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El bulbo olfatorio: los estímulos olorosos captados por las células olfativas

atraviesan, gracias a unas prolongaciones que poseen estas, la base la base del
cráneo (hueso etmoides) y penetran en el llamado bulbo olfatorio, desde el cual, y
a través del nervio olfatorio, se dirigen hacia la correspondiente zona cerebral, en la
que reconocerán las características olorosas de los estímulos emitidos.

Fisiología del olfato

La excitación de las células olfativas es de naturaleza química lo mismo que la de


los corpúsculos gustativos. Para que se pueda percibir el olor de una sustancia, es
menester que esta se encuentre en estado gaseoso; se disuelve entonces en la
mucosidad que las fosas nasales secretan. El nervio olfativo, transmite las
sensaciones de los olores; alguna ramificaciones del nervio trigémino penetra en las
vías nasales pero solo intervienen en las sensaciones generales. (táctiles y
térmicas).

3. EL TACTO

El sentido del tacto se encuentra al nivel de la piel permite percibir cualidades de los
objetos y medios como la presión, temperatura, aspereza o suavidad, dureza, etc.

Los mecanorreceptores que detectan tacto, presión y dolor están distribuidos a


través de la piel. Los receptores para el dolor son las dendritas de las neuronas
sensoriales, que se encuentran, usualmente, en la base de la epidermis de la piel.
Varios tipos de receptores detectan el tacto. Un receptor de este tipo es una red de
dendritas que rodea la base del folículo piloso. Los pelos se encuentran en casi
todas las partes de la piel, aunque algunos son muy pequeños para verse
fácilmente. Cuando el contacto con un objeto hace que se mueva el pelo, las
dendritas alrededor de la base del pelo se estimulan y, entonces, envían un impulso
al sistema nervioso central. La piel también contiene receptores separados para
detectar el calor y el frío. Los receptores para el calor, el frío y la presión son menos
abundantes en la piel que los receptores del tacto.

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