnos?
8
¡ ABAJO LA SISTEMATIZACION !
NOTA
Aprender de la experiencia, es lo que hacemos de alguna manera todos los días, es una
de las bases de aquello que solemos llamar "educación informal". Hemos querido ir más allá, ser
más rigurosos en el esfuerzo y aprovechamiento, evitar que los mismos errores se repitan
eternamente. Y nos hemos encerrado en un remedio que parece peor que la enfermedad: la
sistematización.
Resulta que ahora ya no sabemos cómo aprender de la experiencia y nos estamos
llenando de expertos y paquetes que nos vienen a enseñar a hacer algo supuestamente tan
difícil.
Con muchos colegas y amigos estamos en plena búsqueda por reencontrar aquellas
cosas esenciales que ayudan a aprovechar mejor las historias vividas, sus lecciones, y a
desarrollar aún más nuestra capacidad de hacerlo. Estamos en pleno proceso, con sus ensayos
y sus errores.
El pequeño texto que sigue fue escrito especialmente para esta publicación, a manera de
un borrador donde volcar impresiones sobre la "sistematización" y algunas pistas sobre las
cuales trabajamos, en espera de otra oportunidad donde contar mejor qué hacemos y cómo lo
hacemos.
HITOS DE UN RECORRIDO PERSONAL
Ensayo y frustración
En julio de 1985, como asesor del CICDA, una ONG francesa con proyectos en Ecuador,
Bolivia y Perú, colaboré en la organización de un seminario de la Asociación Nacional de Centros
del Perú sobre el tema.
Me había encontrado con ese reto de la sistematización al llegar a esa institución. Ya
había escuchado el término antes pero nunca me había preocupado demasiado: tenía mi propia
práctica de devolver en publicaciones las experiencias que iba compartiendo por aquí y por allá.
Al comenzar a colaborar con el CICDA, uno de los pedidos que me hicieron fue ayudar a
los gringos a producir algo sobre su experiencia: al final de su contrato, se les otorgaba unos
meses para "sistematizar".
No tenía método que proponer y, partiendo de mi propia práctica, les recomendaba que,
antes que nada, se dedicaran a recoger y expresar sus impresiones y recuerdos, con toda la
subjetividad del caso, escribiendo o grabando. Pero, invariablemente, los encontraba pronto
desesperados por la exigencia de plantear algo inteligente, redondeado, cerrado.
A partir de 1984, los equipos nacionales de terreno del CICDA reivindicaron el derecho y
la necesidad de hacer sus propias sistematizaciones y me reclamaban apoyo. Esperaba que la
confrontación con otros, en el seminario de la ANC, me oriente un poco más en mi papel de
asesor.
Durante las sesiones de preparación, fuimos insistiendo en que todos nosotros, de alguna
manera, habíamos sistematizado algo. Deseábamos compartir nuestros aprendizajes y tropiezos
para ver adónde nos conducían y dónde estaban los vacíos y por tanto nuestras necesidades de
colaboración externa.
Poco antes del encuentro, nos enteramos que vendría un especialista de Chile a
enseñarnos cómo hacer ya que él había sistematizado varias decenas de experiencias de
educación popular. Traté de pelear para conservar el rumbo pedido: elaborar juntos, pero ya no
hubo nada que hacer. ¡La cosa fue tan interesante que hoy día no recuerdo absolutamente nada
de lo que nos fue planteando!
Persistencia
No echemos la culpa a otros. En esta época, yo mismo seguía preso de la obsesión por
encontrar un "método" para hacerlo y buscaba armonizar mis "intuiciones" con la solicitud de
presentar un esquema, con sus pasos a seguir y las técnicas a emplear. A mediados de julio de
ese mismo año, antes del seminario, enviaba a los equipos CICDA cuatro páginas de propuestas
bien estructuradas: tres etapas (acopio y ordenamiento de la información; descripción y debate
de la experiencia; reformulación de categorías y presentación final), cada una con varias
actividades y "niveles", para desembocar sobre un informe clásico con sus capítulos
académicos.
Pronto dejé de lado todo intento de acercarme a la teoría de la cosa: tuve oportunidad de
revisar varios documentos o libros que pretendían sistematizar el trabajo de proyectos. A
menudo me quedaba espantado, especialmente en aquellos casos en que había podido
conocer, directa o indirectamente, algo de las vivencias locales: encontraba que lo más rico de
éstas desaparecía; el "sistema" propuesto lo dejaba de lado, sea por incapacidad en recogerlo o
en ubicarlo, sea porque el afán principal consistía en justificar alguna opción, alguna ideología,
algún protagonismo o algún modelo que replicar.
El interés por recoger las lecciones de las experiencias de terreno se mantenía pero
¡cuántas dudas sobre la "sistematización! En noviembre de 1988 escribía en un informe:
"¿Qué quiere decir sistematizar? El término no es neutro. Su raíz está en la palabra
sistema. ¿De qué se trata? ¿Del sistema como método para producir conocimiento? ¿Del
sistema como producto final? Cada uno, en nuestra realidad, lo interpreta a su manera. Muchos,
como en mi caso, usan el término a falta de otro mejor, para referirse a la producción y
ordenamiento de conocimientos desde la realidad y la práctica y/o sobre la realidad y la práctica.
No basta entonces con reclamar contra las "deficiencias en la sistematización". ¿De qué
sistematización estamos hablando? Convendría retomar y precisar algunas preguntas básicas:
¿Qué conocimientos necesitamos producir?
¿Sobre qué temas o aspectos?
¿Cómo producirlos? ¿De acuerdo a qué racionalidad, qué sistema de pensamiento?
¿Para quiénes?"
El alivio compartido
En julio de 1989, llegué a Cochabamba para apoyar un proyecto de riego. Una colega,
Loyda Sánchez, me volvió a plantear la sempiterna pregunta: ¿cómo se sistematiza?
Esa vez me atreví a dar el salto y a expresar lo que iba sintiendo desde hace tiempo:
"No lo sé, ni me importa. Lo que sé es que me sirven y me ayudan mucho las personas
que me cuentan sus experiencias concretas, las dudas que tienen, los hallazgos que piensan
haber hecho. La clave no está en el 'sistema' sino en saber contar. Cada uno tiene su propia
manera de hacerlo. No se trata pues de elaborar un método de sistematización sino de estimular
que las experiencias sean contadas y reflexionadas.
Además, al contar, uno se ve obligado a ordenar de alguna manera, pero lo hace de
acuerdo al interlocutor que tiene y no a un esquema rígido."
La cara de alivio que puso Loyda fue para mí un gran incentivo. Me confesó que ella
también había quedado traumatizada y acomplejada por ese reto de "sistematizar" cuando tenía
la misma vivencia de aprender y compartir muchísimo cada vez que podía escuchar (o leer, o
ver...) a alguién relatando sus experiencias.
Desde entonces, sentí que no debía tirar la toalla como lo había hecho, que muchos
sufren la misma situación y que si dejamos las cosas cómo están, seguiremos pendientes de
grandes esquemas y la gente de terreno seguirá vapuleada por modelos que escapan a las
realidades concretas y a los procesos que viven. ¡Todos tenemos algo de experiencia de haber
elaborado las lecciones de la práctica!
En setiembre de 1989, mientras iniciábamos con unos amigos un estudio sobre las
enseñanzas de cinco años de vida del Proyecto Piloto de Ecosistemas Andinos, me tropecé con
una gringuita desesperada...
Stephanie Zeiss no había logrado cumplir su objetivo de entender el concepto campesino
de la erosión. Luego de casi un año, no podía entregar aquella tesis que le requería su
universidad y también se sentía en deuda con los técnicos del proyecto y los campesinos de la
zona: ¿qué podía aportar?
Conversando su experiencia y su forma de vivirla, logramos estimularla a que intente
contarla, tal como se dió, tal como ella la percibió.
En uno de los dos libros de dicho estudio ("Siete cuentos y recuentos sobre ecología",
Editorial Horizonte, Lima 1990), incluí el texto que Stephanie había preparado en las semanas
siguientes: "Yo, la gringa, y los campesinos".
El impacto de este testimonio fue impresionante. En oficinas, en terreno, en universidades,
fue objeto de un sinnúmero de comentarios y reflexiones. Muchos volvieron a vivir y reflexionar
sus propios procesos de desencuentro y frustración y a entenderlos mejor a través de las
palabras de Stephanie: su relato había servido mucho más que cualquier "sistematización" que
hubiese podido producir.
DESMONTANDO LA SISTEMATIZACION
¿Por qué un título tan agresivo: ¡Abajo la sistematización!? ¿Por qué no plantear más bien
la necesidad de ir mejorando ésta, puliendo sus defectos y limitaciones, enriqueciéndola?
Quizás en otro momento. Actualmente, lo más notorio es el impacto negativo de la
sistematización, tal como se la viene planteando, sobre una mayoría de los interlocutores que
priorizamos: la gente de terreno. Al querer encerrar la experiencia de campo en el marco rígido
de la sistematización, se está bloqueando a las personas y malogrando innumerables
potenciales.
¿A quién no le ha sucedido escuchar maravillado todo lo que tenía para contar alguién del
terreno, invitarlo a un seminario o reunión cualquiera, pedirle entonces que prepare un informe,
una ponencia, y constatar finalmente que el producto escrito y su presentación oral perdieron el
90% de la vitalidad y la riqueza del testimonio directo?
La cosa es más de fondo. Conviene reubicarla dentro del contexto de nuestra época y
región.
La clave de la sistematización consiste en ordenar, de forma coherente y aprovechable,
los hechos y las ideas nacidas de la práctica. Dicho ordenamiento funciona bastante bien cuando
todos comparten las mismas categorías mentales.
Pero, aquí y ahora, tenemos cada vez menos las mismas categorías mentales. El caso
que contamos en el capítulo ¡! sobre uso de tarjetas puede parecer una caricatura pero refleja
una realidad muy concreta.
Hace 20 ó 30 años, teníamos esa ilusión. Las categorías no eran exactamente las mismas
pero globalmente se ubicaban dentro de dos o tres marcos ideológicos, es decir sistemas de
interpretación.
Más allá de los desacuerdos y enfrentamientos entre ellos, dichos marcos fueron
progresivamente cuestionados por la realidad, por la práctica, por la experiencia de campo. En la
región andina hemos tenido la oportunidad en los últimos decenios de tener casi todas las
ideologías en el poder o asociadas a él. Sin embargo nuestra población está en su mayoría
mucho más pobre que cuando iniciamos nuestros proyectos y nuestro desarrollo.
Por supuesto, hemos ido corrigiendo y adecuando nuestras teorías a ciertos retos
insoslayables. Por supuesto siempre tenemos el recurso de decir que nuestra teoría nunca pudo
explayar plenamente sus bondades desde el poder por la presencia de tal o cual factor o actor.
Pero el hecho queda y nuestros modelos se caen.
Aquí y ahora, quizás tengamos que olvidarnos de todo eso, disminuir la presión. Se
necesita reconstruir una teoría del desarrollo, de nuestras sociedades, acorde con las realidades
que vamos descubriendo y entendiendo poco a poco, pero no lo vamos a lograr así nomás, ni
tan rápido.
Quizás tengamos que reconsiderar nuestro papel, el de nuestra generación (hablo aquí de
quienes tienen 30 años o más). Más que cualquier otra generación anterior, hemos tenido
oportunidades para intentar llevar a la práctica muchas de nuestras propuestas. Eso nos ayudó,
al menos, a descubrir que la realidad contemporánea es mucho más compleja de lo que
suponíamos. Nos permitió encontrar que apenas si conocemos y entendemos una partecita de la
misma.
¿Por qué ser demasiado ambiciosos y querer armar conclusiones y propuestas definitivas
a partir de tan poquito que hemos logrado comprender? ¿Por qué pretender plantear nuevos
"ismos" cuando la inmensa mayoría de nuestras sociedades (rurales y urbanas) nos aparece in-
formal, es decir que responde a tipos de formalidad y racionalidad que desconocemos?
¿Por qué también ser tan poco ambiciosos y limitarnos a querer redondear lo poco que
tenemos a mano en lugar de abocarnos al esfuerzo grande de reconstruir progresivamente y
entre todos una interpretación mayor y con más posibilidades de servirnos de guía durante un
buen tiempo?
En ese último caso, la prioridad no estaría en sistematizar lo poco que ya se tiene sino en
expresar, recoger y debatir todo tipo de experiencias, prácticas y realidades. Con ello se
contribuiría a crear las condiciones para que, ¿mañana?, se pueda forjar un marco más
adecuado en el cual sea factible sistematizar sin esterilizar.
En los últimos años, muchos venimos dedicando cada vez más tiempo en retomar
historias de procesos sociales y/o proyectos de desarrollo para ver qué nos enseñan.
De hecho, es impresionante la cantidad de experiencias que, con sus aciertos y fracasos,
son portadoras de mejores conocimientos sobre la realidad y para la acción. Pero es también
impactante ver cómo, hasta ahora, se las aprovecha muy mal y cada generación vuelve a
cometer los mismos errores y a mostrar el mismo empecinamiento y voluntarismo.
Quienes han vidido una experiencia intensa y buscan luego sistematizarla para
compartirla o para replicarla, suelen estar demasiado marcados por el resultado final ahí
alcanzado. Es también a menudo en función de ese producto final (positivo o negativo) que se
decide retomar tal o cual historia en lugar de tal otra.
Eso conduce generalmente a plantear modelos (de lo que hay que saber o de lo que no
hay que hacer): el resultado validaría o invalidaría una práctica.
La diversidad de realidades en las cuales trabajamos hace que tales recomendaciones
sean muy poco aprovechables. Los factores de cada contexto son sumamente complejos y lo
que más nos hace casi siempre falta son criterios para poder determinar qué conviene hacer, de
qué manera, con quién, etc.
Hasta ahora hemos comprobado la utilidad de dos prácticas diferentes para romper ese
cerco, para mirar más allá de las paredes de cada casilla profesional.
A menudo hemos pedido a un especialista que mire y opine sobre otros aspectos de la
realidad y de la práctica de proyectos. ¡Qué riqueza en las observaciones del médico sobre la
situación organizativa! ¡Cuántas pistas en las reflexiones de un agrónomo sobre la cuestión
escolar! ¡Cuántos descubrimientos técnicos sugeridos por la mirada de un "social" sobre el
manejo de un bosque!
Claro, es necesario que dichos profesionales tengan bastante apertura mental y
experiencia de campo, y sepan expresar lo que hayan visto y sentido. Pero ¡cuántas claves
podemos encontrar en preguntas aparentemente inocentes de un no-especialista en tal o cual
materia!
Otra modalidad empleada consiste en que cada profesional utilice su especialidad a
manera de un observatorio, un otero, desde el cual mirar el conjunto. Es decir que en lugar de
contemplar y analizar lo suyo propio, eche desde allí un vistazo al conjunto.
¿Qué se ve desde el Centro de Salud sobre las realidades y prácticas agropecuarias de
técnicos y campesinos? ¿Cómo se percibe lo organizativo, lo productivo, lo educativo, desde la
construcción de una infraestructura?
Recoger y devolver
Para ello, se requiere desarrollar ciertas habilidades. Porque las prácticas usuales de
informes y reuniones son insuficientes y pueden resultar hasta contraproducentes, crear
frustraciones y bloqueos.
Por otra parte, casi nunca devolvemos a la gente lo que nos dice. Lo más que hacemos es
seleccionar aquello que a nosotros nos parece válido y difundirlo hacia otros porque lo sentimos
útil para nuestros propios objetivos.
Campesinos y técnicos de campo son muy conscientes de ello: son para nosotros puros
"informantes" más que los "autores" de algo importante.
Hacer un real esfuerzo por recoger adecuadamente lo que dicen los actores del proceso,
en su idioma y en la forma donde se sienten más a gusto (oralmente casi siempre), luego
devolvérselo a ellos mismos para que sean ellos los que tomen la decisión final sobre qué hacer
con lo que han expresado, juega un papel fundamental en enriquecer las informaciones de todo
tipo, estimular el debate sobre la experiencia y dinamizar el proceso mismo.
Dentro de esta óptica, convendría en algún momento profundizar mil y una observaciones
sobre actitudes, criterios, métodos e instrumentos útiles para el recojo y la devolución, sobre
formas y límites de un apoyo externo a semejante labor.
Hacia una interpretación compartida
Un buen recojo y devolución de lo que cada uno (individual o grupalmente) tiene para
ofrecer estimula nuevos aportes, nuevas informaciones y opiniones. No se da una secuencia
rígida al estilo clásico de los estudios (recojo en terreno, luego interpretación en gabinete) sino
que ambos se entremezclan permanentemente, dinamizados por la devolución que se va
haciendo sobre la marcha.
El hecho de la devolución "sobre la marcha" (lo cual no significa "de cualquier manera"; el
esfuerzo por brindar calidad en la forma de presentar lo devuelto ayuda muchísimo) es una de
las claves para ello. Permite que cada uno pueda corregir y ampliar sus aportes, se enriquezca
con los de los demás, entre en debate directo o indirecto con ellos. Así información e
interpretación pueden unirse permanentemente.
De la tesis al relato
NOTA
Por todas partes los proyectos y su personal claman por métodos e instrumentos, por
metodología. Nada más legítimo: necesitamos mejorar nuestras prácticas y existe un sinfín de
técnicas y procedimientos que podrían ayudarnos. Nada más peligroso también: métodos
nuevos sin ideas claras desembocan o bien en la mayor confusión, o bien en la dependencia de
los metodócratas.
Para reflexionar al respecto, reproducimos textualmente (con las modificaciones
indispensables para no "delatar" al proyecto mencionado) el informe preparado para ayudar a un
equipo de trabajo en los Andes a retomar y a aprender de su propia experiencia.
Más que un listado de consejos, las siguientes observaciones pueden ser útiles para que
cada uno revise sus propias actitudes y prácticas.
Nota: A pesar de haber convenido, anteriormente al evento, que, como moderador externo, no
haría ningún informe escrito ya que el proyecto mismo se encargaría de ello, preparé las
siguientes observaciones. Lo hice con el fin de ayudar al Proyecto a profundizar su propio
informe y su propio aprovechamiento de la experiencia compartida, la cual es riquísima en
situaciones, vivencias, contradicciones y aportes.
El presente documento comprende dos partes: la primera retoma el desarrollo del
Seminario; la segunda toca brevemente aspectos del proyecto como tal.
Preparación previa
El Seminario se caracterizó por la poca preparación previa por parte del proyecto. Este se
limitó a atender los requerimientos de Pierre que había solicitado bibliografía institucional. Pero
no hubo prácticamente labor interna del personal (siquiera del Comité Directivo) para intentar
precisar objetivos, temas y significado del evento.
Observaciones
* ¿Es posible que recién el día anterior a la reunión empiece el proyecto a debatir
objetivos y temas de un evento que parece central en su ciclo anual? ¿Es dable suponer que un
moderador externo pueda tomar las decisiones metodológicas más convenientes para el
proyecto, teniendo tan pocas referencias y con un solo día de preparación?
Observaciones
* Al inicio, la reunión de preparación del lunes pareció haber sido tomada por los
miembros del Comité Directivo esencialmente como una oportunidad para dar a conocer sus
propias expectativas y preocupaciones a Pierre a fin de que éste resuelva de la mejor manera
posible.
Observaciones
* Las preguntas sobre expectativas, así como los objetivos del seminario, el horario y el
programa habían sido preparados en hojas grandes. Pero se usó mucho un marcador rosado
difícil de leer a la distancia.
* No se explicó cómo distinguir las tarjetas relativas a cada una de las dos preguntas: no
se usó ni el color de tarjeta, ni el número de pregunta.
* No se dieron explicaciones sobre cómo se llena una tarjeta. Recién se fue informando
cuando los participantes ya escribían, a raíz de las dificultades surgidas.
* Mi impresión es más bien que dicha opción corresponde simplemente a que "así le
enseñaron" a Flavio y él aplicó tal como le habían "enseñado". Esa fue la respuesta que me
brindó cuando intenté hacer algunas observaciones.
¿Puede usarse una técnica de forma mecánica, conforme a un modelo aprendido?
¿Convendría reflexionar y debatir antes de acuerdo al objetivo de la actividad (¿cuál era?), al
tema y a las características de los participantes?
* La agrupación de tarjetas reveló claramente la diversidad de marcos conceptuales
presentes dentro del conjunto de participantes: algunos propusieron títulos de grupos que
parecían sacados de un documento de proyecto, otros de un manual de funciones, otros de
temas de cursos recibidos. Las confusiones y distorsiones se multiplicaron. Un ejemplo relativo a
miembros del Comité Directivo: cuando Elke proponía una "idea de equipo", Flavio y Gastón
entendían un "sistema".
* Cuando una tarjeta se prestaba a entrar en dos o más grupos, se la reducía a un solo
grupo en lugar de intentar usarla de puente entre grupos. Estos fueron rígidamente separados.
A las 15.06 comenzó la plenaria con los responsables de la mañana que terminaron de
presentar el programa (en 3 minutos), la metodología (en otros 3 minutos) y las funciones del
comité diario de evaluación (en un minuto). Tres minutos más sirvieron para elegir dicho comité.
A las 15.16 asumieron los responsables de la tarde (Rudolph y Elke). Rudolph inició
solicitando qué objetivos y temas del seminario del año anterior recordaban los participantes. A
lo largo de nueve minutos fueron señalados nueve puntos.
Luego (15.25) Elke explicó los objetivos que había tenido aquel seminario y (15.29) dió a
conocer las cuatro preguntas para el trabajo de grupos de la tarde, cuyo tema era la
autoevaluación del último año y cuyo objetivo señalado el lunes 26 había sido el intercambio de
informaciones y opiniones.
A las 15.36 fueron distribuidas las listas con la composición de los grupos que, tres
minutos más tarde, recogieron sus materiales y se dirigieron a los respectivos locales.
A las 18.48 se inició la plenaria de socialización de los trabajos de grupo. El director de
debates (Rudolph) no indicó tiempo para esa presentación de tal suerte que se usaron 15
minutos para el grupo 4, 10 para el grupo 3, 13 para el grupo 2 y 19 para el grupo 1. Así la
presentación terminó recién a las 19.54, dando tiempo para apenas 3 minutos de reflexiones del
director de debates antes de ir a cenar.
Observaciones
* El proceso del evento, que Pierre intentó hacer debatir por todo el Comité Directivo el
lunes 26, fue reducido a la simple lectura de cuatro partes del programa en menos de 30
segundos.
* Las funciones del comité diario de evaluación se limitaron a la indicación: "que hagan
resumido lo que ha sucedido este día".
* La lista de participantes que fue distribuida incluía también indicaciones sobre los
responsables del seminario. Por un lado se señalaba al moderador externo como el moderador,
mientras las seis personas que conformaron en la reunión del lunes 26 un "equipo de
moderación" aparecían como integrantes de un "comité de coordinación". ¿Simple equívoco de
palabra o diferencia de concepción sobre lo que es moderación, lo que es equipo y lo que es el
papel de un elemento externo?
* Los participantes demostraron tener en conjunto una buena "memoria" del seminario
anterior, a pesar de no existir aún un "informe" definitivo del mismo.
* Las preguntas para autoevaluación fueron muchas, de tal suerte que la cuarta y última
prácticamente no fue tocada por los grupos.
* Tanto los debates como sus resultados evidenciaron una cierta dificultad para ejercer la
autocrítica personal y del proyecto. Prevaleció la tendencia a encontrar culpables ajenos a cada
uno. No se buscó detectar qué aprender sino qué sugerir, qué recomendar.
A las 8.17, el comité diario de evaluación hizo su presentación y luego entregó la posta a
otras tres personas.
A las 8.28 comenzó el tema de la mañana, con una dinámica que consistía en la
alternancia de presentaciones de Pierre y debates bajo la dirección de Lupe. En la distribución
de tareas prevista entre los dos responsables, el rol de la directora de debates había de limitarse
a dar la palabra sin intervenir y sin presionar para que los participantes hablaran, salvo en la
parte relativa al objetivo institucional.
La secuencia fue la siguiente:
- una primera presentación de 29 minutos sobre actitudes del proyecto en sus relaciones
con el campesinado (espejo de palabras); sobre lo que se sabe de la realidad y se quiere
enseñar a los campesinos;
- un primer debate de 19 minutos con bastante participación;
- una segunda presentación de 39 minutos que comenzó con un comentario de los debates
y explicaciones sobre las formas clásicas de acercamiento a la realidad ("niveles", división
en "elementos" y "sectores", sistemas);
- un segundo debate de 15 minutos que comenzó con un silencio de 110 segundos y tuvo
pocas intervenciones;
- el receso (36 minutos) de media-mañana (fue el único de todo el seminario en que se
formaron grandes grupos para comentar);
- una tercera presentación de 38 minutos con comentarios a los debates y explicaciones
sobre la tendencia del proyecto a considerarse como el centro de la realidad y sobre la
"lógica de proyecto" con sus pasos mecánicos y su divorcio entre acción y conocimiento;
- un tercer debate de 14 minutos, lento y con cada vez menos intervenciones;
- un debate de 37 minutos sobre el objetivo institucional y su evolución, primero general,
luego con una nueva presentación de Pierre (10 minutos) y progresivamente restringido a
un intercambio entre el Comité Ejecutivo y el moderador externo.
La sesión se levantó a las 12.28.
Observaciones
* Para comenzar el día Flavio, sin consultar con los responsables de la mañana (Pierre y
Lupe), inició la plenaria para invitar al comité evaluador y luego para conducir su renovación.
¿En calidad de qué actuó? ¿Como maestro de ceremonias? ¿Como moderador general?
¿Como Comité Ejecutivo?
* ¿Fue positiva o negativa esta tendencia a un silencio creciente? ¿A qué respondió dicho
silencio? ¿Al desconcierto, al desinterés, a que la reflexión se volvía demasiado teórica, a que la
mayoría de participantes recién descubrían una serie de temas e informaciones? Valdría la pena
profundizar la evaluación al respecto.
* Los silencios de la parte final sobre la evolución del objetivo institucional se debieron
esencialmente al desconocimiento de los miembros del proyecto al respecto (salvo el Comité
Directivo).
Luego de una breve plenaria, a las 15.19, para explicar el trabajo de grupos y su tema
totalmente abierto, de acuerdo a lo que cada uno decida, y para recomponer los grupos
equilibrándolos mejor, cada uno se dirigió a su local respectivo a partir de las 15.28.
La plenaria de socialización se inició a las 18.30 bajo la dirección de Flavio y cada grupo
presentó sus resultados, empleando entre 8 minutos (el 1) y 11 minutos (el 3 y el 4).
Hubo a partir de las 19.15 un debate general de 15 minutos, que fue completado con un
intento de síntesis cuestionadora por Pierre durante 13 minutos y un comentario final de Flavio
por 3 minutos.
Observaciones
* El "equipo de moderación" (más Gary) se había reunido poco antes de iniciar el trabajo
de la tarde y el moderador externo recomendó que cada uno, en su respectivo grupo, se dedique
esencialmente a cuidar que la reflexión sea lo más abierta posible y a ayudar a profundizarla.
* El trabajo de grupos fue muy diferente. El grupo 1, bajo el impulso de Leandro y Flavio
intentó comprobar lo que se había entendido de la mañana y retomar algunos puntos. El grupo 2
se abocó más bien a encontrar respuestas, entrando al método problema-solución cuestionado
en la mañana y produciendo un listado bastante clásico de actividades bajo el título equivocado
de "metodología". El grupo 3 debatió alrededor de algunas preguntas básicamente planteadas
por miembros del Comité Directivo pero solamente fueron explicadas en plenaria las
ideas/tarjetas que interesaban al vocero del grupo (Julio). El grupo 4 entró a una reflexión
totalmente abierta, siguiendo la recomendación de Pierre al "equipo de moderación" de recién
recurrir a las tarjetas en la última media-hora para determinar qué se necesita presentar en
plenaria.
* No es casualidad que el trabajo del grupo 4 haya sido el más profundo en la reflexión.
Los dos participantes en la reunión de evaluación-preparación previa al trabajo de la tarde (Lupe
y Gary) intentaron y pudieron seguir el proceso de reflexión abierta, influyendo en evitar la
obsesión por las tarjetas y los resultados visibles.
El grupo 1 tuvo una reflexión interesante, poco estructurada, pero conducida por Leandro
y Flavio que asumieron el rol de moderadores-parteros.
El grupo 2 asumió una dinámica diferente y retomó de alguna manera el trabajo de la
tarde anterior, buscando llegar a recomendaciones. ¿Se inhibieron Luisa y Rudolph de
intervenir?
En el grupo 3, la reflexión tuvo que estructurarse alrededor de algunas preguntas
sugeridas por Gastón y Elke como respuesta al intento de algunos participantes (Julio y José) de
estructurar el trabajo alrededor de ejes clásicos.
* En cuanto a las tarjetas de bromas que, en la plenaria final, los participantes se pegaban
unos a otros en la espalda, fueron interpretadas diferentemente en el "equipo de moderación".
Para unos eran símbolos del desinterés de los participantes, mientras para otros eran
indicadores de la crisis, de la necesidad de desfogue de los participantes ante los
cuestionamientos de la mañana y las dificultades para enfrentarlos en la tarde.
La plenaria arrancó a las 8.36 con una breve presentación del comité diario de evaluación
y la renovación del mismo.
A las 8.45 Pierre hizo una presentación de 45 minutos sobre algunas pautas para el
mejoramiento del trabajo del proyecto. Tocó: el tema del desarrollo como marco del objetivo
institucional; la tendencia a trabajar sobre cosas u objetos en lugar de hacerlo en función de
actores o sujetos; la organización campesina como centro de la realidad local y el rol del Estado
en la realidad nacional; las características de la organización campesina como organización para
el desarrollo; la participación; y la comunicación.
A sugerencia de Rudolph, esta presentación fue completada a las 9.20 por Leandro con
explicaciones sobre la realidad concreta de las comunidades en las zonas del proyecto, dando
pié para que a las 9.31 Pierre aportará a su vez ejemplos concretos de lo planteado en su
presentación.
A las 9.36 se inició un breve debate general.
A las 9.45, Flavio (responsable de la mañana con Rudolph) hizo una explicación del
objetivo en la primera y la segunda fase del Proyecto, puntualizando las diferencias entre ambos.
Indicó verbalmente una pregunta para el posterior trabajo de grupos, siendo completado o
corregido por miembros del "equipo de moderación" que precisaron las dos preguntas decididas
en común en la noche anterior.
Luego del receso (entre las 10.06 y las 10.38), comenzó el trabajo de grupos, previsto
hasta las 11.30 pero que se prolongó hasta las 12.50, hora del almuerzo.
Observaciones
* ¿Fue demasiado teórica esta presentación? En todo caso se priorizó la continuidad con
los cuestionamientos del día anterior. La iniciativa de Rudolph de entrar a ejemplos concretos
completó acertadamente.
* Al agradecer a Rudolph por su aporte, me contestó enojado: "Sí, pero no es mi papel, el
moderador debería saber". ¿Concepción de un moderador externo capaz de adivinar siempre
todo y de decidir lo más adecuado? ¿Producto de la crisis que iba cuajando en el "equipo de
moderación"? En el momento no sabía cuál de las dos causas era la más importante. Pero era
evidente que el "equipo de moderación" iba madurando su crisis y que Rudolph sería el líder de
la misma.
* Los debates en los trabajos de grupos fueron ricos y dinámicos, pero con dificultad para
cuajar. ¿A qué se debió? En parte al poco conocimiento de los participantes al respecto y a su
poca costumbre de trabajar según un objetivo general y no sólo según metas sectoriales. Pero
también a la imprecisión en cuanto a qué podía ser tema de interpretación común y qué podía
ser sujeto a decisiones. Así el grupo 3 se empantanó en el debate sobre las "zonas de réplica"
porque Elke y Gastón no se decidieron a anunciar a tiempo que las decisiones al respecto ya
estaban tomadas o por lo menos no eran objeto de este seminario.
La plenaria comenzó a las 15.17 con varios participantes aún ausentes. El director de
debates fue Flavio.
Al no haber una conducción estricta, los grupos terminaron explayándose sobre los
resultados de su trabajo de la mañana, sobre todo el grupo 4 en que, entre Gary y Lupe (ambos
miembros del Comité Directivo), se repitieron y usaron 18 minutos. De esta manera las
presentaciones terminaron recién a las 16.04.
Al ir fallando un intento de debate abierto (a pesar de tener dos preguntas señaladas
claramente por Rudolph para el debate), Pierre propuso a Flavio encargarse de una suerte de
síntesis-aclaración (siete minutos) para evitar que se alargue.
A las 16.14 Lupe (responsable de la tarde con Gastón y Flavio) empezó a explicar las
preguntas para el trabajo de grupos de la tarde sobre relaciones entre proyecto y comunidades,
entre proyecto y otras instituciones.
Ante la multiplicación de explicaciones sin que la gente pudiese ubicarse en ellas, Pierre
puso rápidamente por escrito las dos preguntas básicas con las tres preguntas de orientación
para cada una.
A las 16.27 se suspendió la plenaria para pasar a trabajo de grupos, en un ambiente de
desconcierto en que los participantes parecían no decidirse a ir a los grupos.
A las 18.50 se reinició la plenaria con un juego de animación sugerido por Rudolph y
conducido por Luisa.
Al terminarse el juego, a las 19.09, y ante la ausencia de los responsables de la tarde (los
tres tranquilamente sentados entre los participantes), Pierre asumió la dirección de debates e
intentó acelerar la presentación de los grupos (el grupo 2 fue el más largo y usó 10 minutos, 4
más que los 6 previstos). Se dejó el debate para la mañana siguiente y se suspendió la sesión a
las 19.51.
Luego de la cena, el "equipo de moderación" (con Gary más) tuvo una larga reunión
donde se evaluó la marcha del Seminario, se abordaron los problemas de fondo que llevaron la
crisis al "equipo" y se diseñaron las pautas para la conducción del día siguiente, último del
seminario.
Observaciones
* El cansancio de los participantes, que había sido llevadero en la mañana, hizo mella en
la tarde, sobre todo antes del receso. La plenaria estuvo muy apática, ante la desesperación de
Rudolph que intentó dos veces lanzar el debate, siendo en ambos casos postergado para un
debate final que no se dió.
* El trabajo de grupos fue también bastante difícil aunque mejoró luego del receso, pero
evidenció la dificultad de hacer una elaboración en grupos sin una conducción clara y coherente.
Hasta el grupo 4, que había sido ¡reforzado! por uno de los líderes activistas (José), comenzó
también a empantanarse en un cúmulo de tarjetas.
* Los grupos hicieron una serie de aportes interesantes pero carecieron de un rumbo claro
que les permitiera sacar más provecho.
* El juego de animación fue muy positivo para romper la apatía creciente y para que, en la
plenaria final acelerada, todos prestaran atención.
* Gracias a la crisis del "equipo de moderación", por primera vez, en la noche se pudo
tener una reunión sin limitaciones previas de tiempo. Además que esta vez el deseo de
explicarse y entender primó sobre la obsesión por acordar actividades futuras.
* Recién en esta reunión pudo darse una comunicación real sobre una serie de temas
como el significado del Seminario para el proyecto, el rol de un moderador y de un elemento
externo. Todos estos puntos habían sido tocados en la reunión Rudolph-Pierre en el momento
de su contratación y en la reunión de preparación del lunes 26 pero sin que exista comprensión
por existir interpretaciones diferentes por las dos partes. ¿A qué se debió? ¿A un cambio de
actitud? ¿Al hecho de tener una vivencia común y problematizadora que permita una reflexión
compartida?
* Esta aclaración, base del mejoramiento, ¿hubiese podido darse antes? ¿Escogió Pierre
la estrategia adecuada al dejar que las cosas se vayan pudriendo en lugar de asumir y plantear
alternativas sobre las cuales reflexionar luego?
* De hecho, los riesgos de que la estrategia fracase estuvieron aumentando durante el día
y la tensión fue muy grande. El mayor problema consistía en que, mientras Rudolph (por su
propia percepción y su responsabilidad en la contratación del "moderador externo") estaba listo
desde la mañana (y quizás desde la noche anterior) para una aclaración fructífera, el Comité
Directivo como conjunto no lo estaba aún. El peligro consistía en que, mientras Pierre esperaba
la crisis del resto del Comité Directivo, Rudolph fuese bloqueándose, con lo cual la crisis ya no
sería partera sino frustrante.
* Para Pierre fue un día entero de dudas porque, si bien confiaba en su propia capacidad
de ayudar a lograr finalmente los objetivos, no quería pecar de optimista y causar la frustración
del Seminario. El factor tiempo se volvía cada vez más apremiante.
* Fue sorprendente constatar que el tipo de cuestionamientos hechos por Pierre resultaba
novedoso en el contexto institucional. La capacidad de reflexión y autocrítica, enseguida
demostrada por el grupo, permitió comprobar que la situación se debe más a la carencia de
apoyos externos adecuados que a una supuesta resistencia interna al cuestionamiento.
* Finalmente, esta reunión fue calificada como la más positiva desde el inicio del
Seminario. De hecho, marcó el paso de un "comité de coordinación" a un "equipo de
moderación" o más bien de "conducción": se precisaron objetivos y temas claros para la
moderación del día siguiente, permitiendo una mejor preparación de la misma.
Viernes 30
El comité diario de evaluación demoró apenas dos minutos (desde las 8.08) y enseguida
Pierre lanzó una plenaria de debate-elaboración de resultados, centrada en las relaciones entre
proyecto y comunidades, con permanente referencia al objetivo institucional.
Hasta el receso (de 10.18 a 10.54), se dió prioridad a encaminar la reflexión, partiendo de
los trabajos de grupos del día anterior, de las interpretaciones de los participantes y de
conceptos y ejemplos concretos.
Luego del receso se comenzó a volcar las ideas en propuestas de acuerdos que fueron
retomados, corregidos y ampliados en sucesivos debates, hasta terminar a las 13.01 con una
serie de acuerdos orientadores sobre las relaciones entre proyecto y comunidades y con un eje a
profundizar sobre las relaciones con otras instituciones.
La plenaria se reinició a las 14.37 con un juego de animación conducido por Luisa a fin de
despejar la pesadez de un excelente almuerzo-parrilla sin siesta. Luego Pierre retomó la plenaria
de debate-elaboración sobre las condiciones internas al proyecto (trabajo en equipo,
comunicación interna, autoformación interna). Se desembocó en una serie de pautas para
avanzar hacia un trabajo en equipo y una mejor circulación de la información interna.
El receso fue corto (de 16.37 a 16.54), para rápidamente nombrar un responsable del
proceso de autoformación interna (sin tiempo para profundizar en qué habría de consistir dicho
proceso) y enseguida pasar a la evaluación final del Seminario. Se procedió de tres maneras:
primero por tarjetas sobre lo positivo y lo no-positivo del evento (a cargo de Luisa), luego con el
termómetro de ánimos, finalmente con breves intervenciones del moderador externo, de los
miembros del Comité Directivo y de un participante.
Terminó el Seminario a las 17.48.
Observaciones
* El trabajo de moderación fue agotador (seis horas de conducción total en plenaria) pero
fácil por contarse por primera vez con una visión compartida de lo que se necesitaba hacer, de
los objetivos. Hasta sucedió que por primera vez diversos miembros del equipo de moderación
(ahora sin comillas) fueron aportando y colaborando en enriquecer y enrumbar los debates, sin
esperar que el moderador lo pueda resolver todo solo.
* Mucho del éxito futuro dependerá de la capacidad del actual Comité Directivo por
transformarse en verdadero equipo de conducción del proyecto.
II. OBSERVACIONES SOBRE EL PROYECTO
Para conducir el proceso hemos de preocuparnos por entender los ritmos diferentes de los
diferentes tipos de actores e instancias.
En el Seminario hemos constatado la diferencia de ritmos entre el Comité Directivo y los
demás participantes, entre los profesionales de mayor formación académica y los técnicos de
mayor experiencia de campo, entre los antiguos y los nuevos. Conducir el proceso institucional
significa respetar estos ritmos diferentes, pero al mismo tiempo impulsar un ritmo institucional
que permita el encuentro de los diferentes ritmos personales y grupales.
Más aún cuando, en el proceso institucional, intervienen los ritmos de otros actores como
las organizaciones campesinas y las instituciones estatales y privadas.
Ya hemos visto que, para el ritmo institucional, la periodicidad anual de un evento como el
presente puede ser importante por su rol aglutinador. El Seminario anual puede convertirse en
un hito esperado para acercar las diferentes instancias y grupos del proyecto y para ayudar a
cada uno a salir motivado y alimentado con interpretaciones y pautas comunes.
¿Qué otros ritmos institucionales podemos dinamizar? ¿Qué periodicidades serían
importantes para cada equipo de terreno, para la oficina central, para las relaciones con las
comunidades, para las relaciones con otras instituciones?
Cada instancia tiene su propio rol que asumir dentro del proceso institucional. En el
Seminario se precisó exclusivamente el rol de animación que habría de cumplir Trabajo Social en
la comunicación interna y en la autoformación interna.
¿Qué significa ello para Trabajo Social? ¿Acaso no es de alguna manera el
reconocimiento que el rol de Trabajo Social es más interno que en relación directa con las
comunidades?
¿Debe Trabajo Social, departamento nuevo en el Proyecto, comenzar a programar
actividades propias en las comunidades para justificar su existencia y su activismo? ¿Debe lo
social ser un nuevo compartimiento a introducir en nuestras actividades de campo? ¿No debería
más bien lo social ser una dimensión a ser asumida por los actuales encargados de relacionarse
con las comunidades? ¿Cómo definir o redefinir el rol de Trabajo Social como instancia del
Proyecto?
El Seminario encargó a Trabajo Social la animación de procesos internos. ¿Es lo mismo
animación y conducción? ¿Acaso la conducción no debería más bien ser asumida por lo que
actualmente se llama Comité Directivo, y es una instancia de coordinación inter-departamentos,
y por el Comité Ejecutivo? ¿Sería esa conducción una nueva función a agregar a las actuales,
siguiendo con una dinámica de grupo o comité? ¿Requiere esa conducción una dinámica interna
de equipo?
Equipo de conducción y Trabajo Social tienen mucho que aportar a los procesos de los
equipos de terreno. Pero, ¿puede armarse equipo desde fuera? ¿Cuál podría ser el proceso de
los equipos locales de terreno? ¿Cuál habría de ser el rol de los responsables zonales en estos
procesos? ¿Cómo lograr ese rol por parte de los responsables zonales?
¿Cómo conocer mejor los procesos de las organizaciones campesinas y de las demás
instituciones para articular el Proyecto a aquellos procesos que parecen confluir con el suyo y su
objetivo, para aportar a aquellos procesos que podrían ser dinamizados con su colaboración?
Los testimonios recogidos en las evaluaciones y debates internos parecen indicar que el
Proyecto aún no ha aprendido a aprovechar los posibles apoyos externos, a sacarles el jugo.
Por un lado están los evaluadores y visitantes, que se dedican sobre todo a ver el
cumplimiento del proyecto y aportan juicios de valor (generalmente positivos por la dedicación y
la eficiencia), pero no buscan ayudar a detectar puntos claves para el mejoramiento del trabajo,
de las concepciones y de las estrategias.
Por otra parte están los asesores o expertos contratados para aspectos específicos y a
quienes se les pide exclusivamente que brinden las capacidades desarrolladas en su
especialidad, para sustituir la ausencia de tales capacidades en el seno del proyecto.
Sería mejor ver el aporte de un moderador externo en los dos siguientes aspectos:
- desarrollar las capacidades internas de conducción de reuniones y eventos;
- brindar las informaciones y opiniones que le da su experiencia diferente para posibilitar el
desarrollo de conocimientos en el seno del proyecto.
Mucho de la incomunicación inicial entre el Comité Directivo y Pierre provino de esta
concepción diferente sobre el rol del moderador externo. ¿Servirá la experiencia para que en
adelante se aprenda a aprovechar mejor los aportes externos?
¿Sólo servirá la experiencia para la figura de un "moderador" o podrá extenderse a un
asesor, a un evaluador, a un visitante?
¿Ha sido suficiente el Seminario para aclarar todas las orientaciones del proyecto?
¿Cuántos temas, o preguntas, o debates fueron descartados "en el rincón" del panel o fueron
postergados para "más tarde", para "otra oportunidad"?
¿Cómo entendemos la relación entre lo nuestro y desarrollo? ¿Es el trabajo en nuestra
especialidad un simple esfuerzo multisectorial o puede servir para un enfoque y una labor
integrales a partir de estos elementos sectoriales?
¿Cómo se relacionan entre sí las especialidades del Proyecto? ¿Acaso lo más importante
consiste en equilibrar estos componentes sectoriales, estos "departamentos"? ¿Acaso la labor
en un campo no-priorizado por los actores campesinos pasa necesariamente por la
multiplicación de actividades específicas en esta materia?
¿Cuáles son los actores prioritarios para lograr el objetivo de este Proyecto piloto? ¿Para
quiénes serían entonces los métodos y estrategias a elaborar? ¿Serían los mismos para todos?
¿Podrían elaborarse métodos y estrategias útiles y válidos para cualquier institución u
organización? ¿Hasta qué punto no sería más importante priorizar la elaboración de criterios y
conocimientos para que otras instituciones y organizaciones puedan elaborar los métodos y
estrategias más convenientes de acuerdo a su realidad social, institucional, económica...?
Mucho del éxito dependerá de las capacidades (saber, saber-hacer, poder) que el
Proyecto podrá ayudar a desarrollar en los diferentes actores del proceso de desarrollo. Pero
¿qué pasará con los "servicios" que brinda actualmente? ¿Habrá que obsesionarse con
"transferir" los sistemas de abastecimiento de insumos, el programa de asistencia crediticia...?
¿O habrá que replantear la estrategia para dedicarse más bien a apoyar la capacidad de los
propios actores permanentes para obtener dichos servicios o para trabajar con los servicios real
y duraderamente posibles de alcanzar?
Tantas reflexiones (o más bien preguntas, la reflexión depende de lo que harán con ellas)
sobre procesos, orientaciones y apoyos deberían tener repercusiones en cuanto a los métodos e
instrumentos de trabajo. ¿O acaso los instrumentos son algo neutro que se emplea en cualquier
circunstancia y para cualquier objetivo?
En el Seminario apenas hemos mencionado y orillado temas fundamentales sobre el
manejo de instrumentos como el diagnóstico, la planificación, el monitoreo, etc.
¿De qué se trata? ¿De seguir cumpliendo mecánicamente con la aplicación de ciertos
instrumentos porque así lo requieren quienes financian? ¿O de preocuparse por alcanzar los
objetivos que están detrás de los actuales instrumentos: conocimiento de la realidad
(diagnóstico), planificación acorde con la realidad y los objetivos (taller anual), conocimiento de la
acción institucional (monitoreo y evaluación)...?
Ciertos instrumentos son condicionantes para obtener financiamiento. Habrá que cumplir
con ellos. Pero, ¿nos limitaremos allí? ¿No intentaremos obtener un conocimiento de la realidad
acorde con lo que necesitamos para los objetivos, una planificación adecuada...?
Quizás el informe de este Seminario pueda ser oportunidad para ensayar la reforma de los
instrumentos. Un informe de evento es un instrumento. ¿Existe un modelo de informe
universalmente válido y útil? ¿Qué tipo de informe podría ser más útil para el actual proceso
institucional, para el seguimiento del Proyecto, de acuerdo a las características de los
participantes en el evento y a las necesidades de mejoramiento?
{Quizás tantas preguntas que les alcanzo resulten aburridas. Si las hago es precisamente
porque comparto la idea de que el Seminario ha sido un éxito, no a pesar de nuestros tropiezos
sino gracias a ellos. Estas preguntas rápidamente escritas para ustedes (y no necesariamente
las más adecuadas) sólo pretenden seguir alimentando la reflexión. Usenlas de acuerdo al
proceso interno, a sus ritmos, a las instancias. Gracias.}
10
Antecedentes
Vicios comunes
Educación étnica: lo nuestro como centro
Rellenar con contenidos étnicos
En busca de la integración nacional
Retos
Reconocer y entender la educación propia de los grupos étnicos
Revisar nuestros conceptos y métodos de acercamiento
Aprender a dialogar
Una reflexión final
NOTA
El desarrollo requiere un mínimo de institucionalización. Eso lo dicen muchos. Pero esa
preocupación se convierte a menudo en obsesión... y nos impide trabajar conforme a las
realidades existentes.
Claro, vamos reconociendo las peculiaridades de los contextos en los cuales nos
desempeñamos. Claro, buscamos adecuar contenidos y métodos a lo específico del lugar. Pero
partimos de la necesidad de contar con estructuras e instituciones y nos basamos en aquellas
que nosotros conocemos como si fuesen las únicas posibles, las únicas válidas.
Así, por ejemplo, si bien reconocemos la descapitalización del campo y la necesidad de
aportes para emprender mejoras, de la misma manera que aceptamos que existen modalidades
campesinas de crédito, terminamos considerando éstas como un crédito "informal" y nos
planteamos transformar a los campesinos en sujetos del crédito formal.
Así mismo, ante el requerimiento de una educación ambiental, buscamos hacer entrar la
ecología a la escuela en lugar de intentar reubicar el rol y las forma de la educación del
ecosistema propio (ver "Bondades y tropiezos de la ecología en el desarrollo de la sierra
andina", capítulo 4, Editorial Horizonte, Lima 1990).
El texto que sigue se refiere a otro aspecto de lo mismo: la educación y lo étnico. Ante los
desaciertos comprobados de una escuela ignorante de la cultura propia, los educadores suelen
intentar aliarse con antropólogos para aportar contenidos al sistema escolar, la única estructura
con la cual saben trabajar...
Muchos otros rellenos de nuestros proyectos de desarrollo podrían suscitar comentarios
como los que aquí transcribimos textualmente y que fueron preparados para un Seminario sobre
Educación Etnica a realizarse en La Paz en enero de 1990.
VICIOS Y RETOS
DE LOS ESFUERZOS
HACIA UNA EDUCACION ETNICA
Pierre de Zutter
enero de 1990
Nota:
Esta no es una ponencia. En la perspectiva de participar en el seminario "Hacia una
educación étnica", había preparado una serie de apuntes que habrían de servirme para alimentar
debates. Se trataba esencialmente de tener elementos para interpelar los colegas presentes y
poder así avanzar juntos en la reflexión.
Al no haber podido estar en La Paz para el seminario y ante la solicitud de los
organizadores de aportar mi "ponencia", he ordenado los puntos preparados, intentando
apuradamente algún desarrollo de los mismos.
No se trata pues aquí de un planteamiento acabado, aún cuando la forma de "texto" que
adquiere ahora podría sugerirlo, sino de una serie de dudas y pistas a compartir o a discutir.
Tomadas como ponencia, estas notas son esquemáticas y caricaturales. Otra hubiera
sido su utilidad al insertarse en los debates. Rehacerlo para ponencia sería ya otra cosa que no
es factible en este momento.
Pierre de Zutter
Clapiers, 15/02/90
Antecedentes
Cuando los amigos del ILDIS me conversaron por primera vez de este seminario y me
enseñaron la lista inicial de invitados, me asusté, o más bien me desanimé: ¿para qué habría de
servir un evento entre educadores y antropólogos sobre la "educación étnica"?
No es que semejante encuentro sea totalmente inútil. Hasta ahora los contactos entre
ambos son más bien de tipo puntual. Casi siempre se dan cuando algún programa o institución
educativa contrata a uno o varios antropólogos para que les ayuden a mejorar sus paquetes en
función de la clientela étnica que tienen. Una reunión mayor podría dilucidar mejor algunas
ambigüedades.
Pero el temor consistía esencialmente en que ambos sectores se dediquen principalmente
a lo que ha sido la tendencia predominante: ver lo étnico en la educación, es decir darle un
relleno más étnico a nuestros clásicos programas de educación bilingüe...
Desde aquel entonces, la convocatoria del seminario se ha abierto a nuevas gentes, a
personas diversas que, sin ser educadores ni antropólogos, perciben, acompañan y colaboran
diariamente en el terreno en las labores educativas de o con grupos étnicos.
Esta oportunidad debería ser aprovechada para ir más allá de nuestros esfuerzos
clásicos: para intentar revisar, desde las experiencias diversas, algunos vicios comunes en la
mayoría de nuestras prácticas y para comenzar a enfrentar otros retos mayores.
Vicios comunes
Semejante enfoque deriva entonces en que los mayores esfuerzos estén casi
exclusivamente dedicados a rellenar nuestros sistemas educativos con algunos o un máximo de
contenidos étnicos, tanto contenidos temáticos como metodológicos.
¿Acaso no es cierto que la inmensa mayoría de nuestros programas bilingües se limitan a
agregar lo étnico al curriculum de la educación nacional?
Contamos ahora con numerosas experiencias, algunas de ellas con una larga práctica,
que han ensayado caminos diferentes. En algunos casos se quiso hacer de los contenidos
étnicos el tronco principal del sistema educativo. En otros casos se intentó introducir prácticas
étnicas dentro de los métodos escolares. En ciertas oportunidades se buscó abrirse de la
escolaridad clásica para facilitar el encuentro con la cotidianeidad cultural étnica.
Pero casi siempre, nos hemos limitado a acomodos sobre la base del sistema educativo
dominante (formal, no-formal...). Lo étnico se ha quedado en simple relleno temático y/o
metodológico.
La mayoría de los esfuerzos existentes tienen en común el hecho de partir de una visión
global de lo que es o debería ser la "sociedad nacional" que buscan plasmar en sus prácticas
educativas con grupos étnicos.
Semejante afirmación provocará indudablemente una serie de aclaraciones indignadas.
¡Cuántos de nosotros pretendemos precisamente inspirar nuestras acciones en la necesidad de
romper con la cárcel de una sociedad nacional dominante que no reconoce a los grupos étnicos
y su derecho a ser ellos mismos, a ser diferentes!
Pero, disculpen lo que sea quizás muy duro como provocación, da la impresión de que
todos, cualquiera sea el bando, están en busca de imponer, a través de la educación, su forma
de integración nacional.
SU forma de integración nacional. Cualquiera sea. Puede tratarse de la propuesta clásica
de incorporación de los indígenas a la cultura occidental que prevalece en los aparatos estatales.
Puede ser el advenimiento de determinada cultura en reemplazo de la occidental. Puede ser el
establecimiento de reservas donde las normas y aparatos centrales no tengan vigencia. Puede
ser la separación de la actual sociedad nacional global para crear una sociedad nacional propia
al grupo.
Pueden ser muchas las propuestas. Pero casi siempre nos guiamos por estas visiones de
lo que nosotros, educadores, agentes externos o hijos "estudiados" del propio grupo étnico,
consideramos lo más adecuado como sociedad nacional; y diseñamos nuestro trabajo educativo
en función de lograr el avance hacia dicha forma de integración nacional.
¿Por qué protestar? Si eso parece ser precisamente el objetivo de todo sistema educativo:
la reproducción en otra generación o en otro grupo social de las interpretaciones, conocimientos
y habilidades de quienes conducen el sistema educativo, directa o indirectamente.
Retos
Sin necesidad de asumir dicha visión como tal (expresada así y aquí para evitar falsas
interpretaciones y no para establecer una propuesta), podrían tomarse en cuenta el
cuestionamiento a nuestras actuales modalidades de educación étnica y, por tanto, los retos que
de él derivan.
Mucho hemos mejorado en los últimos tiempos. Cierto incipiente diálogo entre educadores
y antropólogos ha aportado bastante. Pero la limitante proviene en gran medida de nuestros
conceptos y métodos de acercamiento a la realidad.
El encuentro entre educadores y antropólogos se hace precisamente en el marco de la
pluridisciplinariedad o de la interdisciplinariedad con las cuales nuestro sistema de pensamiento
intenta superar la división del saber. Se trata de prácticas de intercambio entre partes, que son
útiles pero que pocas veces logran remontar a los marcos globales de cada uno.
Más bien cada uno busca una contraparte académica que corresponda más o menos con
su visión global. El "educador popular" preferirá por asesor a un antropólogo marxista. Un
antropólogo funcionalista trabajará prioritariamente con defensores de la educación funcional.
¿Tendremos mañana una alianza entre "educadores étnicos" y antropólogos culturalistas?
Aprender a dialogar
¿Dialogar? Ahí está precisamente otro reto. Aprender a dialogar con los propios grupos
étnicos, y no solamente a debatir con los especialistas dedicados a estudiarlos y/o
representarlos.
Solemos elaborar nuestras propuestas educativas a base de discusiones entre
especialistas o de negociaciones con dirigentes de los grupos. En ambos casos se debate más
bien a partir de interpretaciones y propuestas formuladas desde fuera. En ambos casos no se
dialoga con las culturas sino que se llega a acuerdos desde posiciones de fuerza, sean éstas
académicas en el primer caso, o culturales y económicas en la segunda.
Tenemos un pie forzado que nos impide llegar realmente al diálogo con los grupos
étnicos: nuestra obsesión por elaborar el programa, la propuesta, la estructura, el sistema
educativo ideal. Eso nos obliga a llegar rápidamente a conclusiones y a decisiones, sin haber
comprendido bien, sin haber dado tiempo al proceso de elaboración compartida.
¿Acaso se pueden determinar así no más, con estudios y diagnósticos, las necesidades
de desarrollo de la propia educación de los grupos étnicos, las posibilidades y limitaciones
históricas de la misma en los actuales contextos nacionales e internacionales, los requerimientos
de aportes externos?
¿Acaso vamos a entender así no más todo lo que significan las diferencias entre
conceptos tan diferentes como la asociación de individuos, la pertenencia de clase y la
pertenencia étnica, como la persona individual y la persona étnica?
¿Acaso podemos saber claramente cuáles van a ser las evoluciones de la sociedad global
nacional e internacional como para definir programas de "educación étnica"? ¿Creen todavía que
nuestras actuales sociedades puedan ofrecer modelos acabados y coherentes, sean estos
capitalistas, socialistas u otros?
¿Acaso seguimos estando tan seguros de nuestras verdades como para intervenir sin
destruir? ¿Cuántas convicciones absolutas de los últimos decenios hemos tenido ya que revisar
una y otra vez?
Entre quienes confluimos ahora en la búsqueda de aprender a trabajar mejor con los
grupos étnicos, muchos son adeptos de la Educación Popular. Existe un gran peligro de
recuperación de nuestras búsquedas para instrumentalizarlas como un componente más de esa
Educación Popular.
No se trata de negar los numerosos aportes de la misma en los últimos años. Pero el
voluntarismo ideológico que suele impregnarla, y que la hace a menudo más dogmática aún que
la educación oficial, puede llevarnos a lo contrario de lo que intentamos: a negar las diferencias
entre culturas y pueblos, con su diversidad ideológica, para reducirlo todo al mínimo común
denominador, el de la "explotación".
¡Ojalá logremos interpelar a la Educación Popular a fin de posibilitar un reencuentro en el
camino!
11
PELIGROS Y POTENCIALES
DE EXPERTOS Y ASESORES
NOTA
A lo largo de ya muchos años como consultor o asesor de proyectos de desarrollo rural,
pude observar una serie de peligros y de potenciales en esta labor. Lo cierto es que, en general,
tales apoyos son bastante mal aprovechados.
Los seis textos que siguen intentan presentar realidades y pistas que nos ayuden a salir
de dos actitudes extremas: o bien la condena cerrada a todos esos "expertos que no sirven para
nada" o bien la actitud pasiva ante estos supuestos vendedores de recetas.
El Cuento del experto fue escrita expresamente para este libro, a partir de un caso real.
Busca aclarar ciertas distorsiones estructurales a un mejor trabajo de asesores extranjeros.
Los otros documentos son extractos de informes de misiones concretas en los últimos
años.
¿Asumir o hacer crisis? expresa una disyuntiva muy común en esta clase labores.
De los equipos a los directivos ilustra la permanente necesidad de adecuarse a realidades
locales, más allá de los Términos de Referencia que acompañan los contratos. Retoma en
detalle las vivencias y criterios de una misión de apoyo a una ONG.
Prioridades del asesor explica algunos criterios empleados en el trascurso de una misión
exitosa.
Lecciones de tres años de asesoría al CODAR ofrece una reflexión más general sobre
esta clase de labores.
Los excomulgados del desarrollo regresa al punto de partida: las ambigüedades en medio
de las cuales se devuelve el "cooperante" extranjero. Fue escrito, en debate con François
Greslou, para un encuentro en Francia, es decir para un público europeo.
Otro texto que podría ayudar en esta reflexión es aquel del capítulo 9, donde se ven las
preocupaciones de un asesor deseoso de ayudar realmente al Proyecto en lugar de limitarse a
cumplir mecánicamente la tarea encargada.
A
Giorgio había sido el mejor experto extranjero que haya conocido el proyecto en muchos
años. Había cumplido un papel esencial en fomentar el ambiente de debate interno, en lograr el
aporte de todos para la definición de estrategias, para la reflexión sobre el trabajo. Había
dinamizado los debates, con sus conocimientos, con sus dudas, con sus preocupaciones
múltiples.
Agrónomo, se metía en todo. Apoyaba a los colegas de salud, los de riego, los de
agroeconomía. Sin tratar de imponer, buscando la coherencia, contribuyendo a ella,
incentivándola.
Su propia ubicación dentro de la misión europea facilitaba ese desempeño. No tenía
responsabilidad ni sobre el presupuesto de la cooperación, ni sobre el manejo de personal, ni
sobre los insumos. Era asesor y ese rol le iba muy bien: era un gran consejero y dinamizador.
Lo apreciaban los nacionales que por fin encontraban entre los expertos un interlocutor
con quien discutir y comprenderse, con quien compartir dentro y fuera del trabajo, con quien
profundizar la realidad local en conocimiento de causa. Lo respetaban sus colegas extranjeros
porque las relaciones dentro del proyecto habían mejorado mucho desde su llegada, porque las
responsabilidades eran más compartidas y la carga por tanto menos pesada, porque las
decisiones se volvían así más acertadas.
Giorgio tuvo que dejar el proyecto, después de cuatro años. Su puesto había sido
suprimido, ya no era necesario: era la prueba misma de su éxito ...y era su perdición personal.
Tenía que escoger: ¿volver a trabajar con ONGs locales como lo había hecho antes de meter al
proyecto bilateral a pedido de su director? ¿aprovechar sus excelentes antecedentes para
asegurar su futuro como experto, regresando a Europa para ponerse a disposición de la
empresa consultora?
Los niños llegaban a una edad en que su escolarización local se ponía cada vez más
difícil. Por razones de familia, Giorgio optó por el regreso a Europa.
Yo mismo llegué al proyecto cuando Giorgio ya estaba desde hace quince días. Pronto se
me acercaron varios para manifestarme en confianza sus dudas: "Giorgio ha cambiado. Ya no
es el mismo. Se le han subido los humos y ahora se comporta como otros asesores que han
hecho misiones aquí."
Decidí observar antes de meterme. El Giorgio que encontraba era el mismo de antes:
simpático y atormentado a la vez, debatidor y abierto en las conversaciones. Pero era cierto que
se le veía menos. Pasaba mucho tiempo encerrado en la oficina que le asignaron, leyendo y
escribiendo en su computadora portátil de experto.
Para su último fin de semana en el proyecto, intentamos vernos tranquilamente, pero
apenas pudimos encontrarnos un rato: tenía que trabajar su informe.
Entregó una versión preliminar en español dos días antes de su partida. Era un martes y
se iba el jueves. Teníamos que debatirlo el miércoles en la tarde.
¡Qué miércoles tuvimos!
Al iniciar la sesión, las caras de los colegas nacionales, sus amigos - mis amigos, eran
tensas, duras. Durante media hora Giorgio sintetizó las propuestas principales contenidas en el
informe. Intentó algunas bromas pero apenas arrancó algunas sonrisas. La complicidad de
siempre había muerto.
El debate que siguió fue de lo más perverso. Se multiplicaban los cuestionamientos sobre
puntos de detalle, algunas veces con mala fe, otras veces con verdaderos intentos de
malversación de informaciones. Luego se hacían juicios de valor sobre las (malas) intenciones
del informe.
Primero paciente en sus aclaraciones, por un rato mudo y desazonado, Giorgio se
defendía ahora con uñas y dientes. Denunciaba la mala fe: "¡Pero si eso le hemos establecido
juntos!" "¡El primero en haber tenido esa idea fuiste tú!"
Ya llegábamos casi a los insultos.
El jefe de la misión europea estaba sentado a mi lado. No lograba entender lo que sucedía
y me miraba en forma cada vez más insistente para pedirme que interviniera y enrumbara la
reunión.
Esperé que acaben las tres horas previstas. Faltando un cuarto de hora, saqué las dos
botellas de trago que habíamos traído para hacerle una pequeña despedida a Giorgio. Me serví
un vaso y me levanté para un brindis:
"¡A Giorgio y a todo lo que nos ha enseñado durante esta misión!"
Bebí un trago y miré las caras hoscas o sorprendidas de quienes se preguntaban si les
estaba tomando el pelo.
"El trago es amargo. Todos estamos resentidos. A ver si ahora vamos al fondo de las
cosas y aprendemos lo que nos aportó Giorgio sin quererlo.
Giorgio ha caído en una trampa y nosotros también, porque en lugar de ayudarlo a salir lo
hemos hundido más.
Algunos creen que el amigo se ha malogrado en el camino. No lo pienso. Es el camino el
que se ha torcido sin que nos demos cuenta.
Mientras Giorgio estuvo aquí, tenía que rendir cuenta al proyecto, es decir a los
auspiciadores por un lado, pero sobre todo a los campesinos y a quienes compartían el reto con
él: ustedes. Ahora ha venido en una condición diferente: tiene que rendir cuentas directamente a
la sede y no lo van a juzgar por su trabajo, por los aportes que a ustedes les puedan ser útiles,
sino por su informe.
El experto a corto plazo sufre de una enfermedad especial: la informitis. No viene tanto a
compartir sino a cumplir una misión de la sede. Sus términos de referencia pueden hablar de
apoyar tal o cual cosa, pero lo que se pide es que él haga propuestas y las plasme en un lindo
informe, establecido según las normas institucionales.
La sede vive de informes. Es su principal alimento. Con los informes evalúa a sus
especialistas. A base de esos informes toma sus decisiones. El consultor, el experto a corto
plazo, sabe eso, se lo hacen saber. Por eso el especialista en misiones de este tipo viaja por el
mundo con su computadora y con un esquema de informe ya diseñado: su trabajo consiste en
irlo llenando.
Hablé así durante cierto tiempo, con pausas para sorber un traguito de vez en cuando y
permitir a los demás hacer lo propio, el suficiente tiempo para que cada uno pueda reflexionar y
preparar el corazón a compartir de nuevo la amistad y las ideas.
Cuando terminé, se levantó Giorgio y retomó la cosa a su manera. Entró a mi juego, se
sinceró y explicó su incomodidad en su nueva situación profesional y los errores que sí pensaba
haber cometido ahí.
Luego lo hicieron otros y el debate se generalizó.
Nos fuimos a cenar. La despedida no fue el desastre que habíamos llegado a temer. Fue
a la vez alegre y grave.
Giorgio se regresó el jueves. Me voy mañana. Giorgio me confesó en el aeropuerto su
duda sobre su futuro: seguir intentando ser experto, dedicarse a otra cosa en Europa, o volver
por aquí. Ayer en el proyecto hemos hablado de la necesidad de negociar más claramente con
cada experto que llega lo que se espera de él y armonizarlo con lo que la sede le pide.
Al final hemos salido bastante bien del paso. Pero el camino sigue torcido.
¿Quién asesorará a los expertos en sus relaciones con las instituciones centrales? ¿Quién
ayudará los proyectos en sus relaciones con los asesores?
El asesor llegó el día 15, de acuerdo a la fecha prevista desde agosto y luego confirmada
telefónicamente.
El trabajo de preparación-programación de los tres talleres descentralizados que teníamos
que realizar no pudo sin embargo comenzar como previsto por cuanto estaban ausentes los
miembros del Equipo de Capacitación.
En realidad, una serie de problemas personales, de salud y de tareas de terreno,
originalmente no programadas pero de gran importancia para los procesos campesinos,
impidieron:
* las labores de preparación de materiales que habían de hacerse en la sede en la primera
semana de setiembre;
* un real y efectivo proceso de programación grupal de los talleres (debate, mejoramiento y
culminación de los documentos de base; elaboración de objetivos, contenidos y
metodología de los talleres; preparación de materiales para los mismos; distribución de
responsabilidades y tareas...).
Al iniciarse el primer taller en terreno, el día 19, dichas fases eran las únicas pautas
comunes a todos los miembros del equipo allí presentes. No se contaba ni con un programa real,
ni con los materiales para las presentaciones, ni con una distribución de responsabilidades, ni
con una socialización y debate de las reflexiones de cada uno sobre los documentos de base, ni
con una coordinación mínima con la jefatura de zona.
Las condiciones estaban dadas. El primer taller fue un desastre y eso sirvió para que, por
primera vez, el equipo de Capacitación asuma realmente la preparación de los dos talleres
restantes, con la colaboración del asesor.
{Nota: Deseo retomar y reflexionar aquí la experiencia compartida. De esta manera recojo
en parte una sugerencia de Meche. Lo hago por un lado porque me sirve a mí mismo para
aprender de esta práctica concreta. Por otro lado porque se trata de una oportunidad para que el
equipo vuelva a reflexionar, a partir de un caso vivido, las ambigüedades que todos tenemos
sobre participación y sobre apoyo a una actividad supuestamente autoconducida. Esta
experiencia está aún demasiado cercana para tomar distancia de ella. Por ello adopto la primera
persona en el texto: ofrezco aquí mi testimonio, con todas las limitaciones que tenga y
asumiendo toda su subjetividad.}
Antecedentes
Términos de referencia
A principios de octubre recibí por correo los "términos de referencia para la evaluación"
elaborados por PADI. Luego de una primera revisión rápida, constaté que eran amplios pero que
no especificaban qué de todo ello había de lograrse durante la misión de apoyo, ni cuál habría
de ser el rol exacto del apoyo externo en todo este proceso. La mención de un "proceso de
autoevaluación con participación del Evaluador Externo" era principistamente válida pero, de
acuerdo a mi experiencia, sumamente vaga.
Retomé estos términos de referencia en el avión, el jueves 20 de octubre, y estudié
también los documentos del proyecto que les habían sido anexados.
Al llegar, no tenía aún claro cuáles habrían de ser los objetivos exactos de la misión de
apoyo y decidí considerar los términos de referencia como un antecedente más y regirme más
bien por una actitud abierta de búsqueda sobre dónde y cómo habría de ser más útil.
¿Por qué haber considerado los objetivos de la evaluación como simples antecedentes a
tomar en cuenta? Porque existían un objetivo y reto mayores, implícitos en el "método de trabajo
y organización de la evaluación": ¿qué es un "proceso de autoevaluación con la participación de
un evaluador externo"?
Cada palabra de esta fórmula puede ser motivo de múltiples interpretaciones y la fórmula
misma resulta entonces sumamente ambigua.
¿Qué es proceso?
¿Qué es evaluación?
¿Qué es auto-evaluación?
¿Qué es participar?
¿Qué significa la participación de un externo?
Mi participación podía consistir en aportar mis propios juicios de valor sobre la Sección
Autodesarrollo Comunal para que estos sean confrontados, agregados, combinados o
descartados por los demás participantes de la autoevaluación.
En este caso mi principal esfuerzo habría de estar orientado a elaborar juicios de valor lo
más acertados y objetivos posibles sobre el Taller, retomando todos los aspectos considerados
en los Términos de Referencia y esperando que su confrontación en el Taller resulte
enriquecedora para todos.
Pero ¿era ello posible cuando el momento, la duración y las modalidades de esta fase de
autoevaluación habían estado supeditadas a la disponibilidad y las propuestas del "evaluador
externo"?, ¿cuando el equipo de la Sección Autodesarrollo Comunal venía preocupándose más
por los antecedentes y la personalidad del "evaluador externo" que por prepararse a conducir su
propia "autoevaluación"? ¿Podría ser un simple "participante" en tales circunstancias?
Desconté también que ella podría quizás iniciarse pero de ninguna manera culminarse en
el tiempo disponible. Más aún, pensé que mi presencia siempre sería de alguna manera un
elemento distorsionador para la autoevaluación como tal y que ésta se daría mejor luego de mi
retirada.
Esto significó dejar de lado una de las dimensiones previstas para el apoyo externo a la
autoevaluación: la visita a comunidades y la participación de las mismas en el taller.
Mi primera percepción (a la luz fundamentalmente de experiencias anteriores y no tanto
de la propia realidad de la Sección) me llevó a proponer desde el primer día que el Taller fuese
exclusivamente para personal del proyecto y de la institución, dado que se requería comenzar
por un esclarecimiento interno.
Asimismo, por limitaciones de tiempo (y también por considerar imposible que un
"evaluador externo" que no hablase quechua ni aymara pueda recoger en un día en una
comunidad las impresiones de ésta sobre la primera etapa), se redujo la visita a comunidades a
un simple acompañamiento-observación al trabajo del equipo en terreno.
Para intentar cumplir lo mejor posible con las expectativas y las necesidades de la
Sección Autodesarrollo Comunal y de PADI, me fuí guiando por una serie de criterios
metodológicos. Algunos fueron explicitados y debatidos en ciertos momentos con el equipo de
conducción. Otros pertenecían más a un marco personal.
Tales criterios no fueron pre-establecidos de antemano. Si bien algunos son casi
permanentes en mis prácticas de apoyo a proyectos (acercamiento, proceso, espejo
deformante), todos son producto de lo que podríamos llamar "la experiencia y su reflexión". Es
decir que, a lo largo de los años de práctica, se han ido perfilando múltiples criterios y
procedimientos posibles entre los cuales voy sacando los que creo más acordes a cada
situación.
Estos no están claramente expresados y ordenados. Forman parte de una suerte de
bagaje implícito que cualquiera desarrolla con el tiempo y la experiencia. Momentos como el
actual (redacción de un informe) o como un debate son oportunidad para explicitarlos, revisarlos,
transformarlos en conocimientos.
Los criterios que orientaron mi comportamiento son muchos, pero quisiera resaltar aquí
los siguientes:
* Acercamiento simultáneo desde todos los ángulos posibles
Así mis lecturas alternaban los documentos más conceptuales del proyecto, las
evaluaciones anteriores, los informes de trabajo, los resultados de los diagnósticos, etc.
Agregaba también la revisión de pedazos de diferentes textos que había traído sobre
temas afines a la Sección: investigación participativa, diagnósticos y estudios según el enfoque
de sistemas, pautas metodológicas para el trabajo en comunidades...
Dichas lecturas complementarias no tenían por finalidad verificar la coherencia de la
Sección con tal o cual planteamiento o modelo, sino estimularme a mí mismo, ayudarme a abrir
mentalmente el horizonte más allá del proyecto mismo y de mis propias experiencias.
Faltaron otros elementos que hubiesen sido muy importantes. Acercarme al enfoque de
las propias comunidades era fundamental. Pero fue imposible por el poco tiempo y la necesidad
de priorizar, por mi propio estado actual de salud para transitar por el campo, así como por mi
rechazo a aparecer por las comunidades de otra manera que a la cola de una actividad
normalmente programada por el equipo.
Todo trabajo debe producir resultados pero estos casi nunca pueden constituir un fin en sí.
Necesitan ser calibrados en función de la finalidad, los objetivos mayores que se persiguen. Es lo
que PADI expresa a su manera cuando habla de "instrumentalizar" lo económico-productivo para
lo formativo: se buscan metas y resultados económico-productivos pero en función del potencial
formativo de estas actividades, en función del proceso formativo.
Los proyectos que solicitan apoyo externo suelen definir de antemano una serie de
resultados, de productos que esperan de dicha colaboración. Por mi parte, comienzo siempre
tomando estos requerimientos como un signo más de lo que es, piensa y conoce el proyecto.
Es decir que intento no encerrarme mentalmente en tales resultados, ni limitarme a su
consecusión, sino que busco leerlos como una más de las expresiones del proceso en el cual
está el proyecto y, al mismo tiempo, trato de instrumentalizar su logro o su modificación en
función de dicho proceso institucional y sobre todo del proceso de desarrollo, especialmente el
de las comunidades con las cuales se trabaja.
Es decir que la primera prioridad la conserva(n) el(los) proceso(s).
Parece muy fácil enunciar esto así no más. ¿Cómo se hace entonces? No se puede dar
una sola respuesta. Todo depende de innumerables factores. Por ejemplo:
- De la transparencia o disfraz de los procesos. Algunos son aparentes, otros se disimulan
bajo frases, lemas, acciones, actitudes, racionalidades diversas y a veces contradictorias.
- De mi propia capacidad de sentirlos. Algunos, más afines a mí, me resultan muy
accesibles mientras otros requieren un largo y tedioso acercamiento hasta percibirlos
como son y no como creo que son.
- De la coherencia interna del proyecto: coherencia de la propuesta institucional, coherencia
del personal, del (de los) equipo(s)...
- De la valoración, que hace el proyecto y que pueda hacer yo mismo, sobre los objetivos,
resultados e instrumentos propuestos. En ciertos casos es preciso comenzar
respetándolos como tales para recién al final del apoyo relativizarlos a la luz de la práctica
común. En otras oportunidades es preferible debatirlos y someterlos a revisión desde el
inicio a fin de intentar una práctica diferente durante el apoyo mismo.
- De mi propia capacidad de contribuir al logro de resultados durante el apoyo. Según mi
mayor o menor conocimiento del tema {saber}, mi mayor o menor experiencia en esta
materia {saber-hacer} y la imagen previa que el proyecto tenga de mí {poder}, puedo tener
que seguir los pasos trazados, buscando generar nuevas dinámicas y posibilidades desde
adentro, o bien proponer de entrada nuevos derroteros. Puedo tener que cuidar las
secuencias previstas o aprovechar la ruptura de las mismas como instrumento de
aceleración de procesos internos, de acuerdo a la percepción que logre sobre la
posibilidad o imposibilidad de desembocar así sobre un mínimo de resultados finales.
- Etc.
En todo caso, la prioridad al (a los) proceso(s) significa que la mayor atención está en
ellos, que mi obsesión permanente es entender de dónde vienen, dónde están y adónde pueden
llegar a ir la institución, las comunidades, los equipos, los equipistas...
* Debate abierto
Por un lado, este proceso de desarrollo se caracteriza por el hecho de ser abierto: no hay
un modelo válido a aplicar mecánicamente; estamos en búsqueda, a través de aproximaciones
sucesivas que nos ayuden a mejorar progresivamente; estamos en un proceso de reconstrucción
que requiere capacidades de cuestionamiento y de elaboración; nuestros marcos de
interpretación, nuestras creencias, nuestros saberes, nuestros métodos e instrumentos se ven
permanentemente sometidos a rectificaciones de fondo o de forma.
Es importante asumirlo, sin tratar de minimizar o soslayar las dudas, los cambios
necesarios, sin esperar tampoco haber llegado a nuevas certezas absolutas antes de actuar. Por
el proceso de acción en el cual estamos metidos, esa duda y búsqueda son parteras que
necesitamos, sin temer al aborto.
Por otro lado, cuando intentamos evaluar o sistematizar uno tras otro los múltiples
elementos de nuestros procesos, solemos perder gran parte de la riqueza de esa reflexión.
Cada formulación de objetivo, meta, pauta metodológica o técnica encierra una lógica
propia, tiene su coherencia interna y tendemos entonces a volver a verificar dicha coherencia
interna sin llegar a revisar y cuestionar la lógica que inspiró su elaboración.
Tomados aisladamente, cada uno de estos elementos es algo cerrado, producto de una
serie de razonamientos (generalmente de causa-efecto) originados en anteriores creencias o
experiencias, y resulta difícil abrirlos y removerlos; apenas si podemos mejorarlos un poquito,
siempre dentro de su coherencia inicial.
Nuestro proceso de reconstrucción de lo que es o debería ser desarrollo andino exige
abrirlo todo, ser capaces de aprovechar cada experiencia sustancial para volver a reflexionar y
debatir el conjunto, sus bases, sus formas, sus productos.
Por ello, como apoyo externo a procesos de autoformación y/o de autoevaluación, suelo
priorizar modalidades de debate abierto. La programación de un evento puede haber planteado
que comencemos por el tratamiento de tal o cual punto específico. Mi preocupación consiste en
privilegiar, durante la primera fase del Taller o reunión o apoyo, un tipo de debate en el cual, a
partir del punto propuesto, se inicia un fuego cruzado de reflexiones que abarcan las
concepciones, los objetivos, las prácticas, el conocimiento de la realidad, las actitudes, etc.
El conjunto de ideas, posiciones, propuestas o preguntas que ahí aparecen permite
entonces tener un nuevo marco, un nuevo panorama que posibilita una mayor capacidad crítica
ante cualquiera de los elementos a revisar.
Es importante que ello no se quede ahí y poder luego reelaborar una nueva interpretación
mínima, unas nuevas pautas para el trabajo, de tal forma de no quedarse en el debate y poder
regresar a la práctica y a una nueva experiencia sustencial.
Una gran ventaja para poder cumplir este papel de espejo deformante es el circular por un
sinnúmero de proyectos en los países andinos, lo cual brinda muchas posibilidades de ejemplos.
Al mismo tiempo, por estar yo mismo viviendo mi proceso de reelaboración,
reconstrucción, en muchos momentos tiendo a olvidar los casos que me llevaron a tal o cual
reflexión o cuestionamiento y a pretender explicar más bien las nuevas interpretaciones a las
cuales intento llegar. Recién cuando siento haber logrado entender mejor algo, puedo con más
facilidad desprenderme de mi interpretación y utilizar los casos y ejemplos para apoyar y facilitar
la interpretación de los demás.
Ni siquiera llevé al Proyecto mis apuntes de la reunión en Lima con Meche y Mauro.
Quería tener la mente lo más abierta posible.
En la tarde del jueves 20, ya en la oficina, tuvimos no una reunión sino una conversación
informal. Mientras Meche me preparaba documentación de todo tipo para leer, fuimos hablando
con ella y con Paco.
Meche parecía un poco más preparada a mi manera de trabajar. A Paco, el docente, le
costó inicialmente entender mi negativa a tomar decisiones y armar programa en ese momento.
Lo único que resolvimos fue el carácter interno del Taller: la evaluación con las comunidades
sería en otro momento.
A partir de esta noche, mi labor principal fue la revisión de bibliografía. El viernes 21 seguí
con ello hasta que, al final de la mañana, preparamos con Meche una primera propuesta de
programa y cronograma de trabajo.
El sábado 22 entramos a una suerte de fase previa del Taller a realizarse los días 26 y
27: íbamos a intentar visualizar, reconstruir e interpretar la historia institucional y del proyecto. Yo
había propuesto un instrumento: una "matriz histórico-temática" a trabajar en grandes
papelógrafos en la pared.
Luego de marcar la secuencia histórica, que traté de hacer remontar lo más lejos posible,
y de explicar muy sucintamente objetivos y procedimientos, elaboramos entre todos las
categorías a utilizar para ubicar hechos e interpretaciones.
Comenzamos con una lista. Después propuse un tipo de ordenamiento y, sin esperar el
debate del mismo, lo empecé a colocar en la matriz.
Tenía preparado un esquema posible. Lo enriquecí con aportes de la lista, pero probé
dejar de lado una de las propuestas de la misma: los "ámbitos de trabajo". Nadie protestó ni pidió
que se le incluyera: ¡el instrumento era mío y los participantes se limitaban a seguirme!
Luego propuse que hiciéramos el llenado con papelitos escritos a mano por cada uno (una
suerte de tarjetas) y me callé esperando ver qué pasara.
Meche intervinó entonces tres veces para proponer modalidades de ordenamiento del
trabajo. Primero distribuir las categorías del llenado según las funciones de cada uno en el
equipo y la institución. Luego secuenciar el procedimiento, iniciando con colocar la información
para recién después pasar a su interpretación. Finalmente formar sub-grupos (¡cuando éramos
10!) y fijar un tiempo para la labor de los mismos.
Ante las dos primeras propuestas, opuse razones a favor de un trabajo más abierto. A la
tercera, me dí por vencido. Pensé que tanta insistencia significaba probablemente mucho: valdría
entonces la pena ver cómo se suele trabajar en PADI.
Apenas terminé de expresar que procedieran como mejor les pareciera, Meche armó tres
sub-grupitos, indicó locales para reunirse y la gente comenzó a retirarse. Todo eso en poco más
de 30 segundos.
Dada la riqueza de lo vivido en la mañana (tanto el proceso como los diferentes criterios y
modalidades de trabajo para llegar a los cinco tipos de aportes que se dieron), decidí arrancar la
tarde con una pequeña evaluación de lo sucedido a fin de facilitar una apropiación del
instrumento por el equipo.
Cuando, finalizando la rueda de evaluación, empecé a explicar mis propias reacciones y
reflexiones, poniendo sobre el tapete las iniciativas de Meche y mi interpretación de las mismas,
se generó un debate que pasó rápidamente de las técnicas de trabajo a los objetivos del mismo,
al rol mío, etc.
Al inicio fue sobre todo un aclare entre Meche y yo.
Pensaba entonces cortarlo cuando los miembros del equipo empezaron a intervenir cada
vez más y a ampliarlo a las prácticas en comunidades. Decidí entonces dejar seguir la dinámica
porque, si bien la voz cantante la llevaba Paco que buscaba reflexionar los nuevos elementos en
función de la propuesta global de PADI, progresivamente se iba dando una tónica de debate y
cuestionamiento en la cual se iban sumergiendo todos.
Cuando levantamos la sesión a las 18.30, no habíamos avanzado nada más en el llenado
e interpretación de nuestra matriz, en el cumplimiento de nuestra meta. ¿Habría servido de algo?
En la tarde, luego de una nueva sesión de bibliografía, tuve una primera reunión conjunta
con todo el equipo de conducción.
Durante dos horas y media tocamos una serie de puntos en una suerte de semi-diálogo de
sordos.
Mientras iba planteado sucesivamente lo que para mí eran ejes de un debate necesario en
la conducción, cada miembro de este equipo reaccionaba de manera diferente: Meche me
respondía de inmediato haciendo aclaraciones, aportando información para precisar
exactamente las cosas; Mauro completaba esa labor y retomaba algunos de los elementos de
cuestionamiento; Paco se volcaba más bien hacia la reflexión como tal.
Todo ello expresaba mucho: por un lado sobre cada uno de mis tres interlocutores; por
otra parte sobre este eje básico de la vida institucional, el equipo de conducción.
No podíamos seguir así. A las dos horas y media, planteé mi incomodidad por lo que
llamé una "actitud autodefensiva" por parte de Meche, provocando una pequeña crisis que
resultó muy saludable.
Por un lado Meche explicó que sus respuestas respondían al objetivo establecido de la
reunión (aportarme complementos de información) y que los debates estaban previstos para
después.
Por mi parte aclaré que dicho objetivo para mí no estaba tan evidente. No lo había querido
debatir en nuestra reunión del viernes 21 porque en ese momento podía ver la necesidad, como
ritmo, de esta clase de reunión pero no tenía aún claro cuál objetivo convendría mejor.
Nuestras mutuas explicaciones no fueron por supuesto suficientes para disipar del todo el
malentendido pero sirvieron para pasar de una actitud de negociación implícita a otra de
búsqueda común de los campos posibles y necesarios de diálogo.
¿Dónde estaba el malentendido? ¿En concepciones? ¿En planteamientos metodológicos?
¿En estilos de conducción? ¿En distribución del poder? Probablemente un poco en todos ellos.
Se iría luego aclarando.
Pero dos elementos muy positivos podían ser rescatados de la reunión (más allá de las
informaciones y debates):
* había logrado precisar mi percepción de que una clave para la evaluación de la Sección
Autodesarrollo Comunal era la evaluación de PADI como tal, sus planteamientos, su
equipo de conducción y su dirección;
* había comenzado a desbloquearse el malentendido con Meche.
La reunión fue muy útil para ubicar mejor los principales ejes sobre los cuales debería
centrarse la reflexión de la Sección Autodesarrollo Comunal y por tanto el Taller a comenzar al
día siguiente.
Terminamos la reunión precisando las fases, el programa y las responsabilidades para el
mismo.
En la tarde cambié de interlocutor institucional y fuí a visitar otro proyecto amigo.
Se comenzó por una revisión-debate en forma abierta de los impactos del proyecto.
Luego de una primera rueda por parte de los miembros del equipo, se aprovechó un tema
(el enfrentamiento jóvenes-adultos en una comunidad) para, alrededor del mismo, iniciar un
tratamiento amplio de la realidad de las comunidades, de las interpretaciones del equipo sobre
ellas y de las prácticas de trabajo con ellas.
Después de dos horas, se propuso otro centro al debate: los objetivos de la primera etapa
de la Sección fueron colocados a la vista en papelógrafos. A la luz de las reflexiones anteriores
se retomaron dichos objetivos y se les revisó. Surgieron una multiplicidad de preguntas y aportes
sobre su significado, su interpretación, su relación con la práctica.
Con ello, después de una hora, llegamos a concebir que la evaluación no había de
limitarse al cumplimiento del proyecto, con sus resultados e impactos, y habría de abarcar una
revisión de la misma propuesta original del PADI que sustentó el proyecto Autodesarrollo
Comunal.
En la tarde Mauro hizo de moderador. El debate ya estaba bien lanzado con un tono muy
reflexivo y crítico. Se amplió el centro completando los objetivos de la primera etapa con los de la
segunda y los del PADI.
De esta forma desembocamos en un primer ensayo de reformulación de algunos de los
objetivos.
Terminamos el día con una rueda de evaluación donde lo predominante fue el impacto por
el método abierto empleado y la profundidad de reflexión que había permitido, y al mismo tiempo
cierta desazón porque "los temas no se terminan y se mezclan".
Temprano el viernes 28, último día previsto para el taller, retomé por primera vez todos
mis apuntes y observaciones de estos días y los comencé a ordenar para poder devolverlos.
Surgió así lo que progresivamente tomaba forma de un posible informe final.
Dada la cantidad de aspectos tocados, una vez en la sesión de la mañana no me limité a
presentarlos todos de golpe y a participar luego en el debate, tal como había sido previsto, sino
que asumí la moderación del día (sin consultar a nadie: Meche y Mauro me dejaron hacer;
cuando Paco quiso intervenir, cambiando inconscientemente el estilo de debate que trataba de
conducir, le pedí que me dejara).
En la tarde se prosiguió sobre el mismo punto, entrando cada vez más a las
consecuencias prácticas de todo ello, de tal forma que, luego de una hora, se presentaron "las
ambigüedades o contradicciones en la práctica".
El trabajo del sábado 29 era fundamental: después de dos días de reflexión bastante
abierta, era necesario producir algunos resultados mínimos que confortasen los ánimos y
demostrasen que lo abierto no es incompatible con productos concretos.
De nuevo sin consultar, asumí la moderación y llegué temprano a la oficina para adecuar
el local: distribuí en las paredes todos los papelógrafos producidos en estos días a fin de que
todos contemos con la memoria visual de los debates; completé con una suerte de síntesis de
los objetivos iniciales de la evaluación; coloqué dos hojas en blanco, una para balance, otra para
pistas.
La reunión comenzó a las 9.20 y teníamos poco tiempo por delante. Al primer tema
propuesto por un miembro del equipo (el divorcio jóvenes-adultos), lo aprovechamos para
retomar las reflexiones anteriores y ampliarlas a una interpretación mayor sobre el acercamiento
institucional a la realidad y la racionalidad de las comunidades.
De cada interpretación-balance (no necesariamente problema) fueron derivando pistas
sobre lo que podrían o deberían hacer la Sección Autodesarrollo Comunal y PADI para mejorar,
evitando recomendaciones muy puntuales y buscando más bien grandes líneas a seguir.
Trabajamos durante una hora y media sobre la base de la dinámica lanzada con el
"divorcio jóvenes-adultos". Cada aporte iba generando otros aportes u otros temas.
Cuando intentamos volver a partir de cero, buscando un nuevo punto de arranque o los
puntos faltantes, la dinámica se trabó un poco. Pero seguimos tocando todavía diversos
aspectos, sin lograr mucha ilación entre ellos.
Para terminar, dedicamos casi una hora a una rueda de evaluación de nuestra práctica
común de estos días. Debo reconocer que yo mismo ocupé 17 minutos de este tiempo,
buscando aprovechar esta última oportunidad de reunión con todos para ofrecer algunas
reflexiones sobre lo que había sucedido, con la intención de ayudar a posteriori al equipo a
entender mejor por qué y cómo habíamos procedido y, así, a apropiarse de lo que le parezca
conveniente.
El lunes 31 estuvimos casi todo el día en reunión con el equipo de conducción, en parte
revisando lo hecho y su posible prolongación, en parte abarcando nuevos temas y aspectos.
Más allá de lo tratado, lo significativo fue el tono de este encuentro. Fue una larga
conversación más que una reunión formal.
Culminando el proceso de esta misión de apoyo, el diálogo se había no solamente
restablecido sino enormemente enriquecido; el equipo de conducción (según mi interpretación)
había logrado pasar de una actitud que consistía fundamentalmente en conducir la evaluación de
la Sección Autodesarrollo Comunal a una actitud más amplia que incluía su propia
autoevaluación como equipo, como conducción, como institución.
El martes 1, volví a las largas horas de espera en aeropuertos para regresar a Lima.
Antecedentes
Esta misión sobre concepto y trabajo de extensión se ha venido preparando desde hace
casi dos años. Debido a reestructuraciones internas que se fueron dando dentro del Proyecto, se
fue demorando todo ese tiempo. Mientras tanto tuve oportunidad de conocer algo de lo que se
hacía y sucedía, leyendo los documentos que me enviaban y aprovechando mis recuerdos de un
primer recorrido por la zona.
Sin embargo quise evitar que esas primeras impresiones se transformen en ideas
preconcebidas para mi venida. Por ello decidí no volver a leer antes de venir, a fin de formarme
una impresión personal sobre la situación actual.
Prioridad al proceso
Llegado aquí, a base de las visitas, las conversaciones, los recuerdos y la revisión de
todos los elementos posibles sobre la evolución del proyecto, pude comprender la extraordinaria
riqueza del proceso vivido y decidí priorizar en mi trabajo todo aquello que contribuya a valorarlo
y potenciarlo.
La visión de proceso debe ser una constante en esta clase de asesoría. Pero sucede muy
a menudo que los procesos institucionales estén tan cerrados sobre sí mismos que el consultor
externo debe buscar ejemplos y datos marginales para apoyarse en ellos y ayudar los actores
locales a vislumbrar posibilidades que ellos mismos ignoran.
En este caso, la confrontación reciente del Proyecto con la realidad lo obligó a abrirse
cada vez más en los últimos tiempos. Gracias a ello pude dedicarme más bien a ayudar al
proyecto a sentir e interpretar mejor su propio proceso, a descubrir los innumerables potenciales
presentes en éste, a confiar en el proceso más que en modelos y recetas, a desarrollar su
capacidad de acompañarlo y apoyarlo...
Por ello, de común acuerdo con el Proyecto, la misión no intentó empujar ni apresurar
conclusiones sobre lo que habría de ser la extensión. Más aún, planteé que ninguna decisión
debería tomarse antes de mi partida. De lo que se trataba era que el proyecto tome decisiones
acordes a su proceso, dentro de su proceso, y no sobre la base de la influencia temporal de un
elemento externo como el consultor.
Al llegar, encontré expectativas de los diferentes componentes por contar con mi apoyo
para "lo suyo", es decir que se esperaban contribuciones componente por componente.
Por experiencia se sabe sin embargo que el mejoramiento global no proviene de la simple
suma de mejoras puntuales, sino que pasa necesariamente por el logro de una coherencia
global. ¿Cómo explicar esto desde el inicio sin dar la impresión de que la misión fuese a
dedicarse a disquisiciones generales y a olvidarse de las necesidades concretas de cada uno?
Tuve que hilar fino para deshacerme progresivamente de una serie de compromisos "en
terreno" y tomarme tiempo para estudiar la dinámica global.
Al mismo tiempo fuí demorando un poco la visita componente por componente y, al
realizarse por fin, ésta fue estrictamente de carácter informativo, sin entrar a debates de fondo.
Con ello, buscaba poder devolver mis observaciones ante el equipo completo y estimular
así el interés de todos por encontrar la coherencia global, aunque sea partiendo de
problemáticas más específicas.
Recién después de varios días de debate entre todos retomé mi peregrinaje por las
secciones que lo solicitaban a fin de conversar aspectos más precisos.
Otro dilema fue en cuanto a saber con quién trabajar prioritariamente. Las solicitudes eran
múltiples. Y se sentía también cierta frustración de los extensionistas ante lo que aparecía como
"privilegios" de los de la oficina central.
Sin embargo me reafirmé en una prioridad que adopto a menudo en proyectos cuya
orientación no está aún claramente consolidada: el equipo directivo. Son muchas las
experiencias de trabajo aparentemente exitoso con el personal de terreno que luego se vienen
abajo porque los responsables jerárquicos no entienden el por qué ni el cómo de la labor que se
va realizando.
Para hacer "extensión" en el sentido de "interlocución", es indispensable que los niveles
directivos estén adecuadamente motivados y preparados.
Dediqué entonces la mayoría de mi tiempo a sentir y apoyar el proceso del propio equipo
directivo, tanto en su comprensión de los retos y potenciales del proceso vivido y de las tareas
por realizar como en la consolidación de una necesaria dinámica de equipo.
La relación con los extensionistas fue por ello más bien de diálogo informal (reuniones
nocturnas por ejemplo), además de la larga y tediosa sesión de información del último día.
Dinámica de equipo
Todos los esfuerzos fueron así orientados a fomentar una cada vez mayor dinámica de
trabajo en equipo por parte de jefes y asesores de la oficina central.
Al no buscar que el concepto de extensión se defina en mi presencia y al tratar más bien
de alimentar los debates sobre el tema, intentaba que el personal llegue a un planteamiento
realmente compartido y que sirva de inspiración general, dando coherencia de equipo.
La reflexión sobre el tema de la extensión no era nueva. Ya se había en marzo cuando
prepararon su primera propuesta. Pero prefirí no usarla como punto de partida del debate. Más
bien prioricé la búsqueda a través de las enseñanzas del propio proceso del proyecto, de la
propia realidad local, a fin de que todos puedan tomar parte en la producción de este concepto
como referente común.
Asimismo, como consultor privilegié en los primeros días mi propia comunicación con los
mandos jerárquicos del Proyecto (por ello el haber elegido un escritorio lo más cercano posible
de la "jefatura") a fin de "sentir" la disposición existente en cuanto a un posible trabajo en equipo.
Una vez adquirida la confianza de que ello era no solamente posible sino deseado, todas las
reflexiones y devoluciones fueron hechas ante el "equipo".
Como no se trataba de tomar decisiones ahí, esta práctica no interfería con el
funcionamiento de las estructuras jerárquicas y permitía más bien que la toma futura de
decisiones pueda basarse lo más posible en consensos.
En este sentido, intenté aprovechar al máximo la posibilidad de tener al "equipo" en
conjunto como contraparte para la misión y no un componente o una persona específica.
Inserción en la cotidianeidad
¿Cómo lograr que la dinámica de reflexión y debate que se podía alcanzar durante mi
presencia tenga un carácter más permanente?
Sucede a menudo que el poder de convocatoria que significa la presencia del elemento
externo termine siendo un freno al retirarse éste: al no haber la misma motivación por
"aprovechar la oportunidad", cada uno se vuelve a encerrar en sus rutinas cotidianas y los
debates de conjunto se diluyen nuevamente.
Esa preocupación me llevó a idear modalidades de trabajo con cierto potencial de
continuidad, dando especial importancia al momento y al lugar.
La primera opción consistió en tratar de crear un momento privilegiado dentro de la
cotidianeidad del trabajo, siendo la última hora de la tarde el más propicio. No establecí un
programa temático de puntos a enfrentar. Más bien, aprovechando las expectativas iniciales
sobre mis comentarios después de haber asistido en silencio el primer martes a un día entero de
reuniones institucionales, intenté suscitar el interés y la costumbre de "encontrarse" todos los
días a la misma hora, con la participación de quienes pudiesen estar disponibles.
El lugar de semejante encuentro era también de gran importancia. Habiendo constatado
los dos primeros días que las reuniones semi-informales solían hacerse en la oficina de la
"jefatura", mientras se guardaba el "teatro" para grandes reuniones formales, usé pretextos de
espacio (oficina chica) y de visualización (pizarra en el "teatro") para fomentar una apropiación
diferente del "teatro" como espacio abierto y neutro para dichos encuentros.
Los momento, lugar y periodicidad así elegidos no son necesariamente los más idóneos.
El personal del proyecto conoce mejor su realidad y podrá ubicar lo más adecuado. Pero la
experiencia debería servir para que la búsqueda de una mejor dinámica de equipo se haga
pensando en la importancia de esta clase de elementos.
Luego de tres años de relaciones con el CODAR, la experiencia puede servir para
reflexionar el papel de un asesor externo dentro de un programa como éste. Los siguientes
apuntes pretenden ayudar al Convenio y su personal a desarrollar su capacidad de aprovechar
tales aportes externos.
La riqueza de la relación habida entre el CODAR y el consultor a lo largo de casi tres años
fue su versatilidad en función del proceso institucional. Ubicadas de manera general en el marco
de las misiones de la tercera clase, las de "especialistas", tuvieron objetivos distintos según los
casos:
+ Muchas misiones tuvieron por finalidad la conducción - moderación de eventos
decisivos en que el Convenio tenía que precisar enfoques, estrategias y métodos.
+ Otras estaban destinadas a apoyar el lanzamiento de una actividad determinada.
+ La primera parte de la última misión buscaba acompañar y enriquecer ("actualizar y
animar debates", "observar", dicen los términos de referencia) la marcha del proceso.
Dentro de esta diversidad de objetivos, la práctica del consultor trató de manejar una serie
de rasgos comunes y permanentes: partero, espejo, relacionador, estímulo a la autoformación,
escribiente.
Como apoyo externo, el consultor tenía un rol que cumplir: ayudar al Convenio a tomar
distancia de su práctica cotidiana y forjarse una imagen más adecuada de su trabajo. Esa labor
de espejo se hizo algunas veces con el simple uso de técnicas (como el "espejo de palabras", la
primera vez) pero mayormente se intentó que el reflejo esté ofrecido por referencias a las
realidades, procesos y acciones de desarrollo en la extensa región andina.
Es decir que se buscó aprovechar la experiencia del consultor en diversos proyectos,
zonas y países de los Andes como estímulo al Convenio en el conocimiento y reflexión de la
realidad local y de su propio actuar.
Los procesos y proyectos de la zona andina extensa no sólo habrían de servir como
espejo; también deberían ser fuentes y oportunidades de colaboración y complementación. El
consultor asumió así un rol de relacionador entre el Convenio y otras instituciones y personas,
tratando de facilitar el establecimiento de relaciones directas.
Ese papel de relacionador se hizo en dos sentidos: ayudando al Convenio a establecer
contacto (bibliográfico, institucional, personal) con otros; aportando a otros referencias sobre las
orientaciones, acciones y perspectivas del CODAR.
Estas dimensiones del rol del asesor externo fueron conversadas en repetidas
oportunidades, pero nunca fueron bien explicitadas como tales. Se fueron forjando
progresivamente a lo largo de la práctica de trabajo conjunto. Así, la demanda del CODAR hacia
el consultor evolucionó paulatinamente. Del inicial "especialista en extensión - comunicación -
formación de personal", se llegó finalmente a un "acompañante" en la búsqueda de apoyo al
desarrollo andino. Acompañante del cual se esperaban cada vez más aportes de "espejo andino"
y de "relacionador".
Sin embargo, puede concluirse a priori que el CODAR hubiese ganado mucho en el
aprovechamiento del consultor si estos roles complementarios hubiesen estado claros y
explicitados. Algunos vacíos o tergiversaciones hubiesen podido evitarse.
+ Así se hubiese podido sacar mayores ventajas para el desarrollo de capacidades propias
del CODAR. A pesar de la insistencia y los esfuerzos del consultor por asumir en equipo la
labor de moderador y partero en reuniones claves, siguió prevaleciendo la tendencia a
descargarse de tales responsabilidades sobre el asesor contratado.
A tal punto que, en las dos últimas oportunidades, el consultor tuvo que negarse a llenar él
mismo el vacío de preparación de reuniones a fin de obligar el equipo a asumir y priorizar.
+ Asimismo, por la importancia de su rol en determinados talleres claves de definiciones en
la oficina central, el consultor se convirtió en símbolo de los mismos. Se creó de esta
manera una suerte de dependencia que ha llevado a que tales talleres sólo se realicen
cuando está presente el asesor externo.
Podía ser positivo que la llegada del asesor sirva de catalizador para motivar y movilizar
a todos a fin de hacer un alto en las actividades y tomarse el tiempo de debatir a fondo.
Pero es peligroso que ello sólo sea posible en presencia del elemento externo, que el
CODAR no sepa hacer altos por su cuenta, sin aportes de extraños.
+ El hecho de que sea el consultor quien hiciera los informes de aquellos talleres claves de
definiciones y de que sus escritos en general circularan dentro del CODAR llevó a otro tipo
de distorsiones: la tendencia a la personalización de lo que en realidad fue una orientación
elaborada en forma compartida.
Es cierto que la relación CODAR-consultor terminó yendo mucho más allá de lo
simplemente contractual, que la permanencia del contacto se debió a la orientación
compartida, y que un vuelco en ésta habría hecho inútil o contraproducente la asesoría.
Pero seguir hablando de "las ideas de PZ", además de ser una tergiversación, es un
peligro para el CODAR cuando vemos en el terreno la importancia cada vez mayor del
compromiso a favor de los campesinos.
+ La confusión creada por la dependencia, el rol de catalizador y la referencia a las "ideas
de PZ", terminó por dificultar la labor de acompañamiento. El mejor ejemplo lo da una
reunión reciente en que el personal de una zona no podía desprenderse de una imagen
del consultor como evaluador, frustrando así las posibilidades de compartir debates y
reflexiones y aprender juntos.
F
y la falsa profesionalización
Pierre de Zutter
François Greslou
Hoy día se les acusa de haberse comportado como misioneros. Es cierto. Cualquiera sea
su bandera, eran esencialmente militantes... antes... hasta cierta edad...
Trátese de un ideal o de un saber, eran voluntarios para cumplir una misión. Aquellos que
sobrevivían a la crisis del primer año, es decir a los trastornos del "síndrome del experto" --
sorpresa y desencanto ante la lentitud, la falta de dinamismo o de comprensión por parte de sus
interlocutores; primeras fiebres de racismo --, aquellos le agarraban entonces el gusto.
Disfrutaban embriagados por haber escapado a las rutinas y los caminos de sus ex-
condiscípulos.
Las privaciones, siempre relativas, de sus condiciones de vida eran izadas como
estandarte para marcar las fronteras frente a sus compatriotas "expertos" oficiales. El muchacho
honesto que, hace más de 15 años, reconocía en Berlín ante sus compañeros de promoción del
Centro alemán de Formación que sólo era voluntario para tener luego mejor chance de conseguir
un puesto como experto de la GTZ, terminó apartado del grupo. ¡Un materialista!
Era en aquel tiempo... Eran jóvenes... Habían partido solos, o en parejas. Pronto llegó la
hora de las familias. Ahí, entre la necesidad de una buena escuela para los niños que crecían y
los retos profesionales para su futuro, muchos regresaron: ¡ya habían cumplido! Y todavía
estaban a tiempo para reinsertarse.
Muchos también se quedaron, en el terreno o en el oficio. A cada uno su integración.
Quienes escogieron quedarse allí dónde estaban, por solidaridad o afán de integración
con determinado pueblo, formaron muchas veces una familia autóctona y se convirtieron en
reservorio de mano de obra para toda clase de agencias metropolitanas en busca de personal
barato y sin embargo de confianza.
Quienes se lanzaron al oficio se transformaron en pájaros migrantes del desarrollo. Cuatro
años de proyecto por ahí, seis años por allá, la casa y la familia en la capital, el trabajo diario en
el campo... hasta que reviente. "Este es un oficio de divorciados" decía un amigo luego de
encontrarse con varios colegas de sus inicios.
Todos aquellos que partieron, ¿quiénes son realmente ellos ahora? Ya no tienen gran
cosa de misioneros. Más bien colgaron los hábitos y se les podría considerar excomulgados.
Empujados por las realidades locales y los cambios planetarios, rechazaron o perdieron
aquellas garantías ideológicas y pertenencias del inicio, cuestionaron muchas evidencias
aprendidas en las aulas académicas, traspasaron límites que anulan o tergiversan el diálogo con
parientes y amigos de su país de origen.
Todo ideal no ha muerto, pero sí aquellos "ismos" dónde se cobijaban y sentían el calor
del grupo.
Entonces ellos, los excomulgados de toda clase de capillas, partidos y saberes, los
sobrevivientes de una raza provisoriamente en vías de extinción, cada uno por su lado y según
sus posibilidades, aisladamente, van haciendo malabarismos para volver a hallar alguna filiación,
para garantizar aunque sea la supervivencia material.
De hecho, vuelven al redil, sea vistiendo de nuevo la sotana de una iglesia que
cuestionaron, sea instalándose de vuelta en el país que abandonaron, sea buscando trabajo en
el seno de la profesión que renegaron, sea alistándose en la sede de alguno de aquellos
organismos de cooperación cuya incomprensión era, ayer nomás, causa primordial de sus
rabias.
Pero, ahí hay que jurar fidelidad. Son pocos los que pudieron valorar sus nuevas artes
ante sus semejantes de antaño y hacerse reconocer. Los demás, la gran mayoría, descubren
rápidamente que su diferencia no constituye siempre un triunfo sino más bien un lastre y que
mejor convendría adaptar estilo y discurso para ceñirse al consenso de familia.
Allá, era su diferencia la que, tras un largo aprendizaje, les permitía aportar a veces algo
útil. Ahora tienen que esconderla para no perturbar el seno natal. Mejor evitar a aquel importuno
que suscita envidia, duda, o que interpela solidaridades.
Una vez apurado el cáliz hasta las heces y demostrada la sumisión, quedan aún muchas
sorpresas.
Quienes aceptaron un trabajo cualquiera y querían por otro lado preservar un poco de
alma comprometiéndose en el medio asociativo del desarrollo, descubren pronto que todo ha
cambiado. Aún pueden darse el gusto con algunos grupitos ávidos o convencidos pero constatan
que lo central ya no está ahí, que lo asociativo ya no es más que una estructura de
funcionamiento y resulta ser cada vez menos una corriente arrastradora de sociedad.
La corriente está en otra parte y nadie sabe decirles dónde está. Lo asociativo se
entrampó en la gestión de las relaciones con administraciones y medios de comunicación para
obtener fondos. Por inercia sigue conservando un cierto interés por el testimonio del combatiente
de terreno pero ya no lo necesita verdaderamente. Hoy día, lo que produce dinero es aquello
que moviliza los medios de comunicación empujando al consumo de emociones, o bien aquello
que sabe acariciar tal o cual idea de moda.
La profesionalización tecnocrática
Nuestros excomulgados no tienen pues mucho que escoger. O bien revalidan y completan
sus cartones de diplomas, o bien aprenden a vender sus dudas como remedios y a vivir de ello.
Todo les conduce a renegar de la única riqueza adquirida en el trascurso de esos años: su
experiencia diferente.
Sin embargo...
Sin embargo... Los excomulgados son mucho más que simples testigos o especialistas del
"desarrollo" allá, de la cooperación, de la solidaridad intercontinental. Constituyen un verdadero
yacimiento a escala mundial de experiencias y reflexiones sobre aspectos determinantes de la
evolución planetaria.
No les exijamos lucidez ni claridad sobre todas las dimensiones de sus recorridos. De
haberlas tenido, habrían sabido al menos desmitificar la falsa profesionalización tecnocrática y
asentar aquella profesión tan necesaria: generalista del desarrollo.
Pero, ¿acaso no tienen nada que brindar a un mundo de migraciones y movilidades
aceleradas, ellos que andan a menudo desgarrados por pertenencias múltiples y que terminan
por sentirse extranjeros en todas partes?
¿No tienen nada que aportar para preparar la historia en momentos en que, tras la ilusión
de triunfo de una de las ideologías universalizantes, quedan cuestionadas todas las propuestas
de este tipo y se afirma la exigencia de aprender a dialogar entre culturas?
¿Nada tienen que decir sobre el conjunto del devenir social, económico y político de la
tierra, ellos que participaron y comprobaron el fracaso del desarrollo que el Norte había
prometido al Sur?
Las preguntas y los temas podrían ser infinitos, pero no se trata tampoco de lanzar nuevos
axiomas desde la suma de experiencias parciales.
Los años nos enseñaron algo: mientras los encuentros organizados para producir grandes
conclusiones suelen parir apenas vagas generalizaciones o recomendaciones demasiado
puntuales o interesadas, la realidad del terreno (y el desafío de una realidad concreta) es la que
mejor estimula el debate interdisciplinario, el intercambio entre experiencias diferentes y el
descubrimiento de nuevos aportes.
Escojamos pues un terreno y pidámosle que sea el anzuelo para un debate, que sea
nuestro partero.
Si se trata de no perdernos en los detalles de tal o cual caso específico de allá, donde la
información estaría mal distribuida entre nosotros, ¿por qué no optamos por encontrarnos
alrededor del Norte?
Si reflexionáramos juntos sobre el devenir de una gran Europa en pleno "desarrollo", ¿no
tendríamos ahí la oportunidad de valorar mejor la experiencia adquirida en el Sur?
Si debatiéramos la nueva cooperación entre Oeste y Este de Europa, ¿no nos serviría
para elaborar lo aprendido en decenios de cooperación entre Norte y Sur?
Tantas preguntas posibles ayudarían sin duda a expresar mejor los aportes que los
excomulgados de hoy se sienten incapaces de elaborar y compartir.
enero de 1991
(título original en francés:
"Les défroqués du développement")
12
NOTA
Cada dos años, el Seminario Permanente de Investigadores Agrarios (SEPIA) reúne en el
Perú a un grupo importante de profesionales académicos para intercambiar y debatir alrededor
de algunos temas-ejes.
Para la tercera reunión de abril 1989 en Cusco, uno de los temas escogidos se refería a
las Experiencias de Desarrollo Rural. En el segundo semestre de 1988, los responsables
contactaron personal de proyectos a fin de poder contar con aportes de los encargados de la
práctica.
Así como varios colegas, recibí una invitación. Nos reunimos para estudiar qué
convendría hacer. Decidimos tratar de replantear las relaciones entre terreno y academia,
realidad y ciencia de gabinete. Sin la pretensión de ser comprendidos por la mayoría pero con la
esperanza de poder encontrar entre los investigadores presentes por lo menos algunos
interlocutores con quienes profundizar luego las causas y las alternativas del actual divorcio.
En enero de 1989, preparé la intervención solicitada. Tenía dos caminos posibles.
Guardarme por ahora todos los cuestionamientos y enviar algo en el estilo pedido a fin de no
chocar el comité de selección y sorprenderlo en la misma reunión del Cusco. Poner las cartas
sobre la mesa y saber así de una vez si valía o no la pena ir a Cusco. Opté por el segundo.
Después de un tercer borrador, mi texto era sumamente duro. Aconsejado por los amigos,
preparé una cuarta versión que intentaba pulir ángulos pero no era fácil cambiar totalmente de
tono. Así que finalmente envié ambos textos.
Como era de esperar, nuestras preguntas de fondo no correspondían a las prioridades de
los organizadores. Probablemente no hayan sido tampoco comprendidas. No fuimos al Cusco y
el debate no se dió.
Pero sigue la esperanza. Por eso reproducimos aquí la última versión. Sin cambios
porque es importante que, de vez en cuando, la gente de la academia escuche el terreno tal
como se expresa a menudo cuando habla de ella: con rabia y frustración.
He agregado también otro texto breve sobre el mismo tema. Se trata de extractos del
prólogo que, en julio de 1988, había preparado para un posible segundo tomo de los "Mitos del
Desarrollo Rural Andino". Deseaba que esta vez el libro sea obra de muchos autores. Sigo
esperando. Pero los párrafos relativos a científicos e investigadores vienen al caso ahora.
A
Permítannos decirles, en nombre del terreno, nuestra decepción. Sus preguntas son a la
vez demasiado alejadas de la realidad y demasiado encerradas en partes limitadas de una
realidad determinada.
Por un lado son intemporales: podrían referirse a cualquier tiempo y lugar, al Perú de
1970 o a Nepal de 1989; resultan poco sugerentes para los retos que enfrentamos aquí y ahora
en el desarrollo rural.
Por otra parte son reduccionistas y transforman el amplio debate sobre un tema tan
esencial como el desarrollo rural en un simple estudio de funcionamiento de una modalidad de
trabajo, la más externa a la realidad, la más intervencionista sobre la realidad, los "proyectos de
desarrollo".
Intentemos en esta oportunidad dejar de lado el sarcasmo que nos suele inspirar el
absurdo y busquemos un acercamiento que les resulte más inteligible y menos chocante.
Las bases del seminario son típicas de nuestra historia de incomprensión mutua e
incomunicación. Hasta ahora no hemos aprendido a colaborar juntos y nos hemos encerrado en
relaciones de tipo utilitario y cortoplacista. Más que enriquecernos mutuamente, tendemos a
anularnos unos a otros. Eso sucede en las relaciones entre investigadores y técnicos de
campo. Pero se inserta en un fenómeno más general que abarca a un tercer interlocutor, el
campesinado andino.
Una de las fuentes de esta distorsión es aquel esquema en el cual hemos vivido y
trabajado durante mucho tiempo: los investigadores son los encargados de producir
conocimientos, los técnicos de campo de difundirlos y transmitirlos, y los campesinos de
ejecutarlos, de llevarlos a la práctica.
Tal ha sido la inspiración de nuestros diseños institucionales, de nuestras metodologías de
acción, de nuestros 'proyectos'. Diagnóstico, capacitación y transferencia son algunas de las
palabras típicas de semejante enfoque que fue y sigue siendo predominante.
La realidad se cuidó de multiplicar zancadillas al esquema, obligándonos después de cada
traspié a buscar reacomodos. Diagnósticos e investigaciones incorporaron la 'participación'.
Proliferaron discursos, técnicas e instrumentos para hacer más 'dialógica' y horizontal la relación
educativa. Etc.
Luego de años de práctica de todas las nuevas metodologías, reconozcamos que los
parches fueron insuficientes. ¿Por qué?
¿No será en gran medida porque fallan nuestra concepción del conocimiento, nuestra
concepción de la acción, nuestra concepción de la relación entre ambos? ¿No será porque
nuestro esquema de especialización/separación entre pensadores/investigadores,
difusores/extensionistas y beneficiarios/ejecutores es una mera construcción abstracta que no
corresponde a la realidad, a la práctica concreta, y que lleva a autoritarias y frustrantes
relaciones de poder?
A diario vemos que los campesinos son productores y no simples usuarios de
conocimientos. A diario encontramos a técnicos de campo con larga experiencia que acumularon
innumerables conocimientos pero que, a menudo, no saben expresarlos o 'sistematizarlos' en la
forma exigida por la academia. A diario hallamos investigadores portadores de cuestionamientos
y aportes de suma importancia pero que esterilizan su potencial tratando de reducirlos a algún
cuadro, matriz o instrumento simplista.
La equivocada definición del rol de cada uno en cuanto a producción de conocimientos y
conducción de la acción es una de las causas principales de la incomunicación entre
investigadores, técnicos de campo y campesinos.
Esta es una de las bases de nuestros fracasos actuales y, por tanto, uno de los retos que
habríamos de enfrentar es la redefinición del rol de cada uno y de las condiciones para un
diálogo y complementación entre todos.
Sin embargo, debemos evitar caer en una simple delimitación de campos o feudos. La
definición de roles pasa por una reflexión sobre concepciones. En otros trabajos hemos
intentado cuestionar las concepciones de desarrollo que inspiran los roles actuales. Aquí, con
ustedes, quisiéramos revisar la concepción del saber que induce los divorcios actuales.
Permanentemente ustedes erigen el "método científico" como única garantía de un
trabajo idóneo en el campo. Puede ser intelectual y socialmente satisfactorio para ustedes que la
principal pauta del conocimiento esté en lo científico y objetivo del método empleado para su
elaboración o comprobación.
A la luz de la experiencia, nosotros quisiéramos más bien extender a todas las disciplinas
académicas lo que alguna vez se dijo de la economía:
"La economía aparece tanto más científica cuanto más se aleja de la realidad, y menos
científica, aunque más operativa, cuanto más se acerca." Nueva Enciclopedia Larousse,
tomo IV, Editorial Planeta 1980
Imponer las normas científicas como guía para la acción, para el terreno, conduce a
multiplicar errores, dificultades, engaños. Cada ciencia es un sistema cerrado cuyas partes se
justifican mutua e internamente. Pero el trabajo de desarrollo se realiza en una realidad abierta
donde las decisiones son humanas, sociales, económicas..., es decir basadas en criterios
culturales, subjetivos.
Una propuesta 'científica' puede ser intelectualmente seductora por cuanto goza de
coherencia interna, pero ¿de qué nos sirve si está basada en axiomas sobre lo que debería ser
la realidad y no sobre lo que es concretamente aquí y ahora? Más bien lleva a menudo a
aquellos técnicos de campo que buscan implementarla a convertirse en verdaderos 'engaña-
campesinos a sueldo'.
Para el terreno, la principal pauta del conocimiento es su carácter operativo, es decir su
utilidad para la acción, para la toma de decisiones y la realización de prácticas.
Ultimamente se ha buscado aportar mejoras a la investigación, pasando de la vieja labor
de 'adaptación a los Andes' de conocimientos y técnicas importadas a una nueva tendencia de
elaborar científicamente desde la propia realidad andina.
Pero, ¿basta con cambiar el objeto de trabajo? ¿Conviene seguir con las mismas
concepciones y métodos? ¿Debe ser el objetivo la creación de una "ciencia andina"? Quizás
convendría comenzar por preguntarnos:
¿Es el método científico el único válido
para conocer y hacer en la realidad rural andina?
Para responder, deberíamos ponernos de acuerdo sobre qué entendemos entonces por
válido. ¿Seguiremos priorizando, como solemos hacerlo, criterios de medición unilateralmente
prefijados por escalas culturales externas o intentaremos guiarnos por los efectos en la práctica,
por los impactos en las posibilidades y estrategias de familias concretas, de grupos socio-
culturales concretos?
La defensa del método científico suele ser tajante, basándose en la condena a priori de
todo "empirismo", de todo "pensamiento mágico" y otras fórmulas por el estilo.
¿Qué decir ante una realidad en la cual se aprovechan a diario centenares de miles de
conocimientos llamados empíricos y se ven también a diario centenares de fracasos surgidos de
la aplicación de modelos de acción elaborados desde las canteras científicas?
¿Son el empirismo y el pensamiento mágico simples 'objetos de estudio'? Para nosotros,
en el terreno, son interlocutores cotidianos, son los actores principales del proceso de
desarrollo rural andino. Nuestro reto consiste en aprender a dialogar con ellos.
Pero no podemos establecer esa comunicación si mantenemos el complejo de
superioridad de la ciencia occidental, si conservamos como filtro la obsesión de una previa
validación o invalidación 'científica' de los conocimientos de otras culturas. En las circunstancias
actuales, si queremos comunicar con los campesinos, nos vemos obligados a romper
mentalmente con los autores de 'propuestas científicas'. Porque la 'superioridad' del 'método
científico' induce relaciones de poder incompatibles con la comunicación real.
No nos queda entonces más remedio que preguntarnos si la raíz de nuestra casi
permanente incomunicación entre investigadores, técnicos de campo y campesinos no está en el
sectarismo y el autoritarismo del modelo intelectual científico.
¿Cuáles son el rol y el potencial del pensamiento propio de los andinos para el desarrollo
rural?
¿Cuáles son el rol y el potencial de la experiencia de campo en la producción de
conocimientos para el desarrollo rural?
¿Cuáles son el rol y el potencial de la ciencia
para el desarrollo rural andino?
Contestar estas tres preguntas resulta indispensable para establecer el diálogo entre
campesinos, técnicos e investigadores.
Es importante evitar que las respuestas se limiten al debate sobre la validez final de los
conocimientos producidos. Debemos revisar también los procesos de producción de dichos
conocimientos.
En la realidad concreta y cotidiana, constatamos que teoría y práctica tienden a
conjugarse, a unirse en una relación flexible según los estímulos y los énfasis, según los ritmos
de la vida. La experiencia parecería enseñarnos que no existe una sola forma de relación
entre teoría y práctica. Esta varía según los casos y las culturas.
El pensamiento analítico occidental se esforzó por diferenciar ambas y por 'ordenar' sus
relaciones. Así llegamos a la propuesta de una alternancia secuencial teoría-práctica-teoría
sobre la cual están construidos el sistema científica de producción de conocimientos, el sistema
educativo formal y no-formal, etc. Nuestras propuestas de desarrollo intentan a su vez
'disciplinar' la realidad, transfiriendo dicho esquema como norma rectora de la acción.
Un reto fundamental del desarrollo rural andino consiste pues en saber si vamos a
seguir 'capacitando' a los andinos en nuestro sistema de pensamiento, de conocimiento y
de acción como el único válido o si vamos a intentar ser complementarios con el sistema
propio de los andinos y su diversidad interna.
Si aceptamos el reto de la oposición-complementación, tendremos que cambiar de actitud
y aprender a dialogar. Dentro de semejante contexto será posible alcanzar la comunicación entre
investigadores y campesinos y, por tanto, entre ambos y el relleno del sanguche, el técnico de
campo.
¿Será posible restablecer el diálogo? A nosotros la 'crisis', tanto en su vertiente
económico-social como en la político-militar, nos cuestiona expulsándonos de nuestras áreas y
modelos de proyectos. Ustedes pueden todavía engañarse un tiempo proponiendo remiendos a
los políticos de turno. Depende de ustedes. Nos gustaría poder colaborar con ustedes en nuestra
búsqueda de qué es desarrollo rural en los Andes y cómo trabajar en apoyo a los verdaderos
actores centrales de un 'desarrollarse' andino.
B
'Científicos' e investigadores
Teníamos, desde antes de la publicación del primer tomo, un público 'secreto', no oficial,
no priorizado, al cual nos interesaba llegar: los investigadores, los especialistas que suelen
publicar y proponer interpretaciones y orientaciones sobre la realidad andina, sobre el desarrollo
rural andino, de acuerdo a su disciplina. Pudimos constatar que el libro ha llegado a muchos de
ellos y ha sido leído. Pero, si bien nos ha ayudado a entablar interesantes diálogos con algunas
personas, no creemos haber logrado nuestro objetivo en cuanto a esa corporación.
Los "mitos" no fueron redactados en función de este tipo de público. Además, aunque lo
desearíamos, seríamos incapaces de ofrecerles la clase de escritos que suelen consumir, con su
permanente preocupación por demostrar el carácter científico del lenguaje, del procedimiento y
de las conclusiones, con su obligación de brindar resultados (aún cuando fuesen hipótesis para
futuras investigaciones), con su deber de sustentar marcos teóricos, datos y afirmaciones con
citas o referencias a la literatura de la especialidad...
Pero, ya que el divorcio entre investigadores y gente de terreno es una de las principales
dificultades que enfrentamos quienes constituimos la infantería del 'apoyo externo' a procesos de
desarrollo rural andino, estaba la ilusión de que los "mitos" ayuden a plantear pistas para un
diálogo con nuestros interlocutores académicos. Soñábamos con la posibilidad de atraerlos a
nuestros debates y nuestras búsquedas, de alimentarlos con las múltiples preguntas que nos
hacemos y de motivarlos a que nos colaboren en ellas.
La mayoría de reacciones verbales a las que pudimos tener acceso tienden a confirmar
que no ha llegado la hora de la cosecha grande y que el autor se había ilusionado. Después del
"Sí, claro...", escuchamos más bien intentos por sacudirse la incomodidad provocada por los
"mitos" quitando 'validez científica' al esfuerzo:
* "Lo confundes todo; sin marco teórico claro, pasas permanentemente de un argumento
estructuralista a otro funcionalista y luego a otro neo-clásico o bien culturalista..."
* "¿Cómo quieres que se te entienda si es imposible saber qué sentido das a términos que
para nosotros son 'exactos'? ¿Qué quieren decir para tí capital, fuerza de trabajo,
recursos, economía, territorio, comunidad...?"
* "Lo que cuestionas del enfoque de sistemas es precisamente lo que busca lograr. ¡Eso no
es el enfoque de sistemas! Deberías leer lo que dicen sus propulsores en tal o cual
texto..."
* "Me decepcionó. Esperaba encontrar por fin tu teoría pero hablas de todo sin proponer
nada."
* Etc.
Esas reacciones que nos llegaron tienden globalmente a demostrar que el divorcio sigue y
que, quizás, hemos contribuido a acentuarlo transitoriamente con nuestros cuestionamientos.
Hubiésemos querido provocar a 'científicos' e investigadores a acercarse a nuestros debates, a
nuestras preocupaciones, a nuestro lenguaje. ¡Nos contestan retándonos a comenzar por leerlos
a ellos, por aprender sus códigos y sus teorías a fin de volvernos nosotros mismos un poco más
'científicos' y merecedores del diálogo!
Nos reafirmamos entonces en nuestro reto inicial:
"Es urgente una reelaboración conceptual. Para ello es indispensable la
intervención de los técnicos de campo, junto con el campesinado. Mientras los teóricos
de gabinete monopolicen (voluntariamente o no) el debate, seguiremos bailando al ritmo
de modas importadas y 'adecuadas' a los Andes; seguiremos con planteamientos a veces
muy interesantes pero inaprovechados o inaprovechables por el personal de campo;
seguiremos comportándonos como esquizofrénicos de discurso y acción paralelos."
(Introducción del Tomo I)
"Los "mitos" son hijos de la acción, directa o indirecta, no del estudio, la
investigación, la 'academia'. [...] Buscan así reivindicar la acción como práctica del
conocimiento, la práctica como fuente del saber [...]." (Epílogo del Tomo I)
RECONSTRUYENDO EL MITO
NOTA:
El siguiente textito fue escrito en 1988. Debía ser la "yapa" del tomo II de los "Mitos del
Desarrollo Rural Andino".
A falta de haber completado y editado dicho libro, retomamos aquí la "yapa" que
planteaba la necesidad de volver a forjar mitos útiles para el desarrollo, aquí y ahora, es decir
para la toma de decisiones por los campesinos, por los proyectos, por toda clase de actores de
esos procesos.
Teorías o mitos, lo que sucede en nuestras cabezas explica mucho de lo encontrado en el
terreno, en los proyectos, en las oficinas.
En nuestro lenguaje común, decir de algo que es un "mito" significa que es algo falso,
ilusorio, y por tanto negativo.
Esa versión del mito proviene en gran medida del desprecio que la sociedad occidental
moderna, con su obsesión por la "objetividad" y la "universalidad", echó sobre todas las formas
culturales de conocimiento y acción que no respetaran las pautas de la cultura "científica".
¿Qué sería de ella sin la "fábrica de mitos" que es la publicidad? ¿Qué sería de ella sin la
"industria del mito" en que se sustentan los grandes sistemas de medios masivos de difusión?
¿Qué sería de ella si la gente dejase de creer en mitos esenciales como el "progreso", la
"ciencia", la "modernidad", etc.?
El discurso oficial nos quiere hacer creer que, si bien subsisten mitos de consumo popular,
ello se debe a rezagos del pasado que habrán de ser superados progresivamente a base de
"educación". Hemos escrito "nos quiere hacer creer" porque, de hecho, se trata de un mito que la
sociedad moderna necesita generalizar para poder funcionar.
Así es. Todas las sociedades tienen y necesitan una mitología para existir, para guiar el
actuar cotidiano y en el tiempo, para funcionar con un mínimo de cohesión interna. El mito es un
instrumento ideológico-cultural que sirve para dar coherencia a una sociedad alrededor de un
credo común y para socializar pautas de conducta (conocimientos y actitudes) en las múltiples
actividades a realizar.
Sucede que la sociedad moderna divide su mitología en dos partes. A la primera la llama
"ciencia" y/o "civilización", suerte de ideal universal y eterno hacia el cual estaríamos avanzando
en forma ineludible. Con ello pretende disfrazarla oponiendo "conocimiento científico" a
"conocimiento mítico". A la segunda, la reconoce como una necesidad temporal, como una
concesión transitoria a la "ignorancia" de los hombres de hoy que no han alcanzado aún el ideal.
Las culturas autóctonas andinas no establecen esta clase de división. Buscan más bien
lograr coherencia entre lo que podríamos llamar la mitología mayor, aquella que presenta una
interpretación global, una cosmovisión, y la mitología menor, aquella que orienta las prácticas
comunes.
Otra diferencia entre las mitologías moderna y andina es que la primera es sectaria
mientras la segunda es más tolerante.
¿Adonde queremos llegar con todo eso? A nuestro propósito en estos "Mitos del
Desarrollo Rural Andino".
El "mito" no es algo negativo en sí. Pueden haber mitos negativos porque están
inadecuados a una realidad concreta, a una sociedad determinada. Pero necesitamos "mitos"
que nos orienten y ayuden, aquí y ahora.
No se trata tampoco de encerrarnos en una visión estrecha del "aquí y ahora". El espacio
y el tiempo en los cuales estamos ubicados están interrelacionados con espacios y tiempos
mayores. Pero, si bien hemos de tomar en cuenta los aportes y condicionantes de otras espacios
y otros tiempos, eso no significa adoptar mecánicamente los "mitos" que hayan podido ser
producidos "allí y entonces" (por más "universales" y "eternos" que pretendan ser), sustituyendo
los que prevalecieron en los Andes hasta ahora. Por ello hablamos de reconstruir nuestros
"mitos".
Los "Mitos del Desarrollo Rural Andino" no son por tanto un intento de "desmitificación" de
muchas cosas, en las cuales creemos a ciegas y que guían nuestras acciones, para
reemplazarlas por "verdades objetivas y científicas". Son un esfuerzo por aportar al proceso de
producción de los "mitos" que requieren las sociedades de la región andina, aquí y ahora, y de
los "mitos" que necesitamos, aquí y ahora, los actores del desarrollo rural andino.
14
François Greslou
Pierre de Zutter
NOTA:
Si queremos lograr una reelaboración conceptual del desarrollo rural andino, una
elaboración teórica colectiva, tenemos que revisar todas nuestras verdades y esquemas,
particularmente aquellos que afectan nuestras creencias de fondo, nuestras opciones
ideológicas más profundas.
En nuestras cabezas florece un sinfín de ideas recibidas y aceptadas sin
cuestionamientos que tergiversan y malogran tantos esfuerzos realizados. No basta pues con
modificar prácticas y métodos; es preciso reconsiderar los conceptos sobre los cuales se
asientan nuestros actos.
La oposición entre tradición y modernidad, es decir el tema de lo "andino" o "pasado" y de
lo "moderno" o "futuro", es uno de los que más nos cuesta abrir al debate.
De alguna manera los partidarios del primero acusan a los segundos de querer construir
un "futuro" artificial y sin bases porque sin "pasado", mientras los segundos retrucan a los
primeros que están enamorados de un "pasado" que no tiene "futuro".
Nunca salimos de aquella visión simplista que nos fuera impuesta por la ideología del
desarrollo. Y mientras sigamos así, echaremos a perder los potenciales de la realidad y de
nuestra acción.
Una primera versión del presente texto fue preparada por François Greslou para ser
presentada en un congreso. Juntos lo adaptamos luego para un público más amplio. Brinda un
excelente ejemplo de las confusiones que reinan en nuestras cabezas, de los retos que
debemos enfrentar.
¡El debate está viciado! Desde hace cuarenta o cincuenta años nos hemos dejado
entrampar en una visión del desarrollo y del progreso encerrada en el enfrentamiento entre
tradición y modernidad.
¡Hay que modernizar! Ahí está el leitmotiv que rige e inspira la mayor parte de las
propuestas y acciones emprendidas aquí o allá para integrar toda clase de "marginales", trátese
de países o de grupos dentro de determinada sociedad. Por reacción, los dueños de ricas
tradiciones, o los amantes de ellas, se organizan en torno a su defensa y traban cualquier intento
de modernización. Cada uno sirve de cuco al otro.
Ahora bien, luego de tantos fracasos acumulados, ¿acaso no deberíamos replantear las
preguntas esenciales en lugar de seguir buscando "soluciones" a los "problemas" y "cuellos de
botella" que encuentra el progreso, a los ataques y distorsiones que enfrenta la tradición?
Las actitudes frente a la agricultura campesina andina ofrecen un buen ejemplo de este
contrabando y sus efectos.
Los diagnósticos que de ella se hacen (y que sirven de punto de partida para definir
políticas agrícolas y orientar proyectos de desarrollo) son unánimes. La califican como
tradicional, arcaica, incluso obsoleta, y por ende aplastan a las poblaciones que viven de ella con
adjetivos despectivos como: ignorantes, pobres, marginales, atrasadas, autárquicas y así por el
estilo.
Esta visión externa de las agriculturas y poblaciones campesinas (las andinas no son las
únicas en ser así percibidas) brinda entonces la ventaja de tornar evidente e indiscutible la
necesidad de modernizarlas.
Los partidarios de la modernización no quieren darse cuenta que esta agricultura no es
solamente tradicional. Es moderna en el sentido que es actual, que es contemporánea. No se
trata por tanto de un "vacío" que habría que llenar. No se trata de un mundo atrasado y
tradicional, pletórico de problemas y desesperado, que suplica ser modernizado. Se trata más
bien de otra modernidad, diferente, que sólo pide vivir a su manera, es decir conducir su devenir,
sus evoluciones, según su propia identidad, según las posibilidades reales y contemporáneas del
contexto local, nacional y mundial en el cual existe.
Cuarenta años después, resulta evidente que los objetivos no fueron alcanzados.
Tal como previsto, la integración provocó el éxodo rural de una porción importante de la
población campesina. Pero la industria nacional que debía absorberla no fue capaz de hacerlo.
Es entonces sobre la base de su propia identidad cultural que esta población de barriadas supo
re-crear y emprender nuevas estrategias de sobrevivencia (comercio ambulatorio, talleres de
transformación, cultivo de hortalizas, etc.).
En cuanto a la producción agrícola proveniente de la agricultura campesina andina, bajó
fuertemente debido a la desestructuración de los sistemas "tradicionales", los flujos de ayuda
alimentaria, las importaciones a carácter político de productos y materias primas agrícolas, etc.
El modelo de organización del Estado-nación está en crisis: empobrecido, el Estado ya no
es capaz de mantener sus instancias y agencias en las zonas rurales; entrampado en debates y
peleas partidarias sobre desarrollo industrial y tasas de cambio para favorecer las exportaciones,
sólo interesa a una minoritaria "élite" urbana; corrompido, ya no merece la confianza de la
población; etc.
Por fin, las poblaciones rurales andinas llegaron a una situación de empobrecimiento
generalizado cuyas consecuencias, a corto plazo, son preocupantes:
* empobrecimiento económico debido a las migraciones rurales, el deterioro de los términos
del intercambio entre la producción campesina y los insumos, etc.;
* empobrecimiento ecológico: erosión y degradación del medio natural, desaparición de
ciertos recursos fito y zoogenéticos;
* empobrecimiento socio-político: debilitamiento de las organizaciones campesinas
tradicionales por la imposición de estructuras democráticas de tipo occidental,
centralización de las decisiones; y sobre todo
* empobrecimiento cultural debido a la discriminación del saber andino.
Estos cuarenta años de fracasos no pasaron en vano. No sólo no fueron alcanzados los
objetivos sino que la crisis se acentuó, las condiciones de vida empeoraron y las poblaciones
perdieron algunos de sus potenciales...
¿Cuántos fracasos más serán necesarios para darse cuenta que el desarrollo no pasa por
la modernización compulsiva y, por consiguiente, por la desaparición de la agricultura
campesina?
¿Cuántas energías, esfuerzos y recursos fueron derrochados en el intento de dominar y
eliminar al otro?
¿Esta relación en términos de exclusión no estaría acaso en el origen del fracaso de
determinada modernización y sus efectos nefatos?
Sería exagerado afirmar que los fracasos nunca se tomaron en cuenta. Ante las
dificultades surgidas, los magros resultados alcanzados, la resistencia de las poblaciones,
políticas agrarias y proyectos no quedaron indiferentes. Periódicamente se fueron
transformando. Pero siempre en busca de transferir la modernización a las agriculturas
campesinas...
¿Tantos reacomodos no sirvieron acaso más bien de escapatorias para evitar cuestionar
el monopolio occidental de la modernidad?
Un ejemplo: para hacerse merecedores de una "extensión", hasta los contenidos más
"apropiados" deben ser producidos o validados científicamente en centros e instancias de países
del Norte.
Otro ejemplo: algunos parten del loable principio de conocer y comprender la realidad de
los beneficiarios, pero ¿no será para hacer llegar mejor los mismos mensajes?
Otro ejemplo más: la evaluación de proyectos. Muy a menudo inexistente o descuidada,
esta fase se interesa sólo por la eficacia de la intervención, o sea por comparar programación
con ejecución. Pero nunca o casi nunca se debaten la pertinencia de los proyectos y su finalidad,
inspiradas en el monopolio occidental de la modernidad. Y nunca se sancionan en su esencia los
fundamentos de las políticas agrarias y de los proyectos que derivan de ellas.
Existe así siempre la posibilidad de inventar y ensayar nuevas "soluciones" a fin de no
plantear las cuestiones de fondo y poder, más bien, seguir imponiendo determinada modernidad.
Así, la agricultura campesina andina es mucho más que un simple vestigio que, por
inercia, mantendría prácticas empíricas, rudimentarias y tradicionales, llamadas a ser
reemplazadas por técnicas modernas más eficientes. Sobre la base de conocimientos propios,
que cinco siglos atrás eran capaces de alimentar una población similar a la de hoy, los
campesinos siguen experimentando, re-creando, produciendo y usando prácticas que, por este
hecho, son tan modernas como las demás. La diferencia (¡nada desdeñable!) está en que este
proceso se inscribe y procede de una concepción peculiar de la relación entre sociedad y
naturaleza, o sea de una cosmovisión que no tiene nada que ver con aquella que inspira la
ciencia y modernidad occidentales.
Poblaciones y agriculturas campesinas andinas son modernas pero nadie puede negar
que han sido remecidas y perturbadas por cinco siglos de persecución, agresión y dominación,
continuados a su manera por las políticas y proyectos actuales. El mundo andino ha resistido, no
se ha "vaciado"; pero tuvo que adoptar un perfil bajo, encerrándose sobre sí mismo o, más bien,
"enrollándose" alrededor de sus bases no expoliadas.
Conclusión
Por razones históricas, la modernidad occidental es la que, en los Andes y en otras partes,
se encuentra más a menudo en contacto con la modernidad local. Resulta entonces siendo un
interlocutor inevitable (tratándose de relaciones de diálogo), pero ¿tendría que ser el interlocutor
prioritario a la hora en que las otras modernidades necesitan también encontrarse a sí mismas,
afirmarse? ¿No tendría la modernidad andina más puntos de contacto, más aportes que
intercambiar con otras modernidades rurales, particularmente aquellas que, como ella,
comparten una ecología de alta montaña?
NOTA:
La principal característica de un trabajo como el nuestro en desarrollo andino es que nos
vemos permanentemente obligados a cuestionar nuestros iniciales marcos de interpretación de
la realidad para intentar acercarnos mejor a cómo es ella. Nuestros marcos de interpretación
tambalean y cuesta renovarlos o reformularlos.
También ha habido tanto abuso de grandes discursos sobre la sociedad que muchos han
querido encontrar la salvación en simples pautas metodológicas y actitudes personales, como
forma de escapar a debates estériles.
Pero ¿es posible pretender lograr primero una práctica diferente en las comunidades, a
base de unas cuantas normas metodológicas, para recién después intentar reconstruir un marco
de interpretación? ¿No hay ahí algún "mito-ilusión de la práctica", combinado con un
emparentado "mito-ilusión de la metodología"?
No se necesita tener un marco claro y definitivo antes de lanzarse a la práctica. Pero
tampoco deberían secuenciarse así las cosas, postergando la interpretación para después de la
acción.
¿Acaso es posible tener un buen manejo metodológico sin claridad conceptual? ¿Acaso
bastan las pautas y la actitud para tomar las decisiones que convienen?
La reconstrucción del marco de interpretación es un proceso que debe acompañar la
práctica y no sucederle.
COMENTARIO-ESPEJO DE LOS
En el seminario de fines de febrero de 1989 sobre "avances y tareas del PPEA", hemos
debatido harto sobre las concepciones, objetivos y estrategias posibles del Proyecto para una
segunda fase.
Posteriormente he leído los acuerdos adoptados por el PPEA sobre sus objetivos y
estrategias para la fase 1989-1991, donde se plasman muchas de las ideas consideradas en
febrero.
Cada concepto, formulación y planteamiento podría ser tema de nuevos debates, de
comentarios aclaratorios, de sugerencias. Pero ello habrá de darse dentro de la nueva fase, a
base de la práctica, de la confrontación con la realidad.
En esta nota prefiero cumplir un rol de "espejo deformante" para ayudar al PPEA a mirar
sus orientaciones y definiciones. Un peligro común a muchos proyectos es el de olvidar
sistemáticamente la dimensión de proceso, borrar el pasado cada vez que se toman nuevas
decisiones, embelesarse con las nuevas palabras o ideas. Para tratar de colaborar con el PPEA
en reubicarse siempre dentro de su propia evolución y dentro de búsquedas comunes a muchos
"agentes de desarrollo", me limitaré a ofrecer una imagen que intente presentar de manera
diferente lo que ustedes acordaron.
Para ello, en lugar de muchos discursos, nos dedicaremos a visualizar sus objetivos y
estrategias.
Conforme al estudio crítico de su propia experiencia (el documento sobre "Vida y pasión
del PPEA" {B4 - "Recursos Naturales y Desarrollo", Ed. Horizonte, Lima 1989} debería ser una
referencia permanente), el Proyecto se propone ahora nuevos objetivos y estrategias.
Veamos las dos últimas formulaciones.
1. Ganar conocimientos y capacidad de entender la realidad del área del Proyecto y los
conceptos campesinos acerca del manejo de los recursos naturales.
Entender sus relaciones con la naturaleza.
Apoyar con revalorar sus conocimientos, para enriquecerlos y transformarlos.
1. Economía campesina
- Entender la economía campesina a través del mejoramiento de la producción
agropecuaria y artesanal.
- La producción debe orientarse a abastecer las necesidades internas de las comunidades
campesinas.
- Mejorar las condiciones de manejo de los recursos naturales.
- Mejorar la capacidad de gestión y condiciones de productos pecuarios y artesanales
fundamentalmente.
- Apoyar el intercambio ancestral (trueque) de productos entre campesinos y zonas
agroecológicas.
- Implementar servicios de transformación de productos (molino de granos, trabajos con
Matara).
- Priorizar las actividades que generen mayor potencial de excedentes (fuerza de trabajo,
recursos, productos, etc.).
2. Institucional
- El carácter del Proyecto en lo posible debe orientarse en función de las necesidades de la
sociedad y naturaleza, y no éstas ajustarse a las normas administrativas y carácter del
Proyecto.
- La CORDECAJ debe lograr el nombramiento pleno del personal del PPEA.
- Velar por mejores remuneraciones e incentivos económicos.
- La UNC en su condición de organismo asociado debe actuar más cercamente en las
decisiones del Proyecto.
- Declarar una convocatoria abierta a todas las instituciones locales que trabajan en
desarrollo rural para buscar actividades conjuntas.
3. Tecnológica
- Partir de las concepciones, prácticas y tecnologías campesinas actuales.
- Hacer un deslinde de concepción sobre lo occidental y lo andino, lo moderno y lo
tradicional, lo urbano y lo rural.
- Ayudar a desarrollar un potencial tecnológico compatible a la realidad que produzcan sus
propios alimentos.
- No fomentar asistencialismo.
4. Organizativa
- Priorizar el trabajo con organizaciones con mayor potencial para el autodesarrollo.
- Establecer criterios para priorizar con quién trabajar.
- Buscar unidad de orientación integral en la organización.
- Fortalecer la organización propia con mayor continuidad en el tiempo, orgánica y
culturalmente.
5. Educativa
- Priorizar y reforzar el rol del sistema educativo andino o informal.
- Mantener convenios con la DIDECAJ, Institutos Superiores y la Universidad para fines
científicos, de capacitación y prácticas profesionales.
Teniendo estos escritos a la vista, nuestra tendencia natural nos lleva a glosarlos y a tratar
de ver qué significan para el trabajo de cada uno. Vamos entonces a tratar de proceder de otra
manera, a buscar una visión diferente del conjunto.
¿Qué está en la base de todas estas formulaciones? Dejemos las frases de lado y
miremos las palabras.
En el cuadro hemos recogido los términos usados y los hemos ordenado poniendo juntos
todos los sustantivos que se refieren al tipo de trabajo propuesto; todos los verbos que hablan de
lo que se quiere hacer; todos los calificativos que indican algo de nuestras interpretaciones de la
realidad y de la acción de desarrollo; todos los nombres que señalan a los actores del proceso;
todas las denominaciones empleadas para designar el dónde actuamos.
Semejante distribución no es gratuita. Ya se trata por mi parte de una suerte de
interpretación. Por ejemplo. Puse "sociedad" y "naturaleza" dentro de la columna de actores, a
pesar de que ya estaban en la primera columna. ¿Por qué? ¿Forzando lo que plantea el primer
punto de la estrategia institucional? Les dejo el tema para el debate.
Un espejo de palabras
Pero este sistema de columnas no facilita mucho dicho debate. Busquemos entonces una
manera de visualizar todo ello. Ubiquemos nuestras palabritas alrededor de aquellas preguntas
claves que nos hacemos hace tiempo.
En estas figuras tienen de alguna manera un espejo deformante de sus objetivos y
estrategias. ¿Qué les dice ello? ¿Dónde he malinterpretado?
Vean ustedes en qué les pueden servir... y sino bótenlas y punto.
Un espejo de intenciones
Ahora les propongo más bien otra forma de visualizar sus planteamientos. ¿Adónde
quiere ir el PPEA? Las nuevas formulaciones han empezado a llenarse con la palabrota
"autodesarrollo". Ella expresaría entonces la nueva formulación de la finalidad que inspira el
trabajo del PPEA, el para qué.
La figura 2 ("la finalidad") intenta expresar esta nueva situación. ¿Cómo se articulan y
adecúan alrededor del "autodesarrollo" las preguntas claves del quiénes, dónde, qué y con qué,
las interpretaciones que se hacen de la realidad? ¿Cómo escoger entre tantas palabras usadas
en los objetivos y estrategias aquellas más significativas para la respuesta a las preguntitas
claves y cómo reordenarlas aquí?
Quizás sea útil revisar también cómo hubiera sido esa graficación hace tres años, hace
dos años, hace un año. La figura 2bis da algunos indicios sobre el esquema original. ¿Cómo lo
completarían ustedes? ¿Cómo completarían para la nueva fase?
De acuerdo a ello, podemos retomar nuestro intento de visualización para reflexionar "los
actores y su ubicación" (figura 3). Ahora se plantea que el actor central han de ser los
"campesinos" y hablamos de "organización", de lo "local", de lo "interno"... ¿Cómo se ubican "los
demás"? Los demás campesinos, las instituciones, etc. ¿Cómo han de ser las relaciones entre
todos ellos?
Si todas estas figuras les confunden, olvídenlas. Las he preparado en el afán de ayudarles
a dar una mirada diferente sobre aquellos objetivos y estrategias que están adoptando. Porque a
veces podemos simplemente enamorarnos de una formulación nueva, con palabras diferentes.
Pero lo importante es qué entendemos con ello. Y lo importante es también nunca perder la
visión global, a fin de trabajar en función de ella aún cuando actuamos sobre un punto muy
específico y localista.
Desde algunos años vengo jugando, en mis apoyos a proyectos, con las palabras
"objetivos" y "subjetivos". ¿Por qué?
Ya habíamos intentado abrir el concepto de desarrollo y las múltiples definiciones que
inspiraba, para avanzar desde el objeto a desarrollar hacia el sujeto que se desarrolla ("Mitos del
desarrollo rural andino", Editorial Horizonte, Lima 1988).
Se trataba entonces de escapar a decenas de prefijos y calificativos destinados a precisar
el objeto del desarrollo y volver más bien a centrar la reflexión sobre el proceso de desarrollarse
por parte de un individuo, un grupo, un país, es decir un sujeto.
Pero seguíamos encontrando innumerables dificultades con la definición de los objetivos
de proyectos y actividades y con las interpretaciones que se dan a estos.
Los objetivos-acciones a realizar son los más clásicos, los más difundidos. Explican lo que
el proyecto (¿y sus integrantes?) considera necesario hacer. Su redacción arranca casi siempre
con un verbo activo (organizar, realizar, fomentar, aumentar...) o por el sustantivo
correspondiente (organización de, realización de, fomento a, aumento de...).
Los objetivos-intenciones buscan expresar la situación que se desea alcanzar. Su
redacción comienza generalmente así: "Que alguien tenga tal cosa o esté de tal o cual
manera...". Por ejemplo: "Que los participantes estén en capacidad de aplicar tal técnica."
Los objetivos-resultados son de introducción más reciente. Llegaron a nuestro medio
dentro de los nuevos paquetes metodológicos de planificación de proyectos. Tratan de describir
el resultado que habrá de ser alcanzado al final del proyecto: "Los campesinos dirigen ellos
mismos sus organizaciones"; "Los nuevos cultivos son aceptados y usados por los productores";
etc.
No vamos a entrar aquí a debatir cuál es teóricamente la modalidad más adecuada para
definir nuestros objetivos. Pero podemos constatar que la primera (objetivos-acciones),
aparentemente más anodina, menos profunda, es la que genera mejores debates en los equipos
de terreno, tanto en el momento inicial de su adopción como en sus revisiones posteriores: las
acciones previstas casi nunca pueden cumplirse del todo y llega un tiempo en que, desde el
campo o desde la jefatura, se empieza a plantear la necesidad de reconsiderar los objetivos.
Al contrario, hemos notado que, en la práctica, los objetivos-intenciones y los objetivos-
resultados, muy similares en su concepción, teóricamente más abiertos por cuanto ofrecen un
marco para inspirar acciones y sus posibles cambios, tienden a frustrar el debate de los equipos
de campo.
En algunos casos puede ser porque parecen tan evidentes que ya ni se discuten. Pero en
muchos otros casos la gente enmudece porque ni los entiende.
A menudo no es que no se entienda la intención ¡sino el castellano! Esa manera de
formular ha sido impuesta por los organismos de cooperación; quienes están entrenados a
emplearla son los expertos extranjeros; ellos son por tanto los que terminan proponiendo la frase
a adoptar; lo hacen en su propio castellano que, en ese momento, suele ser una traducción
bastante literal de la frase en su idioma de origen; entonces no se entiende pero se deja así
porque lo propuso el experto, lo aceptará la financiera y podremos trabajar...
¡Cuántos objetivos así habré visto en los últimos años!
Esa es efectivamente la primera utilidad de los objetivos de proyectos. Rara vez llegan a
cumplirse tal como fueron elaborados. Pero siempre tienen algo que decirnos sobre sus autores,
sobre la interpretación que tienen de la realidad, sobre cómo conciben su propio rol dentro de
esa realidad. Tenemos ahí una base de partida.
Una base de partida para llegar a lo esencial, a los actores, a los sujetos y su
desarrollarse. Los campesinos y su desarrollarse. Los proyectos e instituciones y su
desarrollarse. Los técnicos y su desarrollarse.
Los objetivos son útiles. El error consiste en encerrarse mecánicamente dentro de ellos en
lugar de verlos en relación a los diferentes actores, en lugar de tratar de entender qué significan
para cada uno de ellos, qué estimulan o bloquean en cada uno de ellos, qué posibilitan o qué
limitan en cada uno de ellos.
Detrás de cada objetivo existe una serie de subjetivos, de acuerdo a una serie de sujetos
que se ven convocados o afectados por él. Entender estos subjetivos, las eventuales
contradicciones, alianzas o complementariedades entre ellos, permite superar el simple "objeto
de trabajo" (una obra, una actividad productiva, un cursillo...) para reubicarse dentro del devenir,
del desarrollarse de los diversos actores-sujetos y contribuir mejor a ese proceso mayor.
Por eso, el mejor objetivo, el que más me ayuda en mi actuación posterior, es aquel que
ha sido difícil de formular, de acordar. Alrededor suyo, en el debate para decidir algo, se
pudieron expresar innumerables subjetivos que han de condicionar todo el proceso y cualquier
resultado.
Eso lleva a una constatación que puede resultar provocadora para muchos pero que nace
de la experiencia: los objetivos propuestos por instituciones privadas, por ONG's, suelen ser
menos estimulantes y portadores que aquellos encontrados en proyectos de cooperación
bilateral o internacional, entre una entidad estatal y una extranjera.
Los objetivos de ONG's tienden a ser extractados de algún discurso ideológico (de tipo
partidario o correspondiente a alguna corriente como la ecología, el feminismo, etc.) y como tal
sólo expresan un subjetivo común a todos sus miembros mientras esconden muchos otros
subjetivos. Entonces, llegar al fondo de las cosas pasa rara vez por entrar a debatir tales
objetivos ya que se sustentan en una argumentación muy estructurada y cerrada.
En muchos proyectos de cooperación estatal hay gente que se limita a cumplir en actitud
funcionaria los objetivos y actividades que se les impone. Pero, en muchísimos otros proyectos,
la gran diversidad de origen y tendencia entre los integrantes lleva a debates más de fondo,
donde no bastan evidencias doctrinales, donde no se parte de la coherencia ideológica sino de la
realidad concreta y sus retos. Todo lo cual permite procesos más abiertos y más ricos.
Resulta por ejemplo más fácil tomar en cuenta ahí subjetivos tan esenciales como las
aspiraciones personales de cada uno en lo profesional, lo salarial, lo familiar, etc. Esas
aspiraciones. esos subjetivos, son condicionantes fundamentales del trabajo, de las actitudes y
comportamientos más allá del discurso (ver capítulo 1), del actuar de los agentes de desarrollo
encargados de cumplir objetivos de proyectos.
Entonces, ¿cuál de los tipos de objetivos debemos adoptar? ¿O bien debemos hablar
ahora de los subjetivos más que de los objetivos?
De ninguna manera. El juego de palabras entre objetivos y subjetivos no busca más que
abrir horizontes, no proponer una sustitución. También necesitamos expresar en palabras tanto
lo que pensamos hacer como lo que deseamos alcanzar.
Simplemente, debemos mantener la lucidez y seguir siendo conscientes que son
precisamente palabras. Y nada más que palabras. La realidad y la vida están más allá.
Escuchemos su música.
16
NOTA:
Habría que ir revisando y cuestionando muchos de los conceptos que rondan en nuestras
cabezas. El primero sería el desarrollo, piedra angular de nuestras propuestas y actuaciones.
A lo largo de estos años de trabajo, siempre encontré dificultades para entrar a un
verdadero debate al respecto. Los enfoques académicos iban generalmente frustrando una
reflexión de fondo: cada uno esperaba una linda definición, tal como las habían escuchado en
sus universidades o en boca de todo tipo de asesores.
Después de más de cinco años de buscar una forma diferente de entrarle, algo que
permitiera arrancar desde las vivencias concretas de la gente, encontré en 1989 que mis
interlocutores se interesaban y se abrían a raíz de un juego de palabras sobre "enrollo" y
"desenrollo" que permitía tomar en cuenta sus propias experiencias personales y superar la
visión lineal clásica (con sus escalas, sus "avances" y "retrocesos").
Ahora, ensayado varias veces ese tipo de debate, presento este texto, básicamente
extractado de un seminario realizado en junio de 1990 en Asunción, Paraguay.
¿El desarrollo? Todos hablamos de desarrollo, pero ¿qué es desarrollo? Esta mañana
decía que casi todos aquí tienen como objetivo el "uso racional" de los recursos naturales pero
que cada uno interpreta a su manera lo que eso quiere decir. Igualito pasa con el desarrollo.
Salvo que en este caso es absolutamente impresionante la cantidad de interpretaciones que
existen. Cada uno inventa su propia tendencia.
En los últimos años la temática del desarrollo se ha vuelto algo maravilloso para un
lingüista. Algunos comenzaron por agregarle unos cuantos calificativos, otros se especializaron
luego en ponerle prefijos. Así unos hablan de desarrollo socio-económico, otros de desarrollo
integral, otros de desarrollo endógeno... Por el lado de los prefijos tenemos bastante también.
Los ecólogos nos llenan de eco-desarrollo, y los antropólogos de etno-desarrollo, etc.
El mejor caso que he visto es el de un proyecto que buscaba un eco-desarrollo. Pero llegó
un agrónomo diciendo que lo central de este ecosistema es la agricultura, entonces habría que
hablar de agro-ecosistema, de agro-eco-desarrollo. Tenía razón. Pero llegó a su vez un
sociólogo y planteó que en esa agricultura lo central es el campesino, porque es él quien maneja
esa agricultura, por tanto habría que completar: en ese socio-agro-eco-sistema el trabajo debería
ser de socio-agro-eco-desarrollo...
Bueno. Habría quizás que regresar a algunas reflexiones básicas sobre el embrollo del
desarrollo.
Podríamos comenzar por revisar nuestro sistema de medición del desarrollo. Porque lo
medimos. En los libros de teoría se habla de la diferencia entre desarrollo y crecimiento, pero
hasta hoy en día en nuestras prácticas son siempre lo mismo. ¿Por qué?
El pensamiento occidental es de tipo lineal y entonces nosotros proyectamos el desarrollo
en una forma lineal. Nos representamos el desarrollo como una línea recta para llegar de un
punto a otro.
Como esa línea recta la vemos vertical, se confunde pronto con una escala de medición.
Entonces el desarrollo consiste en pasar de un nivel inferior a un nivel superior.
Ahí se dan todas las peleas para definir cada uno de esos niveles, peleas que ocupan a
tanta gente. Aquí abajo unos hablarán de sociedad primitiva, otros de sociedad arcaica. A esta
altura algunos la calificarán como feudal, otros como semi-feudal, y así sucesivamente.
Es decir que nuestra línea funciona como escala de medición. El desarrollo se reduce a
escalar niveles y a tratar de alcanzar aquel ideal o modelo que consideramos nivel superior. Eso
vale para un continente o un país, también para una "área de proyecto", para una familia.
Ya que desarrollo es cuestión de niveles, cada uno de nosotros tiene unos cuantos
indicadores para su especialidad profesional que sirven a medir la realidad y a hacer
diagnósticos. Tenemos niveles educativos, niveles tecnológicos, niveles de producción, niveles
de salud, niveles de vida...
Entonces nos llenamos con eso, redactamos lindos diagnósticos y luego, sobre esa base,
hacemos nuestras programaciones de trabajo, que consisten en tratar de alcanzar un nuevo
escalón.
Valdría la pena considerar ahora otra forma de pensamiento que predomina en una
mayoría de sociedades no-occidentales. No conozco la realidad de aquí pero estoy seguro que
debe existir en las culturas que son el sustento original de este país. Se trata de un pensamiento
de tipo circular.
En cuanto al desarrollo, ese pensamiento nos daría una visión bastante diferente. Al
mismo tiempo nos permitiría regresar a los orígenes de la palabra desarrollo. Miren.
El desarrollo consistiría en la capacidad y el arte de desenrollar, de extender sus
potenciales, sus actividades, cuando se da un contexto de condiciones favorables, y de
enrollarse, encogerse sobre sus bases cuando las circunstancias se vuelven desfavorables.
Es decir que lo fundamental estaría en la fortaleza y coherencia del núcleo central, la base
de vida (de una familia, un grupo, un país), para poder ampliar territorios, relaciones o acciones
cuando es factible y conveniente, y reducirse a lo esencial, protegerse y sobrevivir cuando el
contexto se vuelve negativo.
Nunca se habla del desarrollo de esta manera, pero si miramos un poco la realidad
veremos que las cosas se dan así muy a menudo. Basta con ver historias, historias de pueblos,
historias personales, historias de vida en general.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en mi zona de Francia, la capacidad de desarrollo de
los campesinos no consistía en multiplicar actividades y producciones sino más bien en proteger
actividades y bienes mínimos para aguantar la tormenta hasta que pase. Apenas se volvieron a
crear nuevas condiciones volvieron a desenrollar sus potenciales.
En los Andes, donde trabajo desde hace veinte años, nos encontramos con pueblos
quechuas y aymaras que tienen varios siglos de priorizar la protección de sus bases de
supervivencia porque las condiciones de la sociedad nacional les son totalmente adversas.
Más aún, en el momento presente en el Perú, una estrategia de desarrollo campesino no
pasa por el crecimiento de actividades y producciones sino más bien por el fortalecimiento de las
bases propias para salvar todo lo que se pueda (de vidas, saberes y bienes) hasta que terminen
las situaciones de guerra.
Todo esto significa mucho más que una simple figura. Es fundamental en nuestro trabajo.
Porque si nuestras formas de planificar los momentos de desenrollo son muy cuestionables,
puede decirse que nunca hemos aprendido a hacerlo con las fases en que la prioridad está en
enrollarse, en protegerse.
Lo que hemos aprendido consiste apenas en tratar de hacer subir una o dos o tres gradas
dentro de nuestra escala vertical. Sin embargo los pueblos que sobreviven, que duran en el largo
tiempo histórico, son aquellos que saben enrollarse cuando las circunstancias lo exigen y
desenrollarse cuando los contextos lo permiten.
Peor aún. Ambas formas de pensamiento, el lineal y el circular, tienen una valoración
totalmente diferente de lo que es propio a cada cultura, de lo que son sus bases.
En el pensamiento lineal se trata generalmente de quemar las bases (llamadas tradición,
folklore, retraso) porque son consideradas frenos que impiden avanzar más rápido. Se busca
cambiar (reemplazar, sustituir) lo tradicional por lo moderno. Negar la existencia, la importancia o
simplemente los aportes potenciales de los indígenas es típico de esa mentalidad.
En el pensamiento circular, la clave del desarrollo está en la fortaleza de las bases, del
núcleo central. El desenrollo se hace entonces desde lo propio, lo seguro, para poder volver a él
en contextos de enrollo. No se trata pues de abandonar lo propio para alcanzar otra cosa, sino
de mejorar y fortalecer lo propio para que tenga mayor capacidad de extenderse y encogerse
adecuada y oportunamente.
¿Qué es lo esencial para la vida a largo plazo de un grupo, una sociedad, una unidad
socio-territorial? El desarrollo debería partir de conocer y reconocerlo, entenderlo mejor, a fin de
poder consolidar, en sus posibilidades de supervivencia, en sus potenciales de desenrollo.
¡Y que no se venga a decir que todo ello lleva a una visión estática de las cosas, a un
pasadismo cerrado! Cada pulsión (desenrollo-enrollo) de la vida lleva a modificaciones de ese
esencial, enriqueciéndolo con nuevas alternativas y capacidades o empobreciéndolo por los
golpes sufridos.
Lo esencial del desarrollo, no se define de una vez para siempre. Más bien evoluciona
permanentemente, en su coherencia interna, en su ubicación frente a otras vidas, a otras
unidades de desarrollo. Crece o se reduce. Se desplaza en el tiempo y en el espacio...
La visión circular es propia a muchísimos pueblos fuera de Occidente. Pueblos que no se
quedaron inmóviles, momificados. Pueblos que aportaron la inmensa mayoría de las evoluciones
hasta hace pocos siglos. ¿Acaso el predominio actual de Occidente significa que todo lo demás
no sirvió para nada, que lo único válido es el modo occidental y lineal de pensamiento?
La elaboración del libro se realizó en Códice Ediciones, Jr. Sucre 470, Lima 32, Telefax: 61 2954