1. Introducción
2. La Biblia en la liturgia
1). En las celebraciones sagradas debe haber lectura de la Sagrada Escritura más
abundante, más variada y más apropiada.
1
2). Por ser el sermón parte de la acción litúrgica, se indicará también en las rúbricas el lugar
más apto, en cuanto lo permite la naturaleza del rito; cúmplase con la mayor fidelidad y
exactitud el ministerio de la predicación. las fuentes principales de la predicación
serán la Sagrada Escritura y la Liturgia, ya que es una proclamación de las maravillas
obradas por Dios en la historia de la salvación o misterio de Cristo, que está siempre
presente y obra en nosotros, particularmente en la celebración de la Liturgia.» (SC 35).
Ahora bien, siguiendo ese mismo numeral (SC 35), vea que interesante, cuando dice:
«Foméntense las celebraciones sagradas de la palabra de Dios en las vísperas de las
fiestas más solemnes, en algunas ferias de Adviento y Cuaresma y los domingos y
días festivos, sobre todo en los lugares donde no haya sacerdotes, en cuyo caso debe
dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el Obispo.» (SC 35, 4). Este numeral nos
invita a que realmente la Palabra de Dios esté SIEMPRE presente. No es que no sea importante
otro tipo de oración, sino que la presencia de la Palabra de Dios debe ocupar un lugar relevante
en nuestra vida creyente. De hecho, SC se alimenta ella misma de la Palabra de Dios a través
de sus citaciones como lo veremos más adelante.
Quizá se pregunta ¿Por qué es tan importante la Biblia? Porque a través de la Biblia, Dios nos
habla de su proyecto de amor, y más aún su Palabra se hace carne cuando Cristo nos habla,
particularmente en los Evangelios, por la Proclamación de los Sacerdotes en la liturgia. A este
respecto el decreto conciliar Presbyterorum ordinis (sobre el ministerio y vida de los
presbíteros) recuerda “El Pueblo de Dios se reúne, ante todo, por la palabra de Dios vivo1, que
con todo derecho hay que esperar de la boca de los sacerdotes.2”. (PO 4).
3. La Biblia en la oración
Ya quedó claro, el lugar tan fundamental que tiene en la liturgia la Palabra de Dios, pero ahora,
es necesario ahondar un poco más en otras formas de oración bíblica. La DV dice « "Porque el
desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo"3... no olviden que debe
acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura, para que se entable diálogo entre
1
Cf. I Pe., 1, 23; Hech, 6, 7; 12, 24; S. Agustín, In Ps., 44, 23: PL 36, 508: "Predicaron (los apóstoles) la
palabra de la verdad y engendraron las iglesias".
2
Cf. Ml 2, 7; I Tim, 4, 11-13; 2 Tim, 4, 5; Tim 1, 9.
3
S. Jerónimo, Com. in Is. Prol.: PL 24, 17; Cf. Benedicto XV, Encícl. Spiritus Paraclitus: Enchir. Biblic.,
475-480; Pío XII, Encícl. Divino afflante Spiritu: Enchir. Biblic., 544.
2
Dios y el hombre; porque "a El hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las
palabras divinas"4.
Dentro de los tipos de oración que podemos hacer con la Biblia está por excelencia la Lectio
Divina.
Antes de entrar al tema, hagamos un poco de historia. En primer lugar tenemos que recordar
que «la Iglesia es hija de la sinagoga, la lectio divina de los primeros cristianos deriva de la
práctica judía de la lectura y meditación de las Escrituras. Si queremos trazar la historia de la
lectio divina, la práctica judía será como su prehistoria… La liturgia de la sinagoga servía de
enlace entre la Escritura y la tradición oral. En la sinagoga se proclamaba la Escritura, después
se interpretaba por el Targum (traducción del hebreo clásico al arameo vulgar, que permitía
una cierta adaptación) y finalmente venía la predicación sobre los textos leídos. «Es una especie
de relectura que al mismo tiempo es una meditación comunitaria canónica» (J. Rousse). En
cuanto a la lectura estrictamente bíblica, primero se leía un fragmento de la Torá (Ley), según
un plan de lectura continua (parashá o sidráh). A continuación, se leían pasajes de los profetas
(haftará), en función del punto de la Ley que se había leído, y se cantaban salmos. «Esta
práctica quería hacer saborear la Torá (Podría decirse más precisamente instrucción) en
comunidad, pero en aquel clima de fiesta, de alabanza y de adoración o súplica que la liturgia
crea» (J. Rousse). » 5
Si recordamos el pasaje del Evangelio en Lc 4, 16-27, que Jesús, fiel a su tradición judía hizo
este mismo ejercicio orante: Leer, guardar un momento de silencio, explicar el texto con otros
textos de la Biblia (midrash), reflexionar sobre la vida presente de la comunidad.
Más adelante en la historia de la Iglesia, la Lectio Divina (Lectura Orante) fue tomando una
importancia particular para la vida monástica. A ellos, debemos sobre todo la estructura en sus
primeros pasos, que posteriormente se completaron como los tenemos hoy. Y así poco a poco,
llegó a nuestros días, para ayudarnos más que estudiarla, orar y vivirla en coherencia.
Recordando acá el documento de la Interpretación de la Biblia en la Iglesia, vea lo que dice: “La
Lectio divina es una lectura, individual o comunitaria, de un pasaje más o menos largo de la
4
S. Ambrosio, De officiis ministrorum, I, 20, 88: PL 16, 50.
5
Cf. HILARI RAGUER, Cuestiones Teológicas, Vol. 32, No. 78 (2005). Págs 371-372,
3
Escritura, acogida como palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la moción del Espíritu en
meditación, oración y contemplación.” (IBI, Cap IV. C2)
Por otra parte, desde un sentido profundamente espiritual y de salvación vea lo dice la misma
Biblia «… la palabra está bien cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas
en práctica» (Dt 30, 14). Aquí, podríamos unirlo con un fin como cristianos que recordar que
«Toda Escritura es inspirada y útil para enseñar, argumentar, encaminar e instruir en la justicia.
Con lo cual el hombre de Dios estará formado y capacitado para toda clase de buenas obras»
(2 Tm 3, 16-17); y sobre todo «…que puede darte sabiduría para salvarte por la fe en Cristo
Jesús» (2 Tm 3, 15b).
3.1 Repitan
lo Lean
que más
con resuena,
calma el lo que con
texto, sienten
la
que quieren decirle a Dios desde
solemnidad orante.su corazón
a partir del texto bíblico