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CAPÍTULO 1:

LA CIUDAD: EL TRAMPOLÍN DE LOS TIEMPOS

5.1.1 concepto y evolución de la ciudad

Juan Gabriel Vásquez hace un aporte significativo en temas como la violencia,

el narcotráfico, el sicariato, entre otros; dentro de los cuales se encuentra la

ciudad, pues su obra se desarrolla en gran mayoría dentro de zonas urbanas y

posee un enorme valor dentro de este proyecto de investigación debido a que se

busca conocer el concepto de ciudad presentado por el autor, por lo tanto se

hace necesario realizar un estudio que muestre los enfoques vigentes sobre esta

temática y su evolución, las características principales de la ciudad colombiana

durante la época de los ochentas y noventas y aquellos sitios emblemáticos

dentro de la obra. Por consiguiente se analizarán sitios como La Candelaria,

Billares de la catorce y la esquina de la carrera cuarta que ayudarán a encontrar

someramente el concepto de ciudad presentado por Vásquez en El ruido de las

cosas al caer.

El estudio de la ciudad es un tema sugestivo y complejo a la vez, debido a su

amplitud. Sería erróneo si se piensa puede ser abordado desde una mirada

homogénea, hábida cuenta de la gran acumulación de áreas, por lo que sería

imprescindible tratar de llegar a resultados con certeza. Una ciudad se puede

estudiar desde distintas perspectivas. Según el punto de vista de ciudad que

afirman algunos autores y que está plasmado en la Carta de los suelos (1972)

se pueden observar los siguientes conceptos:


(…) Vidal de la Blache: “la naturaleza prepara el sitio, y el hombre

lo organiza de tal manera que satisfaga sus necesidades y

deseos”; en cambio para E. Pirenne, desde la economía: “en

ninguna civilización la vida ciudadana se ha desarrollado con

independencia del comercio y la industria”; para Aristóteles, desde

la política, “la ciudad es un cierto número de ciudadanos”;( …)

Consejo de Europa (1972) Carta de los suelos, Estrasburgo,

apartado Nº 5.

Esta es la concepción de ciudad planteada desde diversos enfoques, no obstante

desde la óptica de la sociología se encuentra el concepto de Mundford:

“la ciudad es la forma y el símbolo de una relación social

integrada”;

Munford, L. (1945) La cultura en las ciudades. Buenos Aires:

Emecé.

Así, observamos que la ciudad ha sido objeto de un sinnúmero de definiciones y

que aunque estas han sido formuladas por diferentes autores, por distintas

disciplinas y por diversas corrientes de pensamiento, cada una de las

definiciones ha estructurado una visión particular de este “objeto” llamado ciudad

y todas aunque distantes y/o contradictorios ayudan a resolver someramente

este primer concepto incógnito: la ciudad.

Partiendo de hechos históricos, cabe anotar que desde la existencia de la

humanidad, el hombre ha sido un ser que busca la mejora diaria de sus

condiciones y de su estilo de vida, esto a través de sus propias capacidades y

por supuesto en la relación con el medio que lo rodea. Para lograr tan exitoso
avance ha sido necesario cambiar ese hábitat de piedra o nido selvático en el

cual se hallaba, rodeado por árboles y animales para obtener todo lo que

conocemos como entorno de cemento o dicho de otra forma, ciudad.

A pesar de estos intentos, podemos afirmar que es muy difícil lograr conformar

una definición que incorpore todas las variables que intervienen en este

fenómeno complejo, como lo es la configuración del ente urbano. Sin embargo,

como una manera de acercarnos a nuestra propia definición, revisaremos

aquellas que nos parecen más significativas, en un intento por ir descubriendo

los elementos estructurales, en la conformación de la misma.

Dentro de tantas interpretaciones y concepciones, no se puede dejar aislada la

definición que aporta la RAE considerando a la ciudad como:

Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento,

cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a

actividades no agrícolas.

Real Academia Española (2009). Diccionario de la lengua


española. Madrid: España.

Bajo el mencionado significado se considera que la ciudad es el espacio donde

se aglomeran las masas para formar la sociedad urbana dedicada a actividades

distintas a las agrícolas, sin embargo, cabe resaltar que este espacio cuyos ejes

centrales son la comunidad y su estructura física, evoluciona con el paso del

tiempo, y hace de este, un entorno cambiante y movible.


Por otra parte, es importante decir que el término responde no solo al vividero

del citadino sino además al lugar que influye al habitante directamente en sus

emociones y comportamientos, pues es el límite de encuentro entre persona y

su morada, ya que la ciudad es ese espacio donde no solo “vivimos” sino además

donde interactuamos con otros y con nosotros mismos y en medio de esa

interacción, entendemos que el sentido de esta palabra ha sido elemento de

evolución, convirtiéndose en más que una extensión de un territorio o área

específica.

Otro autor que propone un concepto de ciudad es Ítalo Calvino quien en Las

Ciudades Invisibles (1972) demuestra que:

Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias,

deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque… pero

estos trueques no lo son de mercancías, son trueques de

palabras, de deseos, de recuerdos. Las ciudades invisibles. P. 6.

En este punto, encontramos una ciudad más emotiva que está cargada de

intercambios de sentimientos, de recuerdos y deseos de quienes habitan en la

urbanidad; aportando así elementos significativos a la concepción de ciudad,

dejándola ver como más que un espacio con masas para convertirla en lugar

afectivo en donde se comparten opiniones, convicciones y estilos de vida.

Además, cabe abordar que toda ciudad es sinónimo de evolución, pues varía

de acuerdo a la época y cambia de acuerdo a los aspectos sociales y políticos

establecidos y así se convierte en pieza fundamental en la vida de cada ser

humano, pues se centra en satisfacer las necesidades de la sociedad formando


de esta manera las diferentes instituciones sociales entre las cuales se destacan

la escuela, la iglesia, el estado familiar, esta última como núcleo de la sociedad

y todas ellas con una perspectiva.

De acuerdo a lo observado, el concepto de la ciudad ha sido abarcado por

arquitectos, filósofos, ingenieros, entre otros y como era de esperarse la ciudad

ha sido abordada en la literatura.

Juan Gabriel Vásquez en El ruido de las cosas al caer (2011) muestra la ciudad

como un espacio físicamente estructurado y habitado por personas,

ejemplificado a través de edificios, casa antiguas, calles, establecimientos

comerciales y al mismo tiempo compuesta por universidades, centros de ciencia,

poesía y lugares políticos; por lo que se percibe claramente que el autor propone

una ciudad como un lugar que posee una estructura física determinada pero

además asume que toda ciudad es cambiante con el paso de los años y al mismo

tiempo movible teniendo en cuenta los factores sociales y culturales que la

afectan; expone que Latinoamérica tiene grandes ciudades en toda su extensión

y cada ciudad tiene características propias, sin embrago, tiene en común

abarcantes aspectos. Uno de ellos es la movilidad y lo cambiante que se tornan

en poco tiempo y esto radica en la necesidad de mejorar precisamente las

condiciones y por ende acceder a mejores espacios para lograr subsistir.

Bogotá como todas las capitales latinoamericanas, es una ciudad


móvil y cambiante, un elemento inestable de siete u ocho millones
de habitantes: aquí uno cierra los ojos demasiado tiempo y puede
muy bien que al abrirlos se encuentre rodeado de otro mundo (la
ferretería donde ayer vendían sombreros de fieltro, el chance
donde despacha un zapatero remendón), como si la ciudad entera
fuera el plato de uno de esos programas bromistas donde la
victima va al baño del restaurante y regresa no a un restaurante,
sino a un cuarto de hotel.

Juan Gabriel Vásquez; El ruido de las cosas al caer, 2011, p. 70

Bogotá es la ciudad donde se desarrollan la mayoría de acontecimientos en la

obra y es descrita por el autor como una capital movible convirtiéndola en un

espacio donde existe un negocio que en poco tiempo ya no está o ha sido

transformado en otro dejando en despiste a los ciudadanos.

Además, en la obra se puede ver una Bogotá rodeada de edificios, iglesias, calles

transitadas en donde la gente se adapta con respecto a su propio entorno.

Ricardo Laverde había pasado la mañana caminando por las

aceras estrechas de La Candelaria, en el centro de Bogotá, entre

casas viejas con tejas de barro cocido y placas de mármol que

reseñan para nadie momentos históricos, y a eso de la una llegó a

los billares de la calle 14 (…)p.8

Al mismo tiempo se observa una Bogotá cuyos habitantes tienen hábitos de

acuerdo a la estructura de la ciudad, pues en la obra se presenta una serie de

rutina o de costumbre en los citadinos que va enmarcada por los espacios, el

clima y hasta en la vestimenta:

(…)Todo bogotano de una cierta edad tiene una foto de calle, la

mayoría tomadas en la séptima, antigua calle real del comercio,

reina de todas las calles bogotanas; mi generación creció mirando

esas fotos en los álbumes familiares, esos hombres de trajes de

tres piezas, esas mujeres de guantes y paraguas, gente de otra


época en que Bogotá era más fría y más lluviosa y más doméstica,

pero no menos ardua. (Vásquez, 2011, p. 15)

Vásquez propone una ciudad que además de estructura física posee una

influencia social y cultural en los citadinos y que con el paso del tiempo se van

consolidando en quienes habitan allí, pues el tomarse una foto callejera

representa una costumbre muy usual en la capital y hoy vemos como incluso los

turistas aprovechan la oportunidad para tomarse una fotografía en esa calle

“Real”. Esta es una de las formas en la cual el autor nos lleva a comprender un

tipo de ciudad, siendo más que un espacio que genera moradas y negocios, pues

crea costumbres que se perciben en los habitantes.

Es así como se entiende por ciudad aquel espacio visible y estructurado que se

encuentra habitado por personas, que se convierte no sólo en una morada para

quien lo habite sino además en un factor que influye directamente en las

costumbres y hábitos de sus habitantes y que a su vez es conducida por el tiempo

convirtiéndola en un espacio móvil y cambiante.

Esta es la forma en la que se devela la ciudad en El ruido de las cosas al caer y

que en el siguiente apartado se extenderá estudiando la influencia del tiempo y

los cambios observados en Bogotá durante las décadas de los ochenta y

noventa.

5.1.2. La ciudad colombiana en la década de los 80s y 90s

Colombia es un país caracterizado por tener un devenir histórico cargado de

acontecimientos cruciales a lo largo de su historia, muchos de esos sucesos se

recuerdan con alegría y otros en cambio, cambiaron nuestras vidas de forma

negativa, se puede decir entonces, a boca llena que el eco de estos


acontecimientos tocaron cada extensión del territorio nacional, sin embargo

muchos de los hechos negativos marcaron literalmente a unas ciudades más que

a otras, tal vez porque el blanco de los ataques terroristas se ubicaba en

ciudades principales del país, de esta forma es imposible referirnos a la ciudad

colombiana durante una época sin reconocer que aunque la violencia ha

perdurado durante años en cada rincón de nuestro país, existen por supuesto

epicentros de hechos criminales. Por consiguiente, no podemos hablar de las

últimas décadas sin conocer aquellas ciudades que fueron sacudidas por

explosiones, francotiradores, masacres callejeras, que en suma, conlleva a la

problemática central de todos los tiempos: la violencia, pues ésta es la

característica que infortunadamente ha tocado a nuestra nación por centenares

de años y ha sido el vehículo o el modificador de las ciudades en Colombia.

De esta manera, cada período en la historia nacional se ha visto envuelta por

este factor y en los 80s y 90s se presenció un espacio violento debido a la

existencia de mafiosos, carteles de la droga y corrupción de una sociedad

degradada en los valores, golpeando ante todo ciudades como: Bogotá,

Barranquilla, Cali, Medellín y Bucaramanga.

Además, Colombia durante esas décadas tuvo un crecimiento urbano elevado

que concentra más del setenta por ciento ( 70%) de su población en las grandes

ciudades especialmente en la región andina y el Caribe, pues cabe agregar que

la población rural vivió el día a día de los enfrentamientos militares y el

desplazamiento forzado, lo que provocó el abandono de tierras y el crecimiento

de las ciudades principales. Sin embargo, no se ahondará sobre la violencia en

este apartado puesto que en el siguiente capítulo se profundizará este tópico.


Por otra parte se observa una ciudad que en su estructura física ya viene

enmarcada por los problemas sociales, que genera un aspecto de inseguridad y

una imagen antigua de las estructuras y a su vez evidencia el decrecimiento

económico y social de la Bogotá de la época.

En El ruido de las cosas al caer se devela una ciudad colombiana insegura,

desprotegida, con un ambiento temeroso y oscuro protagonizado por decadencia

en monumentos y lugares públicos:

(…) donde las imágenes habían pasado a la siguiente noticia y

ahora presentaban una escena de abandono: una plaza de toros

invadida por la maleza hasta las banderas (o el espacio donde

las banderas hubieran existido), un cobertizo donde se oxidaban

varios carros antiguos, un gigantesco tiranosaurio cuyo cuerpo

se caía a pedazos y revelaba una compleja estructura

metálica, triste y desnuda como un viejo maniquí de mujer.

(Vásquez, 2011, p. 12)

Bogotá durante la década de los ochenta y noventa atravesaba una situación

arquitectónica crítica y se revela la condición paupérrima de sus monumentos

dejando de lado la perfección estética del estilo para asumir problemas sociales

que golpearon directamente a la ciudad. Entonces Vásquez presenta durante

ese lapso una realidad histórica reflejada en la ciudad colombiana y que de

alguna manera fue determinante en la vida de los citadinos, pues al observar

este tipo de situaciones se crea un ambiente sin tranquilidad y lleno de

incertidumbre.

El cambio de mirada sobre la ciudad colombiana empieza a

sentirse en la década de los años 80. Los nuevos problemas


derivados de la carencia de empleo formal, falta de vivienda

adecuada, servicios públicos incompletos y de mala calidad,

ofertas insuficientes e ineficientes en salud y educación, escasas

dotaciones deportivas, recreativas y culturales, afectación del

ambiente urbano, y además el surgimiento del narcotráfico y la

delincuencia de gran impacto (el secuestro, por ejemplo), se

convierten en detonantes de lo que pudiera llamarse la crisis de la

ciudad colombiana. H. Henao, 1997.

El antropólogo colombiano Hernán Henao considera que la ciudad colombiana

tuvo una crisis trascendental que inició en los años ochenta, esto debido a la

descomposición social ocasionada por la violencia, pues ésta trajo consigo más

delincuencia, mala calidad de vida, menos ingresos económicos que conllevó a

las insuficiencias de viviendas no sólo en servicios públicos sino además en el

ambiente urbano de la época. Este detonante como él mismo lo llama llega a

modificar el panorama citadino dejando atrás un mejor estilo de vida, las

oportunidades laborales, el crecimiento cultural y académico de las grandes

ciudades para convertirse en un caos que marca la vida de los habitantes. De la

misma forma este autor considera que muchos estudiantes universitarios

desistieron de sus programas para obtener empleos y subsistir en medio de la

informalidad.

Ciudades como Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Cali son mostradas en la obra

como espacios con calles muy transitadas, abundantes negocios comerciales,

negocios informales, en donde la gente busca obtener el sustento a través de la

suerte de cada día.


Las palomas, eso sí, tenían más cables donde descansar, y los

vendedores de maíz no daban abasto para atender a los turistas,

ni daban abasto los fotógrafos callejeros: hombres viejos de

ruana y sombrero de fieltro que capturaban a sus clientes

como se arría una vaca y luego, al momento de la foto, se cubrían

con una manta negra, no porque se lo exigiera su aparato, sino

porque eso era lo que los clientes esperaban. (Vásquez, 2011, p.

15).

Del mismo modo se aprecia la condición de una ciudad capital transformada que

cambia la mentalidad de los bogotanos, pues las circunstancias obligan a

modificar el estilo de vida, las opciones laborales y la necesidad de sobrevivir

toma lugar antes que concentrarse en lujos y en la mejora física de la ciudad.

Por otra parte, un factor que indujo al cambio de sanas costumbres y al

esparcimiento libre de los citadinos en su ciudad durante los ochentas y

noventas fue la expectativa de no sufrir un atentado o cualquier estrago propicio

de la época y así, las malas noticias y los rumores constantes de violencia fueron

haciendo trasfondo en la cultura de Bogotá de esos tiempos. Igualmente, ya era

un tema cotidiano escuchar de muertes y de aquellos lugares que no se podían

transitar creando una barrera invisible de espacios en la ciudad. Juan Gabriel

Vásquez presentará algo de esa cotidianidad y a continuación se mostrará una

cita que muestra a esa Bogotá ultrajada en la época de los ochentas y noventas:

La misma noche en que fue abaleado Ricardo Laverde se


cometieron otros dieciséis asesinatos en diversas zonas de la
ciudad y con métodos diversos, y a mí se me ha quedado en la
memoria el caso de Neftalí Gutiérrez, taxista, muerto a golpes de
cruceta, y el de Jairo Alejandro Niño, mecánico automotriz, que
recibió nueve machetazos es un descampado del occidente. El
crimen de Laverde era uno más, y resultaba casi arrogante o
pretencioso creer que a nosotros nos correspondería el lujo de una
respuesta. (Vásquez, 2011, p. 37)

Esta representación no es más que la realidad vivida algunos años atrás y que

para infortunio cambió el rumbo de la historia del país, dejando miles de víctimas

y una catástrofe en las ciudades colombianas, dado que es imposible hablar de

estos acontecimientos sin una afectación literal a la ciudad, ese espacio físico

considerado morada y a quienes la integran, dejando como resultado una

degradación en lo social, cultural y en la vida personal de cada ciudadano.

A pesar de todo lo ocurrido en las ciudades, durante los ochentas y noventas,

de ese aumento de aspectos negativos como el trabajo ilegal y el sicariato, Juan

Gabriel Vásquez nos lleva a conocer una sociedad que a pesar de estar

extremadamente degradada explora espacios de ciencia, literatura y centros

culturales, que servían de consuelo, calma y tranquilidad para los citadinos de la

obra.

Así, se inicia este apartado presentando los lugares de la obra donde el autor

recrea los acontecimientos más importantes y la forma en que influyen

directamente en los personajes.

5.1.3 Bogotá, una sola sombra larga

Y ardían desplomándose los muros de mi sueño,


¡Tal como se desploma gritando una ciudad!

Aurelio Arturo, Ciudad de Sueño


Bogotá es la capital de Colombia, ciudad de auge para muchos colombianos

quienes parten de sus lugares de origen para arribar a la gran ciudad y obtener

una mejor vida, hablando en términos económicos, sociales y personales,

muchas personas optan por esta estrategia para conseguir tan esperado fin. La

capital es un espacio rodeado de universidades, empresas y bellos paisajes, sin

embargo dos décadas atrás se evidenció una Bogotá oscura la cual es el blanco

de los peores actos violentos y donde los habitantes simplemente se convierten,

como les llama el autor, en “fríos” no solo por la condición climática del entorno

sino porque son seres carentes de espíritu, que han perdido la cortesía antigua

y se enfocan en desconfiar de los otros, pues precisamente de los demás viene

el peligro y cualquier cosa es válida para salvaguardar su existencia, han perdido

la seguridad y principalmente la paz tanto social como interior.

Vásquez hace un paralelo entre la Bogotá del pasado con la contemporánea,

juega con el tiempo y la novela se convierte en una historia nueva que

intercambia los espacios a raíz de acontecimientos históricos dejando ver una

Bogotá que se encuentra en una lucha por su reestructuración pero que en vez

de surgir, se transforma en un espacio de sequía y en una sombra no

momentánea sino duradera.

Como se ha explicado la ciudad es pluri-determinada, porque los diferentes

elementos que la componen tienes fuerzas diferenciadas, mezclan su dirección

en el espacio, varían su situación en el tiempo y deja de ser una globalidad para

convertirse en el juego de diferentes organizaciones espaciotemporales.

Así encontramos un juego con el espacio que recrea Vásquez y devela una

Bogotá antigua un poco más conservadora, segura y de un gobierno capitalino y


luego trasciende a mostrar una Bogotá inconstante debido a los atentados, una

Bogotá insegura y que posee además un gobierno que se presta para hacer parte

de negocios ilícitos y que en vez de proteger al pueblo se enruta hacia la

corrupción, dando rienda libre a los hechos criminales en Colombia.

Por otra parte, los personajes de la obra ven a Bogotá como un lugar largo donde

parece que los daños crecen con el día a día sin tener cura aparente y donde su

espacio no es un camino claro y convincente sino lleno de trabas y con un final

ilimitado, pues si comparten a la calle pueden quedar atrapados en un atentado

por balas y bombas que acaban con sus vidas y de no serlo, entonces produce

traumas físicos o psicológicos que llegan a ser peores que la muerte, debido a

que la muerte para muchos es el final pero un trauma de carácter psicológico no

es más que una condena de por vida.

Por esta razón se dejará evidencia de algunos sitios claves de esa Bogotá

presentada por el autor.

5.1.3.1. Barrió La Candelaria

El barrio La Candelaria es un espacio urbano a través del cual se puede leer la

historia colombiana, es el barrio de Bogotá con más historia y tradición y un

monumento nacional fundado dese 1963.

La candelaria cuenta con un valioso patrimonio arquitectónico, representado por

viejas casas de marcado acento español, con pesados portones, zaguanes,

patios interiores, amplias habitaciones cuyas fachadas ostentan gran variedad

de estilos en balcones y herrajes de puertas y ventanas.

Este es uno de los espacios en los que se desenvuelven los personajes de El

ruido de las cosas al caer. En la Candelaria sucede la muerte de Ricardo Laverde


y de ahí se desprende el relato de la tragedia, no obstante, a través de la

excursión literaria en este lugar histórico se evidencia un espacio antiguo pero

que ante todo está a merced de la inseguridad, lleno de callejones solitarios y la

pobreza inminente.

Habíamos llegado frente a una vieja casa colonial de un solo piso,

no cuidada como un escenario cultural o histórico, sino decadente

y triste, una de esas propiedades que pasan de generación

en generación a medida que las familias se empobrecen,

hasta que el último de la línea la vende para salir de una deuda

o la pone a producir como pensión o prostíbulo. P.20.

Por otro lado, un aspecto que parece único en este barrio es la falta de cambios

estructurales, parece que ha permanecido en el tiempo, que no cambia y que le

da un toque especial a los acontecimientos que en ella se engendran. A

continuación se mostrará una interesante cita:

La candelaria profunda es un lugar fuera de tiempo: en toda


Bogotá, solo en ciertas calles de esa zona es posible imaginar
cómo era la vida hace un siglo. P.21.

Aquí se despiertan numerosas emociones en muchos personajes, pues aquí

Antonio Yammara descubre que ha perdido a su “amigo” y que aunque el tiempo

transcurra en este sitio, el reloj está detenido y solo permanece el recuerdo,

además de un recinto de preguntas que carecen de respuesta o quizá de

significados.
Este barrio parece ser el único lugar que no es movible y cambiante, esto por

atributos de antigüedad que la hacen vieja pero peligrosa, es el punto omega de

la obra y representa ese lugar estático en donde no sólo su estructura se

mantiene viva sino sus recuerdos y los lamentables hechos que allí se

presentaron.

5.1.3.2. Billares la 14

Los billares han tenido un crecimiento considerado en Bogotá durante los últimos

años, pues son lugares de distracción en donde se concentra una población

específica que comparte gustos similares. Estos sitios por lo general, son puntos

donde se vende licor, hay un poco de música, televisores, sillas y juegos para

salir de la rutina que ofrece Bogotá:

Y así, entre trago y trago de un ron blanco que dejaba en la


garganta un regusto de alcohol médico, se nos fue la tarde… así
que abandonamos los tacos sobre la mesa, metimos las tres
bolas en el rectángulo de cartón de su cajita y nos sentamos en
las sillas de madera (…) Desde allí dominábamos la barra, la
entrada a los baños y la esquina donde colgaba el televisor, y
podíamos incluso comentar las jugadas de un par de mesas (…)
P.17

Vásquez muestra los billares como un centro de entretención para salir del

estrés que causa una ciudad grande, un lugar propicio para fumar, tomar hasta

embriagarse, jugar y comentar las jugadas que allí se realizan. Además

muestra un espacio común que se encuentra en la parte central de la ciudad

más exactamente cerca de algunas universidades en la capital.

Los billares, además de ser un divertido núcleo, son el fundamento de la novela,

puesto que aquí se conocen los dos personajes principales de la obra y es aquí

donde comunican sus detalles escasos.


Además, Vásquez muestra a partir de este lugar al ciudadano del “bajo mundo”

o quizá a aquellos que cansados del agite de la rutina diaria, desean ponerle un

poco de sabor y gracia a su vida a través de los juegos que ofrece tan popular

sector.

Bogotá ofrece estos escenarios que para bien o mal forman un conjunto de

sitios recurrentes en la ciudad , los billares han sido parte reconocida en la

capital y por supuesto los billares ubicados en la catorce son no solo importantes

para el comercio de la ciudad sino además en la obra de Juan Gabriel Vásquez.

5.1.3.3 Esquina de la carrera cuarta

Las esquinas son zonas en donde dos superficies o líneas se encuentran en un

mismo ángulo. Las esquinas de las ciudades son lugares de encuentro,

superposición y en lo que respecta a la seguridad, las esquinas suelen ser los

lugares más peligrosos, pues suele terminar en punta dejando algunos puntos

ciegos que forman rincones, siendo estos unos espacios que generan temor en

quienes transitan por ellos.

La carrera cuarta está ubicada en el centro de Bogotá, lo que indica que es un

lugar recurrido por miles de transeúntes, sin embargo, en horas de la noche o en

momentos en la que esta se encuentre sola llega a ser una zona roja por la

inseguridad.

Juan Gabriel Vásquez muestra esta esquina como la ruta en la cual los

personajes transitan constantemente, también la llama la vía del olvido, pues lo

que fue un asesinato en tiempos frustrantes dejó de serlo con solo dos años de

transcurrir; nos apropiamos de esta afirmación a raíz del suceso que vivió

Yammara cuando con terror y pánico recordaba el atentado mientras caminaba


por esta esquina y en medio de su tortura de miedo le pregunta a una joven que

trabajaba justamente en ese lugar y su respuesta fue que nada recordaba o quizá

sí, pero que eso en pocas palabras, era cosa del pasado.

(...)Lo mataron allá, del otro lado de la plaza.» «Ah», dijo la


mujer. «¿Hace cuánto?» «Dos años», dije. «Dos y medio.»

«Dos y medio», repitió ella. «Pues no, no me acuerdo de ningún


muerto de hace dos años y medio. Qué pena con usted.»

Salí hacia la derecha del café, dando un rodeo para


evitar la esquina, y acabé cruzando La Candelaria(…) P. 49.

Además, se observa que la esquina de la carrera cuarta es un punto de

desencanto pues Antonio Yammara lo evita a todo costo para no recordar el triste

episodio que allí vivió y elevar su alma hacia el recuerdo.

Después de haber analizado los anteriores sitios que representan piezas

importantes dentro de la obra, cabe apuntar que los habitantes adquieren

costumbres y hábitos que son causados por el día a día y que la ciudad está

directamente influenciada por su estructura y por todos aquellos factores

externos presentados a la misma, se notan lugares en donde se concentra una

población en específico, en el caso de los billares sólo se dirigen allí las personas

que están cansadas de la rutina, aquellos que buscan salir de su realidad

utilizando el alcohol, la nicotina y los juegos; otros como La Candelaria que

reflejan la antigüedad, la pobreza, la presencia de prostíbulos, sitios que no

denotan historia sino el reflejo de una ciudad demacrada y la esquina de la cuarta

que a pesar de ser transitada y llena de establecimientos comerciales no deja de

ser peligrosa, puesto que es el lugar propicio para cometer asesinatos, como el

de Ricardo Laverde, atracos y la guarida del expendio de estupefacientes que


atacó la década de los ochentas y noventas; y hoy por hoy sigue siendo la lucha

por parte de organismos que promueven la mejora social. Siendo así, se halla un

factor que influye directamente en estos tres sitios: la violencia, que por siglos,

ha golpeado a la capital generando una serie de acontecimientos en la ciudad y

en los mismos habitantes por ello en el siguiente apartado se ahondará en ese

aspecto y su repercusión en la estructura física y social de la ciudad y en el

complejo de emociones de sus habitantes.

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